Microrrelatos de Miedo

CONCURSO MICRORRELATOS “MIEDO EN EL BEMBÉZAR”Curso 2012-2013.

La niña del Salón de Actos.

Todo comenzó el 13 de noviembre en el instituto Bembézar. Era viernes y a Marta y Carmen se les ocurrió una idea.Marta y Carmen eran hermanas y sus padres esa noche no dormían en casa. Ellas pensaron que sería divertido pasar la noche solas en el instituto y hacer lo que quisieran allí. Cuando sonó el timbre de las 2.30 Marta y Carmen se escondieron en los baños de Bachillerato y esperaron a quedarse solas. Pasaron la tarde husmeando por todo el instituto, cogieron comida de la cafetería y vieron una película en la clase D-13. Cuando terminaron de ver la película ya se había hecho de noche; era una noche muy oscura, la luna no alumbraba y hacía mucho viento y solo se escuchaban los crujidos de las puertas. Marta y Carmen tenían un poco de miedo y decidieron irse a casa a dormir, pero todas las puertas estaban cerradas y no podían salir. De repente, se escuchó un fuerte portazo que procedía del Salón de Actos y un grito muy fuerte de una niña. Aunque tenían mucho miedo fueron a ver si había alguien, pero no había nadie, tan solo una gran mancha de sangre en el suelo. Marta y Carmen no sabían qué hacer y salieron corriendo hasta el “Hall” y se abrazaron, pero al darse la vuelta vieron una sombra y escucharon una voz que decía: “FUERA DE AQUÍ”. Se quedaron inmóviles, y de repente la figura de una niña apareció delante de ellas. Todos los cristales se rompieron y las puertas daban portazos; aquella niña parecía furiosa.Marta y Carmen intentaron hablar con ella, pero reaccionó mal y se abalanzó sobre ellas: las chicas quedaron inconscientes en el suelo.A la mañana siguiente se las encontraron ahorcadas en la puerta del Salón de Actos.La niña las había matado para vengar su propia muerte. Aquella niña había sido alumna del instituto Bembézar en 1990 y fue violada y asesinada por el profesor de Música después de negarse a mantener una relación sentimental con él.

Alba Hidalgo Chavero (1º Bachillerato A)

“EL ENCUBRIMIENTO”


Aquel miércoles había sido otro día ¿cansando? y para colmo, la lluvia no había cesado en toda la mañana. El día había transcurrido con normalidad; el segundo recreo se acababa y llegaba la hora de matemáticas. La clase, como de costumbre, se hizo lenta y aburrida, pero al fin sonó el timbre. Ahora únicamente restaba la clase de C.M.C. y podríamos marcharnos a casa. Nuestra alegría aumentó al saber que Ana Valencia, nuestra profesora, había faltado. Poco después de saber esto, apareció Don Rafael, quien iba a ser nuestro profesor de guardia y nos dijo que subiéramos a la D13, ya que Ana nos había sorprendido dejándonos preparada una película en lugar de ejercicios. Para no variar, todos entramos en la clase riéndonos y armando jaleo, lo que no me impidió fijarme en que la pizarra estaba muy sucia; sin embargo, fue cuando Don Rafael se dispuso a bajar la pantalla, cuando me di cuenta de que aquel que hubiera borrado la pizarra lo hizo de tal forma que había representado una cruz. No estaba totalmente seguro, ya que todo había sucedido muy rápido, pero cuando escuché a Laura y David comentando lo mismo, mis dudas desaparecieron. Sin embargo, la sorpresa mayúscula vino cuando, al encenderse el proyector, la frase “Ahora es mi turno” permanecía en la pantalla al tiempo que comenzaba la película. Alguien había escrito esto en la lente del proyector con un rotulador rojo que se encontraba en la mesa de Don Rafael, que resultó ser el mismo que él había perdido hace días y… sorprendentemente, la tinta se había acabado. Todos salimos de la clase sobresaltados y algunos de nosotros nos dirigimos a Dirección para contar lo ocurrido. El director nos repetía constantemente que nos tranquilizásemos y volviésemos al aula; sin embargo, sus rostro cambió al escuchar el nombre del profesor que se encontraba con nosotros y nos preguntó con cierto nerviosismo que dónde estaba, pero al salir al patio sólo encontramos al resto de la clase. El director preguntó por Don Rafael, pero nadie supo responderle, excepto Castillo, que dijo que habría ido a comprar un rotulador nuevo. Decidimos regresar de inmediato a la clase, pero ninguno de nosotros esperaba encontrar lo que todos observábamos sin decir una palabra. En el pasillo central de la clase se podía ver un pequeño charco en el suelo, causado por una gotera que nadie recordaba y seguido del cuerpo sin vida de Don Rafael, que se encontraba delante del único pupitre que había en el pasillo. Todo hacía pensar que se había golpeado con dicha mesa al resbalar, pero tras acercarnos a la mesa encontramos aquel rotulador junto con la foto de un joven y feliz adolescente en la cual ponía: “La tinta pareció acabarse de la misma forma en la que todo pareció un accidente”.

