Los que conocieron a Jesus

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LOS QUE CONOCIERON A JESÚS

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Una obra de teatro en la que se analizan las repercusiones de los hechos de la Pasión de Cristo en las personas que lo conocieron

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LOS QUE CONOCIERON A JESÚS

ACTO IEscena primera

Entra Judas Iscariote.

JUDASYo no quería… Los sacerdotes del Sanedrín me aseguraron que sólo querían hablar con él, que no tenían intención de hacerle daño.

Judas queda pensativo unos segundos.

JUDASSí, Jesús los convencerá. Hasta el mismísimo Caifás tendrá que rendirse a la gran Verdad que mi maestro predica. [una pausa] Eso es lo que no entienden los demás. Pedro me llamó traidor y si no hubiese sido por Santiago, me habría agredido. Pedro ama a Jesús; le llama el Cristo; pero yo también le amo. Estas monedas de plata [enseña la bolsa con las monedas] son el precio para que la luz de las palabras de Jesús llegue al mismo corazón de Judea.

Entra el diablo personificado en una mujer. Ella va encapuchada.

SATANÁSJudas

JUDAS¿Quién eres? ¿Qué quieres de mi?

SATANÁSMe has prestado un gran servicio.

JUDAS¿De qué hablas? No te conozco.

SATANÁSSí me conoces. Soy más fuerte que aquél al que tú sigues. Controlo la voluntad de los hombres con la misma facilidad conque el viento mueve las hojas muertas.

JUDASNo, no.

SATANÁSEres débil, Judas. Yo vivo en la debilidad.

JUDASMi maestro…

SATANÁS¡Tu maestro será ejecutado igual que todos los que se oponen a mí!

JUDAS¡Déjame! ¡Vete!

SATANÁSPronto volveré a ti. [mientras se retira lentamente del escenario]

Judas hinca sus rodillas en el suelo. Se abraza con sus propios brazos y hecha a llorar.

Escena segunda

Judas alza la mirada al ver al maestro Nicodemo.

JUDASMaestro Nicodemo, maestro.

NICODEMO

Has sido imprudente, Judas.

JUDASJesús convencerá a todo el Sanedrín con sus palabras.

NICODEMONo, Judas. Dentro del Sanedrín hay muchos que odian a Jesús. Utilizarán sus palabras para llevarlo frente al gobernador Poncio Pilatos.

JUDASLos sacerdotes me prometieron que sólo querían escuchar a Jesús para poder llegar a entenderlo.

NICODEMONo puedo perder más tiempo. Han despertado a todos los sacerdotes para que asistamos al Templo.

JUDAS¿Para qué a estas horas de la noche?

NICODEMOLa única razón que alcanzo a entender es que quieren juzgar a Jesús antes del amanecer y así evitar que la multitud pueda oponerse al juicio.

JUDASPero,… tú lo defenderás, ¿verdad?

NICODEMOTu maestro aún cuenta con algunos amigos dentro del Sanedrín.

Nicodemo se marcha presurosamente.

JUDAS¿Qué he hecho?

Entra Satanás. Lleva una soga entre sus manos.

SATANÁSHas sentenciado a muerte a tu maestro. Todos lo saben y tú aún te resistes a aceptarlo.

JUDAS Verdaderamente Él es el hijo de Dios, ¿no es así?

SATANÁSTú nunca creíste en él, ¿por qué ahora sí?

JUDASPorque mi alma está desgarrada como si el dolor del mundo me oprimiese.

SATANÁSÉl es la Esperanza que todos los mortales buscan. El único sobre la tierra con poder de vencerme.

Satanás deja en el suelo, al lado de Judas, la soga.

SATANÁSLos hombres sois las criaturas más fáciles de manipular.

Satanás sale del escenario sigilosamente.Judas mira la soga y la bolsa de monedas.

JUDASLa muerte es mi único lugar ya en el mundo. Sólo ahí descansaré en paz.

Judas coge la soga y sale corriendo del escenario.

ACTO IIEscena primera

Entra María, la madre de Jesús, y la hermana de Lázaro, Marta.

MARIAPronto llegará el final.

MARTANo te apures, María. Tu hijo es el Mesías. ¿Quién si no habría devuelto la vida a mi hermano Lázaro? Los que lo han capturado no pueden ignorar los milagros que ha realizado Jesús. Dios está con él y no lo abandonará en estos momentos.

MARIATe equivocas, Marta. Él me dijo hace años que Jerusalén sería el final de su viaje. Yo le repliqué que no podría acabar todo allí, que su misión era más importante que todos nosotros. Sabes qué me dijo.

