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LOS PELIGROS DE LA MASIFICACIÓN DEL MAQUINISMO Y EL VAPOR EN VALPARAÍSO. LA RESPUESTA DE LA SOCIEDAD PORTEÑA, 1850-1860* Gilberto Harris B.** *. Este trabajo es parte del proyecto Humi 04-0102 financiado por DIGI. Abreviaturas: AN.FMI = Archivo Nacional. Fondo Ministerio del Interior; AN.FMH = Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Hacienda; MMI = Memorias del Ministerio del Interior. **. Magíster en Historia. Universidad Católica de Valparaíso. Profesor Facultad de Humanidades, Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación. 1. ORTEGA, Luis. Acerca de los orígenes de la industrialización chilena, 1860-1879, en Nueva Historia, Londres, 1981, pp.3-54. 2. Listados extensos de fabricantes y comerciantes que solicitan u objetan pedimentos de privilegios exclusivos cuestión clave para la rápida masificación del vapor- en HARRIS, Gilberto, Emigrantes e inmigrantes en Chile, 1810-1915. Nuevos aportes y notas revisionistas, Valparaíso, 2001, pp. 39-242. 3. ORTEGA, Acerca de los ....,p.4. 4. ORTEGA, Luis, El proceso de industrialización en Chile, 1850-1930, en Historia 26, Santiago, 1991- 1992, p.213 y ss. 5. El Mercurio, Valparaíso, 24 de marzo de 1848; con más énfasis El Mercurio, Valparaíso, 12 de febrero de 1860. 6. Información en AN.FMI, vol. 109. 7. El Mercurio. Valparaíso, 20 de noviembre de 1857. 067 INTRODUCCIÓN Es por todos conocido, gracias a los rigurosos trabajos de Luis Ortega, que la “temprana industrialización” chilena está directamente conectada con Valparaíso, ciudad en la que, gracias al empuje de un puñado de comerciantes-fabricantes, se verificará el tránsito de talleres artesanales a modernos establecimientos dotados de fuerza motriz a vapor. Para Ortega, en su primera aproximación al tema, los primeros estadios del proceso corresponderían a las décadas de 1860 y 1870; más, y en ello coincido plenamente con él, últimamente ha retrotraído a la década de 1850 el arranque de un proceso que está íntimamente relacionado con el vapor. En este artículo pretendemos dimensionar el impacto de la propagación del maquinismo y el vapor en el puerto que, de acuerdo con El Mercurio, desde la década de 1840, daba cuenta de un adelanto industrial considerable aludiendo al hecho de que se estaban estableciendo “fábricas” en forma permanente; cómo olvidar en esa década a Wheelwright y a la navegación a vapor. Empero, solo desde los años cincuenta, los órganos de la opinión publica hablarán de los “beneficios invisibles del vapor”, “el preventivo eficaz contra la miseria del pobre”, en fin, “el antídoto contra las calamidades del pueblo”, en una línea editorial ultraprogresista. 1 2 3 4 5 6 7

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Page 1: LOS PELIGROS DE LA MASIFICACIÓN DEL MAQUINISMO Y EL VAPOR EN VALPARAÍSO. LA RESPUESTA DE LA SOCIEDAD PORTEÑA, 1850-1860*

LOS PELIGROS DE LA MASIFICACIÓN DEL MAQUINISMO Y EL VAPOR EN VALPARAÍSO. LA RESPUESTA DE LA SOCIEDAD

PORTEÑA, 1850-1860*

Gilberto Harris B.**

*. Este trabajo es parte del proyecto Humi 04-0102 financiado por DIGI. Abreviaturas: AN.FMI = Archivo Nacional. Fondo Ministerio del Interior; AN.FMH = Archivo Nacional. Fondo Ministerio de Hacienda; MMI = Memorias del Ministerio del Interior.**. Magíster en Historia. Universidad Católica de Valparaíso. Profesor Facultad de Humanidades, Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación.1. ORTEGA, Luis. Acerca de los orígenes de la industrialización chilena, 1860-1879, en Nueva Historia, Londres, 1981, pp.3-54.2. Listados extensos de fabricantes y comerciantes que solicitan u objetan pedimentos de privilegios exclusivos cuestión clave para la rápida masificación del vapor- en HARRIS, Gilberto, Emigrantes e inmigrantes en Chile, 1810-1915. Nuevos aportes y notas revisionistas, Valparaíso, 2001, pp. 39-242.3. ORTEGA, Acerca de los ....,p.4.4. ORTEGA, Luis, El proceso de industrialización en Chile, 1850-1930, en Historia 26, Santiago, 1991-1992, p.213 y ss.5. El Mercurio, Valparaíso, 24 de marzo de 1848; con más énfasis El Mercurio, Valparaíso, 12 de febrero de 1860.6. Información en AN.FMI, vol. 109.7. El Mercurio. Valparaíso, 20 de noviembre de 1857.

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INTRODUCCIÓN

Es por todos conocido, gracias a los rigurosos trabajos de Luis Ortega, que la “temprana industrialización” chilena está directamente conectada con Valparaíso, ciudad en la que, gracias al empuje de un puñado de comerciantes-fabricantes, se verificará el tránsito de talleres artesanales a modernos establecimientos dotados de fuerza motriz a vapor. Para Ortega, en su primera aproximación al tema, los primeros estadios del proceso corresponderían a las décadas de 1860 y 1870; más, y en ello coincido plenamente con él, últimamente ha retrotraído a la década de 1850 el arranque de un proceso que está íntimamente relacionado con el vapor.

