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Marx

IES DIONISIO AGUADO Calle de Italia, 14

28943 Fuenlabrada Madrid

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Marx El hombre

El punto de partida de Marx consiste en una inversión de la dialéctica hegeliana. Si, para Hegel, el sujeto de la historia es la «conciencia», el «espíritu», para Marx es la actividad material del hombre tendente a satisfacer sus necesidades. Es decir, la producción.

Y desde la categoría de PRAXIS llegará a entender la historia como el proceso de autoproducción del hombre por el trabajo; es decir, mediante su continuo transformar la naturaleza en función de sus necesidades. Para el hombre en cuanto tal, la Naturaleza existe como objeto de su acción o como producto de su actividad.

Para Marx el hombre es un ser natural, pertenece a la naturaleza, tiene necesidades físicas, se rige por sus leyes, etc., como el resto de los animales, pero se diferencia de ellos porque el hombre además es un ser PRÁXICO, un ser transformador de esa naturaleza.

El hombre y la naturaleza no pueden ser entendidos el uno sin el otro. El hombre desarrolla su esencia en la naturaleza, gracias a la PRAXIS. El trabajo, es para Marx, la manifestación por excelencia del hombre; por el trabajo el hombre transforma la naturaleza y se relaciona con otros hombres. Por medio del trabajo crea sus condiciones de vida y se hace a sí mismo.

El hombre es un ser con necesidades y mediante su trabajo se objetiva en la realidad (proyecta su esencia subjetiva en el objeto) para humanizarla, y de ese modo crear un producto que satisfaga sus necesidades. El trabajo es la mediación concreta existente entre el hombre y la naturaleza. Esta actividad transformadora del hombre crea unas relaciones de producción. De esta manera se constituye la sociedad. Y la Historia viene a ser el proceso social de autocreación del hombre por su trabajo.

El HOMBRE como “ser natural” es un ser activo, dotado de fuerzas naturales y vitales, de impulsos que le llevan a actuar. Pero también es un ser pasivo, dotado de necesidades que le condicionan y limitan y lo que necesita son objetos y él mismo es objeto por ser necesario para otros. Pero además es un “ser natural humano”: no es algo dado, fijo, sino que es un ser que se va haciendo a lo largo de su vida. Su naturaleza está constituida por su acción productiva que le diferencia del resto de los animales: sólo él produce sus medios de vida y con ellos su historia, su mundo, su cultura, es decir, su naturaleza. La historia aparece como el proceso práctico de

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construcción del hombre. Se hace en relación con la naturaleza y con los otros hombres.

El hombre se diferencia del animal en que no se reduce a acomodarse a la naturaleza, ni a satisfacer sus necesidades primarias biológicas. Por el contrario, es capaz de producir todo tipo de productos no sólo materiales, sino también artísticos, científicos, técnicos, etc. Y en esa producción emplea toda una serie de instrumentos o técnicas. El hombre se diferencia por tanto del animal tanto en lo que produce como en el modo como lo produce.

El trabajo para Marx responde a la capacidad del hombre para PRODUCIR BIENES, pero también para RECREAR LA NATURALEZA a través de la ciencia y la técnica, así como para la creación artística, literaria, etc. El trabajo, pues, no responde únicamente a una necesidad inmediata, sino que está referido también a la posibilidad de trasformar y recrear toda la realidad.

Al mismo tiempo que realiza esta producción, el hombre crea otros hombres, procrea, da lugar a la familia; la multiplicación de familias, el compás de crecimiento de necesidades, obliga a establecer relaciones sociales más amplias; en definitiva, se va entretejiendo la estructura social en torno al trabajo.

El tipo de relación que se guarda con la naturaleza (inmediata: sólo las fuerzas físicas; mediata: utilización de utensilios y técnicas) expresa el grado de desarrollo conseguido por la humanidad.

La praxis está ligada a unos condicionamientos históricos: económicos, políticos, ideológicos, etc, y sobre todo, a las relaciones de producción.

De este modo, la existencia humana se manifiesta como un conjunto enorme de fuerzas productivas que actúan sobre el medio natural y como una totalidad de relaciones constitutivas de la sociedad. Y las fuerzas y las relaciones de producción no constituyen “realidades distintas”, pues el hombre es uno como producto y como ser social (su esencia son las fuerzas y las relaciones de producción).