MARTA¿Qué?

MARIAQue con su final todo comenzaría. Que su muerte era necesaria para que naciese una nueva Era entre los hombres. Durante años he temido este momento como madre y he ansiado ver este final como sierva de Dios.

Las dos mujeres avanzan unos pasos.

MARTAVamos, María. Pronto llegaremos a Jerusalén.

MARIA

Desearía no llegar nunca. Entra en el escenario una mujer con una túnica blanca. Es un ángel.

ÁNGELNo temas el final de tu hijo, pues regresará de entre los muertos.

Las dos mujeres miran sorprendidas al ángel.

MARIA¿Quién eres?

ÁNGELQuien yo sea no importa. Por tu boca habla el dolor de una madre; pero ese mismo dolor niega la buena nueva que está a punto de llegar. El Espíritu utilizó tu vientre para engendrar al cordero de Dios. Tú aceptaste su nacimiento y ahora debes aceptar su sacrificio.

MARTAJesús ha hecho mucho bien durante estos años. No es justo que muera.

ÁNGELLa justicia no está en la muerte, sino en la resurrección.

MARIA¿Volverá con nosotros entonces? [esperanzada]

ÁNGELNo cómo el amor de una madre desearía. Él ascenderá junto a su Padre y su espíritu permanecerá entre los que aún queden aquí.

Maria rompe a llorar y se arrodilla.

MARIAOh, Señor. Perdona mi egoísmo de madre.

Marta atiende a María mientras el ángel sale despacio del escenario.Marta y María miran al frente y ya no ven al ángel. Miran en derredor, pero no hay nadie. Marta ayuda a María a reincorporarse.

MARTALevanta, María. Sé fuerte.

MARIAEs la voluntad de Dios.

Marta y María salen del escenario.

Escena segunda

Entran en el escenario Poncio Pilato y su esposa.

ESPOSA¿No serás capaz de condenar a Jesús?

PONCIO PILATOQuerida esposa, no sé muy bien qué ha hecho ese tal Jesús; pero si me lo envía el propio Caifás, dudo mucho que sea tan inofensivo como tú dices.

ESPOSAYo he escuchado predicar al Nazareno.

PONCIO PILATO¿Por qué lo llaman así?

ESPOSACreo que es por la ciudad donde se crió, Nazareth.

PONCIO PILATO¿Y qué predica ese “Nazareno”?

ESPOSAEse hombre que tú consideras tan peligroso no dijo nada que pueda considerarse amenazador para Roma ni para tu autoridad en Judea.

PONCIO PILATO¿De qué habló entonces?

ESPOSADe perdón, de amor. Proclamaba a todo aquél que quiso escucharle que había que amar a los propios enemigos como a uno mismo.

PONCIO PILATOAmar a tus propios enemigos. Un mensaje interesante, pero poco práctico.

Poncio Pilato se sienta.

ESPOSALos zelotes odian a Jesús por sus mensajes de paz. Los sacerdotes quieren verlo muerto por que le temen.

PONCIO PILATO¿Cómo pueden temer a un hombre que habla de paz y amor?

ESPOSAPor sus milagros.

PONCIO PILATO¿Milagros? Los dioses son los únicos que pueden realizarlos.

ESPOSAQuerido Poncio, en esta tierra actúan fuerzas misteriosas que escapan a los dioses de Roma.

PONCIO PILATO¡Nada escapa a Roma!

ESPOSANi a tu autoridad.

PONCIO PILATOYo soy el poder del emperador en Judea. Yo imparto justicia romana.

ESPOSAEs eso lo que te pido. Imparte justicia y no dejes que los sacerdotes manipulen a su antojo las leyes de Roma.

PONCIO PILATOMujer, retírate. Debo atender al representante de los sacerdotes del Sanedrín.

ESPOSA¿Aquí? ¿Y por qué no en el pretorio?

Poncio Pilato ríe suavemente.

PONCIO PILATOSegún parece, se contaminarían. Durante la Pascua ningún judío puede entrar en la casa de un romano.

ESPOSANo olvides mi petición.

La esposa de Poncio Pilato se marcha.Entra un sacerdote del Sanedrín, acompañado de un soldado.

PONCIO PILATO¿Qué acusación tenéis contra ese hombre al que llaman el Nazareno?

SACERDOTEProcurador, si no fuese un malhechor no te lo hubiésemos entregado.

PONCIO PILATO¿Qué delito ha cometido exactamente?

