Martinez, Ana Cecilia - Tapices de Esperanza, Hilos de Amor – El Movimiento de Las Arpilleras en...

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1/25 www.norastrejilevich.com/Materiales/Arpilleras.htm Lo que sigue es la traducción del inglés al español que llevó a cabo Ana Cecilia Martínez, estudiante graduada de Literatura Latinoamericana en San Diego State University, en 2004, de fragmentos del libro de Marjorie Agosín “Tapestries of Hope, Threads of Love – the Arpillera Movement in Chile 1974-1994”, University of New Mexico Press, 1996. Tapices de esperanza, hilos de amor – el movimiento de las arpilleras en Chile, 1974-1994 Agradecimientos Este libro representa casi dos décadas de pensar, escribir, y escuchar a las arpilleristas de Santiago de Chile que valientemente desafiaron a la dictadura de Augusto Pinochet. Me he reunido con estas mujeres desde los primeros años de la década de los ‘70. Me recibieron con mucho afecto en sus talleres, sus casas, y sus jardines. Escuché sus relatos de fortaleza y soledad, aprendí de su valentía y su dignidad en medio de tiempos horrorosos. Este libro no hubiera sido posible sin su candidez, su prudencia, y su gentileza. Quisiera agradecer especialmente a Winnie Lira, la coordinadora de los talleres de arpillera, por su ayuda y sus consejos. Le estoy sumamente agradecida a ella y a Marvin Home del New York Times, que escribió uno de los primeros artículos acerca de las arpilleras y me entrevistó en los ‘80, dando mayor visibilidad a su trabajo, y mayor seguridad a mi vida. También deseo agradecer a aquellos que brindaron sus consejos, ya que trabajaba en un tiempo de mucho conflicto político. A pesar de las amenazas que recibí tanto dentro y fuera de Chile, a pesar de las cartas intimidatorias contra mi trabajo, atravesé los años de la dictadura con mayor convicción y comprimiso con los derechos humanos. Agradezco a las arpilleristas de Santiago por convertirme en un ser humano más noble, un ser humano que sobrevivió más allá del miedo. Mis padres, quienes estaban en los Estados Unidos y tenían conciencia de los peligros que significaban tales emprendimientos, me apoyaron y se sintieron orgullosos del espíritu de su hija. Espero que este libro contribuya a la memoria y al espíritu de los jóvenes desaparecidos de Latinoamérica para que sus muertes no hayan ocurrido en vano, para que una futura generación de activistas siga su ejemplo con prudencia y pasión. Agradezco a Dana Asbury cuya visión, inspiración y dedicación a este proyecto transformaron a este libro en realidad. Un especial agradecimiento a los fotógrafos Emma Sepúlveda y Ted Polumbaum por su contribución a este proyecto, a mi amiga y traductora Celeste Cooperman, y a Patricia Rubio y Peter Winn por su cuidadosa lectura del manuscrito. Prefacio – por Isabel Allende La mayoría de las mujeres son tejedoras de historias natas, no sólo aquellas que tienen la buena suerte de ser publicadas, sino todas aquella que perpetúan la tradición oral— madres, abuelas, y bisabuelas que comparten sus secretos mientras remueven la sopa, siembran los campos, o remiendan redes de pesca. Registran las verdades de la historia, no las luchas por el poder o la vanidad de los emperadores, sino los dolores y las esperanzas de la vida cotidiana. Sin embargo, a veces hasta la tradición oral se ve amenazada cuando a un pueblo se le priva de su voz. Este fue el caso en Chile entre 1973 y 1989, durante la larga dictadura del General Pinochet, dictadura que siguió a los tres años de experimento socialista bajo el Presidente Salvador Allende. La dictadura militar utilizó el terror para gobernar. La censura, el toque de queda, el exilio, la cárcel, la tortura, y los desaparecidos—personas tomadas por las fuerzas policiales para nunca volver a ser vistos—llegó a ser un modo de vida para muchos chilenos. A un terrible precio social y político, los militares crearon un mercado capitalista pero fracasaron en equilibrarlo con derechos para los trabajadores. Lograron las condiciones para el crecimiento económico sobre las espaldas de los menos privilegiados que fueron Nora Strejilevich - Materiales - Las Arpilleras

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Tapices de Esperanza, Hilos de Amor – El Movimiento de Las Arpilleras en Chile, 1974-1994

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    Lo que sigue es la traduccin del ingls al espaol que llev a cabo Ana Cecilia Martnez,estudiante graduada de Literatura Latinoamericana en San Diego State University, en2004, de fragmentos del libro de Marjorie Agosn Tapestries of Hope, Threads of Love the Arpillera Movement in Chile 1974-1994, University of New Mexico Press, 1996.

    Tapices de esperanza, hilos de amor el movimiento de las arpilleras en Chile,1974-1994

    Agradecimientos

    Este libro representa casi dos dcadas de pensar, escribir, y escuchar a las arpilleristasde Santiago de Chile que valientemente desafiaron a la dictadura de Augusto Pinochet.Me he reunido con estas mujeres desde los primeros aos de la dcada de los 70. Merecibieron con mucho afecto en sus talleres, sus casas, y sus jardines. Escuch susrelatos de fortaleza y soledad, aprend de su valenta y su dignidad en medio de tiemposhorrorosos. Este libro no hubiera sido posible sin su candidez, su prudencia, y sugentileza. Quisiera agradecer especialmente a Winnie Lira, la coordinadora de los talleresde arpillera, por su ayuda y sus consejos. Le estoy sumamente agradecida a ella y aMarvin Home del New York Times, que escribi uno de los primeros artculos acerca de lasarpilleras y me entrevist en los 80, dando mayor visibilidad a su trabajo, y mayorseguridad a mi vida. Tambin deseo agradecer a aquellos que brindaron sus consejos, yaque trabajaba en un tiempo de mucho conflicto poltico. A pesar de las amenazas querecib tanto dentro y fuera de Chile, a pesar de las cartas intimidatorias contra mi trabajo,atraves los aos de la dictadura con mayor conviccin y comprimiso con los derechoshumanos. Agradezco a las arpilleristas de Santiago por convertirme en un ser humano msnoble, un ser humano que sobrevivi ms all del miedo.Mis padres, quienes estaban en los Estados Unidos y tenan conciencia de los peligros quesignificaban tales emprendimientos, me apoyaron y se sintieron orgullosos del espritu desu hija. Espero que este libro contribuya a la memoria y al espritu de los jvenesdesaparecidos de Latinoamrica para que sus muertes no hayan ocurrido en vano, paraque una futura generacin de activistas siga su ejemplo con prudencia y pasin.Agradezco a Dana Asbury cuya visin, inspiracin y dedicacin a este proyectotransformaron a este libro en realidad. Un especial agradecimiento a los fotgrafos EmmaSeplveda y Ted Polumbaum por su contribucin a este proyecto, a mi amiga y traductoraCeleste Cooperman, y a Patricia Rubio y Peter Winn por su cuidadosa lectura delmanuscrito.

    Prefacio por Isabel AllendeLa mayora de las mujeres son tejedoras de historias natas, no slo aquellas que tienen labuena suerte de ser publicadas, sino todas aquella que perpetan la tradicin oralmadres, abuelas, y bisabuelas que comparten sus secretos mientras remueven la sopa,siembran los campos, o remiendan redes de pesca. Registran las verdades de la historia,no las luchas por el poder o la vanidad de los emperadores, sino los dolores y lasesperanzas de la vida cotidiana. Sin embargo, a veces hasta la tradicin oral se veamenazada cuando a un pueblo se le priva de su voz. Este fue el caso en Chile entre1973 y 1989, durante la larga dictadura del General Pinochet, dictadura que sigui a lostres aos de experimento socialista bajo el Presidente Salvador Allende.La dictadura militar utiliz el terror para gobernar. La censura, el toque de queda, el exilio,

    la crcel, la tortura, y los desaparecidospersonas tomadas por las fuerzas policialespara nunca volver a ser vistoslleg a ser un modo de vida para muchos chilenos. A unterrible precio social y poltico, los militares crearon un mercado capitalista perofracasaron en equilibrarlo con derechos para los trabajadores. Lograron las condicionespara el crecimiento econmico sobre las espaldas de los menos privilegiados que fueron

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    para el crecimiento econmico sobre las espaldas de los menos privilegiados que fuerontratados como el sector desechable de la poblacin. En el nombre de la eficienciaeconmica, los generales se opusieron a la democracia por ser ideologa fornea y lareemplazaron con una doctrina de ley y orden: la ley del ms fuerte y el orden de loscuarteles. Las mujeres pobres en las villas miserias fueron las vctimas ms afectadas delnuevo rgimen. Miles de ellas se conviertieron en las nicas proveedoras en sus hogares,ya que sus maridos, padres e hijos desaparecieron o recorrieron el campo buscandotrabajos humildes. La represin destruy a sus familias, la pobreza absoluta las paraliz, yel miedo las conden al silencio. En estas rduas circunstancias, naci una forma originalde protesta: las arpilleras, pequeos trozos de tela unidos en costura como edredonesprimitivos. Cada uno de estos modestos tapices narraba algo acerca de la miseria y laopresin que las mujeres soportaron durante ese perodo. Con retazos de telas y costurassimples, las mujeres bordaron lo que no poda contarse con palabras, y as las arpillerasllegaron a ser poderosas formas de resistencia poltica. Como cuenta Marjorie Agosn eneste libro conmovedor, las arpilleras florecieron en medio de una nacin en silencio, ydesde los patios internos de las iglesias y barrios pobres, historias hechas de tela y lananarraron lo que estaba prohibido.Cuando coleccionistas en todas partes del mundo comenzaron a comprar y exhibir lasarpilleras, el gobierno militar calcul el alcance de la publicidad negativa y trat deprohibirlas, confiscarlas, y eventualmente reemplazarlas con tapices inofensivos,producidos y comercializados bajo la supervisin del gobierno. Hoy, las arpilleras originalesestn en museos y en manos de unos pocos individuos que las compraron antes quellegaran a ser obras de arte de coleccin. Gracias a Marjorie Agosn, que investig estetema durante muchos aos con la rigurosa disciplina de un acadmico y la sensibilidad deun artista y un exiliado poltico, podemos tener ahora una idea de lo que es esta forma dearte popular y las condiciones bajo las cuales fue creado. Ella nos ofrece un vistazo delas arpilleras y nos cuenta de las angustiantes prdidas y extraordinaria fuerza, dignidad yamor de las mujeres que las crearon. Agosn le da valor a las experiencias de esasvalientes mujeres, les da voz, y salva sus historias del olvido. Como aquellas mujeres ysus arpilleras, este libro es tan subversivo y desafiante como hermoso.

