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    LA TEORA SOCIAL DE

    JEAN-JACQUES ROUSSEAU

    THE SOCIAL THEORY OF

    JEAN-JACQUES ROUSSEAU

    A N A D .LPEZ YAEZ

    CEAQ. Sorbonne-Pars V

    PALABRAS CLAVE ADICIONALES ADDITIONAL KEYWORDS

    Perspectiva sociolgica, Teora general , Sociological Perspective, General Theory,

    Sociabilidad, Accin social, Alienacin. Sociability, Social Action, Alienation.

    RESUMEN. La interpretacin de la obra de Rousseau desde las categoras propias de la teora

    sociolgica da lugar a una reconstruccin de las propuestas del autor basada en aquellos conceptos

    fundamentales de la disciplina que seran asentados despus por los socilogos clsicos del siglo

    XIX. Obviamente, estos conceptos no se encuentran en los escritos de Rousseau en los trminos de

    una teora formalizada, pero s como nocionesoideasdegran valorintelectual.Enelpresente trabajo

    procedemos a mostrar las grandes lneas de la teora social de Rousseau. Se expone de este modo

    nuestra reconstruccin de la visin rousseauniana

    de la

    historia humana, de la condicin del hombre,

    de la accin social y de la sociedad como totalidad, teoras que conforman una ontologa claramente

    atravesada por la creencia en la alienacin y negatividad consustanciales a los fenmenos sociales.

    ABSTRACT.The interpretation of Rousseau s writings from categoricalfieldsof sociological theory

    make

    way for

    a

    reconstruction of the author s proposals based on fundamental sociological concepts

    that would later be laid out by classic19* centurysociologists.Obviously,theseconceptsare notfound

    in Rousseau s work in terms of a formal theory as so much as notions or ideas of great intellectual

    valu. In this paperweproceed to draw out the social theory lines from Rousseau s work. Henee we

    put forth our reconstruction of a rousseaunian visin of human history, mankind s condition, social

    action and society as awhole.Theories that make up a social ontology that is clearly marked by the

    belief of substantiated alienation and negativity both intrinsic to social phenomena.

    * Quiero expresar mi gratitud a la Fundacin Caja Madrid por la financiacinde mi investiga

    cin durante el curso 2004-2005 en la Universidad Rene Descartes, e igualmente a Emilio Lamo de

    Espinosa por la direccin de mi tesis doctoral.

    E mall:

    [email protected]

    Revista Internacional de Sociologa RIS)

    Tercerapoca,N42,Septiembre-Diciembre,

    2005, pp.

    181-199

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    mailto:[email protected]:[email protected]
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    R I S

    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C I O L O O f A

    N 4 2 , S E r a E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L PE Z Y E Z

    INTRODUCCIN

    Uno de los calurosos das del verano de 1 7 4 9 , mientras abordaba el trayecto desde

    Pars a

    Vincennes,

    Jean-Jacques Rousseau fue presa d e una violenta

    intuicin.

    Sbi

    tamente s e l e revelaron la s contradicciones y

    abusos

    d e l sistema social, la perniciosa

    accin de las instituciones sobre la bondad natural del hombre y el mpetu de las

    pasiones

    colectivas en la depravacin d e l

    gnero

    humano (Rousseau, 1994 :32-33).

    Segn el mismo autor afirm mucho m s tarde, este repentinodescubrimientode

    la sociedad le perdera para e l resto de sus das. Y no era para menos, pues adems

    de permitirle desenmascarar la sociedad humana le proporcion la sustancia de

    su crtica a la modernidad, legado por el que ocupara un lugar de honor entre

    muchas de las ms notables disciplinas entregadas al estudio del hombre.

    Sin embargo, pese a su madurez y trascendencia, la dolorida mirada rousseauniana

    a l hombresocializado h a sidoesquivada por la Sociologa, siempre presta aidealizar

    e l valorsocial d e l hombre. N o debe olvidarse q u e e n e l camino d e s u institucionaliza-

    cin,sobre tododurante e l siglo X E X , nuestra disciplina s e entregfrecuentemente a

    la celebracin d e la sociabilidadinnata,labor de l a q u e n i siquiera se abstuvieron las

    corrientes crticas, empeadas ms bien en una visin complaciente de la sociedad

    naturaldesdelaq u e elevar su juicio a l a s sociedades en curso. S e explica a s l o exiguo

    de la atencin dispensada por lo s socilogos a la obra d e Rousseau y que a la sazn

    sta fuera d irgida hacia un concepto colectivista y triunfante com o el devoluntad

    general(Durkheim, 1966), a fin de cuentas, ima nocin netamente poltica.

    Acaso la teora

    social

    d e Rousseaun o

    merece

    tener un papel m s

    relevante

    e n e l

    ituro

    d e l a

    sociologa? Realmente consigue llenar

    u n o d e l o s

    vacos

    caractersticos

    de la

    disciplina:

    el d e una comprensin d e l o

    vacilante,

    desconsolador y traumtico

    de la vida colectiva en cualquiera de sus manifestaciones. No hay duda de que

    Rousseau elabor una solucin terica soberbia en este sentido cuando con total

    conviccin trat de asegurar la bondad del hom bre y corregir el error hobbesiano

    de localizar lo s fundamentos de la guerra y la maldad en la naturaleza del hom bre.

    Los principios del mal residen en la sociedad: he aqu el legado rousseauniano.

    El anlisis de la sociabilidad como potencialidad extraa a la naturaleza

    humana,

    la

    identificacin del juego social

    como

    fuente d e infelicidad y envilecimiento o la repre

    sentacin d e la sociedad

    como

    pura opacidad

    bien

    merecen u n a reflexin

    serena,

    una

    reflexin q u e logre arrancamos del sueo decimonnico y n o s

    prepare

    para un futuro

    que amenaza c o n n o plegarse a lo s lmites de la sociologa

    clsica.

    Con e se propsito

    comenzamos nuestra revisin terica

    d e

    la idea

    d e

    sociedad esbozada por Rousseau.

    DE L SOCI BILID DHUMANA A LA PRIMACA

    D E

    LO SOCIAL

    Antes que nada debe afirmarse que en la progresin intelectual rousseauniana

    se advierte la clara articulacin de una perspectiva analtica sociolgica al mod o

    182

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    R I S

    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L

    U

    S O C I O L O G A

    L A T E O R A S O C I A L D E J E A N - J A C Q U E S R O U S S E A U

    W

    4 2 . S E P T I E M B R E - D I C ff iM B R E , 2 0 0 5

    cmo sera formalizada con posterioridad por la tradicin realista francesa:

    "es en la naturaleza de la sociedad misma donde hay que ir a buscar la expli

    cacin de la vida social" (Durkheim, 1978:127)^ Esta circunstancia anima por

    s misma a determinar la verdadera entidad de la aportacin de Rousseau a la

    sociologa^, al tiemp o que invita a una revisin de su influencia en los o rgenes

    de nuestra disciplina, am pliando los argumentos con que acreditar una exgesis

    sociolgica de su obra.