En este artículo pretendemos dimensionar el impacto de la propagación del maquinismo y el vapor en el puerto que, de acuerdo con El Mercurio, desde la década de 1840, daba cuenta de un adelanto industrial considerable aludiendo al hecho de que se estaban estableciendo “fábricas” en forma permanente; cómo olvidar en esa década a Wheelwright y a la navegación a vapor. Empero, solo desde los años cincuenta, los órganos de la opinión publica hablarán de los “beneficios invisibles del vapor”, “el preventivo eficaz contra la miseria del pobre”, en fin, “el antídoto contra las calamidades del pueblo”, en una línea editorial ultraprogresista.

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Con todo, lo cierto es que muchas voces, especialmente del bajo pueblo y del ciudadano común y corriente, se levantarán contra los beneficios del vapor, tanto por la cesantía que finalmente afectaría a los sectores populares al masificarse la introducción de máquinas privilegiadas que ahorraban miles de horas de trabajo, las explosiones e incendios devastadores producidos por calderos a vapor y, por último, las peligrosas emanaciones de tóxicos gases y nauseabundos olores de curtiembres, jabonerías, velerías, almidonerías y otros establecimientos.

En suma, la modernización del sector fabril porteño, aún cuando haya paleado en parte la secular dependencia respecto de la manufacturas foráneas, afectó seriamente a la población de amplios sectores del puerto, particularmente del plan, interlocutores que hicieron ver esta nueva y traumática realidad a cronistas, editorialistas y hombres públicos. Y con respecto a las autoridades Municipales e Intendentes, habría que sentenciar que las medidas adoptadas para extirpar tantos males fueron tardías y, muchas veces, ineficaces. En las líneas que siguen, nos ocuparemos de las décadas de 1850 y 1860, las que levantaron más polvareda.

1. LOS PELIGROS DEL VAPOR Y EL FUEGO EN LA TEMPRANA INDUSTRIALIZACIÓN PORTEÑA, 1850-1860.

Aunque sea una corta relación, indiquemos que, para enero de 1852, tenemos noticias sobre el incendio de un cuarto de la tintorería de los señores Orrego, en la calle de San Juan de Dios, ocasionado por ceniza depositada sobre el piso de madera, emergencia que bien pudo afectar a una manzana completa de no mediar la rápida intervención de los vecinos; en agosto de 1855, una fábrica de fideos, ubicada en el Almendral, cuyo propietario no aparece en la crónica respectiva, reventó sus calderas, establecimiento muy conocido por la constante emanación del humo de sus chimeneas; en enero de 1856, una fábrica de jabón y velas, contigua a la de Antonio Bordes, sufría los estragos de las llamas, aunque las versiones sobre el origen diferían bastante, pues, para algunos, el fuego se habría iniciado en los pastizales de un rancho aledaño, mientras que otros indicaban su origen en la fábrica de jabón y velas de Bordes; en enero de 1856, una carpintería, situada en calle Chacabuco y a espaldas de la casa de Guillermo Thompson, quedaba totalmente destruida al reventar sus calderas, volando gran parte del edificio con saldo de muertos y heridos, sospechándose que muchos

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8. Sobre el tema HARRIS, Gilberto. Privilegios exclusivos y actitudes empresariales en la temprana industrialización porteña, 1840-1879, en LORENZO, Santiago; HARRIS, Gilberto y VÁSQUEZ, Nelson, Vida, costumbres y espíritu empresarial de los porteños. Valparaíso en el siglo XIX, Valparaíso, 2000, pp. 149-178.9. El Mercurio. Valparaíso, 4 de enero de 1852.10. El Mercurio. Valparaíso, 17 de agosto de 1855.11. El Mercurio. Valparaíso, 8 de enero de 1856.

habían quedado sepultados bajo los escombros; en noviembre de 1860, se verificaba un voraz incendio entre las calles Cochrane y Blanco, desapareciendo completamente cocinerías, barberías, despachos de licorerías y una herrería al explotar un caldero; en octubre de 1862, la fundición de F. Reynolds, ubicada en calle Victoria, sufría un siniestro menor al incendiarse maderas, cajones y otros objetos, emergencia que fue sofocada por dependientes, policías y vecinos; en diciembre de 1864, explotaba un caldero de la panadería de Los Molinos de Valparaíso, perteneciente a Riesco y Cía., pereciendo tres personas, quedando otras cubiertas de sangre y horriblemente quemadas y un edificio casi destruido; en fin, en 1869, el establecimiento de Jenkins y Cía., fabricantes de gas, alquitrán y brea, sufría una grave emergencia al quebrarse un tornillo de un caldero, produciéndose una extraña ebullición y humareda que hizo salir despavoridos a los vecinos. Problemas similares vivieron, en 1856, la fundición Rider y la fundición Henderson en 1862.

Muchos podrían pensar que en esas dos décadas las emergencia de explosiones e incendios son cortísimas; mas, no hay que olvidar que, hacia 1861, el número de máquinas a vapor aplicadas al sector fabril solo llegaba a veintidós, y que la lista de los establecimientos “precursores” sin aplicación del vapor era bastante larga. Sobre lo último, anotemos que entre 1810 y 1840, “importantes fabricantes” de la talla de Heitz, Chesi, Kirving, Folger, O'brien, Basail, Silva, Blest, Williams, Courras, Cercin, Vives y Flindt, Pelle, Guenodried, Lacourte, Borde, Milner, Sánchez, Cousiño, Cooper, Aquinet, Belin y muchos otros, casi artesanalmente, echaron las bases de establecimientos productores, llamándonos la atención de que rarísima vez presentaron siniestros de nota.

