Manifiesto de un indignado

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MANIFIESTO DE UN INDIGNADO, A MODO DE 4-J: HABRÁ QUE DIGNARSE. “¿Deseáis descubrir el mundo? La industria del turismo se hace cargo de vosotros y os permite verificar que se parece a las fotografías de los folletos publicitarios. ¿Acaso es la belleza lo que os tienta? Utilizad cremas y píldoras, recurrid a la cirugía estética, id a la cura de talasoterapia, envolvedlo todo en una indumentaria atrayente, tal es el precio de la belleza. Elevado, eso ni que decir tiene. Si os gustan las bellas historias, no os molestéis en leer: ved la tele, id al cine; si la gastronomía os tienta, no aprendías cocina: pagaros buenos restaurantes; si queréis emociones fuertes, daos una vuelta por Eurodisney; si os fascinan las cuestiones metafísicas, acudid a un mago y si, pese a todas estas diversiones, os hundís en la depresión, tomaos un Prozac o un Lexomil. Pero sobre todo no emprendáis nada por vosotros mismos, no vayáis a esforzaros, a desgastaros, a fatigaros, a someteros a una disciplina que os obligue. Pagad, eso es lo único que tenéis que hacer” (François de Closets en Le bonheur d’apprendre). Este es el mensaje que reciben hoy muchos de los jóvenes que pisan nuestras aulas. No hay más que darse una vuelta por las páginas de los periódicos de este último mes de Junio para ver lo que se cuece por el mundo. No hace falta ser un lince para descubrir la libertad y la dignidad del ser humano amenazada, pisoteada, vulnerada, arrebatada en mil lugares y de mil maneras diferentes. Por eso, habrá que dignarse. Habrá que dignarse a decir, como mercedarios, una palabra desde nuestras aulas. Habrá que dignarse a enarbolar la bandera de esta palabra libre que se nos ha ofrecido para esparcirla como buena semilla en los corazones de quienes nos escuchan sentados en el pupitre del cadadía escolar. Habrá que dignarse a convencerles de que deben abrigarse bien contra la fría intemperie publicitaria y manipuladora; habrá que dignarse a invitarles a que se parapeten bien bajo un paraguas de conciencia crítica y valentía, de amor a su propia imagen única y original, irrepetible; habrá que dignarse a enseñarles a pensar sin miedo y a obrar en consecuencia, alejándose del rebaño; habrá que dignarse a proclamar, ante nuestros queridos alumnos, que los seres humanos estamos por encima de todas las máquinas, de opas hostiles, del valor de los mercados, de las lunas rotas tras una noche de fútbol, de las urnas y los mítines, de los tantos por ciento de hipotecas con habitual subida de euribor, de las salsas rosas televisivas, de la competitividad discurseada por los “especialistas” en educación, de los índices de audiencia y hasta de las acampadas; habrá que dignarse a recordarles las cadenas que nos han precedido sin hacer de nuestra versión de la historia otra arma arrojadiza; habrá que dignarse a prevenirles contra la barbarie del disparo en la nuca porque sí y devolverles el cuidado de sus abuelos; habrá que dignarse a sacarles de la locura de la dependencia twitteriana y meterles en los botiquines de urgencia de nuestras calles para saber curar tantas heridas deambulantes y solitarias; habrá que dignarse a llenarles la mochila de amor y perdón y tirar la porquería que muchos traen de sus casas a la papelera del aula. Dignémonos como profesores mercedarios a hacer algo por la libertad de tantos esclavos aulificados. JÓVENES = alumnos. JÚBILO = alegría. JUSTICIA = valores. JESUCRISTO = centro. Este es el manifiesto 4-J: JUZGAR a nuestros JÓVENES dignos de recibir con JÚBILO la JUSTICIA de JESUCRISTO. Profesores mercedarios: DIGNAOS. José Ignacio Postigo Cacho, OdM.

