López Reseña Kocka

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Reseña de Jürgen Kocka, Historia social y conciencia histórica, Marcial Pons, Madrid, 2002. Historia social y conciencia histórica es un libro recientemente editado por Marcial Pons que reúne once artículos escritos por el historiador alemán Jürgen Kocka durante las décadas de los 80’ y 90’. Recopilados por Jesús Millán, quien también produjo una interesante introducción que intenta informarnos sobre las líneas fundamentales de la historiografía alemana (tan poco conocida en nuestro ámbito), estos ensayos ofrecen una excelente muestra de la obra de uno de los referentes de la “historia social crítica”, corriente surgida a fines de los años 60´, a la que también pertenecen historiadores de la talla de Hans Ulrich Wehler, Heinrich Winkler, y Hans y Wolfgang Mommsem, entre otros. Ya en la década de 1950 aparecieron en Alemania los primeros aires renovadores de una historiografía largamente hegemonizada por la tradición historicista y un tipo de análisis centrado en la política y el Estado. Se trataba de la denominada historia estructural, que bajo el auspicio de investigadores como Werner Conze y Theodor Schieder pretendía desarrollar una historia superadora de los relatos que privilegiaban a las personalidades y los acontecimientos políticos; se proponía en cambio una historia integradora que se interesaba por los movimientos supraindividuales y que entablaba un diálogo con las ciencias sociales. Esta tardía y en sus inicios minoritaria aparición de las temáticas y enfoques propios de la historia social en el ámbito alemán terminaría por consolidarse con la aparición de aquella segunda generación de historiadores a la cual pertenece Kocka, teniendo como uno de sus principales centros a la Universidad de Bielefeld, desde donde partieron diversos proyectos de discusión e investigación colectivos que dieron lugar a toda una serie de importantísimos aportes (por ejemplo, la historia conceptual, cuyo principal referente es el recientemente fallecido Reinhart Koselleck). Los ensayos reunidos en esta compilación ofrecen, por un lado, una ajustada síntesis de las variadas temáticas históricas abordadas por Kocka en su trabajo de investigación: el mundo del trabajo, los mecanismos de dominio y legitimación de los empresarios, la burguesía, burocracia y Estado alemanes durante los siglos XIX y XX, la unificación alemana de 1989-90, etc.; por otro, las polémicas teóricas e historiográficas en las que el autor se muestra como un aguerrido defensor de una historia social que, ante distintos frentes de críticas, debe revisarse y ensayar nuevas perspectivas, pero sin perder su foco en las estructuras y los procesos, refinando sus herramientas de análisis, e interesándose por la reflexión teórica y el cruce con las ciencias sociales. Así, Kocka retoma toda una serie de críticas y problemas que las nuevas propuestas historiográficas han lanzado sobre la historia social, pero con el fin de abrir el juego a una reformulación de los enfoques y métodos, y nunca como adhesión a la idea de una crisis terminal que implicaría que se la suplante por otras posibles alternativas. Por otra parte, su apreciación sobre estas nuevas corrientes es muy distinta según el caso: mientras por ejemplo reconoce la necesidad de incorporar toda una serie de problemáticas planteadas por la historia de los géneros a la historia social, rechaza aquellas tendencias historiográficas que abonan los estudios fragmentarios sin conexión con contextos más amplios; también crítica aquellas corrientes que, ya sea enfatizando el ámbito cultural, lo lingüístico, la centralidad de las experiencias

