Medio Oriente

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En la siguiente lectura conocerás cómo se conformaron algunas de las naciones pertenecientes a Medio Oriente. Para ello, considera los siguientes puntos como guía: ¿Qué son los califatos y qué impacto tuvieron en la conformación histórica, social y cultural de Medio Oriente? En tu cuaderno de apuntes, elabora una cronología de los imperios e invasiones más significativos en el Medio Oriente. Naciones de Medio oriente El levante mediterráneo La costa asiática del Mediterráneo compartió una amplia gama de civilizaciones, que a pesar de sus diferencias tuvieron ciertos elementos culturales en común, según los historiadores. A esta región se le conoce como Levante, refiriéndose al conjunto de civilizaciones que compartieron éstas zonas geográficas pero que se diferencian de Egipto y Mesopotamia. Esta zona, de clima principalmente árido, tuvo una gran importancia en el comercio entre Asia, África y Europa, situación que la convirtió en escenario de múltiples guerras y conquistas imperiales. En el Levante mediterráneo existieron innumerables tribus dedicadas principalmente al pastoreo. Durante siglos la región fue disputada entre Egipto y Mesopotamia, quienes lograron incluir al Levante dentro de sus territorios en diferentes momentos. Dos culturas nacidas en éste lograron transcender, de una u otra forma, en la conformación histórica de las civilizaciones antiguas. Los primeros y más importantes, fueron los hebreos, quienes se asentaron en el territorio denominado Canaán, aproximadamente en el año 1300 a.C. El rasgo que diferenció a los hebreos de otras tribus de la zona, es que fue el primer pueblo monoteísta, es decir, creían en un único dios (Yavé). Los hebreos según su religión son los descendientes de Abraham y son el pueblo elegido y bendecido por Dios. A pesar de que los hebreos nunca lograron establecer un Estado militar fuerte que les permitiera convertiste en un imperio, su influencia cultural permitió que su trascendencia sea una de las más notables de todas las civilizaciones de la región y del mundo entero.

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En la siguiente lectura conocerás cómo se conformaron algunas de las naciones pertenecientes a Medio Oriente. Para ello, considera los siguientes puntos como guía:

• ¿Qué son los califatos y qué impacto tuvieron en la conformación histórica, social y cultural de Medio Oriente?

• En tu cuaderno de apuntes, elabora una cronología de los imperios e invasiones más significativos en el Medio Oriente.

Naciones de Medio oriente El levante mediterráneo La costa asiática del Mediterráneo compartió una amplia gama de civilizaciones, que a pesar de sus diferencias tuvieron ciertos elementos culturales en común, según los historiadores. A esta región se le conoce como Levante, refiriéndose al conjunto de civilizaciones que compartieron éstas zonas geográficas pero que se diferencian de Egipto y Mesopotamia. Esta zona, de clima principalmente árido, tuvo una gran importancia en el comercio entre Asia, África y Europa, situación que la convirtió en escenario de múltiples guerras y conquistas imperiales. En el Levante mediterráneo existieron innumerables tribus dedicadas principalmente al pastoreo. Durante siglos la región fue disputada entre Egipto y Mesopotamia, quienes lograron incluir al Levante dentro de sus territorios en diferentes momentos. Dos culturas nacidas en éste lograron transcender, de una u otra forma, en la conformación histórica de las civilizaciones antiguas. Los primeros y más importantes, fueron los hebreos, quienes se asentaron en el territorio denominado Canaán, aproximadamente en el año 1300 a.C. El rasgo que diferenció a los hebreos de otras tribus de la zona, es que fue el primer pueblo monoteísta, es decir, creían en un único dios (Yavé). Los hebreos según su religión son los descendientes de Abraham y son el pueblo elegido y bendecido por Dios. A pesar de que los hebreos nunca lograron establecer un Estado militar fuerte que les permitiera convertiste en un imperio, su influencia cultural permitió que su trascendencia sea una de las más notables de todas las civilizaciones de la región y del mundo entero.

