Limitaciones del Turismo Rural Comunitario como instrumento de Cooperación Internacional. El...

download Limitaciones del Turismo Rural Comunitario como instrumento de Cooperación Internacional. El concepto de “vocación social del territorio”

of 21

description

Limitaciones del Turismo Rural Comunitario como instrumento de Cooperación Internacional. El concepto de “vocación social del territorio”

Transcript of Limitaciones del Turismo Rural Comunitario como instrumento de Cooperación Internacional. El...

  • 1

    Limitaciones del Turismo Rural Comunitario como

    instrumento de Cooperacin Internacional. El

    concepto de vocacin social del territorio

    Jordi Gascn

    Collectiu dEstudis sobre Cooperaci i Desenvolupament

    (Acci per un Turisme Responsable, Espaa)

    Vocacin Social del Territorio: un concepto para valorar la

    oportunidad del TRC como herramienta de cooperacin

    El nmero de propuestas de Turismo Rural Comunitario (TRC), entendiendo como

    tal un tipo de turismo de pequeo formato, establecido en zonas rurales y en el que la

    poblacin local, a travs de sus estructuras organizativas, ejerce un papel significativo

    en su control y gestin1, estn aumentando de manera muy significativa en muchos de

    los eufemsticamente denominados Pases del Sur. El caso del subcontinente

    latinoamericano es ejemplar, al punto de que prcticamente en cada estado o regin se

    han creado y funcionan ya organizaciones de segundo grado (redes y plataformas) de

    TRC.

    Muchas de estas propuestas se han generado de forma autnoma, sin ayuda externa, a

    travs de iniciativas comunitarias o, ms comnmente, de campesinos particulares con

    alguna capacidad de capitalizacin que han destinado parte de sus recursos a esta

    nueva actividad. Pero en la mayor parte de los casos, las propuestas de TRC han

    surgido a partir de intervenciones de la cooperacin internacional (y agentes

    gubernamentales), o al menos han recibido su apoyo2.

    1 Gascn, J. & E. Caada (2005) Viajar a todo tren: Turismo, desarrollo y sostenibilidad. Barcelona: Icaria. 2 Lpez-Guzmn, T.J. y otros (2006) Nuevas herramientas de cooperacin al desarrollo: el turismo comunitario, Boletn Econmico de ICE n 2893.

  • 2

    Y es que en la ltima dcada, la consideracin del turismo como sector de la

    cooperacin al desarrollo est ganando terreno3. La Ayuda Oficial al Desarrollo y los

    fondos privados que se destinan a este sector se ha incrementado gradualmente4. Y en

    concreto el TRC est siendo valorado como un instrumento muy apropiado para la

    cooperacin en turismo, ya que aparece como una estrategia que puede coadyuvar al

    mantenimiento de las maltrechas economas campesinas.

    Este inters en defender las economas campesinas surge de observar las races de la

    pobreza en el Sur. La fisonoma de la pobreza presenta bsicamente dos aspectos:

    poblacin urbano-marginal y poblacin campesina. Pero en realidad se trata de dos

    caras de la misma moneda. Ambos son resultado del modelo de desarrollo dominante

    que ha daado la economa campesina. El mundo rural, o bien ha asumido el rol de

    fuente de capital primario en el que no se reinvierte los beneficios obtenidos, o bien,

    cuando si ha habido inversin, lo ha sido a favor de modelos de produccin

    agroindustriales. En uno u otro caso, el resultado ha sido el empobrecimiento

    estructural tanto de la poblacin campesina que se ha quedado en el territorio como de

    la que, resultado de esta situacin, se ha visto impelida a emigrar a zonas urbanas y sus

    descendientes.

    Por tanto, enfrentar la pobreza pasa por apoyar la economa y el modo de produccin

    campesino. Es la consideracin de que el TRC puede ayudar a este objetivo,

    aumentando los ingresos campesinos y diversificndolos, el que lo ha convertido en un

    instrumento de cooperacin5.

    Pero ms all de buenas voluntades y de posibles virtudes, el TRC como instrumento

    de cooperacin tambin conlleva riesgos que muchas veces no son suficientemente

    considerados.

    3 Hemos tratado este fenmeno en Gascn, J. (2009) El turismo en la cooperacin internacional. Barcelona: Icaria 4 Schilcher, D. (2007) Growth versus Equity: The Continuum of Pro-Poor Tourism and Neoliberal Governance, in Hall, C. M. (ed.) Pro-Poor Tourism: Who Benefits?. Clavendon/Buffalo/Toronto: Channel View Publications. Pp. 56-83. Para el caso espaol, ver Palomo, S. (2009) El futuro del turismo para el desarrollo: debilidades y retos, en Cordobs, C. & B. Sanz (ed.) Turismo para el desarrollo. Barcelona: Fundacin La Caixa. Pp. 141-153. 5 Gascn, J & E. Caada (2005) Op. cit; Caada, E. & J. Gascn (2007) Turismo y Desarrollo: Herramientas para una mirada crtica. Managua: Enlace.

  • 3

    En la presente ponencia se quiere presentar algunos de estos problemas, y plantear un

    concepto que permita considerar la pertinencia de la aplicacin del TRC en

    intervenciones de cooperacin al desarrollo: el de Vocacin Social del Territorio

    (VST), que hemos readecuado a partir del concepto Vocacin del Territorio

    utilizado por el sector ambiental y la geografa fsica.

    Es indiscutible que toda intervencin en cooperacin siempre comporta riesgos.

    Incidir en la realidad social no es una actividad neutra. La complejidad de esa realidad

    social y posibles cambios no previstos del contexto en el que se inserta hace que

    muchas veces una intervencin tenga consecuencias imprevisibles y no deseables. Pero

    en el caso del TRC como instrumento de cooperacin estos riesgos son an mayores.

    Y esto se debe a que la introduccin de una actividad no tradicional supone un cambio

    en la VST.

    Como hemos sealado, el concepto Vocacin del Territorio procede de los estudios

    ambientales y de la geografa, y es utilizado como un indicador que permite considerar,

    en trabajos de planificacin y ordenacin territorial, el impacto o la potencialidad de

    una nueva actividad en una determinada zona6. En este mbito, su empleo suele

    circunscribirse a la consideracin de la capacidad del medio natural de soportar un

    nuevo uso sin romper el equilibrio del ecosistema y sin daar las actividades

    tradicionales existentes. No es un concepto extrao al sector turstico, que obligado a

    hacer muchas veces estudios de impacto ambiental, lo tiene que utilizar.

