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LIBRO-06 Lupiáñez Romero José Antonio

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LIBRO-06 Lupiáñez Romero

José Antonio

. . . 1 . . . Todos los días de mi vida he querido hacer esto: Mirar solo lo que por su nobleza no me abate. Ahora, sin qué mirar me quedo ciego, y en todo cuanto pienso o hago siempre entro en batalla, sin mediar palabra. ¿Hay algo más que ver? ¿Hay algo mucho más hermoso? Si no lo hay, a mí al menos me gustaría hacerlo. Yo me enfrento a la realidad, os lo aseguro, sin embargo, no sé por qué, cuando me levanto, muchas veces no me despierto del todo. La naturaleza por alguna razón aún no me libró de tener sueños, Y sigo mi viaje, llamado vida, de mala gana pero con una sonrisa en los labios. Lo confieso: Solo acopio valor para los venideros siglos. Insolente, aunque no soy audaz, sigo sujeto al invierno y al verano, y acabo de descubrir el alba. En mí todo es así, puedo advertir como un ligero soplo puede acabar conmigo, pero cierro los ojos y veo una gran esperanza. ¿Por qué me ocurrirá a mí eso? . . . 2 . . . Por la hora debe ser ya de día. Negaré los hechos asombrosos que he vivido esta noche. Mientras el valor, la memoria y la razón dormían yo gozaba en la vida invisible, donde me atrevo a todo, donde no me asusta la acción, ni la valentía. Me basta con cerrar los ojos y las fantasías me obedecen, si quiero, me puede la soberbia y no encuentro obstáculos que se opongan a mis deseos. Me avergüenzo durante el día que me ciega con imágenes artificiosas y donde hago trabajos inútiles. Durante la noche desaparezco y me adentro solitario en el lugar donde el tiempo es mágico y todo se presenta en su esplendor.

Vengo de conocer algo que es admirable. Una hora antes mi ser estaba lúcido. Entonces Una leve brisa me levantó del suelo y me dispuse a volar y ya nada pudo detener la insolencia de tan admirable viaje. ¡Es delicioso ser arrebatado por los aires! Volé al principio a oscuras. Y cuando ya lucía un Sol radiante llegué a una llanura enorme y verde llena de manantiales de agua dulce y purísima y plagada de huertos arbolados. Era un jardín lujurioso, fuera de la vista de todo el mundo, y en el apogeo de su belleza. Había subido a tanta altura como el Sol a mediodía. Entonces me paré. La sombra de los álamos que bordaban las riberas de los ríos era deliciosa, y la quietud tan magnífica, que se produjo en mí un efecto mágico. Vi la fuente de agua donde nacen todos los ríos de la tierra. Yo estaba solo pero no me asustaba la soledad. Y dejé de oír ningún ruido. Y me quedé absorto. Entonces una nube blanca me envolvió, y cuando el mundo desapareció perdí del todo los sentidos. Mis pensamientos giraban, y me estremecía, y me moría de gozo, y allí me di tanto placer a mí mismo que me habría arrancado la vida del cuerpo. Cuando llegaron las lágrimas de felicidad las derramé abundantemente. Y caí vencido. Aún arde mi pecho con el recuerdo. Después, el tiempo se paró. No sé cuánto duré así. Hasta que poco a poco se fui calmando y oí latir de nuevo mi corazón. Entonces, suave y levemente una brisa me devolvió a la tierra, y me desperté. Por la hora debe ser ya de día, Y confío en que no sea verdad nada de lo que me ha pasado. La noche, la terrestre, la cambiante, la espléndida, se ha ido. La luz ha vencido al sueño y el cuerpo me pesa cada vez más. Yo creo en mí, pero ahora dudo y no sé cómo averiguar la verdad. Quiero examinar todo con atención y encontrarle algún sentido. Y llamo en mi ayuda a los jueces.

