María González Padrón, Antonio - Ni secretos ni discretos Los masones en la ciudad de Telde y...

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    Por: Antonio Mara Gonzlez Padrn Cronista o cial de la Ciudad de Telde, Director de la Casa Museo Len y Castillo. Miembro de la Junta de Gobierno de ICOM - Espaa.

    Ni secretos ni discretos: Los Masones en la Ciudad de Telde y su Comarca

    A muchos de nuestros lectores les habr sorprendido el ttulo del presente artculo de investigacin. Mxime cuan-do no han sido pocos los estudiosos que al califi car a la Antigua Hermandad, han dicho de sus miembros que nunca hubo intencin de mantenerse ocultos ante la opinin pblica, a ellos como a tantos otros colectivos afi nes no les benefi ciaba el halo de misterio o secretismo que les envolva, era y sigue siendo necesaria la discrecin como va de trabajo y cohesin interna1.

    Antes de sumergirnos en la historia particular o intrahistoria de la Masonera en Telde y su comarca, bien estara que dedicramos algunos prrafos a situar el tema en sus coordenadas ms precisas, empezando por contestar a la eterna pregunta qu es la Masonera? Comple-tndola con una segunda respuesta al hilo de quines son los masones?.

    La Francmasonera o masonera es una institucin de carcter inicitico, fi -lantrpico y fi losfi co, fundada en el senti-miento de fraternidad. Tiene como objetivo la bsqueda de la verdad y fomenta el de-sarrollo intelectual y moral del ser humano, adems del progreso social. Los masones, tanto hombres como mujeres, se organi-zan en estructuras de base denominadas logas, que a su vez pueden estar agrupa-das en una organizacin de mbito superior normalmente denominada Gran Logia, Gran Oriente o Gran Priorato2.

    Tradicionalmente los masones en Es-paa, pas con una fuerte presencia de la Iglesia Catlica Romana, no han conta-do, salvo raras excepciones, con apoyos ofi ciales, lo que se ha traducido en una menor infl uencia poltico-social, si los comparamos con sus hermanos brit-nicos (ingleses, galeses y escoceses). En Gran Bretaa era y es tan usual como re-comendable ser masn, ya que tanto su sistema educativo como el econmico se han basado en la aceptacin y/o asimila-cin de las leyes o normas francomasni-cas. En Westminster, tanto si perteneces a la Cmara de los Comunes como a la de los Lores, si realmente quieres llegar a ser alguien en poltica debes pertenecer a la Fraternidad.

    La necesidad de descubrir los grandes

    secretos de la naturaleza a travs de la in-teligencia, ya fue expresado por Shakes-peare en el acto I, escena V de Hamlet: Horacio, hay ms cosas en el cielo y la tierra, / que cuantas se suean en nues-tra fi losofa. Post nubile, phouebus, o lo que es lo mismo: despus de las nubes el sol.

    En los Estados Unidos de Amrica, ser masn es identifi carse con los padres fundadores de esa gran nacin, desde George Washington a James Monroe, pa-sando por John Adams, Thomas Jefferson y James Madison, todos profesaron en la masonera. Tambin fue masn, entre otros, Benjamn Franklin, quien dio carta de naturaleza a los estados federados de Norteamrica.

    podra parecer una exageracin. Pero, ni mucho menos, los hombres prominen-tes de ambos reinados fueron en mayor o menor medida adeptos a la Masonera, aunque no es menos cierto que no fue-ron pocos los que mantuvieron una mili-tancia ofi cial en los Dogmas de la Iglesia Catlica, a la vez que de forma soterrada aparecan en las nminas de la Sociedad Francomasona.

    En Canarias, el Siglo de las Luces, se convierte por si mismo en un referente de progreso intelectual, social, econ-mico y tambin poltico. Ya hemos deja-do escrito, en algn otro lugar3, las islas carentes hasta entonces de centros de formacin universitaria o similar, no fue-ron proclives a tener entre los suyos a estudiosos y graduados en las diferentes ciencias que le permitieran contar con un mercado laboral propio; muy al con-trario la Pennsula abasteca al archipi-lago de mdicos, boticarios, escribanos, ingenieros, altos cargos de la justicia y dems administraciones delegadas de la central, y as un largo etctera. Las cla-ses ms nobles solan aliarse con estos, y previa formacin acadmica en centros peninsulares, volvan a las islas desarro-llando aqu su vida profesional, que vena a cubrir parte del tiempo ocioso que les dejaba libre sus propiedades agrarias.

    Las Reales Sociedades Econmicas de Amigos del Pas, sitas en Las Palmas de Gran Canaria, San Cristbal de La Laguna, Santa Cruz de Tenerife, Santa Cruz de La Palma y, por escaso tiempo tambin en San Sebastin de La Gome-ra, permitieron cultivar toda suerte de artes y ciencias, haciendo realidad lo que

    Smbolos masnicos

    Hay quien sostiene que la primera poca de esplendor de la masonera his-pana, lase tanto a nivel de la actual Espa-a como de sus territorios de Ultramar, americanos y pacfi cos, fue el siglo XVIII, concretamente su segunda mitad, cuando los pensamientos ilustrados hacan furor entre los estamentos burgus y noble. Que Voltaire, Rousseau y Montesquiau, fueron masones, no ha de extraarnos, ahora afi rmar lo mismo para muchos de los ministros de Carlos III y Carlos IV,

    Durante la dictadura del General Franco, la Masonera fue prohibida y

    perseguida

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    ya el Rey haba admitido como algo ms que necesario: buscar a las clases pudientes un entretenimiento que fomentara entre ellos la necesidad de continua formacin y que esta repercutiese en un mejor y mas justo gobier-no de sus reinos.

    Las tertulias4, as como los gabinetes ms o menos cientfi cos, vienen a dar respuesta a esos privilegiados sociales que, para que en-gaarnos, siguen siendo una minora entre los suyos. Podramos repasar algunos apellidos de notable abolengo que generaron entorno a si, esas reuniones de amantes de la sabidu-ra. En la Villa de La Orotava, la familia Be-thencourt y Castro; en la ciudad de San Cris-tbal de La Laguna, los Nava Grimn; en Las Palmas de Gran Canaria, los diferentes seo-res Obispos, tales como: Servera, Tavira y Verdugo Albiturra, etc. Todos ellos hicieron de sus casas verdaderos centros referenciales de la cultura insular, alentando a no pocos es-tudiosos de la calidad humana e intelectual de Diego Nicols Eduardo, clrigo y arquitecto; Jos de Viera y Clavijo, Arcediano de Fuer-teventura, naturalista e historiador; Mara de Viera y Clavijo, poetisa; Jos de Lujan Prez, escultor/imaginero; Agustn Bethencourt y Molina, ingeniero; Jos Clavijo y Fajardo, y Toms de Iriarte, literatos; Antonio Romero Cerpa Padilla, encomiable genealogista, etc.

    Avanzado el siglo XIX, y bajo el gobierno de Doa Isabel II5, la Masonera vuelve por sus fueros, extendiendo su clara infl uencia ms all de los crculos culturales y econmi-cos ms aventajados, alcanzando los semina-rios, las academias militares, los cuarteles, las imprentas, y ofi cios tales como prcticos de puerto, conductores de ferrocarril, aboga-dos Ya a fi nales de esa centuria, la Masone-ra posee muchos simpatizantes entre la clase mdica y farmacutica, ingenieros en todas sus ramas, banqueros, comerciantes, agentes de bolsa y seguros, as como lderes sindica-les, polticos, etc.

    En las primeras dcadas del XX, esta si-tuacin, si no progres, s se afi anz de for-ma notoria, excepto de 1923 a 1931, pero-do ste, en que la dictadura impuesta por el General D. Miguel Primo de Rivera, no fue tiempo propicio para tal militancia.

    A partir del 14 de abril de 1931, fecha en que se proclama la II Repblica Espaola, se inicia un nuevo perodo de esplendor, basado en una actividad frentica de las diferentes l-gias, un renovado prestigio social y un prose-litismo de indudable benefi cio para la causa.

    Desde el 18 de julio de 1936 para la lla-mada Espaa Nacional, y desde el 1 de abril de 1939, para el conjunto de todo el pas, la Masonera fue abolida y perseguida de forma cruel y sistemtica. Una Ley retrograda y an-tidemocrtica, situaban al masn junto a los vagos y maleantes de ms baja estofa, permi-tiendo su encarcelamiento indiscriminado, la expropiacin forzosa de sus bienes y la igno-minia ms atroz que termina por hacer mella

    en sus crculos familiares; cuando no, les lleva al ostracismo laboral y social ms palpable.

    La propaganda franquista, utiliza lo ma-sn, como chivo expiatorio de todo lo malo que puede acontecer a Espaa y a lo espaol. Quin no recuerda la tan cacareada frase de la culpa de todo lo tiene el contubernio judeo-masnico y comunista? metiendo en un mismo saco a los seguidores de la Torah, los de la francomasonera y los seguidores de Carlos Marx.