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subjetivas, etc., desconocen la necesidad de arribar a explicaciones globales que tengan en cuenta la multidimensionalidad de lo social, que significa reconocer la importancia de la cultura, los lenguajes y las experiencias, pero incluidos en un todo más amplio y complejo. Así por ejemplo, en uno de los ensayos compilados Kocka realiza un balance del legado de la historia estructural a partir de las críticas realizadas por las investigaciones sobre la vida cotidiana (corriente de peso en los años 80’ en Alemania, destacándose la obra de investigadores como Alf Ludtke, Hans Medick y Lutz Niethammer entre otros). El punto central aquí es la poca relevancia que le cupo a las acciones, motivos, decisiones y experiencias subjetivas en los estudios de historia estructural. Pero aún reconociendo esta falencia, Kocka señala la ingenuidad y poca relevancia de la historia de la cotidianidad, que con una conceptualización pobre, una predilección por los temas minúsculos y una marcada sobrevaloración de las experiencias subjetivas, desconoce toda una serie de causalidades y problemáticas sólo abordables teniendo en cuenta dimensiones macrosociales. Finalmente, en palabras del autor, lo que debería hacer la historia social es “comprender la relación entre las estructuras y los procesos, por una parte, y las acciones y las experiencias, por otra, como una relación de refracción y no congruencia” (p. 82) Especial mención merece uno de los ensayos dedicado a discutir a aquellas posturas que, en contra de las tendencias al análisis histórico en términos estructurales y un acercamiento a enfoques del tipo de la sociología histórica, abogaron por una vuelta a la narración como forma paradigmática del discurso en historia (cabe nombrar aquí el famoso artículo de Lawrence Stone de fines de los años 70’ a favor de un resurgimiento de la narración, idea ampliamente rescatada y debatida durante los 80’. Cabe señalar por otra parte que este trabajo de Kocka es de 1984, en pleno auge de esta polémica). Pero dado que en el contexto alemán la aplicación de métodos cuantitativos fue mucho menos importante que en otros sitios, y que tampoco la historia estructural alemana dejó de interesarse por los procesos específicamente políticos (la continuidad de la tradición de la historia política se mantuvo firmemente), aquí el programa de vuelta a la narración se correspondía, según Kocka, con una propuesta historiográfica que volvía a poner en el centro del relato a los acontecimientos y criticaba la sobrecarga conceptual y teórica a que había llevado el vinculo entre historia y ciencias sociales. En contra de esto, Kocka refuerza su adcripción a una historia social teóricamente fundada, donde el relato incluya momentos de autorreflexión metódológica y exposición de argumentos críticamente analizados. En esta línea puede leerse otro de los ensayos en el cual se discute la aplicación del método comparativo en historia, o las repetidas alusiones a problemáticas conceptuales en los artículos recopilados que presentan los resultados de las investigaciones del autor. Tanto, por ejemplo en sus trabajos sobre la burguesía y el Estado en Alemania, como en el dedicado a discutir el concepto de la “vía especial alemana” (Sonderweg), nos encontramos con una ajustada y oportuna problematización de los específicos temas tratados a partir de la aplicación, justamente, del aludido método comparativo. Queda claro por tanto que nos hallamos ante un autor que, además de una dilatada trayectoria como investigador en historia, se interesa por la discusión historiográfica y teórica. Pero debe tenerse en cuenta que esta conjunción no

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es nada extraña en el ámbito alemán, donde la historia social se ha mostrado especialmente abierta al debate teórico y político. Y como bien apunta en su introducción Jesús Millán, esta característica de la historia social alemana de posguerra puede explicarse en parte por la necesidad de reflexionar sobre una historia marcada por la traumática experiencia del nazismo, régimen que contó con una inusitada capacidad para integrar incluso a aquellos sectores sociales en los que se sustentan los discursos progresistas. “Con estas motivaciones, lo prioritario era la “historia como problema”. Su interés no radicaba simplemente en estudios parciales, por importantes que fuesen, ni tampoco apostaba por el confinamiento en una noción de “lo social” ajena a la política. Este planteamiento, frecuente en otros contextos, se veía aquí imposibilitado por el carácter prioritario y absorbente que derivaba de la tragedia del nazismo como punto de referencia.” (p. 30) A partir de esta referencia se entiende la importancia que adquiere, más allá de los argumentos alegados por el autor en términos teóricos, la repetida utilización del concepto de sociedad civil para analizar la historia alemana de los siglos XIX y XX. Kocka considera que este concepto, postulado como ideal normativo de alcances políticos, sociales, económicos y culturales en el proyecto de la Ilustración, puede ser reformulado como un concepto ideal-típico y utilizado con propósitos analíticos. De esta manera se comprende el desarrollo de la sociedad alemana a partir del rol de las distintas clases sociales, el Estado, los partidos políticos, etc. en la constitución de una sociedad civil que finalmente demostraría una franca debilidad para evitar los embates de las fuerzas fascistas. En clave comparativa, Kocka postula dos cuestiones fundamentales para explicar, bajo esta nueva luz, la “particularidad del caso alemán”: por un lado, la coincidencia temporal (tercer cuarto del siglo XIX) entre la conformación nacional, la del movimiento obrero y la de la sociedad civil; en segundo lugar, el peso y la continuidad de la tradición burocrática (y en contra de interpretaciones tradicionales, Kocka descarta la idea de una debilidad de la burguesía alemana). Sin dudas, esta elección conceptual conlleva a un posicionamiento político que Kocka explicita en repetidas ocasiones: a diferencia del socialismo, contendiente ideológico que perdió la partida, el proyecto de la sociedad civil contaría aún con actualidad (claro está que ampliando sus contenidos más allá de los estrechos límites que tenía en su formulación clásica), quedando aún en deuda su realización. Cercano a las posiciones políticas y conceptuales del último Habermas, es probable que esta postura de Kocka sea igual de problemática y debatible que las del conocido filósofo. Y aunque no compartamos este planteo, debe reconocerse la claridad y franqueza del autor en su exposición de las razones que sustentan sus elecciones políticas. Es por esto que aún con distancia crítica, podemos celebrar la traducción al español de una relevante muestra de una obra que sigue apostando por el debate de ideas y a la vinculación entre historia y política.

Damián López, 2006.

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