    Hay que sealar que se trata de un concepto no exento de polmica, ya que se suele

    aplicar en estudios de impacto ambiental que acaban aceptando controvertidas

    recalificaciones del suelo. Muchas veces se apela a la Vocacin del Territorio para

    aseverar que la capacidad de resiliencia del medio es ms elevada de la real, y que por lo

    tanto es factible incrementar el uso del espacio y la explotacin de sus recursos para

    hacer el territorio ms competitivo.

    La utilizacin que pretendo dar del concepto VST (y de ah que haya cambiado

    ligeramente su denominacin) va ms all. Parte de la idea de que cualquier cambio en

    el uso del territorio, adems de suponer un cambio en la distribucin y explotacin de

    6 Ormaetxea Arenaza, O. (1997) Concepto y mtodo en paisaje: Una propuesta docente, Lurralde, 20: 333-344

  • 4

    los recursos naturales, tambin comporta un costo social, ya que la poblacin ha de

    asumir procesos que pueden convertir en anacrnicos los conocimientos locales, los

    mecanismos de gestin comunitarios, los sistemas de distribucin del poder y las

    tradiciones culturales existentes en favor de otros nuevos. Y para enfrentar estos

    cambios se requieren periodos de adaptacin y procesos de aprendizaje que no siempre

    son factibles y accesibles para la comunidad o para parte de ella. El cambio de la VST,

    por tanto, comporta un proceso cuyo costo y capacidad de asuncin por parte de la

    sociedad local se ha de valorar previamente. En el caso que nos ocupa, es el uso del

    turismo como instrumento de cooperacin el que propicia este tipo de cambio.

    Ejemplos de riesgos del TRC como herramienta de cooperacin

    desde la consideracin de la Vocacin Social del Territorio

    La limitacin que impone la duracin de una ponencia no permite exponer el abanico

    de riesgos que supone la introduccin del TRC en una comunidad, as que

    expondremos algunos especialmente significativos. Y haremos una lectura de ellos a

    partir del concepto de VST.

    La participacin local en la toma de decisiones

    Hace unos pocos aos se public en Annals of Tourism Research un artculo

    especialmente polmico7. El autor, WenJun Li, profesor de la Universidad de Pekin,

    pona en duda una de las mximas de la cooperacin al desarrollo (y del ecoturismo):

    la necesidad de la participacin activa de la poblacin beneficiaria en el proceso de

    toma de decisiones (decisionmaking) como precondicin para asegurar su apropiacin

    de los beneficios del proyecto.

    El trabajo estaba basado en el anlisis de un caso concreto: el establecimiento de una

    actividad ecoturstica en el parque natural de Jiuzhaigou, situado en territorio tibetano

    y considerado Reserva de la Bioesfera. El artculo explica como se foment el turismo

    en la zona a partir de finales de la dcada de los 90. A la poblacin local, que

    7 Li, W. Community Decisionmaking: Participation in Development, Annals of Tourism Research, 33:1. Pp. 132143. 2006

  • 5

    originalmente combinaba la ocupacin agropecuaria con la caza, se le prohibi

    continuar sus actividades tradicionales por considerar que daaban el ecosistema de la

    Reserva, y sus zonas agrarias fueron reforestadas. A cambio se les asign nueva labores

    en la reciente actividad turstica: hostelera y restauracin, produccin y venta de

    souvenirs, y otros servicios auxiliares. El autor explica como todas las decisiones (desde

    la creacin del Parque Natural y la prohibicin de practicar las tareas productivas

    tradicionales, a la gestacin de una propuesta ecoturstica y la asignacin de trabajos a

    los lugareos en la nueva actividad) se tomaron a travs de cauces institucionales en los

    que la poblacin autctona no particip.

    A la hora de valorar las consecuencias del proceso en la poblacin beneficiaria, el autor

    se basa exclusivamente en el nivel de ingresos monetarios de las familias. Como estos

    aumentaron notablemente, considera que el nivel de vida de la poblacin mejor. Esto

    le da pie a concluir que existen mecanismos de carcter verticalista e institucional que

    tambin aseguran la obtencin de beneficios por parte de la poblacin local, aunque

    sta no participe en el proceso de diseo y gestin de la actividad.

    Li muestra un escaso conocimiento del modo de produccin campesino, y esto se pone

    especialmente en evidencia al valorar la calidad de vida de la poblacin campesina en

    base exclusivamente a sus ingresos monetarios. El autor desconoce que, especialmente

    en zonas rurales perifricas como la indicada donde no hay un mercado moderno

    estructurado, la mayor parte de los beneficios que genera la actividad campesina no

    estn monetarizados: una parte importante de la produccin agraria y de la caza se

    destina al autoconsumo o a mercados de intercambio no monetarizados (trueque), la

    energa domstica se obtiene a partir de la limpieza del bosque y/o del excremento del

    ganado, etc. Por ejemplo, estudios realizados en Centroamrica sobre la relacin entre

    produccin de caf y nutricin infantil han demostrado que cuanto mayor es la parte

    de la explotacin familiar que se dedica a este cultivo, y consiguientemente se reduce el

    de alimentos bsicos, los ndices de desnutricin infantil tienden a aumentar, an

    cuando la produccin de caf genera beneficios monetarizados por ser su destino el

    mercado internacional y la produccin para el autoconsumo, obviamente, no8. Es

    decir, si se mide la pobreza campesina exclusivamente en trminos monetarios, como

    8 Rosset, P. (2009) Entrevista a Peter Rosset, en Montagut, X. & E. Vivas (eds.) Del campo al plato: los circuitos de produccin y distribucin de alimentos. Barcelona: Icaria. Pp: 93-100.

  • 6

    hace Li, nos podemos encontrar con la paradoja de que, a mayores ingresos

    econmicos, peor condicin de vida. La pregunta, para el caso que nos ocupa, y que en

    ningn momento se hace el autor, es si el aumento de los ingresos monetarios de la

    poblacin de Jiuzhaigou a travs del ecoturismo cubre sus necesidades bsicas en la

    misma cantidad y calidad que lo haca cuando participaban del modo de produccin

    campesino9.

