Marco Teorico
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Esta investigación aborda la felicidad, para lo cual ha sido necesario la
revisión de las principales conceptualizaciones teóricas, tales como: antecedentes
históricos, definiciones y deslinde conceptual de la variable, sus componentes, las
dimensiones, las teorías más relevantes y sus variables explicativas.
En tal sentido, a continuación se presentan los antecedentes históricos
de la felicidad.
En la antigua Grecia, los pensadores occidentales relacionaron la
felicidad con la virtud y con el conocimiento, vertientes complementarias de la
sabiduría. La cultura griega señaló el vinculo intrínseco que existía entre la ética y la
estética en una sola palabra, kalogatia, la identidad de lo bueno y de lo bello (Peña,
1992).
Para los griegos, la felicidad implica un concepto más complejo por su
variedad de matices. Así, Epicuro la identifica con el placer. Por otro lado, Bedoné la
califica como duradera y apacible, siendo conocida, por el autor, como ataraxia, que
significa la imperturbabilidad del alma, mesura y moderación, constituyendo el
equilibro del placer que conduce la vida serena (Peña, 1992).
Demócrito define la felicidad como la medida de placer y la
proporción de la vida. Por otro lado para Platón, la felicidad no consistía en el placer
sino en la virtud, la cual era definida como la capacidad del alma para cumplir su
propio deber, permitiendo que el hombre se desarrolle de una mejor manera. En
cuanto para Aristóteles, la felicidad es aquella actividad del alma relacionada con la
virtud. Sin embargo, incluye la satisfacción de las necesidades y las aspiraciones que
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tenga el ser humano, considerando que la persona feliz posee tipos de bienes, el
externo, el del cuerpo y el del alma (Abbagnano, 1997)
A partir del Humanismo, la noción de felicidad, planteada
anteriormente por Epicuro empieza a relacionarse con lo planteado por Locke, el cual
refiere que la felicidad es el grado máximo del placer de que seamos capaces de
manifestar. Así mismo, Leibniz considera que la felicidad es un placer duradero que
no podría presentarse sin la existencia de un progreso continuo hacia nuevos placeres.
Kant manifestaba que la felicidad forma parte del sumo bien, el cual es para el
hombre el inicio de la virtud y la felicidad (Abbagnano, 1997)
Desde la perspectiva religiosa, Santo Tomas de Aquino (citado en
Salgado, 2009) refiere que el fin del hombre es alcanzar la felicidad, pero solo se va a
encontrar en el cielo, ya que la felicidad terrenal es imperfecta. Este bien solo se
alcanza con una vida puramente espiritual basada en el amor y el conocimiento
natural ya que permitirán acercarse a la presencia divina del camino de Dios.
Una vez visto los antecedentes de la felicidad, a continuación se
presentaran algunas definiciones planteadas por distintos autores.
Diener, Sandvik, Pavot y Fujita, 1992(citado en Alarcón, 2001)
definen a la felicidad como el estado subjetivo del estar bien o aquel estado
satisfactorio de la vida.
Según Ferrater (1994), la felicidad es igual al conseguir uno o varios
bienes, siendo esta definición sostenida por los filósofos.
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Por otro lado, Abbagnano (1997:527), nos dice que la felicidad es "un
estado de satisfacción debido a la propia situación en el mundo".
Otra definición de felicidad, es aquella situación de bienestar de
manera potente que se caracteriza por la falta de insatisfacción y por el placer o dicha
íntimamente relacionado con la ejecución de un deseo (Galmberti, 2002).
Por último Alarcón (2005:67) define a la felicidad como el "sentir
satisfacción con la vida", es decir es el estado subjetivo de bienestar que la persona
percibe y que es producido por las experiencias positivas que generan sentimientos
positivos y agradables hacia la persona.
Prosiguiendo con el esquema planteado, a continuación se brindará un
deslinde conceptual de felicidad en comparación con dicha y placer; ya que estos
términos han sido confundidos y en muchos casos usados como sinónimos cuando en
realidad no lo son.
Por muchos años la dicha fue confundida con la felicidad y con la
beatitud pero tal y como nos lo explica Comte-Sponville (2003) la dicha es el estar
alegre sin que existan un motivo o causa especifica que la produzca, este estado de
alegría se produce en la vida cotidiana; por contrario de la felicidad que tal y como se
ha visto anteriormente, es la realización del bien deseado y en su mayoría es muy
difícil de alcanzar.
