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Matar un ruiseñor, la única novela que escribióNelleHarper Lee y que levalióelPulitzerde1961,siguesiendohoyendía,aloscincuentaañosdesuaparición,unadelasnovelasnorteamericanasmáspopularesyapreciadas.Basada,alparecer,enrecuerdosdeinfanciadelapropiaautora,puestosenla voz de la narradora y protagonista Jean Louise Finch, alias Scout, suhistoriadeaprendizaje,educaciónycomprensiónhacialosdemás,hacialosquenosoncomonosotros,dentrodeunacomunidaddondeaúnimperanlosprejuicios raciales y elmiedo a lo diferente, ha sido siempre puesta comomodelode lecturaacompartirentregrandesypequeños,comoejemplodeunaliteraturaquepuedeentreteneralosmásjóvenesy,alavez,mostrarlesciertosvalores.Peroademásdeeso,ysobretodo,Matarunruiseñoresunadelasgrandesobrassobre losmiedosde la infanciayelpasoa laedadadulta, teñidadeternuraydenostalgia,quemezclalaaventura,elterror,elhumor,eldramasocialy lanovela judicialparaconvertirseenun textoatemporalquehablasobrelaspersonasysussentimientos.Unaobramaestra,enfin,queseleede una sentada, que no ha perdido ni una pizca de su fuerza narrativagracias, como siempre, a su claridad y sencillez, y que, según cuenta laleyenda, puso celoso al mismísimo Truman Capote, amigo íntimo de laautora.Aladaptarlaalcineen1962,RobertMulliganrealizólapelículamásrepresentativadesufilmografía,otraobramaestraalaalturadelanovelayqueapenas necesita ya presentación.GregoryPeck ganóelOscar por suinterpretacióndelpadreyabogadoAtticusFinch(posiblementesupersonajemás recordado), y en un papel secundario pero crucial encontramos a unjovencísimoRobertDuvall.

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HarperLee

MataraunruiseñorSubtítulo

ePUBv1.0Cris198718.11.12

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Títulooriginal:ToKillaMockingbirdHarperLee,1960.Traducción:BaldomeroPorta

Editororiginal:Cris1987(v1.0)ePubbasev2.1

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PRIMERAPARTE

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Cuandoseacercabaa los treceaños,mihermanoJemsufrióunapeligrosa fracturadel brazo, a la altura del codo. Cuando sanó, y sus temores de que jamás podríaVolver a jugar fútbol se mitigaron, raras veces se acordaba de aquel percance. Elbrazoizquierdolequedóalgomáscortoqueelderecho;siestabadepieoandaba,eldorsodelamanoformabaángulorectoconelcuerpo,elpulgarrozabaelmuslo.AJemnopodíapreocuparlemenos,contaldequepudierapasarychutar.

Cuando hubieron transcurrido años suficientes para examinarlos con miradaretrospectiva, a veces discutíamos los acontecimientos que condujeron a aquelaccidente.YosostengoqueEwellsfuelacausaprimeradetodoello,peroJem,queteníacuatroañosmásqueyo,decíaqueaquelloempezómuchoantes.AfirmabaqueempezóelveranoqueDillvinoavernos,cuandonoshizoconcebirporprimeravezlaideadehacersaliraBooRadley.

Yoreplicabaque,puestosamirarlascosascontantaperspectiva,todoempezóenrealidad con Andrew Jackson. Si el general Jackson no hubiera perseguido a losindios creek valle arriba, Simon Finch nunca hubiera llegado a Alabama. ¿Dóndeestaríamosnosotrosentonces?

Como no teníamos ya edad para terminarla discusión a puñetazos, decidimosconsultaraAtticus.Nuestropadredijoqueambosteníamosrazón.

SiendodelSur,constituíaunmotivodevergüenzaparaalgunosmiembrosdelafamiliaelhechodequenoconstaraquehabíamostenidoantepasadosenunodelosdos bandos de la Batalla de Hastings. No teníamos más que a Simon Finch, unboticarioypeleterodeCornwall,cuyapiedadsólocedíaelpuestoasutacañería.EnInglaterra,aSimonleirritabalapersecucióndelossedicentesmetodistasamanosdesushermanosmásliberales,ycomoSimonsedabaelnombredemetodista,surcóelAtlánticohastaFiladelfia,deahípasóa Jamaica,deahí aMobileydeahí subióaSaintStephens.TeniendobienpresenteslasestrictasnormasdeJohnWesleysobreeluso de muchas palabras al vender y al comprar, Simon amasó una buena sumaejerciendo laMedicina, pero en este empeño fuedesdichadoporhaber cedido a latensióndehaceralgoquenofueraparalamayorgloriadeDios,comoporejemplo,acumularoroyotrasriquezas.Así,habiendoolvidadolodichoporsumaestroacercadelaposesióndeinstrumentoshumanos,comprótresesclavosyconsuayudafundóuna heredad a orillas del ríoAlabama, a unas cuarentamillasmás arriba de SaintStephens.VolvióaSaintStephensunasolavez,abuscaresposa,yconéstaestablecióunadinastíaqueempezóconunbuennúmerodehijas.Simonvivióhastaunaedadimpresionanteymuriórico.

Era costumbre que los hombres de la familia se quedaran en la hacienda deSimon,DesembarcaderodeFinch,yseganasenlavidaconelalgodón.Lapropiedad

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se bastaba a sí misma. Aunquemodesto si se comparaba con los imperios que lorodeaban,elDesembarcaderoproducíatodoloqueserequiereparavivir,exceptoelhielo, la harina de trigo y las prendas de vestir, que le proporcionaban lasembarcacionesfluvialesdeMobile.

SimonhabríamiradoconrabiaimponentelosdisturbiosentreelNorteyelSur,pues éstos dejaron a sus descendientes despojados de todomenos de sus tierras; apesardelocuallatradicióndevivirenellascontinuóinalterablehastabienentradoelsigloXX,cuandomipadre,AtticusFinch,sefueaMontgomeryaaprenderleyes,ysuhermanomenoraBostonaestudiarMedicina.SuhermanaAlexandrafuelaFinchquesequedóenelDesembarcadero.Secasóconunhombretaciturnoquesepasabalamayorpartedeltiempotendidoenunahamaca,juntoalrío,preguntándosesilasredesdepescartendríanyasupresa.

CuandomipadrefueadmitidoenelColegiodeAbogados,regresóaMaycombyse puso a ejercer su carrera. Maycomb, a unas veinte millas al este delDesembarcaderodeFinch,eralacapitaldelcondadodesumismonombre.Laoficinade Atticus en el edificio del juzgado contenía poco más que una percha parasombreros,untablerodedamas,unaescupiderayunimpolutoCódigodeAlabama.SusdosprimerosclientesfueronlasdosúltimaspersonasdelcondadodeMaycombquemurieronen lahorca.Atticus leshabíapedidocon insistenciaqueaceptasen lagenerosidaddelEstadoalconcederleslagraciadelavidasisedeclarabanculpables,confesándoseautoresdeunhomicidioensegundogrado,peroerandosHaverford,unnombre que en el condado de Maycomb es sinónimo de borrico. Los Haverfordhabían despachado al herrero más importante de Maycomb por un malentendidosuscitadoporlasupuestaretencióndeunayegua.Fueronlosuficienteprudentespararealizarlafaenadelantedetrestestigosyseempeñaronenque'elhijodemalamadreselohabíabuscado'yqueelloeradefensasobradaparacualquiera.Seobstinaronendeclararse no culpables de asesinato en primer grado, de modo que Atticus pudohacer poca cosa por sus clientes, excepto estar presente cuando los ejecutaron,ocasiónqueseñaló,probablemente,elcomienzode laprofundaantipatíaquesentíamipadreporelcultivodelDerechoCriminal.

DurantelosprimeroscincoañosenMaycomb,Atticuspracticómásquenadalaeconomía; luego, por espacio de otros varios años empleó sus ingresos en laeducaciónde suhermano. JohnHaleFinch teníadiez añosmenosquemipadre,ydecidióestudiarMedicinaenunaépocaenquenovalíalapenacultivaralgodón.Peroen seguida que tuvo a tío Jack bien encauzado, Atticus cosechó unos ingresosrazonablesdelejerciciodelaabogacía.LegustabaMaycomb,habíanacidoysehabíacriadoenaquelcondado;conocíaasusconciudadanos,ygraciasalalaboriosidaddeSimonFinch,Atticusestabaemparentadoporsangreoporcasamientoconcasitodaslasfamiliasdelaciudad.

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Maycomberaunapoblaciónantigua,perocuandoyo laconocíporprimeravezera, además, una población antigua y fatigada. En los días lluviosos las calles seconvertíanenunbarrizalrojo;lahierbacrecíaenlasaceras,y,enlaplaza,eledificiodel juzgado parecía desplomarse. De todasmaneras, entonces hacíamás calor; unperro negro sufría en un día de verano; unas mulas que estaban en los huesos,enganchadas a los carrosHoover, espantabanmoscas a la sofocante sombra de lasencinas de la plaza. A las nueve de la mañana, los cuellos duros de los hombresperdíansutersura.Lasdamassebañabanantesdelmediodía,despuésdelasiestadelas tres…y al atardecer estabanya comopastelillos blandos con incrustacionesdesudorytalcofino.

Entonceslagentesemovíadespacio.Cruzabacachazudamentelaplaza,entrabaysalíade las tiendas conpasocalmoso, se tomaba su tiempopara todo.Eldía teníaveinticuatrohoras,peroparecíamáslargo.Nadieteníaprisa,porquenohabíaadondeir, nada que comprar, ni dinero con qué comprarlo, ni nada que ver fuera de loslimites del condado deMaycomb. Sin embargo, era una época de vago optimismoparaalgunaspersonas:alcondadodeMaycombse ledijoquenohablade temeranada,másqueasimismo.

Vivíamos en la mayor calle residencial de la población, Aticcus, Jem y yo,además de Calpurnia, nuestra cocinera. Jem y yo hallábamos a nuestro padreplenamentesatisfactorio:jugabaconnosotros,nosleíaynostratabaconundespegocortés.

Calpurnia,encambio,eraotracosadistinta.Eratodaángulosyhuesos,miopeybizca;teníalamanoanchacomounmaderodecama,ydosvecesmásdura.Siempremeordenabaquesalieradelacocina,ymepreguntabaporquénopodíaportarmetanbiencomoJem,aunsabiendoqueéleramayor,ymellamabacuandoyonoestabadispuesta a Volver a casa. Nuestras batallas resultaban épicas y con un solo final.Calpurnia vencía siempre, principalmente porque Atticus siempre se ponía de suparte. Estaba con nosotros desde que nació Jem, y yo sentía su tiránica presenciadesdequemealcanzabalamemoria.

Nuestra madre murió cuando yo tenía dos años, de modo que no notaba suausencia.EraunaGraham,deMontgomery.Atticuslaconociólaprimeravezqueleeligieronpara la legislaturadelEstado.Eraentoncesunhombremaduro;ella teníaquince añosmenos. Jem fue el fruto de su primer añodematrimonio; cuatro añosdespuésnacíyo,ydosañosmástardemamámuriódeunataquecardíacorepentino.Decíanqueeracosacorrienteensufamilia.Yonolaechédemenos,perocreo,queJem,sí.Larecordabaclaramente;aveces,amitaddeunjuegodabaunprolongadosuspiro,yluegosemarchabaajugarsolodetrásdelacochera.Cuandoestabaasí,yoteníaelbuencriteriodenomolestarle.

Cuando yo estaba a punto de cumplir seis años y Jem se acercaba a los diez,

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nuestroslímitesdeverano(dentrodelalcancedelavozdeCalpurnia)eranlacasademistressHenryLafayetteDubose, dos puertas al norte de la nuestra, y laMansiónRadley, tres puertas hacia el sur. Jamás sentimos la tentación de traspasarlos. LaMansiónRadley lahabitabaunentedesconocido, lameradescripcióndel cualnoshacíaportarbiendurantedíassinfin.MistressDuboseeraelmismísimoinfierno.

AquelveranovinoDill.Una mañana temprano, cuando empezábamos nuestra jornada de juegos en el

patiotrasero,Jemyyooímosalgoallíallado,eneltramodecolesforrajerasdemissRachelHaverford.Fuimoshasta lavalíadealambreparaver si eraunperrito—lacaza-ratonesdemissRachelhabíadetenerlos—yenlugardeelloencontramosaunsujetoquenosmiraba.Sentadoenel suelonoalzabamuchomásque lascoles.Lemiramosfijamentehastaquehabló.

—Eh,tú—contestóJem,amablemente.—SoyCharlesBakerHarry—dijoelotro—.Séleer.—¿Yqué?—dijeyo.—Hepensadonadamásqueosgustaríasaberqueséleer.Sitenéisalgoquesea

precisoleer,yopuedoencargarme…—¿Cuántosañostienes?—lepreguntóJem—.¿Cuatroymedio?—Voyporlossiete.—Entonces,noteufanes—replicóJem,señalándomeconelpulgar—.AhíScout

leedesdequenació,yni siquieraha empezadoa ir a la escuela.Estásmuycanijoparaandarhacialossieteaños.

—Soypequeño,perosoymayor—dijoelforastero.Jemseechóelcabelloatrásparamirarlemejor.—¿Por qué no pasas a este lado, Charles Baker Harry?—dijo—. ¡Señor, qué

nombre!—Noesmáscuriosoqueel tuyo.TíaRacheldicequete llamasJeremyAtticus

Finch.Jeremypusomaltalante.—Yosoybastantealtoparaestaratonoconminombre—replicó—:Eltuyoes

máslargoquetú.Apuestoaquetieneunpiemásquetú.—LagentemellamaDill—dijoDill,haciendoesfuerzosporpasarpordebajode

lavalía.—Teirámejorsipasasporencima,ynopordebajo—ledije—.¿Dedóndehas

venido?DilleradeMeridian,Mississippi,pasabaelveranoconsutía,missRachel,yen

adelantepasaríatodoslosveranosenMaycomb.Sufamiliaeraoriginariadenuestrocondado, sumadre trabajaba para un fotógrafo enMeridian, y había presentado elretratodeDillenunconcursodeniñosguapos,ganandocincodólares.Estedinerose

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lodioaél,yaDilllesirvióparairveintevecesalcine.—Aquí no hay exposiciones de retratos, excepto los de Jesús, en el juzgado, a

veces—explicóJem—.¿Vistealgunavezalgobueno?Dill había visto Drácula, declaración que impulsó a Jem a mirarle con un

principioderespeto.—Cuéntanosla—ledijo.Dilleraunacuriosidad.Llevabapantalonescortosazulesdehiloabrochadosala

camisa, tenía el cabello blanco como nieve y pegado a la cabeza lomismo que sifueraplumóndepato.Meaventajabaenunaño,enedad,peroyoeraungiganteasulado. Mientras nos relataba la vieja historia, sus ojos azules se iluminaban y seoscurecían; teníauna risa repentinay feliz,ysolía tirarsedeunmechóndecabelloquelecaíasobreelcentrodelafrente.

Cuando Dill hubo dejado a Drácula hecho polvo y Jem dijo que la películaparecíamejorqueellibro,yolepreguntéalvecinodóndeestabasupadre.

—Nonosdicesnadadeél.—Notengo.—¿Hamuerto?—No…—Entonces,sinohamuerto,lotienes,¿verdad?Dillsesonrojó,yJemmedijoquemecallase,signosegurodeque,despuésde

estudiarle,lehabíahalladoaceptable.Desdeaquelmomentoelveranotranscurrióenuna diversión que llenaba todos nuestros días. Tal diversión cotidiana consistía enmejorar nuestra caseta, sostenida por dos cinamomos gemelos gigantes del patiotrasero, en promover alborotos y en repasar nuestra lista de dramasbasados en lasobrasdeOliverOptic,VíctorAppletonyEdgarRiceBurroughs.ParaesteasuntofueunasuertecontarconDill,elcualrepresentabalospapelesqueantesmeasignabanamí: elmono deTarzánmister Crabtree enThe Rover BoysmísterDamon enTomSwift.DeestemodollegamosaconsideraraDillcomoaunMerlíndebolsillo,cuyacabezaestaballenadeplanesexcéntricos,extrañasambicionesyfantasíasraras.

Pero a finales de agosto nuestro repertorio se habla vuelto soso a copia deinnumerables reproducciones, y entonces fue cuandoDill nos dio la idea de hacersaliraBooRadley.

LaMansión Radley le fascinaba. A despecho de todas nuestras advertencias yexplicaciones,leatraíacomolalunaatraeelagua,peronoleatraíamásalládelpostedelafaroladelaesquina,aunadistanciaprudencialdelapuertadelosRadley.Allísequedaba,rodeandoelgruesoposteconelbrazo,mirandoyhaciendoconjeturas.

LaMansiónRadleysecombabaenunacerradacurvaalotroladodenuestracasa.Andandohaciaelsur,unosehallabadecaraalporchedondelaacerahacíaunrecodoycorríajuntoalafinca.Lacasaerabaja,conunespaciosoporcheypersianasverdes;

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enotrotiempohabíasidoblanca,perohaciamuchoquehablatomadoeltonooscuro,gris-pizarroso, del patio que la rodeaba. Unas tablas consumidas por la lluviadescendíansobrelosalerosdelagalería;unosroblescerrabanelpasoalosrayosdelsol.Losrestosdeunatalanqueraformabancomounaguardiadeborrachosenelpatiode la fachada—un patio 'barrido' que no se barría jamás—, en el que crecían enabundanciala'hierbajohnson'yel'tabacodeconejo'.

Dentrodelacasavivíaunfantasmamaligno.Lagentedecíaqueexistía,peroJemyyonolohabíamosvistonunca.Decíanquesalíadenoche,despuésdeponerselaluna,yespiabapor lasventanas.Cuandolasazaleasde lagentesehelaban,enunanoche fría, eraporque el fantasma leshabía echado el aliento.Todos lospequeñosdelitos furtivos cometidos enMaycomb eran obra suya. En una ocasión, la ciudadvivióaterrorizadaporunaseriedemórbidosacontecimientos:encontrabanpollosyanimales caserosmutilados, y aunque el culpable eraAddie, 'el loco', quien con eltiempo se suicidó ahogándose en elRemansodeBarker, la gente seguía fijando lamiradaen laMansiónRadley, resistiéndoseadesechar susprimeras sospechas.UnnegronohabríapasadopordelantedelaMansiónRadleydenoche,puesesseguroque cruzaría hasta la acera opuesta y no cesaría de silbarmientras caminaba. Lospatios de la escuela deMaycomb lindaban con la parte trasera de la fincaRadley;desde el gallinero de los Radley, altos nogales de la variedad llamada allí 'pecani'dejaban caer sus frutos dentro del patio, pero los niños no tocaban ni una sola deaquellasnueces:lasnuecesdeRadleylehabríanmatadoauno.UnapelotaquefueseapararalpatiodelosRadleyeraunapelotaperdida,ynosehablabamásdelasunto.

LadesgraciadeaquellacasaempezómuchosañosantesdequenaciésemosJemyyo.LosRadley,bienrecibidosentodaspartesdelaciudad,seencerrabanensucasa,gusto imperdonable en Maycomb. No iban a la iglesia, la diversión principal deMaycomb,sinoquecelebrabanelcultoencasa.MistressRadleypocasvecesonuncacruzabalacalleparagozardeldescansodelcafédemediamañanaconlasvecinas,yciertamentejamásintervinoenningúncírculomisional.MisterRadleyibaalaciudadtodaslasmañanasalasoncetreintayvolvíaprestamentealasdoce,trayendoavecesunabolsadepapelpardoquelosvecinossuponíanqueconteníalasprovisionesdelafamilia. Jamás supe cómo se ganaba la vida el viejo Radley —Jem decía que'compraba algodón' unamanera fina de decir que no hacía nada—, aunquemísterRadleyysuesposavivíanallíconsusdoshijosdesdemuchoantesdeloquelagentepodíarecordar.

Losdomingos, laspersianasylaspuertasdelacasadelosRadleypermanecíancerradas, otro detalle ajeno a los usos de Maycomb, donde las puertas cerradassignificabanenfermedadotiempofrío,únicamente.Detodoslosdías,losdomingoseran los preferidos para ir de visita, por la tarde. Las señoras llevaban corsés; loshombres,chaquetas,ylosniñoszapatos.Perosubirlospeldañosdelafachadadelos

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Radley y gritar: '¡Eh!' una tarde de domingo, era cosa que los vecinos no hacíannunca.LacasadelosRadleynoteníapuertasvidrieras.UnavezpreguntéaAtticussilashabíatenidoalgunavez;Atticusmedijoquesí,peroantesdenaceryo.

Según la leyenda de la vecindad, cuando el joven Radley estaba en laadolescencia trabó relación con algunosCuninghams, deOíd Sarum, un enorme yconfuso clan que vivía en la parte norte del condado, y formaron la cosa másaproximadaaunabandaque sehayavisto jamásenMaycomb.Susactividadesnoeran muchas, pero sí las suficientes para que la ciudad hablase de ellos y lesadvirtieran públicamente desde tres púlpitos: se les veía por los alrededores de labarbería; los domingosmarchaban con el autobús aAbbottsville y se iban al cine;frecuentaban los bailes y el infierno de juego del condado, a la orilla del río: laPosadayCampamentoPesqueroGotadeRocío;hacíanexperimentosconwhiskydecontrabando. En Maycomb nadie tuvo el coraje suficiente para informar a místerRadleydequesuhijoibaenmalacompañía.

Una noche, llevados por un consumo excesivo de licor fuerte, los muchachoscorrieronporlaplazaenunautomóvilpequeñoqueleshabíanprestado,seresistieronadejarsedetenerporelancianoalguacildeMaycomb,misterConner,yleencerraronen el pabellón exterior del edificio del juzgado. La ciudad decidió que había quehacer algo.Míster Conner dijo que los había reconocido a todos, sin faltar uno, yestaba resuelto y determinado a que no escaparan de aquélla. De modo que losmuchachostuvieronquepresentarseanteeljuez,acusadosdeconductadesordenada,alteración de la tranquilidad pública, asalto y violencia, y de usar un lenguajeinsultanteeinmoralenpresenciadeunahembra.EljuezlepreguntóamísterConnerpor qué incluía la última acusación, y éste contestó que blasfemaban con voz tanfuertequeestabasegurodequetodaslasdamasdeMaycombleshabíanoído.Eljuezdecidió enviarlos a la escuela industrial deMaycomb, adonde enviaban a veces aotrosmuchachosconelsoloobjetodeprocurarlesalimentoyunalberguedecente:laescuelaindustrialnoeraunacárcel,niunadeshonra.PeromísterRadleycreyóquesiloera.Siel juezponíaen libertadaArthur,místerRadleyseencargaríadequenodiese nunca motivos de queja. Sabiendo que la palabra de míster Radley era unaescritura,eljuezaceptóconplacer.

Los otros muchachos estuvieron en la escuela industrial y recibieron la mejorenseñanzasecundariaquesepodíarecibirenelEstado;coneltiempo,unodeellosseabriópasohasta laescuelade ingenierosdeAutburn.Laspuertasde lacasade losRadleysecerraronlosdíasdeentresemanalomismoquelosdomingos,yalhijodemísterRadleynoseleviodurantequinceaños.

Perovinoundía,queJemapenasrecordaba,enquevariaspersonas—peroJemno—vieronyoyeronaBooRadley.MihermanodecíaqueAtticusnuncahablabamuchodelosRadley.Siéllepreguntabaalgo,Atticusselimitabaacontestarlequese

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ocupasedesuspropiosasuntosydejasequelosRadleycuidasendelosdeellos,queestabanensuderecho;perocuandollegóeldíaaquel,decíaJem,Atticusmeneólacabezaydijo:

—Hummm,hummm,hummm.Así pues, Jem recibió la mayor parte de los informes que poseía de miss

StephanieCrawford,unaarpíadelavecindadquedecíaconocertodoelcaso.SegúnmissStephanie,Booestabasentadoen la sala recortandounas ilustracionesdeTheMaycomb Tribun para pegarlas en su álbum. Su padre entró en el cuarto. CuandomísterRadleypasópordelante,Boolehundiólastijerasenlapierna,lassacó,selaslimpióenlospantalonesyseentregódenuevoasuocupación.

MistressRadleysaliócorriendoalacalleysepusoagritarqueArthurlesestabamatandoa todos,perocuando llegóelsherif encontró aBoo sentado todavía en lasalarecortandolaTríbun…Teníaentoncestreintaytresaños.

MissStephaniecontabaquecuandoleindicaronqueunatemporadaenTuscabosaquizáremediaríaaBoo,místerRadleydijoqueningúnRadleyiríajamásaunasilo.Boonoestabaloco, loqueocurríaeraqueenocasionesteníaelgeniovivo.Estababienqueseleencerrase,concediómísterRadley,peroinsistióenquenoseleacusaradenada;noerauncriminal.Elsherifnotuvoelvalordemeterloenuncalabozoencompañíadenegros, con lo cualBoo fue encerrado en los sótanosdel edificio deljuzgado.

ElnuevopasodeBoodesde lossótanosasucasaquedabamuynebulosoenelrecuerdo de Jem. Miss Stephanie dijo que alguno del concejo de la ciudad habíaadvertidoamísterRadleyquesinosellevabaaBoo,éstemoriríadelreúmaqueleproduciría lahumedad.Porotraparte,Boonopodía seguirviviendo siemprede lamunificenciadelcondado.

Nadie sabía qué forma de intimidación empleómíster Radley paramantener aBoo fuera de la vista, pero Jem se figuraba que le tenía encadenado a la cama lamayorpartedeltiempo.Atticusdijoqueno,quenoeraeso,quehabíaotrasmanerasdeconvertiralaspersonasenfantasmas.

MimemoriarecogíaávidamentelaimagendemistressRadleyabriendodetardeentardelapuertadelafachadaparasalirhastalaorilladelporchearegarsuscannas.EncambioJemyyovelamosamísterRadleyyendoyviniendodelaciudad.Eraunhombredelgadoycorreosoconunosojosincoloros,tanincolorosquenoreflejabanlaluz.Teníaunospómulosagudosylabocagrande,conellabiosuperiordelgadoyel inferiorcarnoso.MissStephanieCrawforddecíaqueera tanrectoque tomaba lapalabra de Dios como su única ley, y nosotros la creíamos, porquemíster Radleyandabatiesocomounabaqueta.

Jamásnoshablaba.Cuandopasaba,bajábamoslosojosalsueloydecíamos:—Buenosdías,señor.

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Yél,enrespuesta,tosía.ElhijomayordemísterRadleyvivíaenPensacola;teníaasucasaporNavidad,y

eraunadelaspocaspersonasalasqueveíamosentrarysalirdelavivienda.DesdeeldíaenquemísterRadleysellevóaArthuracasa,lagentedijoqueaquellamansiónhabíamuerto.

PerovinoeldíaenqueAtticusnosdijoquenoscastigaríaseriamentesihacíamoselmenor ruido en el patio, y comisionó aCalpurnia para que le sustituyese en suausencia,sidesobedecíamoslaorden.MísterRadleyestabaagonizando.

Se tomó su tiempo para morir. A cada extremo de la finca de los Radleycolocaroncaballetesdemadera,cubrieronlaaceradepajaydesviaroneltráficohaciala calle trasera. Cada vez que visitaba al enfermo, el doctor Reynolds aparcaba elcochedelantedenuestracasa,yluegoseguíaapie.Jemyyonosarrastramosporelpatiodíasydías.Mfinalquitaron loscaballetes,ynosotrosnosplantamosamirardesdeelporchedelafachadacuandomisterRadleyhizosuúltimoviajepordelantedenuestracasa.

—AllávaelhombremásruinaquienDiospusoalientoenelcuerpo—murmuróCalpurnia,escupiendomeditativamentealpatio.

Nosotros la miramos sorprendidos, porque Calpurnia raras veces hacíacomentariossobrelamaneradeserdelaspersonasblancas.

LosvecinospensabanquecuandomísterRadleybajaraalsepulcro,Boosaldría,peroloquevieronfueotracosa.ElhermanomayordeBooregresódePensacolayocupóelpuestodemísterRadley.Laúnicadiferenciaquehabíaentreélysupadreeralaedad.JemdecíaquemísterNathantambién'comprabaalgodón'.Sinembargo,místerNathannosdirigíalapalabra,aldarnoslosbuenosdías,yavecesloveíamosregresardelapoblaciónconunarevistaenlamano.

CuantomáshablábamosaDilldelosRadley,másqueríasaber;cuantosmásratospasabadepieabrazandoelpostedelafarola,másintrigadosesentía.

—Me gustaría saber qué hace allí dentro—solía murmurar—. Parece que, almenos,habríadeasomarlacabezaalapuerta.

—Sale,nocabeduda,cuandoesnegranoche—decíaJem—.MissStephaniedijoque una vez se despertó amedianoche y le viomirándola fijamente a través de laventana… Dijo que era como si la estuviese mirando una calavera. ¿No te hasdespertadonuncadenocheylehasoído,Dill?Andaasí…—YJemarrastrólospiesporlagravilla—.¿PorquétefigurasquemissRachelcierracontantaprecauciónporlasnoches?Muchasmañanashevistosushuellasennuestropatio,yunanocheleoíarañarlapuertavidrieradelapartedeatrás,perocuandoAtticusllegóallíyasehabíamarchado.

—¿Quéfiguradebedetener?—dijoDill.Jem le hizo una descripción aceptable de Boo. A juzgar por sus pisadas, Boo

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medíaunosseispiesymediodeestatura;comíaardillascrudasytodoslosgatosquepodía coger, por esto tenía lasmanosmanchadas de sangre… (Si uno se come unanimal crudo, no puede limpiarse jamás la sangre). Por su cara corría una cicatrizformando una línea quebrada; los dientes que le quedaban estaban amarillos ypodridos;teníalosojossalientes,ylamayorpartedeltiempobabeada.

—Probemosdehacerlesalir—dijoDill—.Megustaríaverquéfiguratiene.JemcontestóquesiDillqueríaquelematasen,lebastabaconiralláyllamarala

puerta.NuestraprimeraincursiónseprodujoúnicamenteporqueDillapostóElFantasma

GricontradosTomSwifdeJemaqueéstenollegaríahastamásalládelapuertadelpatiodelosRadley.Jemnohabíarechazadoundesafíoentodasuvida.

Jemlopensótresdíasenteros.Supongoqueamabaelhonormásquesupropiacabeza,porqueDilllehizocederfácilmente.

—Tienesmiedo—ledijoelprimerdía.—Notengomiedo,sinorespeto—replicóél.AldíasiguienteDilldijo:—Tienes demasiadomiedo para poner ni siquiera el dedo gordo del pie en el

patiodelafachada.Jem dijo que se figuraba que no, que había pasado por delante de laMansión

Radleytodoslosdíasdeclasedesuvida.—Siemprecorriendo—dijeyo.Pero Dill le cazó el tercer día, al decirle que la gente deMeridian no era, en

verdad, tan miedosa como la deMaycomb, y que jamás había visto personas tanmedrosascomolasdenuestraciudad.

EstobastóparaqueJemfuesehastalaesquina,dondeseparó,arrimadocontraelposte de la luz, contemplando la puerta del patio suspendida estúpidamente de sugozndemanufacturacasera.

Comoenquetehasgrabadobienenlamemoriaquenosmataráatodossindejarauno,DillHarry—dijoJemcuandonosreunimosconél—.NomeecheslasculpascuandoBootesaquelosojos.Recuerdaquetúlohasempezado.

—Sigues teniendomiedo—murmuróDill conmuchapaciencia. JemquisoqueDillsupiesedeunavezparasiemprequenoteníamiedoanada.

—Loquesucedeesquenosemeocurreunamaneradehacerlesalirsinquenoscoja.

Además,Jemhabíadepensarensuhermanita.Cuandopronuncióestaspalabras,supequesíteníamiedo.Jemtambiénhabíade

pensar en su hermanita aquella vez que yo le reté a que saltara desde el tejado decasa.

—Simematase,¿quéseríadeti?—mepreguntó.

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Luego saltó, aterrizó sin el menor daño, y su sentido de la responsabilidad leabandonó…hastaencontrarseconelretodelaMansiónRadley.

—¿Huiráscorriendodeundesafio?—lepreguntóDill—.Siesasí,entonces…—Unohadepensarbienestascosas,Dill—contestóJem—.Déjamepensarun

minuto…Esunacosaasícomohacersalirunatortuga…—¿Cómosehaceeso?—inquirióDill.—Poniéndoleunacerillaencendidadebajo.YoledijeaJemquesiprendíafuegoalacasadelosRadleyselocontaríaapapá.Dilldijoqueelencenderunacerilladebajodeunatortugaeraunacosaodiosa.—Noesodiosa;sirvesimplementeparaconvencerla…Noeslomismoquesila

asarasenelfuego—refunfuñóJem.—¿Ycómosabesquelacerillanolahacesufrir?—Lastortugasnosientennada,estúpido—replicóJem.—Hassidotortugaalgunavez,¿eh?—¡Cielosanto,Dill!Ea,déjamepensar…Mefiguroquepodríamosamansarle…JemsequedópensandotanlargoratoqueDillhizounapequeñaconcesión:—Si subes allá y tocas la casa no diré que has huido ante un reto y te daré

igualmenteElfantasmaGri…AJemseleiluminóelsemblante.—¿Tocarlacasa?¿Nadamás?—Dillasintióconlacabeza.—¿Seguro que eso es todo, di? No quiero que te pongas a chillar una cosa

diferentealminutomismoqueregrese.—Sí, esto es todo —contestó Dill—. Cuando te vea en el patio, saldrá

probablemente a perseguirte; entonces Scout y yo saltaremos sobre él y lesujetaremoshastaquepodamosdecirlequenovamosahacerleningúndaño.

Abandonamoslaesquina,cruzamoslacallelateralquedesembocabadelantedelacasadelosRadleyynosparamosenlapuertadelpatio.

—Bien,adelante—dijoDill—.Scoutyyoteseguiremospisándotelostalones.—Yavoy,nomedesprisa—respondióJem.Fue hasta la esquina de la finca, regresó luego, estudiando el terreno, como si

decidieralamejormaneradeentrar.Arrugabalafrenteyserascabalacabeza.Yomereídeélensondemofa.Jem abrió la puerta de un empujón, corrió hacia un costado de la casa, dio un

golpealaparedconlapalmadelamanoyregresóvelozmente,dejándonosatrás,sinesperar para ver si su correría había tenido éxito. Dill y yo le seguimosinmediatamente.Asalvoennuestroporche,jadeandosinaliento,miramosatrás.

Laviejacasacontinuaba igual,caídayenferma,peromientrasmirábamoscalleabajonosparecióverqueunapersianainteriorsemovía.¡Zas!Unmovimientoleve,

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casiinvisible,ylacasacontinuósilenciosa.

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2

Dill nos dejó en septiembre, para regresar a Meridian. Le acompañamos alautobúsde lascinco,ysinélmesentídesdichadahastaquepenséque transcurridaunasemanaempezaríaairalaescuela.Entodamividajamásheesperadootracosacon tantoanhelo.Lashorasdel inviernomehabíansorprendidoen lacasetade losárboles,mirandohacia el patiode la escuela, espiando lasmultitudesde chiquilloscon un anteojo de dos aumentos que Jemme había dado, aprendiendo sus juegos,siguiendo la chaqueta encarnada de Jem entre el girar de los corros de la 'gallinaciega' compartiendo en secreto sus desdichas y sus pequeñas victorias. Ansiabareunirmeconellos.

Jemcondescendióen llevarmea laescuelaelprimerdía, tareaquegentilmentehacen los padres deuno, peroAtticus había dichoque ami hermano le encantaríaenseñarmemi clase. Creo que en esta transacción algún dinero cambió demanos,porquemientrasdoblábamosaltrotelaesquinademásalládelaMansiónRadley,oíun tintineo nada familiar en los bolsillos de Jem.Ya en los límites del patio de laescuela,cuandodisminuimoslamarchaynospusimosalpaso,éltuvobuencuidadodeexplicarmequedurante lashorasdeclasenodebíamolestarle.NomeacercaríaparapedirlequerepresentásemosuncapítulodeTarzányelhombredelashormiga.,ni para sonrojarle con referencias a su vida privada, ni tampoco andaría tras éldurante el descanso del mediodía. Yo me quedaría con los del primer grado y élpermaneceríaconlosdelquinto.Enresumen,teníaquedejarleenpaz.

—¿Quieresdecirqueyanopodremosjugarmás?—lepregunté.—Encasaharemoslomismodesiempre—mecontestó—,perotúverásquela

escuelaesdiferente.Lo era, en verdad. Antes de que terminase la primera mañana, miss Caroline

Fisher,nuestramaestra,mearrastróhacialapartedelanteradelasalaymepegóenlapalmade lamano con su regla; luegomehizoquedar de pie en el rincónhasta elmediodía.

Miss Caroline no pasaba de los veintiún años. Tenía el cabello pardo-rojizobrillante, las mejillas rosadas y se pintaba con esmalte carmesí las uñas. Llevabatambién zapatos de tacón alto y un vestido a rayas encamadas y blancas. Tenía elaspectoyelperfumedeunagotadementa.Sealojabaalotro ladode lacalle,unapuerta más abajo que nosotros, en el cuarto delantero del piso superior de missMaudieAtkinson.CuandomissMaudienoslapresentó,Jemvivióenlalunadurantedías.

MissCarolineescribiósunombreenlapizarraydijo:—EstodicequesoymissCarolineFisher.SoydelnortedeAlabama,delcondado

deWinston.

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La clase murmuró con aprensión, temiendo que poseyera algunas de laspeculiaridadespropiasdeaquellaregión.(CuandoAlabamaseseparódelaUnión,el11deenerode1861,elCondadodeWinstonseseparódeAlabama,ytodoslosniñosdeMaycomblosabían).AlabamadelNorteestaballenademagnatesdeloslicores,fabricantesdewhisky,republicanos,profesoresypersonassinabolengo.

MissCarolineempezóeldía leyéndonosunahistoriasobre losgatos.Losgatossostenían largas conversaciones unos con otros, llevaban unos trajecitos monos yvivíanenunacasacalentitadebajodelaestufadelacocina.PoreltiempoenquelaSeñoraGatallamabaalatiendapidiendounenvíoderatonesdechocolatemalteados,laclaseestabaenagitacióncomouncestodegusanos.MissCarolineparecíanodarsecuenta de que los andrajosos alumnos de la primera clase, con camisas de trapo yfaldasdeteladesaco,muchosdeloscualeshabíancortadoalgodónycebadopuercosdesdequesupieronandar,eraninmunesalaliteraturadeimaginación.MissCarolinellegóalfinaldelcuentoyexclamó:

—¡Oh,québien!¿Nohasidobonito?Luego fue a la pizarra y escribió el alfabeto con enormes letrasmayúsculas de

imprenta.Despuéssevolvióhacialaclaseypreguntó:—¿Sabealgunoloqueson?Casitodoelmundolosabía.Lamayoríadelprimergradoestabaallídesdeelaño

anterior,pornohaberpodidopasaralsegundo.Supongo queme escogió amí porque conocíami nombre.Mientras yo leía el

alfabetouna levearrugaaparecióentre suscejas,ydespuésdehabermehecho leergranpartedeMisPrimerasLecturaylosdatosdelmercadodeBolsadelTheMobileRegisteenvozalta,descubrióqueyoeraletradaymemiróconalgomásqueunlevedesagrado.MissCarolinemepidióqueledijeseamipadrequenomeenseñasenadamás,puesellopodíaserincompatibleconlasclases.

—¿Enseñarme?—Exclamé sorprendida—.Mi padre nome ha enseñado nada,missCaroline.Atticusnotienetiempoparaenseñarmenada.¡Caramba!,porlanocheestátancansadoquenohaceotracosaquesentarseenlasalayleer.

—Sinoteenseñóél,¿quiénhasido?—preguntómissCarolinedebuentalante—.Algunohabrásido.TúnonacisteleyendoTheMobileRegiste…

—Jemdicequesí.JemleyóunlibroenelqueyoeraunaBullfinchenlugardeunaFinch[1],MissCarolinepensó,porlovisto,quementía.

—Nonos dejemos arrastrar por la imaginación, queridamía—dijo—.Y ahoradile a tu padre que no te enseñe nadamás. Esmejor empezar a estudiar con unamentefresca.Dilequedeahoraenadelantemeencargoyoyquetratarédecorregirelmal…

—¿Señora…?—Tupadrenosabeenseñar.Ahorapuedessentarte.

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Murmuré que lo sentía y me retiré meditando mi crimen. Yo no aprendíintencionalmentea leer,pero,nosécómo,mehabíaencenagadoilícitamenteenlosperiódicosdiarios.Enlaslargashoraseneltemplo…¿Fueentoncescuandoaprendí?Nopodíarecordarunaépocaenquenosupieraleerloshimnos.Ahoraquemeveíaobligadaapensarenello,el leereracosaquesabía,naturalmente, lomismoqueelabrocharmelasposaderasdemipelelsinmiraratrás,oelterminarhaciendodoslazoscon una maraña de cordones de zapato. No podía recordar cuándo las líneas deencimadeldedoenmovimientodeAtticussesepararonenpalabras;sólosabíaquelas contemplé todas las veladasque recordaba, escuchando las noticias del día, losproyectosquehabíaqueelevaraLeyes,losdiariosdeLorenzoDow…,todoloqueAtticusestuvieraleyendocuandoyotrepabaasuregazocadanoche.Hastaquetemíperderlo,jamásmeembelesóelleer.Aunonoleembelesaelrespirar.

ComprendíquehabíadisgustadoamissCaroline,demodoquedejélacosacomoestabaymepuseamirarporlaventanahastaeldescanso,encuyomomentoJemmesacó de la nidada de alumnos del primer grado, en el patio de la escuela. Jemmepreguntóquétalmedesenvolvía.Yoseloexpliqué.

—Sinotuvieraquequedarme,memarcharía,Jem,esamalditaseñoritadicequeAtticusmehaenseñadoaleeryquedebedejardeenseñarme…

—No te apures, Scout —me reconfortó él—. Nuestro maestro dice que missCaroline está introduciendo una nueva manera de enseñar. La aprendió en laUniversidad. Pronto la adoptarán todos los grados. Según este estilo uno no ha deaprendermucho de los libros.Es como, por ejemplo, si quieres saber cosas de lasvacas,vasyordeñasuna,—¿comprendes?

—SíJem,peroyonoquieroestudiarvacas,yo…Claroquesí.Unohadesaberdelasvacas,formanunagranpartedelavidadel

CondadodeMaycomb.Mecontentépreguntándolesihabíaperdidolacabeza.—Sólo trato de explicarte la nueva forma que han implantado para enseñar al

primergrado,tozuda.EselSistemaDecimaldeDewey.ComonohabíadiscutidonuncalassentenciasdeJem,novimotivoparaempezar

ahora.ElSistemaDecimaldeDeweyconsistía, enparte, enquemissCarolinenospresentaracartulinasenlasquehabíaimpresaspalabras:'el','gato','ratón''hombre'y'tú'.Noparecíaqueesperaseningúncomentariopornuestraparte,ylaclaserecibíaaquellasrevelaciones impresionistasensilencio.Yomeaburría,por locualempecéunacartaaDill.MissCarolinemesorprendióescribiendoymeordenóquedijeseamipadrequedejaradeenseñarme.

—Además —dijo—, en el primer grado no escribimos, hacemos letra deimprenta.Noaprenderásaescribirhastaqueestéseneltercergrado.

De esto tenía la culpa Calpurnia. Ello me libraba de Volverla loca los días

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lluviosos, supongo. Me ordenaba escribir el alfabeto en la parte de arriba de unatablilla y copiar luego un capitulo de la Biblia debajo. Si reproducía su caligrafíasatisfactoriamente,merecompensabaconunsandwicdepan,mantecayazúcar.Lapedagogía de Calpurnia estaba libre de sentimentalismos; raras veces la dejabacomplacida,yrarasvecesmepremiaba.

—Los que van a almorzar a casa que levanten la mano miss Caroline,despertandominuevoresentimientocontraCalpurnia.

Loschiquillosdelapoblaciónlalevantaron,yellanosrecorrioconlamirada.Losquetraiganelalmuerzoqueloponganencimadelamesa.Fiambreras aparecieron por arte de encantamiento, y en el techo bailotearon

reflejosmetálicos.MissCarolineibadeunextremoaotrodelashileras,mirandoyhurgando los recipientes del almuerzo, asintiendo con la cabeza si su contenido legustaba, arrugando un poco el ceño ante otros. Se paró en la mesa de WalterCunningham.

—¿Dóndeestáeltuyo?—lepreguntó.LacaradeWalterCunninghampregonabaatodoslosdelprimergradoquetenía

lombrices. Su falta de zapatos nos explicaba además cómo las había cogido. Laslombrices se cogían andando descalzo por los corrales y los revolcaderos de loscerdos.SiWalterhubiese tenidozapatos loshabría llevadoelprimerdíadeclaseyluegoloshubieradejadohastamitaddelinvierno.Llevaba,esosí,unacamisalimpiayunmonopulcramenteremendado.

—¿Hasolvidadoelalmuerzoestamañana?—preguntómissCaroline.Walterfijólamiradaalfrente.Viqueensuflacamandíbularesaltabadeprontoel

bultodeunmúsculo.—¿Lohasolvidadoestamañana?—insistiómissCaroline.LamandíbuladeWaltersemovióotravez.—Sí,señora—murmuróporfin.MissCarolinefueasumesayabrióelmonedero.—Aquí tienes un cuarto de dólar—le dijo aWalter—.Hoy vete a comer a la

población.Mañanapodrásdevolvérmelo.Waltermoviólacabezanegativamente.—No,gracias,señora—tartajeóenvozbaja.LaimpacienciaseacentuabaenlavozdemissCaroline.—Vamos,Walter,cógelo.Waltermeneólacabezadenuevo.Cuandolameneabaporterceravez,alguiensusurró:—Veycuéntaselo,Scout.Yome volví y vi a lamayor parte de losmuchachos de la ciudad y a toda la

delegacióndelautobúsmirándome.MissCarolineyyohabíamosconferenciadoya

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dosveces,ylosotrosmemirabanconlainocentecertidumbredequelafamiliaridadtraeconsigolacomprensión.

YomelevantégenerosamenteenayudadeWalter.—Oh…,missCaroline…—¿Quéhay,JeanLouise?—MissCaroline,esunCunningham.Ymesentédenuevo.—¿Quéhay,JeanLouise?Yopensabahaberpuestolascosassuficientementeenclaro.Paratodoslosdemás

loerandesobras:WalterCunninghamestabasentadoallí,dejandoreposarlacabeza.Nohabíaolvidadoelalmuerzo,nolotenía.Noloteníahoy,nilotendríamañana,nipasado. En toda su vida probablemente no habla visto nunca tres cuartos de dólarjuntos.

Hiceotratentativa.—WalteresunCunningham,missCaroline.—Perdona,pero¿quéquieresdecir,JeanLouise?—Notienenadadeparticular,señorita;dentrodepocotiempoconoceráusteda

toda la gente del condado. Los Cunningham jamás cogen nada que no puedandeVolver, ni que sean sellos. Jamás toman nada de nadie, se arreglan con lo quetienen.Notienenmucho,peropasanconello.

MiconocimientoespecialdelatribuCunningnam—esdecir,deunadesusramas—lodebíaalosacontecimientosdelinviernopasado.ElpadredeWaltereraclientedeAtticus.Una noche, después de una árida conversación en nuestra sala de estarsobresuapuro,yantesdemarcharse,místerCunninghamdijo:

—MísterFinch,nosécuándoestaréencondicionesdepagarle.—Estohadeserloúltimoquedebepreocuparle,Walter—respondióAtticus.CuandolepreguntéaJemcuáleraelapuroenqueseencontrabaWalteryJemme

dijoqueeraeldetenercogidoslosdedosenunatrampa,preguntéaAtticussimísterCunninghamllegaríaapagarnosalgunavez.

—Endinerono—respondióAtticus—,peronohabrátranscurridounañosinquehayapagado.Fíjate.

Nosfijamos.Unamañana,Jemyyoencontramosunacargadeleñaparalaestufaenelpatiotrasero.Mástardeaparecióenlasescalerasdelaparteposteriorunsacodenueces.ConlaNavidadllegóunacajadezarzaparrillayacebo.Aquellaprimavera,cuandoencontramosunsacollenodenabos,AtticusdijoquemísterCunninghamlehabíapagadoconcreces.

—¿Porquétepagadeestemodo?—pregunté.—Porqueesdelúnicomodoquepuedepagarme.Notienedinero.—¿Somospobresnosotros,Atticus?

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Mipadremoviólacabezaafirmativamente.—Ciertamente,losomos.Jemarrugólanariz.—¿SomostanpobrescomolosCunningham?—Noexactamente.LosCunninghamsongentedelcampo,labradores,ylacrisis

lesafectamás.Atticusdecíaqueloshombresdeprofesionesliberaleseranpobresporqueloeran

loscampesinos.ComoelCondadodeMaycomberaunterrenoagrícola,lasmonedasdecincoydediezcentavosllegabanconmuchadificultadalosbolsillosdemédicos,dentistas y abogados. La amortización era solamente uno de los males que sufríamísterCunningham.Losacresnovinculadoslosteníahipotecadoshastaeltope,yelpocodineroquereuníaselollevabanlosintereses.Silalenguanoseleibapormalcamino, mister Cunningham podría conseguir un empleo del Gobierno, pero suscamposiríanalaruinasilosabandonaba,yélpreferíapasarhambreparaconservarloscamposyvotardeacuerdoconsuparecer.AtticusdecíaquemisterCunninghamveníadeunacastadehombrestestarudos.

Como losCunninghamno teníandineroparapagaraunabogado,nospagabanconloquepodían.

—¿NosabíaisqueeldoctorReynoldstrabajaenlasmismascondiciones?—decíaAtticus—.Aciertaspersonaslescobraunamedidadepatatasporayudaraunniñoavenir al mundo. Miss Scout, si me prestas atención te explicaré lo que es unavinculación.AveceslasdefinicionesdeJemresultanbastanteexactas.

Si hubiese podido explicar estas cosas a miss Caroline, me hubiera ahorradoalgunasmolestias,ymissCarolinelamortificaciónsubsiguiente,peronoentrabaenmisposibilidadeselexplicarlascosastanbiencomoAtticus,demodoquedije:

—Leestállenandodevergüenza,missCaroline.Walternotieneencasauncuartodedólarparatraérseloluego,yustednonecesitaleñaparalaestufa.

Miss Caroline se quedó tiesa como un palo, luegome cogió por el cuello delvestidoymeremolcóhaciasumesa.

—JeanLouise,estamañanayaempiezoaestarcansadadeti—dijo—.Cadadíatemetesenmalterreno,queridamía.Abrelamano.

Yo pensé que iba a escupirme en ella, que era el único motivo por el cualcualquierpersonadeMaycomblevantabalamano:eraéstaunamaneradesellarloscontratos orales consagradas por el tiempo. Preguntándome qué trato habríamoshecho, volví lamiradahacia la clase enbuscadeuna respuesta, pero losotrosmemiraronasuvezdesorientados.MissCarolinecogiólaregla,mediomediadocenadegolpecitosrápidosymedijoquemequedaradepieenelrincón.Cuandoporfinsedieron cuenta de quemiss Carolineme había pegado, toda la clase estalló en unatempestadderisas.

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CuandomissCarolinelesamenazóconunasuertesimilar,elprimergradoestallóotravez,ysóloimperóunaseriedadrígidacuandocayósobreelloslasombrademissBlount.MissBlount,quehabíanacidoenMaycombytodavíanoestabainiciadaenlosmisteriosdelSistemaDecimal,aparecióenlapuertaconlasmanosenlascaderasyanunció:

—Sioigootrosonidoenestasala,lepegofuegocontodoslosqueestándentro.¡Miss Caroline, con este alboroto, el sexto grado no puede concentrarse en laspirámides!

Mi estancia en el rincón fue corta. Salvada por la campana, miss Carolinecontemplócómolaclasesalíaenfilaparaelalmuerzo.Comofuilaúltimaensalir,lavidesplomarseenelsillónyhundirlacabezaentrelosbrazos.Sihubiesetenidounaconducta más amistosa conmigo, la hubiera compadecido. Era una mujercitapreciosa.

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3

ElcazaraWalterCunninghamporelpatiomecausóciertoplacer,perocuandolefrotabalanarizcontraelpolvoseacercóJemymedijoqueledejase.

—Eresmásfuertequeél—medijo.—Pero él tiene, casi, tantos años como tú —repliqué—. Por su culpa me he

puestoenmalterreno.—Suéltale,Scout.¿Porqué?—No traía almuerzo —respondí, y a continuación expliqué cómo me había

mezcladoconlosproblemasdietéticosdeWalter.Waltersehabíalevantadoyestabadepie,escuchándonoscalladamenteaJemya

mí.Teníalospuñosalgolevantados,comosiesperaseunasaltodenosotrosdos.Yodiunapatadaenelsuelo,mirándole,parahacerlemarchar,peroJemlevantólamanoymedetuvo.LuegoexaminóaWalterconaireespeculativo.

—¿TupapáesmisterCunningham,deOídSarum?—preguntó.Waltermoviólacabezaasintiendo.Dabalasensacióndequelehabíancriadocon

pescado; sus ojos, tan azules como los de Dill Harry, aparecían rodeados de uncirculorojoyacuosos.Noteníanadadecolorenelrostro,exceptoenlapuntadelanariz, que era de un rosado húmedo. Y manoseaba las tiras de su mono, tirandonerviosamentedelashebillasmetálicas.

Desúbito,Jemlesonrió.—Venacasaacomerconnosotros,Walter—ledijo—.Nosalegrará tenerteen

nuestracompañía.LacaradeWalterseiluminó,peroluegoseensombreció.Jemdijo:—Tu papá es amigo del nuestro. Esa Scout está loca; ya no se peleará más

contigo.—No estoy tan segura —repliqué. Me irritaba que Jem me dispensase tan

liberalmente de mis obligaciones, pero los preciosos minutos del mediodíatranscurríansincesar—.No,Walter,noVolveréaarremetercontrati.¿Tegustanlasalubiasconmanteca?NuestraCalesunacocineraestupenda.

Walter sequedódondeestaba,mordiéndoseel labio. Jemyyoabandonamos lapartida.EstábamoscercadelaMansiónRadleycuandonosgritó:

—¡Eh!¡Voyconvosotros!Cuandonosalcanzó,Jemsepusoaconversarplacenteramenteconél.—Aquíviveunbichoraro—dijocordialmente,señalandolacasadelosRadley

—.¿Nohasoídohablarnuncadeél,Walter?—Ya locreo—contestóelotro—.Porpocomueroelprimerañoquevinea la

escuelaycomínueces…Lagentedicequelasenvenenóylaspusoenlapartedelavalíaquedaalpatiodelaescuela.

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AhoraqueWalteryyoandábamosasulado,parecíaqueJemletemíamuypocoaBooRadley.Lociertoesquesepusojactancioso.

—Unavezsubíhastalacasa—dijo.—Nadiequehayaidounavezhastalacasadeberíadespuésecharacorrercuando

pasapordelantedeella—dijeyo,mirandoalasnubesdelcielo.—¿Yquiénechaacorrer,señoritaRemilgada?—Tú,cuandonovanadiecontigo.Cuando llegamos a las escaleras de nuestra vivienda,Walter había olvidado ya

quefueseunCunningham.JemcorrióalacocinaapediraCalpurniaquepusieraunplato más; teníamos invitados. Atticus saludó a Walter e inició una conversaciónsobrecosechasqueniJemniyopudimosseguir.

—Si no he podido pasar del primer grado, míster Finch, es porque todas lasprimaverashetenidoquequedarmeconpapáparaayudarleacortarmatas;peroahorahayotroencasayamayorparaeltrabajodelcampo.

—¿Habéis pagado unamedida de patatas por él?—pregunté, pero Atticusmereprendiómoviendolacabeza.

MientrasWalteramontonabaalimentoensuplato,élyAtticusconversabancomodos hombres, dejándonos maravillados a Jem y a mí. Atticus peroraba sobre losproblemas del campo cuando Walter le interrumpió para preguntar si teníamosmelazaenlacasa.AtticusllamóaCalpurnia,queregresótrayendoeljarrodejarabeysequedóhastaqueWaltersehuboservido.Walterderramójarabesobrelashortalizasy lacarneconmanogenerosa.Yprobablemente se lohabríaechado tambiénen lalechesiyonolehubiesepreguntadoquédiabloshacía.

Lasalseradeplata tintineócuandoélpusootravezel jarroenella,yWaltersellevórápidamentelasmanosalregazo.Luegobajólacabeza.

Atticusmereprendiódenuevomoviendolasuya.—¡Perosihallegadoalextremodeahogarlacomidaenjarabe!—protesté—.Lo

quehaderramadoportodaspartes…EntoncesCalpurniarequiriómipresenciaenlacocina.Estabafuriosa,ycuandoocurríaasísugramáticasevolvíadesarticulada.Estando

tranquila,lateníatanbuenacomocualquierpersonadeMaycomb.AtticusdecíaqueCalpurniaestabamásinstruidaquelamayoríadegentedecolor.

Cuandomemirabaconsusojosbizcos,laspequeñasarrugasquelosrodeabansehacíanmásprofundas.

—Haypersonasquenocomencomonosotros—susurróairada—,peronohasdesertúquienlascritiqueenlamesacuandosedaestecaso.Aquelchicoestuinvitado,ysiquierecomerlosmantelesledejasqueseloscoma,¿meoyes?

—Noesuninvitado,Cal,essolamenteunCunningham…—¡Cierralaboca!Noimportaquiénsea,todoelqueponeelpieenestacasaestu

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invitado,¡ynoquierasquetecojahaciendocomentariossobresusmanerascomositúfuerastanaltaypoderosa!TusfamiliaresquizáseanmejoresquelosCunningham,perosusméritosnocuentanparanadaconelmodoquetútienesderebajarlos…¡Ysinosabesportartedebidamenteparacomerenlamesa,tesientasaquíycomesenlacocina!—concluyóCalpurnia,estropeandobastantelaspalabras.

Luego,conuncachetequemeescocióbastante,memandócruzarlapuertaqueconducíaalcomedor.Retirémiplatoyterminélacomidaenlacocina,agradeciendocontodoquemeahorrasenlahumillacióndecontinuaranteellos.ACalpurnialedijeque esperase, que le pasaría cuentas: uno de aquellos días, cuando ella nomirase,saldría y me ahogaría en el Remanso de Barker, y entonces a ella le molestaría.Además,añadí,yamehabíacreadoconflictosunavezaqueldía:mehabíaenseñadoaescribir,ytodoeraculpasuya.

—Bastadealboroto—replicóCalpumia.JemyWalterregresaronalaescuelaantesqueyo;elquedarmeatrásparaadvertir

aAtticusdelasiniquidadesdeCalpurniavalíabienunacarrerasolitariapordelantedelaMansiónRadley.

—Seacomofuere,aJemlequieremásqueamí—terminé,eindiquéquedebíadespedirlasinpérdidadetiempo.

—¿HasconsideradoalgunavezqueJemnoledanilamitaddedisgustosquetú?—LavozdeAtticuseraduracomoelpedernal—.Notengointencióndedeshacermedeella,niahoraninunca.NopodríamosarreglarnosniunsolodíasinCal,¿lohaspensadoalgunavez?PiensaenlomuchoqueCalhaceporti,yobedécela,¿meoyes?

Regresé a la escuela odiando profundamente aCalpurnia, hasta que un alaridorepentinodisipómisresentimientos.AllevantarlavistaviamissCarolinedepieenmedio de la sala, inundado su rostro por el más vivo horror. Al parecer se habíareanimadobastanteparaperseverarensuprofesión.

—¡Estávivo!—chillaba…Lapoblaciónmasculina de la clase corrió comoun solo hombre en su auxilio.

¡Señor, pensé yo, la asusta un ratón!LittleChuckLittle, que poseía una pacienciafenomenalparatodoslosseresvivientes,dijo:

—¿Hacia qué parte ha ido, miss Caroline? Díganos adónde ha ido, ¡de prisa!D.C… —le ordenó a un chico que estaba detrás—, D.C., cierra la puerta y lecogeremos.Rápido,señorita,¿adóndehaido?

MissCarolineseñalóconuníndicetembloroso,noelsuelonieltecho,sinoaunindividuo grueso a quien yo no conocía. La faz de Little Chuck se contrajo, ypreguntódulcemente:

—¿Quieredeciréste,señorita?Sí,estávivo.¿Lahaasustadoconalgo?MissCarolinedijodesesperada:—En el preciso momento en que pasaba por ahí, el bicho ha salido de su

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cabello…,hasalidodesucabello,nimásnimenos…LittleChucksonrióconanchasonrisa.—Noesprecisotenerlemiedoaunpiojo,señorita.¿Nohavistonuncaninguno?

Vamos,notengamiedo;vuélvaseasumesa,sencillamente,yenséñenosalgomas.Little Chuck Little era otro miembro de la población escolar que no sabía de

dóndelellegaríalacomidasiguiente,peroerauncaballeronato.PusolamanodebajodelcododemissCarolineylaacompañóhastalapuntadelasala.

—Vamos,noseincomode,señorita—decía—.Nohaymotivoparatenermiedodeunpiojo.Voyabuscarleunpocodeaguafría.

El huésped del piojo no manifestó el más leve interés por el furor que habíadespertado.Rebuscóporelcabello,encimadesufrente, localizóasu invitadoyloaplastóentreelpulgaryelíndice.

MissCarolineseguía lamaniobraentrefascinadayhorrorizada.LittleChuckletrajoaguaenunvasodepapel,yellalabebióagradecida.Alfinrecobrólavoz.

—¿Cómotellamas,hijo?—preguntócariñosamente.Eldelpiojoparpadeó.¿Quién,yo?MissCarolinehizounsignoafirmativo.—BurnsEwell.MisCarolineexaminóellibrodeasistencia.—Aquí tengo unEwell, pero no dice el primer nombre… ¿Querrás decírmelo,

letraporletra?—Noséhacerlo.EncasamellamanBurris.—Bien,Burris—dijomissCaroline—.Creoqueserámejordejartelibreparael

restodelatarde.Quieroquetevayasacasaytelaveselcabello.En seguida sacó un grueso libro de un cajón, hojeó sus páginas y leyó un

momento.—Unbuenremediocaseropara…Burris,quieroquetevayasacasaylelavesel

cabelloconjabóndelejía.Cuandolohayashecho,frótatelacabezaconpetróleo.—¿Paraqué,señorita?—Para librarte de… pues… de los piojos. Ya ves, Burris, los otros podrían

cogerlostambién,ytúnoloquieres,¿verdadqueno?El niño se puso en pie. Era el ser humanomás sucio que he visto enmi vida.

Teníaelcuellogrisoscuro,losdorsosdelasmanosorinientosyelnegrodelasuñaspenetrabahastalovivo.MiróamissCarolineporunespaciolimpio,delaanchuradeun puño, que le quedaba en la cara. Nadie se había fijado en él, probablemente,porquemissCarolineyyohabíamosdivertidoalaclaselamayorpartedelamañana.

—Y, Burris —añadió la maestra—, haz el favor de bañarte antes de Volvermañana.

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Elchicosoltóunacarcajadagrosera.—Noesustedquienmeecha,señorita—replicócontoscolenguajedialectal—.

Estabaapuntodemarcharme;yahecumplidomitiempoporesteaño.MissCarolinepareciódesorientada.—¿Quéquieresdecirconesto?Elchiconorespondió.Soltóunbrevebufidodedesprecio.Unodelosmiembrosdemásedaddelaclase,contestó:—EsunEwell,señorita—yyomepreguntésiestaexplicacióntendríatanpoco

éxitocomomitentativa.PeromissCarolineparecíadispuestaaescuchar—.Todalaescuelaestállenadeellos.Vienenelprimerdíadecadaaño,yluegosemarchan.Laencargada de la asistencia los hace venir amenazándolos con el sherif pero haabandonado el empeño de hacerlos continuar. Calcula que ha cumplido con la leyanotando sus nombres en la lista y obligándoles a venir el primer día. Se da pordescontadoqueelrestodelañoselespondráfalta…

—Pero¿ysuspadres?—preguntómissCaroline,auténticamentepreocupada.—Notienenmadre—lerespondióelchico—,ysupadreesmuypendenciero.ElrecitalhabíahalagadoaBurrisEwell.—Hace ya tres años que vengo el primer día al primer grado —dijo,

expansionándose—.Calculoquesisoylistoesteañomepasaránalsegundo…MisCarolinedijo:—Hazelfavordesentarte,Burris—yenelmismomomentoenquelodijo,yo

comprendíquehabíacometidounserioerror.Lacondescendenciadelmuchachoseinflamóencólera.

—Pruebeustedaobligarme,señorita.LittleChuckLittlesepusoenpie.—Déjelequesevaya,señorita—dijo—.Esunruin,unruinendurecido.Escapaz

decualquierbarbaridad,yaquíhayniñospequeños.Little era uno de los hombrecitosmás diminutos, pero cuandoBurris Ewell se

volvióhaciaél,sudiestravolóhaciaelbolsillo.Cuidadocon loquehaces,Burris—ledijo—.Temataríacon lamismarapidez

conquetemiro.Ahoraveteacasa.Burrispareciótenerlemiedoaunniñodelamitaddesuestatura,ymissCaroline

aprovechósuindecisión.—Burris, vete a casa. Si no te vas llamaré a la directora —dijo—. De todos

modos,tendréquedarpartedeesto.Elmuchachosoltóunbufidoysedirigiócabizbajohacialapuerta.Cuandoestuvofueradesualcance,sevolvióygritó:—¡Départeyreviente!¡Todavíanohanacidoningunapuercamaestraquepueda

obligarmeahacernada!¡Ustednomehaceiraningunaparte,señorita!¡Recuérdelo

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bien,nomehacemarcharaningunaparte!AguardóhastaqueestuvosegurodequemissCarolinellorabayluegosaliócon

pasotorpedeledificio.Prontoestuvimosapiñadostodosalrededordelamesadelamaestratratandode

consolarladediversosmodos…Eraunmalvadodeverdad…,ungolpebajo…'Ustednohavenidoaenseñaragentecomoésa'…EnMaycomb lagentenoseportaasí,missCaroline,deverasqueno'…'Vamos,noseatormenteseñorita.' 'MissCaroline¿porquénonosleeuncuento?Aquéldelgatohasidorealmentebonitoestamañana'.

MissCarolinesonrió,selimpiólanariz,ydijo:—Gracias,preciosidades—nosdispersó—,abrióunlibroydesconcertóalprimer

gradoconunalarganarraciónsobreunsapoquevivíaenunsalón.CuandopasépordelantedelaMansiónRadleyporcuartavezaqueldía—dosde

ellasatodogalope—,mihumorsombríohabíaaumentadohastaestaratonoconlacasa.Sielrestodelañoescolarresultabatancargadodedramascomoelprimerdía,quizá fuese un poco divertido, pero la perspectiva de pasar nueve mesesabsteniéndomedeleeryescribirmehizopensarenmarcharme.

Mediadalatarde,habíacompletadoyamisplanesdeviaje.AlcompetirconJemcorriendoporlaaceraparairalencuentrodeAtticus,queregresabaacasadespuésdeltrabajo,yonomelancéconexceso.TeníamoslacostumbredecorreralencuentrodeAtticusdesde elmomento enque le veíamosdoblar la esquinade la oficinadeCorreos,alláenladistancia.Atticusparecíahaberolvidadoquealmediodíayomehabía enajenado su predilección; no se cansaba de hacerme preguntas sobre laescuela.Yorespondíconmonosílabos,yélnoinsistió.

Quizá Calpurnia, percibiera que había tenido un día triste permitió quemirasecómopreparabaunacena.

—Cierralosojosyabrelabocaytedaréunasorpresa—medijo.No hacía buñuelos a menudo, pues aseguraba que no tenía tiempo, pero hoy

estandoJemyyoenlaescuela,habíasidoparaellaundíadepocoajetreo.Ysabíaquelosbuñuelosmegustabanmucho.

—Te he echado de menos —dijo—. Alrededor de las dos la casa estaba tansolitariaquehetenidoqueponerlaradio…

—¿Porqué?Jemyyonuncaestamosencasa,amenosquellueva.—Yalosé—contestó—,perounodelosdossiempreestáalalcancedemivoz.

Mepreguntocuántashorasdeldíamepasollamándoos.Bien—dijolevantándosedelasillade lacocina—,yaeshoradeprepararunacaceroladebuñuelos,mefiguro.Ahoraveteydéjameponerlacenaenlamesa.

Calpurniaseinclinóymebesó.Yosalícorriendo,preguntándomequémudanzaseoperóenella.Habíaqueridohacerlaspacesconmigo,heahíelcaso.Siemprefuedemasiadoduraconmigo.Alfinhablavistoelerrordesuprocederpendenciero,ylo

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lamentaba,peroerademasiadoobstinadaparaconfesarlo.Yoestabacansadade losdelitoscometidosaqueldía.

Despuésdecenar,Atticussesentó,conelperiódicoenlamano,ymellamó:—Scout,¿estásapuntoparaleer?El Señor me enviaba más de lo que podía resistir, y me fui al porche de la

fachada.Atticusmesiguió.—¿Tepasaalgo,Scout?Yoledijequenomeencontrabamuybienyque,siélestabadeacuerdo,pensaba

noVolvermásalaescuela.Atticussesentóenlamecedoraycruzólaspiernas.Susdedosfueronamanosear

elrelojdebolsillo;decíaquesólodeestemodopodíapensar.Aguardóenamistososilencio,yyotratédereforzarmiposición.

—Tú no fuiste a la escuela y te desenvuelves perfectamente; por tanto, yotambiénquieroquedarmeencasa.Puedesenseñarmetú,lomismoqueelabuelitoosenseñóatiyatíoJack.

—No, no puedo —respondió Atticus—. Además, si te retuviera en casa meencerrarían en el calabozo… Una dosis de magnesia esta noche, y mañana a laescuela.

—Laverdadesquenomeencuentrobien.—Melofiguraba.¿Quétepasa,pues?Trocitoatrozo,leexpliquélosinfortuniosdeldía:—…Yhadichoquetúmeloenseñastetodomal,demodoqueyanopodremos

Volveraleer;nunca.Porfavor,nomemandesmásallá,porfavor,señor.Atticus se puso en pie y anduvo hasta el extremo del porche. Cuando hubo

completadoelexámendelaenredaderaregresóhaciamí.—En primer lugar —dijo—, si sabes aprender una treta sencilla, Scout,

convivirásmuchomejorcon todaclasedepersonas.Unonocomprendedeverasaunapersonahastaqueconsideralascosasdesdesupuntodevista…

—¿Quédice,señor?Hastaquesemeteenelpellejodelotroyandaporahícomosifueraelotro.Atticusdijoqueyohabíaaprendidomuchascosasaqueldía,ymissCarolineotras

varias,porsuparte.Unaconcretamente:habíaaprendidoanoquererdaralgoaunCunningham;perosiWalteryyohubiésemosmiradoelcasoconsusojos,habríamosvisto que fue una equivocación honrada. No podíamos esperar que se enterase detodaslaspeculiaridadesdeMaycombenundía,ynopodíamoshacerlaresponsablecuandonoconocíabienelterreno.

—Quemecuelguen—repliqué—,yonoconocíaelterrenoenelsentidodequenohabíadeleeraquello,yellamehahechoresponsable…Escucha,Atticus,¡noesprecisoquevayaalaescuela!—Unpensamientorepentinomellenabadeentusiasmo

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—.Burris sólo va a la escuela el primer día.La encargada de la asistencia da porcumplidalaleyhabiendoinscritosunombreenlalista…

—Tú no puedes hacer eso, Scout —contestó Atticus—. A veces, en casosespeciales, esmejordoblar unpoco lavarade la ley.En tu caso la leypermanecerígida.Tútienesqueiralaescuela.

—Noséporquéhedeiryoyélno.—Entonces,escucha.Atticus dijo que los Ewell habían sido la vergüenza deMaycomb durante tres

generaciones. No recordaba que ninguno de ellos hubiese hecho una jornada detrabajohonrado.DijoqueunaNavidad,cuandofueraa llevarelárbolalvertedero,me llevaría con él yme enseñaría dónde vivían. Eran personas, pero vivían comoanimales.

—Puedeniralaescuelasiemprequequieran,siemprequemuestrenelmáslevesíntoma de estar dispuestos a recibir una educación—dijoAtticus—.Haymediospararetenerlosenlaescuelaporlafuerza,peroesunanecedadobligaragentecomolosEwellaunambientenuevo…

—Simañanayonofuesealaescuela,túmeobligarías.—Dejemos la cuestión en este punto—replicó Atticus secamente—. Tú, miss

ScoutFinch,pertenecesaltipocorrientedepersonas.Debesobedecerlaley.DijoluegoquelosEwelleranmiembrosdeunasociedadcerrada,formadaporlos

Ewell.En ciertas circunstancias las personas corrientes, conmuybuen criterio, lesconcedíanciertosprivilegiosporelsimplerecursodehacerselasciegasantealgunasdesusactividades.Porejemplo,noestabanobligadosairalaescuela.Otracosa,amísterBobEwell,elpadredeBurris,selepermitíaquecazaseytendiesetrampasentiempodeveda.

—Estoesmalo,Atticus—dije—.EnelCondadodeMaycom,elcazarenvedaeraundelitocontralaley,unafeloníamayúsculaalosojosdelpopulacho.

—Vacontralaley,escierto—dijomipadre—,yesmalo,enverdad;perocuandounhombre se gasta lo que le da laBeneficencia enwhisky, sus hijos suelen llorarsufriendo los dolores del hambre. No conozco a ningún terrateniente de estosalrededoresquequierahacerpagaraloshijoslacazaquemataelpadre.

—MísterEwellnodeberíaobrarasí…—Naturalmentequeno,perojamáscambiarádemaneradeser.¿Vasacargartu

repulsasobreloshijos?—No,señor—murmuré,presentandolaúltimaresistencia—.Perosisigoyendo

alaescuela,nopodremosleeryamás…—Estotemolesta,¿verdad?—Sí,señor.CuandoAtticusmemiró,viensucaralaexpresiónquesiempremehacíaesperar

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algo.—¿Sabesloqueesuncompromiso?—preguntó.—¿Doblarlavaradelaley?—No,esunacuerdoalquese llegapormutuasconcesiones.Escomosigue—

dijo—. Si reconoces la necesidad de ir a la escuela, seguiremos leyendo todas lasnochescomolohemoshechosiempre.¿Teconviene?

—¡Sí,señor!—Loconsideraremosselladosinlaformalidadhabitual—dijoAtticusalverque

mepreparabaparaescupir.Cuandoabríalapuertavidrieradelafachada,Atticusdijo:—Ah, de paso, Scout, es mejor que no digas nada en la escuela de nuestro

convenio.—¿Porquéno?—Metemoquenuestrasactividadesseríanmiradasconprofundarepulsaporlas

autoridadesmásenteradas.Jemyyoestábamoshabituadosal lenguajede 'testamentoyúltimavoluntad'de

mipadre,y teníamospermisopara interrumpirlepidiéndoleunaaclaraciónen todomomento,sinoentendíamosloquenosdecía.

—¿Qué,señor?—Yonuncafuialaescuela—dijo—,perotengolaimpresióndequesiledijesea

missCarolinequeleemostodaslasnoches,latomaríaconmigo,ynoquisieraquemepersiguieseam…

AquellanocheAtticusnostuvoenvilo, leyéndonosconairegravecolumnasdeletraimpresasobreunhombrequesinningúnmotivodiscerniblesehabíasentadoenlapuntadeunastadebandera, locual fuerazónsuficienteparaqueJemsepasasetodo el domingo siguiente encimade la caseta de los árboles.Allí estuvodesde eldesayuno hasta la puesta del sol y habría continuado por la noche siAtticus no lehubiese cortado el aprovisionamiento. Yome había pasado lamayor parte del díasubiendo y bajando, haciendo los encargos que me ordenaba, proveyéndolo deliteratura,alimentoyagua,ylellevabamantasparalanochecuandoAtticusmedijoque,sinolehacíaeso,Jembajaría.Atticustuvorazón.

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4

El resto de mis días en la escuela no fueron más propicios que los primeros.Consistieron,ciertamente,enunproyectointerminablequesetransformólentamenteen una Unidad, por la cual el Estado de Alabama gastó millas de cartulina y delápicesdecoloresenunbienintencionado,peroinfructuosoesfuerzoporinculcarmeDinámicadeGrupo.Haciaelfinaldemiprimeraño,loqueJemllamabaelSistemaDecimal de Dewey dominaba toda la escuela, de modo que no tuve ocasión decompararloconotrastécnicasdeenseñanza.Loúnicoquepodíahacereramiraramialrededor:Atticusymitío,quetuvieronlaescuelaencasa,losabíantodo;almenos,loqueunonosabíalosabíaelotro.Másaún,yonopodíadejardepensarenquemipadrehabíapertenecidoduranteañosalalegislaturadelEstado,elegidocadavezsinoposición,aunignorandolasregulacionesquemismaestrasconsiderabanesencialesparalaformacióndeunbuenEspírituCiudadano.Jem,educadosobreunabasemitadDecimalmitadDunceap,parecíafuncionarconeficaciasolooengrupo,peroJemnoservía como ejemplo; ningún sistema de vigilancia ideado por el hombre habríapodidoimpedirlequecogieralibros.Encuantoamí,nosabíanadamásqueloquerecogía leyendo la revistaTim y todo lo que, en casa, caía enmis manos, pero amedidaqueibaavanzandoconmarchapenosaytardaporlanoriadelsistemaescolardelCondadodeMaycomb,nopodíaevitarlaimpresióndequemeestafabanalgo.Nosabía enqué fundabami creencia,perome resistía apensarqueelEstadoquisieraregalarmeúnicamentedoceañosdeaburrimientoinalterado.

Mientras transcurría el año, como salía de la escuela treintaminutos antes queJem,quesequedabahastalastres,pasabapordelantedelamansiónRadleytandeprisa comopodía, sin pararmehasta haber llegado al refugio segurodel porchedenuestra fachada. Una tarde, cuando pasaba corriendo, algo atrajo mi mirada, y laatrajodetalmodoqueinspiréprofundamente,mirécondetenciónamialrededor,yretrocedí.

En el extremo de la finca de los Radley crecían dos encinas; sus raíces seextendían hasta la orilla del camino, accidentando el suelo. En uno de aquellosárboleshabíaunacosaquemellamólaatención.

Deunacavidadnudosadeltronco,alaalturademisojosprecisamente,salíaunahojadepapeldeestaño,quemehacíaguiñosalaluzdelsol.Mepusedepuntillas,miréotravez,rápidamente,amialrededor,metílamanoenelagujero,ysaquédospastillasdegomademascarsinsuenvolturaexterior.

Miprimerimpulsofueponérmelasenlabocalomásprontoposible,perorecordédóndeestaba.Corríacasa,yenelporcheexaminéelbotín.Lagomaparecíabuena.Lashusmeéy lesencontrébuenolor.Las lamíyesperéun rato.Alverquenomemoría,melasembutíenlaboca.Era'Wrigley'sDoubleMint'auténtico.

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CuandoJemllegóacasamepreguntócómohabíaconseguidoaquellaspastillas.Yoledijequelashabíaencontrado.

—Nocomaslascosasqueencuentres,Scout.—Estanoestabaenelsuelo,estabaenunárbol.Jemrefunfuñó.—Pues estaba —aseguré—. Salía de aquel árbol de allá, el que se encuentra

viniendodelaescuela.—¡Escúpelasenseguida!Lasescupí.Detodosmodosyaperdíanelsabor.—Todalatardequelasmascoytodavíanomehemuerto,nisiquieramesiento

mal.Jemdioenelsueloconelpie.—¿No sabes que no tienes que tocar siquiera aquellos árboles? ¡Si los tocas

morirás!—¡Unaveztútocastelacasa!—¡Aquelloeradiferente!Veagargarizar…Enseguida,¿meoyes?—Deningúnmodo;sememarcharíaelsabordelaboca.—¡NolohagasyselodiréaCalpurnia!ParanoarriesgarmeaunaltercadoconCalpurnia,hiceloqueJemmemandaba.

Pornoséquérazón,miprimerañodeescuelahabíaintroducidoungrancambioennuestras relaciones; la tiranía, la falta de equidad y la manía de Calpurnia demezclarse en mis asuntos se habían reducido a unos ligeros murmullos dedesaprobacióngeneral.Pormiparte,aveces,metomabamuchasmolestiasparanoprovocaría.

Elveranoestabaencamino;Jemyyoloesperábamosconimpaciencia.Elveranoera nuestramejor estación: era dormir en catres en el porche trasero, cerrado concristales,oprobardedormirenlacasetadelosárboles;erainfinidaddecosasbuenasparacomer;eraunmillardecoloresenunpaisajereseco;pero,lomásimportante,elveranoeraDill.

El último día de clase las autoridades nos soltaronmás temprano, y Jem y yofuimosacasajuntos.

—CalculoqueDillllegarámañana—dije.—Probablemente pasado—dijo Jem—. EnMississippi los sueltan un día más

tarde.CuandollegamosalasencinasdelaMansiónRadley,levantéeldedoparaseñalar

porcentésimavezlacavidaddondehabíaencontradolagomademascar,tratandodeconvenceraJemdequelahabíahalladoallí,ymeviseñalandootrahojadepapeldeestaño.

—¡Loveo,Scout!Loveo…

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Jemmiróatodaspartes,levantólamanoycongestovivosepusoenelbolsillounpaquetitodiminutoybrillante.Corrimosacasayenelporchefijamoslamiradaenunacajitarecubiertadetrozosdepapeldeestañorecogidodelasenvolturasdelagomademascar.Eraunacajitade lasquecontienenanillosdeboda,de terciopelomorado con un cierre diminuto. Jem abrió el cierre. Dentro había dos monedasfrotadasypulidas,unaencimadeotra.Jemlasexaminó.

Cabezas de indio —dijo—. Mil novecientos seis, y, Scout, una es de milnovecientos.Sonantiguasdeverdad.

—Milnovecientos—repetí—.Oye…Cállateunminuto,estoypensando.—Jem,¿teparecequealgunotienesuesconditeallí?—No, excepto nosotros, nadie pasa mucho por allí a menos que sea alguna

personamayor…—Las personas mayores no tienen escondites. ¿Te parece que debemos

guardarlas,Jem?—No sé qué podríamos hacer, Scout. ¿A quién se las deVolveríamos? Sé con

certezaquenadiepasaporallí…Cecilpasaporlacallededetrásydaunrodeoporelinteriordelaciudadparairacasa.

Cecil Jacobs, que vivía en el extremomás alejado de nuestra calle, en la casavecina a la oficina deCorreos, andaba un total de unamilla por día de clase paraevitar la Mansión Radley y a la anciana mistress Henry Lafayette Dubose, dospuertas más allá, calle arriba, de la nuestra; la opinión de los vecinos sosteníaunánime quemistress Dubose era la ancianamás ruin que había existido. Jem noqueríapasarpordelantedesucasasinteneraAtticusasulado.

—¿Quésuponesquedebemoshacer,Jem?Losautoresdeunhallazgoerandueñosdelacosa,sólohastaqueotrodemostrase

sus derechos. El cortar de tarde en tarde una camelia, el beber un trago de lechecalientedelavacademissMaudieAtkinsonenundíadeverano,elestirarelbrazohacia lasuvas 'scuppernong'deotroformabapartedenuestraeducaciónética,peroconeldineroeradiferente.

—¿Sabes qué?—dijo Jem—. Las guardaremos hasta que empiece la escuela,entoncesiremosporlasclasesypreguntaremosatodossisonsuyas.Haychicosquevienenconelautobús…,quizáunohabíadecogerlasalsalirhoydelaescuelaysehaolvidado.Estasmonedassondealguien,yalosabes.¿Novescómolashanfrotado?Lasahorraban.

—Si, pero ¿cómo es posible que nadie guardase delmismomodo la goma demascar?Túsabesquelagomanodura.

—Nolosé,Scout.Perolasmonedastienenimportanciaparaalguien…—¿Porquécausa,Jem…?

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—Pues,mira,cabezasindias…vienendelosindios.Tienenunamagiapoderosadeverdad,ledanbuenasuerteauno.Noescosaasícomodarpollofritocuandounono lo espera sino larga vida y buena salud, y aprobar los exámenes de cada seissemanas…,sí,paraalgunapersonatienenmuchovalor.Lasguardaréenmibaúl.

Antesde irseasucuarto,Jemmiró largorato laMansiónRadley.Parecíaestarpensandootravez.

DosdíasdespuésllegóDillconunresplandordegloria:habíasubidoaltrensinqueleacompañaranadie,desdeMeridianhastaelEmpalmedeMaycomb(unnombrehonorífico:elEmpalmedeMaycombestabaenelCondadodeAbbott)dondehabíaido a buscarle miss Rachel con el único taxi de la ciudad; había comido en elrestaurante,yviobajardeltrenenBaySaintLouisadosgemelosenganchadoselunocon el otro, y se sostuvo en sus trece sobre estos cuentos, despreciando todas lasamenazas. Había desechado los abominables pantalones azules, cortos, que seabrochabanenlacamisa,yllevabaunosdeverdadconcinturón;eraalgomásrecio,nomásaltoydecíaquehabíavistoasupadre.ElpadredeDilleramásaltoqueelnuestro,llevabaunabarbanegra(enpunta)yerapresidentedelos'FerrocarrilesL.&N.'.

—Ayudéunratoalmaquinista—dijoDill,bostezando.—AcaerseleayudasteDill.Cállate—replicóJem—.¿Aquéjugaremoshoy?—ATom,SamyDick—respondióDill—.Vámonosalpatiodelantero.Dill quería jugar a Los Rove porque eran tres papeles responsables.

Evidentementeestabacansadodesernuestroprimeractor.—Estoyhastiadadeellos—dije.EstabahastiadaderepresentarelpapeldeTom

Rover,quedesúbitoperdíalamemoriaenmitaddeunapelículayquedabaeliminadodelaescenahastaqueleencontrabanenAlaska—.Invéntanosuna,Jem—pedí.