 

 

Su religión terminaría por ser la base de todas las religiones judeocristianas (judíos, católicos, protestantes, etcétera) actuales, e incluso del islam, lo que en conjunto representa probablemente más del 50% de la población actual. La otra civilización nacida del Levante que trascendió históricamente por su importancia en el comercio y desarrollo de la zona fueron los fenicios. Éstos también vivieron en la zona denominada Canaán. Sus principales actividades fueron la agricultura, la explotación forestal y, la de mayor trascendencia, el comercio. Fueron grandes navegantes, lo que los llevó a constituirse como la civilización comercial de mayor importancia en el Mediterráneo. Israel es una de las muchas naciones que coexisten en lo que hoy denominamos Medio Oriente. Ésta nación, la más joven de la región, nació el 14 de mayo de 1948, sin embargo su conformación fue un proceso histórico que inició en el siglo XIX. Israel es hoy la nación del pueblo judío, cuya formación data desde hace más de 3000 años y es trascendente por sus aportaciones culturales, principalmente la religiosa. El pueblo judío sufrió conquistas de varios imperios como el egipcio, el mesopotámico, el persa y el romano, mantuvo su existencia a pesar de sufrir una disgregación de su pueblo, es decir, tuvo que desintegrarse para seguir subsistiendo e incorporarse en culturas de distintos países, principalmente en el continente Europeo. Durante siglos el pueblo judío se preservó a través del mantenimiento de su culto religioso, a pesar de ser perseguido y discriminado. La iglesia católica, poder hegemónico en Europa, sembró durante toda la Edad Media la segregación y la persecución judía y mantuvo esta actitud durante otros cuatrocientos años. En el siglo XIX, en diferentes regiones de Europa, se organizaron algunos grupos judíos con la idea de conformar un territorio que le diera cohesión e identidad a su pueblo. Un acontecimiento de discriminación judía sirvió como elemento de integración. En 1894 en Francia, un acontecimiento de discriminación judía sirvió como elemento de integración. Alfred Dreyfus es injustamente declarado culpable por haber proporcionado información secreta al ejército alemán. El caso tomó relevancia en dicho país e Inglaterra por la carencia de pruebas, claramente se notó que se trataba de un chivo expiatorio con tintes raciales.

 

 

El caso y la suma de otros factores permitieron que se cristalizara el movimiento sionista, que tenía como objetivo encontrar un territorio para los judíos. En ese entonces el territorio palestino, hoy Israel y Palestina, era prácticamente una colonia inglesa. Ante esta situación, en Inglaterra sonaron voces a favor de la causa judía. Sin embargo, los acontecimientos bélicos de la Primera Guerra Mundial eclipsaron el movimiento sionista. Por otra parte, en el siglo XIX resurgió el hebreo como lengua, durante siglos ésta se había mantenido como sagrada, limitándose para la lectura de las escrituras. Sin embargo, gracias a la obra del erudito Eliezer Ben Yehuda y a una comunidad activa, el hebreo resurgió como idioma. Después de la Primera Guerra Mundial la situación para los judíos no mejoró en Europa. El ascenso de los grupos de poder fascistas acentuó la persecución y el asedio. El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la expansión nazi trajo consigo uno de los peores momentos históricos para su pueblo, a este acontecimiento se le denominó el Holocausto (el intento nazi de exterminar a la raza judía). Antes y durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, muchos judíos europeos emigraron a los Estados Unidos para escapar del terror fascista. La derrota alemana ante los países aliados significó un respiro para el pueblo judío, y en cierta forma, las naciones occidentales tomaron conciencia sobre la discriminación que durante siglos ejercieron sobre la población israelí. Los sobrevivientes del Holocausto, así como los judíos residentes en América y otras naciones, retomaron el movimiento sionista. Muchos regresaron a tierras palestinas, aún controladas por Inglaterra, mientras que otros se limitaron a aportar recursos económicos para la causa. La constante migración de judíos a las tierras palestinas obligó a los ingleses a pronunciarse por una división del territorio, propuesta planteada desde 1937, pero prorrogada por los acontecimientos bélicos. Para 1945 la situación era insostenible, por una parte la continua migración judía tomaba proporciones inimaginables, mientras que los estados árabes exacerbaban su antisemitismo, éstos pugnaban por la intolerancia y la violencia al grado de repudiar más a la migración judía que al colonialismo británico. En 1947 los ingleses derogaron la gestión del territorio a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y prefirieron salir de la zona. Para entonces los judíos lograron constituir una importante defensiva militar para prevenir el ataque de las naciones árabes colindantes. Por su parte la ONU tenía planeado dividir el

