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MECANISMOS DE RESISTENCIA DE LAS PLANTAS A LOS HERBICIDAS Rafael De Prado 1 y Hugo Cruz-Hipolito 1 Resumen La aparición de malas hierbas resistentes a herbicidas ha ocurrido relativamente tarde con respecto a otros plaguicidas, y no tuvo lugar hasta finales de la década de los 60, con el primer caso descrito en poblaciones de Senecio vulgaris resistentes a las s-triazinas, atrazina y Simazina. En la última revisión realizada (Heap, 2005) se han listado 308 casos de resistencia, la mayoría descritos en Europa y Norte América. La resistencia a herbicidas está generalmente asociada con una alta presión de selección impuesta por el uso repetido de herbicidas con el mismo modo de acción en campos de monocultivo y/o en campos con mínimo laboreo. La resistencia por mutaciones en la proteína diana ha tenido lugar de forma muy rápida para aquellos herbicidas que presentan las siguientes características: i) un sitio de acción único; ii) persistencia alta; iii) gran eficacia; iv) frecuencia de mutación alta en la proteína diana; y, v) menor efecto debilitante por los cambios de este sitio de acción. El desarrollo de la resistencia asociada a otros mecanismos tales como la compartimentación o el metabolismo es más difícil de predecir ya que en muchos casos los factores celulares determinantes del movimiento/transporte o secuestración de los herbicidas son mucho menos conocidos. El desarrollo de mecanismos de resistencia múltiple es uno de los aspectos más preocupantes dado el pequeño número de nuevos herbicidas desarrollados y a que parte de ellos presentan modos de acción y metabolismo similares a los antiguos para los que se han desarrollado resistencia. Ante tales perspectivas, se hace necesaria la adopción de estrategias a largo plazo que, diversificando los métodos efectivos a nuestro alcance, los incorporen de forma integrada para asegurar el control de las poblaciones de malas hierbas. En el seminario se presentarán una revisión de la resistencia y las técnicas que se proponen hoy día para el control de biotipos de malezas con resistencia múltiple a herbicidas con diferentes modos de acción. Abstract The appearance of weeds resistant to herbicides has occurred relatively late with respect to other pesticides, and did not happen until the end of the 60 s, with the first case being described in populations of Senecio vulgaris resistant to s-triazines atrazine and simazine. In the last review made (Heap, 2005), 308 cases of resistance have been listed, most of them described in Europe and the U.S. Resistance to herbicides is generally associated with the high selection pressure imposed by the repeated use of herbicides with the same mode of action in fields with a monoculture and/or in fields with minimal tillage. Resistance due to mutations in the target protein has taken place very rapidly for those herbicides presenting the following characteristics: i) a single action site; ii) tenacious persistence; iii) great effectiveness; iv) frequency of high mutation in the target protein; and, v) a lesser debilitating effect due to changes in the action site. The development of resistance associated with other mechanisms such as compartmentalization or metabolism is more difficult to predict since, in many cases, the determining cell factors of the movement/transport or sequestration of the herbicides are much less well known. The increase in multiple resistance mechanisms is one of the most preoccupying aspects given the small number of new herbicides being developed and that some of them have similar modes of action and metabolisms to the old ones to which resistance has been acquired. In view of these prospects, it has become necessary to adopt long term strategies which, by diversifying the effective methods at our disposal, can be incorporated in an integrated manner to ensure weed population control. In the seminar, a review will be presented of the resistance and techniques proposed nowadays for the control of weed biotypes with a multiple resistance to herbicides with different modes of action. Introducción Las malas hierbas causan considerables pérdidas en los sistemas de producción de cultivos en todo el mundo (Tabla 1). Aunque las pérdidas son significativas en países con sistemas de producción agrícola altamente desarrollados como los encontrados en Europa, Norte América y Australia, las pérdidas sufridas en los países menos desarrollados son mayores (Haigh, 2000). 1 Departamento de Química Agrícola y Edafología, Campus de Rabanales, Edif. Marie Curie, 14071-Córdoba, España. [email protected]

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MECANISMOS DE RESISTENCIA DE LAS PLANTAS A LOS HERBICIDAS

Rafael De Prado1 y Hugo Cruz-Hipolito1

Resumen

La aparición de malas hierbas resistentes a herbicidas ha ocurrido relativamente tarde con respecto a otros plaguicidas, y no tuvo lugar hasta finales de la década de los 60, con el primer caso descrito en poblaciones de Senecio vulgaris resistentes a las s-triazinas, atrazina y Simazina. En la última revisión realizada (Heap, 2005) se han listado 308 casos de resistencia, la mayoría descritos en Europa y Norte América. La resistencia a herbicidas está generalmente asociada con una alta presión de selección impuesta por el uso repetido de herbicidas con el mismo modo de acción en campos de monocultivo y/o en campos con mínimo laboreo. La resistencia por mutaciones en la proteína diana ha tenido lugar de forma muy rápida para aquellos herbicidas que presentan las siguientes características: i) un sitio de acción único; ii) persistencia alta; iii) gran eficacia; iv) frecuencia de mutación alta en la proteína diana; y, v) menor efecto debilitante por los cambios de este sitio de acción. El desarrollo de la resistencia asociada a otros mecanismos tales como la compartimentación o el metabolismo es más difícil de predecir ya que en muchos casos los factores celulares determinantes del movimiento/transporte o secuestración de los herbicidas son mucho menos conocidos. El desarrollo de mecanismos de resistencia múltiple es uno de los aspectos más preocupantes dado el pequeño número de nuevos herbicidas desarrollados y a que parte de ellos presentan modos de acción y metabolismo similares a los antiguos para los que se han desarrollado resistencia. Ante tales perspectivas, se hace necesaria la adopción de estrategias a largo plazo que, diversificando los métodos efectivos a nuestro alcance, los incorporen de forma integrada para asegurar el control de las poblaciones de malas hierbas. En el seminario se presentarán una revisión de la resistencia y las técnicas que se proponen hoy día para el control de biotipos de malezas con resistencia múltiple a herbicidas con diferentes modos de acción. Abstract