—Estoycansadodeinventar.Eranuestroprimerdíade libertadyestábamoscansados todos.Yomepregunté

quénostraeríaelverano.Habíamos bajado al patio delantero, donde Dill se quedómirando calle abajo,

contemplandolafunestafazdelaMansiónRadley.—Huelolamuerte—dijoconénfasis—.Lodigodeveras—insistiócuandoyole

dijequesecallase.—¿Quieresdecirquecuandomuerealguientúlonotasporelolor?—No,quierodecirquepuedooleraunapersonayadivinarsivaamorir.Melo

enseñó una señorita—Dill se inclinó y me olfateó—. Jean… Louise… Finch, túmorirásdentrodetresdías.

—Dill,sinotecallastedoyungolpequetedoblolaspiernas.Yahoralodigoenserio…

Callaos—refunfuñóJem—.Osportáiscomosicreyéseisenfuegosfatuos.

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—Ytúteportascomosinocreyeses—repliqué.—¿Quéesunfuegofatuo?—preguntóDill.—¿Nohasidodenocheporuncaminosolitarioynohaspasadojuntoaunlugar

maldito?—lepreguntóJem—.Unfuegofatuoesunespírituquenopuedesubiralcielo,estácondenadoarevolcarseporcaminossolitarios,ysiunopasaporencimadeél, cuando se muere se convierte en otro fuego fatuo, y anda por ahí de nochesorbiéndoleelresuelloalagente…

—¿Cómosehaceparanopasarporencimadeuno?—Deningúnmodo—contestóJem—.Avecessetiendencubriendoelcaminode

unaparteaotra,perosial iracruzarporencimadeunodices: 'Angeldeldestino,vidaparaelmuerto;saldemicamino,nomesorbaselaliento',conellohacesquenopuedaenVolverteelespíritu…

—Nocreasniunapalabradeloquedice,Dill—aconcejé—.Calpurniaaseguraqueesosoncuentosdenegros.

Jemmemiróconceñotorvo,perodijo:—Bien,¿vamosajugaraalgoono?—Podemosrodarconelneumático—propuse.—Yosoydemasiadoalto—objetóJemconunsuspiro.—Túpuedesempujar.Corríalpatiotrasero,saquédedebajodelacasetaunneumáticoviejodecochey

lohicerodarhastaelpatiodelafachada.—Yoprimero—dije.Dillobjetóqueelprimerohabíadeserél,quehaciapocoquehabíallegado.Jem arbitró; me premió con el primer empujón, pero concediendo a Dill una

carreramás.Yomedobléenelinteriordelacubierta.Hasta que lo demostró, no comprendí que Jem estaba ofendido porque le

contradijeenlodelosfuegosfatuos,yqueesperabapacientementelaoportunidadderecompensarme.Lohizoempujandolacubiertaaceraabajocontodalafuerzadesucuerpo. Tierra, cielo y casas se confundían en una paleta loca; me zumbaban losoídos,measfixiaba.Nopodíasacarlasmanosparaparar;lasteníaempotradasentreelpechoylasrodillas.SólopodíaconfiarenqueJemnospasaradelantealaruedaya mi, o que una elevación de la acera me detuviese. Oía a mi hermano detrás,persiguiendolacubiertaygritando.

Lacubiertasaltabasobrelagravilla,sedesvióatravesandolacalleymedespidiócomo un corcho contra el suelo. Cegada y mareada, me quedé tendida sobre elcemento,sacudiendolacabezaparaponerlafirmeygolpeándomelosoídos,paraquecesarandezumbarme,cuandooílavozdeJem:

—¡Scout,márchatedeahí;ven!LevantélacabezayviallídelantelospeldañosdelaMansiónRadley.Mequedé

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helada.—¡Ven,Scout,notequedestendidaahí!—gritabaJem—.¡Levántate!¿Esqueno

puedes?Yomepuseenpie,temblandocomosimederritiese.—¡Cogelacubierta!—aullabaJem—.¡Tráetela!¿Notequedanadadesentido?Cuando estuve en condicionesdenavegar, corrí hacia ellos a toda la velocidad

quepudieronllevarmelaspiernas.—¿Porquénolahastraído?—preguntóJem.—¿Porquénovasabuscarlatú?—chillé.Sequedócallado.—Ve,noestámuchomásalládelapuerta.¡Caramba!,siunavezhastatocastela

casa,¿noteacuerdas?Jemmedirigióunamiradafuriosa,nopodíanegarse;echóacorreraceraabajo,

cruzólaentradadelpatioconpiecautelosoyluegoentrócomounaflechayrecobrólacubierta.

—¿Loves?—clamabaconcaradereprocheydetriunfo—.Notieneimportancia.Telojuro,Scout,avecesteportastantocomounaniña,quemortificas.

Teníamásimportanciadelaqueélsuponía,perodecidínodecírselo.Calpurniaaparecióenlapuertaygritó:—¡Eslahoradelalimonada!¡Entradtodosylibraosdeesesolabrasadorantes

queosaséisvivos!La limonada a mitad de la mañana era un rito del verano. Calpurnia puso un

jarrón y tres vasos en el porche, y luego fue a ocuparse de sus asuntos. El haberperdido el magnánimo favor de Jem no me inquietaba de un modo especial. LalimonadaledeVolveríaelbuenhumor.

Jemapurósusegundovasoysediounapalmadaenelpecho.—Yaséaquéjugaremos—anunció—.Aunacosanueva,aunacosadistinta.—¿Aqué?—preguntóDill.—ABooRadley.A veces Jem tenía la frente de cristal: había ideado aquel juego para darme a

entender que no temía a los Radley bajo ninguna forma ni carácter, y para hacercontrastarsutemerarioheroísmoconmicobardía.

—¿ABooRadley?¿Cómo?—preguntóDill.—Tú,Scout,podríassermistressRadley…—dijoJem.—Loharésiquiero.Nocreoque…—¿Cuentoschinos?—dijoDill—.¿Todavíatienesmiedo?—Alomejorsaledenoche,cuandotodosdormimos…—dije.Jemsilbó:—Scout,¿cómosabráloquehacemos?Además,nocreoquecontinúeahí.Murió

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haceañosylemetieronenlachimenea.Dilldijo:—Jem, si Scout tiene miedo, tú y yo jugaremos, y ella que mire. Yo estaba

perfectamenteseguradequeBooRadleyestabadentrodeaquellacasa,peronopodíaprobarlo, y considerémejor tener la boca cerrada, pues de lo contrariomehabríanacusado de creer en fuegos fatuos, fenómeno al que era completamente inmune,durantelashorasdeldía.

Jemdistribuyólospapeles:yoeramistressRadley,ytodoloquehabíadehacererasalirabarrerelporche.DilleraelviejomísterRadley:caminabaaceraarribayabajo,ycuandoJem ledecíaalgo, él tosía.Naturalmente, JemeraBoo:bajaba lasescalerasdelapuertadecasaydevezencuandochillabayaullaba.

Amedidaqueavanzabaelveranoprogresabanuestro juego.Lopulíamosy losperfeccionábamos, añadiendo diálogo y trama hasta que compusimos una pequeñaobrateatralenlaqueintroducíamoscambiostodoslosdías.

Dilleraelvillanode losvillanos:sabía identificarseconcualquierpapelque leasignaran, y parecer alto si la estatura formaba parte de la maldad requerida. Yorepresentabademalaganaelpapeldediversasdamasqueentrabanenelargumento.NuncameparecióqueaquellofuesetandivertidocomoTarzán,yaquelveranoactuéconunaansiedadalgomásqueligera,apesardelasseguridadesquemedabaJemdeque Boo Radley habíamuerto y Calpurnia en casa durante el día, y por la nocheAtticustambién.

Jemeraunhéroenato.Habíamos compuesto un pequeño drama triste, tejido con trozos y retales de

habladuríasyleyendasdelavecindad:mistressRadleyhabíasidohermosahastaquese casó con mister Radley y perdió todo su dinero. Perdió además la mayoría dedientes, el cabelloyel índicede lamanoderecha (estoeraunaaportacióndeDill:Booselohabíaarrancadodeunmordiscounanoche,alnoencontrargatosyardillasquecomer); sepasaba el tiempo sentada en la sala llorandocasi siempre,mientrasBoocercenabapocoapocotodoelmobiliariodelacasa.

Nosotros éramos también los muchachos que se encontraban en apuros; paravariar, yo hacía de juez de paz; Dill se llevaba a Jem y le embutía debajo de lasescaleras,pinchándoleconlaescobaderetama.Jemreaparecíacuandoeraprecisoenlos personajes de sherif., de varias personas de la ciudad y de miss StephanieCrawford,lacualsabíacontarmáscosasdelosRadleyqueningunaotrapersonadeMaycomb.

Cuando llegaba el momento de representar la escena de Boo, Jem entraba ahurtadillas en la cocina, cogía las tijeras de la máquina de coser aprovechando elmomentoenqueCalpurniaestabadeespaldas,yluegosesentabaenlamecedorayrecortabaperiódicos.Dillpasabapordelante, le saludaba tosiendo,y Jemsimulaba

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queleclavabalastijeras.Desdedondeyoestabaparecíareal.Cuando mister Nathan Radley pasaba por nuestro lado en su viaje diario a la

ciudad, nosotros nos quedábamosquietos y callados hasta que se había perdido devista, y nos preguntábamos luego qué nos haría si sospechase algo. Nuestrasactividades se interrumpían cuando aparecía algún vecino, y una vez vi a missMaudieAtkinsonmirándonosdesdeelotroladodelacalle,paradasamediaalturalastijerasdepodar.

Un día estábamos tan ocupados representando el capítuloXXV, libro II deLafamilia de un solo hombr., que no vimos a Atticus plantado en la aceracontemplándonos al mismo tiempo que se golpeaba la rodilla con una revistaarrollada.Elsolindicabaqueeranlasdocedelmediodía.

—¿Quéestáisrepresentando?—preguntó.—Nada—contestóJem.Laevasivademihermanomeindicóqueaqueljuegoeraunsecreto,demodoque

guardésilencio.—¿Puesquéhacesconesastijeras?¿Porquéhacespedazosdeeseperiódico?Si

eseldehoytedaréunapaliza.—Nada.—Nada,¿qué?—dijoAtticus.—Nada,señor.—Dame las tijeras —ordenó Atticus—. No son cosas con las que se juegue.

¿TieneesoalgoqueverconlosRadley,acaso?—No,señor—contestóJem,poniéndosecolorado.—Esperoqueno—dijosecamente,ypenetróenlacasa.—Jem…—¡Cállate!Sehaidoalasaladeestar,ydesdeallípuedeoírnos.Asalvoenelpatio,DillpreguntóaJemsipodíamosjugarmás.—Nolosé.Atticusnohadichoqueno…—Jem—dijeyo—,detodosmodos,Atticusestáenterado.—No,noloestá.Siloestuvieralohabríadicho.Yo no estaba tan segura, pero Jemme dijo que yo era una niña, que las niñas

siempreseimaginancosas,locualdamotivoaquelasotraspersonaslasodientanto,yquesiempezabaaportarmecomounaniñaEspodíamarcharmeyaybuscaraotrosconquienesjugar.

—Estábien,vosotroscontinuad,pues—dije—.Veréisloquepasa.LallegadadeAtticusfuelasegundacausadequequisieraabandonareljuego.Laprimeraveníadeldía que rodé dentro del patio delantero de los Radley. A través de losmeneos decabeza,delosesfuerzospordominarlasnáuseasydelosgritosdeJem,hablaoídootro son, tan bajo que no lo habría podido oír desde la acera. Dentro de la casa,

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alguienreía.

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Comosabíaqueocurriría,afuerzadeimportunarconseguídoblegaraJem,ycongranaliviomío,dejamoslarepresentacióndurantealgúntiempo.Sinembargo,JemseguíasosteniendoqueAtticusnohabíadichoquenopudiésemosjugaraaquelloy,por tanto, podíamos; y si alguna vez Atticus decía que no podíamos, Jem habíaideadoyalamaneradesalvarelobstáculo:sencillamente,cambiaríalosnombresdelospersonajes,yentoncesnopodríanacusarnosderepresentarnada.

Dill manifestó una conformidad entusiasta con este plan de acción. De todosmodos,Dillseestabaponiendomuypesado;siempreseguíaaJematodaspartes.Aprincipiosdeveranomepidióquemecasaseconél,perodespuésloolvidópronto.Estableciósusderechossobremi,dijoqueyoeralaúnicachicaalaqueamaríaensuvida,yluegomeabandonó.Lediunpardepalizas,perofueinútil,sólosirvióparaarrimarlemásaJem.Pasabandíasenteroslosdosjuntosenlacaseta,trazandoplanesy conjeturas, y sólo me llamaban cuando necesitaban un tercer personaje. Peroduranteuntiempomemantuveapartadadesusproyectosmásaventurados,yariesgode que me llamasen 'niñita' pasé la mayor parte de atardeceres restantes de aquelveranosentadaconmissMaudieAtkinsonenelporchedelafachadadesucasa.

AJemyamínoshabíagustadosiemprelalibertadquenosdabamissMaudiedeentrar a correrpor supatio, con taldequenonosacercásemosa susazaleas,peronuestrarelaciónconMaudienoquedabadefinidaclaramente.HastaqueJemyDillmeexcluyerondesusplanes,ellanoeramásqueotraseñoradelavecindad,sibienrelativamentebenigna.

El tratado tácito que teníamos conmissMaudie era que podíamos jugar en sujardín, comernos sus scuppernong., si no saltábamos sobre el árbol, y explorar elvastoterrenotrasero,cláusulastangenerosasquerarasvecesledirigíamoslapalabra(¡tan gran cuidado poníamos en mantener el delicado equilibrio de nuestrasrelaciones!),peroJemyDill,consuconducta,meacercaronmásamissMaudie.

MissMaudie tenía odio a su casa: el tiempo pasado dentro de ella era tiempoperdido.Eraviuda,unadamacamaleónquetrabajabaensusparterresdefloresconsombrero viejo de paja y mono de hombre, pero después del baño de las cincoaparecíaenelporcheyreinabasobretodalacalleconelmagisteriodesubelleza.

AmabatodoloquecreceenestatierradeDios,hastalasmalashierbas.Conunaexcepción.Siencontrabaunahojadehierbanutgrasenelpatio,allí se realizaba lasegundaBatalladelMarne:seabatíasobreellaconuntubodehojalataylasometíaaunasrociadas,pordebajo,deunasustanciavenenosaquedecíaqueteníapoderparamatarnosatodossinonosapartábamosdeallí.

—¿Porquénolaarrancausted,ybasta?—lepreguntédespuésdepresenciarunaprolongadacampañacontraunahojaquenoteníatrespulgadasdealtura.

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—¿Arrancarla, niña, arrancarla? —Levantó el doblado capullo y apretó sudiminutotalloconelpulgar.Deltallosalieronunosgranosmicroscópicos—.Diablos,unvástagodenutgraspuedearruinartodounpatio.Mira.Cuandollegaelotoño,estoseseca,¡yelvientolodesparramaportodoelCondadodeMaycomb!—LavozdemissMaudieasimilabaaquelhechoaunapestedelAntiguoTestamento.

Para una habitante de Maycomb tenía un modo de hablar vivo, cortado. Nosllamaba a todos por nuestros nombres, y cuando sonreía dejaba al descubierto dosdiminutas abrazaderas de oro sujetas a sus caninos.Cuando expresé la admiraciónqueme causaban y la esperanza de que con el tiempo yo también las llevaría,medijo:

—Mira—yconunchasquidodelalenguahizosalirfueraelpuente,gestocordialqueafirmónuestraamistad.

La benevolencia de miss Maudie se extendía a Jem y a Dill, cuando éstos,descansabandesusempresas: todoscosechábamos losbeneficiosdeun talentoquehasta entoncesmissMaudie nos había escondido.De toda la vecindad, era la quehacialosmejorespasteles.Cuandolehubimosconcedidonuestraconfianza,cadavezqueutilizaba el hornohacía unpastel grandeyotros tres pequeños, y nos llamabadesdeelotroladodelacalle:

—¡JemFinch,ScoutFinch,CharlesBakerHarry,venidacá!Nuestraprestezahallabasiemprerecompensa.Enveranoloscrepúsculossonlargosypacíficos.MuyamenudomissMaudiey

yo estábamos sentadasy en silencio en suporche,mirando cómoamedidaque seponía el sol el cielo pasaba del amarillo al rosa, contemplando las bandadas degolondrinas que cruzaban en vuelo bajo sobre los terrenos vecinos y desaparecíandetrásdelostejadosdeledificioescuela.

—MissMaudie—ledijeunatarde—,¿ustedcreequeBooRadleytodavíavive?—Se llamaArthur, y vive—respondió. Semecía pausadamente en su enorme

sillónderoble—.¿Notaselaromademismimosas?Esta tardepareceelalientodelosángeles.

—Sí.¿Cómolosabe?—¿Elqué,niña?—QueBoo…místerArthurtodavíavive.—Vayapreguntamorbosa.Séquevive,JeanLouise,porquetodavíanohevisto

quelosacarandifunto.—Quizámurióylometieronenlachimenea.—¿Dedóndehassacadosemejanteidea?—Jemdijoquecreíaquelohabíanhechoasí.—Sss-sss-sss.JemcadadíaseasemejamásaJackFinch.MissMaudieconocíaatíoJackFinch,elhermanodeAtticus,desdequeambos

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eranniños.Teníanlamismaedad,pocomásomenos,ysehabíancriadojuntosenelDesembarcaderodeFinch.MissMaudieerahijadeunterratenientevecino,eldoctorFrankBuford.EldoctorBufordteníalaprofesióndemédico,juntoconunaprofundaobsesiónportodoloquecrecíasobreelsuelo,demodoquesequedópobre.TíoJacklimitósupasiónporloscultivosalasmacetasdesusventanasdeNashvilleysehizorico.A tío Jack loveíamos todas lasNavidades,y todas lasNavidades legritabaamissMaudiedesdeelotroladodelacalle,quefueraacasarseconél.MissMaudielegritabaenrespuesta:

—¡Gritaunpocomásfuerte,JackFinch,yteoirándesdelaoficinadeCorreos;yonoteheoídotodavía!

AJemyamí,estamaneradepedir lamanodeunadamanosparecióunpocorara,pero,enverdad,tíoJackeramásbienraro.DecíaqueestabatratandosinéxitodesacardequicioamissMaudie,quelointentabadesdehacíacuarentaaños,queéleralaultimapersonaconquienmissMaudiepensaríaencasarse,perolaprimeraquese le habría ocurrido para buscar camorra, y que con ella lamejor defensa era unataquedecidido,todolocualnosotrosloentendíamosclaramente.

—ArthurRadleynosemuevededentrodelacasa,nohayotracosa—dijomissMaudie—.¿Notequedaríasdentrodetucasasinotuvierasganasdesalir?

—Sí,peroyoquerríasalir.¿Cómoesqueélnoquiere?MissMaudieentornólosojos.Conocesestahistoriatanbiencomoyo.—Sin embargo, jamásmehandicho la causa.Nadiemeha explicadonunca el

motivo.MissMaudiesearreglóelpuentedeladentadura.—YasabesqueelviejomísterRadleyera,enreligión,unbautistaestricto.Uno

deesosquellaman'lavadoresdepies'.—Tambiénloesusted,¿verdad?—Notengolaconchatanpura.Yosoybautista,asecas.—¿Nocreentodosustedesenesodelavarlospies?—Sí,creemos.Encasa,enlabañera.—Peronosotrosnopodemoscomulgarcontodosustedes…Decidiendo,porlovisto,queeramásfácildefinirelcarácterdelasectabautista

primitivadeladoctrinadelacomuniónlimitada,missMaudiedijo:—Los 'lavapiés' creen que todo placer es pecado. ¿No sabias que un sábado

vinieronunoscuantosdeloscampos,pasaronporaquídelanteymedijeronqueyoymisfloresiríamosalinfierno?

—¿Susflorestambién?—Si,señora.Arderíanenmicompañía.Opinabanquepasodemasiadotiempoen

elairelibredeDiosynoelsuficientedentrodecasa,leyendolaBiblia.

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Mi confianza en elEvangelio de los púlpitos disminuyó ante la visión demissMaudie cociéndose en estofado en varios infiernos protestantes. Muy cierto, missMaudieteníaenlacabezaunalenguacáustica,ynoandabaporlavecindadhaciendobuenasobrascomomissStephanieCrawford.Peroalpasoquenadiequetuvieraunapizcadebuen sentido se fiabademissStephanie, Jemyyo teníamosmucha fe enmissMaudie.Nunca nos delató, jamás jugó al gato y al ratón con nosotros, no leinteresabanadaenabsolutonuestravidaprivada.Eraunaamiga.Cómounacriaturatan razonable pudiera vivir en peligro de tormento eterno era una cosaincomprensible.

—Esonoesverdad,missMaudie.Usted,eslaseñoramásbuenaqueconozco.MissMaudiesonrió.—Gracias,señorita.Elcasoesque los 'lavapiés'creenque lasmujeresson,por

definición,unpecado.InterpretanlaBiblialiteralmente,yasabes.—¿Acaso mister Arthur se queda en casa por esto, para estar alejado de las

mujeres?—Notengoidea.—Noloentiendo.ParecequesimísterArthurdeseaseiralcielosaldríaalporche,

porlomenos.AtticusdicequeDiosamaalaspersonascomocadaunoseamaasímismo…

MissMaudiedejódemecerseysuvozseendureció.—Eres demasiado joven para entenderlo —dijo—, pero a veces la Biblia en

manosdeunhombredeterminadoespeorqueunabotelladewhiskyenlasde…,oh,detupadre.

Mequedépasmada.—Atticus no bebewhisky—repliqué—.No ha bebido una gota en su vida…,

aunquesí,sílabebió.Dicequeunavezbebióynolegustó.MissMaudiesepusoareír.—No hablaba de tu padre—dijo—. Lo que quería expresar es que si Atticus

Finchbebiesehastaemborracharsenoseríatancruelcomociertoshombresenplenalucidez.Sencillamente,hayhombres tan…tanocupadosenacongojarseporelotromundoquenohanaprendidoavivirenéste,yno tienesmásquemirarcalleabajoparaverlosresultados.

—¿UstedcreequesonciertastodasestascosasquedicendeB…misterArthur?—¿Quécosas?Yoselasexpliqué.—Las tres cuartas partes de eso ha salido de la gente de color y la otra cuarta

partedeStephanieCrawford—asegurómissMaudie,ceñuda—.StephanieCrawfordllegó a explicarme que una vez se despertó enmitad de la noche y le sorprendiómirándolaporlaventana.Yolecontesté'¿Ytúquéhiciste,Stephanie?¿Apartarteun

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pocoenlacamaydejarlesitio?'Estolecerrólabocaporunrato.Nolodudaba.LavozdemissMaudiebastabaparahacercallaracualquiera.—No,niña—prosiguió—.Aquéllaesunacasatriste.RecuerdoaArthurcuando

era muchacho. Siempre me hablaba amablemente. Tan amablemente como sabía,pocoimportaloquedijeralagentedeél.

—¿Sefiguraustedqueestáloco?MissMaudiemoviólacabeza:—Sinoloestá,aestashorasdeberíaestarlo.Nuncasabemosdeverdadlascosas

que lespasana laspersonas.Nosabemos loque sucedeen lascasas,detrásde laspuertascerradas,quésecretos…

—Atticus no nos hace nada dentro de casa, a Jem y a mí, que no nos hagaigualmenteenelpatio—dije,creyéndomeeneldeberdedefenderamipadre.

—Bondadosaniña,yodesenmarañabaunhilo,nopensabaentupadre;peroahoraquepiensoquierodecir esto:AtticusFinch es elmismoen casaquepor las callespúblicas.¿Tegustaríallevarteacasaunpoundcak?[2]

Amimegustómucho.Alamañanasiguiente,cuandomedesperté,encontréaJemyaDillenelpatio

traseroabsortosenanimadaconversación.Cuandomeacerqué,medijeroncomodecostumbrequememarchase.

—Noquiero.Estepatioes tanmíocomotuyo,JemFinch.Tengotantoderechocomotúajugarenél.

DillyJemsejuntaronparaconferenciar.—Sitequedastendrásquehacerloquetedigamos—advirtióDill.—Vaa…ya—repliqué—,¿quiénsehavueltodesúbitotanaltoypoderoso?—Sinodicesqueharásloquetedigamos,notediremosnada—continuóDill.—¡Teportascomosidurantelanochehubiesescrecidotrespulgadas!Muybien,

¿dequésetrata?Jemdijoplácidamente:—VamosaentregarunanotaaBooRadley.—Pero¿cómo?Yotratabadevencerelterrorquecrecíaautomáticamenteenmi.Estabamuybien

quemissMaudiedijeseloqueseleantojara;eramayoryestabamuytranquilaensuporche.Ennuestrocaso,eradiferente.

Muysencillo,Jemcolocaríalanotaenlapuntadeunacañadepescarylameteríaatravésdelaventana.Siseacercabaalguien,Dilltocaríalacampanilla.

Dill levantólamanoderecha.Teníaenellalacampanilladeplataqueusabamimadreparaanunciarlahoradelacomida.

—Yodaréunrodeohastaelcostadodelacasa—dijoJem—.Ayernosfijamosydesde la otra parte de la calle vimos que hay una persiana suelta. Creo que quizá

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podrédejarlaenelalféizar,almenos.—Jem…—¡Ahora estás metida en el asunto y no puedes salirte! ¡Continuarás con

nosotros,missPriss!—Bien,bien,peronoquierovigilar,Jem,alguienestaba…—Sí, vigilarás; tú vigilarás, la parte de atrás de la finca y Dill vigilará la de

delanteylacalle,ysivienealguientocarálacampanilla.¿Estáclaro?—Deacuerdo,pues.¿Quéleescribiréis?—Lepedimosmuycortésmentequesalgaalgunavezynoscuenteloquehaceahí

dentro; le decimos que no le haremos ningún daño y que le compraremos unmantecado—explicóDill.

—¡Oshabéisvueltolocoslosdos;nosmatará!Dilldijo:—Hasidoideamía.Mefiguroquesisalieseysesentaseunratitoconnosotros

quizásesentiríamejor.—¿Cómosabesquenosesienteagusto?—Mira,¿cómotesentiríastúsihubiesesestadounsigloencerradosincomerotra

cosaquegatos?Apuestoaquelehacrecidounabarbahastaaquí…—¿Cómoladetupapá?—Papánollevabarba;papá…—Dillseinterrumpió,comotratandoderecordar.—¡Eh,eh!¡Tecogí!—exclamé—.Túdijistequeantesdequeteviniesesconel

trentupadrellevabaunabarbanegra…—¡Si teda lomismo,se laafeitóelveranopasado!¡Sí,y tengo lacartaque lo

prueba;ademásmeenviódosdólares!—¡Sigue, sigue…, me figuro que hasta te envió un uniforme de la Policía

Montada!¡Esto!Peronollegó,¿verdadqueno?Siguecontándolasgordas,hijito…Dill Harry sabia contar las mentiras más gordas que yo oí. Entre otras cosas,

habíasubidoaunavióncorreodiecisieteveces,habíaestadoenNuevaEscocia,habíavistounelefante,ysuabuelitoeraelbrigadiergeneralJoeWheelery,además,ledejólaespada.

Callaos—ordenó Jem. Y se escabulló hacia la parte superior de la casa, pararegresarconunacañaamarilladebambú—.¿Calculáisqueéstaserábastante largaparallegardesdelaacera?

—Elquehasidobastantevalienteparasubira tocarlacasanodeberíaemplearunacañadepescar—dije—.¿Porquénoderribasagolpeslapuertadelafachada?

—Esto…es…diferente—replicóJem—.¿Cuántasveceshabrédedecírtelo?Dill sacó un trozo de papel del bolsillo y se lo dio a Jem. Los tres nos

encaminamos con cautela hacia el viejo edificio.Dill se quedó junto al farol de laesquinadelafachadadelafinca;Jemyyoorillamoslaaceraparalelamentealacara

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lateraldelacasa.YocaminabadetrásdeJemymequedéenunsitioquemepermitieseveralotro

ladodelacurva.—Tododespejado—dije—.Niunalmaalavista.JemmiróaceraarribaaDill,quienasintióconlacabeza.Entoncescolocólanotaenlapuntadelacañadepescar,inclinóéstaatravésdel

patioy laempujóhacia laventanaquehabíaescogido.A lacaña le faltabanvariaspulgadas de longitud, y Jem se inclinaba todo lo que podía. Al verle tanto ratohaciendomovimientosparameterla,abandonémipuestoyfuihastaél.

—Nopuedo sacarlode la caña—murmuró—,y silo sacono logrodejarlo allí.Vuelveatupuestodelfondodelacalle,Scout.

Regresé allá ymiré al otro lado de la curva, hacia la calle desierta.De vez encuandovolvíalavistahaciaJem,queseguíaprobandocongranpacienciadedejarlanotaenelalféizardelaventana.ElpapelrevoloteabahaciaelsueloyJemvolvíaautilizarlo hacia la ventana, hasta que se me ocurrió que si Boo Radley llegaba arecibirlonopodríaleerlo.Estabamirandocalleabajocuandosonólacampanilla.

Levantandoelhombro,corríhaciaelotroladoparaenfrentarmeconBooRadleyysusensangrentadoscolmillos,peroenvezdeello,viaDilltocandolacampanillacontodasufuerzadelantedelacaradeAtticus.

Jemteníaunaire tantrastornadoqueyonotuvevalorparadecirlequeyaselohabíaadvertido.Bajabaconpasotardo,arrastrandolacañatrasdesiporlaacera.

Atticusdijo:—Bastadetocarlacampanilla.Dillcogióelbadajo.Enelsilencioquesiguió,medieronganasdequeempezara

atocarladenuevo.Atticusseechóelsombreroparaatrásysepusolasmanosenlascaderas.

—Jem,¿quéhacías?—preguntó.—Nada,señor.—Nomevengasconeso.Dímelo.—Yoprobaba…,nosotrosprobábamosdedarunacosaamísterRadley.—¿Quéprobabasadarle?—Unacartanadamás.—Déjameverla.Jemleentregóunpedazodepapelsucio.Atticuslocogióytratódeleerlo.—¿ParaquéqueréisquesalgamísterRadley?—Hemospensadoquequizádisfrutaríaconnuestracompañía—dijoDill—,pero

sequedósinvozantelamiradaqueledirigióAtticus.—Hijo—mipadresedirigíaaJem—.Voyadecirteunacosa,yteladiréunasola

vez:dejadeatormentaraesehombre.Ylomismoosdigoavosotrosdos.

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LoquehicieramisterRadleyeraasunto suyopropio.Siquería salir, saldría.Siquería quedarse dentro de su propia casa tenía el derecho de hacerlo, libre de lasatenciones de los niños curiosos, que era una manera benigna de calificar a losdiablilloscomonosotros.¿NosgustaríamuchoqueAtticusirrumpiese,sinllamar,ennuestroscuartospor lanoche?NosotrosestábamoshaciendoestoprecisamenteconmísterRadley.LoquemísterRadleyhacíapodíaparecernossingularanosotros,peroaélnoseloparecía.Porlodemás,¿nosenoshabíaocurridoquelamaneraeducadadecomunicarseconotrosereralapuertadelacalleynoporunaventanalateral?Y,porúltimo,haríamoselfavordemantenernosapartadosdeaquellacasahastaquenosinvitaranaentrar;haríamoselfavordenojugaraunjuegodeborricoscomoélhabíavistoenciertomomento,ninosburlaríamosdenadiedeaquellacalle,nidetodalaciudad…

—Nonosburlábamosdeél,nonosreíamosdeél—dijoJem—.Sólo…—Sí,estoeraloquehacíais,¿verdad?—¿Burlarnos?—No—dijoAtticus—,ponerlahistoriadesuvidademanifiestoparaedificación

delavecindad.Jempareciócrecerseunpoco.—¡Yonohedichoquehiciéramostalcosa;yonolohedicho!Atticussonriódeunamaneraseca.—Acabas de decírmelo—replicó—. Desde este mismomomento ponéis fin a

estastonterías,todosycadauno.Jemlemiróboquiabierto.—Túquieresserabogado,¿verdad?Nuestropadreteníaloslabiosapretados,comosidesearamantenerlosenlínea.Jem decidió que sería inútil buscar escapatorias y se quedó callado. Cuando

Atticus entró en casa a buscar un legajo que olvidó llevarse a la oficina por lamañana,Jemsediocuentaporfindequelehabíanaplastadoconlatretajurídicamásviejaqueregistran losanales.Aguardóa respetuosadistanciade lasescalerasde lafachada,viocómoAtticussalíadecasayseencaminabahacia laciudad,ycuandonuestropadrenopodíaoírlelegritó:

—¡Pensabaquequeríaserabogado,peroahoranoestoytanseguro!

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6

—Sí—contestónuestropadre,cuandoJemlepreguntósipodíamosirconDillasentamosalaorilladelestanquedepecesdemissRachel,puestoqueaquéllaeralaúltima noche queDill pasaba enMaycomb—.Dile adiós, enmi nombre, y que elveranopróximoleveremos.

SaltamoslaparedbajaqueseparabaelpatiodemissRacheldenuestropaseodeentrada.JemseanuncióconunsilbidoyDillrespondióenlaoscuridad.

—Niunsoplodeaire—dijoJem—.Miraallá.—Señalabahaciaeleste.Unalunagigantesca se levantabadetrásde losnogalespecademissMaudie—.Conaquelloparecequehagamáscalor.

—¿Tienes una cruz esta noche? —preguntó Dill, sin levantar la vista. Estabaconfeccionandouncigarrilloconpapeldeperiódicoycuerda.

—No,solamenteladama.Noenciendaseso,Dill,apestarástodoesteextremodelaciudad.

En Maycomb la luna tenía una dama. Una dama sentada ante el tocador,peinándoseelcabello.

—Te echaremos de menos, muchacho —dije yo—. ¿Te parece que debemosguardamosdemísterAvery?

MísterAveryestabaalojadoalotroladodelacalle,enfrentedelacasademistresHenry Lafayette Dubose. Aparte de recoger las colectas en la bandeja de lacuestaciónlosdomingos,místerAverysesentabaenelporchetodaslasnocheshastalasnueveyestornudaba.Unanochetuvimoselprivilegiodepresenciarunaactuaciónsuyaqueporlovistohabíasidopositivamentelaúltima,puesnovolvióarepetirlaentodoeltiempoqueleobservamos.JemyyohabíamosbajadolasescalerasdecasademissRachelunanoche,cuandoDillnosdetuvo.

—¡Recontra!Miradalláyseñalabaalotroladodelacalle.Alprincipionovimosnadamásqueunporchedelanterocubiertodeenredaderas,perounainspecciónmásdetenidanosrevelóunarcodeaguaquesurgíadeentrelashojasysederramabaenelcirculoamarillode la luzde lacalle.Había,nospareció,unadistanciadediezpiesdesdeelmanantialhastaelpuntodecaída.JemdijoquemísterAveryapuntabamal;Dill que debía de beberse un galón al día, y la competición que siguió paradeterminardistanciasrelativasyrespectivashazañassólosirvióparaqueyovolvieraasentirmearrinconada,dadoqueenaquelterrenocarecíadeaptitudes.

Dillsedesperezó,bostezóydijoenuntonodemasiadoindiferente:—Yaséloqueharemos;salgamosadarunpaseo.Amímesonóuntantoequívoco.EnMaycombnadiesalíaadarunpaseonada

más.—¿Adónde,Dill?

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Dillseñalóconlacabezaendirecciónsur.Jemdijo:—Perfectamente—ycuandoyoprotesté,medijodulcemente—:Noesprecisoquevengas,AngeldeMayo.—Ytúnoesprecisoquevayas.Recuerda…Jem no era persona que se parase en derrotas pretéritas: parecía que el único

mensaje que recogió de Atticus fue una penetración especial para el arte de losinterrogatorios.

—Mira, Scout, no haremos nada, sólo iremos hasta el farol de la calle yregresaremos.

Anduvimoscalladamenteaceraabajo,escuchandoconoídoatentolasmecedorasde los porches que gemían bajo el peso de los vecinos, y los suaves murmullosnocturnosdelaspersonasmayoresdenuestracalle.DecuandoencuandooíamoslascarcajadasdemissStephanieCrawford.

—¿Qué?—dijoDill.—Deacuerdo—contestóDill—.¿Porquénotevasacasa,Scout?—¿Quéváisahacer?Simplemente,DillyJemiríanaespiarpor laventanadelapersianasueltapara

ver si podían echar un vistazo aBooRadley, y si yo no quería ir con ellos podíaVolvermedirectamenteacasaytenermibocazacerrada,estoeratodo.

—Pero, en nombre de los santos montes, ¿porqué habéis esperado hasta estanoche?

Porque de noche nadie podía verles, porque Atticus estaría tan enfrascado enalgúnlibroquenooiríanilavenidadelotromundo,porquesiBooRadieylosmatabasequedaríansiniralaescuelaynosinlasvacaciones,yporqueeramásfácilverelinterior de una casa oscura en las horas de oscuridad que durante el día, ¿locomprendía?

—¡Scout, te lo digo por última vez, cierra la boca o vete a casa; al Señor ledeclaroquecadadíatevuelvesmáscomolaschicas!

Conestonotuveotraopciónqueladeunirmeaellos.Pensamosqueseríamejorpasar por debajo de la alta valía de alambre del fondo de la finca de los Radley:corríamosmenos riesgo de ser vistos. La valía encerraba un extenso jardín y unaestrechacasitaexteriordemadera.

JemlevantóelalambreeindicóaDillquepasarapordebajo.Luegoseguíyo,ylevantéelalambreparaJem.Lapruebaeradurayarriesgadaparamihermano.

—Nohagáisningúnruido—susurró—.Noosmetáisenunahileradecoles;seríalopeordetodo:despertaríanhastaalosmuertos.

Conestepensamientoen lacabeza,yodabaquizáunpasoporminuto.Caminémásdeprisacuandovia Jemmuyadelante,haciendoseñasbajo la luzde la luna.

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Llegamosa lapuertaquedividíael jardíndelpatio trasero. Jem la tocó.Lapuertalanzóungraznido.

—Escupeenella—susurróDill.—Noshasmetidoenunatrampa,Jem—murmuré—.Nopodremossalirdeaquí

fácilmente.—Sssiit.Escupe,Scout.Escupimoshastaquedamossecos,yJemabriólapuertaconcautela,empujándola

aunladoapoyadacontralavalía.Estábamosenelpatiotrasero.LaparteposteriordelacasadelosRadleyeramenosacogedoraquelafachada:

undestartaladoporcheocupabatodalaanchuradeledificio;habíadospuertasydosventanasoscurasentrelaspuertas.Enlugardecolumna,untoscosoportesosteníaunextremo del tejado. En un rincón del porche descansaba una vieja estufa Franklin;encima,unespejodeperchadesombreros reflejaba la luzde la luna,conunbrilloaterrador.

—Arr—dijoJem,levantandoelpie.—¿Teenredas?—Gallinas—dijoenunaliento.Que tendríamos que esquivar lo no visto desde todas las direcciones quedó

confirmadocuandoDill,queibaadelante,pronuncióenunsusurroun'Diii…ooooss'.Avanzamoslentamentehaciaelcostadodelacasa,dandounrodeohastalaventanaqueteníaunapersianacolgante.ElalféizareravariaspulgadasmásaltoqueJem.

—Teecharéunamanoparasubir—ledijoaDillenunmurmullo—.Espera,detodosmodos.

Jem se cogió lamuñeca izquierda con unamano, ymimuñeca derecha con laotra;yomeasílamuñecaizquierda,yconlaotramanoagarrélamuñecaderechadeJem;nosagachamos,yDillsesentóenaquellasilla.Lelevantamos,yélsecogióalalféizardelaventana.

—Dateprisa—dijoJem—.Nopodemosresistirmuchomás.Dillmedioungolpeenelhombro,ylebajamosalsuelo.—¿Quéhasvisto?—Nada.Cortinas.Sinembargo,hayuna lucecitapequeñaenalgunaparte,muy

adentro.—Marchémonosdeaquí—indicóJem—.Volvamosadarelrodeohacialaparte

deatrás.Sssittt—meadvirtió,puesyomedisponíaaprotestar.—Probemosenlaventanatrasera.—Dill,no—dije.DillseparóydejóqueJempasaraadelante.Cuandopusoelpieenelpeldañodel

final,ésterechinó.Jemsequedóinmóvil,luegofuecargandosupesopaulatinamente.Elpeldañoguardósilencio.Jemsesaltódospeldaños,pusoelpieenelporche,subió

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conesfuerzoysetambaleóunrato.Alrecobrarelequilibrio,sepusoderodillas,searrastróhastalaventana,levantólacabezaymiróalinterior.

Entoncesyovilasombra.Eralasombradeunhombrequellevabaelsombreropuesto.Primerocreíaqueeraunárbol,peronosoplabaapenasviento,ylostroncosde losárbolesnoandan.Elporche traseroestababañadopor la luzde la luna,y lasombra,secacomounatostada,avanzócruzandoelporcheendirecciónaJem.

ElsegundoenverlafueDill.Ysecubriólacaraconlasmanos.Cuando la sombra crizó el cuerpo de Jem, Jem la vio. Se llevó lasmanos a la

cabezaysequedórígido.La sombra se detuvo detrás de Jem, a cosa de un pie. Su brazo se apartó del

costado,descendióyquedóinmóvil.Luego,lasombrasevolvió,cruzódenuevoelcuerpodeJem,sedeslizóporlolargodelporcheydesaparecióporelcostadodelacasa,marchándosecomohabíavenido.

Jemsaltófueradelporcheygalopóhacianosotros.Abrió lapuertadeuntirón,nosempujóaDillyamí,quelacruzamosconpiealado,ynosdirigiópormediodesiseos entre dos hileras de coles forrajeras que se mecían al aire, a mitad de lashileras,tropecéymecaí.Enestemomento,elestampidodeunaescopetaconmoviólavecindad.

DillyJemseecharonamilado.ElalientodeJemsenotabaentrecortado.—¡Refugiaosenelpatiodelaescuela!¡Deprisa,Scout!Jemlevantóelalambredelfondo;Dillyyorodamospordebajo,yestábamosa

mitadde caminodel abrigodel roble solitario del patio escolar cuandopercibimosque Jem no iba con nosotros. Retrocedimos a la carrera y le encontramosdebatiéndoseenlavalía,librándoseapatadasdelospantalonesparasoltarse.Corrióhaciaelrobleencalzoncillos.

Ya a salvo detrás del tronco, Dill y yo nos dejamos ganar por una especie deatontamiento,perolamentedeJemgalopaba.

—HemosdeVolveracasa,notaránquenoestamos.Cruzamoselpatiocorriendo, reptamospordebajode lavalía,pasandoalprado

detrásdenuestracasa,trepamospornuestrocercadoyestuvimosenlasescalerasdelaparteposteriorsinqueJemnoshubieraconcedidounapausaparadescansar.

Yaconlarespiraciónnormal, los tresnosdirigimoscontodalanaturalidadquesupimos al patio de la fachada. Al mirar calle abajo, vimos un corro de vecinosdelantedelapuertadelavalíadelosRadley.

—Serámejorquebajemosallá—dijoJem—.Sinohacemosactodepresencialesllamarálaatención.

MísterNathanRadleyestabadepiealotro ladode lapuerta, conunaescopetacruzada sobre el brazo. Atticus estaba de pie al lado de miss Maudie y de missStephanieCrawford.MissRachel ymísterAvery se encontraban a poca distancia.

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Ningunonosviollegar.Nosmetimos en el corro, al ladodemissMaudie, quevolvió la vista en torno

suyo.—¿Dóndeestábais?¿Nohabéisoídoelestampido?—¿Quéhapasado?—preguntóJem.—MisterRadleyhadisparadocontraunnegroensubancaldecoles.—¡Oh!¿Lehadado?—No—contestómissStephanie—.Hadisparadoalaire.Delsustolehavuelto

blanco, de todasmaneras.Diceque si alguienvepor ahí a unnegroblanco, aquélserá.Dice que tiene el otro cañón cargado esperando que se oiga otro ruido en elbancal,yquelapróximaveznoapuntaráalaire,seaperro,negro,o…¡JemFinc!

—¿Qué,señora?—preguntóJem.Atticustomólapalabra.—¿Dóndeestántuspantalones,hijo?—¿Pantalones,señor?—Pantalones,sí.Erainútil.Allí,encalzoncillos,delantedeDiosydetodoelmundo.Ysuspiré:—Eh…¡MisterFinch!Alaclaridaddelalámparadelacalle,pudeverqueDillestabaimaginandouna:

susojossedebilitaron,sugordinflonafazdequerubínsepusomásredonda.—¿Quéhay,Dill?—inquirióAtticus.—Pues…selosheganado—dijocontonovago.—¿Seloshasganado?¿Cómo?LamanodeDillfueenbuscadelanuca,subióporlacabezayfrotólafrente.—Estábamos jugando al póker desnudo» allá arriba, junto al estanque de los

peces—dijo.Jem y yo nos tranquilizamos. Los vecinos parecían convencidos: todos se

pusieronserios.Pero¿quéerael'pókerdesnudo'?No tuvimos ocasión de averiguado: miss Rachel se disparó como la sirena de

nuestrosbomberos.—¡Bue… eeen Jeeee… sús,DillHarry! ¿Jugando junto ami estanque? ¡Yo te

enseñaréel'pókerdesnudo',señorito!AtticussalvóaDilldeundespedazamientoinmediato.—¡Un minuto nada más, miss Rachel! —dijo—. No había oído nunca que

hicieranunacosaasí,hastaestedía.¿Jugabáisalosnaipes,lostres?JemdevolvióaciegaslapelotalanzadaporDill.—No,señor,sóloconcerillas.Yoadmiréamihermano.Lascerillaseranpeligrosas,perolosnaipeseranfatales.—Jem, Scout—dijo Atticus—, no quiero Volver a oír nombrar el póker bajo

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ningunaforma.VeteacasadeDillycogelospantalones,Jem.Resolvedlacuestiónvosotrosmismos.

—No te apures, Dill —dijo Jem mientras andábamos por la acera—, no tezumbará. Atticus la convencerá con buenas palabras. Has sabido pensar de prisa,chico.Escucha…,¿nooyes?

NosparamosyoímoslavozdeAtticus.—…Noesuncasoserio…,todospasanporello,missRachel…Dillsetranquilizó,peroJemyyo,no.QuedabaelproblemadequeJemhabíade

presentarunospantalonesporlamañana.—Tedaríaunosmíos—dijoDillcuandollegamosalasescalerasdemissRachel.Jemcontestóquenopodríaponérselos,peroquemuchasgracias,detodosmodos.

Nos dijimos adiós, y Dill entró en la casa. Evidentemente, se acordó de queestábamosprometidos,porqueretrocediócorriendoymebesóatodaprisadelantedeJem.

—¡Escribidme!¿Meoís?—nosgritó,anuestraespalda.Aunque Jem hubiese llevado los pantalones puestos y sin novedad, tampoco

habríamos dormido mucho. Todos los sonidos nocturnos que escuchaba desde micatre en el porche trasero llegaban con triple aumento, todas las pisadas sobre lagravilla eran BooRadley que buscaba su venganza, todos los negros que pasabanriendo en la noche eran Boo Radley suelto y persiguiéndonos; los insectos quechocaban contra los cristales eran los dedos dementes de Boo Radley cortando elalambre a pedazos; los cinamomos eran seres malignos, que nos rondaban alerta.FlotéentreelsueñoylavigiliahastaqueoímurmuraraJem.

—¿Duermes,Tres-Ojos?—Ssssittt.Atticushaapagadolaluz.AlamurienteluzdelalunaviqueJembajabalospiesalsuelo.—¿Estásloco?—Voyporellos—dijo.Yomesentémuyerguida.—Nopuedes—dije—.Notelopermitiré.—Tengoqueir—replicóél,peleandoparaponerselacamisa.—Ve,yyodespertaréaAtticus.—Despiértaleytemato.Lecogíylehicetenderamiladoenelcatre.Quiserazonarconél.—Míster Nathan los encontrará por la mañana, Jem. Sabe que los perdiste tú.

Cuando se los enseñe a Atticus pasaremos un mal rato, pero no habrá otra cosa.Vuélvetealacama.

—Losé,precisamente—respondióJem—.Porestovoyabuscarlos.Yo empezaba a sentirme mareada. ¡Irse solo allá!… Recordaba lo de miss

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Stephanie,misterNathanteníaelotrocañóncargadoesperandoelprimerruidonuevoqueoyese,fueseperro,negro,o…Jemlosabíamejorqueyo.

Estabadesesperada.—Mira,Jem,novalelapena.Unapalizaduele,peronodura.Tepegaránuntiroa

lacabeza,Jem.Porfavor…Mihermanoexpulsóelalientocongranpaciencia.—Yo…Mira,estoesasíScout—murmuró—.Desdequetengomemoria,Atticus

nomehapegado.Yquieroquecontinúedelmismomodo.Estoeraunafantasía.ParecíaqueAtticusnosamenazabadíasí,díano.—Quieresdecirquenuncatehacogidoennada.—Quizá sea eso, pero… quiero que las cosas sigan de este modo, Scout.

Debemosresolverloestanoche.SupongoquefueentoncescuandoJemyyoempezamosaseparamos.Avecesno

leentendía,peromisperíodosdedesorientacióndurabanpoco.Aquelloestabafuerademialcance.

—Porfavor—supliqué—¿nopuedespensarlounminutoalmenos…?¿Túsoloenaquellugar…?

—¡Cállate!—Esto no acabará en queAtticus no vuelva a dirigirtemás la palabra, ni cosa

asi…Ledespertaré,Jem,telojuroqueledespertaré…—Jemmecogióporelcuellodelpijama,tirandoconfuerza—.Entonces,irécontigo…—dijemedioasfixiada.

—No,novendrás,haríasruido.Fue inútil. Abrí el cerrojo de la puerta trasera y lo sujeté mientras él bajaba

sigilosamentelasescaleras.Debíandeserlasdos.Lalunaseponíaylassombrasdelos listonesdemaderade lasventanas sedisolvíanenunaborrosanada.Elblancofaldónde lacamisadeJembajabaysubíacomounpequeñofantasmabailarínquequisieraescapardelamañanaqueseacercaba.Unadébilbrisacorríayrefrescabalasgotasdesudorquecorríanpormiscostados.

Jemsalióporlapartetrasera,cruzóelpradoyelpatiodelaescuela,ycalculéqueestaría rodeando la valía, al menos se había encaminado en aquella dirección.Todavíanecesitabamástiempo,demaneraquenohabíallegadoaúnelmomentodeinquietarse.EsperéhastaquetalmomentohubollegadoyagucéeloídoesperandoeldisparodelaescopetademísterRadley.Luego,creípercibirunoschasquidosenlacalleposterior.Eraunacreenciaanhelante.

Después oí toser aAtticus. Contuve el aliento. A veces, cuando hacíamos unaperegrinaciónamedianochealcuartodebaño,leencontrábamosleyendo.Decíaquecon frecuencia se despertaba durante la noche, comprobaba cómo estábamos y seponía a leer hasta dormirse. Yo aguardé convencida de que su luz se encendía,esforzando la vista para verla inundar el vestíbulo. La luz continuó apagada, y yo

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volvíarespirar.Losrondadoresnocturnossehabíanretirado,perocuandoseagitabaelviento,los

cinamomosmaduros tamborileaban sobre el tejado, y la oscuridad parecía todavíamásdesoladaconlosladridosdelosperrosenlalejanía.

AhíestabaJemregresando.Sucamisablancaasomósobrelavallatrasera;pocoapocosehizomayor.Jemsubiólasescaleras,pasóelcerrojotrasélysesentóensucatre.Sindecirpalabra,levantólospantalones.Luegosetendióyduranteunratooíquesucatretemblaba.Prontosequedóquieto.Novolvíaoírquesemoviese.

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7

Jem estuvo huraño y silencioso toda una semana. Como Atticus me habíaaconsejadoenciertaocasión,probéametermeensupellejoyhacercomosifueraél:sihubieseidosolaalaMansiónRadleyalasdosdelamadrugada,latardesiguientese habría efectuadomi entierro. En consecuencia, dejé en paz a Jem y procuré nofastidiarle.

Empezaron las clases. El segundo grado fue tanmalo como el primero, y aunpeor; seguíanpasándolecartulinaspordelantede lasnaricesaunayno ladejabanleer ni escribir. Los progresos de miss Caroline, en la puerta de al lado, podíancalcularseporlafrecuenciadelascarcajadas;noobstante, lapandilladecostumbrehabíafalladolaspruebasotravez,repetíaelgradoyleservíaparamantenerelorden.LoúnicoqueteníadebuenoelsegundogradoeraqueyosalíatantardecomoJem,yhabitualmente,alastres,nosíbamosacasajuntos.

Unatarde,mientrascruzábamoselpatiodelaescuelaendirecciónanuestracasa,Jemdijodepronto:

—Hayunacosaquenotehabíaexplicado.Comoéstaeralaprimerafrasequepronunciabaenvariosdías,lealenté:—¿Sobrequé?—Sobreaquellanoche.—Nuncamehascontadonadadeaquellanoche—dije.Jemdespreciómispalabrasconunademán,comosiespantaramosquitos.Guardó

silenciounrato,yluego,dijo:Cuandovolvíabuscar lospantalones…Bueno,alquitármelosquedaronhechos

unlío,detalmodoquenopodíandesenredarse…Cuandovolvíallá…—Jeminspiróprofundamente—.Cuandovolvíalláestabandobladossobrelavalla…,comosimeesperasen.

¿Sobrelavalla…?—Yotracosa…—Jemhabíabajadolavoz—.Teloenseñarécuandolleguemosa

casa. Los habían cosido. No como si lo hubiera hecho una mujer, sino como sihubieraprobadodecoserlosyo.Todoenserpentina.Escasicomosi…

—…AlguiénsupieraquetuVolveríasporellos.Jemseestremeció.Comosialguienhubieseleídomipensamiento…,comosialguienhubiesepodido

adivinar lo que haría. Nadie puede intuir lo que voy a hacer, a menos que meconozcan,¿verdadqueno,Scout?

LapreguntadeJemeraunasúplica.Yoletranquilicé.—Nadiepuedeadivinarloquevasahaceramenosquevivaenlacasacontigo,y

aunasí,avecesyonoséadivinarlo.

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Estábamospasandoporlaveradenuestroárbol.Ensucavidadhabíaunovillodebramantegris.

—Nolocojas,Jem—pedí—.Estosirvedeescondrijoaalgunapersona.—Nolocreo,Scout.—¡Sí!AlgunoporelestilodeWalterCunninghambajaaquítodoslosrecreosy

esconde cosas, y llegamos nosotros y se las quitamos. Oye, dejemos eso ahí yesperemosunpardedías.Sientoncestodavíaestá,noslollevaremos.¿Deacuerdo?

—Deacuerdoquizátengasrazón—dijoJem—.Puedeserelescondrijodealgúnchiquillo… Esconde las cosas de los que son mayores que él. Ya sabes, sóloencontramoscosascuandofuncionalaescuela.

—Sí—respondí—,peroesqueenveranonuncapasamosporaquí.Nos fuimos a casa. La mañana siguiente el bramante continuaba donde yo lo

habíadejado.Eltercerdía,comotodavíaseguíaallí,Jemselometióenelbolsillo.En adelante consideramos que todo lo que encontrábamos en el agujero nospertenecía.

Elsegundogradoerafatídico,peroJemmeaseguróquecuantomayormehiciesemejorseríalaescuela,queélhabíaempezadodelmismomodo,yquehastaqueunonollegabaalsextogradonoaprendíanadadevalor.Elsextogradopareciógustarledesde el principio pasó por un breve Período Egipcio que me desconcertó:continuamente trataba de andar a paso lento, levantando un brazo adelante y otroatrás,yasentandounpiedetrásdelotro.Declarabaquelosegipciosandabandeestemodo,yoledijequesieraasínoveíacómopodíanhacernada,peroJemreplicóquehabían hechomás que los americanos en toda su historia; que inventaron el papelhigiénicoyel embalsamamientoperpetuo,ymepreguntódóndeestaríamoshoyendía si no los hubiese inventado. Atticus me dijo que borrase los adjetivos y meatuviesealoshechos.

EnAlabamadelSurnohayestacionesbiendefinidas;elveranoflotaaladerivadentrodelotoño,yalotoñoavecesnolesigueelinvierno,sinoqueseconvierteenunavagaprimaveraquesefundeotravezenverano.Aquelotoñofuelargo,apenasbastantefrescoparaponerseunachaquetaligera.Jemyyorecorríamosnuestraórbitaunatempladatardedeoctubrecuandonuestroagujeronosdetuvodenuevo.Estavezhabíadentrounacosablanca.

Jempermitióqueyohicieraloshonores:saquédospequeñasimágenesesculpidasenjabón.Unaeralafiguradeunmuchacho,laotrallevabaunvestidotosco.

Sintiempoparaacordarmedequenoexisteesodelmaldeojo,soltéunchillidoylasarrojéalsuelo.

Jemlasrecogióvivamente.—¿Quétepasa?—gritó.Ylimpiólasfiguras,librándolasdelrojopolvo—.Son

buenas—dijo.

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Ybajólamanoparaqueyolasviese.Eranunasminiaturascasiperfectasdedoschiquillos.Elmuchachollevabapantalóncorto;losmechonesdecabellolellegabanhasta las cejas.Yomiré a Jem.Unapunta de pelo castañoy estirado le caía haciaadelante.Hastaentoncesnomehabíafijadonunca.

Jemmiró la figurita de niña, luego amí. Lamuñequita llevaba cerquillos. Yotambién.

—Estossomosnosotros—dijo.—¿Quiénloshizo?¿Telofiguras?—¿Aquiénconocemosporaquíquetalle?—preguntóél.—AmísterAvery.—AmísterAverylegustanynadamás.Quierodecirlastallas.MísterAvery salía a un promedio de un palo de leña de estufa por semana; lo

adelgazabahastaconvertirloenunpalilloyluegolomascaba.—EstáelviejoenamoradodemissStephanieCrawford—indiqué.—Esculpe,escierto,peroviveenelcampo.¿Cuándosehabríafijadoparanada

ennosotros?—Quizá se sienta enelporcheynosmiraanosotrosenvezde fijarseenmiss

Stephanie.Siyoestuvieraensulugar,loharía.Jemmemiró tan largoratoqueyo lepreguntéqué lepasaba,peronoconseguí

otracosaqueun'nada,Scout',comorespuesta.Cuandonosfuimosacasa,Jempusolosmuñecosensubaúl.

Menos de dos semanas después encontramos un paquete entero de goma demascar,quesaboreamosaplacer,pueselhechodequetodolodelaMansiónRadleyeravenenosehabíadeslizadofueradelamemoriadeJem.

Lasemanasiguienteelagujeroconteníaunamedalladeslucida.Jemselaenseñóa Atticus, quien dijo que era una 'medalla de deletreo'. Antes de que nosotrosnaciésemos, el condado de Maycomb celebraba competiciones de ortografía yconcedíamedallas a losvencedores.Atticus afirmóque lahabríaperdido algunoyque sihabíamospreguntadoporahí. Jemmediounacozdecamellocuandoquisedecirdóndelaencontramos.JempreguntóentoncessiAtticusrecordabaaalgunoquehubieseganadouna,peroéstedijoqueno.

Nuestro premiomayor apareció cuatro díasmás tarde.Era un reloj de bolsillo,quenofuncionaba,sujetoaunacadena,conuncuchillodealuminio.

—¿Teparecequeesoroblanco,Jem?—Nolosé.LoenseñaréaAtticus.Atticusdijoquesihubieransidonuevos,reloj,cuchilloycadena,habríanvalido

probablementeunosdiezdólares.—¿Hashechountruequeconalgunoenlaescuela?—preguntó.—¡Oh,no,señor!—Jemsacóelrelojdesuabuelo,queAtticusledejaballevar

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unavezporsemanaacondicióndequetuvieracuidado.Losdíasquellevabaelreloj,Jem andaba como pisando huevos—. Atticus, si no tienes inconveniente, prefierollevaréste.Quizápuedarepararlo.

Cuando el reloj nuevodesplazó al del abuelo, y el llevarlo se convirtió en unapenosatareacotidiana,Jemyanosintiómáslanecesidaddeconsultar lahoracadacincominutos.

Hizocon la reparaciónunbuen trabajo:sólo lesobraronunmuelleyunpardepiezaspequeñas,peroelrelojnoquisomarchar.

—Aaah—suspiró—,nofuncionaránunca.¡Scout!—¿Qué?—¿Te parece que deberíamos escribir una carta a quien sea que nos deja esta

cosas?—Esoestaríamuybien,Jem;podemosdarlelasgracias…¿Quémalhayenello?Jemsecogíalasorejasmeneandolacabezadeunladoparaotro.—No lo entiendo, de veras que no lo entiendo; no sé por qué, Scout…—Y

mirandoendirecciónalasala,noseporquesemeocurrelaideadeexplicárseloaAtticus…,perono,creoqueno.

—Yoselodiréporti.—No,Scout,nolohagas.¡Scout!—¿Quéee?Todalatardehabíaestadoapuntodedecirmeunacosa,sucaraseanimabayse

volvíahaciamí,luegocambiabadeidea.Ycambiódenuevo.—Oh,nada.—Vamos,escribamoslacarta.—Ylepuseunpapelyunlápizdebajodelanariz.—Deacuerdo.Queridoseñor…—¿Cómosabesqueesunhombre?ApuestoaqueesmissMaudie;hacemucho

tiempoquelopienso.—Bah,missMaudienosabemascargoma…—Jemsonrió inesperadamente—.

Yasabes,aveceshablaconmuchafinura.Undíaleofrecíunpedazoydijoqueno,gracias,que…lagomademascarselepegabaalpaladaryladejabasinpalabras—dijoJemmidiendolassuyas—.¿Noesdecirunacosafina?

—Sí,avecessabedecircosasagradables.De todosmodos, tampocoquerríaunrelojyunacadena.

—Queridoseñor—dijoJem—.Agradecemosel…no,agradecemostodoloquehapuestoenelárbolparanosotros.Sinceramentesuyos,JeremyAtticusFinch.

—Sifirmasdeestemodonosabráquiéneres.Jemborróelnombreyescribió:'JemFinch'.Yofirmédebajo:'JeanLouiseFinch

(Scout)'.Jempusoelbilletedentrodeunsobre.Alamañanasiguiente,cuandoíbamosalaescuela,Jemechóacorrerdelantede

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míyseparójuntoalárbol.Cuandolevantólavistaladirigióhaciamí,yviquesevolvíaintensamentepálido.

—¡Scoutz!Yocorríhastaél.Alguienhabíallenadoelagujeroconcemento.—No llores ahora, Scout…no llores ahora, no te apures…—ibamurmurando

Jem,caminodelaescuela.Cuandovolvimosacasaparalacomida,Jemengullósuración,corrióalporchey

sequedóplantadoenlasescaleras.Yoleseguí.—Nohapasado—medijo.Aldíasiguiente,Jemsepusootravezdevigilanciayfuerecompensado.—¿Quétal,misterNathan?—saludó.—Buenosdías,JemyScout—respondiómisterRadleysinpararse.MísterRadley—dijoJem.MisterRadleygirósobresustalones—.MísterRadley,

¿pusoustedcementoenelagujerodeaquelárboldealláabajo?—Si—respondió—.Lotapé.—¿Porquélohizo,señor?—El árbol está muriendo. Cuando los árboles están enfermo se los llena de

cemento.Deberíassaberlo,Jem.Jem no dijo nada más sobre el asunto hasta muy avanzada la tarde. Cuando

pasamos junto al árbol dio una palmada meditabundo en el cemento, y se quedósumidoenprofundasmeditaciones.Parecíaponersedemalhumorpormomentos,yenconsecuenciayoguardélasdistancias.

Como de costumbre, aquella tarde encontramos a Atticus que regresaba deltrabajo.CuandoestuvimosennuestrasescalerasJemdijo:

—Atticus,miraelárbolaquel,teloruego.—¿Quéárbol,hijo?—ElqueestáenlaesquinadelafincadelosRadley,viniendodelaescuela.—Sí.—¿Seestámuriendo?—No,caramba,hijo,no locreo.Fíjate en lashojas, estánverdesy lozanas,no

haymanchaspardasporningunaparte…—¿Nisiquieraestáenfermo?—Aquélárbolestátansanocomotú,Jem.¿Porqué?—MisterNathanRadleyhadichoqueseestamuriendo.—Bien,quizási.EstoysegurodequemisterRadleysabemasdesusárbolesque

nosotros.Atticus nos dejó en el porche. Jem se apoyó a una columna rascándose los

hombroscontraella.

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—¿Tienespicores,Jem?—lepreguntétanfinamentecomosupe—.Entremos—dije.

—Dentrodeunrato.Permanecióallíhastacaerlanoche,yyoleesperé.Cuandoentramosencasavi

quehabíallorado.

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Pormotivos inescrutablespara losprofetasmásexperimentadosdelcondadodeMaycomb, aquel año, el otoño se convirtió en invierno. Tuvimos dos semanas deltiempomásfríodesde1885,segúndijoAtticus.MísterAverydijoqueestabaescritoenlaPiedradeRosettaquecuandolosniñosdesobedeciesenasuspadres,fumasencigarrillosysehicieranlaguerraunosaotros,lasestacionescambiarían:aJemyamínoscargaban,pues,conelpesodecontribuiralasaberracionesdelaNaturaleza,causandoconelloladesdichadenuestrosvecinosynuestrapropiaincomodidad.

LaancianamistressRadleymurióaquelinvierno,perosumuertenocausóapenasnilamáslevealteración:losvecinoslaveíanrarasveces,exceptocuandoregabasuscannas.JemyyodedujimosqueBoosehabíacebadoconellaporfin,perocuandoAtticus regresódecasade losRadleydijo,congrandesencantonuestro,quehabíamuertoporcausasnaturales.

—Pregúntaselo—susurróJem.—Pregúntaselotú;túereselmayor.—Poresotienesquepreguntárselotú.—Atticus—dije—,¿hasvistoamísterArthur?Atticusasomóunacaraseveraporelcostadodelpapel,mirándome.—No.Jemmeindicóquenohicieramáspreguntas.DijoqueAtticusestabatodavíaun

poco quisquilloso en relación a nosotros y los Radley y que no daría buenosresultadoselinsistir.JemsospechabaqueAtticuspensabaquenuestrasactividadesdeaquellanochenoselimitaronúnicamenteal 'pókerdesnudo'.Noteníaningunabasefirmeparaestasospecha,decíaquesetratabasolamentedeunacorazonada.

Alamañanasiguiente,aldespertar,miréporlaventanayestuveapuntodemorirdeespanto.MisalaridossacaronaAtticusdelcuartodebañoamedioafeitar.

—¡Elmundoestállegandoasufin,Atticus!¡Hazalgo,porfavor…!Learrastréhastalaventanayseñalé.—No,notermina—contestó—.Estánevando.Jem preguntó a Atticus si aquello persistiría. Jem tampoco había visto nunca

nieve,perosabíaloqueera.AtticuscontestóquedenievenosabíamásqueelmismoJem.

—Noobstante,creoquesilaatmósferasiguehúmedaasí,seconvertiráenlluvia.SonóelteléfonoyAtticusdejólamesadeldesayunoparaacudiralallamada.—EraEulaMay—dijoalregreso—.Citosuspalabras: 'Comonohabíanevado

enMaycombdesde1885,hoynohabráclases'.EulaMayeralatelefonistaenjefedeMaycomb.Lehabíanconfiadolamisiónde

comunicar anuncios públicos, invitaciones de boda, poner en marcha la sirena de

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incendios,ydarinstruccionesparaprimerascurascuandoeldoctorReynoldsestabaausente.

CuandoporfinArticusnosllamóalordenynosmandóquefijásemoslavistaenelplatoenlugardemirarporlasventanasJempreguntó:

—¿Cómosehaceunmuñecodenieve?—Notengolamenoridea—respondióArticus—.Noquieroqueosdesilusionéis,

perodudoquehayanievebastanteparahacernisiquieraunabola.Calpurnia entró y dijo que le parecía que estaba cuajando.Cuando corrimos al

patiotrasero,loencontramoscubiertodeunadelgadacapadenievefangosa.—Nodebemospisarla—dijoJem—.Mira,acadapasoquedas,laestropeas.Miréatrás,amispisadas,Jemdijoquesiesperábamosaquehubieranevadoun

pocomás,lapodríamosamontonarparahacerunmuñeco.Yosaquélalenguaycogíuncopoplano.Quemaba.

—¡Jem,estácaliente!—No,noestácaliente,estátanfríaquequema.Ynolacomas,quelamalgastas.

Dejaquecaigaalsuelo.—Peroyoquieroandarporella.—Yaséloqueharemos:podemosirapisarlaenelpatiodemissMaudie.Jemavanzóasaltoscruzandoelpatiodelafachada.Yoseguísushuellas.Cuando

estábamosenlaaceradelantedelacasademissMaudie,senosacercómisterAvery.Teníalacaraencarnadayelestómagoabultadodebajodelcinturón.

—¿Véisloquehabéishecho?—nosdijo—.EnMaycombnohabíanevadodesdeMaricastaña. Son los niñosmalos comovosotros los culpables de que cambien lasestaciones.

Yo me pregunté si míster Avery sabía con cuánto afán habíamos esperado elveranopasadoquerepitierasurepresentación,yreflexionéquesieraaquellalapagaquerecibíamos,habíaquereconocerleciertasventajasalpecado.NomepreguntédedóndesacabamisterAverysusestadísticasmeteorológicas:veníandirectamentedelaPiedradeRosetta.

—¡JemFinch,eh,JemFinch!—MissMaudietellama,Jem.—Quedaos los dos en el centro del patio. Cerca del porche hay unas cosas

plantadasdebajodelanieve.¡Nolaspiséis!—¡Bien!—gritóJem—.¡Quéhermosaes!¿Verdad,missMaudie?—¡Hermosasmispatas!¡Siestanochehielasemellevarátodaslasazaleas!El viejo sombrero de sol demissMaudie centelleaba de cristales de nieve. La

dama se inclinaba sobre unos pequeños arbustos, envolviéndolos en sacos dearpillera.Jemlepreguntóporquélohacía.

—Paraconservarleselcalor—respondió.

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—¿Cómopuedenconservarelcalorlasflores?Notienencirculación.—Nosabríacontestaraestapregunta,JemFinch.Todoloqueséesquesiesta

nochehiela,estasplantassehelarán,demodoquehayquecubrirlas.¿Resultaclaro?—Sí.¡MissMaudie!—Di,señor.—Scoutyyo,¿podríamospedirleprestadaunapocadesunieve?—¡Cielo bendito lleváosla toda! Debajo de la casa hay un cesto viejo para

melocotones, podéis transportarla en él. —Miss Maudie entomó los ojos—. JemFinch,¿quéváisahacerconminieve?

—Usted verá—contestó Jem, y nos pusimos a transportar (fangosa operación)todalanievequepudimosdelpatiodemissMaudiealnuestro.

—¿Quéharemos,Jem?—pregunté.—Yaverás—dijo—.Ahora coge el cestoy lleva toda la nievequepuedasdel

patio trasero al delantero.Al regresar sigue tuspropiaspisadas, sin embargo—meadvirtió.

—¿Haremosunniñodenieve,Jem?—No,unhombredeverdad.Ahorahemosdetrabajardefirme.Jemcorrióalpatiotrasero,sacólaazadaysepusoacavarafanosamentedetrásde

lapiladeleña,depositandoaunladotodoslosgusanosqueencontraba.Luegoentróenlacasa,regresóconelcanastodelaropa,lollenódetierraylatransportóalpatiodelantero.

Cuandotuvimoscincocanastosdetierraydosdenieve,Jemdijoqueestábamoslistosparaempezar.

—¿Noteparecequeestoesunrevoltijo?—lepregunté.—Ahoraloparece,perodespuésnoloparecerá—afirmó.Jem reunió una brazada de tierra que transformó a palmadas en unmontículo;

añadióotracantidadyotra,hastaquehuboconstruidountorso.—Jem,nohabíaoídohablardeunmuñecodenievenegro—ledije.—Noseránegromuchorato—refunfuñóél.Delpatiotraseroseproveyódeunasramasdemelocotonerocortólasramitasy

lasdoblóenformadehuesosquehabríaquecubrirdetierra.—ParecemissStephanieCrawfordconlasmanosenlascadera—dije—.Gorda

enelmedioyconunosbracitosdiminutos.—Se los harémayores—Jemderramó agua sobre la estatua de barro y añadió

más tierra. La contempló pensativamente unmomento, y luego le formó una granbarrigadebajodelacintura.Entoncesmemiróconunosojoscentelleantes—.MísterAverytieneunafiguraasícomounmuñecodenieve,¿verdad?

Acontinuacióncogiónieveysepusoadistribuirlasobreelmonigote.Amísólomepermitióquecubrieselaespalda,reservándoselaspartespúdicasparasí.Pocoa

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poco,místerAverysevolvióblanco.Empleandopedacitosdeleñaporojos,nariz,bocaybotones,Jemconsiguióque

mister Avery tuviese un aire malhumorado. Un palo completó el cuadro. Despuésretrocedióunospasosparacontemplarsucreación.

—Eshermoso,Jem—dijo—.Parececomosifueraahablarleauno.—¿Verdadquesí?—dijoél,ingenuamente.NosupimosaguardaraqueAtticusvinieseacomer;lellamamosyledijimosque

leteníamospreparadaunagransorpresa.Pareciópasmadocuandoviounagranpartede lanievedel patio trasero en el de la fachada, perodijoquehabíamoshechountrabajomásquesuperior.

—Nosabiacómotelasarreglaríasparaconstruirlo—ledijoaJem—,perodesdehoy en adelante ya no me inquietaré por lo que pueda ser de ti, hijo: siempreencontrarásunrecurso.

A Jem se le pusieron las orejas encarnadas de satisfacción ante semejantecumplido, pero levantó los ojos vivamente cuando vio queAtticus retrocedía unospasos.Atticusmiróun rato la figura ladeando lacabeza.Sonrióse,y luegosoltó lacarcajada.

—Hijo,yaséloqueserás:ingeniero,abogado,opintorderetratos.Hasmontadounlibeloaquíenelpatiodelafachada.Hemosdedisfrazaraesesujeto.

EnseguidasugirióqueJemlerebajaseunpocolabarriga,trocaseelbastónporunaescobaylepusieradelantal.

Jemexplicóquesilohacía,elmuñecodenievesepondríafangosoydejaríadeserunmuñecodenieve.

—Nomeimportaloquehagas,contalquehagasalgo—respondióAtticus—.Nopuedesandarporahífabricandocaricaturasdelosvecinos.

—Noesunacaractertur—replicóJem—.Simplemente,seleparece.—EsposiblequemísterAverynopensaselomismo.—¡Ya lo tengo! exclamóJem.Cruzó la calle corriendo,desaparecióenelpatio

traserodemissMaudieyregresótriunfante.Colocóelsombrerodesoldeladamaenlacabezadelmuñecoyleembutiólastijerasdepodarenlacurvadelbrazo.Atticusdijoquedeestemodoestaríabien.

Miss Maudie abrió la puerta de la fachada y salió al porche. Nos miró unmomentodesdeelotroladodelacalle,ydeprontosonrió.

—JemFinch—gritó—.¡Sodemonio,devuélvemeelsombrero,señorito!JemmiróaAtticus,quemoviólacabezanegativamente.—Sólo lodiceparaarmar jaleo—explicó—.Enrealidadestá impresionadapor

tus…triunfos.Atticus fue hasta la acera de miss Maudie, donde se enfrascaron en una

conversaciónabundanteenademanes,delacuallaúnicafrasequecogífue…

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—…¡Levantandounmamarrachoenelpatio!¡Atticus,nuncasabráseducarlos!Por la noche dejó de nevar, la temperatura descendió, y al anochecer las

prediccionesmáshorrendasdemísterAveryseconfirmaron.Calpurniahacíacrepitartodos los hogares de la casa, pero teníamos frío. Cuando Atticus regresó aquellanochedijoquenonosescapábamosdelmaltiempoypreguntóaCalpurniasiqueríaquedarseapasarlanocheconnosotros.Calpurniaechóunamiradaalosaltostechosyalaslargasventanasydijoquecreíaqueencontraríamejortemperaturaensucasa.Atticuslallevóenelcoche.

Antesdeirmeadormir,Atticuspusomáscarbónenelfuegodemicuarto.Dijoque el termómetro señalaba dieciséis grados[3], que era la noche más fría querecordabayqueelmuñecodenievesehablaheladoyvueltocompletamentesólido.

Unosminutosdespués,amiparecer,medespertóalguienquemesacudía.TeníaextendidosobremielabrigodeAtticus.

—¿Yaesdemañana?—Levántate, niña.—Atticusmepresentaba el albornozy el abrigo—.Ponte el

vestidoprimero—medijo.JemestabaalladodeAtticus,atontadoydespeinado.Conunamanosecerrabael

cuellodelabrigo;laotralateníametidaenelbolsillo.Parecíahaberengordadodeunmodoraro.

Corre,cariño—dijoAtticus—.Aquítienesloszapatosyloscalcetines.Yomelospuseconaireestúpido.—¿Esdemañana?—No,espocomásdelauna.Dateprisaahora.Porfinseadentróenmimentelaideadequeocurríaalgomalo.—¿Quépasa?Pero entonces ya no fue preciso que me lo dijeran. Del mismomodo que los

pájaros saben adónde irse cuando llueve, yo sabía cuándo ocurría algo anormal ennuestracalle.Unossonidosblandos,comodetafetán,ylosdelaspisadasapagadasyrápidasmellenarondeunespantoirremediable.

—¿Enquécasaes?—EnlademissMaudie,cariño—respondióAtticusdulcemente.EnlapuertadelafachadavimoslasventanasdemissMaudiearrojandollamas.

Paraconfirmar loqueveíamos, la sirenade incendiosgimióen tonocadavezmásagudo,subiendotodalaescalahastaunanotaelevadaytemblorosa,queseprolongócomeunlargoalarido.

—Notieneremedio,¿verdad?—gimióJem.—Creoqueno—Atticus—.Ahoraescuchadlosdos.Bajadysituaosdelantedela

MansiónRadley.Manteneosapartados,¿meois?¿Véisdequépartesoplaelviento?—Oh —dijo Jem—. Atticus, ¿te parece que deberíamos empezar a sacar los

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muebles?—Todavía no, hijo. Haced lo que os mando. Corred ya. Cuida de Scout, ¿me

oyes?Nolapierdasdevista.Atticusnosempujóypartimoshacialapuertadeentradadelpatiotraserodelos

Radley.DesdeallívimoscómolacallesellenabadehombresydecochesmientraselfuegodevorabacalladamentelacasademissMaudie.

—¿Porquénosedanprisa?…¿Porquénosedanprisa?—murmurabaJem.Prontovimoselmotivo.Elviejocamiónde losbomberos,averiadoporel frío,

llegaba de la ciudad empujado por un tropel de hombres. Cuando hubieronempalmado lamangueraaunabocade riego,elaguasalióconfuria, salpicando lacalle.

—Oooh,Señor,Jem…Jemmerodeóconelbrazo.Cállate, Scout. Todavía no es el momento de inquietarse. Cuando lo sea te

avisaré.LoshombresdeMaycomb,entodoslosgradosdevestidoydesvestido,sacaban

mueblesdelacasademissMaudieylosllevabanaunpatiodelotroladodelacalle.Vi a Atticus transportando la pesadamecedora de roble, y pensé que obrabamuycuerdamentealsalvarloquemissMaudieapreciabamás.

Avecesoíamosgritos.EntoncesapareciólafazdemísterAveryenunaventanadelpiso.MísterAveryempujóelcolchónfueradelaventanayarrojómuebleshastaqueloshombreslegritaron:

—¡Bajedeahí,Dick!¡Lasescalerasseestánderrumbando!¡Salgadeahí,místerAvery!

MisterAverysedispusoasaltarporlaventana.—Estásitiado,Scout…—dijoJemconvozentrecortada—.Oh,Diosmío…MisterAveryseencontrabaenungraveaprieto.Yoescondílacabezadebajodel

brazodeJem,ynovolvíamirarhastaquemihermanogritó:—¡Sehaliberado,Scout!¡Estáasalvo!Levanté la vista para ver amísterAvery cruzando el porche del piso. Pasó las

piernas por encima de la baranda y se deslizaba por una columna, pero en aquelmomento resbaló. Cayó, dio un grito y fue a chocar contra los arbustos de missMaudie.

De pronto advertí que los hombres se apartaban de la casa de missMaudie yveníancalleabajoennuestradirección.Yanotransportabanmuebles.Elfuegohabíaganado el segundo piso y se había abierto paso hasta el tejado; losmarcos de lasventanasaparecíannegrossobreuncentrodecolornaranjavivo.

—Jem,pareceunacalabaza…—¡Mira,Scout!

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Denuestracasayde lademissRachel salíaunamasadehumoqueparecía lanieblaenlaorilladeunrío,yloshombresestirabanlasmanguerashacialosedificios.Detrás de nosotros el camión de bomberos de Abbottsville lanzaba su cuchillodoblandolacurvayseparódelantedenuestracasa.

—Aquellibro…—dijeyo.—¿Cuál?—preguntóJem.—AquelTomSwif.,noeramío,eradeDill…—Noteapures,Scout,noesmomentodeinquietarsetodavía—dijoJem—.Mira

allá—indicó,señalando.Atticus se encontraba enmedio de un grupo de vecinos, con lasmanos en los

bolsillos.Podríahaberestadosiguiendounpartidodefútbol.MissMaudiesehallabaasulado.

—Miraallí,éltodavíanoestápreocupado—hizonotarJem.—¿Cómonoestáarribadeunadelascasas?—Esdemasiadoviejo;seromperíaelcuello.—¿Creesquedeberíamoshacerlesacarnuestrascosas?—Nolefastidiemos,élsabrácuandodebahacerse—replicómihermano.ElcochebombadeincendiosdeAbbottsvilleempezóaarrojaraguasobrenuestra

casa;unhombresubidoaltejadoibaindicandolossitiosquelanecesitabanmás.Yovicómonuestromuñecodenievesevolvíanegroysedesmoronaba;elsombrerodemissMaudiequedóencimadelmontón.NopudeverlastijerasdePodar.Conelcalorque despedían entre la casa de miss Maudie, la de miss Rachel y la nuestra, loshombreshacía ratoquesehabíanquitado losabrigosyalbornoces.Trabajabanconlas chaquetas de los pijamas y las camisas de dormir embutidos dentro de lospantalones, pero yo empecé a notar queme helaba poco a poco, inmóvil allí. Jemtratabadedarmecalor,pero subrazonoera suficiente.Me liberédelmismoymesubílasmanosaloshombrosBailandounpoco,recobrélasensibilidaddelospies.

Otro camión contra incendios apareció y se paró delante de la casa de missStephanie Crawford. No había boca de riego para otra manguera, y los hombrestratabandeempaparlacasaconextintoresdemano.

EltejadodezincdemissMaudiecerrabaelpasoalasllamas.Conunaespeciederugido,eledificiosedesplomó;detodaspartessalíanchorrosdefuego,seguidosdeun revoloteo de mantas de los hombres de los tejados de las casas adyacentes,golpeandocentellasytrozosdemaderaencendidos.

Habíallegadolaauroracuandoloshombresempezaronadesfilar,primerodeunoenuno, luegoengrupos.Empujando, lleva ronotravezelcamióndebomberosdeMaycombalinteriordelaciudad;eldeAbbottsvillesemarchó,yeltercerosequedó.Al día siguiente descubrimos que había venido de Clark, a unas setentamillas dedistancia.

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Jemyyonosdeslizamosalotroladodelacalle.MissMaudieteníalamiradafijaenelagujeronegro,humeante,desupatio,yAtticusmoviólacabezaparadecirnosque miss Maudie no quería hablar. Atticus nos acompañó a casa, apoyándose ennuestros hombros para cruzar la helada calle. Nos dijo que, por lo pronto, missMaudieviviríaconmissStephanie.

—¿Algunoquierechocolatecaliente?—nospreguntó.CuandoAtticusencendióelfuegoenlaestufadelacocina,sentíunescalofrío.Mientras bebíamos el chocolate, noté que Atticus me miraba, primero con

curiosidad,luegoconairesevero.—PensabaqueoshabíaordenadoaJemyatiquenoanduvieráisdeunladopara

otro—dijo.—¡Sinonosmovimos!Estuvimosquietosallí…—Entonces,¿dequiénesesamanta?—¿Manta?—Sí,señorita,manta.Noesnuestra.Yo me miré y me vi sujetando una manta parda de lana que me envolvía los

hombros,alamaneradelasmujeresindias.—Nolosé,Atticus,señor…Yo…Me volví hacia Jem en busca de una respuesta, pero Jem todavía estaba más

pasmado que yo. Dijo que no sabía cómo había llegado allí; nosotros hicimosexactamente lo queAtticus nos ordenó, nos plantamos delante de la puerta de losRadley, apartados de todo el mundo, no nos movimos ni una pulgada… Jem seinterrumpió.

—Míster Nathan estaba en el fuego —balbuceó—, yo le vi, yo le vi, estabaarrastrandoaquelcolchón…Atticus,juroque…

—Estábien,hijo—Atticussonrióconlentasonrisa—.Parecequeanochetodoelmundo estuvo fuera de casa,más omenos rato. Jem, en la despensa hay papel deembalaje.VeabuscarloyenVolveremos…

—¡Atticus,no,señor!Jem parecía hacer perdido la cabeza. Se puso a ventilar nuestros secretos sin

ninguna consideración por mi seguridad, ya que no por la suya propia, sin omitirnada,niagujerodelárbol,nipantalones,ninadaenabsoluto.

—…MísterNathanpusocementoenaquelárbol,Atticus,ylohizoparaquenopudiéramosencontrarmascosas…Elotroestáloco,calculo,talcomodicelagente,pero,Atticus,juroporDiosquejamásnoshahechoningúndaño,jamásnoshahechoelmenormal,aquellanochepodíacortarmelagargantadeparteaparte,yloquehizoen cambio fue remendarme los pantalones…, nunca nos ha hecho ningún daño,Atticus…

Atticusdijo:

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—Bueno,hijo—contaldulzuraqueyomesentígrandementeanimada.Eraobvioque no había entendido ni una palabra de lo que había dicho Jem, pues todo sucomentario se redujo a—: Tienes razón. Será mejor que nos guardemos esto y lamanta para nosotros. Algún día, quizá, Scout podrá darle las gracias por haberlaabrigado.