Ahora sí lo entiendo. no es triste la soledad. . . . 3 . . . Los asuntos de Venus y de la belleza. Entre las paredes de estrellas, a veces triste, tú, ingrata conmigo tantas veces, me pides encendida con el mismo brillo en los ojos que en tu cuerpo, que hagamos lo que más me apetece. Y te acaricio y tú te estremeces. y cuando la carne se abre húmeda de placer, gimes, y cada gemido tuyo es para mí un te quiero, y cada suspiro un regalo para mi alma. Y busco tus pechos con su hermosura, y tus muslos, y el vientre, y donde los hombres engendran a otros hombres. . . . 4 . . . Con el crepúsculo llegan las cosas perdidas y fuera del tiempo. El desconsuelo, la impiedad, y la luna con el mismo color de siempre. Pronto un velo de luto lo llenará todo de sombras. Que mal conocías tu futuro envidioso Sol cuando con tanta arrogancia abrasabas la tierra. . . . 5 . . . Dominada por la razón y el sentido común, sometida a leyes admiradas por todos. la ciencia es insensible. No así la virtud, que es arbitraria y considera la desigualdad. ¿Ciencia o virtud? Son equivalentes, de eso estoy convencido. Aunque yo he visto el mecanismo que mueve el mundo esa luz se fue apagando, y se quedó el silencio. Bien se ve que no tuvo mucha fuerza. Sucedió pronto, como un reflejo en un espejo. No seré el último al que le ha ocurrido. Y ya no tengo necesidad del sentido común,

ni de las opiniones de mi tiempo, ni de ser siempre niño, sin pasado. Rebelándome al menos yo dudo. y soy sensato al hacerlo, y exigente. ¿Qué me queda para llegar a la inmortalidad? ¿La Milicia? No, solo las Artes, las hermosas formas que tanto deleite me causan, ¿cómo tenerlas delante y no beber hasta saciarme? A qué buscar más. Cicerón, quisiera mostrarte que en mí tienes a un amigo. . . . 6 . . . Apelando a la verdad me obligo a explicar por qué soy enemigo de las fieras y las debo aborrecer: prque son feroces, como el hambre y la sed cuando muerden la cavidad hueca de la garganta. Espero en el jardín hasta que acaba la tarde y la luz se extingue a que ella venga. Mientras, retengo en mi cabeza el deseo que tan bien conozco, su cuerpo bello y en el fondo agua de rosas azucarada. Convertido en un juguete de placer gozo con la delicia de estos encuentros. Esto es lo mío, ser el juguete de ellas como ellas lo son el mío. ¿Cómo puedo sostener sus miradas sin quemarme si son un volcán? El placer acabará por dejarme ciego. ¿Acaso creéis que se pueden olvidar sus miradas que son dignas de colmar de felicidad una vida? Y así quedo preso, convertido en un juguete, y muero y nazco a una vida nueva después de cada encuentro. Ya viene, ya puede morir el día. Ahora, fiel a la promesa que les hago a todas me callo, será otra noche hermosa y renaceré a una nueva vida. . . . 7 . . . Comprender un pensamiento intolerable hasta el punto de transformarme profundamente, es difícil, Aunque con la confusión la verdad está en desventaja. No dejaré que pase mucho tiempo antes de borrar de la memoria los actos monstruosos, y que una lluvia de tormenta me devuelva la salud.

Ahora sé más de lo que sabía antes, sé mentir a los que me habían enseñado mentiras. Con verdadero placer quiero alejarme de la fantasía, olvidar las impresiones de la infancia, quiero cortar esos lazos que me atan a las piedras, sin derramar sangre. Quizás así acabe con mi ignorancia, estoy decidido a conocer y no parar ya. El Sol brilla, es sin lugar a dudas una afirmación muy simple, pero la sola idea de ponerla con palabras, es lo asombroso. Todo es una obviedad con los nombres más bellos, luego, con ayuda de un espejo no es difícil traicionar al sentido común y despertar el desconcierto. Sin luz delante de los ojos nadie lo reconocería. ¿Cómo contemplar la realidad oscilando en una balanza que se inclina en dirección opuesta a los pensamientos? O ¿Cómo sentir el aire seco de la razón detrás de una ventana cerrada? Aún no tengo las respuestas y me cuesta un gran esfuerzo. Soy incapaz de mantener mis propias reflexiones, no las recuerdo o no las reconozco como propias. Si fueran sueños ¿Por qué existen si son irreales? Mis ojos solo ansían mirar al futuro, nada del pasado, aunque suponga un gran esfuerzo y a veces una carga. . . . 8 . . . Con cuánta razón estoy solo y contento de mí mismo aunque ya no encuentre jamás lo que empecé buscando. No siento el peso de las mil tentaciones de la vida, la torre que he construido ha crecido de un modo gigantesco. Debilitar la esperanza, hacer sospechosa la felicidad, eso es lo que he tenido que hacer aún en contra de la inclinación de mi espíritu. La tremenda herida que me causó hacerlo ha cicatrizado limpiamente, y ahora las cosas han alcanzado su perfección hasta convertirse en miel. ¿Qué me queda todavía por sacrificar? Rechazo los remordimientos de conciencia. ¡Soy juez! Seco, duro, sin ilusiones, anhelante de amigos y pobre en invenciones, me he puesto un corazón de piedra en el pecho