    Eplogo por Peter WinnEran das despus del plebiscito de octubre de 1988, en el cual los chilenos haban votadoen contra de la dictadura de Pinochet, despus de quince aos de dictadura. En unatarde primaveral en el Parque OHiggins de Santiago, el pueblo estaba celebrando suvictoria. Sin embargo, entre la alegre muchedumbre caminaba una mujer cuyo rostromostraba una pena sin respuesta que sostena un cartel con una foto de su hijodesaparecido y la pregunta: Dnde estn? Para ellay para las otras arpilleristaselfinal de la dictadura que dese y para lo cual trabaj, sera un triunfo vaco. La falta deatencin a su pena crecera con el tiempo, ya que los chilenos trataron de dejar atrs aly disfrutar del crecimiento econmico y la poltica democrtica del presente.La dcada de los 90 vera la restauracin de la democracia chilena y un gobierno decoalicin de centro-izquierda que inclua al Partido Socialista, partido que fue vctimaprincipal de las violaciones a los derechos humanos por parte de la dictadura. Pero lomejor que pudieron conseguir las arpilleristas de este gobierno fue la falta dereconocimiento que sus seres queridos estaban efectivamente muertos, desaparecidos yasesinados por agentes de la dictadura. Sus torturadores y asesinos permanecan sinnombre y sin castigo. Esta poltica de verdad y reconciliacin se qued corta en cuantoa la verdad y justicia que tanto haban exigido durante todos estos aos y queesperaban lograr de un gobierno democrtico. Esta verdad poltica intermedia era tanlimitada como la incipiente democracia chilena, y por ende, incapaz de ofrecer lareconciliacin tan anhelada.Pero fue emblemtico del desplazamiento de los hechos en Chile y las alianzas que se

    forjaron el que las insistentes exigencias de las arpilleristas por verdad y justicia llegarana ser polticamente inconvenientes, quizs hasta vistas como una amenaza a larestauracin democrtica en Chile. Esta democracia restaurada sigue siendo limitada,restringida por la constitucin autoritaria y decretos de Pinochet que sus opositoresaceptaron como el precio y los medios de la transicin poltica. Para sobrevivir, debemantener a las fuerzas armadas sin provocacin y en sus cuarteles. Los decretos de ladictadura incluyen la tristemente clebre auto-amnista por crmenes cometidos durantelos primeros cinco aos en el poder, crmenes contra ciudadanos chilenos como losfamiliares de las arpilleristas. En este contexto, los aliados de las arpilleristas las

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    familiares de las arpilleristas. En este contexto, los aliados de las arpilleristas lasabandonaron. Con un Demcrata Cristiano de presidente y una jerarqua eclesistica msconservadora, la Iglesia Catlica retir su apoyo. Como miembro de la coalicin degobierno, una alianza comprometida con la verdad y reconciliacin, el Partido Socialistase limit a dar un apoyo que era ms retrico que real.Esto hizo que las arpilleristas tuvieran que llevar a cabo una lucha cada vez ms solitariapor la verdad y justicia en un pas cuyos lderes polticos preferan olvidar lo que susarpilleras nos recuerdanun pasado que no puede ni olvidarse, ni perdonarse por aquellosque fueron sus vctimas hasta que no se les otorgue tanto la verdad como la justicia. Lasmujeres de las arpilleras se han encontrado cada vez ms aisladas y marginadas, ahora nopor la dictadura sino por los mismos lderes polticos que se beneficiaron de su lucha ydijeron haber apoyado esa lucha, pero que ahora desean disfrutar de la polticaparlamentaria que esa lucha ayud a reconquistar. Una vez ms, las arpilleristas sonvctimas, ahora no de los esfuerzos de la dictadura por revertir la historia, sino de losesfuerzos de la democracia restaurada por construir una historia oficial desinfectada einofensiva.Es una historia en la cual la era de Allende se ve como una poca de caos y error,justificando el golpe militar que los Demcratas Cristianos apoyaron en septiembre de1973. La dictadura de Pinochet que le sigui es visto como un perodo de avanceeconmico durante el cual el crecimiento actual y prosperidad de Chile estn basados (aun costo social y poltico lamentable que el actual gobierno de coalicin est intentandoremediar) en sus polticas neo-liberales. En esta historia oficial, la sabidura de la clasepoltica fue responsable por la transicin pacfica a la democracia, y a la democracianeo-liberal restaurada de los 90 se la interpreta como la materializacin de la luchapopular que exigi el fin de la dictadura.Pero la democracia restaurada de Chile no ha cumplido con las exigencias de paz yjusticia de las arpilleristas, quienes han llegado a formar parte de una lucha por lamemoria histrica chilena. No estn solas en este reto. En las villas miserias de Santiago,los talleres producen historias locales desde abajo que desafan a la historia oficial desdearriba. Este libro es parte de esa lucha por la memoria histricay alma poltica--de Chile.En Chile, la historia siempre ha constituido un terreno fragil, y el turbulento pasadoreciente no es ninguna excepcin. Al contrario, durante la era contempornea, las fuerzassociales y polticas han buscado reformar la visin del pasado de los chilenos para poderdar forma a su presente y moldear su futuro. Durante la poca de Allende, la izquierdapromovi la revisin de la historia chilena, mientras trataba de construir un futurosocialista. La derecha no solamente se opuso a estas perspectivas con sus propiasversiones ms tradicionales del pasado sino que tambin cuestion la legitimidad delproyecto de la izquierda, con cada vez mayor apoyo de los militares.Aun antes del golpe de 1973, las fuerzas armadas haban sealado que consideraban anti-patritico, hasta una traicin, el revisionismo histrico propuesto por la izquierda. Una vezen el poder, la dictadura de Pinochet impuso su versin de la historia chilena por medio dela fuerza y rdenes autoritarias, censurando perspectivas alternativas y quemando librosque desafiaban la interpretacin militar del pasado o del presente. Fue un revisionismo dela derecha autoritaria que denigr a partidos polticos y movimientos sociales rebajndolosa intereses, y exaltaron el rol de las fuerzas armadas como el nico representante de lanacin. Era una historia oficial que justific la violacin de los derechos humanos y lasuspensin de libertades civiles al prohibir los partidos polticos y las reuniones ydemostraciones polticas.Fue sta la historia oficial que las arpilleristas cuestionaron con su mera existencia y sus

    protestas y tapices. La desafiaron con sus historias que tejieron en sus arpilleras mientrasinventaban una nueva y revolucionaria forma de ser madre que los militares no supieroncmo manejar. Su valenta ayud a mantener viva la resistencia en Chile despus delgolpe, sembrando las semillas de las protestas sociales que explotaron en los 80,cuestionando la estabilidad y el futuro de la dictadura. Como consecuencia de estasprotestas masivas, los partidos polticos de la oposicin renacieron y Washington presiona Pinochet por aceptar el proceso electoral que culmin en su derrota en el plebiscito de1988, y su expulsin en 1990.Pero, debido a que los esfuerzos por imponer una historia oficial no se acabaron con ladictadudra, este libro, con sus testimonios autobiogrficos e imgenes indelebles, retieneuna importancia poltica y moral, adems de un significado artstico e histrico. Es lahistoria oficial de Chile contempornea lo que cuestiona este libro con sus palabras y susimgenes, ya que, si la censura es una forma de violencia, tambin lo es el olvido, y las

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    imgenes, ya que, si la censura es una forma de violencia, tambin lo es el olvido, y lasarpilleristas han sido vctimas de ambas...Es verano en el Hemisferio Sur. El aire es transparente y fragante. Pareciera que el dulcearoma de duraznos frescos, sandas jugosas y hojas frescas de albaca y boldo hubierapermeado las ciudades. Las familias se renen durante esta alegre poca del ao. Es latemporada de reuniones y alianzas familiares, de plazas colmadas de nios y globos multi-colores.Es verano en mi ciudad, Santiago de Chile. He regresado una vez ms este diciembre de1993 a mi tierra natal. A las parejas les gusta besarse en los parques, reafirmando la viday su fe en el amor, mientras las amas de casa hacen los preparativos para las fiestastradicionales de fin de ao. Sin embargo, para un grupo en particular de mujeres, lasfestividades las hacen sentirse an ms solas y alienadas por las historias familiarestruncadas, sillas vacas, y lugares en la mesa que slo sirven como afirmacin de unaausencia. Estas mujeres son parte del legado de la dictadura chilena bajo el gobiernoautoritario del General Augusto Pinochet (1973-89). Son las madres, esposas, hermanas ehijas de prisioneros polticos desaparecidos de quienes ni siquiera queda una huella, aunen tiempos democrticos. A pesar de que los desaparecidos continan ocupandoobsesivamente las vidas de sus familias, sus identidades se han esfumado de la memoriacolectiva del pas.Para los familiares de los desaparecidos, la vida permanece inmvil. Viven en las sombrasde un tiempo paralizado. Son la conciencia de una nacin que lucha entre memoria yolvido, reconciliacin poltica y justicia para los vivos y los muertos. Para estas mujeres,no hay fiestas ni ropa especial, slo la pena de una vida cotidiana colmada de la memoriapersonal e ntima de los desaparecidos.Este libro narra la historia de mujeres comunes que vivieron aterrorizadas y en extremapobreza y que se atrevieron a poner en evidencia la maldad clandestina del gobiernomilitar. Esta es una historia de hilos mgicos creados por un grupo de mujeres chilenasque desafiaron a la dictadura militar bordando su pena en retazos de telas y elaborandomediante su artesana una de las formas ms audaces de protesta popular en AmricaLatina. Estas mujeres mostraron su dolor al pblico y se convirtieron en activistas pornecesidad mientras buscaban a sus seres queridos en lugares pblicos como crceles,morgues, y los tribunales de justicia que eran controlados por la dictadura. El resultadofue la creacin de una de las formas ms originales de protesta popular en Latinoamricalas arpillerastapices hechos de trozos de tela que narran, a travs de la tela misma, lavida bajo la dictadura de Pinochet. Para entender la emergencia del movimiento de lasarpilleras, es importante reflexionar sobre la historia moderna de la poltica chilena.

    Chile, 1973 1987Chile, un pas aislado y remoto situado entre la cordillera de los Andes y el OcanoPacfico que, desde que logr independizarse en 1817, haba sido caracterizado como unademocracia occidental ejemplar. Un espritu legalista y cvico dominaba nuestras vidas.Refugiados por la geografa de nuestro pas, nos sentimos seguros como nacin. Entrenuestros hroes culturales se encontraban dos poetas que haban ganado el PremioNobel: Gabriela Mistral y Pablo Neruda, cuyos versos todos recitbamos en voz alta. La

    poesa poda llenar estadios. Nunca nos imaginamos que en un futuro no muy distanteestos mismos estadios estaran llenos de prisioneros polticos, vctimas de tortura,incluyendo msicos como Victor Jara que compuso sus ltimos versos como preso con losojos vendados en el Estadio Nacional, cuyas ltimas palabras fueron Qu difcil es cantarcuando debo cantar del horror.El gobierno socialista de Salvador Allende triunf en 1970 por un pequeo margen devotos (36 por ciento). Las calles en ciudades grandes y chicas se llenaron de estudiantesy sindicalistas, produciendo una euforia contagiosa entre sus partidarios. Salvador Allendeinvoc la posibilidad de una nueva era en la historia de nuestro pas, un socialismo, estilochileno con empanadas y vino tinto, un socialismo basado en la paz y en la democracia.Algunos de sus objetivos mayores eran proveer un litro de leche por da para todos losnios chilenos y reformas importantes en el sistema de salud de la nacin.Sin embargo, para una gran mayora de la poblacin, el triunfo de Salvador Allendepresentaba una amenaza econmica y poltica a la sociedad chilena tradicional. La muyarraigada oligarqua inmediatamente comenz a disear estrategias que resultaran en elderrocamiento del gobierno socialista. Recuerdo hoteles en el centro de Santiago llenosde periodistas extranjeros que queran llegar a ser parte de un perodo inusual en la