    Varios estudiosos del tema que nos ocupa, han dado en sealar dos claras infl uencias en la Masonera insular, una de ellas declaro origen francs, que podamos situar en el siglo XVIII y de forma puntual en algunos momentos muy precisos del XIX. Por otro lado, Inglaterra o mejor dicho la masonera britnica se hace no-tar en alguna de las islas, sobre todo Gran Ca-naria y Tenerife, a partir del segundo cuarto del siglo XIX, prolongando su infl ujo durante toda esta centuria y gran parte de la venide-ra. As las cosas, trataremos de incidir solo en aquellos aspectos, que hacen muy particular la fi liacin masnica de algunos de nuestros conciudadanos, contando para ello con varias fuentes de informacin, entre las que desta-camos la bibliografa y dems documentacin ad hoc, as como la tradicin oral, que a ve-ces contaminada por intereses inconfesables, pueden desvirtuar la verdad histrica, pero si se contrasta debidamente, bien pude conver-tirse en una anaquel de historia viva.

    Con respecto a esta ltima, hemos conta-do con la ayuda muy estimable de personas de notable calidad cvica, tales como: D. Jos Be-tancor Jerez, funcionario del M.I. Ayuntamien-to de Telde, en su juventud destacado sim-patizante del Partido Republicano Federal de Franchy Roca, contaba 82 aos en el momen-to de la entrevista. D. Antonio Guedes Santos, comerciante peletero de Los Llanos, tena 78 aos. D. Juan Mayor Martn, Alcalde de Telde durante la Repblica y cosechero exportador, contaba con 84 aos. D. Antonio Gonzlez Santana, Alcalde entre mayo y julio de 1936, comerciante industrial, contaba con 79 aos. D. Juan Vega Yedra, destacado militante del PSOE, inspector de enseanzas primarias, periodista y escritor, que entrevistamos cuan-do tena 85 aos. D. Patricio Prez Moreno, maestro y poeta con 73 aos. D. Isidro Santa-na Morn, mancebo de farmacia, con 64 aos. D. Francisco Artiles Rodrguez, inspector de productos hortofrutcola para su exportacin y propietario, que tena 90 aos cuando nos hizo su aportacin. D. Miguel Alonso Jimnez, cosechero exportador y Presidente del Cabil-do Insular de Gran Canaria, tena 75 aos y su hermano D. Domingo, industrial, con 73 aos. Adems del Rvdo. D. Santiago Cazorla Len, archivero de la Santa Iglesia Baslica Catedral de Santa Ana, con 86 aos. Debo resear que mi inters por el tema no hizo sino acrecen-tarse a medida que eran ms profundas las

    D. Jos Betancor Jrez

    FUENTES ORALES

    D. Antonio Guedes Santos

    D. Juan Mayor Martn

    D. Antonio Gonzlez Santana

    D. Isidro Santana Morn

    D. Francisco Artiles Rodrguez

    D. Miguel J. Alonso Jimnez

    D. Domingo Alonso Jimnez

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    conversaciones mantenidas con mi pro-genitor.

    Comenzaremos a desgranar esta par-te interesante de historia local a partir de varios nombres, todos ellos, cuyas vidas transcurrieron en el siglo XIX, y en al-gn que otro caso las prolongaron hasta las dos primeras dcadas del siglo XX. Hombres y nombres que han pasado a formar parte de nuestra ntima nmina de biografas a tener en cuenta.

    A la personalidad de la talla intelectual y social de D. Antonio Lpez Botas, Al-calde que fuera de ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, Diputado y Senador; se le irn sumando otros, tales como D. Gregorio Chil y Naranjo, prestigioso Dr. en Medicina y Antroplogo de fama mun-dial; D. Juan de Len y Castillo, poltico liberal e Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. Hablaremos largamente sobre el caso muy particular de D. Fernando de Len y Castillo, poltico y diplomtico en la etapa de la Restauracin Borbnica; para avanzado el tema, analizar de for-ma pormenorizada la trayectoria vital de algunos de los componentes del clebre Bloque ( D. Cristbal Bonilla Cozar, D. Juan Gil Monzn, D. Jos Mireles Domn-guez, D. Manuel F. Daz, D. Jos Surez Miln y D. Miguel Alonso Jimnez). Vol-veremos sobre la complicada existencia de D. Fernando Flores Iglesia y de D. Agustn Olzaga, ambos farmacuticos. Traeremos aqu con renovada memoria a D. Jos Melin Rodrguez, Hijo Adopti-vo de la ciudad de Telde y excelente M-dico; adems de D. Juan Gil Monzn, di-rector de la Banda Municipal de Msica; y D. Cesreo Surez Snchez, profesor de ms de una generacin de profesionales teldenses. Researemos aqu, tambin, a los poetas y dramaturgos teldenses Patricio Prez Moreno, Braulio Guedes Santos, Luis Bez Mayor. Aunque algu-nos nos animan a aadir a los tambin poetas Montiano Placeres Torn y Fer-nando Gonzlez Rodrguez, nosotros nos resistimos, toda vez que no hemos en-contrado hasta el momento, documento alguno que as lo ratifi que. Junto a todos ellos, destacaremos las fi guras de tres comerciantes de la Ciudad: D. Maximino Alonso, D. Francisco Prez Cabral y D. Francisco Prez de Azofra, cuyos com-portamientos profesionales y personales indujeron a algunos a pensar que podran pertenecer a la Masonera en algunas de sus variantes.

    Antonio Lpez Botas (1818-1888), este poltico local y nacional 6, se en-cuentra vinculado a nuestra antigua

    ciudad, a travs de sus ancestros mater-nales. Estos posean numerosas propie-dades agrcolas en la comarca teldense, lo que permiti a D. Antonio, visitar de manera continuada a sus parientes. Nos recordaba D. Diego Cambreleng Mesa7, prestigioso abogado, ex vicepresiden-te del Cabildo Insular de Gran Canaria y director durante varias dcadas de la Real Sociedad Econmica del Pas de Las Palmas, que su antepasado Lpez Botas, senta predileccin por una de sus fi ncas teldenses, pues no en vano pas all par-te de su infancia y juventud. Estudiante aventajado de las enseanzas primarias y secundarias, pronto se licenci en Leyes por la Universidad de San Fernando de La Laguna, formando desde parte, des-de entonces, del archifamoso grupo de alumnos autodenominados Los chicos de La Laguna, que tan buenos servicios profesionales ofrecieron a Gran Canaria y a la causa de creacin de la Provincia de Las Palmas. Fundador y director del Colegio de San Agustn 8, en el Distrito de Vegueta de la capital Gran Canaria, uni a su fama de notable abogado, su bien atesorado prestigio como pedago-go. Muchas mentes de la media y alta burguesa grancanaria, fueron modeladas por su claustro de profesores, pero muy especialmente por l. Quepa aqu desta-car sobremanera la fi gura internacional del I Marqus del Muni, D. Fernando de Len y Castillo. Quin reconoce la clara infl uencia de su profesor en su futura ca-rrera poltica.

    Fundador del Partido Liberal Cana-rio, popularmente conocido como Los Bomberos, creo para s y los suyos el lema Todo por y para Gran Canaria, que ha pasado a la historia como la frase rei-vindicativa por excelencia de los Len y Castillo y sus aclitos.

    Como Senador del Reino, destac gracias a sus dotes de orador, basando su accin poltica en dejar oir la voz de Canarias y, ms concretamente la de Gran Canaria, en Madrid, para ello utiliz numerosos recursos, tales como nume-rosos artculos en peridicos y revistas, conferencias y mtines, y sobre todo sus renombrados discursos parlamentarios.

    Alcalde de Las Palmas de Gran Cana-ria, sinti en propia piel la poltica de nin-guneo al que se someta a esa noble urbe, al mismo tiempo que se sobre protega en demasa a la capital tinerfea. La mis-ma que, por injusta Ley de capitalidad, entonces lo era de todo el Archipilago.

    Lejos de rendirse, combati como nadie tal agraviante situacin, destacando como regidor hacedor de grandes obras pblicas, la mayor parte de ellas encami-nadas a dotar a la ciudad ms importante

    de Gran Canaria, de unas infraestructuras viarias de primer orden, sin descuidar las acciones en pro de la higiene, la sanidad y el decoro pblico. A l se debe, entre otras muchas obras, la construccin del famoso Puente de Palo, que recibira su propio nombre, y como es de todos su-fi cientemente conocido, salvaba el cauce del no siempre seco Guiniguada a la altu-ra de la Calle Mayor de Triana y su ho-mloga de la Carnicera, hoy mutada de Mendizbal. El cementerio de la ciudad, asimismo supo de los desvelos de este al-calde tan meritorio como respetado.

    Cado en desgracia, tal vez, por la re-nuncia pblica que hizo a la Masonera en la Santa Iglesia Baslica Catedral de Cana-rias, previa confesin y declaracin do-cumental 9, sus antiguos correligionarios no le perdonaron jams su desercin, mxime cuando algunos sospecharon que la misma haba trado aparejada su delacin. Tal situacin propici una des-aforada campaa de desprestigio, basada en la infamia y en la calumnia, que pron-to hizo mella en su austera personalidad, llevndole a abandonar su isla natal, y partir para la de Cuba, donde gracias a la intervencin personal de la Reina Da. Isabel II, ante el Gobierno de la Nacin, recibi empleo de Fiscal. Muerto en la isla antillana, sus restos fueron trados hasta Las Palmas de Gran Canaria, en cuyo cementerio veguetense se deposi-taron en un nicho que llev el califi cati-vo de Provisional, por espacio de casi cien aos. Un busto de bronce de este prcer, obra del escultor Mximo Riol 10, fue colocado en las cercanas de la anti-gua ubicacin de su famoso puente, con el noble fi n de enaltecer su fi gura, a la vez que esta sea recordada por las presentes y futuras generaciones de laspalmeos y grancanarios.