SACERDOTEEs un blasfemo. Se ha proclamado el Cristo, el Hijo de Dios.

PONCIO PILATOVuestras disputas religiosas no me interesan. Juzgadle según vuestra Ley.

SACERDOTESi fuésemos una nación libre podríamos juzgarle según nuestra Ley. Bien sabes que no nos está permitido quitar la vida a nadie. Solo tú, procurador, tienes ese poder.

PONCIO PILATO¿Tan grave debe ser el castigo?

SACERDOTESu delito es el mayor de todos. Se ha proclamado rey de los judíos. El propio Caifás me pidió que te rogase personalmente para que interrogaras a Jesús.

PONCIO PILATOEstá bien. [con tono resignado y de desgana] Tráelo a mi presencia.

Un soldado sale del escenario y vuelve a entrar, acompañado de Jesús de Nazareth.

PONCIO PILATO¿Eres Tú el rey de los judíos?

JESÚSDices eso por ti mismo o te lo dijeron otros de mí.

PONCIO PILATO¿Acaso soy yo judío? Los sacerdotes del Sanedrín te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?

JESÚSMi reino no es de este mundo, si de este mundo fuera mi reino, mis servidores habrían luchado por mí; pero mi reino no es de aquí.

PONCIO PILATO¿Luego eres rey?

JESÚSTú lo dices; soy rey. Yo para esto he nacido, para dar testimonio de la verdad.

PONCIO PILATO¿Y qué es la verdad?

Jesús guarda silencio.

PONCIO PILATO¡Contesta!

SACERDOTEComo ves ni respeta la autoridad de Roma.

PONCIO PILATO¿Quién eres Tú?

Jesús guarda silencio.

PONCIO PILATOHabla, di algo. ¿No quieres que te libere? ¿Quieres morir? Sabes que tengo poder para liberarte o crucificarte.

JESÚSNo tendrías poder sobre mí si no se te hubiera otorgado desde lo alto.

Poncio Pilato queda un momento pensativo.

PONCIO PILATOQue lo azoten como muestra de la justicia romana.

Un soldado entra y se lleva a Jesús.

PONCIO PILATONo encuentro ningún delito en Él.

SACERDOTEPero, procurador. Tú mismo has escuchado que no reconoce el poder del César.

Poncio Pilato ríe suavemente.

PONCIO PILATONingún judío reconoce el poder del César. Sólo las espadas hacen que reconozcáis la superioridad de Roma.

SACERDOTESi no actúas severamente con Jesús, en las calles de Jerusalén habrá una revolución contra Roma. Miles de judíos abanderados por el que se proclama a sí mismo rey de los judíos. Si esto se produjera, el Sanedrín no puede asegurarte que podamos controlar la situación.

PONCIO PILATO¿El Sanedrín me amenaza?

SACERDOTEClaro que no, procurador. Sólo intento que veas la gravedad de la situación si dejas libre a Jesús.

Poncio Pilato se levanta y deambula por la estancia.

PONCIO PILATOExiste una vieja costumbre en la víspera de la Pascua que permite al procurador liberar a un preso condenado a muerte. Tenemos dos presos, Jesús y Barrabás. Que el pueblo decida.

SACERDOTEPero,…

PONCIO PILATOQue el pueblo decida.

Poncio Pilato sale del escenario.El sacerdote sale del escenario contrariado.

Escena tercera.

Entra María y Marta.

MARIALas calles están desiertas.

MARTALa verdad es que es extraño tanta quietud. Espérame aquí. Intentaré averiguar qué ocurre.

Marta se va.Entra el diablo personificado en una mujer.

SATANÁS¿No sabes lo que está ocurriendo?

MARIANo. ¿Tú lo sabes?

SATANÁSPoncio Pilato va a liberar a un preso: Jesús o Barrabás. Uno de los dos será liberado y el otro ejecutado.

MARIAY tú sabes a quién ejecutarán, ¿verdad?

SATANÁSEs fácil saberlo. El pueblo necesita algo más que un Mesías entregado a un sacrificio que nadie entenderá. En cambio, yo puedo ayudarle, y a ti también, mujer.

MARIA¡Vete de aquí, Satanás! El diablo vendrá en las horas oscuras a tentar nuestras almas con mentiras y falsas promesas.

SATANÁSMaría, tu fe no es tan fuerte como la de tu hijo. Yo tengo poder para suavizar ese sufrimiento que no podrás soportar cuando lo veas morir.

MARIA¡Fuera! ¡Maldito seas!