—¿Darlasgracias?¿Aquién?—pregunté.—ABooRadley.Estabastanembebidamirandoelfuegoquenotedistecuenta

cuandoélteabrigóconlamanta.El estómago seme disolvió en agua y estuve a punto de vomitar cuando Jem

levantólamantayseacercóamí.—¡Se escabulló fuera de la casa, dio un rodeo… se presentó a la callada, y se

volviódelmismomodo!Atticusdijoentonoseco:—Nodejesqueestoteinspirenuevashazañas,Jeremy.Jemarrugólafrente.—No pienso hacerle nada.—Pero yo vi cómo el destello de nuevas aventuras

abandonaba sus ojos—. Piensa nada más, Scout —me dijo—, que si te hubiesesvueltolehabríasvisto.

Calpurnia nos despertó al mediodía. Atticus había dicho que aquel día no eranecesarioquefuésemosalaescuela;despuésdeunanochesindormir,nohabríamosaprendidonada.Calpurnianosdijoqueprobásemosalimpiarelpatiodelafachada.

El sombrero demissMaudie estaba suspendidodentro de una delgada capa dehielo,lomismoqueuninsectoenámbar,ytuvimosquecavarlatierraenbuscadelastijerasdepodar.EncontramosamissMaudieen supatio trasero, contemplando lasheladasychamuscadasazaleas.

—Le devolvemos sus cosas, miss Maudie —dijo Jem—. Lo hemos sentidomuchísimo.

MissMaudievolviólavista,ylasombradesuantiguasonrisacruzóporsucara.—Siempre deseé una casamás pequeña, JemFinch.De estemodo tendrémás

patio.¡Fíjatenadamás,ahoradispondrédemásespacioparamisazaleas!—¿Noestáapenada,missMaudie?—preguntéyo,sorprendida.Atticusdecíaque

lacasaeracasitodoloquetenía.—¿Apenada,niña?¡Sileteníaodioaaquellaviejacuadradevacas!Sinofuera

porquemehabríanencerrado,semeocurriócienveces la ideadepegarlefuegoyomisma.

—Pero…—Noteinquietespormi,JeanLouiseFinch.Hayrecursosquetúignoras.Vaya,

me construiré una casa pequeña, tomaré un par de huéspedes y… Dios bendito,tendré el patio más hermoso de Alabama. ¡Esos Bellingrath parecerán míseros,

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cuandoyoestéenmarcha!Jemyyonosmiramos.—¿Cómoempezóelfuego,missMaudie?—preguntóél.—No lo sé, Jem. Fue probablemente el petróleo de la cocina. Anoche tuve el

fuegoencendidoparamistiestosdeplantas.Mehandichoquetuvisteunacompañíainesperadaanoche,missJeanLouise.

—¿Cómolosabe?—Atticus me lo ha contado al marcharse a su trabajo esta mañana. Si he de

decirtelaverdad,mehubieragustadoestarcontigo.Yademás,habríatenidoelbuensentidosuficienteparaVolverme.

MissMaudieme dejaba pasmada.A pesar de haber perdido lamayoría de susintereses, y teniendo su amado patio hecho una calamidad, seguía tomándose uninterésanimadoycordialporlosasuntosdeJemymíos.

Sindudaviomiperplejidad,puesdijo:—Loúnicoquemeatormentabaanocheeraelpeligroylaconmociónqueoriginó

elincendio.Todoestebarriocorrióelriesgodedesaparecer.MísterAveryestaráencamaunasemana;tienefiebredeverdad.Esdemasiadoviejoparahacercosasasí,yyo se lo dije. En cuanto tenga las manos limpias y Stephanie Crawford no estémirando,leharéunpastel.EsaStephanieandadetrásdemirecetadesdehacetreintaaños,ysisefiguraqueseladirésóloporquevivoconella,seequivocaporcompleto.

Yome dije que simissMaudie abandonaba el puntillo y se la explicaba,missStephanie no sabría aplicarla.MissMaudieme la había dejado ver una vez; entreotrascosas,larecetaexigíaunatazadeazúcar.

Aúneradedía.Elaireestabatanfríoyquietoqueoíamoselchasquido,losrocesyloschirridosdelrelojdeljuzgadoantesdedarlahora.MissMaudieteníalanarizdeuncolorqueyonohabíavistonunca,yquiseinformarme.

—Estoyaquífueradesdelasseis—medijo—.Aestashorasdeberíaestarhelada.Levantólasmanos.Unentretejidodelíneassurcabasuspalmas,suciasdetierray

desangreseca.—Selashaarruinado—dijoJem—.¿Porquénobuscaunnegro?—Nohabíaningúnacentodesacrificioensuvozcuandoañadió:OaScoutya

mí;nosotrospodemosayudarle.—Muchasgracias,señor,perotenéistrabajosobradoporvuestraparte—contestó

missMaudie,señalandonuestropatio.—¿Serefierealmuñeco?—pregunté—.¡Caramba!,podemoslevantarlodenuevo

enunperiquete.MissMaudiememirófijamente,ysuslabiossemovieronensilencio.Derepente

se llevó lasmanos a la cabeza y lanzó un '¡Uuuu-piii!'.Cuando la dejamos seguíariendo.

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JemdeclaróquenosabíaloquelepasabaamissMaudie,queerasumaneradeser.

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9

—¡Puedesretirartuspalabras,simplemente!Estemandato,dadopormíaCecilJacobs,señalóelcomienzodeuntiempomás

bien ingrato para Jem y paramí.Yo tenía los puños cerrados y estaba a punto dedispararme.Atticusmehabíaprometidoquesiseenterabadequemepeleabaalgunaotravez,mezurraría;erademasiadomayorymuycrecidaparacosastaninfantiles,ycuanto antes aprendiera a contenerme, tantomejor sería para todo elmundo. Peroprontoloolvide.

CecilJacobstuvolaculpadequeloolvidara.HabíapregonadoenelpatiodelaescuelaqueelpapádeScoutFinchdefendíanigro…Yolenegué,peroseloexpliquéaJem.

—¿Quéqueríadecirconesto?—lepregunté.—Nada—contestóJem—.PregúntaseloaAtticus;élteloexplicará.—Atticus,¿túdefiendesnigro?—preguntéamipadreaquellanoche.Claroquesí,Ynodigasnigro.,Scout.Esgrosero.—Esloquedicetodoelmundoenlaescuela.—Desdehoylodirántodosmenosuna…—Bien,sinoquieresquemehagamayorhablandodeestemodo,¿porquéme

mandasalaescuela?Mipadrememirócondulzurayconunbrillodivertidoenlosojos.Apesarde

nuestro pacto,mi campaña por eludir la escuela había continuado bajo una u otraformadesde laprimeradosis diariaque tuveque soportar de ella: el comienzodelseptiembreanteriortrajoconsigoaccesosdeabatimiento,vértigosyligerasdolenciasgástricas.Lleguéalextremodepagarcincocentavosporelprivilegioderestregarmicabeza con la del hijo de la cocinera de miss Rachel, que padecía una herpefenomenal.Peronosemecontagió.

Sinembargo,ahoraroíaotrohueso.—¿Todoslosabogadosdefiendennnn…negros,Atticus?——Naturalmentequesí,Scout.—Entonces,¿porquédecíaCecilquetúdefiendesnigro?Lodecíaconelmismo

tonoquesituvierasunadestilería.Atticussuspiró.—Simplemente,estoydefendiendoaunnegro:sellamaTomRobinson.Viveen

elpequeñocampamentoquehaymásalládelvaciaderodelaciudad.Esmiembrodela iglesia deCalpurnia, y ésta conoce bien a su familia.Dice que son personas deconducta intachable.Scout, túnoeresbastantemayor todavíaparaentenderciertascosas,peroporlaciudadsehahabladomuchoyentonoairadodequeyonodeberíaponer mucho interés en defender a ese hombre. Es un caso peculiar… No se

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presentará a juicio hasta la sesión del verano. John Taylor tuvo la bondad deconcedernosunaplazamiento…

—Sinodebesdefenderle,¿porquéledefiendes?—Por varios motivos —contestó Atticus—. Pero el principal es que si no le

defendiesenopodríacaminarporlaciudadconlacabezaalta,nopodríaordenarosaJemyatiquehiciéseisestoaquello.

—¿Quieresdecirque si nodefendieses a esehombre, Jemyyonodeberíamosobedecerte?

—Estoes,pocomásomenos.—¿Porqué?—Porquenopodríapedirosquemeobedeciéseisnuncamás.Mira,Scout,porla

misma índolede su trabajo,cadaabogado topadurante suvidaconuncasoque leafectapersonalmente.Esteeselmío,mefiguro.Esposiblequeoigascosasfeasenlaescuela: pero haz una cosa pormí, si quieres: levanta la cabeza y no levantes lospuños.Sealoquefuereloquetedigan,nopermitasquetehaganperderlosnervios.Procura luchar con el cerebro para variar… Es un cambio excelente, aunque tucerebroseresistaaaprender.

—¿Ganaremoseljuicio,Atticus?—No,cariño.—Entoncescomo…—Simplemente,elhechodequehayamosperdidocienañosantesdeempezarno

esmotivoparaquenointentemosvencer—respondióAtticus.—Hablas como el primo Ike Finch —dije. El primo lke Finch erá el único

veteranoconfederadosupervivientedelcondadodeMaycomb.Llevabaunabarbaalo general Hood, de la cual estaba desmesuradamente ufano. Atticus, Jem y yoíbamosavisitarlealmenosunavezalaño,yyoteníaquebesarle.Erahorrible.JemyyoescuchábamosrespetuosamentecómoAtticusyprimoIkerecomponíanlaguerra.

—Te lo digo, Atticus —solía exclamar el primo Ike—, el Compromiso deMissourifueloquenosderrotó,perosihubiesedevivirotraveztodoaquello,daríalosmismospasospara iralláy losmismosparaVolver, lomismoexactamentequehice entonces, y además, esta vez les barreríamos…Ahora bien, en 1864, cuandoStonewallJacksonvinoallá…,perdonadme,chiquillos.ElviejoBlueLeighestabaenelcieloentonces,Diosdépazasusantafrente…

—Venacá,Scout—dijoAtticus.Yomeacurruquéensuregazoypuselacabezadebajodesubarbilla.Elmerodeóconelbrazoymemeciódulcemente—.Estavezes distinto —dijo—. Esta vez no luchamos contra los yanquis, luchamos contranuestrosamigos.Pero tenlopresente,pormuymalquesepongan lascosas,siguensiendonuestrosamigos,yésteesnuestrohogar.

Con todoesto en lamente, al día siguientemeenfrenté conCecil Jacobs en el

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patiodelaescuela.—¿Retirarásloquedijiste,muchacho?—¡Tendrásqueobligarmeprimero!—chillóél—.¡Mispadresdicenquetupadre

eraunacalamidadyqueaquelnegrodeberíacolgardeldepósitodeagua!Yoleasestéungolpe,yrecordandoloqueAtticusmehabíadicho,dejécaerlos

puñosaloscostadosymemarché.Elgritode:'¡Scoutesunaco…barde!',retumbabaenmisoídos.Eralaprimeravezqueabandonabaunapelea.

Nosécómo,perosimehubiesepeleadoconCecilhabríatraicionadoaAtticus.YerantanpocaslasvecesqueAtticusnospedíaaJemyamíquehiciésemosalgoporél que podía tolerar muy bien, en su honor, que me llamasen cobarde.Me sentíasingularmentenobleporhabermeacordadoatiempo,ycontinuésiendonobledurantetressemanas.EntoncesllególaNavidad,yestallóeldesastre.

Jem y yo esperábamos la Navidad con sentimientos contradictorios. El ladobuenonos loproporcionabaelárboly tíoJackFinch.Todos losaños, lavísperadeNavidad íbamos al Empalme deMaycomb a esperar a tío Jack, quien pasaba unasemanaconnosotros.

El reversode lamedallaponíaaldescubierto las facciones intransigentesde tíaAlexandraydeFrancis.

SupongoquedeberíaincluiratíoJimmy,elmaridodetíaAlexandra,perocomonomehablóunapalabraentodalavida,exceptounavezquemedijo:'Apártatedelavalla',nuncavimotivoalgunoparatomarnotadesupresencia.TampocolatomabatíaAlexandra.Mucho tiempo atrás, en un arranque de buena amistad,mi tía y tíoJimmytuvieronunhijollamadoHenry,elcualabandonósuhogartanprontocomofue humanamente posible, se casó y tuvo por hijo a Francis. Todas lasNavidades,Henry y su esposa depositaban a Francis en casa de los abuelos, y luego elloscontinuabanentregándoseasuspropiosplaceres.

ElmuchosuspirarnovalíaparainduciraAtticusadejarnospasarlaNavidadencasa.Desdequepuedorecordar,todaslasNavidadesnosíbamosalDesembarcaderodeFinch.ElhechodequemitiítafueseunabuenacocineracompensabaenalgoeltenerquepasarunafiestareligiosaconFrancisHancock.Teníaunañomásqueyo,yleevitabaporprincipio;aélledivertíatodoloqueyodesaprobaba,yledisgustabanmisingenuasdiversiones.

TíaAlexandra era hermana deAtticus, pero cuando Jemme habló de robos ytruequesdeniños,decidíquealnacer lahabíancambiadoyqueacasomisabuelosrecibieronunaCrawforden lugardeunaFinch.Simimentehubiesealbergado lossimbolismosmísticos relativos a las montañas que parecían obsesionar a jueces yabogados, a tía Alexandra la hubiera asimilado al Monte Everest: durante losprimerosañosdemivida,fuefríaydistante.

CuandotíoJacksaltódeltrenlavísperadeNavidad,hubimosdeesperarqueel

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mozoleentregasedos largospaquetes.AJemyamísiemprenosparecíachocantecuando tío Jack besaba a Atticus en la mejilla; eran los dos únicos hombres quehabíamosvisto jamásquesebesasen.TíoJackestrechó lamanoaJem,yamimelevantóenalto,aunquenoasuficientealtura:tíoJackeramásbajoqueAtticus;eraelbenjamíndelafamilia,másjovenquetíaAlexandra.Elylatíaseparecían,perotíoJack hacíamejor uso de su cara: nosotros nuncamirábamos con recelo su afiladanarizysubarbilla.

Era uno de los pocos hombres de ciencia que jamás me causaron terror,probablementeporquenuncaadoptabalosairesdemédico.SiemprequenosprestabaalgúnpequeñoservicioprofesionalaJemyamí,talcomoarrancarunaastilladeunpie,nosexplicabaaldetalleloqueibaahacer,nosdabaunaideaaproximadadelomuchoquedoleríaynosdescribíaelusodelaspinzaquehubiesedeemplear.UnaNavidad, asomaba yo por las esquinas llevando una astilla retorcida en el pie, sinpermitirquesemacercarsenadie.CuandomecogiótíoJack,metuvoriendotodoelrato,hablándomedeunpredicadoralcuallefastidiabatantoirlaiglesiaquetodoslosdías se plantaba en la puerta del templo, en bata y fumando una pipa turca,pronunciabaunossermonesdecincominutosalostranseúntesquedeseabanauxilioespiritual. Yo le interrumpí para pedirle que cuando fuese a sacar la astilla meavisase,peroélmepresentóunpedacitodemaderaensangrentadacogidoconunaspinzasydijoquemelohabíaarrancadomientrasyoestabariendo,yqueaquelloseconocíaporelnombrederelatividad.

—¿Qué hay en aquellos paquetes? —le pregunté, señalando los dos largosenvoltoriosqueelmozolehabíaentregado.

—Nadaqueteimporte—respondióél.Jemdijo:—¿Cómoestá«RoseAylmer»?«RoseAylmer»era lagatade tío Jack.Eraunahermosahembraamarilla,y tío

Jack decía que era una de las pocas mujeres a las que podía soportar de modopermanente.TíoJackse llevó lamanoalbolsilloysacóunasfotografías.Nosotroslasadmiramos.

—Estáengordando—dije.—Creoque sí. Se come todos los dedos y orejas que quedande desecho en el

hospital.—¡Oh,vayahistoriamaldita!—exclamé.—¿Cómodices?Atticuslerecomendó:—No lehagascaso, Jack.Pretende impresionarte.Caldicequedesdehaceuna

semanasueltapalabrotascontodadesenvoltura.TíoJackenarcólascejasynodijonada.Yoobrabaimpulsadaporlavagateoría

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—apartedelatractivoinnatoquetienentalespalabras—dequesiAtticusdescubríaquelashabíaaprendidoenlaescuela,nomeobligaríaair.

Perodurantelacena,cuandolepedíquemepasaseelmalditojamón,tíoJackmeseñalóconeldedoymedijo:

—Vendespuésaverme,señorita.Terminadalacena, tíoJacksefuea lasalaysesentó.Conunapalmadaenlos

muslosmeindicóquefueraasentarmeasuregazo.Amímegustabasuaroma:eracomounabotelladealcoholconalgoagradablementedulce.TíoJackmeapartóloscerquillosymemiró.

—Te parecesmás aAtticus que a tumadre—dijo—.Además, estás creciendotantoquetesalesunpocodetuspantalones.

—Yocreoquemevanmuybien.—Tegustanlaspalabrastalescomo'maldito'y'diablo',¿verdad?Contestéquemeparecíaquesí.—Pues a mí no—replicó él—, no, a menos que las motive una provocación

extrema.Estaréaquíunasemana,ymientrasduremiestancianoquierooírpalabraspor el estilo. Si continúas diciendo cosas así, Scout, te verás en un conflicto. Túquieresllegarserunadama,¿verdad?

Yodijequenoteníaunempeñoespecial.Claroquesilotienes.Ahoravamosaverelárbol.Estuvimosadornándolohastalahoradeacostarnos,yaquellanochesoñéenlos

dos largos paquetes para Jemy parami.Amañana siguiente Jemy yo corrimos abuscarlos:procedíandeAtticus,quienhabíaescritoatíoJackquenoslocomprase,conteníanloquehabíamospedido.

—No apuntéis dentro de casa—ordenóAtticus viendo que Jem lo hacía a uncuadrodelapared.

—Habrásdeenseñarlesatirar—dijotíoJack.—Esta tarea tecorrespondea ti—contestóAtticus—.Yonohiceotracosaque

inclinarmeanteloinevitable.Atticustuvoqueemplearlavozqueusabaeneljuzgadoparaapartamosdelárbol.

Se negó a permitirnos que nos llevásemos los rifles al Desembarcadero (yo habíaempezadoyaapensaredispararleuntiroaFrancis)ydecíaquecomodiésemosunpasoenfalsonosloquitaríaporunabuenatemporada.

ElDesembarcaderodeFinchconsistía en trescientos sesenta seis escalonesquedescendíanporunaescarpaduray terminabaenunpontóndedesembarque.Muchomás abajo del río, al otro lado de la escarpadura, había vestigios de undesembarcadero donde los negros de los Finch habían embarcado balas y otrosproductos, y descargado bloques de hielo, harina y azúcar, equipo para la granja yprendas femeninas.De laorilla del río arrancabaun caminodedos roderasque se

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perdía entre los oscuros árboles.Al final del caminohabía una casablancadedosplantasconporchesquerodeabanelpisoylaplantabaja.Ensuancianidad,nuestroantepasadoSimonFinch, lahabíaconstruidoparacomplacerasufastidiosaesposa,perolosporcheslequitabantodoparecidoconlascasascorrientesdeaquellaépoca.La distribución interna de la casa de los Finch daba testimonio de la inocencia deSimonydelaconfianzaabsolutaconquemirabaasusretoños.

Enelpisohabíaseisdormitorios,cuatroparalasochohijas,unoparaWelcomeFinch, el único hijo varón, y uno para los parientes que fueran a visitarles. Muysencillo, pero a los cuartos de las hijas sólo se podía subir por una escalera; al deWelcomeyde loshuéspedessóloporotra.Laescalerade lashijasempezabaeneldormitorio de sus padres en la planta baja, demodo que Simon sabía siempre lashorasdelasidasyvenidasnocturnasdesushijas.

Había una cocina separada del resto de la casa, aunque unida a ella por unaescalerillademadera;enelpatiotraseroexistíaunacampanaolvidadaenlapuntadeunapértiga,utilizadaparallamaralosquetrabajabanenloscampos,ocomoseñaldealarma;eneltejadohabíaunagaleríadelasquellamaban'paseodeviuda',aunquenopaseó por ahí viuda alguna; desde aquella galería Simon vigilaba a su vigilante,espiabalasembarcacionesfluvialesyobservabalasvidasdelospropietariosvecinos.

Adornaba la casa la leyenda de rigor sobre los yanquis: en cierta ocasión unahembraFinch,reciénprometida,sepusosuequipocompletodenoviaparasalvarlode losasaltantesde lavecindadyseapuntalócontra lapuertade laescalerade lashijas,perolarociarondeaguay,finalmente,laatropellaron.

CuandollegamosalDesembarcadero,tíaAlexandrabesóatíoJack,Francisbesóa tío Jack, tío Jimmy estrechó la mano en silencio a tío Jack, y Jem y yo dimosnuestros regalos a Francis, y él nos dio uno suyo. Jem se sintió mayor y gravitóalrededorde los adultos,dejándome la tareadeentretener anuestroprimo.Francisteníaochoañosysepeinabaelcabellohaciaatrás.

—¿QuétehatraídolaNavidad?—lepreguntémuycortés.—Loquehabíapedido—dijo.Francishabíapedidounpardepantaloneshastala

rodilla,unacarteradecuero,cincocamisasyunlazoparaelcuello.—Está muy bien —mentí—. A Jem y a mí nos regalaron rifles de aire

comprimido,yaJemunequipodequímica.Unodejuguete,supongo.—No,unodeverdad.Mefabricarátintainvisible,yyoescribiréaDillconella.Francismepreguntóquéutilidadreportaríaelhacerloasí.—¡Vaya! ¿Noves la cara que pondrá cuando reciba una cartamía que no dice

nada?SeVolverálelo.El hablar con Francis me daba la sensación de hundirme lentamente hacia el

fondodelocéano.Eraelchicomásaburridoquehabíaconocidoenmivida.Como

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vivía en Mobile no podía delatarme a las autoridades de la escuela, pero se lasarreglaba para explicar todo lo que sabía a tía Alexandra, la cual a su vez lodescargabasobreAtticus,quieno loolvidaba,omepasabaunarepulsa fenomenal.Segúnledabaelantojo.PerolaúnicavezqueoíaAtticushablarentonoenojadoaalguien,fueunavezqueleSorprendídiciendo:

—¡Hermana,medesenvuelvoconelloslomejorquepuedo!Discutíanalgorelacionadoconelhechodequeyoanduvieraconmono.En lo tocanteamimododevestir, tíaAlexandraerauna fanática.Yonopodía

confiarenmodoalgunoenquemeconvertiríaenunadama,sillevabapantalones;ycuandodijequeconfaldanopodíahacernada,mereplicóquenosememandabaquehiciesecosasqueexigiesenpantalones.TíaAlexandranoconcebíaotraconductapormipartequeladejugarconcocinitas, juegodeté,y llevarelcollaretede«Añade-una-perla»quemeregalócuandonací;másaún,yohabíadeserunrayodesolenlavidasolitariademipadre.Yo indiquéqueunapodíaser igualmenteunrayodesolconpantalones,pero tiítadijoqueunadebíaportarsecomoun rayode sol,queyohabíanacidobuena,perocadaañomevolvíaprogresivamentepeor.Meofendióenmissentimientosymedejóconlosdientesdispuestosamorderencualquierinstante,mascuandoconsultéaAtticussobreello,mecontestóqueenlafamiliaexistíanyasuficientes rayos de sol y que siguiera ocupándomedemis asuntos, que a él no leimportabaquefueracomoera.

EnlacomidadeNavidad,mesentéaunamesitadelcomedor;JemyFrancissesentaron con los adultos a lamesa grande. Tiíta había seguido aislándomemuchodespuésdequeJemyFrancishicieranméritosparapasara lamesagrande.Yomepreguntabamenudoquésefigurabaqueharía,¿levantarmey tiraralgo?Avecesseme ocurría pedirle que me dejase sentar a la mesa grande una sola vez, y ledemostraríalocivilizadaquesabíaser;alfinalcabo,encasacomíatodoslosdíassinpercances de consideración. Cuando supliqué a Atticus que pusiera en juego suinfluenciamedijoqueno teníaninguna;éramos invitadosynossentábamosdondeellanosmandaba.DijotambiénquetíaAlexandranocomprendíamuchoalasniñas,puesnohabíatenidoninguna.

Perosuhabilidaddecocineralocompensabatodo:tresclasesdecarne,hortalizasde verano de los estantes de su despensa; melocotón en almíbar, dos clases depasteles y ambrosía constituía una comida de Navidad bien decente. Después losadultospasaronalasalaysesentaronuntantoaturdidos.Jemsetendióenelsuelo,yyosalíalpatioposterior.

—Ponteelabrigo—medijoAtticusconvozdesueño,demodoquenoleoí.Francissesentóamiladoenlasescaleras.—Estahasidolamejor—comenté.—La abuela es una cocinera maravillosa —afirmó Francis—. M enseñará a

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guisar.—Losmuchachosnoguisan—ymereíalimaginarmeaFrancisconundelantal.—Laabueladicequetodosloshombresdeberíanaprender,ysermuyatentoscon

susesposasyservirlascuandonoseencuentranbien—dijomiprimo.—YonoquieroqueDillmesirva—contesté—.Prefieroservirleyoaél.—¿Dill?—Sí.Nodigasnadadeellotodavía,peronoscasaremostanpronocomoseamos

bastantemayores.Elveranopasadomepidiórelaciones.Francissoltóunsonidodespectivo.—¿Qué tiene de malo aquel chico?—pregunté—. No es cosa que te importe

nada.—¿Quieresdecir aquel enanitoqueabueladicequepasa todos losveranoscon

missRachel?—Exactamente,ésequierodecir.—Sétodoloquehaydeél—dijoFrancis.—¿Quéhay?—Laabueladicequenotienecasa…—Hadetenerla,viveenMeridian.—…Simplemente,selopasandeunparienteaotro,ymissRahelloacogetodos

losveranos.—¡Francis,esonoesverdad!Francismesonrió.—Aveceseresextremadamenteestúpida,JeanLouise.Detodosmodos,supongo

quenolopuedesremediar.—¿Quéquieresdecir?—SitíoAtticusdejaqueteacompañesconperrossindueño,élesquienmanda,

comodicemiabuela;portanto,túnotieneslaculpa.MefiguroquenoesculpatuyaquetíoAtticusseaademásunama-negros,peroaquíestoyyoparadecirtequeellomortificadeverasalrestodelafamilia…

—Francis,¿quédiablosquieresdecir?—Loquehedichonadamás.Laabueladicequeyaerabastantelamentableque

dejase que os criéis como salvajes, pero ahora que se ha vuelto un ama-negros nopodrápasarnuncamásporlascallesdeMaycomb.Estáarruinandoalafamilia,estoesloquehace.

Francisse levantóyechóacorrerescalerillaabajoendirección laviejacocina.Fuefácilcogerleporelcuello.Yoleordenéqueretiraseenseguidalodicho.

Elsesoltódeuntirónysemetióvelozmentedentrodelacocina,gritando:—¡Ama-negros!Cuandounoacechalapresa,esmejorquesetomesutiempo.

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Nodigasnada,ytansegurocomosaleelsol,lapresasentirácuriosidadysaldrá.Francisaparecióenlapuertadelacocina.

—¿Todavíaestásenojada,JeanLouise?—preguntótanteandoelterreno.—Novalelapenamencionarlo—contesté.Francissalióalaescalerilla.Luego:—¿Vasaretirarlodicho,Fra…aancis?Perohabíasacadoelarmademasiadopronto.Francisretrocediódisparadohacia

la cocina, con lo cual yo me retiré hasta la escaleras. Sabía esperar con calma.LlevabasentadaquizáunoquinceminutoscuandooílavozdetíaAlexandra:

—¿DóndeestáFrancis?—Abajoenlacocina.—Sabequenotienepermisoparajugarallí.Francissalióalapuertaygritó:—¡Abuela,ellamehametidoaquídentroynoquieredejarmesalir!—¿Quésignificatodoeso,JeanLouise?YofijelamiradaentíaAlexandra.—Nolehemetidoallídentro,tiíta,nitampocolesujeto.—Si,sí—gritóFrancis—,¡nomedejasalir!—¿Oshabéispeleado?—¡JeanLouisesehaenfadadoconmigo,abuela!—gritoFrancis.—¡Francis, sal de ahí! Jean Louise, si te oigo una palabramás se lo diré a tu

padre.¿Noteheoídodecir«diablos»haceunrato?—Amí,no.—Meparecíaquesí.Serámejorquenolooigamás.Tía Alexandra era una espía-conversaciones. Apenas hubo desaparecido de la

vista,Francissalióconlacabezaerguidaysonriendo.—Nohagaseltontoconmigo—dijo.Ysaltóalpatio,conservandoladistancia,ysepusoadarpatadasalasmatasde

hierba,volviéndosedevezencuandoparasorreírme.Jemaparecióenelporche,nosmiróysefue.Francistrepóalamimosa,bajó,sepusolasmanosenlosbolsillosyempezóadeambularporelpatio.

—¡Ah!—exclamó.Yolepreguntéquiéncreíaser.¿TíoJack?Franciscontestóquerecordabaqueme

habíaadvertido:teníaqueestarsentadaallíprecisamenteydejarleenpaz.—Yonotemolesto—ledije.Francis me miró con minuciosa atención, dedujo que me habían dominado lo

bastanteysepusoacanturrearenvozbaja:—Ama-negros…

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Esta vez me partí el nudillo hasta el hueso sobre sus dientes. Inutilizada laizquierda,arremetíconlamanoderecha,peronopormuchorato.TíoJackmesujetólosbrazosaloscostadosymedijo:

—¡Quieta!TíaAlexandraauxilióaFrancis,secándolelaslágrimasconelpañuelo,frotándole

elcabello,dándolepalmaditasenlamejilla.AloírlosgritosdeFrancis,Atticus,JemytíoJimmyhabíansalidoalporchetrasero.

—¿Quiénhaempezado?—preguntótíoJack.Francisyyonosseñalamoselunoalotro.—¡Abuela—gimióél—,mehallamadoramerayhasaltadosobremí!—¿Escierto,Scout?—preguntótíoJack.—Mefiguroquesí.Cuando tío Jack inclinó la cabeza paramirarme, tenía una cara como la de tía

Alexandra.—¿No sabes que te dije que si usabas esas palabras te encontrarías en un

conflicto?Quédateahí.Yoestabaespeculandoentresimequedabaallíoechabaacorrer,perocontinué

indecisaunossegundosdemás:mevolvíaparahuir,perotíoJackfuemásrápido,yme encontré mirando una hormiga diminuta que luchaba entre la hierba con unamigajadepan.

—¡Nohablaré conusted en todamivida! ¡Leodioy le desprecioydeseoquemueramañana!

La declaración pareció animar a tío Jack más que ninguna otra cosa. Corrí abuscarconsueloenAtticus,peroélmedijoqueyomismahabíatraídolatormentayqueyaerahoradequenosmarchásemosacasa.Subíalasientotraserodelcochesindespedirmelenadie;encasacorríamicuartoycerrélapuertadegolpe.Jemquisodecirmealgunacosaagradable,peronoselopermití.

Cuando inspeccioné los destrozos sólo vi siete u ocho señales encarnadas, yestaba meditando sobre la relatividad cuando alguien llamó a la puerta. PreguntéquiéneraycontestótíoJack.

—¡Vayase!TíoJackcontestóquesihablabadeaquelmodomepegaríaotravez,conlocual

mecallé.Cuandoentróenelcuarto,retrocedíhastaunrincónylevolvíalaespalda.—Scout—dijo——,¿todavíameodias?—Váyase,señor,seloruego.—¿Cómo?Nocreíaquemeguardasesresentimientoporaquellío—dijo—.Me

desilusionas;tútelobuscaste,ylosabes.—¡Queno!Cariño,nopuedesirporahíllamandoalagente…

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—Ustednoesjusto—leinterrumpí—,ustednoesjusto.LascejasdetíoJackseenarcaron.—¿Nosoyjusto?¿Porquéno?—Usted es agradable de veras, tío Jack, y creo que le quiero hasta después de

haberhecholoquehizo,peroustednocomprendemuchoalosniños.TíoJacksellevólasmanosalascaderasymemiró.—¿Y por qué no comprendo a los niños, señorita Jean Louise? Una conducta

comolatuyarequeríapocacomprensión.Fueturbulenta,desordenadayabusiva…—¿Me dará la oportunidad de explicárselo? No me propongo ser respondona,

sólotratodeexplicárselo.TíoJacksesentóenlacama.Suscejassejuntaron,ymirándomepordebajode

ellas,medijo:—Sigue.Yomellenélospulmonesdeaire.—Bien, en primer lugar, usted no se detuvo a darme una oportunidad para

explicarmiversióndelcaso;ustedsecontentóarrojándosecontramí.CuandoJemyyonospeleamos,AtticusnodetienesolamenteaescucharcómolocuentaJem:meescuchámí también; y en segundo lugar, ustedme dijo que no empleara aquellaspalabrasmásqueencasodeprovocaciónextrema,Francismeprovocóbastanteparapartirlelacalabaza…

TíoJackserascólacabeza.—¿Cuálestuversióndelcaso,Scout?—Francis le llamó una cosa fea a Atticus, y yo no estaba dispuesta a

consentírselo.—¿Quécosalellamó?—Ama-negros.Noestoymuyseguradeloquesignifique,perodelmodoquelo

dijoFrancis…Ahoralediréunacosa,tíoJack,queme…juroanteDiossisoycapazdeestarsentadaallíylepermitoquedigaalgodeAtticus…

—¿Esolellamó?—Sí señor, se lo llamó, y muchomá…Dijo que Atticus sería la ruina de la

familiayquedejabaqueJemyyofuésemosunossalvajes…Por laexpresiónde lacarade tíoJack,penséqueme lacargaríaotravez.Pero

cuandodijo:—Nosocuparemosdeesto—comprendíquequienselaibaacargarseríaFrancis

—.Medalaideadeirmealláestamismanoche.—Seloruego,señor,déjelo.Seloruego.—Notengointencióndedejarlo—dijo—.Alexandradebesaberlo.Laideade…

Esperahastaquelehayaechadomanoaesemuchacho…—Tío Jack, prométame una cosa, por favor. Prométame que no le dirá nada a

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Atticus.Me…mepidióunavezquenopermitiesequenadaqueoyeraacercadeélmehicieseperderlacabeza,ypreferiríaqueseimaginasequepeleábamosporalgunaotracosa.Prométamelo,porfavor…

—NomegustaqueFrancissequedesincastigoporunacosaasí…—Nosequedó.¿Leparecequepodríavendarmelamano?Todavíamesangraun

poco.Claroquetelavendaré,niña.Noconozconingunamanoquepudieravendarmás

agusto.¿Quieresveniracá?Tío Jack se inclinó en una galante reverencia indicándome el cuarto de baño.

Mientras limpiaba y vendaba mis nudillos, me entretenía con un relato sobre unancianocaballero,miopeyridículo,queteníaungatollamado'Hodge'yquecuandoibaalaciudadcontabatodaslasgrietasdelaacera.

—Yaestá—dijo—.Tendrásunacicatriznadafemeninaeneldedodelanillodeboda.

—Gracias,señor.¡TíoJack!—Señorita…—¿Quéesunaramera?TíoJacksesumergióenotrolargocuentosobreunprimerministroviejoquese

sentaba en la Cámara de los Comunes y levantaba una pluma al aire, soplando, yprobabademantenerlaenvuelo,mientrastodoslosdemásasualrededorperdíanlacabeza.Mefiguroquetratabadecontestaramipregunta,peroyonoleveíaningúnsentido.

Mástarde,cuandoyodebíaestarenlacama,fuihastaelvestíbuloparabeberuntragodeagua,yoíaAtticusyatíoJackenlasala:

—Nomecasarénunca,Atticus.—¿Porqué?—Podríatenerhijos.—Hasdeaprendermucho,Jack—dijoAtticus.—Losé.Tuhijamehadado laprimera lecciónesta tarde.Mehadichoqueno

comprendíamuchoalosniñosymehaexplicadoporqué.Teníamucharazón.Mehaexplicadocómodebítratarla;oh,querido,cuántolamentohabersaltadosobreella.

Atticusserió.—Seloganó,demodoquenosientasdemasiadoremordimiento.Yoaguardécon

el almaenunhilo, creyendoque tío Jackexplicaría aAtticusmiversióndel caso.Peronoselaexplicó.Selimitóamurmurar:

—El uso que hace de invectivas de cuarto de aseo no deja sitio para laimaginación.Peronosabeelsentidode lamitadde loquedice;mehapreguntadoquéeraunaramera…

—¿Selohasdicho?

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—No,lehehabladodelordMelbourne.—¡Jack!Porlabondaddivina,cuandounniñotepreguntealgo,contéstale.Los

niñossonniños,perosorprendenunaevasivaconmayorprestezaquelosadultos,ylasevasivassolamentesivenparaatontarles.No—murmurómipadre—,estatardehastenidolarespuestaacertada,perolosmotivoseranequivocados.Ellenguajefeoesunafaseporlaquepasantodoslosniños,quedesaparececuandosedancuentadeque con las malas palabras no llaman la atención. En cambio, la testarudez nodesaparece.Scouthadeaprenderaconservarlacalma,yhadeaprenderpronto,conloquelereservanlospróximosmeses.Detodosmodos,vaprogresando.Jemsehacemayor,yellasigueahoraunpocosuejemplo.Todoloquenecesitaesquelaayudenalgunavez.

—Atticus,túnuncalehaspuestolamanoencima.—Loconfieso.Hastaahorahepodidoseguiradelanteconamenazas,nadamás.

Jack,Scoutmeobedecelomejorquesabe.Lamitaddelasvecesnollegaalameta,perolointenta.

—EstanoeslasolucióndijotíoJack.—No,lasoluciónesqueellasabequeyoconozcoquelointenta.Heahíloque

importa.LoquemeatormentaesqueellayJemtendránquesoportarprontoalgunascosas desagradables. No temo que Jem no sepa conservar la calma, pero Scout,cuando esta en juego su orgullo, se arroja sobre uno con lamisma rapidez que lavista…

YoesperéparaversitíoJackrompíasupromesa.Todavíanolohizo.—Atticus,¿serámuygraveelcaso?Nohastenidomuchaocasióndehablarmede

él.—Podría haber sido peor, Jack. Lo único que tenemos es palabra de un negro

contraladelosEwell.Laspruebassereducenalode 'lohiciste;nolohice'.NosepuedeesperarqueelJuradoaceptelapalabradeTomRobinsoncontraladelosEwell¿ConocesalosEwell?

TíoJackdijoquesí;losrecordaba.Yselosdescribió;peroAtticusdijo:—Te quedas atrasado en una generación. Sin embargo, los Ewell actuales son

igual.—¿Quéharás,pues?—Antesdeterminar,mepropongodestrozarunpocoeltímpanoalJurado…De

todosmodos, creoqueuna apelaciónnosdaráunaprobabilidad razonable.En esteestadionopuedoadivinarlo,enverdad,Jack.Yasabes,yoconfiabaterminarmividasinuncasodeestaíndole,peroJohnTaylormeseñalóconeldedoydijo:'Ustedeselhombre'.

—Apartaddemíesecáliz,¿eh?—Exacto. Pero ¿crees que de otromodopodríaVolver amirar a la cara amis

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hijos?Túsabes lomismoqueyo loquehadeocurrir,yesperoyruegoqueJemyScout atraviesen la prueba sin amargura, y sobre todo, sin contraer la enfermedadcorriente deMaycomb. Elmotivo de que personas razonables se pongan a delirarcomo dementes en cuanto surge algo relacionado con un negro es cosa que nopretendo comprender…Confío nadamás en que Jem y Scout acudirán a mí pararesolver sus dudas en lugar de prestar oídos a la población. Espero que tendránbastanteconfianzaenmí…¡JeanLouise!

Lacabezamediounsalto.Laasoméporlaesquina.¡Señor!—Vetealacama.Meescabullíhaciamicuartoymeacosté.TíoJackhabíasidounpríncipedelos

hombresalnotraicionarme.PeronosupeimaginarmecómoseenteróAtticusdequeestabaescuchando,ysóloalcabodemuchosañoscomprendíquequeríaqueoyesetodaslaspalabrasquedijo.

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10

Atticus estaba débil; se acercaba a los cincuenta. Cuando Jem y yo lepreguntábamosporquéeratanviejo,nosrespondíaquehabíaempezadoavivirtarde,lo cual nosotros lo reflejábamos sobre sus habilidades y su virilidad. Atticus eramuchomásviejoquelospadresdenuestroscondiscípulos,yJemyyonopodíamosreplicarnadacuandoloscompañerosrespectivosdeclasecomenzaban'Mipadre…

Jemestabalocoporelfútbol.Atticusnosecansabanuncajugardeguardameta,perocuandoJemqueríadisputarlelapelota,Atticussolíadecir:

—Soydemasiadoviejoparaesto,hijo.Atticusnohacianada;trabajabaenunaoficina,noenunadroguería.Atticusno

conducíauncamiónvolqueteacuentadelCondado,noerasherifnocultivabatierras,notrabajabaenungaraje,nihacíanadaquepudieradespertarlaadmiracióndenadie.

Apartedelodicho,llevabagafas.Estabacasiciegodelojoizquierdo,ydecíaquelos ojos izquierdos eran la maldición tribal de los Finch. Cuando quería ver bienalgunacosa,volvíalacabezaymirabaconelojoderecho.

Nohacialasmismascosasquelospadresdenuestroscompañerosdeclase:jamásibadecaza,nojugabapóker,nipescaba,nibebía,nifumaba.Sesentabaenlasalayleía.

Con esos atributos, no obstante, no quedaba tan olvidado como nosotroshabríamosdeseado:aquelañoenlaescuelazumbabanlasconversacionesacercadeque nuestro padre defendía Tom Robinson, y ninguna de ellas tenía un tonolaudatorio. Después de mi altercado con Cecil Jacobs, con motivo del cual mecomprometí a una política de cobardía, corrió la voz de que Scout Finch no sepelearíamás,yaquesupadrenoselopermitía.Estonoeraabsolutamenteexacto:yonolucharíaenpúblicoporAtticus,perolafamiliaeraunterrenoparticular.Lucharíacon cualquiera desde primo de tercer grado para arriba con los dientes y las uñas.FrancisHancock,porejemplo,estabaenteradodeello.

Cuandonosregalólosriflesdeairecomprimido,Atticusquisoenseñarnosatirar.TíoJacknosinstruyóenlosrudimentosdetaldeporte,ynosdijoqueaAtticusnoleinteresabanlasarmas.AtticusledijoundíaaJem:

—Preferiríaquedisparáseis contrabotesvacíos en el patio trasero, pero séqueperseguiréis a lospájaros.Matad todos los arrendajos azulesquequeráis, sipodéisdarles,perorecordadquematarunruiseñorespecado.

AquéllafuelaúnicavezqueleoídeciraAtticusqueéstaoaquéllaacciónfuesenpecado,einterroguéamissMaudiesobreelcaso.

—Tupadre tiene razónme respondió.Los ruiseñoresnosededicanaotracosaqueacantarparaalegrarnos.Nodevoranlosfrutosdeloshuertos,noanidanenlosarconesdelmaíz,nohacennadamásquederramarelcorazón,cantandoparanuestro

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deleite.Poresoespecadomatarunruiseñor.—MissMaudie,ésteesunbarrioviejo,¿verdad?—Existedesdehacemásañosquelamismaciudad.—No, quiero decir que la gente de nuestra calle es vieja. Jem y yo somos los

únicos niños que hay por aquí.MistressDubose se acercamucho a los cien años,missRachelesvieja,ytambiénlosonustedyAtticus.

—Yono diría que a los cincuenta sea unomuy viejo replicómissMaudie conaspereza.Todavíanomellevanenunsillónderuedas,¿verdadqueno?Yatupadretampoco. Pero debo decir que la Providencia tuvo la bondad de quemar aquelmausoleoantiguoqueeramicasa,ysoydemasiadoviejaparaVolveralevantarla…Quizátengasrazón,JeanLouise,ésteesunbarriodegentesosegada.Tújamáshastratadomuchocongentejoven,¿verdadqueno?

—Si,enlaescuela.—Quiero decir personas que sean mayores y jóvenes. Eres afortunada, debes

saberlo.TúyJemhabéisdisfrutadodelbeneficiodelaedaddetupadre.Siélhubiesetenidotreintaaños,habríashalladounavidamuydistinta.

—Habríasidodistinta,sinduda.Atticusnosabehacernada…—Tesorprendería—dijomissMaudie—.Aúnquedamuchavidaensucuerpo.—¿Quésabehacer?—Puessaberedactaruntestamentodecualquieracontalminuciosidadquenadie

puedebuscarlepelos.—Bah…—¿YnosabíasqueeselmejorjugadordeajedrezdeestaPoblación?Mira,abajo

enelDesembarcadero,cuandoéramoschicosaún,AtticusFinchvencíaa todos loscontrincantesdeambasorillasdelrío.

—BuenDios,missMaudie,Jernyyoleganamostodaslaspartidas.—Yaeshora,pues,dequesepáisqueganáisporqueosdeja.¿Estábaisenterada

dequesabetocarelarpajudía?Esta modesta habilidad hizo que todavía me sintiera más avergonzada de mi

padre.—Pues…—dijomiinterlocutora.—¿Puesqué,missMaudie?—Puesnada.Nada…;parecequecontodoestodeberíasestarorgullosadeél.No

todoelmundosabetocarunarpajudía.Ahoranoestorbesaloscarpinteros.Yoestaréconmisazaleasnopodrévigilarte.Podríaherirtealgúnmadero.

MefuialpatioposterioryencontréaJemdisparandocontraunbotedehojalata,cosaqueparecíaestúpida,contantosarrendajosazulescomohabíaporallí.Volvíaalpatiodelafachadaydurantedoshorasmeatareélevantando,auncostadodelporcheuncomplicadoparapeto,consistenteenunacubiertadecocheunacajadenavajas,el

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canastode laropa, lassillasdelporcheunabanderade losEE.UU.queJemhabíaencontradoenunacajaderosetasdemaíz,yquemeregaló.

Cuando Atticus llegó a casa para la comida, me encontró acurrucada detrás,apuntandoalotroladodelacalle.

—¿Contraquévasadisparar?—ContralapartetraserademissMaudie.Atticus se volvió y vio mi abundante blanco doblado sobre los arbustos.

Echándoseelsombrerohaciaatrás,cruzólacalle.—¡Maudie—gritó—,creoconvenienteadvertirte!¡Corresconsiderablepeligro!MissMaudieseirguióyvolviólavistahaciamí,exclamando:—Atticus,eresundemoniodelinfierno.Alregresar,Atticusmeordenóquelevantaseelcampamento.—Nopermitasquevuelvaasorprendertenuncaapuntandonadieconesaarma—

medijo.Yodeseéquemipadrefueseundemoniodelinfierno.SondeéaCalpurniasobre

lacuestiónquemepreocupaba.¿MísterFinch?Vaya,sabehacerinfinidaddecosas.—¿Comoporejemplo?—pregunté.Calpurniaserascólacabeza.—Pues,noloséexactamente—contestó.JemsubrayólafasecuandopreguntóaAtticussijugaríaporlosmetodistas,yéste

contestóquesi jugarase romperíaelcuello,queerademasiadoviejoparaaquellascosas.Losmetodistas trataban de pagar la hipoteca que pesaba sobre su templo, yhabían retado a los bautistas a un partido de fútbol.Todos los padres de la ciudadjugaban,excepto,alparecer,Atticus.Jemdijoquenoiríasiquiera,peroeraincapazderesistirsealfútbolencualquieradesusformas,ypermaneciómalhumoradoenlaslíneaslateralesconAtticusyconmigoviendoalpadredeCecilJacobsmarcartantosparalosbautistas.

Unsábado, Jemyyodecidimos salirdeexploraciónconnuestros riflesdeairecomprimidoparaversiencontrábamosunconejoounaardilla.HabíamosidoquizáunasquinientasyardasmásalládelaMansiónRadleycuandoadvertíqueJemmirabasesgadamente calle abajo. Había vuelto la cabeza hacía un lado y miraba por elrabillodelojo.

—¿Quéestásmirando?—Aquelperroviejodealláabajo—dijo.—Eselviejo«TimJohnson»,¿verdad?—Si.«TimJohnson»erapropiedaddemísterHarryJohnson,queguiabaelautobúsde

Mobileyvivíaenelextremomeridionaldelaciudad.'Tim'eraunperroperdiguero,colordehígado,elmimadodeMaycomb.

—¿Quéhace?

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—Nolosé,Scout.Serámejorquenosvayamosacasa.—Bah,Jem,estamosenfebrero.—Nomeimporta,seloexplicaréaCalpurnia.Nosprecipitamoshaciacasaycorrimosalacocina.Cal—dijoJem—,¿podríassaliralaaceraunminuto?—¿Paraqué,Jem?Yonopuedosaliralaaceracadavezquetúmelopides.—Hayunperroalláabajoquelepasaalgo.Calpurniasuspiró.—Ahora no puedovendar las patas de ningúnperro.En el cuarto de bañohay

gasa:veabuscarlayhazlotúmismo.Jemmeneólacabeza.—Estáenfermo,Cal.Lepasaalgoraro.—¿Quéhace?¿Pruebademorderselacola?—No,haceasí…—Jemhizounosmovimientosdedegluciónparecidosalosde

unacarpa,encogióloshombrosydoblóeltorso—.Andadeestemodo,perocomosinolohicieraadrede.

—¿Meestáscontandouncuento,Jem?—lavozdeCalpurniaseendureció.NoCal,juroqueno.—¿Corría?—No,sóloavivaelpaso,aunquetanpocoqueapenassenota.Vienehaciaesta

parte.CalpurniaselavólasmanosysalióalpatiodetrásdeJem.—Noveoningúnperro—dijo.NossiguióhastamásalládelaMansiónRadleyymiróhaciadondeseñalabaJem.

TimJohnsonnoeramuchomásqueunamanchadistante,peroestabamáscercadenosotros.Andabadeunmodoraro,comosituvieralaspiernasdelanterasmáscortasquelastraseras.Mehaciapensarenuncocheencalladoenunarenal.

—Sehavueltopatituerto—dijoJem.Calpurniamiró con ojosmuy abiertos, luego nos cogió por los hombros y nos

hizoregresarcorriendoacasa.Cerrólapuertademaderadetrásdenosotros,cogióelteléfonoygritó:

—¡Póngamecon laoficinademisterFinch!—al cabodeunmomentogritaba:¡MísterFinch!SoyCal.JuroporDiosqueuntrechoabajode lacallehayunperrorabioso…Vienehaciaacá,sí,señor…,es…misterFinch,declaroquees…elviejo«TimJohnson»,si,señor…,si,señor…si…

Colgó, y cuando probamos de preguntarle qué había dicho Aticus, movió lacabeza.Hizosonarelsoportedelteléfonoydijo:

—MissEulaMay,heterminadodehablarconmisterFinch;leruegoquenomeconecte más… Escuche, miss Eula May, ¿podría llamar a miss Rachel y a miss

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StephanieCrawford y a todos los de esta calle que tengan teléfono y decirles queviene hacia acá un perro rabioso? ¡Se lo ruego, señora! Calpurnia escuchó unosmomentos.Yaséqueestamosenfebrero,missMay,peroreconozcounperrorabiosoconsóloverlo.Porfavor,señora,déseprisa.

LuegopreguntóaJem:—¿TienenteléfonolosRadley?Jemconsultóellistínydijoqueno.—Detodosmodos,nosaldrán,Cal.—Nomeimporta,voyaavisarles.Ycorrióalporchedelafachada,seguidadeJemydemí,quelepisábamoslos

talones.—¡Vosotrosquedaosencasa!—gritó.Los vecinos habían recibido el mensaje de Calpurnia; todas las puertas que

quedaban dentro del limite de nuestra visión estaba cerradas herméticamente. Novimosnirastrode«TimJohnson».ConlamiradaseguimosaCalpurnia,quecorrióhacia la Mansion Radley levantándose la falda y el delantal por encima de lasrodillas.Despuésdesubirlasescalerasdelafachada,golpeóconfurialapuerta.Noobtuvorespuesta,yentoncesgritó:

—¡MísterNathan,místerArthur,vieneunperrorabioso!¡Vieneunperrorabioso!—Tendríaquedarlavueltayentrarpordetrás—dijeyo.Jemmoviólacabezanegativamente.—Ahorayaeslomismo.Calpurniagolpeólapuertaenvano.Nadieagradeciósumensaje,yparecióqueno

lohabíaoídonadie.MientrasCalpumiaveníacomounaflechahaciaelportaltrasero,porelpaseode

entradaasomóun'Ford'negro.AtticusymisterHeckTatesaltarondelcoche.Mister Heck Tate era el sherif del Condado de Maycomb. Era tan alto como

Atticus,peromásdelgado.Teníalanarizlarga,llevababotasconojalitosbrillantesdemetal, pantalones de montar y chaqueta de leñador. De su cinturón asomaba unahileradebalas.Empuñabaunpesado rifle.CuandoélyAtticus llegaronalporche,Jemabriólapuerta.

—Quédatedentro,hijo—dijoAtticus—.¿DóndeestáCal?—Yadeberíaestarahoraallí—contestóCalpurnia,señalandocalleabajo.—Nocorre,¿verdadqueno?—preguntómisterTate.—No,señor,estáenlafasedelosestremecimientos,místerHeck.—¿Salimosasuencuentro,Heck?—preguntóAtticus.—Serámejorqueaguardemos,misterFinch.Generalmente siempreavanzanen

línearecta,peronoesposibleasegurarlo.Acasosigalacurva…,confíoenquenolohaga,puesenestecasometeríadirectamentedentrodelpatiotraserodelosRadley.

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Esperemosunminuto.—NocreoquesemetaenelpatiotraserodelosRadley—replicóAtticus—.La

valíaledetendría.Probablementeseguirálacalle…Yocreíaque losperros rabiosossacabanespumapor laboca,galopaban,daban

saltos y se arrojaban sobre la garganta de la gente, y que todo esto lo hacían enagosto.Si«TimJohnson»hubieseactuadosegúnestemodelo,hubieraestadomenosasustada.

No hay otra cosa más muerta que una calle desierta, aguardando. Los árbolesestabaninmóviles,losruiseñorescallados,loscarpinterosdelacasademissMaudiehabíandesaparecido.OíquemísterTateestornudabayluegosesonabalanariz.Levilevantar el arma hasta el ángulo del codo.Vi la cara demiss Stephanie Crawfordenmarcada en el cristal de la ventana de su puerta de la fachada. Miss Maudieapareció,ysequedóasulado.Atticusapoyóunpieenuntravesañodeunasillaysefrotólentamenteunladodelmusloconlamano.

—Allíestá—dijoconvozpausada.«TimJohnson»aparecióa lavista,andandoaciegasporelborde interiorde la

curvaparalelaalacasadelosRadley.—Míralo—susurróJem—.MísterHeckdecíaquecaminabanenlínearecta.Ese

nisiquierasabeseguirladelacalle.—Parecemásenfermoqueotracosa—dijeyo.—Dejaqueselepongaalgodelanteyselanzaráhaciaelloderechamente.MisterTatesellevólamanoalafrenteyseinclinóadelante.—Lehacogido,nocabeduda,místerFinch.«TimJohnson»avanzabaapasodecaracol,peronojugabaniolfateabaelfollaje;

parecía haberse señalado una trayectoria determinada, impulsado por una fuerzainvisible que le hacía avanzar lentamente hacia nosotros. Le vimos estremecersecomoelcaballoqueexpulsalasmoscas;suquijadaseabríaysecerraba;parecíasinconciencia,comosialgoleempujasepocoapocohacianosotros.

—Estábuscandounlugardondemorir—dijoJem.MísterTatesevolvió.—Estámuy lejos todavía de la muerte, Jem; todavía no ha entrado en la fase

aguda.«Tim Johnson» llegó a la calle lateral que corría por delante de la Mansión

Radley.Loquequedabade supobreentendimiento lehizopararseyconsiderar, alparecer, qué camino tomaría. Dio unos pasos indecisos y se detuvo delante de lapuertadelpatiodelosRadley;luegotratódeVolverse,peroleresultabadifícil.

Atticusdijo.—Está a tiro, Heck. Es mejor que le dé ahora, antes de que baje por la calle

lateral,Diossabequiénpuedehaberalotroladodelaesquina.Vetedentro,Cal.

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Calpurniaabriólapuertavidriera,pasóelcerrojotrassíysequedóconelmangoenlamano.Tratabadetaparnoslavistaconsucuerpo,peroJemyyomirábamospordebajodesusbrazos.

—Cójalo, míster Finch —míster Tate ofrecía el rifle a Atticus; Jem y yoestuvimosapuntodedesmayamos.

—Nopierdatiempo,Heck—replicóAtticus—.Adelante.—MísterFinch,hayqueresolverlatareadeunsolotiro.Atticusmoviólacabezaconvehemencia.—¡Nosequedeahíparado,Heck!Elperronoleesperarátodoeldía…—¡PoramordeDios,místerFinch,veadóndeestá!¡Siyerroeltirometolabala

dentrodelacasadelosRadley!¡Yonosoytanbuentirador!¡Austedleconsta!—Yyonohedisparadounarmadesdehacetreintaaños…MisterTatecasiarrojóelrifleaAtticus.—Mesentiríamuysatisfechosiladisparaseahora—dijo.Comoenunabruma, Jemyyoobservamos anuestropadre cogiendoel rifle y

saliendohastaelcentrodelacalle.Andabadeprisa,peroamisemeantojóquesemovía como un nadador debajo del agua: el tiempo parecía arrastrarse con unalentituddesesperante.

CuandoAtticusselevantólasgafas,Calpumiamurmuró:—DulceJesús,ayúdale—ysellevólasmanosalasmejillas.Atticus se subió las gafas a la frente, pero se le deslizaron abajo.Entonces las

dejócaeralsuelo.Enelsilencio,oíelruidodelgolpe.Atticusserestrególosojosylabarbilla;levimosparpadearvivamente.

DelantedelapuertadelosRadley,«TimJohnson»habíapuestoenjuegoelpocoentendimiento que le quedaba. Había dado media vuelta por fin, para seguir latrayectoriaprimera,subiendopornuestracalle.Diounpardepasosadelante, luegoseparóylevantólacabeza.Vimosquesucuerposeponíarígido.

Conmovimientos rápidos queparecían simultáneos, lamanodeAtticus dio untirónalaboladelextremodeunapalancaalmismotiempoqueseapoyabaelarmaenelhombro.

El rifle rugió. «Tim Johnson» dio un salto, se desplomó y cayó en la aceraformandounmontónpardoyblanco.Nosupoloquelehabíaherido.

MísterTatesaltódelporcheycorrióhacialaMansiónRadley.Separódelantedelperro,seagachó,volvióseysediounosgolpecitosconelíndiceenlafrente,encimadelojoizquierdo.

—¡Hadesviadounpocohacialaderecha,misterFinch!—gritó.—Siempremeocurría—respondióAtticus—.Sihubiesepodidoelegiramigusto

habríacogidounaescopeta.Seinclinó,recogiólasgafas,triturólaslentesrotasconeltacónhastaconvertirlas

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enpolvo,fuehastadondeestabamísterTateysequedómirandoa«TimJohnson».Laspuertas seabrieronuna trasotra,y losvecinos fuerondando,pocoapoco,

señales de vida. Miss Maudie bajó las escaleras en compañía de miss StephanieCrawford.

Jem estaba paralizado. Yo le pellizqué para ponerle en marcha, pero cuandoAtticusvioquenosacercábamos,nosgritó:

—¡Quedaosdondeestáis!CuandomísterTateyAtticusregresaronalpatio,elprimerosonreía.—Mandaré a Zeebo que lo recoja—dijo—. No lo ha olvidadomucho, míster

Finch.Dicenqueunonopierdenuncalahabilidad.Atticusguardabasilencio.—¡Atticus!—dijoJem.—¿Qué?—Nada.—¡Lohevisto.Finch'Untiro'!Atticus giró sobre sus talones y se encontró cara a cara con mis, Maudie. Se

miraronsindecirnada,yAtticussubióalcochedesherif.—Ven acá—le dijo a Jem—. No os acerquéis al perro, ¿comprendes? No os

acerquéisaél;estanpeligrosomuertocomovivo.—Sí,señor—respondióJem—.Atticus…—¿Quéhijo?—Nada.—¿Quétepasa,muchacho,nosabeshablar?—dijomísterTatesonriendoaJem

—.¿Nosabíasquetupadre…?Cállate,Heck—ordenóAtticus—.Volvamosalaciudad.Cuandosehubieronmarchado,Jemyyonosfuimosalasescalerasdelafachada

demissStephanieynossentamosaguardandoaquelleguaseZeeboconelcamióndelabasura.

Jemcontinuabamudoyconfuso.MissStephanieCrawforddijo:—¿Eh?, ¿eh?, ¿eh? ¿Quién habría pensado en que podía rabiar un perro en

febrero?Quizánoestabarabioso,quizásóloestabalocoynadamás.Nomegustaríaver lacaradeHarryJohnsoncuandoregresedelviajeaMobileyseencuentreconqueAtticusFinchhamatadoasuperro.Loquepasaesqueenalgunapartehuboalgoquelepusodemalhumor…

Mis Maudie dijo que miss Stephanie cantaría otra canción distinta si «TimJohnson»todavíaestuvierasubiendocallearriba,queprontosabríansirabiabaono,porqueenviaríanlacabezaaMontgomery.

Jemrecobró,aunqueconfusamente,elusodelapalabra.—¿…Le has visto, Scout?, ¿le has visto plantado allá?… Y de repente se ha

quedado tan tranquilo,yparecíaqueel arma formabapartede supersona…ycon

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aquellarapidez,comosi…Yotengoqueapuntardiezminutosparahacerblancoenalgo…

MissMaudiesonrióconmalicia.—Veamos,señoritaJeanLouise—dijo—,¿todavíapiensasquetupadrenosabe

hacernada?¿Todavíateavergüenzasdeél?—No—dijetímidamente.—Elotrodíaolvidéqueademásdetocarelarpajudía,AtticusFincheraensus

tiemposeltiradormáscerterodelCondadodeMaycomb.—Tiradorcertero…—repitióJem.—Así lo he dicho, Jem Finch. Supongo que ahora cambiaréis de tonada. La

mismísima idea…, ¿no sabíais que cuando era muchacho le apodaban Finch 'UnTiro'?Caramba, allá abajo en elDesembarcadero, cuando sehacíamayor, si tirabaquincetirosymatabacatorcetórtolassequejabademalgastarmuniciones.

—Nuncanoshabíacontadonadadeesto—murmuróJem.—Nooshabíacontadonada,¿verdadqueno?—No,señora.—Mesorprendequeahoranuncasalgadecaza—dije.—Quizáyopuedaexplicároslo—contestómissMaudie—.Porencimade todo,

vuestro padre es, en el fondo del corazón, un hombre educado. Una habilidadsobresaliente es un don de Dios…; ah, claro, uno ha de ejercitarla para hacerlaperfecta,peroeltirarnoescomotocarelpiano,uotracosaporelestilo.YocreoquequizádejóelarmacuandocomprendióqueDioslehabíaconcedidounaventajapocoequitativa sobre la mayoría de seres vivientes.Me figuro que decidió no dispararhastaquesevieraenlaobligacióndehacerlo,yhoysehavisto.

—Parecequedeberíaestarorgullosodeello—dije.—Las personas que están en sus cabales no se enorgullecen de sus talentos—

respondiómissMaudie.Entonces vimos llegar el camión de Zeebo. De la parte trasera del vehículo,

Zeebo sacó una horca, recogió el perro con gesto vivo, lo arrojó sobre la caja delcamióny luegoderramóun líquidodeunbidón sobreelpuntoenquehabíacaído'Tim',asícomoporlosalrededores.

—Duranteunratonoosacerquéisporaquí—nosgritó.CuandonosfuimosacasaledijeaJemqueellunestendríamosdeverdadalgode

quehablarenlaescuela.—Nodigasunapalabradeello,Scout—mepidió.—¿Qué?Yalocreoqueladiré.Notodostienenunpadrequeseaelmejortirador

delCondadodeMaycomb.—Mefiguroquesiquisieraquelosupiéramosnoslohabríadicho—replicóJem

—.Siestuvieraorgullosodeello,noslohubieraexplicado.

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—Quizáselefuedelamemoria—objeté.—No,Scout,esunacosaquetúnocomprenderías.Atticusesviejodeveras,pero

amínomeimportaríaquenosupierahacernada…,nomeimportaríaquenosupierahacermalditacosa.—Jemcogióunapiedraylaarrojócontralacochera.Echandoacorrertrasella,megritó—:¡Atticusesuncaballero,lomismoqueyo!

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11

Cuandoéramospequeños,Jemyyoconfinábamosnuestrasactividadesalapartesurdelbarrio,perocuandoestuvebienadelantadaenelsegundogradodelaescuelayelatormentaraBooRadleyfuecosapretérita,elsectorcomercialdeMaycombnosatrajo con frecuencia calle arriba, hasta más allá de la finca de mistress HenryLafayetteDubose. Era imposible ir a la ciudad sin pasar por delante de su casa, amenosquequisiéramosdarunrodeodeunamilla.Losencuentrosdepocamontaquehabía tenido previamente con aquella señora nomedejaron ganas para otros; peroJemdecíaquealgunavezteníaquehacermemayor.

Dejandoaparteunacriadanegradeserviciopermanente,mistressDubosevivíasola,dospuertasmásarribadelanuestra,enunacasaconunasempinadasescalerasenlafachadayunpasilloreducido.Eramuyanciana;sepasabalamayorpartedeldíaenlacama,yelrestoenunsillónderuedas.Serumoreabaquellevabaunapistolaescondidaentresusnumerosasbufandasyenvolturas.

Jemyyolaodiábamos.Siestabaenelporchealpasar,nosescudriñabaconunamiradaairada,nossometíaadespiadadosinterrogatoriosacercadenuestraconducta,ynoshacíatristespresagiosrelativosaloquevaldríamoscuandofuésemosmayores,loscualespodíanresumirsesiempreenquenovaldríamosparanada.Hacía tiempoqueabandonamoslaideadepasarpordelantedesucasayendoporlaaceraopuesta;aquello sólo servía para que ella levantase la voz haciendo partícipes a todos losvecinosdesusimprecaciones.

Nopodíamoshacernadaqueleagradase.Silasaludabalomásrisueñaquesabíaconun:

—Hola,mistressDubose—recibíaporrespuesta:—¡Nome digas hola, a mí, niña fea! ¡Debes decirme, buenas tardes, mistress

Dubose!Eramalvada.UnavezoyóaJemrefiriéndoseanuestropadreconelnombrede

'Atticus'ysureacciónfueapoplética.Ademásdeserlosmocososmasrespondonesyantipáticosquepasabanporallí,tuvimosqueescucharqueeraunapenaquenuestropadre, después de la muerte de mamá, no hubiera vuelto a casarse. Dama másencantadoraquenuestramadrenohabíaexistido,decíaella,ydestrozabaelcorazónver queAtticus Finch permitía que sus hijos crecieran como unos salvajes.Yo norecordaba a nuestramadre, pero Jem sí—avecesmehablaba de ella—,y cuandomistressDubosenosdisparósumensaje,sepusolívido.

DespuésdehabersobrevividoalospeligrosdeBooRadley,deunperrorabiosoyaotrosterrores,Jemdecidióqueeraunacobardíapararsedelantedelasescalerasdela fachada de miss Rachel y esperar, y decretó que habíamos de correr hasta laesquinadelaoficinadeCorreosyendoalencuentrodeAtticuscuandoregresabadel

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trabajo. Innumerables tardes, Atticus encontraba a Jem furioso por algo que habíadichomistressDubosemientraspasábamos.

—El remedio está en la calma, hijo —solía contestar Atticus. Es una señoraanciana y está enferma. Limítate a conservar la cabeza alta y a portarte como uncaballero.Tedigaloquetedigatudeberconsisteennopermitirquetehagaperderlosestribos.

Jemreplicabaquenodebíadeestarmuyenfermacuandogritabadeaquelmodo.Cuandollegábamoslostresalaalturadesucasa,Atticussequitabaelsombreroconunareverencia,lehacíaunademánafectuosoylasaludaba:

—¡Buenosdías,mistressDubose!Estamañanapareceusteduncuadro.JamásleoídeciraAtticusquéclasedecuadro.Luegolecomunicabalasnoticias

del juzgado,ydecíaque ledeseabade todocorazónunbuendíaparamañana.Enseguidaseponíael sombrerodenuevo,mesubíaa loshombrosenpresenciade laviejaynosíbamosacasabajolaluzdelcrepúsculo.Huboocasionescomoéstasenquepenséquemipadre,queodiabalasarmasynohabíaestadoenningunaguerra,eraelhombremásvalientequehabíaexistido.

Aldíasiguientealdesudecimosegundocumpleaños,aJemquemabaeldineroenelbolsillo,yaprimerahoradela tardenosdirigimoshacialaciudad.Jempensabaquetendríabastanteparacomprarseunamáquinadevapordeminiatura,yunbastónparamí,deesosquesevolteanenlosdesfiles.

Hacíamuchotiempoquepuseyoelojoenaquellavarademando.EstabaenlatiendadeV.J.Elmore, teníaincrustadoscequinesylentejuelas,ycostabadiecisietecentavos.Enaquelépocaardíaenmilaambicióndehacermemayorydesfilarconmi bastón delante de la banda del Instituto del Condado de Maycomb. Habiendodesarrolladomihabilidadhastaelpuntodelanzarunpaloalaireyfaltarmepocoparacogerloenlabajada,habíamotivadoqueCalpurnianomedejaseentrarencasacadavezquemeveíaconunoen lamano.Yopensabaquevenceríael inconveniente sitenía un bastoncito de verdad, y consideraba que Jem era muy generoso alcomprarmeuno.

Cuandopasamospordelante,mistressDuboseestabaensuporche.—¿Adónde váis vosotros dos a estas horas del día? —nos gritó—. A hacer

novillos,supongo.¡Llamaréaldirectoryselodiré!—llevólasmanosalasruedasyejecutóungiroperfecto.

—Oh,essábado,mistressDubose—contestóJem.—Importapocoqueseasábado—dijo,conoscurosentido—.Megustaríasaber

sivuestropadreestáenteradodedóndeosencontráis.—MistressDubose,nosotroshemosidoalaciudadsolosdesdequeéramosasí—

Jemseinclinóparaseñalarconlapalmadelamanounaalturadeunosdospíessobrelaacera.

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—¡Nomemientas!—chilló—.JeremyFinch,MaudieAtkinsonmehadichoqueestamañanaledestrozaste laparrascuppernongs. ¡Se lodiráa tupadreyentoncesdesearásnohabervistonuncalaluzdeldía!¡Sinotemandanalreformatorioantesdelasemanapróxima,esqueyonomellamoDubose!

Jem,quenosehabíaacercadoalárboldemissMaudiedesdeelveranopasado,yquesabíaque,siselohubierahecho,missMaudienoselodiríaaAtticus,seencerróenunanegativaabsoluta.

—¡Nome contradigas!—bramómistressDubose—.Y tú—dijo, señalándomecon un dedo artritico—, ¿qué haces con ese mono? ¡Deberías ir con vestido ycamisola,señorita!Teharásmayorsirviendomesa,sialguiennotehacecambiardecamino…UnaFinchsirviendomesasenel'CaféO.K.'…,¡ja!,¡ja!

Yoestabaaterrorizada.El'CaféO.K."eraunafatídicainstitucióndelacaranortedelaplaza.MecogíalbrazodeJem,peroélmehizosoltarleconunasacudida.

—Ven,Scout—susurró—.Nolehagasningúncaso;levantabienlacabeza,nadamás,yséuncaballero.

PeromistressDubosenosretuvo.¡No solamente unaFinch sirviendomesas, sino uno en el juzgado defendiendo

negros!Jemsepusorígido.EldisparodemistressDubosehabíahechoblanco,yellalo

comprendía.—Si, ¿verdad? ¿Es qué ha terminado estemundo cuandounFinch se revuelve

contralosquelehanformado?¡Yooslodiré!—Aquísellevólamanoalaboca.Alretirarla,colgabadeellaun largohiloplateadodesaliva—. ¡Vuestropadrenovalemásquelosnegrosylacanallaporloscualestrabaja!

Jemsehabíapuestoescarlata.Letirédelamanga,ymientrascaminábamosporlaaceranossiguióuna filípicaacercade ladegeneraciónmoraldenuestra familia,cuya premisa más considerable era que, de todos modos, la mitad de los Finchestabanenasilo;aunquesinuestramadrevivieranohabríamosllegadoatalestado.

Noestuveseguradequéera loque leofendíamásaJem,pero lasalusionesalestadomentaldelafamiliaprovocaronenmíunvivoresentimientocontramistressDubose.Me había acostumbrado casi a escuchar insultos dirigidos contra Atticus,peroaqueleraelprimeroqueveniadeunadulto.ExceptoporsuscomentariosconrespectoaAtticus,elataquedemissDuboseeracosatrillada.Laatmósferatraíaunainsinuacióndelverano;enlassombrashacíafresco,peroelsoleracaliente, locualsignificabaqueseacercabanlosbuenostiempos:sinescuelayconDill.

Jem se compró su máquina de vapor, y fuimos a la tienda de Elmore por mibastón.AJemnolecausóplaceralgunolaadquisición;selametióenelbolsilloyderegresoacasacaminósilenciosamenteamilado.PorelcaminolefaltópocoparaquetocaraconelbastónamisterLinkDeas,quienmedijo:

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—¡Tencuidadoahora,Scout!—cuandonosupecogerloalvuelo.AlllegarcercadelacasademistressDubose,elbastónestabasucioporhaberlo

recogidodelsuelotantasveces.Enañosposteriores,repetidamentemepreguntécuálfueelmotivoqueimpulsóa

Jem,porquécausaquebróelmandatode'Séuncaballeronadamás,hijo',ylafasedepresuntuosa rectitud en que había entrado recientemente. Probablemente tuvo queescuchartantastonteríascomoyomismaporelhechodequeAtticusdefendieraeneljuzgado a los negros, y yo daba por descontado que se dominaría los nervios;mihermanoteníauntemperamentonaturalmentetranquiloyseinflamabadespacio.Alasazónsinembargo,creíquelaúnicaexplicacióndesuconductaconsistíaenadmitirque,porunosminutos,simplemente,sevolviólocoderabia.

Jem hizo lo que hubiese hecho yo con toda tranquilidad de no habermeencontrado bajo la prohibición de Atticus, la cual incluía a mi entender, el nopelearme con viejas horribles. Apena llegamos delante de la puerta de mistressDubose,mearrebatóelbastónyascendiendolasescalerasconfuriasalvaje,semetióen el patio trasero de la anciana, olvidando todo lo que Atticus nos dijo siempre,olvidando que mistress Dubose llevaba una pistola escondida debajo de susmanteletas, olvidando que si mistress Dubose erraba el tiro, su criada Jessieprobablementeacertaría.

NoempezóacalmarsehastaquehubocortadolaspuntasdetodaslasplantasdecameliaquemistressDuboseposeía,hastaqueelsueloquedóalfombradodecapullosverdes y de hojas. Entonces dobló el bastón sobre la rodilla, lo partió en dos y loarrojóalsuelo.

Enaquelmomentoyoestabayadandoalaridos.Jemmetiródelcabello,dijoqueno le importaba,queVolveríaahacerlo si se lepresentabaocasiónyque sinomecallabamearrancaríatodosloscabellosdelacabeza.Yonomecalléyélmediounapatada.Perdíelequilibrioycaídebruces.Jemmelevantóconairebrusco,peroteníaunaexpresióncomosilolamentase.Nohabíanadaquedecir.

Aquella tarde no se nos antojó ir al encuentro deAtticus, de regreso al hogar.Rondamos huraños por la cocina hasta que Calpurnia nos echó. Por algún arte demagia,Calpurniaparecíaenteradadetodo.Calpurniafueunafuentedealiviomenosque satisfactoria, pero le dio a Jem un panecillo caliente con mantequilla, que élpartióendos,dándomelamitadami.Aquellosabíaaalgodón.

Nosfuimosalasala.Yocogíunarevistadefútbol,encontréunretratodeDixieHowell,loenseñéaJemydije:

—Estesepareceati.Fuelacosamásagradablequesemeocurriódecirle,peronosirviódenada.Jem

se sentó junto a las ventanas, acurrucado en unamecedora, esperando con el ceñoadusto.Laluzdeldíaseapagaba.

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Dos edades geológicas más tarde, oímos las suelas de los zapatos de Atticusarañandolasescalerasdelafachada.Lapuertavidrierasecerródegolpe,hubounapausa(Atticusestabadelantedelaperchadelvestíbulo)yleoímosllamar:

—¡Jem!—suvozeracomoelvientodelinvierno.Atticus encendió la luz del techo de la sala y nos encontró allí, inmóviles,

petrificados.En unamano llevabami bastón, cuya sucia borla se arrastraba por laalfombra.Entoncesextendiólaotramano;conteníahinchadoscapullosdecamelia.

—Jem—dijo—,¿ereselresponsabledeesto?—Sí,señor.—¿Porquélohashecho?Jemrespondióenvozbaja:—Ellahadichoquedefendíaanegrosycanallas.—¿Lohashechoporqueellahadichoestaspalabras?LoslabiosdeJemsemovieron,perosu'Sí,señor'resultóinaudible.—Hijo,nodudoquetuscontemporáneostehanfastidiadomuchoacausadeque

yodefiendaalosnigroscomovosotrosdecís,perohacerunacosacomoéstaaunadamaanciananotieneexcusa.TeaconsejoencarecidamentequevayasahablarconmistressDubose—dijoAtticus—.Despuésvendirectamenteacasa.

Jemnosemovió.—Hedichoquevayas.Yoquisesalirdelasala,detrásdeJem.—Venacá—meordenóAtticus.Yoretrocedí.Atticus cogió elBobile Pres y se sentó en la mecedora que Jem había dejado

vacía.Pormivida,nocomprendíacómopodíaseguirsentadoallíconaquellasangrefríacuandosuúnicohijovaróncorríaelconsiderableriesgodemorirasesinadoporunaantigualladelEjércitoConfederado.Porsupuesto,Jemmehacíaenfadartantoavecesquehabríasidocapazdematarleyo,perosimirábamoslarealidaddesnuda,élera todo lo que tenía. Atticus ni parecía darse cuenta de eso, o si se daba, no leimporta.

Portalmotivoleodié,perocuandounoestáenapurossecansafácilmente;prontomehalléescondidaensuregazo,ylosbrazosdemipadremerodearon.

—Eresdemasiadomayorparamecerte—medijo.—Atino te importa loque lepase—dijeyo—.Lehasenviado tan tranquiloa

quelepeguenuntiro,cuandotodoloquehahechohasidosalirentudefensa.Atticusmeempujólacabezadebajodesubarbilla,diciendo:—Todavíanoes tiempode inquietarse. JamáscreíaqueJemperdiese lacabeza

poreseasunto;pensabaquemecrearíasmásproblemastú.Yocontestéquenoveíaporquéhabíamosdeconservarlacalma,alfinyalcabo;

enlaescuelanoconocíaanadiequetuvieraqueconservarlacalmapornada.

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—Scout—dijoAtticus—,cuandollegueelveranotendrásqueconservarlacalmaantecosasmuchopeores…Noesequitativopara tiyparaJem, losé,peroaveceshemosdetomarlascosasdelmejormodoposible,ydelmodoquenoscomportemoscuandoesténenjuegolasapuestas…Bien,todoloquepuedodeciresquecuandotúyJemseáismayores,quizáVolveréis,lavistahacíaestaépocaconciertacompasiónyconelconvencimientodequenoostraicioné.Estecaso,elcasodeTomRobinson,esalgoqueentrahastalaesenciamismadelaconcienciadeunhombre…Scout,yonopodríairalaiglesiayadoraraDiossinoprobaradeayudaraaquelhombre.

—Atticus,esposiblequeteequivoques…—¿Cómoeseso?—Mira,parecequemuchoscreenquetienenrazónellosyquetúteequivocas…—Tienenderecho a creerlo, ciertamente, y tienenderecho a que se respeten en

absoluto sus opiniones —contestó Atticus—, pero antes de poder vivir con otraspersonastengoquevivirconmigomismo.Laúnicacosaquenoserigeporlaregladelamayoríaeslaconcienciadeuno.

CuandoJemregresómeencontrótodavíaenelregazodemipadre.—¿Qué, hijo? —preguntó Atticus. Y se puso de pie. Yo procedí a un

reconocimientosecretodeJem.Parecíacontinuar tododeunapieza,peroteníaunaexpresiónraraenelrostro.Quizálaviejalehabíadadounadosisdecalomelanos.

—Lehelimpiadoelpatioyhedichoquemepesaba(aunquenomepesa)yquetrabajaríaensujardíntodoslossábadosparatratardehacerrenacerlasplantas.

—Nohabíaporquédecirquetepesabasinotepesa—dijoAtticus—.Esviejayestá enferma, Jem. No se la puede hacer responsable de lo que dice y hace. Porsupuesto, hubiera preferido queme lo hubiese dicho amí antes que a ninguno devosotrosdos,peronosiemprepodemosvercumplidosnuestrosdeseos.

Jemparecíafascinadoporunarosadelaalfombra.—Atticus—dijo—,quierequevayaaleerle.—¿Aleerle?—Sí,señor.Quierequevayatodaslastardesalsalirdelaescuela,ytambiénlos

sábados,yleleaenaltavozdurantedoshoras.¿Debohacerlo,Atticus?—Ciertamente.—Peroquierequelohagaduranteunmes.—Entoncesloharásduranteunmes.Jempusolapuntadelpiedelicadamenteenelcentrodelarosayapretó.Porfin,

dijo:—Atticus, en la acera está muy bien pero dentro… dentro está oscuro y da

hormigueos.Haysombrasycosaseneltecho…Atticussonrióconunasonrisafea.

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—Esodeberíaexcitartuimaginación.Figúrate,simplemente,queestásenlacasadelosRadley.

El lunessiguientepor la tarde,Jemyyosubimos lasempinadasescalerasde lacasa demistresDubose y recorrimos el pasillo abierto. Jem, armado con Ivanho yrepletodesuperioresconocimientos,llamóalasegundapuertadelaizquierda.

—¡MistressDubose!—gritó.Jessieabriólapuertademaderaycorrióelcerrojodeladecristales.—¿ErestúJemFinch?—dijo—.Teacompañatuhermana.Nosesi…—Hazlesentraralosdos—ordenómistressDubose.Jessienoshizopasarysefuealacocina.Unoloropresivovinoanuestroencuentroapenascruzamosumbral,unolorque

había percibidomuchas veces en casas grises consumidas por la lluvia, donde haylámparasdepetróleo,cazosdeaguaysábanasdomésticassinpasarporlacolada.Unolorquesiempremediomiedoymepusoenguardia,recelosa.

Enelángulodelcuartohabíaunacamadelatón;yenlacamamistressDubose.YomepreguntésilahabíapuestoallílaaccióndeJem,yporunmomentomeinspirópena.Yacíadebajodeunpiladecolchasyteníaunaexpresióncasiamistosa.

Juntoalacamahabíaunlavaboconunalosademármol;sobrelalosahabíaunacucharrilla,unajeringaencamadaparalosoídos,unacajadealgodónhidrófiloyundespertadordeaceroquesesosteníasobretrespatillaspequeñas.

—¿De modo que te has traído a tu sucia hermanita?—fue el saludo que nosdedicó.

Jemcontestósosegadamente:—Mi hermana no es sucia, y yo no le temo a usted —pero advertí que le

temblabanlasrodillas.Esperabaunrosariodeimproperios,máslaviejaselimitódecir:—Puedesempezaraleer,Jeremy.JemseacomodóenunasillaconasientodecañayabrióIvanhoe.Yomeacerqué

otraymesentéasulado.—Acercaos—ordenómistressDubose—.Poneosalladodelacama.Nosotrosmovimoslassillasadelante.Eralavezquehabíaestadomáscercadela

vieja,yloqueanhelabamáseraretirarlasilladenuevo.Aquella mujer era horrible. Tenía la cara del color de una funda sucia de

almohada, y en los ángulos de su boca brillaba la humedad, que descendíapausadamente,comounglaciar,porlosprofundossurcosqueencerrabansubarbilla.Lasmanchas violáceas de la ancianidadmoteaban susmejillas, y sus pálidos ojosostentaban unas pupilas negras, pequeñas como puntas de aguja. Tenía las manosnudosas,ylascrecidascutículascubríanbuenapartedelasuñas.Suencíainferiornoquedabaescondida,yellabiosuperiorloteníasaliente;detiempoentiemporetraíael

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labio inferiorhacia laencía superiorarrastrando labarbillaenelmovimiento.Estohacíaquelahumedaddescendiesemásdeprisa.

Nomirémásdelopreciso,JemabriódenuevoIvanhoeysepusoaleer.Probéaseguirle,peroleíademasiadoaprisa.Cuandollegabaaunapalabraquenoconocíaselasaltaba,peromistressDuboselepescabayselahacíadeletrear.Jemleyóduranteveinteminutosquizá;entretantoyoestuvecontemplandolacampanadelachimenea,manchadadehollín,ymirandoporlaventanayhaciatodaspartes,conelfindetenerlavistaapartadadelavieja.Amedidaquemihermanoseguíaleyendo,advertíquelascorreccionesdemistressDuboseibansiendomenos,ymásespaciadas,yqueJemhastahabíadejadounafrasesuspendidaenelaire.MistressDubosenoescuchaba.

Entoncesvolvílavistahacialacama.Algo le había pasado a mistress Dubose. Yacía tendida de espaldas, con las

colchas subidas hasta la barbilla. Sólo se le veían la cabeza y los hombros. Unacabeza que semovía lentamente de un lado para otro.De tarde en tarde abría porcompleto laboca,yyoveía su lenguaondulando levemente.Sobre los labios se leacumulabancintasdesaliva;laancianalasechabahaciaelinteriordelabocayabríalos labiosdenuevo.Labocaparecía tenerunaexistenciasuyaparticular.Trabajabapor separado e independientemente del resto del organismo, afuera y adentro, lomismoqueelagujerodeunaalmejaenlamarcabaja.Devezencuandoproducíaunsonidode'Pt',cualunasustanciaviscosacuandoempiezaahervir.