    Aunque el planteamiento de Li es muy debatible, el inters en citarlo recae en que nos

    plantea una pregunta importante: la real participacin de la poblacin local en la

    decisin sobre la oportunidad de implementar una actividad turstica en su territorio,

    as como en su definicin (diseo y ejecucin). Como con acierto afirma el autor,

    todos los manuales de cooperacin y de ecoturismo plantean que ninguna intervencin

    se puede hacer de forma verticalista y sin contar con la participacin de la poblacin

    local. Y no slo, como dice, para que esta poblacin asegure su obtencin de

    beneficios. Otros elementos establecen que la participacin sea una condicin

    necesaria. Primero, por un principio de tica democrtica: los pueblos han de ser

    dueos de su futuro. Entre otras cosas, han de tener el derecho a decir no a cualquier

    propuesta que se les quiera imponer. Pero tambin por razones ms pragmticas:

    porque la viabilidad del proyecto se reduce enormemente cuando la poblacin local no

    se ha apropiado de l desde su diseo.

    Pero en el caso del turismo, actividad generalmente desconocida para la poblacin

    local, la participacin en la toma de decisiones es muchas veces poco ms que un

    proceso formal. Se convierte en un ritual vaco de contenido. En una poblacin sin

    experiencia alguna en turismo (que nunca o prcticamente nunca ha recibido forneos,

    y tampoco ha sido usuario de servicios tursticos), su capacidad de tomar decisiones

    adecuadas a sus intereses sobre un mbito tan complejo es prcticamente nula. En

    estas circunstancias, es difcil que sean considerados los reales costes de la actividad y

    de sus posibles consecuencias no deseadas. Por el contrario, fcilmente en la decisin

    primarn discursos que, como un mantra, el sector repite una y otra vez (el turismo

    9 Igualmente, este desconocimiento le impide sorprenderse, por ejemplo, de que la poblacin que, generacin tras generacin haba gestionado el territorio manteniendo la biodiversidad y el ecosistema al punto de obtener la categora de Reserva de la Bioesfera, de repente se convirta en un factor de riesgo ecolgico. Y esto le impide poner en duda la primera fase del proyecto: la eliminacin de las actividades campesinas tradicionales en la Reserva. Por otra parte, las controvertidas conclusiones del autor no pueden por ms que generar serias dudas, teniendo en cuenta el complicado contexto poltico en el que se encuentra el Tibet chino y su poblacin, y que en el texto ni se menciona.

  • 7

    como va rpida y fcil al desarrollo) y que coinciden con los deseos de la poblacin.

    Puede suceder, como explica Jim Butcher en otro trabajo igualmente controvertido10,

    que aunque se sigan las pautas recomendadas en cualquier manual de ecoturismo o de

    cooperacin al desarrollo sobre participacin de la poblacin beneficiaria, finalmente

    se impongan los planteamientos de la organizacin financiadora (gubernamental o no),

    al punto que el discurso del empoderamiento de la comunidad puede servir para

    legitimar el desequilibrio del poder entre la poblacin local y este organismo externo.

    Se puede aducir que es trabajo de los tcnicos del programa formar y explicar a la

    poblacin local las caractersticas, potencialidades y riesgos de la nueva actividad. Pero

    se trata de una actividad tan compleja (conocimiento del funcionamiento de la cadena

    de valor, costo de formacin, uso de recursos naturales, dedicacin en tiempo de

    trabajo, estacionalidad de la nueva actividad y encaje con los ciclos laborales

    tradicionales,), que esa formacin siempre ser escasa. Y adems, exclusivamente

    terica. Por mucho tiempo que se invierta en este proceso de formacin, difcilmente

    la poblacin local podr tener los elementos suficientes como para tomar decisiones

    fundamentadas, coherentes con sus intereses y expectativas.

    Esto no pasa cuando se plantea una intervencin sobre una actividad tradicional. En

    este caso, el conocimiento de la poblacin local es muy elevado. Aun cuando la

    actividad agraria pueda estar en crisis resultado de polticas macroeconmicas

    (aceptacin del dumping, apertura de mercado en condiciones desventajosas, control de

    precios a la baja,) y se planteen intervenciones en este sector novedosas

    (participacin en nuevos mercados como el del comercio justo o el de productos

    biolgicos, transformacin de alimentos, etc.) o con un fuerte impacto en la capacidad

    productiva (sistemas de regado, etc.), la poblacin campesina tiene un conocimiento

    de esta actividad (produccin, transformacin y comercializacin), transmitida de

    generacin en generacin y asumida desde el nacimiento, que les permite participar en

    la toma de decisiones con cierta seguridad.

    Por muy participativo y democrtico que se plantee el proceso de decisin en relacin

    al TRC dentro de la comunidad, si sta no tiene una experiencia profunda al respecto,

    o esta experiencia slo lo tiene una determinada parte de la poblacin, el

    10 Butcher, J. (2007) Ecotourism, NGOS and Development. Abingdon: Routledge.

  • 8

    desconocimiento del sector hace que la poblacin viva en una situacin de extrema

    indefensin. En estas condiciones el proceso no puede ser realmente democrtico ni

    participativo.

    En pocas palabras: la escasa VST en el que se plantea una intervencin en TRC hace

    que la capacidad real en el proceso de toma de decisiones de la poblacin autctona se

    reduzca notablemente. En realidad, no se puede hablar de participacin cuando los

    niveles de desconocimiento del nuevo sector (cmo funciona la cadena de valor, cmo

    se gestiona la nueva actividad,) y de sus consecuencias (la real dedicacin que

    supondr, el uso de los recursos que requiere para su funcionamiento,) son tan

    elevados. Y en la mayora de los casos, ste es el contexto en el que se plantean las

    intervenciones en TRC.

    Generalmente se pretende enfrentar este problema sealando que una intervencin en

    TRC siempre ha de venir precedido de acciones de divulgacin a la poblacin sobre la

    nueva actividad, as como de procesos de formacin y capacitacin. Pero estamos

    hablando de una actividad muy compleja que difcilmente se puede asumir y

    aprehender con algunos talleres o reuniones. Y, dada la escasa o nula experiencia en

    este sector de la poblacin local, el acercamiento siempre les ser excesivamente terico

    y abstracto. Imposible, en estas circunstancias, que la poblacin local pueda asumir lo

    que la nueva actividad comporta. Y por lo tanto, tomar decisiones, equivocadas o

    acertadas, pero con pleno conocimiento, como si sucede cuando la intervencin es

    sobre un sector tradicional que forma parte de la VST.

    Aumento de la diferenciacin campesina e incremento de la conflictividad

    El desconocimiento de los riesgos de una nueva actividad no tradicional como es el

    turismo puede suponer cambios en la estructura socioeconmica de la comunidad no

    previstos y no necesariamente deseados. Un caso concreto nos puede ayudar a explicar

    este fenmeno.

