Los Malos Pastores y El Buen Pastor en Ezequiel 34

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Los malos pastores y el Buen Pastor en Ezequiel 34 1. EL CONTEXTO DE EZEQUIEL Y SU LIBRO Comúnmente se conoce a Ezequiel como el profeta-sacerdote y se le cuenta como uno de los desterrados junto al rey Jeconías 1 . Según José Luis Sicre, hace unos 25 siglos, un judío se hizo famoso entre sus paisanos desterrados a Babilonia. La gente acudía en tropel para escuchar a ese «coplero de amoríos, de bonita voz y buen tañedor 2 » Pero debemos remontarnos al 722 a.C., año en el que Samaría, capital del reino de Israel, es sitiada por el ejército asirio. Con su caída desaparece el reino del Norte. En Asiria reina Sargón II (722-705 a. C.) y en Judá (también llamado reino del Sur) Ezequías (727-698 a. C). Asiria se convierte en una potencia que ejercerá su dominio en todo el Oriente próximo, mientras que Babilonia con Merodac Baladán trata de independizarse de Asiria. Sin embargo, Judá quedará sometida al imperio asirio durante veinte años en los que vive relativamente tranquila pagando sin protestas de ninguna clase tributo a Asiria, a pesar de haber intentado emanciparse en diversas ocasiones, pero sin resultado 3 . El profeta Ezequiel y sus oyentes permanecieron contemplando, como desde una ventana, las dolorosas vicisitudes de su patria. Los deportados a Babilonia en un segundo momento traían ahora noticias frescas de la patria que había quedado vacía y desolada. Desde aquí y con este panorama como marco histórico, Ezequiel dirige su mensaje a los hombres de su pueblo que permanecen en Jerusalén y en toda la tierra santa, y al mismo tiempo ejerce su ministerio entre los deportados con los que convive (Ez 1,2.3; 11,24.25). Además, no hay que olvidar que Ezequiel pertenecía a la clase sacerdotal. Muchos de sus intereses y preocupaciones, y de las características de su personalidad y de su mensaje dependen de este hecho 4 . Para Beaucamp, la primera tarea del profeta Ezequiel consistió en orientar definitivamente hacia el futuro los espíritus de los deportados. En efecto, era menester superar la tentación de mirar hacia atrás, hacia aquella Jerusalén en donde, tras el asedio del 598 y la primera deportación, seguía reinando Sedecías con una administración sin experiencia -el país había quedado decapitado en sus dirigentes- sobre un pueblo singularmente debilitado 5 . 1 Cf. Ábrego de Lacy, J.M. Los libros proféticos, p. 203 2 Sicre, José Luis. Profetismo en Israel. El profeta, los profetas, el mensaje, p. 324 3 Cf. A.A.V.V. Comentario al Antiguo Testamento II: Profetas, p. 182 4 Cf. Idem. pp. 183-184 5 Beaucamp, Evode. Los profetas de Israel o el drama de una alianza, p. 175

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Los malos pastores y el Buen Pastor en Ezequiel 34

1. EL CONTEXTO DE EZEQUIEL Y SU LIBRO Comúnmente se conoce a Ezequiel como el profeta-sacerdote y se le cuenta como uno de

los desterrados junto al rey Jeconías1.

Según José Luis Sicre, hace unos 25 siglos, un judío se hizo famoso entre sus paisanos

desterrados a Babilonia. La gente acudía en tropel para escuchar a ese «coplero de

amoríos, de bonita voz y buen tañedor2»

Pero debemos remontarnos al 722 a.C., año en el que Samaría, capital del reino de Israel, es

sitiada por el ejército asirio. Con su caída desaparece el reino del Norte. En Asiria reina

Sargón II (722-705 a. C.) y en Judá (también llamado reino del Sur) Ezequías (727-698 a.

C). Asiria se convierte en una potencia que ejercerá su dominio en todo el Oriente próximo,

mientras que Babilonia con Merodac Baladán trata de independizarse de Asiria. Sin

embargo, Judá quedará sometida al imperio asirio durante veinte años en los que vive

relativamente tranquila pagando sin protestas de ninguna clase tributo a Asiria, a pesar de

haber intentado emanciparse en diversas ocasiones, pero sin resultado3.