El placer es definido por Aristipo (citado en Abbagnano, 1997) como
el fin en sí, es decir la obtención del bien supremo creado por el propio hombre; por
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contrario afirma que la felicidad es el conjunto de placeres particulares, es decir el
medio para llegar al placer.
Así mismo Salgado (2009) nos dice que la felicidad es un estado
duradero de satisfacción, por lo contrario del placer que nos dice que es un estado
pasajero, es decir condiciones de alegría espontáneas que el hombre alcanza pero este
no trasciende.
A continuación, desarrollaremos las dimensiones que abarca la
felicidad, con el objetivo de poder entender las teorías y las variables explicativas, las
cuales se abordaran en puntos posteriores de esta investigación.
Cuadra y Florenzano, 2003 (citado en Kohler, 2004) consideran que la
felicidad tiene una dimensión básica y general que es subjetiva.
Esta generalidad subjetiva está conformada por dimensiones, que para;
Diener y Larsen, 1993 (citado en Salgado, 2009) son la satisfacción vital, el afecto
positivo y el afecto negativo.
Estas dimensiones se explican en Diener, 2000 (citados en Gómez,
Villegas de Posadas, Barrera & Cruz, 2007) siendo la primera referida al juicio global
que tenemos acerca de la propia vida, el afecto positivo entendido como las muchas
experiencias positivas que el sujeto tiene en su realidad, por último, tenemos el afecto
negativo que encierra las pocas experiencias de emociones desagradables.
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Por ello, entendemos que la dimensión de la felicidad estará marcada,
favorablemente, por emociones y estados positivos sobre las experiencias afectivas
negativas. Gracias a estas valoraciones ejerceremos un juicio global, referido a la
satisfacción vital. En tal sentido, los seres humanos estamos en la constante de reducir
estos afectos negativos a fin de incrementar experiencias y emociones positivas.
En el siguiente apartado, se intentará presentar aquellos componentes
que intervienen en la felicidad, para ello es necesario citar a algunos autores que nos
ilustraran en el tema.
Los seres humanos, dentro del contexto de adaptación, tienen la
posibilidad de evaluar su medio y aquellos factores externos que intervienen en sus
experiencias. Dichas evaluaciones se realizan a partir de criterios, resultantes de la
combinación de aspectos de carácter afectivo y cognitivo. Siendo el primero la
valoración del cómo nos sentimos hacia determinadas experiencias, sin apartar el
significado y la reflexión que forman parte del segundo criterio.
Cuadra y Florenzano, 2003 (citado en Kohler, 2004) proponen que la
felicidad se compone de dos facetas. Los estados de ánimo se constituyen en aspectos
afectivo - emocionales y la evaluación del grado de satisfacción que tiene la persona
constituyen aspectos cognitivos valorativos. Ante ello podemos decir que la felicidad
gira entorno al cómo la persona integra las sensaciones internas y al significado
valorativo que tiene de la vida.
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Así también, Delgado, 1999 (citado en Carrasco & Sánchez, 2008)
considera a la felicidad como un estado mental que produce placer, modulando
positivamente las interpretaciones que la persona hace de su medio ambiente. Aquí,
también podemos identificar un componente afectivo, que refiere a la proporción de
sensaciones placenteras, éstas se complementan con el carácter racional que la
persona tiene de sus experiencias, poniendo en evidencia la evaluación cognitiva de la
felicidad.
De igual forma, Veenhoven (2009) refiere que dichos componentes
están relacionados con el nivel hedónico de afecto y la satisfacción. El primero
envuelve, en cierta medida, los afectos que el sujeto experimenta como agradables,
dichas valoraciones son susceptibles de medición, en tanto se dan por periodos de
tiempo (horas, semanas, meses o años). El segundo hace referencia a la percepción
del sujeto en relación grado de cumplimiento de dicha experiencia, es decir, está
sujeta a la idea que la persona ha establecido para cada acontecimiento.
Para el autor, el primer componente tendría una mayor consideración
cuando hablamos de felicidad. Esto se pone en evidencia, debido a que dentro del
bagaje de experiencias de la persona no siempre logra alcanzar sus aspiraciones, es
decir, que a nivel cognitivo, no es capaz de ver en la realidad el cumplimiento de
dichas metas. Esto no significa, que la persona tenga la necesidad de sentirse
desdichado, desgraciado o infeliz, a menudo las personas lograr sentirse bien y
evalúan estos acontecimientos negativos con emociones positivas.