  • 9

    El caso es el de la isla Amantan, la ms grande y poblada que Per tiene en el Lago

    Titicaca11. Sus habitantes, quechuas, son tradicionalmente campesinos minifundistas,

    si bien en las ltimas generaciones han ido diversificando sus fuentes de ingresos como

    una estrategia para enfrentar la crisis secular de la agricultura.

    En este esfuerzo por buscar nuevas fuentes de ingresos, y aprovechando que el Titicaca

    es un atractivo de obligada visita para los toures que recorren el Sur del Per y el Este

    de Bolivia, a finales de la dcada de 1970 los amantaneos se plantearon el desarrollo

    de la actividad turstica a instancias de un organismo gubernamental que buscaba

    fomentar esta industria en el pas y, en distintas fases, con el apoyo puntual de la

    cooperacin internacional. Considerando que este nuevo recurso tena que favorecer a

    toda la comunidad, se estableci un sistema de turnos entre las familias que desearan

    alojar visitantes. Estas familias, previamente, tuvieron que acondicionar una de sus

    habitaciones a los requisitos exigidos por el Estado y pagar un impuesto. El dispendio

    que ello supona hizo que la mayora de los grupos domsticos desistiesen y se

    conformasen con otros beneficios que se iban a gestionar de manera comunitaria,

    como la venta de artesanas. Pero un nmero importante de familias hizo la inversin

    y, con el permiso de alojamiento en la mano, se incluyeron en el sistema de turnos.

    La poblacin amantanea tena fuertes expectativas en el turismo, pero pronto

    descubri sus limitaciones. Por un lado, a una insuficiente promocin de la oferta se

    sumaba la exitosa competencia de la vecina isla de Taquile, que haba iniciado el

    desarrollo turstico con anterioridad y que es ms accesible, al encontrarse ms cerca

    de la ciudad de Puno desde donde salen los toures por el Lago. Por otro, el conflicto

    armado entre el ejrcito y las guerrillas de Sendero Luminoso y el MRTA hundi en

    una fuerte crisis al sector turstico peruano desde principios de la dcada de 1980 hasta

    mediados de la siguiente. Los pocos viajeros que en estas condiciones llegaban a

    Amantan, sumado a su relativamente elevado nmero de habitantes, hizo fracasar el

    sistema de turnos. Un determinado sector social, los lancheros, se hicieron con el

    control de ese escaso turismo, gracias a que eran tambin ellos los que controlaban el

    transporte entre la ciudad de Puno y la isla; ellos traan a los turistas y los alojaban en

    sus hogares o en la de allegados. El resto de la poblacin qued, as, excluida del

    principal beneficio que generaba el turismo.

    11 El caso amantaneo lo hemos estudiado en profundidad en Gascn, J. (2005) Gringos como en sueos: Diferenciacin y conflicto campesino en los Andes Peruanos ante el desarrollo del turismo. Lima: IEP.

  • 10

    Adems de convertirse en el factor central de los conflictos comunitarios, el

    monopolio del nuevo recurso por parte de un pequeo sector de la poblacin y la

    desigual distribucin de sus beneficios acab siendo el eje alrededor del cual se

    estructur las diferencias socioeconmicas entre las familias amantaneas. Otras

    actividades, como la agropecuaria o la emigracin temporal, tenan un papel

    econmico ms importante en la economa general de la isla, pero la distribucin de

    estos recursos era ms homognea. En esta situacin, que un pequeo grupo obtuviera

    unos ingresos extras les permiti consolidarse como el grupo social mejor situado

    econmicamente.

    Adems este grupo acab controlando algunos de las principales cargos polticos de la

    comunidad, como el de la Gobernacin, gracias a que se trataba de un cargo costoso

    para quien lo asuma y, por tanto, slo accesible a los sectores econmicamente

    predominantes. Su control tambin fue posible gracias al sistema de eleccin de

    nuevos gobernadores, en el que el papel del gobernador saliente era esencial y que,

    obviamente, actuaba a favor de su grupo moviendo bazas para que su sucesor fuera

    tambin un lanchero.

    El ejemplo de Amantan pone en evidencia como el desconocimiento absoluto de la

    actividad hizo que la poblacin tuviera que confiar a ciegas en la percepcin y

    propuestas de agentes forneos (organismos gubernamentales y no gubernamentales).

    En una propuesta de intervencin en el sector agropecuario la poblacin habra sabido,

    o al menos podra haber percibido, cual es la capacidad real de comercializacin como

    resultado de ese bagaje de conocimiento aprendidos, aprehendidos y transmitidos

    generacin tras generacin. Sin embargo, en el caso de una intervencin en un sector

    totalmente desconocido hace que las decisiones adoptadas sean las que son propuestas

    por actores forneos, o que se tomen sin un conocimiento real de las potencialidades y

    lmites de la nueva actividad.

    Por ejemplo los amantaneos, como campesinos, conocan los factores que actan en

    la fluctuacin de los precios en el mercado de los productos agrarios (cantidad de

    produccin cosechada, periodo en que se vende el producto, calidad del producto,

    competencia de posibles importaciones,..) y podan plantear estrategias adecuadas a

    sus posibilidades y en base a esos factores contextuales. Sin embargo, difcilmente

  • 11

    podan tener idea de cmo funcionaba el mercado turstico (competencia de otras

    propuestas tursticas similares, dependencia de tour-operadores intermediarios,

    existencia o no de circuitos tursticos cercanos, tendencia a la crisis en periodos de

    desestabilizacin poltica, flujos tursticos del pas,), y creyeron que no habra

    problema a la hora de conseguir atraer visitantes en la cantidad necesaria para cubrir

    las expectativas creadas y las inversiones realizadas.

    Ms all de la frustracin y prdida econmica que buena parte de la poblacin sufri

    por esta situacin, el proceso increment la diferenciacin campesina. Se puede

    plantear que el aumento de los ingresos de una parte de la poblacin no tiene porqu

    redundar en un empeoramiento de las condiciones de vida del resto, si ese incremento

    se basa en el surgimiento de un nuevo recurso y no en la enajenacin y acaparamiento

    de recursos ya existentes. Pero esto no es as. El aumento de la diferenciacin

    socioeconmica comporta una redestribucin del poder a favor del sector beneficiado,

    por lo que el sector no beneficiado pierde capacidad en los procesos de tomas de

    decisiones que, a la corta o a la larga, tambin le supone prdida de su nivel de vida. Ya

    hemos visto que en el caso amantaneo los lancheros, el grupo que obtena ms

    beneficios del turismo, monopoliz el principal cargo poltico de la isla: la

    gobernacin. Durante aos, la mayor parte de los recursos que controlaba esta

    institucin se dedicaron a favorecer sus intereses de grupo: reparacin y

    mantenimiento de los muelles, campaas de difusin, refaccin de las infraestructuras

    tursticas, establecimiento de fiestas destinadas a la promocin de la isla, etc.