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    de periodistas extranjeros que queran llegar a ser parte de un perodo inusual en lahistoria de Amrica Latina. Lentamente, el gobierno de Allende comenz a deteriorarse, aparalizarse en un estado catico sin poder articular sus planes nacionales como, porejemplo, en el caso de la escasez de alimentos y otros insumos bsicos.Ha sido bien documentado que la severa escasez de alimentos y otras necesidades queocurrieron durante los aos de Allende se deba a dos causas principales: elacaparamiento por parte de los afluentes (plan auspiciado por la CIA), y las huelgas delos trabajadores de transporte. Sumado al caos econmico, hubo una cada en el preciodel cobre, huelgas de mineros, y un intento de la administracin de Richard Nixon dedesestabilizar el gobierno de Allende. Queda claro que su presidencia no iba a tener laoportunidad de sobrevivir.Las pocas mujeres que estaban libres y tenan el tiempo de llegar a ocuparse de poltica,y a las que se les pidi que militaran polticamente, fueron las mujeres de las clases mediay alta que vivan en los suburbios. A pesar de haber sido apolticas y muchas de ellashasta consideraban mal visto el que mujeres se ocuparan de poltica, ellas, junto a susmucamas, estaban envueltas en un clima poltico controlado por los opositores delgobierno de Allende. Las mujeres abandonaron sus roles pasivos y salieron a las calles amarchar y exigir el cambio. Algunas de ellas hicieron contactos con mujeres pobres,esposas de huelguistas en particular, y las convencieron a trabajar contra Allende.Hacia fines de 1971, las mujeres de los barrios de clase alta iniciaron una accin efectivay coordinada: organizaron las famosas marchas de las ollas vacas para protestar laescasez de vveres que sin duda exista en ese tiempo. Las mujeres eligieron como smboloun objeto del hogar, del universo tradicionalmente femenino, aunque algunas de ellasjams haba siquiera cocinado. Paradjicamente, no se estaban muriendo de hambre comolas mujeres de las villas miseria de Santiago quienes, a finales de la dcada del 70 dieronsonido al hambre con el golpe de sus ollas.Uno puede solamente especular acerca de qu hubiera pasado si Allende hubiera sabidoreunir grandes nmeros de mujeres en el proceso poltico. Una vez que vimos marchar alas mujeres chilenas, dijo Michelle Mattelart, supimos que los das de Allende estabanmarcados. Un comentario similar hizo un miembro de las fuerzas armadas brasileas quehaban usado a las mujeres para desestabilizar el gobierno izquierdista de Joo Goulart en1964: Enseamos a los chilenos cmo usar a sus mujeres contra los marxistas. Lasmujeres constituyen el arma poltica ms eficiente; tienen tiempo, son capaces de granemocin y se mobilizan rpidamente. Por ejemplo, si quieres hacer correr el rumor que elPresidente bebe demasiado o que tiene serios problemas de salud, usa a las mujeres Alda siguiente el rumor estar por todo el pas.Esta cnica forma de manipulacin a las mujeres por parte de la derecha ayud a poner aPinochet en el poder. El da despus del golpe, Pinochet agradeci pblicamente yespecficamente a las mujeres por su ayuda en la batalla por la democracia. La mismaretrica se us durante su dictadura: las mujeres son los pilares que sostienen lareconstruccin del pas. Irnicamente, sin embargo, cuando las mujeres eran vistas

    como opositoras a la junta, fueron detenidas, violadas, torturadas y desaparecidas.En su escalofriante libro Miedo en Chile, Patricia Politzer incluye una entrevista a unamujer de nombre Raquel, acrrima defensora de Pinochet. Ella describe sus sentimientosde esta manera: l (Pinochet) y la Seora Luca son muy buenas personas, las mssencillas del mundo. La primera vez que lo vi fue cuando visit el pueblo de Zajn de laAguada. Las mujeres lo adoraban, le besaban las manos, estaban muy felices yagradecidas. Nunca dud de l siquiera un momento. Zajn de la Aguada es un pueblosatlite marginal al norte de Santiago que se puede caracterizar como una zona muymodesta de clase trabajadora. Tiene viviendas estatales, agua corriente, y electricidad.No es de ninguna manera uno de los pueblos marginales ms pobres, y ah se encontrmuy poca oposicin a Pinochet.Es notable la comparacin de lo dicho por Raquel con el comentario de Moy de Toha,esposa de Jos Toha, el ministro de defensa de Allende, a quien se encontrmisteriosamente muerto en su celda en Santiago poco tiempo despus de su traslado dela Isla de Dawson. La Isla de Dawson est ubicada cerca del 53 paralelo sur, justo al estede la isla principal de Tierra del Fuego, y fue uno de los lugares remotos que us la juntacomo sitio de exilio interno donde se edificaron campos de concentracin para albergar aprisioneros polticos. Al poco tiempo despus del golpe, Moy de Toha mantena unarelacin cordial con Pinochet, pero despus que su esposo fuera detenido y enviado alexilio, su posicin cambi. Al describir lo que era vivir bajo un rgimen militar, dijo:Empec a sentir que estbamos en manos de carniceros irracionales cuyo

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    Empec a sentir que estbamos en manos de carniceros irracionales cuyocomportamiento no se poda prever, calcular ni controlar Para los militares, las mujeressomos seres de segunda categora, delicadas y frgiles, que debemos ser tratadassiempre como damas.Estos dos testimonios que muestran dos actitudes opuestas de mujeres hacia Pinochet ylos militares iluminan la complejidad del rol de las mujeres en la poltica chilena. Esrevelador el que muchas mujeres educadas de la clase alta apoyaron al gobiernosocialista, muchas mujeres pobres de las villas miserias y barrios marginales apoyaron alrgimen fascista. Aunque es difcil generalizar, la mayora de las mujeres de las villasmiseria creyeron en Allende.

    La Era Militar 1973-1989: Al borde del terrorMs que destruir el gobierno popular de Salvador Allende, el golpe permiti a los chilenospresenciar el colapso de una sociedad que crea invencible a su gobierno constitucional,una sociedad sumergida en la legalidad y el respeto por las leyes civiles. Los primerosaos de la dictadura militar chilena y el toque de queda, en particular, crearon un climafantasmagrico en las ciudades. Haba una atmsfera de quietud y desolacin. Las plazasestaban vacas, los patios sin la risa de los nios. El aire estaba cargado de miedo; unopoda sentir la noche y los autos patrulleros circulando por las calles que dejaron depertenecer al pueblo. Las plazas habitadas por gente serena, gente mayor leyendo eldiario y nios jugando pasaron a ser escenas de un pasado remoto. La sociedad chilenalentamente empez a hundirse en el miedo y el silencio. Toda conversacin con undesconocido era potencialmente sospechosa, y cualquier denuncia contra el gobiernomilitar poda llegar a ser fatal. Cada chofer de taxi era un posible espa de la temida policasecreta. La ciudad pareca abandonada, los ruidos y gestos de vida robados a susciudadanos. Poco a poco, nos convertimos en una nacin de extraos.Las acciones de las fuerzas armadas despus del golpe no resultaron en la deseadatranquilidad y orden que intentaban mantener. La junta declar un estado de emergenciaen todo el pas, arbitrariamente viol los derechos de sus ciudadanos a travs dedetenciones ilegtimas y clandestinas, destruy a todos los partidos polticos y sindicatos,y amenaz de muerte a cualquier persona sospechada de ser subversiva. Recuerdo que elaspecto ms impactante y doloroso de los primeros aos de la dictadura fue la sensacinde vaco, un silencio quieto y derrotado que nos arrancaba la posibilidad de vivir y rernos.Los desafos iniciales del joven gobierno socialista haban sido reemplazados por un estadoautoritario. Los muros de la ciudad, alguna vez pintados con murales que contenanmensajes sociales, yacan mudos y blancos. El archiplago chileno, alabado por su bellezageogrfica, se haba convertido en un sitio silencioso e inhspito para disidentes exiliados.

    Nombres como Dawson, cerca de la Antrtida, y Pisagua, una mina de nitrato abandonadaen el desierto norteo donde la dictadura tena muchos prisioneros polticos, llegaron a sersinnimos de terror. La vida cotidiana estaba destruida. ramos ciudadanos viviendo enuna interna y remota isla del miedo.

    La Repuesta de la Iglesia CatlicaEn octubre de 1973, como sugerencia de y bajo los auspicios del Cardenal Ral SilvaHenriquez, se reunieron varios grupos ecumnicos con el propsito de crear unaorganizacin que tuviera como principal objetivo la proteccin de los derechos humanosque estaban siendo tan flagrantemente violados por la junta militar chilena. Lascontribuciones de los participantes en el Movimiento de Liberacin Teolgica de la IglesiaCatlica ayudaron a construir los cimientos de muchas organizaciones de base a lo largodel pas tambin.Durante la ltima mitad de septiembre y octubre de 1973, unas 7.000 personas fuerondetenidas por la junta, y fue recin para fines de diciembre de ese mismo ao que seform finalmente un comit para investigar el destino de aquellos que haban sidodetenidos y an desaparecidos. Durante este tiempo, sus familias no haban logradoninguna respuesta en cuanto a su paradero. Era prctica comn de los militares detenerpersonas y hacerlas desaparecer. Hasta la fecha, no se sabe nada sobre la mayora deesas personas. El Comit Pro Paz fue creado por un grupo ecumnico de lderes religiososen 1974 con el objetivo inmediato de brindar apoyo a aquellos cuyos derechos humanoshaban sido violados. Jams se les ocurri a las personas involucradas en la formacin delcomit que llegara a ser el refugio ms importante para la proteccin a la integridad y lavida de los perseguidos en la Chile de Pinochet.Una de las preocupaciones mayores del comit fue esclarecer la situacin de los

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    Una de las preocupaciones mayores del comit fue esclarecer la situacin de losdetenidos-desaparecidos. Para tratar el problema ms urgente, el comit reclut a ungrupo de abogados para hacerse cargo de las investigaciones legales. La mayora de losabogados trabaj en forma ad honorem al representar a las familias afectadas. Adems, elcomit comenz a establecer ollas populares en comunidades especialmente afectadaspor el desempleo y las desapariciones. En algunos barrios la poblacin masculina habasido decimada, y con frecuencia aquellos hombres que an estaban libres no podantrabajar. La crisis econmica era tan extrema que a veces los hombres que s tenanempleo no podan salir a trabajar por no tener ropa, zapatos, o anteojos. Pro-Paz inici lacolecta de ropa y otros artculos de necesidades bsicas que eran distribuidos endistintos centros. Los anteojos eran de especial importancia para las mujeres, muchas delas cuales se convirtieron de la noche a la maana en jefas de hogar.Muchas de estas mujeres se volcaron a la costura para ganar dinero. La mayora eranamas de casa y vivan en villas miserias. Algunas lavaban ropa o se ocupaban de otrostrabajos marginales para ganar un poquito de dinero; muchas nunca haban trabajadofuera del hogar. Las mujeres llegaron a conocerse en la medida en que acudan a lascrceles, comisaras y centros de detencin para investigar el paradero de sus familiaresque haban sido detenidos. Tambin se encontraban en lugares donde iban a pedirasistencia porque sus esposos no tenan trabajo. Fue a travs de las mujeres que sehundieron en la pobreza que el Comit Pro-Paz y la Iglesia Catlica se enteraron de lamagnitud y severidad de la represin en Chile. Fue tambin a travs de los testimoniosbrindados al comit por los familiares de desaparecidos que la Iglesia Catlica pudorecopilar las primeras estadsticas sobre los desaparecidos.Hacia fines de septiembre de 1973, pocas semanas despus del golpe, el comit habarecibido noticia de 3.000 desapariciones. Un promedio de 400 personas por mes fuerondetenidas en los primeros meses despus del golpe. Amnista Internacional calcul quehasta 90.000 personas haban desaparecido en Latinoamrica bajo varias dictaduras enlos veinte aos anteriores.Despus de dos aos, el Comit Pro-Paz dej de funcionar por orden de la junta. A raz dechoques polticos con los militares, Augusto Pinochet orden su disolucin. El CardenalRal Silva Henriquez, Arzobispo de Santiago, inmediatamente form una nueva institucinbajo el auspicio exclusivo de la Iglesia Catlica llamada el Vicariato de Solidaridad. Estolleg a ser un refugio para aquellos que buscaban libertad poltica y fue la nica

