MALABABA 2

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Revista de contrapublicidad, resistencias y subculturas

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Contrapublicidad, resistencias y subculturas

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indice

pág 3 ……. Si, hola, si

pág 7 ……. I Certamen de contrapublicidad Malababa

pág 15 ….. Entrevista a Xesco

pág 23 ….. Contrapublicidad y ciudad

pág 37 ….. Entrevista a Siro López

pág 49 ….. Entrevista a Micockringnomedejapensar

pág 63 ….. De la contrapublicidad como herramienta

pág 75 ….. Consumo porque yo lo valgo

pág 85 ….. El amor está en la oferta

pág 91 ….. Publicidad y (des)estructura social

pág 101 ….. Bocata: del cómic a la valla publicitaria

pág 104 ….. Escaparate de libros

pág 110 ….. Enlaces

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Malababa surge del Observatori de Resistències i Subcultures (www.observatori-risc.net) en colaboración con el proyecto Con-sumeHastaMorir (www.consumehastamorir.com) de Ecologistas en Acción y un grupo de diseñadores gráficos, activistas y pe-riodistas.

Consejo de RedacciónGemma Galdon Clavell, María González Reyes, Isidro Jiménez, Pedro Ramiro, Israel Rodriguez, Mariana Vilnitzky.

AgradecimientosGrupo Arbeit, Xesco, Micockringnomedejapensar, Siro López, Montserrat (Nau Coclea), Senen, Marco Antonio, Tak, Eva.

Diseño y maquetaciónIsidro Jiménez, Noel Douglas.

ImprentaPrats Bernadas, SL.

ISBN978-84-611-8236-7

D.L.B-32906-2006

[email protected]

malababa volumen 2

si, hola, si

El pequeño caracol, que arrastra su malababa por el pla-neta, va dejando lentamente su veneno en cada una de las menti-ras publicitarias. Malababa es un proyecto conjunto que intenta reunir y apoyar a cientos de personas que luchan por un mundo más justo, utilizando la ironía y el ánimo de la contrapublicidad.

Para quienes lo hacemos, Malababa no es un simple diver-timento artístico sino una forma de decir lo que los anuncios es-conden. Como compendio contrapublicitario, es una herramienta que utilizamos para denunciar la intromisión empresarial, la in-vasión de las compañías que se anuncian, sin pedirnos permiso, en nuestros espacios públicos y privados. Que venden un modo de vida que nos subyuga a la compra, un sobreconsumo que hace insostenible la misma condición humana.

Usamos la contrapublicidad para denunciar mucho más: lo que las empresas ocultan, las violaciones a los derechos hu-manos de estas empresas en países donde las leyes son laxas, la corrupción empresarial, el deterioro medioambiental y la de-vastación de los recursos naturales, la hipocresía y el sarcasmo cómplice de empresas y gobiernos en las guerras más atroces, en la guerra de Irak, en África, en Asia… En fin, las grandes y ridículas mentiras de los anuncios.

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Malababa surge del Observatori de Resistències i Subcultures (www.observatori-risc.net) en colaboración con el proyecto Con-sumeHastaMorir (www.consumehastamorir.com) de Ecologistas en Acción y un grupo de diseñadores gráficos, activistas y pe-riodistas.

Consejo de RedacciónGemma Galdon Clavell, María González Reyes, Isidro Jiménez, Pedro Ramiro, Israel Rodriguez, Mariana Vilnitzky.

AgradecimientosGrupo Arbeit, Xesco, Micockringnomedejapensar, Siro López, Montserrat (Nau Coclea), Senen, Marco Antonio, Tak, Eva.

Diseño y maquetaciónIsidro Jiménez, Noel Douglas.

ImprentaPrats Bernadas, SL.

ISBN978-84-611-8236-7

D.L.B-32906-2006

[email protected]

malababa volumen 2

si, hola, si

El pequeño caracol, que arrastra su malababa por el pla-neta, va dejando lentamente su veneno en cada una de las menti-ras publicitarias. Malababa es un proyecto conjunto que intenta reunir y apoyar a cientos de personas que luchan por un mundo más justo, utilizando la ironía y el ánimo de la contrapublicidad.

Para quienes lo hacemos, Malababa no es un simple diver-timento artístico sino una forma de decir lo que los anuncios es-conden. Como compendio contrapublicitario, es una herramienta que utilizamos para denunciar la intromisión empresarial, la in-vasión de las compañías que se anuncian, sin pedirnos permiso, en nuestros espacios públicos y privados. Que venden un modo de vida que nos subyuga a la compra, un sobreconsumo que hace insostenible la misma condición humana.

Usamos la contrapublicidad para denunciar mucho más: lo que las empresas ocultan, las violaciones a los derechos hu-manos de estas empresas en países donde las leyes son laxas, la corrupción empresarial, el deterioro medioambiental y la de-vastación de los recursos naturales, la hipocresía y el sarcasmo cómplice de empresas y gobiernos en las guerras más atroces, en la guerra de Irak, en África, en Asia… En fin, las grandes y ridículas mentiras de los anuncios.

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Para nosotros, Malababa es una forma de hacer política y trabajar por lo que creemos justo. El dinero que se cobra por la revista se ha utilizado y se utiliza íntegramente para efectuar la publicación y los gastos del certamen. Cada una de las personas que hacemos Malababa nos ganamos el pan en otros ámbitos.

El proyecto nació en 2006 y está formado por un grupo de personas utópicas hastiadas de tanto engaño, y tanta vio-lación pública por parte de las empresas. En el primer número hicimos un resumen de la actividad contrapublicitaria que vibra y se contagia lentamente en España y en el mundo. Ese número vino acompañado del Certamen Malababa, que contó con cientos de participaciones (que pueden verse en www.malababa.org).

En este número, además de volcar los trabajos del Cer-tamen Malababa, agregamos una serie de reflexiones e informa-ciones sobre la contrapublicidad.

Hablamos de nuestras propias emociones, de la influencia y la intromisión de la publicidad en nuestra vida más intima. De la publicidad invadiendo cada centímetro del espacio urbano, del espacio público propio de toda la ciudadanía. Del inicio de la “era consumista” en los años 60 en Estados Unidos, del presente de la era de la sobreinformación y dependencia comercial, y del futu-ro -que pinta negro (para nosotros)- de la intrusión publicitaria.

Este número incluye también ideas, sueños, herramien-tas para poner freno al chorro de publicidades que nos llueven cada día. La contrapublicidad como herramienta política, y los riesgos de que sea mal utilizada o utilizada por las mismas em-presas contra las que luchamos.

Intentamos ayudar para que el caracol siga su camino, y tenga hijos y nietos que puedan rescatar la mirada, con humor y con sentido crítico.

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Para nosotros, Malababa es una forma de hacer política y trabajar por lo que creemos justo. El dinero que se cobra por la revista se ha utilizado y se utiliza íntegramente para efectuar la publicación y los gastos del certamen. Cada una de las personas que hacemos Malababa nos ganamos el pan en otros ámbitos.

El proyecto nació en 2006 y está formado por un grupo de personas utópicas hastiadas de tanto engaño, y tanta vio-lación pública por parte de las empresas. En el primer número hicimos un resumen de la actividad contrapublicitaria que vibra y se contagia lentamente en España y en el mundo. Ese número vino acompañado del Certamen Malababa, que contó con cientos de participaciones (que pueden verse en www.malababa.org).

En este número, además de volcar los trabajos del Cer-tamen Malababa, agregamos una serie de reflexiones e informa-ciones sobre la contrapublicidad.

Hablamos de nuestras propias emociones, de la influencia y la intromisión de la publicidad en nuestra vida más intima. De la publicidad invadiendo cada centímetro del espacio urbano, del espacio público propio de toda la ciudadanía. Del inicio de la “era consumista” en los años 60 en Estados Unidos, del presente de la era de la sobreinformación y dependencia comercial, y del futu-ro -que pinta negro (para nosotros)- de la intrusión publicitaria.

Este número incluye también ideas, sueños, herramien-tas para poner freno al chorro de publicidades que nos llueven cada día. La contrapublicidad como herramienta política, y los riesgos de que sea mal utilizada o utilizada por las mismas em-presas contra las que luchamos.

Intentamos ayudar para que el caracol siga su camino, y tenga hijos y nietos que puedan rescatar la mirada, con humor y con sentido crítico.

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PRESENTACION

I Certamen de contrapublicidad Malababa

El 15 de mayo de 2006, y paralelamente a la publicación del primer número de la revista que ahora tienes entre manos, lanzamos la propuesta de hacer un Certamen de Contrapublicidad abierto a todo el mundo, con el objetivo de que pudiera convertirse en escaparate de una de las muchas actividades que ocupan las calles -y el ciberespacio- planteando formas de pensar y hacer diferentes.

Optamos por convocar un certamen, y no por otros formatos, porque queríamos crear una plataforma, un espacio de encuentro y comunicación que pudiera tener dinámicas propias y que sirviera para poner en contacto trabajos, activistas, grupos, ideas, gente y produc-ciones. No queríamos ni intervenir en los procesos creativos ni generar discursos, sino dar un espacio más de expresión a un tipo de creación que muchas veces muere arrollada por otros tipos de creatividad o que acaba siendo efímera no sólo en su plasmación, sino también en un recuerdo colectivo tan frágil como a veces interesado.

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PRESENTACION

I Certamen de contrapublicidad Malababa

El 15 de mayo de 2006, y paralelamente a la publicación del primer número de la revista que ahora tienes entre manos, lanzamos la propuesta de hacer un Certamen de Contrapublicidad abierto a todo el mundo, con el objetivo de que pudiera convertirse en escaparate de una de las muchas actividades que ocupan las calles -y el ciberespacio- planteando formas de pensar y hacer diferentes.

Optamos por convocar un certamen, y no por otros formatos, porque queríamos crear una plataforma, un espacio de encuentro y comunicación que pudiera tener dinámicas propias y que sirviera para poner en contacto trabajos, activistas, grupos, ideas, gente y produc-ciones. No queríamos ni intervenir en los procesos creativos ni generar discursos, sino dar un espacio más de expresión a un tipo de creación que muchas veces muere arrollada por otros tipos de creatividad o que acaba siendo efímera no sólo en su plasmación, sino también en un recuerdo colectivo tan frágil como a veces interesado.

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Queríamos, en definitiva, sacar la contrapublicidad de la clandestinidad, difundirla, explicarla, contextualizarla.

¿Lo hemos conseguido? Esperamos, como mínimo, haber contribuido a que más gente saque sus trabajos de sus ordena-dores y talleres de corta-y-pega, y a que más personas sepan qué es y cómo se expresa la contrapublicidad. Nuestra propues-ta nacía desde la más absoluta humildad, y la verdad es que los resultados han superado nuestras expectativas –no sólo por la cantidad de trabajos presentados, sino por su calidad y el en-tusiasmo de muchas y muchos de sus autores. En los cerca de tres meses que permaneció abierto el certamen, casi 400 intervenciones fueron enviadas; algunas por personas a título individual, otras por grupos contrapublicitarios consolidados, ac-tivistas gráficos, diseñadores… Esta variedad de fuentes, así como la de temáticas tratadas, de recursos, de formatos y de procedencia de las intervenciones enviadas al certamen refleja, también, la potencialidad y la gran vitalidad que tiene la contra-publicidad en el Estado.

Lo verdaderamente importante para nosotros era provo-car, desencadenar, propiciar un acontecer que tuviese dinámica propia y que superase con el tiempo lo que el propio certamen podía ofrecer. Crear algo que revertiera, en definitiva, en bene-ficio de la propia actividad contrapublicitaria. Esto significa, en parte, que no nos responsabilizamos del devenir de la iniciativa. Malababa como espacio de encuentro y motor de iniciativas es un proyecto que está en constante evolución. Evidentemente, nos gustaría poner las bases para que el certamen no sea sólo una anécdota, sino que su efecto iniciador se prolongue y facilite otras iniciativas, pero esto dependerá en gran medida de cómo quiera cada uno utilizar las herramientas que hemos puesto so-bre la mesa (la virtual y la física).

Siendo fieles a esta voluntad de ser escaparate y altavoz, en el primer número de la revista Malababa dedicamos más de la

30 SELECCIONADOSAirCIA, Juan Peces

Centro de Estudios, Grupo ArbeitCorporación antiestética, 7deoctubre

Cuca 4 u , La pardiDaños colaterales, Subversión de luxe

Desigual, XescoDisintegrate, C.F.P.C.

Durmiente, Juan Pablo FerreroFiambre Solar, Milmonas

Ford Nicar, Voro Marez¿Futuro simple?, Miquel Jornet

Grandes superficies, Juan Pablo FerreroHabas, Unasetaquehabla

iCon, Carlos González VidalIm loving it, Pau Ferrer i Poblete

iSheep, MicockringnomedejapensarKeia, Xesco

Lo que mata engorda, Siro LópezMárcales el camino, Chiqui

Metadona, Peter KwicksMonster card, Xesco

Nike air, Tatiana Martins NoTV, Fabian Giles

No desearás estar en otro Paraíso, Siro López Nuestras vacaciones son un regalo, Grupo Arbeit

Poison, SicopopPorque el periodismo sí que importa, Micockringnomedejapensar

Próximamente, SicopopSal del sistema, Arealidade

Teleguerra, Plataforma antibase

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Queríamos, en definitiva, sacar la contrapublicidad de la clandestinidad, difundirla, explicarla, contextualizarla.

¿Lo hemos conseguido? Esperamos, como mínimo, haber contribuido a que más gente saque sus trabajos de sus ordena-dores y talleres de corta-y-pega, y a que más personas sepan qué es y cómo se expresa la contrapublicidad. Nuestra propues-ta nacía desde la más absoluta humildad, y la verdad es que los resultados han superado nuestras expectativas –no sólo por la cantidad de trabajos presentados, sino por su calidad y el en-tusiasmo de muchas y muchos de sus autores. En los cerca de tres meses que permaneció abierto el certamen, casi 400 intervenciones fueron enviadas; algunas por personas a título individual, otras por grupos contrapublicitarios consolidados, ac-tivistas gráficos, diseñadores… Esta variedad de fuentes, así como la de temáticas tratadas, de recursos, de formatos y de procedencia de las intervenciones enviadas al certamen refleja, también, la potencialidad y la gran vitalidad que tiene la contra-publicidad en el Estado.

Lo verdaderamente importante para nosotros era provo-car, desencadenar, propiciar un acontecer que tuviese dinámica propia y que superase con el tiempo lo que el propio certamen podía ofrecer. Crear algo que revertiera, en definitiva, en bene-ficio de la propia actividad contrapublicitaria. Esto significa, en parte, que no nos responsabilizamos del devenir de la iniciativa. Malababa como espacio de encuentro y motor de iniciativas es un proyecto que está en constante evolución. Evidentemente, nos gustaría poner las bases para que el certamen no sea sólo una anécdota, sino que su efecto iniciador se prolongue y facilite otras iniciativas, pero esto dependerá en gran medida de cómo quiera cada uno utilizar las herramientas que hemos puesto so-bre la mesa (la virtual y la física).

Siendo fieles a esta voluntad de ser escaparate y altavoz, en el primer número de la revista Malababa dedicamos más de la

30 SELECCIONADOSAirCIA, Juan Peces

Centro de Estudios, Grupo ArbeitCorporación antiestética, 7deoctubre

Cuca 4 u , La pardiDaños colaterales, Subversión de luxe

Desigual, XescoDisintegrate, C.F.P.C.

Durmiente, Juan Pablo FerreroFiambre Solar, Milmonas

Ford Nicar, Voro Marez¿Futuro simple?, Miquel Jornet

Grandes superficies, Juan Pablo FerreroHabas, Unasetaquehabla

iCon, Carlos González VidalIm loving it, Pau Ferrer i Poblete

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Lo que mata engorda, Siro LópezMárcales el camino, Chiqui

Metadona, Peter KwicksMonster card, Xesco

Nike air, Tatiana Martins NoTV, Fabian Giles

No desearás estar en otro Paraíso, Siro López Nuestras vacaciones son un regalo, Grupo Arbeit

Poison, SicopopPorque el periodismo sí que importa, Micockringnomedejapensar

Próximamente, SicopopSal del sistema, Arealidade

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mitad de las páginas a elaborar un “directorio” de grupos y ex-periencias publicitarias de todo el mundo, con enlaces y datos de contacto para facilitar la colaboración. Este segundo número lo dedicamos en gran medida a plasmar el resultado del certamen (tal como prometimos) recogiendo 30 de las intervenciones re-cibidas (por motivos obvios, nos era imposible recogerlas todas en la revista, pero pueden ser consultadas en la página web), entrevistando a algunos de los y las participantes y planteando temas pedagógicos y de reflexión que nos parece que pueden ser interesantes.

El criterio de “selección” de las propuestas recibidas que hemos utilizado intenta tomar en cuenta aspectos como la ca-lidad, la creatividad, la originalidad, la relevancia social y política de los temas tratados, así como recoger la variedad de formatos y soportes posibles para la intervención contrapublicitaria. Es-peramos que el resultado tenga sentido.

A todos los que habéis participado, gracias. Gracias por la generosidad, por la calidad y por los buenos ratos. Hemos reído, aprendido y nos hemos muerto de envidia ante la calidad y creatividad de muchas de las intervenciones. Esperamos que través de estos trabajos disfrutéis de una muestra del mejor activismo gráfico, gocéis de ingeniosas intervenciones en el es-pacio público y os riáis poniendo en jaque el mensaje comercial dominante que caracteriza la sociedad de consumo actual.

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mitad de las páginas a elaborar un “directorio” de grupos y ex-periencias publicitarias de todo el mundo, con enlaces y datos de contacto para facilitar la colaboración. Este segundo número lo dedicamos en gran medida a plasmar el resultado del certamen (tal como prometimos) recogiendo 30 de las intervenciones re-cibidas (por motivos obvios, nos era imposible recogerlas todas en la revista, pero pueden ser consultadas en la página web), entrevistando a algunos de los y las participantes y planteando temas pedagógicos y de reflexión que nos parece que pueden ser interesantes.