    Esta situacin favoreci el aumento de la conflictividad dentro de la comunidad, que se

    transmiti a su paisaje poltico. En las elecciones municipales del 2002 se llegaron a

    presentar, para un distrito con 2500 electores, 12 candidaturas, y la vencedora no

    alcanz ni el 20% de los votos emitidos. Adems, los alcaldes elegidos suelen ser

    revocados con asiduidad. Finalmente Amantan ha acabado convirtindose en un caso

    paradigmtico de conflictividad poltica local en el Per12.

    12 Remy, M.I. (2003) Autoridad, gobierno y ciudadana: Sociedades rurales en democracia. Ponencia de balance, en Eguren, F. & M.I. Remy. & P. Oliart (eds.) Per: El problema agrario en debate - SEPIA X. Lima: Sepia. Pp. 237-276; Remy, M.I. (2005) Los mltiples campos de la participacin ciudadana en el Per. Lima, IEP.

  • 12

    La tendencia al aumento de la diferenciacin campesina y a la conflictividad como

    resultado de propuestas de desarrollo no es exclusividad del turismo13. Pero si parece

    que el riesgo es mayor cuando la intervencin se hace a partir de un sector no

    tradicional; es decir, sobre el que no hay VST. El desconocimiento de sus

    caractersticas impide que la poblacin pueda participar con pleno conocimiento de

    causa en su diseo y en su gestin. A ello hay que sumar la inexistencia de mecanismos

    tradicionales para encauzar la conflictividad que genera la nueva actividad, y que en

    cambio suelen existir en los sectores tradicionales. En el caso amantaneo, por

    ejemplo, existen normas consuetudinarias transmitidas de generacin a generacin y

    conocidas y asumidas por toda la poblacin para el uso de los recursos comunitarios

    como el pasto o la pesca14, pero no as para el manejo del turismo.

    Reestructuracin del trabajo y del tiempo

    Existe una concepcin sobre el trabajo campesino segn la cual, a lo largo del ao, hay

    momentos de mayor y de menor intensidad laboral. Se trata de una conjetura errnea

    que se fija slo en lo que podramos denominar ciclo agrario de trabajos necesarios a

    corto plazo formada casi exclusivamente por las labores de preparacin del suelo para

    la siembra, la siembra y la cosecha. Sin embargo, este ciclo se complementa con otros

    que podramos llamar de trabajos necesarios a medio plazo, que suelen realizarse en

    los periodos de post-siembra y post-cosecha, y que aunque puntualmente se pueden

    diferir en el tiempo, son igualmente importantes para el mantenimiento del ecosistema

    agrario y el funcionamiento del proceso productivo: refaccin y construccin de

    infraestructuras agrarias (acequias, terrazas, caminos, etc.), reparacin de

    herramientas, refaccin del hogar, limpieza del bosque, etc. Adems, la afirmacin de

    que el trabajo campesino pasa por periodos de desigual intensidad es una afirmacin

    ciega al gnero, ya que no considera el rol de la mujer campesina, cuyo ciclo laboral

    suele ser mucho ms uniforme: cuidado del hogar, atencin del ganado, obtencin de

    lea y agua, etc.

    13 Prez Berenguer, E. & J. Gascn (1997) El impacto del turismo y de los proyectos de desarrollo de ONGs en la estructura social y econmica de dos comunidades andinas, Agricultura y Sociedad, 84: 225-252. 14 Gascn, J. (1996) La polmica sobre la Tragedia de los Comunes: Un caso andino, Debate Agrario, 25: 21-35

  • 13

    Esta concepcin lleva a afirmaciones tan llamativas como la siguiente, reproducida de

    un manual de ecoturismo escrito por un investigador mexicano de reconocido

    prestigio:

    Es bien sabido que, debido a los ciclos agrcolas, hay periodos ociosos para los

    campesinos. Se pueden aprovechar dichos periodos ociosos para que durante

    ellos los habitantes del campo se dediquen primordialmente a actividades

    ecotursticas, evitando la necesidad de la migracin estacional o permanente en

    la ciudad15

    Valga sealar que en todos los aos que llevo trabajando e investigando el mundo

    rural, nunca he visto a un campesino, y menos a una campesina, disfrutando de

    periodos ociosos. Si les he visto enfrascados en ciclos laborales diferentes, pero jams

    desatendindose del trabajo ni por espacios breves de tiempo.

    El surgimiento de una actividad no tradicional como el turismo en el mundo

    campesino, por tanto, ha de encajarse en un ciclo laboral pre-existente generalmente

    saturado. Y esto no deja de ser complicado. Nos fijaremos en dos consecuencias no

    deseadas que pueden surgir resultado de esta situacin.

    La primera hace referencia a la consecuencia en el ecosistema agrario de un nuevo ciclo

    laboral que se sobrepone a los tradicionales. Los ecosistemas agrarios campesinos son

    ecosistemas equilibrados, pero artificiales. Requieren la participacin del ser humano

    para su mantenimiento. La reduccin de la cantidad de trabajo invertido en el

    ecosistema como resultado del surgimiento de otras actividades no tradicionales puede

    tener en l consecuencias negativas y provocar una reduccin de su capacidad

    productiva. Esto se ha puesto en evidencia con la necesidad del campesino de emigrar

    temporalmente para equilibrar su economa domstica, fenmeno muy generalizado

    en las sociedades rurales de los pases del Sur desde mediados del siglo XX.

    En otras palabras: la asuncin de trabajo no tradicional por parte del campesino

    muchas veces no es una estrategia acertada ante una oferta existente, sino que es

    resultado de una necesidad apremiante de obtener ingresos extras en un contexto

    15 Ceballos-Lascurin, H. (1998) Ecoturismo: Naturaleza y desarrollo sostenible. Mxico: Diana. Pp. 50. El subrayado es nuestro.

  • 14

    poltico cada vez ms agresivo hacia el mundo agrario y la economa campesina16. Es

    una actividad que, en el corto trmino, puede equilibrar la economa domstica, pero

    que a medio y largo plazo empobrece sus recursos.

