LOS KULLPIS

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LOS KULLPIS ORIGINAL ARQUITECTURA DE LOS ANTIGUOS ATAVILLOS

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ARTICULO SOBRE ASENTAMIENTOS PRECOLOMBINOS EN LA COSTA CENTRAL DELPERU

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LOS KULLPIS ORIGINAL ARQUITECTURA DE LOS ANTIGUOS ATAVILLOS

FERRUCCIO MARUSSI CASTELLAN SEPARATA DE LA REVISTA “PENSAMIENTO Y ACCIÓN”. PUBLICACIÓN DE LA ESCUELA DE POSTGRADO DE LA UNIVERSIDAD RICARDO PALMA, VOL 4, Nº 1, LIMA DICIEMBRE 2007.

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LOS KULLPISORIGINAL ARQUITECTURA DE LOS ANTIGUOS ATAVILLOS

FERRUCCIO MARUSSI CASTELLAN

La elaboración de este breve trabajo pretende sintetizar múltiples exploraciones, estudios y reflexiones relacionados a la arquitectura de un importante grupo étnico que llegó a la cúspide de su desarrollo en la época prehispánica. Los Atavillos se asentaron en la zona andina del Departamento de Lima, abarcando la vertiente superior de las cuencas hidrográficas del río Chancay y del río Chillón. Su desarrollo más notable ha tenido lugar durante el periodo Intermedio Tardio, formando parte del Imperio Incaico a partir de 1470 aproximadamente, hasta el advenimiento de los españoles en 1532.

En la estructura político- territorial incaica los Atavillos constituyeron uno de los “Hunus” o sea una provincia, situada en el sector “Chinchaysuyo”, que correspondía a la parte Norte de los cuatro grandes sectores o “suyos” en que se dividía el Imperio.

Es posible considerar al territorio ocupado por los antiguos Atavillos, como una REGION, concebida desde el punto de vista geopolítico; la cual estaría constituida por los espacios geográficos donde estos evolucionaron y desarrollaron sus peculiares expresiones culturales. Pero, a su vez, esta región “política” comprendía diversas regiones naturales. Si se considera la clasificación de las ocho regiones naturales que hace el geógrafo Javier Pulgar Vidal, el indicado territorio comprendería las siguientes cinco regiones: la Yunga (abarca de 500 a 2,300 m.s.n.m.), la Quechua (de 2,300 a 3,500 m.s.n.m.), la Suni (de 3,500 a 4,000) m.s.n.m) la Puna o Jalca (de 4,000 a 4,500 m.s.n.m) y la Janca o Cordillera (a más de 4,500 m.s.n.m).

Estas 5 regiones naturales presentan una serie de similitudes y diferencias entre si. Son características comunes, las acentuadas pendientes y el régimen cíclico bi-estacional de lluvia y seca; aunque la intensidad de las precipitaciones se presenta muy diversa: menos intensa las precipitaciones en las partes bajas y más intensas en las partes altas, siendo su régimen muy irregular, produciéndose eventualmente graves sequías, que afectan la actividad agrícola y por ende la propia supervivencia de los seres humanos que habitan en estas regiones. Otra característica general de estas cinco regiones naturales, es la carencia de especies vegetales maderables de importancia.Durante la mayor parte del año estas presentan un carácter desértico o semidesértico. La densidad de la fauna y la flora es mínima tanto en la región Yunga como en la Janca. En la primera predominan las cactáceas y en la segunda los musgos y líquenes. La mayor densidad de flora corresponde a las regiones Quechua y Suni, en las cuales predomina la vegetación arbustiva. LA mayor densidad de fauna corresponde a la región Puna, en la cual predominan los pastos y en donde los camélidos andinos encuentran su habitad más propicio.

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La parte más densamente poblada de este territorio en la época prehispánica se situaba entre los 3,000 y los 3,8000 m.s.n.m.m., que corresponde a la parte superior de la región Quechua e inferior. El clima presenta aquí apreciables diferencias de temperatura entre el día y la noche y entre sectores expuestos al sol y la sombra. Las temperaturas máximas llegan a superar los 20ºC y las mínimas se sitúan por debajo de los 0ºC.Aproximadamente sobre los 3,200 metros de altitud, se encuentra el límite superior de las heladas invernales, que se presentan por la alternancia de días con fuerte insolación y noches serenas de ciclo tranparente pero con temperaturas por debajo de los cero grados.Es comprensible que las características medio ambientales descritas han condicionado en diversa medida las soluciones arquitectónicas encontradas, siendo posible para una mejor comprensión del fenómeno distinguir una correlación DIRECTA y una correlación INDIRECTA entre medio ambiente y diseño arquitectónico.