El criterio de “selección” de las propuestas recibidas que hemos utilizado intenta tomar en cuenta aspectos como la ca-lidad, la creatividad, la originalidad, la relevancia social y política de los temas tratados, así como recoger la variedad de formatos y soportes posibles para la intervención contrapublicitaria. Es-peramos que el resultado tenga sentido.

A todos los que habéis participado, gracias. Gracias por la generosidad, por la calidad y por los buenos ratos. Hemos reído, aprendido y nos hemos muerto de envidia ante la calidad y creatividad de muchas de las intervenciones. Esperamos que través de estos trabajos disfrutéis de una muestra del mejor activismo gráfico, gocéis de ingeniosas intervenciones en el es-pacio público y os riáis poniendo en jaque el mensaje comercial dominante que caracteriza la sociedad de consumo actual.

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Entrevista a Xesco

Mariana Vilnitzky

¿En qué consiste el oficio del o de la contrapublicista?Mmmmmmm…. No sé. Pero creo que se parece másal oficio de poeta que al de político.

¿Por qué has decidido hacer contrapublicidad?De hecho sin saber muy bien que era la contrapublicidad ya había hecho algún trabajo relacionado con esto. Mi afición de jugar con las palabras ya me había llevado a manipular alguna que otra marca publicitaria para cambiarle el sen-tido.

¿Qué haces cuando no eres “contrapublicista”?Soy maestro de primaria, lo que me permite dedicar mi tiempo libre a estar con mi pareja, estudiar música, escri-

Xesco Xasabuberta Vallier es un maestro de primaria de 30 años aficionado a jugar con las palabras. Procedente de Catalunya, hace tres años que vive en un pue-blo de Mallorca, y hace dos que en sus ratos libres inventa contrapublicidades con sus juegos gramaticales. Al momento de realizar esta entrevista estaba preparando la exposición “Logo, Desmunta la Publicitat”, junto con el pintor ma-llorquín Joan “Peix”. En ella presentan carteles, pinturas y objetos contrapublicitaros hechos con material reciclado”.

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Entrevista a Xesco

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¿En qué consiste el oficio del o de la contrapublicista?Mmmmmmm…. No sé. Pero creo que se parece másal oficio de poeta que al de político.

¿Por qué has decidido hacer contrapublicidad?De hecho sin saber muy bien que era la contrapublicidad ya había hecho algún trabajo relacionado con esto. Mi afición de jugar con las palabras ya me había llevado a manipular alguna que otra marca publicitaria para cambiarle el sen-tido.

¿Qué haces cuando no eres “contrapublicista”?Soy maestro de primaria, lo que me permite dedicar mi tiempo libre a estar con mi pareja, estudiar música, escri-

Xesco Xasabuberta Vallier es un maestro de primaria de 30 años aficionado a jugar con las palabras. Procedente de Catalunya, hace tres años que vive en un pue-blo de Mallorca, y hace dos que en sus ratos libres inventa contrapublicidades con sus juegos gramaticales. Al momento de realizar esta entrevista estaba preparando la exposición “Logo, Desmunta la Publicitat”, junto con el pintor ma-llorquín Joan “Peix”. En ella presentan carteles, pinturas y objetos contrapublicitaros hechos con material reciclado”.

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bir, cenar con los amigos, hacer volar mi cometa, pasear con mi perro...

¿En que se diferencia la publicidad de la contrapublicidad?”La publicidad y la contrapublicidad comparten un mismo lenguaje y un mismo objetivo, crear un impacto en el espectador. Pero, así como el interés de la publicidad es el consumo irreflexivo, la contrapublicidad debe servirse del impacto inicial para provocar una reflexión.

Mientras que la publicidad te dice: ¡hazlo! (no hay mejor ejemplo que el “Just do it” de Nike), la contrapublicidad te dice: ¡piénsalo! En este sentido, para mi, la contrapublicidad no es una respues-ta contra la publicidad o el consumo, sino una respuesta alter-nativa al consumismo irreflexivo: el “¿Pienso como?” frente al “¡Como pienso!”

¿Qué importancia le das a la estética en tus trabajos contrapu-blicitarios?Normalmente mis trabajos siguen tres pasos muy marcados, parten de un juego de palabras, se convierten en una idea a transmitir y finalmente busco una imagen que ayude a expresarla mejor. Si consigues que los tres aspectos sean igual de buenos tienes un buen trabajo. Así, si me salen las cuentas, a la estética le doy una importancia de un 33’33% del resultado final.

¿Es la contrapublicidad un pataleo, una crítica como divertimen-to?Para mi es un divertimento donde canalizar una crítica. La crítica con humor da muy buen resultado. El pataleo sirve de muy poco.

¿Ves alguna posibilidad de que la contrapublicidad se convierta en algo frívolo?Si la contrapublicidad se politiza en exceso pienso que sí. La polí-tica actual se está convirtiendo en algo frívolo, y la contrapublici-dad, para escapar de eso, no puede perder su enfoque artístico, poético.

En mis trabajos, al partir de la manipulación de marcas, eslóga-nes…, los aspectos a criticar aparecen como por arte de magia. Paseando por la ciudad te das de narices con SALOMON (conoci-da marca de esquís), la metes en la chistera, le das la vuelta a la palabra y… ¡Tachan! te aparece NO MOLAS. SALOMON NO MO-LAS es un estupendo eslogan para criticar el turismo masivo.

¿Crees que la contrapublicidad puede sobrevivir sin quedar asimi-lada o como un reducto más de la publicidad?Si, esto puede pasar, por esto propuestas como malababa son tan interesantes y útiles.

¿Qué aspectos del modelo de con-sumo critica tu trabajo contrapu-blicitario?

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¿En que se diferencia la publicidad de la contrapublicidad?”La publicidad y la contrapublicidad comparten un mismo lenguaje y un mismo objetivo, crear un impacto en el espectador. Pero, así como el interés de la publicidad es el consumo irreflexivo, la contrapublicidad debe servirse del impacto inicial para provocar una reflexión.

Mientras que la publicidad te dice: ¡hazlo! (no hay mejor ejemplo que el “Just do it” de Nike), la contrapublicidad te dice: ¡piénsalo! En este sentido, para mi, la contrapublicidad no es una respues-ta contra la publicidad o el consumo, sino una respuesta alter-nativa al consumismo irreflexivo: el “¿Pienso como?” frente al “¡Como pienso!”

¿Qué importancia le das a la estética en tus trabajos contrapu-blicitarios?Normalmente mis trabajos siguen tres pasos muy marcados, parten de un juego de palabras, se convierten en una idea a transmitir y finalmente busco una imagen que ayude a expresarla mejor. Si consigues que los tres aspectos sean igual de buenos tienes un buen trabajo. Así, si me salen las cuentas, a la estética le doy una importancia de un 33’33% del resultado final.

¿Es la contrapublicidad un pataleo, una crítica como divertimen-to?Para mi es un divertimento donde canalizar una crítica. La crítica con humor da muy buen resultado. El pataleo sirve de muy poco.

¿Ves alguna posibilidad de que la contrapublicidad se convierta en algo frívolo?Si la contrapublicidad se politiza en exceso pienso que sí. La polí-tica actual se está convirtiendo en algo frívolo, y la contrapublici-dad, para escapar de eso, no puede perder su enfoque artístico, poético.

En mis trabajos, al partir de la manipulación de marcas, eslóga-nes…, los aspectos a criticar aparecen como por arte de magia. Paseando por la ciudad te das de narices con SALOMON (conoci-da marca de esquís), la metes en la chistera, le das la vuelta a la palabra y… ¡Tachan! te aparece NO MOLAS. SALOMON NO MO-LAS es un estupendo eslogan para criticar el turismo masivo.

¿Crees que la contrapublicidad puede sobrevivir sin quedar asimi-lada o como un reducto más de la publicidad?Si, esto puede pasar, por esto propuestas como malababa son tan interesantes y útiles.

¿Qué aspectos del modelo de con-sumo critica tu trabajo contrapu-blicitario?

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Así que “por arte de magia” he criticado el exceso de consu-mo de agua (Eau derrochas), el fa(s)t food (Mcgreed, algo así como Mcgula), la especulación inmobiliaria (Stop armas de cons-trucción masiva) o la dictadura del ocio no creativo (Facha).

¿Se ha logrado cambiar algún hábito de consumo con la contra-publicidad?Grandes hábitos creo que no, pero todo ayuda. Ya sabes lo que dicen: “Piensa globalmente, actúa loca(l)mente”

¿Consumes algo de lo que criticas? La cuestión es: ¿Criticamos algo de lo que consumimos?

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Así que “por arte de magia” he criticado el exceso de consu-mo de agua (Eau derrochas), el fa(s)t food (Mcgreed, algo así como Mcgula), la especulación inmobiliaria (Stop armas de cons-trucción masiva) o la dictadura del ocio no creativo (Facha).

¿Se ha logrado cambiar algún hábito de consumo con la contra-publicidad?Grandes hábitos creo que no, pero todo ayuda. Ya sabes lo que dicen: “Piensa globalmente, actúa loca(l)mente”

¿Consumes algo de lo que criticas? La cuestión es: ¿Criticamos algo de lo que consumimos?

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La contrapublicidad está inevitablemente ligada a la ciudad y al fenómeno urbano. Incluso cuando su objetivo son las vallas publici-tarias instaladas en zonas rurales, la reflexión que lleva a la denuncia de la contaminación visual e ideológica que representa la publicidad proviene claramente del espacio en el que ésta es más intrusiva: la urbe. Éste es el espacio que combina el bombardeo televisivo y mediático con la inundación del espacio público a nivel no sólo visual, sino también sonoro; el ecosistema que lleva el eslogan incrustado en todo su entramado; el cuerpo al que ya no le quedan venas por las que no fluyan los mensajes comerciales.

Es en la ciudad, por su alta concentración de personas y de espacios obligados de tránsito, donde la publicidad lanza con más fuerza su grito aturdidor. Y es también en la ciudad donde la resis-tencia a abandonar los espacios comunes a un único mensaje tiene más fuerza.

Contrapublicidad y ciudad

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La contrapublicidad está inevitablemente ligada a la ciudad y al fenómeno urbano. Incluso cuando su objetivo son las vallas publici-tarias instaladas en zonas rurales, la reflexión que lleva a la denuncia de la contaminación visual e ideológica que representa la publicidad proviene claramente del espacio en el que ésta es más intrusiva: la urbe. Éste es el espacio que combina el bombardeo televisivo y mediático con la inundación del espacio público a nivel no sólo visual, sino también sonoro; el ecosistema que lleva el eslogan incrustado en todo su entramado; el cuerpo al que ya no le quedan venas por las que no fluyan los mensajes comerciales.

Es en la ciudad, por su alta concentración de personas y de espacios obligados de tránsito, donde la publicidad lanza con más fuerza su grito aturdidor. Y es también en la ciudad donde la resis-tencia a abandonar los espacios comunes a un único mensaje tiene más fuerza.

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Gemma Galdon Clavell

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La última trinchera

La importancia de la contrapublicidad en el espacio públi-co urbano no se limita a ser una respuesta necesaria a la coloni-zación comercial. Simbólicamente representa, además, la lucha por uno de los pocos espacios (quizás el último) que aún permite la confrontación directa de discursos.

En televisión, por ejemplo, que inunda comedores, coci-nas y dormitorios, no existe la posibilidad de respuesta. Tampoco en la prensa escrita. No podemos ir a una editorial e intervenir en todos y cada uno de los libros que publica. Tampoco se nos permite aparecer al lado de los políticos cuando lanzan discursos apostillándolos con nuestras opiniones. Ni siquiera el ciberespa-cio tiene el potencial que tiene el espacio público, puesto que en la Red el contraataque sólo puede ser paralelo (a excepción de los ataques de los hackers, pero eso requiere una formación que no está al alcance de todas y todos).

Queda, pues, el espacio público. Queda la ciudad, la calle, la plaza y el banco. Quedan los muros, los andamios, las marque-sinas.

Sin embargo, de la misma forma que todos los espacios en los que se produce comunicación y se generan discursos se han encontrado poderosas formas de eliminar la disidencia (la ley del mercado, casi siempre), el espacio público es más difícil de “cerrar”. Por eso lo que aún no se puede privatizar se “legisla”, y proliferan las leyes, edictos y ordenanzas para criminalizar la pintada en la pared, pero no la valla publicitaria ni la marque-sina que ya no es del autobús, sino de “Dior”. Enfrentados a un espacio ingobernable y público, los responsables de legislar y regular lo ilegislable e irregulable buscan formas de prohibir estas expresiones, de convertir el espacio público en lo que ya son los medios de comunicación y los espacios privados. ¡A quién se le ocurre que el espacio público sea de todos! Será de todos, claro, pero algunos son más todos que otros cuando la persona

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La última trinchera

La importancia de la contrapublicidad en el espacio públi-co urbano no se limita a ser una respuesta necesaria a la coloni-zación comercial. Simbólicamente representa, además, la lucha por uno de los pocos espacios (quizás el último) que aún permite la confrontación directa de discursos.

En televisión, por ejemplo, que inunda comedores, coci-nas y dormitorios, no existe la posibilidad de respuesta. Tampoco en la prensa escrita. No podemos ir a una editorial e intervenir en todos y cada uno de los libros que publica. Tampoco se nos permite aparecer al lado de los políticos cuando lanzan discursos apostillándolos con nuestras opiniones. Ni siquiera el ciberespa-cio tiene el potencial que tiene el espacio público, puesto que en la Red el contraataque sólo puede ser paralelo (a excepción de los ataques de los hackers, pero eso requiere una formación que no está al alcance de todas y todos).

Queda, pues, el espacio público. Queda la ciudad, la calle, la plaza y el banco. Quedan los muros, los andamios, las marque-sinas.

Sin embargo, de la misma forma que todos los espacios en los que se produce comunicación y se generan discursos se han encontrado poderosas formas de eliminar la disidencia (la ley del mercado, casi siempre), el espacio público es más difícil de “cerrar”. Por eso lo que aún no se puede privatizar se “legisla”, y proliferan las leyes, edictos y ordenanzas para criminalizar la pintada en la pared, pero no la valla publicitaria ni la marque-sina que ya no es del autobús, sino de “Dior”. Enfrentados a un espacio ingobernable y público, los responsables de legislar y regular lo ilegislable e irregulable buscan formas de prohibir estas expresiones, de convertir el espacio público en lo que ya son los medios de comunicación y los espacios privados. ¡A quién se le ocurre que el espacio público sea de todos! Será de todos, claro, pero algunos son más todos que otros cuando la persona

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sin techo se enfrenta a mul-ta por “ocupación intensiva” del espacio.

Debido a esta ínti-ma relación entre ciudad y espacio de disidencia, no es de extrañar que muchas ve-ces la contrapublicidad sea la forma elegida para denun-ciar conflictos urbanos. Esto explica, por ejemplo, la alta proporción de intervenciones recibidas para el Certamen que utilizan el lenguaje pu-blicitario para poner sobre la mesa temas relacionados con el derecho a la vivienda, a la ciudad y al espacio público. En estos casos, la confluen-cia de discursos y objetivos multiplica la efectividad del mensaje, y permite abrir múltiples formas de reflexión.

Ejemplos de esta confluencia son las campañas ciudada-nas que utilizan el discurso contrapublicitario para desenmas-carar políticas públicas diseñadas para los medios de comunica-ción, y no para abordar problemáticas sociales. O la utilización de imágenes cotidianas a las que nos hemos acostumbrado tanto que sólo recobran la capacidad de provocar la reflexión una vez sacadas de su contexto. O la utilización de la ciudad misma y sus lugares comunes como soporte. O, sencillamente, la con-trapublicidad que aborda directamente temas relacionados con problemáticas urbanas de actualidad. En 2001, por ejemplo, durante la campaña contra el Ban-co Mundial, Las Agencias realizaron toda una serie de carteles y postales que planteaban las consecuencias de las políticas de las instituciones financieras internacionales utilizando los logos

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sin techo se enfrenta a mul-ta por “ocupación intensiva” del espacio.

Debido a esta ínti-ma relación entre ciudad y espacio de disidencia, no es de extrañar que muchas ve-ces la contrapublicidad sea la forma elegida para denun-ciar conflictos urbanos. Esto explica, por ejemplo, la alta proporción de intervenciones recibidas para el Certamen que utilizan el lenguaje pu-blicitario para poner sobre la mesa temas relacionados con el derecho a la vivienda, a la ciudad y al espacio público. En estos casos, la confluen-cia de discursos y objetivos multiplica la efectividad del mensaje, y permite abrir múltiples formas de reflexión.

Ejemplos de esta confluencia son las campañas ciudada-nas que utilizan el discurso contrapublicitario para desenmas-carar políticas públicas diseñadas para los medios de comunica-ción, y no para abordar problemáticas sociales. O la utilización de imágenes cotidianas a las que nos hemos acostumbrado tanto que sólo recobran la capacidad de provocar la reflexión una vez sacadas de su contexto. O la utilización de la ciudad misma y sus lugares comunes como soporte. O, sencillamente, la con-trapublicidad que aborda directamente temas relacionados con problemáticas urbanas de actualidad. En 2001, por ejemplo, durante la campaña contra el Ban-co Mundial, Las Agencias realizaron toda una serie de carteles y postales que planteaban las consecuencias de las políticas de las instituciones financieras internacionales utilizando los logos

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y diseños que en ese momento utilizaba la marca “Barcelona”, reforzando así la asociación entre los problemas globales y los locales.

Más recientemente, la actual campaña de Ecologistas en Acción “Ni un metro cuadrado sin hormigón” utiliza el que podría ser el eslogan de lo que se quiere denunciar para enfatizar las consecuencias de la especulación urbanística y del modelo de desarrollo urbano utilizado actualmente en las grandes ciudades del país, basado en la utilización intensiva del suelo a costa de espacios públicos y zonas verdes.