    organizacin del pas que denunci las violaciones a los derechos humanos por parte delgobierno militar. Esta organizacin no pudo ser desmantelada porque funcionabaenteramente dentro de las estrictas leyes ecumnicas de la Iglesia Catlica de Roma y laoficina del Arzobispo.El Vicariato de Solidaridad estableci 20 oficinas regionales en distintas zonas del pas queempezaron a ofrecer ayuda legal, asistencia de salud y oportunidades de trabajo aaquellos que se haban convertido en indigentes a raz de la crisis causada por el golpe.Ms de 700.000 personas fueron asistidas en los primeros meses. El Vicariato deSolidaridad estaba comprometido en ofrecer trabajo para los indigentes a un sueldomnimo. Organiz talleres de artesana en Santiago y estableci otros tipos de talleres a lolargo del pas. La Isla de Dawson lleg a ser conocida por artculos artesanales en cobre yhueso hechos por los prisioneros polticos.Durante los turbulentos aos del rgimen de Pinochet, mujeres de diversos medios,incapaces de trabajar dentro o fuera de un sistema que se negaba a reconocerlas comofuerza poltica viable, tuvieron que crear una red poltica que sobrevivira y funcionaradentro de un sistema que slo les permita ser madres y amas de casa. Al decidir usar lacondicin misma de amas de casa y madres como principal arma poltica, escondieron apersonas que sufran persecucin, y colocaban mensajes secretos dentro de paneshorneados por ellas que avisaban a sus familiares de sus paraderos. Dentro de estecontexto social naci una forma de arte que no ha sido igualada en el arte popularlatinoamericano, un arte nacido de la adversidad y la vida cotidiana, un arte que desafial fascismo: la arpillera. En ingls significa burlap, tela rstica que se utiliza paraembolsar; en espaol ha llegado a significar la tela de la resistencia.Especialistas en ciencias sociales e historiadores han sealado que los aos de ladictadura ofrecieron a las mujeres una forma alternativa de poder poltico. La dictaduramilitar deslegitimiz a las mujeres de las clases trabajadoras y tambin a mujeresprofesionales que disentan con el rgimen. Curiosamente, el perodo ms difcil entrminos polticos fue tambin una poca en la cual fue posible crear nuevas estrategias yespacios alternativos que permitieron una forma poca ortodoxa de involucrarse

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    espacios alternativos que permitieron una forma poca ortodoxa de involucrarsepolticamente y repensar la difcil posicin de las mujeres, los derechos humanos, y elautoritarismo en general. Las arpilleristas se organizaron, primero como madres y esposasde los desaparecidos, y despus como ciudadanas polticas. Siguieron sin pertenecer apartidos polticos; muchas de ellas se ocupaban de sus funciones dentro de un mundodomstico confinado, lo cual significaba que su existencia cotidiana giraba en torno alhogar, la escuela, y la iglesia.La dictadura militar oblig a esas mujeres a enfrentarse con la vida pblica, a hacervisibles su dolor y su pena. No solamente crearon tapices sino que tambin iniciaronprotestas callejeras, consiguiendo a travs de su propia iniciativa un poder que hastaentonces les haba sido negado. Tales actividades nacieron como respuesta a lamaternidad usurpada. Las arpilleristas estaban unidas en una alianza de hermandad quetrat de oponerse al poder autoritario masculino, a la opresin y la explotacin. A travsde objetos cosidos por manos de amor, las arpilleristas dieron una nueva dimensin a lavida poltica.Los primeros talleres de arpillera fueron formados en marzo de 1974 como parte de lostalleres de artesana bajo el auspicio del Vicariato. En los momentos ms crticos, unas 14mujeres llegaron al Vicariato. No saban qu hacer para aplacar la pena, para remediar lacrisis econmica, y para alimentar a los nios que estaban sin padres. Antes, ya sehaban visto y haban conversado en momentos de bsquedas personales y colectivas desus familiares desaparecidos. Ahora, se reunieron en grupo, temerosas y por primera vez,en un patio interno del Vicariato, lejos de los oscuros pasillos de la muerte. Una oficial dela iglesia, Valentina Bonne, dio a las mujeres retazos de ropa y ellas, ya conocedoras delarte de la costura, hicieron espontneamente los primeros tapices, o arpilleras.Comenzaron a contar sus historias en pedazos de tela. Haba nacido un nuevomovimiento, haba sido revelado un hilo mgico.

    Los Hilos de la EsperanzaLas arpilleras nacieron en un perodo desolado y opaco de la cultura chilena, cuando los

    ciudadanos hablaban en voz baja, cuando la escritura estaba censurada y habandesaparecido los partidos polticos. Sin embargo, las arpilleras prosperaron en el seno deuna nacin enmudecida, y desde patios internos en las iglesias y los barrios pobres, lashistorias hechas de tela y lana narraban lo que estaba prohibido. Las arpillerasrepresentaban las nicas voces de disenso que existan en una sociedad obligada alsilencio. La severa dictadura militar que insista en la domesticidad y pasividad fuedesarmada y amordazada por las arpilleristas quienes, a travs de un antiguo artefemenino pusieron de relieve la brutal experiencia del fascismo con hilo y aguja.Aunque no contegan palabras, las poderosas y explcitas imgenes de las arpillerasdescriben eventos emblemticos en la vida de la nacin. Estas arpilleras, hechas pormanos llenas de amor alguna vez paralizadas por la desolacin y el desmembramiento desus familias, crean la belleza y dan una dimensin humana a la violencia. Vidas destruidasse recomponen luminosamente sobre las telas rsticas.En manos de las mujeres que crean las arpilleras encontramos historias de prdida,negacin de un futuro, momentos felices, nietos y amor familiar robados. Las mujeresestn unidas en su dolor, por la ausencia de sus seres queridos, y tambin por labsqueda incesante de sus familiares desaparecidos y las respuestas siempre vacas.Muchas cuentan, tanto en sus conversaciones como en sus arpilleras, que cuandobuscaban a sus hijos en los centros de detencin siempre fueron recibidas con hostilidad,pero lo peor de todo es que se les negaba la existencia de la persona a quien buscaban.Solas en la oscuridad de sus hogares humildes, las arpilleristas se convirtieron en mujeresaun ms determinadas. Con sus manos formaban crnicas del pasado y exigan un futuromejor. La arpillerista hablaba con su corazn mientras acomodaba la tela de su tristeza.Bordaba sus emociones en la tela. Contaba su historia mientras cosa, y cada puntadanos acercaba ms a su vida. Ilustraba su casa con colores y flores, una casa llena deausencia y memorias. Otras crearon rboles cados para simbolizar sus vidas de hogaresdestrozados y enormes ventanas que miraban hacia afuera como si creyeran que algnda los desaparecidos volveran a casa, tocaran el timbre, y las besaran. Las mujeressiempre hacan arpilleras en los aniversarios de los secuestros para conmemorar las vidasde los que seres perdidos. Sus arpilleras nos tocan porque el lenguaje inscrito en la telaes el lenguaje del amor, un lenguaje de poesa y color en una sociedad inmersa en elsilencio y la oscuridad.

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    Hilos de Amor: Los Talleres de ArpillerasDurante muchos aos visit los talleres en Santiago y pregunt a las mujeres por quhacan arpilleras con tanta tenacidad. Las voces se mezclaban en su deseo de compartirsus historias. Estamos aqu para denunciar lo que nos pas y poner nuestra angustiadentro de las arpilleras para que otros se enteren. Nuestro primer motivo fue usar nuestroterrible dolor para contar de nuestras vidas devastadas. Irma Muller, una de lasfundadoras del primer taller de arpillera, dijo que su primera arpillera explicaba sussentimientos. Mostr una casa destruida, un edificio destruido, un hogar quebrado comoha sido el mo desde que desaparecieron mi hijo y mi nuera, dijo. Y es verdad que suarpillera, hecha de trozos, pequeos retazos, cuenta una historia que sobrevivir a laprdida y el olvido. Violeta Morales, una de las mayores del taller y hermana de undesaparecido, dijo, Hice mi arpillera porque tengo un doble crimen que denunciar: elsecuestro de mi hijo y el de mi hermano. Me un al taller para seguir luchando y para quela verdad pueda conocerse porque mis heridas siguen abiertas.En la medida en que nos conocamos ms, las mujeres hablaron ms abiertamente de sugran dolor, la agona fsica que sentan concretamente., y de su intensa necesidad devolver a vivir, de recobrar una vida genuina, verdadera, de descubrir la verdad de suspropias vidas adems de la de los desaparecidos. La palabra vida estaba siempre en suspalabras; constantemente expresaban su deseo de dar vida por vida, la esperanza deencontrarlos con vida. Ms que nada, su anhelo, su deseo de una vida simple, comn,normal emerga en las arpilleras en representaciones de sus hijos desaparecidos jugandocuando eran nios, corriendo libremente por el campo abierto como lo hacen los nios detodas partes. A la vez, a las mujeres de estos dos talleres las motivaba la necesidad dedenunciar a los culpables de los crmenes cometidos contra sus seres queridos. Cualquiera

    que vea sus arpilleras se sentir conmovido por su poderosa elocuencia.La bsqueda de los seres queridos va de la mano con la bsqueda de materiales y colorespara hacer las arpilleras. Los largos aos de espera y de hacer arpilleras se ha convertidoen un modo de vida para muchas de estas mujeres. Las arpilleras representan un dilogoconstante con los desaparecidos: la relacin de las mujeres con sus creaciones ha llegadoa ser un hijo que conecta a los muertos con los vivos.Los talleres de arpilleras estn diseminados en los stanos de las iglesias en distintosbarrios de las villas miserias de Santiago. Ir al Vicariato es un ritual cotidiano, como laincesante conversacin acerca de sus hijos desaparecidos, hablando de ellos como siestuviesen presentes. Recuerdo una noche de invierno cuando Marisol y yo estbamostomando un caf en Santiago, y me dijo, Estoy muy apurada en estos das tejiendomedias de lana para Miguel; no puede pasar el invierno sin medias de lana. Para eseentonces, Miguel haba estado desaparecido doce aos. Ninguna de las mujeres a quienconoc en la asociacin ha encontrado a sus familiares. Festejos de cumpleaos secelebran con regularidad para los hijos desaparecidos. Se invita a todo el barrio acompartir la ocasin, como si los desaparecidos estuvieran presentes.Ins dice que nunca ha podido completar una sola arpillera porque su dolor es demasiadofuerte. No sabe por qu, dice, pero no puede. Las otras tratan de alentarla, apoyarla. Ledicen, No te preocupes, aqu todas somos familia. Lo podemos resolver trabajandojuntas. Cada taller es una familia y reemplaza, en gran parte, a la familia que se perdicuando desaparecieron sus miembros. Tambin hay algunas familias que nuncadenunciaron la desaparicin de sus hijos.Al escuchar hablar a las mujeres, especialmente aquellas de la Asociacin de Detenidos-Desaparecidos, un tema se repeta con particular insistencia, y era la historia delsecuestro de sus seres queridos. Los detalles eran contados repetidas veces,obsesivamente. Nunca conoc a una arpillerista que no me haya contado esos momentosms de una vez. Cada una me cont cmo y dnde su hijo o familiar fue detenido, y de suincesante bsqueda por encontrarlo. Cada bsqueda era idntica. Todas comenzaron envarios centros de detencin y tortura como Tres lamos, Villa Grimaldi, Londres 38.Mientras las mujeres estaban sentadas cosiendo, relataban en las telas los detalles de suinterminable andar. Las respuestas que reciban en las prisiones siempre eran las mismas:Su hijo no est aqu. Nos avisaron hace unos das que se fue del pas. O, Su esposo ladej por otra mujer. Hasta la fecha, nada se sabe de las aproximadamente 10.000personas que desaparecieron en Chile desde el golpe de 1973, pero para las arpilleristas,la bsqueda forma parte de su vida cotidiana tanto como su trabajo en las arpilleras...En la Chile democrtica en 1991, el descubrimiento de las fosas comunes ha revelado que

