Maqueta La Batalla de Subachoque
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A 150 años del suceso histórico
* La batalla de Subachoque *
Orlando Rodríguez • Harry Marriner
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La batal la de Subachoque
A 150 años del suceso histórico
* La batalla de Subachoque *
Orlando Rodríguez • Harry Marriner
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A 150 años del suceso histórico
A 150 años del suceso histórico
la batalla de subachoque
Un libro hermoso, profundo, innovador
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Asa de vasija. Obsérvese la calidad de su ornamento y su cuidadoso diseño. Es una de las piezas más bellas de la colección.
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on espectaculares mapas, fotografías de
objetos de la época hallados en los sitios
de los hechos, una investigación producto
de más de diez años de labores y el traba-
jo de un grupo interdisciplinario integrado
por destacados profesionales, se construyó
este particular libro.
Su singularidad radica en que es una especie de li-
bro museo vivo, pues por primera vez en Colombia se hace la recons-
trucción en detalle de una batalla a partir de la confrontación de los re-
gistros de las excavaciones arqueológicas con los documentos históricos
de la época. Además se pueden observar, en excelentes reproducciones,
los objetos que permanecieron ocultos exactamente por 150 años y que
hoy, al salir a la luz, dan las claves y son pruebas fehacientes de lo que
sucedió en el campo de batalla en 1861. Objetos antiguos que aportan
mayor credibilidad al relato histórico.
De la mano de esta narración múltiple, a través de imágenes y textos, el
lector se adentra en la amena lectura de los hechos que antecedieron a la
batalla y que ocurrieron durante ésta, los cuales marcaron hitos que aún
hoy están sobre el tapete de la historia de Colombia, como la Constitu-
ción de 1886.
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La batal la de Subachoque
La batalla de Subachoque (Cundinamarca) es uno de los episodios menos
conocidos pero más cruentos de que se tenga memoria entre las guerras
civiles que azotaron al país en el siglo xix. Es el clímax de la «guerra por
las soberanías» o guerra civil de 1859-1862, en la cual Tomás Cipriano de
Mosquera se alza contra el gobierno legalmente establecido de Mariano
Ospina Rodríguez.
El libro se puede sentir a varios niveles: uno, la estética de mapas,
documentos recuperados, fotografías de hallazgos arqueológicos; otro,
el de la narración amena —escrita en un lenguaje accesible a un público
amplio— de este particular episodio histórico, en el que por primera y
única vez en la historia republicana del país los insurgentes llegaron al
poder por las armas y dieron vida, hasta 1886, a los Estados Unidos de
Colombia, regidos por una Constitución federal.
Este bello libro objeto es valioso tanto por la información que contiene
en cuanto al texto y las imágenes, como por la calidad de su diseño,
impresión, acabados y papel. Adicionalmente, cuenta con la reproducción
de imágenes históricas que tienen relación con el tema central del libro,
valiosas tanto por la información que aportan como por su calidad.
Lo invitamos a formar parte de esta apasionante aventura, así como a
compartirla con sus clientes y allegados.
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A 150 años del suceso histórico
Botón militar. Nótese el escudo de Colombia grabado en altorrelieve.
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A 150 años del suceso histórico
Sesquicentenario de la batalla
de SubachoqueRecordando la guerra civil de 1859-1862,
librada entre Tomás Cipriano de Mosquera y Mariano Ospina Rodríguez
Hebilla militar. Su ornamento podría indicar el alto rango de quien la portaba.
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ace ciento cincuenta años, como
hoy, la sabana de Bogotá amaneció
cubierta de una neblina espesa y
una lluvia persistente. A las ocho de la
mañana de ese gris 25 de abril de 1861, las
tropas de la Confederación Granadina, al
mando del general Joaquín París, comenzaron
a lanzar disparos de cañón en Subachoque
(Cundinamarca) contra las fuerzas insurgentes de Mosquera, en un
intento por frenar su avance hacia la capital…
Todo empezó dos años atrás, cuando el presidente Ospina sancionó
una serie de leyes que, desde la óptica de Mosquera —en ese entonces
gobernador del Cauca—, atentaban contra los principios de autonomía
definidos en la Constitución federalista de 1858.
Tras infructuosos intentos de resolver la situación por las vías
diplomáticas, Mosquera declaró separado el estado del Cauca de la
Confederación Granadina y se nombró supremo director de guerra.
Ospina, quien aseguraba que Mosquera actuaba en represalia por no
haber triunfado en las elecciones de 1856, emprendió una campaña exitosa
hacia el estado de Santander, y retornó triunfante a la capital. Mosquera,
mientras tanto, combatía con éxito en Manizales, el Cauca y Tolima.
La batalla que definió el curso de esta guerra se libró en Subachoque,
por la antigua vía que comunica la sabana de Bogotá con San Francisco.
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El 19 de abril de 1861, tras un año de campaña, Mosquera, en su larga
travesía desde el Cauca hasta la capital, remontó la cordillera Oriental y es-
tableció su campamento en el gélido valle de Santa Bárbara, a la entrada de
la sabana de Bogotá, a escasos dos kilómetros del poblado de Subachoque.