“EL FANTASMA DE ANA”

Todo comenzó un día cuando me dirigía al instituto. Por las mañanas siempre me encontraba por el camino a mis compañeros y a los profesores, pero ese día no me encontré a nadie y pensé que había pasado algo. Cuando llegué al instituto parecía como si no hubiera nadie, pero todas las puertas


estaban abiertas; entré dentro y en la conserjería había un papel que ponía: “Se declaran dos días de luto por la muerte de una profesora, Ana Valencia”.

Yo pensé que era la única persona del instituto que no lo sabía. De repente, se presentó allí un compañero mío, Paco. Él tampoco sabía nada y cuando leyó el papel se le puso la cara blanca y me dijo: “Esto lo he soñado yo, he soñado que esto iba a pasar hoy”. Me cogió del brazo y me llevó a la sala de profesores, me sentó en una silla.

Inesperadamente, se apagaron las luces de la Sala de Profesores y empezó a hacer mucho frío, sobre todo por donde yo estaba y se oía la voz de la profesora como si estuviera dando clases. Mi amigo y yo nos acercamos al Departamento de Lengua, abrimos la puerta y allí estaba Ana, vestida de blanco, con un rostro pálido y sin manos. De la impresión empezamos a gritar y salimos de allí corriendo, ya que nos habían dicho que había muerto.

Nos salimos a la puerta y en ese mismo momento llegó el Director y nos preguntó qué hacíamos allí. Le contamos todo lo que había pasado y se quedó sorprendido.

Íbamos entrando de nuevo al recinto del instituto los tres y, de repente, se cerraron las puertas de fuera; empezaron a aparecer unas nubes muy oscuras en el cielo y empezó a llover. Nos entramos dentro y vimos cómo el fantasma de Ana vagaba por los pasillos como si buscara a alguien; llamaba a una persona pero no se le entendía el nombre. Lo poco que se entendía era que se iba a vengar de la persona que le había matado y esa persona lo iba a pasar muy mal.

El fantasma se metió en una clase y se sentó en una mesa. Decía que en esa mesa se sentaba la persona que le había matado y esperaría a que pasaran los días de luto para poder vengarse.

Días más tarde, estando en el instituto, un muchacho llamado David empezó a sentirse mal porque decía que estaba viendo a Ana y toda la gente se reía de él. Cuando nadie se lo esperaba el fantasma se nos apareció a todos en el Salón de Actos. Ana lo único que hacía era señalar a David con su brazo, ya que sus manos no las tenía.

David confesó la verdad y nos contó a todos que él había cortado los frenos del coche de Ana porque lo había expulsado del instituto. El muchacho acabó en el manicomio y al fantasma nosotros no lo volvimos a ver (no volvimos a ver nunca más al fantasma),pero según me han contado se le sigue apareciendo a David, porque lo que quiere es que él muera o lo pase tan mal como lo había pasado su familia.

