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Prof. Javier Rodríguez. Repartido Historia 6º D y 6º E. Modernización 1875-1900: consolidación del proceso

Modernización 1875-1900: Consolidación del proceso

¿Militarismo?

“Si el militarismo representa la asunción por parte de los cuadros de mando de todos los roles político–administrativo decisivos, ni el período de Latorre ni el de Santos registran nada parecido. Ambos gobernaron con el cuantioso elemento civil colaboracionista que desde el pleno asentimiento hasta complicadas justificaciones y reservas optó por respaldar la gestión de la autoridad de turno”

Real de Azúa”Ejército y política en el Uruguay”.

Las causas de ascenso del militarismo

“Cuando los intereses económicos (Comerciales y financieros) de las potencias europeas fueron bastante importantes, la necesidad de apuntalar regímenes políticos de orden y seguridad para esas inversiones (y para los nacionales de esas potencias que giraban o poseían esos bienes llevaba a banqueros y gobiernos europeos a un apoyo orientado hacia quien pudiera aparecer con mayor consistencia institucional. Y experiencia había bastante en Europa, de que el ejército, además de para hacer la guerra, sirve para mantener el statu quo”

Roque Faraone, “El militarismo uruguayo en el marco del militarismo latinoamericano”

Militarismo e intereses económicos

Concepto de Grupos de Presión

“Se denomina así a los grupos organizados que se proponen ejercer una acción sobre las autoridades. A veces, su objetivo último difiere de dicha acción, pero sin embargo las parece útil para realizar sus objetivos”

Duroselle, “Europa de 1815 a nuestros días”

El interés ganadero

“Hace justamente siete años que, en estos mismos días y en este mismo salón, inaugurábamos la primera asamblea de la Asociación Rural del Uruguay, precisamente en momentos en que una tormenta política desbastaba la campaña, haciéndola inhabitable...

La campaña es inhabitable, decíamos entonces, la propiedad es una mentira, y la vida del estanciero y del morador honesto, una palabra vaga, una fantasía de la imaginación; (...)

Pero para que la propiedad fuese lo que debemos llamar una verdad, era necesario revestirla de leyes de su índole, que determinasen su extensión y fijasen (...) los límites hasta los cuales debía llegar la autoridad en sus relaciones para con la propiedad...

Es entonces que se confeccionó el Código Rural, que es la gloria de ésta Asociación (...) y cuando debía ponerse en práctica (...) surgió un nuevo gobierno que dijo: ‘Con este libro he de concluir con los poderosos enemigos de la propiedad’.

Domingo Ordoñana, Discurso en la Asamblea Rural, mayo de 1879

Latorre y la campaña

“La campaña que consume poco y produce mucho, ha tendió por parte de mi gobierno, una atención preferente. Se explica entonces, que los hacendados retribuyan con palabra agradecida y con su invariable adhesión personal, al régimen de mi gobierno que ha implantado el orden y la decencia pública”

Citado en Bengoa, “El dictador Latorre”

Militarismo, “Alto Comercio” y Bancos

“La clase superior urbana dedicad al fuerte comercio de importación y exportación, ala actividad bancaria prudente y asentada –el Banco Comercial, el Banco de Londres-, a la actividad saladeril, se agrupó en la Bolsa de Comercio constituyendo su primer soporte y el más directamente beneficiado por el gobierno militar.(...)

El dictador pagó de inmediato su deuda con la clase superior urbana. La confianza renació en la Bolsa. El precio del oro se cotizaba en los primeros días de marzo a 8.57 descendió a los dos o tres días del ascenso de Latorre a 2.85 (...)n El estado se hizo cargo de inmediato de toda la emisión del circulante de papel moneda sin respaldo en oro... y comenzó a extinguirla a medida que permitía el pago de los impuestos con ella...

Todo esto culminó con la adopción del monometalismo (patrón oro)”Barrán y Nahúm, Historia Rural del Uruguay Moderno”

Militarismo e intereses británicos

“A diferencia de Lamas que se había decidió a no pagar el empréstito londinense para salvar el tesoro uruguayo y satisfacer a los tenedores de bonos internos políticamente importantes, el Coronel Latorre consideró prioritario el acuerdo con los tenedores de bonos británicos. (...)

El amparo de Latorre a la inversión británica en Uruguay era aún mayor cuando se trataba de empresas involucradas en conflictos con anteriores gobiernos uruguayos, incluso gobiernos en los cuales él había jugado un papel central. Aunque como Ministro de Guerra de Pedro Varela, el Coronel Latorre había amenazado con confiscar el Ferrocarril Central del Uruguay, como cabeza del Ejecutivo, Latorre respaldó su reconstrucción como compañía inglesa en término altamente favorables e impuso este convenio a Uruguay en contra de la enérgica oposición nacionalista a la alineación formal del principal ramal de la Banda Oriental a una compañía extranjera. A diferencia de Lamas, que había ejercido presión para la expropiación de la usina de agua de Montevideo, propiedad de los británicos, Latorre derogó los procedimientos y facilitó la transferencia de la planta y la concesión del monopolio a una nueva compañía inglesa (...)

Los representantes británicos reconocieron el empeño de Latorre por satisfacer sus intereses. Los diplomáticos ingleses compararon favorablemente la dictadura de Latorre con sus predecesores irresponsables y elogiaron el autócrata uruguayo por su ‘resolución’ y ‘capacidad natural’ y su preocupación por el bienestar de los intereses británicos en la Banda Oriental”

Peter Winn “Inglaterra y la tierra purpúrea”

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Privilegios para el Ferrocarril Británico

“Desgravaciones: Art. 2 los materiales útiles y artículos que se importan del extranjero para la construcción, uso y consumo exclusivo del ferrocarril serán libres de todo derecho durante el término de esta concesión y la propiedad del ferrocarril será libre de toda contribución u otro impuesto durante este término.