El trabajo, que debe ser praxis enriquecedora para el hombre, está alienado en la sociedad capitalista. Porque en esta sociedad el trabajador pierde su capacidad transformadora de la naturaleza, anula su espíritu creativo, deshace el vínculo esencial que lo liga a sus semejantes y su actividad se reduce a su fuerza de trabajo que es tratada como una MERCANCIA más. La producción capitalista implica un desvío de la función transformadora del hombre en favor del enriquecimiento progresivo del capitalista (por la plusvalía).

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Este fenómeno de pérdida de sí mismo, que sufre el trabajador en la sociedad capitalista, es denominado por Marx ALIENACIÓN. En todo el proceso de producción capitalista se da el desarrollo progresivo de deshumanización del obrero, que queda convertido en un ser abstracto que no cuenta para nada como persona, sino como mera fuerza de trabajo. El fruto de las relaciones de producción del sistema capitalista es la ALIENACIÓN, ya que la esencia del hombre es negada en la producción. La praxis enajenada implica, según Marx, las siguientes alienaciones:

Se produce alienación en el PRODUCTO del trabajo (desposesión). El producto que condensa y manifiesta el trabajo humano, se convierte en la economía capitalista en un poder extraño e independiente del trabajador al pasar a manos del capital. El trabajo humano del obrero implica su propia enajenación: el obrero no se reconoce en el trabajo. El trabajador se siente alienado con respecto al producto de su trabajo

Se produce alienación del ACTO del trabajo (despersonalización). Se imponen al trabajador los medios y los fines, y se le fija un lugar en la cadena de producción, convirtiéndole, dice Marx, en un "apéndice de una máquina". Señala el autor en "Manuscritos...": "En el trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz sino desgraciado,(..). Por eso el trabajador sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el trabajo fuera de sí. Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en lo suyo. Su trabajo, pues, no es voluntario, sino forzado, trabajo forzado". El trabajador se siente fuera de sí en el trabajo, éste no le pertenece porque es apropiado por otros.

Igualmente, está enajenado con respecto a la naturaleza cuando ve en ésta algo extraño, propiedad de otros y que sólo sirve para realizar un trabajo con dolor sobre ella, en lugar de ver en la naturaleza su cuerpo inorgánico.

El PROPIETARIO CAPITALISTA está igualmente alienado porque no efectúa una función práxica y vive como parásito. Su relación con respecto a los frutos del trabajo es por tanto pasiva, pues él no produce nada. Y al mantener al obrero en situación alienada llega al culmen de la deshumanización (situación límite que tiene de positivo el ser detonador de la reacción y de la revolución proletaria). Enajenación del no-obrero: no participa directamente en el proceso de producción; sólo tiene una relación contemplativa y teórica, no práctica que es la que humaniza.

Se produce la alienación de la VIDA GENÉRICA (deshumanización). El trabajo alienado como mercancía provoca igualmente la alienación del hombre para con el hombre. El capitalismo hace que los vínculos humanos se comercialicen y se establece una relación de egoísmo recíproco. Alienación en las relaciones del hombre con el hombre: el obrero y el no-obrero se encuentran en una relación opuesta, hostil, pero inseparable, en el proceso de la producción.

De la alienación fundamental, la económica, derivan las alienaciones secundarias, la religión y la filosofía, cuya misión es justificar ideológicamente el sistema de explotación vigente. La religión, dice Marx, vacía al hombre de contenido porque

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éste desconoce su propia esencia. Si el hombre conociese su auténtica relación con la naturaleza, se haría prácticamente imposible la pregunta por un ser extraño, Dios.

La filosofía pretende conocer, pero no entra en la práctica, quiere actuar sobre lo real, pero lo hace sólo con el pensamiento. Por tanto aliena al hombre alejándole de su vocación revolucionaria.

La religión contradice las tendencias naturales del individuo al predicarle la resignación ante las condiciones miserables de la vida humana. Provoca así una disociación del hombre consigo mismo, evitando el reclamo de las condiciones de trabajo no alienado; por eso la religión, dirá Marx, es "el opio del pueblo". A su vez, la religión predica una justicia trascendente que compensará las injusticias sociales históricas. Es así como ella perpetúa la alienación económica y aparta al obrero de su función revolucionaria. (Los principios del cristianismo llevan a la cobardía, al desprecio de sí mismo, a la sumisión,...).

