Libro proporcionado por el equipo Descargar Libros Gratis, Libros PDF...

908

Transcript of Libro proporcionado por el equipo Descargar Libros Gratis, Libros PDF...

  • Libro proporcionado por el equipo

    Le Libros

    Visite nuestro sitio y descarga esto y otros miles de libros

    http://LeLibros.org/

    Descargar Libros Gratis, Libros PDF, Libros Online

    http://LeLibros.org/http://LeLibros.org/http://LeLibros.org/
  • La historia empieza en 1911, el da de la coronacin del rey Jorge V en laabada de Westminster. El destino de los Williams, una familia minera deGales, est unido por el amor y la enemistad al de los Fitzherbert,aristcratas y propietarios de minas de carbn. Lady Maud Fitzherbert seenamorar de Walter von Ulrich, un joven espa en la embajada alemana deLondres. Sus vidas se entrelazarn con la de un asesor progresista delpresidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, y las de dos hermanosrusos a los que la guerra y la revolucin les ha arrebatado su sueo debuscar fortuna en Amrica.Poco a poco estos personajes irn encontrndose a medida que sus vidasavancen, tan deprisa y violentamente como el principio del siglo XX en elque se ven inmersos.A travs de la historia de estas cinco familias Follet narra los aosturbulentos de la Primera Guerra Mundial, la Revolucin Rusa y la lucha dehombres y mujeres por sus derechos.

  • Ken FollettLa cada de los gigantesTriloga The Century 1

  • A la memoria de mis padres,Martin y Veenie Follett

  • La triloga The Century combina la dimensin pica y el drama humano, sellodistintivo en las obras de Ken Follett, a una escala nunca antes concebida, ni

    siquiera por l. Con la misma habilidad que en sus novelas ambientadas en laEdad Media, en The Century el autor sigue los destinos entrelazados de tres

    generaciones de cinco familias: una galesa, una inglesa, una rusa, una alemana yotra estadounidense. La primera novela, La cada de los gigantes, est enmarcadaen los cruciales acontecimientos de la Primera Guerra Mundial y la Revolucinrusa. El segundo tomo, El invierno del mundo, se centra en la Segunda GuerraMundial y el tercero, en la Guerra Fra. The Century narra en esencia el sigloXX y permite contemplar en primera persona una de las pocas posiblemente

    ms convulsas, violentas y determinantes de nuestra historia.

  • MAPAS

  • Personajes

    Estadounidenses

    Familia DewarSenador Cameron DewarUrsula Dewar, su esposaGus Dewar, su hijoFamilia VyalovJosef Vy alov, hombre de negociosLena Vy alov, su esposaOlga Vy alov, su hijaOtrosRosa Hellman, periodistaChuck Dixon, amigo de escuela de GusMarga, cantante de club nocturnoNick Forman, ladrnIly a, matnTheo, matnNorman Niall, contable deshonestoBrian Hall, jefe sindicalPersonajes histricos realesWoodrow Wilson, 28 presidente de Estados UnidosWilliam Jennings Bryan, secretario de EstadoJoseph Daniels, secretario de la Armada

    Ingleses y escocesesFamilia FitzherbertConde Fitzherbert, llamado FitzPrincesa Elizaveta, llamada Bea, su esposaLady Maud Fitzherbert, hermana de FitzLady Hermia, llamada ta Herm, ta pobre de Fitz y MaudDuquesa de Sussex, ta rica de Fitz y MaudGelert, perro de montaa de los PirineosGrout, mayordomo de FitzSanderson, sirvienta de MaudOtrosMildred Perkins, inquilina de Ethel

  • Bernie Leckwith, secretario de la delegacin de Aldgate del Partido LaboristaIndependienteBing Westhampton, amigo de FitzMarqus de Lowther, Lowthie , pretendiente rechazado de MaudAlbert Solman, gestor de los negocios de FitzDoctor Greenward, voluntario de la maternidadLord Johnny Remarc, subsecretario del Ministerio de GuerraCoronel Hervey, asesor de sir John FrenchTeniente Murray, edecn de FitzMannie Litov, dueo del taller de costuraJock Reid, tesorero del Partido Laborista Independiente de AldgateJay ne McCulley, esposa de un soldadoPersonajes histricos realesRey Jorge VReina MaraMansfield Smith-Cumming, llamado C , jefe del Departamento de Exterioresde los servicios secretos (posteriormente MI6)Sir Edward Grey, secretario del Foreign OfficeSir William Tyrrell, secretario personal de GreyFrances Stevenson, amante de Lloyd GeorgeWinston Churchill, miembro del ParlamentoH. H. Asquith, miembro del Parlamento, primer ministroSir John French, comandante de la Fuerza Expedicionaria Britnica

    FrancesesGini, chica de barCoronel Dupuys, edecn del general GalliniGeneral Lourceau, edecn del general JoffrePersonajes histricos realesGeneral Joffre, comandante en jefe del ejrcito francsGeneral Gallini, comandante de la guarnicin de Pars

    Alemanes y austracos

    Familia Von UlrichOtto von Ulrich, diplomticoSusanne von Ulrich, su esposaWalter von Ulrich, hijo de Otto, agregado militar de la embajada alemana deLondres

  • Greta von Ulrich, hija de OttoGraf (conde) Robert von Ulrich, primo segundo de Walter, agregado militar de laembajada austraca de LondresOtrosGottfried von Kessel, agregado cultural de la embajada alemana de LondresMonika von der Helbard, mejor amiga de GretaPersonajes histricos realesPrncipe Karl Lichnowsky, embajador alemn en LondresMariscal de campo Paul von HindenburgGeneral de infantera Erich LudendorffTheobald von Bethmann-Hollweg, cancillerArthur Zimmermann, ministro de Asuntos Exteriores

    Rusos

    Familia PeshkovGrigori Peshkov, obrero metalrgicoLev Peshkov, mozo de caballosFbrica PutlovKonstantn, operario de torno, moderador del crculo de debateIsaak, capitn del equipo de ftbolVaria, obrera, madre de KonstantnSerge Kanin, supervisor de la seccin de fundicinConde Maklakov, directorOtrosMijal Pinski, agente de policaIlia Kozlov, su compaeroNina, doncella de la princesa BeaPrncipe Andri, hermano de BeaKaterina, campesina recin llegada a la ciudadMishka, dueo de barTrofim, gngsterFidor, polica corruptoSpiria, pasajero del ngel GabrielYkov, pasajero del ngel GabrielAntn, empleado de la embajada rusa de Londres, tambin espa para AlemaniaDavid, soldado judoSargento GvrikTeniente segundo Tomchak

  • Personajes histricos realesVladmir Iliich Lenin, jefe del partido bolcheviqueLen Trotski

    Galeses

    Familia WilliamsDavid Williams, sindicalistaCara Williams, su esposaEthel Williams, su hijaBilly Williams, su hijoAbuelo, padre de Cara WilliamsFamilia GriffithsLen Griffiths, ateo y marxistaSeora GriffithsTommy Griffiths, hijo de Len, mejor amigo de Billy WilliamsFamilia PontiSeora Minnie PontiGiuseppe Joey PontiGiovanni Johnny Ponti, su hermano menorMinerosDavid Crampton, Dai el LloricaHarry el Seboso HewittJohn Jones el TenderoDai Chuletas, hijo del carniceroPat el Papa, embarcador de superficieMicky el Papa, hijo de PatDai Ponis, mozo de caballosBert MorganDirectivos de la minaPerceval Jones, director de Celtic MineralsMaldwyn Morgan, director de la mina de carbnRhy s Price, capataz de seguridad de la mina de carbnArthur Llewellyn el Manchas, oficinista de la mina de carbnPersonal de Ty GwynPeel, mayordomoSeora Jevons, ama de llavesMorrison, lacay o

  • OtrosDai el Boigas, encargado de la limpiezaSeora de Dai PonisSeora de Roley HughesSeora de Hy wel JonesSoldado George Barrow, Compaa BSoldado Robin Mortimer, oficial apartado del servicio, Compaa BSoldado Owen Bevin, Compaa BSargento Elijah Jones el Profeta, Compaa BTeniente segundo James Carlton-Smith, Compaa BCapitn Gwyn Evans, Compaa ATeniente segundo Roland Morgan, Compaa APersonajes histricos realesDavid Lloy d George, miembro del Parlamento del Partido Liberal

  • PRLOGO

    Iniciacin

  • 1

    22 de junio de 1911

    El mismo da que Jorge V fue coronado rey en la abada de Westminster, enLondres, Billy Williams baj por primera vez a la mina en Aberowen, Gales delSur.

    El 22 de junio de 1911, Billy cumpla trece aos. Su padre emple su tcnicahabitual para despertarlo, un mtodo que se caracterizaba por ser mucho msexpeditivo y eficaz que carioso, y que consista en darle palmaditas en lamejilla a un ritmo regular, con firmeza e insistencia, una y otra vez. Elmuchacho dorma profundamente y, por un momento, trat de hacer caso omisode aquellos cachetes, pero los golpes se sucedan incesantes. Experiment unabrusca y fugaz sensacin de enfado, pero entonces se acord de que tena quelevantarse, de que hasta tena ganas de hacerlo, de modo que abri los ojos y seincorpor de golpe en la cama.

    Son las cuatro anunci su padre antes de salir de la alcoba, y actoseguido se oy el fuerte ruido de sus botas al bajar por los peldaos de la escalerade madera.

    Ese da, Billy iba a empezar a trabajar como aprendiz minero, al igual quehaba hecho la mayora de los hombres de su ciudad a su misma edad. Le habragustado sentirse ms ilusionado ante la idea de ser minero, pero estaba decidido ano hacer el ridculo: David Crampton llor en su primer da en la mina y an lollamaban Dai el Llorica, a pesar de que tena veinticinco aos y era la estrella delequipo de rugby local.

    Era el da despus del solsticio de verano, y la luminosa claridad de losprimeros ray os del alba penetraba por el ventanuco del cuarto. Billy mir a suabuelo, acostado a su lado, y vio que tena los ojos abiertos. Cuando Billy selevantaba, el anciano siempre estaba despierto, invariablemente; deca que losviejos no dorman demasiado.

    El muchacho sali de la cama; solo llevaba los calzoncillos. Cuando hacafro, dorma con camisola, pero aquel ao las islas britnicas estaban disfrutandode un verano caluroso, y las noches eran suaves. Sac el orinal de debajo de lacama y levant la tapa.

    No haba habido ningn cambio en el tamao de su pene, al que llamaba su pito ; segua siendo la misma colita infantil que haba sido siempre. Tena laesperanza de que hubiese empezado a crecerle la vspera de su cumpleaos, o sino, al menos, de ver brotar algn que otro pelo negro alrededor, pero se llev unagran decepcin. Para su mejor amigo, Tommy Griffiths, que haba nacido elmismo da que l, la cosa haba sido distinta: le haba cambiado la voz y hasta le

  • haba salido una pelusilla oscura encima del labio superior. Adems, para colmo,su pito era como el de un hombre hecho y derecho. Aquello era humillante.

    Mientras usaba el orinal, Billy mir por la ventana. Lo nico que se veadesde all era la escombrera, un montculo gris pizarra de estril, la materiainservible de la mina de carbn, esquisto y arenisca en su mayor parte. Aquelera el aspecto que deba de tener el mundo el segundo da de la Creacin, pensBilly, antes de que Dios dijese: Produzca la tierra hierba verde . Una brisasuave levant una fina capa de polvo negro de la escombrera y la derram sobrela hilera de casas.