 

 

territorio en dos facciones, la israelita y la árabe, y así quedarse con el control de Israel. El 14 de mayo de 1948 se proclamó el estado de Israel por resolución de la ONU, también se dio legitimidad a la tierra que dio identidad y soberanía al pueblo judío durante milenios, y que la fuerza de invasiones extranjeras fue la que los obligó a emigrar y, en cierta forma, fue la misma la que les permitió regresar. Dicha resolución no fue bien recibida por los árabes y sólo fue aceptada por los judíos. Turquía La península de Anatolia y Tracia es un territorio ubicado entre Europa y Asia, también se ubica entre dos mares, el Mediterráneo y el Mármara. Esta particular posición geográfica ayudó a consolidar el surgimiento de grandes civilizaciones y también sirvió de escenario de guerras e invasiones. La región presenta evidencia de ser una de las primeras en ser pobladas por el hombre, los antropólogos la ubican en el periodo neolítico. Para el año 10 000 a.C. existía una sociedad avanzada que practicaba la agricultura y tenía varios asentamientos.

 

 

Los imperios y las invasiones Entre los años 1700 y 1200 a. C. se consolidó el primer gran imperio que gobernó Asia menor, los hititas. Fue un pueblo guerrero que gracias a su superioridad militar, basada en el armamento de bronce, logró gobernar en un amplio territorio de la península de Anatolia y en algunas regiones de medio oriente. Llegaron hasta territorios egipcios y tuvieron por capital la ciudad de Hattusa. Los hititas hablaban una lengua indoeuropea que escribían con jeroglíficos. Su civilización feneció cuando perdieron su superioridad militar al aparecer las armas de hierro. Los ataques griegos y frigios diezmaron poco a poco el poderío hitita hasta desarticular el imperio. Posteriormente los frigios se consolidaron como la cultura imperial dominante en la península de Anatolia. Su prosperidad se debió principalmente a su potencial agrícola, al desarrollo de las técnicas para forjar armas de hierro y a su destreza militar. El esplendor del reino frigio se ubicó entre el año 800 y el 600 a.C. A éstos le siguieron los cimerios, los cuales se cree que eran pueblos procedentes de lo que hoy es Rusia y Ucrania, estos pueblos fueron invadiendo el reinado frigio, y junto con los lidios y los griegos, terminaron por destruirlos. Posteriormente, en el año 500 a.C., la península de Anatolia fue invadida por el imperio persa hasta que Alejandro Magno, en el año 334 a.C., impuso la autoridad helénica en la región. La muerte temprana de Alejandro Magno no limitó la hegemonía helénica, ya que durante más de un siglo la península de Anatolia fue una colonia griega. Ya en el año 200 a.C., la península se convirtió en parte del imperio romano aunque conservó una gran cantidad de elementos de la cultura griega. 300 años d.C. la península continuó bajo el yugo romano, esta vez con cierta influencia de los misioneros cristianos. Ante las invasiones germanas del año 330, el emperador Constantino trasladó su gobierno hacia la parte oriental. La ciudad de Bizancio se convirtió en la capital del imperio y la nombro Constantinopla, establecida bajo el cristianismo como religión oficial. El imperio romano de oriente sincretizó muchos rasgos culturales y lingüísticos de los griegos en una nueva civilización. La organización del Estado romano y la religión cristiana, lograron mantener una continuidad por más de 11 siglos hasta su caída en el año 1453. Su mayor esplendor fue en el siglo VI durante el reinado