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En tal sentido, podemos decir que la felicidad está compuesta por la
intensidad afectiva que genera cada experiencia, acompañada del significado y la
valoración cognitiva que tengamos de la vida. Es así, que estos criterios actúan,
conjuntamente, en la felicidad de cada persona. Siendo el componente emocional
base significativa de lo que podamos experimentar.
A continuación examinaremos diversas teorías acerca del bienestar
subjetivo como son la teoría de la necesidad, la teoría de los estándares relativos, la
teoría de los objetivos, la teoría de los factores culturales y la teoría de la evaluación,
para lo cual nos hemos basado en Diener y Lucas , 2000 (citado en Salgado, 2009)
La teoría de las necesidades, es la que parte del sentimiento de
bienestar subjetivo que se logra al satisfacer las necesidades humanas universales.
Wilson (1967), sostuvo que elementos relacionados con la “felicidad declarada”
reflejan las necesidades básicas. Del mismo modo, Veenhoven (1995) describe la
“teoría de la habitabilidad” donde se enfoca en las características sociales para la
satisfacción de la mayoría de las necesidades.
Los que defienden esta teoría afirman que el logro del bienestar
subjetivo está atado a los diversos recursos que posean las naciones para cubrir sus
necesidades básicas. Diener y Diener (1995), explicaron que los países más ricos
poseen una mayor cantidad de recursos favorables para que los ciudadanos satisfagan
sus necesidades básicas y superiores.
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El relacionar el cubrimiento de las necesidades básicas con el logro del
bienestar subjetivo deja de lado aquellas necesidades de orden superior que van más
allá que el simple hecho de cubrir necesidades biológicas (comer, dormir, vestir, etc.).
Por otro lado, podemos ver que esta teoría es susceptible a la falsificación, no todos
poseemos las mismas necesidades ni las cubrimos de la misma manera. Así podemos
afirmar que la satisfacción de las necesidades influye en el logro del bienestar social
en algunos casos pero en otros no.
Un punto importante de destacar es que el bienestar subjetivo se
explica de acuerdo a las características de cada país. Veenhoven (1995) descubrió que
factores como los ingresos, la nutrición, la igualdad, la libertad y la educación pueden
responder a un 77% de las diferencias en la felicidad nacional (Veenhoven, 1993;
Base de Datos Mundial sobre la Felicidad). Por otro lado, Kasser y Ryan (1993),
probaron que existen ciertos objetivos que favorecen el bienestar subjetivo pero
también existen otros objetivos que no aumenta el bienestar subjetivo. Sostienen que
aquellos objetivos intrínsecos contribuyen al logro del bienestar subjetivo más no
aquellos objetivos impuestos por la sociedad (atractivo físico, fama, riqueza, etc.).
En esta teoría existen ciertas limitaciones, el lograr cubrir las
necesidades objetivas muchas veces se consigue llegar mínimamente al bienestar
subjetivo, así como estas necesidades en muchas sociedades están más que
satisfechas.
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Así mismo, factores que van más allá de necesidades básicas influyen
de manera directa en el logro del bienestar subjetivo. Diener et al. Descubrieron que
el dinero influye considerablemente en el bienestar subjetivo de las personas incluso
cuando ya se han conseguido satisfaces las necesidades básicas. Además existe un
problema de especificidad cultural, se tendría que categorizar o jerarquizar las
necesidades de acuerdo a la cultura con la que se trabaja. Las personas difieren
mucho en cuanto a la cantidad de recursos o la forma en cómo se satisface una
necesidad. Estas varían enormemente de acuerdo al contexto cultural en que se
presentan. Entonces, es importante señalar que aunque pueda ser una teoría valida, el
logro de cubrir las necesidades se ve de una manera relativa debido al hecho de que
cada persona es diferente a otra, y sus propias necesidades no serán exactamente las
mismas que las de los demás.
Una segunda teoría es la de los estándares relativos. Los defensores de
esta teoría sostienen que las condiciones objetivas afectan indirectamente al
bienestar subjetivo al darse comparaciones con otras condiciones. Las condiciones
objetivas no poseen sentido absoluto, debe encontrarse alternativas para que sean
comparados.
Dollard et al (1939) manifiestan que existe una mayor predisposición
al rechazo o a evitar cosas negativas que al acercamiento de aquello positivo.
Siguiendo esto podemos entender que la mayoría de la gente es feliz rechazando
estímulos negativos que acercándose a los positivos.