VICTORIA GARCIA CALERO (1ª BACH. A)


Historia de Terror

Tras volver de las vacaciones de invierno, estábamos comentando mis compañeros y yo sobre lo que habíamos hecho en las fiestas pasadas. Cuando nos dimos cuenta de que había un alumno nuevo, todos nos quedamos sorprendidos y nos preguntábamos quién sería aquel extraño muchacho. Resultó ser Eufrasio Caníbal Matamoros, de 17 años. Al parecer procedía de un pequeño pueblo del suroeste de Galicia y había llegado a nuestro instituto porque a su padre, que era ingeniero, lo habían trasladado a la planta del Cabril. Era alto y delgado, aunque de complexión fuerte. Parecía ser algo tímido, pero en realidad era un chico bastante divertido cuando lo conocías; además, le gustaba mucho todo lo relacionado con lo sobrenatural. Se ganó la confianza del grupo rápidamente con sus historias de miedo y, sobre todo, cuando un día, inesperadamente, nos propuso hacer el juego de la ouija (o güija). Solo un pequeño grupo aceptó hacerlo y saltarse la hora de Inglés.


Justo en el momento en el que estábamos practicando el juego, la profesora entró en la sala y al observar lo que estábamos haciendo, cogió la tabla y la partió contra el suelo. De repente, el vaso, que había caído bocabajo, comenzó a llenarse de un humo muy denso. Al cabo de unos instantes reventó y el humo fue inhalado por Mari Carmen Mariscal, la profesora. Desde entonces, ella comenzó a tener convulsiones, momentos en los que afirmaba observar gente que la llamaba, situaciones en las que parecía estar poseída… Durante seis meses visitó varios centros de salud y hospitales y ningún médico pudo diagnosticarle la enfermedad que tenía y al poco tiempo, falleció en extrañas circunstancias.

Francisco José Cano Mateo 1 BACH. A

La leyenda

Alguien dijo una vez que en un lugar no muy alejado del universo existía un lugar donde ocurrían fenómenos paranormales. Ese lugar estaba situado en un pequeño pueblo de España llamado Azuaga.

Un día normal y corriente, como todos, Mario y su amigo Javier se dirigían al instituto como cada mañana, cuando se encontraron en el suelo un pequeño y antiguo libro sobre la historia de su municipio. En él descubrieron un extraño papel manchado escrito en latín con un mapa muy peculiar. Era muy parecido a la estructura del edificio de su instituto…

- ¡Mario! Este mapa es muy parecido al del instituto - dijo su amigo Javier -.

- Es verdad… ¡DÉJALO… RÁPIDO, O LLEGAREMOS TARDE! - le respondió él-.

Dicho esto, siguieron su camino pero sin poder dejar de pensar en ese extraño papel e, incluso en clase estuvieron hablando de él en vez de prestar atención al profesor y lo copiaron en una libreta. Por no estar atendiendo en la clase de Matemáticas el profesor fue discretamente hacia su


sitio y los vio con ese antiguo y sucio papel.

- ¿Qué hacéis? - dijo el profesor -.- Nada… - respondieron ellos a la vez -.

El profesor les quitó el mapa y al verlo, rápidamente se sorprendió de una manera muy sospechosa. Acto seguido rompió dicho papel en pequeños trozos destruyéndolo por completo. Todo ello hizo aún más sospechar a estos dos chicos. Observaron detenidamente y vieron una pequeña marca que había inscrita, indicando el aula de música del centro. Esto hizo que empezaran a investigar.

Al día siguiente, acompañados de tres amigos más de su clase, fueron al aula de música con las llaves que había en la Sala de profesores. Siguiendo las indicaciones del mapa se dirigieron al rincón más alejado de la puerta, donde había una pequeña palanca escondida detrás de una columna, tal y como estaba indicado. Los cinco muchachos, sin temor, la accionaron y se abrió una especie de pasadizo en una de las baldosas del suelo.

- ¡Joder, tíos…! ¡Vámonos de aquí, que esto tiene muy mala pinta! - dijo uno de ellos -.

Acto seguido, los tres compañeros que se habían incorporado huyeron rápidamente mientras Mario y Javier entraban en aquel pequeño subterráneo. En aquel lugar oscuro y tenebroso había un pequeño haz de luz saliendo de un antiguo espejo con los bordes dorados, que aunque pareciera mentira, daba la sensación de que producía un sonido un tanto extraño.

-“ VENI NOBISCUM. TRANSGERO CRISTALLUM ET AMMIGRO ALLUDIO…” - salía del espejo mientras se reflejaban dos preciosas niñas .