    Podra ocurrir, sin embargo, que el conocedor de la demarcacin disci

    plinar durkheimiana experimentara cierta confusin ante una lectura de la

    obra de Rousseau que insiste en su carcter sociolgico. La proyeccin de la

    perspectiva sociolgica result sencilla a Durkheim gracias a la defensa de

    la superioridad ontolgica y moral de lo social sobre el sujeto contenida en

    su teora de la sociedad, elemento que el francs trab con una concepcin

    social o sociable de la naturaleza humana que no podemos hallar en la antro

    pologa rousseauniana fundamental^: la

    asociabilidad,

    y no la sociabilidad,

    era el rasgo consustancial al hombre segn los presupuestos antropolgicos

    rousseaunianos. No obstante, es seguro tambin que el autor consideraba

    nuestro destino fatalmente abocado a una especie de socializacin universal

    cuya posibilidad resida paradjicamente en el normal perfeccionamiento de

    algunas de las habilidades inherentes a la humanidad. Gracias a esta hiptesis

    de un proceso de socializacin del gnero humano, Rousseau emprendi una

    reflexin que abrira su discurso antropolgico a una nueva dimensin: la del

    hombre social real. Paralela a la disertacin antropolgica tomara cuerpo as

    una lnea de pensamiento sobre lacondicin del hombre^ (Arendtj 1988:13-

    1 9 ) , decidiendo un desarrollo bifronte de su obra visible en la anttesis entre el

    estado de naturaleza y elestado de

    sociedad,

    en la radical segregacin entre

    nuestra naturaleza y nuestra condicin.

    ^ El autor vena a definir la perspectiva sociolgica como aquella trama explicativa en que se

    investiga lo social articulando variables sociales, y n o atendiendo al ascendente de rdenes distintos

    al conformado p or los fenmenos colectivos.

    ^ De lo que se trata aqu, entonces, es de salvar el evidente anacronismo y reconstruir en los

    trminos de un sistema verdaderamente sociolgico una

    filosofa

    de la sociedad que precedi a la

    constitucin de la Sociologa como ciencia.

    ^ No obstante, si iera el objeto del presente artculo, mostraramos que las diferencias entre las

    concepciones rousseaunianas y durkheiminas del sujeto son mucho menos significativas de lo que

    podra parecer a primera vista, pues Rousseau desarroll una reflexin sobre el hombre social que

    guarda algunas similitudes con el bosquejo de la sociabilidad hum ana acometido por

    D urkheim.

    En

    este sentido, pueden revisarse los comentarios del propio Durkheim (Lukes, 1984:635).

    ^

    E s necesario considerar

    aqu

    la diferenciacin entrel a

    "naturaleza"

    y la "condicin"d e l hombre

    establecida por H annah Arendt.

    183

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    R I S

    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C I O L O G A

    r

    4 2 ,

    S E r a E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A

    D .

    L P E Z Y E Z

    L o s hombres so n

    malvados; una triste

    ycontinua

    experiencia

    n o s

    dispensa de probarlo;

    sin embargo, el hombre es naturalmente bueno, creo haberlo demostrado [...]. Que

    admiren cuanto quieran la sociedad

    humana,

    no ser por

    ello

    menos cierto

    q u e

    nece

    sariamente conduce a l o s

    hombres

    a

    odiarse entre

    s e n l a

    medida

    e n q u e s u s intereses

    se

    cruzan,

    a

    prestarse

    mutuamente servicios

    aparentes

    y a

    hacerse

    e n l a

    prctica

    todos

    los males imaginables [...]". (Rousseau, 1982:309).

    Ahora bien, la bifurcacin de la obra rousseauniana concierne aqu especial

    mente porque consum la articulacin de una perspectiva de anlisis que puede

    designarse sociolgica en el sentido apuntado anteriormente. Contra lo que

    pudiera parecer a primera

    vista,

    el

    asociologicismo

    abrazado por Rousseau en su

    antropologa fundamental no bloque el desarrollo de un discurso sociolgico,

    ms bien lo favoreci, pues las acciones de los hombres reales en el mundo

    real en modo alguno se plantearon como indicadores antropolgicos, sino ms

    bien como fenmenos inducidos por la socializacin del gnero humano, esto

    e s , como indicadores purame nte sociolgicos. El principio, el desenlace y el

    recorrido de los acontecimientos relatados en la crnica rousseauniana remiten

    siempre a la dinmica especfica de lo social, a los efectos de la socializacin

    de la humanidad.

    LA HISTORIA, COMO CRNICA DE LA SOCIALIZACIN DE LA

    HUMANIDAD

    Claro que Rousseau debi resolver la paradoja contenida en su propuesta. De

    un lado proclamaba nuestra consustancial asociabilidad; de otro lado sealaba

    el advenimiento de la sociedad humana y la consiguiente alteracin de nuestro

    temperamento. Entre una y otro dispona un antagonismo de tal gravedad que

    impeda acogerse a la que sin duda hubiera sido la solucin terica ms cmo da:

    l a d e interpretar e l curso histricocomoresultado d e una connatural metamorfosis

    general de lafisonomahumana desde un tipo primitivo asocial a otro evolucio

    nado social.

    Rousseau logr sortear la dificultad, pero sin reducirla de forma absoluta.

    Otra cosa es que el esfuerzo empeado p ara defender un punto de partida fallido

    el duro

    asociologicismo

    de su antropologa diera lugar

    a

    u no de los retratos

    ms agudos de nuestra condicin social. El engarce terico entre elestado de

    naturalezayel estado de sociedad esm erado, aunque no exento de saltos se

    vali de dos recursos. Por una parte, se sirvi de la complejidad de la figuracin

    antropolgica del autor. Por otra parte, se apoy en el detallado tratamiento del

    proceso de socializacin como un conjunto con siderablemente rico y escalonado

    de transformaciones en el mundo de los hombres. Nos detendremos brevemente

    a valorar ambos aspectos.

    84

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    R I S

    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C I O L O G A

    l

    T E O R A S O C IA L

    D E

    J E A N -J A C Q U E S R O U S SE A U N 4 2 , S E m E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5

    En primer lugar,debeobservarse

    q u e

    Rousseau haba proyectado una naturaleza

    humana compleja, esto es, integrada por cualidades distintas, algunas dinm icas

    (como

    Imperfectibilidad ,

    otras mudables o frgiles (como la

    asociabilidad o

    la

    piedad

    y algunas otras, p or ltimo, notablemente firm es (como la

    auto-orienta

    cin .

    El supuesto

    d e

    esta desigual proclividad

    a l

    cambio esbozaba

    la

    socializacin

    como un procesocontra naturaen algunos sentidos, pero natural en otros. De

    este modo pudo el autor conjugar continuidad y ruptura en su reconstruccin del

    devenir histrico ^proporcionando coh erencia y

    flexibilidada

    su exposicin

    y

    justificar en trminos antropolgicos tanto el equilibrio individual del hombre en

    estado de naturaleza (cuando sus distintos rasgos se presumen en estado puro),

    como nuestra relativa tendencia al cambio y lo conflictivo del destino que nos

    aguarda al hilo de nuestra inversin social.

    El principio dinmico de la naturaleza humana concebida por Rousseau no era

    otro q u e ^perfectibilidad,

    cualidad vinculada

    a l

    amor des a

    u n impulso

    inherente

    a

    cuidar

    d e u n o mismo c o n e lpropsito d e

    asegurar

    l a supervivencia. S u

    consideracin

    permitira a la antropologa rousseauniana convenir con el iluminismo, al menos

    parcialmente, en una idea infnitista

    d e l a

    naturaleza humana^

    (Prez,1993-94)

    para

    la que las posibilidades de desarrollo del hombre son ilimitadas^, idea que implica

    una caracterizacinflexible

    e

    indeterminada

    d e

    nuestracomplexin.Rousseau gra

    vit, pues, en tomo a la perfectibilidad humana en su explicacin sobre la gnesis

    y el desarrollo del proceso de socializacin. A su entender, la constante pugna del

    hombre

    c o n e l

    medionaturalhubode producir un perfeccionamiento sostenido

    d e

    la

    humanidad

    capaz

    d e

    garantizar

    e l

    crecimiento continuado

    d e

    mienbros

    e n

    la misma.