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    En la Chile democrtica en 1991, el descubrimiento de las fosas comunes ha revelado quelos desaparecidos sufrieron muertes brutales. Las familias buscan a sus seres queridos ydesean enterrarlos y colocar flores sobre sus tumbas. Las arpilleras recientes ilustran labsqueda constante de sus muertos...Una vez escrib a las mujeres pidindoles que describan la participacin de sus esposos enlos talleres y actividades relacionadas a los talleres durante los aos que siguieron algolpe. Una respondi, No participan en nada; estn completamente desmoralizados.Nunca van a las protestas. Otra explic, Es mejor no llevarlos a las protestas. Para qullevarlos si pueden ser enviados al exilio, o ser detenidos, o asesinados? Otrasexpresaban mucha ternura en sus respuestas: Cuando estoy apurada por terminar unaarpillera, todos en la casa me ayudan, hasta mi esposo cuando lo agarro de buen nimo.Y otra dijo, Nos ayudan a hacer las cabezas de las muecases muy fcilo se quedancon los chicos cuando venimos a los talleres.A pesar de haber comenzado a participar en la vida pblica durante el gobierno deAllende, su auge fue durante la dictadura. Debido a mltiples factores, se les atribuy unrol de prominencia casi por omisin. Un gran factor fue que la junta, con su extremaactitud machista, se sinti ms amenazada por los hombres. Por lo tanto, los hombreseran los blancos principales de arrestos, tortura y desaparicin. La junta, no importa quhacan las mujeres, no podan permitirse valorar el trabajo que ellas llevaban a caboporque sera darles demasiado importancia; sera tomarlas en serio. Si un hombre

    participaba de una protesta pblica contra el rgimen, la junta lo tomaba como un desafoa su autoridad que deba ser rebatido con la fuerza necesaria.Las mujeres reconocan la posicin precaria de sus maridos; reconocan el privilegio de suspropias posiciones bajo el rgimen, por ser mujeres, y aprendieron a aprovecharseastutamente de ese privilegio. No solamente denunciaron el poder de Pinochet en susarpilleras, sino tambin en las calles. Participaron en todo tipo de demostraciones contrala dictadura. La mayora de las veces eran las mujeres las que insistan en que loshombres deban quedarse en casa para evitar los arrestos, el exilio, o la tortura. Por sermujeres, se sentan ms seguras; protegan a los esposos y a los hijos, generabaningresos para sostener a la familia, y marchaban todos los jueves al edificio de la CorteSuprema portando fotos de sus desaparecidos sobre sus pechos, igual a lo que las Madresde Plaza de Mayo hacan y siguen haciendo hasta el da de hoy en Buenos Aires...Todas las mujeres con quienes habl haban participado en huelgas de hambre y se habanencadenado a cercas en lugares estratgicos en el centro de Santiago, como ser la CorteSuprema, la puerta de la casa de Pinochet, y la antigua Casa de Gobierno. Muchas de susdemostraciones interrumpan el trnsito y el normal fluir de la vida en la capital; suestrategia era llamar la atencin a la prctica de tortura y desaparicin por parte de lajunta, y el objetivo era obligar al rgimen a decir la verdad sobre el destino de losmiembros desaparecidos de sus familias. Otra vez pregunt, Qu les da fuerza paracontinuar? Qu hacen para no vacilar? Qu les impulsa a comprometerse? Respondan,Todava esperamos encontrar a nuestros seres queridos, si no vivos, por lo menosconocer la verdad de lo que les pas y recuperar sus huesos si es posible. A pesar detodo, sentimos que todava estn vivos. Sentimos que sus espritus estn en todaspartes. Delfina interrumpi y dijo, Yo creo que mi hijo est muerto, pero vive en lamemoria de los dems, en todos los jvenes. Eso me mantiene viva y activa. Todo lodems es secundario.

    Funcionamiento, Entrenamiento y Personal de los Talleres, 1974-1991Los talleres fijaban una fecha una vez por mes para entregar las arpilleras terminadas. Latesorera elegida por el grupo las llevaba al Vicariato, y ste las compraba. La cantidadcomprada cada mes variaba segn el dinero disponible y la cantidad de arpilleras que seentregaban, pero en general cada mujer haca cuatro arpilleras por mes, una por semana.La mayor parte de los materiales para las arpilleras, suministrado por el Vicariato deSolidaridad, era reunido a travs de pedidos dentro de Chile y en el extranjero. Losmateriales eran entregados a cada grupo en la medida en que tandas terminadas dearpilleras eran entregadas al Vicariato. La cantidad de material disponible variaba, segnla buena suerte o la escasez. La creacin de las arpilleras segua siendo una empresa quese llevaba a cabo con poqusimo dinero.La asistencia tcnica que se utiliz para hacer las primeras arpilleras fue prestada porvoluntarios entrenados en artes plsticas, mujeres como la pintora Valentina Bonne. De

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    voluntarios entrenados en artes plsticas, mujeres como la pintora Valentina Bonne. Deacuerdo a los relatos de las mujeres, al principio se les dijo que hicieran escenas de susvidas diarias, las cosas que vean y lo que sentan. Empezaron por hacer recortes depequeas figuras, pero eran chatas, sin vida, y sin movimiento. Sus primeras casas erantodas similares y hechas de tela gris. Ellas mismas decan que nunca pensaron que alguiencomprara lo que hacan: eran feas y a nadie le interesara la vida de la gente pobre.Sin embargo, despus de esta primera etapa, aprendieron a observar mscuidadosamente, y fue como si el intentar ver su propio humilde entorno con mayorclaridad las llev a una visin ms aguda de lo que pasaba en el pas. Andaba como unaidiota, me dijo una mujer. Me fij en todo muy de cerca. Creo que aprend a ver. Otradijo, Las primeras arpilleras fueron muy difciles de hacer. Era tan difcil, ese punto demanta que cosamos. Era el mismo punto que usamos ahora para hacer los bordes. Luegonos ensearon el punto cruz y eso fue mucho ms fcil. La percepcin que lasarpilleristas tenan de sus trabajos tempranos es interesante porque sus puntos de vistacambiaran con el pasar de los aos y llegaran a ser ms habilidosas y a tener mayorauto-confianza. Pero ms que eso, la arpillera dej de ser solamente un medio de ganarseel pan de cada da y se convirti en una salida emocional, una forma de expresin social,

    artstica y poltica. Una mujer, todava refirindose a las etapas iniciales, dijo, Era duro.Venamos a las reuniones porque tenamos que trabajar juntas, y los hombres en casa noqueran que saliramos. Pero yo tena que ganar un poco de dinero porque tenamos quecomer. Luego empec a disfrutar del trabajo porque estbamos aprendiendo cosasnuevas.Este aprender cosas nuevas fue un resultado muy importante de los talleres dearpilleras. Las arpilleristasamas de casa, costureras, lavanderasasumieron una nuevaidentidad que agreg una dimensin importante a su rol femenino tradicional. Dejaron deestar completamente atadas a los quehaceres domsticos en sus casas. Los talleres lespermitieron formar parte de un grupo fuera de la casa donde podan compartirpreocupaciones comunes, ganar dinero propiomuchas por primera vez en sus vidaseinvolucrarse en las realidades polticas del pas. Estas realidades comenzaron a expresarsecon verdad y devocin en las arpilleras.Nos reunimos en el comedor para hablar de maneras de parar el hambre, y a una mujerse le ocurri hacer muecas de tela blanca. No entendamos. Luego comenzamos aagregar florcitas, y salieron mejores, pero nadie las compraba. Eran tan feas. Sinembargo, despus de la primera muestra y venta de arpilleras en la Escuela de SanIgnacio en Santiago, las mujeres cobraron un nuevo sentido y propsito en la vida y unsentimiento de mayor seguridad. Una mujer lo expres de esta manera: Antes, yo nuncahablaba con nadie, y estaba acostumbrada al hecho de que mi marido me golpeaba y yonunca haca nada por defenderme. Pero despus, aprend a tener amigos y hablar en lasreuniones.El comienzo fue duro, dijo otra mujer. Las muecas parecan tan sin vida sobre lasuperficie de la arpillera hasta que a una mujer se le ocurri hacerlas como figuritasredondeadas con ropa y todo. As las personas chiquitas se volvieron activas, vivaces,dinmicas.El primer paso para cada arpillerista es decidir el tema que quiere representar, y despusde compartir su idea con el grupo, se cortan las formas que configuran el fondo: losAndes, un sol, nubes, techos. Uno por uno se cosen los elementos. As se construye laarpillera: se fija la escena, y dentro de la escena, como en un escenario de teatro, secrea el drama agregando muecos y los otros elementos.Crear los personajes principales de la escena es la parte ms difciltienen que contar lahistoria. Las cabezas de los muecos se hacen por separado. Se cortan pequeospedazos de tela, se llenan de pedacitos ms pequeos y se cosen. Se esconden nudosdetrs del cuello de cada mueca, o se cubre el nudo con cabello. Generalmente se haceel cabello con lana negra, pero si la lana adecuada no est disponible, las mujeres usantiras de su propio cabello. Se forman los ojos y la boca con pequeos puntos bordados.Luego viene la ropa. Las polleras son pequeos cuadraditos recogidos en la parte dearriba que se abren en la parte de abajo; los pantalones estn hechos de dos rectngulospequeos. La ropa est hecha de todo tipo de material estampado, dando as unaapariencia ms verdica a la escena. Cuando la mueca est vestida de pie a cabeza, sela sujeta a la arpillera en el lugar adecuado. A menudo se agregan otros elementos tri-dimensionales: ramitas para representar lea, fsforos o palillos dentales para representarlos palos que lleva la polica para golpear a la gente; papel de aluminio para los cascosmetlicos que usa la polica; pequeas prendas cuelgan de una soga bordada como ropa

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    metlicos que usa la polica; pequeas prendas cuelgan de una soga bordada como ropalavada. La arpillera cobra vida bajo las manos de su creadora; ms que eso, es la vida dela creadora porque las figuras con frecuencia llevan ropa hechas de sus propias ropas y aveces cabello de su propia cabeza.El modo de participacin en los talleres cambi con el pasar del tiempo. Las mujeres conmayor experiencia enseaban a las ms nuevas; todas se ayudaron con los problemasdifciles; atravesaron juntas su aprendizaje. No solamente estaban aprendiendo tcnicasde costura, sino tambin a mirar, a ver y transformar lo que vean y sentan en imgenes,a manejar sus asuntos, y aprendieron a convivir y resolver problemas grupalmente.Aunque los talleres se tornaron ms autnomos, la relacin entre el Vicariato y losdiversos grupos siempre fue una relacin de calidez, cuidado y respeto mutuo. El Vicariatode Solidaridad jams les impuso temas a los grupos. La formacin de los talleres y sumanera de operar siempre giraron hacia un esfuerzo comn, y ahora se puede ver el

    histrico rol de liderazgo al cual apostaron las mujeres, liderazgo que result de la unincon otras mujeres para discutir los temas de relevancia e intentar resolver problemascomunes. No cabe duda que las arpilleras es la visin del mundo a travs de los ojos deestas mujeres y ser uno de los testimonios ms importantes de esta oscura poca de lahistoria chilena.