La correlación DIRECTA es la que se distingue fácilmente, al observar como las condiciones del entorno han repercutido a modo de respuesta afectiva inmediata en las características arquitectónicas. Así, apreciamos como la existencia d las heladas nocturnas y los vientos gélidos, han inducido a la creación de volúmenes compactos con pocas y pequeñas aberturas. Como respuesta a esta condicionante climática también hemos comprobado la presencia de chimeneas en algunas edificaciones de la ciudadela de Rupac. La gran luminosidad diurna también ha influido en la existencia de vanos relativamente pequeños. Las lluvias estacionales han condicionado la creación de cubiertas impermeables y la existencia de aleros. Las pronunciadas pendientes que dificultan el transporte de materiales y la escasez de árboles cuya madera pudiera ser aprovechable, ha inducido al empleo de la piedra como material principal y la tierra como mortero, en la construcción de cimientos, muros, entrepisos y cubiertas, es decir ha existido un empleo intensivo de recursos locales.Las pendientes muy pronunciadas han inspirado interesantes soluciones de acceso mediante puentes (se ha constatado una de estas soluciones en Rupac y dos en Tunshuhuilca).

La comprensión de los que hemos señalado como correlación INDIRECTA entre los condicionantes medio ambientales y las respectivas respuestas arquitectónicas, tiene un carácter más sutil, ya que implica interpretar múltiples realidades y complejas situaciones enmarcadas en un proceso continuo de evolución que tuvo inicio en el momento que aparecieron los primeros grupos humano en el área geográfica en mención. Estos se encontraban en el estadío evolutivo pre-agrícola en el indicado momento, habiendo sucesivamente pasado por el agrícola incipiente, hasta alcanzar en la época prehispánica la etapa de la agricultura desarrollada, que comúnmente se asocia al nacimiento de las primeras ciudades, es decir con el surgimiento de la alta cultura o civilización. Sólo la explicación de este complejo proceso evolutivo, en el cual las condiciones medioambientales han constituido un importante factor, nos puede en alguna manera hacer comprender como ha sido posible el surgimiento de las primeras ciudades y por ende a ellas asociadas una arquitectura evolucionada de peculiares características, en un territorio de

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condiciones naturales tan extremadamente adversas, como lo es el territorio que ocuparon los antiguos Atavillos.

Un intento para explicar como fue posible el surgimiento de la civilización en los Andes Centrales puede ser la siguiente: apreció un mundo maduro para su nacimiento, caracterizado por la compleja interrelación de muy diversos factores que se encuentran en relación dinámica permanente. Un esquema de esta relación dinámica entre los factores que se estiman como más relevantes, se pueden observar en el gráfico adjunto, en el cual, entre otros aspectos, se indican con letra más pequeña algunas de las peculiares características de la situación de los Andes Centrales en aquel entonces.

A partir del mencionado gráfico, podemos interpretar las influencias mutuas de diversos factores sobre el medio ambiente y asimismo comprender la existencia de una antigua preocupación por evitar su deterioro, manifestándose esta inquietud en los evidentes impactos transformantes en el relieve y el paisaje natural. Gran parte del territorio de los Atavillos, situado en las laderas aledañas a las ruinas de las ciudadelas prehispánicas, presenta tangibles evidencias del mencionado impacto transformador. Estas huellas suelen observarse en las fotos aéreas a modo de “rugosidades” formadas por líneas más o menos paralelas que siguen los contornos de las laderas de las estribaciones andinas. Entre las huellas más importantes de las transformaciones producidas por los grupos humanos se pueden mencionar las siguientes: los andenes, los caminos, los centros poblados, los canales y las represas. Entre estas huellas, la de los andenes, es la que con más facilidad se aprecia en las fotos aéreas.Con estas notables transformaciones del relieve y del paisaje, se amplió notablemente la disponibilidad de tierra agrícola. Además de constituir un método de creación de suelo cultivable, también lo fue de preservación del mismo, ya que sin la construcción de estas terrazas, las precipitaciones pluviales hubieran arrastrado la tierra de las inclinadas pendientes, en especial cuando ésta se hubiera removido para la siembra; con estas construcciones se evitaba que esto sucediera. Asimismo, el disponer de estas plataformas escalonadas, se facilitaba notablemente la realización de las actividades agrícolas. Por lo general, cada conjunto importante de andenes se presenta asociado con otras diversas obras, entre las que cabe destacar las de irrigación.Estas se hicieron imprescindibles para asegurar la producción agrícola en forma regular y segura, pues durante la estación lluviosa no siempre se presentan las precipitaciones requeridas y dentro del periodo útil para los cultivos.