Ahora bien, treinta años más tarde, el número de máquinas a vapor llegaba a la cifra de 46 hay que restar 6 que funcionaban en la bahía en diques y chatas- con una fuerza nominal en caballos de 427, o sea, reemplazaban el trabajo de casi 9.000 hombres. Pero lo más importante era el lugar de su emplazamiento: calles Blanco,

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12. El Mercurio. Valparaíso, 3 de enero de 1856. Este caso es lejos uno de los más traumáticos por muertos, heridos y perdidas materiales.13. El Mercurio. Valparaíso, 17 de noviembre de 1860.14. El Mercurio. Valparaíso, 15 de octubre de 186215. El Mercurio. Valparaíso, 1 de diciembre de 1864.16. El Mercurio. Valparaíso, 23 de marzo de 1869.17. El Mercurio. Valparaíso, 2 de enero 1856 y 12 de noviembre de 1862.18. República De Chile. Anuario Estadístico de la República, 1861, Santiago,1861, p.42.19. HARRIS, Gilberto, Privilegios exclusivos... desperdigadamente y Gabriel Salazar, El empresariado industrial en Chile: conducta histórica y liderazgo nacional (documento de trabajo. Santiago, 1989), desperdigadamente.

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Con todo, lo cierto es que muchas voces, especialmente del bajo pueblo y del ciudadano común y corriente, se levantarán contra los beneficios del vapor, tanto por la cesantía que finalmente afectaría a los sectores populares al masificarse la introducción de máquinas privilegiadas que ahorraban miles de horas de trabajo, las explosiones e incendios devastadores producidos por calderos a vapor y, por último, las peligrosas emanaciones de tóxicos gases y nauseabundos olores de curtiembres, jabonerías, velerías, almidonerías y otros establecimientos.

En suma, la modernización del sector fabril porteño, aún cuando haya paleado en parte la secular dependencia respecto de la manufacturas foráneas, afectó seriamente a la población de amplios sectores del puerto, particularmente del plan, interlocutores que hicieron ver esta nueva y traumática realidad a cronistas, editorialistas y hombres públicos. Y con respecto a las autoridades Municipales e Intendentes, habría que sentenciar que las medidas adoptadas para extirpar tantos males fueron tardías y, muchas veces, ineficaces. En las líneas que siguen, nos ocuparemos de las décadas de 1850 y 1860, las que levantaron más polvareda.

1. LOS PELIGROS DEL VAPOR Y EL FUEGO EN LA TEMPRANA INDUSTRIALIZACIÓN PORTEÑA, 1850-1860.

Aunque sea una corta relación, indiquemos que, para enero de 1852, tenemos noticias sobre el incendio de un cuarto de la tintorería de los señores Orrego, en la calle de San Juan de Dios, ocasionado por ceniza depositada sobre el piso de madera, emergencia que bien pudo afectar a una manzana completa de no mediar la rápida intervención de los vecinos; en agosto de 1855, una fábrica de fideos, ubicada en el Almendral, cuyo propietario no aparece en la crónica respectiva, reventó sus calderas, establecimiento muy conocido por la constante emanación del humo de sus chimeneas; en enero de 1856, una fábrica de jabón y velas, contigua a la de Antonio Bordes, sufría los estragos de las llamas, aunque las versiones sobre el origen diferían bastante, pues, para algunos, el fuego se habría iniciado en los pastizales de un rancho aledaño, mientras que otros indicaban su origen en la fábrica de jabón y velas de Bordes; en enero de 1856, una carpintería, situada en calle Chacabuco y a espaldas de la casa de Guillermo Thompson, quedaba totalmente destruida al reventar sus calderas, volando gran parte del edificio con saldo de muertos y heridos, sospechándose que muchos

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8. Sobre el tema HARRIS, Gilberto. Privilegios exclusivos y actitudes empresariales en la temprana industrialización porteña, 1840-1879, en LORENZO, Santiago; HARRIS, Gilberto y VÁSQUEZ, Nelson, Vida, costumbres y espíritu empresarial de los porteños. Valparaíso en el siglo XIX, Valparaíso, 2000, pp. 149-178.9. El Mercurio. Valparaíso, 4 de enero de 1852.10. El Mercurio. Valparaíso, 17 de agosto de 1855.11. El Mercurio. Valparaíso, 8 de enero de 1856.

habían quedado sepultados bajo los escombros; en noviembre de 1860, se verificaba un voraz incendio entre las calles Cochrane y Blanco, desapareciendo completamente cocinerías, barberías, despachos de licorerías y una herrería al explotar un caldero; en octubre de 1862, la fundición de F. Reynolds, ubicada en calle Victoria, sufría un siniestro menor al incendiarse maderas, cajones y otros objetos, emergencia que fue sofocada por dependientes, policías y vecinos; en diciembre de 1864, explotaba un caldero de la panadería de Los Molinos de Valparaíso, perteneciente a Riesco y Cía., pereciendo tres personas, quedando otras cubiertas de sangre y horriblemente quemadas y un edificio casi destruido; en fin, en 1869, el establecimiento de Jenkins y Cía., fabricantes de gas, alquitrán y brea, sufría una grave emergencia al quebrarse un tornillo de un caldero, produciéndose una extraña ebullición y humareda que hizo salir despavoridos a los vecinos. Problemas similares vivieron, en 1856, la fundición Rider y la fundición Henderson en 1862.