    Los Tapices de Una NacinLa historia de cada una de las arpilleristas se reconoce y se palpa porque representa a lacultura nacional durante el perodo de la dictadura. Por medio de retazos de tela yobjetos desechados que no valoraba el nuevo consumismo, estas mujeres lograronexpresar escenas prohibidas: tortura, prisiones clandestinas, y el hambre en los barrios.Para las arpilleristas, los acontecimientos polticos del pas y sus vidas diarias se tornaroninseparables. A travs de su arte, representaron a su mundo: casas vacas y niosbuscando a sus padres. Sin embargo, a pesar de la representacin de un mundo dehorrores, la arpillera es colorida, alegre, y habla de la esperanza y el poder que nace de lasolidaridad del trabajo colectivo. En su inspirador ensayo acerca de las arpilleras, GuyBrett alude a la dificultad de crear arpilleras en pocas de represin:

    Sera equivocado pensar que el proceso era fcil o simple. Para formarcualquier tipo de organizacin, para reunirse de cualquier modo en Chiledespus del golpe era peligroso. No slo haba que superar un crudo miedo. Lajunta estaba difundiendo una ideologa de consumismo y competitividadindividual, hasta entre los pobres. Y tambin exista el tradicional chauvinismomasculino latino. Muchas mujeres se movilizaron, por empezar, debido a unaextrema necesidad. Pero en la medida en que creci el movimiento, su funcinteraputica cambi para dar lugar a la comunicacin conciente, no slo entreellas sino con el mundo de afuera. Hay muchos quienes piensan que elrenacimiento de las organizaciones populares en Chile y su primer gran empujeen las demostraciones de 1978, que movieron tanto a la opinin pblica,ocurri en parte cuando se unieron los Familiares de los Desaparecidos y loshabitantes de las villas miseria con el propsito de hacer arpilleras.

    ..Las arpilleras tuvieron un enorme impacto sobre la cultura nacional. Las arpilleristascomenzaron a trabajar en una poca en que nadie se atreva a cuestionar a lasautoridades, en una poca de obediencia y auto-control. Estas mujeres fueron de lasprimeras en crear una cultura de resistencia, y con el tiempo se unieron a ellas otrosgrupos: jvenes estudiantes universitarios y mujeres de las villas que organizaban ollaspopulares y varias redes de solidaridad que no fueron auspiciados por el rgimen. A pesarde elogiar a la cultura domstica, el gobierno deploraba el trabajo de las arpilleristas,considerndolas subversivas y peligrosas. Las arpilleras tambin representaban el poderque inspiraba un tipo de trabajo domstico que hasta entonces haba sido consideradomarginal.A travs de las arpilleras, se denunciaban crmenes especficos: por ejemplo, eldescubrimiento de fosas comunes en varias zonas de la capital y en los pueblos deCalama en el norte de Chile y Lonquen cerca de Santiago. Las arpilleristas son parte de lacultura nacional; son testigos y denunciantes de una cultura violada por la muerte. Creanuna artesana que rescata a los muertos a travs de la memoria.El texto narrativo de la arpillera emerge de las vidas marginalizadas de las mujeres

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    El texto narrativo de la arpillera emerge de las vidas marginalizadas de las mujeresdesposedas y alienadas. Cuando las conoc en los 70, muchas de ellas tenan hijos muypequeos y otros recin nacidos. En 1994, casi veinte aos despus de nuestro primercontacto, sus hijos haban crecido en hogares sin padres o hermanos, y ellas han salvadoa sus familias de la pobreza con su arduo trabajo. Aunque sus denuncias han dignificadosus vidas, siguen solas y marginadas en una sociedad que permanece indiferente a suspenas. Son las viudas de la nacin.Han pasado muchos aos desde que se hicieron las primeras arpilleras. Todava no hayrespuestas acerca del destino de sus hijos. No obstante, el gobierno quiere crear la

    imagen de una Chile reconciliada, pero las arpilleristas creen que la reconciliacin nopuede materializarse sin justicia.Hace mucho que las reuniones de las arpilleristas se llevan a cabo en el Vicariato deSolidaridad, ubicado en el centro de Santiago. Recuerdo que en los primeros aos dedenuncia y severa represin, entrar a este patio era como entrar en un refugio donde unosenta la presencia de paz y justicia. All, las mujeres se reunan cada semana para dar losltimos toques a las arpilleras que muchas haban comenzado a armar en sus casas en sutiempo libre. En estas reuniones, recuerdo cmo formaban alianzas e integraban losasuntos personales de sus vidas y el deseo de paz con todo lo que estaba pasando en elpas. La solidaridad humana era el hilo que segua unindolas. A menudo conversabanmientras beban una taza de t o simplemente agua hervida con una cscara de limn...La arpillera asume una identidad original en la historia de Latinoamrica. Es un valientepedazo de costura que transfigura las experiencias de pena y bsqueda en una tela de lamemoria, logrando gravarse en la cultura chilena al transformar la sumisin y reservafemenina en armas no-violentas, aunque acusatorias.Las arpilleristas, al igual que las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, generaron nuevasestrategias simblicas al intentar cambiar las estructuras de la opresin. Para ambosgrupos de mujeres, las fotografas son el eslabn que conectan a los muertos con losvivos. Las Madres de Plaza de Mayo llevan fotos de sus hijos desaparecidos, mientras lasarpilleristas las cosen en la tela. Estas mujeres comparten una imagen privada que setorna en un espectculo conmemorativo y colectivo para la nacin.El lenguaje visual de las arpilleras es un lenguaje de emocin. La vida que el estadoautoritario deshumaniza y la brutalidad de las fuerzas del orden se representan dentro delespacio de la arpillera, que tambin apela a la belleza del mundo natural, memorias detiempos felices vividos con los desaparecidos, y fe en la posibilidad de una existencia mshumana y digna. Las arpilleristas dicen que mientras vivan, seguirn creando arpilleraspara disipar el olvido, para dar voz a los muertos y regenerar la memoria colectiva. Laarpillera servir de crnica de vida dentro de la crnica oculta de la historia chilena. En lasiguiente observacin,Guy Brett arroja luz a la posibilidad de crear una vida menosdeshumanizada:

    Otro mensaje de resistencia en estos telares, que no puede extraerse sindestruirlos fsicamente, es, obviamente, toda la forma en la cual estnhechas. Esto es otra vez un curioso fenmeno sutl. Algunas de las imgenespodran considerarse sencillamente como bonitas y simples si uno noentendiera el tema; y alguna gente que s entiende el tema tiene dificultad enreconciliar este aspecto con el obvio cuidado y el placer que se siente en eluso de los materiales. Pero esta dualidad es importante. En sus arpilleras, lasmujeres muestran la injusticia y la tristeza con gran exactitud y veracidadpero no permiten que sus vidas y su voluntad se agote para dar lugar a larigidez y frialdad de sus opresores. Llega a ser parte de la concepcinpersonal de uno mismo como ser humano el usar todo el arte que uno conocepara hacer brotar las cualidades y belleza escondidas en los retazos dematerial producido en masa, un hecho que se reconoce instantneamente ylleva a la gente como imanes a las arpilleras, donde sea que se exhiban.

    La Mirada de un CmpliceHe estado pensando y escribiendo acerca de las mujeres que producen arpilleras durantemuchos aos. Sin intentar idealizarlas o convertirlas en mrtires, me conmueve latransparencia de sus vidas porque ellas, ellas mismas, sostienen que no tienen nada queesconder. Me inspira la elocuencia de sus dilogos y la solidaridad que se ha desarrollado

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    esconder. Me inspira la elocuencia de sus dilogos y la solidaridad que se ha desarrolladoentre ellas, y tambin la confianza que me tienen. De alguna manera, me he identificadocon sus historias. He visitado a estas mujeres desde hace ms de diez aos, y sus vocessiguen transmitiendo un dolor que nace de la ausencia. No tienen ningn deseo deparecer vctimas ni fingir tristeza, ni tampoco tienen deseos de venganza. Su profunda

    preocupacin es la de mantener viva la memoria de sus seres queridos y de recuperarlaen la creacin de las arpilleras. En sus telas han bordado la familia que fue usurpada porel gobierno militar. Los nombres de sus seres queridos, sus cumpleaos y das de sussantos, y las sillas vacas en la mesa siguen presentes en sus humildes hogares. Lascasas estn llenas de flores y plantas que aparecen en las arpilleras, afirmando lavitalidad de la existencia y la inviolabilidad de la vida humana.Toya, cuyo padre fue un lder socialista desaparecido hace diecisiete aos, dice: Quieroque la gente hable de mi padre. Hace poco en el barrio donde vivo, nombraron una plazaen su honor. Anita, la mayor del primer taller, dice, Estoy feliz porque los compaeros decolegio de mi hijo escribieron un libro de poesa para homenajear su trabajo. Su deseo dehablar del pasado y de negar el olvido son constantes que reaparecen tanto en lasconversaciones como en las arpilleras.Desde el principio de este movimiento en 1974, las arpilleras han sido annimas.Solamente algunas de las mujeres escriban sus iniciales en el reverso de la tela. En losprimeros aos de los talleres, la polica confisc algunos de los tapices. Algunas arpillerasllevan un mensaje escrito en un pequeo bolsillo cosido en la tela. A veces este mensajees un poema, un pequeo fragmento que narra la circunstancia de la mujer que loescribi. De esta manera, emerge una narrativa doble: aquella que aparece visualmenteen la tela, y aquella que aparece en el reverso en forma escrita.Los temas recurrentes en las arpilleras son las desapariciones, la violencia poltica, y latortura. Nunca se convirtieron en productos comerciales, nunca fue la intencinproducirlas masivamente ni darles fines comerciales. Siempre se hicieron dentro de losespacios marginales y silenciosos de las casas y los stanos de las iglesias. A travs desu lenguage visual, representan las vidas de las mujeres cuyos derechos bsicos demadres y seres humanos les fueron negados por la junta militar. Las arpilleras de Chilecompartiran el legado universal de otros tejidos que cuentan las historias de la violencia.Como observa Ariel Zeitlin en un ensayo no-publicado, titulado Los tejidos de la guerra:

    Los tejidos de la guerra demuestran una tendencia internacional,desparramadas a lo largo de tres continentes, entre ms de diez grupostnicos, lingsticos o nacionales. Estos incluyen los Turkoman, Baglani yBalerch de Afghanistn, los Ayauchans de Peree, los Maya de Guatemala, laclase trabajadora de Santiago de Chile, los Dega de Vietnam, los refugiadosvietnamitas, los Tai Lue y los Hmongs de Laos.