El combate por el espacio público

A pesar de la ausencia de un debate sobre cómo evolu-ciona la ciudad neoliberal y las consecuencias sociales, políticas y medioambientales de esta evolución (urbanizaciones cerradas, desaparición del espacio público, privatización de servicios, con-trol por CCTV, vulneración de derechos, represión), la progresiva eliminación del espacio público a través, sobre todo, de la sobre-regulación de su uso y la comercialización de su contenido, no deja de generar resistencias. No sólo se manipulan anuncios, se pintan paredes y se sabotean mensajes, sino que ciudadanos y colectivos siguen empeñándose a darle a la calle un sentido que va más allá del de lugar puramente de paso y consumo y que incluye la manifestación, el encuentro, la risa y la sorpresa. Des-de los grupos que organizan jornadas masivas de “subvertising” hasta los colectivos que deciden sacar el teatro de los espacios

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y diseños que en ese momento utilizaba la marca “Barcelona”, reforzando así la asociación entre los problemas globales y los locales.

Más recientemente, la actual campaña de Ecologistas en Acción “Ni un metro cuadrado sin hormigón” utiliza el que podría ser el eslogan de lo que se quiere denunciar para enfatizar las consecuencias de la especulación urbanística y del modelo de desarrollo urbano utilizado actualmente en las grandes ciudades del país, basado en la utilización intensiva del suelo a costa de espacios públicos y zonas verdes.

El combate por el espacio público

A pesar de la ausencia de un debate sobre cómo evolu-ciona la ciudad neoliberal y las consecuencias sociales, políticas y medioambientales de esta evolución (urbanizaciones cerradas, desaparición del espacio público, privatización de servicios, con-trol por CCTV, vulneración de derechos, represión), la progresiva eliminación del espacio público a través, sobre todo, de la sobre-regulación de su uso y la comercialización de su contenido, no deja de generar resistencias. No sólo se manipulan anuncios, se pintan paredes y se sabotean mensajes, sino que ciudadanos y colectivos siguen empeñándose a darle a la calle un sentido que va más allá del de lugar puramente de paso y consumo y que incluye la manifestación, el encuentro, la risa y la sorpresa. Des-de los grupos que organizan jornadas masivas de “subvertising” hasta los colectivos que deciden sacar el teatro de los espacios

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cerrados para ponerlo en el espacio de todos. Desde el graffitero que pone su firma sobre un muro al artista gráfico que planea una acción de sabotaje cultural como forma de expresarse políti-camente. Todas y todos, al seguir haciendo uso de calles y plazas de forma intensiva, recreándonos en el mundo que nos envuelve en lugar de limitarnos a seguir como autómatas consignas fáci-les que nos tientan con soluciones fáciles (previo pago) a nues-tros abismos y dudas, tomamos posición en un combate que en los años que vienen va a ir definiendo la forma que toma nuestro entrono inmediato. Por eso el espacio público no es sólo el mejor espacio para la intervención contrapublicitaria, sino también la última trinchera de la disidencia.

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cerrados para ponerlo en el espacio de todos. Desde el graffitero que pone su firma sobre un muro al artista gráfico que planea una acción de sabotaje cultural como forma de expresarse políti-camente. Todas y todos, al seguir haciendo uso de calles y plazas de forma intensiva, recreándonos en el mundo que nos envuelve en lugar de limitarnos a seguir como autómatas consignas fáci-les que nos tientan con soluciones fáciles (previo pago) a nues-tros abismos y dudas, tomamos posición en un combate que en los años que vienen va a ir definiendo la forma que toma nuestro entrono inmediato. Por eso el espacio público no es sólo el mejor espacio para la intervención contrapublicitaria, sino también la última trinchera de la disidencia.

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Pregunta. ¿En qué consiste el oficio de la contrapublicidad?En responder al abuso, acoso y agresividad de empresas y multinacio-nales cuyo único criterio es enriquecerse vulnerando los derechos de la tierra, de los ciudadanos, de las leyes, de los espacios públicos y de los medios de comunicación. Lo mejor de este oficio es que no te da de comer. Es gratuito. Pero alimenta el espíritu de sentirse vivo y de

“Mis imágenes pretenden ser contenedores de silencio en un espacio de ruidos”

Siro López es licenciado en Teología y artista polifacético que conjuga la pintura, el diseño, la fotografía, el teatro, el mimo y la danza, además de hacer Contrapublicidad. Trabaja con varias revistas. Es evangélico pero critica a la iglesia. Su página web (www.sirolopez.com) resume su vida y su obra.

Entrevista a Siro Lopez

Mariana Vilnitzky

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Pregunta. ¿En qué consiste el oficio de la contrapublicidad?En responder al abuso, acoso y agresividad de empresas y multinacio-nales cuyo único criterio es enriquecerse vulnerando los derechos de la tierra, de los ciudadanos, de las leyes, de los espacios públicos y de los medios de comunicación. Lo mejor de este oficio es que no te da de comer. Es gratuito. Pero alimenta el espíritu de sentirse vivo y de

“Mis imágenes pretenden ser contenedores de silencio en un espacio de ruidos”

Siro López es licenciado en Teología y artista polifacético que conjuga la pintura, el diseño, la fotografía, el teatro, el mimo y la danza, además de hacer Contrapublicidad. Trabaja con varias revistas. Es evangélico pero critica a la iglesia. Su página web (www.sirolopez.com) resume su vida y su obra.

Entrevista a Siro Lopez

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estar en sintonía con un mundo necesitado de justicia, de fiesta y de participación ciudadana.

¿Por qué has decidido hacer contrapublicidad?Por que sólo los peces muertos van a favor de la corriente

¿Qué haces cuando no eres “contrapublicista”?Busco en todo momento la belleza y la ternura. Son de las poqui-tas cosas que alimentan mi esperanza.

¿En que se diferencia la publicidad de la contrapublicidad?”La publicidad es una maravillosa herramienta de comunicación. El problema es que está al servicio de un consumo despiadado e inmensamente injusto. La contrapublicidad pretende sensibilizar y plantear preguntas que nos movilicen hacia un consumo res-ponsable. Pongamos algún ejemplo: cuando te ofertan unas gafas a 90 ó 150 € y te regalan otras a 1 €, no te están regalando absolutamente nada. A ellos les cuesta cada gafa ya en España 0’45 $. Has leído bien, no hay ninguna errata tipográfica. Y aho-ra preguntémonos en qué condiciones laborales son fabricadas esas gafas en China para cubrir esas condiciones. O los conflic-tos armados en la R. D. del Congo a consecuencia del Coltán, un mineral necesario para fabricar móviles y aparatos electrónicos. ¿Cuál es el alto precio humanitario de tantos móviles que las multinacionales nos regalan? O la destrucción masiva de selva a consecuencia del cultivo de soja o maíz transgénico. Y un largo etc.

¿Qué importancia le das a la estética en tus trabajos contrapu-blicitarios?Me es fundamental cuidar tanto el contenido como la calidad artística. No bastan buenas intenciones. Me sirvo de mis pro-pias fotografías y utilizo todo tipo de técnicas. Comencé primero organizando varias exposiciones de pintura y escultura en torno a los derechos humanos. En la actualidad, los ordenadores y la fotografía digital me han aportado mayor flexibilidad. Es funda-mental hacerse oír en un mar de imágenes y mensajes de usar y

tirar. Mis imágenes pretenden ser contendores de silencio en un espacio de ruidos.

¿Es la contrapublicidad un pataleo, una crítica como divertimen-to?Hay para todos los gustos. En mi caso juego con la ironía y siempre trato de que sean horas invertidas en el placer de co-municar.

¿Ves alguna posibilidad de que la contrapublicidad se convierta en algo frívolo?Sí muchas. Por otro lado, toda crítica debe llevar detrás una reflexión y un cierto compromiso.

¿Crees que la contrapublicidad puede sobrevivir sin quedar asimi-lada o como un reducto más de la publicidad? Las grandes multina-cionales ya la están incluyendo en sus pro-pias campañas como método de persuasión. Lo importante no es la contrapublicidad sino las iniciativas concretas que tomemos los con-sumidores. No comprar determinados produc-tos o exigir garantías y responsabilidades.

¿Qué aspectos critica tu trabajo contrapubli-citario?El exceso de consumo nos anestesia ante los grandes problemas.

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estar en sintonía con un mundo necesitado de justicia, de fiesta y de participación ciudadana.

¿Por qué has decidido hacer contrapublicidad?Por que sólo los peces muertos van a favor de la corriente

¿Qué haces cuando no eres “contrapublicista”?Busco en todo momento la belleza y la ternura. Son de las poqui-tas cosas que alimentan mi esperanza.

¿En que se diferencia la publicidad de la contrapublicidad?”La publicidad es una maravillosa herramienta de comunicación. El problema es que está al servicio de un consumo despiadado e inmensamente injusto. La contrapublicidad pretende sensibilizar y plantear preguntas que nos movilicen hacia un consumo res-ponsable. Pongamos algún ejemplo: cuando te ofertan unas gafas a 90 ó 150 € y te regalan otras a 1 €, no te están regalando absolutamente nada. A ellos les cuesta cada gafa ya en España 0’45 $. Has leído bien, no hay ninguna errata tipográfica. Y aho-ra preguntémonos en qué condiciones laborales son fabricadas esas gafas en China para cubrir esas condiciones. O los conflic-tos armados en la R. D. del Congo a consecuencia del Coltán, un mineral necesario para fabricar móviles y aparatos electrónicos. ¿Cuál es el alto precio humanitario de tantos móviles que las multinacionales nos regalan? O la destrucción masiva de selva a consecuencia del cultivo de soja o maíz transgénico. Y un largo etc.

¿Qué importancia le das a la estética en tus trabajos contrapu-blicitarios?Me es fundamental cuidar tanto el contenido como la calidad artística. No bastan buenas intenciones. Me sirvo de mis pro-pias fotografías y utilizo todo tipo de técnicas. Comencé primero organizando varias exposiciones de pintura y escultura en torno a los derechos humanos. En la actualidad, los ordenadores y la fotografía digital me han aportado mayor flexibilidad. Es funda-mental hacerse oír en un mar de imágenes y mensajes de usar y

tirar. Mis imágenes pretenden ser contendores de silencio en un espacio de ruidos.

¿Es la contrapublicidad un pataleo, una crítica como divertimen-to?Hay para todos los gustos. En mi caso juego con la ironía y siempre trato de que sean horas invertidas en el placer de co-municar.

¿Ves alguna posibilidad de que la contrapublicidad se convierta en algo frívolo?Sí muchas. Por otro lado, toda crítica debe llevar detrás una reflexión y un cierto compromiso.

¿Crees que la contrapublicidad puede sobrevivir sin quedar asimi-lada o como un reducto más de la publicidad? Las grandes multina-cionales ya la están incluyendo en sus pro-pias campañas como método de persuasión. Lo importante no es la contrapublicidad sino las iniciativas concretas que tomemos los con-sumidores. No comprar determinados produc-tos o exigir garantías y responsabilidades.

¿Qué aspectos critica tu trabajo contrapubli-citario?El exceso de consumo nos anestesia ante los grandes problemas.

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Últimamente estoy centrado en la violencia como forma de solu-cionar los conflictos, el medio ambiente y el SIDA.

¿Se ha logrado cambiar algún hábito de consumo con la contra-publicidad?Varias madres me han escrito sorprendidas del cambio de acti-tud de sus hijos y agradeciéndome mi modo de sensibilizar en las conferencias y charlas. Con las exposiciones de pintura tengo varias anécdotas preciosas que me motivan a seguir adelante. Aún así lo importante comienza en uno mismo.

¿Consumes algo de lo que criticas?Trato de ser coherente en temas como el transporte, alimen-tación, ropa, reciclado, etc. Pero las contradicciones me acom-pañan al igual que mi sombra, siempre lo dejo muy claro. Lo im-portante es que todos demos los pasos oportunos dentro de nuestras posibilidades, sin obsesionarse y sin radicalismos. El fruto del compromiso nunca puede ser la amargura o la violencia. Personalmente, como fotógrafo utilizo material de Nikon y como diseñador equipos Mac. Sí me inquieta que Apple se esté convirtiendo en una de las grandes empresas. Eso siempre tiene sus riesgos. Sus productos y desarrollos me ofrecen calidad en mi trabajo pero me preocupa que descuide últimamente su garantía de respeto por el medio ambiente.

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Últimamente estoy centrado en la violencia como forma de solu-cionar los conflictos, el medio ambiente y el SIDA.

¿Se ha logrado cambiar algún hábito de consumo con la contra-publicidad?Varias madres me han escrito sorprendidas del cambio de acti-tud de sus hijos y agradeciéndome mi modo de sensibilizar en las conferencias y charlas. Con las exposiciones de pintura tengo varias anécdotas preciosas que me motivan a seguir adelante. Aún así lo importante comienza en uno mismo.

¿Consumes algo de lo que criticas?Trato de ser coherente en temas como el transporte, alimen-tación, ropa, reciclado, etc. Pero las contradicciones me acom-pañan al igual que mi sombra, siempre lo dejo muy claro. Lo im-portante es que todos demos los pasos oportunos dentro de nuestras posibilidades, sin obsesionarse y sin radicalismos. El fruto del compromiso nunca puede ser la amargura o la violencia. Personalmente, como fotógrafo utilizo material de Nikon y como diseñador equipos Mac. Sí me inquieta que Apple se esté convirtiendo en una de las grandes empresas. Eso siempre tiene sus riesgos. Sus productos y desarrollos me ofrecen calidad en mi trabajo pero me preocupa que descuide últimamente su garantía de respeto por el medio ambiente.

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¿En qué consiste el oficio de la contrapublicidad? En tanto que ciudadano y consumidor me gusta estar informado. Bien informado. Y si esa información es veraz, éticamente responsable en el acto y objeto, y además creativa, no debería suponer un problema para nadie. Un ejemplo ilustrativo podría ser la campaña del “Póntelo, Pónselo”. Un buen trabajo creativo, además de vender, puede ayudar a concienciar y educar. Así, yo usaría el término contrapublicidad para el ejercicio de denunciar o criticar una mala campaña publicitaria o una mala práctica empresarial. Y el término creactivismo para definir el uso de la creatividad como arma de activismo sociopolítico.

Trabaja bajo el pseudónimo de micockringnome-dejapensar, tiene 36 años y hace dos que se metió en el ex-traño mundillo de la contrapublicidad, con cierto ánimo de cambiar las injusticias en el mundo. Pero micockring... no vive de la contrapublicidad sino de los temas tecnológicos. Entretanto, tiene un blog (www.flickr.com/photos/micock) en el que muestra todos sus trabajos contrapublicitarios.

Entrevista a MicockringnomedejapensarMariana Vilnitzky

CAYUCO SOBRE LA CONCIENCIA DE EUROPA. Micockringnomedejapensar

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¿En qué consiste el oficio de la contrapublicidad? En tanto que ciudadano y consumidor me gusta estar informado. Bien informado. Y si esa información es veraz, éticamente responsable en el acto y objeto, y además creativa, no debería suponer un problema para nadie. Un ejemplo ilustrativo podría ser la campaña del “Póntelo, Pónselo”. Un buen trabajo creativo, además de vender, puede ayudar a concienciar y educar. Así, yo usaría el término contrapublicidad para el ejercicio de denunciar o criticar una mala campaña publicitaria o una mala práctica empresarial. Y el término creactivismo para definir el uso de la creatividad como arma de activismo sociopolítico.

Trabaja bajo el pseudónimo de micockringnome-dejapensar, tiene 36 años y hace dos que se metió en el ex-traño mundillo de la contrapublicidad, con cierto ánimo de cambiar las injusticias en el mundo. Pero micockring... no vive de la contrapublicidad sino de los temas tecnológicos. Entretanto, tiene un blog (www.flickr.com/photos/micock) en el que muestra todos sus trabajos contrapublicitarios.

Entrevista a MicockringnomedejapensarMariana Vilnitzky

CAYUCO SOBRE LA CONCIENCIA DE EUROPA. Micockringnomedejapensar

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¿Por qué has decidido hacer contrapublicidad? Creo que todo lo que viene de la esfera política merece un marca-je crítico por parte de los ciudadanos. El lenguaje contrapublici-tario me permite mostrar desde una perspectiva creativa todo lo que merece ser constantemente denunciado desde una sociedad concienciada y responsable.

¿Qué haces cuando no eres “contrapublicista”? Soy un señor muy serio que trabaja dirigiendo proyectos de inno-vación tecnológica.

¿En qué se diferencia la publicidad de la contrapublicidad?” Creo que la diferencia fundamental está en que la publicidad ven-de y la contrapublicidad denuncia. Aunque en ciertos ámbitos el límite puede no ser tan claro dado que la publicidad puede usarse también para educar o concienciar, como muestran las campa-ñas de instituciones y ONGs por el uso del preservativo o contra la violencia machista. Pero con todos los matices que se puedan añadir a la respuesta, es publicidad si busca el interés del anun-ciante y contra si busca el interés general.

¿Qué importancia le das a la estética en tus trabajos contrapu-blicitarios? La estética es importante en tanto que ayude a comunicar; pero nunca más que el propio mensaje que queremos transmitir. Esa podría ser otra diferencia entre publicidad y contrapublicidad. Hay muchos ejemplos publicitarios que no son más que estética mientras que la contrapublicidad es, en esencia, ética.

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¿Por qué has decidido hacer contrapublicidad? Creo que todo lo que viene de la esfera política merece un marca-je crítico por parte de los ciudadanos. El lenguaje contrapublici-tario me permite mostrar desde una perspectiva creativa todo lo que merece ser constantemente denunciado desde una sociedad concienciada y responsable.

¿Qué haces cuando no eres “contrapublicista”? Soy un señor muy serio que trabaja dirigiendo proyectos de inno-vación tecnológica.

¿En qué se diferencia la publicidad de la contrapublicidad?” Creo que la diferencia fundamental está en que la publicidad ven-de y la contrapublicidad denuncia. Aunque en ciertos ámbitos el límite puede no ser tan claro dado que la publicidad puede usarse también para educar o concienciar, como muestran las campa-ñas de instituciones y ONGs por el uso del preservativo o contra la violencia machista. Pero con todos los matices que se puedan añadir a la respuesta, es publicidad si busca el interés del anun-ciante y contra si busca el interés general.