Muchos podrían pensar que en esas dos décadas las emergencia de explosiones e incendios son cortísimas; mas, no hay que olvidar que, hacia 1861, el número de máquinas a vapor aplicadas al sector fabril solo llegaba a veintidós, y que la lista de los establecimientos “precursores” sin aplicación del vapor era bastante larga. Sobre lo último, anotemos que entre 1810 y 1840, “importantes fabricantes” de la talla de Heitz, Chesi, Kirving, Folger, O'brien, Basail, Silva, Blest, Williams, Courras, Cercin, Vives y Flindt, Pelle, Guenodried, Lacourte, Borde, Milner, Sánchez, Cousiño, Cooper, Aquinet, Belin y muchos otros, casi artesanalmente, echaron las bases de establecimientos productores, llamándonos la atención de que rarísima vez presentaron siniestros de nota.

Ahora bien, treinta años más tarde, el número de máquinas a vapor llegaba a la cifra de 46 hay que restar 6 que funcionaban en la bahía en diques y chatas- con una fuerza nominal en caballos de 427, o sea, reemplazaban el trabajo de casi 9.000 hombres. Pero lo más importante era el lugar de su emplazamiento: calles Blanco,

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12. El Mercurio. Valparaíso, 3 de enero de 1856. Este caso es lejos uno de los más traumáticos por muertos, heridos y perdidas materiales.13. El Mercurio. Valparaíso, 17 de noviembre de 1860.14. El Mercurio. Valparaíso, 15 de octubre de 186215. El Mercurio. Valparaíso, 1 de diciembre de 1864.16. El Mercurio. Valparaíso, 23 de marzo de 1869.17. El Mercurio. Valparaíso, 2 de enero 1856 y 12 de noviembre de 1862.18. República De Chile. Anuario Estadístico de la República, 1861, Santiago,1861, p.42.19. HARRIS, Gilberto, Privilegios exclusivos... desperdigadamente y Gabriel Salazar, El empresariado industrial en Chile: conducta histórica y liderazgo nacional (documento de trabajo. Santiago, 1989), desperdigadamente.

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Arsenal, Yungay, Chacabuco, Independencia, Delicias, Aduanillas, Cochrane o pasaje Quillota; en otras palabras estaban, ubicadas en todo el plan con el agravante de que un buen número llevaba funcionando entre tres y doce años. Por último, señalemos que en 1860 los establecimientos peligrosos estaban diseminados por todos lados: Child (calderería), Edward y Haern (herrería), Groves (herrería), Mouat y Barrowman (herrería), Handt y Cia. (velas), Kehle (calderería), Chapú (calderería), Meyer y Sievers (calderería), Plagemann (cerveza), Grieckle (velas), Villac (velas), Villa (velas), Adler (cerveza), Stuven (licores y cervezas), Morrison (herrería), Subre (cerveza), Solari y Brignardello (fideos), Trity y Graefe (velas) y Sporer (velas).

2. LAS DECLAMACIONES CONTRA EL VAPOR DEL SECTOR OBRERO Y LOS VECINOS PORTEÑOS, 1850 1860.

Hacerse de buena información de prensa, de Intendencia o en Actas Municipales del puerto, en el período anterior a 1850, es una empresa que no lleva a nada. Y no podía ser de otro modo considerando que es en esa década cuando, gracias al expediente de los privilegios exclusivos, comienza a propagarse el vapor y a multiplicarse los problemas de las explosiones de calderos, incendios, malos olores, humo pestilente y otras lindezas.

Distinguiendo a los sectores obreros de los ciudadanos comunes y corrientes, existe una gran brecha en las declamaciones contra el vapor, pues, mientras los primeros “hacían critica social” profunda, los segundos sólo referían a cronistas y editorialistas los males que cotidianamente les afectaban como el humo o los olores nauseabundos. Ahora bien, en la década de 1850, y tras saberse del establecimiento de seis máquinas a vapor, ante esa emergencia, que significaban pesadumbre y angustia, un remitido suscrito por “millares de padres de familia” rezaba así: ”Echad una mirada retrospectiva a aquellos tiempos en que no existían entre nosotros esas máquinas de que os envanecís. Que espectáculo tan bello era esa falange de artesanos combatiendo por donde quiera, con la rutina y a porfía progresando en sus diferentes ramos. Entonces el estímulo arrancaba a la vagancia innumerables victimas... la introducción de máquinas viene a repelerles su trabajo, a tornar en nada años de sacrificios y pruebas, y a reducirlos a peor condición que antes... Prohibid la (introducción) de esas máquinas que

20. Libro de matriculas de máquinas a vapor de Valparaíso. MARAZZI, A., en Memoria del Intendente de Valparaíso. Valparaíso, 11 de julio de 1870, reproducida en MMI (Santiago 1870), anexo.21. Ibid.22. Hemos visto: Matrícula de las casas de comercio y demás establecimientos sujetos por ley al pago de contribución de patentes. Valparaíso, agosto de 1860, en A.N.FMH, vol. 41223. El contexto y sus repercusiones en HARRIS, Gilberto, Privilegios exclusivos..., II y III parte.

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arrebatan el pan al artesano honrado para llevar superfluo a un solo individuo. En una línea parecida, pero a nivel de organización obrera, es importante comentar algunos párrafos dirigidos por Fermín Vivaceta, Ambrosio Larreclade, Tomás González, Bartolo Vergara, Pedro Morales, Juan Elgueda y Enrique Honckeloro, todos miembros de la Comisión de la Sociedad Progresista de Artes y Oficios, al Ministro de Hacienda; refiriéndose a Valparaíso y Santiago, planteaban que la situación para el sector era muy aflictiva por la paralización de trabajos en los rubros de la albañilería, carpintería (por culpa de introducción de muebles manufacturados), calzado, sastrería, y también por la fuerte competencia de las máquinas. En la misma década, los carpinteros de Valparaíso se alarmaban al establecerse una máquina a vapor para trabajar con más facilidad la madera, medida aplaudida por los cronistas de El Mercurio, argumentando que las máquinas mejorarían nuestras industrias y siempre habría trabajo para los que quieran ganar su vida honradamente.