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Campbell et al. (1976) propusieron que las satisfacciones están dadas
por las comparaciones que existen con estándares importantes. Así podemos decir
que una comparación superior nos debe producir un estado de satisfacción menor
mientras que una comparación inferior nos debería producir un estado de satisfacción
mayor. Los científicos que siguen esta teoría argumentan que debe existir una
tendencia a adaptarse a las circunstancias de la vida.
Brickman et al. (1978) sostuvieron que la gente se adapta al medio
que lo rodea y que solo un estimulo favorable o desfavorable les puede producir
felicidad o infelicidad. Presentaron pruebas en la que individuos que ganaron la
lotería no eran más felices que los que no la habían ganado, así como individuos que
habían sufrido lesiones en la medula no necesariamente eran más infelices que los
que no la habían sufrido.
De otro modo, Kahneman y Tversky (1979) propusieron que las
ganancias y las pérdidas son de mayor importancia que algunos recursos que se
posean o condiciones que se experimente. Así por ejemplo el ganar dinero debería
producir felicidad aunque esto parece producir pocos efectos en el bienestar
subjetivo.
Esta teoría da soporte empírico, tanto los experimentos de laboratorio
como de campo, a la idea de que los estándares relativos influyen en el logro del
bienestar subjetivo. Así Dermer et al. (1979) descubrieron que las personas valoraban
su satisfacción como alta luego de leer alguna descripción negativa del pasado que los
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hubiera podido afectar directamente y que por el contrario la valoraban como baja
luego de leer una descripción muy positiva.
Por otro lado, algunos teóricos argumentan que el cambio en
importante para evaluar un acontecimiento. Carver y Scheier (1990) y Hsee y
Abelson (1991) propusieron que la rapidez con que se consiguen ciertas condiciones
explicarían las emociones que se experimentan.
Así mismo, dicha teoría fue ampliada para sostener que las personas
que habían sufrido algún cambio que les produjera felicidad o tristeza, luego de algún
tiempo estos vuelven a su estado normal regido por su personalidad y no al estado
neutro anterior al cambio. (Headey & Wearing, 1992).
Aunque existan pruebas positivas acerca de esta teoría, algunos
estudios no develaron los efectos de los estándares relativos. Diener et al. (1993)
plantearon la hipótesis de que la pertenencia a un grupo étnico y el nivel de educación
deberían proporcionar efectos de referencia para los juicios de bienestar subjetivo,
pero luego en otro estudio descubrió que estos no influían una vez que estaban
controlados. El grado de felicidad no dependía de la riqueza de los países vecinos.
A pesar de que es evidente la influencia de los estándares relativos
sobre la satisfacción, no es totalmente cierto que deba existir necesariamente una
comparación con el pasado, con otras personas o con otras culturas o naciones para
determinar el grado de satisfacción o de bienestar subjetivo.
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A continuación presentaremos una tercera teoría, la teoría de los
objetivos. Esta teoría nace como una variación de la teoría de los estándares relativos.
Los objetivos de las personas son los que rigen su comportamiento, las aspiraciones
que tienen. Estos objetivos son como un estándar de comparación particularmente
relevante.
Varios investigadores se han concentrado en los efectos que tienen los
objetivos sobre el bienestar subjetivo. Campbell et al. (1976) descubrieron que se
podía predecir el cambio en el bienestar subjetivo conociendo la diferencia entre sus
objetivos a futuro y sus condiciones de vida actuales.
Viendo a los objetivos como un estándar de comparación, Ross et al.
(1986) descubrieron que la mayoría de personas al momento de emitir juicios acerca
de su satisfacción se guiaban por los objetivos que estos perseguían y que una
minoría lo hacía mediante la comparación con otros o con el pasado. De este modo,
muchas personas ponen en evidencia que la información acerca de los objetivos
personales es influyente a la hora de emitir juicios de satisfacción.
No obstante, esta teoría también tiene sus defectos. Así, Emmons
(1986) descubrió que el progreso hacia los propios objetivos coincidía con efectos
placenteros y que el fracaso se relacionaba con un efecto negativo. Además el tener
unos objetivos u otros puede ser más o menos beneficioso para lograr el bienestar
subjetivo. Cantor y Sanderson (1999) sugirieron que los objetivos deberían ir de
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acuerdo a su estadio en la vida, y que la adecuación de los propios objetivos influye
en el bienestar subjetivo.
Es importante señalar que los objetivos pueden estar influenciados por
las necesidades básicas de las personas. Aunque según esta teoría el cumplimiento de
las necesidades básicas no siempre produce satisfacción. Así por ejemplo, el comer
en una persona que desea perder peso le proporcionara un placer temporal para luego
producirle un sentimiento negativo. El romper con esto hará que no se cumpla su
objetivo por más que cubrirá una necesidad básica o biológica.