    Y a la larga, el aumento de la densidad demogrfica debi tomar inevitables los

    encuentrosfsicosfortuitos entresujetos aislados, convivencia meramente corprea

    q u e promovera e l arranque del curso socializador d e l gnero humano. No con esto

    terminaba

    e l

    papel

    d e

    nuestra adaptabilidad constitutiva en el avance de

    dicho

    pro

    ceso:sta

    apareca tambin incitando directamente

    e lroce entre

    sujetos

    a l

    estimular

    prcticas de colaboracin con que afianzar an ms la adaptacin ecolgica de la

    especie. En resumen, Rousseau comprenda que la facultad de perfeccionamiento

    d e l

    hombre acababa por deteriorar

    s u

    resistencia congnita

    a l trato

    social;

    q u e

    era la

    batalla

    d e l

    hombre consigo

    mismo

    la

    q u e

    decida

    la

    aparicin

    d e l a

    sociedad,

    la

    cual

    se manifestada as como una suerte histricamente necesaria, como una necesidad

    relativa para el hombre, tras haber sido rechazada por Rousseau como necesidad

    natural absoluta de nuestra complexin.

    ^ No obstante, la propuesta rousseauniana sobre lo ilimitado de las posibilidades del hombre

    distaba mucho de fundar forma alguna de optimismo existencial.

    ^ Villaverde ha apuntado la lentitud y dificultad con que tuvo lugar e l cambio desde una concep

    cin fija y acabada de la esencia humana, propia del siglo XVII, a la representacin infnitista que

    aqu estamos exponiendo (Villaverde, 1987:125-131).

    185

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    N 4 2 , S E P T IE M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L P E Z Y E Z

    En segundo lugar, la trabazn terica entre elestado d e naturaleza y elestado

    de sociedad

    obtuvo del minucioso escalonamiento del proceso de socializacin

    un apoyo notable. El anlisis ontosocial de dicho curso permite descubrir una

    periodizacin de la historia natural de la especie del tipo formulado en los gran

    des evolucionismos organicistas del siglo XIX, pues las etapas identificadas por

    Rousseau en esta

    filosofa

    de

    la

    historia

    s e

    disponen

    como

    formas sociales tpicas.

    Son las siguientes:

    -Primer estadio.

    S e

    inicia

    c o n e l

    establecimiento

    d e

    las primeras interacciones

    entre sujetos y concluye con la posterior consolidacin y universalizacin de

    stas. N o

    hablamos

    a n sino d e

    relaciones contractuales (orientadas nicamente

    hacia la supervivencia), y por lo tanto basadas en una reciprocidad muy super

    ficial;XQStxmgidipraxissocial

    q u e

    produce una morfologa social informe, una

    no-sociedad, un mero agregado. No obstante, con ella la naturaleza humana ha

    comenzado ya, si bien tmidamente, un profindo proceso de transformacin.

    -Segundoestadio.Se tratad e la primera fased e la historia autnticamente social.

    Encuentra su punto de partida en la formacin de grupos de pequeas dimensiones,

    como la familia y la

    aldea.

    La convivencia en dichos grupos desata la experimen

    tacin d e l o s primeros sentimientos de estima, inocentes afectos que degenerarn

    en maliciosas pasiones. La afectacin de la condicin humana provoca cambios

    sustanciales en las relaciones sociales, tanto en su contenido (que deviene narci-

    sista),comoen su forma ( q u e se toma reflexiva). S e ordenanentonceshpraxis y l a

    solidaridad socialespropiasde este periodo: por unaparte claramenteemocionales,

    pero por otra tramadas como espacios opacos plagados de incertidumbres para el

    sujeto.

    Finalmente,

    debe apuntarse que en esta etapaemergenla divisin d e l trabajo

    entre sexos y lo s primeros y ms elementales sistemas d e propiedad.

    -Tercerestadio.Con el advenimiento del tercer estadio culmina la sociali

    zacin de la humanidad, lo que le hace ostentar lo s caracteres consustanciales

    a lo social en estado puro. Arranca con la aparicin de la divisin social del

    trabajo y la posterior constitucin

    d e

    la sociedad

    como

    totalidad, procesos que

    forjan un nuevo tipo de solidaridad social: aquella organizada por un prin

    cipio extemo al sujeto como es la dependencia ecolgica respecto al grupo.

    Claro que todo ello trae tambin una nueva alienacin del hombre (la de su

    capacidad reproductiva) y decide la aparicin de las desigualdades sociales

    y la propiedad privada de los m edios de subsistencia, factores que precipitan

    la completa depravacin de nuestro temperamento y suscitan la guerra entre

    los individuos. Lo social se alza ya ntegramentecom o podersocial extrao

    (Lamo de Espinosa, 1981) en su transcurrir por una serie de etapas que van

    desde la guerra entre los particulares a la guerra generalizada a gran escala,

    proceso atravs del

    cual

    progresa la estructuracin d e la sociedad y la fijacin

    de sus tendencias tpicas.

    De lo detallado y extenso del relato rousseauniano e s posible deducir cuan caute

    loso fue R ousseau al acordar las transformaciones vinculadas a la socializacin:

    186

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    R E V I S T A

    I N T E R N A C I O N A L D E S O C IO L O G A

    U

    T E O R A S O C I A L

    D E

    J E A N - JA C Q U E S R O U S S E A U

    W

    4 2 ,

    S E P n E M R R E - D I C I E M R R E , 2 0 0 5

    una segua a otra en virtud de un lento y cuidado encadenam iento. Sin embargo,

    n o porello s e v i o libre de introducir e n su crnica saltos difcilmente justificables

    desde el punto de vista de la coherencia interna de su obra. El ms relevante se

    localiza en aquel momento de la historia humana en que supuestamente tena

    lugar la ms significativa de las transformaciones sociales de nuestra naturaleza,

    la misma que dara un impulso definitivo al curso socializador: la aparicin del

    afecto h acia los semejantes. Es cierto que la hiptesis de las primeras experimen

    taciones afectivas e ntre los hombres no fue incorporada a la narracin de manera

    abrupta, que en s misma n o e r a d e l todo contradictoria con la benevolencia natural

    del hombre esencial, pero an as resultaba extraa al asociologicismo antropo

    lgico rousseauniano. El autor la conceba como una especie de mutacin, como

    la reaccin ante una circunstancia en principio extema la convivencia pero

    que

    finalmente

    mostraba la facultad de suscitar sentimientos hacia los dems, de

    desatar pasiones extraas a la naturaleza de la especie, descolocando al sujeto y

    favoreciendo el despegue definitivo de la ' socializacin.

    A partir de este punto Rousseau hizo descansar el avance de dicho proceso

    e n fundamentos mecnicos (Weber, 1985:259). La experimentacin afectiva,

    benevolente en su origen, promova al final una nefasta dinmica, provocando

    nuestra perversin y moldeando el mundo de los hombres como el reino de la

    pecaminosidad

    absoluta.

    No

    sorprende,pues,

    que Jean Starobinsky interpretara la

    filoso fa rousseauniana de la historia como la transposicin del "mito religioso a

    la propia historia", y que en correspondencia distinguiera dos edades en la expo

    sicin del filso fo: "una, tiempo e stable de inocencia, reino tranquilo de la pura

    naturaleza;

    otra,

    historia en devenir, actividad culpable, negacin d e l a naturaleza

    del hombre" (Starobinsky, 1983:22).

    Es indudable que Rousseau deseaba exculpar al hombre de ser responsable

    de su propia cada, pero no por ello evit inculpamos, al menos parcialmen te, al

    situar el germen ltimo del m al en nuestra complexin. La perfectibilidad sirvi

    al autorcomo puenteentre el estado de n aturaleza y el estado de sociedad, entre

    la inocencia y la perversin. El extravo de nuestra naturaleza se realizaba en

    virtud del potencial ilimitado de sta.