¿Qué importancia le das a la estética en tus trabajos contrapu-blicitarios? La estética es importante en tanto que ayude a comunicar; pero nunca más que el propio mensaje que queremos transmitir. Esa podría ser otra diferencia entre publicidad y contrapublicidad. Hay muchos ejemplos publicitarios que no son más que estética mientras que la contrapublicidad es, en esencia, ética.

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¿Es la contrapublicidad un pataleo, una crítica como divertimen-to? Lo crítico no tiene por qué ser aburrido ni serio. Creo que el humor, siempre que se pueda hacer uso de él, es una valiosa herramienta de comunicación y uno de los mejores medios para llegar a la gente.

¿Ves alguna posibilidad de que la contrapublicidad se convierta en algo frívolo? Son conceptos incompatibles.

¿Crees que la contrapublicidad puede sobrevivir sin quedar asimi-lada o como un reducto más de la publicidad? La contrapublicidad está basada en principios como la solidaridad y la tolerancia que, quiero creer, determinan el grado de civiliza-ción de la sociedad. En la medida en que los seres avancemos en nuestra condición de humanos será la publicidad la que no sobre-viva sin quedar asimilada o como un reducto más de la contra.

¿Qué aspectos del modelo de consumo critica tu trabajo contra-publicitario? Mi yo contrapublicitario surge de la necesidad de denunciar prácticas empresariales que atentan contra los derechos de los consumidores, contra la salud, contra los animales. Que aten-

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¿Es la contrapublicidad un pataleo, una crítica como divertimen-to? Lo crítico no tiene por qué ser aburrido ni serio. Creo que el humor, siempre que se pueda hacer uso de él, es una valiosa herramienta de comunicación y uno de los mejores medios para llegar a la gente.

¿Ves alguna posibilidad de que la contrapublicidad se convierta en algo frívolo? Son conceptos incompatibles.

¿Crees que la contrapublicidad puede sobrevivir sin quedar asimi-lada o como un reducto más de la publicidad? La contrapublicidad está basada en principios como la solidaridad y la tolerancia que, quiero creer, determinan el grado de civiliza-ción de la sociedad. En la medida en que los seres avancemos en nuestra condición de humanos será la publicidad la que no sobre-viva sin quedar asimilada o como un reducto más de la contra.

¿Qué aspectos del modelo de consumo critica tu trabajo contra-publicitario? Mi yo contrapublicitario surge de la necesidad de denunciar prácticas empresariales que atentan contra los derechos de los consumidores, contra la salud, contra los animales. Que aten-

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tan contra los derechos humanos como la externalización de la producción a países donde no se respetan los derechos de los trabajadores. Critico, por otro lado, prácticas publicitarias que carecen de toda ética: vales como persona lo que vale la ropa que llevas puesta; que insultan a la inteligencia: lo peor que te puede pasar en la vida es levantarte y ver una arruga de más en tu cara (sin pararte a pensar si tienes una neurona de menos) o las que son tan delirantemente absurdas que sólo te las puedes tomar en serio para reírte de ellas: los cien millones de litros de agua concentrados en una gota de crema hidratante.

¿Se ha logrado cambiar algún hábito de consumo con la contra-publicidad?Confío en que sí. Y aunque no tengo datos sobre cómo puede ha-ber influido la contrapublicidad en el consumo, lo que sí sabemos es que ha logrado cambiar la política de ciertas multinacionales cuya imagen no aguanta verse en el espejo de la contrapublici-dad cuando ésta denuncia, por ejemplo, que emplea menores en países subdesarrollados. No digo que cambie su falta de con-ciencia y de valores; pero se ven obligados a reaccionar cuando su imagen se ve expuesta ante la opinión pública. Ahora más que nunca, gracias a Internet, la contrapublicidad tiene la posibilidad de conectar las conciencias a nivel planetario. Antes, la escasez de medios limitaba el mensaje a un contexto muy determinado.

¿Consumes algo de lo que criticas? En general, mi trabajo está más orientado a cuestiones sociopo-líticas que al ámbito del consumo; pero en ambos casos intento ser consecuente con lo que defiendo. Así, no voto al Pepé, no voy a misa, no escucho la COPE; y aunque yo también lo valgo no uso nada de L’Oreal. En cualquier caso, debo ser sincero y confesar que, aunque me postulo en muchos de mis trabajos a favor del consumo responsable, después de mi segunda cerveza ya no sé ni lo que tomo. :o)

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tan contra los derechos humanos como la externalización de la producción a países donde no se respetan los derechos de los trabajadores. Critico, por otro lado, prácticas publicitarias que carecen de toda ética: vales como persona lo que vale la ropa que llevas puesta; que insultan a la inteligencia: lo peor que te puede pasar en la vida es levantarte y ver una arruga de más en tu cara (sin pararte a pensar si tienes una neurona de menos) o las que son tan delirantemente absurdas que sólo te las puedes tomar en serio para reírte de ellas: los cien millones de litros de agua concentrados en una gota de crema hidratante.

¿Se ha logrado cambiar algún hábito de consumo con la contra-publicidad?Confío en que sí. Y aunque no tengo datos sobre cómo puede ha-ber influido la contrapublicidad en el consumo, lo que sí sabemos es que ha logrado cambiar la política de ciertas multinacionales cuya imagen no aguanta verse en el espejo de la contrapublici-dad cuando ésta denuncia, por ejemplo, que emplea menores en países subdesarrollados. No digo que cambie su falta de con-ciencia y de valores; pero se ven obligados a reaccionar cuando su imagen se ve expuesta ante la opinión pública. Ahora más que nunca, gracias a Internet, la contrapublicidad tiene la posibilidad de conectar las conciencias a nivel planetario. Antes, la escasez de medios limitaba el mensaje a un contexto muy determinado.

¿Consumes algo de lo que criticas? En general, mi trabajo está más orientado a cuestiones sociopo-líticas que al ámbito del consumo; pero en ambos casos intento ser consecuente con lo que defiendo. Así, no voto al Pepé, no voy a misa, no escucho la COPE; y aunque yo también lo valgo no uso nada de L’Oreal. En cualquier caso, debo ser sincero y confesar que, aunque me postulo en muchos de mis trabajos a favor del consumo responsable, después de mi segunda cerveza ya no sé ni lo que tomo. :o)

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El lenguaje contrapublicitario ha demostrado que puede ser una eficaz herramienta de intervención política, capaz de plantar cara con sus propias armas al mismo marketing que, como respuesta, le dio origen. La contrapublicidad funciona muy bien porque, dándole la vuelta a los códigos publicitarios mediante el lenguaje gráfico y audiovisual, dice lo que los anuncios esconden, y se convierte así en una buena for-ma de llamar la atención para despertar un espíritu crítico frente a la sociedad de consumo.

Al subvertir los mensajes comerciales del gran escaparate me-diático, los contranuncios, las pintadas con plantilla o los diseños por ordenador sirven para difundir unas ideas diferentes a las que día a día nos transmiten los medios. Sin embargo, este tremendo potencial se puede desaprovechar si carece de un carácter político, y es que la con-trapublicidad ha de ser una herramienta más para la transformación social, porque como juego artístico-intelectual tiene el mismo inte-rés que los pasatiempos del periódico. Así, la contrapublicidad aporta creatividad con un gasto mínimo de recursos, difunde una corrosiva ironía y contribuye a hacer una lectura distinta de la comunicación co-mercial, pero si no sirve para denunciar que la rueda del consumismo es social y ambientalmente insostenible, de poco vale.

De la contrapublicidad como herramienta

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El lenguaje contrapublicitario ha demostrado que puede ser una eficaz herramienta de intervención política, capaz de plantar cara con sus propias armas al mismo marketing que, como respuesta, le dio origen. La contrapublicidad funciona muy bien porque, dándole la vuelta a los códigos publicitarios mediante el lenguaje gráfico y audiovisual, dice lo que los anuncios esconden, y se convierte así en una buena for-ma de llamar la atención para despertar un espíritu crítico frente a la sociedad de consumo.

Al subvertir los mensajes comerciales del gran escaparate me-diático, los contranuncios, las pintadas con plantilla o los diseños por ordenador sirven para difundir unas ideas diferentes a las que día a día nos transmiten los medios. Sin embargo, este tremendo potencial se puede desaprovechar si carece de un carácter político, y es que la con-trapublicidad ha de ser una herramienta más para la transformación social, porque como juego artístico-intelectual tiene el mismo inte-rés que los pasatiempos del periódico. Así, la contrapublicidad aporta creatividad con un gasto mínimo de recursos, difunde una corrosiva ironía y contribuye a hacer una lectura distinta de la comunicación co-mercial, pero si no sirve para denunciar que la rueda del consumismo es social y ambientalmente insostenible, de poco vale.

De la contrapublicidad como herramienta

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El mantenimiento del potencial transformador de la con-trapublicidad depende de la propia capacidad de reinvención de los movimientos sociales porque, a la vez que más y más colec-tivos y asociaciones de todo el planeta se van dando cuenta de que posee un gran poder para llamar la atención, las empresas multinacionales también van aprendiendo. Para ello, basta con citar algunos casos de estas novedosas estrategias de contra-contrapublicidad . Como las que está siguiendo Coca-Cola, por ejemplo, que, para evitar el descrédito que supone el que desde la página www.killercoke.org se esté informando de sus relaciones con el asesi-nato de sindicalistas en Colombia, ha creado la web www.killer-coke.com, desde la cual se difunde cómo la compañía contribuye a la creación de empleo y al crecimiento económico del país.

O recurrir al stencil para promocionar una bebida alcohóli-ca brasileña, como hizo la agencia de marketing Saatchi&Saatchi cuando inundó Londres de pintadas hechas con plantilla y spray. Aunque hubo quien pudo llegar a pensar que tras todas esas imágenes del Cristo del Corcovado en vaqueros había un discur-so subversivo, la realidad es que se trataba simplemente de una reapropiación del lenguaje contrapublicitario con el único fin de dar a conocer una nueva marca.

Y qué decir de los anuncios publicitarios que se han difun-dido por medio mundo a través de las plataformas de video que existen en internet. Éstas, que han sido un estupendo soporte para la difusión de pequeños audiovisuales de gran contenido crí-tico –desde los que mostraban la invasión de Iraq hasta los que realizaban parodias de los anuncios más conocidos–, han servido también para que llegase a todos los rincones el famoso spot Amo a Laura, de la cadena MTV.

En definitiva, la utilización de los códigos contrapublicita-rios por parte de las multinacionales sitúa de nuevo el debate en el punto de partida: si la contrapublicidad niega la publicidad co-mercial, la contra-contrapublicidad reafirma mediante una doble negación la lógica del consumismo. Ahora bien, lejos de significar un agotamiento de este lenguaje, el hecho de que las empresas

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El mantenimiento del potencial transformador de la con-trapublicidad depende de la propia capacidad de reinvención de los movimientos sociales porque, a la vez que más y más colec-tivos y asociaciones de todo el planeta se van dando cuenta de que posee un gran poder para llamar la atención, las empresas multinacionales también van aprendiendo. Para ello, basta con citar algunos casos de estas novedosas estrategias de contra-contrapublicidad . Como las que está siguiendo Coca-Cola, por ejemplo, que, para evitar el descrédito que supone el que desde la página www.killercoke.org se esté informando de sus relaciones con el asesi-nato de sindicalistas en Colombia, ha creado la web www.killer-coke.com, desde la cual se difunde cómo la compañía contribuye a la creación de empleo y al crecimiento económico del país.

O recurrir al stencil para promocionar una bebida alcohóli-ca brasileña, como hizo la agencia de marketing Saatchi&Saatchi cuando inundó Londres de pintadas hechas con plantilla y spray. Aunque hubo quien pudo llegar a pensar que tras todas esas imágenes del Cristo del Corcovado en vaqueros había un discur-so subversivo, la realidad es que se trataba simplemente de una reapropiación del lenguaje contrapublicitario con el único fin de dar a conocer una nueva marca.

Y qué decir de los anuncios publicitarios que se han difun-dido por medio mundo a través de las plataformas de video que existen en internet. Éstas, que han sido un estupendo soporte para la difusión de pequeños audiovisuales de gran contenido crí-tico –desde los que mostraban la invasión de Iraq hasta los que realizaban parodias de los anuncios más conocidos–, han servido también para que llegase a todos los rincones el famoso spot Amo a Laura, de la cadena MTV.

En definitiva, la utilización de los códigos contrapublicita-rios por parte de las multinacionales sitúa de nuevo el debate en el punto de partida: si la contrapublicidad niega la publicidad co-mercial, la contra-contrapublicidad reafirma mediante una doble negación la lógica del consumismo. Ahora bien, lejos de significar un agotamiento de este lenguaje, el hecho de que las empresas

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estén empleando la contrapublicidad sólo vale para reafirmar sus enormes posibilidades comunicativas. Eso sí, para ello se requie-re una continua reinvención, con el fin de evitar que su uso sea monopolio de las grandes corporaciones.

Así, dentro de esa renovación de las estrategias con-trapublicitarias, es necesaria una reflexión sobre las caracte-rísticas del espacio público, sobre la utilización de las nuevas tecnologías o sobre los canales de comunicación empleados, en-tre otras. Al respecto, puede resultar sugerente dar cuenta de una acción que se hizo el año pasado en la Gran Vía de Madrid, cuando alguien colocó un cartel alusivo a la comida basura en una farola situada enfrente de un local de la cadena Burger King... y permaneció ahí durante meses. El caso es que en esa céntrica avenida madrileña hay tal nivel de saturación publicitaria que el contranuncio pasó a integrarse en la espiral de impactos visua-les que inundan la calle y pasó desapercibido, lo que debería ha-cernos pensar en la efectividad del mensaje.

De lo que no cabe duda es de la utilidad de la contrapu-blicidad como instrumento de intervención social. A pesar de la contra-contrapublicidad y aún cuando en esta tarea de ensayo y error podemos tener algunas limitaciones, todo esto ha de ser-virnos para rehacer las dinámicas de resistencia. Porque, ya que la publicidad se ha convertido en uno de los canales de transmi-sión básicos de la ideología consumista, es necesario seguir uti-lizando todas las herramientas que tengamos a nuestra alcance para manchar su imagen y, en fin, junto a las actividades educa-tivas, el fomento del consumo crítico y responsable, la creación de tejido social y la reivindicación de lo colectivo, siempre nos quedará el recurso del humor, la acidez y la ironía al servicio de la transformación social.

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estén empleando la contrapublicidad sólo vale para reafirmar sus enormes posibilidades comunicativas. Eso sí, para ello se requie-re una continua reinvención, con el fin de evitar que su uso sea monopolio de las grandes corporaciones.

Así, dentro de esa renovación de las estrategias con-trapublicitarias, es necesaria una reflexión sobre las caracte-rísticas del espacio público, sobre la utilización de las nuevas tecnologías o sobre los canales de comunicación empleados, en-tre otras. Al respecto, puede resultar sugerente dar cuenta de una acción que se hizo el año pasado en la Gran Vía de Madrid, cuando alguien colocó un cartel alusivo a la comida basura en una farola situada enfrente de un local de la cadena Burger King... y permaneció ahí durante meses. El caso es que en esa céntrica avenida madrileña hay tal nivel de saturación publicitaria que el contranuncio pasó a integrarse en la espiral de impactos visua-les que inundan la calle y pasó desapercibido, lo que debería ha-cernos pensar en la efectividad del mensaje.

De lo que no cabe duda es de la utilidad de la contrapu-blicidad como instrumento de intervención social. A pesar de la contra-contrapublicidad y aún cuando en esta tarea de ensayo y error podemos tener algunas limitaciones, todo esto ha de ser-virnos para rehacer las dinámicas de resistencia. Porque, ya que la publicidad se ha convertido en uno de los canales de transmi-sión básicos de la ideología consumista, es necesario seguir uti-lizando todas las herramientas que tengamos a nuestra alcance para manchar su imagen y, en fin, junto a las actividades educa-tivas, el fomento del consumo crítico y responsable, la creación de tejido social y la reivindicación de lo colectivo, siempre nos quedará el recurso del humor, la acidez y la ironía al servicio de la transformación social.

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« ... es el uso lo que determina el valor de una cosa y el uso está determinado por la moda. Quieren que la producción se limi-te a las “cosas útiles”, pero olvidan que la producción de demasiadas cosas útiles da como resultado demasiados hombres inútiles. »

Manuscritos económicos y filosóficos (1844), Karl Marx.

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« Hace cinco meses falleció mi hermano. Ha sido un golpe terrible para todos los que le queríamos, del que nos va costar mucho re-cuperarnos.

Y ya tengo claro que el consuelo no va a llegar precisamente de algunas entidades. A las pocas semanas del suceso decidí llamar a Telefónica para rescindir su contrato con esta compañía, en vista de que las facturas -que cargan un mínimo aunque no haya uso- seguían llegando. Y entonces comenzó la pesadilla. Interminables trasvases de operadora en operadora, con episodios tan macabros como el de aquella que, inmersa en sus automatismos, me preguntó cuál era la razón por la que quería dar de baja esa línea... 30 se-gundos después de revelarle que mi hermano había muerto. Armado de paciencia, alcancé el departamento de bajas, donde una señorita de discutible amabilidad me exigió que le enviara el certificado de defunción, la declaración de herederos, una carta y no sé cuántas cosas más. Y me temo que este episodio se repetirá con otras compañías. He decidido no hacer nada. Llegan cartas que dicen que si se alcanzan tres meses de impagos, le buscarán y le pondrán en la lista de morosos. A ver si es verdad que le encuentran.

Más allá de la brutal deshumanización a la que estamos llegando, todo este asunto me lleva a una conclusión que si no fuera tan des-esperanzadora, movería a la risa: en el siglo XXI resulta infinitamen-te más fácil morirse que desaparecer del mundo comercial. »

“Morir en el siglo XXI” de Manuel del Campo. Carta del lector. El País (30/12/2006)

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« ... es el uso lo que determina el valor de una cosa y el uso está determinado por la moda. Quieren que la producción se limi-te a las “cosas útiles”, pero olvidan que la producción de demasiadas cosas útiles da como resultado demasiados hombres inútiles. »

Manuscritos económicos y filosóficos (1844), Karl Marx.