    Valga como ejemplo el mundo andino, donde un desarrollo tecnolgico de siglos

    permiti la produccin agraria en espacios de alta montaa y de orografa vertical

    mediante complicados sistemas de andeneras o terrazas agrcolas (pata-pata). Estos

    andenes son estructuras complejas que requieren refacciones ms o menos intensivas

    todos los aos, labor que tradicionalmente se suele hacer en los periodos de post-

    cosecha. La reduccin del trabajo invertido en esta labor como resultado de la

    emigracin temporal ha hecho que la mayor parte de los andenes que existan a pleno

    rendimiento hace cinco o seis dcadas en Ecuador, Per o Bolivia hoy estn

    derrumbados e irremediablemente perdidos17. Tambin en el mundo andino, la

    emigracin temporal de los hombres obliga a las mujeres a asumir su trabajo, por lo

    que stas han de reducir el tiempo invertido en las tareas tradicionalmente asociadas a

    su condicin de gnero segn la divisin sexuada del trabajo existente. Una de ellas es

    el cuidado del ganado. La disminucin del tiempo destinado a esta actividad lleva a la

    mujer a no desplazar al ganado por toda la zona de pasto disponible, sino a intensificar

    el uso de los pastizales ms cercanos al casero. Pero el ganado, cuando no encuentra

    hoja, devora el tallo, y cuando ste se le acaba, escarba hasta llegar a la raz. Este

    escarbe, sumado a la accin de la lluvia y el viento, favorece la erosin de los suelos. Y a

    la vez los pastos ms alejados, ahora infrautilizados, se pierden como resultado del

    abandono. Igualmente, tarea tradicionalmente asumida por la mujer en muchas

    sociedades rurales es la limpieza de los bosques a travs de la actividad de recogida de

    16 Entre otras poltica, la consideracin de que el desarrollo y la modernizacin pasa por la disminucin del papel de sector primario en la economa nacional, el convencimiento de que la agroindustria y su tecnologa, heredera de la Revolucin Verde, es ms eficiente que el sistema de produccin campesino, o la aceptacin de reglas de comercio internacional impuestas por los pases centrales que facilitan la exportacin de sus excedentes agropecuarios en detrimento de la produccin autctona, han llevado a una progresiva y cada vez ms acentuada crisis del sector campesino de los pases del Sur desde mediados del siglo XX. 17 Gonzales de Olarte, E. & C. Trivelli (1999) Andenes y desarrollo sustentable. Lima: IEP & Consorcium para el Desarrollo de la Ecoregin Andina; Herv, D. & J. Barrio & C. Gianella (sf) Implicaciones del deterioro y abandono de las terrazas agrcolas para su rehabilitacin. Cuenca alta del ro Caete (http://res.uniandes.edu.co/_load/aherrer1/data/herve_etal_rehabilitacion_terrazas_canyete.pdf).

  • 15

    lea. En un proceso similar, la mujer tender a sobreexplotar los recursos boscosos

    ms cercanos al hogar y a abandonar, con el consiguiente aumento del riesgo de

    incendios, los ms distantes18.

    Aunque no hay an investigaciones que estudien la relacin de la reestructuracin de

    tareas domsticas a las que lleva el turismo, es lgico pensar que esta nueva actividad

    genere procesos similares al descrito sobre la emigracin temporal, ya que stos se

    deben a la diversificacin y al aumento del trabajo domstico, sea cual sea su causa

    (emigracin, tareas relacionadas con el turismo, u otros).

    La otra consecuencia no deseada se refiere a la necesaria reestructuracin de los

    tiempos laborales dentro del grupo domstico que comporta la introduccin de una

    nueva actividad. El principal problema es que esta reestructuracin raramente se

    establecer buscando un equilibrio de esfuerzos. En realidad este tipo de

    reestructuraciones se establecen a partir de las relaciones de poder desiguales que

    existen dentro del grupo domstico y que se basan en factores de gnero y de edad. En

    otras palabras, el surgimiento de una nueva actividad no slo no supone un aumento

    de la cantidad de trabajo del grupo domstico, sino que lo ms posible es que la mayor

    parte de ese trabajo extra recaiga en los individuos del grupo que menos capacidad

    tienen de influir en el proceso de toma de decisiones: las mujeres. Un estudio realizado

    en la costa coruesa (Galicia), donde el turismo rural se ha desarrollado desde los 90,

    descubra que si bien esta actividad proporciona ingresos complementarios a la unidad

    familiar, refuerza el papel tradicional de la mujer al asignarla tareas que se identifican

    con las labores del ama de casa, le carga con un mayor volumen de trabajo debido a

    que en temporada alta se acumulan sus tareas en distintos mbitos laborales y se alarga

    su jornada laboral, y resultado de ello, disminuye el tiempo que puede dedicar al ocio y

    a mantener sus relaciones sociales19. Sin embargo, en la asignacin de los beneficios

    familiares obtenidos por la nueva actividad tendern a primar los intereses, los

    proyectos o las percepciones del cabeza de familia.

    18Collins, J.L. (1988) Unseasonal Migrations: the Effects of Labour Scarcity in Peru. Princenton: Princenton University Press. 19 Sparrer, M. (2003) Gnero y turismo rural: el ejemplo de la costa coruesa, Cuadernos de Turismo, 11).

  • 16

    En resumidas cuentas, la introduccin de ciclos laborales que no forman parte de la

    VST, como es el caso del turismo, comporta necesariamente reajustes en el uso del

    trabajo disponible con consecuencias no siempre deseables, riesgo que hay que

    considerar.

    Conclusiones

    La complejidad de la cooperacin al desarrollo ha obligado a la especializacin de sus

    agentes (profesionales e instituciones) para poder alcanzar mejores niveles de calidad.

    Y aunque esto es til y necesario, tambin puede llevar a lo que Luciano Carrino

    denomina sectorialismo20: la falsa consideracin de que el propio mbito de

    actuacin es el principio y el fin de todas las cosas, el eje alrededor del cual ha de girar

    todo.

    Considerando que el objetivo ltimo de la cooperacin internacional es la de enfrentar

    la pobreza en los denominados pases del Sur, y que los fondos globales de Ayuda al

    Desarrollo, tanto oficiales como privados, son siempre limitados, est claro que esta

    actividad se ve en la tesitura de aplicar recursos escasos a objetivos mltiples. Ante esta

    realidad, los agentes de cooperacin se tendran que plantear como pregunta previa a la

    identificacin de un posible proyecto cul es el sector ms indicado para intervenir. Sin

    embargo esto no siempre es as como resultado de esa anormalidad citada, el

    sectorialismo. Para muchos agentes especializados, plantear propuestas de cooperacin

    en turismo se ha convertido en una mxima que no se pone en duda. Para ellos, la

    primera pregunta no es sobre qu sector actuar, porque ya se da por hecho que el

    sector ha de ser el turstico. Directamente se estudia la viabilidad de la propuesta o el

    diseo ms eficiente del proyecto. Sin embargo, incluso cuando pueda ser factible la

    introduccin de una actividad turstica en determinada comunidad, tal vez sera ms

    adecuado y menos arriesgado destinar los recursos con los que se cuentan en sectores

    que forman parte de la VST. Y es que no es suficiente un proyecto bien armado y

    20Carrino, L. (2009) Perlas y piratas: Crtica de la cooperacin para el desarrollo y nuevo multilateralismo. Barcelona: Icaria.