Más importante todavía y cuyos factores culpables eran múltiples -crisis económica, baratura de artefactos importados y el vapor- bajo el pseudónimo de un Socialista, en 1857, un colaborador de El Mercurio daba cuenta de que setecientos carpinteros y toneleros habían quedado sin trabajo por la introducción de dos máquinas a vapor, trescientos carpinteros de ribera y calafates paralizados al entrar en trabajos un dique flotante... ciento cincuenta carpinteros y ebanistas, cien herreros, cuarenta hojalateros, trescientos hojalateros, treinta caldereros, cuatrocientos sastres, trescientos zapateros, en fin albañiles, cigarreros, lancheros, todos sin ninguna posibilidad de trabajo.

Antes de comentar las argumentaciones contra el maquinismo y el vapor vertidas por los vecinos porteños, parece pertinente destacar que el sistema de los privilegios exclusivos - clave para entender la rápida industrialización de Valparaíso - fue nefasta para el sector obrero, puesto que modernos procedimientos y máquinas ahorraban brazos en disímiles sectores. En rigor, los informes de importantes peritos nombrados por el Ministro del Interior para sopesar la viabilidad de los pedimentos, las más de las veces señalaban que los artefactos ahorraban o desechaban de plano la concurrencia de brazos no calificados en actividades anejas a la fabricación de pan y

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24. El Mercurio, 23 de noviembre de 1857. Sus argumentaciones fueron despedazadas por los redactores del periódico, empero, un día después bajo el título “Comunicados. La voz del pueblo” millares de padres cargados de familia condenaba totalmente la introducción del vapor. El Mercurio. Valparaíso, 24 de noviembre de 1857.25. Representación al Ministro de Hacienda (1858), en A.N.FMH vol. 377. En su escrito al Ministro enfatizan en que de no mejorar su condición sufrirían la carestía de alimentos verificada en el sur. Sobre ello El Maulino. Talca, 15 de octubre de 1857, reproducido en El Mercurio. Valparaíso,23 de octubre de 1857.26. El Mercurio. Valparaíso, 19 de mayo de 1855, allí se habla de 4000 carpinteros cesantes por el vapor.27. El Mercurio. Valparaíso, 2 de noviembre de 1857.

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Arsenal, Yungay, Chacabuco, Independencia, Delicias, Aduanillas, Cochrane o pasaje Quillota; en otras palabras estaban, ubicadas en todo el plan con el agravante de que un buen número llevaba funcionando entre tres y doce años. Por último, señalemos que en 1860 los establecimientos peligrosos estaban diseminados por todos lados: Child (calderería), Edward y Haern (herrería), Groves (herrería), Mouat y Barrowman (herrería), Handt y Cia. (velas), Kehle (calderería), Chapú (calderería), Meyer y Sievers (calderería), Plagemann (cerveza), Grieckle (velas), Villac (velas), Villa (velas), Adler (cerveza), Stuven (licores y cervezas), Morrison (herrería), Subre (cerveza), Solari y Brignardello (fideos), Trity y Graefe (velas) y Sporer (velas).

2. LAS DECLAMACIONES CONTRA EL VAPOR DEL SECTOR OBRERO Y LOS VECINOS PORTEÑOS, 1850 1860.

Hacerse de buena información de prensa, de Intendencia o en Actas Municipales del puerto, en el período anterior a 1850, es una empresa que no lleva a nada. Y no podía ser de otro modo considerando que es en esa década cuando, gracias al expediente de los privilegios exclusivos, comienza a propagarse el vapor y a multiplicarse los problemas de las explosiones de calderos, incendios, malos olores, humo pestilente y otras lindezas.

Distinguiendo a los sectores obreros de los ciudadanos comunes y corrientes, existe una gran brecha en las declamaciones contra el vapor, pues, mientras los primeros “hacían critica social” profunda, los segundos sólo referían a cronistas y editorialistas los males que cotidianamente les afectaban como el humo o los olores nauseabundos. Ahora bien, en la década de 1850, y tras saberse del establecimiento de seis máquinas a vapor, ante esa emergencia, que significaban pesadumbre y angustia, un remitido suscrito por “millares de padres de familia” rezaba así: ”Echad una mirada retrospectiva a aquellos tiempos en que no existían entre nosotros esas máquinas de que os envanecís. Que espectáculo tan bello era esa falange de artesanos combatiendo por donde quiera, con la rutina y a porfía progresando en sus diferentes ramos. Entonces el estímulo arrancaba a la vagancia innumerables victimas... la introducción de máquinas viene a repelerles su trabajo, a tornar en nada años de sacrificios y pruebas, y a reducirlos a peor condición que antes... Prohibid la (introducción) de esas máquinas que

20. Libro de matriculas de máquinas a vapor de Valparaíso. MARAZZI, A., en Memoria del Intendente de Valparaíso. Valparaíso, 11 de julio de 1870, reproducida en MMI (Santiago 1870), anexo.21. Ibid.22. Hemos visto: Matrícula de las casas de comercio y demás establecimientos sujetos por ley al pago de contribución de patentes. Valparaíso, agosto de 1860, en A.N.FMH, vol. 41223. El contexto y sus repercusiones en HARRIS, Gilberto, Privilegios exclusivos..., II y III parte.