    "[...] q u e esta facultad distintiva, ycasi ilimitada, es la iente d e

    todas

    las desgracias

    del hombre; que es ella l a q u e afixerza d e tiempo le saca d e esa condicin originaria,

    en la que pasara sus das tranquilos e inocentes; que es ella la

    q u e ,

    haciendo surgir

    c o n l o s

    siglos

    su s

    luces

    y s u s errores, su s

    vicios

    y s u s virtudes, lo

    toma

    a la

    larga tirano

    d e s mismo y d e la naturaleza [...]". (Rousseau, 1982:221).

    De este modo, puede concederse que Rousseau ide al hombre entraando tanto

    la semilla de su supervivencia como el germen de su depravacin, aportando a

    la creencia progresista en lo ilimitadode las posibilidades humanas su expresin

    negativa.

    187

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    R I S

    R E V I S T A

    I N T E R N A C I O N A L D E S O C IO L O G A

    N 4 2 , S E r a E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L P E Z Y E Z

    LA INVERS IN SOCIAL DE LA NATURALEZA HUMANA

    La investigacin d e la ontologa social rousseauniana encuentra su materia prima

    en aquellos textos en que el autor plante la escena final de la socializacin

    de la humanidad (tercer periodo). El estudio de las alteraciones sufridas por la

    naturaleza del hombre proporciona un buen punto de partida. Recordemos que

    debido a la heterognea disposicin al cambio de nuestras d istintas cualidades,

    la socializacin resultaba un proceso normal en algunos sentidos, pero

    contra

    natura en otros. Pese a su violencia, la dialctica de los afectos no lograba la

    socializacin de todos y cada uno de nuestros rasgos consustanciales, lo que

    habra de traer el desajuste distintivo de nuestro temperamento en el estado

    social. El hombre est hecho para vivir en soledad, y no en sociedad, sin que la

    socializacin pueda anular completamente la oposicin de nuestra n aturaleza.

    Es sta la causa ltima de las aciagas consecuencias de la socializacin sobre

    el carcter humano. A la luz del anlisis de los textos de Rousseau las hemos

    condensado en tres: la prdida del autocontrol y el equilibrio inherentes al

    hombre natural (alienacin); la adopcin de una pauta anmica; y la decadencia

    fsica y moral. Todas ellas remiten a la perturbacin desencadenada en nuestra

    constitucin por los afectos.

    a) La prdida del equilibrio y el autocontrol del individuo sobrevienen

    porque la experimentacin amorosa termina excitando en el sujeto el ansia

    por la estima del ser amado. As se induce la bsqueda de reciprocidad en

    el afecto y se consolida una actitud de atencin sistemtica hacia los otros

    que rompe nuestro encapsulamiento natural y desmiembra nuestro eje de

    sustentacin, proye ctndolo desde el interior del yo hacia el

    alter.

    Asimismo,

    el carcter de la fuerza que genera dicho desplazamiento el deseo afec

    tivo potencia an ms la descompensacin individual. D e un lado, porque

    se trata de un imperativo que trastorna el conjunto de la naturaleza humana

    (la afecta y, de otro, porque su satisfaccin se decide en un mbito que es

    ms que exterior al sujeto afectado: se ubica en el interior de los otros, en

    una exterioridad opaca. No obstante, el problema real radica en que esta

    fractura del encapsulamiento humano no comporta la destruccin total

    de nuestro individualismo natural: incipiente sociabilidad, por una parte;

    resistente autorientacin, por otra. El desenlace normal de la socializacin

    no es otro que la insociable

    sociabilidad,

    la ambivalencia eg osta-social. Ni

    siquiera la afeccin ms desinteresada es totalmente ajena a nuestro egosmo

    constitutivo. Tras la estima, se intenta retrotraer el objeto amado a los par

    metros propios, rendir el mundo ante nuestro acotado yo . El hombre social

    es esclavo entonces de una vacilacin que le priva de una vida ensimismada

    y feliz, de la extraordinaria integracin del bon sauvage: una naturaleza

    perdida formulada por Rousseau en trminos utpicos claramente h eredados

    del estoicismo.

    188

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    T E O R A S O C IA L D E J E A N - JA C Q E S R O U S S E A U N 4 2 , S E P T I E M B R E - D IC I E M B R E , 2 0 0 5

    "jOh, hombre Encierra tu existencia dentro de ti, y ya no sers miserable.

    Qudate en el lugar que la naturaleza te asigna en la cadena de los seres, nada

    te podr hacer salir de ella: no forcejees contra la dura ley de la necesidad, y

    no agotes, queriendo resistirte a ella, las fuerzas que el cielo no te ha dado para

    aumentar oprolongar tu existencia, sino slo para conservarla como a l le place

    y durante el tiempo que a l le place. Tu libertad, tu poder, slo se extienden

    lo que tus fuerzas naturales, no ms all; el resto es slo esclavitud, ilusin,

    prestigio. La dominacin misma es servil cuando atae a la opinin: porque

    dependes de los prejuicios d e aquellos aquienes gobiernas mediante prejuicios".

    (Rousseau, 1982:99).

    b) En segundo lugar, puede establecerse que la anomia es el estado caracte

    rstico del hom bre socializado. El sujeto percibe el mundo habitado p or otros

    cuya posesin pretende

    ^vindose

    impelido a salir

    d e

    s mismo , pero a

    la

    vez

    carece de la facultad fsica o poltica de esparcirse y someter el medio extemo,

    lo que hace de ese recndito objeto de deseo algo completamente inaccesible.

    La socializacin arrastra a una anomia constante al suscitar en nosotros sueos

    quimricos. Nos sita en una contradiccin estructural e irremediable entre

    medios y fines.

    c) Finalmente, la socializacin provoca la inversin de la sustancia moral del

    sujeto, efecto inmediato de la alteracin d e l afecto motivada por la s circunstancias

    inherentes al trfico em ocional. Tanto la insatisfaccin de las pasiones como su

    realizacin ocasionan a la larga la depravacin de sentimientos que inicialmente

    haban sido bondad osos: desatan la envidia y el resentimiento, en el primer caso,

    y el envanecimiento, en el segundo.

    "[...] de ah toda sinrazn voluntaria se convirti en ultraje, porque en el mal que

    resultaba de la injuria el ofendido vea el desprecio de su persona, ms insoportable

    co n

    frecuencia

    q u e e l m a l

    mismo.

    A s e s como,

    castigando

    cada cual e l

    desprecio que

    se le haba manifestado de modo proporcionado al caso que haca de s mismo, las

    venganzas se volvieron terribles y los hombres sanguinarios y crueles [...]". (Rous

    seau, 1982:256).

    Es sta la historia de los afectos en el drama rousseaunian o: la sincera estima,

    los dulces lazos, devienen celos, envidia, resentimiento, ira o vanidad, las

    cuales se le antojan al autor la especificidad de todo hombre social. El

    amor de s distintivo del estado de naturaleza se ha transformado enamor

    propio, determinando la muerte de la piedad, el ms sencillo de los afectos

    y el nico natural. Aqu culm ina el paso del hombre desde la bondad y sim

    plicidad naturales, a la maldad y debilidad sociales, temperamento desde

    el que enfrentar las relaciones con los otros, el inquietante espacio de la

    socialidad.

    189

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    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E SO C I O L O G A

    N '

    4 2

    S E r a E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L P E Z Y E Z

    HACIA U N A

    T E O R A R O U S S E A U N I A N A

    D E LA ACCIN SOCIAL

    La reconstruccin terica d e l a accin social descrita por Rousseau halla su punto

    de partida en un actor en situacin^, inmerso en sociedad. De ah que se trate al

    mismo tiempo de un sujeto afectado, necesitado de los otros, cado en una des

    apacible suerte de penuria afectiva.

