Literatura fantástica
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Literatura fantástica:
El término literatura fantástica es enormemente confuso debido a la divergencia de
criterios respecto a su aplicación. Popularmente, se conoce como literatura fantástica
cualquier relato en que participan fenómenos sobrenaturales y extraordinarios, como la
magia o la intervención de criaturas inexistentes. Esta definición resulta
ineficaz, debido a que los elementos sobrenaturales están presentes en todos los relatos
mitológicos y religiosos y su
presencia tiene, en consecuencia, un carácter muy distinto del que posee en la civilización
actual.
En la ya clásica Introducción a la literatura fantástica, Tzvetan Todorov definió lo
fantástico como un momento de
duda de un personaje de ficción y del lector implícito de un texto, compartido
empáticamente. Los límites de la
ficción fantástica estarían marcados, entonces, por el amplio espacio de lo maravilloso, en
donde se descarta el
funcionamiento racional del mundo, y lo "extraño" o el "fantástico explicado", en el que los
elementos perturbadores
son reducidos a meros eventos infrecuentes pero explicables. Contra la definición amplia de
lo fantástico, esta
definición presenta la debilidad de ser demasiado restrictiva. Se han propuesto diferentes
reformulaciones teóricas
que intentan rescatar el núcleo de esta definición con diversas salvedades.[1]
Otra definición posible con criterios históricos sostiene que la literatura fantástica se define
en el seno de una cultura
laica, que no atribuye un origen divino y por tanto sobrenatural a los fenómenos conocidos,
sino que persigue una
explicación racional y científica. En esta situación, el relato fantástico introduce un
elemento sobrenatural,
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discordante con el orden natural, que produce inquietud en el lector. El elemento
sobrenatural no sólo sorprende y
atemoriza por ser desconocido, sino que abre una fisura en todo el sistema epistemológico
de su mundo, susceptible
de dar cabida a toda clase de sucesos insólitos y monstruosos.
Segund Adolfo Bioy Casares, en el prologo a la antología de la literatura fantástica, de
Jorge Luis Borges, las ficciones fantásticas son tan remotas como lo es el miedo. Cree que
quizás los primero especialistas en este genero fueron los chinos pero que en Europa y
America la literatura fantástica aparece en el siglo XIX. Sin embargo afirma que hay
precursores en otras épocas como por ejemplo Quevedo en el siglo XVII y Hoffmann en el
siglo XIX.
Paul Verdevoye plantea en su trabajo “Origenes y trayectoria de la literatura fantástica en el
Rio de la Plata a principios del siglo XX”, que en la época en que se publican alguna obras
del cuentista y novelista alemán Hoffmann fue la época en que aparece el cuento fantástico
en el Rio de la Plata. Sostiene que la primera mención que se hace de “cuento fantástico” es
en 1833, en el diario Gaceta Mercantil. También existieron otros relatos que sin clasificarse
como cuentos literarios pertenecen a este genero. Además en los periódicos se publican otro
tipos de textos relacionados con la literatura fantástica como las leyendas o relatos
tradicionales.
Es en el periódico la Gaceta Mercantil que la prensa nos ofrece una serie de elementos a
tener en cuenta, como por ejemplo sueño-pesadilla, muerte violenta, magia negra, episodios
históricos con hechos extraños y misteriosos, que hacen a la literatura fantástica y que con
el tiempo se iran acentuando en este genero. El espiritismo quizás sea la influencia mas
destacada en la literatura de la época en la producción de estas obras como una tematica
constante, tematica que seguirá influenciando las producciones venideras de varios autores.
Verdevoye destaca una idea de la profesora argentina Rosalva Campra acerca de la
naturaleza de la literatura fantástica, que es que la esencia de este genero es la idea de
“transgrecion” entendiéndose esta como un “trastorno del oren natural de las cosas”. Este
seria el concepto que atraviesa toda la literatura fantástica hasta nuestros días.
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Lo fantástico no solo se restringe a la tematica que abordan las obras sino también a un uso
especial del lenguaje. En la escritura se destaca el uso de adjetivos que sumergen al lector
en una atmosfera alejada de lo cotidiano, rodeada de misterio y sucesos extraños. De la
misma manera que la presencia de un narrador testigo, en primera persona como para
reforzar la idea de verdad en el relato (verosimilitud)
Bioy Casares clasifica los cuentos fantásticos de tres formas:
1. Los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural.
2. Los que tienen explicación fantástica pero no sobrenatural.
3. Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho sobrenatural, pero
insinúan, también la posibilidad de una explicación natural.