y soy ciego, aunque tengo vista, a mis ojos, hechos, y quede oculto el resto de la vida. Es el sino del que, repleto de majestad, vuela libre. Coincidir con miles de fracasos y ruinas tiene que repugnar pero no puedo volverme atrás, no puedo retroceder, dentro del laberinto todos los males se acaban en mí. Ya está dicho todo, ahora mis palabras se oirán con claridad. ¡Árbitro único! Me esforzaré en suponer que existes. . . . 9 . . . Cuantas respuestas ocultan la causa. Algunas veces me pregunto: ¿En qué me puede favorecer vivir unos pocos años más? Ojalá que se abra el surco ya. Así sea. Y hasta que me libre del cuerpo me consuelo leyendo sobre cosas antiguas. Libros de historia, sin duda inciertos, partidistas y llenos de páginas impenetrables. La historia de los siglos que ya están caducos. En su origen todos parecían tejidos con filigranas de oro, majestuosos y con virtudes desconocidas. Algunos fueron poderosos, otros transcurrieron sin virtud ninguna. El último, ciertamente, fue propio de bestias. Y descubro un mundo de fantasmas. Montañas, mares y ríos, bosques, hombres y animales, días y sagradas noches que vivís todos en el mismo espacio único y ordenado hecho de una tela antigua fácil de rasgar al menor contacto. ¿No ha salido siempre el Sol de lo oscuro? ¿No ha resplandecido siempre la belleza? . . . 10 . . . Me insatisface la posibilidad de hallar divergencias: Si fuera del espacio también existe la magnitud. Si la distancia se engendra en el espacio. Si puede tener varias direcciones y poseer o no simetría. Si es lo suficientemente grande. Palabras que me anuncian que ya nada será lo mismo.

Soy presa de insoportables dolores de cabeza, me atenazan y me golpean en las sienes con una ira terrible. ¡Y no se acaban nunca! No puedo entender que hay dentro de mi cabeza. ¿Qué es? No es la memoria, es otra cosa llena de andrajos, vieja y muy dolorosa que no tiene forma. Yo no quiero ser ese, lo quiero gritar: ¡Yo no quiero ser ese! Y no sé hacer nada más. Unos lazos estrechos me amarran y me condenan a este dolor que no se acaba. Aire invisible. ¡Defiéndeme! Sé que el dolor se ha de soportar con nobleza, ¡pero es que no conozco ninguno peor! ¡Y no se acaba nunca! Si al menos me pudiera dormir. . . . 11 . . . Ya es suficiente, el juego ha acabado. Naturalmente al sacar la red estaba vacía, y no es casual, pues esa realidad no tenía ningún fundamento. Para excitar hay que tener razones, hubo motivos para pensar en cuan débiles eran, y su poco valor se puede ver en el resultado. La verdad fue: Que no conmovió a nadie, que el impulso se agotó pronto. Es cierto que a veces se puede resistir pero a quien no tiene valor se le vuelve todo amargura. Hubo en la fantasía tantos disparates, y fueron tan infecundas y tan de escasa luz las ideas que dieron la impresión de haber sido procuradas solo por hacer ruido. Y entonces se hizo la noche, porque tenía que llegar, y se acalló el ruido, como ya ocurrió antes, en el vestíbulo. Cosa que bien deberían haber conocido todos. . . . 12 . . .