    Cul es la vocacin tpica de la accin? Rousseau precis d os posibilidades.

    De un lado, la accin poda perseguir un afecto recproco, mostrando a un actor

    no del todo p ervertido por la socializacin; y, de otro lado, poda orientarse a la

    consecucin

    d e l a

    estima pblica, delatando

    u n a

    mudanza

    y

    perversin

    m s

    radical

    d e l a voluntad d e l hombre.

    Ambas

    vocaciones suscitaban acciones diferentes, tanto

    en lo relativo a la estructura formal de sta, como en lo referido a su contenido y

    valor moral: mientras que en el primer caso (el de la situacinsocialsimple la

    finalid ad es el otro o el afecto del otro (ordenndose una relacin recproca), en el

    segundo (el de lasituacin socialcompleja elalter s epresenta nicamente como

    requisito para el cumplimiento de la propia meta (como medio), promoviendo

    la reflexividad social o heterorreflexividad (Lamo de Espinosa, 1993:403,408).

    Lamentablemente, Rousseau reconoci en la segunda a la motivacin tpica de

    la accin social, fijando la egolatra como el impulso social genuino, como el

    nervio de la vida colectiva. De ah que en correspondencia subrayara el papel

    que la consideracin social o estima pblica cumple en el proceder del sujeto.

    En definitiva, la accin social tpica se funda en impulsos egostas; no aspira a

    alcanzar una comunicacin lmpida con los otros, tampoco pretende la coopera

    cin, sino que persigue enaltecer el peso del actor a travs del ensalzam iento de

    su imagen social. Algo que forzosamente entra en competencia con la recepcin

    pblica de los otros.

    "[...] cunto ejercita ycompara lo s

    talentos

    y l a s fuerzas

    este deseo universal

    d e repu

    tacin,

    d e

    honores

    y d e preferencias q u e n o s

    devora

    a todos,

    cunto

    excita ymultiplica

    la s pasiones, ycuntos reveses, xitos y catstrofes d e toda especie causa haciendo a

    todos lo s hombres competidores, rivales omejor enemigos, al atraer a lamisma lid a

    tantos pretendientes. Mostrara que es a ese afn por hacer hablar a u n o , a ese furor

    p o r

    distinguirse

    q u e n o s

    tiene casi siempre

    fuera d e

    nosotros

    mismos, a l q u e debemos

    l o q u e hay d e mejor y d e peor

    entre

    lo s hombres, nuestras virtudes ynuestros vicios,

    nuestras ciencias y nuestros errores, nuestros conquistadores

    y

    nuestros filsofos, es

    decir,una

    multitud

    d e

    cosas malas

    frente a un

    pequeo nmero

    d e buenas". (Rousseau,

    1982:281-282).

    ^ Lateora social esbozadaporRousseau presentaundesarrollo dialcticoen lo que a latensin

    accin-situacinse refiere.

    190

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    L A T E O R l A S O C I A L D E J E A N - J A C Q E S R O U S S E A U N 4 2 , S E P T I E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5

    Debe

    concederse q u e esta vocacin difcilmente poda suscitaru n obrar cristalino y

    explcito

    e n la accin real, d e modoq u e se hiciera asequible a l o s

    dems

    la percepcin

    de la intencionalidad ltima del actor y se pudiera responder en consecuencia. Tal

    como fue identificada por Rousseau, la inclinacin interna del sujeto socializado

    no

    se

    traduce en unreclamoexplcito y sincero: el actordebeencubrir

    su

    verdadera

    intencionalidad

    si

    efectivamente desea satisfacer

    su s

    anhelos y necesidades.

    N o

    hay

    accin sincera, sino la articulacin de los medios para el logro de los

    fines;

    no hay

    expresin del alma, sino accin-actuacin instrumental, es decir, seduccin, repre

    sentacin y conquista. Rousseau, en su visin del actuar en el mundo, subrayaba

    la tendencia de los individuos a ajustarse a la consecucin de la notoriedad social,

    tomando la vida en sociedad un proceso de aprendizaje para el xito.Elaplauso

    dirige la accin, ta l vendra a ser la frmula con q u e e l autor zanjaba la superioridad

    del todo social sobre el sujeto e inverta elrigurosondividualismo de partida.

    Rousseau anot algunas de lasmodalidad.esde la accin-tipo bsica, aunque insisti

    especialmente en aquella

    e n q u e s e

    observa

    u n a

    tecnificacinaadida:cuando el actor

    se

    q)ercibe de la universalidad de la pauta narcisista y la instmmentaliza para sus propios fin es .

    De at resdtan el agasajo Mpcrita o la adulacin vaca, afectadas artimaas desplegadas con

    un afn egosta y un

    talante

    tcnico. Con

    ello,

    la

    mera

    seduccin pasaa ser farsa y engao.

    "[...] el ciudadano [...]. Corteja

    a l o s

    grandes

    q u e

    odia

    y a l o s

    ric os que desprecia; no

    escatima nada paraobtener

    e l

    honor

    d e

    servirles; se jacta orgullosamente

    d e s u

    bajeza

    y d e l a proteccin d e

    ellos

    y , orgulloso d e su esclavitud, habla con desdn d e los que

    no tienen el honor

    d e

    compartirla [...]". (Rousseau, 1982:286).

    A la

    ierza,

    la prctica regular del proceder

    descrito

    conformaba fatalmente e l mbito

    de

    la

    socialidad.A sentada sobre la suma y composicin

    d e

    sujetos yactosegostas,

    por una agitacin

    q u e

    fierza

    la

    falsedad.

    Id ,praxis

    colectiva haba

    d e

    devenir irreme

    diablemente esquizofi'nica,

    pues

    redobla lo absurdo d e l o s sujetos particulares. Las

    ocasionesficticiasque no reflejan en modo alguno el contenido de los individuos

    s e van engarzando, tramando l o q u e ser la dinmica social natural. Escindida entre

    sus mdamentos y su curso real, la accin socialfi-aguaun tejido social opaco, una

    situacin social donde la ruptura entre

    e l se r

    y

    parecer

    es insalvable.

    Y adonde conducem idi praxisas erigida? La escena cotidiana del hombre

    socializado no poda ser otra que la vanidad y el desprecio, la vergenza y la

    envidia. La comimicacin honda y sincera entre las almas hum anas es imposible.

    Ni siquiera la mirada es capaz de delatar al otro, de liberarlo de un juego con

    reglas impuestas de antemano , de un orden capaz de enajenar su nimo.

    Constitucin de la sociedad como totalidad

    En el relato rousseauniano, la constitucin de la sociedad como sistema vena

    dada por la divisin extra-domstica del trabajo, un fenmeno impulsado por el

    191

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    R I S

    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C IO L O G A

    N

    4 2 . S E P T I E M B R E - D I C IE M B B E . 2 0 0 5 A N A D . L P E Z Y E Z

    avance de la socializacin y el creciente dominio del homb re sobre la naturaleza

    que determinaba

    la

    ampliacin

    d e

    la unidad funcional humana desde los grupos

    primarios hasta la sociedad total

    y

    la aparicin de un nuevo principio social: la

    interdependencia funcional entre los sujetos. Ya instituido, el conjunto del orden

    social vena a descansar en dos tipos de solidaridad^ En primer lugar, un vnculo

    afectivo entre sujetos desencadenado por la accin de los afectos. En segundo

    lugar, otro puramente eco lgico derivado de la colectivizacin de lucha por la

    supervivencia cada vez ms extenso, profundo y complejo, pues las primeras

    especializaciones provocaban nuevas diferenciaciones, acusando el imparable

    movimiento de la nueva realidad social.