SATANÁSMe iré; pero eso no cambiará nada. Ni la muerte de tu hijo.

MARIANi tus palabras mi fe en el Señor.

El diablo se va despacio.

MARIAEl sacrificio de mi hijo no será en vano.

Entran María Magdalena y Marta.

MAGDALENAOh, María. He visto a Jesús. Sus manos estaban atadas y lo llevaban guardias del Templo a presencia del procurador romano. Liberarán a uno: Jesús o Barrabás. Me dirigía al tribunal de Pilato para gritar el nombre de Jesús.

MARTALo ves, María. Aún queda esperanza de que Jesús quede libre.

MARIAOjalá tus palabras sean escuchadas por el Señor.

MAGDALENA¿Deseáis acompañarme?

MARIANo, María. Sólo rezo para que mi hijo termine pronto.

MAGDALENAPronto estará contigo.

María Magdalena se va corriendo.Marta se queda mirando el gesto triste de María.

MARTAEl Ángel nos anunció su muerte, María. No fue un sueño, ¿verdad?

MARIANo me quejé cuando el Señor me eligió a mí para dar a luz al Mesías, y ahora no puedo quejarme cuando sacrifica la vida de mi hijo para limpiarnos de todo pecado.

MARTAEso no es justo.

MARIA La voluntad de Dios escapa a nuestro entendimiento, Marta. Sólo podemos aceptarla con resignación.

MARTAHágase entonces Su voluntad.

Marta y María se van.

ACTO IIIEscena primera

Entra el maestro Nicodemo y el sacerdote del Sanedrín.

NICODEMOHa sido una locura entregar a Jesús a los romanos.

SACERDOTEEs un blasfemo, maestro Nicodemo. Caifás dio instrucciones expresas de que intentásemos persuadir a Pilato para que lo condenase a muerte.

NICODEMOA pesar de todo, es uno de nuestros hermanos.

SACERDOTELo que no entiendo bien es tu defensa hacia Jesús.

NICODEMOYo le he escuchado predicar en el Templo. He hablado con él; pero no percibo en sus palabras nada que me haga sospechar que lo que dice provenga del Maligno.

SACERDOTESe ha llamado a sí mismo el Mesías, el Hijo de Dios. ¿No es esto suficiente para ti?

NICODEMO¿Y quiénes somos nosotros para decir a Dios cuándo y cómo debe enviarnos al Mesías? ¿Por qué no puede ser un simple carpintero?

SACERDOTEMaestro Nicodemo, si no te conociese diría que estás convencido de que Jesús es el Mesías.

NICODEMONo digo que Jesús sea el Mesías; sin embargo, en todo lo que dice percibo que, o bien Dios está con él, o habla a través de él.

SACERDOTETú también has sido embrujado por Jesús. Está claro que ha estudiado exhaustivamente las profecías y las hace cumplir a su antojo.

NICODEMO¿Y los milagros?

SACERDOTETrucos de mago.

NICODEMOYo conocía al ciego al que Jesús devolvió la vista en el Templo, y te aseguro que ese hombre no fingía su ceguera.

SACERDOTETu corazón piadoso no te dejó ver que ese ciego no era tal, pues sacaba un buen dinero sacudiendo la piedad de los fieles que entraban a orar en el Templo. Es más cómodo pedir que ganar el pan con el sudor de la frente.

NICODEMOPuede que tengas razón. Jesús me ha impresionado profundamente.

SACERDOTE¿Recuerdas lo que dijo el maestro Gamaliel?

NICODEMOSi Jesús viene de Dios, su obra pervivirá a través de los siglos.

SACERDOTEYo te aseguro que la obra de Jesús morirá hoy mismo.

NICODEMOMuy seguro estás de que la multitud elegirá a Barrabás antes que a Jesús. Te recuerdo su multitudinaria entrada en Jerusalén.

SACERDOTEJesús se ha creado muchas antipatías en el pueblo, pues igual entra en la casa de un judío que en la de un romano.

NICODEMOYo mismo le he preguntado el porqué de esa actitud.

SACERDOTE¿Y qué te contestó?

NICODEMOQue todos somos creados por Dios.

SACERDOTEInteresante respuesta, pero comete el error de olvidar que Israel es el pueblo elegido por Dios.

NICODEMOYo he llegado a preguntarme si Dios quiere castigar a su pueblo por todos los pecados cometidos. Y si fuese así, ¿por qué no iba a perder Israel el favor de Dios?

SACERDOTESon horas extrañas. Ve a tu casa, descansa. El cansancio nos hace pensar cosas sin sentido.