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En vez de un #15M o un #19J, me indigno un #4Julio, por ejemplo.

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MANIFIESTO DE UN INDIGNADO, A MODO DE 4-J: HABRÁ QUE DIGNARSE.

“¿Deseáis descubrir el mundo? La industria del turismo se hace cargo de vosotros y os permite verificar que se parece a las fotografías de los folletos publicitarios. ¿Acaso es la belleza lo que os tienta? Utilizad cremas y píldoras, recurrid a la cirugía estética, id a la cura de talasoterapia, envolvedlo todo en una indumentaria atrayente, tal es el precio de la belleza. Elevado, eso ni que decir tiene. Si os gustan las bellas historias, no os molestéis en leer: ved la tele, id al cine; si la gastronomía os tienta, no aprendías cocina: pagaros buenos restaurantes; si queréis emociones fuertes, daos una vuelta por Eurodisney; si os fascinan las cuestiones metafísicas, acudid a un mago y si, pese a todas estas diversiones, os hundís en la depresión, tomaos un Prozac o un Lexomil. Pero sobre todo no emprendáis nada por vosotros mismos, no vayáis a esforzaros, a desgastaros, a fatigaros, a someteros a una disciplina que os obligue. Pagad, eso es lo único que tenéis que hacer” (François de Closets en Le bonheur d’apprendre).

Este es el mensaje que reciben hoy muchos de los jóvenes que pisan nuestras aulas. No hay más que darse una vuelta por las páginas de los periódicos de este último mes de Junio para ver lo que se cuece por el mundo. No hace falta ser un lince para descubrir la libertad y la dignidad del ser humano amenazada, pisoteada, vulnerada, arrebatada en mil lugares y de mil maneras diferentes. Por eso, habrá que dignarse. Habrá que dignarse a decir, como mercedarios, una palabra desde nuestras aulas. Habrá que dignarse a enarbolar la bandera de esta palabra libre que se nos ha ofrecido para esparcirla como buena semilla en los corazones de quienes nos escuchan sentados en el pupitre del cadadía escolar. Habrá que dignarse a convencerles de que deben abrigarse bien contra la fría intemperie publicitaria y manipuladora; habrá que dignarse a invitarles a que se parapeten bien bajo un paraguas de conciencia crítica y valentía, de amor a su propia imagen única y original, irrepetible; habrá que dignarse a enseñarles a pensar sin miedo y a obrar en consecuencia, alejándose del rebaño; habrá que dignarse a proclamar, ante nuestros queridos alumnos, que los seres humanos estamos por encima de todas las máquinas, de opas hostiles, del valor de los mercados, de las lunas rotas tras una noche de fútbol, de las urnas y los mítines, de los tantos por ciento de hipotecas con habitual subida de euribor, de las salsas rosas televisivas, de la competitividad discurseada por los “especialistas” en educación, de los índices de audiencia y hasta de las acampadas; habrá que dignarse a recordarles las cadenas que nos han precedido sin hacer de nuestra versión de la historia otra arma arrojadiza; habrá que dignarse a prevenirles contra la barbarie del disparo en la nuca porque sí y devolverles el cuidado de sus abuelos; habrá que dignarse a sacarles de la locura de la dependencia twitteriana y meterles en los botiquines de urgencia de nuestras calles para saber curar tantas heridas deambulantes y solitarias; habrá que dignarse a llenarles la mochila de amor y perdón y tirar la porquería que muchos traen de sus casas a la papelera del aula. Dignémonos como profesores mercedarios a hacer algo por la libertad de tantos esclavos aulificados.

JÓVENES = alumnos. JÚBILO = alegría. JUSTICIA = valores. JESUCRISTO = centro.

Este es el manifiesto 4-J: JUZGAR a nuestros JÓVENES dignos de recibir con JÚBILO la JUSTICIA de JESUCRISTO. Profesores mercedarios: DIGNAOS.

José Ignacio Postigo Cacho, OdM.