    Sin duda, la trayectoria tpica de ste nuevo orden social vena dada por la apa

    ricin y posterior acentuacin de la desigualdad entre los hombres^, elemento que

    finalmente cumpli un papel central en la teora social

    rousseauniana.

    Ajuicio del

    autor, con la divisin del trabajo la satisfaccin de las necesidades vitales deve

    na un proceso extemo al individuo, lo que dificultaba en adelante la respuesta

    inmediata y proporcionada a stas y terminaba trastornando su consumacin. En

    esta incompetencia del sistema encontraba su motivo ltimo la desigualdad, ya

    ostensible en el momento del intercambio.

    L as cosas, en esteestado, hubieranpodidopermaneceriguales s i l o s talentoshubieran

    sido iguales y s i ,por ejemplo, e l empleo d el hierro y e l consumo d e alimentoshubieran

    estado siempre en equilibrio exacto; pero la proporcin, que nada mantena, pronto

    fue

    rota;

    [...] trabajando

    lo

    mismo,

    e l u n o

    ganaba mucho

    mientras

    e l

    otro apenas

    tena

    paravivir .(Rousseau, 1982:261).

    Era sta una desigualdad promovida mecnicamente por la divisin del trabajo

    que debe aadirse a la que Rousseau conceba ocasionada deliberadamente por

    los hombres. La ampliacin de la unidad funcional humana menoscababa las

    posibilidades del sujeto de controlar el proceso reproductivo, y de este modo de

    cuidar la equidad en el cambio, perm itiendo el engao y el fraude en un medio ya

    ^ Nos permitim os el empleo de la terminologa formulada por D urkheim en su reflexin sobre

    los fundamentos del orden social. Somos conscientes de que Rousseau -a diferencia de D urkheim-

    pretenda localizar los principios del desorden social, pero tambin creemos que ambos buscaban

    igualmente los fundamentos ltimos de la vida colectiva, los mismos que explican la existencia

    de la vida en sociedad y que los sujetos particulares vivan una vida comn, sea sta armoniosa o

    conflictiva.

    ^ Es cierto que R ousseau consideraba la multiplicacin de la desigualdad natural producida por

    la introduccin de nuevas tcnicas de trabajo intervena en la am pliacin de la desigualdad social,

    pero no concedi en absoluto el mismo peso a aquella que a los perniciosos efectos de la divisin

    del trabajo.

    192

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    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C I O L O G A

    L A T E O R A S O C IA L D E J E A N - JA C Q U E S R O U S S E A U N ' 4 2 , S E P T IE M B R E - D IC I E M f lR E , 2 0 0 5

    plenamente corrupto. E n cualquier caso

    bien

    fuera ciega o conscientemente la

    sociedad total basada en la divisin del trabajo introduca y consolidaba la des

    igualdad entre los hombres hasta el punto de tomarla su tendencia caracterstica.

    S e planteaba entonces una especie de ley de hierro de las desigualdades sociales,

    una ley que barajaba tanto la accin ciega de las estructuras sociales como la

    voluntad tpica de los actores, seres enfermos de egolatra que ansian una reite

    rada exaltacin de

    s u propio

    yo y obtienen

    d e

    la supremaca poltica

    o

    econmica

    mtodos que facilitan

    la

    realizacin

    d e s u s

    anhelos. Voluntad humana

    y

    necesidad

    social concurran en la profundizacin de las desigualdades sociales.

    "[...]

    la

    ambicindevoradora,

    e l

    ansia

    d e

    elevar

    su

    fortuna

    relativa,

    menos por necesi

    d ad autntica q u e p o r ponerse p o r encima d e l o s dems, inspiran atodos lo s hombres

    u n a negra inclinacin aperjudicarse mutuamente [...]". (Rousseau, 1982:262).

    A la consideracin sociolgica atae qu en la accin constante de esta ley de

    hierro de los poderosos Rousseau viera alzarse el total de la sociedad en una

    forma que bien anuncia el entramado onto-social del materialismo histrico.

    Su reconstruccin por parte del crtico contemporneo puede formularse en los

    trminos siguientes. La divisin social del trabajo, trance natural de la historia de

    la humanidad, provoca la aparicin de desigualdades sociales que terminan por

    conferir a una minora la propiedad de los medios de que disponen los hombres

    para asegurar su supervivencia {infraestructura . Los poderosos, apremiados

    por el narcisismo y la crueldad del hombre social, comprometen su existencia

    custodiando y ramifcando su supremaca{estructura ,emprendiendo un cmulo

    de acciones que

    s e

    plasman en la formacin

    d e

    las distintas instituciones sociales.

    De este modo tiene lugar el pacto que constituye el Estado, toman cuerpo las

    magistraturas o son impulsadas las artes y las ciencias {superestructuras ,

    " [...] fuera e l q u e fuese el

    color

    q u e pudieran d a r a s u s

    usurpaciones,

    d e sobra saban

    que slo estaban

    fondadas

    en un derecho precario y abusivo, y que, adquiridas slo

    por lafoerza,a

    foerza

    poda quitrselas sin q u e pudieran tener

    motivo

    de queja [...]

    elrico,

    acuciado

    por la necesidad,concibifinalmente e l

    proyecto

    m s

    meditado

    q u e

    jams haya entrado en mente humana: foe emplear en su favor lasfoerzasmismas

    de quienes lo atacaban, hacer defensores suyos de sus adversarios, inspirarles otras

    mximas, y darles otras instituciones que le

    foesen

    an favorables como contrario le

    era

    el

    derecho

    natural".

    (Rousseau, 1982:264-265).

    S e forjaba a s una crtica a la poltica, a la s artes o a l conocimiento sin precedentes

    en la historia occ idental. Una crtica radical fundada en una teora de la sociedad

    desde la que se denunciaba lo

    ficticio

    del orden poltico, la injusticia de la l e y , la

    falsedad de las ciencias o la vacuidad de las artes. En verdad, tan altos nombres

    no se le revelaban ms que como la trama urdida por

    unos

    pocos para el logro de

    193

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    R I S

    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C I O L O G A

    N ' ' 4 2 , S E r a E M B R E - D I C I E M B R E . 2 0 0 5 A N A

    D .

    L P E Z Y E Z

    fines egostas, causa y consecuencia de una nueva perversidad del hombre, pues

    los vicios que vuelven necesarias las instituciones sociales son los mismos que

    vuelven inevitable el abuso (Rousseau, 1982:278-280).

    En resumen, labuena

    sociedad

    s e revela a Rousseau como el complejo artifi

    cio de los poderosos para detentar y aumentar su predominio. Un engranaje que

    impondr su dinmica incluso en el espacio relacional inmediato al sujeto: el de

    la accin. El juego social era ya por s mismo una competicin constante, pero

    ahora lo ser por partida doble, pues integrar la pugna por posiciones sociales

    eminentes y su ostentosa exhibicin. Tras la aparicin de la desigualdad social,

    e l

    narcisismo del hombre social deber batallar en un espacio socialmente estruc

    turado.

    He aqu [...] el rango y la suerte de cada hombre establecido no slo con arreglo a

    la

    cantidad

    d e

    bienes

    y al

    poder

    d e

    servir

    o d e

    perjudicar, sino con arreglo al espritu,

    la

    belleza,

    la fuerza

    o

    la destreza, con arreglo al mrito y los talentos; y siendo estas

    cualidades la s nicas q u e podan conseguir laconsideracin, pronto hubo q u e

    tenerlas

    o afectarlas, en provecho propio hubo que mostrarse diferente de lo que uno era en

    efecto. Ser

    y parecer llegaron a s er d o s cosas totalmente

    diferentes,

    y d e esta distincin

    salieron

    e l

    fausto imponente,

    la

    astucia falaz

    ytodos lo s vicios q u e

    son

    su

    cortejo [...]

    e n u n a palabra,

    competencia

    y

    rivalidad

    p o r u n

    lado,

    p o r otro

    oposicin

    d e

    intereses

    y

    siempre el oculto deseo

    d e

    lograr

    u n

    beneficio

    a

    costa

    d el

    otro,todos

    estos males

    son

    el

    primer efecto

    d e l a

    propiedad

    y e l

    cortejo inseparable

    d e l adesigualdad naciente .