Privilegios: Art. 4. el Superior Gobierno concederá a la Empresa el uso gratuito de las vías públicas para la colocación de rieles. Art. 5 las propiedades y terrenos para la vía férrea, estaciones demás construcciones necesarias serán cedidas a la empresa en propiedad, siendo Fiscales...

Compensaciones: Art. 7 Para compensar a los accionistas por las pérdidas y perjuicios que han sufrido, el gobierno se compromete a ayudar a la compañía por el término de 10 años con una subvención de $25.000 anuales”

Carlos Panizza, “Un aspecto de las inversiones británicas durante el militarismo: los ferrocarriles”

Consolidación del Poder estatal

“Central 23/11/77 10.50Gobernador Provisorio Latorre, Montevideo, al captan de la 2ª compañía destacada en el SaltoNoticias oficiales de esa, me hacen saber que una gavilla ha pretendido dar un malón. ¿Qué hacen sus

infantes, que no se ah puesto en campaña? ¿Para qué están al servicio del orden y las garantías de los departamentos? Quiero que, de acuerdo con el Jefe Político, se mueva usted a fin de acabar con esos bandidos. Si sus soldados no son capaces de nada, dígamelo, para quitarlos a Ud. y a ellos.”

Citado en B. Nahúm, “Manual de Historia del Uruguay”

Culminación de la transformación de la campaña: la “ pacificación ”

Pacificación

Escritos del Presidente de a A.R.U. Domingo Ordoñana:1/5/1877 “Hemos de concluir este artículo diciendo que la campaña es habitable, gracias al vigor y la

energía del coronel Latorre; y el país rural que es el verdadero país, se lo agradece sinceramente”...1/9/1877 “Hoy el estanciero se respeta y el , el capataz obedece, el peón trabaja y la familia economiza (...)

¿Cómo no estar prestigiada una era semejante?”30/5/1879 “El orden será el primer objeto de la administración. El gobierno que eso hizo y eso hizo fue el

Gobierno Provisional del Coronel D. Lorenzo Latorre y todos palpamos la verdad, todos disfrutamos de las ventajas del exacto cumplimiento de aquellos propósitos, y al decir esto, creemos hacer justicia a la justicia misma (...)

La verdad es que las grandes empresas no admiten muchas reflexiones y los pueblos en situaciones extremas suelen darse gobiernos especiales, cuando se convencen que la suavidad alienta el abuso, la injusticia y la inmoralidad y que solo el vigor es capaz de salvar la patria; y porque hay momentos en la vida de los pueblos, en que vale más un hombre que un principio”

D. Ordoñana, Artículos en la revista de la Asociación Rural

La otra cara de la pacificación: la Ley de fugas

“A la lista de los desaparecidos y de los asesinados en pleno día, hay que agregar también la serie infinitamente más larga, verdaderamente interminable, de los presos que mataba la policía de campaña bajo el pretexto de que había querido escaparse”

Eduardo Acevedo, “Anales Históricos t. iv”“El Chingolo y el Clinudo eran dos gauchos malos que merodeaban por las inmediaciones de José Ignacio.

El primero fue alcanzado y herido en una de las persecuciones, expirando luego en las inmediaciones de Minas. El segundo fue aprehendido y su temeridad cuando era conducido a la capital puso a los conductores en el caso de adelantarse al castigo de la justicia”

“Parte del Jefe Político de Maldonado, citado por E. Acevedo”

La otra cara de la pacificación: el taller de adoquines

“El taller de Adoquines llegó a constituir el terror de la campaña y a inspirar al paisanaje un miedo mucho más fuerte que la daga policial que hería en el camino. Los jefes políticos hacían periódicamente remesas de vagos y malhechor, y algunas veces de gente buena, pero que no comulgaba con el criterio político reinante”

Eduardo Acevedo, “Anales Históricos t. iv”

Culminación de la transformación de la campaña: El alambramiento de los campos

Un cambio tecnológico

“Alambrar el campo es haber dado con todo. Es suprimir gastos, hay necesidad de menos peones, menos caballos, completa seguridad para la hacienda, no existe y la entrada de animales ajenos; no se ven cruzar loa campeadores; las carnadas quedan eliminadas; es un dueño absoluto del campo; sabe a que atenerse y que número de animales suyos puede contener aquél. Ya las haciendas en continuo movimiento por el pasaje, no pisotean el campo; las yeguadas ajenas no lo cruzan; está evitando todo esto (...) con el campo alambrado el negocio de las vacas supera cualquier otro. Los campos alambrados pues son el secreto que encierra la riqueza del país y del estanciero”

Revista de la Asociación Rural, citada en Barrán Y Nahúm, Historia rural...

Promoción estatal al alambre

22/10/1875 “Desde la fecha del presente decreto son libre de todo derecho de importación y adicionales los siguientes artículos: alambre para cercar, arados de todas clases, máquinas, aparatos y útiles para la agricultura”

Ugon, Alonso, Ferrand y Goldaracena,“Compilación de leyes y decretos 1825-1930”

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El cercamiento de los campos

“Todo dueño de campo debe, sin pérdida de tiempo empezar a cercar (...) Se ahorrará también el sueldo de puesteros que hoy con sus familias comen de 120 a 150 capones por año, los que valuados por bajo, pueden calcularse, cuando menos en $220. Si a esto se agrega un sueldo de $12 por mes, o sea $144, tenemos la suma de $364 anuales por cada puesto, que con otros gastos de leña, etc. pronto llegan a $400 (...) véase pues la absoluta necesidad que hay de cesar un gasto tan enormemente superior, a lo que da el negocio y una vez por todas conviene hacer el sacrificio de cercar el campo, aún a costa de vender ganados”.