NICODEMOAsí lo haré. Mi alma está perturbada y confusa.

SACERDOTEVe con Dios.

NICODEMOQue Él alumbre tus pasos.

El sacerdote se va.

NICODEMOSi Jesús fuese el Mesías que Dios nos perdone por llevar al matadero a su propio Hijo.

Entra Pedro amedrentado.

PEDROMaestro Nicodemo, Jesús acaba de ser condenado.

NICODEMO¿Qué dices, Pedro?

PEDROEl maestro va a morir en la cruz.

NICODEMOCaifás tiene mucha influencia sobre el procurador. Dios nos castiga con Barrabás y su barbarie al maltratar a Jesús.

PEDROLo he abandonado. Él jamás lo hubiera hecho.

NICODEMO¿A qué te refieres?

PEDROLe he negado tres veces antes del canto del gallo. He dicho, por tres veces, que yo no conocía a Jesús. [una pausa] Tenía miedo. No quería morir. La idea de la tortura me horrorizaba.

NICODEMO¿Y ya no tienes miedo ahora que sabes que tu maestro va a morir?

PEDROTengo más miedo aún. Él es el Cristo. Si Él muere, la cólera de Dios caerá sobre todos nosotros.

NICODEMOLa cólera de Dios ya ha caído sobre nosotros. Se llama Roma.

PEDRONo te entiendo, maestro Nicodemo.

NICODEMONo me hagas caso, Pedro. Escóndete; diles a todos los que ibais con Jesús que las calles no son seguras y poneros a salvo durante unos días.

PEDROPero no puedo abandonar a Jesús ahora.

NICODEMOBasta con una sola muerte. No provoques también la tuya.

Nicodemo se va precipitadamente.Pedro se va corriendo en sentido contrario.

Escena segunda

Entra Poncio Pilato. Camina pausadamente hasta llegar a su silla y se sienta.Entra su esposa.

ESPOSA¿Cómo te has atrevido a condenar a Jesús?

PONCIO PILATONo he tenido elección.

ESPOSA¿Qué no has tenido elección? Tú, el hombre más poderoso de Judea, el brazo de Roma, ¿no has tenido elección?

PONCIO PILATOVivimos tiempos difíciles, mujer. El Sanedrín quería la muerte de ese hombre.

ESPOSA¡Desde cuándo Roma se amedrenta ante unos viejos sacerdotes!

PONCIO PILATOEsos viejos sacerdotes controlan el pueblo.

ESPOSAY tú temes lo que de ti se diga en Roma. Tiberio vería con muy malos ojos que tuviera que mandar una legión y un nuevo procurador a Judea si hay una revuelta.

PONCIO PILATOEl emperador observa todas mis acciones. No puedo dejar que mi piedad por un solo hombre ponga en riesgo la paz de la provincia.

ESPOSAEres un cobarde. Estás destinado en el confín del imperio porque jamás tuviste el valor necesario para imponerte metas más altas.

PONCIO PILATO¡Cállate!

ESPOSAHas arruinado tu vida, y ahora arruinas esa paz que tanto ansías conseguir. El pueblo está dividido por Jesús. Si Él muere, tendrás todo menos paz.

PONCIO PILATOYo no quise condenarlo. [mientras se levanta]

ESPOSA¡Pero lo has hecho!

PONCIO PILATOBien sabes que no me gusta inmiscuirme en las rencillas religiosas del Sanedrín. [una pausa] Yo no creo en Mesías ni liberadores. Sólo hay un dios vivo: el divino Tiberio.

ESPOSATiberio no es más divino que tú.

PONCIO PILATO¿Acaso Jesús es un ser superior?

ESPOSATú lo interrogaste. ¿No sentiste nada en tu interior al hablar con Él?

PONCIO PILATOA decir verdad sentí cierta desazón. Quizás fuese por su silencio más que por sus palabras.

ESPOSA¿Qué quieres decir?

PONCIO PILATOParecía resignado, como si supiese que su destino final fuese la crucifixión. Sin embargo, era una resignación distinta a la que tienen otros presos a los que he condenado. Ese Jesús aceptaba su destino de muerte como si toda su vida hubiese girado en torno a este momento de tormento.

ESPOSAÉl hablaba de amor; predicaba que su reino se basaba en el amor.

PONCIO PILATOÉl me dijo que su reino no era de este mundo. Dime, querida, ¿cómo puede llegar al trono de su reino si no es muriendo? [con tono sarcástico]

ESPOSANo es justo que muera en la cruz.