El profeta Ezequiel y sus oyentes permanecieron contemplando, como desde una ventana,

las dolorosas vicisitudes de su patria. Los deportados a Babilonia en un segundo momento

traían ahora noticias frescas de la patria que había quedado vacía y desolada. Desde aquí y

con este panorama como marco histórico, Ezequiel dirige su mensaje a los hombres de su

pueblo que permanecen en Jerusalén y en toda la tierra santa, y al mismo tiempo ejerce su

ministerio entre los deportados con los que convive (Ez 1,2.3; 11,24.25).

Además, no hay que olvidar que Ezequiel pertenecía a la clase sacerdotal. Muchos de sus

intereses y preocupaciones, y de las características de su personalidad y de su mensaje

dependen de este hecho4.

Para Beaucamp, la primera tarea del profeta Ezequiel consistió en orientar definitivamente

hacia el futuro los espíritus de los deportados. En efecto, era menester superar la tentación

de mirar hacia atrás, hacia aquella Jerusalén en donde, tras el asedio del 598 y la primera

deportación, seguía reinando Sedecías con una administración sin experiencia -el país

había quedado decapitado en sus dirigentes- sobre un pueblo singularmente debilitado5.

1 Cf. Ábrego de Lacy, J.M. Los libros proféticos, p. 203

2 Sicre, José Luis. Profetismo en Israel. El profeta, los profetas, el mensaje, p. 324

3 Cf. A.A.V.V. Comentario al Antiguo Testamento II: Profetas, p. 182

4 Cf. Idem. pp. 183-184

5 Beaucamp, Evode. Los profetas de Israel o el drama de una alianza, p. 175

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De hecho, el nombre del profeta Ezequiel significa “Dios es mi fuerza”. Además, su misión

se desarrolló en dos fases. La primera aconteció entre los años 592 y 587 a.C. y la segunda

comenzó con la llegada de los exiliados de la segunda deportación, y concluyó con la

muerte, en fecha incierta, del profeta en el exilio6.

En cuanto a la estructura y el contenido del libro de este profeta, Ábrego de Lacy opina que

le faltan los contornos de un período histórico delimitado, una localización geográfica

clara y un grupo de oyentes definido7. Para él, estos han sido, al menos, los problemas en

los que se ha centrado la exégesis crítica. Pero agrega que la característica más peculiar del

libro de Ezequiel radica en la abundancia de dataciones de orden casi estricto. Sin embargo,

Brown, citando a Davidson, afirma que este libro es más sencillo y claro en su organización

que cualquier otro de los grandes libros proféticos8.

2. EL TEXTO DE EZEQUIEL 34 Este capítulo es clasificado por varios autores, entre los que se encuentra Raymond Brown,

en lo que sería una IV parte de la obra de Ezequiel, denominada: Condiciones y proceso de

restauración; y en la que este capítulo básicamente habla del Pastor de Israel y su rebaño9.

En opinión de Beaucamp, Ezequiel evita hablar de Yahvé como rey puesto que el profeta

ya no quiere a ningún rey en el centro del nuevo Israel10

. Es decir que la restauración

posterior al exilio ha de darse más por el Dios pastor que apacienta a su Pueblo que por un

Dios monarca y soberano, lo que en cierto sentido implicaría la restauración de la

monarquía davídica en Jerusalén. Y es que el nuevo Israel debe ser diferente al antiguo.

Este capítulo en particular, nos presenta un largo discurso profético de Ezequiel. Pertenece

indudablemente al segundo período de su actividad, cuando era preciso confortar al

pueblo, con la mirada puesta en la restauración nacional. Se desarrolla como en un

díptico: de una parte, la negativa, el desgobierno del pasado; de la otra, la positiva, el

gobierno de orden y de prosperidad del próximo futuro. Es el mismo Señor y rey del pueblo

escogido quien habla por boca de su mensajero11

.

Se da la reprobación por parte de Dios hacia los pastores responsables de la comunidad,

debido a su egoísmo y su abuso de poder, con la consiguiente opresión de los ciudadanos

sencillos, de donde se entiende la dispersión de la masa, de las ovejas que estaban bajo su

responsabilidad.