    Gregorio Chil y Naranjo (1831-1901), nacido en la ciudad de Telde11, descendiente de una familia de propieta-rios agrcolas, desde su ms tierna infan-

    cia fue protegido por su to-padrino, el benefi ciado y prroco de San Juan Bautis-ta, D. Gregorio Chil..., quien muy pron-to se dio cuenta de sus excelentes dotes para la observacin y el estudio.

    Animado nuestro cura por las infan-tiles cualidades de su sobrino, puso en l todas sus esperanzas, creyendo verle como un futurible purpurado. Despus de unos aos de enseanzas particulares en la ms diversas disciplinas, que iban desde la Lengua y Literatura Espaola e Internacional a la Fsica y Qumica, pa-

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    sando por la Oratoria, Retrica, Sagradas Escrituras, Zoologa, Botnica, Historia, Arte, Geografa, hasta llegar al dominio del Latn y el Griego; hace su ingreso en el por entonces prestigioso Seminario Conciliar de la Inmaculada Concepcin de Las Palmas de Gran Canaria, all des-taca de nuevo por su natural sapiencia y su vocacin para el conocimiento de las ms enrevesadas asignaturas. Aqu obtie-ne las ms altas califi caciones que le per-mitirn, unos aos ms tarde, comenzar la carrera de Medicina en la prestigiosa Universidad de Cdiz, despus revalidar su licenciatura en la de Pars, en donde se doctora en 1857.

    Algo despus regresa a la isla y se establece en su capital. Como mdico, en poco tiempo llego a adquirir fama de gran profesional, lo que le permiti con-traer matrimonio dos veces con damas de la alta burguesa islea.

    Sus afi ciones por la antropologa, le llevaran a formar un gabinete de investi-gacin y divulgacin de tal ciencia, en los que algunos han querido ver el gnesis de la futura Sociedad Cientfi ca El Museo Canario.

    Hombre de exquisita formacin hu-manstica y cientfi ca, se carte con los ms prestigiosos investigadores de su tiempo, fueran estos gegrafos, historia-dores, arquelogos, paleontlogos, etc. De todos ellos tuvo cumplida respuesta, y en muchos de los casos intima amistad, que le permiti atraer hasta Gran Cana-ria a no pocos cientfi cos europeos de fama internacional. Anfi trin de cuantos destacados personajes pisaban la isla, fue a su vez, mecenas de muchos compatrio-tas que deseaban abrirse camino en las ms diversas ciencias.

    Su carcter analtico y siempre predis-puesto a empaparse de cuantos avances se ponan a su alcance, no dudo en ad-mitir y difundir teoras tan vanguardistas como las planteadas por Darwin en su clebre obra sobre la seleccin natural y la evolucin de las especies. Lo que le va-li a nuestro biografi ado la excomunin de la Iglesia Catlica Romana, a travs de una largamente comentada Pastoral de Monseor Urquinaona y Bidot, a la sazn Obispo de la Dicesis Canarinsis.

    A pesar de sus dos matrimonios, el Dr. Chil, muere sin descendencia y como fi lntropo deja refl ejado en su testamen-to la generosidad y altruismo de una vida dedicada por entero a la sociedad insu-lar. No solo entrega su magnfi ca casa de Vegueta a la Sociedad Cientfi ca creado por l, sino que adems hace otras dona-ciones encaminadas a mejorar la vida de sus paisanos, en el caso que nos ocupa, Telde recibir el edifi cio que fue hogar

    de su madre, Da. Rosala Naranjo, en la antigua calle de La Cruz, hoy Licencia-do Caldern, en las cercanas del Tem-plo Basilical de San Juan Bautista. Esta mansin solariega de grandes y nobles proporciones, se mantuvo intacta hasta principios de los aos setenta del pasado siglo XX, cuando el Cabildo Insular de Gran Canaria, construye en su lugar un nuevo edifi cio de trazas neocanarias. Tal donacin, traa aparejada la creacin por parte de las autoridades locales e insu-lares de un centro de salud, que recibi el nombre de Hospital de Santa Rosala y San Pedro Mrtir de Verona12, la pri-mera advocacin en alusin a la madre del benemrito doctor, y la segunda en recuerdo del viejo Hospital, que fundara Ins de Chimida o Chemida a principios del siglo XVI.

    El Dr. Chil y Naranjo perteneci a las ms prestigiosas academias e institu-ciones pblicas y privadas de Espaa y Francia. Sus escritos fueron tema de con-versacin en las Reales Academias, sitas en la Capital del Reino. Su obra, siempre se mantuvo bajo sospecha por los ms ortodoxos, dentro del radio de accin e infl uencia de la Iglesia Catlica, pero despus del tiempo pasado, hoy unos y otros reconocen la mente privilegiada de este teldense formado entre otros luga-res en La Sorbona y en el taller de la Lo-gia La Afortunada. Compendio de todos sus desvelos investigadores es su magna obra: Estudios histricos, climatolgicos y patolgicos de las Islas Canarias13. Este clsico de la bibliografa insular, ha sido recientemente editado, ya que los lecto-res canario tenan que acudir a contadas bibliotecas para poder consultar los mil y un datos aportados por una de las men-tes ms destacadas del siglo XIX.

    Juan de Len y Castillo (1834-1912)14, nacido en Las Palmas de Gran Canaria, pero tel-dense de adopcin, ya que lleg a esta ciudad en los aos

    ms tiernos de su infancia, su biografa supone una de las cimas cientfi cas de la Espaa de su tiempo, y por supuesto de las Canarias de entonces.

    Perteneciente a la alta burguesa de terratenientes insulares, diferentes miembros de su familia haban destacado en las diferentes ramas del saber y en po-siciones liberales vanguardistas. Su padre lleg a ocupar el honroso cargo de Alcal-de Constitucional de Telde. Su to el c-lebre pintor Ponce de Len, cosecho nu-merosos xitos como diseador ejecutor de grandes obras arquitectnicas, tanto

    pblicas como privadas. Consumado re-tratista, si l sera muy difcil realizar una historia de la iconografa de los grandes personajes grancanarios del siglo XIX.

    Desde muy joven, recibe una esmera-da educacin, tanto en la Escuela Pblica Local, como por sus progenitores, y de forma muy especial por su madre que le da clases particulares de Latn, Francs, Dibujo, Geografa, Historia y Lengua y Literatura. As cuando pasa a desarrollar sus aos de bachiller, siempre recibi las ms altas califi caciones, lo que le conver-tira en natural candidato a destacar en sus estudios universitarios madrileos.

    Llegado a la Villa y Corte, comenz sus clases en las diferentes disciplinas que le llevaran a obtener el preciado ttulo de Ingeniero de Caminos Canales y Puertos. Concluidos stos, con el reconocimien-to expreso de sus profesores, ya que se convirti en el nmero uno de su promo-cin, marchara a ocupar el cargo de In-geniero hacedor del proyecto y director de obras de la carretera de Panticosa. Su delicada salud que ya le haba ocasionado algn que otro contratiempo, le obliga a volver a Gran Canaria. Aqu, desarrollar labores propias de su titulacin acad-mica, ganando fama de gran tcnico, a la vez que consolidando su prestigio social.

    Cuando su hermano Fernando co-mienza su carrera poltica en Madrid, contar con Juan como gran valedor ante la mayor cercana de su electorado. El mayor de los Len y Castillo, va a diri-gir el Partido Liberal Canario como lder local, voz y mano del futuro Marqus del Muni. Paralelamente lleva a buen puerto un numero muy importante de infraes-tructuras, tan necesarias como urgentes, a lo largo y ancho de la geografa archi-pielgica. Desde el Faro de Maspalomas, pasando por su gran obra, el Puerto de La Luz en la Baha de Las Isletas, hasta el Lazareto Sucio de Gando, todo fueron xitos que adornan una vida de estudio, trabajo y patriotismo.

    Las carreteras Las Palmas de Gran Canaria Telde, Las Palmas de Gran Canaria Arucas, los puertos de Agae-te, Sardina del Norte, Melenara, etc. han convertido a este tcnico humanista en el ms celebrado de todos los que han ejercido tales disciplinas, al menos en las islas orientales.

    Un alejamiento mutuo, protagoniza-do por los dos hermanos, se mantuvo como una brecha insalvable en los lti-mos aos de vida de ambos. Su trabajo le hizo acreedor de numerosas distinciones y reconocimientos pblicos, alcanzando la Gran Cruz de la Real Orden de Carlos III. Miembro de la Real Sociedad de Ami-gos del Pas, como lo haban sido Lpez

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    Botas y Chil y Naranjo, su vida no se en-tiende sin sus desvelos por adquirir, cada vez ms, mayores conocimientos.

    Entre los muchos trabajos intelectua-les que llev a cabo, ninguno tan esclare-cedor como el titulado La Vida (Sntesis de un libro), en el que nuestro biografi ado se esmera en comunicarnos su pensamien-to pero las ciencias siguen, incansables, rompiendo el velo y descubriendo maravi-llas, que han de mejorar hasta un grado in-creble la condicin humana, dotndola de nuevas fuerzas para luchar ahuyentando la sobre de lo sobrenatural y misterioso.