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« Hace cinco meses falleció mi hermano. Ha sido un golpe terrible para todos los que le queríamos, del que nos va costar mucho re-cuperarnos.

Y ya tengo claro que el consuelo no va a llegar precisamente de algunas entidades. A las pocas semanas del suceso decidí llamar a Telefónica para rescindir su contrato con esta compañía, en vista de que las facturas -que cargan un mínimo aunque no haya uso- seguían llegando. Y entonces comenzó la pesadilla. Interminables trasvases de operadora en operadora, con episodios tan macabros como el de aquella que, inmersa en sus automatismos, me preguntó cuál era la razón por la que quería dar de baja esa línea... 30 se-gundos después de revelarle que mi hermano había muerto. Armado de paciencia, alcancé el departamento de bajas, donde una señorita de discutible amabilidad me exigió que le enviara el certificado de defunción, la declaración de herederos, una carta y no sé cuántas cosas más. Y me temo que este episodio se repetirá con otras compañías. He decidido no hacer nada. Llegan cartas que dicen que si se alcanzan tres meses de impagos, le buscarán y le pondrán en la lista de morosos. A ver si es verdad que le encuentran.

Más allá de la brutal deshumanización a la que estamos llegando, todo este asunto me lleva a una conclusión que si no fuera tan des-esperanzadora, movería a la risa: en el siglo XXI resulta infinitamen-te más fácil morirse que desaparecer del mundo comercial. »

“Morir en el siglo XXI” de Manuel del Campo. Carta del lector. El País (30/12/2006)

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Taller contrapublicidad Curso Verano UAM 2007

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“Porque yo lo valgo”, argumentan con pose sensual numero-sas actrices y modelos al explicar por qué utilizan productos L’Oréal. “Libera el individualista que hay en ti”, dice un anuncio de esos lujosos todoterrenos que sólo pisan asfalto urbano.

Si bien es cierto que no es nueva, esta estrategia publicitaria en la que se plantea la vía interior, personal e individual, como solución a todos los problemas, lo llamativo es que nunca había estado tan presente como hoy. El “sólo se tú mismo”, moraleja de tantas y tan-tas series y películas estadounidenses, triunfa. “La clave está en ti”, repiten una y otra vez los libros de autoayuda y los centros de adelga-zamiento. Los anuncios de bebidas alcohólicas te insinúan veladamen-te que el producto te suelta, te lanza a la conquista de esa chica, te ayuda a hacer amigos. Pero el texto del lateral lo dice bien claro: “Es tu responsabilidad”.

Consumo porque yo lo valgo(del resto del planeta ya hablaremos en otro momento)

María González Reyes

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“Porque yo lo valgo”, argumentan con pose sensual numero-sas actrices y modelos al explicar por qué utilizan productos L’Oréal. “Libera el individualista que hay en ti”, dice un anuncio de esos lujosos todoterrenos que sólo pisan asfalto urbano.

Si bien es cierto que no es nueva, esta estrategia publicitaria en la que se plantea la vía interior, personal e individual, como solución a todos los problemas, lo llamativo es que nunca había estado tan presente como hoy. El “sólo se tú mismo”, moraleja de tantas y tan-tas series y películas estadounidenses, triunfa. “La clave está en ti”, repiten una y otra vez los libros de autoayuda y los centros de adelga-zamiento. Los anuncios de bebidas alcohólicas te insinúan veladamen-te que el producto te suelta, te lanza a la conquista de esa chica, te ayuda a hacer amigos. Pero el texto del lateral lo dice bien claro: “Es tu responsabilidad”.

Consumo porque yo lo valgo(del resto del planeta ya hablaremos en otro momento)

María González Reyes

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Como no podía ser de otro modo, esta estrategia de ven-ta, que promueve el individualismo y el hedonismo, funciona a la perfección en las sociedades occidentales, donde cada vez más personas intentan dar respuesta a sus insatisfacciones vitales a través del consumo.

Así, la publicidad consigue enmascarar el deterioro so-cial y ambiental a la vez que nutre un modelo de consumo tan insaciable como insostenible. Estamos convencidos de que cada vez tenemos mayor calidad de vida, a pesar de que cada día con-sumimos alimentos más insanos por el modo en el que están producidos, respiramos un aire más contaminado, perdemos es-pacios públicos de encuentro, trabajamos en cosas que no nos gustan, disponemos de poco tiempo para dedicar a las personas que queremos y nos gastamos el dinero que no tenemos para vivir endeudados.

De este modo se producen paradojas que serían dignas de estudiar por cualquier psicoanalista: nos preocuparnos por el número de médicos que hay por habitante y no por contaminar con nuestros coches cada día el aire que respiramos o por ave-riguar cómo están producidos los alimentos que nos llevamos a la boca. Hemos creado un sistema económico que supone que la mejor forma de gestionar las sociedades humanas y el medio am-biente es a través del libre mercado, que convierte casi cualquier actividad o bien en mercancía susceptible de ser comprada y vendida: ya no se puede disfrutar del agua de los ríos, ahora nos la venden embotellada; ya no hay apenas lugares públicos donde reunirse porque la calle está llena de coches, ahora las nuevas plazas son los centros comerciales y de ocio, donde se compra la diversión.

A pesar de que este modelo de consumo está conducien-do el planeta hacia el colapso, las multinacionales consiguen, a través de sus campañas publicitarias, canalizar la preocupación ambiental y social planteando una única vía para solucionar los problemas: consumir.

Resulta evidente que hay ciertas problemáticas ambien-tales que preocupan: el cambio climático, la disminución de la superficie forestal del planeta y la seguridad alimentaria. El aire puro, el agua limpia y la tierra sin contaminar empiezan a ser bienes escasos y aumenta la posibilidad de contraer las enfer-medades que acompañan al “progreso” (cáncer, estrés, soledad, alergias...). Las empresas son conscientes de que todos estos indicadores de deterioro global tienen algún efecto en los con-sumidores/as y, como respuesta a la creciente concienciación teórica, crean estrategias publicitarias que asocian valores im-portantes (la preocupación por el planeta) con productos. Ac-ciona utiliza el lema: “Pioneros en desarrollo y sostenibilidad”, Iberdrola pone el adjetivo verde a su energía. y BP, a juzgar por su logo y el color verde de sus gasolineras, parece no tener nada que ver con el petróleo.

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Como no podía ser de otro modo, esta estrategia de ven-ta, que promueve el individualismo y el hedonismo, funciona a la perfección en las sociedades occidentales, donde cada vez más personas intentan dar respuesta a sus insatisfacciones vitales a través del consumo.

Así, la publicidad consigue enmascarar el deterioro so-cial y ambiental a la vez que nutre un modelo de consumo tan insaciable como insostenible. Estamos convencidos de que cada vez tenemos mayor calidad de vida, a pesar de que cada día con-sumimos alimentos más insanos por el modo en el que están producidos, respiramos un aire más contaminado, perdemos es-pacios públicos de encuentro, trabajamos en cosas que no nos gustan, disponemos de poco tiempo para dedicar a las personas que queremos y nos gastamos el dinero que no tenemos para vivir endeudados.

De este modo se producen paradojas que serían dignas de estudiar por cualquier psicoanalista: nos preocuparnos por el número de médicos que hay por habitante y no por contaminar con nuestros coches cada día el aire que respiramos o por ave-riguar cómo están producidos los alimentos que nos llevamos a la boca. Hemos creado un sistema económico que supone que la mejor forma de gestionar las sociedades humanas y el medio am-biente es a través del libre mercado, que convierte casi cualquier actividad o bien en mercancía susceptible de ser comprada y vendida: ya no se puede disfrutar del agua de los ríos, ahora nos la venden embotellada; ya no hay apenas lugares públicos donde reunirse porque la calle está llena de coches, ahora las nuevas plazas son los centros comerciales y de ocio, donde se compra la diversión.

A pesar de que este modelo de consumo está conducien-do el planeta hacia el colapso, las multinacionales consiguen, a través de sus campañas publicitarias, canalizar la preocupación ambiental y social planteando una única vía para solucionar los problemas: consumir.

Resulta evidente que hay ciertas problemáticas ambien-tales que preocupan: el cambio climático, la disminución de la superficie forestal del planeta y la seguridad alimentaria. El aire puro, el agua limpia y la tierra sin contaminar empiezan a ser bienes escasos y aumenta la posibilidad de contraer las enfer-medades que acompañan al “progreso” (cáncer, estrés, soledad, alergias...). Las empresas son conscientes de que todos estos indicadores de deterioro global tienen algún efecto en los con-sumidores/as y, como respuesta a la creciente concienciación teórica, crean estrategias publicitarias que asocian valores im-portantes (la preocupación por el planeta) con productos. Ac-ciona utiliza el lema: “Pioneros en desarrollo y sostenibilidad”, Iberdrola pone el adjetivo verde a su energía. y BP, a juzgar por su logo y el color verde de sus gasolineras, parece no tener nada que ver con el petróleo.

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Esta claro: crear una imagen verde funciona. Nadie cues-tiona si esta publicidad es o no cierta, los consumidores no inves-tigan qué es lo que hacen realmente las empresas que utilizan la publicidad verde, la imagen se crea y las ventas se incrementan dando igual cómo de grande y burda sea la mentira. Las empre-sas multinacionales deciden ir directas con sus campañas publi-citarias a la vena sensible del consumidor, consiguiendo de este modo que para cuidar y respetar el medio ambiente lo que haya que hacer sea invertir en Acciona o repostar gasolina de BP.

La preocupación social se reconduce igualmente hacia el consumo, por eso ¿a quién le extraña que las academias de yoga estén a rebosar? En plena crisis de identidad, occidente busca el equilibrio en la vía interior, los ajustes de energías y la liberación de tensiones externas. Desde que el pensamiento moderno hizo hincapié en el individuo, nunca se había ignorado tanto lo social.

Sin embargo la cuestión va más allá, cada vez más perso-nas se ven engullidas por algo que parece incontrolable y que se ha denominado genéricamente depresión. Como no podía ser de otro modo, las causas de las depresiones se buscan exclusiva-mente en los propios individuos, sin hacer un cuestionamiento de cómo la sociedad está articulada, de manera que se facilita que las personas se sientan mal consigo mismas: para poder vender-nos productos de belleza, la publicidad nos hace sentir feos; para poder crearnos una identidad propia vemos necesario consumir marcas; y creemos que para tener éxito social es imprescindible tener un trabajo con el que se gane mucho dinero (trabajos que nos dan como recompensa un ansiado mes de vacaciones y una hipoteca a 30 años).

Pero consumir no nos hace más guapos, ni llevar marcas nos crea una identidad estable, ni ganar mucho dinero nos con-duce a realizarnos personalmente. Así que nos sentimos mal y tratamos de buscar soluciones, pero las que encontramos son individualistas y hedonistas, casi nunca colectivas. Unas solu-ciones que no crean redes sociales, sino que buscan escapadas

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Esta claro: crear una imagen verde funciona. Nadie cues-tiona si esta publicidad es o no cierta, los consumidores no inves-tigan qué es lo que hacen realmente las empresas que utilizan la publicidad verde, la imagen se crea y las ventas se incrementan dando igual cómo de grande y burda sea la mentira. Las empre-sas multinacionales deciden ir directas con sus campañas publi-citarias a la vena sensible del consumidor, consiguiendo de este modo que para cuidar y respetar el medio ambiente lo que haya que hacer sea invertir en Acciona o repostar gasolina de BP.

La preocupación social se reconduce igualmente hacia el consumo, por eso ¿a quién le extraña que las academias de yoga estén a rebosar? En plena crisis de identidad, occidente busca el equilibrio en la vía interior, los ajustes de energías y la liberación de tensiones externas. Desde que el pensamiento moderno hizo hincapié en el individuo, nunca se había ignorado tanto lo social.

Sin embargo la cuestión va más allá, cada vez más perso-nas se ven engullidas por algo que parece incontrolable y que se ha denominado genéricamente depresión. Como no podía ser de otro modo, las causas de las depresiones se buscan exclusiva-mente en los propios individuos, sin hacer un cuestionamiento de cómo la sociedad está articulada, de manera que se facilita que las personas se sientan mal consigo mismas: para poder vender-nos productos de belleza, la publicidad nos hace sentir feos; para poder crearnos una identidad propia vemos necesario consumir marcas; y creemos que para tener éxito social es imprescindible tener un trabajo con el que se gane mucho dinero (trabajos que nos dan como recompensa un ansiado mes de vacaciones y una hipoteca a 30 años).

Pero consumir no nos hace más guapos, ni llevar marcas nos crea una identidad estable, ni ganar mucho dinero nos con-duce a realizarnos personalmente. Así que nos sentimos mal y tratamos de buscar soluciones, pero las que encontramos son individualistas y hedonistas, casi nunca colectivas. Unas solu-ciones que no crean redes sociales, sino que buscan escapadas

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piso y, que como no tiene tiempo para sí, pide comida de ínfima calidad para que se la traigan a casa en una moto; que busca compañía a miles de kilómetros a través del chat (pero no es ca-paz de hablarle a la cara a algún familiar al que quiere); que juega horas contra la playstation; que pasa tres horas al día frente al televisor cambiando de canal cada cinco minutos porque no encuentra nada que le guste; que recibió unos pastelitos en su cumpleaños por ser el cliente M3-3456 de un gran almacén; que se pone los cascos en el metro para no escuchar; que este año, por comodidad, contrató para sus vacaciones un servicio de ase-soramiento turístico; que en el SPA elige el jacuzzi más apartado y toma al medio día un actimel en pack individual. Ese individuo, cuando mira hacia dentro no ve nada y cuando mira hacia fuera no ve a nadie. Vive en una sociedad que, a pesar de tener todo a su alcance, no crea individuos felices.

continuas de una sociedad que pretende curarse a base de to-mar pastillas.

El sistema de consumo se alimenta y aprovecha esta vía interior, está hecho a medida para resolver los problemas indi-vidualmente creando una espiral de insatisfacción, porque mien-tras se perciba el consumo como una medida del cumplimiento de los proyectos vitales la frustración está asegurada: este mo-delo de consumo es, por definición, insaciable. Siempre habrá un móvil mejor, una crema que deje la piel más suave y un coche con más prestaciones.

Este modelo de consumo promueve una pérdida del sen-tido común colectivo a favor del individualismo, se valora lo eco-nómico por encima de todo, lo que conduce a que se antepongan las necesidades por encima de los recursos y a que exista una preocupante primacía del presente sobre el medio y largo plazo. Poco a poco se van desarticulando las estructuras sociales, cul-turales y económicas que eran más acordes con el medio ambien-te y con las sociedades más felices, se ha perdido la autonomía y la capacidad de decidir sobre el propio territorio, dependemos del mercado para cuidar de nuestros hijos y mayores, para diver-tirnos, para amar o practicar el sexo, para conseguir comida.

En manos de las multinacionales del sobreconsumo, la idea de individuo no es la del individuo libre, crítico, razonable, sino del individuo que cuando se mira al espejo se ve solo y bus-ca la tarjeta de crédito para sentirse bien. Consume psicólogo cuando tiene un problema laboral, olvidando que eso antes se resolvía de manera colectiva en los sindicatos; consume espiri-tualidad cuando no se siente bien consigo mismo, apuntándose a un curso de yoga después del trabajo de nueve a diez de la noche. Un individuo que se siente solo pero no quiere compartir

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piso y, que como no tiene tiempo para sí, pide comida de ínfima calidad para que se la traigan a casa en una moto; que busca compañía a miles de kilómetros a través del chat (pero no es ca-paz de hablarle a la cara a algún familiar al que quiere); que juega horas contra la playstation; que pasa tres horas al día frente al televisor cambiando de canal cada cinco minutos porque no encuentra nada que le guste; que recibió unos pastelitos en su cumpleaños por ser el cliente M3-3456 de un gran almacén; que se pone los cascos en el metro para no escuchar; que este año, por comodidad, contrató para sus vacaciones un servicio de ase-soramiento turístico; que en el SPA elige el jacuzzi más apartado y toma al medio día un actimel en pack individual. Ese individuo, cuando mira hacia dentro no ve nada y cuando mira hacia fuera no ve a nadie. Vive en una sociedad que, a pesar de tener todo a su alcance, no crea individuos felices.

continuas de una sociedad que pretende curarse a base de to-mar pastillas.

El sistema de consumo se alimenta y aprovecha esta vía interior, está hecho a medida para resolver los problemas indi-vidualmente creando una espiral de insatisfacción, porque mien-tras se perciba el consumo como una medida del cumplimiento de los proyectos vitales la frustración está asegurada: este mo-delo de consumo es, por definición, insaciable. Siempre habrá un móvil mejor, una crema que deje la piel más suave y un coche con más prestaciones.

Este modelo de consumo promueve una pérdida del sen-tido común colectivo a favor del individualismo, se valora lo eco-nómico por encima de todo, lo que conduce a que se antepongan las necesidades por encima de los recursos y a que exista una preocupante primacía del presente sobre el medio y largo plazo. Poco a poco se van desarticulando las estructuras sociales, cul-turales y económicas que eran más acordes con el medio ambien-te y con las sociedades más felices, se ha perdido la autonomía y la capacidad de decidir sobre el propio territorio, dependemos del mercado para cuidar de nuestros hijos y mayores, para diver-tirnos, para amar o practicar el sexo, para conseguir comida.

En manos de las multinacionales del sobreconsumo, la idea de individuo no es la del individuo libre, crítico, razonable, sino del individuo que cuando se mira al espejo se ve solo y bus-ca la tarjeta de crédito para sentirse bien. Consume psicólogo cuando tiene un problema laboral, olvidando que eso antes se resolvía de manera colectiva en los sindicatos; consume espiri-tualidad cuando no se siente bien consigo mismo, apuntándose a un curso de yoga después del trabajo de nueve a diez de la noche. Un individuo que se siente solo pero no quiere compartir

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La década de los 50 se presentaba optimista en EEUU. Una amplia clase media construía su nuevo espacio entorno al ideal del cha-lecito unifamilar y los medios de comunicación hablaban de un “ameri-can way of life”. En la prensa aparecían anuncios de publicidad como los de la marca Dormeyer, donde junto a un mosaico de diez imágenes de electrodomésticos del hogar ponía: “Esposas: Observad este anuncio con detenimiento. Señalad los productos que deseáis para estas Na-vidades. Enseñádselo a vuestros maridos. Si no va inmediatamente a la tienda, llorad un poco. No mucho, sólo un poco. Irán, irán. Maridos: Observad este anuncio con detenimiento. Apuntad lo que vuestra es-posa quiere. Id a comprarlo. Antes de que ella empiece a llorar”.