6 Cf. Ramis Darder, Francesc. Ha hablado el Dios de la vida. Itinerario de vida cristiana a la luz de los

profetas, pp. 131-132 7 Ábrego de Lacy, J.M. Los libros proféticos, p. 205

8 Cf. Brown, Raymond. Comentario bíblico de San Jerónimo, tomo II: Antiguo Testamento II, p. 32

9 Cf. Idem. pp. 36-37

10 Cf. Beaucamp, Evode. Los profetas de Israel o el drama de una alianza, pp. 186-187

11 Savoca, Gaetano. El libro de Ezequiel, p. 148

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Con sus ovejas, Yahvé volverá a recorrer las montañas de Palestina, definitivamente

limpias de todas las antiguas abominaciones. Entonces comenzará la era de paz y de

armonía universales cantada por los salmistas y soñada por los profetas, para la llegada

final del rey Yahvé.

El c.34 responsabiliza de las injusticias a los pastores (reyes) y a los poderosos. Pero

precisamente este capítulo nos abre el camino para una visión nueva. Después de acusar a

los responsables del rebaño y a los miembros más fuertes, Dios anuncia que él mismo

apacentará a sus ovejas, las buscará siguiendo su rastro (34,11-16)12

.

La primera parte del capítulo, parece aludir y atacar a las autoridades políticas de Judá, a las

que el profeta considera responsables del destierro de Babilonia. Las acusaciones recaen

sobre esta realidad: los pastores se han aprovechado del rebaño; éste ha quedado

abandonado, se ha dispersado y ha sido presa de los animales salvajes. Ellos se han

convertido en devoradores del rebaño. No lo han apacentado.

Para Asurmendi, es normal que el profeta Ezequiel haya decidido usar la comparación entre

los gobernantes de Judá y el Pueblo con la vida pastoril, ya que la economía de aquella

época se basaba en gran parte en la agricultura y la ganadería. Por tanto, es normal que

estas imágenes se hayan llevado al terreno social13

.

Finalmente, según Luis Alonso Schökel: reconstituido el rebaño auténtico del Señor, llega

el momento de nombrar un nuevo pastor. Se llamará David, como el primero; no será uno

más en la línea dinástica, sino de algún modo el definitivo. Será uno solo para todo el

rebaño, sin división de reinos. Llevará el título de príncipe, que se remonta a la época

premonárquica; y también de "siervo del Señor", como tantos ilustres elegidos. Tendrá un

puesto especial en la alianza renovada. Hay que relacionar estos versos con 1 Sm 7; Is 9,1-

6; Jr 23,5s; 30, 9s; Os 3,5. Textos que en su origen o en lectura posterior tuvieron sentido

mesiánico14

.

3. RELACIÓN CON JUAN 10,1-16 Por medio de la siguiente tabla vamos a ver más claramente los paralelismos que hay entre

el capítulo 34 de Ezequiel y el texto de Juan 10,1-16:

Ezequiel 34 Juan 10,1-16

v.2: ¡Ay de los pastores de Israel que se

apacientan a sí mismos! ¿No deben los

pastores apacentar el rebaño?

v.5: Pero no seguirán a un extraño, sino que

huirán de él, porque no conocen la voz de

los extraños.»

v.12a-c: Pero el asalariado, que no es pastor,

12

Sicre, José Luis. Profetismo en Israel. El profeta, los profetas, p. 334 13

Cf. Asurmendi, Jesús María. Ezequiel, pp. 40-41 14

Alonso Schökel, Luis. Biblia del peregrino, tomo II-1: Profetas, p. 359

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a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al

lobo, abandona las ovejas y huye…

v.3: Vosotros os habéis tomado la leche, os

habéis vestido con la lana, habéis

sacrificado las ovejas más pingües; no

habéis apacentado el rebaño.

v.8: Todos los que han venido delante de mí

son ladrones y salteadores; pero las ovejas

no les escucharon.

v.10a: El ladrón no viene más que a robar,

matar y destruir.

v.4: No habéis fortalecido a las ovejas

débiles, no habéis cuidado a la enferma ni

curado a la que estaba herida, no habéis

tornado a la descarriada ni buscado a la

perdida; sino que las habéis dominado con

violencia y dureza.

v.13: porque es asalariado y no le importan

nada las ovejas.

vv.5-6: Y ellas se han dispersado, por falta

de pastor, y se han convertido en presa de

todas las fieras del campo; andan

dispersas.