YotiréaJemdelamanga.El me miró. Luego miró a la cama. La cabeza de la vieja continuaba con su

movimientooscilatorioendirecciónanosotros.Jempreguntó:—MistressDubose,¿seencuentrabien?Ellanoleoyó.Eldespertadorsepusoatocarynosdejótiesosdeespanto.Unminutodespués,

conlosnerviostodavíaestremecidos,Jemyyoestábamosenlaaceracaminodecasa.Nohabíamoshuido,nosenvióJessie:antesdequelacampanadeldespertadorparasehabíaentradoenelcuartoynoshabíadespedido.

—Fuera—nosdijo—,idosacasa.Enlapuerta,Jemseparóindeciso.—EslahoradelamedicinaexplicóJessie.Mientraslapuertasecerrabadetrásdenosotros,laviandarrápidamentehaciala

camademistressDubose.Eransolamentelastrescuarentaycincocuandollegamosacasa,porloqueJemy

yo salimos al patio trasero hasta que llegó hora de ir a esperar aAtticus.NuestropadrenostraíadoslápicesamarillosparamíyunarevistadefútbolparaJem,locualerasupongo,unarecompensamudapornuestraprimerasesióncotidianaconmistressDubose.Jemleexplicócómohabíaido.

—¿Habéistenidomuchomiedo?—preguntóAtticus.

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—No,señor—respondióJem—,peroesmuydesagradable.Sufreataques,oalgoporelestilo.Escupemucho.

—Nopuedeevitarlo.Cuandolaspersonasestánenfermas,avecesno tienenunaspectoagradable.

—Amimehadadomiedo—dijeyo.Atticusmemiróporencimadelasgafas.—NoesprecisoqueacompañesaJem,yalosabes.LatardesiguienteencasademistressDubosefuelomismoquelaanterior,ylo

mismo fue la otra, hasta que gradualmente quedó establecido un programa: todoempezaba normal; es decir,mistressDubose acosaba un rato a Jem con sus temasfavoritos; sus cameliasy las inclinacionesde ama-negrosdenuestropadre;Pocoapoco iba quedándose callada y, luego, se olvidaba de nosotros.Después sonaba eldespertador,Jessienosempujabafuera,yrestodeldíanospertenecíaporentero.

—Atticus——preguntéunatarde——,¿quéesexactamenteunama-negros?Atticusteníalacaraseria.—¿Tehallamadoalguienconesapalabra?—No, señor, mistress Dubose te lo llama a ti. Todas las tardes se entusiasma

dándote ese nombre. Francis me lo dijo a mí la Navidad pasada, entonces fue laprimeravezquelooí.

—¿Poresoarremetistecontraél?—preguntóAttieus.—Sí,señor…Entonces,¿cómomepreguntasquésignifica?YotratédeexplicaraAtticusquenofuetantoloquedecíaFranciscomosuforma

dedecirloloquemepusofuriosa.Eralomismoquesihubiesedicho'narizmocosa'uotracosaparecida.Scout—dijoAtticus,ama-negrosessimplementeunadeesasexpresionesqueno

significannada; igualquenarizmocosa.Esdifícildeexplicar; lagente ignoranteypeleonalaempleacuandosefiguraqueunofavorecea losnegrosmásqueaellaypor encima de ella. Se ha deslizado en el uso de algunas personas, como nosotrosmismos,cuandonecesitanunapalabravulgaryfeparaponerleunaetiquetaauno.

—Demodoquetúnoeresrealmenteunama-negros,¿verdadqueno?Claroque lo soy.Hago loquepuedopor amara todoelmundo…Avecesme

encuentro en una situación difícil… Niña, no es un insulto que a uno le den unnombrequeaotroleparecemalo.Elloledemuestraaunolomíseraqueesaquellapersona,ynolehiere.Porlotanto,dejaquemistressDuboseseensañecontigo.Lapobretienebastantesproblemasparasí.

Unmes después, una tarde, Jem se iba abriendo camino a través de sirWalter'Scout', como él le llamaba, y mistress Dubose le corregía a cada frase, cuandollamaronalapuerta.

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—¡Entre!—chillólaanciana.Atticusentró.SeacercóalacamaycogiólamanodemistressDubose.—Veníade laoficinaynohevistoa losniños—dijo—.Hepensadoquequizá

estaríanaquí.Místress Dubose le sonrió. Por mi vida que no sabía imaginarme cómo podía

dirigirlapalabraamipadrecuandoparecíaodiarletanto.—¿Sabequéhoraes,Atticus?—lepreguntó.—Las cinco y cincominutos exactamente. El despertador está puesto para las

cincoymedia.Quieroquesefije.Desúbitomedicuentadequecadadíahabíamospasadounratomásencasade

mistress Dubose, que el despertador tocaba un pocomás tarde cada día, y que laanciana estaba sumida por completo en uno de sus ataques cuando sonaba eldespertador.Aqueldíahabíabuscadopelea a Jemdurantedoshoras sin la ideadesufrir un ataque, y yo me sentía irremediablemente cogida en la trampa. Eldespertadoreralaseñaldenuestraliberación;siundíanosonaba,¿quéharíamos?

—SemeantojaqueaJemlequedanpocosdíasdelectura—dijoAtticus.—Sólo una semana más —replicó la anciana—, únicamente para estar bien

segura…Jemsepusoenpie.—Pero…AtticuslevantólamanoyJemsecalló.Deregresoacasa,Jemprotestóquesólo

teníaqueleerduranteunmes,queelmeshabíapasadoyqueaquellonoerajusto.—Sólounasemanamás,hijo—ledijoAtticus.—No—replicóJem.—Sí—insistióAtticus.La semana siguiente fuimos a casa de rnistress Dubose todos los días. El

despertador había cesado de sonar, pero la vieja nos dejaba en libertad con un 'Yabastará' tan avanzada la tarde que cuando regresábamosAtticus solía estar en casaleyendoelperiódico.Aunquelosataqueshabíandesaparecido,entodoslosaspectosmistress Dubose seguía siendo la misma de siempre: cuando sir Walter Scott seenzarzabaenlargasdescripcionesdefososycastillos,ellaseaburríaylatomabaconnosotros.

—JeremyFinch,tedijequehabríasdevivirparalamentarhabermedestrozadolascamelias.Ahorayalolamentas,¿verdad?

Jemrespondíaquelosentíadeveras.—Pensabasquepodríasmatarmi"Nievede laMontaña', ¿verdad?Bien, Jessie

dice que las puntas vuelven a crecer. La próxima vez sabrás hacer el trabajomásperfecto,¿verdadquesí?Laarrancarásderaíz,¿noescierto?

Jemcontestabaque,ciertamente,loharíaasí.

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—¡Nomehablesenmurmullos,muchacho!Levantalacabezaydi: 'Sí,señora'.Nocreoquetengasánimoparalevantarla,embargo,siendotupadreloquees.

LabarbilladeJemselevantaba,ymihermanomirabaamistressDuboseconunacara libre de resentimiento. A lo largo las semanas había cultivado una expresióneducada de persona que siente interés, pero que vive en otra esfera, expresión quepresentabaalaancianaenrespuestaasusinvencionesmásescalofriantes.

Alfinalllegóeldía.Unatarde,mistressDubosedijo:Conestobastará.—Peroañadió—:Yhemosterminado.Buendíasalosdos.Habíamos terminado. Acera abajo, corríamos, saltábamos gritábamos en un

arrebatodeprofundoalivio.Aquella primavera fue buena: los días se hicieronmás largos nos concedieron

más tiempo para jugar. La mente de Jem está ocupada principalmente por lasestadísticasvitalesdetodosloscolegialesdelanaciónenteraquejugabanalfútbol.Atticusnoleíatodaslasnocheslaspáginasdedeportedelosperiódicos.Ajuzgarporlos jugadores en perspectiva, ninguno de cuyos nombres sabíamos pronunciar.Alabamapodríadisputardenuevoaquelaño laRoseBowe.AtticusestabaamitaddelarticulodeWindySeaton,unanoche,cuandosonóelteléfono.

Despuésdecontestaralallamada,Atticusfuehastalaperchadelvestíbulo.MevoyunratoacasademistressDubose—nosdijo—.Notardaré.Peroestuvofuerahastadespuésde lahorade irmea lacama.Deregreso, traía

unacajadebombones.Sesentóenlasalaydejólacajaenelsuelo,alladodelasilla.—¿Quéquería?—preguntóJem.Hacía más de un mes que no habíamos visto a mistress Dubose. Cuando

pasábamosyanoestabaenelporche.—Hamuerto,hijo—respondióAtticus—.Ahorayanosufre.Haestadoenferma

muchísimotiempo.Hijo,¿sabíaslacausadesusataques?Jemmoviólacabezanegativamente.—Mistress Dubose era una consumidora de morfina —explicó Atricus—. La

habíatomadoduranteañosparacalmareldolor.Elmédicolahabíahabituadoaello.Habríapasadoelrestodelavidasirviéndosedeladroga,yhabríamuertosinsufrirtanto,perolerepugnabademasiado…

—¿Señor?—dijoJem.Atricusprosiguió:—Poco antes de su arranque me llamó para redactar el testamento. El doctor

Reynolds le había dicho que le quedaban pocos meses. Sus asuntos financierosestabanenordenperfecto,peroelladijo:'Todavíaquedaunacosaporordenar'.

—¿Quéera?—preguntóJem,perplejo.—Dijo que iba a dejar estemundo sin tener que estar agradecida a nadie ni a

nada.Jem,cuandounoestáenfermocomoloestabaella,tienederechoatomarloque

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seaparahacermásllevaderossusmales;peromistressDubosenolocreíaasí.Dijoqueantesdemorirqueríaquitarsedelamorfina,ylohizo.

—¿Quieres decir que esto era lo que provocaba aquellos ataques?—preguntóJem.

—Sí,eraesto.Lamayorpartedeltiempoquetúleleíasdudoqueoyeseunasolapalabra de las que pronunciabas. Todo su cuerpo y toda sumente concentraban laatencióneneldespertador.Sinohubiesescaídoensusmanos,yotehabríamandadoquefuesesaleerle,detodosmodos.Acasolahayasdistraídounpoco.Nohabíaotromotivo…

—¿Hamuertolibre?—preguntóJem.—Como el aire de las montañas —respondió Atticus—. Ha conservado el

conocimiento casi hasta el final.—Atticus sonrió— conocimiento y las ganas depelear. Ha seguido desaprobando cordialmente mi conducta, y me ha dicho queprobablementeme pasaría el resto demi vida depositando fianzas para sacarte decárcel.HamandadoaJessiequetepreparaseestacaja…

Atticus se inclinó, recogió la caja del suelo y la entregó a Jem. Jem la abrió.Dentro, rodeada de almohadillas de algodón húmedo, había una camelia, blanca,perfecta,comodecera.Erauna'NievedelaMontaña'.

AJemcasiselesaltabanlosojosdelacara.—¡Demonioinfernaldevieja!¡Demonioinfernaldevieja!—chilló,arrojandola

cameliaalsuelo—.¿Porquénopuededejarmeenpaz?En un abrir y cerrar de ojos, Atticus estuvo de pie delante Jem. Mi hermano

hundióelrostroenlapecheradelacamisanuestropadre.—Sssiittt—ledijo—.Yocreoquehasidosumaneradedecirte'Ahoratodoestá

comoesdebido,Jem,todoestáenorden'.Yasabes,eraunagrandama.—¿Unadama?—Jemlevantólacabeza.Teníalacaraencarnada—.¿Despuésde

todasaquellascosasquedecíadeti,unadama?—Loera.Teníasuspuntosdevistapropiossobrelascosasmuydiferentesdelos

míos,quizá…Hijo,yatedijequeaunquetúnohubiesesperdidolacabezatehabríamandadoquefuesesaleerle.Queríaqueviesesunacosadeaquellamujer,queríaqueviesesloqueeslaverdaderabravura,envezdehacertelaideadequelabravuralaencarnaunhombreconunarmaenlamano.Unoesvalientecuando,sabiendoquehaperdidoyaantesdeempezar,empiezaapesardetodoysiguehastaelfinalpaseloque pase.Uno vence raras veces, pero alguna vez vence.MistressDubose venció;todas susnoventayocho libras triunfaron.Desde supuntodevista, hamuerto sinquedarobligadaanadanianadie.Eralapersonamásvalientequeheconocidoenmivida.

Jem tomó lacajadebombonesy laechóal fuego.Luego recogió lacamelia,ycuandomefuialacamaleviacariciandolosblancospétalos.Atticusestabaleyendo

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elperiódico.

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SEGUNDAPARTE

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12

Jem tenía doce años. Era inconsciente, tornadizo; se hacía difícil vivir con él.Tenía un apetito espantoso, ymeordenó tantas veces quedejase de fastidiarle queconsultéaAtticus.

—¿Calculasquetienelasolitaria?Atticus dijo que no, que Jem estaba creciendo.Debía tener paciencia con él y

molestarlelomenosposible.Este cambio de Jem se había producido en cuestión de unas semanas.Mistress

Dubose todavíanosehabíaenfriadoensusepultura…y,sinembargo,Jemparecíahaberagradecidoya losuficientemicompañíadurante losdíasenquefuea leerle.Delanochealamañana,alparecer,Jemhabíaadquiridounjuegoextrañodevaloresy trataba de imponérmelos amí: varias veces llegó al extremo de decirme lo quedebíahacer.Despuésdeunaltercado,rugió:

—¡Yaseríahoraqueempezasesaserunamuchachayaportartedebidamente!YoestalléenlágrimasycorríabuscarconsueloenCalpurnia.—NoteacongojesmuchopormísterJem…—empezóella.—¿Mís…terJem?—Sí,ahorayavieneaser,pocomásomenos,místerJem.Noestanmayor—dijeyo—.Todoloquenecesitaesalgunoqueledéunapaliza,

peroyonosoybastantefuerte.Niña —respondió Calpurnia—, si míster Jem está creciendo, yo no puedo

remediarlo.Ahora querrá estarmuchos ratos solo, haciendo todo lo que hacen losmuchachos,demodoquecuandotengasnecesidaddecompañíapuedesentrarenlacocina.Aquídentroencontraremosinfinidaddecosasquehacer.

Elprincipiodeaquelveranosepresentabaprometedor: Jempodíahacer loquequisiera; yo me pasaría el día con Calpurnia, hasta que llegase Dill. Ella parecíacontentadevermecuandoaparecíaporlacocina,yalobservarlaempecéapensarqueelsermujerrequeríaciertahabilidad.

Pero llegó el verano sinqueDill hubiese llegado.Recibí de él una carta yunafotografía.Lacartadecíaqueteníaunpadrenuevo,cuyoretratomeacompañaba,yquetendríaquequedarseenMeridianporqueproyectabanconstruirunbotedepesca.Sunuevopadre era abogadocomoAtticus, peromuchomás joven.Teníauna caraagradable,por locualmealegróqueDill lohubieracapturado,peroquedéabatida.Dill terminaba diciendo que me amaría eternamente y que no me preocupase; élvendríaabuscarmeparacasarseconmigotanprontocomotuviesedinerosuficiente,y,portanto,queleescribiera.

Elhechode tenernoviopermanentemecompensabamuypocodesuausencia.Jamásme había detenido a pensarlo, pero el verano era Dill junto al estanque de

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pecesfumandocordeles,susojosanimadosporcomplicadosplanesparahacersaliraBooRadley;elveranoeralaprontitudconqueDilllevantabaelbrazoymebesabacuando Jem no estaba mirando, las añoranzas que cada uno de nosotros notaba aveces que el otro sentía. Con él vida era una dulce rutina; sin él, la vida erainsoportable.Mesentídesdichadadurantedosdías.

Como si esto no fuese bastante, convocaron la legislatura del Estado para unasesión de urgencia y Atticus estuvo ausente un par de semanas. El gobernadoransiaba arrancar unos cuantos percebes del barco del Estado; había unas huélgasestacionariasenBirmingham; lascolasdelpancrecíancadadíaen lasciudades, lagente del campo se empobrecía. Pero estos acontecimiento encontraban a unadistanciatremendadelmundodeJemymío.

UnamañananossorprendióverenelMontgomeryAdvertiseunacaricaturaconelpie:'Finch,deMaycom'.PresentabaaAtticusconpantalóncortoylospiesdescalzos,encadenadoaunamesa escritorio: estaba escribiendodiligentementemientrasunaschicasdeaspectofrívololegritaban:¡Oye,tú!'.

—Estoesunelogio—explicóJem—.Atticuspasaeltiempohaciendocosasquesinadielashicieraquedaríanporhacer.

—¿Eh?Ademásdeotrascaracterísticasrecientementeadquiridas,habíaasumidounaire

enloquecedordehombreenterado.—Ah, Scout, cosas tales como reorganizar el sistema de impuestos de los

condados,yporelestilo.Paralamayoríadehombressoncuestionesextremadamenteáridas.

—¿Cómolosabes?—Oh,veteydéjameenpaz.Estoyleyendoelperiódico.Jemviocumplidosudeseo.Yomefuialacocina.Mientraslesquitabalavainaalosguisantes,Calpurniadijodepronto:—¿Quéharéconvosotrosestedomingoalahoradeiralaiglesia?—Nada,mefiguro.—Calpurniaentornólosojosyyoadivinéloquepasabapor

sumente—.Cal—ledije—,ya sabesquenosportaremosbien.Hace añosquenohemoshechonadamaloenlaiglesia.

Evidentemente,Calpurniaseacordabadeundomingodelluviaenqueestábamosalavezsinpadreysinmaestro.Abandonadaasuspropiasiniciativas,laclaseatóaEuniceAnnSimpsonaunasillaylapusoenelcuartodelacalderadelacalefacción.Luegonosolvidamosdeellaysubimosentropelaltemplo,yestábamosescuchandomuycalladoselsermóncuandodelostubosdelradiadorsalióunruidoespantosodeporrazos,persistiendohastaquealgunofueainvestigarytrajoaEuniceAnndiciendoquenoqueríarepresentarmáselpapeldeShadrach…JemFinchdijoquesiEuniceteníabastantefenosequemaría,peroallíabajohacíamuchocalor.

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—Además,Cal,éstanoeslaprimeravezqueAtticusnosdejasolos—protesté.—Sí,perosiempreseaseguradequevuestramaestraestaráallí.Estaveznohe

oídoquelodijera;mefiguroquelohabráolvidado.—Calpurniaserascólacabeza.De pronto sonrió—. ¿Os gustaría, a míster Jem y a ti, venir al templo conmigo,mañana?

—¿Deveras?—¿Quémedices?—inquirióellaconunasonrisa.SiCalpurniamehabíabañadosinmiramientosenotrasocasiones,nohabíasido

nada comparado con la inspección de lamaniobra habitual de aquel sábado por lanoche.Mehizoenjabonar todoel cuerpodosveces,pusoaguanuevaen labañeraparacadaaclarado;mehundiólacabezaenlapila,ymelalavóconjabónOctagonyjabóndeCastilla.AJemlehabíaconcedidosuconfianzaduranteaños,peroaquellanocheinvadiósusdominios,provocandounestallido:

¿Acaso en esta casa nadie puede tomar un baño sin que toda la familia estémirando?

A la mañana siguiente empezó la tarea más temprano que de costumbre, para'repasarnuestrasropas'.CuandoCalpurniasequedabaapasarlanocheconnosotrosdormíaenuncatreplegable,enlacocina;aquellamañanaelcatreestabacubiertoconnuestros vestidos domingueros. Había almidonado tanto el mío que, cuando mesentaba,elvestidoquedabaenalto,comounatienda.Mehizoponerlasenaguasymerodeó la cintura con una faja color rosa. Y frotó mis zapatos de charol con unpanecillofríohastaqueseviólacaraenellos.

—ParececomosifuéramosaunMartesdeCarnaval—dijoJem—.¿Aquévienetodoeso,Calpurnia?

—Noquieroquenadiedigaquenocuidodemisniños—murmuróCalpurnia—.MisterJem,deningúnmodopuedesllevaresacorbataconaqueltraje.Esverde.

—¿Cuálvamejor?—Laazul.¿Nolasdistingues?—¡Eh,eh!—gritéyo—.Jemesciegoparaloscolores.Jemsepusoencarnadoderabia,peroCalpurniadijo:—Varnos,dejadlolosdos.Váisaira'PrimeraCompra'conlasonrisaenlacara.La 'PrimeraCompraAfricanM.E.Church' estaba en losQuarters, fuera de los

límitesmeridionalesdelaciudad,alotroladodeloscaminosdelasaserradoras.Eraun antiguo edificio de madera, cuya pintura se desconchaba, el único templo deMaycombconcampanarioycampana,llamado'PrimeraCompra'porquelapagaroncon sus primeras ganancias los esclavos liberados. Los negros celebraban culto enellatodoslosdomingos,ylosblancosibanajugarallílosdíasdetrabajo.

Elpatioeradearcilladuracomoladrillo,lomismoqueelcementerioquehabíaallado.Simoría alguienduranteunperiodo seco, cubrían el cadáver conpedazosde

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hielohastaquelalluviaablandabalatierra.Unascuantassepulturasdelcementerioestaban cubiertas con losas sepulcrales que se desmijaban; las más nuevaspresentaban el contorno señalado con cristales de brillantes colores y botellas de'Coca-Cola'rotas.Lospararrayosqueguardabanalgunastumbasdenotabanmuertosqueteníanundescansoinquieto;enlascabecerasdelastumbasdelosniñosseveíancabosdeciriosconsumidos.Erauncementeriodichoso.

Alentrarenelpatiodelaiglesianosdiolabienvenidaelolorcálido,agridulce,denegrolimpio:locióndeCorazonesdeAmormezcladaconasafética,rapé,ColoniaHoyt,tabacodemascar,mentaytalcolila.

Cuando nos vieron a Jem y a mí en compañía de Calpurnia, los hombresretrocedieronunospasosysequitaronlossombreros;lasmujerescruzaronlosbrazossobrelacintura,gestoscotidianosderespetuosaatención.Yseparándoseendosfilasnos dejaron un estrecho sendero hasta la puerta de la iglesia. Calpurnia caminabaentre Jem y yo, respondiendo a los saludos de sus vecinos, vestidos con ropas decoloresllamativos.

—¿Quésepropone,missCal?—preguntóunavozdetrásdenosotros.LasmanosdeCalpurniacorrieronaposarseennuestroshombros,ynosotrosnos

paramosymiramosanuestroalrededor;detrás,depieenelsenderohabíaunamujernegrayalta.Cargabaelpesodelcuerposobreunapiernayapoyabaelcodoizquierdoenlacurvadelacadera,señalándonosconlapalmadelamanocaraarriba.Teníalacabezacomounabala,unosojosrarosenformadealmendra,lanarizrectaylabocadibujandounarcoindio.Parecíamedirsietepiesdeestatura.

SentíquelamanodeCalpurniasemeclavabaenelhombro.—¿Quéquieres,Lula?—preguntóconunosacentosquenolehabíaoídoemplear

jamás.Hablabaconvozcalmosaydespectiva.—Quiero saber por qué traes niños blancos a una iglesia negra —dijo con

lenguajedialectal.—Sonmisacompañantes—contestóCalpurnia.Otravezmeparecióextrañasu

voz:hablabacomolosdemásnegros.—Si, y creo que tú eres la compañía que hay en casa de los Finch durante la

semana.Unmurmulloseextendióporlamultitud.—No te asustes —me susurró Calpurnia, aunque las rosas de su sombrero

temblabandeindignación.CuandoLulavinohacianosotrosporelsendero,Calpurniadijo:—Páratedondeestás,negra.Lulasedetuvo,peroreplicó:—Notienesobligaciónalgunadetraerniñosblancosaquí:ellostienensuiglesia,

nosotrostenemoslanuestra.Esnuestraiglesia,¿verdadquesí,missCal?

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—EselmismoDios,¿verdadquesí?—replicóCalpurnia.Jemintervino:—Vámonosacasa,Cal;nonosquierenaquí…Yo estuve de acuerdo: no nos querían allí.Más bien que verlo, percibí que la

masadegentesenosacercaba.Parecíanapiñarsehacianosotros,perocuandolevantélamiradahaciaCalpurniaviunaexpresióndivertidaensusojos.Cuandomefijédenuevoenelsendero,Lulahabíadesaparecido.Ensulugarhabíaunsólidomurodegentedecolor.

Unnegrosaliódelamuchedumbre.EraZeebo,elquerecogíalabasura.—Míster Jem—dijo—, estamos contentísimos de tenerles a ustedes aquí. No

haga ningún caso a Lula, está hoy muy susceptible porque el reverendo Sykes laamenazóconpurificarla.Esunacamorristadetodalavida,tieneideasextravagantesymanerasaltaneras…;todosestamoscontentísimosdetenerlosaustedesaquí.

Con esto Calpurnia nos dirigió hacia la puerta del templo, donde el reverendoSykesnossaludóynosacompañóhastaelprimerbanco.

El interior de 'PrimeraCompra' estaba sin techoy sin pintar.A lo largode susparedescolgaban,deunossoportesdebronce,unlámparasdepetróleo,apagadas;losbancoserandepino.Detrásdeltoscopúlpitoderobleunabanderadesedadeunrosadescoloridoproclamaba: 'DiosesAmor',únicoadornodel templo,siseexceptuabaunhuecograbadodelcuadrodeHuntLaLuzdelMundo.Nohabíasignoalgunodepiano, órgano, programas de iglesia… La impedimenta eclesiástica familiar queveíamos todos los domingos. Dentro se reflejaba una luz vaga, con un frescorhúmedo disipado por la aglomeración de fieles. En cada asiento había un abanicobaratodecartónpresentandounabigarradoJardíndeGetsemaní,regalode'FerreteríaTyndalCo.'('Nombreustedloquequiera,nosotroslovendemos').

Calpurnianosempujóhaciaelfinaldelafila,ysesentóentreJemyyo.Buscóenelbolso,sacóelpañueloydesatóelduronudodemonedafraccionariaqueteníaenunapunta.MediounamonedadediezcentavosamíyotraaJem.

—Nosotrostenemosdineronuestro—susurrómihermano.—Guardadlo—respondióCalpurnia—,soismisinvitados…LacaradeJemmanifestóunabreveindecisiónacercadelvaloréticoderetenersu

monedapropia,perosucortesíainnatavenció,ysepusolamonedadediezcentavosenelbolsillo.Yoseguísuejemplosinningúnescrúpulodeconciencia.

—Cal—murmuré—,¿dóndeestánloslibrosdeloshimnos?—Notenemos—mecontestó.—¿Puescómo…?—Ssssitt—meordenó.ElreverendoSykesestabadepiedetrásdelpúlpito,miraalacongregaciónpara

imponer silencio. Era un hombre bajo, recio, con un traje negro, corbata negra,

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camisa blanca y una cadena de reloj de oro que brillaba a la luz de las ventanastranslúcidas.

—Hermanos y hermanas —dijo—, nos alegra particularmente tener compañíanuevaentrenosotrosestamañana:MissymisterFinch.Todosconocéisasupadre.Pero antes de empezar leeré unas noticias. —El reverendo Sykes revolvió unospapeles, escogió uno y lo sostuvo con el brazo bien estirado—. La MissionarySocietysereúneencasadelahermanaAnnetteReeveselmartespróximo.Traedlalaborde costura.—Enotropapel leyó—:Todos estáis enteradosdel problemaqueafecta al hermano Tom Robinson. Ha sido un miembro fiel de 'Primera Compra'desde era un muchacho. La recaudación que se recoja hoy y los tres domingosveniderosladestinamosaHelen,suesposa,paraayudarleencasa.

YolediuncodazoaJem.—EsteeselTomqueAtticus…—¡Ssstt!Me volví a Calpurnia, pero me hizo callar antes de que abriese la boca.

Mortificada,fijémiatenciónenelreverendoSykes,queparecíaesperaraqueyomeapaciguase.

—Elmaestrodemúsicatengalabondaddedirigirnosenelprimerhimno—dijo.Zeebo se levantó de su banco y vino al pasillo central, parándose delante de

nosotros,decaraalacongregación.Llevabaunlibrodehimnosmuydestrozado.Loabrióydijo.

—Cantaremoselnúmerodossesentaytres.Aquelloerademasiadoparamí.—¿Cómo vamos a cantar si no hay libros de himnos? Calpurnia murmuró,

sonriendo:—Cállate,niña;dentrodeunminutoloverás.Zeeboseaclarólagargantayleyóconunavozqueeracomoelretumbardeuna

artilleríadistante:—Hayunpaísalotroladodelrío.Milagrosamente conjuntadas, un centenar de voces cantaron las palabras de

Zeebo.Laúltimasílaba,prolongadaenunroncoybajoacorde,fueseguidaporlavozdeZeebo:

—Quenosotrosllamamoseternamentedelicioso.La música se levantó de nuevo a nuestro alrededor; la última nota vibró

largamente,yZeebolaunióconelversosiguiente:—Ysólollegamosaaquellaorillaporlaleydelafe.Lacongregacióntitubeó,Zeeborepitióelversoconcuidado,ylocantaron.Enel

coro,Zeebo cerró el libro, lo cual era una señal para que la congregación siguieraadelantesinsuayuda.

Acontinuacióndelasnotasmurientesde'Jubileo',Zeebodijo:

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—Enaquellejanopaísdedeliciaseternas,alotroladodelríoluminoso.Verso por verso, las voces siguieron con sencilla armonía hasta que el himno

terminóenunmelancólicomurmullo.YomiréaJem,queestabamirandoaZeeboporelrabillodelojo.Tampocoyolo

considerabaposible;peroamboslohabíamosoído.EntonceselreverendoSykessuplicóalSeñorquebendijesealosenfermosyalos

quesufrían,actoquenosediferenciabadeloshábitosdenuestraiglesia,exceptoqueelreverendoSykessolicitólaatencióndelaDivinidadhaciavarioscasosconcretos.

Ensusermón,elreverendodenunciósintapujoselpecado,explicóausteramenteellemadelapareddesuespalda;advirtióasurebañocontralosmalesdelasbebidasfuertes, del juego y de mujeres ajenas. Los contrabandistas de licores causabansobrados contratiempos en los Quarters, pero las mujeres eran peores. Como mehabía pasado con frecuencia en mi propio templo, otra vez me enfrentaba con ladoctrinadelaImpurezadelasMujeresqueparecíapreocuparatodoslosclérigos.

Jem y yo habíamos oído el mismo sermón un domingo y otro, con una solavariante.ElreverendoSykesutilizabasuPúlpitoconmáslibertadparaexpresarsusopiniones sobre los alejamientos individuales de la gracia: JimHardyhabía estadoausente de la iglesia durante cinco domingos, sin encontrarse enfermo; ConstanceJackson tenía que vigilar su comportamiento: estaba en grave peligro por pelearseconsusvecinas;habíalevantadoelúnicomurodeodiodelahistoriadelosQuarters.

El reverendo Sykes concluyó su sermón. Puesto de pie al lado de una mesaenfrentedelpúlpito,reclamóeltributodelamañana,unprocedimientoqueaJemyamínosresultabaextraño.Unotrasotro,losfielesdesfilarondejandocaermonedasdecinco y de diez centavos en un cazo esmaltado de café. Jem y yo seguimos elejemplo,yrecibimosuntierno:

—Muchasgracias,muchasgracias—mientrasnuestrasmonedastintineaban.Con gran sorpresa nuestra, el reverendo Sykes vació el cazo sobre la mesa y

rastrillólasmonedashacialapalmadesumano.Luegoseirguióydijo:—Estonoesbastante,hemosdereunirdiezdólares.—Lacongregaciónseagitó

—. Todos sabéis para qué: Helen no puede dejar a sus hijos para irse a trabajarmientrasTomestáenlacárcel.Sitodosdandiezcentavosmás,lostendremos…—ElreverendoSykeshizounaseñalconlamanoyordenóconvozfuerteaalgunosdelfondodelaiglesia—:Alec,cierralaspuertas.Deaquínonadiehastaquetengamosdiezdólares.

Calpurniahurgóensubolsoysacóunmonederodecueroajado.—No,Cal—susurróJem,cuandoellaleentregabaunbrillantecuartodedólar—,

podemosponernuestrasmonedas.Damelatuya,Scout.La atmósfera empezaba a cargarse, y pensé que el reverendo Sykes quería

arrancarasurebañolacantidadrequeridabañándolosensudor.Seoíaelchasquear

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de los abanicos, los pies restregaban el suelo, losmascadores de tabaco sufrían loindecible.

ElreverendoSykesmedejópasmadadiciendo:—CarlosRichardson,notehevistosubirporestepasillotodavía.Unhombredelgado,conpantalonescaqui,subióydepositóunamoneda.Delos

fielesselevantóunmurmullodeaprobación.EntonceselreverendoSykesdijo:—Quiero que todos los que no tenéis hijos hagáis un sacrificio y déis diez

centavosporcabeza.Deestemodoreuniremoslopreciso.Lenta,penosamente,serecogieronlosdiezdólares.Lapuertaseabrióyunchorro

deairetibionosreanimóatodos.Zeeboleyó,versoporverso,EnlastempestuosasorillasdelJordányelserviciosedioporconcluido.

Queríaquedarmeaexplorar,peroCalpurniameempujóhaciaelpasillo,delantede ella. En la puerta del templo, mientras Cal estuvo hablando con Zeebo y sufamilia,JemyyocharlamosconelreverendoSykes.Yoreventabadedeseosdehacerpreguntas,perodeterminéqueesperaríaydejaríaquemelascontestaseCalpurnia.

—Hemos tenido una satisfacción especial al verles aquí —dijo el reverendoSykes—.Estaiglesianotienemejoramigoqueelpadredeustedes.

Micuriosidadestalló.—¿PorquérecaudabandineroparalaesposadeTomRobinson?—¿No ha oído el motivo? —preguntó el reverendo—. Helen tiene tres

pequeñuelosynopuedeiratrabajar…—¿Cómonoselosllevaconsigo,reverendo?—pregunté.Eracostumbrequelosnegrosquetrabajabanenelcampoyteníanhijospequeños

los dejasen en cualquier sombramientras ellos trabajaban; generalmente los niñosestaban sentados a la sombra entre dos hileras de algodón.A los que por edad nopodían estar sentados, las madres los llevaban atados a la espalda al estilo de lasmujeresindias,olosteníanensacos.

ElreverendoSykesvaciló.—Paradecirle laverdad,missJeanLouise,Helenencuentradificultadenhallar

trabajoestosdías…Cuando llegue la temporadade la recolección,creoquemísterLinkDeaslaaceptará.

—¿Porquénoloencuentra,reverendo?Antes de que él pudiera contestar, sentía lamano deCalpurnia enmi hombro.

Bajosupresión,dije:—Ledamoslasgraciasporhabernosdejadovenir.Jemrepitiólafrase,yemprendimoselcaminodenuestracasa.—Cal, ya sé que TomRobinson está en el calabozo y que ha cometido algún

terribledelito,pero¿porquénoquierencontrataraHelenlosblancos?—pregunté.CalpurniacaminabaentreJemyyoconsuvestidodeveladebarcoysusombrero

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detubo.—EsacausadeloquelagentedicequehahechoTom—contestó—.Lagenteno

deseatenernadaqueverconningunodefamilia.—Pero¿quéhizo,Cal?Calpurniasuspiró.—ElviejomísterBobEwellleacusódehabervioladoasuhijaylehizodetener

yencerrarenlacárcel…—¿MísterEwell?—Mimemoriasepusoenmarcha—.¿Tienealgoquevercon

aquellos Ewell que vienen el primer día de clase y luego se marchan a casa?Caramba,Atticusdijoqueeranlabasuramássucia;jamáshabíaoídohablaraAtticusdenadiecomohablabadelosEwell.Dijo…

—Sí,aquéllosson.—Puesbien,sienMaycombtodoelmundosabequéclasedegentesonlosEwell

deberíancontrataraHelendemuybuenagana…¿Yquéesviolar,Cal?—Esunacosaque se la tendrásquepreguntar amísterFinch—contestó—.El

sabráexplicártelamejorqueyo.¿Tenéishambre?Elreverendohaprolongadomuchoelservicioestamañana;porlogeneralnoestanaburrido.

—Es lomismoquenuestropredicador—dijoJem—.Pero¿porquécantáis loshimnosdeaquellamanera?

—¿Versoporverso?—preguntóCalpurnia.—¿Asílollaman?—Sí,lollamanversoporverso.Sehacedeestemododesdequeyorecuerdo.Jemdijoqueparecíaquepodíanahorrareldinerodelascuestacionesduranteun

añoeinvertirlocomprandounoscuantolibrosdehimnos.Calpurniasepusoareíryexplicó:—Noserviríadenada.Nosabenleer.—¿Nosabenleer?—pregunté—.¿Todaaquellagentenosabeleer?—Esta es la verdad —afirmó Calpurnia, apoyando las palabras con un

movimientodecabeza—.En'PrimeraCompra'nohaymásquecuatropersonasquesepanleer…Yosoyunadeellas.

—¿Dóndefuistealaescuela,Cal?—inquirióJem.—Enningunaparte.Veamosahora…,¿quiénmeenseñóloquesé?Latíademiss

MaudieAtkinson,laancianamissBuford.—¿Tanviejaeres?—SoymásviejaquemísterFinch, incluso.—Calpurniasonrió—.Sinembargo,

no sé con certeza cuán vieja soy. Una vez nos pusimos a rememorar, tratando deadivinar los años que tenía… Sólo recuerdo unos añosmás del pasado que él, demodoquenosoymuchomásvieja,sobretodoteniendoencuentaelhechodequeloshombresnorecuerdantanbiencomolasmujeres.

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—¿Cuándoestucumpleaños,Cal?—Lo celebro porNavidad, de estemodo uno se acuerdamás fácilmente…No

tengounverdaderocumpleaños.—Pero, Cal —protestó Jem—, no pareces tan vieja como Atticus, ni mucho

menos.—Lagentedecolornoacusalaedadtanpronto—explicóella.—Acasoseaporquenosabenleer.Cal,¿aZeeboleenseñastetú?—Sí,místerJem.Cuandoéleraniño,nisiquierahabíaescuela.Detodosmodos

lehiceaprender.Zeebo era el hijo mayor de Calpurnia. Si alguna vez me hubiese detenido a

pensarlo,habríasabidoqueCalpurniaestabaensusañosmaduros:Zeeboteníahijosalamitaddelcrecimiento;peroesquenuncalohabíapensado.

—¿Leenseñasteconunabecedario,comonosotros?—pregunté.—No,lehacíaaprenderunapáginadelaBibliacadadía,yhabíaunlibroconel

quemissBufordmeenseñóamí…Apuestoaquenosabéisdedónde losaqué—dijo.

No,nolosabíamos.—VuestroabueloFinchmeloregaló—dijoCalpurnia.—¿ErasdelDesembarcadero?—preguntóJem—.Nuncanoslohabíascontado.—Losoy,enefecto,místerJem.Mecriéalláabajo,entrelaMansiónBufordyel

Desembarcadero.HepasadomisdíastrabajandoparalosFinchoparalosBuford,ymetrasladéaMaycombcuandosecasarontupapáytumamá.

—¿Quélibroera,Cal?—LosComentariosdeBlackstone.Jemsequedódeunapieza.—¿QuieresdecirqueenseñasteaZeeboconaquello?—Puessi,señor,místerJem.—Calpurniasellevólosdedosalabocacongesto

tímido—.Eran los únicos libros que tenía. Tu abuelo decía quemísterBlackstoneescribíauninglésexcelente.

—Heahíporquénohablascomoelrestodeellos—dijoJem.—¿Elrestodecuáles?—Delagentedecolor.Peroenlaiglesia,Cal,hablabascomolosdemás…JamássemehabíaocurridopensarqueCalpurniallevaseunamodestadoblevida.

Laideadequetuvieseunaexistenciaapartefueradenuestracasa,eranuevaparamí,pornohablardelhechodequedominaradosidiomas.

—Cal—le pregunté—, ¿por qué hablas el lenguaje negro con… con tu gente,sabiendoquenoestábien?

—Pues,enprimerlugar,yosoynegra…—Estonosignificaquedebashablardeaquelmodo,sabiéndolohacermejor—

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objetóJem.Calpurnia se ladeó el sombrero y se rascó la cabeza; luego se caló

cuidadosamentesobrelasorejas.—Esmuydifícilexplicarlo—dijo—.SupónquetúyScouthabláseisencasael

lenguajenegro;estaríafueradelugar,¿noesverdad?Pues,¿quéseríasiyohablaselenguaje blanco conmi gente, en la iglesia, y conmis vecinos? Pensarían quemehabíadadolapretensióndeaventajaraMoisés.

—Pero,Cal,túsabesquenoesasí—protesté.—Noesnecesarioqueunoexplique todo loquesabe.Noes femenino…Y,en

segundolugar,alagentenolegustaestarencompañíadeunapersonaquesepamásqueellos.Lesdeprime.No transformaría aninguno,hablandobien; esprecisoqueseanellosmismoslosquequieranaprender,ycuandonoquieren,unonopuedehacerotracosaquetenerlabocacerrada,ohablarsumismoidioma.

—Cal,¿puedoiravertealgunavez?Ellamemiró.—¿Iravenme,cariño?Mevestodoslosdías.—Iravertea tucasa—dije—.¿Algunavezdespuésdel trabajoAtticuspodría

pasarabuscarme?—Siemprequequieras—contestó—.Terecibiremosconmuchogusto.Estábamosenlaacera,delantedelaMansiónRadley.—Miraaquelporchedeallá—dijoJem.Yomiré hacia laMansiónRadley, esperandoque vería a su ocupante fantasma

tomandoelsolenlamecedora.Peroestabavacía.—Quierodecirnuestroporche—puntualizóJem.Miré calle abajo. Enamorada de sí misma, erguida, sin soltar prenda, tía

Alexandra estaba sentada en una mecedora, exactamente igual que si se hubierasentadoallítodoslosdíasdesuvida.

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—Ponmimaletaeneldormitoriodelafachada,Calpurnia—fueloprimeroquedijotíaAlexandra.Ylosegundoquedijo,fue:

—JeanLouise,dejaderascartelacabeza.CalpurniacogiólapesadamaletadetíaAlexandrayabriólapuerta.—Yolallevaré—dijoJem—.Ylallevó.Despuésoíquelamaletaheríaelsuelo

deldormitorio conungolpe sordo.Un ruido revestidode la cualidaddeuna sordapermanencia.

—¿Havenidodevisita,tiíta?—pregunté.TíaAlexandra salía pocas veces delDesembarcadero para venir a visitarnos, y

viajabacontodapompa.Teníaun'Buik'cuadrado,verdebrillante,yunchofernegro,ambosconservadosenunestadode limpiezapocosaludable,peroaqueldíano losveíaporningunaparte.

—¿Nooslodijovuestropadre?—preguntó.Jemyyomovimoslacabezanegativamente.—Probablementeseleolvidó.Nohallegadotodavía,¿verdad?—No,generalmentenoregresahastamuyentradalatarde—respondióJem.—Bien,vuestropadreyyodecidimosqueyaerahoradequepasaraalgúnrato

convosotros.EnMaycomb 'un rato' significabaunperíodode tiempoquepodíaoscilarentre

tresdíasytreintaaños.Jemyyonosmiramos.—AhoraJemcrecemuchoytútambién—medijo—.Decidimosquealosdosos

conveníarecibiralgunainfluenciafemenina.Nopasaránmuchosaños,JeanLouise,sinqueteinteresenlosvestidosylosmuchachos…

Yo habría podido replicar con varias respuestas: 'Cal es una mujer', 'Pasaránmuchos años antes de que me interesen los muchachos', 'Los vestidos no meinteresaránnunca'.Peroguardésilencio.

—¿YtíoJimmy?—PreguntóJem—.¿Vendrátambién?—Oh,no,élsequedaenelDesembarcadero.Conservarálafincaenmarcha.Enelmismomomentoenquedije:—¿Noleecharáusteddemenos?—comprendíquenoeraunapreguntacontacto.

Que tío Jimmy estuviera presente o ausente no implicaba una gran diferencia; tíoJimmynuncadecíanada.TíaAlexandrapasóporaltolapregunta.

No semeocurrió ningunaotra cosa quedecirle.Lo cierto es quenunca semeocurría nada que decirle, y me senté pensando en conversaciones pretéritas, ypenosas, que habíamos sostenido: «¿Cómo estás, Jean Louise?», «Perfectamente,gracias, señora,¿cómoestáusted?»,«Muybien,gracias.¿Quéhashecho todoestetiempo?», «¿No haces nada?», «No», «Tendrás amigos, ciertamente», «Sí», «Bien,

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¿puesquéhacéistodosjuntos?»,«Nada».Eraevidentequetiítamecreíaenextremoobtusa,porqueunavezoíqueledecía

aAtticusqueyoeratardadecomprensión.Detrásdetodoaquellohabíaunahistoria,peroyonoqueríaquetíaAlexandrala

sacasea floteenaquelmomento:aqueldíaeradomingo,yenelDíadelSeñor tíaAlexandrasemostrabapositivamenteirritable.Mefiguroquesedebíaasucorsédelos domingos. No era gorda, aunque símaciza, y escogía prendas protectoras queelevasensusenoaunaalturadevértigo,leredujeranlacintura,pusieranderelievelaparte posterior y lograran dar idea de que en otro tiempo tía Alexandra fue unafiguritadeadorno.Desdetodoslospuntosdevista,eraunacosaestupenda.

El resto de la tarde transcurrió enmediode la suavemelancolía quedesciendecuandosepresentan losparientes,pero la tristezasedisipócuandooímosentraruncoche en el paseo. Era Atticus que regresaba deMontgomery. Jem, olvidando sudignidad,corrióconmigoasuencuentro.Ellecogiólacarteraymaleta,yosaltéasusbrazos,percibísubesovagoyseco,yledije:

—¿Metraesunlibro?¿Sabesquetiítaestáaquí?Atticusrespondióaambaspreguntasafirmativamente.—¿Tegustaríaquevinieseavivirconnosotros?Yodijequemegustaríamucho,locualeraunamentira,perunodebementiren

ciertas circunstancias… y en todas las ocasiones en que no puede modificar lascircunstancias.

—Hemoscreídoquehacíatiempoquevosotros,lospequeños,necesitábais…Ea,lacosaestáasí,Scout—dijoAtticus—,tutíamehaceunfavoramilomismoqueavosotros.Yonopuedoestaraquítodoeldía,yelveranovaasermuycaluroso.

—Sí, señor —respondí, sin haber entendido ni una palabra de lo dicho. Noobstante,semeantojabaquelaaparicióndetíaAlexandraenlaescenanoeratantoobra deAtticus comode ellamisma.Tiíta tenía lamanía de sentenciar qué era 'lomejor para la familia', y supongoque el venir a vivir connosotros entraba en estacategoría.

Maycomb le dio la bienvenida. Miss Maudie Atkinson preparó un pastel tancargadode licorquemeembriagó;missStephanieCrawford lehacía largasvisitas,queconsistíanprincipalmenteenquemissStephaniemovíalacabezaparadecir:'Oh,oh,oh'.MissRachel,ladelapuertadeallado,reteníaatíaAlexandraatomarelcafépor las tardes, y míster Nathan Radley llegó al extremo de subir al porche de lafachadaydecirlequesealegrabadeverla.

Cuando estuvo definitivamente acomodada con nosotros y la vida recobró suritmo cotidiano, pareció como si tía Alexandra hubiese vivido siempre en nuestracasa. Los refrescos con que obsequiaba a la SociedadMisionera se sumaron a sureputación como anfitriona. (No permitía que Calpurnia preparase las golosinas

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requeridasparaquelaSociedadaguantaseloslargosinformessobrelosCristianosdearroz[4]).SeafilióalClubdeEscribientesdeMaycombypasóaserlasecretariadelmismo. Para todas las reuniones, que constituían la vida social del condado, tíaAlexandra era uno de los pocos ejemplares que quedaban de su especie: teníamodalesdeyatefluvialydeinternadodeseñoritas;encuantosalíaarelucirlamoralencualquieradesusformas,ellaladefendía;habíanacidoencasoacusativo;eraunamurmuradoraincurable.CuandotíaAlexandrafuealaescuela,laexpresión'dudardesí mismo' no se encontraba en ningún libro de texto; por lo tanto, ignoraba susignificado. Nunca se aburría, y en cuanto se le ofrecía la menor oportunidadejercitabasusprerrogativasreales:componía,aconsejaba,preveníayadvertía.

Jamásdejabaescaparlaocasióndeseñalarlosdefectosdeotrosgrupostribales,paramayorgloriadelnuestro,costumbrequeJemmásbienledivertíaqueleenojaba.

—Tiítadeberíatenercuidadoconloquedice;sacaralsollostrapitossuciosdelamayoríadepersonasdeMaycomb,yresultaquesonparientesnuestros.

Al subrayar el aspectomoral del suicidio de SamMerriweather, tía Alexandradijoqueeradebidoaunatendenciamórbidadelafamilia.Siaunachicadedieciséisañosseleescapabaunarisitaenelcorodelaiglesia,tíaAlexandradecía:

—Eso viene a demostraros, simplemente, que todas las mujeres de la familiaPenfieldsontraviesas.

Según parecía, en Maycomb todo el mundo tenía una tendencia a la bebida,tendenciaaljuego,tendenciaruin,tendenciaridícula.

En una ocasión en que tiíta nos aseguraba que la tendencia demiss StephanieCrawfordaocuparsedelosasuntosdelasotraspersonaserahereditaria,Atticusdijo:

—Hermana,siteparasapensarlo,nuestrageneracióneslaprimeradelafamiliaFinch en que no se casan primos con primos. ¿Dirías tú que los Finch tienen unatendenciaincestuosa?

Tiítadijoqueno,quedeahíveníaquetuviésemoslospieslasmanospequeños.Nunca comprendí que le preocupase tanto la herencia. De ninguna parte había

recogidoyo la ideadequeeranpersonasexcelentesaquéllasqueobraban lomejorquesabíansegúnelcriterioqueposeían,perotíaAlexandraalimentabalacreencia,queexpresabadeunmodoindirecto,dequecuantomástiempohabíaestadoasentadauna determinada familia en el mismo trozo de terreno tanto más distinguida yexcelenteera.

—Deestemodo,losEwellsonunagenteexcelente—decíaJem.LatribuqueformabanBurrisEwellysuhermandadvivíaenelmismopedazode

terreno ymedraba alimentándose del dinero de laBeneficencia del condado desdehacíatresgeneraciones.

La teoríade tíaAlexandra teníaalgo,noobstante,que la respaldaba.Maycomberaunaciudadantigua.EstabaveintemilmillasalestedelDesembarcaderodeFinch,

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absurdamente tierra adentro para una población tan antigua. PeroMaycombhabríaestadoenclavadamáscercadelríosinohubiesesidoporeltalentodespiertodeunSinkfield,queenlosalboresdelahistoriaregentabaunaposadaenlaconjuncióndedoscaminosdecabras,laúnicatabernadelterritorio.Sinkfield,quenoerapatriota,proporcionabaysuministrabamunicionesalosindiosyaloscolonosporigual,sinsaberniimportarlesiformabanpartedelterritoriodeAlabamaodelanacióncreek,contalqueelnegociosedierabien.YelnegocioeraexcelentecuandoelgobernadorWilliamWyat Bibb, con el propósito de promover la paz doméstica del condadorecién formado, envió un equipo de inspectores a localizar el centro exacto paraestablecerallí lasededelGobierno.Los inspectores,huéspedessuyos,explicaronaSinkfieldqueseencontrabaenloslímitesterritorialesdelcondadodeMaycomb,yleenseñaronellugardondeprobablementeseerigiríalacapitaldelmismo.SiSinkfieldno hubiese dado un golpe audaz para salvar sus intereses,Maycombhabría estadoenclavado enmedio de laCiénaga deWinston, un lugar totalmente desprovisto deinterés.EncambioMaycombcrecióy seextendióapartirde sueje, laTabernadeSinkfield, porque éste, una noche, redujo a sus huéspedes a la miopía de laborrachera,lesindujoasacarsusmapasyplanos,yatrazarunacurvaaquíyañadiruntrocitoallí,hastasituarelcentrodelcondadoenelpuntoqueaélleconvenía.Aldía siguiente les hizo recoger el equipaje y los envió armados de sus planos y decincocuartosdegalóndelicor:dosporcabeza,yunoparaelgobernador.

ComolaprimerarazóndesuexistenciafueladeservirdesedeparaelGobierno,Maycombseahorródesdeunprincipio,elaspectosucioymíseroquedistinguíaalamayoría de las poblaciones de Alabama de su categoría. Ya en el principio tuvoedificiossólidos,unodeellosparaeljuzgado,unascallesgenerosamenteanchas.LaproporcióndeprofesionesliberaleseramuyelevadaenMaycomb:unopodíairalláaque learrancasenundiente, le reparasenelcarromato, leauscultasenelcorazón, leguardaseneldinero, lesalvasenelalma,oaqueelveterinario lecurase lasmulas.Pero la sabiduría de largo alcance de lamaniobra de Sinkfield puede someterse adiscusión.Sinkfieldsituólaciudaddemasiadolejosdelúnicomediodetransportedeaquellosdías—laembarcaciónfluvial—yunhombredelextremonortedelcondadonecesitaba dos días de viaje para ir a proveerse de géneros en las tiendas deMaycomb. En consecuencia, la población conservó las mismas dimensiones porespacio de un centenar de años, constituyendo una isla en unmar cuadriculado decamposdealgodónyarboledas.

Aunque Maycomb quedó ignorado durante la Guerra de Secesión, la ley deReconstrucción y la ruina económica la obligaron a crecer. Creció hacia dentro.Raramente se establecían allí personas forasteras: lasmismas familias se unían encasamientoconotrasmismasfamilias,hastaquetodoslosmiembrosdelacomunidadtuvieron una ligera semejanza. De cuando en cuando alguno regresaba de

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MontgomeryodeMobileconunaparejaforastera,peroelresultadosólocausabaunaligera ondulación en la tranquila corriente del parecido de las familias. Todo elloseguíaigual;pocomásomenos,durantemisprimerosaños.

EnMaycomb existía ciertamente un sistema de castas; pero para mi modo depensarfuncionabandeestemodo:sepodíapredecirquelosciudadanosmásantiguos,lapresentegeneracióndelosmoradoresquehabíanvividocodoacododuranteañosyaños,serelacionaríanyseuniríanentresí;tenderíanalasactitudesadmitidas,alosrasgos generales del carácter y hasta a los gestos que habían repetido en cadageneración y que el tiempo había refinado. Así pues, las sentencias: 'NingúnCrawford se ocupa de asuntos'. 'De cada tresMerriweather uno es enfermizo', 'LaverdadnosehallaencasadelosDelafield','TodoslosBufordcaminandeestemodo',eransimplesguíasdelavidacotidiana.NuncaseaceptabaunchequedeunDelafieldsinunadiscretaconsultapreviaalBanco;missMaudieAtkinsontenía loshombroscaídosporqueeraunaBuford;simistressGraceMerriweathersorbíaGinebra,noeracosainusitada:sumadrehacíalomismo.

TíaAlexandraencajabaenelmundodeMaycomblomismoque lamanoenelguante,perojamásenelmundodeJemymío.Mepreguntétanamenudocómoeraposible que fuese hermana de Atticus y de tío Jack que reavivé en mi mente lashistorias, recordadas amedias, de trueques y raíces demandrágora, inventadas porJemmuchotiempoatrás.

Durante su primermes de estancia, todo esto fueron especulaciones abstractas,pues tenía poca cosa que decirnos a Jemy ami, y sólo la veíamos a las horas decomeryporlanoche,antesirnosalacama.Eraveranoypasábamoseltiempoalairelibre. Naturalmente, algunas tardes, al entrar corriendo a beber un trago de agua,encontrabalasaladeestarinvadidadedamasdeMaycombquebebían,susurrabanyseabanicaban,yamísemeordenaba:

—JeanLouise,venahablarconestasseñoras.Cuandoyoaparecíaenelumbral,tiítateníaunacaracomosilamentasehaberme

llamado;porlogeneralyoiballenadesalpicadurasdebarro,ocubiertadearena….—HablacontuprimaLily—medijounatarde,cuandometuvoenelvestíbulo,

cogidaenlatrampa.—¿Conquién?—pregunté.—ContuprimaLilyBrooke—dijotíaAlexandra.—¿Lilyesprimanuestra?Nolosabía.TíaAlexandraselascompusoparasonreírdeunmodoquetransmitíaunasuave

peticiónde excusas a primaLily y una fuerte reprimenda amí.Más tarde, cuandoLilyBrookesehubomarchado,nosdeclaróaJemyamilolamentablequeeraquenuestropadrehubieraolvidadohablarnosdelafamiliaeinculcarnoselorgullodeserunos Finch. A continuación salió de la sala y regresó con un libro de cubiertas

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moradasconunasletrasimpresasenoroquedecían:MeditacionesdeJoshuaS.StaClair.

—Tuprimoescribióestelibro—dijotíaAlexandra—.Eraunhombrenotable.Jemexaminóelpequeñovolumen.—¿EselprimoJoshuaqueestuvoencerradotantotiempo?—¿Cómoestásenteradodeeso?—preguntóasuveztíaAlexandra.—Caramba,AtticusdijoqueenlaUniversidadlesuspendieronytratódepegarle

untiroalpresidentedeltribunal.DijoqueelprimoJoshuaafirmabaqueelpresidentenoeraotracosaqueunbuscacloacasyque intentódispararcontraélconunaviejapistola de pedernal, sólo que el arma le estalló en lamano. Atticus dice que a lafamilialecostóquinientosdólareselsacarledeaquellío…

TíaAlexandraestabainmóvil,depieytiesacomounacigüeña.—Bastaya—dijo—.Luegohablaremosdeesto.Antesdelahoradeacostarme,estabayoenelcuartodeJemtratandodequeme

prestaseunlibro,cuandoAtticusdiounosgolpecitosenlapuertayentró.SentóseenelbordedelacamadeJem,nosmirómuyserio,yluegosonrió.

—Errr… hummm…—comenzó. Había empezado a adquirir la costumbre depreludiaralgunasde lascosasquedecíaconunossonidosguturales,por locualyopensabaquequizáalfinsehacíaviejo,aunqueteníaelmismoaspectodesiempre—.Nosécómodecirloexactamente—anunció.

—Puesdiloynadamás—replicóJem—.¿Hemoshechoalgo?Nuestropadreseestrujabalosdedos.—No; sólo quería explicarte que… tu tía Alexandra me ha pedido… Hijo, tú

sabesqueeresunFinch,¿verdad?—Estomehandicho.—Jemmirabaporelrabillodelojo.Suvozsubiódetono

sinquelapudieradominar—.Atticus,¿quépasa?Atticuscruzólaspiernasylosbrazos.—Estoytratandodeexplicartelasrealidadesdelavida.EldisgustodeJemfueenaumento.—Conozcotodasesassandeces—dijo.Atticussepusosúbitamenteserio.Consuvozdeabogado,sinlasombradeuna

inflexión,dijo:—TutíamehapedidoqueprobasedeinculcarosatiyaJeanLouiselaideade

quenodescendéisdegentevulgar,dequesóiselproductodevariasgeneracionesdepersonasdebuenacrianza…—Atticus se interrumpióparavercómoyo localizabauna nigua huidiza en mi pierna—. De buena crianza—continuó, cuando la hubeencontradoyescarbado—,yquedebéistratardehacerhonoravuestronombre…Meha pedido que os diga que debéis tratar de portaros como la damita y el pequeñocaballeroquesóis.Quierequeoshabledenuestrafamiliaydeloquehasignificado

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paraelCondadodeMaycombeneltranscursodelosaños,conelfindequetengáisideadequiénessóisyossintáisimpulsadosaobrarenconsecuencia—concluyódeuntirón.

Jemyyonosmiramosatónitos;luegomiramosaAtticusquienparecíamolestarleelcuellodelacamisa.Peronolecontestamosnada.

UnmomentodespuésyocogíunpeinedelamesadeltocadorJemymepuseafrotarsuspúascontraelbordelamesa.

—Acabaconeseruido—ordenóAtticus.Su brusquedadme hirió. El peine estaba amitad de su carrera; lo dejé con un

golpe.Notéquellorabasinmotivoalguno,peronopudereprimirme.Aquélnoeramipadre. Mi padre jamás concebía tales pensamientos. Mi padre nunca hablaba deaquellamanera, Fuese como fuere, tíaAlexandra le había asignado aquel papel.AtravésdelaslágrimasviaJemplantadoenunsimilarestanqueaislamiento;teníalacabezainclinadahaciaunlado.

Aunquenosabiaadóndeir,mevolvíparamarcharmeytopéconlachaquetadeAtticus.Hundílacabezaenellayescuchépequeñosruidosinternosqueseproducíandetrás de la delgada tela azul: el tic-tac del reloj de bolsillo, el leve crepitar de lacamisaalmidonada,elsonidosuavedelarespiracióndemipadre.

—Teroncaelestómago—ledije.—Losé—respondió.—Teconvienetomarunpocodeaguacarbónica.—Latomaré—prometió.—Atticus, esta manera de proceder y todas estas cosas, ¿van a cambiar la

situación?Quierodecir,¿vasa…?Sentísumanodetrásdemicabeza.—Noteinquietespornada—medijo—.Noestiempodeinquietarse.Aloírestaspalabrascomprendíquehabíavueltoconnosotros.Lasangredemis

piernasempezóacirculardenuevoylevantécabeza.—¿Quieresdeverasquehagamostodasesascosas?Yonopuedorecordartodolo

quesedaporsupuestoquelosFinchdeberíanhacer…—Noquieroquerecuerdesnada.Olvídalo.Atticusseencaminóhacialapuertaysaliódelcuarto,cerrandolapuertatrasde

sí.Estuvoapuntodecerrarlaconreciogolpe,perosedominóenelúltimomomentoylacerrósuavemente.MientrasJemyyomirábamosfijamenteenaquelladirección,puertaseabriódenuevoyAtticusasomólacabeza.Teníalascejaslevantadas,yselehabíandeslizadolasgafas.

Cada díame vuelvomás como el primo Joshua, ¿verdad? ¿Creéis que acabarécostándolequinientosdólaresalafamilia?

Ahoracomprendosuintención,peroesqueAtticussóloeraunhombre.Paraesa

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clasedetrabajoseprecisaunamujer.

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AunqueatíaAlexandranolaoímoshablarmásdelafamiliaFinch,escuchamossobradamente a toda la población.Los sábados, armados con nuestrasmonedas dediezcentavos,cuandoJemmepermitíaacompañarle(porentoncesmanifestabaunapositivaalergiaamipresencia,estandoenpublico),avanzábamosserpenteandoentrelas sudorosas turbas reunidas en las aceras, y a veces escuchábamos: 'Ahí van sushijos', o 'Allá hay unos Finch'. Al Volvernos para enfrentarnos con nuestrosacusadores,sóloveíamosunpardegranjerosestudiandolasbolsasparaedemasdelcaparate de laDrogueríaMayco,O a dos regordetas campesinas con sombrero depajasentadasenuncarroHoover.

—A juzgar por lo que se preocupan quienes rigen este condado pueden andarsueltosyviolarelcampoentero—fuelaoscuraobservaciónconquetopamoscuandoun flacoyarrugadocaballero secruzóconnosotros.Locualme recordóque teníaquehacerunapreguntaaAtticus.

—¿Quéesviolar?—lepreguntéaquellanoche.Atticusmemiródesdedetrásdelperiódico.Estabaensusillónjuntoalaventana.

Alhacemosmayores, Jemyyoconsiderábamosunactodegenerosidadconcederletreintaminutosdespuésdecenar.

Elsuspiróydijoqueviolareraconocercarnalmenteaunahembraporlafuerzaysinconsentimiento.

—Bien,sitodoacabaenesto,¿cómocortóCalpurnialaconversacióncuandolepreguntéquéera?

Atticuspareciópensativo.—¿Yesoaquéviene?—Aqueaqueldía,alVolverdelaiglesia,preguntéaCalpurniaquéeraviolary

ellamedijoquetelopreguntaseati,peromehabíaolvidado,yahoratelopregunto.Mipadreteníaelperiódicoenelregazo.—Repítelo,teloruego.YoleexpliquécontododetallenuestraidaalaiglesiaconCalpurnia.AAtticus

pareció gustarle, pero tía Alexandra, que estaba sentada en un rincón cosiendo ensilencio,dejósulaborynosmirófijamente.

—¿AqueldomingoregresábaislostresdeltemplodeCalpurnia?—Sí,ellanosllevó—contestóJem.Yorecordéalgo.—Sí, y me prometió que podría ir a su casa alguna tarde. Atticus, si no hay

inconveniente,iréelpróximodomingo,¿medejas?Caldijoquevendríaabuscarme,sitúestabasfueraconelcoche.

—Nopuedesir.

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LohabíadichotíaAlexandra.Yo,pasmada,mevolvíenredondo,luegogirédenuevolacarahaciaAtticusatiempoparasorprenderlarápidamiradaqueledirigió,peroerademasiadotarde.

—¡Noselohepreguntadoausted!—exclamé.Contodoyserunhombrealto,Atticussabíasentarseylevantarsedelasillacon

másrapidezqueningunaotrapersonaqueyoconociese.Ahoraestabadepie.—Pideperdónatutía—medijo.—Noselohepreguntadoaella,telopreguntabaati…Atticus ladeó la cabezaymeclavóen laparedcon suojobueno.Suvoz sonó

mortalmenteamenazadora.—Losiento,tiíta—murmuré.—Vamos,pues—dijoél—.Quequedeestobienclaro:túharásloqueCalpurnia

temande,harásloqueyotemande,ymientrastutíaestéenestacasa,harásloqueellatemande.¿Comprendes?

Yolocomprendí,reflexionéunmomentoydedujequelaúnicamaneraqueteníade retirarme con un resto de dignidad consistía en irme al cuarto de baño, dondeestuveel rato suficienteparahacerles creerquemimarchahabía respondidoaunanecesidad. De regreso me entretuve en el vestíbulo para escuchar una acaloradadiscusiónqueteníalugarenlasala.PorlarendijadelapuertapudeveraJemenelsofá con una revista de fútbol delante de la cara,moviendo la cabeza como si suspáginascontuvieranuninteresantepartidodetenis.

—Debeshaceralgoconrespectoaella—estabadiciendomitía.Hasdejadoquelascosascontinuaranasídemasiadotiempo,Atticus,demasiadotiempo.

Noveoningúnmalenpermitirlequevayaallá.Calcuidarátanbiendeellacomocuidaaquí.

¿Quiénerala'ella'delacualestabahablando?Elcorazónsemeencogió:erayo.Sentíquelasalmidonadasparedesdeunapenitenciaríamodelosecerrabansobremí,yporsegundavezenmividapenséenhuir.Inmediatamente.

—Atticus,noestámaltenerelcorazóntierno.Túeresunhombresencillo,perotienestambiénunahijaenquienpensar.Unahijaquesehacemayor.

—Enesoestoypensando.—Yno trates de eludir el problema. Tendrás que afrontarlomás pronto omás

tarde,ylomismodaqueseaestanoche.Ahoranolanecesitamos.Atticusreplicóconvozsosegada:—Alexandra,Calpumiano saldrádeesta casahastaqueellaquiera.Túpuedes

pensardeotromodo,peroyonohubierapodidodesenVolvermesinCalpurniatodosestosaños.Esunmiembrofieldeestafamilia,y,simplemente, tendrásqueaceptarlascosascomoestán.Por lodemás,hermana,noquieroqueteestrujescerebropornosotros; no tienesmotivo alguno para hacerlo. Seguimos necesitando aCal como

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nuncalahayamosnecesitado.—Pero.Atticus…—Por otra parte, no creo que los niños hayan perdido nada por que los haya

criadoella.Sialgunadiferenciahay,Calpurniahasidomásduraconellos,enalgunosaspectos, de lo que habría sido una madre… Jamás les ha dejado pasar nada sincastigo, nunca les ha consentido un mal comportamiento, como suelen hacer lasniñerasdecolor.Ha tratadodeeducarlos según suspropias luces,yconsteque lastienemuybuenas…Yotracosa:losniñoslaquieren.

Yorespirédenuevo.Noerademi,eradeCalpurniadequiénestabanhablando.Vueltaalavida,entréenlasala.Atticussehabíaparapetadodetrásdesuperiódico,ytía Alexandra atormentaba su labor. Punk, punk, punk, su aguja rompía el tensocírculo.Seinterrumpióypusolatelamástirante:punk,punk,punk.TíaAlexandraestabafuriosa.

Jemsepusoenpieypisólaalfombraconpasotardo,haciéndomeseñasparaquelesiguiera.Mecondujoasucuartoycerrélapuerta.Teníalacaraseria.

—Sehanpeleado,Scout.Jemyyonospeleábamosmuchoaquellosdías,peronohabíavistonisabidoque

nadiesepeleaseconAtticus.Noerauncuadroreconfortante.—Scout,procuranohacerenfadaratiíta,¿oyes?Como las observaciones de Atticus me escocían aún, no supe ver el tono de

súplicadelaspalabrasdeJem.Ericéelpelodenuevo.—¿Estástratandodedecirmeloquedebohacer?—No, lo que hay… Atticus tiene muchas cosas en la cabeza actualmente sin

necesidaddequenosotrosledemosdisgustos.—¿Quécosas?—Atticusnoparecíatenernadaespecialenlacabeza.—ElcasoesedeTomRobinsonledaunasinquietudesdemuerte…Yo dije que Atticus no se inquietaba por nada. Por otra parte, el caso no nos

causabamolestiasmásquevezporsemana,yentoncestodavíanodurabamucho.—Estoesporquenopuedesretenernadaenlamente,salvouncortorato—dijo

Jem—.Conlagentemayoresdistinto;nosotros…Aquellos días su enloquecedora superioridad se hacía insoportable. No quería

hacer otra cosa que leer y marcharse solo. Sin embargo, todo lo que leía me lopasaba,peroconestadiferencia: antesme lopasabaporquecreíaquemegustaría;ahora,paraquemeedificaseymeinstruyese.

—¡Tresmilrecanastos,Jem!¿Quiéntefigurasser?—Ahoralodigoenserio,Scout;sihacesenfadaranuestratía,yo…yotezurraré.Conestoperdílosestribos.—¡Somalditomamarracho,temataré!Jemestabasentadoenlacamayfuefácilcogerleporelcabellodeencimadela

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frente y descargarle un golpe en la boca. El me dio un cachete, yo intenté otropuñetazoconla izquierda,perounosuyoenelestómagomeenvióalsueloconlosbrazos y las piernas extendidos. El golpe me dejó casi sin respiración, pero noimportaba, porque veía que Jem estaba luchando, respondía a mi ataque. Todavíaéramosiguales.

—¡Ahoranotesientestanaltoypoderoso!¿Verdadqueno?—gritévolviendoalataque.

Jem continuaba en la cama, por lo cual no pude plantarme sólidamente en elsuelo, y me arrojé contra él con toda la fuerza que pude, golpeando, tirando,pellizcando, arañando. Lo que había empezado como una pelea terminó en unalboroto.EstábamostodavíaluchandocuandoAtticusnosseparó.

—Bastaya—dijo—.Ahora,losdosinmediatamentealacama.—¡Hala!—ledijeaJem.Leenviabanalacamaalamismahoraqueyo.—¿Quiénhaempezado?—preguntóAtticus,conresignación.—Jem.Queríadecirme loquedebohacer.Yono tengoqueobedecerle,¿verdad

queno?Atticussonrió.—Dejémoslo así: tú obedecerás a Jem siempre que él pueda obligarte a

obedecerle.¿Teparecejusto?TíaAlexandra estaba presente, aunque callada, y cuando bajó al vestíbulo con

Atticusoímosquedecía:—… Precisamente una de las cosas de que te había hablado—una frase que

volvióaunirnosdenuevo.Nuestros cuartos se comunicaban;mientras cerraba la puerta entre ambos, Jem

dijo:—Buenasnoches,Scout.—Buenas noches—murmuré cruzando la habitación a tientas para encender la

luz.Alpasarjuntoalacamapiséunobjetocálido,elásticoymásbienblando.Noera

exactamente comoel cauchoduro, y tuve la sensacióndeque aquello estabavivo.Además,oíquesemovía.

Encendílaluzymiréalsuelocontiguoalacama.Fueseloquefuere,loquepiséhabíadesaparecido.LlaméalapuertadeJem.

—¿Qué?—mecontestó.—¿Quétactotieneunaserpiente?—Untactoáspero.Frío.Polvoriento.¿Porqué?—Creoquehayunadebajodemicama.¿Puedesveniraverlo?—¿Estásdeguasa?—Jemabriólapuerta.Ibaconpantalóndepijama.Yoadvertí,

nosinsatisfacción,quesuslabiosconservabanlahuellademisnudillos.Cuandovio

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que hablaba en serio dijo—: Si te figuras que voy a poner la cara en el suelo alalcance de una serpiente, te equivocas. Espera unminuto—y se fue a la cocina abuscarunaescoba—.Serámejorquetesubasalacama—dijoentonces.

—¿Suponesquesehamarchadodeverdad?—pregunté.Aquello era un acontecimiento. Nuestras casas no tenían bodegas, estaban

construidas de sillares de piedra hasta cierta altura sobre el suelo, y la entrada dereptilesnoeracosadesconocidaperotampocofrecuente.LaexcusademissRachelHaverfordparatomarseunvasodewhiskypurotodaslasmañanasconsistíaenquejamáspodíavencerelsustodehaberencontradounaserpientedecascabelarrolladaenelarmariodesudormitorio,cuandofueciertodíaacolgarsunegligée.

Jemmetiólaescobaenunmovimientodetanteo.Yomiréporencimadelospiesdelacamaparaversisalíaalgunaserpiente.Nosalióninguna.Jemdiounescobazomásadentro.

—¿Gruñenlasserpientes?—Noesunaserpiente—dijoJem—.Esunapersona.Desúbitosaliódisparadodedebajodelacamaunpaquetepardoysucio.Cuando

apareció,JemlevantólaescobaynoacertóalacabezadeDillporunapulgada.—Diostodopoderoso—lavozdeJemteníaunacentoreverente.Nos quedamos mirando cómo Dill salía poco a poco. Estaba encogido en un

apretadofardo.Sepusoenpie,desencogióloshombros,hizogirarlospiesdentrodeloscalcetinesquelellegabanaltobilloy,restauradalacirculación,dijo:

—Hola.JemvolvióadirigirseaDios.Yomehabíaquedadosinpalabra.—Estoyapuntodedesfallecer—dijoDill—.¿Tenéisalgodecomida?Fuialacocinacomounasonámbula.Letrajelecheymediacaceroladetortasde

maíz que habían sobrado de la cena.Dill las devoró,mascando con los dientes dedelante,comoteníaporcostumbre.Porfinrecobrélavoz.

—¿Cómohasllegadohastaaquí?Por una ruta complicada. Reanimado por el alimento, Dill recitó la siguiente

narración: después de haber sido encadenadopor su nuevopadre, que le odiaba, yabandonadoenelsótanoparaquemuriese(enMeridianhabíasótanos),ydespuésdeconservar la vida gracias a un campesino que al pasar por allí oyó sus gritos desocorroylellevó,ensecreto,guisantescrudosdeloscampos(elbuenhombremetióunamedidaentera,vainaporvaina,porelrespiradero),Dillseliberóarrancandolascadenas de la pared. Todavía con las muñecas esposadas, se alejó sin rumbo dosmillasmás allá deMeridian, donde descubrió un pequeño circo de animales y fuecontratado inmediatamente para lavar el camello. Viajó con el circo por todo elMississippi,hastaque su infalible sentidodeorientación le indicóqueestabaenelCondadodeAbbott,Alabama,enfrentemismodeMaycomb,peroalotroladodelrío.

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Elrestodelcaminolorecorrióapie.—¿Cómohasllegadohastaaquí?—insistióJem.Habíacogidotrecedólaresdelmonederodesumadre,subidoaltrendelasnueve

deMeridianysaltadoenelEmpalmedeMaycomb.Habíarecorridodiezuoncedelasmillasqueleseparabandenuestraciudadandandoporentrematorralespormiedoa que las autoridades estuvieran buscándole, y había salvado el resto del caminocolgándosedel cierre traserodeunvagóndel algodón.Calculabaquehabía estadounas dos horas debajo de la cama; nos había oído en el comedor, y el tintineo deplatos y tenedores estuvo a punto deVolverle loco. Pensaba que Jem y yo no nosacostaríamos nunca. Tomó en consideración la idea de presentarse y ayudarme apegar a Jem, pues había crecido mucho más, pero comprendió que míster Finchinterrumpiríaprontolapelea,ypensóqueseríamejorquecontinuasedondeestaba.Sehallabarendido,suciocomonosepodíaimaginar,peroencasa.

—Nodebendesaberqueestásaquí——dijoJem—.Si teestuvieranbuscandonoshabríamosenterado…

—MefiguroquetodavíabuscanportodosloscinesdeMeridian—Dillsonrió.—Deberíascomunicaratupadredóndeteencuentras—indicóJem—.Deberías

decirlequeestásaquí…LosojosdeDillrevolotearonhaciaJem,yéstebajólossuyosalsuelo.Enseguida

selevantóyrompióelcódigoinalteradodenuestra infancia.Saliódeldormitorioybajóalvestíbulo.

—Atticus—suvozdistante—,¿puedesveniracáunmomentoseñor?Debajodelasuciedadsurcadaporelsudor, lacaradeDillsevolvióblanca.Yo

mesentíenferma.Atticusestabaenelumbral.Luego,entróhastaelcentrodelahabitaciónysequedóplantadoconlasmanos

enlosbolsillos,mirandoaDill.Alfinalencontrélavoz.—Todo va bien,Dill.Cuando quiere que te enteres de algo, lo dice—Dillme

miró—.Quierodecir que todomarchabien—añadí—.Ya sabes queAtticus no temolestará;yasabequenoletienesmiedo.

—Notengomiedo…—musitóDill.—Sólo hambre, apostaría —la voz de Atticus tenía su agradable tono seco

habitual—.Scout,podemosproporcionarlealgomequeunacacerolade tortasfríasde maíz, ¿verdad? Ahora le llenaís la barriga a ese sujeto y cuando yo vuelvaveremosloquepodemoshacer.

—¡Míster Finch, no avise a tía Rachel, nome haga regresar allá, se lo ruego,señor!¡Meescaparíaotravez…!

Bah,hijo—respondióAtticus—,nadieteobligaráairaningunapartemásquealacamatemprano.VoysóloadecirleamissRachelqueestáisaquíyapreguntarlesi

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puedespasar lanocheconnosotros…,porquea ti tegustaría, ¿noescierto?YporamordeDios,devuelvealcondadolapartedesueloquelepertenece;laerosiónesbastanteconsiderableyasinquelaaumentemosnosotros.

Dillsequedómirandofijamentelafigurademipadre,queretiraba.—Procurasergracioso—dijeyo—.Quieredecirquetomesunbaño.¿Ves?Yate

hedichoquenotemolestaría.Jem estaba en pie en un ángulo del cuarto, con la cara de traídor que le

correspondía.—Tenía que decírselo, Dill —dijo—. No puedes huir a trescientas millas de

distanciasinquetumadrelosepa.Ledejamossincontestación.Dill comía, y comía, y comía.Nohabía comidodesde la noche anterior.Gastó

todo el dinero comprando el billete, subió al tren como en muchas ocasionesanteriores y charló tranquilamente con el revisor, para quien Dill era una figurafamiliar,peronotuvolaosadíaparainvocarlanormadelosniñoscuandohacenunviajelargo:siunohaperdidoeldinero,elrevisorleprestaelnecesarioparacomer,yluego,alfinaldeltrayecto,elpadredelniñoselodevuelve.

Dillhabíadespejadolossobrantesdelacenayestabatendiendoelbrazohaciaunbotedetocinoconhabichuelasdeladespensacuandoestallóenelvestíbuloel¡Duul-ceJeesús!»demissRachel.Dillseestremeciócomounconejo.

Luegosoportóconfortalezasus:'Esperacuandotetengaencasa', 'Tufamiliasevuelvelocadeinquietud','EstásaliendoentitodolodelosHarris';sonrióantesu'Mefiguro que puedes quedarte una noche', y devolvió el abrazo que al final leconcedieron.

Atticussesubiólasgafasysefrotóelrostro.—Vuestropadreestácansado—dijotíaAlexandra;susprimeraspalabrasdurante

horas, parecía.Había estado presente, peromuda de sorpresa,me figuro, lamayorpartedeltiempo—.Ahora,niños,debéisirosalacama.

Losdejamosenelcomedor,Atticustodavíarestregándoselacara.—Pasamos de violencias a alborotos y a fugas—le oímos exclamar riendo—.

Veremosloquenostraenlasdoshorassiguientes.Como parecía que las cosas habían salido bastante bien, Dill y yo decidimos

mostramoscortesesconJem.Además,Dillhabíadedormirconél,porlotantodabalomismoquelehablase.

Yomepuseelpijama,leíunratoydeprontomeviincapazdecontinuarconlosojosabiertos.DillyJemestabancallados;cuandoapaguélalámparadenochenoseveíalarayadeluzdebajodelapuertadelcuartodemihermano.

Debídedormirmuchoratoporque,cuandomedespertaronconunligerogolpe,enelcuartohabíalaclaridadindecisadelalunaalponerse.

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—Dejasitio,Scout.—El se creyó en el deber de hacerlo de aquel modo—murmuré yo—. No le

guardesrencor.Dillsemetióenlacama,amilado.—Noseloguardo—dijo—.Sóloquequeríadormircontigo.¿Estásdespierta?Enaquelmomentoloestaba,aunqueperezosamente.—¿Porquélohiciste?Nohuborespuesta.—Hepreguntadoporquétefugaste.¿Aquelhombreeradeverdadtanaborrecible

comodecías?—No…—¿Noconstruisteelbotecomomeescribíascuandoestabasfuera?—Eldijoqueloconstruiríamos,nadamás.Peronoloconstruímos.Meincorporésobreelcodo,contemplandolasiluetadeDill.—Eso no es motivo para huir. Los mayores no se ponen a hacer lo que han

prometidonilamitaddelasveces…—Noeraeso;él…ellosnoseinteresabanpormí,simplemente.Aquéleraelmotivomásextravaganteparafugarsequehubieraescuchadoenmi

vida.—¿Cómoocurrió?—Estabanausentescontinuamente,yhastacuandoseencontrabanencasaseiban

auncuartosolos.—¿Quéhacenallídentro?—Nada,estarsentadosyleer,únicamente…,peronomequeríanconellos.Empujélaalmohadahacialacabeceraymesenté.—¿Sabesunacosa?Yoestabadispuestaahuirestanocheque los teníaa todos

aquí.Uno no los quiere siempre a todos a su alrededor,Dill…—Dill respiró conaquellarespiraciónsuyadehombredepaciencia,queeracasiunsuspiro—.Atticusestáfueratodoeldíayaveceslamitaddelanoche,ysevaalalegislaturaynoséadóndemás.Unonolosquiereasualrededortodoeltiempo,Dill,nopodríashacernadasiestuvieran.

—Noeseso.AmedidaqueDillseexplicó,mesorprendí,preguntándomequéserialavidasi

Jemfuesediferente,inclusodecomoeraahora;quéharíayosiAtticusnosintieselanecesidaddemipresencia,ayudayconsejo.Diantre,nopodríapasarniundíasinmi.NilamismaCalpurniasabríadesenVolversesiyonoestuvieraallí.Menecesitaban.

—Dill, tú nome lo explicas bien; tus familiares no podrían pasar sin ti. Seránmezquinoscontigoynadamás.Tediréloquedebeshacerrespectoaello…

LavozdeDillprosiguióenlaoscuridad:

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—Lacuestiónes…Loquetratodedecirtees…queselopasanmuchísimomejorsinmí; no puedo ayudarles en nada.No sonmezquinos.Me compran todo lo quequiero, pero es aquello de 'ahora que tienes lo que pedías vete a jugar con ello'.'Tienesuncuartollenodecosas'.'Comotehecompradoeselibrovealeerlo'.—Dilltratódedarprofundidadasuvoz—.'Túnoeresunmuchacho.Losmuchachossalenyjueganalbéisbolconotros,nosequedanporlacasafastidiandoasuspadres'.—Dillhablódenuevoconsuvozpropia—.Oh,nosonmezquindades.Tebesany teabrazanaldartelasbuenasnochesylosbuenosdíasyaldespedirte,ytedicenqueteaman…Scout,compremosunniño.

—¿Dónde?Dillhabíaoídodecirquehabíaunhombrequeteníaunbotequellevabaafuerza

deremosaunaisladeniebladondeestabanlosniñospequeños;sepodíapediruno…—Estoesunamentira.TiítadicequeDios losbajapor la chimenea.Almenos

estoes loquecreoquedijo.—Porunavez lapronunciaciónde tiítanohabía sidodemasiadoclara.

—Bah, no es así. La gente saca niños el uno del otro. Pero hay ese hombre,además…esehombrequetieneunainfinidaddeniñosesperandoquelesdespierten;éllesdavidaconunsoplo…

Dillestabadisparadootravez.Porsucabezasoñadoraflotabancosashermosas.Podía leer dos libros mientras yo leía uno, pero prefería la magia de sus propiasinvenciones.Sabíasumaryrestarmásdeprisaqueelrayo,peropreferíasumundoentre dos luces, un mundo en el que los niños dormían, esperando que fueran abuscarlos como liriosmatutinos. Hablando, hablando se dormía a simismo, ymearrastrabaamiconél,peroen laquietuddesu isladenieblase levantó la imagenconfusadeunacasagrisconunaspuertaspardas,tristes.

—¿Dill?—¿Mmmm?—¿PorquénosehafugadonuncaBooRadley?¿Telofiguras?Dillexhalóunlargosuspiroysevolviódeespaldasami.—Quizánotengaadondehuir…

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15

Despuésdemuchasllamadastelefónicas,demuchoargüirafavordelacusadoyde una larga carta de su madre perdonando se decidió que Dill podía quedarse.Vivimosjuntosunasemanadepaz.Pocamásquedabaporlovisto.Sobrenosotrossecerníaunapesadilla.

