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DOSSIER GESTIÓN DE CONFLICTOS FICHA TéCNICA Título: Cómo aprender del fracaso Autor: RIBA TRULLOLS, Albert Fuente: Capital Humano 274, Marzo 2013 Resumen: Fracasar no es malo, lo malo es pasar por ello sin obtener una lección útil. Ya que fracasar es sin duda un hecho doloroso, empecemos por aceptarlo, darle vi- sibilidad, analizarlo y acabaremos convencidos de que “Fracasar es una suerte”. Para llegar a esta convicción, el autor nos propone elaborar nuestro “currículum fracasional” que nos permita ver con perspectiva todos fiascos de nuestra vida. Hacer este ejercicio implica realizar un análisis profundo que muchas veces puede llegar a ser doloroso. Sin embargo, cuando se consigue llevar a cabo, permite dar visibilidad a los errores del pasado y entender qué motivos los ocasionaron. Descriptores: Gestión de Conflictos / Desarrollo Personal / Desarrollo Profesional Capital Humano www.capitalhumano.es 72

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Artículo de Albert Riba en Capital Humano sobre la Gestión del Error y el Fracaso

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DOSSIER GESTIÓN DE CONFLICTOS

Ficha técnicatítulo: Cómo aprender del fracaso

autor: RIBA TRULLOLS, Albert

Fuente: Capital Humano 274, Marzo 2013

Resumen: Fracasar no es malo, lo malo es pasar por ello sin obtener una lección útil. Ya que fracasar es sin duda un hecho doloroso, empecemos por aceptarlo, darle vi-sibilidad, analizarlo y acabaremos convencidos de que “Fracasar es una suerte”. Para llegar a esta convicción, el autor nos propone elaborar nuestro “currículum fracasional” que nos permita ver con perspectiva todos fiascos de nuestra vida. Hacer este ejercicio implica realizar un análisis profundo que muchas veces puede llegar a ser doloroso. Sin embargo, cuando se consigue llevar a cabo, permite dar visibilidad a los errores del pasado y entender qué motivos los ocasionaron.

Descriptores: Gestión de Conflictos / Desarrollo Personal / Desarrollo Profesional

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Cómo aprender del fracaso

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Desarrollar la capacidad de tratar el fracaso con actitud positiva y constructiva es un propuesta que siempre concluye de la misma manera: aún hay tiempo para aprender de los errores. Un profundo y sincero proceso de reflexión y análisis de todos los fiascos personales y profesionales puede resultar tan positivo para nuestro desarrollo que un día nos sorprendamos pensando en lo afortunados que fuimos al fracasar.

Albert Riba Trullols, profesor de EADA y CoFounder InPreneur

Recientemente tuve la oportunidad de impartir el taller “Cómo apren-der del fracaso”, en la escuela de negocios EADA y en el marco de la Global Entrepreneurship Week. Esta

propuesta nace de un proceso de reflexión y análisis profundo de todos y cada uno de mis fracasos persona-les y profesionales, llevada a cabo en el verano de 2010, cuando un problema de salud me obligó a detenerme

en seco. Debido a este suceso aprendí, entre otras cosas, que en aquella ocasión había fracasado porque no me había cuidado, pero que aún estaba a tiempo para aprender.

Después de este tremendo proceso, me surgió la po-sibilidad de colaborar en distintos medios de comu-nicación de radio y prensa escrita. Esto me llevó a tener una sección llamada “La suerte del fracaso” en

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der de una cosa cuando somos capaces de analizarla y compartirla con nuestro entorno. Y esto , qué duda cabe, no se puede hacer si antes no se da visibilidad al fracaso sin temor ni vergüenza.

Dar visibilidad al fracaso es una situación hartamente compleja, ya que el desastre afecta a las emociones de las personas y a su ego. En otras palabras, el fracaso rompe y tira por los suelos aquello con lo que hemos soñado durante un largo tiempo, aquello que nos ha ilusionado tanto y aquello a lo que hemos dedicado gran esfuerzo, mucho tiempo, buenas dosis de energía o incluso dinero.