PONCIO PILATOYo sólo imparto justicia romana. Nada entiendo de justicia divina.

ESPOSAPara eso está el divino Tiberio. [con sorna]

PONCIO PILATOEres una insensata al hablarme así.

ESPOSANo me infundes respeto. Eres un muñeco que esos viejos sacerdotes del Sanedrín manejan a su antojo.

PONCIO PILATO¡Ya está bien! Retírate a tus aposentos. La semana que viene emprenderás viaje hacia Cesárea y te reunirás con tu prima. Mañana mismo escribiré a su esposo, Cornelio, centurión de la guardia personal del gobernador de Asia. Cornelio es un buen romano, respetuoso con las costumbres que han hecho grande a Roma. Espero que aprendas de él el respeto que a mí me debes.

ESPOSAPrefiero estar lejos de aquí. No soporto tus debilidades.

PONCIO PILATO ¡Fuera de mi vista!

La esposa de Poncio Pilato se va.Poncio Pilato se sienta pesadamente en su silla.Entra un soldado y saluda militarmente.

PONCIO PILATOHabla.

SOLDADOUn hombre desea verte, procurador.

PONCIO PILATOQue reserve audiencia para otro día. Estoy cansado.

SOLDADOMe ha insistido mucho para que le atiendas.

Poncio Pilato mira iracundo al soldado.

PONCIO PILATO¡Y a mí qué! No me importa lo que quiera ese hombre.

El soldado se va.Poncio Pilato se queda pensativo.Entra el diablo personificado en una mujer.

SATANÁS¿Qué te preocupa, Pilato?

PONCIO PILATO¿Quién eres? ¿Quién te ha dejado pasar?

SATANÁSTu soldado me ha dejado pasar ante mi insistencia por verte.

PONCIO PILATOÉl me dijo que era un hombre.

SATANÁSCada uno vemos lo que queremos ver. Yo me presento como quiero.

Poncio Pilato se levanta despacio de la silla, algo asustado.

PONCIO PILATO¿Eres un emisario de los dioses?

SATANÁSDurante años serví a un Dios que tú desprecias. Tenemos algo en común: el desprecio por Dios.

PONCIO PILATO¿De qué dios hablas?

SATANÁSDe Aquél a cuyo hijo has sentenciado a morir en la cruz. [una pausa] Sé que deseas llamar a los soldados para que me echen de aquí; pero no lo harás. ¿Sabes por qué? Porque soy más fuerte que la misma Roma. Nadie en este mundo puede igualar mi poder. Oh, sí, está Dios, el Todopoderoso, pero su reino no es de este mundo. Tú lo sabes, ¿verdad?

Poncio Pilato no es capaz de articular palabra.Se produce un silencio.

SATANÁSEstás muy callado, Poncio. ¿Te gustaría estar en Roma? ¿O qui zás que tu esposa te respetara más? ¿Prefieres que tu esposa muera y casarte con otra mujer más maleable a tus deseos? ¿Tal vez deseas aplastar a los zelotes que alteran la paz en Judea? ¿Acaso aspiras a poseer riquezas? [una pausa] Me has hecho un gran servicio. Pídeme lo que quieras.

PONCIO PILATOEres una criatura perversa del Averno. ¡Márchate!

SATANÁSLos hombres sois las criaturas más orgullosas con las que he tratado. Está bien, me marcharé. Y como has despreciado mis ofrecimientos de gloria, te haré sentir la culpabilidad de haber sentenciado a muerte al Salvador de vuestro mundo. Esta culpa te perseguirá hasta el resto de tus días.

El diablo se va.Poncio Pilato vuelve a sentarse.

PONCIO PILATO Sólo soy el brazo ejecutor de Roma. Nada más.

Escena tercera

María está sentada en el suelo junto a Marta.Entra Magdalena disgustada.

MAGDALENAOh, María. Jesús va a morir.

Marta se levanta.

MARTA¿Estás segura?

MAGDALENAAllí estaba Él, junto a Barrabás. Pilato preguntó a todos los que nos habíamos reunido ante el tribunal quién queríamos que se salvase. Entonces, se escucharon muchas voces que aclamaron el nombre de Jesús; sin embargo, entre la multitud había algunos secuaces de Barrabás que amenazaban a todo aquél que gritaba el nombre de tu hijo. En un momento, las voces que pedían la libertad de Jesús, se fueron acallando poco a poco, dando paso a los gritos que reclamaban a Barrabás. Después, Pilato sentenció a Jesús a morir en la cruz y se lavó las manos, pues estoy segura de que el mismo procurador se sentía sucio al condenar a muerte a un inocente.