  • 17

    cierta seguridad en la viabilidad posterior de la accin para llevar adelante un proyecto,

    sino tambin haber estudiado las opciones posibles para elegir la alternativa ms

    adecuada21.

    Vale la pena aadir que el desconocimiento e inexperiencia en la nueva actividad por

    parte de la poblacin local no est suficientemente bien estimada a la hora de

    considerar la oportunidad de un proyecto turstico. Es normal ver que las actividades

    de formacin y capacitacin en los proyectos de cooperacin turstica tienen un peso

    similar en proyectos que intervienen sectores tradicionales como el agropecuario, sobre

    el que la poblacin tiene profundos conocimientos transmitidos de generacin en

    generacin y asumidos desde la niez. Y lo lgico sera que fueran notablemente ms

    intensas. El resultado es que en muchas ocasiones se generan situaciones de

    dependencia: no es extrao ver como la organizacin externa se ve en la necesidad de

    apoyar la nueva actividad actuando de touroperador, ya que la poblacin local es

    incapaz de hacer esta tarea dado su absoluto desconocimiento del sistema de

    comercializacin y de acceso a los mercados.

    Como ejemplo de esta afirmacin, volvamos de nuevo al lago Titicaca, pero ahora a

    Taquile, la isla vecina a la mencionada Amantan. Durante la dcada de los 80 y los

    90 Taquile fue un ejemplo de buena prctica (por utilizar un concepto recurrente en

    el sector de la cooperacin) de turismo autogestionado, al punto que los taquileos

    acabaron convirtindose en uno de los pocos ejemplos de burguesa indgena en el

    mundo andino22. Sin embargo, las cosas parecen estar cambiando en la ltima dcada.

    Elayne Zorn, la investigadora que ms tiempo ha dedicado al fenmeno taquileo,

    explica esta situacin en unas recientes publicaciones23. Desde el inicio de la actividad

    se haba dado una situacin de conflictividad, en algunos momentos ms abierta que

    21Por otra parte, la realidad muestra que los estudios de viabilidad en la cooperacin en TRC no se hacen o no se hacen bien. Ernest Caada (2009, Viabilidad econmica del Turismo Comunitario, El Blog de la Red Prensa Rural, http://redprensarural.com) seala que estamos hablando de un mercado limitado, por lo que no es viable promover propuestas de TRC a diestro y siniestro, factor que no parece tener en cuenta buena parte de los agentes especializados en este sector. 22 Healy, K. & E. Zorn (1994) Lake Titicacas Campesino-controlled Tourism, in Kleymeyer, C. (ed.) Cultural Expression and Grassroots Development: Cases from Latin America and the Caribbean. Boulder: Lynne Rienner Publishers. Pp: 135148; Mitchell, R. & D. Reid (2001) Community Integration: Island Tourism in Peru, Annals of Tourism Research, 28 (1): 113139. 23 Zorn, E. (2004) Weaving the Future: Tourism, Cloth and Culture on an Andean Island. Iowa: University of Iowa Press; Zorn, E. & Farthing, L.C. (2007) Communitarian Tourism: Hosts and Mediators in Peru, Annals of Tourism Research, 34 (3): 673689.

  • 18

    en otros, entre los taquileos y touroperadores forneos por el control de la actividad y

    el reparto de los beneficios. Con el tiempo se haba llegado a un equilibrio beneficioso

    para los taquileos, que controlaban la cadena turstica de valor desde la ciudad de

    Puno, punto de partida de los toures que visitan la isla. Y los beneficios se distribuan

    dentro de la isla, sino equitativamente, si con cierto equilibrio. Pero esto se haba

    conseguido gracias al papel jugado por otros agentes forneos (investigadores,

    sacerdotes y miembros de ONG) que haban pasado largos periodos en Taquile. Zorn

    explica que la marcha de estos mediadores supuso un rompimiento, a favor de los

    touroperadores puneos, del equilibrio histricamente conseguido. Y que resultado de

    ello tambin ha entrado en crisis los mecanismos de regulacin comunitaria sobre la

    actividad, lo que ha supuesto un incremento de la concentracin de los beneficios que

    entran en Taquile por el turismo en unos pocos isleos. En resumidas cuentas: tres

    dcadas de inmersin en el turismo de manera exitosa por parte de una comunidad

    fuertemente cohesionada no han sido suficientes para que los taquileos, por si

    mismos y sin ayuda externa, sean capaces de imponer sus intereses frente a agentes

    forneos y de mantener el capital social alcanzado24. Qu se puede esperar, entonces,

    de experiencias incipientes o menos consolidadas en el mbito del TRC?.

    Ya se ha dicho que cualquier intervencin en cooperacin, incluso en lo que hemos

    denominado sectores tradicionales, comporta riesgos y puede generar procesos como

    los explicados. El aumento de la diferenciacin socioeconmica o el escaso control y

    participacin en el proyecto no son fenmenos exclusivos de las intervenciones de

    cooperacin en turismo. Sin embargo, todo indica que estos riesgos son ms elevados

    cuando se trata de mbitos que no forman parte de la VST. As, por ejemplo, el

    desconocimiento del funcionamiento y de las caractersticas de la nueva actividad por

    parte de la poblacin beneficiaria siempre sern ms elevados, y su encaje en los ciclos

    laborales tradicionales, ms difcil. Como afirman Wearing y McDonald basndose en

    los principios foucaultianos sobre el poder y el conocimiento, la incursin del turismo

    24 Se entiende por Capital Social el nivel de colaboracin y cohesin de un colectivo en base a variables como la existencia de normativas y, sobretodo, el funcionamiento en redes sociales. A mayor Capital Social, mayor es el beneficio que se obtiene a nivel individual y ms equitativo es su distribucin. Bourdieu, P. (2000) Las formas de capital: capital econmico, capital cultural y capital social, en Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Escle de Brouwer. Pp. 131-164.