The appearance of weeds resistant to herbicides has occurred relatively late with respect to other pesticides, and did not happen until the end of the 60�s, with the first case being described in populations of Senecio vulgaris resistant to s-triazines atrazine and simazine. In the last review made (Heap, 2005), 308 cases of resistance have been listed, most of them described in Europe and the U.S. Resistance to herbicides is generally associated with the high selection pressure imposed by the repeated use of herbicides with the same mode of action in fields with a monoculture and/or in fields with minimal tillage. Resistance due to mutations in the target protein has taken place very rapidly for those herbicides presenting the following characteristics: i) a single action site; ii) tenacious persistence; iii) great effectiveness; iv) frequency of high mutation in the target protein; and, v) a lesser debilitating effect due to changes in the action site. The development of resistance associated with other mechanisms such as compartmentalization or metabolism is more difficult to predict since, in many cases, the determining cell factors of the movement/transport or sequestration of the herbicides are much less well known. The increase in multiple resistance mechanisms is one of the most preoccupying aspects given the small number of new herbicides being developed and that some of them have similar modes of action and metabolisms to the old ones to which resistance has been acquired. In view of these prospects, it has become necessary to adopt long term strategies which, by diversifying the effective methods at our disposal, can be incorporated in an integrated manner to ensure weed population control. In the seminar, a review will be presented of the resistance and techniques proposed nowadays for the control of weed biotypes with a multiple resistance to herbicides with different modes of action. Introducción

Las malas hierbas causan considerables pérdidas en los sistemas de producción de cultivos en

todo el mundo (Tabla 1). Aunque las pérdidas son significativas en países con sistemas de producción agrícola altamente desarrollados como los encontrados en Europa, Norte América y Australia, las pérdidas sufridas en los países menos desarrollados son mayores (Haigh, 2000).

1 Departamento de Química Agrícola y Edafología, Campus de Rabanales, Edif. Marie Curie, 14071-Córdoba, España. [email protected]

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Tabla 1. Producción real y pérdidas estimadas en 8 cultivos, por plagas y región. (Haigh, 2000).

Pérdidas debidas a

Región Producción real Patógenos Insectos Malas

hierbas TOTAL

(Billones de dólares) África 13.3 4.1 4.4 4.3 12.8 Norte América 50.5 7.1 7.5 8.4 22.9 Latino América 30.7 7.1 7.6 7.0 21.7 Asia 162.9 43.8 57.6 43.8 145.2 Europa 42.6 5.8 6.1 4.9 16.8 Oceanía 3.3 0.8 0.6 0.5 1.9

La disminución en el rendimiento de los cultivos por malas hierbas es principalmente debida a la

competencia por luz, agua y nutrientes. Además existen otros factores que hacen que sea necesario su control (Radosevich et al., 1997; Haigh, 2000):

Mejora de la producción de cultivos, ya que se ha estimado que un importante porcentaje de las pérdidas en las producciones agrícolas es debido a las malas hierbas (Tabla 1).

Aumento de la calidad de los productos. La reducción de la calidad puede expresarse en efectos tales como: transferencia al producto de sabores y olores desagradables, presencia de sustancias tóxicas, pérdida de la calificación de semilla certificada. Además, en algunos casos, las semillas del cultivo y de la mala hierba son muy similares en peso y forma, lo que hace que la separación sea difícil, lo que también disminuye la calidad del cultivo.

El control químico de malas hierbas supone una reducción de costes frente a los sistemas tradicionales de control, aunque también suponen una importante inversión. Aunque se ve compensada debido a que la presencia de malas hierbas interfieren en los procesos de recolección, provocando hasta un 50% de pérdidas en eficiencia de la recolección y aproximadamente un 20% de la producción.

Reducción de otras plagas. Determinadas especies de malas hierbas son huéspedes de insectos y microorganismos potencialmente dañinos, pudiendo inocular y transferir tales agentes al cultivo que infecta. Existen numerosos ejemplos en los que las plagas se benefician de la presencia de malas hierbas en el cultivo. Así, ciertos tipos de gusanos que atacan a la raíz del repollo viven en plantas de berro, atacando después al repollo y a otra serie de cultivos similares.

Mejora de la salud animal, debido a que las malas hierbas pueden causar daños sobre animales e incluso llegar a ser venenosas.

Mejora de las actividades humanas, ya que, por ejemplo, la presencia de malas hierbas puede interferir en las vías de transporte. Por otra parte se pueden reducir riesgos para la salud humana, debido a las sustancias tóxicas que pueden producir. Métodos de control

La base del control de malas hierbas es encontrar la información y las herramientas necesarias para suprimir malas hierbas en cultivos, plantaciones forestales, etc. donde éstas no son deseables, por las razones anteriormente descritas. Para el control de malas hierbas se utilizan medios físicos, culturales, biológicos y/o químicos. Estas actividades dan lugar a la modificación o destrucción del hábitat de otros organismos, tanto plagas como no plagas. Por otra parte, la presencia de malas hierbas también influye en los hábitat de estos organismos. Entonces, es importante considerar las malas hierbas, así como su control, un componente de los programas de manejo que involucren otros organismos tanto beneficiosos como no beneficiosos. Así, los principales métodos utilizados para el control de malas hierbas son los siguientes: Físicos: Existen diversas técnicas mecánicas para la eliminación de malas hierbas. Aquí se engloban todos los métodos que desarraigan, entierran, cortan, cubren, o queman la vegetación. Consisten, entre otras, en labrar, la retirada manual, quemar, segar, inundar, etc. Culturales: Las prácticas culturales usadas en el control de malas hierbas son principalmente:

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Prevención: por ejemplo, utilizando semillas de buena calidad, limpias de contaminación con semillas de malas hierbas, limpiando utensilios de labranza antes de utilizarlos en sitios donde no hay malas hierbas, etc. Rotación de cultivos: consiste en alternar diferentes cultivos en la misma área año tras año. Ciertas especies de malas hierbas están asociadas con cultivos específicos; además las poblaciones de estas malas hierbas van a aumentar cuando se utiliza el mismo cultivo en la misma tierra por varios años. Esto se debe a que las mismas condiciones ambientales o de cultivo que favorecen al cultivo están favoreciendo a las malas hierbas. Es por ello que la rotación de cultivos ayuda a controlar las malas hierbas. Cubiertas vegetales: se crecen dos cultivos simultáneamente, aunque uno de ellos es más importante desde el punto de vista económico. Con esto se minimiza la presencia de suelo descubierto, reduciendo la germinación de semillas de malas hierbas. Recolección: aunque no es considerado como un método de control en sí, la recolección puede promover cierto nivel de supresión de malas hierbas. Así, por ejemplo, es común recolectar alfalfa varias veces durante el periodo de crecimiento. El ritmo de las operaciones de recolección puede afectar a la disponibilidad de agua así como cambiar ciertas condiciones necesarias para la germinación de la mala hierba. Biológicos: Utiliza enemigos naturales para eliminar especies de malas hierbas, entre los que se pueden destacar: Pastoreo: Es el método más tradicional y más comúnmente usado para el control biológico de malas hierbas. Se pueden usar gran variedad de animales que usen las plantas como alimento: rumiantes, pájaros, insectos, peces, etc. Micoherbicidas: El uso de patógenos de plantas ha sido ampliamente usado para el control de malas hierbas y tiene la ventaja de que estos organismos se obtienen en medios artificiales de una forma barata y fácil. Además estos patógenos pueden ser aplicados en el campo de la misma forma que se aplican los herbicidas. Si el organismo en un hongo se le ha el nombre de micoherbicida. Alelopatía: es cualquier efecto perjudicial o benéfico que es ya sea directa o indirectamente el resultado de la acción de compuestos químicos que, liberados por una planta ejercen su acción en otra. Químico: Supone el uso de herbicidas. Aunque existen inconvenientes en su uso, presentan un gran número de ventajas que hacen que sean el método más empleado y eficaz.

La Malherbología es una disciplina científica que ha conseguido grandes avances en el desarrollo de herramientas y tácticas para el control de malas hierbas. Aunque éstas han estado presentes en las sociedades humanas desde el principio de la agricultura, la historia de la Malherbología está ampliamente relacionada con la historia del uso del control químico de malas hierbas. En la actualidad esta ciencia incluye tres áreas principales: tecnología para el control de malas hierbas, biología de las malas hierbas y el contexto social que rodea las malas hierbas y estas herramientas de control y el uso de esta información para manejar la vegetación. Por ello los principales puntos en los que se enfoca esta ciencia son los siguientes (Hess, 1994):

Incrementar el conocimiento del impacto económico y ecológico de las malas hierbas en diferentes cultivos.

Mejorar el conocimiento de la biología, ecología y genética de las malas hierbas para optimizar su manejo.

Optimizar el uso en el campo de agentes biológicos y de productos naturales. Estudiar poblaciones de malas hierbas resistentes a herbicidas para mejorar su control. Desarrollar nuevas tecnologías para la aplicación de herbicidas con el fin de mejorar su

actuación y minimizar su efecto en el medio ambiente. Desarrollar mejores métodos para detectar residuos de herbicidas en agua, suelo y vegetación. Para llevar a cabo estos objetivos es necesaria la integración de, al menos, seis disciplinas

diferentes (Figura 1):

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Figura 1. Interrelaciones de 6 disciplinas fundamentales en Malherbología. (Radosevich et al., 1997).

El resultado es un conjunto de información empírica que se usa para desarrollar, mejorar, modificar y algunas veces justificar la tecnología usada en el control de malas hierbas. Herbicidas

Las malas hierbas y como consecuencia la utilización de estrategias de control son inherentes a

la actividad agrícola desde sus comienzos. Originalmente, dichas técnicas implicaban la retirada manual, uso de instrumentos de labranza, uso de azadones primitivos (6000 A.C.), ayuda de animales (1000 A.C.), complementos mecánicos (1920 D.C.), control biológico (1930 D.C.) y control químico con la introducción de los dos primeros herbicidas selectivos, MCPA y 2,4-D (1947 D.C.) (Heap, 1999).

Desde su implantación en los sistemas de cultivo moderno, los herbicidas han llegado a convertirse en la principal herramienta en todos los programas de manejo de malas hierbas de la agricultura avanzada. Esto puede deberse a distintas razones (Coble, 1996; Menéndez, 1997; Bastida y Menéndez, 2001):

Son productos altamente fiables y eficaces. Con frecuencia los herbicidas ofrecen un control casi completo sobre un amplio abanico de especies indeseadas, a la vez que resultan prácticamente inocuos en los cultivos que protegen. Esta eficacia suele estar muy por encima de la presentada por otras opciones de control en la mayoría de los cultivos.

Son de fácil manejo. La mayoría de los herbicidas no requieren de una maquinaria especial o de prácticas culturales específicas antes o después de su aplicación.