 

 

de Justiniano, cuando los dominios se extendían de Europa hasta la península ibérica, abarcando toda la costa mediterránea de África y parte de Asia menor. La capital se nombró nuevamente Bizancio, floreció su comercio, prosperó el arte y la cultura, se acumuló la riqueza de tal forma que se transformó en la ciudad más importante de su época. Pese a ello, para el siglo VII el creciente poder del Sultanato Árabe y del islam, empezaron a ser una amenaza para el imperio, el cual también fue asediado en la parte occidental por pueblos de origen germano, los lombardos, quienes lograron apropiarse de la península itálica; y en la parte norte por los búlgaros y eslavos, quienes mantenían una presión constante con ataques de baja intensidad. Para el siglo VIII, además de sufrir las amenazas invasoras, el imperio sufrió una crisis interna ya que existía una fuerte lucha entre dos facciones religiosas, los iconoclastas y los incomódalos. Los primeros prohibían la existencia de las imágenes religiosas y los segundos estaban en contra de dicha prohibición. En el mismo siglo se perdieron los territorios de Egipto, Siria y Palestina. A pesar de eso, lograron mantener su cohesión y reforzaron su identidad helénica. Al periodo que va del siglo IX al XI se le conoce como el de las dinastías macedonias. Durante más de dos siglos el reinado volvió a imponer su hegemonía en la región. Sin embargo, no cambió la situación de ser acosados cultural y militarmente tanto por occidente como por oriente, es decir, por el catolicismo y el islam. Finalmente el imperio se derrumbó a mediados del siglo XV. El declive dio inicio con dos acontecimientos importantes; por un lado el catolicismo tomó una mayor fuerza en Europa occidental; y por otro, apareció un nuevo poder en Asia menor, los turcos selyúcidas (hoy Irán e Irak). Los turcos selyúcidas fueron una fuerte dinastía que extendió sus dominios desde el centro de Asia menor hasta conquistar gran parte de la península de Anatolia, la dinastía terminó por fenecer y el poder fue tomado por los Osmali en el año de 1383. A partir de entonces se le nombró como imperio turco otomano, y fueron ellos quienes terminaron por apoderarse de la península de Anatolia tras vencer al imperio romano oriental, que para entonces era conocido como imperio bizantino. La ciudad de Bizancio y el imperio cayeron el 29 de mayo de 1453. Los otomanos mantuvieron su capital en Constantinopla y extendieron su territorio en los tres continentes, Europa, Asia y África, desde el siglo XV al XVII.

 

 

A partir de siglo XVIII el poderío otomano comenzó a ser degradado a causa del desarrollo tecnológico de los países de Europa occidental y del creciente poder de Rusia. Para el siglo XIX muchos territorios europeos comenzaron a independizarse. Finalmente en siglo XX, mientras el ejército imperial se defendía con la caballería, las naciones europeas entraron de lleno en la Primera Guerra Mundial con el uso de su aeronáutica militar. Los turcos se aliaron con los alemanes, Estambul (antes Constantinopla) fue destruida por los Aliados, lo que mostró la debilidad del imperio. El fin de la guerra y los cambios geopolíticos que vinieron tras su culminación obligaron al imperio turco otomano a desintegrarse en 1922. Tras su desintegración surgió la creación de la República de Turquía, que se estableció oficialmente en 1923. La nueva nación quedó limitada geográficamente al territorio de la península de Anatolia y a una parte de Tracia, lo que implicó la pérdida de los territorios de lo que actualmente es Siria, Palestina, Irak, Irán y Arabia Saudita. El idioma oficial es el turco y su religión predominante es la musulmana. Mesopotamia La civilización que se desarrolló entre el río Tigris y el río Éufrates (hoy Irak) se conoció como Mesopotamia, nombre griego que significa “entre ríos”, es considerada como la más antigua. La región es fértil gracias a los ríos y al clima, éstas características hicieron que la agricultura, la ganadería y el sedentarismo prosperaran. Sin embargo, la crecida de los ríos también ocasionaba inundaciones incontrolables que se llevaban todo a su paso incluyendo las cosechas y los campamentos. Para solventar estas situaciones fue necesario consolidar una organización social que permitiera la construcción de diques y canales. Dichos factores, aunados a la seguridad en el abastecimiento de alimentos, propició con el tiempo la conformación de una civilización. La consolidación social generó la creación de una jerarquía que administrara los excedentes de producción, los cuales se intercambiaban por maderas y minerales. Se dio inicio a un conjunto de creencias lo que representó el inicio de una religión. También se estima que entre el año 6000 y el 5000 a. C.se conformó una fuerza beligerante, es decir, el primer ejército.