Otro enfoque es ver la relación que existe entre los recursos y los
objetivos que se tienen. Así pues, el poseer grandes recursos irrelevantes es menos
importante para el bienestar subjetivo que el poseer recursos relevantes para los
objetivos (Diener & Frujita, 1995). Los recursos irrelevantes para algunos podrían ser
relevantes para otros y viceversa tomando en cuenta que tienen objetivos diferentes.
Así como sucede con las dos teorías planteadas anteriormente, las
formulaciones simples no logran explicar todos los datos descubiertos. En algunas
investigaciones, la causalidad de la relación entre objetivos y bienestar subjetivo
normalmente queda sin aclarar. Casi nunca se hace una verificación objetiva acerca
del progreso de las personas para lograr sus objetivos. Además, las personas que
señalan ser felices porque consiguieron alcanzar sus objetivos puede que adopten
objetivos que se adecuen a sus aptitudes y recursos. Es por eso que se necesitan
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estudios más sofisticados para indicar la importancia del progreso hacia los objetivos
en el bienestar subjetivo.
Ahora hablaremos de la cuarta teoría, la teoría de los factores
culturales. Esta teoría estudia el comportamiento humano basado en lo que somos,
pensamos y sentimos, además la manera que actuamos está determinada por la cultura
en donde nos desarrollamos.
Los enfoques culturales también estudian el Bienestar Subjetivo (BS)
planteando una idea de que las diferencias BS en la sociedad no solo se deben por
factores que varían con la cultura, sino que pueden ser influidos por los propios
factores culturales. Así también, Suh et al. (1998) descubrieron que las emociones
tenían un papel menos importante en los juicios de satisfacción entre los partidarios
del colectivismo que entre los defensores del individualismo.
Cabe resaltar que los colectivistas toman más importancia a las normas
de grupo, sino se valoran los sentimientos individuales de BS, entonces pueden que
no se consigan ni se persigan.
Un punto importante es resaltar las diferencias culturales comparando
países, las culturas no siempre coinciden con las fronteras. Unas cuantas variaciones
culturales se extienden más allá de las fronteras, siendo un claro ejemplo aquellas
culturas que se en la costa del pacifico. En un nivel diferente encontramos en algunos
países que poseen sub- culturas, las cuales no trascienden del territorio del país sino
se desarrollan dentro del mismo país.
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Suh y Diener (1999) estudiaron los grupos étnicos de los estados
unidos, llegando a descubrir diferencias entre grupos étnicos que equivalen a
diferencias entre naciones.
Así se demuestra que puede haber diferencias dentro de una misma
cultura, como las influencias supranacionales como la occidentalización o el
individualismo. Esto evidencia que se infravaloran los efectos culturales.
Continuando con las teorías de la felicidad presentaremos la quinta
teoría, la teoría de la evaluación, en la cual consiste en descubrir los procesos
mediante los cuales entendemos y evaluamos nuestro entorno, y cómo esta suma de
evaluaciones influyen en el bienestar subjetivo.
Se sabe que las circunstancias que son amenazantes y las de
supervivencia tendrán un fuerte impacto en el bienestar subjetivo. Sin embargo el
aprendizaje, la cultura en la que vivimos influyeran en nuestras reacciones hacia los
acontecimientos. Los estándares relativos están influidos, a su vez, por nuestra
personalidad, historia personal y cultura, pero todas estas están dirigidas hacia un
mismo objetivo el cual es adaptarnos a las acciones futuras.
Unos de los puntos de atención son como nosotros evaluamos los tipos
de información que se usan en el juicio sobre el bienestar. En primer lugar los seres
humanos nos centramos nuestra atención en las necesidades biológicas, deseos,
cultura, situaciones. De modo que si no reconocemos la importancia de un
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acontecimiento en el proceso de conseguir nuestros objetivos, este acontecimiento no
nos haría reaccionar de una manera evaluativa.
Esta teoría predice que ciertos estándares de evaluación, deberían ser
relevantes, un ejemplo seria las necesidades biológicas, las cuales son inevitables y
demandan nuestra atención. Dicha propuesta que los objetivos y necesidades suelen
ser estándares de evaluación más importantes, pero en ciertos casos otros estándares
pueden ser relevantes.