Mi rebaño anda errante por todos los

montes y altos collados; mi rebaño anda

disperso por toda la superficie de la tierra,

sin que nadie se ocupe de él ni salga en su

busca.

vv.12-13: Pero el asalariado, que no es

pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve

venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y

el lobo hace presa en ellas y las dispersa,

porque es asalariado y no le importan nada

las ovejas.

v.10: Aquí estoy yo contra los pastores:

reclamaré mi rebaño de sus manos y les

quitaré de apacentar mi rebaño. Así los

pastores no volverán a apacentarse a sí

mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su

boca, y no serán más su presa.

vv.7-8: Entonces Jesús les dijo de nuevo:

«En verdad, en verdad os digo: yo soy la

puerta de las ovejas.

Todos los que han venido delante de mí son

ladrones y salteadores; pero las ovejas no les

escucharon.

v.11: Porque así dice el Señor Yahveh:

Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi

rebaño y velaré por él.

v.9: Yo soy la puerta; si uno entra por mí,

estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará

pasto.

vv.12-14: Como un pastor vela por su

rebaño cuando se encuentra en medio de

sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis

ovejas. Las recobraré de todos los lugares

donde se habían dispersado en día de

nubes y brumas.

Las sacaré de en medio de los pueblos, las

reuniré de los países, y las llevaré de

nuevo a su suelo. Las pastorearé por los

montes de Israel, por los barrancos y por

todos los poblados de esta tierra.

Las apacentaré en buenos pastos, y su

majada estará en los montes de la excelsa

Israel. Allí reposarán en buena majada; y

pacerán pingües pastos por los montes de

vv.3-4: A éste le abre el portero, y las ovejas

escuchan su voz; y a sus ovejas las llama

una por una y las saca fuera.

Cuando ha sacado todas las suyas, va

delante de ellas, y las ovejas le siguen,

porque conocen su voz.

v.10b: Yo he venido para que tengan vida y

la tengan en abundancia.

v.11: Yo soy el buen pastor. El buen pastor

da su vida por las ovejas.

v.14-15: Yo soy el buen pastor; y conozco

mis ovejas y las mías me conocen a mí,

como me conoce el Padre y yo conozco a mi

Padre y doy mi vida por las ovejas.

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Israel.

v.15: Yo mismo apacentaré mis ovejas y

yo las llevaré a reposar, oráculo del Señor

Yahveh.

vv.3-4: y a sus ovejas las llama una por una

y las saca fuera…va delante de ellas, y las

ovejas le siguen, porque conocen su voz

v.9: entrará y saldrá y encontrará pasto.

v.16: Buscaré la oveja perdida, tornaré a la

descarriada, curaré a la herida, confortaré a

la enferma; pero a la que está gorda y

robusta la exterminaré: las pastorearé con

justicia.

v.16: También tengo otras ovejas, que no

son de este redil; también a ésas las tengo

que conducir y escucharán mi voz; y habrá

un solo rebaño, un solo pastor.

v.22: yo vendré a salvar a mis ovejas para

que no estén más expuestas al pillaje; voy

a juzgar entre oveja y oveja.

v.9: Yo soy la puerta; si uno entra por mí,

estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará

pasto.

vv.22-23: Yo suscitaré para ponérselo al

frente un solo pastor que las apacentará,

mi siervo David: él las apacentará y será

su pastor.

Yo, Yahveh, seré su Dios, y mi siervo

David será príncipe en medio de ellos. Yo,

Yahveh, he hablado.

v.4: Cuando ha sacado todas las suyas, va

delante de ellas, y las ovejas le siguen,

porque conocen su voz.

v.7: Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En

verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta

de las ovejas.

v.16c: y habrá un solo rebaño, un solo

pastor.

v.31: Vosotras, ovejas mías, sois el rebaño

humano que yo apaciento, y yo soy

vuestro Dios, oráculo del Señor Yahveh.

v.4: Cuando ha sacado todas las suyas, va

delante de ellas, y las ovejas le siguen,

porque conocen su voz.

vv.14-15: Yo soy el buen pastor; y conozco

mis ovejas y las mías me conocen a mí,

como me conoce el Padre y yo conozco a mi

Padre y doy mi vida por las ovejas.