    Es verdad que D. Juan de Len y Cas-tillo, jams dejo resea alguna en que directamente se confesara masn. No obstante un estudio pormenorizado de sus escritos, nos lleva a pensar que de no ser un miembro activo de la Fraternidad, al menos estaba imbuido en su espritu y sus enseanzas. Su amistad y complicidad con declarados masones canarios, penin-sulares e ingleses, nos puede llevar a la conclusin de que s lo fue.

    Recomendamos la lectura de dos li-bros, muy esclarecedores sobre su per-sonalidad: el primero de ellos, fi rmado por Juan Francisco Martn del Castillo, lleva por ttulo Ciencia y Poltica en el Pen-samiento de Juan de Len y Castillo, edi-tado por el Cabildo Insular de Gran Ca-naria en 1994. Y Juan de Len y Castillo, obra de Sebastin Hernndez Gutirrez, dentro de la coleccin Biografa de Cient-fi cos Canarios, que publicara el Gobierno de Canarias en 2006.

    Fernando de Len y Castillo (1842-1918)15, el teldense ms universal, vio la luz en uno de los edifi cios que hoy conforman el com-plejo Casa-Museo

    Len y Castillo, Centro de Estudios de Historia Contempornea, institucin que el Cabildo de Gran Canaria inaugur en 1954 para profundizar en la vida y obra de los Len y Castillo, a la vez que se sal-vaguardar su extenso patrimonio docu-mental y sus colecciones de arte.

    Con una formacin muy parecida a la de su hermano mayor, Juan, D. Fernan-do destacara por su fuerte personalidad y su extroversin natural, lo que le hizo con el paso del tiempo un magnifi co rela-ciones pblicas.

    Despus de recibir las primeras letras de manos del celebre profesor local Rus-sel, experto conocedor de la oratoria y la retrica, que de manera intencionada transmite a su joven pupilo. Cuando con-taba unos siete aos de edad, pasa a las aulas del prestigioso colegio de San Agus-

    tn, regentado por el destacado abogado y poltico grancanario D. Antonio Lpez Botas, aqu coincidir con Benito Prez Galds, que con el tiempo se convertira en gran escritor y novelista. La amistad con ste, a pesar de los pesares, se man-tendr a lo largo de sus vidas, como bien queda refl ejado en su entraable corres-pondencia, conservada en los Archivos de la Casa-Museo Len y Castillo, y en el de la Casa-Museo Prez Galds de la ca-lle Cano de Las Palmas de Gran Canaria.

    Abogado, Gobernador Civil de Gra-nada y Valencia, Diputado, Vicepresiden-te del Congreso de los Diputados, Subse-cretario y Ministro de Ultramar, tambin lo fue de Gobernacin. A la mitad de su vida fue nombrado Senador Vitalicio del Reino y Embajador de Espaa en Pars, a l se le debe entre otros muchos logros, la consolidacin de la presencia espao-la en frica, sobre todo en el norte de Marruecos, Sahara Occidental y Guinea Ecuatorial.

    Sus coetneos siempre tuvieron la sospecha que su rpido ascenso social y poltico, as como su amistad con Sagas-ta y Moret, entre otros muchos, le haba llevado a militar en la francomasonera. Esta idea no hizo acrecentarse, tras su matrimonio con Da. Mercedes de Re-tortillo, hija y hermana de declarados masones con grandes bienes races en la isla de Cuba.

    Tal idea hizo mella en el propio Obis-po de la Dicesis Canariensis, Monseor D. Miguel Serra y Sucarrats (1922-1936), quien ante la peticin de las autoridades insulares para que los restos mortales del preclaro grancanario fueran deposita-dos de forma defi nitiva en la Catedral de Santa Ana, tras su traslado desde Biarritz (Francia), nombr una comisin investi-gadora que se traslad a la Pennsula y a Francia, a fi n de recavar todos los datos posibles que permitieran afi rmar que D. Fernando nunca haba pertenecido a la Masonera.

    Los clrigos elegidos al efecto, parece que fueron ms fi eles a la fi gura del bene-factor de Gran Canaria que a su prelado y, despus de un tiempo volvieron a la isla con un informe que permita salvar la conciencia de D. Miguel.

    Mucho nos tememos que dichos sa-cerdotes no tuvieron demasiado inters en entrevistarse con quienes tenan las llaves del secreto, y que tampoco invir-tieron mucho tiempo en seguir algunos rastros que irremediablemente les lleva-ra a cierta fi liacin en ideas masnicas, ejercidas desde siempre por nuestro po-ltico y diplomtico.

    El que esto escribe guardin circuns-tancial de su legado documental, hoy tie-

    ne serias dudas sobre el asunto, pero nos inclinamos a pensar que la vinculacin del gran timonel canario con la Masonera es ms que evidente, slo echar un vistazo a la lista de acompaantes en el Conse-jo de Administracin de la Aseguradora Unin del Fnix Espaol, del que lleg a ser presidente, para comprobar lo bien arropado que se senta cuando estaba ro-deado de hermanos.

    A fi nales del siglo XIX y principios del XX, el caciquismo, endemismo so-cioeconmico y poltico de gran raigam-bre en Canarias, se afi anz sobre manera gracias al sistema imperante en la llama-da Restauracin Borbnica. Los partidos tradicionales, Liberal y Conservador, con su pactada alternancia de poder, no posibilitaron la entrada natural de otras ideologas en el ya por s corrupto siste-ma electoral. Los Republicanos, fueran estos unionistas, federales o radicales, junto a Socialistas y algo ms tarde a Co-munistas, y por su puesto a los Anarquis-tas, quedaron fuera del sistema, aunque algunos coquetearan con l, y le llegara a prestar cierta ayuda puntual.

    Telde, ciudad y comarca de notable importancia socioeconmica, poltica y cultural de Gran Canaria, gracias a su guadiano Partido Judicial, y con poste-rioridad a su Registro de la Propiedad y Notaria, era un punto importante, presto a ser codiciado por las diferentes opcio-nes polticas. Entonces, se acu la fra-se Telde, puerta del Sur. As al menos la vean las principales familias de poder insular. Quien gobernaba Telde e infl ua en su devenir poltico, fcilmente lo haca con los tambin municipios de Valsequi-llo, El Ingenio, Agimes, Santa Lucia y San Bartolom de Tirajana, y como no con Mogn.

    As las cosas quien deseaba hacerse un hueco en la poltica insular deba tener al menos un pi en nuestra ciudad, de esta idea participaron entre otros el nuevo l-der obrero D. Jos Franchy Roca, quien asienta su poder en el distrito de la Isleta Puerto de La Luz y en la vieja ciudad de Telde. La batalla no se gan en una sola jornada, para que las cosas se trocaran en su favor, hubo que ir ganando terreno al caciquismo imperante, sobre todo aquel que ejercan los fervientes defensores del Condado de la Vega Grande de Gua-dalupe, verdadero ejrcito de pancistas agradecidos, que formaban legin de aparceros, medianeros, arrendatarios, administradores, etc.

    A Franchy se lo pusieron, relativa-mente fcil, dado el grado de injusticias y aprovios que muchos sufran en sus propias carnes. El caso del litigio por el mal gobierno de la heredad de aguas co-

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    nocida como El Chorro, no era sino la punta del iceberg, de un sistema que slo serva para mantener el poder de terra-tenientes y aguamangantes. No vamos aqu a extendernos en dicho pleito, pero s afi rmar que este supuso un antes y un despus en la poltica local, y en l inter-vinieron destacados masones que forma-ron una asociacin temporal conocida como El Bloque. Aunque anteriormente hemos reseado sus nombres, ahora, volvemos ha hacerlo especifi cando algu-nas caractersticas de los personajes en cuestin. D. Cristbal Bonilla Cozar, D. Juan Gil Monzn, D. Jos Mireles Domnguez, D. Manuel F. Daz, D. Jos Surez Miln y D. Miguel Alon-so Jimnez, todos ellos ejercan como profesionales liberales, comerciantes o agricultores exportadores. Su diferencia ideolgica les hacan militar, desde el ya citado Partido Republicano Federal16, pasando por el Republicanismo Radical, hasta la Izquierda Republicana. Al darles los tribunales la razn sobre el mal uso que se haca, hasta ese momento, de un bien comunal; no hicieron otra cosa que elevarlos a rango de lderes polticos. Al menos cuatro de ellos formaron parte de diferentes logias masnicas, solo de D. Jos Surez y D. Jos Mileres, no hemos encontrado datos que los unan al res-to de sus compaeros, aunque esto no quiere decir que no hayan sido tambin hermanos ideolgicos de los anterio-res. Cierta es la mxima noscitur e sociis (se lo conoce por sus compaeros).

    El caso de D. Fer-nando Flores Igle-sia y D. Agustn Olzaga17, es muy particular, ya que sus orgenes peninsula-res, as como el ha-

    ber llegado a la isla y a la ciudad de Telde, cuando ya eran consumados profesiona-les de la farmacia, nos permiten afi rmar que sus ingresos en la Gran Fraternidad, las realizaron en tiempos y lugares bien distintos. Conocemos su pertenencia a la Masonera por diferentes testigos, algu-nos de ellos amigos muy cercanos a am-bos personajes.

