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UNIVERSIDAD DE MEXICa
... arte 'Jllesti:::o ...
JESUS Reves Ferreira -Chucho H.eyes: qué - estupendo nombre de corrido- lleva la provincia en el alma. Su infancia ialiscience lo llenó
de México de tal ma~era que llegó undía en que necesitó desbordarse de algúnmodo y lo hizo a través de la pintura. Espor eso que su arte es tan mexicano ensu esencia, en su forma. Sin embargo, noes el suyo un mexicanismo intelectual yobligado, sino espontáneo y natural. Sino fuera por sus actividades y sus experiencias citadinas podría tal vez hablarse de él como de un artista popular,porque. además, Chucho Reyes nunca hapensado que se pueda comerciar con suarte. Pinta porque goza infinitamente llenando de formas y colores ese papel,fino y ruidoso, que no debiera llamarsede china, sino de México, por ser tan delgusto de nuestro pueblo, ese papel que,picado y recortado en mil maneras, parece haber servido desde siempre para llenar los ambientes alegres o luctuosos delas celebraciones populares y que, impunemente, hace acto de presencia en laspulquerías o en los altares con la sonrisade sus agujeros.
Los papeles de Jesús Reyes tienen, enla temática que sirve de pretexto al lenguaje del color, en la soltura de su ejecución, en su libertad de trazo, la resonancia postrera de las viejas tradicionesque la nueva generación está olvidando
.y que arrancan de un pasado no sólo colonial y cristiano, sino prehispánico eidolátrico, bajo formas sintéticas que yano podemos designar "primitivas", puesto que han sido y siguen siendo la máxima aspiración de Jos artistas contemporáneos.
Como el popular, el arte de Jesús Reyes es un arte mestizo, tan amplio en supoesía que no puede aceptar clasificaciónninguna; su diferenciada expresividad escapa a ,la persecución de los buscadoresde iSl1ws en la pintura. Sin ser arte social, es arte para todos porque es claro ysencillo. Chucho Reyes platica en su píntura de cosas que todo el mundo conocey ama, en un lenguaje plástico que todoel mundo entiende, por ser el que sirve
lospapeles
deJESUS
REYESPor Raúl FLORES GUERRERO
GUERRERO
... amplio en. m poesía . ..
de comunicación universal entre el hombre y la naturaleza: el color.
"El pueblo mexicano tiene dos obsesiones -poetizó Pellicer-- el gusto por lamuerte y el amor a las flores". Y JesúsReyes, nutrido en las hondas corrientespopulares de México, gusta de la muerte.Y ama las flores. Ahí 'están esas calaveras, jubi!osas y felices, contorsionandosus huesos en danzas que nada tienen deultratumba .Y adornadas por los graciososmoños que el pintor les ha puesto en lagarganta o aquellas otras que, exhaustas,parecen haberse recostado definitivamente, en un campo de color, como si de veras se hubieran quedado ITvuertas. Encuanto al amor por las flores. ChuchoReyes lo hace patente en todas partes.El, que gusta de arreglar los altares y losarcos triunfales en las bodas de sus amigos, dolido de la muerte cotidiana de lasflores las lleva al papel, prolongando conel pincel su belleza; y es así que aparecen, con toda la intensidad de su vidavegetal, circundando a sus niñas, ingenuas y rosadas (versión última y personalísima de esas niñas provincianas, de ojostiernos y vestidos cuajados de olanes, queEstrada nos enseñó a querer en sus retratos del siglo pasado) y no sólo circun-
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. . diferenciada expresividad.
dadas, sino cubriendo su cabeza y susmanos a modo de a~egres manchas de color, o bien constituyendo ramos estupendos en los CJue el remolino de los pétalosse destaca sobre un agitado fondo verde.
Viniendo del mundo colorido de lasflores, Reyes no puede evitat- la tentación de caer en el mundo frutal, frescoy jugoso, de las sandías y de las granadas, de los plátanos y de las uvas, en donde los verdes y los blancos, los rojos ylos negros, empleados con una libertadplena de armonía, se reúnen en un alegrecónclave de naturalezas vivas.