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arrebatan el pan al artesano honrado para llevar superfluo a un solo individuo. En una línea parecida, pero a nivel de organización obrera, es importante comentar algunos párrafos dirigidos por Fermín Vivaceta, Ambrosio Larreclade, Tomás González, Bartolo Vergara, Pedro Morales, Juan Elgueda y Enrique Honckeloro, todos miembros de la Comisión de la Sociedad Progresista de Artes y Oficios, al Ministro de Hacienda; refiriéndose a Valparaíso y Santiago, planteaban que la situación para el sector era muy aflictiva por la paralización de trabajos en los rubros de la albañilería, carpintería (por culpa de introducción de muebles manufacturados), calzado, sastrería, y también por la fuerte competencia de las máquinas. En la misma década, los carpinteros de Valparaíso se alarmaban al establecerse una máquina a vapor para trabajar con más facilidad la madera, medida aplaudida por los cronistas de El Mercurio, argumentando que las máquinas mejorarían nuestras industrias y siempre habría trabajo para los que quieran ganar su vida honradamente.

Más importante todavía y cuyos factores culpables eran múltiples -crisis económica, baratura de artefactos importados y el vapor- bajo el pseudónimo de un Socialista, en 1857, un colaborador de El Mercurio daba cuenta de que setecientos carpinteros y toneleros habían quedado sin trabajo por la introducción de dos máquinas a vapor, trescientos carpinteros de ribera y calafates paralizados al entrar en trabajos un dique flotante... ciento cincuenta carpinteros y ebanistas, cien herreros, cuarenta hojalateros, trescientos hojalateros, treinta caldereros, cuatrocientos sastres, trescientos zapateros, en fin albañiles, cigarreros, lancheros, todos sin ninguna posibilidad de trabajo.

Antes de comentar las argumentaciones contra el maquinismo y el vapor vertidas por los vecinos porteños, parece pertinente destacar que el sistema de los privilegios exclusivos - clave para entender la rápida industrialización de Valparaíso - fue nefasta para el sector obrero, puesto que modernos procedimientos y máquinas ahorraban brazos en disímiles sectores. En rigor, los informes de importantes peritos nombrados por el Ministro del Interior para sopesar la viabilidad de los pedimentos, las más de las veces señalaban que los artefactos ahorraban o desechaban de plano la concurrencia de brazos no calificados en actividades anejas a la fabricación de pan y

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24. El Mercurio, 23 de noviembre de 1857. Sus argumentaciones fueron despedazadas por los redactores del periódico, empero, un día después bajo el título “Comunicados. La voz del pueblo” millares de padres cargados de familia condenaba totalmente la introducción del vapor. El Mercurio. Valparaíso, 24 de noviembre de 1857.25. Representación al Ministro de Hacienda (1858), en A.N.FMH vol. 377. En su escrito al Ministro enfatizan en que de no mejorar su condición sufrirían la carestía de alimentos verificada en el sur. Sobre ello El Maulino. Talca, 15 de octubre de 1857, reproducido en El Mercurio. Valparaíso,23 de octubre de 1857.26. El Mercurio. Valparaíso, 19 de mayo de 1855, allí se habla de 4000 carpinteros cesantes por el vapor.27. El Mercurio. Valparaíso, 2 de noviembre de 1857.

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masas, tejidos de lana, galletas, chocolates, hilados y tejidos de algodón, calzado, tejido de lino, papel, hielo, curtido de cuero, jabón y una larga lista de actividades. Más todavía, conforme avanza la centuria, palidece la protección estatal a los hijos del país, puesto que desaparecen los decretos que dispensaban beneficios a los fabricantes siempre que utilizaran mano nativa o de declarar libres de derecho de internación máquinas e insumos siempre que se prefiriese a los nuestros.

El pueblo, el rentista, el comerciante y el porteño común y corriente contrario a la línea civilizadora-progresista del maquinismo durante el período estudiado, no sólo mostrará disconformidad con los cuerpos centrales por no atacar pestilencias, explosiones o incendios sino que, en toda la década de los cincuenta y sesenta, espetará a los cronistas de El Mercurio su molestia y desazón por tantos nuevos problemas. Quizá uno de los puntos más importantes de lamentaciones radicó en las explosiones de calderos e incendios cuestión que impelía a huir presurosamente e inclusive, llegar a perderlo todo cuando las llamas se propagaban por doquier, involucrando, en ocasiones, manzanas completas. Ello queda patente al hojear las páginas de crónicas en las que el autor casi siempre indicaba que “los vecinos”, “para los ciudadanos”, “para los porteños”, la situación era grave y preocupante.

También hay que destacar que la escasez de agua y la polvareda del período estival fueron problemas menores comparados con la insalubridad producida por infinidad de curtiembres, jabonerías, almidonerías y velerías, de hecho las primeras en ser advertidas por la autoridad de su erradicación a extramuros. Con todo, y ya lo examinaremos más adelante, la lentitud municipal y la de los intendentes derivó en continuos problemas de nauseas, asfixias, pestilencias o aires corrompidos. Asimismo, gran problema fueron, las sucias y cortas chimeneas que causaron bastante rechazo en la población porteña, ya que ensuciaban una atmósfera otrora limpia.