    D. Fernando, haba nacido en la se-gunda mitad del siglo XIX, en la pequea

    poblacin de Miedes de Atienza, situada al norte de la Provincia de Guadalajara, en las estribaciones mismas del Sistema Central, su trmino es fronterizo con la Provincia de Soria. Todo ello nos puede prestar a engao, si juzgamos los pocos habitantes, ya que nunca super los qui-nientos, as como su natural aislamiento. Pero Miedes era un pueblo rico en ga-nado, y con una agricultura cerealstica bien saneada. Sus habitantes se dedica-ban a las labores propias de una sociedad agropecuaria y al comercio de vacunos, ovinos, porcinos, caballar y caprinos.

    Hemos visitado numerosas veces, po-dramos afi rmar sin miedo a equivocar-nos, que han sido en unas veinte ocasio-nes, Miedes de Atienza, y hemos podido comprobar la buena disposicin de sus diferentes calles, lo bien pertrechadas que estn sus casas, muchas de ellas rea-lizadas con notables labores de cantera y rejera, adems de una iglesia parroquial de alta y slida torre, que dan al conjunto unas caractersticas de nobleza, cuando no es una leccin parlante de la sufi cien-cia econmica de sus moradores.

    En pleno siglo XIX, bajo el gobierno de Isabel II, Amadeo I, primera Repblica y, Alfonso XII, los ricos hacendados del lugar, era frecuente que mandaran a sus hijos a estudiar a Sigenza, ciudad epis-copal, pero tambin a la no menos famo-sa Alcal de Henares o a la propia Villa y Corte de Madrid. As lograron tener un alto porcentaje de graduados universita-rios, que ocuparan cargos de responsabi-lidad en diferentes provincias espaolas. Unos se quedan en lugares relativamente cercanos como es el caso del farmacu-tico Bris, que lo ser de la prospera villa de Jadraque, mas otros llegaran hasta las Canarias, como es el caso del Licenciado Flores Iglesia. Este galeno, primeramen-te vivi en Las Palmas de Gran Canaria, y despus de un segundo matrimonio, lo hizo en el distrito de San Juan de la Ciu-dad de Telde. Destacaremos de nuestro biografi ado, su bien aquilatada formacin acadmica, que exceda con creces de las exigibles para un profesional de la farma-cia de aquel entonces. Su vocacin le lle-vo a ser un qumico de probada solvencia. Mantuvo un trato preferente con el M.I. Ayuntamiento de la Ciudad, quien lo ha-ra su proveedor ms habitual, tanto para

    abastecer a sus centros sanitarios Hos-pital de San Rosala y Casa de Socorro -, adems de socorrer a su funcionariado y a los llamados pobres de solemnidad.

    Posea D. Fernando una buena biblio-teca, que algunos han contabilizado como de aproximadamente dos mil libros. No-sotros no hemos tenido ocasin de verla en su conjunto, sino seguirle parcialmen-te el rastro a travs de algunas obras, hoy en el Casino La Unin.

    Hombre de grandes inquietudes so-cio-poltico-culturales, siempre se man-tuvo activo, participando de cuantas ini-ciativas se llevaban a cabo en la Ciudad. Su carcter, algo introvertido, se agri con el paso del tiempo y sus ltimos aos los paso con tristeza y depresiones casi continuas. A l se le debe el nacimien-to de un peridico titulado El Pjaro que canta, del que El Museo Canario, conser-va varios nmeros.

    Este rotativo se caracterizo por su lnea editorial altamente reivindicativa, lo que le vali al Licenciado Flores Igle-sias no pocos problemas, unidos a alguna enemistad.

    Si nuestros interlocutores no nos en-gaaron, y vaya por delante mi confi anza total en ellos, D. Fernando Flores prota-goniz unos de los hechos ms curiosos de la vida ciudadana teldense: parece ser que el Sr. Cura Prroco de San Juan Bau-tista, se lamentaba continuamente de la necesidad de tener un Santo Sepulcro, que guardase en su interior un Cristo Ya-cente, al mismo tiempo que descargaba su ira contra los que l juzgaba herticos e infestos de pecaminosas ideologas, concretamente los masones. Pues bien, un grupo de ellos, capitaneados por D. Fernando Flores Iglesias, aportando di-ferentes cantidades, encargaron a un ebanista de reconocido prestigio el dicho Sepulcro, siendo donado al ms tarde a la Parroquia. El Sr. Cura, ignorante de quienes haban sido las almas generosas, les dedic un ferviente panegrico, recor-dando a la feligresa, como deban com-portarse todo buen cristiano.

    En los primeros bancos de la hoy Ba-slica se encontraban todos los annimos contribuyentes, que sin inmutarse, con ntima satisfaccin, acudieron al cambio no interesado del clrigo.

    D. Fernando Flores, an ntimo le

    D. Cristbal Bonilla Czar

    D. Juan Gil Monzn

    D. Jos Mireles Domnguez

    D. Manuel F. Daz

    D. Jos Surez Miln

    D. Miguel Alonso Jimnez

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    confes, varias veces, que sobre los aos treinta del pasado siglo, dej la masonera activa, pasando al grado de durmiente.

    D. Agustn Olzaga, era hombre cor-dial y de muy buena presencia. Caballero en el trato, sus relaciones personales las dotaba de un alto grado de afabilidad. El tiempo que permaneci en Telde, gan justa fama de caballerosidad. Su farmacia lleg a ser el lugar preferido de una de las tertulias con ms notables presencias.

    Tenemos constancia de la existencia de una bien abigarrada biblioteca, que l envi tras s a Catalua, excepto un mi-llar de libros aproximadamente, que re-gal a su amigo y mancebo D. Patricio Prez Estupin.

    Frecuentemente reciba, entre otros rotativos, el ABC de Sevilla, lo que le per-mita estar al da (sic.) de cuanto aconte-ca en las Espaa peninsular y africana.

    D. Agustn, masn convencido, era un gran proselitista de la causa, as acerc a muchos teldenses, sino a la masonera, si al estudio y a la investigacin de los gran-des enigmas fi losfi cos.

    Hay quien afi rm que sus continuos estudios le llevaron al conocimiento de los mtodos cabalsticos. Su gran obra fue la formacin integral de un joven de El Ingenio, que l tomara como ayudante para su farmacia.

    A ste la experiencia le fue tan gra-tifi cante que no dudaba en afi rmar a sus hijos que el Sr. Olzaga haba sido su ver-dadero padre, quien esto afi rmaba no era otro que el Sr. Prez Estupin, al que le debemos un libro de memorias y no po-cas sentidas composiciones lricas, siendo adems padre de una saga de excelentes ciudadanos, tal vez el ms popular de sus vstagos fue el poeta Patricio Prez Mo-reno, quien recibiera de su progenitor una esmerada educacin humanstica, que le vali para afi anzarse como un alto valor de la potica insular.

    D. Jos Melin Rodrguez18, des-cendiente de dos de las familias ms sobresalientes de la Villa y Cmara de Agimes, ste doc-tor en medicina, se

    estableci en Telde, ocupando una es-paciosa mansin en la antigua calle de Los Cubas, tambin llamada Calvo So-telo, y hoy rotulada como Julin Torn del distrito de San Juan. Aqu estableci su domicilio particular y su consulta a manera de clnica de primeros auxilios y ginecologa. Melin Alvarado, muy pron-to, supo granjearse el cario y respeto de los teldenses, que siempre vieron en l un ser especial de altos principios ti-

    cos. Conocido popularmente como el mdico de los pobres, de l se lleg a afi rmar que cobraba un poco de ms a las clases pudientes, para as evitar tener que cobrarlo a los menos favorecidos de la sociedad, de ah su frase: querido amigo son dos pesetas y media, las dos rubias por su consulta y la media por la justicia.

    En la parte trasera de su casa, ocupada por la cochera y un hermoso jardn, tras tapia almenada, se abra un portaln que sirvi de lugar para el abastecimiento de los desheredados. All su servicio daba de comer a numerosas personas, y tambin entregaban viandas a otras tantas que se las llevaban a sus domicilios particulares.

    D. Jos dispuso de un carruaje, de cuatro altas ruedas, cuyo tapizado y ca-pota era de noble piel color oscuro, en l sala de paseo todas las tardes, prefi rien-do los paseos a las playas de Melenara y Las Salinetas, cuando no a Gando, con su inseparable chofer y amigo el tambin ebanista Don Juan Alemn Amador.

    Una sonada ancdota de este gran mdico y mejor persona nos fue contada por Don Andrs Cubas, no menos afa-mado transportista teldense. Un da, tra-jeron a la Casa de Socorro a un hombre ya cadver, el doctor procedi a realizar-le la protocolaria autopsia, accin que no llev a cabo sin algn que otro testigo.

    Como tardaba en demasa, Andresi-to, le espet: Don Jos, a ver si termina pronto para seguir jugando al domin! A lo que l no contest. Cuando otro de sus acompaantes le pregunt qu bus-caba con tanta insistencia, l con cierta sorna, le dijo: El alma querido amigo, el alma!

    Cuando se encontraba en el mejor momento profesional y personal, le so-bre vino un contratiempo insalvable: una penosa y grave enfermedad, que le lle-var, poco tiempo despus, a la tumba. Acaecida su muerte, su sepelio fue mul-titudinario, contando con la presencia de todas las clases sociales y encabezado por el Sr. Alcalde Presidente del M.I. Ayun-tamiento de Telde y el pleno de los con-cejales de la corporacin. Unos das ms tarde, estas mismas autoridades locales decidieron por unanimidad nombrarle, a ttulo pstumo, Hijo Adoptivo de Telde y dedicarle una amplia calle, que desde en-tonces troc su nombre primigenio de La Barranquera por Dr. Melin Rodrguez.