Cuando esto sucede, normalmente las personas “toca-mos fondo”. Lo que debemos entender es que salir de la oscuridad del fracaso es posible, pero solo haciendo dos cosas: dándole la visibilidad que comentábamos o bien escondiéndolo debajo de una alfombra para que nadie se dé cuenta de que está ahí. Por desgracia, ésta última es la situación más común en nuestro país, y es la alternativa errada.

Ponerlo debajo de una alfombra es una opción ten-tadora que casi todos hemos hecho, algunos hacen y seguro todos haremos alguna vez en un futuro. Pero lo más importante es que, de vez en cuando, debemos levantar la alfombra para dar visibilidad a estos errores y así poder aprender.

Podemos escoger no hacerlo y dejar enterrados todos los problemas, errores o fracasos que llevamos en nuestra mochila, pero dejarlos allí solo tiene conse-cuencias negativas en un futuro. Tarde o temprano, incluso años después, alguna persona vuelve a levantar la dichosa alfombra y sale a la luz todo aquel polvo, aquellos problemas enmarañados, todos los miedos y, entonces, gestionarlos es muchísimo más complejo, por no decir casi imposible.

Por todos estos motivos debemos dar visibilidad al fracaso y a todos los componentes que lo provocan. Debemos exponer, analizar y gestionar esos miedos que tenemos en el momento de abordar algún proyecto, ver en qué nos equivocamos y, sobre todo, analizar qué lecciones podemos aprender para no repetir el error en un futuro.

Citar estos puntos puede parecer muy simple pero, realmente, esta simplicidad es tremendamente difícil de conseguir porque es necesario cumplir tres requi-sitos sin excepción: no perder la dignidad, realizar un

> la emisora catalana Rac1. Aquí es donde he tenido la valiosa oportunidad de testar, comparar y validar todos estos aprendizajes.

De todo esto surgió el taller “Cómo aprender del fracaso”, que principalmente tiene dos claros objetivos:

1. Mostrar una visión positiva, pues el fracaso nos está ofreciendo la oportunidad de aprender y salir mucho más reforzados si aprovechamos los apren-dizajes.

2. El fracaso está en todas partes y no solo en el mundo de los emprendedores. Está latente –y muchas veces escondido– en todo tipo de organizaciones, sean grandes o pequeñas.

Impartir estos talleres sobre el fracaso me está permi-tiendo integrar en una misma aula estos dos objetivos. Además, provoca que todos los seminarios estén llenos de asistentes que normalmente se van contentos y animados. Es muy gratificante.

Apenas nos adentramos en el contenido, lo primero que me dicen la mayoría de las personas cuando surge la palabra “fracaso”, es la típica frase: “En Estados Unidos, si uno fracasa, se valora mucho; pero aquí, inmediata-mente te castigan”.

No diré que en cierto punto esta afirmación es cierta, porque en gran parte lo es, pero lo que sí diré es que cambiar esta percepción del fracaso depende solo de nosotros mismos y de nadie más.

Depende de nuestra voluntad y capacidad de proporcionar la máxima visibilidad al fracaso para ponerla en primer plano sin ningún tipo de problema, prejuicio, rubor o miedo. En el fondo, ésta es la verdadera diferencia entre Estados Uni-dos y España: la capacidad de tratar el fracaso con actitud positiva y constructiva.

DAR VISIBILIDAD AL FRACASO

En nuestro país fracasar también está permitido, pues realmente muchas personas lo estamos haciendo. Pero el problema es que aún tolerando el fracasar, la gran mayoría de veces no lo afrontamos y, así, no se puede aprender.

Por eso siempre digo: “Fracasar no es malo. Lo malo es no aprender del fracaso”. Pero solo con esto tampoco hay suficiente, puesto que únicamente podemos apren-

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análisis sincero y exhaustivo, e implantar medidas con la máxima rapidez.

Es imprescindible mantener la dignidad de cara a uno mismo y frente a nuestro entorno, con el fin de saber asumir realmente la causante que ha provocado el fracaso y, sobre todo, saber afrontarlo con el objetivo de aprender de la situación.