«Ojalá salga a la sabana, que no le va a quedar un solo negro: con
el frío se van a emparamar», pensaban los comandantes de la Confede-
ración. Y así, entusiasmados por enfrentar a Mosquera, partieron desde
Facatativá y el 22 ubicaron sus campamentos en la margen oriental del
valle de Subachoque. El 23, en la noche, el comandante París partió en
silencio hacia Santa Bárbara, y a la mañana siguiente sorprendió a Mos-
quera desde lo alto de las colinas del norte. Pero una buena estrategia no
vino acompañada de un rápido ataque, que seguramente le habría dado la
victoria a la Confederación.
La falta de liderazgo, agravada por el mal estado de salud de París,
a quien lo agobiaba una fuerte disentería, retrasó la batalla un día más, lo
que permitió que Mosquera se reagrupase.
El general Ramón Espina, jefe del estado mayor de las tropas de la
Confederación, quien debía dar las órdenes de inicio de batalla, aducía no
haber desayunado:
–Mi chocolate, carambas, chocolate.
–Es que no aparece la olleta –respondió su auxiliar.
–Es que yo no peleo en ayunas.
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Sesquicentenario de batal la de Subachoque
El general Tomás Cipriano de Mosquera.
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El presidente Mariano Ospina Rodríguez.
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Sesquicentenario
La iniciativa la tomó entonces el general Diago, quien hacia las
ocho de la mañana del 25 de abril avanzó en dirección al centro del valle.
Mosquera destacó una guerrilla para repeler al enemigo, lo que generó
grandes bajas en las fuerzas de la Confederación.
Entre tanto, el coronel Gutiérrez Lee arremetió con su infantería,
intentando tomar a bayoneta las trincheras de Mosquera. La presión obligó
a este último a atacar en masa; destacó algo más de mil de sus mejores
hombres, con quienes se lanzó en busca de una batalla definitiva. Ante
este movimiento, la caballería de la Confederación contraatacó y logró
seccionar y dispersar a su enemigo.
Mosquera, que andaba en medio del valle, se atascó en un lodazal
con su caballo, y de no ser por su sobrino Simón Arboleda, quien le facilitó
su montura, lo habrían hecho prisionero. Con montura ajena logró escapar
y se ocultó en una cueva.
El general López tomó su ausencia por muerte e improvisó bandera
blanca en señal de rendición. Aureliano González, un joven soldado leal a
Mosquera, quien vio morir a su padre en batalla, le arrebató la bandera al
general y exclamó: «¡Donde está el cadáver de mi padre no hay bandera
blanca!».
La contienda se prolongó a lo largo del 25, dejando cerca de seiscientos
muertos y numerosos heridos. Una vez que anocheció, las tropas se retiraron
a sus campamentos a la espera de un segundo y definitivo día de batalla.
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Llegó el 26, y para sorpresa de Mosquera, las fuerzas legitimistas
no dieron señal de actividad bélica.
Hacia el mediodía, París envió un emisario para concertar una
tregua con el propósito de recoger heridos y enterrar a los muertos. Esta
tregua se prolongó hasta el 25 de mayo, cuando Mosquera partió rumbo
a la capital, donde entró triunfante el 18 de julio.
En la guerra civil de 1859-1861 se invocó formalmente, por primera
vez en el país, el derecho de gentes, semilla del derecho internacional
humanitario, en un intento de humanizar la guerra.
En 1863 se sancionó una nueva Constitución federalista, mediante
la cual se nombró al país Estados Unidos de Colombia, denominación y
sistema vigentes hasta 1886, cuando se instauró de nuevo el centralismo
que llamó a este territorio república de Colombia.
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Real de plata visto por las dos caras.
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Apoyafusil. Al parecer, la estructura se enterraba en el pasto, permitiendo al soldado, a manera de francotirador, apoyar su fusil en la parte cóncava de la pieza, de modo que podía apuntar con gran precisión a su enemigo. El uso de francotiradores fue muy criticado por Ángel Cuervo.
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Balas de fusil ordenadas según su tamaño.
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Balas de cañón y fusil. La perforación en la bala de cañón era utilizada para cargarla con pólvora y mecha, de manera que explotara tiempo después de su lanzamiento, maximizando así su poder destructivo.
A 150 años del suceso histórico
Manuscrito Ruge · Batle.
Balas de cañón y fusil. La perforación en la bala de cañón era utilizada para cargarla con pólvora y mecha, de manera que explotara tiempo después de su lanzamiento, maximizando así su poder destructivo.
La batal la de Subachoque
Manuscrito Ruge · Batle.
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Manuscrito Ruge · Batle.
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Colgante en forma de cruz.
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Franco francés recuperado.
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Mapa de Cundinamarca elaborado por María Clara Mantilla.
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El Ala de Arriba
EdicionesEdición general del libro
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a edición general del libro está a
cargo de El Ala de Arriba Edicio-
nes, empresa dirigida por el perio-
dista y editor Guillermo González Uri-
be, quien cuenta con el respaldo de más
de treinta años de experiencia en el campo
editorial y de las comunicaciones.