Mario se dio cuenta de que aquello que creían escuchar no era un simple ruido: era una frase en latín que se repetía y se repetía… Todo era muy extraño y debido a ello se dieron la vuelta y corrieron hacia la puerta del pasadizo, cuando la baldosa se cerró y quedó perfectamente sellada. Una luz roja comenzó a iluminar mínimamente toda la habitación mientras desaparecía la voz del espejo y emergía del suelo las dos muchachas que anteriormente habían aparecido reflejadas en el espejo…

- ¿No queréis jugar? Os diremos la verdad: aquel papel que encontrasteis en la calle lo pusimos nosotras. Somos cazadoras de almas y gracias a vosotros podremos seguir viviendo, pero todo esto tiene un pequeño problema para vosotros y es que… ¡DEBÉIS MORIR!

Los dos amigos comenzaron a correr por toda aquella pequeña sala subterránea con diversos intentos de escapar, pero fueron alcanzados por dos cuchillos afilados que cayeron del techo.


Antes de morir, Javier tuvo tiempo de enviar una imagen a sus tres compañeros por móvil por una única razón: aquellas dos muchachas les resultaba familiar… ¡ Eran estudiantes de Bachillerato en el centro!

¡TENED CUIDADO, A LO MEJOR OS SENTÁIS CON ELLAS EN CLASE Y PODEÍS SER LOS SIGUIENTES…!

Pedro Luis Díaz Palacios (1º Bach. A).

Microrrelato de Lengua:

Todo comenzó en 1997 con la llegada del (no “de el”) profesor Rafael Alexandre al IES Bémbezar.Todos los años se celebraba el Concurso de cortos del (no “de el”) instituto, y como de costumbre, todos los alumnos veían el Concurso de Cortos en el Salón de Actos. A mi amigo Javier y a mí nos parecía un tostón este concurso y decidimos escondernos para librarnos de verlo. Cuando estábamos escondidos en las escaleras que van hacia el aula Minerva , escuchamos un ruido procedente del laboratorio. ¿Cómo podía ser que alguien hubiera en el laboratorio si se suponía que todo el mundo estaba viendo el Concurso de Cortos?.Fuimos hacia el laboratorio y conforme nos acercábamos escuchamos gritos de dolor.Pensamos que podía ser peligroso, así que en vez de abrir la puerta entera, decidimos mirar por la pequeña abertura que se habían dejado. Allí vimos una cosa terrible: vimos cómo se hacían experimentos con personas muertas. Decidimos seguir investigando sobre el tema, ya que no reconocimos qué persona era la que estaba haciendo esos experimentos. Un día caminando hacia la cafetería observé como se le caía al (no “a el”) profesor Rafael Alexandre un papel al suelo. Me apresuré a contárselo a mi amigo Javier y vimos qué ponía en el papel. En él se podía leer: “El alumno Víctor Vizuete debe de someterse al experimento por tener un coeficiente intelectual menor de 80”.Entonces, pensé que Don Rafael estaba siempre obsesionado con que los alumnos fueran muy inteligentes para el progreso del instituto y que el laboratorio no se usaba desde el año de su llegada.Avisé a Víctor sobre esto y él se rio en mi cara diciéndome que todo era un disparate.Poco después descubrimos que Rafael Alexandre le había mandado a Víctor un mensaje sobre su conocimiento y que iba a recibir un regalo. Javier y yo avisamos a todo el mundo que conocíamos pero nadie nos hizo caso . Vimos cómo se dirigían Rafael y Víctor hacia el laboratorio y decidimos seguirlos . Allí observamos cómo le invitaba a beber agua. Todo nos pareció corriente hasta que vimos como al beber agua Víctor se quedaba inconsciente. En realidad no


era agua sino un potente veneno. Rápidamente avisamos a todo el mundo que pudimos para que observara ese crimen. Acorralamos a Don Rafael entre todos y llamamos a la policía. En aquel laboratorio había unos 10 alumnos muertos, a los que todos los habían dado por desaparecidos. Finalmente, Don Rafael fue condenado a cadena perpetua y ya no sucedió ningún acontecimiento de este tipo en el IES Bémbezar.