Según Pedro Luis Barcia un segundo criterio de distinción es el tematico; pero esto no es
posible porque los temas son indefinidos, su tratamiento es el que los caracteriza. Un tercer
criterio habla de motivos fantásticos y no fantásticos, pero también es erróneo por
asimilarse a la clasificación por temas. Otro criterio sostiene que es fantástico el cuento que
produce tal efecto determinado, bien sea solo en el personaje del cuento o como en éste y
en el lector simultáneamente. Los efectos básicos que suelen mencionarse son dos: El
miedo, o el terror y la perplejidad o incertidumbre. Por esto podemos decir que no hay ni
temas ni motivos fantásticos, lo que hay son situaciones fantásticas en que esos temas se
encarnan o esos motivos juegan; y esas situaciones son las que producen perplejidad o
miedo al protagonista o lector.
En el cuento fantástico supone – pone base- el mundo cotidiano, con sus sabidas e iterativas
leyes y sus realidades previstas. En ese mundo habitual hara su entrada la presencia, en
cualquiera e las formas que elija (visible, invisible, fantasmal, fuerza insolita, etc) esa
entrada puede ser una irrupción violenta, agresiva, o una graduada penetración,
imperceptible en su avance de mancha aceitosa, que sin producir manifiesto escándalo, va
afirmando sus penetración pertubadora. Cualesquiera, de las dos maneras de intromisión,
provocan consternación en el protagonista, al producir la quiebra de una legalidad, ruptura
de un orden, un subversión de niveles, y al timpo, una confrontación de dos ámbitos de
distinta naturaleza. Entre uno y otro ámbito no se da el trazado nítido de una línea de
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frontera; mas bien la relación es una franja de indecisión, una tierra de nadie, sobre las que
crecen o decrecen las fuerzas en juego. Porque lo fantástico pareciera una forma de visión
ambigua (Todorov). La vacilación se suele dar entre dos polos: a) ¿se trata de una ilusión o
una alucinación, de un episodio psicológico producido por el sueño, el cansancio, el
alcohol, las drogas, la locura, el espejismo, la hipnosis, un desequilibrio psicopatológico?, o
bien b) ¿ se trata de una evidente realidad objetiva? Todorov acude con esta propuesta: si el
hecho insolito admite una explicación racional o científica, es una situación extraña; si
admite explicación sobrenatural, es maravillosa y si hay dubitación, es fantástica. La
tripartición es orientadora, pero los casos concretos son más complejos que esta tríada.
La diferencia existente entre fantástico y maravilloso es que, mientras lo fantástico se crea
entre dos planos, el normal y el anormal, lo maravilloso remite permanentemente a un
mundo irreal.
El período de luchas y de divergencias políticas que siguió a la derrota de Rosas llegó a su
término el 21 de setiembre de 1880, cuando un congreso en minoría, reunido en el pueblo
de Belgrano, sancionó una ley que declaraba a la cercana ciudad de Buenos Aires capital de
la República Argentina. Había llegado a su fin un viejo pleito entre porteños y provincianos
y se iniciaba una nueva época en nuestra evolución histórica, con grandes cambios en el
panorama material y cultural. Ese mismo año ocupó la presidencia el joven militar Julio
Argentino Roca que dispuso asentar al país sobre nuevas bases. Desde esa época el
crecimiento de Buenos Aires fue asombroso. En la década comprendida entre 1880 y 1890,
la población de la capital aumentó en un 84 por ciento, mientras que en el resto del país,
sólo creció en un 29 por ciento. La gran ciudad absorbió riquezas y derechos en perjucio de
las provincias y dio origen a un desequilibrio que es visible en la época actual. Las
sucesivas oleadas de inmigrantes se detuvieron en Buenos Aires,mientras que sólo en
escasa proporción esos europeos avanzaron sobre la desolada campaña para poblarla.
El gobierno y los cargos públicos de importancia fueron ocupados por una minoría con
capacidad ejecutiva y mentalidad semejante al antiguo despotismo ilustrado, que se propuso
engrandecer al país sin que el pueblo participara con sus decisiones. De ideología liberal y
progresista, partidaria de la cultura europea, la minoría dirigente emprendió su labor con el
lema de paz y administración para fomentar el desarrollo en todas sus manifestaciones,
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desde la conquista del desierto en poder de los indios y el trazado de vías férreas, hasta la
radicacióndecapitalesextranjeros.
En torno a la epoca de la federalización de Buenos Aires, un grupo de escritores se destaca
en este período de la nación organizada, al lado de las personalidades sobrevivientes de la
proscripción. Casi todos ellos participaron en política por medio de la pluma o en
importantes cargos públicos y otras veces, su actividad literaria fue un mero pasatiempo. Se
los conoce como integrantes de la generación del 80 porque sus principales figuras
alcanzaron la madurez a partir de ese año de profundos cambios, que convirtieron a la "gran
aldea" de Buenos Aires, en una ciudad cosmopolita.