Son económicamente rentables. Tras una buena selección y correcto uso, los herbicidas producen un menor coste por unidad de superficie que cualquiera de los otros métodos utilizados. Esta comparación es aún más favorable cuando se incluye el tiempo requerido para aplicar las medidas de control.

Son agronómicamente versátiles. Los herbicidas ofrecen al agricultor la posibilidad de elegir cuándo y cómo controlar el problema de malas hierbas, permitiendo un margen de uso que va desde la preemergencia a la postemergencia tardía y diversas opciones de tratamiento en cada cultivo. A pesar de estas características, en la actualidad existe una gran controversia sobre los efectos dañinos que producen los plaguicidas sintéticos. En este contexto, las iniciativas persiguen un progresivo reemplazo de plaguicidas por una serie de alternativas, entre las que se encuentran parte de los otros medios de control citados en el apartado anterior y entre las que destacan (Zadoks, 1992):

Uso extensivo de cultivares resistentes a plagas. En los próximos 20 años se producirá un importante incremento en el uso de cultivos modificados genéticamente. Así, por ejemplo, existen un buen número de cultivos transgénicos resistentes a herbicidas (Berner et al., 1997).

Control biológico de plagas. Los bioplaguicidas derivan de materiales naturales como son animales, plantas, microorganismos. Así por ejemplo, el aceite de canola tiene aplicaciones como bioplaguicida.

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Mejora en la formulación y en los métodos de aplicación de los productos. Las corporaciones internacionales más importantes que dominan el mercado de los plaguicidas están investigando en el desarrollo de nuevos productos, menos tóxicos, menos persistentes y un espectro menos amplio para cumplir las condiciones impuestas en los mercados más importantes de todo el mundo.

Uso de sistemas expertos de decisión en el control de plagas. El MIP (Manejo Integrado de Plagas) sería otra alternativa para reducir el uso de plaguicidas sintéticos. En la actualidad, tras 20 años o más de la introducción de este concepto en EE.UU., todavía no existe una definición aceptada de MIP. Unos lo definen como parte de un amplio enfoque que conduce a una “agricultura sin química”, mientras que otros lo ven como un sistema que incluye un uso más eficiente de los plaguicidas sintéticos. Concretando los conceptos anteriores, podemos definir MIP como un concepto que incluye la combinación de diversas medidas de control directas (medidas de tipo mecánico, químico o biológico) e indirectas (métodos culturales, siembra y fertilización) para mantener las poblaciones de malas hierbas bajo un umbral económicamente admisible (Zwerger, 1996).

Estas iniciativas, si bien pueden ser aplicadas con éxito en el control de insectos y patógenos, no han parecido ser viables en el control de malas hierbas (Zorner et al., 1993). Las principales objeciones con respecto al uso de bioherbicidas se basan en su limitada acción biológica, su gran dependencia del medio y su excesiva especificidad. En cuanto al uso de la biotecnología en la producción de cultivos, hay conceptos que preocupan como la posible transferencia de cualidades genéticas de las plantas modificadas a las malas hierbas, creando nuevas generaciones de plantas resistentes a herbicidas; además existen dudas sobre los efectos a largo plazo debidos al incremento en el consumo de productos modificados genéticamente tanto para animales como para humanos. Clasificación y modo de acción de los herbicidas

Existen diversos criterios para la clasificación de los herbicidas, todos ellos tienen alguna utilidad, pero puede que ninguno sea completo. Entre los criterios utilizados podemos destacar: uso según cultivos efecto observado (quemaduras, clorosis...) tiempo de aplicación (presiembra, preemergencia, postemergencia...) comportamiento en la planta (sistémico, contacto...) comportamiento en suelo (persistencia, lixiviación...) estructura química (según analogía en la estructura química) modo de acción

La clasificación que se muestra en la Tabla 2 está basada en el modo de acción. Esta clasificación es la que proporciona más información sobre la interacción última entre herbicida y planta, y consecuentemente expresa el efecto fitotóxico del herbicida. También nos permite ayudar a escoger herbicidas de diferentes modos de acción y planificar rotaciones o mezclas para combatir la resistencia de las malas hierbas. Tabla 2. Clasificación de los herbicidas según su modo de acción. (HRAC, 2002).

Grupo Modo de acción Familia química

A Inhibición de la acetil CoA

carboxilasa (ACCasa)

Ariloxifenoxipropionatos, ciclohexanodionas

B Inhibición de la acetolactato sintasa

(ALS)

Imidazolinonas, sulfonilureas, triazolopirimidinas,

pirimidiniltiobenzoatos

C1 Inhibición de la fotosíntesis en el

fotosistema II

Triazinas, triazinonas, uracilos, piridazinona,

fenil-carbonatos

C2 Inhibición de la fotosíntesis en el

fotosistema II

Ureas, amida

C3 Inhibición de la fotosíntesis en el

fotosistema II

Nitrilos, benzotiadiazol, fenil-piridazina

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D Desviación del flujo electrónico en

el fotosistema I

Bipiridilos

E Inhibición del protoporfirinógeno

oxidasa (PPO)

Difeniléteres, N-fenil-ftalamidas, tiadiazoles, oxadiazol,

triazolinona

F1 Decoloración: inhibición de la

síntesis de carotenoides a nivel de

la fitoeno desaturasa (PDS)

Piridazinona, nicotinanilida, otros

F2 Decoloración: inhibición de la 4-

hidroxifenil-piruvato-dioxigenasa (4-

HPPD)

Trikenona, ixosazol, pirazol

F3 Decoloración: inhibición de la

síntesis de carotenoides (punto

desconocido)