Antes de que se apaguen mis ojos esta noche leeré un rato para conocer o sentir algo diferente. No sabría decir el qué, ni puedo imaginarlo, pero confío en el enorme poder de la poesía. Empiezo. “Abril, el más cruel entre los meses, hace que nazcan lilas en la tierra muerta.” Me siento más libre ya. De niño tenía miedo de pisar mi sombra. Sombra, ¿dónde estás ahora? Ya estás olvidada. No estás ni viva, ni muerta ¡estás olvidada! Como lo está un árbol seco. El sol reverbera en la columnata de la ciudad irreal. Llevo una vida mezquina y por eso me mudo al Sur, a una ciudad irreal bañada por el Sol para que mis ojos disfruten muchas horas del color dorado y de violentos atardeceres que serán mi salvación. “Bajo la parda niebla de una alborada de invierno” Abril ha comenzado a retoñar. A la orilla del Leman me senté y lloré, esta noche la superficie del agua es negra, semejante al cielo y refleja la Luna llena. Mis ojos están vidriosos y soñolientos, ha debido pasar mucho rato. Ahora solo oigo, porque ya no veo. Y caigo rendido. La tierra Baldía . . . 13 . . . He habitado bajo el sol y el cielo estrellado, pero ahora en la vejez el aire se me hace muy sofocante y vuelvo a mi manantial, a la fuente donde nací, lejos de los calurosos campos. Mana el agua de unas piedras, gota a gota, parecido al amor más puro, y se mantiene fresca y quieta en el mismo lugar donde ha nacido. Vuelvo a estos bosques donde no se ara la tierra, a pacer en el silencio de estos prados. Y vengo de la mano de la esperanza, una fuerza que como yo, también se desvanece.

Ninfas de la fuente y del bosque de las que un día fui vuestro predilecto, ¿no me habéis reconocido? Vengo a despedirme, pues pronto, para mí, todo se disipará. . . . 14 . . . Ha entrado la brisa por la puerta que se quedó entreabierta, tal vez me equivoque, pero ha sucedido algo emocionante. ¿Por qué me sobrecogen hechos tan leves? ¿Qué soy ya, que me siento tan débil tan pronto como sopla un poco de brisa? Sé que un romántico tiene un poder temible, pero engáñalo con historias que confundan su mente y se quedará desnudo. ¿Qué será lo que estimula la energía creadora? Y ¿qué las visiones de los iluminados? Para mí son potros gemelos. . . . 15 . . . Engendrado por la reja, de un amor permitido, en sabanas de neblina nace el trigo a la vida. Sin usar la fuerza brota con placer de la tierra. y se eleva a la luz. Asciende alto, sin techo. Siente el impulso del viento y flota en un mar de espigas erguido ante el caluroso Sol y los más de mil hermosísimos colores. Abundante y brillante Se enardece con la caricia del dulce pico de los pájaros En ese momento la perfección está conseguida. Muy pronto llegará la hoz

y el mundo verdadero. ¿Por qué se debe empezar una infinidad de veces? . . . 16 . . . Siento cómo la ola de razón que ha inundado el mundo ha penetrado también en mí y me dice lo que tengo que hacer: Vivir sin imaginación, sin fantasía. Pero ¿qué puede nacer sin el desorden de la locura? ¿Qué materia engañosa puede nacer de la razón? ¿Será comparable a la miel de la esperanza? ¿O será como la nieve? Algunas ideas son tan puras que parecen una locura, pero otras, tras convertirse en una fiera desgarran como lo hace un furioso huracán. Debería juzgarse con más severidad a la razón. . . . 17 . . . Trato de averiguar cuál fue para mí la influencia más poderosa, cual fue la más benéfica influencia. Sé que no lo fue mi educación. ¿Quién es éste con gusto por lo fastuoso, que desdeña la apariencia con una sonrisa en los labios, y aislado dolorosamente? No mucho más que el vacío, un tonto que duda solo complaciendo otros corazones. La época mía va a gran velocidad, pero es triste, y un mar de confusión, no es fácil mantener las fantasías mucho tiempo, ni siquiera hay misterio, todo es o blanco o negro, muy falto de color, y muy desagradable y feo. Yo necesito complacer todos mis sentidos a la vez, complacerme con obras colosales, sentir admiración, o adquirir una enseñanza.