 

 

Inicialmente apareció la cultura Umm Dabaghiya, posteriormente se encontró la cultura Hassuna-Samarra. El primer imperio surgido de esta civilización es el de los sumerios.

Los sumerios Aproximadamente en el año 3000 a.C. en la región mesopotámica apareció un grupo poblacional específico que compartía rasgos culturales y que coexistía en grandes centros poblacionales (ciudades de esa época), los más importantes Ur, Lagash y Kish, a quienes se les nombró sumerios. Este grupo domino gran parte de la región y aporto avances tecnológicos como el del ladrillo, la bóveda y la cúpula, elementos importantes en la arquitectura de todos los tiempos. También ofrecieron otras aportaciones, por ejemplo, se considera que fueron los primeros en crear lineamientos de orden público, es decir, algo parecido a las leyes. Probablemente fueron un antecedente para el código de Hammurabi. Los sumerios también tuvieron su propia escritura, utilizaron jeroglíficos pictóricos que se consideran un antecedente para la escritura cuneiforme.

 

 

Los acadios La prosperidad de los sumerios atrajo a pueblos de las montañas cercanas. Éstos pueblos se asentaron al norte de Sumeria, con el tiempo igualaron su prosperidad e incorporaron muchos de sus rasgos culturales, incluso atacaron e invadieron las ciudades sumerias. El rey acadio, Sargon, logró imponerse y establecer un nuevo imperio con capital en Akkad aproximadamente en el año 2400 a.C. Sin embargo, los sumerios no desaparecieron y luego de algunos siglos retomaron el control del reino. El imperio babilónico Después del resurgimiento sumerio, el rey Hammurabi logró restablecer un orden político, administrativo, cultural y militar con sede en Babilonia, ciudad que fue encontrada a 90 kilómetros de lo que hoy es Bagdad. El liderazgo de Hammurabi unificó a los sumerios con los acadios. Se conservó la lengua acadia como idioma oficial y como lenguaje religioso prevaleció el sumerio. La ciudad prosperó económica y culturalmente. Entre sus mayores aportaciones está el código de Hammurabi que es el ejemplar de leyes más antiguo que se conserva. El imperio continuó su prosperidad y alcanzó su máximo esplendor bajo el gobierno de Nabucodonosor II, en esta época llegaron a rivalizar en poderío y belleza con el Egipto faraónico. Es también en esta etapa cuando se invadió Judea, hecho que quedó descrito en pasajes del Antiguo Testamento. Con la muerte de Nabucodonosor II el imperio babilónico comenzó una época de inestabilidad, lo que marcó el inicio de su caída. Para el año 539 a.C. Babilonia y su imperio fueron conquistados por los persas.

 

 