    Su herencia repartida entre sus fami-liares ms cercanos, tuvo una salvedad, gran parte de sus libros ms compro-metidos desde el punto de vista ideo-lgico, fueron entregados a un amigo, quien algn tiempo ms tarde tuvo que enterrarlos para evitar que cayesen en manos de los falangistas en una de las vi-

    sitas registro que hicieron a su domici-lio a partir de julio de 1936.

    D. Juan Gil Mon-zn19 , natural del distrito teldense de Los Llanos, fue hom-bre de temprana vo-cacin musical. Des-pus de realizar sus estudios primarios

    en su barrio natal, se educ en la capital grancanaria, formndose con maestros de la talla del profesor Valle y Mancha-do Viglietti. De regreso en Telde, form parte de la Banda Municipal de Msica, destacando sobremanera por su domi-nio de varios instrumentos y por su es-pecial dedicacin a la docencia. En plena Repblica accede, tras reida oposicin, al cargo de director de la misma. En el periodo que desarrolla dicho cometido, nuestros msicos locales adquieren fama dentro y fuera de la ciudad. Son momen-tos de notables mejoras en el material instrumental, as como en la metodologa aplicada para el estudio e interpretacin. La Banda Municipal de Msica de Telde, conoce entonces unos aos de gran apo-geo, que le llevar a participar en eventos de gran notoriedad, tales como concier-tos y acompaamientos en teatros, cine-teatros, y kioscos de las diferentes ciuda-des de la isla.

    Llegado el 18 de julio de 1936, D. Juan sufri en sus propias carnes las represa-lias ms contundentes, y se vio apartado de su cargo, a la vez que injustamente acusado de una serie faltas, que les aho-rramos aqu, para no acrecentar el sufri-miento de sus descendientes.

    El Sr. Gil, que nunca haba escondido sus preferencias fi lomasnicas, tuvo que esconderlas el resto de su vida, aunque sus ms allegados conocan la autentici-dad de las mismas.

    D. Cesreo Su-rez Snchez20, este profesor teldense de gran predica-mento en el barrio de Los Llanos de San Gregorio, era oriundo de la Villa

    de Agimes, donde haba nacido en el l-timo cuarto del siglo XIX. Siendo un jo-ven imberbe y con escassimos estudios, emigro clandestinamente a la Repblica Argentina, en donde ya estaban algunos de sus familiares. All, nada ms llegar, fi r-m un contrato, que le at de forma casi esclavstica con un rico propietario. As tuvo que trabajar de manera denodada y por muy pocos pesos varios aos, mer-mndole su salud, tanto psquica como fsica.

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    De vuelta a Gran Canaria, se estable-ce en Telde, en donde contrae matrimo-nio, a pesar de una notable diferencia de edad, con una de sus sobrinas. En Buenos Aires, liber su espritu interesndose por la cultura en general y formndose en va-rias disciplinas, entre las que destacaban las matemticas, la fsica y la qumica. En nuestra ciudad siempre vivi del dinero que le proporcionaba su academia-cole-gio, primero en la calle Cruz de Ayala, y despus en la calle Palmito. D. Cesreo siempre contaba que la rabia que sinti en el pas del Plata, como consecuencia de haberse comprometido laboralmen-te, bajo escritura, que no entenda, le hizo recapacitar sobre la necesidad de que todo ser humano poseyera cultura, como nica forma o frmula para alcan-zar la plena autonoma, y por tanto la li-bertad.

    D. Cesreo, era to carnal de la poeti-sa Mara o Miriam Surez Lpez, ms co-nocida por su seudnimo, Hilda Zudn21, as como de la Inspectora Farmacutica Da. Pino Surez Lpez, entre otros profesionales teldenses y agimenses.

    Muchos comerciantes y cosecheros exportadores confi aron la educacin de sus hijos en la maestra de D. Cesreo, a pesar de su fama de masn.

    Hecho curioso que pone de relevan-cia su natural inteligencia y su fi delidad a la masonera, lo tenemos en los acaeci-do en el verano de 1936, cuando dando cumplimiento a una normativa de la au-toridad militar, los miembros de la anti-gua Sociedad Obrera, tambin conocida como la Republicana, tenan que decidir un cambio de nombre para la misma. D. Cesreo tras un parlamento digno de todo elogio, convenci a los socios de derechas y de izquierdas que el futuro nombre fuera La Fraternidad. A unos les convenci porque era uno de las ideas de la Revolucin Francesa y a otros por ser uno de los grandes ideales cristianos. Para l todo era cuestin de preservar la base de su ideologa masnica. Aqu slo resta decir espectemur agendo (dejemos que nos juzguen por nuestras acciones).

    D. Maximino Alon-so Jimnez22, era sin duda alguna, una de las fortunas ms saneadas de la ciu-dad, hombre de gran talento y prestancia, posea una gran au-

    toridad entre los comerciantes del sector de Los Llanos. Hijo y nieto de burgueses, se educ para y por el mercantilismo. Acrrime defensor del libre comercio, importaba toda suerte de mercancas de Inglaterra y Alemania, levantando casa

    comercial en una de las ms vistosas es-quinas de la Plaza de Los Llanos. Dem-crata y anticlerical convencido. Respet siempre los gustos de su esposa y alguno de sus hijos en materia de fe, pero a l jams se le vio pisar la cercana parroquial de Los Llanos. En su casa se regan por una mxima, jams se hablaba de poltica

    procesiones o cualquier otra manifesta-cin pblica de fe; muri, en 1928, tras confesin y comunin en el seno de la Iglesia Catlica.

    D. Francisco P-rez de Azofra 25, sobresaliente co-merciante de la zona de Los Llanos de San Gregorio, hered de su padre fama y for-tuna, multiplicando

    sta ltima con inversiones inmobiliarias y rsticas. Durante la dictadura del General Primo de Rivera (1923-1930), y tambin durante parte de la Segunda Repblica (1931-1936), lleg a ser presidente del gremio de comerciantes textiles de esta comarca. Su formacin fue netamente mercantil, cursando estudios el Las Pal-mas de Gran Canaria. Casado con Da. Zoila Blanco Naranjo, hija y hermana de ricos comerciantes del lugar, destac por ser un inversor nato. Aunque muri an joven, dej tras s una herencia muy con-siderable. No tenemos documentacin escrita que acredite su vinculacin con la masonera, slo decir que sus grandes amistades si lo eran, y que por lo tanto pudiera estar dentro del circulo de inte-reses masnicos, o tal vez no.

    Hace ahora dos aos, la Casa-Museo Len y Castillo, Centro de Estudios de Historia Contempornea, adquiri a una prestigiosa fi rma de anticuarios de Santa Cruz de Tenerife, un valioso documento en el que quedaban consignados todos los datos concernientes a los hermanos masones y rotarios que existan en las Islas Canarias en julio de 1936. La opor-tunidad de su adquisicin nos vino dada porque su propietario haba confi ado en los buenos ofi cios negociadores de di-chos anticuarios, pues ellos deseaban, no slo vender el conjunto, sino evitar que ste cayese en manos privadas o pudiera ser disgregado, cuando no destruido.

    An hoy, todo lo que tiene que ver con la Masonera levanta suspicacias y ciertos recelos. Cuando hemos iniciado el presente trabajo, confesaremos que tal fecha se remonta a 1979, nos hemos encontrado con situaciones realmente difciles de superar. La mayor parte de nuestros informadores no nos permitie-ron grabar las conversaciones, otros ni siquiera apuntar delante de ellos nuestra entrevista, y un buen nmero nos pidi que evitramos en todo momento nom-brarles como referentes.

    Haremos aqu una descripcin de los documentos que aportaron los ltimos datos sobre los masones represaliados por la autoridad militar a partir del golpe de estado o pronunciamiento del 18 de julio de 1936.

    D. Francisco Alonso Jimnez

    D. Manuel Alonso Jimnez

    ni de religin. As logr mantener a sus hijos unidos a pesar de sus divergencias ideolgicas.

    Varios de sus hijos, coquetearon con las ideas masnicas implicndose en ma-yor o menor grado. A nosotros nos cons-ta la entrada en la Masonera de tres de sus hijos: Francisco, Miguel y Manuel23. El primero de ellos, fue un consumado anticlerical, el segundo lleg a ostentar cargos polticos relevantes, como fue la presidencia del Cabildo Insular de Gran Canaria, durante el periodo de la Segun-da Repblica, y el tercero de los aqu mencionados, ejerci el periodismo de manera zagas e intuitiva, siendo gran de-fensor de Telde y del futuro Aeropuerto de Gando. Sus artculos periodsticos, fi r-mados unas veces con su propio nombre y apellidos, Francisco Alonso Jimnez, tambin los aval con el seudnimo de el intruso. La Casa-Museo Len y Cas-tillo, custodia en su Archivo Documental, un legado importante de escritos de este noble patriota.

    D. Francisco Prez Cabral24, comer-ciante llegado a Tel-de en 1868, abri su establecimiento en una de las casas que daban a la Plaza de San Gregorio, esta-

    blecindose aos ms tarde en el antiguo callejn de San Jos, hoy ms conocido por Toms Morales. Casado con Da. Pilar de Azofra y Hechevarria, fue a su vez hermano del comerciante trianero y concejal del Ayuntamiento capitalino D. Rafael Prez Cabral. A este ltimo conocido masn, fundador y presidente del Circulo Mercantil de Las Palmas de Gran Canaria, le debi su hermano Paco sus estudios y su venida a la esta ciudad surea.