    En el interior de su alcoba, todava haba menos objetos que contemplar. Seencontraba en la parte posterior de la casa, era un espacio angosto en el que aduras penas caba la cama estrecha, una cmoda y el viejo bal del abuelo.Colgado de la pared haba un dechado bordado donde se lea:

    CREE EN ELSEOR JESUCRISTO

    Y ESTARSA SALVO

    No haba espejo.Una puerta llevaba a lo alto de la escalera y la otra al dormitorio principal, al

    que solo poda accederse atravesando la pequea alcoba. La otra habitacin erams grande, con espacio para dos camas, y all dorman mam y pap; inclusolas hermanas de Billy haban dormido all, varios aos antes. La mayor, Ethel, y ano viva con ellos, y las otras tres haban muerto, una de sarampin, otra de tosferina y la tercera de difteria. Tambin haba tenido un hermano mayor, quecomparti la cama con Billy antes del abuelo. Se llamaba Wesley y muri abajo,en la mina, arrollado por una vagoneta fuera de control, por uno de los carros conruedas que transportaban el carbn.

    Billy se puso la camisa, la misma que haba llevado a la escuela la jornadaanterior. Ese da era jueves, y solo se cambiaba de camisa los domingos. Sinembargo, s tena un par nuevo de pantalones, sus primeros pantalones largos,hechos de un recio algodn impermeable al que llamaban piel de topo. Eran elsmbolo del ingreso en el mundo de los hombres, y se los puso con orgullo,disfrutando de la sensacin fuertemente masculina de la tela. Se ci un gruesocinturn de cuero y las botas que haba heredado de Wesley y, a continuacin,baj las escaleras.

    La mayor parte de la planta baja estaba ocupada por la sala de estar, de unosveinte metros cuadrados, con una mesa en el centro y una chimenea en uncostado, amn de una alfombra tej ida a mano sobre el suelo de piedra. El padreestaba sentado a la mesa leyendo un ejemplar atrasado del Daily Mail, con unas

  • lentes apoy adas en el puente de la nariz larga y aguilea. La madre estabapreparando el t. Dej la tetera humeante en la mesa, bes a Billy en la frente yle pregunt:

    Cmo est mi hombrecito el da de su cumpleaos?Billy no contest. El diminutivo le haba dolido en lo ms hondo, porque

    segua siendo pequeo y no era un verdadero hombre todava. Se dirigi a larecocina, en la parte de atrs. Sumergi un cuenco de hojalata en el barril deagua, se lav la cara y las manos y, a continuacin, tir el agua en la pileta bajade piedra. En la recocina haba un caldero con una parrilla para el fuego debajo,pero solo se empleaba las noches del bao, que eran los sbados.

    Les haban prometido que no tardaran en tener agua corriente, y las casas dealgunos mineros ya disponan de ella. La familia de Tommy Griffiths se hallabaentre las afortunadas. Cada vez que iba a casa de Tommy, a Billy le pareca unmilagro poder llenar un vaso de agua fresca y clara con solo abrir un grifo, sintener que transportar ningn balde hasta el surtidor de la calle. Sin embargo, elmilagro no haba llegado todava a Wellington Row, la calle donde vivan losWilliams.

    Volvi a la sala de estar y se sent a la mesa. Su madre le puso delante unaenorme taza de t con leche y azcar. Cort dos gruesas rebanadas de una hogazade pan casero y le llev un pedazo de manteca de la despensa, situada debajo dela escalera. Billy entrelaz las manos, cerr los ojos y dijo:

    Gracias, Seor, por estos alimentos. Amn.Acto seguido, bebi un sorbo de t y unt la manteca en el pan. Los ojos azul

    claro de su padre lo miraron por encima del peridico.chate sal en el pan le dijo. Vas a sudar bajo tierra.El padre de Billy era representante minero de la Federacin Minera de Gales

    del Sur, el sindicato ms fuerte de toda Gran Bretaa, tal como deca cada vezque tena ocasin. Lo conocan como Dai el Sindicalista. A muchos hombres losllamaban Dai, el diminutivo de David, o Dafy dd en gals. Billy haba aprendidoen la escuela que el nombre de David era muy popular en Gales porque era elnombre del santo patrn del pas, como san Patricio en Irlanda. No se distingua aun Dai de otro por el apellido porque all casi todos se apellidaban Jones,Williams, Evans o Morgan, sino por el apodo. Los nombres verdaderos seutilizaban muy rara vez cuando haba alguna alternativa jocosa. Billy se llamabaWilliam Williams, as que para todos era Billy Doble. A veces las mujeresreciban el apodo del marido, de modo que la madre de Billy era la seora deDai el Sindicalista.

    El abuelo baj cuando Billy estaba comindose la segunda rebanada de pan.A pesar del calor, llevaba chaqueta y un chaleco. Cuando se hubo lavado lasmanos, se sent frente a Billy.

    No ests tan nervioso le dijo. Yo baj al pozo cuando tena diez aos, y

  • mi mismsimo padre baj a la mina encaramado a la espalda del suyo cuandotena cinco, y trabajaba desde las seis de la maana hasta las siete de la tarde. Deoctubre a marzo no vea la luz del sol.

    No estoy nervioso repuso Billy.No era verdad. Estaba muerto de miedo.Pese a todo, el abuelo se mostr benevolente y no sigui insistiendo. A Billy le

    caa bien. Su madre lo trataba como un cro pequeo, y su padre era severo ysarcstico, pero el abuelo era tolerante y se diriga a Billy hablndole como a unadulto.

    Escuchad dijo el padre.l era incapaz de comprar el Mail, un periodicucho de derechas, pero a veces

    se llevaba a casa el ejemplar de otra persona y les lea el peridico en voz alta,con tono desdeoso y mofndose de la estupidez y la falta de honradez de laclase dirigente.

    Lady Diana Manners ha sido objeto de severas crticas por acudir con elmismo vestido a dos bailes distintos. La hija menor del duque de Rutland recibiel galardn del mejor vestido de seora en el baile del Savoy por el cuerpoceido de escote barco y falda de miriaque, y obtuvo un premio de doscientascincuenta guineas. Baj el peridico y dijo: Eso es, al menos, tu salario decinco aos, hijo mo. Reanud la lectura: Sin embargo, suscit lareprobacin de los connoisseurs al lucir el mismo vestido en la fiesta que lordWinterton y F.E. Smith celebraron en el hotel Claridge. En contra de lo queafirma el dicho popular, lo que abunda, y en este caso repite, en ocasiones sdaa, fue el comentario de los asistentes . Levant la mirada del peridico ydijo: As que ya lo sabes, mam, ser mejor que te cambies de vestido si noquieres suscitar la reprobacin de los connoisseurs.

    Aquello no hizo gracia a la madre de Billy. Llevaba un viejo vestido de lanade color pardo con los codos remendados y manchas bajo las axilas.

    Si tuviera doscientas cincuenta guineas, te aseguro y o que estara muchoms elegante que ese adefesio de lady Diana Comosellame dijo, no sinamargura.

    Es verdad convino el abuelo. Cara siempre fue la ms guapa igualque su madre. La madre de Billy se llamaba Cara. El abuelo se dirigientonces al chico: Tu abuela era italiana, se llamaba Maria Ferrone. EsoBilly y a lo saba, pero al abuelo le encantaba relatar una y otra vez las viejashistorias familiares. De ah hered tu madre ese pelo negro tan brillante y esoshermosos ojos oscuros, y tu hermana tambin. Tu abuela era la mujer msguapa de Cardiff y y o me la qued! De pronto, una nube de tristeza leensombreci el semblante. Aquellos s que eran buenos tiempos aadi envoz baja.

    El padre frunci el ceo con aire reprobador porque, a su juicio, aquella

  • conversacin evocaba los placeres de la carne, pero la madre se sinti halagadacon los cumplidos de su padre y sonri contenta mientras le serva el desayuno.

    Huy, s, y a lo creo intervino. A mis hermanas y a m todo el mundonos consideraba unas bellezas. Se iban a enterar esos duques de lo que es unamujer guapa si tuviramos dinero para sedas y encajes

    Billy se qued pasmado, pues nunca se le haba pasado por la cabezaconsiderar guapa ni nada por el estilo a su madre, aunque cuando se vesta paralas reuniones del templo el sbado por la tarde s estaba radiante, sobre todocuando llevaba sombrero. Supona que deba de haber sido guapa alguna vez,haca muchos aos, pero le costaba imaginarlo.

    Y adems, para que lo sepas dijo el abuelo, en la familia de tu abuelaeran todos muy listos. Mi cuado era minero, pero dej la mina y abri un cafen Tenby. Eso s que es vida! Disfrutar de la brisa marina y sin hacer nada entodo el da ms que preparar el caf y contar el dinero de la caja.

    El padre ley otra noticia. Como parte de los preparativos para la coronacin, el palacio de

    Buckingham ha elaborado un manual de protocolo de doscientas doce pginas.Levant de nuevo la vista del papel. No te olvides de mencionar eso hoyabajo en el pozo, Billy. Los hombres se alegrarn de saber que, cuando de lacoronacin se trata, no se ha dejado nada al azar.

    A Billy la realeza le traa sin cuidado; lo que le gustaba eran las historias deaventuras que el Mail sola publicar sobre corpulentos y valerosos alumnos decolegios privados que jugaban al rugby y atrapaban a escurridizos espasalemanes. Segn el peridico, dichos espas infestaban las ciudades de toda lageografa britnica, aunque, por desgracia, no pareca haber ninguno enAberowen.

    Billy se levant de la mesa.Voy calle abajo anunci.Sali de la casa por la puerta principal. Lo de ir calle abajo era un

    eufemismo familiar: significaba ir a las letrinas, que quedaban a medio caminode Wellington Row. Haba una choza baja de ladrillo con el techo de chapaondulada, construida encima de un profundo hoy o excavado en el suelo. Lachoza estaba dividida en dos compartimientos, uno para los hombres y otro paralas mujeres, y cada uno de ellos contaba, a su vez, con un asiento doble, para quela gente pudiese hacer sus necesidades de dos en dos. Nadie saba por ququienes haban construido las letrinas lo haban dispuesto de ese modo, pero todoslo aprovechaban al mximo: los hombres se limitaban a mirar hacia delante y nodecan nada, pero, tal como Billy comprobaba a menudo, las mujeres charlabanalegremente. El olor era nauseabundo, a pesar de la costumbre y del hecho deser un acto cotidiano que se repeta todos los das. Billy siempre intentabacontener la respiracin con todas sus fuerzas para luego, al salir, inspirar

  • desesperadamente. Un hombre al que todo el mundo llamaba Dai el Boigas seencargaba de vaciar el hoyo peridicamente.

    Cuando Billy volvi a la casa, se llev una gran alegra al ver a su hermana,Ethel, sentada a la mesa.

    Feliz cumpleaos, Billy ! exclam al verlo. Tena que venir a darte unbeso antes de que bajaras al pozo.

    Ethel tena dieciocho aos y, a diferencia de lo que le ocurra con su madre, aBilly no le costaba ningn esfuerzo ver lo guapa que era. Tena el pelo de colorrojo caoba, ensortijado, y los ojos negros centelleaban con un brillo pcaro. Talvez su madre hubiese tenido aquel aspecto alguna vez, haca mucho tiempo. Ethelllevaba el sencillo vestido negro y la cofia blanca de algodn que caracterizaba alas doncellas, un uniforme que le sentaba francamente bien.

    Billy adoraba a su hermana. Adems de hermosa, era divertida, lista yvaliente, y a veces hasta le plantaba cara a su padre. Le explicaba a Billy cosasque ninguna otra persona era capaz de contarle, como lo de ese trance mensualal que las mujeres llamaban el perodo , o en qu consista ese delito contra lamoral pblica que haba obligado al prroco anglicano a abandonar la ciudad contanta precipitacin. Haba sido la primera de la clase durante su paso por laescuela, y su redaccin sobre el tema Mi ciudad o pueblo gan el primerpremio en un concurso organizado por el South Wales Echo. La habanobsequiado con un ejemplar del Atlas Mundial de Cassell.