El imperio persa El imperio persa heredó elementos de la civilización meda en su formación. Los medas eran un conjunto de tribus que habitaron en Asia menor, principalmente en la parte norte de la meseta de Irán, aunque no alcanzaron a formar un imperio, fueron temidos por sus contemporáneos gracias a sus capacidades militares. Éstos se organizaban mediante liderazgos de caudillos. Algunos de los principales centros urbanos fueron Fraganda y Desudaba. En el año 550 a.C. se conformó un fuerte estado denominado Aqueménida, éste era dirigido por Ciro el grande, y aunque tenían muchos elementos de la cultura meda, comenzaron una invasión de los territorios medos. El imperio Aquémenida comenzó también a ser llamado imperio persa. Se cree que la palabra persa era utilizada por los asirios para designar a las personas fuera de sus fronteras. Tras unificar sus territorios en un imperio, Ciro dio inicio a la invasión de Babilonia. Para el año 545 a.C., éste ya controlaba a Babilonia, Siria, Lidia y algunos territorios egipcios. Su labor fue continuada por su hijo Cambise quien logró conquistar Egipto. Posteriormente Darío I aumentó la hegemonía persa al invadir los territorios occidentales hasta alcanzar el continente Europeo. En este periodo se construyó una amplia red de carreteras y caminos esenciales para el traslado de los ejércitos, pero también utilizados con fines comerciales. El avance persa en occidente fue frenado por los griegos en las guerras médicas, así

 

 

fue como se llamó a la serie de conflictos entre el imperio persa y las ciudades-estado griegas. Sin embargo, el avance de los persas también se dirigió hacia el oriente para llegar hasta el valle del Indo (hoy India), en ese entonces fueron la mayor potencia de Asia menor, Europa y el Mediterráneo. El éxito militar persa se logró gracias al elevado nivel de organización. Una vez realizada la conquista, utilizaron una estrategia política que les permitió mantener el control del más vasto imperio del mundo antiguo, la estrategia consistía en respetar las religiones y creencias de los pueblos conquistados, estableciendo satrapías. Estas últimas eran un sistema de gobierno utilizado para controlar los territorios conquistados, en las cuales, las élites gobernantes originales se mantenían a cargo de la administración a nombre del imperio persa. El imperio llegó a tener hasta 31 satrapías. Los persas sucumbieron cuando Alejandro Magno, tras cohesionar a la fuerza las ciudades-estado griegas, llevó a cabo su campaña de conquista hacia el oriente en el año 334 a.C. Teniendo sólo 21 años y con una fuerza militar mucho menor, Alejandro logró conquistar todo el imperio persa, saqueó Persépolis y entró triunfante en Babilonia. Respetó a la familia del emperador vencido Dario III. Llegó a Egipto donde fundó una de sus tantas Alejandrías. Después inició la conquista del oriente donde llegó hasta el río Indo. Alejandro murió a un mes de cumplir los 33 años y no dejó heredero.

 

 

Imperio Seléucida A la muerte de Alejandro Magno, los generales del ejército alejandrino se disputaron el imperio persa, lo que provoco que se fraccionara. Después de varios conflictos, un ex general griego, Seleucos Nicator, logró permanecer como el emperador de Babilonia, su dominio llegaba hasta la península de Anatolia, el Levante, Turkmenistán y algunas zonas más al oriente. A este territorio se le conoció como imperio Seléucida. Con el tiempo el imperio se extendió e incluyó Siria y territorios de lo que hoy es Pakistán. Para conservar el control de imperio se enviaban colonizadores griegos a distintos territorios, quienes, junto con las autoridades locales, gobernaban y administraban cada una de las provincias. Esto generó una helenización de la región, es decir, se mezclaron las culturas originarias con la cultura griega. Su máximo esplendor llegó cuando administraba hasta 72 satrapías, aproximadamente en el año 281 a.C. Las guerras y las traiciones internas llevaron al colapso a los seléucidas, finalmente algunas tribus de origen iraní lograron las expulsión de la mayoría de los gobernantes griegos, estas tribus fueron conocidas como los arsácidas. Imperio Arsácidas o Parto También conocido como parto, este imperio heredó algunos de los vestigios de la cultura persa. Logró imponerse durante 470 años, siguió el culto de Zoroastro. Su dominio se extendió por todo el valle de Irán. Los partos, en su intento de extender sus territorios hacia occidente, llegaron a desafiar al imperio romano. Los hostigamientos entre ambos se dieron frecuentemente durante casi 400 años. Los romanos, el máximo poder de la época, nunca lograron una victoria contundente contra los partos. El fin del imperio se debió a una revuelta interna, en la que se vio favorecida la dinastía Sansánida.