A pesar de que una gran gama de lavadoras, aspiradoras, se-cadoras o tostadoras poblaba ahora el imaginario mediático y producir “confort” se convertía en el objetivo de la actividad fabril, el consumo de masas significaba, sobre todo, homogeneidad. Decía Pierre Bour-dieu que muchos gastos aparentemente ostentosos en realidad son “obligados elementos de un cierto tren de vida”, y la adquisición de

Isidro Jiménez Gómez

El amor esta en la oferta

Con

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La década de los 50 se presentaba optimista en EEUU. Una amplia clase media construía su nuevo espacio entorno al ideal del cha-lecito unifamilar y los medios de comunicación hablaban de un “ameri-can way of life”. En la prensa aparecían anuncios de publicidad como los de la marca Dormeyer, donde junto a un mosaico de diez imágenes de electrodomésticos del hogar ponía: “Esposas: Observad este anuncio con detenimiento. Señalad los productos que deseáis para estas Na-vidades. Enseñádselo a vuestros maridos. Si no va inmediatamente a la tienda, llorad un poco. No mucho, sólo un poco. Irán, irán. Maridos: Observad este anuncio con detenimiento. Apuntad lo que vuestra es-posa quiere. Id a comprarlo. Antes de que ella empiece a llorar”.

A pesar de que una gran gama de lavadoras, aspiradoras, se-cadoras o tostadoras poblaba ahora el imaginario mediático y producir “confort” se convertía en el objetivo de la actividad fabril, el consumo de masas significaba, sobre todo, homogeneidad. Decía Pierre Bour-dieu que muchos gastos aparentemente ostentosos en realidad son “obligados elementos de un cierto tren de vida”, y la adquisición de

Isidro Jiménez Gómez

El amor esta en la oferta

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este abanico de bienes respondía al acceso de la familia estado-unidense dentro de la clase media consumidora (1).

Es entonces, en el escenario de las nacientes institucio-nes de Bretton Woods y la reconversión industrial tras la Se-gunda Guerra Mundial, cuando se percibe incluso la dimensión lingüística de esta nueva colección de objetos de consumo (2). El vertiginoso ritmo de renovación de los productos y su calculada obsolescencia inunda la comunicación de alusiones comerciales: “en la Enciclopedia, el hombre pudo ofrecer un cuadro completo de los objetos prácticos y técnicos de que estaba rodeado. Des-pués se rompió el equilibrio: los objetos cotidianos (no hablo de máquinas) proliferan, las necesidades se multiplican, la produc-ción acelera su nacimiento y su muerte, nos falta un vocabulario para nombrarlos (3)”.

Ya en los 70, ese mercado de electrodomésticos del hogar estaba saturado de modelos y marcas y la estrategia, entonces, pasaba más bien de un discurso de la homogeneización a uno de la diferenciación. La publicidad, que venía hace años delimitando con afán “científico” los distintos públicos objetivos para afinar en sus anuncios, es ahora la que difunde de forma normalizada eslóganes como “Porque yo lo valgo” o “Innovate, don’t imitate”. Y el consumidor, cada vez más exigente y caprichoso, extiende la compra impulsiva de la chocolatina al coche: “Estás en la tienda de deportes. No sabes si decidirte por una nueva madera 3 o una raqueta de tenis. ¿Con quién lo consultas? Con nadie. Te llevas las dos y listo. No hay duda, estás pasando por la mejor etapa de tu vida. Por eso te ofrecemos la máxima seguridad de serie en toda

gue, por sistema, que el cliente gaste un 20% más de lo que tenía previsto en cada compra. Un escenario mucho más propicio para ese individuo que ya no compra sino que va de compras, que ya no pide sino que elige, que ya no tiene necesidades sino que busca satisfactores.

Este consumidor que, según insisten los neoliberales, pasa por ser el más maduro y racional de los consumidores pare-ce, sin embargo, más perdido que nunca en un entorno de sobre-información y dependencia comercial: “Antes, si merodeabas por una tienda sin comprar, casi te echaban. Ahora se trata precisa-mente de eso, de que mires. Ya comprarás. Como en realidad no necesita nada, lo que el consumidor busca es que le sobrevenga el deseo, la ilusión, el impulso irresistible de comprar”, ilustra el psicólogo Javier Garcés. Y aporta datos: el 70% de las decisio-nes de compra se toma dentro del establecimiento en cuestión, y el 80% de los que entran en un centro comercial acaba com-prando algo” (“Quiero esto y lo quiero ya”. Luz Sánchez-Mellado. El País, 11/06/2006).

(1) La distinction, Pierre Bourdieu. Ed. Les Editions de Minuit. París, 1979.(2) “El consumo entra en un orden general de las significaciones en el que las dimensiones simbólicas tienden a recurrir y totalizar cualquier práctica adquisi-tiva”, dice en “La era del consumo” Luis Enrique Alonso. Ed. Siglo XXI. Madrid, 2006.(3) El sistema de los objetos. Jean Baudrillard, Éditions Gallimard. París, 1968.

la gamma Renault Lagu-na”, decía hace unos días un anuncio a toda página de El País.

También por en-tonces la construcción del gran mito de la liber-tad de mercado encuen-tra un terreno propicio en los novedosos centros comerciales, alternativa edulcorada y monetari-zada de una ciudad cada vez más peligrosa. Este espacio aséptico, sínte-sis de las más avanzadas técnicas de venta consi-

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este abanico de bienes respondía al acceso de la familia estado-unidense dentro de la clase media consumidora (1).

Es entonces, en el escenario de las nacientes institucio-nes de Bretton Woods y la reconversión industrial tras la Se-gunda Guerra Mundial, cuando se percibe incluso la dimensión lingüística de esta nueva colección de objetos de consumo (2). El vertiginoso ritmo de renovación de los productos y su calculada obsolescencia inunda la comunicación de alusiones comerciales: “en la Enciclopedia, el hombre pudo ofrecer un cuadro completo de los objetos prácticos y técnicos de que estaba rodeado. Des-pués se rompió el equilibrio: los objetos cotidianos (no hablo de máquinas) proliferan, las necesidades se multiplican, la produc-ción acelera su nacimiento y su muerte, nos falta un vocabulario para nombrarlos (3)”.

Ya en los 70, ese mercado de electrodomésticos del hogar estaba saturado de modelos y marcas y la estrategia, entonces, pasaba más bien de un discurso de la homogeneización a uno de la diferenciación. La publicidad, que venía hace años delimitando con afán “científico” los distintos públicos objetivos para afinar en sus anuncios, es ahora la que difunde de forma normalizada eslóganes como “Porque yo lo valgo” o “Innovate, don’t imitate”. Y el consumidor, cada vez más exigente y caprichoso, extiende la compra impulsiva de la chocolatina al coche: “Estás en la tienda de deportes. No sabes si decidirte por una nueva madera 3 o una raqueta de tenis. ¿Con quién lo consultas? Con nadie. Te llevas las dos y listo. No hay duda, estás pasando por la mejor etapa de tu vida. Por eso te ofrecemos la máxima seguridad de serie en toda

gue, por sistema, que el cliente gaste un 20% más de lo que tenía previsto en cada compra. Un escenario mucho más propicio para ese individuo que ya no compra sino que va de compras, que ya no pide sino que elige, que ya no tiene necesidades sino que busca satisfactores.

Este consumidor que, según insisten los neoliberales, pasa por ser el más maduro y racional de los consumidores pare-ce, sin embargo, más perdido que nunca en un entorno de sobre-información y dependencia comercial: “Antes, si merodeabas por una tienda sin comprar, casi te echaban. Ahora se trata precisa-mente de eso, de que mires. Ya comprarás. Como en realidad no necesita nada, lo que el consumidor busca es que le sobrevenga el deseo, la ilusión, el impulso irresistible de comprar”, ilustra el psicólogo Javier Garcés. Y aporta datos: el 70% de las decisio-nes de compra se toma dentro del establecimiento en cuestión, y el 80% de los que entran en un centro comercial acaba com-prando algo” (“Quiero esto y lo quiero ya”. Luz Sánchez-Mellado. El País, 11/06/2006).

(1) La distinction, Pierre Bourdieu. Ed. Les Editions de Minuit. París, 1979.(2) “El consumo entra en un orden general de las significaciones en el que las dimensiones simbólicas tienden a recurrir y totalizar cualquier práctica adquisi-tiva”, dice en “La era del consumo” Luis Enrique Alonso. Ed. Siglo XXI. Madrid, 2006.(3) El sistema de los objetos. Jean Baudrillard, Éditions Gallimard. París, 1968.

la gamma Renault Lagu-na”, decía hace unos días un anuncio a toda página de El País.

También por en-tonces la construcción del gran mito de la liber-tad de mercado encuen-tra un terreno propicio en los novedosos centros comerciales, alternativa edulcorada y monetari-zada de una ciudad cada vez más peligrosa. Este espacio aséptico, sínte-sis de las más avanzadas técnicas de venta consi-

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En este contexto, la publicidad se va instaurando como el prin-cipal canal ideológico de un modelo de consumo que se revela ambien-talmente insostenible e incapaz de reducir las enormes desigualdades del planeta. Para ello, deja definitivamente de ofrecer información sobre el producto y se especializa en los beneficios del consumo sentimen-tal: “Hay pocos productos que se vendan dejando de lado la emoción. Existen pocas diferencias entre productos; la diferencia recae en el vínculo con la marca y en la confianza del consumidor. Eso se crea tras construir durante años un lazo emotivo que te haga elegir una marca y no otra”, dice el presidente de una agencia publicitaria (4).

Y en esta relación afectiva, el producto pasa a ser un vehículo comunicativo: es el “instrumento más poderoso de mar-keting”, dice Phil Knight, presidente de Nike, una empresa que no tiene ni una sola fábrica de zapatillas. La producción, aque-lla ideología que se respiraba en el ambiente de las cadenas de montaje fordistas, sólo es ahora un estorbo para grandes multi-nacionales como Nike. Mucho más rentable les resulta, en este escenario de deslocalización productiva y globalización de mer-cados, elaborar todo un protocolo de imagen exculpatoria, con trazas de lavado verde y solidario.

Y es que, tras años haciendo crecer el valor de sus mar-cas en el mercado de intangibles, las empresas anunciantes tie-nen un ambicioso plan para el consumidor: generar experiencias “en las que la marca, más allá de proveerle de determinado pro-ducto o servicio, lo que hace es conectar con sus intereses, mo-tivaciones y su estilo de vida y, en definitiva, con todos aquellos aspectos relacionados con el consumo simbólico (aquellos fac-tores con un valor añadido simbólico, emocional, que provocan, finalmente, que el consumidor consuma la marca más allá de por sus propias características tangibles)”, explica un especialista en marketing (5).

Emplazamiento de producto, publicidad viral, ambient, ad-vertainment, marketing experiencial; la publicidad ya no es sólo la agencia de contactos que acerca la marca al cliente, sino cada vez más, la propia relación. Por eso en cada carta de amor el mensaje es más evidente: la solución a todos tus problemas está empaquetada, sobre un estante y en oferta sólo durante este mes.

(4) Allen Rosenshine, Presidente mundial de BBDO (Entrevista de Mireia Corchón para CincoDías. 27-06-2006).

(5) “Engagement marketing: compromiso, experiencias y emoción”. Pablo Muñoz y José Martí. IPMark. Junio, 2006.

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En este contexto, la publicidad se va instaurando como el prin-cipal canal ideológico de un modelo de consumo que se revela ambien-talmente insostenible e incapaz de reducir las enormes desigualdades del planeta. Para ello, deja definitivamente de ofrecer información sobre el producto y se especializa en los beneficios del consumo sentimen-tal: “Hay pocos productos que se vendan dejando de lado la emoción. Existen pocas diferencias entre productos; la diferencia recae en el vínculo con la marca y en la confianza del consumidor. Eso se crea tras construir durante años un lazo emotivo que te haga elegir una marca y no otra”, dice el presidente de una agencia publicitaria (4).

Y en esta relación afectiva, el producto pasa a ser un vehículo comunicativo: es el “instrumento más poderoso de mar-keting”, dice Phil Knight, presidente de Nike, una empresa que no tiene ni una sola fábrica de zapatillas. La producción, aque-lla ideología que se respiraba en el ambiente de las cadenas de montaje fordistas, sólo es ahora un estorbo para grandes multi-nacionales como Nike. Mucho más rentable les resulta, en este escenario de deslocalización productiva y globalización de mer-cados, elaborar todo un protocolo de imagen exculpatoria, con trazas de lavado verde y solidario.

Y es que, tras años haciendo crecer el valor de sus mar-cas en el mercado de intangibles, las empresas anunciantes tie-nen un ambicioso plan para el consumidor: generar experiencias “en las que la marca, más allá de proveerle de determinado pro-ducto o servicio, lo que hace es conectar con sus intereses, mo-tivaciones y su estilo de vida y, en definitiva, con todos aquellos aspectos relacionados con el consumo simbólico (aquellos fac-tores con un valor añadido simbólico, emocional, que provocan, finalmente, que el consumidor consuma la marca más allá de por sus propias características tangibles)”, explica un especialista en marketing (5).

Emplazamiento de producto, publicidad viral, ambient, ad-vertainment, marketing experiencial; la publicidad ya no es sólo la agencia de contactos que acerca la marca al cliente, sino cada vez más, la propia relación. Por eso en cada carta de amor el mensaje es más evidente: la solución a todos tus problemas está empaquetada, sobre un estante y en oferta sólo durante este mes.

(4) Allen Rosenshine, Presidente mundial de BBDO (Entrevista de Mireia Corchón para CincoDías. 27-06-2006).

(5) “Engagement marketing: compromiso, experiencias y emoción”. Pablo Muñoz y José Martí. IPMark. Junio, 2006.

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Nacido del trabajo colectivo, Arbeit no podía constituirse como un medio contra-propagandístico de comunicación unidireccional, sino que debía desarrollarse y ejercitarse en la tarea común del taller, abriendo un espacio de práctica reflexiva colectiva. El grupo ha asenta-do un enfoque pedagógico aumentando y afilando sus instrumentos de análisis en la práctica de cursos, encuentros y talleres con diferentes colectivos. Infiltrados en las aulas de la Educación Secundaria Obli-gatora, Arbeit pone a prueba su método para estimular la capacidad crítica del alumnado, desarrollando un sin fin de juegos, estrategias y prácticas de inversión, subversión, trasgresión y recombinación de los mensajes propagandísticos de los medios de formación de masas. Pla-giando a Freire, Sócrates y otros propone una práctica pedagógica que se vale de los temas generadores de nuestra realidad, presentes en la propaganda, para capacitar al alumnado descubriendo, de paso, las contradicciones que nos limitan, recobrando nuestro papel de actores, agentes, y no meros espectadores de un estado de cosas naturalizado por la ideología propagandística.

Publicidad y (des)estructura social

Grupo Arbeit

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Nacido del trabajo colectivo, Arbeit no podía constituirse como un medio contra-propagandístico de comunicación unidireccional, sino que debía desarrollarse y ejercitarse en la tarea común del taller, abriendo un espacio de práctica reflexiva colectiva. El grupo ha asenta-do un enfoque pedagógico aumentando y afilando sus instrumentos de análisis en la práctica de cursos, encuentros y talleres con diferentes colectivos. Infiltrados en las aulas de la Educación Secundaria Obli-gatora, Arbeit pone a prueba su método para estimular la capacidad crítica del alumnado, desarrollando un sin fin de juegos, estrategias y prácticas de inversión, subversión, trasgresión y recombinación de los mensajes propagandísticos de los medios de formación de masas. Pla-giando a Freire, Sócrates y otros propone una práctica pedagógica que se vale de los temas generadores de nuestra realidad, presentes en la propaganda, para capacitar al alumnado descubriendo, de paso, las contradicciones que nos limitan, recobrando nuestro papel de actores, agentes, y no meros espectadores de un estado de cosas naturalizado por la ideología propagandística.

Publicidad y (des)estructura social

Grupo Arbeit

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La publicidad siempre apela di-rectamente al individuo, nunca se dirige al grupo: la sociedad de la opulencia del País de Jau-ja sólo se sostiene como una red de individuos atomizados y aislados cuyo último vínculo afectivo es la envidia. Ser en-vidiados y envidiar es la mane-ra en que se definen las indivi-dualidades de la meritocracia de Jauja. Puesto que la ima-gen del individuo sólo se cons-tituye en su reflejo fantasmá-tico en el otro, la envidia es la argamasa más potente para generar una sociedad de indi-viduos alienados y neuróticos, unidos pero aislados, cuya ta-rea fundamental es construir,

Presentación: Producto, mercancía y marca ¿Qué vende la publi-cidad? “Y a ti ¿qué te dicen tus crispis?”.

