Mélich y Bárcena_ Levinas Eduacion y hospitalidad

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Mélich y Bárcena, “Emmanuel Levinas. Educación y hospitalidad”, La educación como acontecimiento ético. (fragmento) (…) 128. Vamos a realizar un análisis crítico del concepto de autonomía. La tradicional autoridad conferida a la autonomía (entendida al modo ilustrado como un bien y un objetivo irrenunciable) es el primer obstáculo a remover críticamente para construir una nueva filosofía de la educación. Queremos analizar hasta qué punto la primacía del concepto de autonomía –en el sentido kantiano- como fundamento de la moralidad y de la dignidad humana sigue siendo un objetivo defendible, en tanto tiene que rechazar cualquier fuente heterónoma para la conducta y la acción moral. (129) Marco: herencia ética de la modernidad. Se caracteriza por la primacía ontológica del sujeto (de Descartes a Husserl, recorrido egológico). Pero a la vez, se caracteriza por ser la época de la disolución del sujeto (Hume, FN, MH). La mayor parte de las éticas ilustradas tienen en el principio de autonomía su soporte fundamental. Queremos mostrar los límites y las dificultades que tiene para la práctica educativa el hecho de situar a la autonomía en el fundamento de una filosofía de la educación . Se trata de pensar otro principio, en este caso, el de heteronomía. (130) Hoy nadie duda de que uno de los objetivos fundamentales de todo proceso educativo es el desarrollo de la autonomía. Referencia a Kohlberg y sus fases de desarrollo de la conciencia moral. Pretendemos reponer un concepto de heteronomía que sirva como principio de obligaciones y responsabilidades morales para con el otro. Una libertad sin rostro (131)

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Mélich y Bárcena, “Emmanuel Levinas. Educación y hospitalidad”, La educación como acontecimiento ético. (fragmento)

(…) 128.

Vamos a realizar un análisis crítico del concepto de autonomía. La tradicional autoridad conferida a la autonomía (entendida al modo ilustrado como un bien y un objetivo irrenunciable) es el primer obstáculo a remover críticamente para construir una nueva filosofía de la educación.

Queremos analizar hasta qué punto la primacía del concepto de autonomía –en el sentido kantiano- como fundamento de la moralidad y de la dignidad humana sigue siendo un objetivo defendible, en tanto tiene que rechazar cualquier fuente heterónoma para la conducta y la acción moral. (129)

Marco: herencia ética de la modernidad. Se caracteriza por la primacía ontológica del sujeto (de Descartes a Husserl, recorrido egológico). Pero a la vez, se caracteriza por ser la época de la disolución del sujeto (Hume, FN, MH).

La mayor parte de las éticas ilustradas tienen en el principio de autonomía su soporte fundamental. Queremos mostrar los límites y las dificultades que tiene para la práctica educativa el hecho de situar a la autonomía en el fundamento de una filosofía de la educación. Se trata de pensar otro principio, en este caso, el de heteronomía.

(130) Hoy nadie duda de que uno de los objetivos fundamentales de todo proceso educativo es el desarrollo de la autonomía. Referencia a Kohlberg y sus fases de desarrollo de la conciencia moral.

Pretendemos reponer un concepto de heteronomía que sirva como principio de obligaciones y responsabilidades morales para con el otro.

Una libertad sin rostro (131)

Kant parte de una premisa esencial: si la anterioridad del bien sobre el mal no implica una tendencia espontánea en el hombre a la moralidad, entonces es necesario proceder a una búsqueda. Se trata de buscar aquellos principios universales e impersonales de la moralidad que favorezcan (132) una educación que se inscriba en la vida del sujeto.

Fundamentación de la metafísica de las costumbres. La causalidad de la voluntad el hombre sólo puede concebirla bajo la idea de libertad. La ley moral sólo expresa la autonomía de la razón pura práctica, es decir, la libertad.

Si es libre el individuo que se da su propia ley, y se somete obedientemente a su propio magisterio cada vez que es capaz de escuchar la voz de la razón en su interioridad, también lo es la comunidad que acuerda y pacta racionalmente las leyes

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de acuerdo a una voluntad general en la que cada ciudadano es capaz de reconocer su propia voz e intereses.

Según Kant, mientras el hombre vida en sociedad tiene necesidad de un cierto magisterio que fuerce su voluntad a obedecer una voluntad universalmente aceptable. (133) Pero ese magisterio no puede ser algo externo al sujeto que se ha de autogobernar. La autonomía de la voluntad independiente de los objetos del querer. Mayoría de edad: ser capaz de darse leyes a sí mismo.