    Ethel bes a Billy en la mejilla.Le he dicho a la seora Jevons, el ama de llaves, que nos estbamos

    quedando sin betn y que lo mejor sera que fuese a comprarlo a la ciudad. Ethel viva y trabajaba en Ty Gwyn, la mansin inmensa del conde Fitzherbert, aun kilmetro y medio colina arriba. Le dio a Billy algo envuelto en un trapolimpio. He birlado un trozo de tarta para trartelo.

    Muchas gracias, Eth! exclam Billy. Le encantaban las tartas.Quieres que te la ponga con el almuerzo? pregunt su madre.S, por favor.La madre sac una caja de hojalata de la alacena y guard en ella la tarta.

    Cort dos rebanadas ms de pan, las unt de manteca, aadi sal y las meti enla caja. Todos los mineros se llevaban el almuerzo en una caja de hojalata,porque si bajaban la comida a la mina envuelta en un trapo, los ratones habrandado buena cuenta de ella antes del receso de media maana.

    Cuando me traigas el primer salario, podrs llevarte una loncha de tocinohervido en la caja del almuerzo.

    Al principio, el sueldo de Billy no iba a ser gran cosa, pero a pesar de ellopara su familia s supondra una gran diferencia. Se pregunt con cunto dinero ledejara quedarse su madre para sus gastos, y si podra ahorrar suficiente paracomprarse esa bicicleta que deseaba ms que cualquier otra cosa en el mundo.

  • Ethel se sent a la mesa y su padre le pregunt:Cmo van las cosas en la casa grande?Todo bien, sin novedades contest ella. El conde y la princesa estn en

    Londres, para la coronacin. Consult el reloj de la repisa de la chimenea.Se levantarn pronto, tienen que estar en la abada muy temprano. A ella no le vaa hacer ninguna gracia, claro, porque no est acostumbrada a madrugar, pero nopuede presentarse tarde ante el mismsimo rey. La esposa del conde, Bea, erauna princesa rusa de ilustre cuna.

    Querrn sentarse delante, para poder ver mejor el espectculo dijo elpadre.

    No, no no puedes sentarte donde t quieras aclar Ethel. Hanencargado la fabricacin especial de seis mil sillas de madera de caoba con losnombres de los invitados en letras doradas en el respaldo.

    Pues menudo derroche! exclam el abuelo. Y qu piensan hacercon ellas luego, eh?

    No lo s, a lo mejor se las llevan a casa como recuerdo.Diles que nos manden alguna que les sobre dijo el padre con sequedad

    . Aqu solo somos cinco, y tu pobre madre tiene que quedarse de pie.Cuando el padre de Billy se pona sarcstico, casi siempre significaba que, en

    el fondo, estaba realmente enfadado. Ethel se puso en pie de un salto.Lo siento, mam, no me haba dado cuentaQudate donde ests, estoy demasiado ocupada para sentarme repuso su

    madre.El reloj dio las cinco.Billy, hijo mo, ms vale estar all pronto dijo el padre. Ser mejor que

    te pongas en marcha.Billy se levant de mala gana y recogi su almuerzo.Ethel lo bes de nuevo y el abuelo le estrech la mano. Su padre le tendi dos

    clavos de quince centmetros, oxidados y un poco torcidos.Gurdatelos en el bolsillo de los pantalones.Para qu son? quiso saber el muchacho.Ya lo vers le contest el padre, sonriendo.La madre le dio a Billy una botella de litro con tapn de rosca, llena de t fro

    con leche y azcar, y le dijo:Bueno, Billy, no olvides que Jess est siempre contigo, incluso abajo en la

    mina.S, mam.Vio una lgrima en los ojos de su madre y se volvi rpidamente, porque a l

    tambin le entraban ganas de llorar. Tom su gorra del colgador.Hasta luego, entonces dijo, como si solo fuera a la escuela, y sali por la

    puerta principal.

  • Haba sido un verano soleado y caluroso hasta entonces, pero ese da enconcreto estaba nublado y pareca incluso a punto de llover. Tommy estabaapoy ado en el muro de la casa, esperando.

    Eh, Billy salud.Hola, Tommy.Echaron a caminar juntos por la calle.Billy haba aprendido en la escuela que, antiguamente, Aberowen haba sido

    una poblacin pequea con un mercado que serva a los granjeros de losalrededores. Desde lo alto de Wellington Row se vea el viejo ncleo comercial,con los corrales abiertos para las transacciones ganaderas, el edificio de la lonjade la lana y la iglesia anglicana, todo en la misma ribera del ro Owen, que erapoco ms que un arroyo. Ahora, una lnea ferroviaria atravesaba la ciudad comouna cicatriz, e iba a morir a la entrada de la mina. Las viviendas de los mineroshaban ido extendindose por las laderas del valle, centenares de casas de piedragris con tejados de pizarra galesa de un gris ms oscuro. Estaban construidas a lolargo de hileras serpenteantes que seguan el contorno de las pendientes, y lashileras estaban atravesadas por unas callejuelas ms cortas que se precipitabanen vertical hacia el fondo del valle.

    Con quin crees que vas a trabajar? le pregunt Tommy.Billy se encogi de hombros. Los muchachos nuevos se asignaban a uno de

    los ay udantes del capataz de la mina.Ni idea.Yo espero que me pongan en los establos. A Tommy le gustaban los

    caballos. En la mina vivan unos cincuenta ponis que tiraban de las vagonetas quellenaban los mineros, arrastrndolas por los rales del ferrocarril. Qu trabajote gustara hacer?

    Billy esperaba que no le diesen una tarea demasiado pesada para su fsico denio, pero no estaba dispuesto a admitirlo en voz alta.

    Engrasar las vagonetas contest.Por qu?Parece fcil.Pasaron por delante de la escuela de la que, hasta el da anterior, haban sido

    alumnos. Se trataba de un edificio victoriano con ventanas oj ivales como las deuna iglesia. Haba sido erigido por la familia Fitzherbert, tal como el director seencargaba de recordar de forma incansable a los alumnos. El conde ancontrataba personalmente a los maestros y decida el contenido del programaacadmico. Las paredes estaban repletas de cuadros de heroicas victoriasmilitares, y la grandeza de Gran Bretaa era un tema constante. En la clase sobrelas Escrituras con la que daba comienzo cada jornada escolar se impartanestrictas doctrinas anglicanas, a pesar de que casi todos los nios provenan defamilias pertenecientes a sectores disidentes, escindidos de la Iglesia anglicana,

  • tambin llamados no conformistas. Haba una junta escolar de la que formabaparte el padre de Billy, pero careca de poder autntico y sus funciones selimitaban nicamente a aconsejar y asesorar. El padre del chico aseguraba queel conde trataba la escuela como si fuese una propiedad personal.

    En su ltimo ao de estudios, Billy y Tommy haban aprendido las nocionesbsicas de la minera, mientras que las chicas aprendan a coser y a guisar. ABilly le haba sorprendido descubrir que el suelo que haba bajo sus pies estabaformado por capas de distintas clases de tierra, como si hubiera un montn deemparedados apilados unos encima de otros. Una veta de carbn , unaexpresin que haba odo toda su vida sin entenderla realmente, era una de dichascapas. Tambin le haban explicado que el carbn estaba hecho de hojas muertasy otras clases de materia vegetal, acumuladas durante aos y aos ycomprimidas por el peso de la tierra que tenan encima. Tommy, cuy o padre eraateo, aseguraba que eso demostraba que lo que deca la Biblia era mentira, peroel padre de Billy afirmaba que solo era una interpretacin.

    La escuela estaba vaca a aquellas horas, y el patio del recreo, tambindesierto. Billy se senta orgulloso de haber dejado atrs la escuela, aunque unapequea parte de su ser deseaba poder volver all en lugar de tener que bajar alpozo.

    A medida que iban aproximndose a la mina, las calles empezaron a llenarsede mineros, todos con su caja de hojalata y una botella de t. Iban vestidos igual,con trajes viejos de los que se despojaran en cuanto llegasen a su lugar detrabajo. Algunas minas eran muy fras, pero en la de Aberowen haca muchocalor, y los hombres trabajaban en ropa interior y con botas, o con lospantaloncillos de hilo basto a los que llamaban bannickers. Todos llevaban unagorra acolchada siempre, porque los techos de los tneles eran muy bajos y erafcil golpearse la cabeza.

    Por encima de las casas, Billy vio el cabrestante, una torre coronada por dosruedas de grandes dimensiones que rotaban en sentido opuesto, tirando de loscables que suban y bajaban la jaula. En todas las cuencas mineras de Gales delSur se vean estructuras similares de brocales de mina, del mismo modo en quelas agujas de las iglesias dominaban las localidades y aldeas agrcolas.

    Haba otras construcciones diseminadas alrededor de la boca de la mina,como si hubiesen cado all por casualidad: la lamparera, las oficinas, la herrera,los almacenes Las lneas ferroviarias serpenteaban entre los edificios. Por elsuelo aparecan desperdigados varios vagones averiados, viejos travesaosresquebrajados, sacos de comida y piezas de maquinaria oxidada y en desuso,todo cubierto por una capa de polvo de carbn. El padre de Billy deca siempreque habra menos accidentes si los mineros tuvieran las cosas ms ordenadas.

    Billy y Tommy entraron en las oficinas de la mina. En la antesala estabaArthur Llewellyn el Manchas, un empleado no mucho may or que ellos. Llevaba

  • el cuello y los puos de la camisa blanca sucios. Estaba esperndolos, pues lospadres de ambos haban dispuesto previamente que empezasen a trabajar eseda. El Manchas escribi sus nombres en un libro y luego los condujo al despachodel capataz.

    El joven Tommy Griffiths y el joven Billy Williams, seor Morgan anunci.

    Maldwyn Morgan era un hombre alto y vesta un traje negro. No haba restosde carbn en los puos de su camisa, y tena las mejillas rosadas, lisas y suaves,lo que significaba que, probablemente, se afeitaba todos los das. Su titulacin deingeniero luca enmarcada en la pared, y su bombn la otra seal distintiva desu estatus colgaba del perchero que haba junto a la puerta.

    Para sorpresa de Billy, no estaba solo. Junto a l haba una figura an mspavorosa: Perceval Jones, director de Celtic Minerals, la compaa que posea yexplotaba la mina de carbn de Aberowen, adems de otras. Un hombrecillomenudo y agresivo al que los mineros llamaban Napolen. Iba vestidoformalmente con un frac negro y pantalones a rayas grises, y no se habaquitado el sombrero de copa.

    Jones mir a los chicos con gesto de reprobacin.Griffiths dijo, tu padre es un socialista revolucionario.S, seor contest Tommy.Y un ateo.S, seor Jones.Se volvi para dirigirse a Billy.Y tu padre es un dirigente de la Federacin Minera de Gales del Sur.S, seor Jones.No me gustan los socialistas. Y los ateos estn condenados al fuego eterno.

    Y los sindicalistas son los peores de todos.Mir a ambos fijamente, pero no les haba hecho ninguna pregunta, de modo

    que Billy no dijo nada.No quiero alborotadores sigui diciendo Jones. En el valle de Rhondda

    llevan cuarenta y tres semanas de huelga por culpa de gente como vuestrospadres, que meten cizaa y les animan.

    Billy saba que la huelga de Rhondda no haba sido provocada por losalborotadores, sino por los dueos de la mina de Ely, en Penygraig, que habanhecho un cierre patronal contra los mineros, pero mantuvo la boca cerrada.

    No seris vosotros alborotadores? Jones seal a Billy con un dedohuesudo, y el muchacho se puso a temblar. No te habr dicho tu padre quedefiendas tus derechos mientras trabajes para m?