Informe de la Comisión especial de la Asociación Rural.- 1880

Alambre y Propiedad

Todos cercaron, progresistas y hacendados ‘a la antigua’, porque definía la propiedad de la tierra y el ganado. Para el gran estanciero tradicional de la frontera, el cercamiento era el signo concreto de su deseo de atesorar tierras y vacas, el más notable de sus rasgos psicológicos.

Barran y Nahum, “Historia rural del Uruguay moderno. Tomo iv

Consecuencias sociales del alambramiento

Alambre y desocupación

“Días pasados un hacendado me comunicaba que nuestros establecimientos de campo ocupaban la mitad del personal que antes ocupaban para desempeñar sus faenas. Toda esa gente que antes vivía con un sueldo fijo y bien remunerado, hoy vive a expensas de trabajos accidentales que los obligan a reducir los consumos a la menor expresión posible”

Juan Campisteguy en la Cámara de representantes, 1896

Alambre y exclusión social.

“Cada estancia que se cerca, representa 10, 15 o 20 individuos o familias que quedan en la miseria sin otro horizonte que una vida incierta, degradada por el servilismo del que tiene que implorar la caridad para vivir y alentando en su corazón odios hacia esos cercos (...) y como única esperanza alientan la risueña expectativa de una revolución que les permita la destrucción de todos ellos.

Fransico Balparda en la Revista de la A.R.U, en 1879

“El pobrerío habitaba los ejidos (zonas reservadas para el crecimiento de los pueblos) y suburbios del pueblo y capitales departamentales del interior, las colonias que el Estado había fundado para ellos, y los ‘pueblos de ratas’ diseminados al costado de los caminos nacionales y en las escasas tierras fiscales” hasta que los expulsaran (...)

Barran y Nahum, “Historia rural del Uruguay moderno”. 1967

El Crecimiento de los suburbios en el interior

Después que vinieron los alambrados... todos los propietarios se han deshecho de aquella pesada carga de vecinos a quienes tenían que mantener, dándoles sueldos...; y esta gente ha ocurrido a los centros urbanos... donde no encuentran trabajo, porque las necesidades son muy escasas. De la manera que en los suburbios de nuestros centros de campaña hay una población que no tiene en qué trabajar... y que vive del merodeo y del robo. La mayor parte de los robos que se comenten en campaña, son en las proximidades de los pueblos, porque esa gente, como es natural, urgida por la necesidad, acaba por hacer lo que hace cualquier animal hambriento... Eso lo palpo yo todos los días

Daniel Muñoz, Jefe político de Florida, 1895

Modernización demográfica e inmigración

“En pocos países del mundo el proceso inmigratorio ha tenido una trascendencia tan crucial en la primera configuración de la sociedad local como en el caso del Uruguay. Como ha señalado Juan Rial, durante los primeros 100 años de vida independiente nuestra sociedad tuvo en los extranjeros un auténtico ‘factor definido’. De manera particular entre 1830 y 1890 el Uruguay se perfiló como un ‘espacio vacío abierto al poblamiento’ de extranjeros, lo que contribuyó a una fuerte precocidad del flujo inmigratorio.

La anticipación de la corriente inmigratoria, junto a su muy alta dimensión cuantitativa (frente a la población existente) reforzaron esos perfiles de ‘sociedad aluvial’ y de ‘Patria Gringa’ asignados al Uruguay de la segunda mitad del siglo XIX. La peculiaridad del caso uruguayo se ratifica si esbozamos una comparación con el proceso que afectó a la Argentina, otra sociedad marcada –aunque de distinta forma- por la inmigración en la segunda mitad del siglo XIX y en los comienzos del siglo XX.

Hacia 1860 los datos censales revelaban un 33.8% de población extranjera en Uruguay, mientras que en 1869 las estimaciones para el caso argentino sólo indicaban un 12.1%. Medio siglo después la relación se había invertido radicalmente: el censo de 1908 indicaba un 17.4% de extranjeros en Uruguay, mientras que en 1914 los datos registraban un 30.4% en Argentina. Mientras en el caso uruguayo la primera modernización del Estado se asoció con una sociedad en vías de ‘nacionalización’, en la Argentina el proceso se dio casi a la inversa, en el marco de una trama social creciente y notablemente extranjerizada. Esto tuvo que ver además con la diversidad en la evolución del ‘problema’ de la frontera en una y otra sociedad rioplatenses: mientras en la Argentina la inmigración contribuyó a trascender el límite sur que imponía el mundo indígena, en el Uruguay ese proceso terminó por consolidar la condición fronteriza del país todo.

Otros factores coadyuvaron para profundizar la significación histórica del proceso inmigratorio en la evolución de la sociedad uruguaya: la inserción muy calificada de los extranjeros en las actividades económicas y en la estructura social vernácula, que se tradujo por ejemplo en su papel decisivo en la acción de diversos actores sociales de la época (organizaciones empresariales, sindicatos, etc.); la radicación preferentemente urbana de la población inmigrante (en especial la de origen ultramarino), que sin duda reforzó el proceso de sobreurbanización del Uruguay; la también alta significación de la inmigración regional (particularmente en los departamentos limítrofes), lo que aumentaba su trascendencia en un país tan dependiente de sus vecinos y que ya comenzaba a

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expulsar población nativa al exterior (los extranjeros oficiando de ‘reemplazo’ de los nativos, el ‘país de la inmigración’ asociado al ‘país de la emigración’).