    Las arpilleristas hablan no slo de sus propios hijos sino tambin de las generacionesfuturas que crecern sin padres, hermanos y lazos familiares. Otro aspecto esencial de lasarpilleras es su incorporacin al legado del cuerpo que no est. En desafo a la dictaduraque hizo desaparecer gente y trat de borrar todas las huellas de su existencia, lasmadres a menudo incluyen en los tapices una representacin del cuerpo del hijodesaparecido como motif constante. A veces sujetan con costuras retazos de ropa queperteneca al desaparecido. Se cosen fotografas a las arpilleras que presentan imgenesde los desaparecidos contra un legado de negacin poltica. Las fotografas toman el lugarde los seres queridos y funcionan como testimonio a su existencia. Como en muchasregiones del mundo en tiempos de guerra, cuando las mujeres tenan la costumbre debordar mensajes de amor en las fundas de las almohadas, las fotografas en la arpillerahablan de amor y esperanza. Tambin admiten abiertamente el dolor por la ausencia delcuerpo, dolor que quizs hasta entonces haba sido callado y cubierto.Quizs el texto de Sara Ruddick resuma mejor el legado fundamental de las arpilleristas,como as tambin de las otras mujeres que luchan por el destino poltico de sus pases:

    Porque han sufrido la violencia militarhan sido desnudadas, humilladassexualmente, y torturadaslos cuerpos de los hijos se han convertido en unlugar de dolor. Debido a que la violacin de cuerpos tiene como fin aterrorizar,el cuerpo en s se convierte en un lugar colmado de terror. Resistiendo estaviolencia, los cuerpos de las madres se tornan en instrumentos de poder no-violento. Al adornar sus arpilleras con representaciones de cuerpos amados y

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    violento. Al adornar sus arpilleras con representaciones de cuerpos amados y

    violados, expresan la necesidad del amor aun en medio del terror.

    En sus protestas callejeras, estas mujeres cumplen con las expectativas tradicionales defemeneidad y a la vez las subvierten. Estas son mujeres que quizs pensaban vivir unaideologa de esferas separadas en las cuales los hombres y las mujeres tenan tareasdistintas pero complementarias. No importa la ideologa respecto de la divisin sexual deltrabajo que hayan tenido, sus circunstancias polticas, como as tambin la aparentemayor vulnerabilidad y mayor timidez y convencionalidad de los hombres entre quienesvivan, las oblig a actuar pblicamente. Actuar pblicamente como mujeres que traen alas plazas pblicas en una nacin policial las fotografas de sus seres queridos, mujeresque ponen fundas de almohadas, juguetes y otros artefactos personales de sus hijoscontra las rejas con alambre de pa de las bases militares, traduciendo smbolos dematernidad en palabra poltica. El amor que preserva, la singularidad de la conexin, lapromesa del nacer y la resistencia de la esperanza, el tesoro irremplazable de lavulnerabilidad del cuerpoestos clichs del trabajo materno se representan en pblico pormujeres que insisten en que sus gobernantes pronuncien sus crmenes y tomenresponsabilidad por ellos. Hablan un lenguaje de mujeres de lealtad, amor e indignacin;pero hablan con ira pblica en un lugar pblico en formas en que se supona jams debanhablar.La pimera vez que dije adis a las catorce mujeres que formaron la primera asociacin dearpilleristas en 1977, ellas me dieron fotos de sus seres queridos. Fue entonces que decidno ser meramente observadora sino tambin partcipe de la diseminacin de sus historias.Quera hablar con ellas y no por ellas. Durante muchos aos guard sus fotografas ytrat de reconstruir la historia de mi pas para entender sus silencios y sus tristezas.

    Las Arpilleristas y la DemocraciaDesde los 90, Chile ha tenido un gobierno democrticola administracin actual deEduardo Frei y la que le precedi de Patricio Alwyn. El gobierno de Alwyn produjo uninforme acerca de la implicacin de las fuerzas militares en violaciones de derechoshumanos, pero les otorg amnista a todos. El gobierno de Frei an no ha pronunciado sujuicio sobre el tema. Se han implementado numerosos cambios desde la victoria delreferendo. La represin, el terror y la censura de la dictadura de Pinochet estn siendoerradicados, y Chile ha regresado a su vieja tradicin democrtica. Una vez ms, lasmujeres chilenas gozan de la libertad de esta democracia. Lo hacen ahora, sin embargo,con una conciencia diferente. No se olvidan del poder ganado cuando aprendieron quepodan cambiar las cosas tomando las calles y protestando en contra de la dictadura, yesta confianza las inspira al encarar los problemas contemporneos de Chile.No obstante, la participacin de mujeres en el gobierno sigue siendo mnima. El gobiernode Alwyn no nombr ministro a ninguna mujer; hay solamente tres senadoras nombradaspor Pinochet, y slo seis representantes y tres sub-secretarias fueron nombradas alPalacio de Justicia y al Ministerio de Recursos Naturales. Actualmente, el objetivo principalde los grupos de mujeres es nombrar y elegir mujeres a cargos pblicos, modificar losartculos constitucionales que discriminan contra ellas, y establecer un Ministerio ParaMujeres.Ya no existen talleres de arpillera en Chile. El Vicariato de Solidaridad consider finalizadosu trabajo con el retorno de la democracia en 1989. Los talleres, por lo tanto, perdieron elauspicio de la Iglesia y fueron desmantelados en 1992. nicamente el grupo inicial dearpilleristas sigue en pie, y espordicamente crean arpilleras para completar un registrohistrico indispensable. Las mujeres que siguen haciendo trabajo de arpillera lo hacenindependientemente y solas en una habitacin que les fue dada por la Iglesia Metodistaubicada en el centro de Santiago. Todas en ese grupo, con la excepcin de Anita, lamayor, creen que sus hijos o sus padres estn muertos. Me cuentan que no quierenvenganza, que no buscan represalias tampoco, pero s algn tipo de reconocimientopblico que sus esposos, padres e hijos no fueron criminales o ladrones sino sereshumanos con conciencia poltica. Constantemente preguntan, Por qu nos quitaron laposibilidad de ser felices? Muchas de ellas quisieran que los derechos humanos fueranuna parte fundamental del curriculum escolar para las generaciones futuras de chilenos.

    ..En mis conversaciones con las mujeres en estos aos de democracia han surgido temasque preocupan a las sociedades que estn viviendo procesos de democratizacin. Aosantes del establecimiento de un gobierno democrtico en Chile, la llamada Concertacin o

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    antes del establecimiento de un gobierno democrtico en Chile, la llamada Concertacin oalianza de fuerzas anti-pinochetistasentre ellas los socialistas y social demcratasreconocieron la importancia y el significado de las arpilleristas y otros grupos de mujeres.Lamentablemente, sin embargo, la democracia no ha reconocido el valor del rol que estosmismos grupos de mujeres puede tener en la democracia. Los partidos polticos yaestablecidos que volvieron del exilio no otorgaron ninguna prioridad ni reconocimiento a laspeticiones de las mujeres. Jane Jaquette seala que:A pesar de un comienzo prometedor, el futuro de la democracia en Amrica del Sur estlejos de ser seguro. Las democracias de Sudamrica estn bajo enorme estrs, y losgrupos de mujeres estn en una posicin estratgica para influenciar el actual consensofrgil de respetar las reglas del juego democrtico. El que las democracias sudamericanassobrevivan entrando en los 90 va a depender, en gran parte, del rol que jueguen lasmujeres.

    Mujeres Que Bailan Solas: Las Arpilleristas y el Folklore ChilenoEn 1983, muchas de las arpilleristas decidieron crear un grupo de folklore donde cantarany bailaran colectivamente y compondran canciones acerca de sus vidas como mujeressolas. Su performance ms memorable tuvo que ver con la danza de la cueca sola. Lamayora de las cuecas tratan temas como el amor de una pareja y a travs de la danza,se tejen diferentes etapas del interludio romntico. En la medida en que la guitarra y elarpa entonan la meloda y las manos alegremente aplauden al son del ritmo, el hombrelevanta su cabeza y su gran pauelo en la mano, y sonre. Cara a cara, separados porunos pasos, los movimientos de la pareja se despliegan en un crculo imaginario.La cueca sola se ha convertido en una importante metfora para las mujeres chilenas queenfrentan la represin y violaciones a los derechos humanos. La danza representa ladenuncia de una sociedad que permite que ocurra la desaparicin de los cuerpos devctimas de violencia poltica, una sociedad que les niega un entierro digno e impone elsilencio a sus familiares. Mediante la cueca sola, las que bailan cuentan una historia conslo sus pies, la historia del cuerpo mutilado de un ser querido. A travs de susmovimientos y la msica de la guitarra, las mujeres tambin recrean el placer de bailar conla persona desaparecida.

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    Figura 1. Mujeres bailando la cueca sola

    Cuando las mujeres llegan a la pista de baile, hacen un llamado a los desaparecidos ybailan para ellos una danza a la vida. El compromiso a la verdad histrica y poltica quedemuestran estas mujeres est ligado a su tica personal. Al bailar la danza nacional deeste modo, los miembros del grupo denuncian las acciones del gobierno en un espaciopblico. Al bailar solas la danza nacional, las mujeres comienzan a emerger como sereshistricos con identidad propia.La cultura popular reconoce estos actos recordatorios en honor de los desaparecidosdonde sea que las arpilleristas llevan a cabo su danza de soledad y amor perdido. Msicosreconocidos mundialmente se han inspirado y compuesto canciones sobre este ritual,como They Dance Alone (Bailan solas) de Sting y Hay una mujer desaparecida de HollyNear.Una mujer que baila sola evoca, a travs del ritmo de la cueca, la memoria del hombreausente, y la danza, que comienza como experiencia placentera, se transforma en unafuente de dolor y memoria. El pauelo recuerda al espectador de los mantos que cubren elcuerpo de un muerto. Los pasos de la mujer cobran cierto poder al moverse a lo largo delescenario vaco. A veces como preludio, un grupo de mujeres entra al escenario con unabandera bordada que proclama Democracia en el pas y en el hogar, remarcando que lopersonal es poltico y que la violencia domstica est profundamente ligada a la violenciaen el pas en general.Se cantan algunas cueca solas en manifestaciones y servicios recordatorios, entre ellasTe he buscado tanto tiempo. El tema de la cancin es la bsqueda de una persona

    desaparecida, y la letra describe un largo viaje a travs del pas y una denuncia a losculpables:

    Te he buscado tanto tiempo.No te encuentro.He perdido, he llorado,y nadie quiere escucharme.

    El poderoso coro revela la posicin en la cual se encuentran los familiares en subsqueda:

    Exijo la verdad.

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    Exijo la verdad.Remover cielo y tierrasin descanso,y dar toda mi vida,y dar toda mi vidapara saber dnde estn.

    El ltimo verso de La cancin de la esperanza es una reflexin sobre la bsquedacolectiva, la conciencia compartida en todas las que bailan y en todas las mujeres:

    Dame tu mano, Mara.Toma mi mano, Rosaura.Dale tu mano, Raquel.Pronunciemos nuestra esperanza.