4. MENSAJE PARA EL HOMBRE DE HOY La lectura y aplicación al hoy de nuestra historia, a mi parecer, tiene dos ángulos: el

primero es aquel que de continuo ha formado parte de la vida de la Iglesia, es decir, la

necesidad de no perder de vista cuál es el sentido de la vida de un pastor. El pastor se

entiende en función de su rebaño, de aquellas vidas que se le han confiado, para que

cuidándolas amorosamente, puedan éstas crecer y alcanzar la plenitud de la vida. Si el

pastor no se entiende de tal modo, entonces ha perdido el enfoque de su identidad y misión.

Como futuro pastor, veo con preocupación cómo podemos caer en la tentación de todo esto

que nos señala el Señor a través de la profecía de Ezequiel. Como sacerdotes, estamos a

muy poco de ser malos pastores, apacentándonos a nosotros mismos en lugar de a las

ovejas más débiles, a las descarriadas y a las heridas, a aquellas que no se sienten parte del

rebaño y se han alejado o a las que nunca se han sentido con la confianza de pertenecer al

rebaño. Debemos ser punto de encuentro, animadores de la comunión y, como lo dice el

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Papa Francisco: hemos de ser verdaderos pastores con olor a oveja, sentirnos y

experimentarnos individuos integrantes del rebaño que se ha puesto a nuestro cargo, para

que cuando venga el Supremo Pastor, no nos reproche por no habernos configurado con Él,

como Buen Pastor, sino que nos encuentre al frente del rebaño, defendiendo a las ovejas

más frágiles y curándolas si es necesario: en fin, estando al cuidado de las ovejas y no sólo

de nosotros mismos, como pastores y no como ladrones: el buen pastor conoce a sus ovejas

y ellas lo conocen a él.

Quiera Dios que podamos dar el salto hacia una pastoral de encuentro, de búsqueda y de

acogida para todas aquellas ovejas que no se sienten Iglesia y que se han alejado de Dios,

de su Pastor, por motivo de otras ovejas o de alguno de los pastores que Dios ha colocado

al cuidado de su rebaño.

En boca de san Agustín, en uno de sus hermanos y a propósito del comentario a este texto

encontramos: Si la lámpara, después de haberle echado el aceite, no luciese, no sería digna

de seguir estando en el candelero, sino de ser rota al instante15

. Es decir que a los pastores

a quienes se les acusa de haber descuidado a las ovejas, mientras se alimentaban de su

leche y se cubrían con sus lanas; y que buscaban, por lo tanto, sus intereses, no los de

Jesucristo,16

se les debería desechar, se les debería quitar esta responsabilidad. Que en

nuestro ejercicio pastoral nos preocupemos por realmente pastorear a tantos que buscan la

luz de la verdad, el calor del amor y la fuerza de la esperanza; para que no caigamos en lo

mismo que recrimina el Señor por palabras de Ezequiel.

15

Agustín de Hipona. Obras de san Agustín, tomo VII: Sermones I, p. 618 16

Idem. p. 619

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5. BIBLIOGRAFÍA 1. A.A.V.V. Comentario al Antiguo Testamento II: Profetas. Verbo Divino. Navarra,

1997.

2. Ábrego de Lacy, J.M. Los libros proféticos. Editorial Verbo Divino. Navarra, 1993.

3. Agustín de Hipona. Obras de san Agustín, tomo VII: Sermones I. Biblioteca de

autores cristianos. Madrid, 1981.

4. Alonso Schökel, Luis. Biblia del peregrino, tomo II-1: Profetas. Verbo Divino.

Navarra, 2009.

5. Asurmendi, Jesús María. Ezequiel. Verbo Divino. Navarra, 1982.

6. Beaucamp, Evode. Los profetas de Israel o el drama de una alianza. Verbo Divino.

Navarra, 1988.

7. Brown, Raymond. Comentario bíblico de San Jerónimo, tomo II: Antiguo

Testamento II. Ediciones cristiandad. Madrid, 1971.

8. Ramis Darder, Francesc. Ha hablado el Dios de la vida. Itinerario de vida cristiana a

la luz de los profetas. Verbo Divino. Navarra, 2002.

9. Savoca, Gaetano. El libro de Ezequiel. Editorial Herder. Barcelona, 1992.

10. Sicre, José Luis. Profetismo en Israel. El profeta, los profetas, el mensaje. Verbo

Divino. Navarra, 1998.