    Billy trat de hacer memoria, aunque era difcil teniendo el rostroamenazador de Jones a escasos centmetros del suyo. Su padre no le haba dichogran cosa esa maana, pero la noche anterior s le haba dado algn consejo.

  • Pues ver, seor, me ha dicho: No les plantes cara ni te hagas el gallitocon los patronos, que ese es mi trabajo .

    A sus espaldas, Llewellyn el Manchas se ri por lo bajo.A Perceval Jones, sin embargo, no le hizo ninguna gracia.Mocoso insolente mascull. Pero si no te dejo entrar a trabajar en la

    mina, tendr a todo el valle en huelga.A Billy no se le haba pasado por la cabeza algo semejante. Tan importante

    era? No, pero caba la posibilidad de que los mineros se pusiesen en huelga paradefender a los hijos de sus dirigentes sindicales. No llevaba ni cinco minutostrabajando y el sindicato ya lo estaba protegiendo.

    Llvatelos de aqu orden Jones.Morgan asinti.Scalos fuera, Llewellyn le apremi. Rhys Price puede encargarse de

    ellos.Billy protest para sus adentros, pues Rhy s Price era uno de los ayudantes del

    capataz que tena ms mala fama. Haba puesto los ojos en Ethel el ao anteriory esta lo rechaz de plano. La hermana de Billy haba hecho lo mismo con lamitad de los solteros de Aberowen, pero Price se lo haba tomado muy a pecho.

    El Manchas neg con la cabeza.Fuera dijo, y los acompa mientras salan del despacho. Esperad en

    el exterior al seor Price.Billy y Tommy abandonaron el edificio y se apoyaron en el muro, junto a la

    puerta.Me encantara darle un puetazo a Napolen en esa barriga gorda que tiene

    dijo Tommy. Ese s es un cerdo capitalista.Y que lo digas convino Billy, aunque nunca se le haba pasado por la

    cabeza pensar algo as.Rhys Price apareci al cabo de un minuto. Como todos los ayudantes del

    capataz, llevaba un sombrero de ala pequea y abarquillada al que llamabansombrero hongo, ms caro que una gorra de minero pero ms barato que unbombn. En los bolsillos del chaleco guardaba una libreta y un lpiz, y sostenauna regla de medir. Price luca barba de dos das y tena los dientes mellados.Billy saba que gozaba de fama de listo pero tambin de ladino.

    Buenos das, seor Price dijo Billy.Price pareca suspicaz.Se puede saber qu es lo que ests tramando con eso de darme los buenos

    das, Billy Doble?El seor Morgan ha dicho que bajaramos con usted a la mina.Conque eso ha dicho, eh? Price tena la curiosa costumbre de lanzar

    miradas bruscas a diestro y siniestro, y a veces incluso a su espalda, como siesperase que, en cualquier momento, fueran a lloverle los problemas desde todos

  • los lados. Eso ya lo veremos. Mir al cabrestante, como si buscase all unaexplicacin. No tengo tiempo para andar con mocosos. Entr en lasdependencias de la oficina.

    Espero que encuentren a otro que nos lleve abajo coment Billy.Porque ese odia a mi familia desde que mi hermana lo rechaz.

    Tu hermana se cree demasiado buena para los hombres de Aberowen dijo Tommy, y era evidente que repeta en voz alta algo que haba odo antes.

    Es que lo es, es demasiado buena para ellos sentenci Billy, categrico.Price sali de la oficina.Est bien, venid conmigo. Y ech a andar con paso decidido.Los muchachos lo siguieron al interior de la lamparera. El lamparero le dio a

    Billy una brillante lmpara de seguridad de latn y l se la enganch al cinturn,tal como hacan los dems hombres.

    Haba aprendido mucho acerca de las lmparas de mineros en la escuela.Entre los peligros de la explotacin del carbn se hallaba el metano, el gasinflamable que se filtraba por las vetas de carbn. Los hombres lo llamabangris, y era la causa de todas las explosiones subterrneas. Las minas galesaseran especialmente famosas por el alto contenido en gas de sus galeras. Lalmpara haba sido diseada de manera muy ingeniosa para que la llama noprendiese el gris, sino que al entrar en contacto con el gas, la llama cambiaba deforma y se alargaba, sirviendo de este modo de aviso, pues el gris no desprendaningn olor.

    Si la lmpara se apagaba, el minero no poda volver a encenderla. Estabaprohibido llevar cerillas a la mina, y la lmpara estaba cerrada con llave comomedida disuasoria para que nadie contraviniese la norma. Una lmpara apagadadeba llevarse a un punto de encendido, normalmente al fondo de la mina, cercadel tiro. Para ello a veces era necesario recorrer a pie ms de un kilmetro ymedio, pero mereca la pena con tal de evitar el riesgo de una explosinsubterrnea.

    A los muchachos les haban enseado en la escuela que las lmparas eran unade las maneras que tenan los patronos y propietarios de las minas de mostrar supreocupacin por el bienestar y la seguridad de sus trabajadores. Como sievitar las explosiones haba dicho el padre de Billy no fuese a beneficiar alpatrn, que as no tiene que interrumpir el trabajo en la mina ni reparar los daosen los tneles.

    Tras recoger sus lmparas, los hombres hicieron cola para subir a la jaula.Hbilmente colocado junto a la cola, haba un tabln de anuncios en el que unosletreros escritos a mano o impresos de forma ms o menos rudimentariaanunciaban partidos de crquet, un campeonato de dardos, el extravo de unanavaja, un recital del Coro Masculino de Aberowen y una charla sobre la teoradel materialismo histrico de Karl Marx en la Biblioteca Libre. Sin embargo, los

  • ayudantes del capataz no tenan que hacer cola, as que Price se abri paso hastala parte delantera, seguido de los chicos.

    Como la mayora de las minas, Aberowen contaba con dos pozos verticalescon ventiladores para que el aire descendiera por uno y subiera por el otro,estableciendo as el circuito de ventilacin adecuado. Los propietarios solanbautizar los pozos a su antojo, y los caprichosos nombres de aquellos dos eranPramo y Tisbe. Aquel, Pramo, era el pozo ascendente, y Billy percibi lacorriente de aire clido que suba por l.

    Un da, el ao anterior, Billy y Tommy decidieron ir a curiosear al pozo yasomarse, de modo que el lunes de Pascua, cuando los hombres no trabajaban,sortearon al vigilante, atravesaron la escombrera a hurtadillas hasta la bocaminay luego treparon por la valla de proteccin. La plataforma de la jaula no llegabaa cubrir por completo la entrada del pozo, de modo que se tumbaron boca abajoy se asomaron al borde. Se quedaron mirando con aterrada fascinacin lasentraas de aquel abismo imponente y Billy advirti que se le encoga elestmago. La oscuridad pareca infinita. El muchacho experiment una intensaemocin, una mezcla de alegra por no tener que bajar all y de terror absoluto alpensar que algn da tendra que hacerlo. Arroj una piedra al fondo y la oyeronrebotar contra la urdimbre de madera de la jaula y el revestimiento de ladrillodel pozo. Les pareci una terrorfica eternidad hasta que oy eron el ruido dbil ylejano de la piedra al caer salpicando en el charco de agua abajo de todo.

    En esos momentos, justo un ao despus, Billy estaba a punto de seguir lamisma tray ectoria de aquella piedra.

    Se dijo que deba armarse de valor y no ser un cobarde, que tena quecomportarse como un hombre hecho y derecho, aunque en el fondo de su almasintiese que no lo era. Lo peor de todo sera hacer el ridculo y convertirse en elhazmerrer del pozo. Eso le daba ms miedo todava que la muerte.

    Vio la reja corredera que cerraba el pozo. Ms all solo estaba el vaco, puesla jaula iniciaba all su recorrido ascendente. En el extremo opuesto del pozo vioel cabrestante que haca girar las enormes ruedas ms arriba. Unos chorros devapor se desprendan del mecanismo. Los cables golpeteaban los rieles conchasquidos similares a un latigazo, y por todo el recinto se extenda el olor aaceite caliente.

    Con el chirrido del hierro, la jaula vaca apareci tras la reja. El operador desuperficie, el encargado de la jaula en el extremo superior, abri la rejadeslizndola. Rhys Price entr en el espacio vaco y los dos muchachos losiguieron. Trece mineros entraron detrs de ellos, ya que en la jaula caban untotal de diecisis hombres. El operario cerr la reja de golpe.

    Sigui una pausa. Billy se sinti muy vulnerable; el suelo bajo sus pies eraslido, pero poda colar el cuerpo sin problemas por entre los barrotes,ampliamente separados, de los laterales. La jaula colgaba de una maroma de

  • acero, pero ni siquiera eso era seguro: todo el mundo saba que el cable deTirpentwys se solt un buen da en 1902 y la jaula se precipit al vaco hastaestrellarse contra el fondo del pozo. Murieron ocho hombres.

    Salud con la cabeza al minero que tena a su lado; era Harry el SebosoHewitt, un chico con cara de pudin y solo tres aos mayor que l, aunque lesacaba una cabeza de altura. Billy se acordaba de cuando Harry iba a la escuela;haba repetido tercer curso varias veces, siempre en la clase de los nios de diezaos, y haba suspendido el examen ao tras ao hasta alcanzar la edad paratrabajar.

    Son la seal que anunciaba que el embarcador que haba al pie del pozohaba cerrado su puerta. El operador de superficie accion una palanca y sonotra seal distinta. La maquinaria de vapor empez a silbar y se oy el sonido deotro golpe.

    La jaula se precipit al vaco.Billy saba que el elevador bajaba en cada libre al principio y que luego

    frenaba justo a tiempo de realizar un aterrizaje suave, pero no haba teora quevaliese para prepararlo para la sensacin de precipitarse en picado hacia lasentraas de la tierra. Sus pies se separaron del suelo y se puso a gritar,aterrorizado. No pudo evitarlo.

    Los hombres se echaron a rer. Saban que era su primera vez, y dedujo quedeban de haber estado esperando su reaccin. Vio, demasiado tarde, que todos seestaban agarrando a los barrotes de la jaula para evitar la sensacin de flotar enel aire, pero aquello no sirvi para aplacar su miedo. No consigui dejar de gritarhasta que apret los dientes con todas sus fuerzas.

    Por fin se accion el freno. Se aminor la velocidad de la cada y los pies deBilly tocaron el suelo. Se sujet a uno de los barrotes e intent dejar de temblar.Al cabo de un minuto, una intensa sensacin de injusticia y humillacin pas aocupar el lugar del miedo, tan profunda que sinti el escozor de las lgrimas enlos ojos. Vio el rostro burln del Seboso y exclam a voz en grito, para que looy era pese al ruido:

    Cierra esa bocaza que tienes, Hewitt, pedazo de imbcil!Al or aquello, al Seboso le cambi la cara inmediatamente y puso un gesto

    furioso, pero los dems hombres se rieron an ms. Billy tendra que pedirleperdn a Jess por haber insultado de aquel modo a su compaero, pero al menosya no se senta tan estpido.

    Mir a Tommy, que estaba plido como el papel. Haba gritado Tommy?Billy tema preguntrselo por si la respuesta era negativa.

    La jaula se detuvo, la reja se abri y Billy y Tommy salieron con pasotembloroso al corazn de la mina.

    All reinaba la oscuridad. Las lmparas de los mineros emitan menos luz quelas lmparas de parafina que haba en las paredes de su casa, y a su alrededor

  • todo estaba oscuro como una noche sin luna. A lo mejor es que no haca falta verbien para sacar carbn, razon Billy. Cruz un charco y, al or el ruido de lasalpicadura, baj la vista y vio agua y barro por todas partes, reluciendo bajo eldbil reflejo de las llamas de las lmparas. Not un sabor raro en la boca: acausa del polvo del carbn, el aire era muy espeso. Cmo era posible que loshombres pudiesen pasar todo el da respirando aquello? Seguramente, por eso losmineros estaban siempre tosiendo y escupiendo.