Empezóunanochedespuésdecenar.Dillhabíaterminado;TíaAlexandraestabaensusillóndelángulo,Atticusenelsuyo;Jemyyo,sentadosenelsuelo,leyendo.Había sido una semana plácida: yo había obedecido a tiíta; Jem, a pesar de habercrecidoenexcesoparalachozadelárbol,noshabíaayudadoaDillyamíaconstruirunanuevaescaleradecuerdaparasubiraella;Dillhabíadadoconunplanapruebade fracasos para hacer salir a Boo Radley sin que nosotros arriesgásemos nada(formaríamosunasendadetrocitosdelimóndesdelapuertatraserahastaelporchedelafachada,yéllosseguiría,lomismoqueunahormiga).Oímosunosgolpecitosalapuerta;JemabrióydijoqueeramísterHeckTate.

—Bien,pídelequeentre—contestóAtticus.—Selohedichoya.Hayunoshombresfuera,enelpatio:quierenquesalgas.EnMaycomb,loshombresadultossólosequedabanenelpatiopordosmotivos:

defuncionesypolítica.Yomepreguntéquiénhabríamuerto.Jemyyosalimosa lapuertadelafachadaperoAtticusnosgritóquevolviésemosaentraracasa.

Jemapagólaslucesdelasaladeestaryaplastólanarizcontralapersianadeunaventana.TíaAlexandraprotestó.

—Unsegundonadamás,tiíta,veamosquiénesson—dijoél.Dillyyoocupamosotraventana.Untropeldehombresestabandepierodeandoa

Atticus.Parecíaquetodoshablabanalavez.—… Trasladarle mañana al calabozo del condado—decía mis Tate—. Yo no

buscoalborotos,peronopuedogarantizarqueloshaya…—Noseatonto,Heck—replicóAtticus—.EstamosenMaycomb.—…dichoque

sóloestabaintranquilo.—Heck, hemos conseguido un aplazamiento del caso únicamente para

aseguramosdequenohayamotivodeinquietud.Hoyessábado—decíaAtticus—.El juicio se celebrará probablemente el lunes. Puede guardarlo todavía una noche,¿verdad? No creo que ninguna persona deMaycomb quiera indisponerme con uncliente,conlodifícilesqueestánlostiempos.

HubounmurmulloderegocijoquemuriósúbitamentecuandomísterLinkDeasdijo:

—Nadie de por aquí trama nada, son la manada de Old Sarum los que mepreocupan…¿Nopodríaisconseguir…?,¿cómosellama,Heck?

—Uncambiodesededeljurado—contestómísterTate—.Noservirádemucho,

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¿verdadqueno?Atticuspronuncióunaspalabrasinaudibles.YomevolvíhaciaJem,quemehizo

callarconunademán.—…Además—estaba diciendo Atticus—, usted no le tiene miedo a la turba

aquella,¿verdadqueno?—…Sécómoseportancuandoestánsaturadosdelicor.—Habitualmente, en domingo no beben; pasan la mayor parte del día en la

iglesia…—dijoAtticus.—Detodosmodos,éstaesunaocasiónespecial—indicóuno…Elmurmulloyelzumbidodelaconversacióncontinuóhastaquetiítadijoquesi

Jemnoencendíalaslucesdelasaladeshonraríaalafamilia.Jemnolaoyó.—…Nocomprendocómosemetióenestodesdeunprincipio—estabadiciendo

místerLinkDeas—.Conestecasopuedeperderlotodo,Atticus.Todoselodigo.—¿Locreeasí,deveras?Aquéllaeralapreguntapeligrosa,enbocadeAtticus.—¿Creesdeverasquequieresjugaresapiezaahí,Scout?'Bam,bam,bam,yel

tablero quedaba limpio de fichasmías. '¿Lo crees así de veras, hijo? Entonces leeesto'.YJemluchabatodoelrestodelaveladaconlosdiscursosdeHenryW.Gray.

—Link,esposiblequeaquelmuchachovayaalasillaeléctrica,peronoiráhastaquesehayadicholaverdad.—LavozdeAtticuseratranquila—.Yustedsabecuáleslaverdad.

DelgrupodehombresselevantóunmurmulloquesehizomásominosocuandoAtticusretrocedióhacialaescaleradelafachadayloshombresseleacercaron.

DerepenteJemgritó:—¡Atticus,elteléfonoestállamando!Los hombres titubearon, sorprendidos. Eran gente a la cual veíamos todos los

días: comerciantes, granjeros que vivían en la población; estaba allí el doctorReynolds;ytambiénestabaMisterAvery.

—Bien,contestatú,hijo—gritóAtticus.Loshombressedispersaronriendo.CuandoAtticusencendiólalámparadeltecho

de la sala encontró a Jem junto a la ventana muy pálido, excepto por la huellaencarnadaquelapersianahabíadejadoensunariz.

—¿Cómodiablosestáistodossentadosaoscuras?—preguntó.Jemlesiguióconlamiradamientrasélseibaasusillónycogíaelperiódicodela

noche.AvecespiensoqueAtticussometíatodaslascrisisdesuvidaaunatranquilaevaluación detrás deMobile Register, The BirminghamNews y TheMontgomeryAdvertiser.

Jemseleacercó.—Veníanporti,¿verdad?Queríanhacertedaño,¿noescierto?

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AtticusbajóelperiódicoymiróaJem.¿Quéhasestado leyendo?—preguntó.Luegodijodulcemente—:No,hijo,ésos

eranamigosnuestros.—¿Noeranuna…banda?—Jemestabamirandoporelrabillodelojo.Atticustratódesofocarunasonrisa,peronoloconsiguió.—No,enMaycombnotenemosbandasni tonteríasdeesaclase.Jamásheoído

hablardeningunabandaenMaycomb.—ElKuKluxKlanpersiguióaalgunoscatólicos,tiempoatrás.—Tampoco había oído hablar de católicos en Maycomb Atticus. Te estás

confundiendo con algunaotra cosa.Tiempo atrás, hacia 1920, había unKlan, peromás que nada era una organización política. Por lo demás, apenas encontraban aquiénasustar.UnanochedesfilaronpordelantedelacasademísterLevy,peroéstese limitó a plantarse en suporcheydecirles que las cosashabían tomadoun carizdivertido,puesélmismoleshabíavendidolassábanasquelescubrían.Samlesllenódevergüenzahastatalpuntoquesemarcharon.

LafamiliaLevyllenabatodoslosrequisitosparasergenteexcelente:obrabanlomejorquepodíansegúnelcriterioqueposeían,yhabíanvividoenelmismopedazodeterrenodurantecincogeneraciones.

—ElKuKluxKlanhadesaparecido—añadióAtticus.Noreviviránunca.YoacompañéaDillacasayregreséatiempoparaoírqueAtticusdecía:—…EnfavordelasmujeresdelSurcomoelprimero,peronoparasosteneruna

comediapolíticaacostadevidashumanas—declaraciónquemehizosospecharquehabíanvueltoapelearse.

Busqué a Jem y le encontré en su cuarto, tendido en la cama y sumido enprofundasreflexiones.

—¿Hanvueltoalasandadas?—lepregunté.—Algoporelestilo.EllanoquieredejarleenpazconrespectoaTomRobinson.

CasihadichoqueAtticusdeshonrabaalafamilia.Scout…,estoyasustado.—¿Asustadodequé?—Asustado porAtticus. Sería posible que alguien le hiciera algomalo.—Jem

prefirióencerrarseenelmisterio; todo loquecontestóamispreguntas fuequememarchaseyledejaratranquilo.

El día siguiente era domingo. En el intervalo entre la escuela dominical y lafunciónreligiosa,duranteelcuallacongregaciónestirabalaspiernas,viaAtticusdepieenelpatioconotroapiñamientodehombres.ComomísterTateestabapresente,me pregunté si se habría convertido, pues jamás iba a la iglesia. Hasta místerUnderwoodestabaallí.AmísterUnderwoodno le interesabaningunaorganizaciónque no fuera The Maycomb Tribune, periódico del cual era el único propietario,directoreimpresor.Sepasabalosdíasdelantedelalinotipia,dondeserefrescabade

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vezencuandobebiendosorbosdeunajarradeaguardientequenuncafaltaba.Rarasveces se preocupaba de recoger noticias: la gente se las llevaba allí. Se decía queideabaporsímismotodalasedicionesdeTheMaycombTribuneylasescribíaenlalinotipia.Yeraadmisible.AlgoimportantehabíadeocurrirparaquesalieraalacallemísterUnderwood.

AlcancéaAtticusenlapuerta,alentrar,ymedijoquehabíantrasladadoaTomRobinsonalacárceldeMaycomb.Dijotambién,másparasímismoqueamí,quesilehubiesentenidoallídesdeelprincipionosehabríaproducidoelmenorrevuelo.Levicómosesituabaensuasientodelatercerafilayleoícantarenvozbajayprofunda'Máscerca,miDios,deTi',unpocorezagadodelrestodenosotros.NuncasesentabacontíaAlexandra,Jemyyo.Enlaiglesialegustabaestarsolo.

LapresenciadetíaAlexandrahacíamásirritantelapazficticiaqueimperabalosdomingos. Inmediatamente después de comer, Atticus solía escapar a su oficina,donde le encontrábamos, si alguna vez íbamos a verle, arrellanado en su sillóngiratorio, leyendo.TíaAlexandrasepreparabaparaunasiestadeunpardehorasynosamenazabaseveramenteporsiosábamoshacerelmenorruidoenelpatio,pueslosvecinosestabandescansando.Llegadoyaalaancianidad,Jemsehabíahabituadoaretirarseasucuartoconunmontónderevistasdeportivas.Contodoello,Dillyyopasábamoslosdomingosrondandoporelprado.

Como en domingo estaba prohibido disparar, Dill y yo dábamos patadas a lapelotadefútboldeJem, locualnoeranadadivertido.Dillpreguntósimegustaríaque tratásemos de echar una ojeada a Boo Radley. Yo contesté que no creía queestuviese bien ir a molestarle, yme pasé el resto de la tarde informándole de losacontecimientosdelinviernoanterior.Leimpresionaronconsiderablemente.

Nosseparamosa lahoradecenar,ydespuésde lacomidaJemyyoestábamossentadospasandolaveladadelamanerahabitual,cuandoAtticushizoalgoquenosllamó la atención: entró en la sala de estar trayendo un largo cordón eléctricopreparadoparaempalmarlo.Enelextremodelcordónhabíaunalámpara.

—Salgounrato—dijo—.Cuandoregrese,vosotrosyaestaréislacama,demodoqueosdoylasbuenasnochesahora.

Dichoesto,sepusoelsombreroysalióporlapuertatrasera.—Cogeelcoche—dijoJem.Nuestro padre tenía algunas peculiaridades: una era que nunca comía postres;

otra,quelegustabaandar.Desdequepuedorecordar,hubosiempreenlacocheraun'Chevrolet'enexcelenteestado,yAtticushizomuchasmillasenviajesprofesionales,peroenMaycombibayveníaapiedelaoficinacuatrovecesaldíacubriendounasdosmillas.Decía que el único ejercicio que hacía era andar.EnMaycomb, si unosalíaadarunpaseosinunobjetivoconcretoenlamente,eraacertadocreerquesumenteeraincapazdeunobjetivoconcreto.

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Un rato después, di las buenas noches a mi tía y a mi hermano, y estabaensimismadaen la lecturadeun librocuandooíaa Jemajetreadoen lahabitación.Losruidosquehacíaalacostarseerantanfamiliaresquellaméalapuerta.

—¿Porquénotevasalacama?—Mevoyunratoalcentrodelaciudad.Seestabacambiandolospantalones.—¿Cómo?¡Sisoncasilasdiez,Jem!Yalosabía,peroapesardetodosemarchaba.—Entoncesmevoycontigo.Sidicesqueno,quetúnovas,iréigual,¿meoyes?Jemvioquetendríaquepelearseconmigoparahacermequedarencasa,demodo

quecedióconpocagalantería.Me vestí rápidamente. Esperamos hasta que la luz de nuestra tía se apagó, y

bajamos calladamente las escaleras de la parte posterior. Aquella noche no habíaluna.

—Dillquerrávenirconnosotros—susurré.—Claroquequerrá—dijoJemlúgubremente.Saltamoslapareddelpaseo,cruzamoselpatiolateraldemissRachelyfuimosa

la ventana deDill. Jem imitó el canto de la perdiz. La faz de Dill apareció en lapersiana,desapareció,ycincominutosdespuéssupropietarioabríaysedeslizabaalexterior.Viejocombatiente,nodijonadahastaqueestuvimosenlaacera.

—¿Quépasa?—AJemlehadadolafiebredeiraecharvistazosporahí.—Unadolenciaque

Calpumiadecíaque,asuedad,cogíantodoslosmuchachos.—Simplemente,hesentidoelimpulso—dijoJem—.Elimpulso,simplemente.Pasamos por delante de la casa demissDubose, desierta y destrozada, con las

camelias creciendo entre malas hierbas, hasta la esquina de la oficina de Correoshabíaotrasochocasas.

Lacarasurdelaplazaestabadesierta.Encadaesquinaerizabansuspúasarbustosgigantes de 'monkey-puzzle', y entre ellos, bajo la luz de las lámparas de la calle,brillabaunlarguerodehierrodondeataranimales.Enelcuartodeaseo,deljuzgadose veía una luz; por todo lo demás, aquella fachada del edificio estaba oscura.Ungran cuadradode almacenes rodeaba la plaza del juzgado;muy al interior de ellosardíanunaslucestímidas.

Cuando empezó a ejercer su carrera, Atticus tenía la oficina en el edificio deljuzgado, pero después de varios años de actuación se trasladó a un lugar mástranquilo, en el edificio delBanco deMaycomb.Al doblar la esquina de la plaza,vimoselcocheaparcadodelantedelBanco.

—Estáalládentro—dijoJem.Pero no estaba. A su oficina se llegaba por un largo pasillo.Mirando hacia el

fondodelmismodeberíamoshabervistoAtticusFinch,Abogadoenletraspequeñas

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yseriasresaltandocontralaluzdedetrásdelapuerta.Estabaoscuro.Jem examinó con lamirada la puerta delBanco para asegurarse.Hizo rodar la

empuñadura.Lapuertaestabacerrada.—Subamoscallearriba.QuizáestévisitandoamísterUnderwood.MísterUnderwoodnosólodirigíalaoficinadeTheMaycombTribune,sinoque

vivíaenella.Esdecir,sobreella.Lasnoticiasdeljuzgadoydelacárcellasrecogía,simplemente,mirandoporlaventanadelpiso.Eledificiodelaoficinadelperiódicoseencontrabaenelángulonoroestede laplaza;para llegarallí teníaquepasarpordelantedelacárcel.

LacárceldeMaycomberaeledificiomásvenerableyaborrecibledelcondado.Atticus decía que era tal como el primo Joshua St. Clair habría podido diseñarla.Ciertamente,aquellohabíasalidodelafantasíadealguno.Muyfueradelugarenunapoblacióndetiendasdefachadascuadradasydecasasdeinclinadostejados,lacárceldeMaycomberaunahumoradagóticaenminiatura,deunaceldadeanchoydosdealto, completada por unos diminutos sótanos y unos contrafuertes salientes.Realzabanlafantasíadeledificiosufachadadeladrillorojoylasgruesasbarrasdehierrodesusventanasmonacales.Noselevantabasobreningúnmontesolitario,sinoque estaba enclavada entre la ferretería de Tyndal y la oficina de The MaycombTribune.LacárceleraelúnicomotivodeconversacióndeMaycomb:susdetractoresdecían que tenía el aspecto de un retrete victoriano; sus defensores afirmaban quedaba a la ciudad un aspecto sólido, respetable, interesante, y que ningún forasterosospecharíanuncaqueestaballenadenegros.

Mientrassubíamosporlaacera,vimosunaluzsolitariaencendidaenladistancia.—Eschocante—dijoJem—,lacárcelnotieneningunaluzexterior.—Parececomosiestuvieseencimadelapuerta—dijoDill.Unlargocordóneléctricodescendíaentrelasbarrasdeunaventanadelsegundo

piso y por el costado del edificio. A la luz lámpara sin pantalla, Atticus estabasentado,recostadocontralapuertadelafachada.Sesentabaenunasilladesuoficinaysinprestaratenciónalosinsectosnocturnosquedanzabansobresucabeza.

Yoechéacorrer,peroJemmecogió.—Novayas—medijo—; es posible que no le gustase. Está bien y no le pasa

nada.Volvámonosacasa.Sóloqueríasaberdondeseencontraba.Estábamossiguiendounatajoatravésdelaplazacuandoentraronenellacuatro

cochespolvorientosprocedentesde lacarreteradeMeridian,avanzando lentamenteenhilera.Dieronlavueltaalaplaza,dejaronatráseledificiodelBancoysepararondelantedelacárcel.

Nosaltónadie.NosotrosvimosqueAtticusmirabaporencimadelperiódico.Locerró,lodoblópausadamente,lodejócaerensuregazoyseechóelsombreroatrás.Parecíaquelesestabaesperando.

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—Venid—susurró Jem.Volvimos a cruzar rápiday sigilosamente laplazay lacallehastaencontrarnosenelhuecodelapuertade«JitneyJungle».Jemmiróaceraarriba—. Podemos acercarnosmás—dijo. Entonces corrimos hasta la puerta de la«FerreteríaTyndal»,suficientementepróxima,yalmismotiempodiscreta.

Varioshombresbajaronde loscochesengruposdeunoydedos.Las sombrastomabancuerpoamedidaquelaluzponíaderelievemacizasfigurasmoviéndoseendirección a la puerta de la cárcel. Atticus continuó donde estaba. Los hombres loescondíananuestravista.

—¿Estáahídentro,Finch?—dijouno.—Síestá—oímosquecontestabaAtticus—,yduerme.Noledespertéis.Enobedienciaamipadre,seprodujoentonces loquemás tardecomprendíque

eraunaspectotristementecómicodeunasituaciónnadadivertida;aquelloshombreshablaroncasiensusurros.

—Yasabeloquequeremos—dijootro—.Apártesedelapuerta,misterFinch.—Puede dar media vuelta y regresar a casa, Walter —dijo Atticus con aire

campechano—.HeckTateestáporestosalrededores.—¡Comoeldiabloestá!—exclamóotro—.LapatrulladeHecksehainternado

tantoenlosbosquesquenoVolveráasalirhastamañana.—¿Deveras?¿Yporqué?—Los invitaron a cazar agachadizas—fue la lacónica respuesta—. ¿No se le

habíaocurridopensareneso,místerFinch?—Si lo había pensado, pero no lo creía. Bien, pues —la voz de mi padre

continuabainalterada—,estocambialasituación,¿verdad?—Sí,lacambia—dijootravoz.Supropietarioeraunamerasombra.—¿Locreeasídeveras?EralasegundavezendosdíasqueoíalamismapreguntadelabiosdeAtticus,y

ello significaba que alguno perdería una pieza del tablero. Aquello era demasiadobueno para no verlo de cerca. Apartándome de Jem corrí tan de prisa como pudehaciaAtticus.

Jemsoltóunchillidoeintentócogerme,peroyolesllevabadelanteraaélyaDill.Meabrípasoentreoscurosymalolientescuerposysalíderepentealcírculodeluz.

—¡Hoo…la,Atticus!Mefigurabaqueledaríaunaexcelentesorpresa,perosucaramatómialegría.Un

destello de miedo inconfundible desaparecía en aquel momento de sus ojos, perovolviódenuevocuandoJemyDillpenetrarondentrodelespaciodeluz.

Senotabaenelaireelolorawhiskybaratoyapocilga,ycuandoechéunamiradaamialrededorviqueaquelloshombreseranextraños.Noeranlosquehabíavistolanocheanterior.Unaacaloradaturbaciónmeinvadióinstantáneamente:habíasaltadoconairedetriunfoenuncorrodepersonasquenoconocía.

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Atticus se levantó de la silla, pero se movía despacio, como anciano. Dejó elperiódicoconmuchocuidado,arreglandoplieguescondedosperezosos.Unosdedosquetemblabanunpoco.

—Veteacasa,Jem—dijo—.LlévateaScoutyaDillacasa.Estábamosacostumbradosaunapronta, sibienno siempregustosa, sumisióna

losmandatosdeAtticus,peroporlaactituddeJemseveíaquenopensabamoverse.—Veteacasa,digo.Jemmoviólacabeza,negándose.CuandolospuñosdeAtticussubieronhastalas

caderas, los de Jem le imitaron, y mientras padre e hijo se enfrentaban vi que separecíanmuypoco:elsuavecabellocastañodeJem,ysusojos,tambiéncastaños,sucaraovaladay susbienproporcionadasorejaserandenuestramadre, formandouncontrasteraroconelpelocanosodeAtticusysusrasgosangulosos;aunqueenciertosentidoeraniguales.Elmutuodesafíolosasemejaba.

—Hijo,hedichoquetevayasacasa.Jemmoviólacabezaenunsignonegativo.—Yo leenviaréallá—dijounhombrecorpulento, cogiendobrutalmentea Jem

por el cuello de la camisa y haciéndole perder casi el contacto con el suelo de untirón.

—¡Noletoque!—Ycontremendaprestezadiunapatadaalforastero.Comoibaconlospiesdescalzos,mesorprendióverleretrocedersufriendoundolorauténtico.Mehabíapropuestodarleenlaespinilla,peroapuntédemasiadoalto.

—Bastaya,Scout.—Atticusmepusolamanoenelhombro.Nodespatadasalagente.No…—insistiómientrasyoqueríajustificarme.

—NadieatropellaráaJemdeesemodo—protesté.—Estábien,místerFinch,sáquelosdeaquí—refunfuño.Tienequincesegundos

paraecharlesdeaquí.Depie,enmediodeaquellaextrañareunión,AtticusintentabaconseguirqueJem

leobedeciese.—No me iré —fue la firme respuesta que dio Jem a las amenazas, los

requerimientosy,porúltimoal:—Porfavor,Jem,llévalosacasa—deAtticus.Yome cansaba ya unpocode todo aquello, pero compredía que Jem tenía sus

motivosparticularesparaportarsecomoseportaba,envistadelasperspectivasqueleaguardabanencuantoAtticusletuvieraencasa.Paseéunamiradaporlaturba.Eraunanochedeverano,apesardelocuallamayoríadeaquelloshombresvestíanmonoycamisasazulesabrochadashastaelcuello.Mefiguréquetendríanuntemperamentofrío, puesno llevaban lasmangas subidas, sino abrochadas en lamuñeca.Algunosllevabansombrero, firmementecaladohasta lasorejas.Erangentedeairehurañoyojossomnolientos;parecíanpocohabituadosaestarlevantadoshastamuytarde.De

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nuevobusquéunacarafamiliar,yenelcentrodelsemicírculoencontréuna.—Hola,místerCunningham.Porlovisto,elhombrenomeoyó.—Hola, míster Cunningham. ¿Cómo marcha su amortización? Estaba bien

enteradadelosasuntoslegalesdemisterCunningham;unavez,Atticusmeloshabíaexplicadoaldetalle.Elhombre,deaventajadaestatura,pasólospulgarespordebajode los tirantes de su mono. Parecía incómodo; se aclaró la garganta y apartó lamirada.Miamistososaludohabíacaídoenelvacío.

MísterCunninghamnollevabasombrero;teníalamitadsuperiordelafrentemuyblanca,encontrasteconlacara,requemadaporelsol,locualmehizopensarquelamayoría de días si lo llevaba. Entonces movió los pies, protegidos por gruesoszapatosdetrabajo.

—¿Nomerecuerda,místerCunningham?SoyJeanLouiseFinch.Unavezustednos trajo castañas de Indias, ¿se acuerda? —Yo empezaba a experimentar lasensaciónderidículoqueleinvadeaunocuandounconocidodecasualidadseniegaareconocerle—;VoyalaescuelaconWalter—empecédenuevo—.Eshijodeusted;¿verdad?¿Verdadqueloes,señor?

MisterCunninghamsedignóhacerunlevemovimientoafirmativoconlacabeza.Despuésdetodo,mereconocía.

Estáenmigrado—dije—yseportamuybien.Esunbuenmuchacho—añadí—,unmuchachobuenodeverdad.Unaveznos lo llevamos a comer a casa.Quizá lehayahabladodemí;unavezlepegué,peroélnomeguardórencoryseportómuybien.Dígaleholapormi,¿querráhacerlo?

Atticus decía que para ser cortés había que hablar a las personas de lo que lesinteresaba, no de lo que pudiera interesarnos a nosotros. Míster Cunningham nomanifestó el menor interés por su hijo; en consecuencia abordé el tema de suvinculaciónunavezmás,enundesesperadoesfuerzoporhacerlesentircomoensucasa.

—Lasvinculacionessonmalas—leestabaaconsejando,cuandoempecéadarmecuentapocoapocodequemedirigíaatodalareunión.Todosaquelloshombresmemiraban, algunos, con la boca abierta. Atticus había dejado de importunar a Jem;ambosestabandepieal ladodeDill.De tanatentos,parecían fascinados.Hastaelmismo Atticus tenía la boca entreabierta, actitud que cierta ocasión nos dijo eragrosera.Nuestrasmiradasseencontraron,ylacerró.

—Mira,Atticus,estabadiciendoamísterCunninghamquelasamortizacionessonmalasytodoeso,peroquetúdijistequenoseapurase,queavecessenecesitamuchodinero…Queentrelosdosrecorreríaiselcaminopreciso…

Me estaba quedando sin palabras, preguntándome qué idiotez había cometido.Lasvinculacionesparecíanuntemabuenoúnicamenteparaconversacionesdesalade

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estar.Empecéasentirqueelsudorseacumulabaenlosbordesdecuello;eracapazde

resistirlo todomenos un puñado de gente con lamirada fija enmí. Todos estabanperfectamenteinmóviles.

—¿Quépasa?—pregunté.Atticus no dijo nada. Miré a mi alrededor y levanté la vista hacia míster

Cunningham, cuyo rostro estaba igualmente impasible. Entonces hizo una cosasingular.Sepusoencuclillasymecogióporamboshombros.

—Lediréquemehasdicho'hola',damita—prometió.Luegoselevantódenuevoyagitósuenormezarpa.—Vámonos—gritó—.Enmarcha,muchachos.Lo mismo que habían venido, de uno en uno y de dos en dos, los hombres

retrocedieronconpasotardohaciasusdestartaladoscoches.Laspuertassecerraron,losmotorestosieron,yunossegundosdespuéshabíandesaparecido.

YomevolvíhaciaAtticus,perosehabía idohasta lacárcelyseapoyabaen laparedconlacarapegadaaella.Meacerquéytirédesumanga.

—¿Podemosirnosacasaahora?Atticusmoviólacabezaasintiendo,sesacóelpañuelo,selopasóporlacarayse

sonóconestrépito.—¿Míster Finch? —Una voz baja y ronca sonó en la oscuridad ¿Se han

marchado?Atticusretrocedióunospasosylevantólavista.—Sehanmarchado—contestó—.Duermeunpoco,Tom,notemolestaránmas.Desdeotradirección,unavozrasgóvivamentelanoche.—Puedespregonarmuybienqueno.Tehetenidoprotegidotodoelrato,Atticus.Míster Underwood y una escopeta de dos cañones asomaban por la ventana

encimadelaoficinadeTheMaycombTribune.Había pasado hacía mucho la hora de acostarme y me iba sintiendo

completamentecansada;parecíaqueAtticusymísterUnderwoodseguiríanhablandotodoelrestodelanoche,místerUnderwooddesdesuventanayAtticusconlacabezalevantadahaciaél.PorfinAtticusregresó,desconectólaluzdeencimadelapuertadelacárcel,yrecogiólasilla.

—¿Puedollevársela,místerFinch?—preguntóDill.Nohabíapronunciadoniunasolapalabraentodoelrato.

—Naturalmente;gracias,hijo.Andandohacia laoficina,Dillyyonosencontramoscaminandoalmismopaso

detrásdeAtticusyJem.Conlamolestiadelasilla,Dillandabamásdespacio.Atticusy Jem iban un buen trecho más adelante, y yo presumí que Atticus regañabaairadamente a Jem por no haberse marchado a casa, pero me equivoqué. Cuando

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pasabanpordebajodeunfaroldelacalle,Atticuslevantólamanoylapasó,comodandomasaje,porlacabezadeJem;únicogestodeafectoquesolíapermitirse.

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Jem me oyó y asomó la cabeza por la puerta de comunicación. Mientras seacercabaamicama, la luzdeAtticus seencendió.Permanecimos inmóvilesdondenosencontrábamoshastaqueseapagó;leoímosreVolverse,yesperamoshastaquesequedóquietodenuevo.

Jemmellevóasucuartoymepusoenlacama,asulado.—Pruebadedormirte—dijo—.Esposiblequemañanaterminetodo.Habíamos entrado silenciosamente, para no despertar a tía Alexandra. Atticus

habíaparadoelmotorenelpaseoyseguidohastalacochera;habíamosentradoporlapuerta posterior y nos habíamos ido a nuestros cuartos sin decir una palabra. Yoestaba muy cansada y me sumergí ya en el sueño cuando el recuerdo de Atticusdoblandocalmosamenteelperiódicoyechándoseel sombreroatrás seconvirtióenAtticusdepieenmediodeunacalledesiertayanhelante,subiéndoselasgafasa lafrente.Mimenteregistróelimpactodelsignificadoplenodelosacontecimientosdeaquellanocheymepuseallorar.Jemseportóestupendamentebienconmigo;porunaveznomerecordóquelaspersonasqueseacercana losnueveañosnohacenesascosas.

Aquella mañana todo el mundo tuvo un apetito menguado excepto Jem, quedespachó lindamente tres huevos. Atticus miraba con franca admiración; tíaAlexandrabebíaelcaféasorbitos,emitiendooleadasdereproche.Losniñosquedenochesemarchabanensecretoeranunadesgraciaparalafamilia.Atticusreplicóquesealegrabadequesusdesgraciashubiesenaparecidolacárcel,perotiítarepuso:

—Tonterías,misterUnderwoodestuvovigilandotodoelrato.—PuesesofuechocanteenBraxton—contóAtticus—.Despreciaa losnegros;

noquiereveraningunocerca.Según la opinión corriente de la ciudad,míster Underwood era un hombrecito

vehementeymalhablado,aquiensupadre,enunarranquedehumorismo,pusoelnombre de Braxton Bragg; y míster Braxton se había esforzado siempre todo loposibleenhacerhonoratalnombre.Atticusdecíaqueeldarnombresdegeneralesconfederados a las personas convertía poco a poco a éstas en bebedoresempedernidos.

Calpurnia estaba sirviendo más café a tía Alexandra, y contestó moviendo lacabeza negativamente a una mirada mía que yo consideraba suplicante ysubyugadora.

—Eresdemasiadojoventodavía—medijo—.Cuandoyanoloseas, teavisaré.—Yo repliqué que le sentaría bien a mi estómago—. De acuerdo —contestó,cogiendounatazadelaparador.Despuésdeecharenellaunacucharadadecafé, lallenóhastaelbordedeleche.Yoledilasgraciassacandolalenguadespectivamente

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alrecibirymirarlataza,ylevantélosojosatiempoparaadvertirelceñodereprochedetiíta.PerolociertoesqueelladestinabaelceñoaAtticus.

TíaAlexandraaguardóaqueCalpurniaestuvieraenlacocina,yentoncesdijo:—Nohablesdeestemododelantedeellos.—¿Dequémodoydelantedequién?—preguntóél.—De este modo delante de Calpurnia. Has dicho delante de ella que Braxton

Underwooddespreciaalosnegros.—Bah,estoysegurodequeCalpurnialosabía.TodoMaycomblosabe.Poraquellosdíasempezabaanotaruncambiosutilenmipadre,cambioquese

manifestaba cuando hablaba con tía Alexandra. Lo hacía con un tono levementezaheridor,nuncaconfrancairritación.Ensuvozhubounaligerarigidezalañadir:

—Todo lo que puede decirse en estamesa puede decirse delante deCalpurnia.Ellasabeloquerepresentaparaestafamilia.

—No creo que sea una buena costumbre, Atticus. Les da ánimo. Todo lo quesucedeenestaciudadsesabeenlosQuartersantesdelapuestadesol.

Mipadredejóelcuchillo.—Noconozconingunaleyquedigaquenopuedenhablar.Perosinosotrosnoles

diésemos tantodequéhablarquizáestaríancallados.¿Porquéno tebebesel café,Scout?

Yoestabajugandoconlacucharilla.—PensabaquemísterCunningñam,eraamigonuestro.Hacemuchotiempotúme

dijistequeloera.—Ylosiguesiendo.—Peroanochequeríahacertedaño.Atticusdejóeltenedoralladodelcuchilloyapartóelplato.—Fundamentalmente, mister Cunningham es un buen hombre —dijo—; tiene

nadamássuspequeñastaras,comotodosnosotros.Jemtomólapalabra.—Nodigasqueesoseaunapequeñatara.Anoche,alllegarallá,habríasidocapaz

dematarte.—Esposiblequemehubiesecausadoalgunapequeña lesión—convinoAtticus

—, pero, hijo, cuando seas mayor entenderás un poco mejor a las personas. Unaturba, sea la que fuere, está compuesta siempre por personas. Anoche místerCunninghamformabapartedeuna turba,pero,con todo, seguíasiendounhombre.TodaslasturbasdetodaslasciudadespequeñasdelSurestáncompuestassiempredepersonas a quienes uno conoce…Aunque esto no hablemucho en favor de ellas,¿verdadqueno?

—Yodiríaqueno—contestóJem.—Y resulta que se precisó una niña de ocho años para hacer recordar el buen

sentido, ¿no es cierto? —dijo Atticus—. Ello muestra una cosa: que es posible

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detener a una cuadrilla, simplemente porque continúan siendo seres humanos.Hummm, quizá necesitamos una fuerza de policía compuesta por niños…Anochevosotros, chiquillos, conseguisteisqueWalterCunninghamsepusieradentrodemipellejoporunminuto.Conestobastó.

Confiéenque,cuandofuesemayor,Jementenderíaunpocomejoralaspersonas;yonolasentenderíanunca.

—El primer día que Walter Cunningham vuelva a la escuela será también elúltimo—afirmé.

—Noletocarás—dijoAtticusllanamente—.Noquieroqueningunodevosotrosdosguardeelmenorresentimientoporlodeanoche,paseloquepase.

—Yaves,¿verdad?—intervino tíaAlexandra— lo que resulta de cosas así.Nodigasquenotelohabíaadvertido.

Atticuscontestóquenuncalodiría,apartólasillayselevantó.—Nosesperaundíadetrabajo;porlotantodispensadme.Jemp,noquieroqueni

túniScoutvayáisalcentrodelaciudadduranteeldíadehoy,osloruego.CuandoAtticushubosalido,Dillvinosaltandoporelvestíbulohastaelcomedor.—Esta mañana la noticia ha corrido por toda la ciudad —anunció—. Todos

hablan de cómo pusimos en fuga a un centenar de sujetos nada más que con lasmanosdesnudas…

TíaAlexandraleimpusosilencioconlamirada.—Noeranuncentenardehombres—dijo—,ninadiepusoenfugaanadie.Eran

simplementeunpuñadodeesosCunningham,borrachosyalborotados.—Bah, tiíta, es lamanera de hablar deDill, no hay otra cosa—dijo Jem—al

mismotiempoquenosindicabaconunaseñaquelesiguiéramos.—Hoy quedaos todos en el patio —ordenó tía Alexandra, mientras nos

encaminábamoshaciaelporchedelafachada.El día parecía un sábado. La gente del extremo sur del condado pasaba por

delantedenuestracasaenunariadapausada,perocontinua.MísterDolphusRaymondpasódandobandazossobresu'purasangre'.—¿Novéiscómosesostienesobrelasilla?—murmuróJem—.¿Cómoesposible

queunoaguanteunaborracheraqueempiezaantesdelasochodelamañana?Por delante de nosotros desfiló traqueteando una carreta cargada de señoras.

Llevaban unos bonetes de algodón para protegerse del sol y unos vestidos conmangaslargas.Guiabalacarretaunhombreconsombrerodelana.

—Allá van unos mennonitas[ 5] —le dijo Jem a Dill—. No usan botones. —Vivíanenelinteriordelosbosques,realizabanlamayoríadesustransaccionesenlaotraorilladelrío,yrarasvecesveníanaMaycomb—.Todostienenlosojosazules—explicabaJem—,yencuantosehancasadoyanoseafeitanmás.Asusesposaslesgustaqueleshagancosquillasconlabarba.

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MísterXBillupspasó,caballeroenunamula.—Esunhombrechocante—dijoJem—.Xnoesunainicial,estodosunombre.

Una vez estuvo en el juzgado y le preguntaron cómo se llamaba. Contestó: 'XBillups'.ElescribientelepidióquedijeralasletrasyélcontestóX.LepreguntódenuevoyélvolvióacontestarX.ContinuaronasíhastaqueescribióunaXenunahojadepapelylasostuvoenlamanoparaquetodoslovieran.Entonceslepreguntaronendónde había sacado ese nombre y él dijo que sus padres le habían inscrito de estemodocuandonació.

Mientras el condado desfilaba por allí, Jem le contaba a Dill la historia y lascaracterísticasgeneralesdelasfigurasmásdestacadas:MisterTensawJonesvotabala candidatura de los prohibicionistas absolutos; en privado, miss Emily Davistomabarapé;amísterJakeSíadelesalíanahoralostercerosdientes.

Entonces apareció un carromato lleno de ciudadanos de caras inusitadamenteserias. Cuando señalaban el patio de miss Maudie Atkinson, encendido en unallamaradadefloresdeverano,missMaudieenpersonasalióalporche.MissMaudietenía un detalle curioso: su porche estaba demasiado lejos de nosotros para quedistinguiésemos claramente su fisonomía, pero siempre adivinábamos su estado dehumor por la postura de su cuerpo. Ahora estaba con los brazos en jarras, loshombros ligeramentecaídosy lacabeza inclinadaaun lado;susgafascentelleabanbajo la luz del sol. Nosotros comprendimos que sonreía con la malignidad másabsoluta.

El que guiaba el carromato aminoró el paso de lasmulas, y unamujer de vozestridentegritó:

—«¡Elquevinoenvanidadpartióentinieblas!»—«¡Un corazón contento proporciona un semblante alegre!» —contestó miss

Maudie.Mientraselcarreteroapresurabaelpasodesusmulas,yosupusequelos'lavapiés'

pensarían que el diablo estaba citado con las Escrituras para sus propios fines. ElmotivodequeestuvierandisconformesconelpatiodemissMaudieeraunmisterio;unmisteriomásimpenetrableparamíporelhechodeque,paraserunapersonaquepasaba todas las horas diurnas fuera de casa,missMaudie demostraba un dominioformidabledelaEscritura.

—¿Iráaljuzgadoestamañana?—preguntóJem.Noshabíamosacercadoallá.—No—respondióella—.Estamañananotengonadaquehacereneljuzgado.—¿Noiráaverquépasa?—inquirióDill.—No.Iraveraunpobrediabloquetienelavidaenjuegoesmorboso.Fijaosen

todaesagente;pareceuncarnavalromano.—Tienenquejuzgarlepúblicamente,missMaudie—dijeyo—.Sinolohicieran

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noseríajusto.—Me doy cuenta perfectamente—replicó ella—. Pero no porque el juicio sea

públicoestoyobligadaair,¿verdadqueno?MissStephanieCrawfordpasabaporallí.Llevabasombreroyguantes.—Hummm,hummm,hummm—dijo—.Miracuántagente…Unapensaríaque

hadehablarWilliamJenningsBryan.—¿Ytúadóndevas,Stephanie?—inquiriómissMaudie.—Al«JitneyJungle»Miss Maudie dijo que en toda su vida había visto a miss Stephanie yendo al

«JitneyJungle»[6]consombrero.—Bueno—contestó miss Stephanie—, he pensado que tanto da que asome la

cabezaeneljuzgado,paraverquéseproponeAtticus.—Valelapenaqueteaseguresdequenotecitaparacomparecer.Nosotroslepedimosqueaclaraseelsentidodesufrase,yellarespondióquemiss

Stephanie parecía tan enterada del caso que no estaría de más que la llamasen adeclarar…

Continuaronrondandoporallíhastaelmediodía,cuandoAtticusvinoacomerydijo que habían pasado la mañana eligiendo el jurado. Después de comer nosdetuvimosarecogeraDillynosfuimosalaciudad.

Eraunafiestadegala.Enelpostedeamarrenoexistíasitioparaatarniunanimalmás;debajodetodoslosárbolesposibleshabíamulasycarrosparados.Laplazadedelante del edificio del juzgado estaba cubierta de gente sentada sobre periódicos,comiendobolloscon jarabeyempujándolosgaznateabajocon lechecaliente traídaenjarrosdefruta.Algunosmordisqueabantajadasfríasdepolloydecerdo.Losmáspudientes regaban el alimento con «Coca-Cola» de la tienda, bebida en vasosabombados.Unosniñosdecarasuciacorreteabanporentrelamultitud,ylosrorrosalmorzabanenlospechosdesusmadres.

En un rincón apartado de la plaza, los negros estaban sentados en silencio,consumiendo sardinas y galletas 'craker' entre los aromas, más penetrantes, del«Nehi-Cola».MísterDulphusRaymondestabaconellos.

—Mira,Jem—dijoDill—,bebedeunabolsa.Parecía, en efecto, que lo hacía así: dos pajas amarillas descendían de su boca

hastalasprofundidadesdeunabolsadepapelmarrón.—No lo había visto hacer nunca a nadie—murmuróDill—. ¿Cómo hace para

quenoseleviertaloquehayaallídentro?Jemsoltóunarisita.—Allídentrotieneunabotellade«Coca-Cola»llenadewhisky.Lohaceasípara

noalarmaralasseñoras.Leveráschupandotodalatarde;luegosemarcharáunratoallenarlaotravez.

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—¿Porquéestásentadoconlagentedecolor?—Siemprelohaceasí.Losquieremásqueanosotros,mefiguro.Vivesoloallá

abajo, cerca del límite del condado. Tiene unamujer negra y unmontón de hijosmestizos.Telosenseñaré,silosvemos.

—Notieneairedechusma—aseguróDill.—Noloes;alláabajoposeetodaunariberadelrío,y,comopropina,vienedeuna

familiaantiguadeverdad.—Entonces,¿cómoobradeestemodo?—Essuestilo,sencillamente—contestóJem—.Dicenquenosuposobreponerse

alodelaboda.Teníaquecasarseconunade…delasseñoritasSpender,creo.Ibanacelebrarunabodaestupenda,peronopudoser…Despuésdelensayo,lanoviasubióasucuartoysedestrozólacabezaconunaescopeta.Apretóelgatilloconlosdedosdelpie.

—¿Llegaronasaberelmotivo?—No,nadie seenteróbiende lacausa, exceptomísterDolphus.Dicenque fue

porque supo lode lamujer negra; él calculabaquepodía continuar con la negrayademáscasarse.Desdeentoncessiemprehaestadomásomenosborracho.Yasabes,apesartodosiemprehasidomuybuenoconaquellospequeños…

—Jem—preguntéyo—,¿quéesunniñomestizo?—Mitadblancoymitaddecolor.Túlohasvisto,Scout.Túconocesaaquelchico

decabellorojoyensortijadoquereparteparaladroguería.Esmitadblanco.Sonunacosatristedeveras.

—¿Triste?¿Cómoeseso?—No pertenecen a ninguna parte. La gente de color no los quiere porque son

mitadblancos;losblancosnolosquierenconellosporquesondecolor,demodoqueson una cosa intermedia, ni blancos ni negros. Por estomíster Dolphus de ahí haenviadodosalnorte,dondeestonolesimporta.Allíhayuno.

Unniñopequeño,cogidodelamanodeunamujernegra,venía,hacianosotros.Paramis ojos era perfectamentenegro: tenía unhermoso color chocolate conunasnaricesanchasyunosdientespreciosos.Avecesseponíaasaltargozosamente,ylamujernegraletirabadelamanoparahacerleparar.

Jemesperóhastaquehubieronpasado.—Aquélesunodelospequeñosqueosdecía—explicó.—¿Cómo lo conoces?—preguntóDill—.Amímehaparecido completamente

negro.—Avecesno se conoce, amenosqueuno lo sepadeantemano.Peroesmitad

Raymond,nocabeduda.—¿Cómopuedesadivinarlo?—preguntéyo.—Yatelohedicho,Scout,esprecisosaberquiénesson.

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—Ea,¿cómoconocesquenosotrosnosomosnegros?—TíoJackFinchdicequeenrealidadnolosabemos.Dicequeportodoloqueha

podidoseguirdelaideadelosantepasadosdeFinch,nosotrosnolosomos;peroporloquesabe, tambiénseríaposiblequehubiésemossalidodeEtiopíaen los tiemposdelAntiguoTestamento.

—Bien,sisalimosduranteelAntiguoTestamentohacetantísimotiempoqueyanoimporta.

—Esto es loqueyopensaba—contestó Jem—,pero en estas tierras en cuantounotieneunagotadesangrenegra,todoélesnegro.Eh,mirad…

Unaseñalinvisiblehabíamotivadoquelosquecomíanenlaplazaselevantaseny desparramaran pedazos de papel de periódicos, de celofana y papel de enVolver.Loshijoscorríanhaciasusmadres,losdepechoerancolocadossobrelascaderasylos hombres, con los sombrerosmanchados de sudor, reunían a sus familias y lashacían cruzar en rebaño las puertas del juzgado. En el rincónmás apartado de laplaza, los negros ymísterDolphusRaymond se pusieron en pie y se limpiarondepolvolospantalones.Entreelloshabíapocasmujeresypocosniños,locualparecíadisipar el aire dominguero. Los negros aguardaron pacientemente en las puertas,detrásdelasfamiliasblancas.

—Entremos—dijoDill.—No, será mejor que esperemos a que entre la gente. A Atticus quizá no le

gustasevernos—dijoJem.EledificiodeljuzgadodelCondadodeMaycomblerecordabaunpocoauno,y

enunaspecto,Arlington:lascolumnasdecementoarmadoquesosteníaneltejadodelapartesurerandemasiadoreciasparasulevecarga.Lascolumnaserantodoloquequedó en pie cuando el edificio primitivo ardió en 1856. Alrededor de ellasconstruyeron un edificio nuevo. Sería mejor decir que lo construyeron a pesar deellas. Exceptuando el porche meridional, el edificio del juzgado del Condado deMaycomb era de estilo victoriano primitivo, y visto desde el norte presentaba uncuadroinofensivo.Noobstante,desdeelotrolado,lascolumnasestilorenacimientogriego contrastaban con la torre del reloj, del sigloXIX, que albergaba un aparatoherrumbrosoypocodignodeconfianza;unaperspectivaindicadoradequehubounagenteresueltaaconservartodorestomaterialdelpasado.

Parallegaralasaladelosjuicios,enelsegundopiso,habíaquepasarpordelantedevariasmadriguerasprivadasdesol:ladelasesordeimpuestos,ladelrecaudadordeéstos,ladelescribientedelcondado,ladeldistrito;eljuezdeinstrucciónvivíaenunas ratoneras frescas y oscuras que olían a libros de registro en descomposiciónmezcladosconcementohúmedoyorinarancia.Duranteeldíaeraprecisoencenderlas luces; en los ásperosmaderos del suelo había siempre una capa de polvo. Loshabitantes de aquellas oficinas eran criaturas adaptadas a su medio ambiente:

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hombrecillosdecaragrisalosqueleparecíanohabertocadonuncaelairenielsol.Sabíamos que habría una buena masa de gente, pero no habíamos pensado

encontrar lasmultitudesque llenabanelpasillodelprimerpiso.Mevi separadadeJemydeDill,peromeabrípasohacialapareddelacajadeescalera,sabiendoque,antesodespués,Jembajaríaabuscarme.DeprontomehalléenmediodelClubdelosOciososyprocurépasarlomásinadvertidaposible.ElClubdelosOciososeraungrupo de ancianos de camisa blanca, pantalones caqui y tirantes, que se habíanpasado la vida sin hacer nada y dejaban transcurrir ahora sus días crepuscularesdedicadosa lamismaocupaciónen losbancosdepinodedebajo lasencinasde laplaza.Críticosminuciososdelosnegociosdeljuzgado.Atticusdecíaque,afuerzadelargosañosdeobservaciónsabían tantas leyescomoel JuezDecano.Normalmenteeranúnicos espectadoresde los juicios, yhoyparecíanquejososdeque sehubieraalterado su confortable rutina. Cuando hablaron, sus voces me parecieron porcasualidadrevestidasdeimportancia.Laconversaciónteníaportemaamipadre.

—…Sefiguraquesabeloquehace—dijouno.—Oooh, yo no diría eso —opuso otro—. Atticus Finch es un hombre muy

documentado,unhombrequesabeestudiarlaleyafondo.—Sí,estudiamucho,esloúnicoquehace.—ElClubsoltóunarisita.—Permítemequetedigaunacosa,Billy—intervinountercero—.Túsabesque

eltribunalleencargóladefensadeesenegro.—Sí,peroAtticusseproponedefenderle.Estoesloquenogustadelcaso.Heahíunanoticia;unanoticiaquearrojaunaluzdistintasobrelascosas:Atticus

teníaquedefenderalnegro,tantosilegustabacomosino.Meparecióraroquenonos hubiese dicho nada de ello; lo habríamos podido utilizar muchas veces paradefenderle y defendemos. 'Está obligado, he ahí la razón de que lo haga', habríasignificadomenos peleas ymenos alborotos. Pero ¿explicaba esto la actitud de laciudad? El tribunal designó a Atticus para defender al negro. Atticus se proponíadefenderle. He ahí lo que no les gustaba del caso. Realmente, una se quedabaconfundida.

Losnegros,despuésdeesperarquesubiesenlosblancos,empezaronaentrar.—Eh,unminutonadamás—dijounmiembrodelClub,levantandosubastón—.

Noempiecenasubirestasescalerashastadentrodeunmomento.El Club inició su apiñada ascensión topando con Jem y Dill que bajaban a

buscarme.Losdosmuchachospasaronporentrelosviejos,yJemmegritó:—¡Ven, Scout, no queda ni un asiento libre! Tendremos que estar de pie. ¡Y

ahora, mira!—exclamó irritado, cuando los negros se lanzaron en alud escalerasarriba.Losviejosquelesprecedíanocuparíanlamayorpartedelespacioparaestardepie.Noteníamossuerte,ytodoeraporculpamía,meinformóJem.Nosquedamosdepiemalhumoradosjuntoalapared.

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—¿Nopuedenentrar?ElreverendoSykesnosestabamirando,conelnegrosombreroenlamano.—Hola,reverendo—respondióJem—.No,esaScoutnoslohadesbaratotodo.—Bien, veamos lo que podemos hacer.—El reverendo Sykes se abrió camino

escalerasarriba.Unosmomentosdespuésestabaderegreso—.Abajonohayningúnasiento.¿Lesparecequehabríainconvenienteenqueviniesenalagaleríaconmigo?

—No,diantre—exclamóJem.Muygozosossubimoscongranprestezadelantedelreverendohaciaelpisodela

saladeljuzgado.Allítrepamosporunaescaleracubiertayesperamosenlapuerta.ElreverendoSykesllegóresollandodetrásdenosotros,ynoscondujosuavementeentrelosnegrosdelagalería.Cuatrohombresselevantaronynoscedieronsusasientosdeprimerafila.

Lagaleríadelagentedecolorocupabatresparedesdelasaladeljuzgado,comounaespeciedeterrazadesegundopiso,ydesdeellapodíamosverlotodo.

El jurado estaba sentado hacia la izquierda, bajo unas altas ventanas. Susmiembros, tostadosporel soly flacos,parecían todoscampesinos,aunqueestoeranatural:loshombresdelaciudadrárasvecessesentabanenlosbancosdeljurado;olos recusaban, o se excusaban. Uno o dos del jurado tenían un lejano aire deCunninghambienvestidos.Enaquellafasedeljuicioestabansentadosmuyerguidosyatentos.

Elfiscaldeldistritoyotrohombre,AtticusyTomRobinsonestabansentadosaunasmesas, de espaldas a nosotros.En lamesa del fiscal había un libromarrón yvariastablillasamarillas.Atticusteníalacabezadescubierta.

Dentro de la baranda que separaba a los espectadores del tribunal, los testigosestaban sentados en unas sillas con asientos de cuero de vaca. También ellos nosdabanlaespalda.

El juez Taylor estaba en la presidencia, con el aire de un tiburón viejo ysomnoliento,mientrassupezpilotoescribíarápidamentemásabajoyenfrentedeél.El juezTaylor teníaelaspectode lamayoríade juecesquehevisto:afable,conelcabello blanco, la cara ligeramente rubicunda; era un hombre que gobernaba sutribunal conuna faltade formulismoalarmante; aveces levantaba lospieshasta lamesa, amenudo se limpiaba las uñas con la navaja de bolsillo.Durante las largasdeclaraciones de los juicios de faltas, especialmente después de comer, daba laimpresiónde estar dormitando, una impresiónque se desvaneciódefinitivamenteypara siempre en una ocasión en que un abogado empujó una pila de librosintencionalmente, haciéndolos caer al suelo, en un desesperado esfuerzo pordespertarle.Sinabrirlosojos,eljuezTaylormurmuró:

—MísterWhitley,repítalounavezmásylecostaráciendólares.Era unprofundo conocedor de la ley, y aunqueparecía tomarse su empleo con

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indiferencia, en realidad gobernaba con mano fuerte todos los casos que se lepresentaban.SólounavezsevióaljuezTaylorenunpuntomuertoeneljuzgado,yfue por causa de los Cunningham. Old Sarum, el reducido terreno en que serevolcaban,estabapobladopordosfamilias,separadasydistintasalprincipio,peroquepordesgracia llevabanelmismoapellido.LosCunninghamsecasaroncon losConinghamcontalfrecuenciaquelaortografíadelapellidollegóaserunacuestiónacadémica…, académica hasta que un Cunningham disputó a un Coningham unostítulosdepropiedadyacudióaljuzgado.Duranteunacontroversiasobrelacuestión,Jerus Cunningham declaró que su madre escribía Cunningham en documentos ypapeles,peroenrealidaderaunaConingham,puesescribíamal,leíamuypoco,yporlastardes,cuandosesentabaenlagaleríadelafachada,teníalacostumbredefijarlamirada a lo lejos. Después de nueve horas de escuchar las excentricidades de loshabitantes de Old Sarum, el juez Taylor echó el caso del juzgado. Cuando lepreguntaron con qué fundamento, el juez Taylor contestó: 'Connivencia entre laspartes', ydeclaróque lepedíaaDiosque los litigantes se sintieran satisfechosconhaberpodidodecirenpúblicocadacualloqueteníaquedecir.Nohabíanpretendidootracosadesdeelprimermomento.

EljuezTaylorteníaunacostumbreinteresante.Permitíaquesefumaseensusala,aunqueélnofumaba,aveces,siunoeraafortunado,disfrutabadelprivilegiodeverleponiéndoseuncigarrolargoyresecoenlabocaymascándolopocoapoco.Trocitoatrozo,elapagadocigarrodesaparecía,parareaparecerunahorasmástardeenformade una masa lisa y aplanada, cuya esencia había ido a mezclarse con los jugosdigestivosdeljuezTaylor.UnavezlepreguntéaAtticuscómopodíasufrirmistressTaylorelbesarasumarido,peroAtticuscontestóquenosebesabanmucho.

ElestradodelostestigossehallabaaladerechadeljuezTaylor.CuandollegamosanuestrosasientosloocupabayamísterHeckTate.

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—Jem—pregunté—,¿estánlosEwellsentadosalláabajo?—Cállate—contestó—.MísterHeckTateestáprestandodeclaración.MísterTatesehabíavestidoparalasolemnidad.Llevabauntrajecorriente,que,

en ciertomodo, le hacia parecerse a todos los demás hombres. Sus botas altas, suchaquetadecueroy sucinturón repletodebalashabíandesaparecido.Desdeaquelmomentodejódecausarmeespanto.Sentadoenlasilladelostestigos,teníaelcuerpoinclinadoadelante,lasmanosenlazadasentrelasrodillas,yescuchabaatentamentealfiscaldeldistrito.

Al fiscal, un talmísterGilmer, no le conocíamos bien. Era deAbbottsville; leveíamos únicamente cuando se convocaba el tribunal, y no en todas las ocasiones,porqueaJemyamilosasuntosdeljuzgadonosinteresanmuypoco.Hombrecalvoydecara lisa, suedadpodíaoscilarentre loscuarentay lossesentaaños.Aunqueseencontrabadeespaldasanosotros,sabíamosqueteníaunojoligeramentedesviado,defecto del que sacaba ventaja: parecía estar mirando a una persona, cuando enrealidadnoeraasí, ydeestemodoatormentabaa losmiembrosdel juradoya lostestigos. El jurado, creyéndose observadominuciosamente, fijaba la atención; y lomismohacíaeltestigo,conigualconvencimiento.

—…Consuspropiaspalabras,misterTate—estabadiciendomisterGilmer.—Puesbien—contestómísterTate,manoseandosusgafasycomosihablaraa

susrodillas—,mellamaron…—¿Podríaexplicárseloaljurado,místerTate?Gracias.¿Quiénlellamó?MísterTatecontinuó:—VinoabuscarmeBob…MísterBobEwell,eldeallá,unanoche…¿Quénoche,señor?—Fuelanochedelveintiunodenoviembre.Salíaenaquelmomentodelaoficina

cuandoBob…MísterEwellllegó,muyexcitadoelhombre,ymedijoquefueseasucasaenseguida,queunnegrohabíavioladoasuhija…

—¿Acudióusted?—Enefecto.Subíalcocheymefuiallátodolodeprisaquepude.—¿Yquéencontró?—Encontréalamuchachatendidaenelsueloenelcentrocuartodelafachada;el

quehayaladerechaentrando.Lahabíagolpeadodelolindo,peroyolapuseenpie;ella se lavó lacaraenuncubodeun rincónydijoquesesentíabien.LepreguntéquiénlahabíaatacadoymedijoquehabíasidoTomRobinson.

EljuezTaylor,queparecíaabsortoensusuñas,levantólavistacomosiesperaseunaobjeción;peroAtticuscontinuócallado.

—…Lepreguntésilahabíagolpeadodeaquelmodo,yellarespondióquesí.En

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consecuencia,me fui a casadeRobinsony lo llevéallá.Ella le identificócomoelagresor,yyoentonceslodetuve.Estoestodoloquehubo.

—Gracias—dijomísterGilmer.—¿Algunapregunta,Atticus?—inquirióeljuez.—Sí —respondió mi padre. Estaba sentado detrás de su mesa; tenía la silla

desviadahaciaunlado,laspiernascruzadasyunbrazodescansadosobreelrespaldodelasilla—.¿Llamóaunmédicosheriff?¿Llamóalguienaunmédico?—preguntóAtticus.

—No,señor—contestómísterTate.—¿Nollamaronaunmédico?—No,señor—repitiómísterTate.—¿Porquéno?—LavozdeAtticusteníauntonocortante.—Lediréporquénolollamé.Noeranecesario,místerFinch.Alamuchachala

habíanaporreadodeunmodoterrible.Algohabíapasado,eraobvio.—¿Pero no llamó a un médico? ¿Mientras usted estuvo allí, llamó alguien a

alguno,fueabuscarlo,olellevóalamuchacha?—No,señor…—Hacontestado lapregunta tresveces,Atticus.No llamómédico—advirtióel

juez.Atticusdijo:—Queríaasegurarmebien,señorjuez.—Yeljuezsonrió.LamanodeJem,quereposabasobrelabarandadelagalería,secrispóalrededor

desuapoyo.Mihermanocontuvorepentinamentelarespiración.Almirarabajoynoveruna reaccióncorrespondiente,mepregunté si Jemqueríamostrarse teatral.Dillmirabasosegadamente,ylomismoelreverendoSykes,sentadoaunlado.

—¿Dequésetrata?—inquirí,sinobtenermásqueunseco:—¡Ssshhitt!—Sheriff—estabadiciendoAtticus—,ustedafirmaque lahabíanaporreadode

unmodoterrible.¿Dequémanera?—Pues…—Describasuslesiones,nadamás,Heck.—Pues, le habían golpeado en la cabeza, por todas partes. En sus brazos

aparecíanyaunosmorados;aquellohabíatenidolugarunostreintaminutosantes…—¿Cómolosabe?MísterTatesonrió.—Losiento,esloqueellosmedijeron.Seacomofuere,cuandolleguéalláestaba

llenademagulladuras,yseleponíaunojoamoratado.—¿Quéojo?MisterTatesepasólamanoporelcabello.

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—Veamos —dijo. Luego miró a Atticus como si considerase pueril aquellapregunta.

—¿Nopuederecordarlo?—insistióAtticus.MisterTateseñalóaunapersonainvisible,aunascincopulgadasdelantedeél,y

dijo:—Elizquierdo.—Espereunminuto,sheriff—dijoAtticus—.¿Eraelizquierdomirandodecaraa

usted,oelizquierdomirandoenlamismadirecciónqueustedmiraba?—Ah,si—puntualizómísterTate—,conestoresultaqueeraelojoderechodela

chica.Sí,erasuojoderecho,místerFinch.Ahoralorecuerdo,teníatodoaquelladodelacarahinchado…

MisterTateparpadeóotravez,comosiacabaradehacerlecomprenderclaramentealgunacosa.LuegovolviólacabezaymiróaTomRobinson.Comoporinstinto,TomRobinsonlevantólacabeza.

—TambiénAtticushabíavistoalgocontodaclaridad,yellofuecausadequesepusieraenpie.

—Sheriff,repita,porfavor,loquehadicho.—Hedichoqueerasuojoderecho.—No…—Atticus se acercó a lamesa del escribiente del juzgado y se inclinó

sobre la mano que escribía con furia. Esta se paró, echó atrás el cuaderno detaquígrafo,yelescribientedijo:

—MísterFinch,ahorarecuerdoquelajoventeníahinchadoeseladodelacara.AtticuslevantólavistahaciamisterTate.—¿Quélado,unavezmás,Heck?—ElladoderechomisterFinch,peroteníaotrasmagulladuras…¿Quierequele

habledeellas?Atticusparecíaapuntodehacerotrapregunta,perolopensómejorydijo:—Sí,¿cuáleseranlasotraslesiones?MientrasmísterTatecontestaba,AtticussevolvióymiróaTomRobinsoncomo

paradecirlequeaquelloeraalgoenlocualnohabíanconfiado.—…Teníalosbrazosllenosdecardenales,ymeenseñóelcuello.Enlagarganta

seleveíanhuellasdigitalesbienclaras…—¿Todoalrededor?¿Inclusoenlanuca?—Yodiríaquetodoalrededor,místerFinch.—¿Deverás?—Sí, señor, la muchacha tenía el cuello delgado, cualquiera habría podido

rodearlocon…—Por favor, sheriff limítese a contestar sí o no a la pregunta —dijo Atticus

secamente.YmísterTatesequedócallado.

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Atticussesentóehizounsignodecabezaalfiscaldeldistrito,elcualmoviólasuyanegativamentemirandoaljuez,quiendirigióunainclinacióndelasuyaamísterTate,queselevantómuytiesoybajódelestradodelostestigos.

Abajo, lascabezassevolvieron, lospies restregaronelsuelo, los rostros fueronsubidos a los hombros y unos cuantos chiquillos salieron de estampida de la sala.Detrás, losnegros susurrabanenvozbaja entre ellos.Dill preguntaba al reverendoSykesaquéveníatodoaquello,peroelreverendocontestóquenolosabía.Hastaelmomentotodosedesenvolvíadeunmodocompletamentesoso:nadiehabíaatronadoel aire, no hubo discusiones entre fiscal y abogado, no había drama; todos lospresentesparecíanprofundamentedesilusionados.Atticusprocedíaconaireamistoso,comosiestuvieraenzarzadoenunadisputadepocamonta.Coninfinitahabilidadencalmarmaresturbulentos,eracapazdeconseguirqueuncasodeviolaciónresultasetanáridocomounsermón.Demimentehabíahuidoel terroralwhiskybaratoyaolores de establo, a los hombres ceñudos de ojos somnoliento la voz roncapreguntando en la noche: '¿MísterFinch? ¿Sehamarchado?'Con la luzdel día sehabíadisipadonuestrapesadilla;todosaldríabien.

TodoslosespectadoresestabantansosegadoscomoeljuezTaylor,exceptoJem.Mihermanoteníaloslabioscurvadosenunamediasonrisacargadadeintención,losojosalegres,ydijoalgoacercadecorroborarlaspruebasquemediolaseguridaddequeestabapresumiendo.

—¡RobertE.LeeEwell!Respondiendoalavozestentóreadeescribiente,unhombrecitojactanciosocomo

ungallodepeleaselevantó,ycorreteóhaciaelestrado,mientraslanucaseleponíaencarnada al escuchar su nombre.Cuando se volvió para prestar juramento, vimosque tenía la cara tan encarnada como el pescuezo. Vimos, además, que no teníaningunasemejanzaconsutocayo[7].Desufrenteselevantabaunagreñadecabellohirsuto,reciénlavado;teníalanarizestrecha,puntiagudaybrillante;noteníabarbilladignademención:parecíaformarpartedesumoviblecuello.

—…yqueDiosmeayude—cacareó.TodaslasciudadesdelacategoríadeMaycombteníanfamiliascomolosEwell.

Ninguna fluctuación económica cambiaba su nivel de vida; gente como los Ewellvivíanencalidaddehuéspedesdelcondadoen laprosperidad lomismoqueen lashondonadas de una depresión. Ningún agente del orden era capaz de sujetar a sunumerosadescendenciaenlaescuela;ningúnsanitariopodíalibrarladesusdefectoscongénitos,gusanosdiversosyenfermedadesendémicasenlosambientessucios.

LosEwelldeMaycombvivíandetrásdelvaciaderodelaciudad,enloqueenotrotiempofueunachozadenegros.Lasparedesdetablasdemaderadelachozaestabansuplidasconplanchasonduladasdehierro;el tejado,cubiertoconbotesdehojalataaplanados a martillazos, de modo que únicamente su forma indicaba su destino

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primitivo; era cuadrada, con cuatro cuartos pequeñísimos que se abrían en unvestíbulo alargado, y descansaba sobre cuatro elevaciones de piedra caliza. Lasventanas eranmeros espacios abiertos de las paredes, y en verano las cubrían conpedazosgrasientosdeestopilla,conelfindecerrarelpasoalosbichosquesenutríandelosdesechosdeMaycomb.

Peroestosbichosnocelebrabangrandesbanquetes,pueslosEwellprocedíanaunrepasodiariodelvaciadero,y los frutosdesuspesquisas (losquenoaprovechabanparacomer)hacíanqueeltrozodeterrenoquerodeabalacabañaparecieselacasadejuguetesdeunniñodemente:loquepasabaporvalíaerantrozosderamasdeárboles,escobas y mangos de aperos, todo ello coronado con herrumbrosas cabezas demartillo, palas, hachas y azadas de escardar, sujetadas con trozos de alambreespinoso.Encerradodentrodeaquellabarricadahabíaunpatiosucioqueconteníalosrestosdeun«FordModelo-T»(atrozos),unsillóndesechadodedentista,unaneveraantigua, además de otros objetos menores: zapatos viejos, destrozadas radios demesa,marcosdecuadrosyjarrosdefrutas,debajodeloscualesunasgallinasflacascolornaranjapicoteabanconfiadamente.

Sinembargo,habíaunrincóndelpatioquemaravillabaatodoMaycomb.Enfila,junto a la valía había seis jarros de lavabo, con el esmalte desconchado, quecontenían unos geranios de col rojo vivo, cuidados con la misma ternura que sihubiesen pertenecido a miss Maudie Atkinson, suponiendo que miss Maudie sehubiesedignadoadmitirungeranioensusdominios.LagentedecíaquepertenecíanaMayellaEwell.

Nadiesabíaconseguridadcuántosniñoshabíaen lacasa.Undecíanseis,otrosnueve; cuando alguno pasaba por allí, en las ventanas, siempre había variospequeñuelos con la cara sucia. Pero nadie tenía ocasión de pasar, excepto porNavidad, cuando las iglesias repartían cestos de provisiones, y el alcalde deMaycombnosrogabaquetuviésemoslabondaddeayudaralencargadolalimpiezayendoaarrojaralvaciaderolosárbolesylabasuranuestrascasas.

LaNavidadanterior,alcumplircon loqueelalcaldehabíapedido,Atticusnosllevó consigo.De la carretera partía hacia vaciaderoun caminode tierra que iba aterminar en una pequeña colonia negra, a unas quinientas yardas más allá de losEwell.Eraprecisoretrocederhacialacarretera,ocontinuarhastaelfinaldelcaminoydarlavuelta;lamayoríadepersonasibaadarladelantedelospatiosdelafachadade los negros.En el atardecer heladode diciembre, sus cabañas aparecían limpias,cuidadasconunacintapálidadehumoazulquesalíaporlachimeneaylosumbralesde un color ámbar luminoso a causa del fuego que ardía en el interior. Allí sepercibían aromas deliciosos: pollo y tocino friéndose, tersos como el aire delatardecer; Jemyyoolimosqueallíguisabanardilla,pero senecesitabaunantiguocampesinocomoAtticusparaidentificarlazarigúeyayelconejo;aromastodosque

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sedesvanecieroncuandopasamospordelantedelaresidenciadelosEwell.Loúnicoqueposeíaelhombrecitodelestradodelostestigossusceptiblededarle

algunaventajasobresusvecinosmáscercanos,eraquesilerestregabanconjabóndesosadentrodeaguamuycaliente,lesaldríalapielblanca.

—¿MisterRobertEwell?—preguntómísterGilmer.—Ese es mi nombre, capitán —contestó él, pronunciando horrorosamente el

inglés.La espalda demísterGilmer se puso un tanto rígida y yo le compadecí.Quizá

convendríaqueaclaraseundetalle.Heoídodecirqueloshijosdelosabogados,alverasuspadresenelcalordeunadiscusión,seformanunaideaequivocada:creenqueelabogado de la parte contraria es un enemigo personal de su padre, sufren vivotormento,ysellevanunasorpresatremendaalver,amenudo,asuspadressaliendodelbrazodesusatormentadoresencuando llegaelprimerdescanso.EnelcasodeJemymío,estonoeracierto.Norecibíamosheridaalgunaalverquenuestropadreganaba o perdía.Lamento no poder ofrecer ninguna versión teatral en lo tocante aestepunto;silohiciera,faltaríaalaverdad.Noobstante,enlasocasionesenqueeldebatetomabauncarizmásacrimoniosoqueprofesional,sabíamosnotarlo,peroestoocurríacuandoobservábamosaotrosabogadosquenoerannuestropadre.Entodamividanohabía oídoqueAtticus levantase la voz, excepto si hablaba conun testigosordo.MísterGilmerhacíasutrabajo,lomismoqueAtticushacíaelsuyo.Además,misterEwelleraeltestigodeGilmer,yéstenoteníaporquémostrarsegroseroconnadie,ymenosconél.

—¿EsustedelpadredeMayellaEwell?—lepreguntóacontinuación.Larespuestaconsitióenun:—Vaya, sino lo soy,yanopuedo tomarmedidas sobreel asunto: sumadreha

muerto.El juezTaylor seagitó.Volvióse lentamenteen su sillóngiratorioydirigióuna

miradabenignaaltestigo.—¿EsustedelpadredeMayellaEwell?—preguntódeunmodoquehizoque,

abajo,lasrisasparasensúbitamente.—Sí,señor—dijomísterEwell,conairemanso.EljuezTaylorprosiguióconsuacentodebenevolencia.—¿EséstalaprimeravezqueseencuentraanteunTribunal?Norecuerdohaberle

visto nunca aquí—y ante el cabezazo afirmativo del testigo, continuó—:Vamos adejar una cosa bien sentada. Mientras yo esté sentado aquí no habrá en esta salaningunanuevaespeculaciónobscenasobreningúntema.¿Quedaentendido?

MísterEwellmoviólacabezaafirmativamente,peronocreoqueleentendiese.EljuezTaylordijoconunsuspiro:

—¿Quiereseguir,místerGilmer?

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—Gracias, señor. Míster Ewell, ¿querría contarnos, por favor, con sus propiaspalabras,quépasóelanochecerdelveintiunodeNoviembre?

Jemsonrióyseechóelcabelloatrás. 'Consuspropiaspalabras'eralamarcadefábricademísterGilmer.Nosotrosnospreguntábamosamenudo,dequiéntemíaquefuesenlaspalabrasqueeltestigopodíaemplear.

—Pueslanochedelveintiunodenoviembre,yoveníadelbosqueconunacargadeleñay,apenashabíallegadoalavalla,cuandooíaMayellachillandodentrodelacasacomouncerdoapaleado…

Aquí, el juez Taylor miró vivamente al testigo y decidió, sin duda, que susespeculacionesestabandesprovistasdemalaintención,porqueseapaciguóyvolvióatomarunairesomnoliento.

—¿Quéhoraera,místerEwell?—Momentos antes de ponerse el sol. Bien, iba diciendo queMayella chillaba

como para sacar a Jesús de…—otramirada de la presidencia hizo callar amísterEwell.

—¿Si?¿Gritaba?—preguntómisterGilmer.MísterEwelimiróconfusoaljuez.—Sí, y comoMayella armaba aquel condenado alboroto, dejé caer la carga y

corrícuantopude,peromeenredéenlavallay,cuandopudesoltarmecorríhacialaventana y vi…—la cara demíster Ewell se puso escarlata. Levantando el índice,señalTomRobinson—,¡…viaquelnegrodeallámaltratandoamilMayella!

LasaladelTribunaldeljuezTayloreratantranquilaquepocasocasionesteníaélque utilizar el mazo, pero ahora estuvo golpeando la mesa cinco minutos largos.Atticus estaba junto al asiento diciéndole algo;místerHeckTate, en su calidad deprimeroficialdelcondado,seplantóenmediodelpasilloparaapaciguaralaatestadasala.Detrásdenosotros,lagentedecolordejóoírunsofocadogruñidodeenojo.

El reverendoSykes se inclinóporencimademíydeDillpara tirardel codoaJem.

—MísterJem—dijo—,serámejorquelleveamissJeanLouiseacasa.¿Meoye,místerJem?

Jemvolviólacabeza.—Scout,veteacasa.Dill,túyScoutmarchaosacasa.—Primero tienes que obligarme—contesté, recordando la bendita sentencia de

Atticus.Jemmemirófrunciendoelceñoconfuror,luego,ledijoalverendoSykes:Creoqueesigual,reverendo;Scoutnoloentiende.Yomesentímortalmenteofendida.—Síqueloentiendo,ymuybien.—Bah,cállate.Noloentiende,reverendo;todavíanotienenueveaños.

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LosnegrosojosdelreverendoSykesmanifestabanansiedad.—¿SabemisterFinchqueestáisaquí?EstonoesadecuadoparamisJeanLouise,

niparaustedes,muchachos.Jemmoviólacabeza.—Aquítanlejosnopuedevernos.Nohayinconveniente,reverendo.ComprendíqueJemganaría,porqueahoranadaleconvenceríademarcharse.Dill

yyoestábamosasalvo,porunrato…Desdedondesehallaba,Atticuspodíavernos,simirabaennuestradirección.

Mientras el juezTaylordaba con elmazo,misterEwell inspeccionaba suobra,cómodamente instalado en el sillón de los testigos. Con una sola frase habíaconvertidoaungrupoalegrequesaliódemeriendaenunaturbatensa,murmurante,hipnotizadapocoapocoporlosgolpesdelmazo,queperdíanintensidad,hastaqueelúnicosonidoqueseoyóenlasalafueundébilpinc-pinc-pinc.Lomismoquesieljuezhubiesegolpeadolamesaconunlápiz.

Dueñounavezmásdelasala,eljuezTaylorserecostóenelsillón.Deprontoseleviocansado;suedadsemanifestaba,yyomeacordédeloquehabíadichoAtticus:élymistressTaylornosebesabanmucho;debíadeacercarsealossetentaaños.

—Sehapresentado lapeticióndequedespejemos esta salade espectadores—dijo entonces—, o al menos de mujeres y niños; una petición que por ahora serádenegada.Porlogeneral,lagenteveloquedeseaveryoyeloquedeseaescuchar,ytiene el derecho de someter a sus hijos a ello; pero puedo asegurarles una cosa: orecibenustedesloqueveanyoiganensilencio,oabandonaránlasala;aunquenolaabandonaránhastaquetodoesehormiguerohumanosepresenteantemíacusadodedesacato. Míster Ewell, usted mantendrá su declaración dentro de los limites dellenguajeinglésycristiano,siesposible.Continué,místerGilmer.

MisterEwellmehacíapensarenunsordomudo.Estabaseguradequenohabíaoído nunca las palabras que el juez Taylor le dirigió —su boca las configurabatrabajosamenteensilencio—,perosucararevelabaquelasconsiderabaimportantes.De ella desapareció la complacencia, substituida por una terca seriedad que noengañóaljuez;todoelratoquemísterEwellcontinuóenelestrado,eljueztuvolosojosfijosenél,comosilodesafiaraadarunpasoenfalso.

MísterGilmeryAtticussemiraron.Atticussehabíasentadodenuevo,supuñodescansaba en la mejilla; no podíamos verle la cara. Míster Gilmer tenía unaexpresiónmásbiendesesperada.

UnapreguntadeljuezTaylorlesosegó.—MísterEweil,¿vioustedalacusadoteniendorelaciónsexualconsuhija?—Sí,señor,lovi.Losespectadoresguardaronsilencio,peroelacusadodijoalgo.Atticuslesusurró

unaspalabras,yTomRobinsonsecalló.

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—¿Diceustedqueestabajuntoalaventana?—preguntómísterGilmer.—Sí,señor.—¿Aquédistanciaquedadelsuelo?—Aunostrespies.—¿Veíabientodoelcuarto?—Sí,señor.—¿Quéaspectotenía?—Estabatodorevuelto,lomismoquesihubieratenidolugarunapelea.—¿Quéhizoustedcuandovioalacusado?—Corrí a dar la vuelta a la casa para entrar, pero él salió corriendo unos

momentosantesdequeyollegasealapuerta.Viquiénera,perfectamente.Yoestabademasiado alarmado, pensando enMayella, para perseguirle.Entré corriendo en lacasaylaencontrétendidaenelsuelogimiendo…

—Entonces,¿quéhizousted?—Fuiabuscar aTate, corriendo todo loquepude.Sabíaquienera, sin lugar a

dudas, vivía allá abajo en aquel avispero de negros, y todos los días pasaba pordelante de casa. Juez, desde hace quince años pido al condado que limpie aquellamadriguera; son un peligro para el que vive por las cercanías, además de quedesvalorizanmipropiedad…

—Gracias,místerEwell—dijoprecipitadamentemísterGilmer.EltestigodescendióatodaprisadelestradoytopódemanosabocaconAtticus,

quesehabíalevantadoparainterrogarle.EljuezTaylorpermitióquelasalasoltaselacarcajada.

Unminutonadamás,señordijoAtticusdelmejortalante.¿Puedohacerleunpardepreguntas?

Mister Ewell retrocedió hasta la silla de los testigos, se acomodó y dirigió aAtticusunamiradadevivorecelo;expresióncorrienteentrelostestigosdelCondadodeMaycombcuandoseenfrentabanconelabogadodelapartecontraria.

—MísterEwell empezóAtticus, la gente corriómucho aquella noche.Veamos,ustedcorrióhacialacasa,corrióhacialaventana,entróenlacasacorriendo,corrióadondeestabaMayella,corrióabuscaramísterTate.Durantetodasesascarreras,¿nocorrióabuscaraunmédico?

—Nohabíanecesidad.Yohabíavistoloocurrido.—Perohayunacosaquenoentiendo—dijoAtticus—.¿Nolepreocupabaausted

elestadodeMayella?—Muchome preocupaba—respondiómísterEwell—.Había visto al autor del

mal.—No,me refiero a su estado físico. ¿No se leocurrióque lanaturalezade sus

lesionesrequeríacuidadosmédicosinmediatos?

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—¿Qué?—¿Noconsideróquedebíacontarconunmédicoinmediatamente?El testigo contestó que no se le había ocurrido; en toda la vida jamás había

llamado a unmédico para ninguno de los suyos, y silo hubiese llamado le habríacostadocincodólares.

—¿Esoestodo?—terminópreguntando.—Todavíano—contestóAtticusconnaturalidad—.MisterEwell,ustedhaoído

ladeclaracióndelsheriff¿verdad?—¿Aquévieneeso?—Usted estaba en la sala cuandomísterHeckTate ocupaba el estrado, ¿no es

cierto?Ustedhaoídotodoloqueélhadicho,¿verdad?Míster Ewell consideró la cuestión con todo cuidado y pareció decidir que la

preguntanoencerrabapeligro.—Sí—contestó.—¿Está de acuerdo con la descripción que nos ha hecho de las lesiones de

Mayella?—¿Quésignificaeso?Atticus miró a su alrededor, y míster Gilmer sonrió. Míster Ewell pareció

determinadoanopermitirqueladefensapasaraunratoagradable.—MísterTatehadeclaradoquelahijadeustedteníaelojoderechomorado,que

lahabíangolpeadoen…—Ah,sí—declaróeltestigo—.EstoydeacuerdocontodoloquehadichoTate.¿Deverdad?—preguntóAtticusafablemente—.Sóloquieroestarbienseguro—

entoncesseacercóalescribiente, ledijoalgo,yelotronosentretuvounosminutosleyendo la declaración deMíster Tate como si se tratara de datos delmercado deBolsa:

—…un ojo amoratado, era el izquierdo, ah si, con esto resulta que era el ojoderechodelachica,síerasuojoderecho,místerFinch;ahoralorecuerdo,teníaaquellado—aquívolviólapágina—delacarahinchado.Sheriffrepitaporfavor,loquehadicho.Hedichoqueerasuojoderecho…

—Gracias,Bert—dijoAtticus—.Lahaoídounavezmás,místerEwell.¿Tienealgoqueañadir?¿Estádeacuerdoconelsheriff?

—DeacuerdoconTate.Teníaelojomoradoylahabíanapaleadodelolindo.Elhombrecitoparecíahaberolvidadolahumillaciónqueanteriormente lehabía

hechosufrirlapresidencia.EmpezabaanotarsecontodaclaridadqueconsiderabaaAtticusunadversariofácil.Parecíaponerseencarnadodenuevo;hinchabaelpechoyseconvertíaunavezmásenungallitodepeleaderojasplumas.

—MísterEwell,¿ustedsabeleeryescribir?MisterGilmerinterrumpió:

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—Protesto—dijo—.Noséverquérelación tieneconelcaso la instruccióndeltestigo;esirrelevante,sintrascendencia.

EljuezTaylorsedisponíaadeciralgo,peroAtticusseadelantó:—Señorjuez,siautorizalapreguntayotramás,prontoloverá.—Está bien, veamos —contestó el juez Taylor—, pero asegúrese de que lo

veamos,Atticus.Denegadalaprotesta.MísterGilmerparecíatancuriosocomotodoslosdemásverquérelaciónteníael

estadoculturaldemísterEwellconelcaso.—Repetirélapregunta—dijomipadre—.¿Sabeustedleeryescribir?—Muyciertoquesí.—¿Quiereescribirsunombreyenseñárnoslo?—Muyciertoquesí¿CómosefiguraquefirmoloschequesdelaBeneficencia?MísterEwellbuscabalasimpatíadesusconciudadanos.Lossusurrosyrisitasque

seoíanabajosereferían,sinduda,aloraroqueeraaquelhombre.Yomeponíanerviosa.Atticusparecíasaberloqueestabahaciendo,peroamíse

meantojóquehabíasalidoapescarranassinllevarfarol.Nunca,nuncajamásenuninterrogatorio,hagaspreguntaauntestigosinsaberdeantemanocuáleslarespuesta;heahíunaxiomaqueyohabíaasimiladojuntoconlosalimentosdeminiñez.Hazla,yamenudoobtendrásunarespuestaquenoesperas,unarespuestaquepuedeecharaperdertucaso.

Atticus puso la mano en el bolsillo interior y sacó un sobre. Luego, de otrobolsillodelachaqueta,sacólaestilográfica.Semovíacondesenvoltura,ysehabíasituadodemodoqueelJuradoleviesebien.Desenroscóelcapuchóndelaplumaylodejósuavementesobrelamesa.Sacudióunpocolaplumaylaentregó,juntoconelsobre,altestigo.

—¿Quiereescribirnossunombre?—preguntó—.Concalma,queelJuradopuedavercómolohace.

MísterEwellescribióenelreversodelsobreylevantólosojoscomplacidoparaver que el juez Taylor le estaba mirando fijamente, cual si fuera una gardeniaaromáticaenplenafloraciónenelestradodelostestigos,yparaveramísterGilmerensumesa,mitadsentado,mitaddepie.TambiénelJuradoleestabaobservando;unodesusmiembrosseinclinabaadelanteconlasmanossobrelabarajida.

—¿Taninteresantehasido?—preguntóél.—Ustedeszurdo,místerEwell—dijoeljuezTaylor.MisterEwellsevolvióenojadohaciaeljuezydijoquenoveíaquéteníaquever

el ser zurdo con lo que se discutía, que él era un hombre temeroso deDios y queAtticusFinchseburlabadeélconengaños.LosabogadosmarrulleroscomoAtticusFinchleengañabancontinuamenteconsusmañosastretas.Elhabíaexplicadoloqueocurrió, lo diría una ymil veces… y lo dijo. Nada de lo que le preguntó Atticus

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despuésalteró suversión:queélhabíamiradopor laventana, luegoelnegrohuyócorriendo,luegoélcorrióabuscaralsheriff.PorfinAtticusledespidió.

MísterGilmerlehizounapreguntamás.—En relación a lo de escribir con la mano izquierda, míster Ewell, ¿es usted

ambidextro?—Séusarunamanotanbiencomolaotra.Unamanotanbiencomolaotra—

repitió,mirandofuriosohacialamesadeladefensa.Jemparecíaestarsufriendounataquesilencioso.Estabagolpeandoblandamente

labarandadelagalería,yendeterminadomomento,murmuró:—Lehemoscazado.Yonolocreíaasí;Atticusestabatratandodedemostrar,semeantojaba,quequien

había dado la paliza a Mayella pudo haber sido Míster Ewell. Hasta aquí locomprendía bien. Si ella tenía morado el ojo derecho y la habían pegadoprincipalmenteenlamitadderechadelacara,ellotendíaamanifestarqueelquelapegóerazurdo.SherlockHolmesyJemFinchestaríandeacuerdo.Peroeramuyfácilque Tom Robinson también fuese zurdo. Lo mismo que míster Heck Tate, meimaginéaunapersonasituadafrenteami,repaséunarápidapantomimaenmimente,y concluí que era posible que el negro hubiese sujetado a Mayella con la manoderecha,pegándolaalmismotiempoconlaizquierda.BajélavistahaciaTom.Estabadeespaldasanosotros,peropudenotarsusanchoshombrosysucuello,reciocomoeldeuntoro.Podíahaberlohechoperfectamente.YmedijequeJemestabaechandolascuentasdelalechera.