Triazol, isoxazolidinona, urea

G Inhibición de la EPSP sintetasa Glicinas

H Inhibición de la glutamino sintetasa Ácido fosfínico

I Inhibición del DHP (dihidropterato)

sintetasa

Carbamato

K1 Inhibición de la unión de los

microtúbulos de la mitosis

Dinitroanilinas, fosforoamidatos, piridazina,

ácido benzoico

K2 Inhibición de la mitosis Carbamatos, benzileter

K3 Inhibición de la división celular Cloroacetamidas, carbamato, acetamida, benzamida,

oxiacetamida

L Inhibición de la síntesis de la pared

celular (celulosa)

Nitrilos, benzamida

M Desacopladores (alteración de la Dinitrofenoles membrana)

N Inhibición de la síntesis de los

lípidos (no ACCasa)

Tiocarbamatos, fosforoditioato, benzofurano,

ácidos clorocarbónicos

O Auxinas sintéticas (como la acción

del ácido indolacético, AIA)

Acidos fenoxi-carboxílicos, ácido benzoico, ácido

piridin-carboxílico, ácido quinolin-carboxílico, otros

P Inhibición del AIA Ftalamato, diflufenzopir

R/S/T/Z Desconocido Acido arilamino propiónico, organoarsenicales, otros

La mayoría de los herbicidas resultan letales para las plantas debido a su actuación sobre un sitio primario de especial relevancia biológica. Esta actuación suele conducir a una serie de efectos secundarios y terciarios que acaban produciendo la muerte de la planta. Este sitio primario es el lugar al que se une el herbicida o con el que éste interfiere de alguna manera produciendo en último lugar la muerte de la planta.

La acción del herbicida se puede estudiar en dos fases: la primera fase conlleva el movimiento del herbicida al sitio de acción, mientras la segunda fase conlleva las consecuencias metabólicas que resultan de la interacción con este sitio. La primera fase empieza con la aplicación del herbicida en la planta, bien por vía foliar o por vía radicular. La entrada en la planta es seguida rápidamente por una serie de pasos que preceden la llegada del herbicida a su sitio de acción. Aquí se incluye la entrada a las células, la difusión en distancias cortas, el transporte a largas distancias, la conversión metabólica

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del herbicida y la entrada en orgánulos subcelulares. La interacción del herbicida con el sitio de acción se puede considerar como el primer paso de la segunda fase; esto está seguido por una serie de consecuencias tóxicas que producen la muerte de la planta (Figura 2).

Figura 2. Secuencia de sucesos desde la entrada en la planta del herbicida hasta la muerte de la planta.

En la actualidad se conocen unos 19 sitios de acción de los herbicidas. Los principales se detallan en la Tabla 2.

En 1900 la población mundial era de aproximadamente 1.6 billones. En los comienzos del siglo XXI este número ha ascendido a 6 billones, y las Naciones Unidas estiman que la población mundial llegará a 10 billones en el año 2030. Algunas estimaciones indican que la producción de alimentos en los próximos 30 años tendrá que duplicarse en relación con el aumento en la población previsto. Para ello se necesitará tanto un incremento en la producción de los principales cereales y legumbres como una reducción en las pérdidas en cultivos debidas a plagas.

Debido a que las posibilidades de expandir la irrigación y la tierra productiva están limitadas, las estrategias futuras estarán enfocadas en aumentar la productividad de la de las tierras o los cultivos, así como de los recursos de agua disponibles. No tiene sentido invertir tiempo, dinero y esfuerzo en la producción de cultivos sin tener garantía de que sea parcial o totalmente destruidos por plagas (Tabla 1). Dependiendo de los niveles de pérdidas y los costes que se derivan de ellas, mejorar el manejo de estas plagas será un componente para aumentar los suministros de alimento en los próximos años.

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El uso de plaguicidas sintéticos es, y continuará siendo, importante para reducir las pérdidas en cultivos debidas a plagas. El mercado global de plaguicidas en la actualidad se estima, aproximadamente, en 32 billones de dólares, de los cuales solo 3 billones de dólares son gastados en los países en desarrollo (FAO, 2002). En los países en vías de desarrollo los plaguicidas además de ser usados en agricultura, son también ampliamente utilizados en el control de insectos que transmiten enfermedades (p.e. malaria). El reparto por países se representa en la Figura 3. De los plaguicidas utilizados el grupo con mayor número de ventas es el de los herbicidas.

25%

13%

30%

22%

10%Asia

Latino América

Norte América

Europa

Resto del mundo

47%

29%

18%

6%

Herbicidas

Insecticidas

Fungicidas

Otros

Figura 3. Venta de plaguicidas por países y por clases. (Año 2001).

Sin embargo, un doble proceso de saturación en los mercados y deceleración de las economías desarrolladas ha frenado esta demanda en la última década. Estos dos factores, unidos al creciente rechazo que el uso del control químico de plagas tiene en los consumidores, ha motivado el estancamiento de las ventas mundiales de plaguicidas en los últimos diez años. Así las ventas mundiales de plaguicidas en el 2001 disminuyeron en un 1.8%. En los países de Europa Occidental el mercado de productos fitosanitarios registró un descenso del 3.4% en el 2001 (Tabla 3). Esto es resultado de una demanda agrícola debilitada a consecuencia de los bajos precios de las cosechas en Europa y en el mundo y el incremento del abandono de tierras de un 5 a un 10%. Otros factores que también han influido en el mercado de estos productos en Europa Occidental han incluido la adopción de estrategia de reducción de costes de los agricultores en respuesta a las decrecientes rentabilidades de las explotaciones y de unas negativas condiciones climatológicas en las épocas de cosecha. Tabla 3. Mercado de plaguicidas en Europa Occidental (años 2000/2001). 2000

(millones de Euros) 2001 (millones de Euros)

Crecimiento 2000/2001(%)