A ello debe agregarse que los inmigrantes trajeron también consigo ideas y pautas de conducta que encontraron mayores posibilidades de arraigo en aquellos ‘tiempos de formación’ de la sociedad local. De ese modo, la permeabilidad autóctona acentuó en nuestro país la asimetría en esa síntesis de transferencia y recepción, tan típica de las sociedades de inmigración”

Gerardo Caetano y José Rilla, “Historia Contemporánea del Uruguay. De la Colonia al Siglo XXI” 2004

Transición demográfica

“La historia de la población humana es una larga lucha del hombre contra la muerte y la enfermedad(...)Los historiadores reconocen dos instancias fundamentales en esta batalla contra la muerte: el período

Neolítico, cuando el desarrollo de la agricultura permitió un salto cuantitativo en el volumen de la población humana y el período que precede y acompaña la revolución industrial, cuyos efectos son los que dominan las transformaciones en el crecimiento y la dinámica de las poblaciones actuales. La dimensión y significado de los cambios que tienen lugar a partir de la revolución científica y tecnología que se desarrolla desde el Siglo XVIII, sobre la prolongación de la vida humana constituye un tema no siempre destacado en los estudios sobre la sociedad contemporánea. La esperanza de vida al nacer era de aproximadamente 29 años en Francia cuando tiene lugar la Revolución de 1789. las sociedades industriales contemporáneas están alcanzando los 80 años de esperanza de vida en este período y es solamente en algunas naciones particularmente atrasadas en su proceso de desarrollo en las que este indicador está por debajo de los 50 años.

Es a partir de los cambios que comienzan a producirse con el proceso de industrialización que tienen lugar transformaciones sociales muy profundas, resultado del a urbanización y de la proletarización de la población. Estos procesos tuvieron como consecuencia cambios significativos sobre la calidad si vida, la organización social y el relacionamiento de los hombres con el trabajo; en el plano demográfico la prolongación de la vida y los cambio es en el comportamiento reproductivo marcan instancias que pueden ser consideradas revolucionarias, con respecto a los siglos precedentes.

La prolongación de la vida humana transformó substancialmente os proyectos individuales y colectivos, las visiones sobre el futuro, los modelos familiares y la relación entre las generaciones. En cuanto al comportamiento reproductivo, este nuevo contexto posibilitó la incorporación de nuevas pautas con respecto a la familia que tuvieron como consecuencia la reducción de la fecundidad. La introducción de la decisión racional de elegir el número deseado de hijos, por parte de las parejas, constituye un cambio sin precedentes respecto a las concepciones generalizadas en las sociedades tradicionales. (...)

El control voluntario del número de hijos, en su forma masiva y adoptado como modelo de vida por parte de las parejas, comienza a tener lugar desde el siglo XVIII y se generaliza en el siglo XIX en la Europa Nordoccidental. Los mecanismos orientados a la contracepción eran fundamentalmente el coitos interruptus y la abstinencia sexual. Extendiéndose en dicho período el recurso ala interrupción del embarazo mediante el aborto.

Estas transformaciones en la mortalidad y en la fecundidad y sus consecuencias sobre el crecimiento y la dinámica de la población de la población cuyo punto de partida se sitúa en la Europa del siglo XVIII, se extienden progresivamente a las distintas regiones del mundo. En este proceso, conocido con el nombre de ‘transición demográfica’, las poblaciones pasan de una situación de equilibrio, consecuencia de una mortalidad y natalidad altas, a otras situación también de equilibrio entre una mortalidad y natalidad bajas; en ambos casos tienen lugar un crecimiento bajo o nulo de la población. El desfasaje en los niveles en que tienen lugar los descensos de las muertes y del os nacimientos da lugar a etapas más o menos ‘explosivas’ en los niveles de crecimiento.

La transición demográfica en Uruguay

Ya desde los últimos años del siglo XIX y en las primera décadas del siglo XX comienzan a manifestarse en el Uruguay las transformaciones que toman el nombre de transición demográfica, de manera temprana con respecto a los países no industrializados. Para ubicar el tema en términos comparativos, con la excepción de Argentina ningún país de América Latina comienza a manifestar estos cambios en el período anterior a 1930.

¿Cuáles fueron las causas que hicieron posible la manifestación ‘precoz’ de este proceso en Uruguay, asimilando su comportamiento demográfico al de los países industrializados?

Las respuestas a esta pregunta son de distinta índole y es un conjunto de factores el que determinó esta especificidad de la evolución demográfica uruguaya.

La consolidación de la actividad económica basada fundamentalmente en la ganadería extensiva, cuya producción se dirigió muy tempranamente al comercio exportador, explica, en gran medida, algunas de sus características demográficas. La ganadería no generó una lata demanda de mano de obra, al mismo tiempo que contribuyó a impedir el desarrollo de un sector campesino orientado a la producción de subsistencia, siendo este tipo de población rural la depositaria de latos niveles de reproducción. Por otra parte, al contrario de lo que sucede con la agricultura, la producción ganadera orientada a la exportación no estimuló el crecimiento de núcleos urbanos intermedios y en este caso tendió a consolidar el crecimiento de la ciudad capital, principal puerto exportador.

La temprana concentración de la población en la ciudad capital y en algunos centros urbanos propició la adopción de pautas de comportamiento reproductivo de tipo ‘moderno’ en los sectores urbanos. A su vez, la inserción en el sistema económico internacional contribuyó a la difusión de sistemas de valores propios de las sociedades industrializadas. Las élites dominantes, fuertemente europeizadas en lo ideológico, promovieron transformaciones de repercusión en el destino de la sociedad; el ejemplo más importante en este sentido fue la reforma que impulsó la generalización de un sistema educativo laico, gratuito y obligatorio para ambos sexos. Esta medida redundó en una temprana elevación del alcance de la alfabetización, que afectó tanto a la población masculina como femenina. La transición demográfica ‘precoz’ no fue ajena a la incorporación de una racionalidad de tipo moderno-occidental en una sociedad que, aunque logró un desarrollo incipiente de la industria, siguió siendo fundamentalmente agro-exportadora.