Solo podremos aprender del fracaso si, una vez asumido con dignidad, somos capaces de realizar un análisis de todos esos puntos en los cuales hemos fallado. También debemos observar todos aquellos factores externos que han propiciado esta situación. Podemos culpar a los demás pero debemos también mirar todo aquello que sí depende de nosotros mismos porque es en es-tos puntos donde resulta más fácil poder interactuar y mejorar con decisión.

Una vez hemos encontrado los puntos que han oca-sionado el fracaso y los hemos analizado a fondo, ten-dremos que definir rápidamente un plan de acción que nos permita tomar medidas lo antes posible. Es decir, podemos dedicar algún tiempo “a quejarnos y llorar”, pero debemos invertir más tiempo aún en aprender para mejorar.

eL DueLO

En este punto entra en juego un concepto muy impor-tante que normalmente asociamos a otros dramas, pero el fracaso, también lo necesita: es el luto.

Todo fracaso, sea emocional o profesional, sea de pa-reja o de empresa, sea de amistad o sea con un cliente, necesita un periodo de duelo. Este tiempo es distinto en cada persona y en cada situación, como sucede con todo. Por ejemplo, alguien optimista normalmente suele levantarse más rápido que el pesimista. Pero una persona de condición pesimista también aprende de sus errores y gestiona su luto aunque, por lo general, lo haga con un tempo más lento.

Una vez superado el luto es cuando la persona se encuentra capaz de analizar con mucha frialdad el fra-caso y ver si todas aquellas sensaciones, causantes o justificantes del mismo, que ha pensado durante el luto, son ciertos o no.

La gestión del fracaso, una vez la persona lo ha asimila-do como proceso de mejora personal y organizacional,

permite predisponer la mente y el cuerpo en una actitud constructiva, positiva, plena de fuerza y, sobre todo, valorando las capacidades de uno mismo.

eL “CuRRíCuLum FRACASIOnAL”

Hasta ahora hemos hablado de que debemos dar visi-bilidad al fracaso, pero sobre todo, decíamos, debemos afrontarlo con dignidad para interactuar rápidamente con la finalidad de aprender. ¿Con qué método? Es aquí cuando aparece el “currículum fracasional”.

El currículum fracasional es una evolución de los cu-rrículums profesionales. En lugar de presumir de unos estudios, de una experiencia laboral, de saber hablar idiomas y más, se focaliza solo en los fracasos. Es decir, contempla todas aquellos meteduras de pata personales y profesionales que nos ha tocado vivir. Pueden ser fracasos en los estudios, mal amor, problemas de salud por no cuidarse, un trabajo del que nos expulsaron o una empresa cerrada.

¿Y cómo se hace este currículum? Es muy sencillo, pues solo implica dos puntos:

− Hacer la descripción actual de todo aquello que se tiene, de lo que uno se siente orgulloso. En otras palabras, todo lo que la persona ha conseguido hasta la fecha. Todo esto debe ir acompañado con una foto en la que uno se guste, considere que está guapo, risueño y, sobre todo, orgulloso.

− El segundo es introducir una lista de los fracasos anotando en una columna tres puntos claramente diferenciados: una aproximación de la fecha en que se produjo el fracaso (Ej: 1986-1992), descripción del fracaso (Ej: fracaso escolar) y, en tercer lugar, el motivo (Ej: motivación nula).

Hacer este ejercicio implica realizar un análisis profun-do que muchas veces puede llegar a ser doloroso. Sin embargo, cuando se consigue llevar a cabo, permite dar visibilidad a los errores del pasado y entender qué motivos ocasionaron el fracaso.

Como hemos podido ir viendo en este artículo, fracasar es un hecho doloroso y lo primero que debemos hacer es aceptarlo. Si somos capaces de darle visibilidad, de analizarlo y de aprender, podremos acabar convencién-donos de lo que llevo tiempo diciendo en mi sección en la radio y en mis charlas y talleres: “Fracasar es una suerte”.¢

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