Herbicidas 2555 2397 -6.2 Insecticidas 1090 1050 -3.7 Fungicidas 2305 2300 -0.2 Otros 320 310 -3.1 Total 6270 6057 -3.4

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Resistencia de malezas a herbicidas

Aunque existen un número de herbicidas generales o totales que resultan activos frente a cualquier tipo de plantas, no cabe duda que, hoy día, los más importantes tanto cualitativa como cuantitativamente, son los herbicidas específicos o productos capaces de controlar un amplio espectro de malas hierbas sin afectar a los cultivos a los que se aplican. La selectividad puede deberse a causas físicas o, más frecuentemente, bioquímicas (Jäger, 1983), siendo en este último caso consecuencia de las diferencias genéticas existentes entre distintas especies vegetales. Tal acción selectiva supone que determinadas especies de plantas cultivadas, y también de malas hierbas, son capaces de vivir y crecer a las dosis recomendadas de aplicación agrícola del herbicida, aunque puedan ser controladas a dosis varias veces superiores. Este tipo de respuesta se conoce generalmente como tolerancia natural y ha sido definida por la HRAC (Herbicide Resistance Action Committe) como la habilidad/aptitud heredable de una especie vegetal a sobrevivir y reproducirse después de un tratamiento, pudiendo considerarse como una característica a nivel de especie. Sin embargo, la variabilidad genética también se da intraespecíficamente. Debido a este hecho y como consecuencia de la presión selectiva, impuesta por la aplicación continuada de herbicidas que caracteriza a los modernos sistemas de producción agrícola, es posible el desarrollo de biotipos de malas hierbas que dejan de ser controlados por un determinado producto al que originalmente eran susceptibles.

Tal respuesta se conoce generalmente como resistencia, siendo una característica adquirida por una población (biotipo) de una especie que carecía de ella y ha sido definida por la HRAC la habilidad/aptitud heredable de una especie vegetal a sobrevivir y reproducirse después del tratamiento de un herbicida a dosis normalmente letales para la misma especie susceptible. En una planta, la resistencia puede ocurrir de una forma natural o puede ser inducida por técnicas como la ingeniería genética o selección de variantes resistentes obtenidas por cultivos de tejidos o mutagénesis. Esta definición, bastante completa en si, presenta el problema de que se asume que la resistencia está asociada únicamente a factores de tipo fisiológico y/o morfológico. En este sentido, una definición expandida del concepto de resistencia a herbicidas podría contemplar un punto de vista más funcional, incluyendo cambios fenológicos tales como el letargo (Maxwell y Mortimer, 1994). A diferencia de las plantas tolerantes, las resistentes suelen sobrevivir no sólo a las dosis de aplicación agrícola del herbicida sino a otras bastante superiores (De Prado et al., 1996).

El término resistencia suele ir adjetivado con diversos modificadores que hacen alusión a la posible pluralidad existente tanto en los mecanismos de resistencia que posee un individuo como en los herbicidas a los que éste es resistente. Surgen así los conceptos de resistencia cruzada y resistencia múltiple. Dependiendo de los autores consultados, estas definiciones se asociarán a mecanismos de resistencia (Jutsum y Graham, 1995): Resistencia cruzada: Aquella por la que un individuo es resistente a dos o más herbicidas debido a un solo mecanismo de resistencia. Resistencia múltiple: Aquella por la que un individuo posee más de un mecanismo de resistencia a uno o varios herbicidas. O a familia de herbicidas (Rubin, 1991): Resistencia cruzada: Aquella por la que una población es resistente a dos o más herbicidas que actúan en el mismo sitio primario de acción. Resistencia múltiple: Aquella por la que una población es resistente a dos o más herbicidas que actúan en distinto sitio de acción.

El término de tolerancia se usa frecuentemente no sólo para referirse a variaciones entre especies, sino también en relación con la variabilidad dentro de una especie (LeBaron y Gressel, 1982). En este caso, tolerancia y resistencia son expresiones que denotan diferencias en intensidad de un mismo fenómeno, considerándose la resistencia como un caso extremo y menos frecuente de resistencia (Holt y LeBaron, 1990) o considerando la tolerancia un mecanismo poligénico y la resistencia uno monogénico (Gressel, 1985).

Desde la aparición de los primeros fenómenos de resistencia a herbicidas en malas hierbas, se ha especulado con los factores determinantes del desarrollo de dichos procesos. Gressel y Segel (1982) proponen los siguientes:

Tiempo de generación Frecuencia inicial de mutación

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Presión de selección (tipo de tratamiento de herbicidas). Adaptabilidad (fitness) de las poblaciones resistentes. Espaciamiento temporal en la germinación de las semillas.

Salvo el último, los anteriores factores no son específicos de la resistencia a herbicidas, aunque en este caso pueden presentar algunas peculiaridades justificativas del lento desarrollo del fenómeno en comparación con la resistencia a otros tipos de plaguicidas. Así, el mayor tiempo de generación (habitualmente una generación por año agrícola) de las plantas en comparación con insectos y hongos, y la menor eficacia controladora (menor presión selectiva) de los herbicidas, cifrada en general en un 90-95%, en relación con otros plaguicidas, pudieran ralentizar la aparición de resistencia a herbicidas. El hecho de que las semillas que se acumulan en el suelo germinen durante un periodo de años también puede determinar el lento incremento de la población resistente, al ser los individuos que aparecen en cada estación no sólo consecuencia de las plantas que completaron su ciclo vital en la anterior, sino también de la composición del banco de semillas que constituye el suelo, además de la aptitud germinativa de las mismas. De los cuatro factores antes reseñados, solo la presión de selección se ve afectada por la actividad humana. Entre las malas prácticas agronómicas que incrementan la presión de selección y que generalmente se identifican como desencadenantes de fenómenos de resistencia a herbicidas cabe destacar (Cussans, 1996): Monocultivo Adopción generalizada de sistemas de cultivo estándar Uso masivo/exclusivo de herbicidas en las tareas de desherbaje. Dominancia de un solo herbicida o grupo de herbicidas con el mismo modo de acción.