El aporte de la inmigración europea a la introducción de actitudes diferentes con respecto al comportamiento reproductivo es otro de los aspectos que se incluye en las interpretaciones de este comportamiento diferencial. La

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inmigración masiva provenía del Sur de Italia y de regiones de España que todavía registraban altas tasas de fecundidad en el período en que ese producen los traslados. Pero los inmigrantes formaban parte de un proceso de cambio que tenía lugar tanto en las sociedades de origen como en la de recepción y éstos procesos creaban condiciones propicias para transformaciones en las pautas de reproducción familiar.

El descenso de la fecundidad contribuyó a un enlentecimiento del crecimiento vegetativo de la población, que unido a la disminución de los ingresos de inmigrantes llevó a una reducción progresiva del crecimiento de la población”

Adela Pellegrino “”Caracterización demográfica del Uruguay”,1998

Crisis y encrucijada

Introducción

“La crisis económica y financiera estalló en el contexto de la quiebra de importantes bancos y empresas en París y Londres, entre 1889 y 1890, la que determinó, entre otras cosas, una notable restricción del crédito. La caída de los precios de la lana y el cuero, y la misma quiebra del Banco Nacional pusieron en evidencia la vulnerabilidad del país y de las finanzas públicas, los límites de su capacidad productiva y la dependencia de un mercado internacional de bienes y capitales sobre el que no había la más mínima capacidad de control. Todo ello de3rivó en una reflexión sistemática de la elite política acerca de los rigores de la dependencia y de la vinculación entre esta –juzgada por muchos como más o menos inevitable. Y la condición monoproductora de la economía –por cierto que muy atenuada, pero modificable desde el poderoso instrumento que suponía ahora el Estado Moderno”.

Caetano y Rilla, Historia Contemporánea de Uruguay, 2004

La Liga Industrial

“La República Oriental, depende pues, casi exclusivamente de los mercados del exterior. De ahí su estado de atraso y su falta de crédito, en parte.

Ella sufre la influencia de las oscilaciones mercantiles de los países que le envían sus productos, y de ese modo grava también sus intereses.

Eso no sucederá cuando logre independizarse por completo, es decir, cuando la industria nacional protegida por los gobiernos se arraigue, y entonces bastándose a si misma, salvará las fronteras y podrá establecerse racionalmente la teoría del libre cambio. (...)

Establecido el proteccionismo a la industria nacional, tal cual lo comprendemos nosotros y conseguidos los resultados apetecidos, ella ya fuerte y próspera, no necesitará el apoyo de los gobiernos y la libertad entonces existirá de una manera real, será mercantilmente independiente.

Antes, no.La teoría del libre cambio es benéfica, inmejorable, pero solo es aplicable a un país que ha logrado implantar

y desarrollar su industria”Proteccionismo y Librecambio, el Programa de La Liga Industrial. 1880.

Diversificar

“Vivir exclusivamente de la ganadería importa exponer el progreso económico del país a todo género de trastornos. Bastó que el Brasil cerrara un año sus puertos al tasajo, para que la República experimentara instantáneamente una profunda depresión. Basta ahora que nuestros saladeros disminuyan sus faenas, para que se altere la cifra de exportaciones y sufra el país entero. Si en vez de tener una sola industria exportadora, tuviéramos varias, el decaimiento transitorio de alguna de ellas, estaría casi siempre compensado por el ensanche de otra, y el país no experimentaría bruscas sacudidas”.

Diario El Siglo, 1890.

La Presencia Extranjera

“Tenemos un país en el que la luz es extranjera y privilegiada en forma de Compañía de gas; en que el agua se halla en las mismas condiciones en forma de Empresa de Aguas Corrientes; en que la locomoción representada por tranvías, ferrocarriles, vapores, esta también extranjera, etc. ¿A que continuar? Todo es extranjero y privilegiado o tiende a serlo. Y de esta manera, si en el régimen político hemos destruido el sistema colonial, no lo hemos destruido en la industria, el comercio (...)

El hecho es que una inmensa parte de las riquezas del país se van (...) el número más considerable de los productores de esas riquezas trabajan en el país, pero no para el país ni para habitantes del país. Sus industrias son como esas pesquerías que se establecen en las costas de las islas desiertas. Cargan todo lo que pueden y levan anclas”

Diario El Día, 1891

Surgimiento de la clase obrera

Uniones Obreras

“Compañeras:Hasta cuando tendremos que seguir en este mísero estado, que con más trabajar menos tenemos: mirad

nuestras compañeras, ya sean lavanderas, planchadoras, costureras, alpargateras, paliteras, cigarreras, etc. que cubiertas de harapos y otras semidescalzas corren en todas direcciones en busca de ocupación o de trabajo, siendo imposible encontrar, vuelven a sus casas rendidas de cansancio, sin más aliento en sus cuerpos que el del día anterior y sin esperanza de volver a repetir, por no tener quien les facilite un algo para sustentar sus desfallecidos cuerpos. (...)

Compañeras: ¿Hasta cuando soportar este yugo de esclavitud inhumana? Es necesario unirnos para defender nuestros derechos, seamos fuertes, no dudemos del triunfo porque esas señoras matronas son impotentes. Nada saben hacer; únicamente oprimir y explotar, por tanto el derecho se impone a cumplir nuestra misión”

María Giop (obrera planchadora) en: La voz del obrero, octubre 1899

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Anarquistas

“Hoy no pedimos simples reformas como hicieron los iniciadores de 1º de mayo; hoy no reunimos para protestar contra toda la organización social existente, nos reunimos para desafiar a la burguesía, para propagar la huelga general y el supremo y radical remedio contra la miseria y la tiranía: LA REVOLUCIÓN!