Casiano Jurado Bustos . 1ºBachillerato A

Este hecho ocurrió un 28 de Noviembre. El grupo de teatro, que preparábamos una función para la próxima semana, tuvimos que ir por la tarde a ensayar la obra. El instituto Bembézar nos había dado permiso para ensayar allí, aunque estaríamos solos y nosotros deberíamos encargarnos de abrir y cerrar el centro. Transcurrida media hora de ensayo, decidimos descansar cinco minutos,’’Pingu’’ aprovechó el descanso para ir al baño. Pasaban los minutos y “Pingu” no regresaba, así que mi hermano, Sergio, decidió ir a buscarlo. Pasados unos minutos empezamos a preocuparnos porque ninguno de los dos había regresado del baño, así que decidimos ir todos a buscarlos. El baño estaba vacío y allí no había nadie. Decidimos que lo mejor era dividirnos en grupo y buscarlos por el resto del centro. Cuando algún grupo los encontrara avisaría a los compañeros que llevaban móvil que eran, Lucía, Fátima y Luis . Media hora más tarde, mi grupo, que estaba formado por Luis , Ana y yo, no habíamos tenido noticias de nadie y llamamos a Lucía, pero no nos contestaba. Decidimos ir a la zona por donde ellos iban a buscar a Sergio y a “Pingu” y nos encontramos con un hecho escalofriante: en el suelo, pintado con algo que parecía sangre, había una frase escrita:” A vuestros amigos no los volveréis a ver y vosotros no saldréis vivos de aquí”. Muertos de miedo, intentamos llamar a nuestros padres primero y después a la policía, pero los teléfonos no tenían cobertura. Decidimos marcharnos del centro a buscar a la policía, pero la puerta estaba cerrada y no se podía abrir. Cuando estábamos intentando salir por una ventana oímos un fuerte golpe detrás de nosotros; era un hombre my grande y fuerte, que parecía enloquecido y que gritaba: “No saldréis de aquí”. Nos dio un fuerte golpe en la cabeza con una maza que llevaba en la mano. Cuando me desperté me encontraba en el laboratorio. Allí estaban Ismael, Fátima, Lucía Sergio y “Pingu” heridos. El hombre estaba en frente de nosotros y decía que nos iba a matar porque tenía que vengarse del centro, ya que él había sido un trabajador del centro al que había despedido. Cuando el hombre se acercó a nosotros con la idea de matarnos, Luis consiguió coger un ácido que había en el laboratorio y echárselo en los ojos. El hombre quedó ciego y no nos veía. Nosotros aprovechamos ese momento para huir y llamar a la policía. Media hora después el hombre era atrapado y nosotros tuvimos que ser hospitalizados, pero lo importante era que estábamos todos vivos.


María Fernández

``TERROR EN EL INSTITUTO´´ Eran las ocho y media de la mañana y Jorge llegaba extrañado al instituto. La lluvia y el aire no le habían impedido darse cuenta de que ningún autobús había llegado al instituto y sus dudas fueron confirmadas por su amigo Manuel, que le había contado que las carreteras estaban cortadas y que ningún alumno y profesor de fuera habían podido llegar al instituto, con lo que solo iban a estar las personas de Azuaga y, por lo tanto, también faltaba la mitad del profesorado, pero Jorge y sus amigos decidieron quedarse, debido al temporal. La primera hora, como era de esperar, la tenían libre, con lo que el profesor de guardia les dejó coger los ordenadores y vieron sin querer una noticia en Internet que decía que un hombre se había escapado de una prisión cercana y que rondaba por la Campiña Sur. Al principio se lo tomaron a broma y estuvieron hablando de ello un rato, pero de pronto se apagó la luz. El profesor fue a ver qué pasaba: los cuatro alumnos de la clase salieron. Entre ellos estaban Jorge y Manuel y, de pronto, apareció el asesino. Los cuatro amigos salieron corriendo y se encerraron en la clase. Todavía no se sabe cuánto tiempo estuvieron encerrados, pero se supo que los cuatro alumnos de aquella clase nunca volvieron a salir y ni los profesores que estaban aquel día volvieron a hablar de ello. De lo que sí se dieron cuenta es de que en aquella clase del instituto Bembézar siempre han pasado cosas extrañas.

Luis Alfonso Martínez Recio 1º Bach A

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