 

 

Imperio Sansánida Los sansánidas fueron una dinastía que se asumió como heredera de los persas aqueménidas. Su imperio existió durante más de cuatrocientos años y se extendió hasta el valle del Indo en el oriente, en occidente llegaron hasta la península de Anatolia, al norte expandieron su territorio hasta el Cáucaso y al sur más allá del Tigris, también dominaron territorios de Egipto, el Levante y Yemen. Su idioma fue el persa medio (ya que variaba respecto al persa antiguo) y también adoraron a Zoroastro. El imperio sansánida mantuvo conflictos en sus fronteras, durante toda su existencia; en occidente enfrentó primero al imperio romano y después a su sucesor el imperio bizantino; al norte se vio hostigado por la tribus de los hunos. Sin embargo, fueron las tribus árabes de religión islámica quienes lograron infiltrarse para derrotar finalmente al imperio.

 

 

Se considera que esta dinastía prevaleció desde el año 226 hasta el 651 d.C. cuando fue conquistado por el califato ortodoxo de Omeya. También puede considerarse que éste fue el último imperio persa. Como recuento de las aportaciones de esta extraordinaria cultura se pueden incluir:

• El uso de la moneda. • La religión zoroástrica que distingue entre el bien y el mal, y deja al hombre

elegir entre uno y otro. • El sistema político de las satrapías. • La tolerancia con la cultura y religión a los pueblos vecinos. • La escultura a escala monumental. • La arquitectura y la ornamentación. Persépolis y Babilonia fueron en su

época las ciudades más hermosas. Los jardines de Babilonia fueron considerados por lo griegos una de las siete maravillas antiguas.

Los califatos La religión islámica surge en el año 622 d.C. con las enseñanzas y la peregrinación del profeta Mahoma. La mayoría de las tribus de la península arábiga se introdujeron poco a poco al islam. El adoctrinamiento al islam de las diferentes tribus arábigas preparó el terreno para la conformación de un gran imperio que utilizó como forma de gobierno el califato. Un califato es un sistema de gobierno aristocrático en el que gobierna un califa o sucesor del profeta. Una vez consolidado su poder, el califato decidió invadir Persia, que era gobernada en ese entonces por la dinastía Sansánida. Tras años de constantes enfrentamientos la capital persa, Ctesifonte, cayó ante el acoso árabe en el año 637. Finalmente, en el año 651, el imperio persa pasó a ser parte del califato de Omeya. El califato también decidió atacar el imperio Bizantino y aunque no logró derrotarlo, si le arrebató Egipto, Siria, Judea y Palestina. El islam continuó su propagación y para el año 750 se extendió por toda la costa africana del mediterráneo hasta la península Ibérica, incluso llegó a la India. Los califatos siguieron durante más de doscientos años hasta la aparición del imperio Otomano, sin embargo, la religión islámica perduró. Actualmente el islam es la segunda religión más importante del mundo, contó con más de 1,600 millones de adeptos en 2010, lo que representa el 23% de la población mundial (Pew forum, 2014).

 

 

Referencia de la lectura: Material didáctico elaborado por Héctor Augusto Santos Mejía para la unidad de aprendizaje Sociedad, Cultura y Desarrollo de Asia, Pacifico y Medio Oriente, retomando información de las siguientes fuentes bibliográficas: Cotterell, A. (2000). Historia de las civilizaciones antiguas. T1, Barcelona, España: Editorial Crítica. Cotterell, A. (2001). Historia de las civilizaciones antiguas. T2, Barcelona, España: Editorial Crítica. Malam, J. (2005). Mesopotamia. México: Santillana. Marín, G. R. (1986). El Islam, Religión y Política: Interpretación mesiánica del movimiento mahdista sudanés. Costa Rica: Alma Mater Manzanilla, L. (1986). La constitución de la sociedad urbana de Mesopotamia. UNAM. México. Oppenhein, A. (2003). La antigua Mesopotamia. Madrid, España: Gredos.