En las barricadas donde el Pueblo hará sentir sus razones; en las barricadas donde los millones de hambrientos reclamarán el derecho a la existencia; es en las barricadas donde triunfaremos contra la pequeña minoría parásita y acaparadora de todos los goces de la vida. La barricada es el altar de la rebelión!

Sí, queremos y propagamos remedios radicales. Al mal hay que atacarlo en su base. Nada importa que la caída sea más o menos estruendosa. No por ello dejará de parecer a la caída de un castillo viejo y arruinado.

Despreciamos todos los medios que no sean lógicos y sanos; despreciamos todos aquellos que anulen la personalidad del Pueblo; despreciamos el mendigar y solicitar el bienestar. Queremos que la sociedad futura surja de lo lógico, lo bello, y lo heroico. Es por eso que despreciamos los medios electorales, es por eso que no queremos ir ni mandar a nadie al parlamento. (...) No, no queremos votar, deseamos luchar. Una barricada es siempre más hermosa y viril que las urnas todas!”

Pascual Gaglianaone en La Tribuna Libertaria”, 1º de mayo de 1901

Disciplinamiento

La “Historia de la Sensibilidad.

“Lo contundente del éxito de la Historia de la sensibilidad en el Uruguay de José Pedro Barrán, además de vincularse con la excelencia reconocida de su autor, se constituyó también en un espejo deferente que reflejó algunos procesos y temas relevantes de la sociedad uruguaya contemporánea. Para entender y disfrutar estos libros que vuelcan lo privado en lo público, los lectores debieron también ellos, llevar algo privado a lo público. Esta Historia terminó siendo, entre otras cosas, el gran espacio para el ‘uso público’ de lo privado. En una sociedad como la uruguaya, con tantos problemas de comunicación con el pasado, la propuesta de Barrán y la reacción de sus lectores –aspecto insoslayable para entender el fenómeno- no dejaron de ser tan revulsivas como sintomáticas de un momento esencial de la peripecia nacional.

En la introducción de su primer tomo, Barrán señalaba que su trabajo pretendías ser <<más que una historia de los hábitos del pensaren una época –aunque también puede incluirlos-, una historia de las emociones; de la rotundidad o la brevedad culposa de la risa y el goce; de la pasión que lo invade todo, hasta la vida pública, o del sentimiento encogido y reducido a la intimidad; del cuerpo desenvuelto o del encorsetado por la vestimenta y la coacción social que juzga impúdica roda soltura.>>

Desde allí, Barrán describió dos sensibilidades diferentes –las propias de la <<cultura bárbara>> y del <<Disciplinamiento>>-, a las que ubicó en una secuencia indicativa dentro del siglo XIX (con el punto de inflexión de 1860). Sin embargo, tal ves ellas descrian mejor dos polos de <<culturas>> que han coexistido -¿o coexisten?- en la sociedad uruguaya a lo largo de su historia. La <<cultura bárbara>>, con palabras del mismo autor, expresó <<una sociedad que practicó la violencia física y la justificó como el gran método de dominio del Estado sobre sus súbditos y de los amos (padres, maestros, patrones) sobre sus subordinados (hijos, niños, sirvientes); que jugó y rió casi tanto como trabajó y a cuya mayoría le costará diferenciar entre estas actividades por presentárseles entrelazadas; hombres y mujeres que vivieron su sexualidad casi con alegría rebelesiana, en medio de un catolicismo permisivo; una época, por fin, que exhibió macabramente la muerte, la anunció con bombos y platillos a los moribundos y hasta la vinculó con la fiesta y el omnipresente juego>>.

Sobre esta <<cultura bárbara>> (qué Barrán dató aproximadamente entre 1800 y 1860) cayó luego <<el Disciplinamiento>> propio de una sociedad en tránsito de modernización capitalista. <<Mientras en el Uruguay del Novecientos –dice Barrán en su segundo tomo- se asentaba la soberanía popular y la democracia representativa –e incluso algunas formas de progresismo social-, ciertos datos de la sensibilidad ‘civilizada’ garantizaban la sumisión de los cuerpos y las almas a las exigencias del modelo económico-social naciente. (...) El Disciplinamiento del ‘caos’ bárbaro con las pulsiones a menuda desbocadas, fue uno de los resultados, a veces casi obvio, en otras ocasiones no tanto, de la conversión del trabajo en sagrado y del juego en pecado, del horror provocado por el ineficaz costoso castigo de los cuerpos y el enamoramiento por las nuevas técnicas de vigilancias de las almas, del terror ante la majestuosidad y poder de la muerte y, por fin, del descubrimiento de la intimidad, un derecho que estuvo detrás del nuevo hombre desgajado de las viejas comunidades. (...) El Novecientos, que descubrió las libertades, inventó también las disciplinas. El obrero tuvo la jornada de 8 horas, pero dejó de jugar.”

G. Caetano y J. Rilla, “Historia Contemporánea del Uruguay”, 2003 sobre la“Historia de la Sensibilidad en el Uruguay” de J. P. Barrán (1989 y 1990)

La Educación

“Los males sociales, por su misma complejidad, por la diversidad de formas con que se presentan y por la multiplicidad de órganos que afectan, demanda para su curación la acción conjunta de diversos procederse armónicos. Todo es solidario en el desarrollo de la existencia social, y por eso persiguen una falaz quimera los que suponen que basta realizar esfuerzos en este o aquel sentido, permaneciendo inactivas y obrando contrariamente las demás fuerzas sociales, para obtener transformaciones radicales (...)

En la vía del mejoramiento social, el planteamiento de un buen sistema de instrucción pública es un de los más activos motores; y así como puede asegurarse que sus resultados serán siempre relativamente ineficaces mientras en otras esferas de actividad social continúen obrando las causas corruptoras, puede afirmarse también que ni los pueblos ni los gobiernos podrán realizar nunca reformas que tengan alguna importancia sin el auxilio de un buen sistema de instrucción pública.”