Sobre lo anterior, consignemos que, recién en mayo de 1856, El Mercurio se refería al tema de las “fábricas perniciosas dentro de la población”, alegando que, en contravención al artículo 66, del capítulo II de las Ordenanzas de Policía de 1852, las curtidurías, jabonerías, almidonerías, velerías y otras se situarán fuera del recinto de la

28. Véase A.N.FMI vols. 273,137,298,427,167,542,733,1054 y otros. Los peritos que examinaban los pedimentos eran lo mejor que tenía Chile: Gay, Philippi, Sada, Sazie, Cuadra, Bertrand, Bustillos, Ried, Domeyko, etc.29. Por ejemplo: Decreto Supremo del 10 de abril de 1824, en A.N.FMI vol. 32(2); La Comisión de Industria a la Convención. Santiago, 9 de septiembre de 1822, en Sesiones de los Cuerpos Legislativos de la República, VI, p.154; El Presidente de la República al Congreso. Santiago, 12 de octubre de 1826, en A.N.FMH vol. 78.31. El Mercurio. Valparaíso, 4 de enero de 1856, 19 de febrero de 1856, 23 de marzo de 1856, 12 de mayo de 1856, 12 de agosto de 1856, 6 de junio de 1856, 7 de julio de 1857, 12 de mayo de 1860, 7 de enero de 1864, 22 de noviembre de 1864, 1 de enero de 1869.32. Lo mismo que las dos notas anteriores.

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ciudad, cuestión encarpetada por largo tiempo. Sólo recién en noviembre de 1868, el Municipio y el Intendente dieron el golpe de gracia a la irregular y preocupante proliferación de “industrias peligrosas”; en ese sentido señalemos que la voz del regidor Dodds fue terminante al indicar que se prohibiría totalmente el establecimiento de máquinas a vapor en el centro de la población, mientras que su homólogo Molina denunciaba los peligros que, para la comunidad, implicaba la ubicación de fundiciones establecidas en el plan.

Sólo en 1871, se dispusieron medidas tendientes a controlar el máximo de libras de presión de que pudieran hacer uso, controlar los niveles de agua, llave de prueba y demás utensilios, válvulas de gobierno, manómetro, silbatos de alarma y otras especificaciones.

Sobre chimeneas y humo mortífero que expelían, el problema fue reglamentado en 1852, con una intrincada legislación respecto del tamaño de las chimeneas y filtros para evitar la contaminación, problema de nota si consideramos que, por regla general, los tubos eran muy bajos, con lo cual el humo no alcanzaba altura, cuestiones todas que fueron resueltas parcialmente al despuntar la década de 1870.

Queda por señalar que la opinión pública porteña, y fundamentalmente los sectores obreros, protestaron abiertamente por la maquinización y el vapor, considerando esos adelantos como peligrosos y atentatorios a los derechos ciudadanos y devastador para los obreros y artesanos al ahorrar miles de brazos, muchos de los cuales terminarían engrosando las cohortes de mendigos del puerto. Autoridades muy tolerantes y líneas editoriales que aplaudían el vapor, también lo harían con las vías

33. El Mercurio. Valparaíso, 12 de mayo de 1856.34. El Mercurio. Valparaíso, 7 de noviembre de 1868, 24 de noviembre de 1868 y 1 de enero de 1869. También hemos topado con una Ordenanza Municipal de julio de 1869 prohibiendo el establecimiento de máquinas a vapor en el centro de la población. Información en A.N.F IV vol. 238. En la practica la información revela que al parecer en enero de 1868 una fabrica de jabones y curtidos fue clausurada y forzada a trasladarse y el mismo mes otra de fuegos artificiales fue cerrada por su peligrosidad. El Mercurio, 30 de enero de 1868 y 25 de enero de 1868.; en diciembre de 1877 Bartolomé Labatut solicitaba permiso para Establecer una fabrica de velas estearinas a vapor en calle O'Higgins, solicitud desechada de plano por el Alcalde Necochea puesto que los habitantes de ese sector sufrían constantemente con una fabrica de aceite de cocos que no dejaba dormir a sus habitantes, malos olores de un gasómetro y para peor un depósito de carbón de piedra hizo huir a las familias que habitan las casas del vecindario. El Mercurio. Valparaíso, 11 de diciembre de 1877.35. Ordenanza Municipal del 6 de febrero de 1871, en PEÑA, Salustio, Recopilación de las disposiciones vigentes en el Departamento de Valparaíso sobre los distintos ramos de la administración local , Valparaíso, 1872, pp. 108-112.36. Ibid. Esa disposición obligaba a revisar máquinas y chimeneas cada dos meses. La reglamentación más antigua data de 1852, 1860 y la que más nos interesa Decreto de Echaurren- la de 1871.

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masas, tejidos de lana, galletas, chocolates, hilados y tejidos de algodón, calzado, tejido de lino, papel, hielo, curtido de cuero, jabón y una larga lista de actividades. Más todavía, conforme avanza la centuria, palidece la protección estatal a los hijos del país, puesto que desaparecen los decretos que dispensaban beneficios a los fabricantes siempre que utilizaran mano nativa o de declarar libres de derecho de internación máquinas e insumos siempre que se prefiriese a los nuestros.

El pueblo, el rentista, el comerciante y el porteño común y corriente contrario a la línea civilizadora-progresista del maquinismo durante el período estudiado, no sólo mostrará disconformidad con los cuerpos centrales por no atacar pestilencias, explosiones o incendios sino que, en toda la década de los cincuenta y sesenta, espetará a los cronistas de El Mercurio su molestia y desazón por tantos nuevos problemas. Quizá uno de los puntos más importantes de lamentaciones radicó en las explosiones de calderos e incendios cuestión que impelía a huir presurosamente e inclusive, llegar a perderlo todo cuando las llamas se propagaban por doquier, involucrando, en ocasiones, manzanas completas. Ello queda patente al hojear las páginas de crónicas en las que el autor casi siempre indicaba que “los vecinos”, “para los ciudadanos”, “para los porteños”, la situación era grave y preocupante.