    Haba cuatro hombres esperando para entrar en la jaula y subir a lasuperficie. Cada uno de ellos llevaba un maletn de cuero, y Billy se dio cuentade que eran bomberos. Todas las maanas, antes de que los mineros empezasenla jornada, los bomberos inspeccionaban las galeras para detectar los niveles degas. Si la concentracin de metano alcanzaba niveles inaceptables, ordenaban alos hombres que no trabajaran hasta que los mecanismos de ventilacin hubiesendespejado el ambiente.

    Justo a su lado, Billy vio una hilera de cajones para ponis y una puerta abiertaque daba a una sala bien iluminada con un escritorio, seguramente una oficinapara los ay udantes del capataz. Los hombres se dispersaron, adentrndose encuatro tneles distintos que tenan su origen en el fondo del pozo. Los tneles sellamaban galeras y conducan a las secciones de la mina de donde se obtena elcarbn.

    Price los llev a un cobertizo y abri un candado. Se trataba de un almacnde herramientas. Escogi dos palas, se las entreg a los chicos y volvi a cerrarel cobertizo.

    Se dirigieron a los establos. Un hombre vestido nicamente con unospantalones cortos y unas botas extraa con una pala la paja sucia de una de lascuadras y la cargaba en una vagoneta de carbn. El sudor le resbalaba por lamusculosa espalda. Price se dirigi a l:

    Quieres un muchacho que te ayude?El hombre se volvi y Billy reconoci a Dai Ponis, uno de los miembros del

    consejo de la Iglesia de Bethesda. Dai no dio muestras de haber reconocido aBilly.

    No quiero al esmirriado dijo.Muy bien acept Price. El otro es Tommy Griffiths. Qudate con l.Tommy pareca complacido. Haba cumplido su deseo: a pesar de que solo se

    iba a ocupar de limpiar la bosta, iba a trabajar en los establos.Vamos, Billy Doble dijo Price, y enfil hacia una de las galeras.Billy se ech la pala al hombro y lo sigui. Se senta ms inquieto ahora que

    Tommy ya no iba con l, y pens que ojal lo hubiesen enviado a limpiar laboiga de los establos, como a su amigo.

    Qu voy a hacer yo, seor Price? inquiri.A ti qu te parece? espet Price. Para qu cojones crees que te he

  • dado esa puetera pala?Billy se qued de piedra al or cmo hablaba aquel hombre, haciendo uso de

    todas las palabras que estaban prohibidas en su casa. No tena ni idea de lo queiba a hacer con aquella pala, pero opt por no preguntar nada ms.

    El tnel tena forma redonda, y el techo estaba apuntalado con refuerzossemicirculares de acero. Una caera de unos cinco centmetros de anchorecorra la parte superior, seguramente para transportar el agua. Todas las nochesaquellos aspersores rociaban las galeras con agua para tratar de reducir lacantidad de polvo, no solo por el riesgo que supona para la salud y los pulmonesde los hombres porque si fuera solo eso, a Celtic Minerals le traera sin cuidado, sino porque constitua un peligro de incendio. Sin embargo, el sistema deaspersores no era el ms adecuado. El padre de Billy haba insistido en que serequera una caera de quince centmetros de dimetro, pero Perceval Jones sehaba negado a invertir ese dinero.

    Despus de recorrer casi medio kilmetro, doblaron hacia un ramalsecundario que ascenda cuesta arriba. Se trataba de un pasadizo ms viejo ypequeo, con travesaos de madera en lugar de puntales de acero. Price tenaque agachar la cabeza cada vez que el techo se combaba. A intervalos de unostreinta metros pasaban por las entradas de los lugares donde los mineros yaestaban extrayendo el carbn.

    Billy oy una especie de murmullo cada vez ms intenso.A la alcantarilla dijo Price.Qu? Billy mir al suelo.Una alcantarilla era algo que formaba parte de los pavimentos de las

    ciudades, y all en el suelo el chico no vea nada ms que las vas de ferrocarrilpor las que circulaban las vagonetas. Levant la vista y vio un poni que se dirigadirectamente hacia l, trotando a toda velocidad por las traviesas y arrastrandotras de s un tren de vagonetas.

    A la alcantarilla! grit Price.Billy segua sin entender qu era lo que se supona que deba hacer, pero se

    dio cuenta de que el tnel apenas era unos pocos centmetros ms ancho que losvagones, y que estos estaban a punto de embestirlo y aplastarlo. A continuacin,Price pareci meterse dentro de uno de los hastiales y desaparecer.

    Billy solt la pala, se volvi y ech a correr por donde haba venido. Intentsacarle ventaja al poni, pero el animal avanzaba a una velocidad asombrosa. Enese momento vio un nicho en la pared de roca y record que haba visto esamisma clase de huecos, sin prestarles demasiada atencin, cada veinte metrosms o menos. Eso deba de ser lo que Price haba querido decir con lo de alcantarillas , de modo que se arroj al interior del nicho y el tren pas por sulado a toda velocidad.

    Cuando hubo desaparecido, Billy sali del agujero con la respiracin

  • entrecortada.Price fingi estar enfadado, pero sonrea.Tendrs que estar ms alerta la prxima vez le dijo. O acabars

    muerto aqu abajo como tu hermano.Billy descubri que a la mayora de los hombres les gustaba ridiculizar y

    burlarse de la ignorancia de los muchachos ms jvenes, y decidi no hacer lomismo cuando fuese mayor.

    Recogi la pala del suelo. Estaba intacta.Por suerte para ti seal Price. Si alguna vagoneta la hubiera roto, te

    tocara pagar una nueva.Siguieron andando y no tardaron en entrar en un filn agotado y

    completamente desierto. Haba menos agua en el suelo, que estaba cubierto poruna gruesa capa de polvo de carbn. Doblaron varias veces a derecha e izquierday Billy perdi el sentido de la orientacin. Llegaron a un lugar en el que el tnelestaba bloqueado por una vieja vagoneta mugrienta.

    Hay que limpiar este sitio dijo Price. Era la primera vez que semolestaba en explicarle algo, y Billy tuvo la sensacin de que le estaba mintiendo. Tu tarea consiste en meter toda la porquera en la vagoneta con la pala.

    Billy mir a su alrededor. El polvo meda casi dos palmos de espesor hastadonde su lmpara alcanzaba a iluminar, y supuso que an se extenda muchoms lejos. Poda pasarse una semana entera quitando aquel polvo con la pala sinque se notase ninguna diferencia. Adems, qu utilidad poda tener aquello? Elfiln estaba agotado. Sin embargo, opt por no hacer preguntas. Seguramente setrataba de alguna especie de prueba.

    Regresar dentro de un rato a ver cmo te va dijo Price, y volvi sobresus pasos antes de dejar a Billy a solas.

    El muchacho no se esperaba aquello. Haba dado por supuesto que trabajaraal lado de los mineros expertos y aprendera de ellos, pero solo poda hacer loque le haban ordenado.

    Desenganch la lmpara del cinturn y busc alrededor algn lugar dondeponerla. No haba ningn saliente donde poder colocarla, as que la dej en elsuelo, pero all no le serva de nada. Entonces se acord de los clavos que le habadado su padre. Conque servan para eso Se sac uno del bolsillo y, empleandola plancha de su pala, lo clav en uno de los travesaos de madera y luego colgla lmpara. As estaba mucho mejor.

    La vagoneta tena la altura del pecho de un hombre adulto, pero a Billy lellegaba a la altura de los hombros, y en cuanto se puso manos a la obra,descubri que la mitad del polvo se escurra de la pala antes de que pudiesearrojarlo por el borde del vagn. Ide un mtodo para evitarlo haciendo girar laplancha, pero al cabo de unos minutos estaba completamente empapado en sudory descubri para qu era el segundo clavo: lo clav en otro travesao y colg de

  • l la camisa y los pantalones.Al cabo de un rato le asalt la sensacin de que haba alguien observndolo.

    Por el rabillo del ojo, vio una figura tenue inmvil como una estatua.Ay, Dios! exclam, y se volvi para verla de frente.Era Price.Se me ha olvidado examinar tu lmpara dijo. Descolg la lmpara de

    Billy del clavo y la manipul. No tiene buena pinta afirm. Te dejar lama. Colg la otra lmpara y desapareci.

    Aquel individuo le pona los pelos de punta, pero al menos pareca velar por laseguridad de Billy.

    El chico se puso manos a la obra de nuevo. Al poco, empezaron a dolerle laspiernas y los brazos. Estaba acostumbrado a trabajar con la pala, se dijo: supadre tena un cochino en la escombrera que haba detrs de su casa y, una vez ala semana, Billy se encargaba de limpiar la pocilga. Pero para eso solo tardabaun cuarto de hora. Podra aguantar as todo el da?

    Bajo la capa de polvo, el suelo era de roca y arcilla. Al cabo de un rato, yahaba despejado un rea de poco menos de medio metro cuadrado, la anchuradel tnel. Los desechos apenas si cubran el fondo de la vagoneta, pero l yaestaba exhausto.

    Intent empujar la vagoneta hacia delante para no tener que caminar tantotrecho con la pala llena, pero las ruedas parecan trabadas por el desuso.

    No tena reloj , y era difcil calcular cunto tiempo habra pasado. Empez atrabajar ms despacio, tratando de ahorrar energas.

    Y en ese momento, su lmpara se apag.Al principio, la llama parpade, y Billy mir con ansiedad la lmpara que

    colgaba del clavo, pero saba que la llama se alargara si haba gris. No era loque estaba sucediendo, de modo que respir aliviado, pero acto seguido, la llamase extingui por completo.

    Nunca haba visto tanta oscuridad. No vea nada, absolutamente nada. Nisiquiera vislumbraba zonas teidas de gris, ni distintas tonalidades de negro.Levant la pala hasta situarla al mismo nivel que la cara y la sostuvo a dos dedosde la nariz, pero aun as, segua sin verla. As era como deba de sentirse unciego.

    Permaneci inmvil. Qu deba hacer ahora? Se supona que tena que llevarla lmpara a un punto de encendido, pero ni con todas las lmparas de minero delmundo sera capaz de encontrar el camino de vuelta a travs de los tneles.Rodeado de aquella oscuridad, poda pasarse horas vagando por las galeras. Notena ni la menor idea de a lo largo de cuntos kilmetros se extendan los filonesabandonados, y no quera que los hombres tuviesen que enviar una partida debsqueda para encontrarlo.

    Se quedara all, muy quietecito, esperando a Price. El ayudante haba dicho

  • que volvera dentro de un rato . Aquello tanto poda significar unos minutoscomo una hora o ms, y Billy sospechaba que sera ms tarde que temprano.Seguro que Price lo haba hecho a propsito. Una lmpara de seguridad no seapagaba as como as, y adems, all dentro circulaba poco el aire. Price se haballevado la lmpara de Billy y la haba sustituido por otra casi sin aceite.

    Sinti una oleada de autocompasin y las lgrimas le inundaron los ojos. Quhaba hecho l para merecer aquello? Luego, recobr la serenidad. Era otraprueba, como lo de la jaula. Bien, pues les demostrara a todos lo duro que era.

    Decidi que lo mejor sera que siguiera trabajando, aunque fuese en laoscuridad. Movindose por primera vez desde que se haba extinguido la llama,apoy la pala en el suelo y la desliz hacia delante, intentando recoger algo depolvo. Cuando la levant, supuso, por el peso, que deba de haber recogido unbuen montn. Se volvi, dio dos zancadas y levant la pala, tratando de arrojarlos escombros al interior de la vagoneta, pero calcul mal la altura. La palagolpe el costado de la vagoneta y de pronto se hizo ms liviana, cuando la cargacay al suelo.