La religión es alienante también por su vinculación al Estado, forma paridad con las ideologías oficiales. La religión usa del Estado para lograr sus fines, y el Estado echa mano de la religión para obtener los suyos. Con el capitalismo se convirtió el cristianismo en usufructo exclusivo de las clase dominante y éstas lo emplearon como medio de gobierno y dominio.

Y también se produce una alienación política. El hombre como miembro de una sociedad política está dividido: por una parte ser colectivo, por otra ser particular. El Estado aparece entonces como mediador. Pero tal mediación es ilusoria, el Estado es "exterior" a la sociedad del hombre por lo que el hombre forma parte de éste sólo ilusoriamente. Se le dice al hombre que participa en la gestión política, pero sólo participa ejerciendo su dominio, la clase capitalista. El estado alienante es sólo el Estado capitalista.

Estas alienaciones se reflejan también en las “ilusiones ideológicas”: las relaciones de producción condicionan las formas ideológicas y el Estado. Instituciones e ideologías son producto de la actividad social, los instrumentos forjados por la clase dominante a fin de asegurar su dominación o defensa. Están para mantener la alienación de una clase. Las doctrinas expresan la realidad objetiva-social, a través del prisma deformador de los intereses de clase.

La alienación no hace referencia a una supuesta esencia, a algo necesario en el hombre. La alienación refleja, dice Marx, una determinada situación histórica, no necesaria, que se puede superar. La sociedad capitalista no es eterna, su propia contradicción interna acabará con ella; la propia dinámica de lucha de clases llevará a su desaparición, para ser sustituida por otra sociedad, la comunista, en la que

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desaparecerán todas estas alienaciones y el hombre, el nuevo hombre comunista será feliz.

La superación de alienación ECONÓMICA debe ser obra del proletariado quien promoverá la revolución que venza la contradicción histórica del hombre obrero. Se conseguirá con la SUPRESION DE LA PROPIEDAD PRIVADA de los medios de producción.

Si la alienación RELIGIOSA es fruto de la alineación económica, la superación de la alienación religiosa vendrá por tanto, tras la eliminación de la alineación económica.

La alienación POLÍTICA será superada por la dictadura del proletariado. El pueblo será el Estado, constituido por la asociación y federación de los trabajadores; y este Estado no será alienante.

La alienación FILOSÓFICA desaparecerá cuando la filosofía no se limite a interpretar el mundo, sino que se encamine a transformarlo.

La sociedad. Materialismo histórico.

El materialismo histórico es la aplicación a los fenómenos históricos y sociales de las tesis generales relativas a todo el universo establecidas en el materialismo dialéctico.

El Materialismo dialéctico es una concepción filosófica, que aplicando el método dialéctico hegeliano, pretende ser una teoría comprensiva de toda la realidad. El materialismo histórico es la aplicación del primero al fenómeno socio-histórico. Para Marx sólo hay dos tipos de filosofía, el idealismo y el materialismo. El idealismo se caracteriza por dar primacía al espíritu, a la conciencia, sobre la materia; el materialismo, por el contrario, da primacía a la materia sobre la conciencia. La filosofía de Marx es materialista y por eso criticará el idealismo de Hegel, como una falsa interpretación de la realidad.

Ahora bien, el materialismo que defiende Marx, es un materialismo dialéctico, es decir, se concibe la materia como en constante cambio, transformación, dinamismo. Por eso, Marx criticará a Feuerbach, porque aunque éste es materialista, tiene una concepción de la realidad material donde el movimiento de la materia engendra siempre los mismos resultados, y por tanto, es incapaz de concebir el mundo como proceso, como historia.

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Resumiendo el materialismo dialéctico:

La realidad posee una condición material. Todo lo que existe es naturaleza, y por tanto, materia. Se trata de una materia esencialmente dinámica, y el movimiento no es algo que le viene de fuera, sino que hablar de materia es hablar de movimiento. (Tienen una concepción del mundo heraclítea).

La materia evoluciona, y lo hace de un modo dialéctico (tesis, antítesis, síntesis).

Los fenómenos tenidos por espirituales, como la conciencia, son funciones de la materia que aparecen conforme evoluciona ésta.