No puedo evitarlo, desconfío de lo actual. Me gustaría estar fuera de la razón, sentir un odio infinito a esta verdad. Que mi aliento apestara de noche y no poder curarme del dolor. Miedo, ¿dónde estás? Al menos tú me harías gritar y comportarme como un salvaje. . . . 18 . . . Aún encadenado a la tierra un viento helado me acaricia mientras llega el crepúsculo, la puerta de las sombras. Llega para todos, en silencio, sin piedad, implacable, con la misma lentitud con que la luna sube en el cielo. Llega a las calles desiertas, Y cae sobre mis huellas y mi memoria, y todo se tiñe de negro. Llega el crepúsculo. Llega la hora indeseable de abandonar la esperanza. Pronto estaré como los ciegos de nacimiento, a oscuras, solo con mis recuerdos. . . . 19 . . . Suave, levemente se fue consumiendo el amor. Después de tanto placer, nos deja. ¡Qué agradable fue! Ahora sé lo que me espera y ¡cuánta lástima me tengo! Siempre me acordaré de ti. . . . 20 . . . Por las estrellas se guía el Nilo para llegar al mar y va dejando en el desnudo desierto su esplendor. Todas las cosas que me han sucedido, hasta los más profundos recuerdos

aparecen resplandecientes en este momento. El Sol complaciente cae disuelto en el horizonte, y corona con una sinfonía de reflejos dorados mis recuerdos. Estoy bajo el último rayo de sol de mi vida. Magia, brisa, espíritus del aire, poneos a danzar. ¡Ay! cómo sonreiré viéndoos por última vez. . . . 21 . . . La fatiga aumenta mi sentimiento de culpa. Alma mezquina ¿por qué me atormentas? Vengo del valle, la morada de los soberbios, a esta cumbre tan alejada para escapar de un mal que destruye a los hombres, ¡el servilismo! Muchos de los que subían conmigo abandonaron sin esperar a la vejez. . . . 22 . . . Tu eres la dulzura, y yo una brasa, y toda esta fuerza colosal se manifiesta en una divina tormenta, en una lluvia de profundos deleites. Nada nos puede proteger de la atracción, es una ley universal. Los sentidos se contradicen, se deforman las imágenes delante de los ojos y dejan de cumplirse las leyes. Con que anhelo te miro cuando vienes, con qué gracia te acercas, y cuando llegas, se debilita mi fuerza, y no es ceguera ni es un sueño que están despiertos mis sentidos, liberado de cadenas invisibles ya no vivo, ni lo quiero. Comparte el lecho conmigo, ojos de fuego, Calienta, en esta noche fría, mi alma y mi cuerpo, calienta esta celda ingrata llena de deseos, haz que goce con deleites que dulcifiquen mis presagios.

Quítame de pensar en todo, dame del calor de tu pecho cuyo combustible lo forman impulsos salvajes, enciende mi deseo de poseer y abarcar la tierra y el cielo, arrástrame a una corriente capaz de locuras, llévame dentro, que voy a la dicha, un dulce premio y no necesito saber más. Si todo el firmamento brillase como tú, hasta el Sol se fundiría. Esa es la temperatura que alcanzaría el Universo y esa es la temperatura que alcanza mi cuerpo y esa la sensación por este amor tan bello. . . . 23 . . . Ahora todo depende de la Luna. Nos esperan deliciosas horas sin luz entre estas paredes de cielo estrellado, fuera de la Tierra, odiosa y tan ingrata, demasiado luminosa y por tanto superficial donde no podemos conseguir la paz. Estamos en un lecho estrellado donde al amor se corresponde con amor, desde aquí vemos en otros, sufrimientos que nosotros nunca hemos padecido. No tenemos nada que temer pues Atlas, al que toda Grecia conoce, nos sostiene. Esta va a ser una gran noche. Un gato blanco maúlla a la Luna y pronto veremos las limpias gotas de leche formar el torrente de plata imperecedero. Si otra vez vuelve la lumbre al cielo no será culpa mía, amor, es el Sol, el separador de los amantes. ¿Quién si no puede herir tanto? Sol, déjanos y quédate para siempre con los que te adoran, no vuelvas, que aquí no hay sitio. . . . 24 . . . Deseo mucho la llegada de la noche y creo saber por qué, es simple: yo vivo en calma solo mientras dura la noche pues soy una presa más durante el día. Deseo tanto no estar a la vista de todo el mundo,

desaparecer, eso es lo que quiero hacer, huir de la intemperie, no como los árboles, que son más fuertes que yo. Hay cosas portentosas que me privan de la dicha, y ninguna lo es tanto en mi imaginación como la luz. Si mi corazón pudiera latir más deprisa durante el día la luz se iría sin llevarse nada mío. . . . FIN de LIBRO-06 . . .