    (Rousseau, 1982:262).

    Nada elude la mecnica de lo social, nada evita

    e l

    desorden. La sociedad

    s e

    ha

    trabado como maldad, como pura

    alineacin.

    Primero, en relacin a la naturaleza

    humana, pues el ser social ha desfigurado al ser natural. El sujeto procede envi

    lecido y esclavo, es incapaz de existir de acuerdo a su autntica constitucin, es

    m s :

    ni siquiera sabe de ella. Segundo, en relacin a

    ISLpraxis

    social, totalmente

    nebulosa. El actor no slo est impedido para conducir su socialidad, tambin

    se halla forzado a representar y engaar, y exponindose as a la falsedad de los

    otros. La oposicin entre

    e l ser y el parecer

    engendra una confusin generalizada

    en la que nadie sabe

    quin es quin.

    Finalmente, la sociedad total se despliega

    ntegramente

    como u n

    poder social extrao:

    u n

    poder ajeno, situado

    a l

    margen de

    lo s

    hombres, y que recorre una serie de fases y etapas de desarrollo independiente

    de la voluntad y de los actos de los hombres, y que incluso dirige esta voluntad y

    estos actos (Marx y Engels, 1974:36). Y todo ello, para colmo, es la resultante

    natural de

    Id, praxis

    social, y no una manifestacin perversa. El mal radica en la

    sociedad, despliega el rango de universal sociolgico.

    Acaso no hay escapatoria alguna? No puede ocultarse que Rousseau se

    reserv la proyeccin de un acto ltimo de apropiacin. Otra cosa es que ste no

    se basara en absoluto en la inocente naturaleza humana, sino que se proyectar

    1 9 4

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    U T E O R A S O C I A L D E J E A N - J A C Q E S R O U S S E A U N 4 2 , S E P T I E M B R E - D I C IE M B R E . 2 0 0 5

    ms bien contra nuestra condicin so cial. Perdida la inocencia

    natural,

    Rousseau

    ha comprendido que lo nico que cabe e s un ejercicio d e sometimiento de la natu

    raleza socializada, un ejercicio lo suficientemente represivo como para extirpar

    el mal. Refrenar la pasin humana, aprisionar lo que ajuicio de Kant despertaba

    las "excelentes disposiciones del hombre" (Kant, 1997:48), impedir que prenda

    en nosotros el engreimiento que nos hace amargos y duros: tal fue en verdad la

    voluntad de la ms clebre utopa del siglo delas luces.

    ESBOZOA N A L T I C O DEL SISTEMA ROUSSEAUNIANO

    E l anlisis terico d e l a

    obra

    d e Rousseau permite establecer q u e e l autor formul una

    prototeora

    general

    d e l o social y d e s u

    evolucin.

    Seguidamente apuntaremos algunas

    de la s propiedades que la

    hacen

    particularmente interesante a la teora sociolgica.

    En primerlugar,

    debe subrayarse

    lo que constituye aqu nuestra

    tesis

    fundamental:

    la articulacin de una perspectiva sociolgica en la obra de

    Rousseau.

    L a negacin de

    sociedades

    naturales

    o d e inclinacin social-natural alguna e n l o s individuos ubicaban

    inicialmente a Rousseau en un nominalismo asociologicista d e l q u e , s i n embargo, se

    distanci posteriormente. Ya nos hemos referido a las posibilidades brindadas por

    la hiptesis de un proceso de socializacin de la hum anidad, pero no est de ms

    insistir en el hecho de que gracias a ste, el discurso del autor

    pudo

    asumir un tono

    sociolgico ascendente einclusodesembocar en una teora d e l asociedad netamente

    realista que suscribe la irreductibilidad y exterioridad de la realidad social y sus

    dinmicas respecto a los sujetos que la conforman.

    En segundo lugar, debera agradar especialmente a los tericos de la socio

    loga el hecho de que la

    filosofa

    social rousseauniana delinee los tres niveles de

    anlisis que conjugaran despus

    ^a

    menudo con mayor dificultad

    lo s

    grandes

    tericos de la sociologa: el del sujeto socializado, el deIprcaissocial y el de

    la sociedad como totalidad estructurada. No menos mrito presenta el hecho de

    que el autor mostrara su interrelacin mutua al tiempo que perfilaba los rasgos

    diferenciales d e cada u n o de

    ellos,

    salvando as el dilema accin-estructura; xito

    en la transicin desde un espacio social a otro que cabe atribuir al manejo de dos

    recursos tericos contradictorios pero perfectamente articulados en la progresin

    rousseauniana. De un lad o, Rousseau manej cabalmente la idea de enajenacin

    social, pues explic gran parte de los atributos y tendencias de lo social como

    consecuencias no deseadas o ciegas del acontecer social del hombre. De otro

    lado, no renunci a comprender e l mundo social como el desenlace natural de los

    motivos de los actores; alineacin e intencionalidad, perversidad e ignorancia,

    se hallan concilladas en el sistema rousseauniano. As, la afectacin de nuestro

    temperamento apareca como el resultado no pretendido del proceso de sociali

    zacin, un proceso cuyo origen era absolutamente ajeno a designio alguno. No

    obstante, afectado el sujeto, la libertad hum ana comenzaba a operar e n el relato y.

    195

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    N ' 4 2 . S E P T I E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L P EZ Y E Z

    por ejemplo, al tiempo que la aparicin d e la divisin del trabajo y la constitucin

    total de la sociedad se conceban como fenmenos que en modo alguno podan

    conocerse o preverse, el avance de su dinmica expresado en la profindizacin

    de

    la

    desigualdad

    s e

    remita simultneamente

    a la

    accin ciega

    d e l a s

    estructuras

    sociales y a la voluntad humana: los hombres no cedan su protagonismo ante la

    especializacin y continuaban v ertebrando el engranaje social.

    En tercer lugar, se deduce de nuestro recorrido que la filosofa social rous-

    seauniana se plantea como un sistema de teora social asentado flogentica y

    ontogenticamente. Filogenticamente, porque hace descansar su visin de lo

    social en el supuesto desarrollo evolutivo del gnero humano, en el suceder de

    la especie a lo largo de su historia natural. Ontogenticamente, porque su dibujo

    de los fenmenos sociales las caractersticas intrnsecas de la sociabilidad y la

    socialidad del sujeto. Todo ello

    se

    plasma

    e n

    el desarrollo sincrnico

    y

    diacrnico

    de la obra de Rousseau, en una teora general de lo social y en una lectura de la

    evolucin histrico-natural de los fenmenos sociales.

    Para concluir, no puede olvidarse el estudio de la divisin del trabajo social

    esbozado por el autor, sobre todo si se considera el contexto intelectual en que

    fue formulado. En este sentido, Rousseau se revela como precursor

    d e

    corrientes

    tericas

    d e

    envergadura. Primeramente, de

    la

    concepcin organicista-evolucionista

    para la q u e la lucha por la supervivencia e s uno de lo s principios organizadores de

    lo s hechos sociales. En segundolugar,del m aterialismo histrico: el autor plante

    la relacin entre la divisin del trabajo y la desigualdad y apunt el modo cmo

    stas ocasionan desequilibrios econmicos

    y

    polticos capaces

    d e

    comprometer

    la

    voluntad de los hombres en la reproduccin del orden social. En tercer lugar

    ^ y

    por variados motivos d e la tradicin durkheimiana, a la que prepar el terreno

    en su reconocimiento de dos fundamentos sociales diferenciables y sucesivos

    generados por e l curso natural del gnero humano: uno de carcter afectivo, y otro

    ^mucho

    m s

    extemopero

    n o

    menos eficaz como es

    la

    dependencia puramente

    funcional entre los sujetos^.