Esta materia está concretizada en una pluralidad de seres materiales, las cosas del universo, pero entre cada una de tales cosas hay una plena interdependencia, el individuo es una abstracción, si se considera al individuo como algo aislado de todo lo demás.

El constante devenir de la naturaleza no es un proceso que se realice al azar, sino que sigue unas leyes, que según Marx son:

1.-LEY DEL SALTO CUALITATIVO o de la transformación de la cantidad en cualidad. El aumento cuantitativo de los elementos materiales produce cambios cualitativos.

2.-LEY DE LA UNIDAD Y LUCHA DE CONTRARIOS. La realidad se rige por el principio de contradicción; la realidad es oposición, contradicción, lucha de contrarios. Los contrarios son el motor que da dinamismo a la materia. Todo cambio en la materia se produce por oposición a un estado anterior de ésta y generará uno nuevo.

3.-LEY DE LA NEGACIÓN DE LA NEGACIÓN. La oposición de contrarios se supera mediante la aparición de una nueva realidad.

A través de este proceso dialéctico de tesis, antítesis y síntesis es como se produce la evolución de la realidad. Para el marxismo esta evolución es progresista, va siempre a mejor.

Según Marx la evolución de la sociedad humana se debe sobre todo a factores materiales, y más concretamente, a factores económicos (materialismo histórico).

La actividad transformadora del hombre crea unas relaciones de producción. De esta manera se constituye la sociedad. Y la Historia viene a ser el proceso social de autocreación del hombre por su trabajo. De este modo, la existencia humana se manifiesta como un conjunto enorme de fuerzas productivas que actúan sobre el medio natural y como una totalidad de relaciones constitutivas de la sociedad. Y las fuerzas y las relaciones de producción no constituyen “realidades distintas”, pues el hombre es uno como producto y como ser social (su esencia son las fuerzas y las relaciones de producción).

Así pues, la estructura de una sociedad depende de las FUERZAS PRODUCTIVAS y de las RELACIONES DE PRODUCCIÓN.

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Las FUERZAS PRODUCTIVAS es la capacidad de producción o de trabajo real de los hombres. Comprende todos los elementos con que cuenta el hombre para transformar la naturaleza: FUERZA DE TRABAJO y MEDIOS DE PRODUCCIÓN (fuerzas motrices, tierra, máquinas, tecnologías, materias primas).

Las RELACIONES DE PRODUCCIÓN son las relaciones que se establecen entre los hombres en el proceso productivo, entre los propietarios de los medios de producción y los productores, (comprende división del trabajo, régimen de propiedad, sistemas de producción y de cambio,...), dando lugar a las distintas clases sociales.

Al conjunto de fuerzas productivas y relaciones de producción lo denomina Marx MODO DE PRODUCCIÓN. Y a los modos de producción, es decir, a los factores económicos de una sociedad es a lo que Marx llama INFRAESTRUCTURA.

Los hombres no eligen voluntariamente las relaciones de producción, vienen determinadas por las fuerzas productivas y su grado de desarrollo. Ni las unas ni las otras pueden considerarse separadamente, ya que toda modificación en las primeras repercute en las segundas. Sin embargo, las fuerzas productivas están en continuo cambio, mientras que las relaciones de producción tienden a mantenerse en un indefinido status quo, por lo cual pueden aparecer desajustes entre unas y otras y una contradicción interna en el modo de producción. Si esta contradicción se acentúa se pasa irremediablemente a un nuevo modo de producción y ello significa históricamente una revolución social.

Cada modo de producción da origen (y es originado) por una forma social distinta, cada modo de producción, es una estructura compleja a cuya base está la infraestructura económica, que determina una concreta estructura ideológica.

Marx señala que a lo largo de la historia se han dado una serie sucesiva de modos de producción. Este estudio también le lleva a afirmar que la sociedad está constituida por dos clases sociales: la dominante y la dominada (la que posee los medios de producción y la que sólo posee su trabajo); estas clases han recibido diferentes nombres a lo largo de la historia.

Marx distingue cuatro modos de producción básicos:

el modo de producción antiguo, cuyas relaciones de producción generan dos clases: amos y esclavos.

El modo de producción feudal, cuyas relaciones de producción generan dos clases: señores y siervos.