Crítica de Kant a la heteronomía: transforma la exigencia moral en un imperativo hipotético, condicional. La fuente de autoridad de la norma ética no puede emanar del sujeto singular, sino del trascendental. Una voluntad es autónoma a condición de que el sujeto sea capaz de determinarse a obrar sobre la base de principios universales. Ruptura entre voluntad y deseo.

(134) Cuando la voluntad sale de sí misma (para buscar las máximas de su legislación), entonces se produce la heteronomía.

La presencia del otro queda reducida a la de un sujeto autónomo, dotado de razón, un alter ego. Kant reduce al otro a una categoría, lo asimila a un concepto universal.

La palabra del otro: difícil heteronomía (135)

Desde la ética de Levinas la heteronomía no niega la autonomía, la sitúa en segundo lugar. La heteronomía debe entenderse como respuesta, no solamente al otro sino también del otro, como responsabilidad. (136)

La filosofía moderna presenta un cogito orgulloso, soberano, capaz de darse ley. La filosofía de la educación ha convertido esa autonomía del sujeto en su fundamento principal. Levinas rompe con el idealismo de la modernidad y convierte la heteronomía, la responsabilidad, en momento constitutivo y fundamental de la subjetividad. Es necesario desubjetivizarse, deponerse como ego, desertar de uno mismo para ser fiel a uno mismo.

La obra de Levinas es un intento de sistematizar una crítica radical a la tendencia filosófica dominante en la filosofía occidental que ha reducido lo otro a lo mismo, lo múltiple a la totalidad, y que ha hecho de la autonomía si principio supremo. (137) Esta adaptación del otro a lo mismo no se obtiene sin violencia. En Levinas la ética aparece como heteronomía, respuesta a la demandan del rostro del otro. El yo ético es sacrificado a su propia libertad. La heteronomía de nuestra respuesta al otro humano, o a dios como otro absoluto, precede a la autonomía de nuestra libertad subjetiva. Si reconozco que al ser yo soy responsable, acepto que a mi libertad la antecede una obligación para con el otro. La ética redefine la subjetividad como esta heterónoma responsabilidad en contraste con la libertad autónoma. La heteronomía, no atenta contra la constitución del sujeto, la hace posible.

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Lo infinito, lo opuesto a la totalidad, ya había sido descubierto por Descartes. El yo que piensa, el ego cogito, posee una idea que lo sobrepasa: la idea de infinito. Esta idea hace posible que más allá de la totalidad se sitúe la exterioridad, el otro, más allá de lo mismo. Otro, una alteridad, que será condición de posibilidad de esta constitución ética del sujeto. Una exterioridad que Levinas denomina rostro.

El rostro (visage) no se ve, se escucha. No es la cara, es la huella del otro. Es su presencia viva, una significación sin contexto. (138) Es por sí solo sentido que se oye, se lee. Es la palabra sin voz, Un imperativo ético.

El rostro es el decir que deja una huella en el mundo . Presencia de algo sensible que siempre es más que sensible. La huella rompe nuestra organización del mundo, desestabiliza al sujeto de la acción, alterándolo. Trastorna el orgullo del yo, le demanda un exilio radical, un viaje sin retorno.

La voz del niño es el acontecimiento que obliga al replanteamiento radical del oficio del pater.

El rostro del otro convierte a la acción educativa en una recepción, en la respuesta a una llamada que precede al sujeto como pasividad radical.

La palabra del otro, su rostro, trastorna el orgullo del yo y le obliga al exilio. (139) (Ver Moises, se va al desierto, encuentra zarza ardiente-Jehová que le dice que vuelva y salve a los judíos). Le dice que su patria no es el ser.

El rostro hace de la educación responsabilidad, responsividad. La ética no comienza con una pregunta, sino con una respuesta a la demanda del otro hombre. Esto es lo que significa heteronomía: responsabilidad para con el otro. La responsabilidad es una condición de la libertad.

Cuidado de sí. Cuidado del otro.

Figura del rehén (otage).

La ética no tiene fundamento, es el fundamento. (140) Es an-árquica. Es acontecimiento. Ese golpe es el encuentro con otro hombre, la revelación del rostro. La ética no es una relación de conocimiento, sino un acontecimiento que rompe las previsiones, una herida en la identidad.