El tamaño y complejidad de estas obras nos induce a pensar que su ejecución sería imposible concebirla a nivel individual o familiar, siendo creaciones de grupos sociales organizados, con un determinado nivel tecnológico y con una estructura político-administrativa encargada de la distribución del recurso tierra artificialmente creado, del reparto del agua conducida a través de los canales, de la limpieza periódica de los mismos y de su mantenimiento en general. La presencia de este modelado artificial del territorio que hoy observamos, constituye el testimonio material del nivel cultural alcanzando por los antiguos

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Atavillos y representa la materialización de un enorme esfuerzo acumulado de carácter colectivo, del cual la arquitectura también forma parte como su expresión más refinada.

Las edificaciones más abundantes y características de una expresión “regional” de este grupo étnico son los denominados “Kullpis”. Estas son construcciones de piedra que forman una especie de torrecilla de forma cilíndrica, cúbica o irregular. Aunque se pueden encontrar algunos kullpis aislados, en su mayor parte forman conjuntos en pueblos, fortificaciones y ciudades. Cabe destacar que a pesar de pertenecer a un mismo grupo étnico, y estar ubicadas la mayor parte de las edificaciones en las mismas regiones naturales, con condiciones medio ambientales similares, las expresiones formales y volumétricas de la arquitectura de los Atavillos presentan notables diferencias. Así, observamos que en el Alto Chancay son más abundantes los kullpis de forma cúbica, en el Alto Chillón casi en su totalidad presentan formas cilíndricas, siendo las edificaciones de la cuenca del río Arahuay en su mayor parte de volumetría irregular. Los kullpis también se presentan en algunos casos ensamblados entre si, formando edificaciones volumétricas y estructuralmente más complejas. Todas estas construcciones presentan un acentuado contraste entre la sobriedad volumétrica exterior y los numerosos espacios y elaborados detalles interiores.

El elemento arquitectónico exterior más importante de los grandes kullpis cúbicos, es el espacio vestibular que a modo de un gran nicho trapezoidal o rectangular proporciona agradablemente el parámetro frontal y acentúa la presencia de la abertura de ingreso, que sigue como en todos los demás casos conservando su reducido tamaño. Estos espacios vestibulares se prolongan desde cerca del borde inferior de la cornisa hasta el suelo.

Cabe mencionar que en Rupac, importante ciudadela de los antiguos Atavillos, de los 22 grandes kullpis ahí existentes, 14 de ellos presentan este interesante detalle arquitectónico exterior.

Como epílogo, cabe señalar la existencia de múltiples posibilidades de estudio e investigación referido a las expresiones arquitectónicas regionales prehispánicas, respecto a una de las cuales hemos hecho referencia tangencial en el presente trabajo, más para señalar lo mucho que nos queda todavía por descubrir, interpretar y valorar, que para señalar los resultados definitivos.

El conocimiento de nuestro patrimonio arquitectónico prehispánico y la divulgación de este, representa una de las más importantes medidas tendientes a su conservación, porque sólo conociéndolo es posible asignarle el valor relativo que amerita, y por ende cuidarlo para evitar que por simple desconocimiento e insensibilidad sea depredado.

Interpretar y comprender el surgimiento, desarrollo, declive y abandono o destrucción de la arquitectura del pasado nos puede permitir por analogía visualizar – en parte – el destino de nuestra actual obra creadora y comprender sus propias limitaciones, además puede convertirse en la gran fuerza inspiradora de nuestra creatividad para conseguir una arquitectura cada vez más auténtica y por que no, más cercana al influjo telúrico que como luz paradigmática observamos en muchas de nuestras obras del pasado prehispánico.

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FOTO: FERRUCCIO MARUSSI – AGOSTO 2000

PARTE FRONTAL DEL KULLPI Nº 6 (RUPAC)

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PARTE POSTERIOR DEL KULLPI Nº 14 (RUPAC)

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Obras consultadas CASANA ROBLES, Teodoro. Restos Arqueológicos de la Provincia de Canta. Imprenta C.M. Leoncio Prado, Lima 1976.

GARCÍA ROSELL, César. Diccionario Arqueológico del Perú. Lima 1964.

MARUSSI CASTELLAN, Ferruccio: Rupac: Análisis Urbanístico de una Ciudad Pre-Hispánica. Boletín del Instituto Francés de Estudios Andinos, Vol. VIII, Nº 1-2-3, Lima 1979.

VILLAR CORDOVA, Pedro. Las culturas Pre-Hispánicas del Departamento de Lima. Lima 1935.