Las características específicas de los herbicidas utilizados también influyen en la rapidez con que se desarrollan los fenómenos de resistencia. Entre todas ellas, podríamos destacar las siguientes en orden de importancia (LeBaron, 1988): Sitio único de acción y actuación específica Muy alta actividad y efectividad en el control de un amplio espectro de especies de malas hierbas Alta persistencia residual en el suelo Aplicación frecuente y durante años agrícolas sin rotación, alternancia o combinación con otros tipos de herbicidas con diferente modo de acción. Mecanismos de resistencia a herbicidas

El conocimiento de los procesos biológicos responsables de la resistencia a herbicidas en una determinada mala hierba es fundamental para el diseño de una estrategia efectiva de control. Dependiendo del tipo de mecanismo de resistencia detectado, la mala hierba presentará un patrón específico en su tolerancia a herbicidas que podrá variar desde un alto grado de resistencia a determinados compuestos de una misma familia química, a una moderada resistencia a un amplio espectro de herbicidas (Fig. 4). Asimismo, el conocimiento de estos mecanismos permitirá prever la posible respuesta de la población resistente al conjunto de mecanismos químicos/mecánicos/culturales seleccionados par su control, la efectividad a corto y largo plazo de los mismos y la posible aparición de nuevos problemas.

Existen al menos tres mecanismos, no necesariamente excluyentes, que podrían justificar la resistencia a herbicidas:

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Aplicación herbicida Planta

resistente

ModificaciónLugar Acción

Metabolización

Sobreexpresión

Conjugación

i) Pérdida de afinidad por el sitio de acción

De forma general se acepta que los herbicidas resultan actuación sobre un sitio de acción primario, generalmente una enzSalvo casos más bien excepcionales, este sitio primario (enzima) esobre él (efecto primario) suele conducir al desarrollo de efectos segeneral, que normalmente acaban produciendo la muerte de la estructura de la enzima (una o varias mutaciones en la secuencenzima) puede resultar en una pérdida de afinidad del herbicidefectiva de ambos e impidiendo así la inhibición del proceso vital mde los casos la resistencia a herbicidas es debida a esta pérdida de ii) Reducción de la concentración de herbicida en el sitio de acción

Una condición necesaria para lograr la efectividad de un hde acción en una concentración suficiente como para que su efectun herbicida permitirá reducir la concentración de éste en el sitiomantenerse funcional. Estas bajas concentraciones pueden lograrla penetración, absorción o translocación, o por la existencia orgánulos celulares metabólicamente inactivos.

a) Absorción del herbicida: El modo de absorción de un heren que éste se aplique, ya sea preemergencia (absorción v(penetración vía foliar). La resistencia/sensibilidad a herbicidas tratamientos de preemergencia puede venir asociada tanto adiferencias en la profundidad o estructura anatómica del sistema rtales como la limitada absorción activa del herbicida en especies sfoliar, la cantidad de herbicida penetrado en el tejido vegetal en supeditada a la cantidad de éste que queda adherido a la plantacomo las condiciones metereológicas durante el tratamiento, la herbicida, el volumen de tratamiento y las características foliaresfoliar y la cantidad de ceras presente en las hojas. La tolerancia asocia frecuentemente con la presencia de diferencias en la cutícusu contenido en ceras epicuticulares.

b) Translocación del herbicida: Al igual que en los proprocesos de translocación de herbicidas en plantas pueden clasifique se haya aplicado el herbicida. En el caso de tratamientos herbicida va a depender de su naturaleza química. Esto es debidacumulación del herbicida no metabolizado en la raíz, lo que resumateria activa a la parte aérea; 2) la metabolización del herbicidatranslocable del mismo, generalmente conjugados polares; 3) la re

Figura 4. Mecanismos deresistencia a herbicidas enplantas, según Chueca(2003). En la figura representa el sitio de acción,y la molécula herbicida

letales para las plantas debido a su ima, de especial relevancia biológica. s específico y la acción del herbicida cundarios, de naturaleza mucho más planta. Cualquier modificación en la ia de aminoácidos que componen la a por ésta, imposibilitando la unión ediado por dicho sitio. En la mayoría afinidad por el sitio de acción.

erbicida es que éste alcance su sitio o sea letal. La falta de movimiento de de acción, lo que permitirá al último se ya sea mediante una reducción en de fenómenos de secuestración en

bicida viene determinado por la forma ía radicular) o en postemergencia debida a su falta de absorción en factores morfológicos tales como adicular, como a factores fisiológicos ensibles. Por lo que se refiere a la vía aplicaciones de postemergencia está . Esta cantidad depende de factores tensión superficial de la solución de tales como el área y la orientación

a tratamientos de postemergencia se la foliar tales como su composición y

cesos de absorción/penetración, los carse según el tipo de tratamiento en por vía radicular, el movimiento del o a tres causas, principalmente: 1) la lta en una falta de translocación de la en raíz del herbicida a una forma no stricción del movimiento del herbicida

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al sistema vascular (vasos primarios y secundarios) lo que le imposibilita alcanzar su sitio primario de acción en el tejido parenquimático intervascular.