El hecho de que la teoría de la evaluación se concentre en los
estándares de comparación flexibles provocan una evaluación opuesta hacia un
mismo estimulo, dependiendo de qué estándar de comparación se utilicé. En aquellos
casos que la persona entre en conflicto entre distintitos estándares, la teoría de la
evaluación predice que el estándar más relevante debería tener mayor impacto en el
BS.
También tiene en cuenta que existen diferencias básicas entre los
individuos a la hora de reaccionar ante la información de su entorno. Así pues, Lucas
y Diener (1999) sugirieron que la características definitorias de las personas
extrovertidas no es la tendencia a disfrutar de la actividad social si no la tendencia a
reaccionar y acercarse a los estímulos satisfactorios.
Es posible que un mismo objeto tenga diferentes maneras de
reaccionar a acontecimientos similares a causa de la predisposición biológica o
adquirida. Unos a la información negativa y otros la información positiva.
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Existen cientos tipos de información que tienen más probabilidad de
influir en los juicios de bienestar subjetivo que otros. Los individuos reaccionan con
mayor intensidad a la información nueva, pero a medida que pasa el tiempo la
información nueva pierde la influencia en BS de las personas.
Marks y Fleming (1999) explicaron que es más probable que las
personas felices encuentren trabajo, se casen y ganen más dinero que las personas que
no son felices. Esto corrobora que existe relación causal entre el BS y otras variables.
Finalmente la teoría de la evaluación no nos brinda una respuesta
absoluta de si las necesidades, las comparaciones sociales o el progreso influyan
directamente en el bienestar subjetivo en un momento particular, por lo tanto solo
podemos entender cómo se procesa la información si entendemos la influencia de la
comparación social.
Con respecto a lo expuesto se puede entender que la teoría de la
evaluación se puede aplicar a todos los seres humanos porque poseemos procesos
mentales, pero serian muy variables la felicidad de individuo a individuo.
Después de haber revisado las principales teorías de la felicidad,
pasaremos a describir las variables explicativas de la felicidad definidos según Ahn y
Mochon (2007).
Al tratar de explicar los principales factores de la felicidad, nos hemos
encontrado con un grupo de variables explicativas, agrupándolas en dos categorías;
las variables generales, en las cuales encontramos los factores socio-demográficos y
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acontecimientos específicos; y variables particulares que están relacionadas con
nuestras expectativas.
Las variables generales, se encuentran las variables socio
demográficas; como el género, el ser hombre y el ser mujer, preguntándonos si
existen diferencias significativas entre estos dos grupos, en cuanto a cómo perciben la
felicidad ya que como sabemos tienen distintas percepciones del mundo, sin embargo
existen diferencias muy pequeñas, ya que las mujeres experimentan mas emociones
negativas que los varones, a pesar de ello, éstas también experimenta tan emociones
positivas de forma que encuentran un balance. (Van Praag & Ferre-i-Carbonell ,2004
citado en Ahn & Mechon, 2007)
En cuanto a la relación entre la edad y la felicidad parece seguir la
forma de una curva; encontrándose los picos más altos en las personas jóvenes y
mayores, y menor en las personas adultas. Es decir que los jóvenes y adultos mayores
son más felices que las personas de mediana edad, esto se ve explicado por el estrés
que las personas experimentan en la vida laboral y familiar ya que se encuentran en la
etapa más productiva de su vida.
Muchas veces podríamos pensar que las personas mayores tienden a
estar peor, ya sea porque su salud se encuentre deteriorada, porque paso a jubilarse, o
ven reducir su salario, y pocos de ellos viven aun con su pareja. Sin embargo esto no
siempre es así, las personas mayores tienden a sentirse más satisfechos con su vida,
sintiéndose felices , otra explicación pudiera ser que en su transcurso de su vida, estos
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tuvieron menos aspiraciones debido a las exigencias fueron menores en su época; por
otro lado es frecuente que los mayores intensifiquen sus creencias religiosas, o que
estén implicados en grupos religiosos dentro de su comunidad, lo cual ayuda a que
estas personas tengan una paz interna y una satisfacción con la vida que han llevado.
Por otro lado; encontramos al estado civil, las personas casadas o viven
con su pareja son más felices que las personas que viven solas.
Según Argyle, 1999 (citado en Ahn & Mochon, 2007), nos indica que
diversos estudios han encontrado que los individuos casados son más felices que
cualquiera de las categorías de no casados. Además aquellos que viven con su pareja
por lo general algo menos felices que los casados y la tasa de ruptura de la pareja es
considerablemente mayor a la de los casados.