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El modo de producción renacentista, cuyas relaciones de producción generan dos clases: maestros y oficiales.

El modo de producción capitalista, cuyas relaciones de producción generan dos clases: empresarios y obreros.

El paso de un modo de producción a otro se produce por cambios en las fuerzas productivas. Éstos inciden en las relaciones de producción, y finalmente en la conciencia ideológica.

El último modo de producción dado históricamente es el modo de producción capitalista. En este modo de producción todo lo objetivo se convierte en mercancía. Toda mercancía tiene un valor de uso, y un valor de cambio. El valor de cambio viene determinado por el trabajo en horas/hombre socialmente necesario para producirla. Pero el propio trabajador es una mercancía que produce mercancías, cuyo valor de cambio es mayor que el necesario para el mantenimiento del obrero. De ahí la ganancia del capitalista que Marx llama plusvalía.

De hecho, la historia de la humanidad tiene como motor LA LUCHA DE CLASES, que se realiza de un modo dialéctico, una clase es la tesis, otra la antítesis y de la oposición surge la síntesis superadora.

Claro que Marx reconoce que hay otros factores en la sociedad y en el hombre, los llamados factores espirituales, como son el derecho, la moral, el Estado, la religión. Constituyen lo que él llama la SUPERESTRUCTURA. La superestructura depende de la infraestructura de la misma manera que la apariencia externa de un edificio depende de la cimentación y los pilares del mismo. La contradicción interna en la infraestructura lleva a la sustitución de un modo de producción por otro. Y el cambio en la infraestructura altera lógicamente el conjunto de la superestructura. Al cambiar las condiciones de los hombres, se modifican sus ideas, sus concepciones, su misma conciencia: "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social el que determina su conciencia".

Dentro de la superestructura se pueden distinguir dos planos: JURÍDICO-POLÍTICO (conjunto de normas e instituciones que rigen la sociedad bajo la autoridad del Estado; y el IDEOLÓGICO (acervo espiritual de una sociedad, el conjunto de sus ideas morales, filosóficas, religiosas,...).

En el análisis que hace Marx de la sociedad capitalista señala que la burguesía, clase explotadora, mantiene en una situación de ALIENACIÓN al proletario, sirviéndose para ello de la IDEOLOGÍA.

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El conjunto de relaciones sociales ha dado lugar a un hombre alienado; por ello la alienación no es natural, sino histórica, consecuencia de un modo de producción determinado, surgido de una época histórica concreta. Esta alienación económica hace que surjan otros modos de alienación: política y religiosa.

El Estado es una creación de la sociedad civil en la que domina la lucha de intereses individuales y de grupo y en lugar de defender los intereses generales y universales iguala ilusoriamente a todos cuando en realidad está al servicio de un solo grupo: el capitalista.

Por otra parte, para ocultar la injusticia y la miseria proyecta el hombre su esencia en otro mundo: la religión con esto justifica y garantiza la estabilidad posponiendo la revolución y la igualdad social.

El conjunto de representaciones falsas que los hombres tienen acerca de sí mismos y del mundo constituyen las ideologías. Son un producto social cuya función consiste en falsear la realidad, invertir la realidad de los hombres y sus relaciones ocultando y suplantando la situación real e histórica. Son formas ideológicas la religión, que justifica la organización económica, social y política, la política, que oculta y disfraza la alienación del trabajo, y la filosofía, que se ha limitado a interpretar, y falsamente, la realidad y no ha tratado de realizar una transformación activa práctica.

La ideología forma parte de lo que Marx entiende por superestructura. Es el conjunto de ideas, creencias, normas... que configuran la conciencia social. Dicho de otra manera, el conjunto de representaciones que el hombre o una clase social tienen acerca de sí mismos, de su lugar en el mundo y en la historia.

Sin embargo, la palabra ideología, suele tener en Marx un carácter peyorativo, como conjunto de ideas y representaciones deformadas, que dan una visión interesadamente falseada de la realidad. La clase dominante se sirve de la ideología para mantener al obrero en una situación de alienación y justificar su situación privilegiada. A través de ella se refuerza la explotación de la clase trabajadora de múltiples modos (educando, reprimiendo, consolando, etc...).