También hay que destacar que la escasez de agua y la polvareda del período estival fueron problemas menores comparados con la insalubridad producida por infinidad de curtiembres, jabonerías, almidonerías y velerías, de hecho las primeras en ser advertidas por la autoridad de su erradicación a extramuros. Con todo, y ya lo examinaremos más adelante, la lentitud municipal y la de los intendentes derivó en continuos problemas de nauseas, asfixias, pestilencias o aires corrompidos. Asimismo, gran problema fueron, las sucias y cortas chimeneas que causaron bastante rechazo en la población porteña, ya que ensuciaban una atmósfera otrora limpia.

Sobre lo anterior, consignemos que, recién en mayo de 1856, El Mercurio se refería al tema de las “fábricas perniciosas dentro de la población”, alegando que, en contravención al artículo 66, del capítulo II de las Ordenanzas de Policía de 1852, las curtidurías, jabonerías, almidonerías, velerías y otras se situarán fuera del recinto de la

28. Véase A.N.FMI vols. 273,137,298,427,167,542,733,1054 y otros. Los peritos que examinaban los pedimentos eran lo mejor que tenía Chile: Gay, Philippi, Sada, Sazie, Cuadra, Bertrand, Bustillos, Ried, Domeyko, etc.29. Por ejemplo: Decreto Supremo del 10 de abril de 1824, en A.N.FMI vol. 32(2); La Comisión de Industria a la Convención. Santiago, 9 de septiembre de 1822, en Sesiones de los Cuerpos Legislativos de la República, VI, p.154; El Presidente de la República al Congreso. Santiago, 12 de octubre de 1826, en A.N.FMH vol. 78.31. El Mercurio. Valparaíso, 4 de enero de 1856, 19 de febrero de 1856, 23 de marzo de 1856, 12 de mayo de 1856, 12 de agosto de 1856, 6 de junio de 1856, 7 de julio de 1857, 12 de mayo de 1860, 7 de enero de 1864, 22 de noviembre de 1864, 1 de enero de 1869.32. Lo mismo que las dos notas anteriores.

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Sólo en 1871, se dispusieron medidas tendientes a controlar el máximo de libras de presión de que pudieran hacer uso, controlar los niveles de agua, llave de prueba y demás utensilios, válvulas de gobierno, manómetro, silbatos de alarma y otras especificaciones.

Sobre chimeneas y humo mortífero que expelían, el problema fue reglamentado en 1852, con una intrincada legislación respecto del tamaño de las chimeneas y filtros para evitar la contaminación, problema de nota si consideramos que, por regla general, los tubos eran muy bajos, con lo cual el humo no alcanzaba altura, cuestiones todas que fueron resueltas parcialmente al despuntar la década de 1870.

Queda por señalar que la opinión pública porteña, y fundamentalmente los sectores obreros, protestaron abiertamente por la maquinización y el vapor, considerando esos adelantos como peligrosos y atentatorios a los derechos ciudadanos y devastador para los obreros y artesanos al ahorrar miles de brazos, muchos de los cuales terminarían engrosando las cohortes de mendigos del puerto. Autoridades muy tolerantes y líneas editoriales que aplaudían el vapor, también lo harían con las vías

33. El Mercurio. Valparaíso, 12 de mayo de 1856.34. El Mercurio. Valparaíso, 7 de noviembre de 1868, 24 de noviembre de 1868 y 1 de enero de 1869. También hemos topado con una Ordenanza Municipal de julio de 1869 prohibiendo el establecimiento de máquinas a vapor en el centro de la población. Información en A.N.F IV vol. 238. En la practica la información revela que al parecer en enero de 1868 una fabrica de jabones y curtidos fue clausurada y forzada a trasladarse y el mismo mes otra de fuegos artificiales fue cerrada por su peligrosidad. El Mercurio, 30 de enero de 1868 y 25 de enero de 1868.; en diciembre de 1877 Bartolomé Labatut solicitaba permiso para Establecer una fabrica de velas estearinas a vapor en calle O'Higgins, solicitud desechada de plano por el Alcalde Necochea puesto que los habitantes de ese sector sufrían constantemente con una fabrica de aceite de cocos que no dejaba dormir a sus habitantes, malos olores de un gasómetro y para peor un depósito de carbón de piedra hizo huir a las familias que habitan las casas del vecindario. El Mercurio. Valparaíso, 11 de diciembre de 1877.35. Ordenanza Municipal del 6 de febrero de 1871, en PEÑA, Salustio, Recopilación de las disposiciones vigentes en el Departamento de Valparaíso sobre los distintos ramos de la administración local , Valparaíso, 1872, pp. 108-112.36. Ibid. Esa disposición obligaba a revisar máquinas y chimeneas cada dos meses. La reglamentación más antigua data de 1852, 1860 y la que más nos interesa Decreto de Echaurren- la de 1871.

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férreas, sin reprimir al grueso de la sociedad de Valparaíso en su lucha contra máquinas, vapor, explosiones, fuego y contaminación, pero es un hecho que perdieron la partida en los años cincuenta y sesenta. Posteriormente, sobre todo bajo la Intendencia de Echaurren, las cosas cambiarían un tanto.

Como colofón a todo, permítasenos una mirada retrospectiva a la Escuela de Artes y Oficios, en cuyo seno, en 1850, según el vanguardista El Consejero del Pueblo, “el vapor es el orador de aquel club, cuyos miembros, en lugar de sentarse en banquetes ruines como unos pelmazos, se agitan para producir obras útiles y perfectas; en lugar de escuchar el ruido de palabras ociosas y alborotadoras, baten fierro, y hacen gemir los yunques, para llegar a ser iguales porque no hay igualdad que no se funde en el trabajo y en la capacidad”; es obvio que el editorialista jamás sospecharía las negativas consecuencias del vapor para los artesanos.

37. El Consejero del Pueblo, número 3, Santiago, 28 de septiembre de 1850, p.4.

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