  • 19

    en sociedades campesinas comporta riesgos para los sistemas de conocimiento

    tradicionales al introducir un nuevo lenguaje, el de la gestin de la nueva actividad,

    que supone una manera diferente de entender la realidad y las relaciones sociales25.

    Por otra parte, tampoco querramos dar la sensacin de que planteamos una visin

    estructuralista que huye del cambio y del conflicto. Bien al contrario, consideramos

    que el cambio ha de ser la esencia de la cooperacin, y que el conflicto es un motor que

    puede favorecer este cambio.

    Hay casos en el que el turismo surge con carcter subversivo al punto de romper la

    estructura social existente. Uno especialmente paradigmtico fue estudiado hace ms

    de tres dcadas por Valene L. Smith26. Kotzebue, en Alaska Noroccidental, era una

    ciudad plenamente esquimal, pero en el que se evidenciaba una fragmentacin social

    entre sus habitantes originarios, que profesaban una lnea del puritanismo que

    reclamaba la abstencin de tomar alcohol, fumar o danzar, y esquimales emigrantes

    que se diferenciaban de los primeros tanto por su peor situacin socio-econmica

    como por ser episcopalianos, creencia que les permita conservar sus costumbres y

    tradiciones. En la dcada de 1940 empezaron a llegar pequeos contingentes de

    turistas fascinados por el paisaje y una cultura extica. Durante su estancia, el principal

    atractivo que se les ofreca era un espectculo de bailes esquimales. Cuando los

    operadores tursticos buscaron danzantes no tuvieron grandes problemas: los nativos

    de Kotzebue no aceptaron, inhibidos por las sanciones que establecan sus preceptos

    religiosos, pero si lo hicieron los emigrantes episcopalianos. El resultado fue que este

    grupo, inicialmente marginado, acab convirtindose en el ncleo de los empresarios

    culturales, y control el negocio en la ciudad durante dcadas.

    Pero ejemplos como el de Kotzebue son ms bien escasos. Si no es gestionado y

    dirigido hacia el cambio social, el conflicto lleva a consolidar las estructuras existentes,

    ya que tiende a favorecer al ms fuerte.

    25 Wearing, S. & M. McDonald (2002) The Development of Community-based Tourism: Re-thinking the Relationship Between Tour Operators and Development Agents as Intermediaries in Rural and Isolated Area Communities, Journal of Sustainable Tourism, 10 (3): 191-206. 26 Smith, V. L. (1989) Eskimo Tourism: Micro-Models and Marginal Men, en Smith, V.L. (ed.) Host and Guest: The Anthropology of Tourism. Philadelphia: University of Pennsylvania Press. 2 edicin (orig. 1977). Pp.: 55-82.

  • 20

    Con todo esto no queremos afirmar que no sea nunca acertado y oportuno apoyar

    propuestas de TRC con fondos de la cooperacin. Pero s parece lgico priorizar

    intervenciones en sectores que forman parte de la VST en detrimento de las que

    promueven la introduccin de sectores nuevos sobre el que la poblacin local tiene

    escasa o nula formacin e informacin. El TRC como instrumento de cooperacin,

    as, aparece como una herramienta de carcter marginal o secundario, aplicable slo en

    determinados casos. Bsicamente cuando el turismo forma parte de la VST (aunque

    son casos concretos, hay zonas rurales donde el turismo tiene un proceso histrico

    largo), o tras un descarte de propuestas con VST cuya aplicacin, por la razn que sea,

    no es apropiada.

    Una nota final a modo de adenda

    El TRC se circunscribe a un tipo de cooperacin que podramos denominar de

    atenuacin27. Es decir, un tipo de cooperacin que no se plantea un cambio de las

    estructuras de poder y de las relaciones econmicas; esas estructuras que son, en

    ltima instancia, las causantes de la pobreza rural. Es una cooperacin que busca

    mitigar las malas condiciones en que vive la poblacin escudriando las opciones que

    los resquicios del sistema ofrece, generalmente espacios que el mercado de gran capital

    no tiene del todo controlado como puede ser el mercado de comercio justo, o por los

    que no muestra especial inters (mercados marginales). En la dcada de los 90 este

    tipo de cooperacin productivista poda tener su razn de ser, ya que la cooperacin

    era un espacio de resistencia en medio del ocano neoliberal imperante. Pero hoy en

    da el panorama ha cambiado. En Amrica Latina28 se estn dando un encuentro entre

    movimientos sociales campesinos e indgenas cada vez ms fortalecidos y con agenda

    propia (la Soberana Alimentaria) y unos nuevos gobiernos de carcter nacionalista

    que, cuanto menos, estn incluyendo parcialmente esta agenda en la suya. Son

    gobiernos sobre los que esos movimientos sociales tienen influencia. En otras palabras:

    el campesinado y la poblacin indgena se han convertido en actores polticos con

    capacidad de incidencia.

    27 Precisamente el verbo atenuar es el que utiliza la Organizacin Mundial del Turismo para definir su cooperacin al desarrollo. OMT (2003) Turismo y atenuacin de la pobreza. Madrid: OMT. 28 Pero no slo aqu: tambin en Asa o frica, como demuestra los casos de Nepal o Mali.

  • 21

    Para la cooperacin transformadora es la hora de plantear acciones ms polticas

    dirigidas a dar apoyo a la capacidad de incidencia a nivel legislativo de estos sectores,

    porque es en estos espacios donde realmente se pueden enfrentar las causas primeras y

    ltimas de la pobreza. Y destinar menos esfuerzos a las tradicionales acciones de

    carcter productivista que a lo sumo slo pueden aspirar a aliviar algunos sntomas

    provocados por la pobreza, y en espacios muy delimitados territorialmente.

    En el nuevo escenario, las intervenciones que en los 80 y 90 se denominaba de

    desarrollo, hoy pueden estar acercndose ms a lo que, en tono despectivo, el sector

    de la cooperacin suele calificar como asistencialismo. En el nuevo contexto histrico

    que viven regiones como la latinoamericana, los proyectos ya no se libran de esta

    definicin slo por plantear propuestas viables econmicamente una vez finalizada la

    ayuda externa, sino por enfrentar las races de los problemas. Y es que ahora, a

    diferencia de hace unos aos, se dan las condiciones para una cooperacin ms poltica

    dirigida a ello.

    Por esto, y con el riesgo que supone hacer generalizaciones (y es que hay propuestas de

    TRC y de redes de TRC que apoyan o forman parte de procesos de lucha por los

    derechos campesinos) es bien cierto que los tradicionales proyectos de TRC tienen el

    riesgo de sufrir, hoy por hoy, la peyorativa denominacin de asistencialistas.