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Peroalguienestabaretumbandodenuevo.¡MayellaVioletEwell…!Una muchacha joven se encaminó hacia el estrado de los testigos. Mientras

levantabalamanoyjurabadecirlaverdad,todalaverdadynadamásquelaverdad,yqueDioslaayudase,parecíatenerunaspectountantofrágil,perocuandosesentódecaraanosotrosenelsillóndelostestigosseconvirtióenloqueera:unamuchachadecuerpomacizo,acostumbradaalostrabajospenosos.EnelCondadodeMaycomberafácildistinguiralosquesebañabanconfrecuenciadelosqueselavabanunavezalaño:místerEwell teníaunaspectoescaldado,comosiun lavado intempestivo lehubiesedespojadodelascapasprotectorasdesuciedad;sucutisparecíamuysensiblea los elementos. Mayella, en cambio, tenía el aire de esforzarse en conservarselimpia,yyomeacordédelafiladegeraniosdelpatiodelosEwell.

MísterGilmerpidióaMayellaquecontasealJurado,consuspropiaspalabras,loquehabíaocurridoalatardecerdelveintiunodenoviembredelañoanterior,consuspropiaspalabras,selorogaba.

Mayellacontinuósentadaensilencio.—¿Dónde estabausted al atardecerde aquel día?—empezómísterGilmer con

todapaciencia.—Enelporche.—¿Enquéporche?—Notenemosmásqueuno,eldelafachada.—¿Quéhacíaustedenelporche?—Nada.EljuezTaylorintervino:—Explíquenosloqueocurrió,simplemente.Puedehacerlo,¿verdadquesí?Mayellalemiróconojosmuyabiertosyestallóenllanto.Secubriólacaracon

lasmanosysepusoasollozar.EljuezTaylorladejóllorarunrato,yluego,ledijo:—Bastaporelmomento.Notemaaningunodelospresentes,contaldequediga

laverdad.Todoestoaustedleresultaextraño,losé,peronotienequeavergonzarsedenadanitemernada.¿Quéesloqueleasusta?

Mayelladijoalgodetrásdelasmanos.—¿Quéera?—preguntóeljuez.—El—sollozólamuchacha,señalandoaAtticus.—¿MisterFinch?Mayellamoviólacabezavigorosamente,afirmando:—Noquieroquehagaconmigocomohahechoconpapá,aquienhaprobadode

hacerpasarporzurdo…El juez Taylor se rascó el blanco y espeso cabello. Era obvio que no se había

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enfrentadonuncaconunproblemadeaquellaclase.—¿Cuántosañostieneusted?—preguntó.—Diecinueveymedio—dijoMayella.EljuezTaylorcarraspeóparaaclararselavozytrató,aunquesinéxito,dehablar

contonosapaciguadores.—MísterFinchno tieneelpropósitodeasustarla—dijo—,ysi lo tuviera,aquí

estoy yo para impedírselo. Para esto y para otras cosas estoy sentado aquí. Ahoraustedyaesunachicamayor,enderecepueselcuerpoycuéntenosla…,cuéntenosloquelepasó.Sabecontarlo,¿verdadquesí?

YolesusurréaJem:—¿Tienebuensentidoesachica?Jemmirabaoblicuamentehaciaelestradodelostestigos.—No sabría decirlo todavía —contestó—. Tiene el sentido suficiente para

conseguirqueeljuezlacompadezca,peropodríasernadamás…Ah,nosé,nosé.Apaciguada,MayelladirigióunaúltimamiradadeterroraAtticusydijoamíster

Gilmer:—Pues,señor,yoestabaenelporchey…yllegóély,veausted,habíaenelpatio

un armario viejo que papá había traído con el fin de partirlo para leña…Papámehabíadichoquelopartieseyomientrasélestabaenelbosque,peroyonomesentíabastantefuerte,yenestoélpasóporallí…

—¿Quiénenese'él'?MayellaseñalóaTomRobinson.Habré de pedirle que sea más explícita, por favor—dijo mister Gilmer—. El

escribientenopuedeanotarlosgestossuficientementebien.—Aquéldeallá—dijolamuchacha—.Robinson.¿Quépasóentonces?—Yodije: 'Venacá,negro,yhazmepedazosdeesearmario, tengounamoneda

parati'.Elpodíahacerlofácilmente,enverdadquepodía.Elentróenelpatio,yyoentréencasaparairabuscarloscincocentavos,perovolvílacabezayantesdequemedieracuenta,élsemehabíaechadoencima.Habíasubidocorriendotrasdemí,deahí loquehabíahecho.Mecogióporelcuellomaldiciéndomeydiciendopalabrasfeas…Yoluchéygrité,peroélmeteníaporelcuello.Megolpeóunayotravez…

Míster Gilmer aguardó a que Mayella recobrase la compostura. La muchachahabía retorcido el pañuelo hasta convertirlo en soga mojada de sudor: cuando lodesplegó para secarse la cara era una masa de arrugas producidas por sus manoscalientes.Mayella esperabaquemisterGilmer le hicieseotra pregunta, pero al verquenoselahacía,dijo:

—Meechóalsuelo,metapólabocayseaprovechódemi.—Usted,¿gritaba?—preguntómisterGilmer—.¿Gritabayseresistía?

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—Yalocreoquesí;gritabatodoloquepodía,dabapatadasygritabacontodamifuerza.

—¿Quésucedióentonces?—No lo recuerdodemasiadobien,perode loprimeroquemedicuenta, luego,

fuedequepapáestabaenelcuartopreguntandoavocesquiénlohabíahecho,quiénhabíasido.EntoncescasimedesmayéydespuésviquemísterTatemelevantabadelsueloymeacompañabahastaelcubodelagua.

Al parecer, la narración había dado confianza a Mayella, aunque no era unaconfianzadesvergonzadacomoladesupadre.Mayellateníaunaaudaciafurtiva,eracomoungatoconlamiradafijaylacolaenroscada.

—¿Diceustedqueluchóconélcontodalaenergíaquepudo?¿Combatióconlasuñasylosdientes?—preguntómísterGilmer.

—Enverdadquesí—contestóMayella.—¿Estáseguradequeélseaprovechódeustedhastaelmayorextremo?Lafazdelamuchachasecontrajo:yotemíquesepondríaallorardenuevo.Pero

envezdellorar,respondió:—Hizoloquesehabíapropuestohacer.MísterGilmerrindiótributoalcalordeldíasecándoselacabezaconlamano.—Basta por el momento—dijo placenteramente—, pero no se mueva de ahí.

EsperoqueesegranmalvadodemísterFinchquierahacerlealgunaspreguntas.—ElEstadonohadepredisponera la testigocontraeldefensordelacusado—

murmuró,minucioso,eljuezTaylor—,almenosnoenestemomento.Atticus se puso de pie sonriendo, pero en lugar de acercarse al estrado de los

testigos,sedesabrochólachaquetayhundiólospulgaresenelchaleco;luegocruzóla sala caminando despacio hasta las ventanas.Miró al exterior, sin que parecieseinteresarleespecialmente loqueveía;enseguida retrocedióyseencaminóhaciaelestradodelostestigos.Pormiexperienciadelargosaños,pudeadivinarquetratabadellegaraunadecisiónsobrealgúnpuntodeterminado.

—Miss Mayella —dijo sonriendo—, durante un rato no trataré de asustarla;todavíano.Conozcámonosbien,nadamás.¿Cuántosañostiene?

—Hedichoqueteníadiecinueve;selohedichoalseñorjuez.—Mayellaindicóalapresidenciaconunmovimientoresentidodecabeza.—Silohadicho,silohadicho,señorita.Tendráquesertoleranteconmigo,miss

Mayella;voyentrandoenañosynotengotanbuenamemoriacomosolía.Esposibleque lepregunte algunas cosasquehadichoya,peroustedme responderá, ¿verdadquesí?Bien.

YonosabíavernadaenlaexpresióndelamuchachaquejustificaselapresuncióndeAtticusdequesehabíaconquistadosufrancayentusiastacolaboración.Mayellalemirabafuriosa.

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—Nocontestaréaunasolapalabrasuyamientrasustedsigaburlándosedemí—replicó.

—¿Señorita?—inquirióAtticus,pasmado.—Mientrasustedsigahaciendoburlademí.EljuezTaylorintervinodiciendo:—MísterFinchnoseburladeusted.¿Quélepasa?MayellamiróaAtticusconlospárpadosbajos,perocontestóaljuez:—MientrasmellameseñoritaydigamissMayella.Noadmitoestedescaro,yno

estoyaquíparasoportarlo.AtticusreanudóelpaseohacialaventanayeljuezTaylorseencargóderesolver

el incidente.El juezTaylorno teníauna figuraquemoviesenunca a compasión, apesardelocualsentípenaporél,mientrastratabadeexplicar:

—Este es el estilo de míster Finch, sencillamente. Hace años y años quetrabajamosjuntosenestejuzgado,ymísterFinchsemuestrasiemprecortéscontodoelmundo.Notratadeburlarsedeusted,sinodesercortés.Essumaneradeproceder—el juez se recostó en el sillón—. Atticus, sigamos con el procedimiento, Y queconsteenelescritoquenadiehatratadocondescaroalatestigo.

Yomepreguntésialguienlahabíallamado'señorita'o'missMayella'entodasuvida;probablementeno,puesaella leofendía lacortesíahabitual.¿Quédiablosdevidallevaba?Prontoloaverigüé.

—Usteddicequetienediecinueveaños,—empezódenuevoAtticus—.¿Cuántoshermanos 'y hermanas tiene?—preguntó al mismo tiempo que se apartaba de lasventanas.

—Siete—contestóella—.Yyomepreguntésitodoseranigualqueelejemplarquehabíavistoenlaescuela.

—¿Esustedlamayor?¿Lademásedad?—Si.—¿Cuántotiempohacequehamuertosumadre?—Nolosé;muchotiempo.—¿Haidoalgunavezalaescuela?—Leoyescribotanbiencomopapá.—¿Cuántotiempofuealaescuela?—Dosaños…,tresaños…Nolosé.Lenta, pero claramente, empecé a ver la trama del interrogatorio. Con unas

preguntas que míster Gilmer no consideró bastante intrascendentes o inmaterialespara protestar de ellas, Atticus estaba levantando sosegadamente ante el Jurado elcuadrodevidadefamiliadelosEwell.ElJuradoseenteródeloshechossiguientes:el cheque de la Beneficencia que recibían los Ewell distabamucho de bastar paraalimentar a la familia, existiendo, además, la fundada sospecha de que, de todos

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modos, papá lo gastaba en bebida; a veces pasaba fuera de casa días enterosremojándoseelgaznate,yvolvíaenfermo;eltiemporaramenteestabalobastantefríopararequerirzapatos,perocuandoloestabaunopodíahacérselosmuyelegantesconpedazos de cubiertas viejas de coche; la familia traía el agua en cubos de unmanantialquenacíaenunextremodelvaciadero(losalrededoresdelmanantial loslimpiabandebasura),yenlotocantealalimpieza,cadaunodabadesímismo:elquequería lavarse había de traerse el agua; los niños menores estaban resfriadoscontinuamenteysufríanpicorescrónicos;habíaunaseñoraque ibaalláalgunaqueotravezypreguntabaaMayellaporquénoasistíanalaescuela;latalseñoraanotólarespuesta:condosmiembrosdelafamiliaquesabíanleeryescribir,noeraprecisoquelosdemásaprendiesen;papálosnecesitabaencasa.

—MissMayella—dijoAtticus,adespechodesímismo—siendounamuchachadediecinueveaños,usteddebedeteneramigos.¿Quiénessonsusamigos?

—¿Amigos?—Sí,¿noconoceanadiedesuedad,omayor,omásjoven?Amigoscorrientes,

sencillamente.La hostilidad de Mayella, que había descendido hasta una neutralidad

refunfuñante,seinflamódenuevo.—¿Otravezmofándosedemí,místerFinch?Atticusdejóquelapreguntadelachicasirvieraderespuestaalasuya.—¿Amaustedasupadre,missMayella?—inquirióluego.—Amarle…,¿quéquieredecir?—Quierodecirsiseportabienconusted,siesunhombreconquienseconvive

sindificultad.—Seportatolerablemente,exceptocuando…—¿Exceptocuándo?Mayellamiróasupadre,sentadoenunasillaqueinclinabahacialabaranda.El

irguióelcuerpoyesperólarespuesta.—Exceptonada—respondióella—.Hedichoqueseportatolerablemente.MísterEwellserecostóotravezenlasilla.—¿Exceptocuandobebe?—preguntóAtticuscontaldulzuraqueMayellamovió

lacabezaasintiendo.—¿Semetealgunavezconusted?¿Quéquieredecir?Cuandoestá…irritado,¿lahapegadoalgunavez?Mayellamiróasualrededor,bajólavistahaciaelescribienteylalevantóhaciael

juez.—Respondaalapregunta,missMayella—ordenóeljuez.—Mipadrenomehatocadounpelodelacabezaentodalavida—declaróella

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confuerza—.Nuncamehatocado.AAtticusselehabíandeslizadounpocolasgafas,yvolvióasubírselas.—Hemos tenido una conversación interesante para conocemos bien, miss

Mayella;ahoracreoserámejorquenosocupemosdelcasopresente.UstedhadichoquepidióaTomRobinsonqueentraraapartirleun…,¿quéeraaquello?

—Unarmarioropero,unarmarioviejoconuncostadollenodecajones.—¿ConocíaustedbienaTomRobinson?—¿Quéquieredecir?—Quierodecirsiustedsabíaquiénera,dóndevivía.Mayellaasintió.—Sabíaquiénera,pasabapordelantedenuestracasatodolosdías.—¿Eraaquéllalaprimeravezqueustedlepedíaquepasaseotroladodelavalla?LapreguntahizodarunlevesaltoaMayella.Atticusestabarealizandosulenta

peregrinación hacia las ventanas, como la había realizado todo el rato: hacía unapreguntay,luego,mirabafuera,esperandolarespuesta.Novioelsaltoinvoluntariodelamuchacha,peromeparecióquesabíaquesehabíamovido.Entoncessevolvióyenarcólascejas.

—¿Era…?—empezódenuevo.—Si,loera.—¿Nolehabíapedidonunca,anteriormente,queentraseenelcercado?Ahoraellaestabapreparada.—No,ciertamentequeno.Conunno, hay bastante—le dijo serenamenteAtticus—. ¿No le había pedido

nuncaanteriormentequelehiciesealgúntrabajoextraordinario?—Esposiblequesí—concedióMayella—.Habíaporallívariosnegros.—¿Puederecordaralgunaotraocasión?—No.—Muybien;pasemosahoraaloqueocurrió.UstedhadichoqueTomRobinson

estabadetráscuandoustedsevolvió,¿noescierto?—Sí.—Ustedhadichoquelacogióporelcuellomaldiciendoypronunciandopalabras

feas,¿noescierto?—Sí,escierto.LamemoriadeAtticussehabíavueltomuyfiel.—Ustedhadicho:'Meechóalsuelo,metapólabocayseaprovechódemí',¿es

cierto?—Esoesloquehedicho.—¿Recuerdasilepegóenlacara?Latestigovaciló.

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—Usted parecemuy segura de que él la asfixiaba.Todo aquel tiempousted seresistía luchando, recuérdelo.Usted 'dabapatadasygritaba tan fuerte comopodía'.¿Recuerdasilepegabaenlacara?

Mayella seguía callada. Parecía estar tratando de poner algo en claro para símisma.PorunmomentopenséqueestabaempleandolaestratagemademísterHeckTate ymía de imaginar que teníamos una persona delante. En seguida dirigió unamiradaamísterGilmer.

—Es una pregunta sencilla, missMayella, de modo que lo intentaré otra vez.¿Recuerda si le pegó en la cara? —la voz de Atticus había perdido su acentoagradable;ahorahablabaensutonoprofesional,áridoeindiferente—.¿Recuerdasilepegóenlacara?

—No,norecuerdosimepegó.Quierodecirquesilorecuerdo;mepegó.—¿Larespuestadeustedeslaúltimafrase?—¿Eh?Sí,mepegó…,no,nolorecuerdo,nolorecuerdo…¡Todoocurriótande

prisa!EljuezTaylormiróseveramenteaMayella.—Nollore,joven—empezó.PeroAtticusdijo:—Dejélallorar,silegusta,señorjuez.Tenemostodoeltiempoqueseprecise.MayelladiounbufidoairadoymiróaAtticus.—Contestarétodaslaspreguntasquetengaquehacerme…Póngameaquíarribay

mófesedemí,¿quiere?Contestarétodaslaspreguntasquemehaga…—Estoestámuybien—dijoAtticus—.Quedansólounascuantasmás.Parano

seraburrido,missMayella,ustedhadeclaradoqueelacusadolepegó,lacogióporelcuello, la asfixiabay se aprovechódeusted.Quieroque esté segurade si acusa alverdaderoculpable.¿Quiereidentificaralhombrequelavioló?

—Sí,quiero,esaquéldeallá.Atticussevolvióhaciaelacusado.—Póngase enpie,Tom.Deje quemissMayella lemire largaydetenidamente.

¿Esésteelhombre,missMayella?Los hombros poderosos de Tom Robinson se dibujaban debajo de la delgada

camisa.El negro se pusode pie y permaneció con lamanoderecha apoyada en elrespaldodelasilla.Parecíasufrirunaextrañafaltadeequilibrio,aunqueellonoveníadelamaneradeestardepie.Elbrazoizquierdolecolgaba,muerto,sobreelcostado,y lo tenía unas buenas doce pulgadasmás corto que el derecho, terminado en unamanopequeña,encogida,yhastadesdeunpunto tandistantecomo lagaleríapudeverquenopodíautilizarla.

—Scout—dijoJem—.¡Mira!¡Reverendo,esmanco!ElreverendoSykesseinclinóylesusurróaJem:

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—Selacogióenunadesmotadoradealgodón(enlademísterDolphusRaymond)cuando era muchacho… Parecía que iba a morir desangrado…, la máquinadesprendiótodoslosmúsculosdeloshuesos…

—¿Eséseelhombrequelaviolóausted?—Muyciertamente,loes.LapreguntasiguientedeAtticusconstódeunasolapalabra:—¿Cómo?Mayellaestabarabiosa.—Nosécómolohizo,perolohizo…Hedichoquetodoocurriótandeprisaque

yo…—Veamos, consideremos esto con calma… —empezó Atticus. Pero mister

Gilmer le interrumpió conunaprotesta:Atticus se entretenía en cosas irrelevantes,sinimportancia,peroestabaintimidandoconlamiradaalatestigo.

EljuezTaylorsoltólacarcajadainstantáneamente.—Oh,siéntese,Horace,nohacecosaparecida.Entodocasolatestigoeslaque

estáintimidandoconlamiradaaAtticus.EljuezTayloreralaúnicapersonadelasalaquereía.—Veamos—dijoAtticus—,usted,missMayella,hadeclaradoqueelacusadola

asfixiaba y le pegaba; no ha dicho que se hubiese deslizado detrás de usted y lahubiesedejadosinsentidodeungolpe,sinoqueustedsevolvióyallíestabaél…—Atticusseencontrabadetrásdesumesayacentuósuspalabraspegandolosnudillossobrelamadera—.¿Deseareconsideraralgúnpuntodesusdeclaraciones?

—¿Quierequedigaalgoquenoocurrió?—No,señorita,quieroquedigaalgoquesí leocurrió.Cuéntenosunavezmás,

porfavor,¿quésucedió?—Hecontadoyaloquesucedió.—Usted ha declarado que se volvió y allí estaba él. ¿Entonces la cogió por el

cuello?—Sí.—¿Luegolesoltóelcuelloylagolpeó?—Yahedichoquesi.—¿Lepusomoradoelojoizquierdoconungolpedelpuñoderecho?—Yomeagachéy…yelpuñovinocomounaexhalación.Es loquepasó.Me

agaché,yvinootravez—porfinMayellahabíavistolaluz.—Ahora,depronto,ustedseexpresadeunmodomuyconcretosobreestepunto.

Haceunratonolorecordabademasiadobien,¿verdadqueno?—Hedichoquemehabíagolpeado.—Deacuerdo.Ellacogióporelcuello,lagolpeóy,luegolavioló.¿Esasí?—Esasímuyciertamente.

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—Ustedesunamuchachafuerte,¿quéhacía?,¿estarallínadamás?—Lehedichoquegritabayluchaba—replicólatestigo.Atticuslevantóelbrazoysequitólasgafas,volvióelojobueno,elderecho,hacia

latestigoylasometióaundiluviodepreguntas.EljuezTaylorintervinodiciendo:—Unapreguntacadavez,Atticus.Déocasiónalatestigodecontestar.—Muybien,¿porquénoechóacorrer?—Lointenté…—¿Lointentó?¿Quiénseloimpidió?—Yo…,élmearrojóalsuelo.Estoesloquehizo,mearrojóalsueloyseechó

sobremí.—¿Ustedestabachillandocontinuamente?—Ciertamentequesi.—Entonces, ¿cómo no la oyeron los otros hijos? ¿Dónde estaban? ¿En el

vaciadero?Nohuborespuesta.—¿Dónde estaban?… ¿Cómo no los hicieron acudir a toda prisa los gritos de

usted?Elvaciaderoestámáscercaqueelbosque,¿noesverdad?Ningunarespuesta.—¿Onochillóustedhastaquevioasupadreenlaventana?Hastaentoncesnose

acordódechillar,¿verdad?Ningunarespuesta.—¿Quiénlediolapaliza?¿TomRobinsonosupadredeusted?Sinrespuesta.—¿Quéviosupadreenlaventana,eldelitodeviolación,olamejordefensapara

elmismo?¿Porquénodicelaverdad,niña?¿NofueBobEwellelquelapegó?Cuando Atticus se alejó de Mayella tenía un aspecto como si le doliera el

estómago,pero la carade la testigoeraunamezclade terroryde furia.Atticus sesentóconairefatigado.

Desúbito,Mayellarecobróelusodelapalabra.—Tengoquedecirunacosa—dijo.—¿Quiereexplicarnosloqueocurrió?pidióAtticus.Peroellanooyóeltonodecompasióndesuspalabras.—Tengoquedecirunacosa,y luegonodirénadamás.Aquelnegrodeallá se

aprovechódemí.Ysiustedes,distinguidosyelegantescaballeros,noquierenhacernada por remediarlo, es que son un puñado de cobardes hediondos, cobardeshediondostodosustedes.Suselegantesmodalesnosignificannada;su'señorita'ysu'missMayella'nosignificannada,místerFinch…

Entonces estalló en lágrimas de verdad. Sus hombros semovían sacudidos porenojadossollozos.Ehizohonorasupalabra.Nocontestóaningunaotrapregunta,ni

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cuando míster Gilmer intentó ponerla de nuevo en vereda. Me figuro que si nohubiesesidotanpobreeignorante,eljuezTaylorlahabríarecluidoenlacárcelporeldesprecio con que había tratado a toda la sala. De todos modos, Atticus la habíaheridodeunadeterminadaformaqueyonocomprendíaclaramente;perolohizosinsentirelmenorplacer.Sequedósentadoconlacabezainclinada;yjamáshevistoanadiefijarunamiradadeodiotanprofundocomolaqueledirigióMayellacuandobajódelestrado.

CuandomísterGilmeranuncióaljuezTaylorqueelfiscaldelEstadodescansaba,eljuezcontestó:

—Yaeshoradequedescansemostodos.Nosconcederemosdiezminutos.AtticusymísterGilmerseencontrarondelantedelapresidencia,sedijeronalgo

envozbajaysalieronde lasalaporunapuertaquehabíadetrásdelestradode lostestigos,locualfueunaseñalparaquetodosnosdesencogiésemos.Yodescubríquehabía estado sentada en el borde del largo banco y tenía las piernas un pocodormidas.Jemsepusodepieybostezó,Dillsiguió,ejemplo,yelreverendoSykessesecolacaraenelsombrero.Latemperaturaeradeunosdulcesnoventagrados'[8],nosdijo.

Míster BraxtonUnderwood, que había estado todo el rato callado en una sillareservada para la Prensa, absorbiendo declaraciones con la esponja de su cerebro,permitióquesusojoscaústicosrondaranunmomentoporlagaleríadelosnegros,ynosvío.Diounbufidoydesviólamirada.

—Jem—dijeyo—,místerUnderwoodnoshavisto.Es igual.Nose lodiráaAtticus, sólo lopondráen lasnotasde sociedadde la

Tribune.LuegosevolvióhaciaDill,explicándole,supongo,lospuntosmásdelicadosdel

juicio:peroyonofuicapazmásquedepreguntarmecuálesserian.NohabíahabidolargasdiscusionesentreAtticusymísterGilmersobreningúnpunto;místerGilmerparecíallevarlaacusacióncasiconrenuencia;alostestigosloshabíanconducidodela rienda como a borriquitos, conpocas protestas. PeroAtticus nos había dicho enciertaocasiónqueenlasaladeljuezTaylorelabogadoqueselimitaraaconstruirsudefensa estrictamente sobre las declaraciones acababa recibiendo instruccionesestrictasdelapresidencia.YmeespecificóqueestoqueríadecirquepormásqueeljuezTaylorpudieradarlasensacióndeperezosoydeactuardurmiendo,rarasvecessedejabadesencaminar.AtticusdecíaqueeljuezTayloreraunbuenjuez.

Poco después, regresó el juez y se acomodó en su sillón giratorio. En seguidasacóuncigarrodelbolsillodelachaquetayloexaminóminuciosamente.

—Avecesvenimosaobservarle—expliqué—.Ahoratienetareaparaelrestodela tarde. Fíjate —sin advertir que le observaban desde arriba, el juez Taylor sedesembarazó de la punta cortada, echó el resto conmovimiento experto hacia los

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labiosehizo:'¡Fluck!',yacertótanbienenunaescupideraqueoímoselchapoteodelagua.

—Apuestoaqueescupiendobolitasdepapelmascadoeraimbatible—murmuróDill.

Porlocomún,undescansosignificabaunéxodogeneral;encambioaqueldíalagentenosemovía.HastalosOciosos,quenohabíanconseguidoqueotroshombresmásjóvenessintieranvergüenzaylescedieranlosasientos,sehabíanquedadodepie,arrimadosalasparedes.MefiguroquemísterHeckhabíareservadoelcuartodeaseoparalosempleadosdelJuzgado.

Atticus y míster Gilmer volvieron también, y el juez Taylor miró su reloj debolsillo.

—Pronto darán las cuatro—dijo—. Afirmación intrigante, porque el reloj deledificioteníaquehaberdadolascampanadasdelahoraalmenosdosveces.Yonolashabíaoído,nihabíapercibidosusvibraciones.

—¿Procuraremosdejarloresueltoestatarde?¿QuélepareceAtticus?—Creoquepodremos—contestómipadre.—¿Cuántostestigostiene?—Uno.—Puesllámelo.

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Thomas Robinson cruzó el brazo derecho hacia el otro costado, pasó la manodebajodelizquierdoylolevantó.GuióelbrazohacialaBiblia,ylamanoizquierda,que era como de goma, buscó el contacto de la oscura encuadernación. Mientraslevantaba laderecha, lamano inútil sedeslizó fuerade laBibliay fueagolpear lamesadelescribiente.EstabaintentándolodenuevocuandoeljuezTaylormurmuró:

—Yabasta,Tom.Tompronuncióeljuramentoyfueasentarseenlasilladelostestigos.Contoda

rapidez,Atticusleintrodujoaexplicarnosqueteníaveinticincoanosdeedad;estabacasadoyteníatreshijos;sehabíavistoenapurosconlajusticiaanteriormente:enunaocasiónhubodecumplirtreintadíasporconductadesordenada.

—Muydesordenadahubodeser—dijoAtticus—.¿Enquéconsistióeldesorden?—Mepeleéconotrohombre,queríadarmeunacuchillada.—¿Loconsiguió?—Sí, señor,unpoco,no lobastanteparahacermedaño—contestóTomconsu

inglésdialectaldenegro—.Yaveusted,yo….—Tommovióelhombroizquierdo.Sí—respondióAtticus—.¿Lescondenaronalosdos?—Sí,señor.Yotuvequecumplircondenaporquenopudepagarlamulta.Elotro

pudopagarlamultaquelepusieron.DillseinclinópordelantedemíypreguntóaJemquéestabahaciendoAtticus.

JemcontestóqueAtticusestabademostrandoalJuradoqueTomnoteníanadaqueocultar.

—¿ConocíaustedaMayellaVioletEwell?—preguntóAtticus.—Sí, señor, pasaba por delante de su casa todos los días yendoy viniendodel

campo.—¿Delcampodequién?—RecojoalgodónparamísterLinkDeas.—¿Estabacosechandoalgodónennoviembre?—No,señor,enotoñoeinviernotrabajoensupatio.Trabajofijoparaéltodoel

año;tienemuchosnogalesyotrascosas.—DiceustedquepasabapordelantedelacasadelosEwellparairyVolverdel

trabajo.¿Nosepuedeirporotrocamino?—No,señor;queyosepa,ningunomás.—Tom,¿lehablabaalgunavezlamuchacha?—Pues sí, señor, al pasar, yo me quitaba el sombrero, y un día me pidió que

entraseenelcercadoehiciesepedazosunarmario.—¿Cuándolepidióquepartieseel…elarmario?

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—Fue la primavera pasada, míster Finch. Lo recuerdo porque era la época departirleña,yyollevabaunaazada.Yoledijequenoteníamásqueaquellaazada,ymecontestóqueellateníaunhacha.Medioelhachayyohicepedazoselarmario.Entonces me dijo: 'Me figuro que debo darle una moneda de cinco centavos,¿verdad?'Yyoledije:'No,señorita,nolecobronada'.Entoncesmefuiacasa.MísterFinch,estoeralaprimaveradelañopasado,hacemásdeunaño.

—¿Entróenlafincaotrasveces?—Sí,señor.—¿Cuándo?—Pues,muchasveces.El juez Taylor cogió instintivamente el mazo, pero dejó caer la mano. El

murmullolevantadodebajodenosotrosmuriósinquehubieradeintervenir.—¿Enquécircunstancias?—¿Quéquieredecir,señor?—¿Porquéentróenelcercadomuchasveces?LafrentedeTomRobinsonseserenó.—Ellamelopedía,señor.Porlovisto,siemprequeyopasabaporallíteníaalgún

pequeñotrabajoqueencargarme:partirleña,traerleagua…Ellaregabatodoslosdíasaquellasfloresrojas…

—¿Lepagabasusservicios?—No,señor;despuésdehabermeofrecidounamonedaelprimerdía,no.Yolo

hacíamuycontento;parecíaquemísterEwellnolaayudabaennada,comotampocolospequeños,yyosabíaquenopodíaahorrardinero.

—¿Dóndeestabanlosotroshijos?—Siempre estaban por los alrededores, por la finca. Algunos miraban cómo

trabajaba;otrossalíanalaventana.—¿SolíahablarconustedmissMayella?—Si,señor,hablabaconmigo.MientrasTomRobinsonprestabadeclaraciónsemeocurrióPensarqueMayella

Ewelldebíadeserlapersonamássolitariadelmundo.EraaúnmássolitariaqueBooRadley,quenohabíasalidodecasaenveinticincoaños.CuandoAtticuslepreguntósiteníaamigos,parecióqueellanoentendíaloquequeríadecir;luegopensóqueseburlaba.EraunsertantristecomoloqueJemllamabaunniñomestizo:losblancosnoqueríancontactoconellaporquevivíaentrecerdos;losnegrosnoqueríancontactocon ella porque era blanca. No podía vivir como míster Dolphus Raymond, queprefería la compañía de los negros, porque no poseía toda una orilla del río nipertenecíaaunafamiliaantiguaydistinguida.DelosEwellnadiedecía:'Essuestilo,simplemente',MaycomblesregalabacestosdeNavidad,dinerodeBeneficencia…yeldorsodelamano.TomRobinsonera,probablemente,laúnicapersonaquelahabía

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tratadojamásconafecto.Noobstante,elladijoquelahabíaforzado,ycuandoélsepusodepielemirócomosifueseelpolvoquepisabansuszapatos.

Atticusinterrumpiómismeditaciones.—¿EntróalgunavezenlapropiedaddelosEwell,pusoelpieenlafincadelos

Ewellsinunainvitaciónexpresadeunodeellos?—No,señor,místerFinch,nuncalohice.Atticusdecía avecesque lamaneradeadivinar siun testigomentíaodecía la

verdadconsistíaenescuchar,másbienqueemirar.Yoapliquélaprueba:Tomnegótresvecesdeunsolotirón,perososegadamente,sinasomodegimoteoensuvoz;yymesorprendícreyéndole,apesardequehubiesenegadodemasiado.Parecíaunnegrorespetable, y un negro respetable jamás entraría en el patio de nadie por su propiadecisión.

—Tom,¿quélesucediólatardedelveintiunodenoviembredelañopasado?Abajo, los espectadores inspiraron profundamente, todos a una, e inclinaron el

cuerpoadelante.Detrásdenosotros,losnegroshicieronlomismo.Tom tenía el color del terciopelo negro, pero no brillante, sino de terciopelo

blanco. El blanco de los ojos brillantes enmedio de su cara, y al hablar veíamosdestellos de sus dientes. Si no hubiese estado mutilado, habría sido un hermosoejemplardehombre.

—MisterFinch—dijo—,aquellatardevolvíaacasacomocostumbre,ycuandopasé por delante de la de los Ewell,míssMayella estaba en el porche, como ellamismohadicho.Parecíahaberungransilencio,peroyonocomprendíabienporqué.Estaba estudiando el porqué, mientras iba caminando, cuando ella me dijo queentraseylaayudaseunminuto.Bien,entréenelcercadoymepuseamirarsihabíaleñaquepartir,peronovininguna,yellamedijo: 'No, tengounpocode trabajoyparatidentrodecasa.Laviejapuertaestáfueradesusgoznesyelotoñoseacercagrandes pasos'. Yo le dije: '¿Tiene usted un destornillador, miss Mayella?' Ellacontestóquesi,teníauno.Bien,subílasescalerasyellameindicóconelademánqueentrase;yoentréenelcuartodelafachadayexaminélapuerta.Dije:'MisMayella,estapuertaestáperfectamentebien'.Lamovíadelanteyatrás,y losgoznesestabanbien. Entonces ella cerró la puerta ante mis propias narices. Míster Finch, yo meestabapreguntandocómohabía tanto silencio,ydeprontomedi cuentadequenohabía ni un solo niño en la casa; no había ni uno, y le pregunté a missMayella:¿Dóndeestanlosniños?

LapieldeterciopelonegrodeTomhabíaempezadoabrillar:elacusadosepasólamanoporlacara.

Dije: '¿Dóndeestánlosniños?'—continuó—,yellamedijo(estabariendo,oloparecía),ellamedijoquesehabíanidotodosalaciudadacomprarmantecados.Medijo: 'Me ha costado un año bisiesto el reunir lasmonedas suficientes, pero lo he

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conseguido.Estántodosenlaciudad'.LaincomodidaddeTomnoveníadelsudor.—¿Quédijoustedentonces,Tom?—preguntóAtticus.—Dije algo así como: 'Caramba, ha hecho usted muy bien, miss Mayella,

invitándoles'.Y ella dijo: '¿Lo crees así?'No creoque entendiese lo queyo estabapensando;yoqueríadecirquehabíahechobienahorrandodeaquelmodoparadarlesungusto.

—Lecomprendo,Tom.Siga—dijoAtticus.—Bien…yodijequeseríamejorquecontinuasemicamino,quenopodíaserle

útil,peroelladijoquesi;yolepreguntéenqué,yellamedijoquesubieseenaquellasilladealláylealcanzaseunacajaquehabíaencimadelarmario.

—¿Noeraelmismoarmarioqueustedpartió?—preguntóAtticus.Eltestigosonrió.—No,señor,otro.Casitanaltocomoeltecho.Asípues,hiceloquemepedía,y

estaba levantando el brazo para alcanzar la caja cuando, sin queme hubiera dadocuenta,ellame…mehabíaabrazadolaspiernas;semehabíaabrazadoalaspiernas,místerFinch.Me asustó tanto que bajé de un salto y tumbé la silla; aquélla fue laúnicacosa,elúnicomueblequequedófueradesitioenelcuartocuandomemarché,místerFinch.LojuroanteDios.

—¿Quépasóluegoqueustedhubovolcadolasilla?TomRobinsonhabíallegadoaunpuntomuerto.MiróaAttius,luegoalJurado,

luegoamísterUnderwood,sentadoalotroladodelasala.—Tom,ustedhajuradodecirtodalaverdad.¿Quieredecirla?Tomsepasólamanoporlabocacongestonervioso.—¿Quéocurriódespuésdeaquello?—Conteste la pregunta —dijo el juez Taylor. Un tercio de su cigarro había

desaparecido.—MísterFinch,alsaltardelasillamevolvíyellasemeechoencima.—¿Seleechóencima?¿Violentamente?—No,señor,me…meabrazó.Meabrazóporlacintura.EstavezelmazodeljuezTaylorseabatióconestrépito,almismotiempoquese

encendíanlaslucesdelasala.Laoscuridadnohabíallegadotodavía,peroelsolsehabíaapartadodelasventanas.EljuezTaylorrestableciórápidamenteelorden.

—¿Quéhizoluegolamuchacha?Eltestigoestiróelcuellocondificultad.—Sepusodepuntillasymebesóenunladodelacara.Dijoquenohabíabesado

nuncaaunhombreadultoyquelomismodabaquebesaseaunnegro.Dijoqueloque le hiciese su padre no importaba. Dijo: 'Devuélveme el beso, negro'. Yo dije:'MissMayella,déjemesalirdeaquí',yprobédeecharacorrer,peroeseapuntalaba

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deespaldasenlapuertayhubieratenidoqueempujarla.Noteníaintencióndehacerleningúndaño,místerFinch,yledijequemedejasepasar,peroenelmomentoenqueselodecía,místerEwellsepusoagritarporlaventana.

—¿Quédijo?TomRobinsoncerrólosojos,apretandolospárpados.—Decía:«¡Soputamaldita,temataré!».—¿Quépasóentonces?—MísterFinch,yocorrítandeprisaquenoséloquepasó.—Tom,¿ustednoviolóaMayellaEwell?—No,señor.—¿Nolehizoningúndañoenningúnsentido?—No,señor.—¿Seresistióasusrequerimientos?—Lo intenté,místerFinch. Intenté resistir sinportarmemalconella,noquería

empujarlanihacerleningúndaño.Amísemeantojóque,asumanera,TomteníatanbuenosmodalescomoAtticus.

Hastaquemipadremeloexplicómás tarde,nocomprendí lodelicadodelcasoenqueseencontrabaTom:bajoningunacircunstanciahabríaosadopegaraunamujerblanca, cierto de que si lo hacía no viviría mucho tiempo; por ello aprovechó laprimeraoportunidadparahuircorriendo:signosegurodeculpabilidad.

—Tom, retroceda una vez más a míster Ewell—dijo Atticus. ¿Le dijo algo austed?

—Nadaenabsoluto, señor.Esposibleque luegodijera algo,peroyonoestabaallí…

—Conestobasta—dijoAtticus—.¿Quéoyóusted?¿Aquiénestabahablandoél?—MísterFinch,élestabahablandoymirandoamissMayella.—¿Entoncesustedechóacorrer?—Esoesloquehice,señor.—¿Porquécorrió?—Teníamiedo,señor.—¿Porquéteníamiedo?—MísterFinch,siustedfuesenegro,comoyo,tambiénlohabríatenido.Atticus se sentó.MisterGilmer se encaminaba hacia el estrado de los testigos,

peroantesdequellegaseallí,misterLinkDeasselevantódeentrelosespectadoresyanunció:

—Quiero nada más que todos ustedes sepan una cosa desde este mismomomento.Esemuchachohatrabajadoochoañosparamíynomehadadonielmáspequeñodisgusto.Unasombra.

—¡Cierre la boca, señor! —el juez Taylor estaba perfectamente despierto y

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rugiendo.Tenía,además, lacaraencarnada.Pormilagro,elcigarronoconstituíaelmenorestorboparasupalabra—.¡LinkDeas—gritó—,sitieneustedalgoquedecirpuededecirlobajojuramentoyenelmomentoadecuadoperohastaentoncessalgadeestasala!¿Meoye?Salgadeestasala,señor,¿meoye?¡Quemecuelguensi tengoqueVolveraocuparmedeestecaso!

Losojosdel juezTaylor lanzabanpuñalescontraAtticus,comoretándoleaquedijeraalgo,peroAtticushabíabajadolacabezayreíasobresuregazo.Yorecordéuncomentario que había hecho acerca de que las observaciones ex cátedra del juezTaylorsalíanavecesdeloslímitesdeldeber,peroquepocosabogadosProtestabanporellas.MiréaJem,peroéstemoviólacabezanegativamente.

—Estono es lomismoque si se levantaseunmiembrodel Juradoy tomase lapalabra—dijo—.Piensoqueentoncesseríadiferente,MisterLinknohahechootracosaquealterarelorden,oalgoporelestilo.

EljuezTaylorordenóalescribientequesuprimieratodoloquehubieseescrito,sihabíaescritoalgo,despuésde'MísterFinch,siustedfuesenegro,comoyo,tambiénlohabríatenido',ydijoalJuradoquepasaraporaltolainterrupción.Fijólamiradaconrecelohaciaelfondodelpasillocentralyesperó,supongo,queMísterLinkDeassemarchasedefinitivamente.Luegodijo:

—Adelante,místerGilmer.—¿Leimpusierontreintadíasporconductadesordenada,Robinson?—preguntó

místerGilmer.—Sí,señor.—¿Quéaspectoteníaelnegrocuandoustedlodejó?—Elmepegó,místerGilmer.—Peroaustedlocondenaron,¿verdad?Atticuslevantólacabeza.—Fueundelitodemalaconductayfiguraenlosarchivos,juez—meparecióque

suvozdenotabacansancio.—Eltestigodeberesponder,apesardetodo—replicóeljuezTaylorconidéntica

fatiga.—Sí,señor,mepusierontreintadías.YocomprendíquemísterGilmerqueríasinceramentehacernotaral Juradoque

toda persona que hubiera sufrido condena por conducta desordenada eramuy fácilquehubiesealbergadoensupechoelpropósitodeatropellaraMayellaEwell,queeraelúnicoargumentoquele interesaba.Argumentosdetalespeciesiempreproducíanimpresión.

—Robinson,ustedsedesenvuelvesobradamentebienparadesmenuzararmariosypartirleñaconunamano,¿verdad?

—Sí,señor,esocreo.

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—¿Esbastantefuerteparacortarlelarespiraciónaunamujeryarrojarlaalsuelo?—Esonolohehechonunca,señor.—¿Peroesbastantefuerteparahacerlo?Creoquesí,señor.—Hacía mucho tiempo que tenía el ojo puesto en esa joven ¿verdad que sí,

muchacho?—No,señor,nuncalahabíamirado.—Entonces, era usted terriblemente cortés al partir tantas cosas y transportar

tantospesosporella,¿noescierto?—Sencillamente,tratabadeayudarla,señor.—Eraustedextraordinariamentegeneroso,porquedespuésdelajornadacorriente

teníacosasquehacerencasa,¿verdad?—Sí,señor.—¿Porquénolashacía,enlugardepreocuparsedelasdeEwell?—Hacíalasunasylasotras,señor.—Debíadeestarmuyocupado.¿Porqué?—¿Quéquieredecireseporqué,señor?—¿Porquéteníatantoafánporhacerlastareasdeaquellamujer?Tomtitubeóbuscandounarespuesta.—Comodije,parecíaquenohabíanadiequelaayudase…—¿ConmísterEwellysieteniñosenlacasa,muchacho?—Bien,yodijequeparecíacomosinolaayudasennada…—Muchacho, ¿usted se entretenía partiendo leña y haciendo todos aquellos

trabajosporpurabondad?—Procurabaayudarla,comohedicho.MisterGilmersonrióalJurado.—Porlovistoesustedunsujetomuybueno.¿Hacíatodoaquellosinpensaren

cobrarniunpenique?—Sí, señor. Ella me daba mucha compasión, parecía poner más empeño que

todoslosdemás…—¿A usted le daba compasión ella; a usted le daba compasión ella?—míster

Gilmerparecíadispuestoaelevarsehastaeltecho.Eltestigocomprendiósuerroryserevolviódesazonadoenlasilla.Peroelmal

estabahecho.Debajodenosotros, la respuestadeTomRobinsonnogustóanadie.MísterGilmerhizounalargapausaparadejarquefuesepenetrando.

—Heahíqueustedpasópordelantedelacasa,comodecostumbre,elveintiunodenoviembrepasado—dijoluego—,yellalepidióqueentraseylehiciesepedazosunarmario.

—No,señor.

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—¿Niegaquepasarapordelantedelacasa?—No,señor;elladijoqueteníaquehacerlealgodentrodelacasa…—Elladicequelepidióquelepartieseunarmario,¿noeseso?—No,señor,noloes.—Entonces,¿usteddicequemiente,muchacho?Atticussehabíapuestodepie,peroTomRobinsonnolenecesitó.—Yonodigoquemienta,místerGilmer,digoqueestáenunaconfusión.—¿MísterEwellnolehizohuircorriendodelacasa,muchacho?—No,señor,nolocreo.—Nolocreo…¿Quéquieredecirconeso?—Quiero decir que no me quedé el rato suficiente para que me hiciera huir

corriendo.—Esmuyfrancosobreestepunto.¿Porquéhuyótandeprisa?—Hedichoqueteníamiedo,señor.—Siteníalaconciencialimpia,¿porquéteníamiedo?—Comohedichoantes,noeraconvenienteparaunnegroencontrarseenun…

compromisocomoaquél.—Pero usted no estaba en un compromiso; usted ha declarado que resistía las

insinuacionesdemissEwell. ¿Tenía tantomiedodequeella lehiciesealgúndaño,quecorrió,siendounvarónfornidocomoes?

—No,señor,teníamiedodevermeenelJuzgado,comomeveoahora.—¿Miedodequeledetuvieran?¿Miedodetenerqueenfrentarseconloquehizo?—No,señor;miedodetenerqueenfrentarmeconloquenohice.—¿Semuestradescaradoconmigo,muchacho?—No,señor;nomehepropuestoserlo.Esto fue todo loqueoídel interrogatorioaqueprocediómísterGilmer,porque

JemmeobligóasacarfueraaDill.Pornosequémotivo,Dillsehabíapuestoallorarynopodíadejarlo;calladamentealprincipio,peroluegovariaspersonasdelagaleríaoyeron sus sollozos. Jem dijo que si no me iba con él, me obligaría, y como elreverendoSykestambiéninsistióenquesaliera,asílohice.

—¿Notesientesbien?—lepreguntédespués.Dillprocuródominarsemientrasbajábamoscorriendolasescaleras.Enelpeldaño

superiorestabamísterLinkDeas.—¿Ocurrealgo,Scout?—preguntócuandopasamosporsuvera.—No, señor—contesté volviendo la cabeza—. Dill está enfermo… Vámonos

allá,debajodelosárboles—ledijeaDill—.Calorsetehapuestoenelcuerpo,mefiguro.

Escogimosunaencinaynossentamosdebajo.—Esquenopodíasufriraaquelhombre—explicóDill.

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—¿Aquién,aTom?—AlviejoaquéldemísterGilmerqueletratabadeaquelmodo,quelehablaba

deunamaneratanodiosa…—Essumisión,Dill.Mira,sino tuviésemosfiscales…Bueno,podríamos tener

abogadosdefensores,calculo.Dillsuspirópacientemente.—Sétodasesascosas,Scout.Erasumaneradehablarloquemehadadonáuseas;

mehapuestomalodeveras.—Tienequeobrardeaquelmodo,Dill,estabainte…—Noobrabaasícuando…—Dill,aquélloseranlostestigossuyos.—Ea,místerFinchnoseportabaigualconMayellayelviejoEwellcuandolos

interrogaba. ¡El tono con que aquel hombre llamaba continuamente 'muchacho' alnegroysemofabadeél,volvíalavistahaciaelJuradocadavezquecontestaba…!

—Bien,Dillalfinyalcabonoesmásqueunnegro.—Nome importa un comino.No es justo, sea como fuere es justo tratarlos de

aquelmodo…—Es el estilo demíster Gilmer, Dill; a todos los trata así. Tú no le has visto

ensañarsedeverasconalgunotodavía.Vaya,cuando…mira,amisemeantojabaquehoymísterGilmernoponíanilamitaddeesfuerzo.Atodoslostratandeaquelmodo;lamayoríadeabogados,quierodecir.

—MísterFinchnolohace.—Atticusnosiguelareglageneral,Dill,éles…—Estabatratandodebuscaren

lamemoriauna fraseagudademissMaudieAtkinson.Ya la tenía—:Atticuses lomismoenlasaladeljuzgadoqueenlavíapública.

—Noesestoloquequierodecir—objetóDill.—Sé lo que quieres decir, muchacho —exclamó una voz detrás de nosotros.

Pensábamos que había salido del tronco detrás de nosotros. Pertenecía a místerDolphusRaymond—.Noesquetengaselcutisdemasiadofino,essencillamentequetedaasco,¿verdad?

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—Dalavueltayvenacá,hijo,tengoalgoquetesosegaráelestómago.Comomíster Dolphus Raymond era un hombremalo, accedímos su invitación

conrecelo,peroseguíaDill.NoseporquémotivonocreíaqueaAtticuslegustaseque nos hiciésemos amigos mister Raymond, y sabía perfectamente que a tíaAlexandranolegustaría.

—Toma—dijo,ofreciendoaDill subolsadepapelcon las4pajas—.Bebeunbuensorbo;estotesosegará.

Dilldiounachupadaalaspajas,sonrió,yluegochupóunlargorato.—¡Eh,eh!—exclamómísterRaymond,visiblementecomplacidodecorrompera

unchiquillo.—Dill,tencuidadoahora—leavisé.Dillsoltólaspajasysonrió.—Scout,noesotracosaque«Coca-Cola».MísterRaymondsesentó,apoyandoelcuerpoeneltronco.Hastaentonceshabía

estadotendidoenlahierba.—Vosotros, chiquillos, no me delataréis ahora, ¿verdad que no? Si lo

descubriéseisarruinaríaismireputación.—¿Quiere decir que todo lo que bebe de esa bolsa es «Coca-Cola»? ¿«Coca-

Cola»ynadamás?—Sí,señorita—asintiómísterRaymond.Megustabaelolorquedespedía:olora

cuero, caballosy semillasde algodón.Llevaba lasúnicasbotas inglesasdemontarquehabíavistoenmivida—.Esloúnicoquebebolamayorpartedeltiempo.

—¿Entoncesustedúnicamentefingequeestámedio…?Lepidoperdón,señor.—Mecontuveatiempo—.Nopretendíaser…—MísterRaymondsoltóunarisita,sinmostrarse nada ofendido, y yo intenté formular una pregunta discreta—: ¿Por quéobradeesemodo?

—Bah…,oh,sí,¿queréisdecirporquéfinjo?Esmuysencillo—contestó—.Aciertas personas no les… gusta mi manera de vivir. Bien, yo podría mandarles aldiablo,sinolesgustanomeimporta.Quesinolesgustanomeimporta,lodigo,enefecto,peronolasmandoaldiablo,¿comprendéis?…

Dillyyocontestamosalunísono:—No,señor.—Yo procuro proporcionarles una explicación, ya lo véis. La gente se siente

satisfechasipuedeencontrarunaexplicación.Sicuandovengoaestaciudad,queesmuyraramente,muydetardeentarde,mebamboleounpocoybebodeesabolsa,lagente puede decir queDolphusRaymond es un esclavo delwhisky, y por esto nocambiadeconducta.Noesdueñodesímismo,poresovivecomovive.

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—Peronoestábien,místerRaymond,quesefinjamásmalodeloqueyaes.—Noestábien,peroa lagente le resultamuyútil.Diciéndoloensecreto,miss

Finch,yonosoyungranbebedor,peroyavesquelosdemásnunca,nuncasabríancomprenderquevivocomovivoporqueesdelamaneraquequierovivir.

Yo tenía la convicción de que no debía estar allí escuchando a aquel hombrepecaminosoqueteníahijosmestizosynoleimportabaquelagentelosupiera,peroleencontrabafascinador.Jamáshabía topadoconunserquedeliberadamentequisieradesacreditarseasímismo.Pero¿cómonoshabíaconfiadosusecretomásescondido?Lepreguntélacausa.

—Porquevosotrossóisniñosypodéiscomprenderlo—dijo—,yporqueheoídoaése…—YconunademándecabezaindicóaDill—.Lascosasdelmundonolehanpervertidoelinstintotodavía.Dejaquesehagaunpocomayoryyanosentiráasconillorará.Quizáseleantojequelascosasnoestán…deltodobien,digamos,peronollorará;cuandotengaunosañosmás,yano.

—¿Llorarporqué,místerRaymond?—LamasculinidaddeDillespezabaadarfedevida.

Llorarporel infiernopuroysimpleenqueunaspersonashundenaotras…sindetenerse a pensarlo tan sólo. Llorar por el infierno en que los hombres blancoshundenalosdecolor,sinpensarquetambiénsonpersonas.

—Atticusdicequeestafaraunhombredecoloresdiezvecespeorqueestafaraunblanco—murmuró—.Dicequeeslopeorquesepuedehacer.

—Nocreoquelosea—replicómísterRaymond—.MissJeanLouise,túnosabesquetupadrenoesunhombrecorriente,tardarásunosañostodavíaenpenetrantedeeste hecho; nohas visto aúnbastantemundo.Nohas visto ni siquiera esta ciudad,perotodoloquetienesquehaceresVolveraentrareneledificiodeljuzgado.

Locualmerecordóquenosestábamosperdiendocasi todoel interrogatoriodelacusadoporpartedemísterGilmer.Levantélosojoshaciaelsolyviquesehundíarápidamentedetrásdelostejadosdelosalmacenesdelaparteoestedelaplaza.Entredosfuegos,nosabiasobrecuálsaltar:simísterRaymond,oelTribunaldelQuintoDistritoJudicial.

—Ven,Dill—dije—.¿Tesientesbienahora?—Si.Encantadodehaberleconocido,místerRaymond,ygraciaspor labebida;

hasidoungranremedio.Retrocedimos a toda prisa hacia el edificio del juzgado, subimos las escaleras

corriendo y nos abrimos paso avanzando junto a la baranda de la galería. ElreverendoSykesnoshabíaguardadolosasientos.

La sala estaba callada; una vez más me pregunté dónde estarían los niños depecho. El cigarro del juez Taylor era una mancha parda en el centro de su boca;míster Gilmer estaba escribiendo en uno de los cuadernos amarillos de su mesa,

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tratandodeaventajaralescribientedeljuzgado,cuyamanosemovíarápidamente.—Truenos—murmuré—,noslohemosperdido.Atticusestabaa lamitaddesudiscursoalJurado.Sindudahabíasacadodesu

cartera,quereposabaal ladode lasilla,unospapeles,puesahora los teníasobre lamesa.TomRobinsonestabajugueteandoconellos.

—…Ausenciadetodapruebacorroborativa,estehombrehasidoacusadodeundelitocapitalyenestosmomentosselejuzga,delfallodependesuvida…

DiuncodazoaJem.—¿Cuántoratollevahablando?—Hahechounrepasodelaspruebas,nadamás—susurróJem—,ganaremos.No

veoningunaposibilidaddequenoganemos.Hainvertidoenellocincominutos.Lohapresentadotodotanclaroysencillocomo…comosiyotelohubieseexplicadoati.Hastatulohabríasentendido.

—¿MísterGilmerleha…?—Ssstt.Nadanuevo;locorriente.Ahoracállate.Otra vez miramos abajo. Atticus hablaba con soltura, con misma naturalidad

indiferenteque cuandodictabauna carta.Paseaba arribay abajo, despacio, delantedelJurado,ylosmiembrosdeésteparecíanatentos:teníanlascabezaslevantadasyseguíanaAtticusconunaexpresiónqueparecíadeaprecio.MefiguroquesedebíaaqueAtticusnohablabaconvoztonante.

Atticusseinterrumpióyluegohizounacosaquenosolíahacer.Sequitóelrelojylacadenaylosdejóencimadelamesa,diciendo:

—Conelpermisodelasala…El juezTaylor asintió con la cabeza,y entoncesAtticushizoalgoqueno lehe

visto hacer nunca antes ni después, ni en público ni en privado: se desabrochó elchalecoyelcuellodelacamisa,seaflojólacorbataysequitólachaqueta.Jamásseaflojabaniunaprendaderopahastaquesedesnudabaparaacostarse,yparaJemyparamíaquelloeracomosiestuvieradelantedenosotrosdesnudo.Mihermanoyyonosmiramoshorrorizados.

Atticus se puso lasmanos en los bolsillos, ymientras se acercaba de nuevo alJuradovi el botóndeorodel cuellode su camisay laspuntasde su lápizyde suplumacentellandoalaluz.

—Caballeros—dijo,Jemyyonosvolvimosamirar:Atticushabríapodidodecirdel mismo modo: 'Scout'. Su voz había perdido la aridez, el tono indiferente, yhablabaconelJuradocomosifueseungrupodehombresenlaesquinadelaoficinadeCorreos.

—Caballeros—iba diciendo—, seré breve, pero querría emplear el tiempo queme queda con ustedes para recordarles que este caso no ofrece dificultades, norequiere un tamizadominucioso de hechos complicados, pero sí exige que ustedes

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esténseguros,másalládetodadudarazonable,delaculpabilidaddelacusado.Paraempezar,diréqueestecasonodebíahabersidollevadoanteuntribunal.Esuncasotansimplecomoloblancoylonegro.

»La acusación no ha presentado ni la más mínima prueba médica de que elcrimen que se atribuye a TomRobinson tuviera lugar jamás. En vez de ello se haapoyadoenlasdeclaracionesdedostestigoscuyotestimonionosólohaquedadoengraveentredichoal interrogarles ladefensa, sinoqueha sido llanamente rechazadoporelacusado.Elacusadonoesculpable,perohayalguienenestasalaqueloes.

»No tengo en el corazón otra cosa que pena por la testigo principal de laacusación,peromipiedadnollegahastaelpuntodeadmitirquepongaenjuegolavidadeunhombre,cosaqueellahahechoenunesfuerzoporlibrarsedesupropiaculpa.

»Hedichoculpa,caballeros,porquelaculpafueloquelaimpulsó.Latestigonoha cometido ningún delito; simplemente, ha roto un código de nuestra sociedad,rígidoysancionadoporeltiempo,uncódigotanseveroquetodoelquelodespreciaesexpulsadodenuestromediocomoinadecuadoparavivirennuestracompañía.Latestigo es víctima de una pobreza y una ignorancia crueles, pero no puedocompadecerla:esblanca.Ellaconocíabienlaenormidaddesudelito,perocomosusdeseoseranmásfuertesqueelcódigoqueestabarompiendo,persistióenromperlo.Persistió,ysureacciónsubsiguienteperteneceaunaespeciequetodoshemosvistoenunauotraocasión.Hizounacosaquetodoslosniñoshanhecho:tratódeapartardesílapruebadesudelito.Peroenestecasonosetratabadeunniñoescondiendocontrabandorobado:quisoherirasuvíctima;sentíalanecesidaddeapartarlodesi;habíaquequitarlodesupresencia,deestemundo.Ellahabíadedestruirlapruebadesucrimen.

»¿Cuál era la prueba de su crimen?TomRobinson, un ser humano. La testigohabíadealejardesíaTomRobinson.TomRobinsonlerecordaríatodoslosdíasloquehabíahecho.Pero¿quéhizo?Tentaraunnegro.

»Ella es blanca, y tentó a unnegro.Hizouna cosa que ennuestra sociedadnotieneexplicación:besóaunhombrenegro.Nountíoanciano,sinoaunnegrojovenyvigoroso.Ningún código le importaba antes dequebrarlo, pero luego cayó sobreellaconfuerza.

»Supadrelovio,yelacusadohadichocuálesfueronsuspalabras.¿Quéhizosupadre?No lo sabemos, pero hay pruebas circunstanciales que indican queMayellaEwell fue golpeada salvajemente por una persona que pegaba casi exclusivamenteconlaizquierda.SabemosenparteloquehizomísterEwell:hizoloquetodohombreblanco respetable, perseverante y temeroso Dios habría hecho en aquellascircunstancias:firmóunadenuncia,sindudaconlamanoizquierda,yaquíestáTomRobinson sentado ante ustedes, habiendo prestado juramento con la única mano

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buenaqueposee,laderecha.»Y un negro tan callado, humilde, respetable, que cometió la inexcusable

temeridadde'sentirpena'porunamujerblanca,hatenidoqueponersupalabracontraladedospersonasblancas.Nonecesitorecordarlesaustedeselmodocómoéstassehanpresentadoyconducidoenelestrado;lohanvistoporsímismos.Lostestigosdela acusación, exceptuando al sheriff del Condado deMaycomb, se han presentadoante ustedes, caballeros, ante este tribunal, con la cínica confianza de que nadiedudaría de testimonio, confiados en que ustedes, caballeros, compartir con ellos lapresunción(lamalvadapresunción)dequetodoslosnegrosmienten,dequetodoslosnegrossonfundamentalmenteseresinmorales,quenosepuededejarconelespíritutranquilo,aningúnnegrocercadenuestrasmujeres,unapresunciónqueunoasociaconmentesdesucalibre.

»Locual,caballeros,sabemosqueesunamentiratannegracomolapieldeTomRobinson,unamentiraquenotengoquehacerresaltaranteustedes.Ustedessabenlaverdad, y la verdad es que algunos negrosmienten, algunos negros son inmorales,algunos negros nomerecen la confianza de estar cerca de lasmujeres…blancas onegras.Peroéstaesunaverdadqueseaplicaa toda laespeciehumanaynoaunaraza particular de hombres. No hay en esta sala una sola persona que jamás hayadejadodedecirunamentira,quenuncahayacometidounaaccióninmoral,ynohayunhombrevivoquesiemprehayamiradoaunamujersindeseo.

Atticushizounapausaysacóelpañuelo.Luegosequitólasgafasylaslimpió.Nosotros vimos otra cosa 'nueva': nunca le habíamos visto sudar; era uno de esoshombrescuyosrostrosjamástranspiran,yencambioahorateníalapielhúmeda.

«Unacosamás,caballeros,antesdequetermine.ThomasJeffersondijounavezque todos los hombres son creados igual, una frase que a los yanquis y almundofemenino de la rama ejecutiva deWashington les gusta soltarnos. En este año degracia de 1935 ciertas personas tienden a utilizar esa frase en un sentido literal,aplicándolaatodaslassituaciones.Elejemplomásridículoquesemeocurreesquelaspersonasquerigenlaeducaciónpúblicafavorecenalosvagosytontosjuntoconloslaboriosos;comotodosloshombressoncreadosiguales,lesdirángravementeloseducadores, los niños que se quedan atrás sufren terribles sentimientos deinferioridad.Sabemosquenotodosloshombressoncreadosigualesenelsentidoquealgunaspersonasquerríanhacemoscreer;unossonmáslistosqueotros,unostienenmayores oportunidades porque les vienen de nacimiento, unos hombres gananmásdinero que otros, unas mujeres guisan mejor que otras, algunas personas nacenmuchomejordotadasqueeltérminomediodelossereshumanos.

»Pero hay una cosa en este país ante la cual todos los hombres son creadosiguales;hayunainstituciónhumanaquehaceaunpobreeligualdeunRockefeller,aunestúpidoeligualdeunEinstein,yalhombreignorante,eligualdeundirectorde

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colegio.Estainstitución,caballeros,esuntribunal.PuedeserelTribunalSupremodeEstadosUnidos,oelJuzgadodeInstrucciónmáshumildedelpaís,oestehonorabletribunal que ustedes componen. Nuestros tribunales tienen sus defectos, como lostienentodas las institucioneshumanas,peroenestepaísnuestros tribunalesson losgrandesniveladores,yparanuestrostribunalestodosloshombreshannacidoiguales.

»Nosoyunidealistaquecreafirmementeenlaintegridaddenuestrostribunalesnidelsistemadejurado;estonoesparamiunacosaideal,esunarealidadvivienteyoperante.Caballeros,untribunalnoesmejorquecadaunodeustedes,losqueestánsentados delante demí en este Jurado.La rectitud de un tribunal llega únicamentehastadondellegalarectituddesuJurado,ylarectituddeunJuradollegasólohastadondellegaladeloshombresquelocomponen.Confíoenqueustedes,caballeros,repasarán sin pasión las declaraciones que han escuchado, tomarán una decisión ydeVolveránestehombreasufamilia.EnnombreDios,cumplanconsudeber.

LavozdeAtricushabíadescendido,ymientrassevolvíadeespaldasal Juradodijoalgoquenoentendí.Lodijomásparamismoquealtribunal.

—¿Quéhadicho?—lepreguntéajem,dándoleuncodazo.—«EnnombredeDios,creedle»,esocreoquehadicho.DilllevantóelbrazosúbitamentepordelantedemíydiotirónaJem.—¡Miradallá!Seguimos ladirecciónde su índice conel corazónabatido.Calpurnia avanzaba

porelpasillocentral,yendodirectamenteadondeestabaAtticus.

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CalpurniasedetuvotímidamenteantelabarandayesperóaqueelJuezTaylorsefijaseenella.Llevabaundelantalnuevoyunsobreenlamano.

EljuezTaylorlavioydijo:—EsCalpurnia,¿verdad?—Síseñor—respondióella—.¿Tendríalabondaddedejarmeentregarestanota

amísterFinch?Notienenadaquevercon…coneljuicio.El juez Taylor movió la cabeza afirmativamente, y Atticus cogió el sobre. Lo

abrió,leyósucontenidoydijo:—Juezyo…Estanotaesdemihermana.Dicequemishijos faltandecasa,no

hanaparecidoporallídesdeelmediodía…Yo…,¿podríausted…?—Sé dónde están, Atticus. —Era mister Underwood el que había hablado—.

Estánenlagaleríadelosdecolor;hanestadoallídesdelaunaydieciochominutosdelatarde.

Nuestropadresevolvióylevantólamirada.—¡Jem,bajadeahí!—llamó.Luego dijo algo al juez, que no oímos. Nosotros pasamos al otro lado del

reverendoSykesynosdirigimoshacialacajadeescalera.Abajo,AtticusyCalpurniasereunieronconnosotros.Calpurniaparecíairritada;

encambio,Atticusparecíaagotado.Jemsaltabadeentusiasmo.—Hemosganado,¿verdadquesí?—No tengo idea—contestó secamente Atticus—. ¿Habéis estado aquí toda la

tarde?MarchaosacasaconCalpurnia,cenad…yquedaosallá.—Oh, Atticus, déjanos Volver—suplicó Jem—. Déjanos oir el veredicto, por

favor;porfavor.—ElJuradopuedesaliryVolveraentraralcabodeunminuto,escosaqueno

sabemos…Perotodosadivinamosqueestabacediendo.Bien,habéisoídotodoloquese ha dicho, tanto da que oigáis el resto. Os diré lo que haremos: cuando hayáiscenadopodéis regresar (comeddespacio,eh,noperderéisnada importante),YsielJurado todavía está deliberando, podréis esperar con nosotros. Pero confío en queantesdequeregreséishabráterminadotodo.

—¿Creesqueleabsolverántandeprisa?—preguntóJem.Atticusabriólabocaparacontestar,perolacerróenseguidaynosdejó.YorogabaaDiosqueelreverendoSykesnosguardaselosasientos,perodejéde

rezarcuandorecordéquemientraselJuradoestabadeliberandolagenteselevantabay salía a riadas; hoy habrían invadido las droguerías, el «caféO.K.» y el hotel, esdecir,amenosquetambiénsehubiesentraídolacena.

Calpurnianoshizodesfilarhaciacasa:

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—…Despellejaréa todosycadaunoenvivo. ¡Pensar,Diosmio,quevosotros,niños, habéis escuchado todas aquellas cosas! Míster Jem, ¿no sabe llevar a suhermana a un sitio mejor que a juicio? ¡Cuándo lo sepa, no cabe duda, missAlexandra tendráunataquedeparálisis!Noestábienque losniñosoigan…—Laslucesdelacalleestabanencendidas;cuandopasábamospordebajodeellasvimosporun momento el indignado perfil de Calpurnia_. Míster Jem, yo pensaba queempezaba a tener la cabeza encima de los hombros… ¡Qué idea, Señor; es suhermanita! ¡Qué idea, Señor! Debería estar perfectamente avergonzado de simismo…¿Esquenotienenadadebuensentido?

Yo rebosaba de gozo. En tan poco rato habían pasado tantas cosas quecomprendía que necesitaría años enteros para clasificarlas, y ahora ahí estabaCalpurniarevolcandoporelsueloasuadoradoJem…¿Quénuevasmaravillastraeríalavelada?

Jemsereía.—¿Noquieresqueteloexpliquemos,Cal?—¡Cierrelaboca,señor!Cuandodeberíabajar lacabezaavergonzado,continúa

riendo…—Calpurniasacóarelucirunaserieamenazasenmohecidas,quesuscitaronpocosremordimientosenJem,ysubióatodaprisalasescalerasdelafachadaconsuclásico—:¡SimísterFinchno ledejamolidoagolpes, loharéyo!…¡Entreenesacasa,señor!

Jementrósonriendo,yCalpurniaconsintió,conunmovimientomudo,queDillsequedaseacenar.

—AhoraosváistodosaveramissRachelyledecísdóndeestábais—ordenó—.Andadesesperada,buscándoospor todaspartes; tencuidadodequemañanapor lamañanaloprimeroquehaganoseaembarcarteparaMeridian.

TíaAlexandrasalióanuestroencuentroyporpocosedesmayacuandoCalpurnialedijodóndeestábamos.MefiguroquesedioporofendidacuandoleexplicamosqueAtticushabíadichoquepodíamosVolverallá,puesdurantetodalacenanopronuncióniunapalabra.Selimitóareordenarelalimentoensuplato,mirándolotristementemientrasCalpurnianosservíaaJem,aDillyamíconactitudairada.Mientras iballenandolastazasdelecheysacabaensaladadepatatasconjamón,repetíaenvariosgradosdeapasionamiento:

—Deberíaisavergonzarosdevosotrosmismos.—Sumandatofinalfueun—.¡Yahoracomeddespacio!

ElreverendoSykesnoshabíaguardadoelpuesto.Nossorprendiócomprobarquehabíamosestadoausentescercadeunahora,ynossorprendióigualmenteencontrarlasaladeltribunalexactamentecomolahabíamosdejado,consóloalgunoscambiosdepoca importancia: el recinto del Jurado estaba vacío; el acusado estaba afuera;tambiéneljuezTaylorhabíasalido,peroreapareciócuandonossentábamos.

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—Apenassehamovidonadie—dijoJem.—La gente se ha agitado un poco cuando ha salido el Jurado —explicó el

reverendoSykes—.Losde ahí abajo han traído la cena a susmujeres, y ellas hanalimentadoalospequeños.

—¿Cuántoratohacequeestánfuera?—preguntóJem.—Unostreintaminutos.MísterFinchymisterGilmerhandichoalgunascosas,y

eljuezTaylorhadirigidolapalabraalJurado.—¿Cómohaestado?—inquirióJem.—¿Quéhadicho?Ah,lohahechomuybien.Nomequejonadaenabsoluto;ha

demostradogransentidodelaequidad.Hadicho,másomenos:'SicreéisestohabéisdeVolverconunveredicto,perosicreéislootro,habéisdeVolverconotro'.Yocreoqueseinclinabaunpocodenuestraparte…—ElreverendoSykesserascólacabeza.

Jemsonrió.—El no tiene que inclinarse de ninguna parte, reverendo, pero no se inquiete:

hemos ganado—dijo con aire de persona enterada—. No veo que ningún Juradopuedacondenarsobrelabasedeloquehemosoído…

—Noestétanconfiado,místerJem,nohevistonuncaaningúnJuradodecidirseenfavordeunnegropasandoporencimadeunblanco…

Pero Jem recusó las palabras del reverendoSykes, y nos sometió a un extensorepasodelaspruebas,mezcladasconsusideasacercadelaleysobrelaviolación:noeraviolaciónsiellaconsentía,aunquehabíadetenerdieciochoaños—enAlabama,almenos—yMayellateníadiecinueve.Alparecer,unateníaquedarpatadasygritar,teníaquesersometidaporlafuerzabrutayamarradaalsuelo,yerapreferibletodavíaque la dejasen sin sentido de un golpe. Si una teníamenos de dieciocho años, nohabiadepasarportodoesto.

—Míster Jem—protestó el reverendoSykes—,no es debuena crianzaque lasseñoritasjóvenesescuchenestascosas…

—Bah, Scout no sabe de lo que estamos hablando—dijo Jem_. Scout, esto esdemasiadodepersonamayorparati,¿verdad?

—Muyenverdadqueno;entiendotodaslaspalabrasquedices.—Quizátuveunacentodemasiadoconvincente,porqueJemsecallóynovolvió

areferirsealtema.—¿Quéhoraes,reverendo?—preguntóentonces.—Cercadelasocho.Miré abajoyvi aAtticus deambulandopor allí con lasmanos en los bolsillos.

Despuésdedarunavueltapor lasventanassiguióa lo largode labarandahastaelredildelJurado.Miróalinterior,inspeccionóaljuezTaylorensutrono,yregresóalpuntodepartida.Yocaptésumiradaylesaludéconlamano.Elcorrespondióamisaludoconunmovimientodecabeza,yreanudóelpaseo.MísterGilmerestabadepie

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junto a las ventanas, hablando con míster Underwood. Bert, el escribiente deljuzgado, estaba fumando en cadena, arrellanado en la silla y con los pies sobre lamesa.

Perolosempleadosdeltribunal,losqueestabanpresentes:Atticus,místerGilmer,el juez Taylor, profundamente dormido y Bert, eran las únicas personas queaparentabanprocederdeunmodonormal.Nohevistojamásunasaladetribunaltanatestadayalmismotiempotanquieta.Algunasvecesunpequeñínllorabamedroso,yunchiquilloseescabullíaalexterior,perolaspersonasmayoresseportabancomosiestuvieran en la iglesia. En la galería, los negros permanecían sentados o de pie anuestrorededorconunapacienciabiblica.

El reloj del edificio sufrió su tirón preliminar y dio la hora, ocho campanadasensordecedorasqueestremecíannuestroesqueleto.Cuandodiooncecampanadas,yonosentíanada;cansadadetantoresistirelsueño,mehabíaconcedidolalibertaddededescabezarlorecostadaenelcómodoapoyodelbrazoyelhombrodelreverendoSykes. Me desperté de una sacudida e hice un sincero esfuerzo por continuardespierta,bajandolavistayconcentrandolaatenciónenlascabezasdeabajo:habíadieciséis que estaban calvas, catorce hombres que podían pasar por pelirrojos,cuarentacabezasoscilandoentreelcastañoyelnegro,y…entoncesrecordéunacosaque Jemmehabíaexplicadoenciertaocasión,duranteunbreveperíodoenque seaficionó a los estudios síquicos. Decía Jem que si un número bastante grande depersonas—unestadioentero,quizá—concentraselavoluntadenunacosa,como,porejemplo,enpegarfuegoaunbosque,losárbolesseencendíanespontáneamente.YoacariciélaideadepediratodoslosqueestabanabajoqueconcentrasenlavoluntadendejarlibreaTomRobinson,peropenséquesiestabantancansadoscomoyo,nosaldríabien.

Dillestabaprofundamentedormido, lacabezaapoyadaenelhombrodeJem,yéstepermanecíainmóvil.

—¿Nohapasadomuchotiempo?—lepregunté.—Sinduda,Scout—dijomuygozoso.—Vaya,segúnlopintabastú,habíandebastarcincominutos.Jemarqueólascejas.—Hay cosas que tú no entiendes—replicó.Yo estaba demasiado fatigada para

discutir.Perodebídeestarrazonablementedespierta,delocontrarionohabríarecibidola

impresiónqueestabapenetrandodentrodemí.Noeramuydistintadeunaquerecibíelinviernoprecedente,y,apesardequelanocheeracálida,unescalofríorecorriómicuerpo. La sensación fue en aumento hasta que la atmósfera de la sala fueexactamente la misma que en una fría mañana de febrero, cuando los ruiseñoresestabancalladosyloscarpinteroshabíandejadodedarmartillazosenlacasanueva

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de miss Maudie, y todas las puertas de madera de la ciudad estaban tanherméticamente cerradas como las de laMansión Radley. La calle desierta, vacía,aguardando,ylasaladeltribunalatestadadegente.Unanochesofocantedeveranonodiferíadeunamañanadeinvierno.MísterHeckTate,quehabíaentradoenlasalayestabahablandoconAtticus,habríapodidollevarsusbotasaltasysuchaquetadecuero.Atticushabíainterrumpidosucaminatayapoyabaelpieeneltravesañomásbajo de una silla; ymientras escuchaba lo quemisterTate iba diciendo, se pasabalentamente lamanoarribayabajodelmuslo.YoesperabaquemísterTatediría encualquiermomento:'Lléveselo,místerFinch…

PeroloquedijomísterTatefue:—El tribunal se constituye de nuevo—con una voz que vibraba con tono de

autoridad;y,abajo,lascabezasselevantaronconunasacudida.Míster Tate salió de la sala y regresó conTomRobinson. Le condujo hasta su

puestoalladodeAtticus,ysequedóplantadoallí.EljuezTaylorsemanifestabadepronto despierto y alerta; estaba sentado con el cuerpo muy erguido, mirando elrecintovacíodelJurado.

Loqueocurriódespuéspareciócosadesueño:enunsueñoviregresaralJurado,cuyosmiembrossemovíancomonadadoresbajodelagua,ylavozdeljuezTaylorllegabademuy lejos,ymuy tenue.Entoncesviunacosaquesólopodríaesperarseque viese, que buscase con la mirada la hija de un abogado, y era como sicontemplaseaAtticussaliendoa lacalle, llevándoselaculatadelriflealhombroyapretandoelgatillo,perocómocontemplarlesabiendotodoelratoqueelrifleestabadescargado… Un Jurado no mira nunca al acusado al cual acaba de condenar:ningunodeaquelloshombresmiróaTomRobinson.ElpresidenteentregóunahojadepapelamisterTate,quienlapasóalescribiente,elcualladioaljuez…

Yocerrélosojos.EljuezTaylorestabaleyendolosvotosdelJurado:—Culpable… Culpable… Culpable… Culpable… —Yo pellizqué a Jem; mi

hermano tenía lasmanos blancas de tanto oprimir el larguero de la baranda, y sushombrossufríanunasacudidacomosicada'Culpable'fueseunapuñaladanuevaquerecibieseentrelosomoplatos.

El juez Taylor estaba diciendo algo. Tenía el mazo en la mano, pero no loempleaba.ViconfusamentequeAtticusrecogíapapelesdelamesaylosponíaensucartera.Lacerródegolpe,seacercóalescribientedeljuzgadoyledijoalgo,saludóamíster Gilmer con una inclinación de cabeza y luego fue adonde estaba TomRobinson y le susurró unas palabras. Mientras le hablaba le puso la mano en elhombro. Después cogió la chaqueta del respaldo de la silla y se la echó sobre elhombro.Acontinuaciónabandonó la sala,peronopor su salidahabitual.Sindudaqueríamarcharseporelcaminomáscorto,porquesepusoacaminarconpasovivopor el pasillo central en dirección a la puerta del sur.Mientras avanzaba hacia la

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salida,yoseguíaelmovimientodesucabeza.Elnolevantólosojos.—¡MissJeanLouise!Miréamialrededor.Todosestabandepie.Anuestroalrededoryenlagaleríade

lapareddeenfrente,losnegrosseponíanenpie.LavozdelreverendoSykessonabatandistantecomoladeljuezTaylor.

—MissJeanLouise,póngasedepie.Pasasupadre.

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AhoraletocóaJemelturnodellorar.Mientrasnosabríamospasoentrelaalegremultitud,lágrimasdecólerasurcabansucara.

—Estonoesjusto—murmurótodoelcaminohastalaesquinadelaplaza,dondeencontramosaAtticusesperando.

Atticusestabadepiedebajodelfaroldelacalle,conelmismoaspectoquesinohubiese ocurrido nada: llevaba el chaleco abrochado, el cuello y la corbatapulcramenteensusitio, lacadenadel reloj lanzabadestellos;volvíaa tenersuaireimpasibledesiempre.

—Esonoesjusto,Atticus—dijoJem.—No,hijo,noesjusto.Nosfuimosacasa.TíaAlexandra nos esperaba levantada.Llevaba la bata, y yo habría jurado que

debajoteníapuestoelcorsé.—Losiento,hermano—murmuro.Comohastaentoncesnohabíaoídonuncaquellamase'hermano'aAtticus,dirigí

unamiradafurtivaaJem,peroéstenoescuchaba.LevantabalavistahaciaAttícusydespués la fijaba en el suelo. Yo me pregunté si en cierto modo considerabaresponsableanuestropadredequehubierancondenadoaTomRobinson.

—¿Estáperfectamentebien?—preguntótíaAlexandra,indicandoaJem.—Loestarádentrodepoco—respondioAtticus—.Hasidodemasiadofuertepara

él.—Nuestropadresuspiró—.Mevoyalacama—dijo—.Siporlamañananomedespierto,nomellaméis.

—Desdeelprimermomentonoconsideréprudentepermitirles…—Estees supaís,hermana—respondióAtticus—.Se lohemos forjadodeeste

modo,yvalelapenaqueaprendanaaceptarlotalcomoes.—Peronohaynecesidaddequevayanaljuzgadoarevolcarseenesascosas…—Unas cosas que representan el Condado de Maycomb tanto como los tés

misionales.—Attícus…—Los ojos de tía Alexandra manifestaban ansiedad—. Tú eres la

últimapersonaquehubierapensadoquepodíadejarseamargarporesteincidente.—Noestoyamargado,sinosolamentecansado.Mevoyacama.—Atticus…—dijoJemcontonoabatido.Atticus,queestabayaenelumbral,sevolviódecaraanosotros.—¿Quéhijo?—¿Cómohanpodidohacerlo;cómohanpodido?—Nolosé,perolohanhecho.Lohicieronenotrasocasionesanteriores,lohan

hechoestanocheyloharándenuevo,ycuandolohacen…parecequesólolloranlos

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niños.Buenasnoches.Porlamañanatodosepresentasiempremejor.Atticusselevantóalaimpíahora

decostumbreyestabaenlasaladetrásdelMobileRegistercuandonosotrosentramoscon paso tardo. La cara de Jem formulaba la pregunta que sus labios ansiabanexpresarenpalabras.

—Todavíanoeshoradeinquietarse—letranquilizóAtticuscuandopasamosalcomedor—. Todavía no hemos terminado. Habrá apelación, puedes darlo pordescontado.SantoDiosvivo,Calpurnia,¿quéestodoesto?—Atticusteníalamiradafijaenplatodedesayuno.

—El papá de Tom Robinson le ha enviado ese pollo esta mañana. Yo lo heguisado.

—Dilequemesientoorgullosoalrecibirlo;apuestoaqueenlaCasaBlancanodesayunanconpollo.¿Yesto,quees?

—Bizcochos—contestó Calpurnia—. Estelle, la del hotel, los ha enviado. —Atticuslamiró,desorientado,yellaledijo—:Valemásquesalgahastalacocinayvealoquehayallá…

Nosotros seguimos detrás de Atticus. Lamesa de la cocina estaba cubierta dealimentosuficienteparaenterraratodalafamilia:grandespedazosdetocinosalado,tomates, habichuela hasta racimos de uvas.Atticus sonrió al encontrar un tarro depatasdecerdoensalmuera.

—¿Osparecequetiítamelasdejarácomerenelcomedor?Calpurniadijo:—Todo esto estaba en las escaleras de la parte trasera cuando llegué aquí esta

mañana.Ellos…Ellos aprecian lo que usted hizo,mister Finch. ¿Verdad…verdadquenoseestánpropasando?¿Verdadqueno?

Losojos deAtticus se llenaronde lágrimas.Durante unmomentono abrió loslabios.

—Diles que quedomuy agradecido—dijo luego—.Diles… que no vuelvan ahacereso.Lostiemposestándemasiadoduros…

Después, Atticus salió de la cocina, pasó al comedor, se excusó con tíaAlexandra,sepusoelsombreroysefuealaciudad.

AloírlaspisadasdeDillenelvestíbulo,CalpurniadejóeldesayunodeAtticus,que continuaba intacto, sobre lamesa.Mientras comía con sumordiscode conejo,DillnosexplicólareaccióndemissRachelalodelanocheanterior,quehabíasidoasí: si un hombre como Atticus Finch quiere dar cabezazos contra una pared depiedra,suyaeslacabeza.

—Yo se lo hubiera explicado todo—gruñóDill,mordisqueando una pierna depollo—,peroellanoteníaaspectodeestarparanarracionesestamañana.Hadichoqueestuvodespiertalamitaddelanochepreguntándosedóndeestaríayo;hadicho

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quehubieraencargadoalsheriffquemebuscase,peroelsheriffseencontrabaeneljuicio.

—Dill,esodesalirsindecírselo,debesterminarlo—dijoJem—.Sólosirveparaponerlapeor.

Dillsuspiróconpaciencia.—¡Siyoleexpliqué,hastaponérsemelacaramoradaporfaltadealiento,adónde

iba!Loquepasaesquevedemasiadasserpientesenelarmario.Apuestoaqueesamujer sebebeunapintacomodesayuno todas lasmañanas; séquebebedosvasosllenos.Lahevisto.

—Nohablesdeesemodo,Dill—dijotíaAlexandra—.Aunniñonoleestábien.Es…cínico.

—Noescínico,missAlexandra.Decirlaverdadnoescínico,¿verdadqueno?—Delmodoquetuladice,síloes.LosojosdeJemlamiraronlanzandodestellos,perodijoaDill:—Vámonos.Puedesllevarteesearo.Cuandosalimosalporchedelafachada,missStephanieCrawfordestabaatareada

explicandoeljuicioamissMaudieAtkinsonyamísterAvery.Lostresdirigieronunamiradahacianosotrosycontinuaronhablando.Jemsacódelagargantaungruñidodefiera.Yohabríadeseadotenerunarma.