Según investigaciones las personas casadas suelen tener mejor salud
mental, ya que cuentan con la pareja para superar el estrés y las depresiones ya que el
matrimonio es considerado la mayor fuente de apoyo social para la mayoría de las
personas, más que los amigos o familiares. El apoyo recibido por el conyugue sea
moral o material y la compañía desempeña una labor instrumental se satisfacciones
como la del sexo, ocio y estabilidad emocional, contribuyendo así a una mejor salud
emocional.
Sin embargo; se podría pensar que la llegada de los hijos es una de las
etapas más felices de la vida conyugal, pero esto no es así ya que este factor
contribuye a aumentar el estrés observándose que la felicidad disminuye con el
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número de hijos que la pareja decida tener; las etapas más felices del matrimonio son
la luna de miel, y los años en el que aun no se tienen hijos mientras que los peores
son cuando los hijos tiene menos de 5 años y cuando se encuentran en la
adolescencia. Según Argyle, 1999 (citado en Ahn & Monchon, 2007)
Como otro factor explicativo encontramos a los estudios, ya que esta
tiene un mayor efecto sobre la felicidad en países relativamente menos desarrollados
ya que ésta suele aumentar las aspiraciones de los individuos y consecuentemente
incrementar el desfase entre los objetivos los logros.
Según Ahn y Mochon (2007) señalan que “lo que respecta a la
relación de causalidad entre educación y felicidad, lo primero que cabe afirmar es que
es posible que la felicidad a través de sus componentes como el optimismo y
autoestima pueda estimular el logro del éxito de la educación”
En cuanto a la situación laboral y la felicidad, podemos decir que las
personas que no trabajan son menos felices que aquellos que si tienen empleo, esto
se explica por las responsabilidades que las personas tiene que cumplir con sus
familias, obligaciones que tiene que cumplir como pagar las deudas, la alimentación,
el alquiler; llevando muchas veces a la depresión, suicidio y alcoholismo, su salud
física también se ve deteriorada y teniendo una mortalidad más elevada.
Este tipo de explicaciones viene a decirnos que en comparación con
los empleados, los desempleados están en peores condiciones financieras, de salud y
de autoestima de forma que su bienestar subjetivo se reciente. A nivel individual
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estos efectos son menores cuando el nivel de desempeño es muy elevado. Por el
contrario los efectos de desempleo son mayores para aquellos individuos muy
comprometidos con el trabajo.
El salario, es la variable que más ha sido estudiada en relaciona a la
felicidad, en general diversos estudios evidencian un efecto positivo sobre la
felicidad, esto porque las personas con mayor salario tienen la posibilidad de
alcanzar lo que desea y por ende a tener un estatus social más elevado. Sin embargo
esto no siempre es así, ya que el salario no aumenta la felicidad de forma indefinida.
Una de las razones del porqué de las rentas más elevadas no se traslada a la felicidad,
es porque los individuos se comparan con otros individuos, encontrando en el
individuo que se compara carencias ya sea espirituales o sociales.
Según Inglehat, 1990 (citado en Ahn & Monchon, 2007)
“Muchas muestras han encontrado que el efecto sobre la felicidad de tener creencias
religiosas es positivo, siendo el efecto aún mayor para el caso de los practicantes. Así,
según algunos estudios señalan que el 84 por ciento de aquellos que van a la iglesia
con asiduidad se declaran muy satisfechos con su vida, mientras que entre los que
nunca van a misa dicho porcentaje es el 77 por ciento, así mismo las encuestas
sugieren que el efecto de la religión es mayor en las personas mayores y entre las
mujeres”
Esto se ve explicado por el apoyo social que la iglesia ofrece a sus
miembros, ya sea desde lo material, hasta la posibilidad de establecer relaciones de
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amistad así como avanzar en el enriquecimiento personal, todo esto desarrollado en
un entorno de espiritualidad y de buen sentimiento siendo este apoyo muy importante
para las personas mayores.
Otro factor que puede contribuir a explicar el efecto de la religión
consiste en tener firmes creencias y certezas existenciales. Estos sentimientos afectan
a la felicidad, independientemente de la asistencia a la iglesia y en ellos prima la
devoción. Estos sentimientos incluyen creer en la otra vida, lo que es muy importante
especialmente para los adultos mayores y en un Dios generoso y compasivo que se
preocupa de nosotros.