Un pintor como Chucho Reyes ¿ quéanimales pinta? El gallo, claro está, llenando con sus plumas agitadas el máximo espacio posible; en ocasiones será ungallo angustiado, casi agónico, aleteandodesesperado en el azul del cielo parasostener su cuerpo conformado por manchas amarillas y negras. enérgicas y audaces manchas llenas de movimiento yvitalidad; o bien un precioso gallo giro,con su vistoso plumaje rojo, verde y ,legro, erizado por la furia de un próximocombate, los redondos ojos sugeridos porun trazo afortunado CJue sale de la crest;)colorada y los espo~ones prendidos en elazul añil del fi rmamento, todo ello en uncontraste audaz de policromía; o aquelotro gallo blanco, con ligeros toques derojo y azul, que elegante y displicente levanta su pico en un gesto de orgullo como mirando al espectador a través delmonóculo formado por una prolongacióncasual de su cresta.
Esa expresión, ese ca rácter humani-. zado, aparece en todos los animales que
pinta Chucho H.eyes con su pincel empapado de pasión naturalista: en ese toroasombrado, de grandes ojos fijos, en quese establece una coexistencia maravillosamente agresiva entre el magenta, el caféy el amarillo; en ~sos caballos de pestañas rizadas que parecen haberse pintado-cuesta trabaio decir los belfos- lasmejillas, para 'hacer su aparición en elescenario del arte: en esos leones doradosque, con una distinción heráldica, se revuelcan rugiendo a carca,iadas, ebrios deselva y cielo, en un pálido campo verde,
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y hasta en esos pec~s, habitantes de lasprofundidades de tmta azul-negra delocéano pintado. .
Jesús Reyes nos lleva de la mano :nsus papeles al colorido ambiente de los CIrcos para ver a la écuyere montada en sucaballo de Metepec, de crin dorada y pelode mil tonalidades, o al payaso descuidado que trata de esconder su rostro enel interior de una de sus mangas, y hastael señor Santiago, animado por los otroscuadros, parece haber dejado los altarespueblerinos para participar d~ la .aniI:nación circense y, sin saber a CIenCIa CI~r
ta 10 que hace, lanzar su caballo de OJOSaztl~es y nariz sonrosada s~bre un moro,vestido a la usanza del sIglo XVI, queduerme, tendido, el sueño de los justos.
Al llegar al hombre, como tema de suoriginal creación artística, Chuch? Reyescoincide intuitivamente, respondIendo a
ARTESPor]. ]. CRESPO DE LA SERNA
LA PINTURA COMO AFICION,'N
UNCA es tarde si la dicha esbuena". Este apotegma po-
o puJar podría aplicarse al casodel jovial médico de niños
-Carrillo Gil- que, de pronto, casi sinavisar, o sea sin que le precedieran heraldos acostumbrados y platillos retumbantes, se nos aparece en la Galería de ArteMexicano, con un buen lote de pinturasde su mano. "Hobby" o pasatiempo le llama él, en su lujoso catálogo, a esta "s~'i
da". Es decir, que, modestamente no qUlere que se aprecien sus innatas cualidadesde pintor, porque antes que eso ha sidoy es "fraile", o sea, parafraseando otraafirmación popular, médico de profesiónprincipal. Pero el hecho de que ahorapinte y pinte bien, demuestra que, ·~n elfondo, ha sido siempre un artist.1. Enefecto, ha dedicado gran parté de su peC'Jlio a coleccionar obras maestras' de la íJintura: no sólo posee un tesoro de obras deOrozco, sino de Rivera, Tamayo,Siqueiros y otros pintores mexicanos, y :l.demásalgunas joyas del arte de otra s tierras,amén de una biblioteca de libros de artr,realmente notab~e. El coleccionista, desde tiempo de los egipcios, griegos v romanos, era un esteticista (valga la palabreja), o sea lo que los franceses llam:mun "connaisseur". Dicho en otras palabras,un juzgador, un crítico. Un crítico que enlugar de hablar mucho o de escribir -sobre todo- adquiere para su regalo lascosas que prefiere o admi ra.