    CONCLUSIONES

    Muy a menudo parece que el hombre no se ha librado de la pesadilla rous-

    seauniana, que contradiciendo las esperanzas progresistas, la alienacin y la

    corrupcin que no

    las luces

    son una constante en nuestra historia reciente.

    La escueta revisin de sta as permite sospecharlo, sin que la relativa gene

    ralizacin del bienestar, la extensin circunscrita de los derechos del hombre

    *

    No en vano hay quien ha afinnado que Durkheim ha sido el intermediario, por as decir, a

    travs del que Rousseau ha dejado su huella en la moderna ciencia social'X Wolin, 1960:372).

    196

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    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C IO L O G A

    L A T E O R A S O C IA L D E J E A N - J A C Q U E S R O U S S E A U N 4 2 , S E P T I E M B R E - D I C E M B R E , 2 0 0 5

    O la proliferacin de la informacin y el conocimiento aporten argum entos

    irrefutables a los creyentes en el progreso civilizador. Tan grandes logros vincu

    lados a la modernidad no han elevado en trminos globales al gnero humano.

    Tal como apuntaron Tocqueville u Ortega, la m odernizacin democrtica y el

    ascenso econmico han reducido las posibilidades de superacin del hombre.

    El esfuerzo progresista se ha invertido en sus consecuencias y la creciente

    tirana de una mayora narcisista, hedonista y conformista (y por tanto ajena a

    las normas) ha desatado en muy distintos escenarios la hostilidad hacia la bs

    queda de perfeccionamiento. La vulgaridad y la jactancia de sta nos invaden

    por doquier en los productos de la cultura, cuando no colman con su peculiar

    sentido buena parte de la sociedad.

    As pues, parece que la propuesta contenida en elContratosocialrousseau-

    niano encontr en la teora de la sociedad-masa su ms certera y dura rplica.

    Pero interesa subrayar que esto no resta capacidad analtica y crtica a la teora

    social que fund negativamente la teora poltica rousseauniana y que hemos

    tratado de sintetizar en estas pginas. Rousseau tram con su teora social una

    crtica radical a la visin liberal de la sociedad, a la teora del orden espon tneo

    que establece que los vicios privados desencadenan el bienestar pblico. Por

    nuestra parte, no creemos que esta visin haya merecido el rango de universal

    sociolgico, pues no ha dejado de evidenciar su inconsistencia emprica por

    ms que haya conservado su belleza analtica caracterstica. Lo prueba hoy lo

    que acontece en un mbito crucial para la tradicin liberal como es el de la

    economa. La an cercana quiebra de algunas de las mayores empresas mun

    diales ha descub ierto la habilidad con que la corrupcin se sirve de la ingeniera

    financiera. Adems, al violento despertar del sueo econmico se ha sumado

    en los peores casos una crisis general de las instituciones pblicas: el Estado

    no slo se ha revelado inhbil para controlar las grandes empresas, tambin se

    ha delatado como una de las estructuras desde las que los poderosos satisfacen

    sus intereses en contra de la gran mayora de los ciudadanos. Claro que hace

    tiempo ya que el rgimen poltico occidental acus la falta de confianza de la

    ciudadana, tal como estableciera Habermas al identificar la crisis de legitimi

    dad de las democracias. La incredulidad de los ciudadanos se consume en un

    sistema vertebrado p or partidos polticos cada vez m s adheridos a la dinmica

    del xito y el poder, un sistema que slo ocasionalmente nos sorprende soco

    rriendo valores y normas comunes. Pero ningn otro fenmeno com o la guerra

    muestra la corrupcin y los abusos de las organizaciones, y tampoco ningn

    otro ofrece una imagen tan elocuente de lo ilimitado de las posibilidades del

    hombre. Europa lo sabe, pero no debe olvidarlo. La m s reciente de las cruzadas

    de la humanidad ha supuesto un tormento horrible para millones de inocentes

    y ha brindado de nuevo la ocasin para que el hombre se desenmascare como

    "una bestia salvaje que no conoce el menor respeto por los seres de su propia

    especie" (Freud, 1974:3046).

    197

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    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A L D E S O C I O L O G A

    N 4 2 , S E P O E M B R E - D I C I E M B R E , 2 0 0 5 A N A D . L P E Z Y E Z

    Podemos entonces fundar nuestro orden en la confianza en el ser humano?

    Es sensato creer en las instituciones? Es conveniente juzgar a las pocas y a

    los grapos por lo que dicen de sil Ms all de una recuperacin de las virtudes

    tericas de la teora social rousseauniana proponemos una justa recuperacin

    de su visin del mundo de los hom bres. Ha de concederse que Rousseau llev

    a cabo una lectura de la sociabilidad humana mucho ms rica y veraz que la

    ofrecida por algunas tradiciones sociolgicas, sobre todo al suponer la existen

    cia en la naturaleza humana de sedimentos de un pasado evolutivo no social,

    presuncin que le permitira explicar la

    insociablesociabilidad

    d e l homb re, lo

    ambivalente e incierto de la experiencia

    social.

    La representacin rousseauniana

    de la accin y la interaccin sociales no debera su*ir peor suerte. Su organi

    zacin dramatrgica no tiene competencia entre los sistemas contemporneos

    que han alimentado dicha perspectiva al otro lado del Atlntico, posiblemente

    porque surgi en un siglo donde la vida social era vertebrada por lo comunita

    rio al tiempo que continuamente turbada por la modernidad. Esta confluencia

    propici una experimentacin radical de la modernizacin que dio paso a una

    reflexin colectiva, amplia y profinda, emprendida ya no slo desde las coor

    denadas intelectuales de la modernidad, sino tambin desde los valores de la

    cultura medieval y cristiana, e incluso desde la cima del mundo clsico. Esta

    compleja y rica herencia conform una teora de las pasiones y del enmasca

    ramiento que elev la inteligencia europea e inspir la obra de R ousseau, bien

    es cierto que fragundola como la ms trgica de las teoras del orden social:

    lamentablemente, un m odelo til para quien desea comprender al hombre.

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    ALTHUSSER,L .

    (1972),

    "Sobree l Contrato Social", e n C . Levi-Strauss e t a l . Presenciade Rousseau,

    Buenos

    Aires,

    Ediciones Nueva Visin, pp. 57-102.

    ARENDT, H. (1998),LaCondicin

    Humana,

    B arcelona, Paids.

    BACZKO, B. (1974),Rousseau.Solitudeetcommunaut,Pars-La Haya, Mouton.

    DEPRUN, J. (1979),

    Laphilosophie del inquitude e n Franceau XVIIIsicle,

    Pars, Vrin.

    DURKHEIM, E. (1966),

    Montesquieuet Rousseau,prcurseursde la

    sociologie,

    Pars, Librairie.

    Marcel Rivire. Hay traduccin espaola a cargod e Miguel

    ngel

    Ruz de Aza (2000), con el

    ttulo Montesquieu y Rousseau,precursoresde la

    sociologa,

    M adrid, Tecnos.

    (1978),

    La sreglasdelmtodosociolgico,Barcelona, Orbis.

    (1987),Ladivisind eltrabajosocial,Madrid, Akal.

    FREUD, S. (1974),Elmalestar e n lacultura,M adrid, Biblioteca Nueva.

    198

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    R E V I S T A I N T E R N A C I O N A l D E S O C I O L O G A

    LA

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