—Amimemolestaquelagentemayorlemireauno—dijoDill—.Lehacesentiraunocomosihubierahechoalgomalo.

MissMaudiegritóordenandoaJemFinchquefueseallá.Jemselevantóconesfuerzoyrefunfuñandodelamecedora.—Iremoscontigo—dijoDill.La nariz demis Stephanie se estremecía de curiosidad.Quería saber quién nos

habíadadopermisopara iral juzgado;ellano losvio,peroestamañanacorríaportoda la ciudadqueestábamosen lagaleríade losnegros. ¿AcasoAtticusnospusoallá arriba como una especie de…? ¿No se estaba muy encerrado allí con todosaquéllos…? ¿Entendió Scout todas las…? ¿No nos enfureció ver a nuestro padrederrotado?

—Cállate,Stephanie.—LadiccióndemisMaudieteníacarácterdeamenaza—.No tengo lamañana disponible para pasarla entera en el porche. JemFinch, te hellamadoparasabersitúytuscolegasestáisencondicionesdecomerpastel.Mehelevantado a las cinco para hacerlo, de manera que vale más que digáis que sí.Excúsanos,Stephanie.Buenosdías,místerAvery.

EnlamesadelacocinademissMaudiehabíaunpastelgrandeydospequeños.Debíahaberhabidotrespequeños.NoerapropiodemissMaudieelolvidarsedeDill,y sin dudanosotros lomanifestamos con la actitud.Pero lo comprendimos cuandocortóunarebanadadelpastelgrandeyseladioaJem.

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Mientras comíamos, nos dimos cuenta de que aquélla era la manera que teníamissMaudiededecirnosqueporloqueamisereferíanohabíacambiadonada.MissMaudieestabasentadacalladamenteenunasilladelacocina,mirándonos.Deprontodijo:

—Noteinquietes,Jem.Lascosasnuncaestántanmalcomoaparentan.Dentrode casa, cuandomissMaudiequería explicar alguna cosa extensa, solía

ponerlosdedossobrelasrodillasyacomodarseelpuentedeladentadura.Ahoralohizo,ynosotrosnosquedamosaguardando.

—Quiero deciros sencillamente que en este mundo hay hombres que nacieronpara hacer los trabajos desagradables que nos corresponderían a los otros.Vuestropadreesunodetaleshombres.

—Ah,bien—dijoJem.—Nomevengascon'ah,bien',señorito—replicómissMaudie,reconociendolos

sonidosfatalistasdeJem—;noeresbastantemayorparavalorarloquehedicho.Jemteníalamiradafijaensurebanadadepastel,amediocomer.—Escomoserunaorugadentrodelcapullo—dijo—.Escomounacosadormida,

abrigadaenunsitiocaliente.YosiemprehabíapensadoquelagentedeMaycomberalamejordelmundo;almenos,parecíanserlo.

—Somos la gentes demás confianza de estemundo—afirmómissMaudie—.Pocasveces nos llama la vocaciónpara ser verdaderos cristianos, pero cuandonosllama,tenemoshombrescomoAtticusquesalenpornosotros.

Jemsonriótristemente.—¡Ojaláelrestodelcondadocreyeseeso!—Tesorprenderíaelnúmerodepersonasquelocreemos.—¿Quién? —Jem levantaba la voz—. En esta ciudad, ¿quién hizo algo por

ayudaraTomRobinson?¿Quién?—Susamigosnegros,porunaparte,ypersonascomonosotros.Personascomoel

juez Taylor. Personas comomisterHeckTate.Deja de comer y empieza a pensar,Jem. ¿No se te ha ocurrido ni un momento que el juez Taylor no designó porcasualidad a Atticus para defender a aquel muchacho? ¿Que el juez Taylor quizátuvierasusrazonesparanombrarle?

Aquél era un gran pensamiento. Cuando el mismo juzgado había de nombrardefensor, solían confiar los casos a Maxwell Green, el abogado de Maycombingresadomásrecientementeyquenecesitabaexperiencia.ElcasodeTomRobinsoncorrespondíaaMaxwellGreen.

—Piénsalo bien—estaba diciendomissMaudie—.No fue un azar.Anoche yoestabasentadaenelporche,esperando.Esperéyvolvíaesperarhastaqueosvillegaratodosporlaacera,ymientrasesperabapensé: 'AtticusFinchnoganará,nopuedeganar,peroeselúnicohombreporestascomarcascapazdetenerocupadotantorato

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aunJuradoporuncasocomoéste'.Ymedije:'Bien,estamosdandounpaso;noesmásqueunpasodeniño,peroesunpaso'.

—Hablardeestemodoestámuybien…,perolosjuecesylosabogadoscristianosnopuedenreparareldañodelosJuradospaganos—musitóJem—.Encuantoyoseamayor…

—Esaesunacosaquedebesdecírselaatupadre—leinterrumpiómissMaudie.DescendimoslasfrescasescalerasnuevasdemissMaudiehastasumergirnosenla

luzdelsolyencontramosamisStephanieCrawfordyamísterAverytodavíaenlatarea.Habíancaminadounpocopor laacerayestabandepiedelantedelacasademissStephanie.MissRachelseacercabaaellos.

—Cuandoseamayor,creoqueserépayaso—dijoDill.Jemyyonosparamosenseco.—Si,señor,payaso—repitióél—.Enrelaciónalagente,nohaycosaalgunaen

elmundoquepuedahacer sinoes reírme;por lo tanto, ingresaréenelcircoymereiréhastaVolvermeloco.

—Lotomasalreves,Dill—advirtióJem—.Lospayasossonhombrestristes;eslagentelaqueseríedeellos.

—Bien,yoseréunpayasodeunaespecienueva.Meplantaréenmitaddelcírculoymereirédelagente.Miradallánadamás—dijoseñalando—.Todosellosdeberíanirmontadosenescobas.TíaRachelyalamonta.

MissStephanieymissRachelnoshacíanseñasagitandolamanoconfuria,deunmodoquenodesmentíalaobservacióndeDill.

—Oh,cielos—suspiróJem—.Mefiguroqueseríaunagroseríanoverlas.Pasabaalgoanormal.MisterAveryteníalacaraencarnadaacausadeunacceso

deestornudos,ycuandonosacercamosporpoconosechafueradelaaceraconungolpedeaire.MissStephanietemblabadeexcitación,ymissRachelcogióaDillporhombro.

—Vetealpatiotraseroyquédateallí—ledijo—.Seacercapeligro.—¿Quépasa?—preguntéyo.—¿Nolohasoídotodavía?Correportodalaciudad…En aquel momento tía Alexandra salió a la puerta y nos llamó, pero llegaba

demasiado tarde.MissStephanie tuvoelplacercontárnoslo:aquellamañanamisterBobEwell había parado aAtticus en la esquina de la oficina deCorreos, le habíaescupido en el rostro, y le había dicho que le saldaría las cuentas aunque ello lecostaratodoloquelequedabadevida.

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23

—Desearía que Bob Ewell no mascara tabaco —fue todo el comentario deAtticussobreelincidente.

Según miss Stephanie Crawford, sin embargo, Atticus salía de la oficina deCorreoscuandomísterEwell se leacercó, lemaldijo, leescupióy leamenazóconmatarle. Miss Stephanie (que, después de haberlo contado dos veces resultó queestaba allí y lo vio todo, pues venia del 'Jitney Jungle'), miss Stephanie dijo queAtticusnisiquierahabíamovidounpárpado:selimitóasacarelpañueloylimpiarselacara,ysequedóplantadopermitiendoquemísterEwellledirigierainsultosqueniloscaballossalvajessoportaríanqueellarepitiese.MísterEwelleraveteranodeunaguerraindeterminada,locual,sumadoalapacíficareaccióndeAtticus,leimpulsóainquirir:

—¿Demasiadoorgullosoparaluchar,bastardoama-negros?MissStephanieexplicabaqueAtticusrespondió:—No,demasiadoviejo—ysepusolasmanosenlosbolsillosysiguióandando.

MissStephanie decía quehabía que reconocerle una cosa aAtticusFinch: a vecessabíaserperfectamentesecoylacónico.

AJemyamíaquellononospareciódivertido.—Despuésde todo, noobstante—dijeyo—, enotro tiempo fue el tiradormás

certerodelcondado.Podría…—Yasabesquenisiquierallevaríaunarma,Scout.Notieneninguna…—objetó

Jem—.Yasabesqueniaquellanoche,delantedelacárcel, teníaninguna.Amimedijoqueeltenerunarmaequivaleainvitaralotroaquedisparecontrati.

—Estoesdiferente—dije—.Podemossuplicarlequepidaprestadauna.Selodijimos,yélcontestó:—Tonterías.Dillfuedelparecerdequequizádieraresultadoapelaralosbuenossentimientos

deAtticus:alfinyalcabo,simisterEwelllematasenosotrosmoriríamosdehambre,apartedequenoseducaríalatíaAlexandra,exclusivamente,ydequetodossabíamosque lo primero que haría antes de que Atticus hubiera recibido sepultura seríadespedir aCalpurnia. Jem dijo que lo que acaso diera fruto sería que yo llorase ysimularaunataque,puestoqueeraunaniñaydepocosaños.Perotampocoestosalióbien.

Sin embargo, cuando advirtió que andábamos sin rumbo por la vecindad, nocomíamos y poníamos poco interés en nuestras empresas habituales, Atticusdescubrió cuán profundamente amedrentados estábamos. Quiso tentar a Jem unanocheconunarevistadeportivanueva;yalverqueJemlahojeabarápidamenteylaarrojabaaunlado,preguntó:

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¿Quétepreocupa,hijo?Jemfuemuyconcreto.—MísterEwell.—¿Quéhapasado?—No ha pasado nada. Tenemos miedo por ti, y creemos que deberías tomar

algunamedidaenrelaciónaesehombre.Atticussonriótorcidamente.—¿Quémedida?¿Hacerleencerrarporamenazas?—Cuando un hombre asegura que matará a otro, parece que ha de decirlo en

serio.—Cuandolodijolodecíaenserio—adujoAtticus—.Jem,aversisabesponerte

en el puesto de Bob Ewell durante un minuto. En el juicio yo destruí el últimovestigiodecréditoquemereciesesupalabra,teníaquetomarsealgúndesquite;losdesuespeciesiempreselotoman.Demodoquesielescupirmeenlacaraconsisteeneso,aceptogustosoestasafrentas.Conalguienhabadedesahogarse,yprefieroquesehayadesahogadoconmigoantesquecon lanidadadechiquillosque tieneencasa.¿Locomprendes?Jemmoviólacabezaafirmativamente.

TíaAlexandraentróenelcuartomientrasAtticusestabadiciendo:—NotenemosnadaquetemerdeBobEwell;estamañanahasacadotodalarabia

fueradesuorganismo.—Noestaríatansegura,Atticus—dijoella—.Losdesuespeciesoncapacesde

todoparadeVolverunagravio.Yasabescómoesesagente.—¿QuédemoniospuedehacermeEwell,hermana?—Te atacará a traición —respondió tía Alexandra—. Puedes darlo por

descontado.—En Maycomb nadie tiene muchas posibilidades de hacer algo y pasar

inadvertido.Despuésdeaquelloyano tuvimosmiedo.Elveranosedisipabapocoapoco,y

nosotrosloaprovechábamosalmáximo.AttticusnosasegurabaqueaTomRobinsonnolepasaríanadahastaqueeltribunalsuperiorrevisarasucaso,yqueteníamuchasposibilidadesdesalirabsuelto,oalmenosdequeselejuzgasedenuevo.EstabaenlaGranja-PrisióndeEnfield,asetentamillasdedistancia,enelCondadodeChester.Yolepreguntésiasuesposaehijoslespermitíaniravisitarleperomecontestóqueno.

—Sipierdelaapelación,¿quélesucederá?—preguntéunatarde.—Irá a la silla eléctrica—respondió Atticus— a menos que el gobernador le

conmute la sentencia.Noes tiempode inquietarse todavía,Scout.Tenemosbuenasprobabilidades.

JemsehabíatendidoenelsofáleyendolaPopularMechanics.—Esto no es justo —dijo levantando los ojos—. Aun suponiendo que fuese

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culpable,nomatóanadie.Noquitólavidaanadie.—YasabesqueenAlabamalaviolaciónesundelitocapital—explicóAtticus.—Sí,señor,peroeljuradonoestabaobligadoacondenarloamuerte;sihubiesen

queridohabríanpodidoponerleveinteaños.—Imponerle—corrigióAtticus—.TomRobinson es negro, Jem. En esta parte

delmundo ningún Jurado diría: 'Nosotros creemos que usted es culpable, pero nomucho',tratándosedeunaacusacióncomoésta.Oseobteníaunaabsolucióntotal,onada.

Jemmeneabalacabeza.—Séquenoes justo,perono logro imaginarmequées loquenomarchabien;

quizálaviolaciónnodeberíaserundelitocapital…Atticusdejócaerelperiódicoalladodesusilla,ydijoquenosequejabaenmodo

alguno de las disposiciones acerca de la violación, pero que le asaltaban dudastremendas cuando el fiscal solicitaba, y el Jurado concedía, la pena de muertebasándoseenpruebaspuramentecircunstanciales.Echóunamiradahaciami,vioqueestabaescuchandoyloexpresódeunmodomásclaro:

—Quiero decir que antes de condenar a un hombre por asesinato, digamos,debería haber uno o dos testigos presenciales. Debería haber una persona encondicionesdedecir:'Sí,yoestabaallí;yleviapretarelgatillo'.

—Sinembargo,infinidaddegenteshansidocolgadas…,ahorcadas…basándoseenpruebascircunstanciales—dijoJem.

—Losé,yesprobablequemuchos lomereciesen;peroenausenciade testigosoculares siemprequedaunaduda, aveces sólo lo la sombradeunaduda.Siempreexiste la posibilidad, pormuy improbable que se considere, de que el acusado seainocente.

—Entonces todo el conflicto carga sobre el Jurado. Deberíamos suprimir losJurados—Jemsemostrabainflexible.

Atticusseesforzóconempeñoennosonreír,peronopudoevitarlo.—Eres muy severo con nosotros, hijo. Yo creo que podría haber un recurso

mejor:cambiarlaley.Cambiarlademodoquelosjuecestuvieranpotestadparafijarelcastigoenlosdelitoscapitales.

—Entonces,veteaMontgomeryycambialaley.—Te sorprendería ver lo difícil que seria.Yo no viviré lo suficiente para verla

cambiada,ysitúllegasaverlo,serásyaunanciano.AJemestonolesatisfizobastante.—No,señor,deberíansuprimirlosJurados.EnprimerlugarTomnoeraculpable,

yellosdijeronqueloera.—Si tú hubieses formado parte de aquel Jurado, hijo, y contigo otros once

muchachoscomotú,Tomseríaunhombrelibre—dijoAtticus—.Hastaelmomento,

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nohahabidonadaen tuvidaque interfirieseelprocesoderazonamiento.Aquelloshombres, del Jurado de Tom, eran doce personas razonables en su vida cotidiana,pero ya viste que algo se interponía entre ellos y la razón.Viste lomismo aquellanochedelantedelacárcel.Cuandoelgruposemarchó,nosefueroncomohombresrazonables,sefueronporquenosotrosestábamosallí.Hayalgoennuestromundoquehace que los hombres pierdan la cabeza; no sabrían ser razonables aunque lointentaran.EnnuestrosTribunales,cuandolapalabraunnegroseenfrentaconladeunblanco,siempreganaelblanco.Sonfeas,perolasrealidadesdelavidasonasí.

—Lo cual no las hace justas —dijo Jem con terquedad, mientras se dabapuñetazosenlarodilla—.Nosepuedecondenaraunhombreconunaspruebascomoaquéllas;nosepuede.

—Nosepuede;peroellospodían,ylecondenaron.Cuantomayortehagas,másamenudoloverás.Elsitiodondeunhombredebería

ser tratadoconequidadesunasaladeTribunal, fuesehombredecualquierade loscoloresdelarcoiris;perolagentetieneladebilidaddellevarsusresentimientoshastadentro del departamento del Jurado. A medida que crezcas, verás a los blancosestafandoalosnegros,todoslosdíasdetuvida,peropermítemequetedigaunacosa,ynolaolvides:siemprequeunhombreblancoabusadeunnegro,noimportaquiénsea,ni loricaquesea,nicuándistinguidahayasido lafamiliadequeprocede,esehombreblancoesbasura.

—AtticusestabahablandotansosegadamentequelaúltimapalabrafuecomounestallidoennuestrosoídosLevantélavistaysucarateníaunaexpresiónvehemente.

—Amínadamedamás ascoqueunblancodebaja estofa se aprovechede laignorancia de unnegro.Noos engañeis, todo se suma a la cuenta, y el díamenospensadolapagaremos.Esperoquenoseadurantevuestrasvidas.

Jemserascabalacabeza.Desúbitoseensancharonsusojos.—Atticus—dijo—, ¿por qué no formamos los Jurados como nosotros y miss

Maudie?NuncaseveanadiedeMaycombenunJurado;todosvienendeloscampos.Atticusseinclinóensumecedora.PornoséquémotivoparecíacontentodeJem.—Me estaba preguntando cuándo se te ocurriría —dijo—. Hay un sinfín de

razones.Enprimerlugar,missMaudienopuedeformarparteporqueesmujer…—¿Quiere decir que en Alabama las mujeres no pueden…? —yo estaba

indignada.—Enefecto.Mefiguroqueesparaprotegeranuestrasdelicadasdamasdecasos

sórdidos como el de Tom. Además —añadió sonriendo—, dudo que se llegara ajuzgar por completo un caso; las señoras interrumpirían continuamente coninterminablespreguntas.

Jem y yo soltamos la carcajada. Miss Maudie en un Jurado causaría unaimpresión tremenda. Pensé en la ancianamistress Dubose sentada en un sillón de

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ruedas: 'Basta de golpear, John Taylor, quiero preguntar una cosa a ese hombre'.Quizánuestrosantepasadosfueronsensatos.

Atticusibadiciendo:Con gente como nosotros… ésta es la parte de la cuenta que nos corresponde.

Generalmente, tenemos los Jurados quemerecemos.Anuestros sólidos ciudadanosdeMaycombnolesinteresa,enprimerlugar.Ensegundolugar,tienenmiedo.Luego,son…

—¿Miedodequé?—preguntóJem.—Mira,¿quépasaríasi,digamos,místerLinkDeashubiesededecidirelimporte

delosdañosparasatisfaceramissMaudiecuandomissRachellaatropellaseconuncoche? A Link no le gustaría la idea de perder a ninguna de ambas damas comocliente,¿verdadqueno?Asípues, lediceal juezTaylorquenopuedeformarpartedelJuradoporquenotienequiénseencarguedesutiendamientrasélestáfuera.Portanto,eljuezTaylorledispensa.Avecesledispensaconira.

—¿Qué es lo que le hace pensar que alguna de las dos dejaría de comprar susgéneros?—pregunté.

Jemdijo:—MissRachelsídejaría;missMaudieno.PeroelvotodeunJuradoessecreto,

Atticus.Nuestropadreserió.—Tienesqueandarmuchasmillastodavía,hijo.Sedaporsupuestoqueelvoto

deunJuradohadesersecreto.PeroelformarpartedeunJuradoobligaaunhombreatomarunadecisiónypronunciarsesobrealgo.Aloshombresestonolesgusta.Avecesesdesagradable.

—ElJuradodeTomhabrátomadounadecisiónatodaprisa—musitóJem.LosdedosdeAtticusfueronaintroducirseenelbolsillodelreloj.—No,nosucedióasí—dijo,másparasímismoqueparanosotros—.Estofuelo

quemehizopensarqueaquellopodíaserlasombradeuncomienzo.ElJuradotardóunashoras.Elveredictoerainevitable,quizá,perogeneralmentesólolescuestaunominutos.Estavez…—aquíinterrumpióynosmiró—.Acasoogustesaberquehuboun individuo al cual hubieron de trabaja mucho rato; al principio se pronunciabaresueltamenteporunabsoluciónpuraysimple.

—¿Quién?—Jemestabaatónito.Atticusguiñólosojos.—Yo no puedo decirlo, pero os diré una cosa nada más. Era uno de vuestros

amigosdeOldSarum…—¿Uno de los Cunningham? —gritó Jem—. Uno de…, yo no reconocí a

ninguno…,estásdebroma—ymiróaAtticusporelrabillodelojo.—Uno de sus parientes. Por una corazonada, no le taché. Por una corazonada

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únicamente.Podíarecusarle,peronolohice.—¡Cielosanto!—exclamóJemreverentemente—.Esteminutotratandematarle

yalminutosiguientetratandedejarleenlibertad…Noentenderéaesagenteentodamivida.

Atticusdijoqueloúnicoqueseprecisaesconocerlos.DijoquelosCunninghamnohabíanquitadonadaanadieniaceptadonadadenadiedesdeque inmigraronalNuevoMundo.Añadióqueotracaracterísticasuyaeraladequeunavezunohabíaconquistadosurespeto,estabanporunoconuñasydientes.Atticusdijoqueteníalaimpresión,nadamásquelasimplesospecha,dequeaquellanochesealejarondelacárcel con un considerable respeto hacia los Finch. Por otra parte, prosiguió,precisabaunrayo,sumadoaotroCunningham,paralograrqueunodeelloscambiasedeidea.

—SihubiésemostenidoadosdeaquelclanhubiéramosconseguidounJuradoendesacuerdo.

Jemdijomuydespacio:—¿Quieresdecirquepusistedeverdadenel Juradoaunhombreque lanoche

anterior quería matarte? ¿Cómo te atreviste a correr ese riesgo, Atticus, cómo teatreviste?

—Siloanalizas,elriesgoerapoco.Nohaydiferenciaentreunhombredispuestoacondenar,yotrodispuestoalomismo,¿verdadqueno?Encambio,hayunaligeradiferenciaentreunhombredispuestoacondenaryotroencuyamentehapenetradoladuda,¿verdadquesi?Eralaúnicaincógnitadetodalalista.

—¿QuéparentestoteníaaquelhombreconWalterCunningham?—preguntéyo.Atticusselevantó,sedesperezóybostezó.Aúnnoeralahoradeacostarnos,pero

nosotrosconocíamoscuándoqueríatenerunratoparaleerelperiódico.Locogió,lodoblóymedioungolpecitoenlacabeza.

—Veamos —dijo con voz profunda, para si mismo—. Ya lo tengo. Primohermanodoble.

—¿Cómopuedesereso?Doshermanas secasaroncondoshermanos.Estoes todo loqueosdiré; ahora

adivinadlo.YomeestrujéelcerebroyconcluíquesimecasaraconJem,yDilltuvierauna

hermanaysecasaseconella,nuestroshijosserianprimoshermanosdobles.—Recontra, Jem —dije cuando Atticus hubo salido—, son una gente muy

curiosa.¿Lohasoído,tiíta?Tía Alexandra estaba remendando una alfombra y no nos miraba, pero nos

escuchaba. Estaba sentada en su silla con la canastilla de la labor al lado y laalfombraextendidasobreelregazo.Elhechodequeenlasnochesagitadaslasdamasremendasenalfombrasdelananoloentendíbienjamás.

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—Loheoído—contestó.Entoncesrecordélalejanaycalamitosaocasiónenquemelevantéendefensade

WalterCunningham.Ahoramealegrabadehaberlohecho.—Tanprontocomoempiece laescuela invitaréaWalteracomerencasa—me

propuse,habiendoolvidadolaresoluciónparticulardedarleunapalizalaprimeravezqueleviese—.Además,decuandoencuandopuedequedarsetambiéndespuésdelasclases.AtticuspodríallevarleconelcocheaOldSarum.Quizáalgúndíapodríapasarlanocheconnosotros.¿Deacuerdo,Jem?

—Veremoscómoloresolvemos—dijotíaAlexandra—.Unadeclaraciónqueensuslabioseraunaamenaza,nuncaunapromesa.Sorprendidamevolvíhaciaella.

—¿Porquéno,tiíta?Sonbuenagente.Ellamemiróporencimadelasgafasdecostura.—JeanLouise,mimentenoabrigalamenordudadequeseanbuenagente.Pero

nosongentedenuestraclase.—Quieredecirquesonpalurdos—explicóJem.—¿Quéesunpalurdo?—Bah,undesastrado.Lesgustalajuerga,ycosasasí.—Puesamítambién…—No seas necia, Jean Louise —dijo tía Alexandra—. El caso es que puedes

restregarconjabónaWalterCunninghamhastaquebrille,puedesponerlezapatosyuntrajenuevo,peronuncaserácomoJem.Porotraparte,enaquellafamiliaexisteunatendenciaalabebidaquesevedesdecienleguasdedistancia.LasmujeresdelosFinchnoseinteresanporaquellaclasedegente.

—Ti-í-ta—dijoJem—,Scoutnohacumplidolosnueveañostodavía.—Tantodaqueseenteredesdeahora.TíaAlexandra había pronunciado su sentencia.Me acordé clarísmamente de la

última vez que plantó su 'de ahí no paso'. Nunca supe por qué. Fue cuando meabsorbía el proyecto de visitar la casa de Calpurnia; yo sentía curiosidad, meinteresaba; quería ser su 'invitada', ver cómo vivía, qué amigos tenía. Lo mismohabríadadoquehubiesequeridover laotra carade la luna.Estavez la tácticaeradistinta; pero los objetivos de tía Alexandra eran los mismos. Quizá fuese éste elmotivo de que hubiera venido a vivir con nosotros: para ayudarnos a escoger losamigos.Yolamantendríaenjaquetodoeltiempoquepudiese.

—Sisonbuenagente,¿porquénopodemosmostrarnosagradablesconWalter?—Yo no he dicho que no os mostréis agradables con él. Han de tratarle

amistosamenteyconcortesía,habéisdesermagnánimoscontodoelmundo,querida.Peronodebéisinvitarleavuestracasa.

—¿Ysifueseparientenuestro,tiíta?—Lociertoesquenoloes,perosilofuese,mirespuestaseríalamisma.

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—Tiíta—dijo Jem—,Atticus dicequeunopuede escoger sus amigos, peronopuedeescogersufamilia,yquetusparientessiguensiendoparientestuyostantositúquieres reconocerlospor tales como si no, yque el noquerer reconocerlos tehaceparecercompletamentenecio.

—Estaesotradelasteoríasqueretratanatupadredepadredepiesacabeza—dijo tía Alexandra—, pero yo continúo asegurando que Jean Louise no invitará aWalterCunninghamaestacasa.Sifueseprimohermanosuyoporpartidadoble,unavezfueradeaquínoseríarecibidoenestacasaamenosquevinieraaveraAtticusporasuntosprofesionales.Ynohaymásquehablar.

Tía Alexandra había pronunciado su 'Ciertamente No', pero esta vez diría losmotivos.

—PeroyoquierojugarconWalter;tiíta,¿porquénohedepoder?Ellasequitólasgafasymemirófijamente.—Tediréporqué.PorqueWalteresbasura;heahíelmotivodequenopuedas

jugarconél.NoquieroverlerondandocercadetiparaquetúadquierassushábitosyaprendasDiossabequé.Yaeressobradoproblemaparatupadretalcomoestás.

Noséloquehabríahecho,peroJemmedetuvo.Mecogióporloshombros,merodeó con su brazo y me acompañó, mientras yo sollozaba con furia, hacia sudormitorio.Atticusnosoyóyasomólacabezaporlapuerta.

—Nohaynovedad,señor—dijoJem,malhumorado—.Noesnada.—Atticussefue—.Mascaunrato,Scout—Jemrebuscóporelbolsilloysacóun 'TootsieRoll'.Mecostóunosminutosconvertirlagolosinaenunaconfortablealmohadillapegadaalpaladar.

Jemreordenó losobjetosde sucómoda.Elcabello lecrecíahirsutoporatrásycaídohaciadelantecercadelafrente;yomepreguntabasillegaríaatenerloalgúndíacomoeldeunhombre;quizásiloafeitaseylecrecieradenuevosecriaríacomoeradebido.Suscejassehabíanhechomásgruesas,yadvertíensucuerpounaesbelteznueva.Ganabaestatura.

Cuandomiró a su alrededor, pensó sin duda queme pondría a llorar otra vez,porquemedijo:

—Teenseñaréunacosasinohasdedecírseloanadie.Yopreguntéquéera.Elsedesabrochólacamisa,sonriendotímidamente.—¿Qué?—¿Noloves?—No.—Espelo.—¿Dónde?—Aquí.Aquímismo.Jemmehabíaconsolado,y,correspondiendo,yodijequehaciamuybonito,pero

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novinada.—Estábonitodeveras,Jem.—Debajodelosbrazostambiéntengo—dijoél—.Elañoquevieneempezaréa

formarpartedelequipodefútbol.Scout,nopermitasquetíaAlexandratepongademalhumor.

Parecía que era ayer cuando me decía que no pusiera yo de mal humor a tíaAlexandra.

—Ya sabes queno está acostumbrada a tratar conmuchachas—añadió Jem—,porlomenosconmuchachascomotú.Estáprobandoaconvertirseenunadama.¿Nopodríasaficionartealacostura,oaotracosaporelestilo?

—No,diablos.Nomequiere,heaquítodoloquehay,peroaminomeimporta.LoquemehasacadodequiciohasidoquedijesequeWalterCunninghamesbasura,ynoloquehadichoqueyoseaunproblemaparaAtticus.Estolopusoenclaroconunavez;lepreguntésieraunproblema,yélmedijoquenomuygrande;cuantomás,eraunproblemaquesiempresabiacalcular,yquenomeinquietaseniunsegundolaideadesilemolestaba.No,hasidoporWalter…;aquelmuchachonoesbasura,Jem.NocomolosEwell.

Jemselibródeloszapatosconunpardesacudidasysubiólospiesalacama.Serecostóenunalmohadónyencendiólalámparaparaleer.

—¿Sabesunacosa,Scout?Ahorayalotengoresuelto.Ultimamentehepensadomucho en ello y lo tengo resuelto. Hay cuatro clases de personas en el mundo.Existenlaspersonascorrientescomonosotrosynuestrosvecinos,laspersonasdelaespecie de losCunningham, que viven allá, en el campo; la especie parecida a losEwell,delvaciadero;ylosnegros.

—¿QuémedicesdeloschinosydeloscajunsdelCondadodeBaldwin?—MerefieroalCondadodeMaycomb.Yloqueocurreenesteproblemaesque

nosotrosnoapreciamosalosCunningham,losCunninghamnoaprecianalosEwelldesprecianalagentecolor.

Lecontestéquesieraasí,¿cómoseexplicabaqueelJuradodeTom,compuestodegentecomolosCunningham,nolehubieseabsueltoafindefastidiaralosEwell?

Jemrechazólapreguntaconunmanotazo,considerándolainfantil.—Yasabes—dijo—,hevistoaAtticusgolpeandoelsueloconlospiescuandoen

laradiodanunafiestaalegre,ylegustalajuergamásqueaningúnhombrequehayaconocido…

—Entonces esto nos hace parecidos a los Cunningham —dije yo—. Nocomprendocomotiíta…

—No,déjame terminar;noshaceparecidos, en efecto,perociertomodo somosdiferentes.EnunaocasiónAtticusdijoquelacausadequetíaAlexandrahagatantohincapiéenlafamilianacedequetodoloquenosotrostenemosesabolengo,perosin

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uncuartoanuestronombre.—Ea,Jem,nosé…Atticusmedijounavezqueenbuenaparteesecuentodela

'familia antigua' esuna tontería,porque la familiadeunocualquieraes tanantiguacomoladecualquierotro.Yolepreguntésienestoentrabanlagentedecolorylosingleses,yélmedijoquesi.

—Abolengo no significa 'familia antigua'—puntualizó Jem—. Imagino que setrata del tiempo que hace que la familia de uno sabe leer y escribir. Scout, heestudiado este asunto con empeño, y es la única explicaciónque semeocurre.Enalgúnlugar,cuandolosFinchestabanenEgipto,unodeellosdebiódeaprenderunjeroglíficoodos,yluegoenseñóasuhijo—Jemsepusoareír—.Imaginateatiítaenorgulleciéndose de que su bisabuelo supiera leer y escribir…Las señoras eligendetalleschocantesparasentirseorgullosas.

—Bien,yomealegrodequesupiera;de locontrario,¿quiénhabríaenseñadoaAtticusyalosdemás?YsiAtticusnosupieraleer,túyyonosencontraríamosenunamalasituación.Nocreoqueestoseaabolengo,Jem.

—Entonces,¿cómoexplicasquelosCunninghamseandiferentes?MísterWalterapenassabefirmar;yolehevisto.Simplemente,nosotrosleemosyescribimosdesdemásantiguoqueellos.

—No,todoelmundotienequeaprender,nadienacesabiendo.Walterestanlistocomolepermitenlascircunstancias;avecesseretrasaporquetienequequedarseencasaaayudarasupapá.Notieneningúndefecto.No,Jem,yocreoquesólohayunaclasedepersonas.Personas.

Jem se volvió y dio un puñetazo a la almohada. Cuando se sosegó tenía elsemblante nublado. Se estaba hundiendo en una de sus depresiones, y yome puserecelosa.Suscejassejuntaron;subocaseconvirtióenunalíneaestrecha.Duranteunratoestuvocallado.

—Estopensabayotambién—dijoporfin—cuandoteníatuedad.Sisólohayunaclase de personas, ¿por qué no pueden tolerarse unas a otras? Si todos sonsemejantes, ¿cómo salen de su caminopara despreciarse unos a otros?Scout, creoqueempiezoacomprenderunacosa.CreoqueempiezoacomprenderporquéBooRadley ha estado encerrado en su casa todo este tiempo…Ha sido porque quiereestardentro.

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Calpurnia llevaba su delantal más almidonado. Transportaba una bandeja demermelada de manzanas con tostadas. Se puso de espaldas a la puerta y empujósuavemente.Yoadmirélasolturaylagraciaconquellevabapesadascargasdecosasdelicadas. Me figuro que también la admiraba tía Alexandra, porque aquel díapermitíaquesirvieseCalpurnia.

Agostoestabaenelbordedeseptiembre.DillsemarcharíamañanaaMeridian;hoyestabacon Jemenel 'RemansodeBarker'. JemhabíadescubiertoconenojadasorpresaquenadiehabíaenseñadoanadaraDill,yél loconsideraba tannecesariocomosaberandar.Habíanpasadodostardesenelrío,perodecíanquesemetíanenelaguadesnudosyyonopodíair;portanto,repartíalashorassolitariasentreCalpurniaymissMaudie.

Hoy,tíaAlexandraysucírculomisioneroestabanlibrandolabatalladelBienportodalacasa.Desdelacocina,oíaamistressGraceMerriweatherdandouninformeenla sala de estar sobre lamísera vida de losMerunas,me parece que decía. Estos,cuando a sus mujeres les llega la hora (sea esto lo que fuere), las encerraban enchozas;noteníansentidoalgunodefamilia—yosabíaqueestoapenabamuchoatíaAlexandra—;cuandolosniñosllegabanalostreceaños,lossometíanaunaspruebasterribles. Los partos los tenían paralizados; mascaban y escupían la corteza de unárboldentrodeunrecipientecomúnyluegoseemborrachabanconaquello…

Inmediatamentedespués,lasdamasaplazaronlasesiónparamerendar.Yonosabíasientrarenelcomedoroquedarmefuera.TíaAlexandramedijoque

fuese para los refrescos; no era necesario que asistiese a la parte de trabajo de lareunión,dijoquemeaburriría.Yo llevabamivestido rosade losdomingosyunasenaguas,ymeditéenquesiderramabaalgo,CalpurniatendríaqueVolveralavarelvestidoparamañana.Yprecisamentehabía tenidoundíademuchoajetreo.Decidípermanecerfuera.

—¿Puedoayudarte,Cal?—preguntédeseandoserdealgunautilidad.Calpurniaseparóenelumbral.Quédatequietacomounratoncitoenaquelrincónypodrásayudarmeallenarlas

bandejas,cuandovuelva.Elsuavezumbidodelasvocesdelasdamascobróintensidadcuandoseabrióla

puerta.—Vaya, Alexandra, nunca había visto una mermelada así… deliciosa,

sencillamente…,jamásconsigoquemequedeesacostra,no,nunca…¿Quiénhabríapensado en tortitas de zarzamora?… ¿Calpurnia…? Quién habría pensado…,cualquieraqueledijesequelaesposadelpastor…,nooo…,puessí,loestá,yelotroquetodavíanoanda…

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Sequedaron silenciosas, con lo cual comprendíque lashabían servido a todas.Calpurniaregresóypusoelgruesojarróndeplatademimadreenunabandeja.

—Estejarróndecaféesunacuriosidad—murmuró—;ahorayanoloshacen.—¿Puedollevarlo?—Sihasde tenercuidadoynodejarlocaer…Ponloen lapuntade lamesa,al

ladodelatíaAlexandra.Alláabajo,juntoconlastazasylodemás.Ellaloservirá.TratédeempujarlapuertaconlaespaldacomolohabíahechoCalpurnia,perono

semovió.Ellamelaabriósonriendo.—Cuidadoahora,quepesa.Nolomiresynoverteráselcafé.Mitravesíaterminóconéxito;tíaAlexandramedirigióunasonrisaluminosa.—Quédate con nosotras, Jean Luise —me dijo. Aquello formaba parte de su

campañaparaenseñarmeaserunadama.Eracostumbrequetodaanfitrionadeuncírculoinvitaseamerendarasusvecinas,

fuesenbautistasopresbiterianas,locualexplicabalapresenciademissRachel(seriacomounjuez),missMaudieymissStephanieCrawford.Másbiennerviosa,elegíunasientoalladodemissMaudieymepreguntéporquéseponíansombrerolasseñorassóloparacruzarlacalle.Lasseñoras,tomadasengrupo,siempremellenabandeunavagaaprensiónydeunfirmedeseodeestarenotraparte,peroestesentimientoeraloquetíaAlexandrallamabaser'malcriada'.

Lasdamasbuscabanfrescoren leves telasestampadas; lamayoría llevabanunabuenacapadepolvos,peronadaderouge;elúnicolápizdelabiosqueseusabaenlasalaera'TangeeNatural'.El'CutexNatural'centelleabaenlasuñas,peroalgunasdelas señoras más jóvenes usaban 'Rose'. Despedían un aroma celestial. Yo no memovía, había dominado las manos cogiendo con fuerza los brazos del sillón, yesperabaquealgunamedirigieselapalabra.

ElpuentedeladentadurademissMaudielanzóundestello.—Vasmuyvestida,JeanLouise—medijo—.¿Dóndetieneslospantalones,hoy?—Debajodelvestido.Nomehabíapropuestosergraciosa,perolasseñorasserieron.Alcomprendermi

errorsemepusieronlasmejillasencendidas,peromissMaudiememirógravemente.Nuncasereía,amenosqueyohubieraqueridosergraciosa.

En el súbito silencioquevino a continuación,missStephanme llamódesde elotroladodelcomedor.

—¿Quévasasercuandoseasmayor,JeanLouise?¿Abogado?—No, no lo había pensado… —contesté, agradecida de que miss Stephanie

hubiese tenido la bondad de cambiar de tema. Y me puse a elegir profesión,apresuradamente.¿Enfermera?¿Aviadora?—.Pues…

—Vamos,dilo;yopensabaquequeríasserabogado;hasempezadoyaaconcurriralasaladelTribunal.

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Lasseñorasvolvieronareír.—EsaStephanielascantaclaras—dijouna.MissStephaniesesintióanimadaacontinuareltema:—¿Noquiereshacertemayorparaserabogado?LamanodemissMaudietocólamía,yyocontestéconbastantedulzura:—No;unadama,nadamás.MissStephaniememiróconcaradesospecha,decidióqueyonohablaquerido

serimpertinenteysecontentócon:—Vaya,nollegarásmuylejoshastaquenoempiecesallevarvestidosfemeninos

amenudo.LamanodemissMaudiesehabíacerradoconfuerzaalrededordelamía,yyono

dijenada.Elcalordeaquellamanofuesuficiente.MistressGraceMerriweathersesentabaamiizquierda,ysemeantojóquesería

cortés hablar con ella. Al parecer, su marido, míster Merriweather, metodistamilitante,noveíaalusiónpersonalalgunaalcantar: 'Graciapasmosa,cuándulceelfondeadero que salvó a un náufrago como yo…'. Sin embargo, en Maycomb eraopinión general que su esposa le había puesto a raya y le había convertido en unciudadanorazonablementeútil.Porque,enverdad,GraceMerriweathereralaseñoramásdebotadeMaycomb.Busqué,pues,untemaqueleinteresase.

—¿Quéhanestudiadoustedesestatarde?—pregunté.—Ohniña,hemoshabladodelospobresMerunas—dijo,ysoltóeldisco.Pocas

preguntasmasseriannecesariasya.LosgrandesojoscastañosdemistressMerriweathersellenabaninvariablemente

delágrimascuandopensabaenlosoprimidos.—¡Mira que vivir en aquella selva sin nadie más que J. Grimes Everett! —

exclamó—.NingunapersonablancaquiereacercarseaellosmásqueesesantodeJ.Grimes Everett —mistress Merriweather manejaba su voz como un órgano; cadapalabra obtenía todo el compás requerido—: La pobreza…, la oscuridad…, lainmortalidad…, nadie más que J. Grimes Everett lo conoce. Ya saben, cuando laiglesiameconcedióaquelviajealosterrenosdelcampamento,J.GrimesEverettmedijo…

—¿Estabaallí,señora?Yopensaba…—Estabaencasa,devacaciones.J.GrimesEverettmedijo:«MistressMerriweather—me dijo—, usted no tiene idea, ninguna idea, de la

luchaquesostenemosallá».Estoesloquemedijo.—Sí,señora.—Yo le dije: 'Míster Everett —le dije—, las señoras de la Iglesia Metodista

EpiscopaldeMaycomb,Alabama,estánconustedenuncientoporciento'.Estoesloqueledije.Yyasabes,enaquelmomentoylugarhiceunapromesaenmicorazón.

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Medije:«Cuandovayaacasadaréuncurso sobre losMerunasy llevaréaMaycombel

mensajedeJ.GrimesEverett»,yestoesprecisamenteloqueestoyhaciendo.—Si,señora.CuandomistressMerriweathersacudíalacabeza,susnegrosrizosbailoteaban.—JeanLouise—dijo luego—, tú eresunachicaafortunada.Vivesenunhogar

cristiano,conpersonascristianas,enunaciudadcristiana.AlláenelpaísdeJ.GrimesEverettnohayotracosaquepecadoymiseria.

—Sí,señora.—Pecado y miseria… ¿Qué decías, Gertrude? —místress Memweather echó

manodesustonosargentinosparalaseñoraquesesentabaasulado—.Ah,sí.Bien,yosiempredigoolvidayperdona,olvidayperdona.LoquelaIglesiadeberlahaceres ayudarle a proporcionar una vida cristiana a sus hijos desde hoy en adelante.Tendríanqueiralláunoscuantoshombresydecirleasupastorquelaestimule.

—Perdone, mistress Merriweather —la interrumpí—, ¿se refiere a MayellaEwell?

—¿AMay…?,no,niña.Alaesposadelnegro.AlamujerdeTom,deTom…—Robinson,señora.MistressMerrlweathersedirigiódenuevoasuvecina.—Unacosacreosinceramente,Gertrude—continuó—,peroalgunaspersonasno

lo ven a mi manera. Si les hiciéramos saber que les perdonamos, que lo hemosolvidado,entoncestodoestosedisiparía.

—Oh…MistressMerriweather—lainterrumpíunavezmás—¿quéesloquesedisiparía?

Nuevamente se dirigió a mi. Mistress Merriweather era una de esas personasmayoressinhijosqueconsiderannecesarioemplearuntonodistintodevozcuandohablanconchiquillos.

—Nada,JeanLouise—contestóconun largomajestuoso—, lascocinerasy lospeonesdelabranzaestándescontentos,peroahoraempiezanatranquilizarse…Eldíasiguiente al del juicio se lo pasaron murmurando. —Mistress Merriweather seenfrentóconmistressFarrow—.Telodigo,Gertrude,nohaynadamáspenosoqueunnegropreocupado.Labocalesbajahastaaquí.Teamargaeldíateneraunoenlacocina. ¿Sabes loque ledije amiSophyGertrude?Ledije: 'Sophy, sencillamente,hoynoerescristiana.Jesucristonuncaanduvoporahírefunfuñandoyquejándose';y¿sabes?, dio buen resultado. Apartó los ojos del suelo y contestó 'No, mizMerriweather, Jezus nunca anduvo refunfuñando'. Te lo digo, Gertrude, una nodeberíadejarpasarunaoportunidadparadartestimoniodelSeñor.

Yo me acordé del órgano pequeño y antiguo del Desembarcadero de Finch.Cuando era muy pequeñita, si me habla portado bien durante el día, Atticus me

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dejaba maniobrar los bajos mientras él interpretaba una tonada con un dedo. Laúltima nota perduraba tanto rato como quedaba aire para sostenerla.Y juzgué quemistress Merriweather había agotado su provisión de aire y la estaba renovandomientrasmistressFarrowsedisponíaatomarlapalabra.

MistressFarroweraunamujerespléndidamenteformada,deojospálidosypiesesbeltos.Llevabaunapermanentereciénhechaysucabelloeraunamasadericitosgrises.EntodoMaycombsólootradamalaaventajabaendevoción.Teníalacuriosacostumbredeprolongartodoloquedecíaconunsonidosuavementesibilante.

—Sssss,Grace—dijo—, esprecisamente como ledecía al hermanoHudson elotrodía. 'Ssss,hermanoHudson—ledecía—,pareceque si libráramosunabatallaperdida,unabatallaperdida'.Ledije:Sss,aellosnolesimportauncomino.Pormásqueloseduquemoshastaponérsenoselrostromorado,pormásqueintentemos,hastacaerdesplomados,hacerlosbuenoscristianos,esasnochesningunaseñoraestáseguraensucama'.Elmedijo: 'MistressEsrrow,noséadóndellegaremos'.Ssssyoledijequeeraunarealidadmuycierta.

MistressMerriweatherasintiósabiamenteconlacabeza.Suvozseremontóporencima del tintineo de las tazas de café y los suaves ruidos bovinos de las damasmascandolospastelitos.

—Gertrude—dijo—,teaseguroqueenestaciudadhayalgunaspersonasbuenas,peromalencaminadas.Buenas,peromalencaminadas.Quierodecir,personasdeestaciudadconvencidasdequeobranbien.Diosmelibrededecirquiénes,peroalgunasde dichas personas de esta ciudad pensaban que obraban de acuerdo con su deber,hace poco tiempo, y todo lo que hacían era soliviantarlos. Esto es lo que hacían.Quizáparecieseenaquelmomentoquedebíaobrarsedeaquelmodo,estoyseguradeque lo sé, pero murrios…, descontentos… Te aseguro que si mi Sophy hubiesecontinuadoigualundíamás,lahabríadejadomarchar.Enaquellacabezadelanaquetiene,nohapenetradola ideadequeelúnicomotivodequelaconserveesporqueestadepresióncontinúayellanecesitasudólarycuartotodaslassemanasquepuedeganarlos.

—Sucomidanosiguebajando,¿verdadqueno?EramissMaudielaquelohabíadicho.Dosligeraslíneashabíanaparecidoenlos

ángulosdesuboca.Hastaentoncesestuvosentadaensilencioamilado,conlatazadacaféenequilibriosobreunarodilla.Yohabíaperdidoelhilode laconversaciónhacíarato,ymecontentabapensandoenelDesembarcaderodeFinchyelrío.AtíaAlexandra le había salido la cosa al revés: la parte de trabajo de la reunión fueescalofriante;lahoradesociedad,monótona.

—Maudie, estoy segura de que no sé lo que quieres decir—aseguró mistressMerriweather.

—Yoestoyseguradequesilosabes—contestómissMaudiesecamente.

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Y no dijomás. CuandomissMaudie estaba enojada, su laconismo era glacial.Algo la había enojado profundamente, y sus ojos grises estaban tan fríos como suvoz.MistressMerriweathersepusocolorada,memiróyapartólosojos.AmistressFarrownopodíaverla.

Tía Alexandra se levantó de la mesa y se dio prisa en repartir más golosinas,enzarzando limpiamente a mistress Merriweather y a mistress Gates en animadaconversación. Cuando las tuvo bien en marcha, junto con mistress Perkins, tíaAlexandravolvióasupuestoydirigióamissMaudieunamiradadepuragratitud.Yomeadmirédelmundode lasmujeres.MissMaudiey tíaAlexandranohablansidonuncamuy íntimas,peroahíestaba tiítadándole lasgraciascalladamenteporalgo.Cuálfueseesealgo,nosabia.Mecontentéenterándomedequeeraposibleherir losuficienteatíaAlexandraparaquesintieragratitudporlaayudaqueleprestasen.Nocabía duda, pronto entraría yo en aquel mundo en cuya superficie unas olorosasdamassemecíanlentamente,abanicabanybebíanaguafresca.

Peromeencontrabamásamisanchasenelmundodemipadre.Personascomomister Heck Tate no le tendían a una la trampa de unas preguntas inocentes paraburlarsedeella;nielmismoJemexagerabasuscensurasamenosqueunadijeseunaestupidez. Las señoras parecían vivir con un ligero horror a los hombres, parecíanmaldispuestasadarleselvistobuenodetodocorazón.Peroamimegustaban.Habíaalgoenellos,pormásquemaldijesen,bebiesen,jugasenymascasentabaco;pormuypocodeleitososquefuesen,habíaalgoenellosquemegustabainstintivamente…Noeran…

—Hipócritas, mistress Perkins, hipócritas natos —estaba diciendo mistressMerriweather—.Almenosaquíabajonollevamoselpecadosobrenuestroshombros.Alláarribalagentelesdalalibertad,peronolesvessentadosalamesaconellos.Almenos nosotros no incurrimos en el engaño de decirles: 'Sí, vosotros valéis tantocomo nosotros, pero no os acerquéis'.Aquí abajo nos limitamos a decir: 'Vosotrosvividvuestravida,ynosotrosviviremoslanuestra'.Yocreoqueaquellamujer,latalmistressRoosevelthaperdidoeljuicio;haperdidoeljuicio,nimásnimenos,bajaraBirminghamyquerersentarseconellos.SiyohubiesesidoalcaldedeBirmingham.

Bien, ninguna de nosotras era alcalde de Birmingham, pero yo deseé sergobernador de Alabama por un día: soltaría a Tom Robinson tan de prisa que laSociedadMisioneranotendríatiempodecontenerelaliento.ElotrodíaCalpurnialecontabaa lacocinerademissRachel lomalqueTomseadaptabaa la situación,ycuando entré en la cocinanodejódehablar.Calpurnia decía queAtticus nopodíahacernadaparamitigarsuencierro,yqueloúltimoqueTomdijoaAtticusantesdeque lo llevaran al campo penitenciario fue: 'Adiós, míster Finch; ahora usted nopuede hacer nada en absoluto, demodoque no vale la pena que lo intente'.DecíaCalpurnia que Atticus le explico que el día que le encerraron en la cárcel, Tom

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abandonó todaesperanza.DecíaqueAtticushabía intentadoexponerle lasituación,recomendándolequeseesforzaseennoperderlasesperanzasporqueélhaciacuantopodíaparaconseguirsulibertad.LacocinerademissRachellepreguntóaCalpurniaporquéAtticusnodecíallanamente:'Sí,saldráslibre',sinotrasexplicaciones…,puesparecíaqueestohabríadadomuchoánimoaTom.Calpurniarespondió:'Túnoestasfamiliarizadaconlaley.Loprimeroqueaprendessiestásenunafamiliadegentedeleyesesquenoexisteunarespuestaconcretaparanada.MísterFinchnopodíadecir:'Estoesasí'nosabiendoconseguridadqueseríaasí'.

Lapuertade la fachadadioungolpe,yoí lospasosdeAtticusenelvestíbulo.Automáticamente me pregunté qué hora seria. No era, ni con mucho la de quevolvieraacasa,apartedeque losdíasde reuniónde laSociedadMisionera,por logeneral,sequedabaenlaciudadhastayadenoche.

Atticusseparóenlapuerta.Teníaelsombreroenlamano,ylacarapálida.—Dispensen, señoras—dijo—. Sigan con su reunión; no quisiera molestarías.

Alexandra, ¿podrías venir un minuto a la cocina? Me interesa que me prestes aCalpurniaporunrato.

Nocruzóelcomedor,sinoquesefueporelpasilloposterioryentróenlacocinaporlapuertatrasera.TíaAlexandrayyonosreunimosconél.LapuertadelcomedorseabrióymissMaudiesesumóanosotros.Calpurniasehabíalevantadoamediasdesusilla.

—Cal—dijoAtticus—,quieroquevengasconmigoacasadeHelenRobinson.—¿Quépasa?—preguntótíaAlexandra,alarmadaporlaexpresióndelacarade

mipadre.—Tomhamuerto.TíaAlexandrasecubriólabocaconlasmanos.—Le mataron a tiros —explicó Atticus—. Huía. Ocurrió durante el ejercicio

físico. Dicen que echó a correr ciegamente, cargando contra la valla, y empezó atreparporella.Ensusmismasbarbas…

—¿Nointentarondetenerle?¿Noleavisaronprimero?—lavozdetíaAlexandratemblaba.

—Ah, sí los guardianes le gritaron que se parase. Primero dispararon al aire;después,amatar.Leacertaroncuandoibaasaltaralotrolado.Dijeronquesihubiesetenido los dos brazos buenos lo habría conseguido; tal era la rapidez con que semovía.Diecisieteagujerosdebalaensucuerpo.Noeraprecisoqueletirasentanto.Cal,quieroquevengasconmigoymeayudesadarlanoticiaaHelen.

—Si,señor—murmuróella,buscandoporeldelantal.MissMaudieseleacercóyselodesató.

—Estoeslaúltimabarbaridad,Atticus—dijotíaAlexandra.—Dependedecómolomires—contestóél—.¿Quéeraunnegromásomenos

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entredoscentenares?ParaellosnoeraTom,eraunprisioneroquehuía.Atticusseapoyócontralanevera,seechólasgafashacialafrenteysefrotólos

ojos.—¡Tan buenas posibilidades que teníamos! —exclamó—. Yo le dije lo que

pensaba,peronopodía asegurarlehonradamenteque tuviéramosotra cosaqueunabuenaprobabilidad.MefiguroqueTomestabacansadodelasprobabilidadesdeloshombresblancoyprefirióintentarlasuya.¿Estásdispuesta,Cal?

—Sí,místerFinch.—Entonces,vámonos.TíaAlexandrasesentóenlasilladeCalpurniaysecubriólacaraconlasmanos.

Permanecía inmóvil, tan inmóvilque temíque sedesmayase.Oía la respiracióndemiss Maudie como si en aquel momento acabase de subir las escaleras. En elcomedorlasdamascharlabangozosamente…

PensabaquetíaAlexandraestaballorando,perocuandosequitólasmanosdelacara,viqueno.Parecíacansada.Hablósuvozsonabaabatida.

—Nopuedodecirqueapruebetodoloquehace,Maudie,peroesmihermano,ysóloquisierasabercuándoterminarátodoesto—suvozseelevó—.Lehacepedazos.Elnolomanifiestamucho,perolehacepedazos.Yolehevistocuando…¿Quémásquierendeél,Maudie,quémásquieren?

—¿Quéesesemásyquiénessonlosqueloquieren,Alexandra?—preguntómissMaudie.

—Estaciudad,quierodecir.EstánperfectamentedispuestosaqueAtticushagaloque ellos tendrían miedo de hacer… Se expondrían a perder una monedita. Estánperfectamentedispuestosapermitirquearruinesusaludhaciendoloqueaelloslesdamiedo,están…

—Cállate, pueden oírte—dijomissMaudie—. ¿No lo has considerado de otromodo,Alexandra?TantosiMaycombsedacuentacomosino,estamosrindiendoaAtticus el tributomás grande que podemos rendir a un hombre. Ponemos en él laconfianzadequeobrarárectamente.Esasí,tansencillo.

—¿Quién?—tíaAlexandranosabíaqueseconvertíaenunecodesusobrinodedoceaños.

—Elpuñadodepersonasdeestaciudadquedicenqueelobrarconequidadnolleva la etiqueta deBlancosExclusivamente; el puñadode personas que dicen quetodo elmundo, y no sólo nosotros, tiene derecho a ser juzgado imparcialmente; elpuñadodepersonasconhumildadsuficienteparapensar,cuandomiranaunnegro:'DenoserporlabondaddeDios,éseseriayo'.—MissMaudievolvíaarecobrarsuantiguo aire tajante—:El puñado de personas de esta ciudad que tienen abolengo,éstossonquiénes.

Siyohubieseestadoatenta,habríarecogidootraañadiduraaladefinicióndeJem

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sobreelabolengo,peromesorprendísollozandoestremecida,sinpodercontenerme.Había visto la Granja-Prisión de Eifield y Atticus me había señalado el patio deejercicios.Teníalasdimensionesdeuncampodefútbol.

—Bastadellorar—ordenómissMaudie,ymecallé—.Levántate,Alexandra,lashemosdejadosolasbastanterato.

TíaAlexandraselevantóysealisóloscaballonesqueleformabanlasballenasenlascaderas.Luego,sesacóelpañuelodelcinturónyselimpiólanariz.

Arreglándoseelcabelloconunosgolpecitos,preguntó:—¿Semenota?—Nadaenabsoluto—contestómissMaudie—.¿Vuelvesaserdueñadeti,Jean

Louise?—Sí,señora.—Entoncesvamosareunirnosconlasdamas—dijoceñudamente.LasvocesdeéstassonaronmásfuertescuandomissMaudieabrió lapuertadel

comedor.TíaAlexandraibadelantedemi,yobservéquealcruzarlapuertaerguíalacabeza.

—¡Oh,mistressPerkins—exclamó—,ustednecesitamáscafé!Permitaqueselotraiga.

—Calpurnia ha salido por unos minutos a hacer un encargo —anunció missMaudie—. Permitan que les sirva unas tartitas más de zarzamora. ¿No se hanenteradodeloquehizoelotrodíaunprimomío,aquélquelegustairapescar…?

Yasícontinuaron,recorriendolahileradeseñorasrisueñas,ydieronlavueltaalcomedor,llenandootravezlastazasdecaféysirvierongolosinas,comosielúnicopesar que las afligiera fuese el desastre doméstico pasajero de no contar conCalpurnia.

Elsuavemurmulloempezódenuevo:—Sí,mistressPerkins,eseJ.GrimesEverettesunsantomártir…Eraprecisoque

secasaran,ycorrierona…Enelsalóndebellezatodoslossábadosporlatarde…Encuanto se pone el sol, él se acuesta con las… gallinas, una jaula llena de gallinasenfermas.Freddicequetodoempezóporahí.Freddice…

TíaAlexandramemiródesdeelotroextremodelasalaymesonrió.Enseguidavolvió los ojos hacia una bandeja de pastelillos que había sobre la mesa y me laindicó con un movimiento de cabeza. Yo cogí la fuente con todo cuidado y mecontemplé a mi misma acercándome a mistress Merriweather. Con mis mejoresmanerasdeseñorade lacasa, lepregunté sicomeríaalgo.Al finyalcabo, si tiítasabíaserunadamaenunaocasióncomoaquélla,tambiénsabíayo.

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—Nohagaseso,Scout.Sácalaalasescalerastraseras.—Jem,¿estasloco?…—Hedichoquelasaquesalasescalerastraseras.Suspirando, recogíelanimalito, lopuseenelultimopeldañode lasescalerasy

volvíamicatre.Septiembrehabíallegado,perosinlacompañíadeunrastrosiquieradetiempofresco,ytodavíadormíamosenelporchetrasero,cerradoconcristales.Lasluciérnagas continuaban dando fe de vida, los gusanos nocturnos y los insectosvoladores que golpeaban los cristales todo el verano aún no se habían marchadoadondeseaquevayancuandollegaelotoño.

Unacochinillahabíaencontradounavíadeentradaenlacasa;yomedecíaquehabríasubidolasescalerasypasadopordebajodelapuerta.Estabadejandoellibroen el suelo, al lado del catre, cuando la vi. Estos bichitos no tienen más de unapulgadadelargo,ycuandounolostocasearrollanformandounaapretadabolitagris.

Metendídebarriga,alarguéelbrazoylaempujé.Lacochinillasearrolló.Luego,creyéndoseasalvo,supongo,sedesarrollólentamente.Cuandohubocaminadounaspocaspulgadasconsucentenardepatasvolvíatocarla.Searrollódenuevo.Comotenía sueño, decidí terminar el asunto.Mimano descendía hacia el bichito cuandoJemhabló.

Jem fruncía el ceño. Esto formaba parte, probablemente, de la fase que estabaatravesando, y yo deseé que se diera prisa y acabara de atravesarla pronto.Ciertamente,jamásfuecruelconlosanimales,peroyonomehabíaenteradonuncadequesucaridadabrazaseinclusoelmundodelosinsectos.

—¿Porquénopuedoaplastarla?—pregunté.—Porquenotehacedaño—respondióenlaoscuridadJem,quehabíaapagadola

lamparitadenoche.Calculoqueahoraestásenlafaseenquéunonomatamoscasnimosquitos,me

figuro—ledije—.Cuandocambiesdeideas,avísame.Unacosatediré,sinembargo;voyaestarmesentadayquietecitaporahísinarañarunanigua.

—Bah,cierraelpico—medijoconvozdesueño.Era Jem el que cada día se volvíamás como unamuchacha, no yo. Con toda

comodidad,metendídeespaldasyesperéelsueñoymientrasesperabapenséenDill.Sehabíamarchadoeldíaprimerodelmes,asegurándonosfirmementequeregresaríaelmismominutoenque terminase lasclases;sefigurabaquesusfamiliareshabíanconcebido la idea general de que le gustaba pasar los veranos enMaycomb.MissRachelnosllevóconelloseneltaxihastaelEmpalmedeMaycomb,yDillnoshizoadiósconlamanodesdelaventanilladeltrenhastaqueseperdiódevista.Peronoseperdiódevistaenelrecuerdo:leechabademenos.Losdosúltimosdíasquepasócon

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nosotros,Jemleenseñóanadar…Leenseñóanadar.Estabacompletamentedespierta,rememorandoloqueDillme

habíacontado.El'RemansodeEddy'sehallabaalfinaldeuncaminoquepartíadelacarretera

deMeridian, a cosa de unamilla de la ciudad.Es fácil conseguir que un carro dealgodónounmotoristaquepasalelleveauno,yelcortopaseohastaelríoresultahacedero,perolaperspectivadeandarapietodoeltrayectoderegreso,alatardecer,cuando la circulación es escasa, no apetece mucho, y los nadadores ponen buencuidadoennoquedarsehastamuytarde.

SegúnDill,élyJemhabíanllegadoapenasalacarreteracuandovieronaAtticusyendo hacia ellos en su coche. Como parecía que no les había visto, ambos lellamaron con un ademán. Atticus disminuyó la marcha por fin, pero cuando lealcanzaronlesdijo:

—Serámejorqueveáissiosllevaalguien.Yotardarémuchoratoenregresar—Calpurnia iba en el asiento trasero. Jem protestó; luego suplicó, y Atticus dijo—:Muybien,podéisvenir,acondicióndequeosquedéisenelcoche.

DirigiéndoseacasadeTomRobinson,Atticuslesexplicóloquehabíapasado.Salieron de la carretera, corrieron despacio por la orilla del vaciadero, dejando

atráslaresidenciadelosEwell,ybajaronporelestrechocaminohastalascabañasdelosnegros.DilldijoqueunaturbadechiquillosnegrosjugabaalascanicasdelantedelpatiodeTom.Atticusaparcóelcocheysaltó.Calpurniaibadetrásdeél.

DilloyócómoAtticuspreguntabaaunodelosniños:—¿Dóndeestátumadre,Sam?—yqueSamrespondía:—EncasadeHermanaStevens,místerFinch.¿Labusco?DilldijoqueAtticuspermanecióindeciso,yluegorespondióquesí.Sammarchó

almomento.—Seguidjugando,muchachos—dijoAtticusalosniños.Unaniñapequeñasalióalapuertadelacabañaysequedómirandoamipadre.

DecíaDillquesucabelloeraunaalmohadilladetrencitastiesas,cadaunaterminandoenunbrillantelazo.Laniñasonriódeorejaaorejayquisoirhaciamipadre,peroerademasiado pequeña para salvar las escaleras. SegúnDill,Atticus fue hasta ella, sequitóelsombreroyleofrecióeldedo.Laniñalocogióyéllabajóhastaelfinaldelasescaleras.LuegolaentregóaCalpurnia.

Samtrotabadetrásdesumadre.Helendijo:—Buenasnoches,místerFinch. ¿Noquiere sentarse?—peronodijonadamás.

TampocoAtticusdijonada.—Scout —me dijo Dill—, la pobre mujer se desplomó sobre el suelo. Se

desplomó sobre el suelo lo mismo que si un gigante con un pie enorme hubiesepasadoporallíylahubiesepisado.Así,¡bam!—Dillhirióelsueloconelanchopie—.Comosiunopisaraunahormiga.

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DilldijoqueCalpurniayAtticuslevantaronaHelenymediolallevaron,mediolaacompañaronalacabaña.Estuvierondentrolargorato,yAtticussaliósolo.Cuandopasaronderegresoporelvaciadero,algunosdelosEwelllesacogieronagritos,peroDillnoentendióloquedecían.

AMaycomb la noticia de la muerte de Tom le interesó durante dos días, quefueronlosquebastaronparaquelainformaciónseextendieseportodoelcondado.

—¿Notelohandicho?…¿No?Puesdicenquecorríacomoelrayo.Para Maycomb, la muerte de Tom era típica. Era típico de un negro huir de

pronto, corriendo. Típico de la mentalidad de un negro no tener plan, no haberformadounproyectoparael futuro,sincorrerciegamentea laprimeraoportunidadqueseleofrecía. 'Eschocante,AtticusFinchquizálehubiesepuestoenlibertadsinmás, pero ¿esperar?… No, caramba. Ya sabes cómo son. Vienen fácilmente, yfácilmente se van. Esto le demuestra una cosa a uno: ese Robinson estaba casadolegalmente, dicen que era honrado, iba a la iglesia y todo eso, pero cuando sepresentaelmomentodefinitivoresultaqueesacapaexterioresterriblementedelgada.Enellossiempresalealasuperficieelnegro'.

Unos detallesmás, poniendo en condiciones al oyente para repetir a su vez supropiaversión,yluegonadadequéhablarhastaqueeljuevessiguienteaparecióTheMaycomb Tribune. Traía un breve obituario en la sección Colored News, peroademásuneditorial.

MísterB.B.Underwoodlucíasuhumormáscaústico,ynopodíamostrarmayordesdén por si alguien cancelaba anuncios suscripciones. (Aunque Maycomb noreaccionabadeestemodo:misterUnderwoodpodíagritarhastasudaryescribirtodoque se le antojase; a pesar de todo seguiría contando con sus suscriptores yanunciantes.Siqueríaponerseenridículoensupropioperiódico,eramuydueñodehacerlo). Míster Underwood no hablaba de mala administración de la justicia,escribíademodoquehastalosniñosloentendieran.MísterUnderwoodargumentabasencillamentequeerapecadomatarapersonasmutiladas,estuvierandepie,sentadaso huyendo.Comparaba lamuerteTom con los cazadores y los niños quematabanneciamente, sin objetivo, ruiseñores; peroMaycomb no pensó sino que trataba deescribir un editorial lo bastante poético como para que lo reprodujese TheMontgomeryAdvertíser.

Mientras leía el artículo demisterUnderwood,me pregunté si era posible quefueseasí.Matarsinobjetivo:Tomhabíaestadosujetoalprocesolegalhastaeldíadesumuerte;docehombresbuenoseíntegroslehabíanjuzgadoysentenciado;mipadrehabía luchado en su favor en todo momento. Entonces el sentido de misterUnderwoodsehizoclaroenmimente:Atticushaempleadotodaslasarmasdequedisponía un hombre libre para rescatar a Tom Robinson, pero en los Tribunalessecretos de los corazones de los hombres, Atticus no tenía donde apelar. Tom era

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hombremuertodesdeelmomentoenqueMayellaEwellabriólabocaychilló.El nombre de Ewell me provocó náuseas. Maycomb se había apresurado a

conocerlaopinióndemísterEwellsobreelfallecimientodeTomyapasarlaalotrolado de aquel Canal de la Mancha de las habladurías que era miss StephanieCrawford. Miss Stephanie explicó a tía Alexandra, en presencia de Jem («¡Quécanastos, es bastante mayor para oírlo!«), que míster Ewell dijo que aquellosignificabateneraunoenterradoyadosmásquehabíandeseguirelmismocamino.Jemmedijoquenotuviesemiedo:MísterEwellteníamásdecharlatánnecioquedeotracosa.MeadvirtióquenohablasedeesoanteAtticus.

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Las clases empezaron, y con ellas nuestros viajes diarios por delante de laMansión Radley. Jem estaba en el séptimo grado y asistía al Instituto, detrás deledificiodeprimeraenseñanza;yoestabaahoraeneltercergrado,ynuestrasrutinaserantandiferentesquesóloveíaaJemaliralaescuelaporlasmañanas,yalashorasdecomer.Elentróenelequipodefútbol,peroerademasiadodelgadoydemasiadojovenparahacerotracosaquellevarcubosdeaguaparalosdemás.Unamisiónquecumplíaconentusiasmo:lamayoríadelastardes,rarasvecesllegabaacasaantesdeoscurecer.

LaMansiónRadleyhabla dejadode aterrorizarme, pero no eramenos lúgubre,menosheladadebajodelosgrandesrobles,nimenosrepelente.Enlosdíasserenoscontinuábamos viendo a mister Nathan Radley, yendo y viniendo de la ciudad;sabíamosqueBoo,continuabaencasa,porlamismarazóndesiempre:nadiehabíavistotodavíaquesaliera.Avecessentíaunapunzadaderemordimiento,alpasarpordelantedelaviejamansión,porhabertomadopartealgunavezencosasquehubierondesignificarunvivomomentoparaArthurRadley…¿Quéreclusorazonablequierequeunosniñosleespíenporlaventana,leenvíensaludosconunacañadepescaryrondenporsuscolesdenoche?

Y,sinembargo,tambiénrecordaba:dosmonedasconcabezasdeindios,gomademascar,muñecosdejabón,unamedallaoxidada,unrelojestropeado,consucadena.Jemdebíadeguardarloenalgúnsitio.Unatardemedetuveymiréelárbol:eltroncocrecíaalrededordelremiendodecemento.Elcementosevolvíaamarillo.

Unpardevecescasilevimos;promediomásquesatisfactorioparacualquiera.Contodo,cadavezquepasabaseguíamirandoporsileveía.Quizáalgúndíale

veríamos.Meimaginabacómosería:cuandoocurriese,alpasaryoélestaríasentadoenlamecedora.'¿Cómoestá,místerArthur?',diríayo,comosilohubiesedichotodaslas tardes demi vida. 'Buenas noches, Jean Louise—diría él, como si lo hubiesedicho todas las tardes de su vida—; tenemos un tiempo hermoso de veras, ¿no escierto?''Sí,enverdad,muyhermoso'afirmaríayo,ycontinuaríaandando.

Era sólo una fantasía.Nunca le veríamos.Boo salía, probablemente, cuando laluna se había escondido, e iba a espiar a miss Stephanie Crawford. Yo habríaescogidoacualquierotrapersonaparamirarla;peroalláélconsusgustos.Anosotrosnuncanosespiaría.

—No váis a empezar de nuevo con eso, ¿verdad que no?—dijo Atticus unanoche,cuandoyoexpreséundeseoesporádicodepoderverunavezalmenos,amisabor,aBooRadleyantesdelfindemisdías—.SípensáisVolveralodeantes,oslodigodesdeestemomento:bastaya.SoydemasiadoviejoparairasacarosdelafincadelosRadley.Porotraparte,escosapeligrosa.Osexponéisaqueosdisparenuntiro.

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YasabéisquemísterNathandisparacontracualquiersombraquevea,hastacontralassombrasquedejanhuellasdepiesdesnudosdel tamañocuatro.Enaquellaocasióntuvistéissuerteynoosmató.

Enaquelmomentoylugarmecallé.AlmismotiempomeadmirédeAtticus.Eralaprimeravezquenosdabaaentenderquesabíamuchomásdeloquenosotrosnosfigurábamosacercadeunsucesoconcreto.Yhabíaocurridoañosatrás.No,elveranopasadosolamente…No,elveranoanterioralpasado,cuando…Eltiempomeestabajugandounatreta.TeníaqueacordarmedepreguntárseloaJem.

Nos habían ocurrido tantas cosas que Boo Radley era el menor de nuestrospavores.Atticusasegurabaquenoveíaquepudieraocurrirnadamás,quelascosasteníanlavirtuddeponerseensupuntoporsímismas,yquecuandohubierapasadoeltiempo suficiente la gente olvidaría que un día había dedicado su atención a laexistenciadeTom.

Quizá Atticus tuviera razón, pero los acontecimientos de verano continuabansuspendidos sobre nosotros como el humo en un cuarto cerrado. Los adultos deMaycombnuncahablabandelcasoconJemniconmigo;parecequelocomentabancon sus hijos, y su actitud debía de ser la de que nimi hermano ni yo podíamoscambiarelhechodequeAtticusfuesenuestropadre,demodoquesushijosdebíanportarsebienconnosotrosapesardeél.Loshijosnohabrían llegado jamáspor símismos a esta conclusión: si a nuestros condiscípulos les hubiesen dejado obrarsegún sus propias iniciativas, Jem y yo habríamos librado unos cuantos combatesrápidos y satisfactorios con los puños cada uno y hubiéramos terminado el asuntopara mucho tiempo. Dadas las circunstancias, ahora nos veíamos obligados amantener la cabezaaltay ser, respectivamente,uncaballeroyunadama.Enciertomodo,era lomismoqueen laépocademistressLafayetteDubose,aunquesin susgritos. No obstante, pasaba una cosa rara, que nunca comprendí: a pesar de lasdeficienciasdeAtticuscomopadre,aquelañolagentetuvoabienreelegirleparalalegislaturadeEstado,comodecostumbresinoposición.Yolleguéalaconclusióndeque,simplemente,lagenteeramuyespecial,meapartédeella,ynopensabaensuscosasmásquecuandoeraforzoso.

Undía,enlaescuela,meviobligada.UnavezporsemanateníamosunaclasedeNoticias deActualidad. Cada niño tenía que recordar una noticia de un periódico,enterarsebiendesucontenidoycomunicarlaalaclase.Sesuponíaqueestaprácticaeliminabaunainfinidaddemales:elponersedelantedesuscompañerosfavorecíalabuenaposturaydabaaplomoalniño;elpronunciarunapequeñacharlaleobligadaasopesarelvalordelaspalabras;elaprenderselanoticiaquelecorrespondíareforzabasumemoria; elverse separadodelGrupo lehacía sentarmásquenuncael afándeVolverafundirseenélmismo.

El concepto era profundo, pero, como de costumbre, en Maycomb no salía

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demasiado bien. En primer lugar, pocos chiquillos del campo tenían acceso a losperiódicos, demodoque el pesode lasnoticiasde actualidad lo llevaban losde lapoblación,convenciendomásymásalosqueveníandefueradeque,seacomofuere,losniñosdelaciudadacaparabanlaatencióndelosmaestros.LoschicoscampesinosquepodíantraíanrecortesdelTheGritPaper,unapublicaciónespúrea,almenosalosojos demissGates, nuestramaestra. La causa de que frunciera el seño cuando unchiquillorecitabaalgodelTheGritPapernolahesabidonunca,peroenciertomodoello iba asociado con la afición a la juerga, el comer bizcochos de jarabe paradesayunar,elserunpocohereje,elcantarDulcementecantaelasno,pronunciandomallapalabraasno,paraeliminartodolocualpagabaelEstadoalosmaestros.

Aun así, no eran muchos los niños que supieran lo que era una noticia deactualidad. Little Chuck Little, que en lo tocante a saber de las vacas y suscostumbresteníaunsiglodeexperiencia,estabaalamitaddeunanarraciónde'TíoNatchell'cuandomissGatesleinterrumpió.

—Charles,esonoesunanoticiadeactualidad.Esoesunanuncio.'Sinembargo,CecilJacobssabíadistinguirloqueeraunanoticia.Cuandoletocóelturno,sesituódelantedelaclaseyempezó:

—ElviejoHitler…—AdolfHitler,Cecil—dijomissGates—.Nuncaseempiezadiciendo 'elviejo

Fulano,oMengano'.—Si, señora —convino el chico—. El viejo Adolf Hitler ha estado

prosiguiendo…—Persiguiendo,Cecil…—No,missGates,aquídice…Seacomofuere,elviejoHitlerlahaemprendido

conlosjudíosylosencarcela,ylesquitalosbienesynopermitequeningunosalgadelpaísylimpiaatodoslosdeficientesmentalesy…

—¿Limpiaalosdeficientesmentales?—Si, señora, miss Gates, yo me figuro que no tienen criterio suficiente para

limpiarseporsimismos,mefiguroqueun idiotanosabríaconservarse limpio.Seacomofuere,Hitlerhapuestoenmarchaunprogramaparareunirtambiénatodoslosmedios judios, y quiere hacer una lista de sus nombres para el caso de que ellosquieran crearle algúnproblema,yyo creoque esto esuna cosamala, y ésta esminoticiadeactualidad.

—Muybien,Cecil—dijomissGates.Resollando,Cecilvolvióasuasiento.Enelfondodelasalaselevantóunamano.—¿Cómopuedehacereso?—¿Quiényqué?—preguntómissGatesconpaciencia.—Quierodecir,¿cómopuedeHitlerponeraunmontóndegenteenuncorral,así

deestemodo?ParecequeelGobiernodeberíaimpedirlo—dijoelpropietariodela

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mano.—HitlereselGobierno—explicómissGates.Yaprovechandounaoportunidad

para hacer dinámica la educación, fue a la pizarra y escribióDEMOCRACIA conletrasgrandes—.Democracia—dijo—.¿Sabealgunounadefinición?

—Nosotros—dijoalguien.Yo levanté la mano, recordando un antiguo latiguillo electoral que me había

explicadoAtticus.—Derechosigualesparatodos;privilegiosespecialesparaninguno—cité.—Muy bien, Jean Louise, muy bien —miss Gates sonrió. Delante de

DEMOCRACIA escribió entonces NOSOTROS SOMOS UNA—. Ahora, chicos,decidlotodosacoro:nosotrossomosunademocracia.

—Esta es la diferencia entre América y Alemania. Nosotros somos unademocracia y Alemania es una dictadura. Dictadura—repitió—. Aquí, en nuestropaís,nocreemosquesedebaperseguiranadie.Lapersecuciónespropiadepersonasquetienenprejuicios.Prejuicios—anunciócuidadosamente—.Nohayenelmundopersonasmejores que los judíos, y elmotivo de que no lo crea así es paramí unmisterio.

Enelcentrodelasalaunalmainquisitivapreguntó:—Segúnusted,¿porquénoquierenalosjudíos,missGates?—Nolosé,Henry.Losjudíosayudanconsuaportaciónatodaslassociedadesen

queviven,y,sobretodo,sonunpuebloprofundamentereligioso.Hitlerestátratandodeeliminarlareligión,demaneraquequizáseaéstalacausa.

Ceciltomólapalabra:—No lo sé cierto, claro—dijo—, pero se dice que cambian dinero o algo así,

aunqueestonoesmotivoparaperseguirlos.Losjudiossonblancos,¿verdad?—Cuandoestésenlasegundaenseñanza,Cecil—dijomissGates—,aprenderás

que los judíos han sido perseguidos desde el comienzo de la Historia, inclusoexpulsadosdesupropiopaís.EsunodelosepisodiosmásterriblesdelaHistoria.HallegadolahoradeAritmética,niños.

Comoamínuncamehabíagustadolaaritméticapaséaquellahoramirandoporlaventana.Laúnicaocasiónenqueveíaponerse ceñudoaAtticus era cuandoElmerDavisnoscomunicabalasúltimashazañasdeHitler.Atticusdabatodalapotenciaalaradioydecía:

—¡Hummm!UnavezlepreguntécómoseenfadabatantoconHitler,ymecontestó:—Porqueesúnmaníaco.«Esto no sirve», medité, mientras la clase se ensimismaba en las sumas. Un

maníaco ymillones de alemanes. Amíme parece que deberían encerrarle en unacárcel, en vez de permitirle que él les encierre a ellos. Había algo más que no

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marchababien;selopreguntaríaamipadre.Se lo pregunté, y él me dijo que no podía responderme, porque no sabia la

respuesta.—¿PeroestábienodiaraHitler?—No—dijo—.Noestábienodiaranadie.—Atticus,hayunacosaquenoentiendo.MissGatesdecíaqueloqueHitlerhace

eshorroroso;hablandodeellosepusocomounaamapola…—Losupongo,sindudaalguna.—Pero…—¿Qué?—Nada,señor—ymemarché,puesnoestabaseguradesaberleexplicarloque

tenía en lamente, no estaba segura de poder clarificar lo que no eramás que unaimpresión.QuizáJempudieradarmelarespuesta.LascosasdelaescuelalasentendíamejorJemqueAtticus.

Jemestabaagotadodespuésdeundíadetransportaragua.Enelsuelo,cercadelacama,habíaalmenosdocecortezasdebananas,rodeandounabotelladelechevacía.

—¿Cómotedaseseatracón?—pregunté.—El entrenador dice que si para el año que seguirá al que viene he ganado

veinticincolibras,podréjugar—respondió—.Yéstalamaneramásrápida.—Sinolovomitastodo.Jem—dijeenseguida—,quieropreguntarteunacosa.—Dispara—Jemdejóellibroyestirólaspiernas.—MissGatesesunaseñorabuena,¿verdad?—Sinduda—contestóJem—.Cuandoestabaensuclase,laapreciabamucho.—EllaodiaaHitlercontodassusfuerzas…—¿Yestoquétienedemalo?—Hoynoshahechoundiscursosobrelomalqueestáquetratelosjudíosdeese

modo.Jem,noestábienperseguiranadie¿verdadqueno?Quierodecir,nisiquieratenerpensamientosmezquinosrespectoanadie,¿verdadqueno?

—No,Diossanto.¿Quétepasa,Scout?—Puesmira,aquellanochealsalirdelJuzgado,cuandobajábamoslasescaleras,

missGatesibadelantedenosotros;esposiblequenolavieses,estabahablandoconmiss Stephanie Crawford. Yo oí que decía que es hora de que alguno les dé unalección,queyasesalíandesuesferayqueacontinuaciónsefiguraránquepuedencasarseconnosotras.Jem,¿cómoesposiblequeunoodietanterriblementeaHitleryluego,almirarasualrededor,seataninjustoconpersonasdenuestrapropiaPatria?

Jem se puso furioso súbitamente. Saltó de la cama,me cogió por el cuello delvestidoymezarandeó.

—¡No quiero que vuelvas a hablarme del Juzgado ése nuncamás, nuncamás'¿Meoyes?¿Meoyes?Nomedigasjamásniunasolapalabradeaquello,¿meoyes?

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Ahoravete!Mequedédemasiadosorprendidaparallorar.Salíconpasorecelosodelcuartode

Jemycerré lapuerta suavemente,pormiedoaqueun ruido indebido leprovocaseotroarranque.Repentinamentecansada,sentínecesidaddeAtticus.Mipadreestabaenlasala;fuihastaélytratédesentarmeenelregazosonrió.

—Creces tanto ahora que sólo podré sostener una parte de ti—yme estrechócontrasupecho—.Scout—medijodulcemente—,notedesilusionesrespectoaJem.Estápasandounosdíasduros.Heoídoloquedecíais.

AtticusmeexplicóqueJemponía todosuempeñoenolvidaralgo,peroque loque hacía en realidad era apartarlo de la memoria por una temporada, hasta quehubiese transcurrido el tiempo suficiente. Entonces estaría en condiciones demeditarloeinterpretarloshechos.CuandopudierapensarconserenidadJemVolveríaaserelmismodesiempre.

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Lacosasvolvieronasucauce,hastaciertopunto, talcomoAtticushabladichoqueocurriría.AmediadosdeoctubresólodospequeñosacontecimientosfueradelocorrienteafectaronadosciudadanosdeMaycomb.No,fuerontresacontecimientos,ynonosafectabananosotros—losFinch—,aunqueenciertomodosí.

ElprimerofuequemísterBobEwellconsiguióyperdió,encosadepocosdías,un empleo, convirtiéndose en un caso único en los anales de los años treinta denuestrosiglo:eraelúnicohombredelcualtuviesenoticiaquelohubierandespedidodelW.P.A.porholgazán.Supongoqueelbreveperíododeascensiónalafamatrajoconsigounestallidodeamoraltrabajo,peroelempleoduróúnicamenteloquedurósu notoriedad: míster Ewell se vio pronto olvidado como Tom Robinson. En losucesivo reanudó su hábito de presentarse a recoger su cheque, y lo recibía sinagradecimiento, enmedio de confusosmurmullos, protestando de que los canallasquecreíanregiraquellaciudadnopermitiesenaunhombrehonradoganarselavida.Ruth Jones, la encargada de la Beneficencia, decía que míster Ewell acusabaabiertamente a Atticus de haberle quitado el empleo, y se sintió lo bastanteimpresionadacomoparaacudiralaoficinademipadreaexplicárselo.Atticusledijoque no se inquietara, que si Bob Ewell quería discutir que él le 'había quitado' elempleo,sabíaelcaminodesuoficina.

ElsegundoacontecimientoafectóaljuezTaylor.EljuezTaylornosolíaasistiraltemplolosdomingosporlanoche;suesposasí.EljuezTaylorsaboreabalahoradeldomingoporlanochedándosesoloensuespaciosacasa,ymientraslaseñoraestabaeneltemploelseencerrabaensuestudioleyendolosescritosdeBobTaylor(quenoeraparientesuyo,aunqueeljuezlehabríaenorgullecidopodersostenerlocontrario).Una noche de domingo, un ruido molesto, irritante, de alguien que arañaba unaventanaarrancódelapáginaqueleíalaatencióndeljuezTaylor,perdidoenjugosasmetáforasyfloridaselocuciones.