MARIAYa conoces su destino. Para esto vino al mundo.

MAGDALENANo puedo creer que la labor del maestro termine de este modo.

Entra un ángel en forma de mujer.

ÁNGELSu labor no termina, sino que comienza.

MAGDALENA¿Quién eres tú?

ÁNGELDios no olvida que pasáis por horas tristes. Me ha enviado para daros esperanza.

Maria se levanta.

MARIA¿Esperanza? ¿Pueden acaso las palabras mitigar el dolor que siente una madre al ver morir a su hijo?

ÁNGELEn el dolor no hallarás alivio. Sólo en la esperanza de la resurrección.

MARIAMi padre murió, al igual que mi madre. ¿Acaso ellos han regresado de la muerte para aliviar el dolor de su pérdida?

ÁNGELLa fe vence todas las barreras, mujer.

MARIA¿Incluso la de la muerte?

ÁNGELIncluso esa. Ten fe y serás recompensada.

El ángel se va.María comienza a llorar.

MARTANo llores. Tú me dijiste que no podías quejarte si Dios te quitaba al hijo que el Espíritu engendró en ti.

MAGDALENAVenid conmigo. Te llevaré con tu hijo, María.

MARIASí, llévame con Él. Que en su último suspiro vea mi cara y así poder aliviarlo.

Maria, Magdalena y Marta se van.

ACTO IVEscena primera.

Entra el sacerdote del Sanedrín.

SACERDOTEJesús está crucificado. A punto de morir. Su blasfemia no merecía mejor castigo. ¿Acaso alguien piensa distinto a mí? El pueblo de Israel vive momentos muy difíciles. Atrás quedaron los tiempos gloriosos de David y Salomón. Ahora Roma nos trata como esclavos, como un pueblo que no tiene futuro. Muchos creen que Dios nos ha abandonado; que repudia a su propio pueblo porque hemos degenerado la Ley de Moisés. Es esa Ley la que hoy protejo. El pueblo no necesita falsos Mesías ni salvadores que pretenden renovar la Ley de nuestros antepasados, la base de nuestras costumbres. Debemos salvaguardar los pilares de nuestra identidad. Es lo único que nos queda ante Roma. Un pueblo conquistado como el nuestro, no puede aspirar a más.

Entra el diablo en forma de mujer.

SATANÁS¿No tienes remordimientos?

SACERDOTENo.

SATANÁSEntonces, ¿por qué no descansa tu mente?

SACERDOTESoy un sacerdote del Sanedrín. Nuestra obligación es guiar al pueblo… No es una tarea fácil.

SATANÁSGuiar al pueblo por la senda de Dios.

SACERDOTEAsí es.

SATANÁS¿Y si Dios hubiese abandonado a su pueblo?

SACERDOTEEso es imposible. Nuestros ritos son respetados desde tiempos de Moisés. ¿Por qué debería Dios abandonarnos?

SATANÁSPorque habéis entregado a su Hijo a los romanos para que lo ejecuten.

SACERDOTESeguro que eres una seguidora de Jesús.

SATANÁSYo no sigo a nadie. Me siguen a mí.

SACERDOTE¿Acaso has engendrado a otro falso Mesías?

Satanás ríe.

SATANÁS No eres merecedor de escuchar mi nombre.

SACERDOTE¿Quién eres?

SATANÁSAquél que temió que tomaseis en serio al Nazareno. Aquél que tentó a Jesús hasta el último momento, pero su determinación fue demasiado fuerte. Aquél que controla a los mortales de tal modo como para que ejecuten al Mesías.

El sacerdote tiene miedo al descubrir la identidad de su interlocutor.

SACERDOTEEres Satanás. Oh, Dios de Israel protege a tu pueblo del Mal.

SATANÁSTus plegarias son inofensivas; pero, no te preocupes, no te haré daño. Mi labor aquí ya ha terminado.

El diablo se va.El sacerdote queda cabizbajo.

Escena segunda

Entra Nicodemo.

NICODEMODespreciado y abandonado por todos. Así ha muerto Jesús. Maltratado se doblegó y no abrió la boca, como cordero que es llevado al matadero. Él fue quien soportó nuestros sufrimientos. En sus llagas hemos sanado y vuelto a nacer.

Entra un ángel en forma de mujer.

ÁNGELNo te lamentes, Nicodemo. Jesús no ha muerto.