El Ala de Arriba privilegia la edición de
publicaciones profundas, estéticas, sencillas, atractivas, hermosas, atra-
yentes, que digan cosas, que despierten sensaciones, que marquen hitos.
El Ala de Arriba es una empresa pequeña en sus dimensiones, que puede
dar cuidado especial a cada uno de los productos a su cargo. La editorial
cuenta con la trayectoria suficiente para generar una publicación a partir
de una idea, y entregar el producto final terminado.
Guillermo González Uribe ha sido director de la revista Número desde su
creación en 1993; director de la revista Gaceta del Ministerio de Cultura, a
finales de los años noventa, y coordinador del «Magazín Dominical» de El
Espectador en los años ochenta. Premio Planeta de Periodismo 2002 por su
trayectoria profesional y su libro Los niños de la guerra. Premio Media 2001
de Lasa, Latin American Studies Association (Washington, septiembre del
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2001). Medalla al trabajo de crítica cultural, Festival Internacional de Arte
de Cali, 2001. Premio Los 10 de la Cultura, Ministerio de Cultura, 2007.
Ha editado cerca de treinta libros de fotografía, arte, literatura, medio
ambiente, ensayo y ciencias sociales —libros de la colección «Memoria
fotográfica de Bogotá», con fotografías de Sady González, obtuvieron en
dos ocasiones el premio Andigraf—, y ha sido editor de más de quince
revistas y publicaciones seriadas. Ha dado conferencias y talleres en di-
versos países y colabora en periódicos y revistas de América y Europa.
También ha sido asesor editorial y de comunicaciones de diversas em-
presas de los sectores público y privado. Desde el año 2000 es el agente
literario de William Ospina.
Guillermo González Uribe, director
El Ala de Arriba Ediciones
Dirección: carrera 15 N.º 110-71 Apto. 202, Bogotá
Tel. [571] 214 4586
Cel. 310 803 3715
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equipo de trabajo
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Equipo de trabajo
Equipo de trabajo
El libro es producto de la labor coordinada de un grupo de destacados
profesionales.
Los autores del texto original son Orlando Rodríguez y Harry Marriner,
investigadores que vienen de otras disciplinas, a los que su pasión por
Subachoque y la historia los llevó a trabajar en este proyecto, a lo largo de
más de una década, de la mano del hoy fallecido Jorge Ruge.
La edición del relato está a cargo de Mayxué Ospina Posse y Óscar
Guarín Martínez, historiadores con amplia experiencia en la labor de
investigación y redacción de textos profundos y a la vez amenos.
Susana Carrié, diseñadora de reconocida trayectoria en el país, autora
del concepto gráfico de numerosas publicaciones, es la responsable del
diseño del libro.
María Clara Mantilla, arquitecta y artista plástica, da vida a mapas que,
más que sólo cartografía, son verdaderas obras de arte que hacen viajar
por remotas regiones a quienes los contemplan.
Carlos Mario Lema, uno de los fotógrafos más experimentados de
Colombia, está a cargo del trabajo de reproducción de piezas y documentos
históricos.
Elkin Rivera, quien ha revisado cientos de revistas y libros de las más
importantes editoriales del país, es el responsable de la corrección de estilo.
La edición general, concepción y coordinación del libro están en manos
de Guillermo González Uribe, director de El Ala de Arriba Ediciones.
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La batal la de Subachoque
características del libroLa batalla de Subachoque
* Edición de lujo, en tapa dura con sobrecubierta.
* Páginas interiores: 216 a 4 x 4 tintas.
* Papel: mate de 150 g, con barniz semimate.
* Cubierta: 0 x 0 tintas, cartón holandés de 2,5 mm
para estampado repujado o reserva UV, plastificado mate.
* Guardas: impresas a 4 x 4 tintas sobre papel mate de 180 g.
* Encuadernación: tapa dura, costura hilo, lomo plano.
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La batal la de Subachoque
La batalla de SubachoqueUn libro hermoso, profundo, innovador
Con espectaculares mapas, fotografías de objetos de la época hallados en los sitios de los hechos, una investigación producto de más de diez años de labores y el trabajo de un grupo interdisciplinario integrado por destacados profesionales, se construyó este particular libro.
Es una especie de libro museo vivo, pues por primera vez en Colombia se hace la reconstrucción en detalle de una batalla a partir de la confrontación de los registros de las excavaciones arqueológicas con los documentos históricos de la época. Además se pueden observar, en excelentes reproducciones, los objetos que permanecieron ocultos exactamente por 150 años y que hoy, al salir a la luz, dan las claves y son pruebas fehacientes de lo que sucedió en el campo de batalla en 1861.
La batalla de Subachoque (Cundinamarca) es uno de los episodios menos conocidos pero más cruentos de que se tenga memoria entre las guerras civiles que azotaron al país en el siglo XIX. Es el clímax de la «guerra por las soberanías» o guerra civil de 1859-1862, en la cual Tomás Cipriano de Mosquera se alza contra el gobierno legalmente establecido de Mariano Ospina Rodríguez.