—Quieta—ledijoa'AnnTaylor',sugordayextravaganteperra.Enseguidasediocuenta,noobstante,dequeestabahablandoaunahabitación

vacía; el ruido procedía de la parte trasera de la casa. El juez Taylor anduvopesadamentehastaelporche traserocon la ideadedejarsalira 'Ann'yencontró lapuerta vidriera abierta. Una sombra en la esquina de la casa atrajo su mirada, yaquellofuetodoloqueviodesuvisitante.AlllegaracasamistressTaylor,deregresodelaiglesia,encontróasumaridosentadoensusillónyabstraídoenlosescritosdeBobTaylor,peroconunaescopetasobrelasrodillas.

El tercer acontecimiento le pasó aHelenRobinson, la viudadeTom.SimísterEwellhabíaquedadotanolvidadocomoTomRobinson,éstelohabíaquedadotantocomoBooRadley.Unapersona,empero,nohabíaolvidadoaTom:erasupatrono,

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mister Link Deas. Míster Link Deas dio un empleo a Helen. En realidad no lanecesitaba,perodecíaqueestabamuydisgustadoporelcursoquehabíanseguidolascosas.NuncahesabidodequiéncuidabadesushijosmientrasHelenestabafueradecasa.CalpurniadecíaqueHelensufríamucho,porqueteníaquedarunrodeodecasiunamillaparaevitaralosEwell,loscuales,segúnHelen,'embistieroncontraella'laprimeravezquetratódeutilizarelcaminopúblico.Coneltiempo,místerLinkDeasse fijó en queHelen llegaba al trabajo todas lasmañanas viniendo de la direccióncontrariaaladesucasaylehizoexplicarelmotivo.

—Déjelocomoestá,señor,seloruego—suplicóHelen.—Poreldiabloquelodejaré—dijomisterLink.Yleordenóqueaquellatarde,al

marcharse,pasaraporsutienda.Helenobedeció.MísterLinkcerrólatienda,secalóbienelsombreroyacompañóaHelenasucasa,pasandoporelcaminomáscorto,por delante de la choza de los Ewell. De regreso, míster Link se paró en ladesvencijadapuerta—.¡Ewell!—gritó—.¡Ewell,hedicho!

Lasventanas,habitualmenteatestadasdechiquillos,estabandesiertas.—¡Ya sé que estáis todos ahí dentro, tendidos en el suelo! ¡Ahora escúchame,

BobEwell:simellegaelmásleverumordequemicriadaHelennopuedepasarporestecamino,antesdelapuestadelsollehabréhechoencerraraustedenelcalabozo!

MísterLinkescupióenelsuéloysemarchóasucasa.Alamañanasiguiente,Helenfuealtrabajoutilizandoelcaminopúblico.Nadiela

embistió,perocuandoestuvounospasosmásalláde lacasade losEwellvolvió lacabezayvioamisterEwellquelaseguía.Ellacontinuóandando,peromisterEwellcontinuócaminandodetrás,siemprealamismadistancia,hastaqueellallegóacasade míster Link Deas. Todo el trayecto —dijo Helen— oyó detrás una voz bajamurmurando palabras injuriosas. Profundamente atemorizada, telefoneó a misterLinkalatienda,quenoestabalejosdelacasa.CuandomísterLinksalíadelatiendavio amísterEwell apoyado en la valla.MisterEwell le dijo:—LinkDeas, nomemirecomosiyofueseunapiltrafa.Noheasaltadoasu…

—Loprimeroquepuedehacer,Ewell,esapartarsucarroñademipropiedad.Seestáapoyandoenella,yyonopuedopermitirmeelgastodepintarladenuevo.Losegundoquepuedehaceresmantenerseapartadodemicocinera,odelocontrarioledetendréporasalto…

—¡Yonolahetocado,LinkDeas,nipiensoarrimarmeaningunanegra!—¡Noesprecisoquelatoque,bastaconquelaasuste,ysiconmidenunciapor

asaltonoessuficienteparatenerleencerradounatemporada,echarémanodelaLeydeDamas;demodoqueapártesedemivista!¡Sicreequenolodigoenserio,vuelvaamolestaraesamuchacha!

MísterEwell pensó, evidentemente, que lodecía en serio, porqueHelenno sequejódenuevoscontratiempos.

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—Nomegusta,Atticus,nomegustanadaenabsoluto—fuelaconclusióndetíaAlexandra ante aquellos acontecimientos Ese hombre parece alimentar un agraviopermanente, sin tregua, contra todos los relacionados con estos sucesos. Sé comosuelesaldarlosresentimientoslagentedesuespecie,peronoentiendoqueélpuedatenerlo;enelJuzgadosesalióconlasuya,¿verdad?

—Yo creo comprenderlo —dijo Atticus—. Puede ser que en el fondo de sucorazónsepaquemuypocaspersonasdeMaycombcreyerondeverdadloscuentosquecontaronélyMayella.Pensóqueseríaunhéroe,yelúnicopremioqueobtuvoporsusesfuerzosfueun:'…Muybien,nosotroscondenaremosaestenegro,perotúvuélvesatuvaciadero'.Ahorasehadesahogadoyacontodoelmundo;demodoquedeberíaestarsatisfecho.Secalmarácuandocambieeltiempo.

—Pero¿paraquéhabíadequererasaltarlaviudadeJohnTaylor?Evidentemente,nosabíaqueJohnestuvieraencasa,delocontrarionolohabríaintentado.LasúnicaslucesquesevenencasadeJohnlosdomingossonladelporchedelafachadayladelapartetrasera…

—NosesabesiBobEwellforzólapuertavidriera,nosabemosquiénlohizo—dijoAtticus—.Peromeloimagino.Yodemostréqueeraunembustero,peroJohnlepusoen ridículo.Todoel ratoqueEwellocupóel estrado,nopudemirar a Johnyconservarelsemblanteserio.Johnlemirabacomosifueseunagallinacontrespatasounhuevocuadrado.NomedigasquelosjuecesnoprocuranpredisponeralJurado—concluyóAtticus,riendo.

Afinalesdeoctubrenuestrasvidashabíanentradoenlarutinafamiliardeescuela,juegoyestudio. Jemparecíahaberdesterradode sumente loque fuesequequeríaolvidar, y nuestros respectivos compañeros de clase tuvieron la misericordia dedejarnosolvidar las excentricidadesdenuestropadre.EnunaocasiónCecil JacobsmepreguntósiAtticuseraradical.Cuandoselopregunté,aAtticusledivirtiótantoquecasimeenfadé,aunqueélmedijoquenosereíademí.

—DileaCecilquesoytanradical,aproximadamente,comoCottonTomHeflin.TíaAlexandraestabamedrando.MissMaudiehabíaacallado,porlovisto,atoda

laSociedadMisionera,porque tíaAlexandravolvíaagobernaraquelgallinero.Lasmeriendas que daba fueron todavía más deliciosas. Escuchando a mistressMerriweather, me documenté algo más sobre la vida de sociedad de los pobresMerunas: tenían tan poco sentido de la familia que la tribu entera era una granfamilia.Unniñoteníatantospadrescomohombreshabíaenlacomunidad,ytantasmadrescomomujeres.J.GrimesEverettestabahaciendomásde loquepodíaparacambiaraquélestadodecosas,peronecesitabadesesperadamentenuestrasOraciones.

Maycombvolvíaaserelmismodeantes.Elmismoexactamentedelañoanterior,ydelotro,consólodoscambiosdepocaconsideración.Elprimeroconsistíaenquela gente había quitado de los escaparates de sus tiendas y de los cristales de los

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automóviles los carteles que decían: NRA.—NOSOTROS HACEMOS LO QUENOSCORRESPONDE.PreguntélacausaaAtticus,yélmedijoqueeraporquelaNationalRecoveryActhabíamuerto.Yolepreguntéquiénlahabíamatado,yélmerespondióquefueronnueveancianos.

ElsegundocambiosufridoporMaycombdesdeelañoanteriornoeradesentidonacional.Hastaentonces,lavísperadeTodoslosSantoseraenMaycombunafiestaperfectamente desorganizada, Cada chiquillo hacía lo que se le antojaba, con laasistenciadesuscompañerossihabíaquetrasladaralgo,como,porejemplo,subiruncalesín ligeroal tejadodelestablodecaballosdealquiler.Pero lospadresopinaronqueelañoanteriorlascosashabíanllegadodemasiadolejos,cuandosealterólapazdemissTuttiymissFrutti[9].

LasseñoritasTuttiyFruttiBarbererandoshermanassolterasalgomayores, lascualesvivíanjuntasenlaúnicaresidenciadeMaycombqueseenorgullecíadetenerunabodega.Serumoreabaquelastalesdamaseranrepublicanas,habiendoinmigradodeClantonAlabama,en1911.Sumaneradevivireradistintadelanuestra,ynadiesabíaparaquéquisieronunabodega;perolaqueríanylaexcavaron,ysepasaronelrestodelavidaexpulsandodeellaaloschiquillos.

Las señoritas Tutti y Frutti (sus verdaderos nombres eran Sarah y Frances)ademásdetenercostumbresyanquis,eransordaslasdos.MissTuttilonegabayvivíaenunmundodesilencio,peromissFrutti,pocodispuestaaperdersenada,utilizabaunatrompaparaeloído,ytanenormequeJemdeclarabaqueeraelaltavozdeunadeesasgramolasdelperro.

Con estos hechos en lamemoria y la víspera deTodos los Santos en lamano,unos chiquillos malos habían esperado hasta que las señoritas Barber estuvieronprofundamentedormidas,sehabíandeslizadoensusaladeestar(exceptolosRadley,nadiecerrabaporlanoche),sellevaronahurtadillashastaelúltimomueblequehabíaallíylosescondieronenlabodega.Niegohabertomadoparteenesaacción.

—¡Yo losoí!—fueel gritoquedespertó, al albade lamañana siguiente, a losvecinos de las señoritas Barber—. ¡Los oí cuando paraban un camión junto a lapuerta!¡AhoraestaránenNuevaOrleans!

MissTuttiestabaseguradequelosvendedoresdepielesquehabíanpasadoporlaciudaddosdíasatráslehabíanrobadolosmuebles.

—Eranmorenos—decía—.Sirios.LlamaronamísterHeckTate.Elsheriffinspeccionóelterrenoydijoqueopinaba

que aquello lo había hecho alguien de la localidad.Miss Frutti replicó que habríaconocidounavozdeMaycombencualquierparte,ynohabíavocesdeMaycombensusalita lanochepasada…'porque,sí, los invasoreshabíangritadocontinuamente,de verdad. Para localizar sumobiliario había que echarmano nadamenos que deperrossabuesos,insistíamissTutti.ConlocualmísterTatesevioobligadoacaminar

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diezmillas,reunirtodoslossabuesosdelcondádo,yponerlossobrelapista.MisterTatelossoltóenlasescalerasdelafachadadelasseñoritasBarber,pero

todoloquelosanimaleshicieronfuedarunrodeohacialapartetraseradelacasayponerse a ladrar ante la puerta de la bodega.CuandomísterTate los vio repetir lamaniobratresvecesseimaginólaverdad.Aqueldía,aesodelasdoce,noseveíaunchiquillodescalzoentodoMaycomb;ynadiesequitóloszapatoshastaquehubierondevueltolosperrosasusdueños.

Así pues, las damas deMaycombdecían que este año las cosasmarcharían deotromodo.Abrirían lasaladeactosdelcolegiodesegundaenseñanza,yhabríaunespectáculo para las personas mayores: pesca de manzanas, caza de bombones, yotrasdiversionesparalosniños.Habríatambiénunpremiodeveinticincocentavosalmejordisfrazcreadoporelmismoquelollevase.

TantoJemcomoyorefunfuñamos.Noesquenuncahubiésemoshechonada;erapor una cuestión de principios en relación al caso. Al fin y al cabo, Jem seconsiderabademasiadomayorparatomarparteenlastravesuraspropiasdeldía;peroaseguróqueno le pescaríanpor ningunode los alrededores de la escuela para unacosasemejante.'Ah,bien—penséyo—,Atticusmellevará'.

Sinembargo,prontomeenterédequeaquellanocheseprecisaríanmisserviciosenelescenario.MistressGraceMerriweatherhabíacompuestounafunción tituladaCondado de Maycomb: Ad astra per aspera, y yo haría de jamón. La autoraconsideraba que sería adorable que algunos niños llevasen trajes representando losproductosagrícolasdelcondado:aCecilJacobslevestiríandevaca;AgnesMoonesería una encantadora habichuela; otro niño haría el papel de cacahuete, y asícontinuaba el programa hasta que la imaginación de mistress Merriweather y laprovisióndeniñosseagotaron.

Nuestros solos deberes, por lo que pude colegir de nuestros dos ensayos, selimitabanaentrarenelescenarioporlaizquierdacuandomistressMerriweather(nosolamenteautora,sinonarradora)nosmencionara.Cuandoelladijese'Cerdo'aquellosignificaría que me llamaba a mí. Luego toda la reunión cantaría: «Condado deMaycornb, Condado de Maycomb; te seremos fieles de todo corazón», comoapoteosis final, y mistress Merriweather subiría al escenario con la bandera delEstado.

Mi traje no significó un gran problema.Mistress Crenshaw, la costurera local,tenía tanta imaginación comomistressMerriweather.MistressCrenshawcogió teladealambredegallineroyladoblódándolelaformadeunjamóncurado,larecubrióde tela parda y la pintó demodo que se pareciese al original.Yo podía entrar pordebajo,yotrapersonamecolocabaelartefactoporlacabeza.Casimellegabaalasrodillas.Mistress Crenshaw… tuvo el buen criterio de dejar dos agujeros para losojos.Hizounbuentrabajo;Jemdecíaqueparecíaexactamenteunjamónconpiernas.

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Sin embargo, aquello me hacía sufrir varias incomodidades: padecía calor, meencontrabamuyencerrada;simepicabalanariznopodíarascarme,yunavezmetidadentro,sinomeayudaban,nopodíasalir.

CuandollególavísperadeTodoslosSantos,presumíquetodalafamiliaestaríapresenteparacontemplarmiactuación,peroquedédefraudada.Atticusdijo,contodoeltactodequefuecapaz,quenocreíaenverdadqueaquellanochepudieraresistiruna función teatral; se encontraba cansadísimo. Había pasado una semana enMontgomeryyllegóacasabienentradalatarde.SefigurabaqueJempodríadarmeescolta,siselopedía.

TíaAlexandra dijo que precisamente tenía que irse a la cama temprano; habíadecoradoelescenario toda la tardeyestabaexhausta…ysedetuvoenmitadde lafrase. Cerró la boca, la abrió de nuevo como si fuera a decir algo, pero no salióningunapalabradesuslabios.

—¿Quépasa,tiíta?—pregunté.—Ah,nada,nada—contestó—,semehaidodelacabeza.Desechódesupensamientoloquefuesequelehubieracausadounalfilerazode

aprensión,ymeindicóquedieseunarepresentaciónpreviaparalafamiliaenlasaladeestar.Asípues,Jemmeembutiódentrodemidisfraz,seplantóenlapuertadelasala,gritó:«Ce-er-do»,igualquelohabríagritadomistressMerriweatheryyoentréenescena.AtticusytíaAlexandrasedivirtieronengrande.

RepetímipapelenlacocinaparaquelovieseCalpurnia,lacualdijoqueestabamaravillosa.YoqueríacruzarlacalleparaquemeviesemissMaudie,peroJemdijoque,alfinyalcaboprobablementeasistiríaalafunción.

Después de aquello, ya no importó silos demás venían o no Jem dijo quemeacompañaría.Asíempezóelviajemáslargoquehicimosjuntos.

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Para el último día de octubre, el tiempo estaba inusitadamente caluroso. Nisiquieranecesitábamoschaquetas.Elvientoarreciabacadavezmás,yJemdijoqueeraposiblequellovieseantesdequellegáramosacasa.Nohabíaluna.

LalámparapúblicadelaesquinaproyectabaunassombrasbiendefinidassobrelacasadelosRadley.OíqueJemreíaporlobajo.

—Apuestoaqueestanochenonosmolestanadie—dijo.Jemllevabamitrajedejamón, con cierta torpeza, pues resultaba difícil cogerlo bien.Yo le considerémuygalanteporello.

—Detodosmodos,esunacasaquedamiedo,¿verdadquesí?—dije—.Boonoquierehacerningúndañoanadie,peroyoestoymuycontentadequemeacompañes.

—YasabesqueAtticusnotehabríadejadoirsolaaledificiodelaescuela—dijoJem.

—No sé por qué; está al doblar la esquina, y entonces sólo hay que cruzar elpatio.

—Aquelpatioesterriblementelargoparaquelasniñaspequeñaslocrucensolasdenoche—mezahirióJem—.¿Notemesalosfantasmas?

Nos pusimos a reír. Fantasmas, fuegos fatuos, encantaciones, signos secretos,todos se hablan desvanecido con el paso de los años lo mismo que la bruma alremontarseelsol.

—¿Cómoeraaquelloquedecíamos?—preguntóJem—.Angeldeldestino,vidaparaelmuerto,saldemicamino,nomesorbaselaliento.

—Dejaesoahora—lepedí.EstábamosenfrentedelaMansiónRadley.—Boonodebeestarencasa.Escucha.Encima de nosotros, muy arriba en la oscuridad, un ruiseñor desgranaba su

repertorio.Doblamoslaesquinayyotropecéconunaraízquesalíadelsuelo,enelcamino.

Jemtratódeayudarme,perotodoloquehizofuedejarcaermitrajeenelpolvo.Sinembargo,nomecaí,yprontovolvimosaemprenderlamarcha.

Salimosdelcaminoypenetramosenelpatiode laescuela.Lanocheeranegracomobocadelobo.

—¿Cómosabesdóndeestamos,Jem?—preguntécuandohubimoscaminadounoscuantospasos.

—Adivino que estamos debajo del roble grande porque pasamos por un sitiofresco.Tencuidado,ynovuelvasacaerte.

Habíamosacortadoelpaso,avanzandocautelosamente,ytentábamoselvacíoconla mano a fin de no chocar contra el tronco del árbol. Era éste un roble viejo ysolitario; dosmuchachos no habrían podido abrazarlo tocándose lasmanos.Estaba

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muy lejos de losmaestros, de sus espías y de vecinos curiosos: estaba cerca de lafincadelosRadley,perolosRadleynoerancuriosos.Debajodesusramashabía,portanto,unpequeñopedazodesueloapisonadoporunainfinidaddepeleasydejuegosdeazarjugadosaescondidas.

Las lucesde lasaladeactosdelcolegio llameabanen ladistancia,perosiparaalgoservíaneraparacegarnos.

—Nomiresalfrente,Scout—dijoJem—.Miraalsueloynocaerás.—Teníasquehabertraídolapilaeléctrica,Jem.—Nosabíaqueestuviesetanoscuro.Aprimerashorasdelanochenoparecíaque

hubiera de haber estas tinieblas. Se ha nublado, he ahí la causa.De todosmodos,tardeotempranodespejará.

Alguiensaltóhacianosotros.—¡DiosTodopoderoso!—gritóJem.Uncírculodeluzhabíaestalladosobrenuestrosrostros;detrásdelmismosaltaba

regocijadoCecilJacobs.—¡Aaah,oshecogido!—chilló—.¡Mehefiguradoquevendríaisporestaparte!Cecilhablaidocómodamenteencocheconsuspadresalasaladeactos,ycomo

no nos había visto se había aventurado a tanta distancia porque sabía con todaseguridadquellegaríamosporaquellaruta.Detodosmodos,sefigurabaquemísterFinchiríaconnosotros.

—¡Quécaramba,siestoestácasialdoblarlaesquina!—dijoJem—.¿Quiéntienemiedodeirhastaelotroladodelaesquina?

Noobstante,hubimosdeadmitirqueCecileraunchicolisto.Noshabíadadounsusto,ypodíacontarloportodalaescuela;nadielearrebataríaesteprivilegio.

—Oye—dijeyo—,¿noeresunavacaestanoche?¿Dóndetieneseltraje?—Arriba, detrás del escenario—contestó—.MistressMerriweather dice que la

funciónnoempezaráhastadentrodeunrato.Puedesdejareltrajejuntoalmío,detrásdelescenario,Scout,ynosreuniremosconlosdemás.

Jemconsideróquelaideaeraexcelente.ConsiderótambiénmuysatisfactorioqueCecilyyofuésemosjuntos.Deestemodoélquedabaenlibertaddeacompañarseconchicosdesusmismosaños.

Cuandollegamosalasaladeactos,laciudadenpesoestabaallí,exceptoAtticusy las damas agotadas de decorar el escenario, además de los desterrados y losmisántroposdecostumbre.Alparecerhablaacudidolamayorpartedelcondado;lasala hormigueaba de campesinos endomingados. En la planta baja, el edificio delcolegioteníaunampliovestíbulo;lagentesearremolinabaalrededordeunospuestosquehabíaninstaladoalolargodesusparedes.

—Oh,Jem,heolvidadomidinero—suspiréalverlos.—Atticusno—respondióJem—.Aquítienestreintacentavos;puedeselegirseis

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cosas.Osverémástarde.—Deacuerdo—dijeyo,contentaconmistreintacentavosyconCecil.EncompañíadeCecilbajéhastalapartedelanteradelasaladeactos,cruzamos

unapuertalateralynosfuimosdetrásdelescenario.Melibrédemitrajeconjamónymarchéatodaprisa,porquemistressMerriweatherestabadepieanteelatril,delantedelaprimerafiladeasientos,procediendoaunosretoquesfrenéticos,deúltimahora,delescrito.

—¿Cuántodinerotienestú?—preguntóCecil.Tambiénteníatreintacentavos,conlocualestábamosalapar.Derrochamoslas

primerasmonedasenlaCasadeHorrores,quenonosamedrentónadaenabsoluto;entramosenelcuartooscurodelséptimogradoporelquenosacompañóelvampirodeturnoynoshizotocarvariosobjetosquesepretendíaeranlaspartescomponentesdeunserhumano.

—Aquíestánsusojos—nosdijeroncuandotocamosdosgranosdeuvapuestosenunplatillo—.Eso es el corazón.—Yaquello tenía el tactodel hígado crudo—.Estosonlosintestinos.—Ynosmetíanlasmanosenunafuentedespaguettifríos.

Cecil y yo visitamos varios puestos. Ambos compramos un cucurucho degolosinashechasencasapor laseñoradel juezTaylor.Yoqueríapescarmanzanas,peroCecildijoquenoerahigiénico.Sumadredecíaquepodíacontagiarsecualquiercosa,puestoquetodoelmundohabíapuestolacabezaenlamismajofaina.

—Ahoranohayentodalaciudadnadaquecontagiarse—protesté.PeroCecil alegó que era antihigiénico hacer como los demás.Más tarde se lo

consultéatíaAlexandra,ymedijoque,porlocomún,laspersonasquesustentabantalesteoríaseranarribistasquequeríansituarseensociedad.

Estábamosapuntodecomprarunabolsadebombonescuandolosordenanzasdemistress Merriweather aparecieron y nos dijeron que nos fuéramos entre losbastidores,pueserahoradeprepararse.Lasaladeespectáculossellenabadegente;laBandadelColegioSuperiordeMaycombsehabíacongregadoanteelescenario:lascandilejasestabanencendidas,ylascortinasdeterciopeloencarnadosemecíanyondulabanconelairedeliryveniratodaprisadelosqueestabandetrás.

Enelescenario,Cecilyyoentramosenelestrechopasilloagrupándonosconlagente; adultos con sombreros de tres picos confeccionados en casa, gorros deconfederados, sombreros de la Guerra Hispanoamericana y cascos de la GuerraMundial.Juntoalaúnicaypequeñaventanaseamontonabanunosniñosvestidosdediversosproductosagrícolas.

—Mehanaplastadoeltraje—gemídescorazonada.Mistress Merriweather vino al galope, volvió a dar la forma convincente al

alambreymeembutiódentro.—¿Estásbienahídentro,Scout?—preguntóCecil—.Tienesunavozdistante,lo

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mismoquesiteencontrarasalotroladodelamontaña.—Tampocoatiseteoyecerca—dijeyo.LabandainterpretóelHimnoNacional,yoímosqueelpúblicoseponíadepie.

Entonces se oyó el redoble de un tambor grande. Mistress Merriweather, situadadetrásdesuatril,alladodelabandadijo:

—¡CondadodeMaycomb:Adaztraperaspera!—Elbombovolvióaredoblar—.Esto significa —explicó mistress Merriweather, traduciendo en beneficio delelemento rústico—: Desde el barro hacia las estrellas. —Y añadió, muyinnecesariamente,amicriterío—:Funciónteatral.

—Imaginoquesinoselohubieradicho,lagentenohabríasabidoloqueera—murmuróCecil—aquienimpusimossilencioinmediatamenteconunsiseo.

—Laciudadenteralosabe—suspiré.—Perohanvenidotambiénloscampesinos—contestóCecil.—Silencioahídetrás—ordenóunavozdehombre,ynoscallamos.El bombo subrayaba con fuerte trepidación cada una de frases que mistress

Merriweather iba pronunciando. La locutora salmodiaba con voz triste que elCondado de Maycomb era más antiguo que el Estado, que forma parte de losterritoriosdelMississippiydeAlabama,queelprimerhombreblancoquepusoelpieenlasselvasvírgenesfueelbisabuelodel juezcomarcalcincoveces trasladado,dequiennoseteníanoticiasposteriores.LuegovinoeltemerariocoronelMaycomb,delcualhabíarecibidonombreelcondado…

AndrewJacksonlediouncargodeautoridad,perolainjustificadaconfianzaensímismo y el deficiente sentido de orientación del coronel Maycomb llevaron aldesastre a todos losque tomaronparte conél en lasguerras contra los creeks.Lasórdenes que recibió, y que había llevado un corredor indio adicto, eran de quemarchase hacia el sur.Después de consultar un árbol para deducir de sus líquenescuáleraladirecciónsur,ynegándoseaprestaroídosalossubordinadosquetratarondecorregirle,elcoronelMaycombemprendióunaobstinadatravesíaparaarrollaralenemigoeinternóasustropasporlaselvaprimitiva,tanlejosendirecciónnoroeste,queconel tiempohubieronde ser rescatadospor los colonosque avanzaban tierraadentro.

Mistress Merriweather invirtió treinta minutos describiendo las hazañas delcoronelMaycomb.Yodescubríquesidoblabalasrodillaspodíameterlasdentrodeltraje y sentarme más o menos cómodamente. Me senté, escuchando el monótonorecitado de mistres Merriweather y los zambombazos del tambor, y pronto quedéprofundamentedormida.

MástardemecontaronquemistressMerriweather,queponíaelalmaenteraenelimponentefinal,habíacanturreado«Ce…erdo»conunaconfianzanacidadequelospinosy las habichuelashubieran entrado apenasmentarlos.Esperóunosminutosy

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luego llamó«¿Cer…erdo?»Yalverquenadaaparecíagritócon todassus fuerzas:'¡Cerdo!'.

Debídeoírlaestandodormida,ofuequizálabandaqueestabatocandoDixie,loquemedespertó,elcasoesqueenelmomentoenquemistressMerriweathersubíatriunfante al escenario con la bandera del Estado fue el que elegí yo para salir aescena. Decir que lo elegí es incorrecto: se me ocurrió que sería mejor que mereunieseconlosdemás.

Más tardeme explicaron que el juez Taylor tuvo que salir de la sala y allá sequedódándosepalmadasalasrodillascontantoentusiasmoquesuseñoraletrajounvasodeaguaylehizotomarunapíldora.

Parecía quemistressMerriweather conseguía un triunfo resonante pues todo elmundosedeshacíaen 'bravos'yaplausos,peroapesardeello,mecogiódetrásdelescenarioymedijoquehabíaarruinadolafunción.Meavergoncédemimisma,perocuandoJemvinoabuscarmesemostrócomprensivo.Dijoquedesdedondeestabasentadonopodíavermuybienmitraje.Nosécómopodíaadivinarporencimademitrajequeyoteníaelánimodeprimido,peromedijoquelohicemuybien,quesoloentréunpoquitíntardeynadamás.JemestabaadquiriendocasitantahabilidadcomoAtticusenhacerqueunosesintierasosegadoybiencuandolascosasibanmal.Casi;nodeltodo…NisiquieraJempudoconvencermedequecruzaseporenmediodelamultitud,yconsintióenaguardardetrásdelescenariohastaqueelpúblico sehubomarchado.

—¿Quieresqueteloquite,Scout?—mepreguntó.—No, lo llevaré puesto—respondí. Debajo del traje podía escondermejormi

mortificación.—¿Queréisqueoslleveacasa?—preguntóuno.—No,señor,gracias—oíquecontestabaJem—.Esuncortopaseonadamás.—Cuidadoconlosaparecidos—dijolavoz—.Omejorquizá,díalosaparecidos

quetengancuidadoconScout.—Ahorayanoquedanmuchaspersonas—medijoJem—.Vámonos.Cruzamos el teatro hasta llegar al pasillo y luego bajamos las escaleras. La

oscuridad seguía siendo absoluta. Los coches que daban estaban aparcados al otroladodeledificio;susfarosnonosservíandemucho.

—Simarcharanalgunosennuestramismadirecciónveríamosmejor—dijoJem—.Ven,Scout,dejaquetecojaporel…corvejón.Podríasperderelequilibrio.

—Veoperfectamente.—Sí,peropodríasperderelequilibrio.SentíunligeropesoenlacabezaysupusequeJemhabíacogidoaquelextremo

deljamón.—¿Mehascogido?

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—¿Eh?Sí,si.Empezamosacruzarelnegropatio,esforzandolosojosporvernoslospies.—Jem—dije—,heolvidadoloszapatos;estándetrásdelescenario.—Bien,vayamosabuscarlos.—Perocuandodábamosmediavuelta,laslucesde

lasalaseapagaron—.Puedesrecogerlosmañana—dijoél.—Mañanaesdomingo—protestéyo—,mientrasJemmehacíavirardenuevoen

direcciónacasa.—Pedirásalconserjequetedejeentrar…¡Scout!—¿Eh?—Nada.Haciamucho tiempoque Jemno salía conesascosas.Mepreguntéqueestaría

pensando.Cuandoélquisieramelodiría;probablementecuandollegásemosacasa.Sentíquesusdedosoprimíanlacimademitrajecondemasiadafuerza.Yomovílacabeza.

—Jem,nohasde…—Cállate un minuto, Scout —dijo él, dándome un golpecito. Anduvimos en

silencio.—Hapasadoelminuto—dije—.¿Quéestabaspensando?Mevolvíparamirarle,

perosusiluetaapenaseravisible.—Creíahaberoídoalgo—respondió—.Párateunmomento.Nosparamos.—¿Oyesalgo?—preguntóJem.—No.Nohabíamosdadocincopasoscuandomehizoparardenuevo.—Jem,¿tratasdeasustarme?Yasabesquesoydemasiadomayor…—Cállate—medijo.Yyocomprendíquenoerabroma.Hacíaunanochequieta.OíaamiladolasosegadarespiracióndeJem.Devezen

cuando se levantabade súbito la brisa, azotandomis piernas desnudas; aquello eratodoloquequedabadeunanochequeseprometíademuchoviento.Peinabalacalmaqueprecedealatormenta.Nospusimosaescuchar.

—Loquehasoídoantesseríaunperro—dije.—Noeraeso—respondióJem—.Looigocuandocaminamos,perocuandonos

paramosno.—Oyeselcrujidodemitraje.Bah,loúnicoquehayesquesetehametidoenel

cuerpolaNochedelasBrujas…LodijemásparaconvencermeamimismaqueaJem,porque,sindudaalguna,

encuantoempezamosaandardenuevo,oíloqueelmedecía.Noeramitraje.—SeráelbuenodeCecil—afirmóJemalpocorato—.Ahoranonossorprenderá.

Noledemosmotivoparacreerqueapresuramoselpaso.Acortamos lamarcha hasta el límite. Yo pregunté cómo era posible que Cecil

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pudieraseguirnosestandotanoscuro;semeantojabaquetoparíaconnosotros.—Yoteveo.Scout—afirmóJem.—¿Cómo?Yonoteveoati.—Tusrayasdetocinodestacanmás.—MistressCrenshawlashabíapintadocon

unapinturabrillante,conel findeque reflejaran la luzde lascandilejas—.Teveomuybien,yconfíoenqueCecilpuedevertelosuficienteparaconservarladistancia.

YoledemostraríaaCecilquesabíamosquenosseguíayestábamospreparadospararecibirle.

—¡Cecil Jacobs es una gallina gorda y moja… a…da! —grité de súbito,volviéndomecaraatrás.

Nos paramos. Nadie nos contestó, excepto el 'a… da' rebotando en la pareddistantedelaescuela.

—Yoleharéresponder—dijoJem—.¡¡Hee…y!!»He-y,ee-y,ee-y»,contestólapared.No era creíble que Cecil resistiera tanto rato; cuando se le había ocurrido una

bromalarepetíaunayotravez.Yadeberíahabernosasaltado.Jemmeindicóquemeparasedenuevoymedijoenvozbaja:

—Scout,¿puedesquitarteeso?—Creoquesí,peronollevomucharopadebajo.—Aquítraigotuvestido.—Aoscurasnoséponérmelo.—Estábien—dijoél—,noimporta.—Jem,¿tienesmiedo?—No. Calculo que ahora hemos llegado casi hasta el árbo. Desde allí, unos

cuantospasosmásyestamosenelcamino.Entoncesyaveremoslaluzdelacalle.Jem hablaba con una voz apresurada, llana, sin entonación. Yome preguntaba

cuántoratotrataríademantenerenpieelmitodeCecil.—¿Creesquedeberíamoscantar,Jem?—No.Párateotravez,Scout.Nohabíamosaceleradoelpaso.Jemsabíatanbiencomoyoqueeradifícilandar

de prisa sin darse un golpe en un dedo del pie, tropezar con piedras, y otrosinconvenientes,y,además,yo ibadescalza.Quizáfueseelvientosusurrandoen losárboles. Pero no soplaba nada de viento, ni había árboles, exceptuando el enormeroble.

Nuestro seguidor deslizaba y arrastraba los pies, como si llevase unos zapatosmuypesados.Fuesequienfuere,llevabapantalonesdereciateladealgodón;loqueyo había tomado por murmullo de árboles era roce suave, sibilante, de la tela dealgodón;unsuisssacadapaso.

Sentíaquelaarenasevolvíamásfrescadebajodemispies,porelloconocíaque

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estábamos cerca del roble. Jem apretó la mano sobre mi cabeza. Nos paramos yescuchamos.

Estavezelarrastra-piesnosehabíadetenidoalpararnosnosotros.Suspantalonesproducían un suiss, suiss suave pero seguido. Luego cesaron. Ahora corría, corríahacianosotros,ynoconpasosdeniño.

—¡Corre,Scout!¡Corre!—gritóJem.Diunpasogiganteynotéquemetambaleaba;nopudiendomoverlosbrazos,en

laoscuridadnosabíamantenerelequilibrio.—¡Jem,Jem,ayúdame,Jem!Algoaplastóelalambredegallineroquemerodeaba.Elmetaldesgarrabalatela,

y yo caí al suelo y rodé tan lejos como pude, revolviéndome para librarme demiprisión de alambre.De un punto de las cercanías llegaban hastamí ruidos de piesdanzandosobreelsuelo,ruidosdepatadas,dezapatosydecosasarrastradassobreelpolvo y las raíces.Una persona chocó rodando contramí y noté que era Jem.Mihermanoselevantóconlarapidezdelrayoymearrastróconsigo,peroaunqueteníalacabezay loshombros libres, continuaba tanenredadaenmi trajequeno fuimosmuylejos.

EstábamoscercadelcaminocuandosentíquelamanodeJemmeabandonabaynotéquesufríaunasacudidaysecaíadeespaldas.Másruidodepisadasprecipitadas;luegoelsonidoapagadodealgoqueserompía,yJemlanzóunalarido.

Corrí hacia el lugar de donde vino el grito de Jem y me hundí en un flácidoestómagodevarón.Supropietarioexclamó:

—¡Uff! —y quiso cogerme los brazos, pero yo los tenía estrechamenteaprisionados.Elestómagodeaquelhombreerablando,más losbrazos los teníadeacero.Pocoapocomedejaba sin respiración.Yonopodíamoverme.De súbito leecharonatrásdeuntirónylearrojaronalsuelo,casiarrastrándomeconél.'Jemsehalevantado',pensé.

En ocasiones, la mente de uno trabaja muy despacio. Me quedé de pie allí,sorprendidayatontada.Elrocedelospiessobreelsueloseapagaba;alguienjadeóunmomento,ylanochequedósilenciosaotravez.

Silencio, excepto por la respiración fatigada, entrecortada, de un hombre. Meparecióqueseacercabaalárbolyseapoyabaeneltronco.Tosióviolentamente,conunatosdesollozo,queestremecíaloshuesos.

—¡Jem!Jemnocontestaba.El hombre empezó a moverse por allí, como si buscara algo. Le oí gemir y

arrastrar un objeto pesado. Yo iba percibiendo lentamente que ahora había cuatropersonasdebajodelárbol.

—¡Atticus…!

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Elhombreandabaconpasopesadoeinseguroendirecciónalcamino.Fuiadondeimaginéquehabíaestadoytentéfrenéticamenteelsuelovaliéndomedelosdedosdelospies.Unmomentodespuéstoquéaunapersona.

—¡Jem!Misdedosdelospiestocaronunospantalones,unahebilladecinturón,unacosa

quenosupe identificar,uncuellodecamisa,yun rostro.Eláspero rastrojodeunabarbameindicóquenoeralacaradeJem.Percibíelolordewhiskybarato.

Mepuseaandaren ladirecciónquecreíqueme llevarlaalcamino,aunquenoestaba segura, porque habla dado demasiadas vueltas contra mi voluntad. Pero loencontréymiréabajo,hacia la luzde lacalle.Unhombrepasabadebajodel farol.Andabaconelpasocortadodelapersonaquetransportaunpesodemasiadograndepara ella. Estaba doblando la esquina. Transportaba a Jem cuyo brazo colgabaoscilandodeunmodoabsurdodelantedeél.

En el momento en que llegué a la esquina, el hombre cruzaba el patio de lafachadadenuestracasa.LalámparadelapuertarecortóporunmomentolasiluetadeAtticus.Atticussubiólasescalerascorriendo,yjuntos,élyelhombre,entraronaJemencasa.

Yo estaba en la puerta de la fachada cuando ellos cruzaban el vestíbulo. TíaAlexandracorríaamiencuentro.

—¡Llama al doctor Reynolds!—ordenaba imperativamente la voz de Atticus,saliendodelcuartodeJem—.¿DóndeestáScout?

—Estáaquí—contestótíaAlexandra,llevándomeconsigohaciaelteléfono.TíaAlexandramepalpabaconansiedad.—Estoybien,tiíta—ledije—.Serámejorquetelefonee.TíaAlexandralevantóelauriculardelsoporteydijo:—¡Eula May, haga el favor de llamar al doctor Reynolds, en seguida!—Y a

continuación—:Agnes,¿estátupadreencasa?¡Oh,Diosmío!¿Dóndeseencuentra?Dile,porfavor,quevengaacáencuantollegue.¡Porfavor,esurgente!

NohabíanecesidaddequetíaAlexandradijesequiénera;lagentedeMaycombseconocíanunosaotrosporlavoz.

Atticus salió del cuarto de Jem. Apenas tía Alexandra hubo cortado lacomunicación,Atticuslequitóelaparatodelamano,Diounosgolpecitosalsoporte,yluegodijo:

—EulaMay, póngame con el sheriff se lo ruego… ¿Heck? SoyAtticus Finch.Alguienhaatacadoamishijos.Jemestáherido.Entremicasaylaescuela.Nopuedodejaramihijo.Corraallápormi,seloruego,yveasielagresorrondatodavíaporlosalrededores.Dudoqueleencuentreahora,perosileencuentra,megustaríaverle.Debodejarleya.Gracias,Heck.

—Atticus,¿hamuertoJem?

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—No, Scout. Cuida de ella, hermana —dijo mi padre, mientras cruzaba elvestíbulo.

Desenredando la tela y el alambre aplastados a mi alrededor, los dedos de tíaAlexandratemblaban.

—¿Te encuentras bien, cariño? —no se cansaba de preguntarme mientras melibrabademiprisión.

Fue un alivio quedar libre. Los brazos empezaban a cosquillearme; los teníaencarnadosyconunaspequeñashuellashexagonales.Melosfroté,ylossentímejor.

—Tiíta,¿estamuertoJem?—No…,no,cariño,estáinconsciente.Nosabremoseldañoqueharecibidohasta

quellegueeldoctorReynolds.¿Quéhaocurrido,JeanLouise?—Nolosé.TíaAlexandrano insistió.Metrajoropaqueponerme,ysiyohubieseprestado

entoncesatenciónaello,no lehabríapermitido luegoque loolvidase jamás:ensudistracción,tiítametrajoelmono.

—Póntelo, cariño —me dijo, entregándome la prenda que tanto desprecio leinspiraba.

EnseguidaseprecipitóhaciaelcuartodeJem;volvióareunirseconmigoenelvestíbulo,yotravezsefuealcuartodeJem.

Uncocheparódelantedelacasa.YoconocíaelandardeldoctorReynoldscasitanbiencomoeldemipadre.EldoctorReynoldsnoshabíatraídoalmundoaJemya mí, nos había asistido en todas las enfermedades de la infancia que el hombreconoce, incluyendo la ocasión en que Jem se cayó de la choza del árbol, y jamáshabíaperdidonuestraamistad.

Alaparecerenlapuertaexclamó:—Dios misericordioso.—Vino hacia mi. Dijo—: Tú todavía estás en pie—y

cambióderumbo.Conocíatodaslashabitacionesdelacasa.Sabíatambiénquesiyomeencontrabaenmalestado,aJemlepasaríalomismo.

Despuésdediezeternidades,eldoctorReynoldsapareciódenuevo.—¿HamuertoJem?—lepregunté.—Nimuchomenos—respondió,poniéndoseencuclillasdelantedemí—.Tiene

unchichónenlacabezaexactamenteigualqueeltuyo,yunbrazoroto.Mirahaciaallá,Scout…No,novuelvaslacabeza,vuelvesolamentelosojos.Ahoramirahaciael otro lado. Tiene un fractura difícil; por todo lo que puedo colegir en estosmomentos, la tieneenelcodo.Comosialguienhubieraqueridoarrancarleelbrazoretorciéndoselo…Ahoramírameami.

—Entonces,¿noestámuerto?—¡Nooo!—EldoctorReynoldssepusoenpie—.Estanochenopodemoshacer

mucho,comonoseaayudarleapasarlalomejorposible.Tendremosqueobteneruna

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radiografíadelbrazo;parecequehabrádellevarlounatemporadalevantadohaciaelcostado. Pero no te acongojes, saldrá como nuevo. Los muchachos de su edadrebotan.

Mientras hablaba, el doctor Reynolds me había estado mirando atentamente,tentandocondedossuaveselchichónquemesalíaenlafrente.

—No te sientes destrozada por ninguna parte, ¿verdad que no? La broma deldoctorReynoldsmehizosonreír.

—¿Demodoqueustednocreequeestémuerto?Elmédicosepusoelsombrero.—Claro que podría equivocarme, naturalmente, pero yo creo que está

completamente vivo. Manifiesta todos los síntomas de estarlo. Ve a echarle unvistazo,ycuandoyoregresenosreuniremoslosdosydecidiremos.

EldoctorReynoldsteníaelcaminarjovenyresuelto.EldemisterTatenoeraasí.Suspesadasbotascastigaronelporcheyabriólapuertacongestotorpe,perosoltólamismaexclamaciónquehabíaproferidoeldoctorReynoldscuandollegó.

—¿Estásbien,Scout?—añadióademás.—Si,señor.VoyaveraJem.Atticusylosotrosestánallídentro.—Irécontigo—dijomisterTate.TíaAlexandra había velado la lámpara de lectura de Jem con; una toalla, y el

cuartoestabasumidoenunaclaridadapagada,confusa.Jemyacíadeespaldas.Alolargo de todo un costado de la cara tenía una señal fea. Tenía el brazo izquierdoapartadodel cuerpoy conel codo ligeramentedoblado,perohacia lapartequenodebíaestarlo.Jemarrugabaelceño.

—Nopuedeoírte,Scout, estáapagadocomouna lámpara—medijoAtticus—.Vuelveyaensí,peroeldoctorReynoldshaqueridoquecontinuasesinconocimiento.

—Sí,señor.Retrocedí.ElcuartodeJemeragrandeycuadrado.TíaAlexandraestabasentada

enunamecedora, juntoa lachimenea.Elhombrequehabía traídoaJemestabadepie en un rincón, recostado contra la pared. Era algún campesino al cual yo noconocía.Asistióprobablementealafunciónyseencontraríaenlascercaníascuandoocurrióaquello.Oyósindudanuestrosgritosyacudiócorriendo.

AtticusestabajuntoalacamadeJem.MísterHeckTatesehabíaquedadoenelumbral.Teníaelsombreroenlamano,y

enelbolsillodelospantalonesselenotabaelbultodeunapilaeléctrica.Llevabaeltrajedetrabajo.

—Entre,Heck—dijoAtticus—. ¿Ha encontrado algo?No puedo concebir queexistaunserlobastantedegeneradocomoparacometerunaacciónsemejante,peroconfíoenquelehabrádescubierto.

MísterTatesepuso tieso.Miróvivamentealhombrequehabíaenel rincón, le

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saludóinclinandolacabezayluegopaseólamiradaporelcuarto,fijándolaenJem,entíaAlexandray,finalmente,enAtticus.

—Siéntese,místerFinch—dijoentonoagradable.—Sentémonostodos—propusoAtticus—.Cojaesasilla,Heck.Yotraeréunade

lasala.MísterTatesesentóenlasilladelamesadeJemyaguardóaqueAtticushubiera

regresado y estuviese sentado a su vez. Yo me pregunté por qué no había traídoAtticusunasillaparaelhombredelrincón,peromipadreconocíalascostumbresdelagentedelcampomejorqueyo.Algunosdesusclienteslabradoressolíanatarsuscaballos de largas orejas debajo de los cinamomos del patio trasero, y Atticusdespachaba a menudo sus consultas en las escaleras del porche posterior. Eraprobablequeaquelhombresesintieramásagustotalcomoestaba.

—MísterFinch—empezómísterTate—,lediréloquehehallado.Hehalladoelvestidodeunaniña;lotengoahífueraenelcoche.¿Eseltuyo,Scout?

—Si,señor,esunodecolorrosa—contesté.MísterTateactuabacomosi sehallaseenelestradode los testigos.Legustaba

decirlascosasasumodo,sinserimportunadoniporelfiscalniporladefensa,yaveceslecostabaunbuenratoexplicaralgo.

—Heencontradounostrozoscuriososdeunateladecolordebarro…—Sondemidisfraz,místerTate.El sheriff hizodeslizar lasmanospor susmuslos, se frotó el brazo izquierdo e

inspeccionólacampanadelachimeneadeJem.Luegoparecióinteresadoenelhogardelalumbre.Susdedossubieronenbuscadesularganariz.

—¿Quéesello,Heck?—preguntóAtticus.MísterTatesellevóunamanoalpescuezoyselorestregó.—BobEwellyaceenelsuelo,debajodeaquelárbol,conuncuchillodecocina

hundidoenlascostillas.Estámuerto,místerFinch.

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TíaAlexandrasepusodepieysumanobuscólacampanadelachimenea.MísterTate se levantó, pero ella rehusó su asistencia. Por una vez en su vida, la cortesíainstintivadeAtticusfalló:mipadrecontinuósentadodondeestaba.

Seapor loque fuere, yonopudepensar enotra cosamásqueenmísterEwelldiciendoquesevengarladeAtticusaunquetuvieraqueinvertirenelloelrestodesuvida.MísterEwellestuvoapuntodecumplirsuamenaza,yeraloultimoquehabíahecho.

—¿Estáseguro?—preguntóAtticusconacentofrío.—Está muerto, sin duda alguna —respondió mister Tate—. Muerto, y bien

muerto.YanoVolveráahacerningúndañoaesosniños.—Noqueríadecireso.—Atticusparecíahablardormido.Empezaba a notársele la edad, signo seguro en él de que sufría una tormenta

interior:laenérgicalíneadesumandíbulasedesdibujabaunpoco,unoadvertíaquedebajodelasorejasseleformabanunasarrugasdelatorasynosefijabaensucabellodeazabachemásqueenlostrechosgrisesqueaparecíanenlassienes.

—¿No sería mejor que nos fuésemos a la sala de estar? —dijo por fin tíaAlexandra.

—Sino le importa—objetómísterTate—,preferiríaquenosquedásemosaquí,salvoquehayadeperjudicaraJem.QuieroecharunvistazoasusheridasmientrasScout…noscuentatodoloquehapasado.

—¿Hayinconvenienteenquesalga?—preguntólatía—.Aquíestoydemás.Simenecesitas,estaréenmicuarto,Atticus.—TíaAlexandrafuehacialapuerta,perose detuvo y se volvió—. Atticus, esta noche he tenido el presentimiento de quesucederíaunacosaasí…Yo…estoesculpamía—empezó—.Debí…

MísterTatelevantólamano.—Siga su camino, miss Alexandra; ya sé que esto la ha impresionado

terriblemente.Ynoseatormentepornada…¡Caramba!Sisiemprehiciéramoscasodelospresentimientosseriamoslomismoquegatosquequierencazarselacola.MissScout, ve si puedes contarnos lo que ha ocurrido, mientras lo tienes fresco en lamemoria.¿Creesquepodrás?¿Vistealhombrequeosseguía?Yomeacerquéamipadre,sentíquesusbrazosmerodeabanyhundílacabezaensuregazo.

—Hemos emprendido el regreso a casa. Yo he dicho: 'Jem, he olvidado loszapatos'.Apenas empezábamos a retroceder para ir a buscarlos se han apagado lasluces.Jemhadichoquemañanapodríairporellos…

—Levántate,Scout,quemisterTatepuedaoírte—dijoAtticus.Yomeacomodéensuregazo.—Luego, Jemmehadichoquemecallaseunminuto.Yohecreídoqueestaba

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pensando(siempremehacecallarparapoderpensarmejor);luegohadichoquehabíaoídoalgo.HemossupuestoqueseríaCecil.

—¿Cecil?—CecilJacobs.Estanochenoshadadounsusto,unavez,yhemospensadoque

podíaseréldenuevo.Llevabaunasábana.Dabanuncuartodedólaralmejordisfraz;noséquiénlohabráganado.

—¿DóndeestábaiscuandohabéispensadoqueeraCecil?—Apocadistanciadelaescuela.Yolehechilladoalgo…—¿Quéhaschillado?—«CecilJacobesunagallinagordaymojada»,creo.Nohemosoídonada…y

entonces Jem ha gritado 'Hola', o cosa parecida, con voz bastante fuerte paradespertaralosmuertos…

—Unmomentonadamás,Scout—dijomísterTate—.¿Loshaoídousted,místerFinch?

Atticus respondió que no. Tenía la radio puesta. TíaAlexandra tenía puesta lasuyaensudormitorio.Lorecordabaporquetiítalehabíapedidoquebajaseunpocola potencia del aparato, con el fin de que ella pudiera oír el suyo.Atticus, sonrió,diciendo:

Siemprepongolaradiodemasiadofuerte.—Megustaríasabersilosvecinoshanoídoalgo…—dijomísterTate.—Lodudo,Heck.Lamayoríaescuchalaradioosevaalacamaconlasgallinas.

MaudieAtkinsonesposiblequeestuvieralevantada,perolodudo.—Continúa,Scout—indicómísterTate.—Bien,despuésdehabergritado Jemhemos seguidoandando.MísterTate, yo

estaba encerrada dentro del traje, pero entonces las he oído por mí misma. Laspisadas,quierodecir.Caminabancuandonosotroscaminábamos,yseparabancuandonosparábamos.JemhadichoquemeveíaporquemistressCrenshawpintóunasrayasenmitrajeconunapinturabrillante.Yoeraunjamón.

—¿Cómoeseso?—preguntómisterTate,atónito.Atticusledescribiómipapel,asícomolaconstruccióndemidisfraz.—Debería haberla visto cuando ha entrado —dijo—. Lo llevaba aplastado y

hechopedazos.MísterTatesefrotóelmentón.—Yo mé preguntaba cómo tenía aquellas señales el muerto. Sus mangas

aparecíanperforadasporpequeñosagujeros.Enlosbrazoshabíaunpardepinchazosqueconcordabanconlosagujeros.Déjemevereseobjeto,siquiere,señor.

Atticusfueabuscarlosrestosdemitraje.MísterTatelomiróportodosladosylodoblóparahacerseideadesuformaprimitiva.

—Este objeto le ha salvado probablemente la vida —afirmó—. Miré. —Y

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señalaba con su largo índice.En el color apagado del alambre destacaba una líneabrillante—.BobEwellseproponíahaceruntrabajocompleto—musitómísterTate.

—Habíaperdidolacabeza—dijoAtticus.—Nomegustacontradecirle,místerFinch…,perono,noestaba loco, sinoque

eraruincomoeldemonio.Unaalimañarastrera,conbastantelicorenelcuerpoparareunir labravurasuficienteparamatarniños.Nuncasehabríaenfrentadoconustedcaraacara.

Atticusmoviólacabeza.—Jamáshabríaconcebidoqueunhombrefuesecapazde…—MísterFinch,hayunaespeciedehombresaloscualesesprecisopegarlesun

tiroantesdequeunopuedadarleslosbuenosdías.Yaunentonces,novalenelpreciodelabalaquesegastamatándolos.Ewelleraunodeellos.

—Yopensabaquehabíasatisfechosurabiaeldíaquemeamenazó—dijoAtticus—.Yenelcasodequenolahubierasatisfecho,pensabaquevendríapormí.

—Tuvo reaños paramolestar a una pobre negra, los tuvo para fastidiar al juezTaylorcuandocreíaquelacasaestabadesierta,¿yustedsefigurabaquelostendríaparapresentarsecaraacaraalaluzdeldía?—MísterTatesuspiró—.Serámejorquecontinuemos,Scout,túleoístedetrásdevosotros…

—Sí,señor.Cuandollegamosdebajodelárbol…—¿Cómo sabíais que estábais debajo del árbol? Allá no podíais ver nada en

absoluto.—Yoibadescalza,yJemdicequedebajodeunárbolelsuelosiempreestámás

fresco.—Tendremosquenombrarledelegadodelsheriff;sigueadelante.—Entonces,derepente,alguienmehacogidoyhaaplastadomitraje…Creoque

mehecaídoal suelo…Heoídoun revoloteodebajodelárbol,comosi…lucharanalrededordel tronco,quehacíadeparapeto, segúnparecíapor los ruidos.EntoncesJemmehaencontradoyhemosechadoaandarhaciael camino.Alguien…MisterEwell,mefiguro,hatumbadoaJemalsuelo.Hanforcejeadounpocomásyentoncessehaoídoaquel ruidoextraño…Jemhadadounalarido…—Yme interrumpí.ElruidolohabíaproducidoelbrazodeJem—.Seacomofuere,Jemhadadounalarido,y no le he oído más, y un segundo después… míster Ewell trataba de matarmeapretándome contra si, calculo… Entonces alguien ha tumbado al suelo a misterEwell.Jemhadebidolevantarse,supongo.Estoestodoloquese…

—¿Yluego?—MísterTatememirabaconvivaatención.—Alguiensetambaleabaporallí,jadeabay…tosíacomosifueraamorirse.Al

principiohecreídoqueera Jem,peroélno tosedeaquelmodo,por locualmehepuestoabuscaraJemporelsuelo.HepensadoqueAtticushabíavenidoaayudarnosysehabíafatigadoenextremo…

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—¿Quiénera?—Ea,allíestá,místerTate,élpuededecirlecómosellama.Almismotiempoquepronunciabaestaspalabras,levantéunpocolamanopara

señalaralhombredelrincón,perobajéelbrazorápidamentetemerosadequeAtticusmereprendieraporseñalar.Señalareraundetalledemalaeducación.

Elhombreseguíarecostadocontralapared.Estabayarecostadocontralaparedcuandoentréenelcuarto,yconlosbrazoscruzadossobreelpecho.Alseñalarleyo,bajó losbrazosyapretó laspalmasde lasmanoscontra lapared.Eranunasmanosblancas,deunblancoenfermizo,quenohabíanvistonuncaelsol;tanblancasqueala escasa luz del cuarto de Jem destacaban vivamente sobre el crema mate de lapared.

Delasmanospaséalospantalonescaquimanchadosdearena;misojossubieronpor su delgado cuerpo hasta la camisa azul da tela de algodón.La cara tan blancacomo lasmanos, exceptoporuna sombraen su salientebarbilla.Tenía lasmejillasdelgadas, chupadas; la boca grande; en las sienes aparecían unas mellas pocoprofundas,casidelicadas,ylosojoserandeuncolorgristanclaroquepenséqueeraciego.Teníaelcabellomuertoyfino,yenlacimadelacabezacasiplumoso.

Cuando le señalé, las palmas de susmanos se deslizaron ligeramente, dejandograsientas huellas de sudor en la pared, y hundió los pulgares en el cinturón. Unligero y extraño espasmo lo agitó como si oyera unas uñas arañando pizarra, perocuandovioqueyolemirabaconadmiraciónlatensióndesapareciólentamentedesurostro.Suslabiosseentreabrieronenunatímidasonrisa;peromisrepentinaslágrimasdifuminaronlaimagendenuestrovecino.

—Hola,Boo—ledije.

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—Mister Arthur, cariño —dijo Atticus, corrigiéndome con dulzura—. JeanLouise,tepresentoamísterArthurRadley.Creoqueélyateconoce.

SiAtticuseracapazdepresentarmeafablementeaBooRadleyenunmomentocomoaquél,ea…esqueAtticuseraasi.

Boomeviocorrer instintivamentehacia lacamaenquedormíaJem,porque lamisma sonrisa tímida de antes cruzó lentamente por su rostro. Sonrojada deturbación,tratédeescondermecubriendoaJem.

—Eh,eh,noletoques—dijoAtticus.MísterHeckTateestabamirandofijamenteaBooatravésdesusgafasdeconcha.

IbaatomarlapalabracuandoeldoctorReynoldsaparecióenelvestíbulo.—Fueratodoelmundo—ordenóalllegaralapuerta—.Buenasnoches,Arthur;

laprimeravezquehevenidonomehefijadoenusted.LavozdeldoctorReynoldsteníalamismadesenvolturaquesuandar,lomismo

quesihubiesedichoaquellotodaslasnochesdesuvida;unadeclaraciónquemedejómásatónitaqueelhechodeencontrarmeenunmismocuartoconBooRadley.Porsupuesto…hastaBooRadleyseponeenfermoalgunavez,pensé.Aunque,porotraparte,noestabasegura.

EldoctorReynoldstraíaunvoluminosopaqueteenvueltoenpapelperiódico.LodejósobrelamesadeJemysequitólachaqueta.

—¿Estásconvencidadequevive,ahora?Tedirécómo loheconocido.Cuandotrataba de examinarle me ha dado una patada. He tenido que hacerle perder elconocimientoporcompletoparatocarle.Asípues,despeja—medijo.

—Bien… —dijo Atticus, dirigiendo una mirada a Boo—. Heck, salgamos alporchedelafachada.Allíhaysillassuficientes,ytodavíahacebastantecalor.

AmímesorprendióqueAtticusnosinvitaraalporchedelafachadaynoalasalade estar; luego lo comprendí. Las lámparas de la sala despedían una luzexcesivamenteviva.

Todosdesfilamos;místerTateencabeza…Atticusesperabaen lapuertaconelpropósitodequeBoopasaradelante.DespuéscambiódeideaysiguióamísterTate.

En las cosas cotidianas, la gente sigue adicta a sus hábitos aun bajo lascondicionesmáspeculiares.Yonoeraunaexcepción.

—Venga,místerArthur—mesorprendídiciendo—,ustednoconocebienlacasa.Yoleacompañaréalporche,señor.

Elbajólavistaparamirarmeyasintióconlacabeza.Yolecondujeatravésdelasalaycruzandoelcomedor.—¿Noquieresentarse,místerArthur?Estamecedoraesbonitaycómoda.Mipequeñafantasíahabíaentradootravezenactividad:Elestaríasentadoenel

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porche…'Noshaceuntiempohermosodeveras,¿noescierto,místerArthur?Sí, un tiempo hermoso de veras. Sintiéndome un poco fuera de la realidad, le

acompañé hasta el asiento más apartado de Atticus y de míster Tate. Un asientosituadoenlasombramásprofunda.Boosesentiríamásagustoaoscuras.

Atticussehabíasentadoenunamecedora;místerTateocupabaunasillapróxima.Laluzdelasventanasdelcomedorlos iluminabadepleno.Yomesentéal ladodeBoo.

—Bien,Heck—ibadiciendoAtticus—,yocreoqueloquesedebehacer…BuenDios, estoy perdiendo lamemoria…—Atticus se subió las gafas y se oprimió losojos con los dedos—. Jem no ha cumplido trece todavía…, no, sí que los hacumplido…No sé recordarlo. De todos modos, la cosa se verá en el tribunal delcondado.

—¿Qué cosa, míster Finch? —Míster Tate descruzó las piernas y se inclinóadelante.

—Naturalmente, fue un caso inconfundible de defensa propia; pero tendré queirmealaoficinayrebuscar…

—MísterFinch,¿creeustedqueJemhamatadoaBobEwell?¿Locreedeveras?—HaoídoyaloquedijoScout;nocabelamenorduda.HadichoqueJemseha

levantadoyhaapartadoaEwelldeuntirón…Probablementesehabráapoderado,enlaoscuridad,delcuchillodeEwell…Mañanalosabremos.

—Párese,místerFinch—dijomísterTate—.JemnohaacuchilladoaBobEweIl.Atticus estuvo calladounmomento.Miró amisterTate como si agradeciese lo

quedecía.Peromoviólacabezanegativamente.—Heck,seportausteddeunmodomuygeneroso,yséquelohaceimpulsadopor

subuencorazón;peronomesalgaconesascosas.MísterTateselevantóyfuehastalaorilladelporche.Escupióhacialosarbustos;

luegosepusolasmanosenlosbolsillosyseenfrentóconAtticus,preguntando:—¿Quécosas?—Lamentohaberhabladocondemasiadaviveza,Heck—dijoAtticusllanamente

—,peronadiepondrásordinaaloocurrido.Yonovivodeestemodo.—Nadiepondrásordinaanada,místerFinch.Míster Tate hablaba con voz calmosa, pero sus botas estaban plantadas tan

sólidamenteenlostablonesdelporchequeparecíaquecrecíanallí.Entremipadreyel sheriff tenía lugar una curiosa contienda, cuya naturaleza escapaba a mipenetración.

AhoraletocóaAtticuselturnodelevantarseeirsehastaelextremodelporche.Exclamó:

—¡Hum!—yescupió,sinsaliva,alpatio.Sepusolasmanosenlosbolsillosyseenfrentó con míster Tate—. Heck, usted no lo ha dicho, pero yo sé lo que está

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pensando.Gracias por ello, JeanLouise…—Mipadre se volvió haciami—. ¿HasdichoqueJemhacogidoamísterEwellylohaapartadodeti?

—Sí,señor,estoesloquehepensado…Yo…—¿Love,Heck?Graciasdesdelomásprofundodemicorazón,peronoquiero

quemi hijo emprenda su carrera con una cosa parecida sobre su cabeza. Elmejormodo de limpiar la atmósfera consiste en examinar el caso a la vista de todo elmundo.Dejemosqueelcondadointervengaytraigasandwiches.Noquieroquemihijocrezcaenvueltoenunamurmuración,noquieroquenadiediga:'¿JemFinch?…Ah,sí,supadrepagóunpuñadodedineroparasacarledelapuro'.Cuantomásprontohayamosresueltoelcaso,mejor.

—Míster Finch —replicó, imperturbable, míster Tate—, Bob Ewell ha caídosobresucuchillo.Sehamatadoélmismo.

Atticus anduvo hasta la esquina del porche y fijó la vista en la enredadera.Yopenséque,asumanera,cadaunodeamboseratantercocomoelotro.Ymepreguntéquiéncederíaprimero.Atticusteníaunaterquedadcallada,quepocasvecesseponíaen, evidencia, pero en ciertos aspectos era tan obstinado como los Cunningham.MísterTatecarecíadeinstrucciónyseponíamásenevidencia,perohacíaundignocontrincantedemipadre.

—Heck—insistió Atticus, que estaba de espaldas—. Si silenciamos este caso,conellodestruiremostodoloquehehechoparaeducaraJemamimanera.Avecespiensoquecomopadrehefracasadoenabsoluto,perosoyelúnicoquetienen.Antesde mirar a nadie más, Jemme mira a mí, y yo he procurado vivir de forma quesiemprepuedadeVolverlelamiradasindesviarlosojos…Siconsintiéramosenunacosacomoésta, francamente,nopodría sostener sumirada,y séqueeldíaquenopudierasostenerlalehabríaperdido.YnoquieroperderniaJemniaScout:sontodoloqueposeo.

MísterTatecontinuabaplantadoenlosmaderosdelsuelo.—BobEwellhacaídosobresucuchillo.Puedodemostrarlo.Atticusgirósobresustalones.Susmanoshurgaronlosbolsillos.—Heck,¿nopuedehacerquealmenosloveaconmisojos?Ustedtambiéntiene

hijos,peroyoleaventajoenedad.Cuandolosmíosseanmayoresyoseréyaunviejo,siesquesigoenestemundo,peroahorasoy…Enfin,sinosefíandemínopodránfiarsedenadie.JemyScoutsabenloquehapasado.Simeoyendecirporlaciudadquehapasadounacosadistinta…Heck,yanopodrécontarconellosnuncamás.Nopuedovivirdeunmodoenpúblicoydeunmododiferenteencasa.

MísterTatesemeciósobrelostalonesydijoconmuchapaciencia:—EldifuntohaechadoalsueloaJem,hatropezadoconunaraízdeaquelárbol

y…mire,selopuedoenseñar.—MísterTatesemetiólamanoenelbolsilloysacóunalarganavaja.EnaquelmomentollegóeldoctorReynolds.MísterTateledijo—:

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Elhijode…eldifuntoestádebajodeaquelárbol,doctor,apenasentrarenelpatiodelaescuela.¿Tieneunapilaeléctrica?Serámejorquecojaésta.

—Puedodarlavueltaconelcocheydejarlosfarosencendidos—dijoeldoctorReynolds, pero al mismo tiempo aceptó la pila de míster Tate—. Jem está bien.Confíoenqueestanochenosedespertará,por lo tantonose inquieten.¿Eseeselcuchillocausantedelamuerte,Heck?

—No, señor, continúa hundido en el cadáver. Por elmango se diría que es uncuchillo de cocina.Ken debería estar ya allí con el coche fúnebre, doctor. Buenasnoches.

AcontinuaciónmísterTateabriólahojadelcuchillo.—Hasidodeestemodo—dijo.Conelcuchilloenlamano,fingióquetropezaba;

alinclinarseadelanteelbrazoizquierdodescendiódelantedelcuerpo—.¿Love?Sehaclavadoelcuchilloenlostejidosblandosdedebajodelascostillas.Elpesoenterodelcuerpohasidocausadequelahojasehundiese.

MísterTatecerrólanavajayselametióenelbolsillo.—Scout tiene ocho años —añadió un instante después—. Estaba demasiado

asustadaparaenterarsebiendeloqueocurría.—Lesorprendería…—dijoAtticustristemente.—Nodigoquelohayainventado;digoqueestabademasiadoamedrentadapara

saberexactamenteloquehapasado.Allílaoscuridaderaabsoluta;lastinieblaserannegras como la tinta. Se precisaría una personamuyhabituada a la oscuridad paraconsiderarlauntestigodecrédito…

—Noloadmito—replicóAtticussuavemente.—¡¡Malditasea,sinoestoypensandoenJem!!LahojademísterTatehiriólosmaderoscontalfuriaquelaslucesdeldormitorio

de miss Maudie se encendieron. También se encendieron las de miss StephanieCrawford.AtticusymisterTatevolvieronlavistahaciaelotroladodelacalle,luegosemiraronunoaotro.Yaguardaron.

CuandomísterTatetomólapalabradenuevo,suvozapenasseoía.—MísterFinch,memolestadiscutirconustedcuandoseponeenesaactitud.Esta

nocheustedhapasadoporunapruebaqueningúnhombredeberíasufrirnunca.Nosécómonohaenfermadodelasresultasyahoranoestáenlacama,peroséqueporunavezenlavidanohasidocapazdeatarcabos,yesprecisoquedejemosestoresueltoestamismanocheporquemañanaseríademasiadotarde.BobEwelltieneenelbuchelahojadeuncuchillodecocina.

Míster Tate añadió en seguida que Atticus no sería capaz de plantarse allí ysostenerqueunmuchachodelapocacorpulenciadeJem,yconunbrazoroto,tendríaenergíasbastanteenelcuerpoparalucharconunhombreadultoymatarle,enmediodelastinieblasmásdensas.

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—Heck—dijoAtticusbruscamente—,esoquemanejabaahoraeraunanavaja.¿Dedóndelahasacado?

—Selahequitadoaunborracho—contestótranquilamentemisterTate.Yo procuraba recordar.Mister Ewell me tenía cogida… Luego se cayó… Jem

debíadehaberselevantado.Almenosyopensé…—¡Heck!—Hedichoqueselahequitadoestanocheaunborracho.Elcuchillodecocina

loencontróEwell,probablemente,enalgúnpuntodelvaciadero.Loafilóyesperóelmomentooportuno…Esperóelmomentooportuno,nimásnimenos.

Atticus fuehasta lamecedoraysesentó.Lasmanos lecolgabancomomuertasentre las rodillas. Tenía la vista fija en el suelo. Se había movido con la mismalentitudquelanocheaquella,delantedelacárcel,cuandopenséquelecostaríaunaeternidadeldoblarelperiódico,yarrojarlosobrelasilla.

MísterTatedeambulabaconpasopesado,perosilenciosoporelporche.—Noesustedquienhade tomarunadecisión,místerFinch;soyyo,solamente

yo.Es una decisión y una responsabilidad que pesa únicamente sobremí. Por unavez,siustednocompartemipuntodevista,pocacosapodráhacerparaimponerelsuyo.Siquiereintentarlo,yolellamaréembusteroensuspropiasbarbas.Suhijonoha dado ninguna cuchillada a Bob Ewell—añadió muy despacio—; estuvo a milleguasdeello,yahoraustedlosabe.Suhijonopretendíaotracosaquellegar,élysuhermana, sanos y salvos a casa —mister Tate dejó de andar. Paróse delante deAtticus,dándonoslaespaldaaBooyamí—.Yonovalgomucho,señor,perosoyelsheriff delCondado deMaycomb.He vivido en esta ciudad todami vida y voy acumplir cuarenta y tres años. Sé todo lo que ha pasado aquí desde que nací. Unmuchachonegrohamuertosinmotivoalguno,yelresponsabledeellohafallecidotambién.Dejeque losmuertosentierrena losmuertosestavez,místerFinch.Dejequelosmuertosentierrenalosmuertos.

MísterTateseacercóalamecedorayrecogióelsombrero,queestabaenelsuelo,alladomismodeAtticus.Luego,empujósusillahaciaatrásysecubrió.

—Nunca me han dicho que exista una ley que prohiba a un ciudadano hacercuantopuedaporevitarquesecometauncrimen,queesprecisamenteloqueélhahecho;peroquizáustedconsiderequetengoeldeberdecomunicarloatodalaciudaden lugar de silenciarlo. ¿Sabe lo que pasaría entonces? Que todas las señoras deMaycomb, incluida mi esposa, correrían a llamar a la puerta de ese hombrellevándole pasteles exquisitos.Amimanera de ver, el coger al hombre que les hahechoaustedyalaciudadunfavortangrandeyponerle,consunaturaltímido,bajounaluzcegadora…,paramí,estoesunpecado.Esunpecadoynoestoydispuestoatenerlo en la conciencia. Si se tratase de otro hombre sería distinto. Pero con esehombrenopuedeser,misterFinch.

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MísterTateestabatratandodeabrirunhoyoenelsueloconlapuntadelabota.Luegosetiródelanarizysefrotóelbrazoizquierdo.

—Esposiblequeyonovalganada,místerFinch,perosigosiendoelsheriffdeMaycom,yBobEwellsehacaídosobresupropiocuchillo.Buenasnoches,señor.

MísterTatesealejódelporcheconpisadareciaycruzóelpatiodelafachada.Laportezueladesucochesecerródegolpe,yelvehículopartió.

Atticuspermaneciósentadolargorato,conlamiradafijaenelsuelo.Finalmente,levantólacabeza.

—Scout—dijo—,místerEwellsehacaídosobresupropiocuchillo.¿Erescapazdecomprenderlo?

Por su aspecto, yo habría dicho queAtticus necesitaba que le animasen. Corríhaciaélyleabracéylebesécontodasmisfuerzas.

—Sí, señor, lo comprendo —aseguré para tranquilizarle—. Mister Tate teníarazón.

Atticusselibródelnudodemisbrazosymemiró.—¿Quéquieresdecir?—Mira,hubierasidounacosaasícomomatarunruiseñor.Atticusapoyólacaraenmicabelloymeloacaricióconlasmejillas.Cuandose

levantó y cruzó el porche, hundiéndose en las tinieblas, había recobrado su pasojuvenil.Antesdeentrarenlacasa,sedetuvodelantedeBooRadley.

—Graciaspormishijos,Arthur—ledijo.

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CuandoBooRadleysepusodepiecongestovacilante,laluzdelasventanasdelasaladeestararrancóreflejosdesufrente.Todossusmovimientoseran inciertos,comosinoestuvierasegurodesisusmanosestableceríanelcontactoadecuadoconlas cosas que tocaba. Tosió con aquella tos estertorosa que tenía, sufriendo talessacudidasquetuvoquesentarsedenuevo.Sumanofueenbuscadelbolsillotraserodelospantalonesysacóunpañuelo.Despúésdecubrirselabocaconélparatoser,sesecólafrente.

Como estaba tan acostumbrada a no verle, me parecía increíble que hubieseestadosentadoamiladotodoaquelrato,presenteyvisible.Boonohabíaproducidoelmenorsonido.

Denuevosepusodepie.Sevolvióhaciamí,y,conunmovimientodecabeza,meindicólapuertadelafachada.

—LegustaríadecirbuenasnochesaJem,¿verdadquesí,misterArthur?Entre.Yleacompañéporelvestíbulo.TíaAlexandraestabasentadaalladodelacama

deJem.—Entre, Arthur —dijo—. Todavía duerme. El doctor Reynolds le ha

administradounsedanteenérgico.JeanLouise,¿estátupadreenlasala?—Si,señora,creoquesí.—Voyahablarunminutoconél.EldoctorReynoldshadejadounas…—suvoz

seperdióporotroaposento.Boo se había refugiado en un ángulo de la habitación y estaba de pie, con la

barbilla levantada, mirando tan lejos a Jem. Yo le cogí de la mano; una manosorprendentementecálidaapesardesupalidez.Tirélevementedeél,ymepermitióquelecondujesehastalacamadeJem.

EldoctorReynoldshabíaarmadounaespeciedepequeñatiendasobreelbrazodemi hermano, con el fin de que no le tocase la manta, supongo, y Boo se inclinóadelanteparamirarporencimadeella.Ensucarahabíaunaexpresióndecuriosidadtímida, como si hasta entonces nunca hubiese visto a un muchacho. Con la bocaligeramenteabierta,miróaJemdelacabezaalospies.Sumanoselevantó,peroenseguidavolvióacaersobreelcostado.

—Puede acariciarle, mister Arthur. Está dormido. Si estuviera despierto nopodría;elnoseloconsentiría…—mesorprendíexplicando—.Vamos,anímese.

LamanodeBoosequedóinmóvilmásarribadelacabezadeJem.—Siga,señor;duerme.LamanobajóaposarselevementesobreelcabellodeJem.Yo empezaba a comprender su inglésmudo. Sumano oprimió lamía conmás

fuerza,indicandoquequeríamarcharse.

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Le acompañé hasta el porche de la fachada, donde sus penosos pasos sedetuvieron.Seguíateniendocogidamimano,ynodabamuestrasdequerersoltarla.

—¿Quieresacompañarmeacasa?Lodijocasienunsusurro,conlavozdeunniñoasustadodelaoscuridad.Yopuseelpieenelpeldañosuperiorymeparé.Pornuestracasa leconduciría

tirándoledelamano,perojamásleacompañaríaalasuyadeaquelmodo.—MísterArthur,dobleelbrazoasí.Asíestábien,señor.Ydeslicémimanodentrodelhuecodesubrazo.El tenía que inclinarse un poco para acomodarse amí; pero simiss Stephanie

Crawfordestabaespiandodesdelaventanadelacimadelasescaleras,veríaaArthurRadleydándomeescoltaporlaacera,comolohaceuncaballero.

Llegamos al farol de la esquinade la calle, ymepregunté cuántasveceshablaestadoallíDill,abrazadoalgruesoposte,espiando,esperando,confiando.PenséenlamultituddevecesqueJemyyohabíamosrecorridoelmismotrayecto…PeroahoraentrabaenlafincadelosRadleyporlapuertadelpatiodelafachadaporsegundavezen mi vida. Boo y yo subimos los peldaños del porche. Sus dedos buscaron laempuñadura.Mesoltólamanodulcemente,abriólapuerta,entró,ycerrótrasdesi.Yanuncamásvolvíaverle.

Losvecinostraenalimentos,cuandohaydifuntos,florescuandohayenfermos,ypequeñas cosas entre tiempo. Boo era nuestro vecino. Nos había regalado dosmuñecosdejabón,unrelojdescompuesto,consucadena,unpardemonedasdelasquetraenbuenasuerte,ylavidadeJemylamía.Perolosvecinoscorrespondíanasuvezconregalos.Nosotrosnuncahabíamosdevueltoaltroncodelárbollosacadodeallí;nosotrosnoleregalamosnuncanada,yestomeentristecía.

Me volví para irme a casa. Los faroles de la calle parpadeaban calle abajo endireccióna laciudad.Jamásvianuestrosvecinosdesdeesteángulo.ExistíanmissMaudieymissStephanie…tambiénnuestracasa (veía lamecedoradelporche), lacasa demiss Rachel estabamás allá, perfectamente visible. Hasta podía ver la demistressDubose.

Volvía la vista atrás.A la izquierda de la parda puerta deBoo había una largaventanaconpersiana.Fuihastaella,meparédelanteydiunavueltacompleta.Alaluzdeldía,pensé,severíalaesquinadelaoficinadeCorreos.

Alaluzdeldía…Enmimentelanochesedesvaneció.Eradedíaylosvecinosibanyveníanatareados.MissStephanieCrawfordcruzabalacalleparacomunicarlasúltimas habladurías a miss Rachel. Miss Maudie se inclinaba sobre sus azaleas.Estábamosenverano,ydosniñosseprecipitabanaceraabajoyendoalencuentrodeunhombrequeseacercabaen ladistancia.Elhombreagitaba lamano,y losniñosechabanacorrerdisputandoquiénlealcanzaríaprimero.

Continuábamosestandoenverano,y losniñosseacercabanmás.Unmuchacho

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andabapor laaceraarrastrandotrasdesiunacañadepescar.Unhombreestabadepie esperando, con lasmanos en las caderas. Verano; los dos niños jugaban en elporcheconunamigo,representandounextrañoycortodramadesupropiainvención.

Llegaba el otoño, y sus niños se peleaban en la acera delante de lamorada demistressDubose. Elmuchacho ayudó a su hermana a ponerse de pie, y ambos seencaminaron hacia su casa. Otoño, y sus niños trotaban de un lado a otro de laesquina,pintadosenelrostrolospesaresylostriunfosdeldía.Separabanjuntoaunroble,embelesados,asombrados,aprensivos.

Invierno,ysusniñosseestremecíandefríoenlapuertadelafachadadelpatio,recortadasusiluetasobreelfondodeunacasaenllamas.Invierno,yunhombresalióalacalle,dejócaerlasgafasydisparócontraunperro.

Verano,yviocómoa susniños se lespartíaelcorazón.Otoñodenuevo,y losniñosdeBoolenecesitaban.

Atticus tenía razón.Unaveznosdijoqueunonoconocedeverasaunhombrehastaqueseponedentrodesupellejoysemuevecomosifueraél.Elestardepie,simplemente,enelporchedelosRadley,fuebastante.

Las lámparas de la calle aparecían vellosas a causa de la lluvia fina que caía.Mientrasregresabaamicasa,mesentíamuymayor,yalmirarmelapuntadelanarizveíaunascuentasfinasdehumedad;maselmirarcruzandolosojosmemareaba,ylodejé.CaminodecasaibapensandoenlagrannoticiaquedaríaaJemaldíasiguiente.Sepondríatanfuriosoporhaberseperdidotodoaquelloquepasaríandíasydíassinhablarme.MientrasregresabaacasapenséqueJemyyollegaríamosamayores,peroqueyanopodíamosaprendermuchascosasmás,excepto,posiblementeálgebra.

Subí lasescalerascorriendoyentréencasadelmismomodo.TíaAlexandrasehabía ido a la cama, y el cuarto deAtticus estaba a oscuras.Vería si Jem revivía.Atticusestabaenelcuartodemihermano,sentadojuntoalacama.Leíaunlibro.

—¿NosehadespertadoJemtodavía?—Duermepacíficamente.Nosedespertaráhastalamañana.—Oh.¿Estásaquíhaciéndolecompañía?—Hace una hora, aproximadamente. Vete a la cama, Scout. Has tenido un día

largoyagitado.—Mira,creoquemequedaréunratocontigo.—Comoquieras—respondióAtticus.Debíadesermásdemedianocheysuafableaquiescenciameasombró.Detodos

modos,éleramáslistoqueyo;enelmismomomentoquemesentéempecéatenersueño.

—¿Quéestásleyendo?—pregunté.Atticusvolvióellibrodelotrolado.—UnacosadeJem.SetitulaElFantasmaGris.

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Deprontomesentíbiendespierta.—¿Porquéhasescogidoése?—No lo sé, cariño.Lohe cogido al azar.Esunade las pocas cosasquenohe

leído—dijoconintención.—Léeloenvozalta,porfavor,Atticus.Damiedodeveras.—No—dijo él—.Hoy has tenidomiedo sobrado para una temporada. Esto es

demasiado…—Atticus,yonohe tenidomiedo—mipadreenarcó lascejas,yyoprotesté—:

Por lomenos no lo he tenido hasta que he empezado a contar amísterTate cómohabíaocurrido.Jemtampocoteníamiedo.Selohepreguntadoymehadichoqueno.Porotraparte,nohaynadaquedémiedodeverdad,exceptoenloslibros.

Atticusabrióloslabiosparadeciralgo,perolosvolvióacerrar.Quitóelpulgardelashojas,hacialamitaddellibro,yretrocedióalaprimerapágina.Yomeacerquéyapoyélacabezasobresurodilla.

—Hummm—dijoAtticus—.ElFantasmaGris,porSeckataryHawkins.Capítuloprimero…

Yoesforcé la voluntadpara continuar despierta, pero la lluvia era tan suave, elcuarto estaba tan templado, la voz de mi padre era tan profunda y su rodilla tancómoda,quemedormí.

Unossegundosdespués,porloqueparecía,suzapatomerozabablandamentelascostillas.Atticusmepusodepieymellevóamicuarto.

—He oído todas las palabras queme has dicho—murmuré—.No he dormidonadaenabsolutohabladeunbarcoydeFred«Tres-Dedos»ydeKid«Pedradas»…Atticusmedesatóelmono,meapoyócontrasíymeloquito.Luegomesostuvoconunamano,mientrasconlaotra,cogíaelpijama.

—Sí, y todos creían que Kid 'Pedrada' desordenaba el local de su club yderramabatintaportodaspartesy…

Atticusmeguióhastalacamaymehizosentarenella.Melevantólaspiernasylascolocódebajodelasábana.

—Ylepersiguieron,peronopodíancogerleporquenosabíanquefiguratenía,y,Atticus, cuando por fin le vieron, resultaba que no había hecho nada de todoaquello…Atticus,eraunchicobuenodeveras…

Las manos de mi padre estaban debajo de mi barbilla, subiendo la manta yarropándomebien.

—Lamayoríadepersonasloson,Scout,cuandoporfinlasves.AtticusapagólaluzysevolvióalcuartodeJem.Allíestaríatodalanoche;allí

estaríacuandoJemdespertaseporlamañana.

FIN

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NELLEHARPERLEEnació el 28 de abril de 1926 enMonroeville, una pequeñalocalidadubicadaenelestadonorteamericanodeAlabama(EstadosUnidos).Era,aligual que la protagonista de su famosa novela «Matar a un ruiseñor», hija de unabogado que contaba con la amistad del escritor Truman Capote. También eradescendientedelfamosogeneralRobertE.Lee.HarperestudióDerechoenAlabamahasta1949.Conposterioridad,setrasladóenlosaños50alaciudaddeNuevaYorkparatrabajarenunacompañíaaérea.EnlaGranManzanaHarperpublicó«Mataraun ruiseñor» (1960), novela de cariz autobiográfico por la que ganó el premioPulitzer.Fueeditadatambiéncomo«Mataraunruiseñor».

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Notas

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[1]Paraquesecomprendabiénlapequeñamaníadegrandezaquehayenesafantasíainfantil,diremosqueFinchsignifica«pinzón»yBullfinch«pinzónreal».(N.delT).<<

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[2]Poundcake:pasteldelibra;llamadoasíporqueensupreparaciónentraunalibradecadaunodelosprincipalesingredientes.(N.delT).<<

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[3]Farenheit:unosnuevegradoscentígradosbajocero.(N.delT).<<

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[4]En los EE. UU. llaman cristianos de arroz a los chinos y japoneses que seconviertenporlasracionesdearrozquerepartenlasmisiones,oporgozardeotrasventajas.(N.delT.)<<

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[5]SectaProtestante.(N.delT.)<<

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[6]Bazardeartículosbaratos.(N.delT.)<<

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[7]Serefierealgeneralconfederadocuyonombrellevaelpersonaje.(N.delT.)<<

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[8]NoventagradosFarenheitsontreintaydosgradoscentígrados.(N.delT.)<<

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[9]Elantiguocalendariocéltico,alúltimodíadeoctubre,visperade"todosSantos",era "la noche de brujas".De ahí nace la costumbre a que hace referencia en estosparrafos.(N.delT.)<<

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