NICODEMOMujer, ¿cómo te atreves a decir eso? Con mis propios ojos vi cómo bajaron su cadáver de la cruz.

ÁNGELHablaste mucho con Él. No entendiste nada cuando te habló de volver a nacer.

NICODEMOEso era una metáfora. Es imposible retornar al vientre de nuestra madre.

ÁNGELDebes mirar más allá, Nicodemo. Las palabras de Jesús se escapan a través del velo de tu lógica.

NICODEMOReconozco que nunca entendí por entero su mensaje. Su voz entraba en los corazones con más facilidad que sus palabras.

ÁNGELAquél que no entendió, entenderá llegado el momento.

NICODEMO¿Qué momento?

ÁNGELEn el tercer día de su muerte, Jesús se levantará para iluminar a los que creyeron en Él y a los que lo maltrataron.

NICODEMO¿Dices que resucitará?

ÁNGELÉl cargó con vuestros dolores. ¿Por qué no ha de resucitar? ¿Aún no te convences de que Él es el Cristo?

NICODEMODios todavía no nos ha abandonado.

ÁNGELAl igual que ningún padre abandona a su hijo, ningún pastor se olvida de su rebaño.

El ángel se va mientras Nicodemo intenta retenerlo.

NICODEMOEspera. Aún estoy confuso.

El ángel ha hecho caso omiso de las reclamaciones de Nicodemo.

NICODEMOQué hemos hecho.

ACTO VEscena primera

Entra Pedro y atraviesa el escenario. Antes de que Pedro se vaya del escenario entra María Magdalena muy nerviosa.

MAGDALENA¡Pedro! Lo he visto.

PEDRO¿Qué te ocurre? ¿A quién has visto?

MAGDALENALo he visto. Ha resucitado. Marta y yo fuimos al sepulcro para envolver el cadáver de Jesús en un sudario limpio y ungirlo con aromas y ungüentos. Fuimos al sepulcro y estaba abierto; la losa no estaba en su sitio. Mujer, ¿por qué lloras? Luego pronunció mi nombre. Le miré el rostro y era Jesús. No me toques, porque aún no he ascendido hasta mi Padre, pero ve a mis hermanos y díselo.

PEDROMaría. Estás muy cansada. Ve a tu casa. Mañana verás todo distinto.

MAGDALENAHa resucitado. Antes de llegar al sepulcro. Un hombre llamó mi atención y me dijo: ¿Adonde vas? ¿Por qué buscas entre los muertos al que está vivo? Jesús no está ahí. Era un ángel, Pedro, que me anunció el milagro de la vuelta a la vida del maestro.

PEDROEl maestro está muerto. Tú misma lo viste cuando lo descolgaron de la cruz.

MAGDALENASí, allí estuve. ¿Y por qué no debería ser yo, que acompañé a Jesús hasta su último aliento, la elegida para anunciarnos su resurrección?

PEDROTodos estamos nerviosos y cansados. Quizás has visto lo que deseabas ver. Nada más.

MAGDALENAHa resucitado, Pedro. Comunícaselo a los demás. Me encargó que os lo dijera. Y lo he cumplido. [enfadada]

María Magdalena se va.

PEDROHan sido días difíciles para todos. María Magdalena es un alma bondadosa; pero creer que ha visto al maestro andar sobre sus propios pies…

Entra un ángel en forma de mujer.

ÁNGEL¿Y por qué no, Pedro? Así lo dijo Él. Sabes bien que Él quería que todo ocurriera cómo ha ocurrido. No olvides que es el Cristo.

El ángel se va.

PEDROSí, es cierto. Él era el Cristo. [una pausa] Entonces, la gracia de Dios ha caído sobre todos nosotros. La muerte ha sido vencida por el Hijo del Hombre. Correré a mis hermanos y les daré la buena nueva. Jesús está vivo.

Escena segunda

Entra el sacerdote del Sanedrín y Nicodemo.

SACERDOTEHan robado el cuerpo. Sus discípulos han abierto la tumba abrigados por la oscuridad de la noche.

NICODEMOTú mismo pediste al procurador romano que colocase una guardia.

SACERDOTELos soldados se habrán dormido.

NICODEMOEso es imposible. Algunos sacerdotes estuvieron cerca del sepulcro y todos ellos aseguran que los soldados no se durmieron.

SACERDOTEEntonces, explícamelo. Cómo un cadáver puede abrir su propia tumba.

NICODEMONo tengo explicación lógica.

Hay un silencio.

SACERDOTEAhora empieza. Todo empieza ahora.

Se echa el telón.

FIN