    Volvera a probar. Repiti de nuevo los mismos pasos y esta vez levant lapala ms alto. Cuando la hubo descargado, la dej caer y not que el mango demadera golpeaba el borde de la vagoneta. As estaba mejor.

    A medida que el trabajo lo iba alejando de la vagoneta, sigui equivocndosede vez en cuando y tirando el polvo recogido al suelo, hasta que empez a contaren voz alta los pasos que daba. Logr establecer un patrn de trabajo y a pesardel dolor que senta en los msculos, consigui seguir con su labor.

    Al tiempo que la tarea se haca ms automtica, su cerebro tena ms libertadpara divagar, lo cual no era demasiado bueno. Se pregunt hasta dnde llegara eltnel que tena delante, y si llevara mucho fuera de servicio. Pens en la tierraque haba encima de su cabeza, que se extenda a lo largo de casi un kilmetro, yen el peso que soportaban aquellos viejos puntales de madera. Se acord de suhermano, Wesley, y de los otros hombres que haban muerto en aquella mina.Pero sus espritus no estaban all, por supuesto. Wesley estaba con Jess. Los otrostambin deban de estarlo; si no, es que habran ido a parar a otro lugar

    De pronto, sinti miedo y decidi que no era una buena idea pensar enespritus. Empezaba a tener hambre. Era la hora de tomarse su tentempi? Notena ni idea, pero pens que se lo comera igualmente. Rehzo el camino hasta ellugar donde haba colgado la ropa, palp a tientas el suelo y encontr la botella yla caja de hojalata.

    Se sent, apoyando la espalda en el hastial, y tom un largo sorbo de t fro ydulzn. Cuando se estaba comiendo el pan untado con manteca, oy un ruidodbil. Esperaba que se tratase del cruj ido de las botas de Rhys Price, pero eraintil engaarse, porque saba perfectamente quin emita aquellos chillidos: eranlas ratas.

  • No le asustaban; haba montones de ratas en las zanjas que recorran lascalles de Aberowen, pero en la oscuridad, aquellas alimaas parecan msaudaces, y al cabo de un segundo sinti cmo una le correteaba por las piernasdesnudas. Despus de coger la comida con la mano izquierda, agarr la pala yempez a dar golpetazos con ella, pero la maniobra no las asust lo ms mnimo,y Billy sinti cmo volvan a clavarle las garras diminutas en la piel. Esta vez unaintent subirle por el brazo. Era evidente que haban olido la comida. Los chillidosfueron en aumento, y se pregunt cuntas habra.

    Se levant y se meti rpidamente el ltimo mendrugo de pan en la boca.Bebi un poco ms de t y luego se comi la tarta. Estaba deliciosa, llena de frutaseca y almendras, pero una rata se le encaram a la pierna y se vio obligado aengullir la tarta a toda prisa.

    Fue como si supieran que ya no quedaba comida, porque los chillidos fueroncesando poco a poco hasta desaparecer del todo.

    La ingesta de comida le dio a Billy energas renovadas para un rato y se pusoa trabajar de nuevo, pero senta un dolor punzante en la espalda. Siguitrabajando, esta vez ms despacio, detenindose a descansar con frecuencia.Para animarse, se dijo que deba de ser ms tarde de lo que l crea, puede quehasta fuese ya medioda. Alguien ira por l al final del turno. El lamparerosiempre comprobaba los nmeros, as que sabra si algn hombre no habaregresado an. Sin embargo, Price se haba llevado la lmpara de Billy y lahaba sustituido por otra distinta. Es que acaso pensaba dejarlo all toda la noche?

    Eso no poda ser. Su padre se subira por las paredes y removera cielo ytierra hasta dar con l. Los jefes tenan miedo de su padre, Perceval Jonesprcticamente lo haba admitido. Tarde o temprano, sin duda alguien ira a buscara Billy. Pero cuando volvi a sentir los retortijones del hambre, se dio cuenta deque deban de haber pasado muchas horas. Empez a asustarse de verdad, y estavez le era imposible sacudirse el miedo de encima. Era la oscuridad lo que lopona ms nervioso. Habra podido soportar la espera si hubiera podido ver, perosumido en aquellas tinieblas, era como si estuviese perdiendo el juicio. Carecade sentido de la orientacin, y cada vez que volva sobre sus pasos desde lavagoneta se preguntaba si no estara a punto de chocarse contra el lateral deltnel. Antes le preocupaba echarse a llorar como un nio, pero ahora le estabacostando horrores reprimir los gritos.

    Entonces se acord de las palabras de su madre: No olvides que Jess estsiempre contigo, incluso abajo en la mina . Cuando se lo dijo crey que solo lohaca para que se portase bien, pero en ese momento comprendi que su madrehaba querido decir algo ms. Por supuesto que Jess estaba con l: Jess estabaen todas partes. La oscuridad no importaba, ni el paso del tiempo. Billy tena aalguien a su lado que cuidaba de l y lo protega.

    Para recordarlo ms intensamente, empez a cantar un himno. No le gustaba

  • su voz, que segua siendo muy aguda, pero no haba nadie all para orlo, as quese puso a cantar a pleno pulmn. Cuando cant todas las estrofas y advirti que lasensacin de miedo volva a apoderarse de l, se imagin a Jess justo al otrolado de la vagoneta, observndolo, con un gesto de profunda compasin en susemblante de barba poblada.

    El muchacho enton un nuevo himno y empez a mover la pala y a caminarsiguiendo el comps de la msica. La may ora de los himnos tenan ritmo. Devez en cuando le asaltaba de nuevo el temor de que se hubieran olvidado de l, deque hubiese acabado el turno y l se hubiera quedado solo all abajo, y entoncesvolva a recordar a la figura vestida con una tnica larga que lo acompaaba enla oscuridad.

    Se saba muchsimos himnos. Llevaba acudiendo al templo de la Iglesia deBethesda tres veces todos los domingos, desde que era lo bastante mayor parapermanecer sentado sin hacer ruido. Los libros de himnos eran muy caros y notoda la congregacin saba leer, por lo que todo el mundo se aprenda la letra dememoria.

    Cuando hubo cantado doce himnos, calcul que deba de haber pasado unahora. Aquello seguro que era el final del turno, no? Pero se dispuso a cantar otrosdoce ms. Despus de eso, le result difcil seguir la cuenta. Cant sus himnosfavoritos dos veces, y sigui trabajando, cada vez ms despacio.

    Estaba cantando La tumba lo encerr a voz en grito cuando vio una luz. Latarea se haba hecho ya tan automtica que ni siquiera se detuvo, sino querecogi una nueva palada y la llev a la vagoneta, sin dejar de cantar, hasta quela luz se hizo ms intensa. Cuando termin de cantar el himno, se apoy en lapala. Rhys Price estaba observndolo, con la lmpara colgada del cinto, con unaexpresin extraa en su rostro entre las sombras.

    Billy no quiso exteriorizar su alivio: no pensaba darle a Price el gusto de vercmo se haba sentido. Se puso la camisa y los pantalones, descolg la lmparaapagada del clavo y se la enganch al cinturn.

    Qu le ha pasado a tu lmpara? le pregunt Price.Ya sabe lo que le ha pasado contest Billy, con un tono de voz que son

    asombrosamente adulto.Price le dio la espalda y ech a andar por el tnel.Billy vacil unos instantes. Mir en la direccin contraria; justo al otro lado de

    la vagoneta vio un rostro barbudo y una tnica de color claro, pero la figura sedesvaneci como un fantasma.

    Gracias dijo Billy al tnel vaco.Mientras segua a Price, las piernas le dolan tanto que pensaba que le

    fallaran y que iba a caerse de un momento a otro, pero eso le traa sin cuidado.Ya vea otra vez, y el turno haba terminado. Pronto estara en casa y podratumbarse a descansar.

  • Llegaron al fondo del pozo vertical y se metieron en la jaula con un grupo demineros con el rostro tiznado. Tommy Griffiths no estaba entre ellos, pero elSeboso Hewitt, s. Mientras aguardaban la seal desde arriba, Billy advirti quetodos lo miraban de reojo, esbozando sonrisas maliciosas.

    Dinos, cmo te ha ido en tu primer da, Billy Doble?Bien, gracias contest.La expresin de Hewitt era rencorosa; sin duda recordaba que Billy lo haba

    llamado pedazo de imbcil .No has tenido ningn problema? pregunt.Billy vacil antes de contestar; saltaba a la vista que saban algo, pero quera

    que viesen que no haba sucumbido al miedo.Se me ha apagado la lmpara dijo, consiguiendo que no le temblara la

    voz. Mir a Price, pero decidi que era ms propio de un hombre hecho yderecho no acusarlo. Me ha costado mucho trabajar as, en la oscuridad, con lapala todo el da explic. Se haba quedado bastante corto con aquellaexplicacin, porque podan pensar que en realidad no haba sido para tanto, peroeso era mejor que reconocer ante ellos todo el miedo que haba pasado.

    Entonces habl uno de los hombres may ores. Era John Jones el Tendero, aquien llamaban as porque su esposa regentaba una pequea tienda en la partetrasera de su casa.

    Todo el da? inquiri.S contest Billy.John Jones mir a Price y dijo:Maldito hijo de perra, se supone que solo tena que durar una horaLas sospechas de Billy se vieron confirmadas. Todos estaban al tanto de lo

    ocurrido y, por lo visto, deban de hacerles algo parecido a los nuevos, pero Pricehaba sido ms duro con l que de costumbre.

    El Seboso Hewitt sonrea de oreja a oreja.Y no tenas miedo, Billy, t solo ah abajo, en la oscuridad?El muchacho medit antes de responder. Todos estaban mirndolo, esperando

    a or lo que iba a decir, y a sin ningn rastro de las sonrisas maliciosas, y todosparecan un poco avergonzados. Decidi decir la verdad.

    He pasado miedo, s, pero no estaba solo.Hewitt se qued estupefacto.Que no estabas solo?No, claro que no dijo Billy . Jess estaba conmigo.Hewitt estall en carcajadas, pero fue el nico. Su risa retumb en el silencio

    y ces de repente.El silencio se prolong durante varios minutos. Luego se oy un ruido

    metlico, seguido de una sacudida, y la jaula emprendi su ascenso. Harry se diomedia vuelta.

  • A partir de entonces, empezaron a llamarlo Billy de Jess.

  • PRIMERA PARTE

    El cielo amenazador

  • 2

    Enero de 1914

    I

    El conde Fitzherbert, de veintiocho aos de edad, conocido por su familia yamigos como Fitz, era el noveno hombre ms rico de toda Gran Bretaa.

    No haba hecho nada en absoluto para ganar sus cuantiosos ingresos, sino quesencillamente, se haba limitado a heredar miles de hectreas de tierra en Galesy en Yorkshire. Las granjas no producan muchos beneficios, pero debajo deellas haba grandes cantidades de carbn, y el abuelo de Fitz se haba hechoinmensamente rico otorgando las concesiones para la explotacin del mineral.

    Estaba claro que era la voluntad de Dios que los Fitzherbert gobernasen a sussemejantes y que viviesen de manera acorde a su condicin, pero Fitz pensabaque no haba hecho nada que justificase la fe que Dios haba depositado en l.