En cuanto a las variables particulares encontramos el efecto del
presente, futuro y pasado así como el optimismo. El ser humano debe de ajustarse y
adaptarse a las experiencias del pasado, sin embargo preferimos estar añorando el
pasado comparando con las experiencias de su futuro; como por ejemplo solemos
señalar que hemos empeorado por que antes nuestro salario era mayor en
comparación con el salario de ahora. Con ello introducimos la posibilidad de
distinguir entre acontecimientos más o menos importantes. Pensemos en un
acontecimiento específico ocurrido hace cinco años. El hecho de que ahora aún lo
tengamos en la memoria dependerá del impacto que tuvo en nuestra vida.
Según Ahn y Mochon (2007) señalan que “Por lo que respecta al papel
de las expectativas el hecho es que cada vez más lo que habla la gente tiene que ver
con el futuro. El sentido del futuro se ha incorporado a la definición de quienes
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somos. Las expectativas sobre lo que será nuestra vida forman parte de nosotros e
inciden sobre nuestra felicidad. Cuando las expectativas son favorables nos sentimos
felices pero cuando por algún motivo ese sentido de futuro se resquebraja, nos
sentimos mal y vulnerables. La incertidumbre nos cuesta mucho, porque se nos
rompe el esquema sobre el que teníamos pensado que sería nuestra vida”
En cuanto al bienestar individual, muchos estudios han destacado la
importancia del contexto social en las evaluaciones del bienestar individual, es
decir que el capital social, y sus normas asociadas de reciprocidad y confianza, tienen
unos efectos poderosos sobre el bienestar individual. Relaciones sociales como el
matrimonio familia y amigos, los vecinos y las relaciones en nuestro centro laboral y
la implicancia de las relaciones cívicas implican que todas ellas proporcionan
integridad y confianza a las personas y ambas están estrechamente relacionadas con
la felicidad.
Como hemos visto los factores explicativos de la felicidad son
variados, sin embargo los más importantes son las relaciones interpersonales
satisfactorias que podamos realizar a lo largo de nuestra vida, proporcionando así un
bienestar subjetivo, estas relaciones las podemos establecer principalmente a través
del matrimonio y a través de la religión, ya que estas variables son las que están
más relacionadas con la felicidad, dejando desarrollar en los individuos un ambiente
armonioso y satisfecho a lo largo de su vida.
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Por último, desarrollaremos aspectos psicobiológicos y sociales de la
adolescencia (Alpízar & Bernal, 2003).
En relación al desarrollo psicobiológico humano, identificamos esta
etapa como un periodo de crisis y presencia común de dolencias. Es asi, que Hall
afirma que la adolescencia es un proceso de transición, caracterizado por la presencia
de angustia y confusión. (Alpízar & Bernal, 2003).
Es así, que identificamos esta etapa como un fenómeno de cambios a
nivel físicos y psicológicos, los cuales afectaran de forma favorable o desfavorable el
equilibrio de la persona en desarrollo.
Aberasturi, 1985 (citado en Alpízar & Bernal, 2003) afirma que la
adolescencia es un periodo de contradicciones, principalmente caracterizado por la
ambivalencia y las constantes fricciones con su entorno familiar y social.
En este pequeño apartado podemos dar a notar el papel fundamental
del entorno social en el desarrollo del adolescente, representado en primera instancia
por la familia, la cual moderara dichas confusiones, y ayudara a la persona a dar
significado a los eventos psicosociales que enfrente durante este periodo.
En relación a los aspectos sociales, presentamos la perspectiva de
Erikson, 1951 (citado en Alpízar & Bernal, 2003), quien pone énfasis en la
importancia de esta etapa como un espacio de aprendizaje y como principal
potencializador del desarrollo e integración de la persona.
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Esto nos muestra que la adolescencia es un periodo de absorción y
captación de elementos que contribuirán al desarrollo de habilidades relacionadas con
el crecimiento de la persona y su nivel de socialización. Es decir, que la persona
ingresara a un campo de entrenamiento, en donde recibirá las herramientas necesarias
para potencializar sus capacidades de interacción, sin descuidar la integridad del
adolescente.
Por otro lado, Morch, 1990 (citado en Alpízar & Bernal, 2003)
relaciona dicha etapa con la existencia de estructuras de actividad, como la escuela, el
trabajo y el tiempo libre, que ofrecerán respuesta a las necesidades de desarrollo
individual de la persona.
Es notable que dicha concepción es concebida como una visión de
peldaños, el cual se va escalando de acuerdo a la adaptación del adolescente a
determinadas actividades sociales. De este modo, podríamos observar que existen
personas cronológicamente jóvenes pero que desempeñan papeles de la forma de vida
de un adulto y viceversa.