En el caso de vía foliar el movimiento de los herbicidas tras su penetración puede clasificarse según su transporte se realice en el xilema o en el floema. Mientras el transporte de herbicidas vía xilema sigue libremente el flujo del agua de dicho sistema hacia los márgenes foliares y los espacios intervasculares, el transporte vía floema va a depender de dos procesos diferenciados: el gradiente de concentración de herbicida entre las células del floema y las mesofílicas, y la capacidad del herbicida de ser retenido por las células floemáticas durante su transporte. Las causas de tolerancia a herbicidas por falta de translocación en tratamientos de postemergencia no son todavía del todo conocidas.

c) Secuestración del herbicida: Los fenómenos de compartimentación, entendidos como la secuestración del herbicida o sus metabolitos en un lugar específico de la célula, son mecanismos de tolerancia/resistencia poco conocidos debido a que las evidencias que los apoyan son en muchos casos circunstanciales. Los escasos casos descritos en la bibliografía relacionan este tipo de mecanismos de resistencia con herbicidas de acción hormonal e inhibidores del PSI, justificando la resistencia tanto en líneas de cultivos celulares como en plantas enteras como un incremento en la capacidad de secuestrar el herbicida o los metabolitos potencialmente fitotóxicos dentro de la vacuola celular. Sin embargo, los procesos subyacentes a estos mecanismos de secuestración son todavía desconocidos. iii) Metabolización a especies no tóxicas: En los procesos de detoxificación metabólica, entendidos como aquellos procesos biológicos en los que moléculas fitotóxicas son metabolizadas a compuestos inocuos, los biotipos resistentes son capaces de degradar el herbicida antes de que éste cause daños irreversibles. La velocidad de degradación enzimática puede variar con factores endógenos y exógenos tales como el estadío de crecimiento de la planta, las condiciones climáticas, etc. Los procesos de destoxificación metabólica de herbicidas en tejidos vegetales pueden dividirse en tres fases: fase I (conversión), fase II (conjugación) y fase III (deposición). Esta división no constituye una regla general dado que a) alguna de las fases puede no estar presente en los procesos de detoxificación, b) la molécula herbicida puede ser un pro-herbicida inactivo que debe ser enzimáticamente convertido en un compuesto activo y c) ciertos procesos de conjugación son de carácter reversible, por lo que sólo afectan de manera parcial a la cantidad de herbicida libre intracelular. a) Fase I o conversión: Si bien algunos herbicidas pueden ser conjugados directamente, muchos otros no poseen sustituyentes disponibles en su moléculas (grupos amonio, hidroxilo, sulfhidrilo, etc.) que puedan reaccionar para formar conjugados con constituyentes celulares. Dichos herbicidas deberán ser convertidos en metabolitos mediante alguna reacción química. b) Fase II o conjugación: Los conjugados suelen ser los metabolitos finales en los procesos de detoxificación de herbicidas. La naturaleza de estos conjugados puede ser muy diversa, como azúcares, aminoácidos, péptidos y lignina como grupos orgánicos y enlaces de tipo éster, éter, amida o glicosídico.

c) Fase III o deposición: La ruta metabólica seguida por un herbicida afecta de gran manera el uso final de los metabolitos terminales y conjugados. Los conjugados glicosídicos son depositados en la vacuola donde quedan almacenados, mientras que los conjugados de origen aminoacídico son excretados a la pared celular donde se integran en el componente de lignina de éstas, formando un residuo insoluble. Si bien estos procesos de deposición no son completamente irreversibles, a reentrada de herbicidas o sus productos de conversión en el pool de herbicida activo intracelular es muy lenta. Biotipos resistentes a herbicidas

La aparición de resistencia ha estado inevitablemente asociada a la introducción de los diferentes tipos de plaguicidas, siendo el caso más llamativo el de los insecticidas, conociéndose hoy día más de 400 especies, dentro de las que constituyen plagas agrícolas, que han desarrollado resistencia a uno o varios de estos productos (Graves, 1994). Una situación similar se da con otros tipos de pesticidas, desde antibióticos a rodenticidas, en los que la aparición de resistencia se ha producido en un tiempo relativamente corto desde su introducción (Conway y Toenniessen, 1999). Aunque, al principio, se auguró una situación similar para los herbicidas, la resistencia en este grupo de productos ha aparecido relativamente tarde con respecto a otros plaguicidas, no registrándose hasta finales de la década de los 60 un primer caso inequívoco de resistencia a herbicidas, el de un biotipo de Senecio

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vulgaris resistente a las s-triazinas atrazina y simazina, que procedía de un vivero de coníferas situado en el estado de Washington, donde la simazina venía utilizándose repetidamente durante muchos años (Ryan, 1970).

Desde la identificación de este primer biotipo resistente un fuerte incremento en el número de malas hierbas resistentes a herbicidas ha sido detectado por todo el mundo (Figura 5). Año 1983 Año 2002

26%

24%15%

10%

8%

7%

3%7%

28%

25%8%

8%

11%

8%

4%8% Inhibidores de la

ALSTriazinas

Ureas/amidas

Bipiridilos

Inhibidores de laACCasaAuxinas sinteticas

Dinitroanililas

Otros

60 biotipos resistentes 261 biotipos resistentes Figura 5. Comparación de biotipos de malas hierbas resistentes a distintas familias de herbicidas entre los años 1983 y 2002.

En la última revisión realizada por Heap (2002) y la cual puede ser encontrada en Internet (www.weedscience.com) se encuentran 261 biotipos resistentes, en 157 especies (95 dicotiledóneas y 62 monocotiledóneas) en alrededor 210000 campos. La mayoría de estos biotipos fueron descubiertos en Europa y Norte América, pero el número de casos detectados en otras regiones del mundo es sorprendentemente alto. Bibliografía Bastida, F. y Menéndez, J. (2001) Producción integrada y manejo integrado de malas hierbas. En: Uso de Herbicidas en la Agricultura del Siglo XXI (eds. R De Prado y J Jorrín), pp. 307-316, Universidad de Córdoba, España.

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