    Sospechoso de pertenecer a la maso-nera, ya que a pesar de la gran religiosi-dad de los suyos, l jams asisti a misas,

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    Se trata de una especie de libreta26, formada por ochenta pginas con forma-to algo superior al folio, casi podramos afi rmar que se trata de un DIN-A3. Escri-to por una sola cara a mquina a doble es-pacio, formando diferentes columnas en donde se ofrecen los datos de izquierda a derecha, comenzando cada captulo por cada una de las dos provincias canarias. En primer lugar queda reseado el apelli-do y nombre de la persona en cuestin, bajo el epgrafe genrico de Nombres Profanos, le sigue el nombre Simbli-co, despus el Grado, el Alta y el Estado Actual, para proseguir con la Naturaleza, Profesin, Logia a la que pertenece, y para concluir un apar-tado de generalidades, que dieron en llamar Observaciones. Hay una parte que deducimos es el original por el color negro de su tinta, pero el resto son co-pias exactas de la matriz, puesto que el texto est escrito en azul que es el resul-tado del papel de calco utilizado. En tan valioso documento, nico en su gnero, aparecen solamente tres teldenses: Luis Bez Mayor, Braulio Guedes Santos y Patricio Prez Moreno 27. Del primero de ellos, no se aporta su nombre simblico, pero si su grado que resulta ser el segundo, segn consta entr en la Masonera el 10 de marzo de 1932, y en la fecha en que se le incoa expediente declara que su estado es el de Durmiente, lo que signifi ca que no estaba activo y no desarrollaba trabajo alguno para la logia. Adems nos aporta su profesin de Abogado y su pertenencia a la clebre logia Andamana de Las Palmas de Gran Canaria. Nada se dice de su vocacin literaria, ni de otras actividades paralelas. El segundo, Guedes Santos, usa el nombre simblico de Garibaldi, ostentando el primer grado. Comenz a formar parte de la hermandad el 3 de agosto de 1932 y en 1936 se encontraba activo; de su profesin se nos dice que era empleado y que perteneca a la misma logia Andamana. En las observaciones no se resea nada, por lo que slo aportaremos que era ntimo amigo de Bez Mayor, y que junto a l escribi al menos dos obra de teatro, que fueron representadas en el Teatro-Cine Electra de la calle de El Molinillo, hoy Avenida de La Constitucin. El tercero, Patricio, llev el nombre de Rubn Daro y comparta grado con el anterior, se introdujo en la Masonera por infl uencia de su padre D. Patricio Prez Estupin, que como ya dejamos escrito, fue formado por el tambin masn D. Agustn Olzaga, fl amma fumo est proxima (no hay humo sin fuego), segn nos dice Plinio.

    El 10 de septiembre de 1934, fue la

    fecha escogida para su ingreso en la logia Andamana y en 1936 se encontraba ac-tivo. De l se resea que era maestro nacional, pero en las observaciones no se apunta nada. Poeta y escritor, desta-c como miembro destacado del PSOE, junto a Braulio Guedes28. A pesar de su pronta pertenencia a la Masonera y mi-litancia poltica, Patricio jams reneg de su fe en la Iglesia Catlica. En su mesilla de noche mantuvo, hasta el ultimo da, La Imitacin de Cristo de Toms Kempis.

    Intencionadamente concluimos este trabajo con dos nombres destacados de la literatura insular: Montiano Placeres Torn 29 y Fernando Gonzlez Ro-drguez 30 Ya he dejado constancia en la Antologa Literaria del primero, que ste bebi de las fuentes doctrinales de la fran-

    apasionado y elo-cuente, militando en el Partido Socialista Obrero Espaol y en la Unin Gene-ral de Trabajadores. En ambas organiza-ciones lleg a des-empear cargos de

    importancia, tanto a nivel local como in-sular. Algo ms tarde pasa a la capital del Estado, en donde coincide con Fernando Gonzlez Rodrguez y Jos Arencibia Gil, entre otros muchos teldenses, por en-tonces estudiantes universitarios.

    En diversos momentos, mantuvimos largas conversaciones, en donde mani-fest su adhesin a la masonera desde sus aos mozos. Segn l, su proselitismo fue de tal grado, que pronto convenci a sus amigos Patricio Prez Moreno, Luis Bez Mayor y Braulio Guedes Santos. Su radicalismo ideolgico, haba sido motivo de una sagaz composicin potica, que le augura un destino nada cierto. Comba-tiente en el frente de Madrid, donde des-tac como propagandista, algunos de sus correligionarios jams le perdonaron sus coqueteos con el Partido Comunista de Espaa. Anticlerical acrrimo, se granje grandes enemigos dentro y fuera de su ciudad. Exiliado en Mxico durante la lar-ga postguerra, regresa a Gran Canaria a fi nales de los aos 70. En el pas azteca ejerci, como entre muchas cosas, como periodista. Autor de varios libros, tal vez su xito editorial lo tuvo con El Seor Cnsul de Canarias en Mxico, al que si-guen otros de memoria y de divulgacin de varios amigos poetas31.

    Sus continuos viajes desde esta isla al pas norteamericano y viceversa, no hizo sino mantener viva su presencia entre los ms jvenes de ambas orillas a pesar de su octogenaria edad.

    Expulsado del PSOE, por su intransi-gencia a la hora de admitir la lgica evo-lucin del felipsmo con el abandono pau-latino del marxismo, que l achacaba a la necesaria coherencia ideolgica, le hizo mantener desde entonces posturas en-frentadas con sus antiguos compaeros.

    La masonera, segn l, le sirvi para su crecimiento intelectual, a la vez que le protegi en su obligado deambular por el exilio.

    Como hemos podido comprobar, no existe rastro de su vinculacin a la Maso-nera local, lo que no quiere decir que no perteneciera a ella. En este caso como en otros muchos, nos consta que hubo tel-denses que ingresaron en logias de otras islas, de la Pennsula, Inglaterra, Francia, y hasta de Amrica, sobre todo de Cuba, Puerto Rico, Venezuela y la Argentina.

    D. Patricio Prez Moreno

    D. Luis Bez Mayor

    D. Braulio Guedes Santos

    D. Montiano Placeres Torn

    D. Fernando Rodrguez Gonzlez

    comasonera. Su actitud ante la vida, en la acepcin ms amplia que esta palabra pueda admitir, le hicieron parecer ante sus conciudadanos como un consumado masn. Valga como ejemplo el mecenaz-go proyectado sobre el joven Fernando Gonzlez, a quien quiso y protegi como si se tratara de un hijo o un hermano me-nor. Su actividad como animador socio-cultural en la ciudad que le viera nacer y crecer, pone de manifi esto su inters por la cultura, tanto propia como de los dems. Hacedor de muchas y muy varia-das obras cvicas, destac como concejal preocupado por la docencia y el infl ujo que esta poda tener en el comn de los ciudadanos.

    Juan Vega Yedra, este teldense del distrito de San Juan, realiz sus estudios primarios y secun-darios a caballo en-tre su ciudad natal y Las Palmas de Gran

    Canaria, en donde termina magisterio, cuando apenas contaba los diecinueve aos. Muy pronto destac como orador