El crítico, o su avatar, el coleccionistade arte (los críticos co'eccionan "in mente") vive siempre én un amhiente cle arte,y es lógico que llegue a contagiarse de él.Muchos serán entonces los :' rbitrios (]ueescoja para vaciar sus entusiasmos y susexperiencias, o simple\llente para decirsus predilecciones y ofrecerncs su fe estética. Carrillo Gil es de los que han sentido el aguijón de crear él también conlos propios instrumentos que han servidopara las obras que admira y que le hanhecho pasar ratos deleitosos. Por eso empezó a pintar un día. Y después de cuatroo cinco años de esta.r haciéndo~o. nosmuestra ahora sus resultados. Nuncaaprendió a derechas. El mismo lo confie-
un ascetismo tradicional, con la expresiónmás dramática del arte de la Colonia: losCristos Sangrantes, esos Cristos que permitieron al indígena, con el pretexto dela crucifixión, revivir el culto ancestralpor la sangre. La -religiosidad ·.del pintorestá patente en sus Cristos distorsionados y,patéticos, logrados a partir de Uflatécnica básica que consiste en la aplicación de manchas de color, limitadas porlíneas negras. A partir de este principio,Reyes realiza infinitas variedades deCristos realmente impresionantes y magistrales por sus calidades plásticas: morenos Cristos sedentes, de formas corporales apenas 'Ciefinidas pero de intensaexpresión dolorosa; Cristos blancos y verdes, pintados sobre un fondo- rojo, queal craquelarse han abierto su carne pintada dejando ver sus llagas de papel dechina que parecen- extenderse hasta el
Carrillo Gil: Abstracción
Orozco Rivera: Payaso
sa en ese interesantísimo prólogo -que('s un verdadero "statement"- en su catálogo. De ahí que en sus primeros intentos, presenta¿os también en la exposición,se advierta la torpeza ingenua pero vo
luntariosa de quien está decidido a con"
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firmameñto; Cristos rosas, cruzadós €iltodas direcciones por la huella Cle los latigazos de un pincel caprichoso; tal parece que les han lanzado encima el ignominioso frasco de pintura roja de la Pasión.
Este es el arte de Chucho Reyes, sub!imación del sentimiento secular de todóun pueblo. En él coexisten, contradictoriamente, el color de las flores, la jugosaapariencia de las frutas, la radiante prestancia de las plumas y las pieles de simbólicos animales, la gracia y la ternurade los niños, con la presencia risueña delos esqueletos presumidos·y la profundadramaticidad de los Cristos ensangrentados. Es evidente que estos papeles deChucho Reyes han surgido de la mismaraíz que nuestro gran barroco dieciochesco, esa raíz, afirmada y nutrida por unsuelo tan fecundo para el arte como es elsuelo de México.
quistar este admirable y alucinante lenguaJe.
Poco a poco se va viendo cómo lograadueñarse de los secretos y picardías deloficio. Esto es palpable. En sus últimaste'as -o masonites- hay exquisiteces demateria, de transparencia, de tonos, devalores, de esgrafiados, etc., que son de unmaestro. No cabe de ello la menor duda.Sus preocupaciones pictóricas giran entorno a sus preferencias, naturalmente.Primero, hay en él una mímesis inconsciente de pintura "primitivista" popularmexicana, luego del gran maestro Orozco,y por fin, cuando parece sentirse bastanteseguro en el manejo de "tubitos de colory pinceles", aborda temas -sus naturalezas muertas, por ejemplo-, en que empiezan a despuntar sus verdaderas aficionespersonales por una expresión abstracta,geometrizante, del tipo de Lionel Feininger, Rudolph Bauer, Delaunay, JacquesVillon, con variaciones estilo Kandinski,el inglés Nicholson, sin olvidar a los futuristas y a~gunos de los cubistas. En susdiferentes "experimentos" hay no pocosaciertos que demuestran su sentido delequilibrio, su innato gusto del color, y unalie'nto poético de mucho empuje que,orientado definitivamente hacia una _expresión más completamente suya, nos daría resultados sumamente interesantes ydignos de admiración. Indudab'elllenterosee o imaginación y temperamento artístico. En muchos casos o logra, con unaeconomía y. austeridag casi matemáticas,expresiones llenas de verdadero pathos,que no pueden menos de conmover al espectador. Quizá 10 que him dado ",n llamar "expresionismo abstracto", del cualhace profesión, pueda permitir aún agitar -usando artilugios inte1ectualizantes- el mundo de las sensaciones, simp1emente· porque permite reconocer aquíy allá vestigios de 10 real. i Tal ve?! Yocreo que esos "experimentos" -interpsan tes como tales experimentos-, sólodan de vez en cuando, resultados qu n valgan la pena para enriquecer el mundo delarte. Pero son demasiado "feux d'artifice", y por ello encandilan al incauto ...Como manera de "entrar" en el campode la pintura me parece una excelenteoportunidad. porque, en medio de todo,esos "juegos" dejan libertad para "combinaciones" sin fin, de acuerdo con cadapersona, exactamente como las combinaciones aritméticas o geométricas, es decir,muchísimo más por no tratarse de números o relaciones inconmovibles.