Elegimos un anuncio cualquiera: dos mujeres inmediatamente identificadas como amas de casa conversan mientras pensamos que vienen de la compra, finalmente descubrimos que están ju-gando al golf. ¿Qué vende este anuncio? La respuesta automáti-ca es “pasta”. Bien, luego este anuncio quiere que yo consuma pasta, ¿cualquier pasta? - Miradas de perplejidad entre el alum-nado. Alguien responde - no, tallarines a la parmesana precocina-dos. Bien – insistimos - luego este anuncio se ha hecho para que cuando yo llegue al supermercado compre CUALESQUIERA talla-rines a la parmesana precocinados. No – responde quien ya ha visto por donde van los tiros – sólo los de Gallina Blanca. Luego el anuncio no vende, ni un producto concreto, ni una mercancía sino una marca comercial. ¿Y sólo una marca? Volvamos al anuncio. ¿Qué vende Gallina Blanca en este anuncio? – insistimos. Alguien responderá que tallarines a la parmesana, pero si les pedimos que presten atención de nuevo al spot, alguien responderá – Ga-llina Blanca vende tiempo libre. Un anuncio publicitario asocia a una marca comercial unos valores determinados, y efectivamen-te, entre otras cosas, Gallina Blanca vende tiempo Libre: la con-versación girará inmediatamente sobre por qué y a quién vende Gallina Blanca tiempo libre, y no es en ningún caso a amas de casa deseosas de irse a jugar al golf, sino a jóvenes trabajadores que no disponen de un tiempo que entregan como trabajadores precarios a esta o aquella empresa. Una marca es la denomi-nación de un entramado productivo-comercial que pretende el dominio de un sector del mercado publicitando sus mercancías a unos consumidores que deben identificarse con la visión del mun-do que ofrece. Ahora ya hablamos de publicidad, no hay más que escoger unos cuantos spots y discutir sobre porqué Banesto vende seguridad y confianza en el futuro, BMW prestigio social y virilidad o Nike individualismo competitivo y rebeldía.

Individuo: Consumo de identidad e identidad de consumo “Porque tú lo vales”.

mediante el consumo de mercancías posibilitado por sus ingresos, una identidad espectacular que le defina frente a los otros, que le si-túe en un lugar determinado en la red de relaciones jerarquizadas de la sociedad mercantil. La mercancía definitiva de este inmenso arse-nal que es el País de Jauja es uno mismo. Cada uno de los habitantes de Jauja es un dispositivo publicitario de la marca Yo-mismo, y por lo tanto, las relaciones sociales son un mercado de intercambio simbó-lico de identidades-mercancías deseosas de ser envidiadas y por ello envidiosas de otras identidades más fascinantes. Todo el espacio de la comunicación social es reducido a la función propagandística del único modo de vida posible bajo el imperio de Jauja; dicho en el viejo y buen lenguaje marxista: las relaciones sociales entre personas se objetivan como propiedades de las cosas.

Sociedad: Primer (in)mundo y pandemias. Los Mass-Media. Noticia, anuncio y espectáculo. “Una Coca-Cola y una sonrisa”.

Mientras la página derecha de tu periódico te anuncia las más for-midables ofertas para descubrir mundos soñados, paraísos exóticos que viajes Marsans pone al alcance de todos los bolsillos: Marruecos,

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La publicidad siempre apela di-rectamente al individuo, nunca se dirige al grupo: la sociedad de la opulencia del País de Jau-ja sólo se sostiene como una red de individuos atomizados y aislados cuyo último vínculo afectivo es la envidia. Ser en-vidiados y envidiar es la mane-ra en que se definen las indivi-dualidades de la meritocracia de Jauja. Puesto que la ima-gen del individuo sólo se cons-tituye en su reflejo fantasmá-tico en el otro, la envidia es la argamasa más potente para generar una sociedad de indi-viduos alienados y neuróticos, unidos pero aislados, cuya ta-rea fundamental es construir,

Presentación: Producto, mercancía y marca ¿Qué vende la publi-cidad? “Y a ti ¿qué te dicen tus crispis?”.

Elegimos un anuncio cualquiera: dos mujeres inmediatamente identificadas como amas de casa conversan mientras pensamos que vienen de la compra, finalmente descubrimos que están ju-gando al golf. ¿Qué vende este anuncio? La respuesta automáti-ca es “pasta”. Bien, luego este anuncio quiere que yo consuma pasta, ¿cualquier pasta? - Miradas de perplejidad entre el alum-nado. Alguien responde - no, tallarines a la parmesana precocina-dos. Bien – insistimos - luego este anuncio se ha hecho para que cuando yo llegue al supermercado compre CUALESQUIERA talla-rines a la parmesana precocinados. No – responde quien ya ha visto por donde van los tiros – sólo los de Gallina Blanca. Luego el anuncio no vende, ni un producto concreto, ni una mercancía sino una marca comercial. ¿Y sólo una marca? Volvamos al anuncio. ¿Qué vende Gallina Blanca en este anuncio? – insistimos. Alguien responderá que tallarines a la parmesana, pero si les pedimos que presten atención de nuevo al spot, alguien responderá – Ga-llina Blanca vende tiempo libre. Un anuncio publicitario asocia a una marca comercial unos valores determinados, y efectivamen-te, entre otras cosas, Gallina Blanca vende tiempo Libre: la con-versación girará inmediatamente sobre por qué y a quién vende Gallina Blanca tiempo libre, y no es en ningún caso a amas de casa deseosas de irse a jugar al golf, sino a jóvenes trabajadores que no disponen de un tiempo que entregan como trabajadores precarios a esta o aquella empresa. Una marca es la denomi-nación de un entramado productivo-comercial que pretende el dominio de un sector del mercado publicitando sus mercancías a unos consumidores que deben identificarse con la visión del mun-do que ofrece. Ahora ya hablamos de publicidad, no hay más que escoger unos cuantos spots y discutir sobre porqué Banesto vende seguridad y confianza en el futuro, BMW prestigio social y virilidad o Nike individualismo competitivo y rebeldía.

Individuo: Consumo de identidad e identidad de consumo “Porque tú lo vales”.

mediante el consumo de mercancías posibilitado por sus ingresos, una identidad espectacular que le defina frente a los otros, que le si-túe en un lugar determinado en la red de relaciones jerarquizadas de la sociedad mercantil. La mercancía definitiva de este inmenso arse-nal que es el País de Jauja es uno mismo. Cada uno de los habitantes de Jauja es un dispositivo publicitario de la marca Yo-mismo, y por lo tanto, las relaciones sociales son un mercado de intercambio simbó-lico de identidades-mercancías deseosas de ser envidiadas y por ello envidiosas de otras identidades más fascinantes. Todo el espacio de la comunicación social es reducido a la función propagandística del único modo de vida posible bajo el imperio de Jauja; dicho en el viejo y buen lenguaje marxista: las relaciones sociales entre personas se objetivan como propiedades de las cosas.

Sociedad: Primer (in)mundo y pandemias. Los Mass-Media. Noticia, anuncio y espectáculo. “Una Coca-Cola y una sonrisa”.

Mientras la página derecha de tu periódico te anuncia las más for-midables ofertas para descubrir mundos soñados, paraísos exóticos que viajes Marsans pone al alcance de todos los bolsillos: Marruecos,

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Despedida y cierre: Bricolage Crítico. Publicidad y contrapubli-cidad: Utopía y Distopías. “Arbeit macht frei”

El bricolage crítico propone la recontextualización de los men-sajes ofrecidos por los medios de formación de masas, con la convicción de que nuestra mera intervención, desbaratando los mensajes iniciales, contra y superponiéndolos, represen-tará con mayor fidelidad las contradicciones del mundo globa-lizado bajo el sistema de producción capitalista. Frente a la utopía propagandística del mercado, la distopía crítica de la contra-publicidad.

Túnez… La página izquierda nos informa de la llegada de cuatro cayucos a las costas canarias con centenares de inmigrantes que sufren hipotermia y deshi-dratación, cinco llegaron muer-tos, uno era un recién nacido… No alcanzaron el País de Jauja. Mientras en la página izquierda nuestra libertad, independen-cia y estatus están garantiza-dos por el nuevo 4x4 de Audi, la página derecha nos habla de la siniestralidad en carretera, del cambio climático, de la gue-rra de Irak, de los peligros del socialismo bolivariano del “ré-gimen chavista”. En un lado un perfume de Dior nos seduce con la mortal palidez de una mode-lo, del otro lado la última víctima de la violencia machista. Como hay cielo también hay infierno, allí fuera, siempre en otra par-te, frente a la utopía tecnicolor de la felicidad publicitaria, están los horrores de la información en blanco y negro. Así son las cosas, así se las hemos con-tado. Dos mundos diferencia-dos que nunca se tocan, ningún puente de unión entre ambos… Y sin embargo, la publicidad es el soporte financiero de todos los mass media. Los mass media son ellos mismos grandes corporaciones. Las grandes corporaciones diseñan y construyen este mundo globalizado en el que la política y la vida social están supeditadas a sus intereses mercantiles. Creemos legítimo tratar toda información de los mass media como propaganda político comercial con su doble imperativo: sé feliz, pero ten miedo, mucho miedo, ¿te vas a quedar fuera?

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Despedida y cierre: Bricolage Crítico. Publicidad y contrapubli-cidad: Utopía y Distopías. “Arbeit macht frei”

El bricolage crítico propone la recontextualización de los men-sajes ofrecidos por los medios de formación de masas, con la convicción de que nuestra mera intervención, desbaratando los mensajes iniciales, contra y superponiéndolos, represen-tará con mayor fidelidad las contradicciones del mundo globa-lizado bajo el sistema de producción capitalista. Frente a la utopía propagandística del mercado, la distopía crítica de la contra-publicidad.

Túnez… La página izquierda nos informa de la llegada de cuatro cayucos a las costas canarias con centenares de inmigrantes que sufren hipotermia y deshi-dratación, cinco llegaron muer-tos, uno era un recién nacido… No alcanzaron el País de Jauja. Mientras en la página izquierda nuestra libertad, independen-cia y estatus están garantiza-dos por el nuevo 4x4 de Audi, la página derecha nos habla de la siniestralidad en carretera, del cambio climático, de la gue-rra de Irak, de los peligros del socialismo bolivariano del “ré-gimen chavista”. En un lado un perfume de Dior nos seduce con la mortal palidez de una mode-lo, del otro lado la última víctima de la violencia machista. Como hay cielo también hay infierno, allí fuera, siempre en otra par-te, frente a la utopía tecnicolor de la felicidad publicitaria, están los horrores de la información en blanco y negro. Así son las cosas, así se las hemos con-tado. Dos mundos diferencia-dos que nunca se tocan, ningún puente de unión entre ambos… Y sin embargo, la publicidad es el soporte financiero de todos los mass media. Los mass media son ellos mismos grandes corporaciones. Las grandes corporaciones diseñan y construyen este mundo globalizado en el que la política y la vida social están supeditadas a sus intereses mercantiles. Creemos legítimo tratar toda información de los mass media como propaganda político comercial con su doble imperativo: sé feliz, pero ten miedo, mucho miedo, ¿te vas a quedar fuera?

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BOCATA Del comic a la valla publicitaria

Existen mil formas de liberar y

descomercializar espacios: el graffiti, la pintada, la plantilla... Pero sólo una que libere a

los y las protagonistas de los anuncios, que permi-te a Scarlett Johanson expresar el “hastío existencial”

que siente, o a la modelo del nuevo Motorola animar direc-tamente al consumismo: el bocadillo o burbuja de diálogo.

Cada vez que aparece un bocadillo sobre un anuncio, no sólo abre el espacio a la parodia y a la expresión de las y los protagonistas de

las vallas publicitarias, sino que se introduce en el espacio público un elemento insólito. Un vacío. Algo por definir. Un espacio en blanco.

Desgraciadamente, los espacios públicos de la ciudad neoliberal son es-pacios sobrecargados de memes, mensajes, textos… En este contexto, el dejar un espacio en blanco, abierto y disponible para quien quiera utilizarlo –o no-, es algo insólito. Llegados a este punto, quizás el sabotaje cultural más efectivo sea el de crear “vacíos”, momentos de ruptura del discurso sostenido que lleva al consumo acrítico. Ver si no el corto de Banksy “The Joy of not Being Sold Anything” ( http://www.youtube.com/watch?v=o6c87zplceQ).

Las burbujas se convierten así en una forma fácil de abrir ventanas de nada para que cada uno meta en ellas lo que le apetezca: reflexiones públicas, pensa-mientos privados, denuncias, declaraciones de amor, declaraciones de hastío… Los bocadillos permiten que elijamos qué queremos que diga el espacio que nos rodea.

Si tú quieres liberar a tu modelo o actor favorito del anuncio de la parada del bus, o animar a tus conciudadanos a expresarse en cualquier esquina, pí-denos burbujas adhesivas (te las mandaremos a cambio de los gastos de envío). Si puedes tomar fotos del uso que haga la gente de ellas, súbelas por favor a la web www.malababa.org para que podamos irlas reco-

giendo. Si quieres ideas, consulta la web del The Bubble Project (www.thebubbleproject.com) o las intervenciones recogidas

por Lisergia.net en su I Taller/Concurso de intervenciones publicitarias (http://www.lisergia.net/interferencias/

purgantepublicitario/concursantes.html )

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BOCATA Del comic a la valla publicitaria

Existen mil formas de liberar y

descomercializar espacios: el graffiti, la pintada, la plantilla... Pero sólo una que libere a

los y las protagonistas de los anuncios, que permi-te a Scarlett Johanson expresar el “hastío existencial”

que siente, o a la modelo del nuevo Motorola animar direc-tamente al consumismo: el bocadillo o burbuja de diálogo.

Cada vez que aparece un bocadillo sobre un anuncio, no sólo abre el espacio a la parodia y a la expresión de las y los protagonistas de

las vallas publicitarias, sino que se introduce en el espacio público un elemento insólito. Un vacío. Algo por definir. Un espacio en blanco.

Desgraciadamente, los espacios públicos de la ciudad neoliberal son es-pacios sobrecargados de memes, mensajes, textos… En este contexto, el dejar un espacio en blanco, abierto y disponible para quien quiera utilizarlo –o no-, es algo insólito. Llegados a este punto, quizás el sabotaje cultural más efectivo sea el de crear “vacíos”, momentos de ruptura del discurso sostenido que lleva al consumo acrítico. Ver si no el corto de Banksy “The Joy of not Being Sold Anything” ( http://www.youtube.com/watch?v=o6c87zplceQ).

Las burbujas se convierten así en una forma fácil de abrir ventanas de nada para que cada uno meta en ellas lo que le apetezca: reflexiones públicas, pensa-mientos privados, denuncias, declaraciones de amor, declaraciones de hastío… Los bocadillos permiten que elijamos qué queremos que diga el espacio que nos rodea.

Si tú quieres liberar a tu modelo o actor favorito del anuncio de la parada del bus, o animar a tus conciudadanos a expresarse en cualquier esquina, pí-denos burbujas adhesivas (te las mandaremos a cambio de los gastos de envío). Si puedes tomar fotos del uso que haga la gente de ellas, súbelas por favor a la web www.malababa.org para que podamos irlas reco-

giendo. Si quieres ideas, consulta la web del The Bubble Project (www.thebubbleproject.com) o las intervenciones recogidas

por Lisergia.net en su I Taller/Concurso de intervenciones publicitarias (http://www.lisergia.net/interferencias/

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ACCION BOCATA

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Escaparate de libros

Israel Rodriguez Giralt

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Rebelarse vende.El negocio de la contracultura. JOSEPH HEATH, ANDREW POTTER (2005)Madrid: Taurus.

¿Odias al consumismo? ¿Estás harto de los trucos del marketing y de la cantidad de anuncios publicitario que te tienes que tra-gar? ¿Te preocupa la degradación del planeta y la calidad del medio ambiente? ¿Te esfuerzas por no hacer caso a lo que manda el sistema? Según Joseph Heath y Andrew Potter, si tu respuesta es afirmativa, no eres muy origi-nal: eres uno más del movimiento contracul-tural, uno de los movimientos más grandes e importantes de las últimas décadas en los países industrializados. Aunque te sientas alternativo, único y con-testatario, formas parte de una masa crítica que, paradójicamente, cuenta con el mayor número de seguidores en el país consumista por excelencia: Estados Unidos de América. ¿Cómo puede suceder esto? ¿Somos una sociedad esquizofrénica que compra mien-tras condena al consumismo? ¿O acaso el anticonsumismo es, después de todo, más de lo mismo? ¿Hay que depositar esperan-zas revolucionarias en la contracultura cool de nuestros días o estamos, más bien, ante una forma de consumo más que refuerza, más que altera, la estructura básica de la competición capitalista?

The Yes Men. La verdadera historia del fin de la OMCANDY BICHLBAUM , MIKE BONANO (2005)Barcelona: El Viejo Topo

Kinnithrung Sprat anunció en 2003 el cierre oficial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Dicho portavoz era el representante oficial del mencionado organismo. En su declaración daba por cerrada la OMC, el organismo co-mercial más influyente del planeta, y anunciaba, sorpren-dentemente, que ésta no retomaría sus actividades hasta que no consiguiera que en su declaración de principios se defendiese que el comercio beneficiara especialmente a los pobres. Pero lo más curioso es que Kinnithrung Sprat no era, y nunca fue, el representante de la OMC. Quien estaba detrás de este acto eran The Yes Men, un singu-lar colectivo popular por su original forma de practicar el activismo, lo que ellos mismos denominan “corrección de identidades”. ¿En que consiste esta forma de activismo? ¿Qué buscaba The Yes Men haciéndose pasar por el repre-sentante oficial de la OMC? En este libro nos cuentan sus razones con lujo de detalles. Hilarantes y evocadores, The Yes Men, nos enseñan el potencial subversivo que esconde la exageración, el acto de mostrar, como si se tratase de un espejo de feria, lo grotesco, lo más evidente pero no siempre (d)enunciable. ¿Qué sucede cuando dejamos de lado los eufemismos? ¿Cuándo empezamos a llamar a las cosas por su nombre?

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Escaparate de libros

Israel Rodriguez Giralt

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Rebelarse vende.El negocio de la contracultura. JOSEPH HEATH, ANDREW POTTER (2005)Madrid: Taurus.

¿Odias al consumismo? ¿Estás harto de los trucos del marketing y de la cantidad de anuncios publicitario que te tienes que tra-gar? ¿Te preocupa la degradación del planeta y la calidad del medio ambiente? ¿Te esfuerzas por no hacer caso a lo que manda el sistema? Según Joseph Heath y Andrew Potter, si tu respuesta es afirmativa, no eres muy origi-nal: eres uno más del movimiento contracul-tural, uno de los movimientos más grandes e importantes de las últimas décadas en los países industrializados. Aunque te sientas alternativo, único y con-testatario, formas parte de una masa crítica que, paradójicamente, cuenta con el mayor número de seguidores en el país consumista por excelencia: Estados Unidos de América. ¿Cómo puede suceder esto? ¿Somos una sociedad esquizofrénica que compra mien-tras condena al consumismo? ¿O acaso el anticonsumismo es, después de todo, más de lo mismo? ¿Hay que depositar esperan-zas revolucionarias en la contracultura cool de nuestros días o estamos, más bien, ante una forma de consumo más que refuerza, más que altera, la estructura básica de la competición capitalista?