Las obras de Lugones se desarrollan durante el modernismo (1880-1914). En este periodo
se produce una gran renovación en las prácticas literarias y en las corrientes estéticas, cuyo
principal escenario es Buenos Aires, que aceleradamente comienza a introducir los ritmos
de la ciudad moderna. Momento de grandes cambios políticos, culturales y sociales que,
originados en gran medida por las olas inmigratorias, producen un proceso de creciente
urbanización y alfabetización, un desarrollo comercial y administrativo, y varias formas de
democratización que van creando las bases del moderno público masivo. La existencia de
este público, nacido de las campañas de alfabetización, se articula con el surgimiento de la
prensa popular, cuyas primeras manifestaciones son el aumento decisivo de la oferta
periodística y la proliferación de revistas. En esta expansión de la prensa se ubica el
nacimiento de la revista Caras y caretas (1898), dirigida por José Sixto Alvarez (1858-
1903). El modernismo fue, sobretodo, un movimiento de tendencias literarias, con carácter
francamente esteticista. Algunas de las caracterisiticas del modernismo, reflejadas en
Lugones, son: el rechazo a la vulgaridad, el escritor esta por ensima de la realidad cotidiana
y tiene una actitud abierta hacia todo lo nuevo, se toman temas como las mitlogias de grecia
antigua y de oriente y se rechaza al mundo real.
Leopoldo Lugones (n. Villa de María, Córdoba, Argentina, 13 de junio de 1874 - † Tigre, Buenos Aires, Argentina,
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18 de febrero de 1938) fue un poeta, ensayista, periodista y político argentino. Su variada
actuación política lo llevo a pasar primero por el socialismo (fue uno de sus iniciadores) y
luego por el liberalismo, conservadurismo hasta terminar en 1924 en el fascismo .
Como poeta se inicia en 1897 con “Las Montañas del oro”, “Los crepúsculos del Jardin”
(1905), entre otros; y como cuentista escribe “Las fuerzas extrañas” (1906) y “Cuentos
fatales” (1926) que son parte del legado de la literatura fantástica en nuestro país. Dentro de
las obras de Lugones debemos recordar su novela “El ángel de la sombra” de 1926.
Según Pedro Barcia Las fuerzas extrañas consta de dos partes: la primera, constituida por doce cuentos, y la segunda, por un “Ensayo de cosmogonía en diez lecciones”. Las ficciones fueron compuestas entre 1897 —“El milagro de San Wilfrido”, de ese año, es la más antigua— y el año de publicación del volumen, “La fuerza Omega” es de 1906.1
El título hace referencia a un campo semántico vasto y complejo. Lo de fuerzas alude a virtudes, eficacias o potencias que los seres o los objetos reservan en sí y que actualizan o liberan en determinados momentos. El adjetivo extrañas se orienta hacia el ámbito de lo infrecuente, insólito, inexplicable, desconocido, raro, inverosímil, sorprendente, anormal o excepcional. En todas las piezas del libro están presentes, manifiestas por su poder de acción y sus efectos, potencias provocadoras de alteraciones o cambios, que se revelan para sorpresa, admiración, maravilla u horror de los testigos o protagonistas.
También podríamos clasificarlos por temas: 1) Cuentos de ficción científica o de ciencia ficción: “La fuerza Omega”, “La metamúsica”, “Viola acherontia”, “Yzur” y “El psychon”. 2) Cuentos metapsíquicos, parapsicológicos o paranormales: “Un fenómeno inexplicable” y “El origen del diluvio”, y 3) Cuentos legendarios: “El milagro de San Wilfrido” (leyenda cristiana), “La estatua de sal” y “La lluvia de fuego” (leyendas bíblicas), “Los caballos de Abdera” (leyenda mítica griega) y “El escuerzo” (leyenda folklórica).
Si aplicáramos el criterio diferenciador de Todorov estableceríamos que son: extraños, o sea con explicación racional o natural de los hechos, todos los de ficción científica; maravillosos, es decir con explicación sobrenatural, “La lluvia de fuego”, “La estatua de sal”, “El milagro de San Wilfrido” y “Los caballos de Abdera”; y fantásticos, si no se atina a dar explicación valedera, natural o sobrenatural, “El escuerzo”, “Un fenómeno inexplicable” y “El origen del diluvio”.2
1
2 Podría ensayarse la clasificación a partir de las observaciones que Ana María Barrenecea hace a propósito del criterio de Todorov. Véase de la autora citada:
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Se analizarán:
Cinteificios: “Viola Acherontia”, “Yzur” y “El Psichon” Históricos: “Los caballos de Abdera” y “La estatua de sal” Tradicional: “El escuerzo”
"Ensayo de una tipología de la literatura fantástica", en Textos hispanoamericanos. De Sarmiento a Sarduy. Buenos Aires, Monte Avila editores, 1978, pp. 87103.