    Su padre, el anterior conde, haba sido un caso distinto. Oficial de la Armada,haba sido nombrado almirante tras el bombardeo de Alejandra en 1882, sehaba convertido en embajador britnico en San Petersburgo y, finalmente, habasido ministro en el gabinete de lord Salisbury. Los conservadores perdieron laselecciones generales de 1906 y el padre de Fitz muri escasas semanas mstarde, una muerte precipitada de eso Fitz estaba seguro por el hecho de ver aliberales irresponsables como David Lloyd George y Winston Churchill hacersecargo del gobierno de Su Majestad.

    Fitz ocup su escao en la Cmara de los Lores, la cmara legislativa superiordel Parlamento britnico, como par conservador. Hablaba un francs muycorrecto y se defenda en ruso, y su sueo era llegar a convertirse algn da enjefe del Foreign Office. Por desgracia, los liberales no dejaban de ganar laselecciones continuamente, de modo que an no haba tenido ocasin de serministro del gobierno.

    Su carrera militar haba sido igual de mediocre. Haba asistido a la academiade entrenamiento de oficiales del ejrcito de Sandhurst, y pas tres aos con el

  • regimiento de los Fusileros Galeses para convertirse en capitn. Tras sumatrimonio abandon la carrera militar, pero pas a ser coronel honorfico de losTerritorials de Gales del Sur. Lamentablemente, los coroneles honorficos nuncaganaban medallas.

    Sin embargo, haba algo de lo que s se senta orgulloso, pensaba mientras lalocomotora de vapor avanzaba por los valles del sur del Pas de Gales: dossemanas ms tarde, el rey en persona iba a pasar unos das en la casa de campode Fitz. El rey Jorge V y el padre de Fitz haban sido compaeros en la Armadaen su juventud. Recientemente, el rey haba expresado su deseo de conocer quera lo que pensaban sus sbditos ms jvenes, y Fitz haba organizado unadiscreta velada en casa para que Su Majestad conociera a algunos de los msbrillantes de su generacin. En aquellos momentos, Fitz y su esposa, Bea, iban decamino a la mansin para terminar de disponerlo todo para la visita del monarca.

    Fitz senta un gran apego por las tradiciones. No haba nada en la historia de lahumanidad capaz de rivalizar con la estabilidad que proporcionaba el ordenestablecido, basado en los cuatro estamentos de la sociedad: monarqua,aristocracia, comerciantes y campesinado. Sin embargo, al mirar por laventanilla del tren, como en esos precisos momentos, vea que la sombra de unaseria amenaza penda sobre las costumbres tradicionales de la sociedad britnica,una amenaza may or que cualquiera de las que se hubiesen cernido sobre ella enlos cuatrocientos aos anteriores. Cubriendo por completo las laderas de losmontes, otrora tan verdes, extendindose como una plaga de manchas grisceasen las hojas de los rododendros, surgan las casas de los mineros del carbn. Enaquellas mugrientas casuchas se hablaba de republicanismo, de atesmo y derevolucin. Solo haba pasado un siglo ms o menos desde que haban llevado a lanobleza francesa en carretas hasta la guillotina, y lo mismo ocurrira all sialgunos de aquellos mineros musculosos con la cara tiznada lograban salirse conla suy a.

    Fitz estara encantado de renunciar a las ganancias que obtena del carbn, sedijo, con tal de que Gran Bretaa volviese a la sencillez de otros tiempos. Lafamilia real era un poderoso bastin contra la insurreccin. Sin embargo, ademsde hacerle sentirse orgulloso, la visita del monarca tambin le provocaba ciertainquietud, pues haba muchas cosas que podan salir mal. Con la realeza,cualquier descuido poda ser una seal de negligencia y, por tanto, una falta derespeto. Hasta el ltimo detalle del fin de semana sera comentadoposteriormente, por los sirvientes de los visitantes a otros sirvientes y, de estos, alos seores de dichos sirvientes, por lo que todas las damas de la alta sociedadlondinense acabaran sabiendo si, durante su estancia en Ty Gwyn, al rey lehaban dado una almohada demasiado dura, una patata podrida o la botella dechampn equivocada.

    El Rolls-Royce Silver Ghost de Fitz estaba esperndolos en la estacin de

  • ferrocarril de Aberowen. Se sent junto a Bea y el chfer los condujo a lo largode un kilmetro y medio hasta Ty Gwyn, su casa de campo. Estaba cayendo unallovizna fina pero pertinaz, como era habitual en Gales.

    Ty Gwyn significaba Casa Blanca en gals, pero el nombre habaacabado resultando un tanto irnico porque, como todo lo dems en aquel rincndel mundo, el edificio estaba cubierto por una capa de polvo de carbn, y losbloques de piedra que en otros tiempos haban sido de un blanco inmaculadoofrecan en esos momentos un color gris oscuro que emborronaba las faldas delas seoras que, en un descuido, rozaban las paredes.

    Pese a todo, era un edificio magnfico que llenaba a Fitz de orgullo a medidaque el vehculo avanzaba por el camino de entrada a la casa. La mansin privadams grande de todo el Pas de Gales, Ty Gwy n contaba con doscientashabitaciones. Una vez, de pequeo, l y su hermana, Maud, contaron las ventanashasta sumar un total de 523. Haba sido construida por su abuelo, y en el diseode las tres plantas se apreciaba una agradable armona. Los ventanales de laplanta noble eran altos y dejaban entrar una gran cantidad de luz en losmajestuosos salones. En la planta superior haba multitud de habitaciones deinvitados, mientras que en la buhardilla se hallaban los innumerables dormitoriosdel servicio que, aun siendo minsculos, eran evidentes por las largas hileras delucernarios que poblaban los tejados en pendiente.

    Las veinte hectreas de jardines eran la debilidad de Fitz; l mismo seencargaba de supervisar la labor de los jardineros, tomando decisiones sobre laseleccin de variedades que deban plantarse, sobre la poda y el emplazamientode cada una de ellas.

    Una casa digna de la visita de un monarca coment cuando el vehculose detuvo en el majestuoso prtico.

    Bea no dijo nada; los viajes la ponan de mal humor.Al bajarse del coche, Gelert, su perro de montaa de los Pirineos, acudi a su

    encuentro, un animal del tamao de un oso que le lami la mano y luego empeza correr alegremente alrededor del patio para celebrar la llegada de su amo.

    Una vez en el vestidor, Fitz se despoj de su ropa de viaje y se puso un trajede tweed marrn claro. A continuacin, atraves la puerta que comunicaba conlos aposentos de Bea.

    La sirvienta rusa, Nina, estaba quitando los alfileres del elaborado sombreroque su seora se haba puesto para el viaje. Fitz vio el rostro de Bea reflejado enel espejo del tocador y se le aceler el corazn. Retrocedi cuatro aos en eltiempo, hasta el saln de baile de San Petersburgo donde haba visto por primeravez aquel rostro de belleza deslumbrante, rodeado por una cascada de tirabuzonesrubios imposibles de domear. En aquel lejano da, al igual que en esosmomentos, su cara mostraba un mohn enfurruado que a l le resultabaextraamente atractivo. No le cost ms que un instante decidir que era ella, de

  • entre todas las mujeres, a la que quera convertir en su esposa.Nina era una mujer de mediana edad y, en esos instantes, le temblaba el

    pulso. Bea pona nerviosas a sus doncellas a menudo. Mientras Fitz la miraba, unode los alfileres se clav en el cuero cabelludo de su mujer, quien solt un chillido.Nina palideci.

    Lo siento muchsimo, su alteza! se disculp en ruso.Bea cogi un alfiler de la superficie del tocador.A ver si te gusta! exclam y pinch a la sirvienta en el brazo.Nina rompi a llorar y sali corriendo de la habitacin.Deja que te ay ude le dijo Fitz a su esposa en tono apaciguador. Sin

    embargo, ella no pensaba calmarse.Lo har y o sola.Fitz se aproxim a la ventana. Abajo, haba un ejrcito de jardineros podando

    los setos, cortando el csped y rastrillando la gravilla. Haba varios arbustos enflor: viburnos de invierno, jazmines amarillos, hamamelis y fragantemadreselva. Al otro lado del jardn se divisaba la suave ondulacin verde de laladera de la montaa.

    Tena que ser paciente con Bea y no olvidar que era extranjera, que estabaaislada en un pas extrao, lejos de su familia y de todo aquello que leproporcionaba seguridad. Haba sido fcil en los primeros meses de sumatrimonio, cuando l an estaba embriagado por su belleza fsica, por su olor ypor el tacto de su piel suave. Ahora le costaba cierto esfuerzo.

    Por qu no descansas? sugiri. Yo ir a hablar con Peel y la seoraJevons y ver cmo marchan los preparativos. Peel era el mayordomo y laseora Jevons el ama de llaves. En teora, era Bea la encargada de organizar alpersonal, pero Fitz estaba lo suficientemente nervioso con la visita del rey comopara no desperdiciar la ocasin de participar ms activamente en los planes.Ya te informar ms tarde, cuando ests descansada. Extrajo su cigarrera.

    No fumes aqu dentro lo reconvino ella.l lo interpret como un consentimiento y se dirigi a la puerta. Detenindose

    de camino, dijo:Escucha, no irs a comportarte as delante del rey y la reina, verdad? Me

    refiero a lo de maltratar al servicio.Yo no la he maltratado, le he clavado una aguja para que aprenda.Los rusos hacan esa clase de cosas. Cuando el padre de Fitz se quej de la

    desidia de los sirvientes de la embajada britnica en San Petersburgo, sus amigosrusos le contestaron que era porque no les azotaba lo suficiente.

    Sera un poco embarazoso para el rey tener que presenciar algo semejantele dijo Fitz a Bea. Como y a te he dicho en anteriores ocasiones, eso no sehace en Inglaterra.

    Cuando era nia, me obligaron a presenciar cmo ahorcaban a tres

  • campesinos respondi ella. A mi madre no le gustaba la idea, pero mi abueloinsisti. Me dijo: As aprenders a castigar a tus sirvientes. Si no les azotas o lespegas por pequeas faltas como haber cometido algn descuido sin importancia opor ser perezosos, al final acabarn cometiendo fechoras mucho ms graves yterminarn en el patbulo . l me ense que la indulgencia con las clasesinferiores, a la postre, es mucho ms cruel.

    Fitz empezaba a perder la paciencia con su esposa. Bea rememoraba unainfancia rodeada de lujos y riquezas inmensas, con una legin de sirvientes fielesy obedientes y hordas de campesinos felices. Si su abuelo, un hombre implacabley extremadamente competente, no hubiese muerto, puede que esa vida hubieseseguido siendo as; sin embargo, entre el padre de Bea, un borrachoempedernido, y el hermano estpido de esta, quien se dedicaba a vender lamadera sin antes replantar el bosque, haban conseguido dilapidar la totalidad dela fortuna familiar.

    Los tiempos han cambiado le explic Fitz. Te estoy pidiendo mejordicho, te ordeno, que no me dejes en mal lugar delante de mi rey. Esperohaberme expresado con suficiente claridad. Y dicho esto, sali y cerr lapuerta.

    Ech a andar por el amplio pasillo, irritado y un poco triste. Poco despus decasarse, aquella clase de rifirrafes lo dejaban desconcertado y abatido, peroltimamente se estaba acostumbrando. Ocurra lo mismo en todos losmatrimonios? No lo saba.

    Un lacayo de gran estatura que estaba bruendo el pomo de una puerta seincorpor, se coloc con la espalda hacia la pared y baj la mirada, tal como losmiembros del personal del servicio de Ty Gwy n tenan instrucciones de hacercada vez que el conde desfilaba ante ellos. En algunas mansiones, el serviciotena que colocarse de cara a la pared, pero eso a Fitz le pareca demasiadofeudal. El conde reconoci al hombre, pues lo haba visto jugando un partido decrquet entre el personal de Ty Gwy n y los mineros de Aberowen. Era un buenbateador.