    Una mujer del grupo, al referirse al sentido de esperanza que comparten, nos dice losiguiente:

    Esta esperanza se basa en la fuerza que nos da la lucha por la vida. Puedeser que muchos de nuestros familiares no hayan sobrevivido las atrocidades alas cuales fueron sometidos, pero de acuerdo al testimonio de las personasque estuvieron con ellos, muchos podran haber permanecido en lugaresocultos, y quizs todava podamos salvarlos.

    Al igual que las arpilleras, la danza representa una afirmacin a la vida y la negacin a lamuerte. A travs de la cueca sola y sus movimientos llenos de cadencias suaves ydelicadas, las mujeres representan al cuerpo libre, el cuerpo que no ha sido torturado, yal cuerpo que est lleno de vida. Es por esta razn que el grupo de folklore se llamaCanto a la Vida. Es una vida comprometida con la justicia social. La desaparicin de unser querido se convierte en parte de la historia de un pas y el concepto de patria asumeuna identidad femenina. Uno de los slogans de las mujeres que luchan por los derechoshumanos es Libertad es nombre de mujer. La cueca sola recuerda al pasado, lacompaa de la pareja, el placer, el deseo, y la sensualidad de bailar con el ser amado. Ladanza tambin refleja el dolor de extraar a un ser querido:

    Alguna vez mi vida era dichosa.Mi vida calma llenaba mis das,pero la desgracia entr a mi vida,mi vida perdi lo que ms quera.Alguna vez mi vida era dichosa.Siempre me preguntodnde te tienen?y nadie me respondey no regresas.

    Ver a una mujer bailar la cueca sola es una experiencia conmovedora porque sus pasos

    reflejan el transcurso diario de una historia nacional oscura. Estas mujeres estnverdaderamente solas, sin saber dnde estn sus seres queridos. La cueca sola y surelacin con la resistencia y denuncia es un poderoso fenmeno de la cultura popularchilena. Muchas chilenas han sido maltratadas a travs de la tortura o violenciadomstica. Las mujeres que bailan la cueca sola utilizan sus cuerpos y la sensualidad desus movimientos para contar sus historias a un pblico fascinado y compasivo, ytransforman a la danza nacional en un llamado a la libertad. Con su poderoso yconmovedor simbolismo, la cueca sola, como la arpillera, se ha convertido en una de lasformas ms creativas y efectivas de protestar contra los abusos a los derechos humanosen Chile.Las arpilleristas no son solamente las costureras del enrevesado pasado chileno. Ahora, atravs del ritual pblico de la danza, han mostrado con sus cuerpos lo que la arpillera hamostrado con la tela: una vida de ausencias, una vida de tristeza. Viven y bailan solas.Cuando bailan y cantan la cueca sola, algunas sostienen fotos de sus seres queridoscomo si ellas mismas fueran arpilleras llenas de vida humana y movimiento.

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    En el Umbral de la EsperanzaEn el verano de 1994, regres a Chile a visitar a las mujeres. Durante nuestras reuniones,tratamos de llegar a un lugar de aceptacin del pasado. Recordamos cmo tuve que llevararpilleras escondidas en mi equipaje a los Estados Unidos. Recordamos las primerasprotestas cuando las arpilleristas salieron a las calles a participar en acciones que luegoseran bordadas en sus telas. La euforia inicial de los aos que culminaron en laconsolidacin de la democracia se acab, y es justo preguntar qu ha trado a las vidascotidianas de estas mujeres la democracia o un sistema econmico liberal. Para lascatorce mujeres reunidas en esas tardes de diciembre y enero, la democracia les hatrado indiferencia, amnesia colectiva, y soledad. Las graves desigualdades sociales, comola extrema pobreza que afecta a casi la mitad de la poblacin, ponen en evidencia que elnuevo consumismo y avances tecnolgicos siguen beneficiando solamente a una minorade chilenos.La insercin al campo laboral de mujeres de clase trabajadora es an ms difcil, debido ala escasez de guarderas para nios provistas por el estado. A las arpilleristas y sus hijostambin les afecta la falta de polticas que beneficien a los pobres. Solamente las madresy esposas de desaparecidos reciben una pequea pensin compensatoria, que es apenassuficiente para su supervivencia.El tema de derechos humanos y las implicancias para el pas no es una preocupacinfundamental del nuevo gobierno democrtico. La presencia de las arpilleristas en huelgasde hambre o protestas sobre el tema de amnista para los militares, es frecuentementeignorada y subestimada por los medios. Ciudadanos indiferentes ignoran la fragil presenciade estas mujeres hambrientas y continan con sus vidas diarias. Slo los estudiantes ylos sin voz las acompaan en su tristeza y en su bsqueda.La sociedad chilena parece oscilar entre los umbrales de la memoria y el olvido, entre lanecesidad de recordar y la necesidad de olvidar. Sin embargo, la reconciliacin sin justiciay reconocimiento es un precio que las arpilleristas no pueden aceptar. Las arpilleristasviven y bordan en soledad. Dicen que tratarn de seguir haciendo arpilleras porque losdesaparecidos no son fantasmas. Su presencia se borda en la tela. En este mes dediciembre, me encuentro con ellas en una pequea habitacin de la Iglesia Metodista queles ha brindado un espacio de trabajo durante los ltimos cinco aos. El dolor ha zurcadoarrugas en sus rostros; sus ojos se ven hundidos y agotados. Las agota la indiferenciaque envuelve a la nacin. Con sus arpilleras, siguen recordando lo que el pas eligeolvidar. Su ropa, la misma ropa que usaron durante aos, da fe de su tristezapermanente. Miro sus zapatos gastadoszapatos tristes que no van a bailes ni fiestas--los zapatos de mujeres cansadas que bailan solas.En la sala de reunin en enero de 1994, se ven muchos colchones echados en el piso. Lespregunto a las mujeres por qu estn ah, y me contestan que los usaron durante unahuelga de hambre en agosto de 1993 que dur ms de cien horas. La huelga de hambreera en contra de la Ley de Amnista que quera pasar el gobierno.Las veo llegar en una maana luminosa. Siempre entran a los cuartos vacos y espacios

    oscuros y comienzan a abrir las ventanas y hervir un poco de agua para su t. Ningunaorganizacin gubernamental auspicia su taller. Ya no hay un mercado para la distribucinde las arpilleras, pero, no obstante, veo que sacan de bolsas de papel pedazos de tela detodos colores y comienza a emerger una arpillera de sus manos. Estn trabajando en unaarpillera colectiva que contiene muchos barriletes sobre los cuales van a bordar laspalabras: vida, amor, y libertad. Sacan agujas y tijeras. Su vista se ha vuelto msdelicada, y con paso lento empiezan a recortar formas de rboles, pjaros y rostros. Unade ellas me dice que va a incorporar la geografa de Chile en su arpillera con la pregunta,Dnde estn? Las arpilleras comienzan a adquirir vida propia. Las mujeres hablan de losmuertos mientras crean rostros sobre las telas. Han sobrevivido ms all de la muerte.Mientras bordan, sus cuerpos cansados y rostros sin expresin se vuelven ms animados.Hacer arpilleras es como escribir poesa o dar vida. Como dice Toya, Es como estar conellos y hacerlos volver mientras miramos la tela, mientras bordamos los ojos y las manos yla palabra, vida.

    Las Arpilleristas y Su LegadoEl final del apoyo a las arpilleristas por parte del Vicariato de Solidaridad es sintomticodel estado general del silencio del pas. La decisin del Vicariato de cesar el auspicio a lostalleres es tambin una respuesta a la imposicin sistemtica por parte del gobiernodemocrtico de valores culturales ligados al capitalismo mercantilista y la exaltacin al

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    democrtico de valores culturales ligados al capitalismo mercantilista y la exaltacin alxito econmico individual. Curiosamente, muchos de estos valores son vestigios delmodelo autoritario del rgimen anterior. Cada arpillera hecha por las vctimas del rgimenmilitar es un fiel testimonio a una vida de oscuridad y al legado del miedo y tambin alpoder de los individuos de crear belleza y paz bajo condiciones adversas. Las arpillerasrepresentan el lado ms noble del espritu humano.Las arpilleras son ms hermosas cada vez que las veo. Exhiben manos sosteniendopalomas blancas, campos abiertos, enormes soles, y mujeres cuyas miradas atraviesanumbrales. A partir de la realidad concreta de sus vidas, a partir de las historias que hanelaborado desde la detencin de sus seres queridos, las arpilleristas se fuerondesarrollando a lo largo de varias etapas desde el estridente grito de acusacin a lapostura ms reflexiva de tiempos recientes que medita sobre el duelo colectivo de unasociedad que les ha negado una voz.Este libro est dedicado al espritu invencible de estas mujeres que no slo buscan a sushijos sino tambin al rostro de la verdad. Las palabras del joven poeta esloveno AlesDebeljak sintetiza esta visin: La memoria colectiva de cualquier nacin se sujeta a laexperiencia del pasado, sin la cual no puede existir una visin del futuro.

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    Figura 2. Protesta de habitantes de villas miserias, mujeres saliendo a la calle.

    Y de esta manera pasan los das y los meses, y con ellos, los buenos y los malostiempos. Si quieres saber ms acerca de nosotras, las arpilleristas, basta con mirar anuestras arpilleras. Ah es donde se cuenta la historia de nuestras vidas. Ah encontrarnnuestros hogares, nuestros hijos, nuestros barrios y villas, nuestra pobreza, nuestrasorganizaciones de base, y sobre todo, nuestra lucha.

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    Figura 3. Una madre y su hija joven.

    La madre porta la letra A que es la identificacin con la asociacin de losdesaparecidos. Esta es una arpillera poco comn porque generalmente a las madres selas representa solas. La nia habla del futuro y de la regeneracin.Al hacer arpilleras, las personas pequeas son la parte ms difcil de hacer y llevanmucho tiempo. A veces me cansoentonces pienso en mi hija mayor y me vuelve laenerga. Quiero que crezca y que vaya a la universidad, que pueda ser profesional, es mideseo en la vida. Podr realizarse este sueo?

    Figura 4. Mujeres en el taller de arpilleras

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    Atrs estn los detenidos-desaparecidos. Esta arpillera muestra un real sentido de lo queera trabajar en los stanos de las iglesias en los barrios pobres de Santiago.Somos dieciocho mujeres en nuestro taller. Nos ayudamos y nos criticamos cuando lascosas no salen bien. Queremos trabajar cada vez mejor, hacer arpilleras ms bonitas,porque necesitamos lograr que la gente las disfrute y las compre. Cuando caen lasventas nos ponemos nerviosas y no sabemos qu hacer. Pero al final, nunca perdemos laesperanza

    Figura 5. Mujeres que se han encadenado frente al Congreso

    Mujeres que se han encandenado frente al Congreso nacional durante la democracia,exigiendo verdad y justicia. Esta es una de las primeras arpilleras, hecha en 1974 porDoris Meniconi.

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    Figura 6. "Contra-arpillera" hecha en el Centro de la Madre.

    Esta es una contra-arpillera hecha en el Centro de la Madre, auspiciado por la esposade Pinochet, donde se llev a cabo un severo adoctrinamiento. Esta arpillera muestra un

    mundo casi quieto y perfecto, lejos de aquel mundo revelado por las arpilleristas. Losmateriales tambin eran de mayor calidad que los usados por las esposas de losprisioneros polticos.

    2009 Nora Strejilevich