The Yes Men. La verdadera historia del fin de la OMCANDY BICHLBAUM , MIKE BONANO (2005)Barcelona: El Viejo Topo

Kinnithrung Sprat anunció en 2003 el cierre oficial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Dicho portavoz era el representante oficial del mencionado organismo. En su declaración daba por cerrada la OMC, el organismo co-mercial más influyente del planeta, y anunciaba, sorpren-dentemente, que ésta no retomaría sus actividades hasta que no consiguiera que en su declaración de principios se defendiese que el comercio beneficiara especialmente a los pobres. Pero lo más curioso es que Kinnithrung Sprat no era, y nunca fue, el representante de la OMC. Quien estaba detrás de este acto eran The Yes Men, un singu-lar colectivo popular por su original forma de practicar el activismo, lo que ellos mismos denominan “corrección de identidades”. ¿En que consiste esta forma de activismo? ¿Qué buscaba The Yes Men haciéndose pasar por el repre-sentante oficial de la OMC? En este libro nos cuentan sus razones con lujo de detalles. Hilarantes y evocadores, The Yes Men, nos enseñan el potencial subversivo que esconde la exageración, el acto de mostrar, como si se tratase de un espejo de feria, lo grotesco, lo más evidente pero no siempre (d)enunciable. ¿Qué sucede cuando dejamos de lado los eufemismos? ¿Cuándo empezamos a llamar a las cosas por su nombre?

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What should I do if Reverend Billy is in my store?BILL TALEN (2005)New Press.

El Reverendo Billy es el líder espiritual de la Stop Shopping Church, la re-ligión de más rápido crecimiento desde la aparición del cristianismo. Na-cida de la productiva imaginación del actor Bill Talen, el Reverendo se dio a conocer entre los predicadores de a pie que circundan y llenan el Times Square de Nueva York. Sus sermones apasionados desde el principio sor-prendieron y asombraron a transeúntes y compradores que pasaban cerca de su improvisado púlpito. Desde entonces, el Reverendo Billy ha seguido con su cruzada anti-consumista llevándola cada vez más lejos y posando su peculiar altar sobre espacios tan inusuales como los cafés Starbucks o el interior de los supermercados Wal-Mart. En todo este tiempo, sus sermones no han parado de dar vueltas, ya sea por Estados Unidos o por el mundo entero. El libro es la historia de este viaje.

La era del consumoLUIS ENRIQUE ALONSO (2005).Madrid: Ed. Siglo XXI.

Estupendo y bien documentado análisis de la sociedad de consumo post-moderna a cargo de Luis Enrique Alonso, profesor de sociología de la Univ. Autónoma de Madrid. En él, el autor estudia tanto los fundamentos teóricos como las formas histórico-sociales de consumo asociadas al modo de regula-ción fordista y a la sociedad de consumo de masas, su crisis, transformación y fragmentación. El consumo, nos alerta, deviene hoy en día una práctica so-cial concreta que sintetiza un conjunto de fuerzas que articulan el horizonte de aspiraciones, identidades y estilos de vida de gran parte de los colectivos integrados (y excluidos) de la producción mundial, traduciéndose en una di-mensión política específica: la lucha desigual por la distribución del excedente y del sentido realizada por grupos sociales concretos. Vivimos cada vez más presos de un barroquismo asfixiante, recargado, amnésico, aprensivo, visual, individualizante y complejísimo que enmarca y puntúa el conjunto de nuestra existencia individual y colectiva. Frente a eso, concluye el autor, cabe un proyecto capaz de caminar hacia la construcción de una democracia radical, capaz de poner el mercado al servicio de la sociedad para revertir al bloqueo cultural que supone morar en una sociedad al servicio del mercado.

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What should I do if Reverend Billy is in my store?BILL TALEN (2005)New Press.

El Reverendo Billy es el líder espiritual de la Stop Shopping Church, la re-ligión de más rápido crecimiento desde la aparición del cristianismo. Na-cida de la productiva imaginación del actor Bill Talen, el Reverendo se dio a conocer entre los predicadores de a pie que circundan y llenan el Times Square de Nueva York. Sus sermones apasionados desde el principio sor-prendieron y asombraron a transeúntes y compradores que pasaban cerca de su improvisado púlpito. Desde entonces, el Reverendo Billy ha seguido con su cruzada anti-consumista llevándola cada vez más lejos y posando su peculiar altar sobre espacios tan inusuales como los cafés Starbucks o el interior de los supermercados Wal-Mart. En todo este tiempo, sus sermones no han parado de dar vueltas, ya sea por Estados Unidos o por el mundo entero. El libro es la historia de este viaje.

La era del consumoLUIS ENRIQUE ALONSO (2005).Madrid: Ed. Siglo XXI.

Estupendo y bien documentado análisis de la sociedad de consumo post-moderna a cargo de Luis Enrique Alonso, profesor de sociología de la Univ. Autónoma de Madrid. En él, el autor estudia tanto los fundamentos teóricos como las formas histórico-sociales de consumo asociadas al modo de regula-ción fordista y a la sociedad de consumo de masas, su crisis, transformación y fragmentación. El consumo, nos alerta, deviene hoy en día una práctica so-cial concreta que sintetiza un conjunto de fuerzas que articulan el horizonte de aspiraciones, identidades y estilos de vida de gran parte de los colectivos integrados (y excluidos) de la producción mundial, traduciéndose en una di-mensión política específica: la lucha desigual por la distribución del excedente y del sentido realizada por grupos sociales concretos. Vivimos cada vez más presos de un barroquismo asfixiante, recargado, amnésico, aprensivo, visual, individualizante y complejísimo que enmarca y puntúa el conjunto de nuestra existencia individual y colectiva. Frente a eso, concluye el autor, cabe un proyecto capaz de caminar hacia la construcción de una democracia radical, capaz de poner el mercado al servicio de la sociedad para revertir al bloqueo cultural que supone morar en una sociedad al servicio del mercado.

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El sabotaje culturalKALLE LASN (2007) Barcelona, El Viejo Topo

Estado Unidos ya no es un país, sino una marca. Las empresas multinacionales han conseguido imponerse en un siste-ma legal que ya sólo existe para facilitar sus operaciones. Desde esta posición de dominio absoluto, las empresas se han lanzado al proyecto no sólo de controlar el poder y el dinero, sino las mentes de todos. A través de una publicidad que ya no vende productos, sino estilos de vida, y que se reproduce en todos los rinco-nes de nuestra existencia, los grandes magnates pretenden ocupar nuestro es-pacio mental hasta el punto que ya no tengamos capacidad de decisión autóno-ma. De la misma forma que luchamos para salvar el planeta de la contamina-ción ambiental, Kalle Lasn, director de la influyente revista Adbusters, ha ini-ciado una cruzada para denunciar la con-taminación de nuestro espacio mental a través de la publicidad y los memes. Un libro imprescindible para conocer los orí-genes del grupo contrapublicitario más importante e influyente del mundo.

Consumo, luego existo.JOAN TORRES I PRAT, (2005)Barcelona: Ed. Icaria. Un interesante ensayo sobre el poder del complejo comercial publicitario y sus efectos en la mercantilización de todo rastro de vida: «noticias, progra-mas de entretenimiento, y evasión, películas y series, debate político, etc. A nuestra insaciable sed de sentido, aquí y ahora, prácticamente se le ofrece tan sólo el discurso publicitario. Promesa y discurso que se nos revela como el lenguaje básico de una civilización organizada por y para la mercancía.».

Wall and PieceBANKSY (2003)Londres: Century

¿Genio? ¿Activista? ¿Pintor? ¿Decorador? ¿Leyenda urbana? ¿Grafitero? La obra de Banksy es inconfundible –a excepción quizás de cuando se ins-tala cual ocupa en la Tate Modern o el Metropolitan Museum de Nueva York. Banksy decora calles, muros, puentes y zoos de ciudades de todo el mundo, pero sobretodo de Gran Bretaña y Bristol. Brillante y subversivo, en sus plantillas aparecen monos con armas de destrucción masiva, ratas con taladros, policías gays, caza-bombarderos con lacitos rosas, para-guas... Sus intervenciones, incitaciones, provocaciones, ironías y epigra-mas expresan de forma inteligente y descarada opiniones sobre cualquier cosa, desde la monarquía al capitalismo, pasando por la guerra de Irak y los animales de granja. Su identidad sigue siendo un misterio, pero su obra es prolífica. Sólo las calles del mundo recogen mejor que este libro lo que puede hacer el guiño subversivo en el espacio público.

De la miseria humana en el medio publicitario. GRUPO MARCUSE (2006)Melusina (sic)

Cada día nos vemos sometidos a más de tres mil mensajes publicitarios… ¿Por qué se gas-ta tanto dinero, tanto talento, tanta energía para crear una verdad publicitaria? El grupo Marcuse en este libro analiza de forma mi-nuciosa y certera los entresijos del sistema publicitario y denuncia un sistema perverso en donde la publicidad funciona como el carbu-rante ideológico del capitalismo: nos incita a consumir sin medida, ocultándonos las reper-cusiones de un patrón de conducta suicida.

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El sabotaje culturalKALLE LASN (2007) Barcelona, El Viejo Topo

Estado Unidos ya no es un país, sino una marca. Las empresas multinacionales han conseguido imponerse en un siste-ma legal que ya sólo existe para facilitar sus operaciones. Desde esta posición de dominio absoluto, las empresas se han lanzado al proyecto no sólo de controlar el poder y el dinero, sino las mentes de todos. A través de una publicidad que ya no vende productos, sino estilos de vida, y que se reproduce en todos los rinco-nes de nuestra existencia, los grandes magnates pretenden ocupar nuestro es-pacio mental hasta el punto que ya no tengamos capacidad de decisión autóno-ma. De la misma forma que luchamos para salvar el planeta de la contamina-ción ambiental, Kalle Lasn, director de la influyente revista Adbusters, ha ini-ciado una cruzada para denunciar la con-taminación de nuestro espacio mental a través de la publicidad y los memes. Un libro imprescindible para conocer los orí-genes del grupo contrapublicitario más importante e influyente del mundo.

Consumo, luego existo.JOAN TORRES I PRAT, (2005)Barcelona: Ed. Icaria. Un interesante ensayo sobre el poder del complejo comercial publicitario y sus efectos en la mercantilización de todo rastro de vida: «noticias, progra-mas de entretenimiento, y evasión, películas y series, debate político, etc. A nuestra insaciable sed de sentido, aquí y ahora, prácticamente se le ofrece tan sólo el discurso publicitario. Promesa y discurso que se nos revela como el lenguaje básico de una civilización organizada por y para la mercancía.».

Wall and PieceBANKSY (2003)Londres: Century

¿Genio? ¿Activista? ¿Pintor? ¿Decorador? ¿Leyenda urbana? ¿Grafitero? La obra de Banksy es inconfundible –a excepción quizás de cuando se ins-tala cual ocupa en la Tate Modern o el Metropolitan Museum de Nueva York. Banksy decora calles, muros, puentes y zoos de ciudades de todo el mundo, pero sobretodo de Gran Bretaña y Bristol. Brillante y subversivo, en sus plantillas aparecen monos con armas de destrucción masiva, ratas con taladros, policías gays, caza-bombarderos con lacitos rosas, para-guas... Sus intervenciones, incitaciones, provocaciones, ironías y epigra-mas expresan de forma inteligente y descarada opiniones sobre cualquier cosa, desde la monarquía al capitalismo, pasando por la guerra de Irak y los animales de granja. Su identidad sigue siendo un misterio, pero su obra es prolífica. Sólo las calles del mundo recogen mejor que este libro lo que puede hacer el guiño subversivo en el espacio público.

De la miseria humana en el medio publicitario. GRUPO MARCUSE (2006)Melusina (sic)

Cada día nos vemos sometidos a más de tres mil mensajes publicitarios… ¿Por qué se gas-ta tanto dinero, tanto talento, tanta energía para crear una verdad publicitaria? El grupo Marcuse en este libro analiza de forma mi-nuciosa y certera los entresijos del sistema publicitario y denuncia un sistema perverso en donde la publicidad funciona como el carbu-rante ideológico del capitalismo: nos incita a consumir sin medida, ocultándonos las reper-cusiones de un patrón de conducta suicida.

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Adbusters http://www.adbusters.orgSitio web de la revista y la fundación contrapublicitaria más conocida.

Banksy http://www.banksy.co.ukPlantillero y artista polémico y quizás el más conocido en el mundo mun-dial.

BLF Billboard Liberation Front http://www.billboardliberation.comEl Frente de Liberación de Vallas publicitarias es uno de los colectivos contrapublicitarios más antiguos y bien organizados.

Reverendo Billy y la Iglesia del Stop Shopping http://www.revbilly.comSitio web del showman y activista Reverendo Billy, representante máxi-mo por la gracia de Dios de la Iglesia “Pare Usted de Comprar”.

Memefest http://www.memefest.orgQuizás el más curioso e interesante festival de comunicación alternati-va. Desde Eslovenia.

Yomango http://www.yomango.netYomango es una franquicia que te montas donde quieres.

Siro López http://blogs.periodistadigital.com/sirolopez.phpSitio web del polifacético artista y contrapublicista.

Colectivo Arbeit http://www.nodo50.org/contrapublicidad Especialistas en el corta y pega ideológico.

Micockringnomedejapensar http://www.flickr.com/photos/micockSitio web de este incansable creativo.

Las hormigas http://www.lhrmgr.comHormiguero contrapublicitario con acciones en vallas, plantillas, seña-les...

El perro http://www.elperro.infoColectivo artístico que fija su intervención en el ámbito social, a través de planteamientos comprometidos.

®TMark Empresarios del desorden http://www.rtmark.comCuriosa organización con fachada empresarial que se autodefine como “máquina de mejorar la cultura y la vida de sus accionistas (a menudo en detrimento de las opulencias de los ricos)”.

RAP http://www.antipub.netLa asociación contrapublicitaria francesa más antigua: L’association Résistance à l’Agression Publicitaire

BAP, Brigada antipublicitaria http://www.bap.propagande.orgEl BAP es un grupo francés de activismo contrapublicitario. Su sitio en internet muestra acciones, textos para la reflexión y noticias.

Guerrilla gráfica http://www.nodo50.org/aglAcción directa a través del diseño gráfico.

Mal: Movimiento Anticonsumista de Liberación http://www.el-mal.cjb.net. Ironía tenebrosa de este movimiento anticonsumista.

Lisergia.net http://www.lisergia.netManual de supervivencia para la nueva era. Información irreverente.

Colectivo singular http://colectivosingular.blogspot.comColectivo contrapublicitario muy singular.

Pintadas con plantilla Stencil Archive http://www.stencilarchive.orgEnorme almacén de pintadas en lugares públicos utilizando plantillas.

ConsumeHastaMorir http://www.consumehastamorir.comProyecto contrapublicitario de Ecologistas en Acción.

Malababa http://www.malababa.orgProyecto colectivo iniciado por el RiSC que incluye una revista y un cer-támen de contrapublicidad.

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Adbusters http://www.adbusters.orgSitio web de la revista y la fundación contrapublicitaria más conocida.

Banksy http://www.banksy.co.ukPlantillero y artista polémico y quizás el más conocido en el mundo mun-dial.

BLF Billboard Liberation Front http://www.billboardliberation.comEl Frente de Liberación de Vallas publicitarias es uno de los colectivos contrapublicitarios más antiguos y bien organizados.

Reverendo Billy y la Iglesia del Stop Shopping http://www.revbilly.comSitio web del showman y activista Reverendo Billy, representante máxi-mo por la gracia de Dios de la Iglesia “Pare Usted de Comprar”.

Memefest http://www.memefest.orgQuizás el más curioso e interesante festival de comunicación alternati-va. Desde Eslovenia.

Yomango http://www.yomango.netYomango es una franquicia que te montas donde quieres.

Siro López http://blogs.periodistadigital.com/sirolopez.phpSitio web del polifacético artista y contrapublicista.

Colectivo Arbeit http://www.nodo50.org/contrapublicidad Especialistas en el corta y pega ideológico.

Micockringnomedejapensar http://www.flickr.com/photos/micockSitio web de este incansable creativo.

Las hormigas http://www.lhrmgr.comHormiguero contrapublicitario con acciones en vallas, plantillas, seña-les...

El perro http://www.elperro.infoColectivo artístico que fija su intervención en el ámbito social, a través de planteamientos comprometidos.

®TMark Empresarios del desorden http://www.rtmark.comCuriosa organización con fachada empresarial que se autodefine como “máquina de mejorar la cultura y la vida de sus accionistas (a menudo en detrimento de las opulencias de los ricos)”.

RAP http://www.antipub.netLa asociación contrapublicitaria francesa más antigua: L’association Résistance à l’Agression Publicitaire

BAP, Brigada antipublicitaria http://www.bap.propagande.orgEl BAP es un grupo francés de activismo contrapublicitario. Su sitio en internet muestra acciones, textos para la reflexión y noticias.

Guerrilla gráfica http://www.nodo50.org/aglAcción directa a través del diseño gráfico.

Mal: Movimiento Anticonsumista de Liberación http://www.el-mal.cjb.net. Ironía tenebrosa de este movimiento anticonsumista.

Lisergia.net http://www.lisergia.netManual de supervivencia para la nueva era. Información irreverente.

Colectivo singular http://colectivosingular.blogspot.comColectivo contrapublicitario muy singular.

Pintadas con plantilla Stencil Archive http://www.stencilarchive.orgEnorme almacén de pintadas en lugares públicos utilizando plantillas.

ConsumeHastaMorir http://www.consumehastamorir.comProyecto contrapublicitario de Ecologistas en Acción.

Malababa http://www.malababa.orgProyecto colectivo iniciado por el RiSC que incluye una revista y un cer-támen de contrapublicidad.

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ontrapublicidad, resistencias y subculturas

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