José Pedro Varela, “La legislación escolar”, 1910

Estancieros educadores.

“La educación dirigida a la estabilidad, afianzará las normas morales y propenderá a despertar hábitos de trabajo, garantes de la propiedad”

Domingo Ordoñana en 1876, citado en, Barrán, Historia de la Sensibilidad en el Uruguay, T II. 1990

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Prof. Javier Rodríguez. Repartido Historia 6º D y 6º E. Modernización 1875-1900: consolidación del proceso

La Mujer disciplinada

“De los sexos separados se pasó, como hemos visto, a los sexos enfrentados. Dentro de esta cultura patriarcal y burguesa ese enfrentamiento sólo podía concluir con la mujer dominada, es decir, convertida en subalterna del padre, el esposo o el hermano mayor.

La mujer dominada fue un tipo humano que halló sus expresiones paradigmáticas en la burguesía y la clase media, aunque probablemente varias de sus características se hallasen igualmente en los sectores populares. Esa mujer, inmersa dentro del poder burgués, moldeó su sensibilidad y su conducta combinando sus características sexuales con los valores que la cultura dominante la impulsó a internalizar. De este modo, la madre, fue madre ‘abnegada’, la compañera del hombre, esposa ‘casta’, el biológico contacto de la mujer con el mundo de la materia y la naturaleza (la concepción), fue misterio peligroso y acechante, y la especificidad de su sexualidad, la hizo ver como araña devoradora de la ‘energía’ masculina y el dinero del hombre, cuando no como testigo de los descaecimientos de su poder, de sus impotencias”.

J. P. Barrán, “Historia de la Sensibilidad en el Uruguay”, 1990.

Educación y rol de la mujer

“Susana es una niña bondadosa. Pasa casi todo el día en la clase, y cuando vuelve a su casa se pone a coser. Un día su papá le compró una cajita con dedal, agujas, hilo y muchas otras cosas y le dijo que ella en adelante debía coserle siempre su ropa. Desde ese día Susana le cose las camisas a su papá, le pone los botones cuando se caen y e remienda las medias”.

Texto de lectura escolar, 1889“Una niña bien educada debe saber arreglar la casa. Por eso María se ocupa todas las mañanas, en limpiar

su cuarto y acomodar su ropa. Ahora está en el comedor poniendo la mesa (...) Los padres de María están muy satisfechos de lo buena y trabajadora que es su hija”

José H. Filgueira, “Un buen amigo” texto de lectura de tercer año, 1907

El rol de la mujer según la Ley

“Los liberales y católicos que redactaron el Código Civil de 1868 estuvieron en un todo de acuerdo sobre el papel de la mujer. Si el marido debía ‘protección a la mujer’, esta debía ‘obediencia a su marido’ y estaba obligada a seguirle donde fuera porque: ‘Durante el matrimonio, y mejor dicho, ejerciendo el marido el patrio poder, es forzosamente pasivo el rol de la mujer; con que tenga la intervención propia de su estado, logre hacerse escuchar e influya, como no puede menos, con su consejo, basta: libre de otra responsabilidad queda expedita para los quehaceres domésticos y declina sobre su marido el peso de otras atenciones”.

J. P. Barrán, “Historia de la Sensibilidad en el Uruguay”. Las citas son del “Código Civil de 1868

Secularización

“Lo medular del proceso de secularización se concentró históricamente a lo largo de las seis décadas de la primera modernización capitalista en el país (1870-1930). Constituyó un proceso fuertemente estatalista (en el sentido de que sus principales promotores privilegiaron las vías institucionales y políticas para la concreción y difusión de sus ideas), al mismo tiempo se identificó con uno de los objetivos prioritarios de ese ‘reformismo desde lo alto’ que vanguardizó las transformaciones de las primeras décadas de este siglo. Sin embargo, su éxito social tuvo mucho que ver con sus fuertes raíces en el siglo XIX, en especial en lo que se refiere a su asociación simbólica con procesos como la reforma escolar impulsada por José P. Varela. Como ha destacado José P. Barrán, ‘ la secularización de las mentalidades, las costumbres, las instituciones y la educación se constituyó muy pronto en uno de los síntomas culturales más preciosos de la temprana modernidad uruguaya’.

Del registro del conjunto de iniciativas que pautaron la reformulación de las relaciones entre Iglesia y Estado durante el proceso secularizador, salta a la vista el carácter radical en varios aspectos del concepto de laicidad impuesto en el país durante el período estudiado. Este rasgo se percibe al analizar dos de sus notas más distintivas:

a) La marginalización institucional de lo religioso y su radicación paulatina en la esfera privada, como expresión a la vez de la separación entre el Estado y la sociedad civil y de la fractura entre lo público y lo privado, fenómenos ambos identificatorios de la irrupción de la modernidad.

b) La adopción de posturas oficiales fuertemente críticas respecto a la religión institucional hegemónica (en este caso la Iglesia Católica), unido a una transferencia de sacralidad de lo religioso a lo político, que poco a poco derivó en la conformación de lo que ha dado en llamarse una suerte de ‘religión civil’, con su propuesta de una ‘moral laica’, sus simbologías doctrinas alternativas, sus rituales y liturgias cívicas orientados a reforzar la identidad y el orden sociales.