La subjetividad humana se constituye en la escucha y en la respuesta atenta de la “palabra del otro” (rostro).

La relación con el otro, la heteronomía originaria, es asimétrica.

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(141) Traducción pedagógica de Levinas: (pedagogo holandés) Max van Manen, El tacto en la enseñanza. Debilidad del niño se convierte en una fuerza sobre el adulto. La autoridad pedagógica la concede el niño.

La autonomía depende de una heteronomía anterior, una responsabilidad originaria, anterior a todo consenso. Soy responsable del otro a mi pesar. El otro es la anunciación de lo infinito como fragilidad. Es vulnerable porque no impone nunca, solamente demanda y se retira si nadie responde.

El prójimo no me concierne porque sea reconocido como perteneciente al mismo género que yo (142), al contrario, es precisamente Otro.

La idea de la prioridad absoluta de la ética sobre la ontología, la sociología, la psicología, implica una doble crítica a las teorías contractualistas. Primero, afecta a la noción misma de contrato social y segundo, a la idea de autonomía como principio original de la subjetividad. El sujeto no renuncia su poder en función de un cálculo sobre sus posibles pérdidas o ganancias. Para Levinas el fundamento del pacto social no es un contrato, sino una exigencia en la autonomía del sujeto, ya que esta presupone una interior aptitud a abrirse a la voz de la Razón, es decir, una fundamental heteronomía. Heteronomía presupone la irrupción de la alteridad radical.

La educación como hospitalidad

El ideal de autonomía es una aspiración irrenunciable en educación. La limitación se encuentra en el planteamiento kantiano. (143)

Primero, es limitado hacer depende la fuente de las responsabilidades morales de un interés puro por la ley moral, después de los totalitarismos. Tras el Holocausto no podemos seguir pensando que cosas tales como la ética o el pensamiento educativo se pueden gestar sin pasado ni memoria. Tesis: la educación debe encontrar una base para el ejercicio de la responsabilidad en el pasado, el recuerdo y la memoria.

Uso ejemplar del pasado, porque las víctimas de la historia, como dice Ricoeur, no piden venganza sino narración. (144) La historia que interesa no es la de los historiadores, sino la crónica de los vencidos. Mientras la historia es amoral, la memoria es ética, la forman los nombres de aquellos por los que se debe guardar luto.

Un puente de responsabilidad hacia el pasado.

Memoria es intersubjetividad.

El presente no es sólo efecto de la acción del vencedor, sino también está constituido sobre los cadáveres de las víctimas. Déficit de legitimación.

Hay que dar vuelta el argumento kantiano y decir que la fuente de nuestras responsabilidades morales (145) emana y está condicionada por la presencia del otro,

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singular, concreto, irrepetible, con rostro. Si buscamos la autonomía, si aspiramos a incrementar nuestra libertad e independencia, lo tenemos que hacer de forma heterónoma. No renunciamos a la autonomía, sino que la heteronomizamos.

Heteronomizar la autonomía no es limitar la libertad, sino completarla y reconocer que el otro no es mi alter ego y que la libertad no es indeterminada.

Otro límite de la autonomía como principio rector de la educación. En la educación es posible justificar moralmente al menos de dos maneras la autonomía como principio rector: primero, porque sólo remitiendo los fines de la educ al logro de la construcción autónoma del sujeto moral del educando estaremos en condiciones de proteger ese bien (el desarrollo pleno del individuo). Segundo, porque toda educ implica un mínimo compromiso ético con una relación educativa. Sólo asentando esa relación en la idea del respeto a la dignidad del educando y en el valor conferido a la autonomía del otro, estaremos en condiciones de impedir que esa relación devenga dominación.

El otro no es en las éticas ilustradas un sujeto singular, sino trascendental. Muestra su humanidad (sujeto autónomo) pero no su singularidad humana (rostro). (146)

Ese otro con el que me relaciono y que me permite la entrada a un espacio asimétrico de alteridad, como fuente de responsabilidad y de respuesta a su llamada, es otro que reclama una relación de hospitalidad con él, relación desinteresada y gratuita, de donación y acogida.

Desde el lenguaje de una autonomía heteronomizada queda claro que el educador se hace responsable no por lo que provoca en otro, sino también de la biografía y del pasado del otro.

La hospitalidad se orienta al futuro, pero también al pasado.

Esencia de la educación: la hospitalidad.