Por ejemplo, la IDEOLOGÍA POLÍTICA consiste en declarar al pueblo soberano y a todos los ciudadanos libres e iguales. El falseamiento de la realidad es manifiesto, los ciudadanos son libres e iguales sólo en teoría; hay unos muy ricos y otros que apenas tienen para subsistir; y el obrero es libre, sí, libre de morir de hambre o trabajar en unas condiciones infrahumanas.

La IDEOLOGÍA RELIGIOSA -como la FILOSÓFICA- consiste en falsear la realidad inventándose unos seres transcendentes y un imaginario mundo en el "más allá". Sólo son productos imaginarios de los hombres que proyectan en las nubes su

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subordinación a la naturaleza y a sus propias relaciones sociales. Para Marx la diferencia entre la ideología filosófica y religiosa es solamente de grado: la ideología religiosa es más primitiva, menos evolucionada.

¿Cuándo se eliminará la ideología?, cuando la clase explotada tome conciencia de sí misma y del engaño a que está siendo sometida; y cuando se dé cuenta de cuál es la auténtica realidad y que la situación en la que vive no es algo natural y permanente, sino que puede superar (cuando se eliminen las alienaciones). (A partir de Lenin el término ideología dejará de tener un sentido peyorativo, una deformación del pensamiento, para tener un sentido positivo, de tal modo que el mismo marxismo es calificado como ideología).

Sin embargo, esta concepción materialista de la historia es también DIALÉCTICA. A cada sistema de fuerzas productivas corresponde un determinado conjunto de relaciones de producción, Cuando las fuerzas productivas crecen, deben transformarse también las relaciones de producción, pero si las que hasta ahora existían pretenden sobrevivir (por intereses de clase), se dará una contradicción objetiva entre las fuerzas y las relaciones de producción, y esto dará lugar a una revolución social.

De este modo, el motor de la historia es el progreso técnico y el trabajo, y la LUCHA DE CLASES es la trama de la misma. La lucha de clases resuelve los problemas planteados por el desarrollo de la producción, mediante la implantación de un tipo nuevo de sociabilidad, gracias a la actividad revolucionaria. Así se pasa, según Marx, de la sociedad tribal a la esclavista, de ésta a la feudal, y de ésta a la capitalista y socialista, como paso a la sociedad comunista, auténtica sociedad humana con la que finaliza la pre-historia y comienza la verdadera historia del hombre.

En definitiva, para Marx, la trama de la historia es la lucha de clases, basada en el devenir de las fuerzas productivas. Teniendo en cuenta esto, Marx postula el salto dialéctico del capitalismo al socialismo por la Dictadura del Proletariado: el obrero cada vez está más alienado, más negado como hombre. Llegado a un límite el obrero tomará conciencia, y el salto vendrá dado por la praxis revolucionaria, cuyo sujeto es el proletariado. Mientras que la producción sea insuficiente y existan desigualdades, el Estado será necesario. A medida que las condiciones económicas de equilibrio social se realizan, la razón de ser del Estado va desapareciendo. El Estado como tal, tiende a desaparecer, convirtiéndose de instrumento de equilibrio social en “consejo de administración de la sociedad”. El hombre será perfectamente consciente de su responsabilidad y las condiciones objetivas de la sociedad comunista permitirán la autocreación del hombre por su trabajo. Entonces será plenamente el “hombre genérico” y se habrá destruido la alienación.

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El paso de la sociedad capitalista a la comunista pasa por una serie de ETAPAS. Es una transformación que no se conseguirá pacíficamente, sino mediante la REVOLUCIÓN. Alcanzado el poder político mediante la revolución viene:

1) FASE DE LA DICTADURA DEL PROLETARIADO. Es necesaria para eliminar los últimos coletazos del capitalismo, y educar al pueblo, envenenado por la educación capitalista.

2) FASE SOCIALISTA. En ella el Estado se hace dueño de los medios de producción, y se van eliminando progresivamente las diferencias entre los hombres, (antes de su desaparición la Unión Soviética decía que estaba en esa fase). El lema regulador de la producción será: "de cada uno según su capacidad, y a cada uno según su rendimiento".

3) FASE COMUNISTA. La meta final. Eliminadas ya las clases, el Estado se extinguirá por ser innecesaria su función, de la misma manera que se extinguirá por igual causa la religión. Para llegar a esta fase se precisa de un alto desarrollo técnico, que permita conseguir una superabundancia de bienes económicos, ya que el lema que regula esta fase es:"de cada uno según su capacidad, y a cada uno según sus necesidades".