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    1 Conversacin mantenida con Juan Rodrguez Doreste, Alcalde de la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria y masn en 1979.2 http://es.wikipedia.org/wiki/Francmasoner%C3%ADa HERNNDEZ GUTIRREZ, Sebastin A.: La esttica masnica: arte e historia de los ms afamados protagonistas de la masonera internacional, Ediciones Grafi color, Tenerife, 1998.3 GONZLEZ PADRN, Antonio: Carlos III y Las Islas Canarias. Real Sociedad Econmicas de Amigos del Pas de Las Palmas, Ma-drid, 1988.4 GONZLEZ PADRN, Antonio. Telde, escenario de tertulias, en Teldeactualidad.com y Revista Tara Digital, julio 2007.5 PREZ GARCA, Jos Miguel: Situacin poltica y social en las Ca-narias Orientales durante la etapa isabelina, La [Tesis Doctoral], La Laguna de Tenerife, 1987. 6 PREZ GARCA, Jos Miguel: La situacin poltica y social en las Canarias Orientales durante la etapa Isabelina. Real Sociedad Econmica de Amigos de Pas de Las Palmas de Gran Canaria. Madrid 1989. GONZLEZ LEMUS, Nicols y RODRGUEZ MAZA, Jos M.: Masonera e intolerancia en Canarias : el caso del marquesado de la Quinta Santa Cruz de Tenerife, Benchomo, 2004.GONZLEZ, Renato, Biografa del Seor D. Antonio Lpez Botas, Madrid, 1869, 15 p. GUIMER PERAZA, Marcos: Antonio Lpez Botas (1818-1888), Anuario de Estudios Atlnticos (Las Palmas de Gran Canaria / Ma-drid), 35, (1989), pp. 291-362. MILLARES CANTERO, Agustn: Franchy y Roca y los federales en el Bienio Azaista, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Servi-cios de Publicaciones y Produ, 1997.7 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: La iconografa de An-tonio Lpez Botas en las Bellas Artes. Ponencia en el Curso de Historia Poltica de Canarias organizado por la Real Sociedad Eco-nmica de Amigos del Pas de Las Palmas, 1992.8 MARRERO HENNING, Mara del Pino: El Colegio de San Agustn en la Enseanza Secundaria de Gran Canaria (1844-1917), UNES-CO, las Palmas de Gran Canaria, 1996.9 ARCHIVO DIOCESANO DE LAS PALMAS DE GRAN CANA-RIA, documentacin sobre la adjuracin de la Masonera de D. Antonio Lpez Botas. 1977 Sin catalogar.10 JONATHAN ALLEN: La Ruta del Monumento. Taller de Escultu-ras Riol S.L. Las Palmas de Gran Canaria, 2003.11 RAMREZ SNCHEZ, Manuel E: Biografas de cientfi cos canarios: Gregorio Chil y Naranjo (1831-1901), Ofi cina de Ciencia, Tecnolo-ga e Innovacin, Madrid, 2007.ALZOLA GONZLEZ, Jos Miguel, Doctor Gregorio Chil y Naranjo, fundador de El Museo Canario, Las Palmas de Gran Canaria, 1989.BOSCH MILLARES, Juan, Gregorio Chil y Naranjo. Su vida y su obra, Las Palmas de Gran Canaria, 1971.GARCA DEL ROSARIO, Cristbal, Dr. Chil y Naranjo: un canario reconocido como cientfi co universal, Telde (Gran canaria), 2001. CAMPOS ORAMAS, Javier,Entorno familiar del DR. Gregorio Chil y Naranjo, , Gua Histrico-Cultural de Telde (Gran Canaria), 13, (2002), pp. 9-22. MORN RUBIO, Ignacio: Hijos ilustres de Telde: Doctor Grego-rio Chil y Naranjo. Aproximacin biogrfi ca, Gua Comercial de la Ciudad de Telde, 4, (1990), pp. 45-46. 12 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Breve Historia de la Medicina en Telde, en Gua Histrico Cultural de Telde, 1991, n 5, p.31-35. 13 CHILL Y NARANJO, Gregorio: Estudios histricos, climatolgicos y patolgicos de las Islas Canarias. Primera parte. Historia. TomoI- III, Las Palmas de Gran Canaria, 1879-1891.14 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Juan de Len y Castillo, un hombre en busca de la modernidad. Gua Histrico-Cultural de Telde. 2000, n 11, p.52-54.GONZLEZ PADRN, Antonio Mara:Juan y Fernando de Len y Castillo, dos biografas en busca de la modernidad, en De Telde para el recuerdo(1985-2007), Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2007, pp. 519-530.HERNNDEZ GUTIRREZ, Sebastin A.: Biografas de Cientfi cos Canarios: Juan de Len y Castillo, Ofi cina de Ciencia, Tecnologa e Innovacin, Dykinson, Madrid, 2006. MARTN DEL CASTILLO, Juan Francisco: Ciencia y poltica en el

    De esa manera se guardaban las espaldas o simplemente era fi eles a los lugares y compaeros que les vieron nacer para la Regla.

    En el caso del eximio poeta Fernan-do Gonzlez Rodrguez, no podemos demostrar su fi lomasonera. No hemos encontrado documentacin alguna que nos aclare tal duda. Aqu cabe suponer que se dejara infl uenciar por su maestro como lo hizo en sus primeros versos. No obstante la continua persecucin a la que se vio sometido, tras la Guerra Civil de 1936-1939, poda tener ms fundamento en antiguos usos masnicos, que en ha-ber permanecido en zona republicana, ejerciendo ofi cio de propagandista du-rante la contienda.

    A manera de conclusin, debemos manifestar que el tema en cuestin no est del todo cerrado, ni mucho menos. Hemos aportado todo aquello de lo que tenemos sobrada constancia, pero las lneas de investigacin quedan abiertas, pues muchos son los nombres que pu-diramos, en un futuro, sumar a los aqu reseados.

    Sorprende sobremanera, la escasez de masones en la segunda ciudad de la isla de Gran Canaria, si la comparamos con la capital palmera, con muchsima menos poblacin. Tal vez la falta de profesiona-les liberales, el apego a la tradicin y el caciquismo fueron diques contenedores de la marea francomasona.

    Las ciudades con puerto de mar fue-ron proclives a la creacin de logias ma-snicas, a las que pertenecan agentes de aduanas, marinos mercantes, prcticos, etc.

    En Telde, que sepamos, nunca hubo sede ofi cial de logia alguna, lo ms, re-uniones de hermanos en las trasboticas o en bibliotecas particulares. Los masones teldenses acudan con cierta asiduidad a las establecidas en Las Palmas de Gran Canaria.

    Tras la contienda civil, y ms concre-tamente en los aos 50 y 60 del pasado siglo XX, algunos teldenses se acercaron a la Masonera a travs de logias masni-cas londinenses32.

    La sociedad teldense, hoy como ayer, se presenta como una obra surrealista, de la que slo se puede extraer su verda-dero signifi cado, si se posee las claves de su complicada urdimbre.

    Concluyamos defi nitivamente este trabajo con el dicho latino litera scripta manet, o lo que es lo mismo: la palabra escrita permanece33.

    Ahora s que, nunca mejor para de-cir: nec scire fase est omnia (no est per-mitido saber todo).

    Grupos de teldenses donde se encuentran muchos masones. Fotgrafo: Francisco Izquierdo. Foto original propiedad de Jos L. Prez Gonzlez.

    pensamiento de Juan de Len y Castillo, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria 1994.SUREZ FALCN, Jos: El puerto de la Luz y los hermanos Len y Castillo, Las Palmas de Gran Canaria, Tipografi a Alzola, 1952.15 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara:: Juan de Len y Castillo, un hombre en busca de la modernidad. Gua Histrico-Cultural de Telde. 2000, n 11, p.52-54.GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Juan y Fernando de Len y Castillo, dos biografas en busca de la modernidad, en De Telde para el recuerdo(1985-2007), Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 2007, pp. 519-530.HERNNDEZ GUTIRREZ, Sebastin A.: El entierro de Fernando de Len y Castillo, Anroart, Las Palmas de Gran Canaria, 2005.LEN y CASTILLO, Fernando: Mis Tiempos, (con introduccin, notas e ndice por Manuel Caballero Gonzlez), Cabildo de Gran Canaria, Madrid, 2006.16 MILLARES CANTERO, Agustn: Franchy y Roca y los federales en el Bienio Azaista, Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Ser-vicios de Publicaciones y Produ, 1997.17 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Breve historia de la me-dicina en Telde. Gua comercial de la ciudad de Telde. 1991, n 5, p.31-35. 18 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Breve historia de la me-dicina en Telde. Gua comercial de la ciudad de Telde. 1991, n 5, p.31-35. 19 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Banda de msica de Telde, La Aproximacin histrica, Gua Histrica - Cultural de Telde (Gran Canaria), 4, (1990).20 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Nuestras escuelas, nuestros maestros... (Recuerdos y ancdotas), Gua Comercial de la Ciudad de Telde, 6, (1993), pp. 17-26.21 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Antologa literaria de Hil-da Zudn. M.I. Ayuntamiento de la ciudad de Telde, Telde, 1999.22 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara:, Los Llanos de San Gregorio, Centro Comercial de la Ciudad de Telde, Gua Co-mercial de la Ciudad de Telde, 3, (1989).23 RAMREZ MUOZ, Manuel: El Cabildo grancanario bajo la presidencia de un poltico teldense: Miguel Alonso Jimnez, en Gua Histrica-Cultural de Telde, n 18 (noviembre 2007), pp. 91-96.24 Ibidem.25 Ibidem.GONZLEZ PADRN, Antonio M: Refl exiones de acontecimien-tos histricos teldenses: los Llanos de Telde aspir a ser muni-cipio independiente, Gua Histrico-Cultural de Telde. 1998, n 9, p.51-56.26 Archivo Documental de la Casa Museo Len y Castillo, Centro de Estudios de Historia Contempornea, Seccin: Poltica Canaria. Documento sin signar.27 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Antologa potica de Patricio Prez Moreno. M.I. Ayuntamiento de la ciudad de Telde, Telde, 1997.28 Datos obtenidos en conversacin con su hermano Antonio Gue-des Santos, 78 aos.29 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Antologa literaria del poeta y dramaturgo Montiano Placeres Torn, Anroart Ediciones. Las Palmas de Gran Canaria 2008.30 GONZLEZ PADRN, Antonio Mara: Antologa potica de Fernando Gonzlez Rodrguez. M.I. Ayuntamiento de la ciudad de Telde, Telde. 2001.31 VEGA YEDRA, Juan: El Sr. cnsul de Canarias en Mxico, C.E.S.C., 1984.Cuatro poetas de Telde, Taller de Prensa Los Picos, 1991.Dos banderas. 1923-1939 : perfi les tragicmicos de nuestra historia contempornea, C.E.S.C., 1993.Atlihuetzia : Cascada en nahuatl : un capitn tlaxcalteca del siglo XVI, Ayuntamiento de Telde, Telde 1997.32 Datos obtenidos a travs de varias entrevistas con D. Juan Mayor Martn, Alcalde de Telde durante la Repblica y cosechero expor-tador, contaba con 84 aos.33 Esta mxima latina como otras contenidas en el presenta artculo se extrajeron del libro El signifi cado de la noche, de Michael Cox, publicado por Plantea Internacional en 2007.

    Notas