    Morrison dijo Fitz, que record su nombre. Avisa a Peel y a la seoraJevons para que acudan a la biblioteca.

    Enseguida, milord.Fitz baj la majestuosa escalera. Se haba casado con Bea porque esta lo

    haba encandilado, pero tambin por una razn ms poderosa: soaba con la ideade fundar una insigne dinasta anglorrusa cuy o dominio se extendiese hasta losltimos confines de la Tierra, tal como los Habsburgo haban gobernado diversaspartes de Europa durante siglos.

    Sin embargo, para eso necesitaba un heredero, y el mal humor de Beasignificaba que aquella noche no iba a dejarlo entrar en su dormitorio. Podainsistir, pero eso nunca resultaba demasiado satisfactorio. Haban pasado ya un

  • par de semanas desde la ltima vez. No quera una esposa que estuviese siempredispuesta a hacer aquellas cosas, sera una vulgaridad, pero, por otra parte, dossemanas era mucho tiempo.

    Su hermana, Maud, segua soltera a sus veintitrs aos, y para colmo, seracapaz de educar a cualquier hijo suyo para que acabara siendo un socialistarabioso que no vacilara en malgastar toda la fortuna familiar imprimiendopanfletos revolucionarios.

    l llevaba casado tres aos y empezaba a preocuparse. Bea solo se habaquedado encinta una vez, el ao anterior, pero perdi el nio a los tres meses.Ocurri justo despus de una disputa entre ambos. Fitz haba cancelado un viajeque tenan planeado a San Petersburgo y Bea se alter muchsimo, comenz allorar y a gritar que quera irse a su casa. Fitz se mantuvo en sus trece y se negrotundamente al fin y al cabo, un hombre no poda dejar que su mujer le dieserdenes pero entonces, cuando ella sufri el aborto, la culpabilidad que sinti loconvenci de que haba sido culpa suya. Si ella se quedaba embarazada denuevo, se jur a s mismo que no hara absolutamente nada que pudiese turbarlahasta el nacimiento de su hijo.

    Tras posponer mentalmente esa preocupacin para ms tarde, el conde entren la biblioteca y se sent al escritorio con incrustaciones de cuero paraconfeccionar una lista. Al cabo de uno o dos minutos, Peel apareci acompaadode una doncella. El may ordomo era el hijo menor de un granjero, y su rostroplagado de pecas y el pelo entrecano evocaban cierto aire a campo y a laboresal aire libre, pero llevaba toda su vida trabajando como sirviente en Ty Gwyn.

    La seora Jevons est mala, milord dijo. Haca tiempo que Fitz habarenunciado a tratar de mejorar el habla y el lxico de sus sirvientes galeses. Labarriga aadi Peel con tono lgubre.

    Ahrrame los detalles. Fitz mir a la doncella, una joven hermosa deunos veinte aos. Su cara le resultaba vagamente familiar. Y esta quin es?

    La propia muchacha contest.Ethel Williams, milord. Soy la ayudante de la seora Jevons. Hablaba

    con el acento cantarn de los valles de Gales del Sur.Bueno, Williams, lo cierto es que pareces muy joven para asumir las

    tareas de un ama de llaves.Permtame, seor, pero la seora Jevons dijo que seguramente mandara

    llamar al ama de llaves de May fair, aunque espera que, entretanto, tal vez y oconsiga satisfacer sus necesidades.

    Acaso vio un brillo pcaro en sus ojos cuando habl de satisfacer susnecesidades? A pesar de que hablaba con la debida deferencia, tena aspecto dedescarada.

    Muy bien dijo Fitz.Williams llevaba un grueso cuaderno en una mano y dos lpices en la otra.

  • He ido a ver a la seora Jevons a su cuarto y se senta con fuerzassuficientes para repasarlo todo conmigo.

    Por qu llevas dos lpices?Por si se rompe uno contest ella, y sonri.Las sirvientas no deban sonrer al conde, pero Fitz no pudo evitar devolverle

    la sonrisa.Bien dijo, dime qu es lo que has anotado en ese cuaderno.Tres cosas contest la joven: huspedes, personal y provisiones.Muy bien.Por la carta que envi el seor, tenemos entendido que habr veinte

    huspedes. La may ora de ellos vendr acompaada por uno o dos asistentespersonales, supongamos un promedio de dos, de modo que eso suma un total decuarenta personas ms en cuanto a alojamiento del servicio. Todos llegarn elsbado y se marcharn el lunes.

    Correcto. Fitz senta una mezcla de aprensin y placer muy similar a lasemociones que haba experimentado antes de pronunciar su primer discurso antela Cmara de los Lores: estaba entusiasmado por hacer aquello y, al mismotiempo, preocupado por hacerlo bien.

    Williams sigui hablando.Obviamente, Sus Majestades se alojarn en las Habitaciones Egipcias.Fitz asinti. Aquellas eran las dependencias privadas ms espaciosas. El papel

    pintado de las paredes contena motivos ornamentales de los templos egipcios.La seora Jevons ha sugerido qu otras dependencias deberamos

    acondicionar y las he anotado en aqu.La expresin en aqu era un localismo, una forma de hablar que resultaba

    redundante, pues significaba exactamente lo mismo que aqu .A ver, ensame eso dijo Fitz.La muchacha rode el escritorio y coloc el cuaderno abierto delante del

    conde. Los sirvientes domsticos estaban obligados a baarse una vez a lasemana, de modo que no ola tan mal como solan hacerlo los miembros de laclase trabajadora. De hecho, su cuerpo clido desprenda una fragancia floral.Tal vez haba robado el jabn aromtico de Bea. Ley la lista que le habaenseado.

    Muy bien sentenci. La princesa se encargar de asignar loshuspedes a las distintas habitaciones. Puede que tenga ideas muy concretas alrespecto.

    Williams pas la pgina.Esta es una lista del personal adicional que vamos a necesitar: seis

    muchachas en la cocina, para lavar las verduras y fregar los cacharros; doshombres con las manos limpias para servir la mesa; tres doncellas ms y tresmozos para limpiar las botas y encender las velas.

  • Y sabes dnde podemos conseguir a toda esa gente?Huy, s, milord, tengo una lista de lugareos que ya han trabajado aqu

    antes, y si con ellos no basta, les podemos pedir que nos recomienden a otros.Nada de socialistas, sobre todo dijo Fitz con cierta angustia. Intentaran

    hablarle al rey de las perversidades del capitalismo. Con los galeses, nuncase sabe , pens.

    Por supuesto, milord.Qu hay de las provisiones?La doncella pas otra pgina del cuaderno.Esto es lo que necesitamos, basndonos en los banquetes previos que se han

    celebrado en la casa.Fitz examin la lista: cien barras de pan, veinte docenas de huevos, cuarenta

    litros de nata, cuarenta y cinco kilos de tocino, trescientos kilos de patatasEmpez a aburrirse.

    No deberamos dejar eso hasta que la princesa haya decidido los mens?Es que hay que traerlo todo de Cardiff repuso Williams. Las tiendas en

    Aberowen no pueden asumir pedidos tan cuantiosos, y hasta a los proveedores deCardiff hay que avisarlos con tiempo, para asegurarnos de que tengan cantidadessuficientes el da en cuestin.

    La muchacha tena razn. El conde se alegr de que estuviera a cargo de laorganizacin: tena la capacidad de prever las cosas y verlas venir, adelantndosea los acontecimientos, una cualidad muy poco frecuente, segn habadescubierto.

    No me vendra mal tener a una muchacha como t en mi regimiento dijo.

    No puedo vestir de color caqui, no me sienta bien con esta piel tan clara contest ella con descaro.

    El may ordomo pareca escandalizado.Williams, comprtate! No seas desvergonzada.Le ruego me perdone, seor Peel.Fitz se dio cuenta de que haba sido culpa suy a, por dirigirse a la muchacha

    con aquella familiaridad. Aunque lo cierto era que no le desagradaba ladesfachatez de la joven. De hecho, le gustaba y todo.

    A la cocinera se le han ocurrido algunas ideas para los mens, milord dijo Peel, que le entreg a Fitz una hoja de papel un tanto sucia y emborronadacon la letra infantil, de trazo cuidadoso, de la cocinera. Por desgracia, es unpoco pronto para el cordero lechal, pero nos pueden enviar una gran variedad depescado fresco desde Cardiff, en bloques de hielo.

    Todo esto se parece mucho a lo que ofrecimos en nuestra cacera ennoviembre dijo Fitz. Aunque, por otra parte, no queremos hacerexperimentos con cosas nuevas en esta ocasin; es mejor ceirse a platos que y a

  • hay amos probado antes.Exacto, milord.Y ahora, los vinos. Vayamos a la bodega.Peel pareca sorprendido; el conde no sola bajar a los stanos.En ese momento, a Fitz le asalt un pensamiento que haba permanecido

    agazapado en algn recoveco de su cerebro, pero prefiri no prestarle atencin.Vacil unos instantes y luego dijo:

    Williams, ven tambin. As tomars notas.El may ordomo sujet la puerta y Fitz sali de la biblioteca y baj por la

    escalera trasera. La cocina y la sala de los sirvientes estaban en un semistano.All abajo, la etiqueta funcionaba de un modo distinto, y las sirvientas y los mozosse inclinaban o hacan una reverencia cuando pasaba l.

    La bodega estaba en un stano. Peel abri la puerta.Con su permiso, yo ir delante dijo.Fitz asinti. Peel prendi una cerilla, encendi una vela colgada de la pared y

    empez a bajar los peldaos. Al llegar abajo, encendi otra palmatoria.Fitz posea una bodega ms bien modesta, compuesta por unas doce mil

    botellas, la mayor parte de las cuales eran herencia de su padre y de su abuelo.El champn, el oporto y el vino blanco del Rin eran las bebidas predominantes,con cantidades menores de clarete y borgoa blanco. Fitz no era ningnentendido en vinos, pero senta especial debilidad por la bodega porque lerecordaba a su padre. Una bodega de vino requiere orden, capacidad deprevisin y buen gusto sola decir el anciano. Esas son las virtudes queconforman la grandeza de Gran Bretaa.

    Fitz quera servirle lo mejor a su soberano, por supuesto, pero para eso habaque tener criterio. El champn sera Perrier-Jout, el ms caro, pero de qucosecha? Un champn maduro, de veinte o treinta aos, tena menos burbujas yms sabor, aunque lo cierto era que las cosechas jvenes posean algo especial,algo chispeantemente delicioso. Escogi una botella al azar. Estaba mugrienta,completamente cubierta de polvo y telaraas. Ech mano del pauelo de hilo delbolsillo delantero de su chaqueta para limpiar la etiqueta. Segua sin ver la fechabajo la tenue luz de las velas. Le mostr la botella a Peel, que se haba puestounas lentes.

    1857 dijo el may ordomo.Dios santo, me acuerdo de esa botella record Fitz. Fue la primera

    cosecha que prob en mi vida, y seguramente la mejor. De pronto, record lapresencia de la doncella, que haba inclinado el cuerpo hacia l y estabaexaminando la botella que era mucho, muchsimo ms vieja que ella. Para suconsternacin, la proximidad del cuerpo de la joven lo dej momentneamentesin aliento.

    Me temo que la cosecha del cincuenta y siete ya ha dejado atrs su mejor

  • momento coment Peel. Puedo sugerir la del noventa y dos?Fitz mir otra botella, dud y tom una decisin.No veo nada con esta luz anunci. Treme una lupa, Peel, quieres?Peel subi los peldaos de piedra.Fitz mir a Williams. Estaba a punto de cometer una locura, pero no poda

    contenerse.Qu guapa eres dijo.Gracias, milord.Bajo la cofia de doncella, asomaban unos rizos rebeldes de pelo oscuro. El

    conde le acarici el pelo. Saba q