El conocimiento

El materialismo dialéctico opera una revolución en la teoría del conocimiento. Los filósofos siempre se han interrogado acerca de cómo se relaciona el pensamiento con la realidad, o si se puede conocer la realidad tal como es. En el siglo XVII los racionalistas consideran a la razón como la base del conocimiento mientras que los empiristas sostienen que la base es la experiencia. Sin embargo, aunque ambos tienen una parte de la verdad, se equivocan en la elaboración de la teoría del conocimiento en su conjunto.

Precisamente en la etapa de conocimiento racional el ser humano conduce su reflexión a captar la realidad y a actuar sobre ella. Teoriza, elabora leyes y crea instrumentos para mejor conocerla.

El conocimiento para Marx no es un elemento puramente cognoscitivo o contemplativo sino que tiene siempre una dimensión práctica y pragmática dirigida a la transformación de la realidad. La realidad es conocimiento aplicado, la ciencia es para Marx conocimiento ligado al interés revolucionario y transformador. Que teoría y práctica estén unidas es otro elemento propio del marxismo que lo distingue del resto de teorías. Nuestro conocimiento es pragmático, tiene el objetivo de transformar.

Marx no es un empirista grosero ni tampoco es un positivista. Admite que los datos o los hechos no son puros, son construidos basándose en intereses transformatorios. El conocimiento no es un reflejo pasivo sino el producto de una

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actividad. Todo conocimiento es siempre derivado de la actividad del sujeto. No es una recepción pasiva, no nos impregnamos de la realidad exterior. Es una actividad crítica, que separa, que elige, que selecciona, que segrega.

Otra cosa importante en Marx es la capacidad de conocer con el criterio de verdad (o uno de los criterios fundamentales de verdad) que es el de la práctica. La práctica es una especie de bucle que confirma o apoya el tipo de conocimientos que tenemos. Es un mecanismo que nos sitúa y nos corrige en la búsqueda de la verdad.

Para Marx el conocimiento era una realidad objetiva, la cual debe ser estudiada en su proceso histórico, junto a las contradicciones que se pueden manifestar en el interior de cada proceso de desarrollo histórico.

La comprensión y la acción transformadora se relacionan rápidamente. En general, especialmente en su lucha con la naturaleza, si obtiene éxitos es porque su pensamiento es correcto, y si fracasa, porque no lo es. En la sociedad, en cambio, a veces las clases explotadas tienen ideas correctas pero no pueden vencer hasta alcanzar cierto grado de fortaleza.

Cuando el conocimiento conceptual, racional, es llevado a la práctica, la observación y la experimentación son los criterios de la verdad. La práctica retroalimenta a la teoría, lo que el marxismo denomina praxis. Sólo la práctica es el criterio de la verdad. La realidad es conocimiento aplicado, la ciencia es para Marx conocimiento ligado al interés revolucionario y transformador. Que teoría y práctica estén unidas es otro elemento propio del marxismo que lo distingue del resto de teorías. Nuestro conocimiento es pragmático, tiene el objetivo de transformar.

La moral

Marx no habló específicamente de ética y la sitúa dentro de la ideología que usa la clase dominante para perpetuarse en el poder y seguir oprimiendo a la clase trabajadora. La ideología y la economía son la principal causa de lo que Marx llama alienación. El hombre está alienado porque la verdadera dignidad del hombre la produce el trabajo con el que transforma la naturaleza. Pero el fruto del trabajo no le pertenece y se le priva, así, de sí mismo. En vez de ser un hombre, se transforma en un producto que se vende en el mercado como fuerza de trabajo.

La moral no se libra de esta crítica a la ideología y su poder alienante. Para Marx la ética es ideología pura con la única visión de legitimar lo que hay. Para Marx las ideas morales o filosóficas no contribuyen a superar este mundo, más bien lo consagran y lo justifican al no darse cuenta de su procedencia. La Ley y la moral son prejuicios burgueses derivados de interés burgueses con la única y exclusiva

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intención de perpetuar la riqueza en quien la posee. Los valores morales son los portavoces de los intereses de la clase dominante,

Pero Marx no se conforma con la injusticia, cree que es necesario actuar para transformar las condiciones de vida de la mayoría de la humanidad. La Filosofía, dice en su Tesis XI sobre Feuerbach, había explicado el mundo, ahora el deber es transformarlo. La tarea principal de los explotados es la Praxis Revolucionaria, la actuación transformadora de la realidad. En ese sentido se puede hablar de ética marxista: la moral de Marx es una moral revolucionaria, transformadora de la realidad social.

Según la dialéctica marxista, todo en el universo está en un estado de cambio constante. Estos cambios están haciendo ascender a la sociedad hacia la eliminación de todas las diferencias de clase, sociales y económicas. El próximo avance social en la historia será el cambio del capitalismo al socialismo, el cual inevitablemente ocasionará cambios en los ideales morales de la sociedad.

La lucha de clases constituye, pues, el principio fundamental de la ética marxista. La lucha de clases es una tarea consciente y constante, un esfuerzo colectivo y solidario por la emancipación real del hombre. El primer paso en este camino consiste en ser plenamente conscientes de la realidad que hay que transformar, y, para llegar a ese punto de consciencia, hay que desembarazarse de la ética burguesa y de su ocultación de la realidad.

La ética marxista rompe con la moral tradicional. El marxismo rechaza todos los valores y principios éticos trascendentales (entendiendo por esto los basados en la religión o en proposiciones "idealistas"), y los rechaza porque no son más que ideología, La ética marxista, al desenmascarar estos postulados, al denunciarlos como falsos e ideológicos, pone las bases de una nueva moral.

La tarea ética del hombre se presenta como un imperativo: el hombre ha de liberarse de la alineación económica para generar su ser genérico. Pero los valores en cuyo nombre se emprende esa liberación nunca son trascendentes a la experiencia humana, sino inmanentes a la historia. Lejos de oponerse a la realidad (a la que servirían de modelos), se extraen de la realidad, sin separarse nunca totalmente de ella.

Dios

Marx tomó de Feuerbach el materialismo y el ateísmo. Como él, sostenía que la negación de Dios es indispensable para la construcción de un verdadero humanismo y que Dios no es sino fruto de la alienación del propio

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hombre, quien cree en un cielo irreal. Pero le critica el no haber explicado suficientemente por qué el hombre crea la religión. Para Marx la sociedad dividida en opresores y oprimidos, la sociedad de clases, es la que lleva al hombre a buscar su realización en un mundo ideal, irreal, imaginario. La alienación religiosa tiene su origen en la alienación económica y no podrá superarse mientras no se supere ésta. Aceptando la conclusión de Feuerbach de que Dios es una proyección creada por la misma humanidad, Marx afirmó que la humanidad es Dios. Nosotros creamos a Dios a nuestra propia imagen. Nosotros creamos la religión para adorarnos a nosotros mismos. La idea de que Dios es simplemente nuestra proyección está contenida en la afirmación de Marx de que el hombre "buscaba un superhombre en la realidad fantástica del cielo y no encontró nada allí, sólo su propio reflejo." Debido a que Marx cree que somos Dios, también cree que debemos tomar el control de la realidad y moldearla de acuerdo a nuestras especificaciones. "Los filósofos sólo han interpretado al mundo de distintas maneras," dice Marx; "lo importante, sin embargo, es cambiarlo." Para Marx el hombre está alienado. La alineación religiosa es el resultado de la alineación económica y social del oprimido. La religión es un efecto de la injusta estructura social. Pero a su vez, y en segundo lugar, se transforma en causa que refuerza la injusticia En Marx "la religión es el opio del pueblo", la droga que adormece y tranquiliza al pueblo canalizando sus energías hacia un más allá inexistente e imposibilitando la transformación de la realidad, que sólo será posible si el pueblo oprimido aúna sus fuerzas y se organiza para revolucionar la estructura social del mundo real. Es una proyección humana para huir de éste mundo. Concibe a Dios como consuelo ante la miseria del mundo actual. Para Marx, Dios no existe, pero incluso su misma idea es mala si queremos emancipar a los hombres. La noción de praxis incluye la autocreación del hombre y la transformación de la naturaleza. La trascendencia queda anulada, es inútil toda intervención de Dios. El hombre es el dueño de sí mismo, debe adueñarse de sí mismo.