Privatización de lo religioso e implantación de una ‘religión laicizada’ se constituyeron así, a nuestro juicio, en dos de los aspectos más centrales del proceso de secularización uruguayo. El arraigo de estos dos factores de identificación social pronto trascendería el plano de las relaciones entre la Iglesia Católica y el Estado (o, mas ampliamente aún, el de los vínculos entre la religión, la política y la sociedad), para inscribirse como perfil fundamental de la más vasta identidad cultural de los uruguayos”

Gerardo Caetano y Roger Geymonat, “La secularización uruguaya. T 1”

Legado del siglo XIX

“Intentemos un balance de la experiencia uruguaya desde la en cierto modo artificial que el reformismo batllista operaría como un eficaz sintetizador y proyector de ese riquísimo legado.

I. Nos sirve de punto de partida una lúcida posición de Carlos Real de Azúa que no vacilamos en transcribir:Si hay que partir de un hecho –mejor dicho de un cuadro de fenómenos- este no puede ser otro que la patente, innegable debilidad que en el Uruguay del siglo XIX presentó la constelación típica de poder del continente. La hegemonía económico social de los sectores empresarios agrocomerciales y su entrelazamiento con la Iglesia y las fuerzas armadas como factores de consenso y respaldo coactivo, respectivamente, no asumió –se decía- la misma consistencia que poseyó en casi todo el resto del área latinoamericana.

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Prof. Javier Rodríguez. Repartido Historia 6º D y 6º E. Modernización 1875-1900: consolidación del proceso

El umbral del siglo XX parecía un momento ‘tardío’ para configurar esa constelación. El Uruguay se mostraba más abierto para recibir e interpretar el impacto de los fenómenos típicos de la política moderna que se desplegaría cómodamente durante las primeras décadas de siglo.II. También fueron relativas las restricciones de la dependencia externa, ya porque la misma implantación

capitalista no terminaba de afirmarse, ya porque la oferta uruguaya en el mercado mundial era relativamente diversificada dentro del marco de lo monoproducción ganadera. Además de formar parte del <<Imperio informal>> británico, el país no había dejado de ser frontera de la región y de las luchas interimperiales. Como se verá, la transición de hegemonías mundiales (de la supremacía inglesa a la norteamericana) se sufrirá tardíamente, y, por su misma naturaleza, habilitaría gestos de indisposición hacia Gran Bretaña, políticas de sesgo nacionalizante y no pocos regateos.

III. La combinación de ambas debilidades –la de la implantación oligárquica y la de la implantación capitalista- contribuyó a reforzar la presencia del Estado en la sociedad civil y la centralidad de sus funciones en la formación social uruguaya. Hacia fines de siglo, el Estado ofrecía ya una sólida tradición intervensionista, expresada no solo en el desarrollo del poder coactivo y administrativo sino también en el cumplimiento de tareas empresariales y arbitrales –a menudo estas últimas, para dirimir conflictos entre propietarios o canalizar demandas proteccionistas-, en la extensión de la red ferroviaria, la construcción del puerto de Montevideo, la administración de la energía eléctrica y el establecimiento del primer banco con fuerte participación estatal. El reformismo batllista encontraría-y en parte sería su fruto- un Estado empresario e interventor con relativa autonomía de las clases sociales, que veían en él una posibilidad de proyectar sus demandas y disimular sus vacilaciones.

IV. Esta primacía del estado coadyuvó también a la centralidad de las mediaciones específicamente políticas en la sociedad Uruguay. Tempranamente configurados, los partidos políticos o sus formas previas sirvieron asó de intermediarios idóneos entre las demandas formuladas en una sociedad civil carente de fuertes corporaciones y el espacio público definido y ordenado desde el Estado. Desde un fondo común liberal, irreductible por tanto a la dialéctica típica de América Latina de blancos y colorados (y también las sucesivas negaciones de los mismos) elaboraron una trama de hondos arraigos en la sociedad y en la cultura del país. Tres cruentos conflictos, culminaron por aceptarse como agentes legítimos y expresar, cada cual a su modo, la matriz liberal por entonces disponible.”

Gerardo Caetano y José Rilla, “Historia Contemporánea del Uruguay”.

El Proceso modernizador

“La pequeña y turbulenta república del Uruguay podía en muchos aspectos ser considerada como un rincón nada desdeñable de aquel <<imperio informal>> británico. A pesar de su <<éxito>> en la Guerra del Paraguay, el peso de Brasil se había deteriorado lo suficiente como para que los préstamos del otrora poderoso Mauá fueran refinanciados en Londres y el propio sistema bancario de Barón cayera en bancarrota. Gran Bretaña desplegó entonces un relevo más explícito: según ha estudiado el historiador Peter Winn, en 1875 las inversiones británicas en Uruguay se aproximaban a los diez millones de libras esterlinas; en la década del ochenta, a los veinticinco millones, y a cuarenta millones hacia 1900. Las inversiones inglesas en el Uruguay eran mayores que las realizadas en África Occidental, y el país estaba unido a Inglaterra por la más alta deuda per cápita de toda América del Sur.

Una visión algo dependentista haría pensar –como lo hacía Carlos María de Pena en 1882- que ferrocarriles y capitales era todo lo que el Uruguay parecía necesitar para poder cumplir con el papel de proveedor de la mesa y los telares británicos. Ni tanto ni tan poco: la idea de la modernización de América Latina es particularmente útil si no se la emplea como mera adaptación a un ritmo universal (por más envolvente que este fuera) y si se acude a ella para observar en términos comparativos que la modernización ha podido identificarse con un complejo de fenómenos tales como la disolución de los agrupamientos sociales tradicionales, la emergencia de <<nuevos ricos>> que aspiran a verse representados en el orden político, el incremento de la movilidad geográfica y social de la población, la expansión de la educación, de los servicios de salud y comunicación entre otros. Desde el punto de vista político, a partir de un Estado robustecido, la modernización implicó una laicización de la autoridad, la diferenciación de las instituciones y la expansión de la participación política.

El Uruguay moderno es reconocible en el marco de ese largo proceso que concretó la integración del país a los mercado mundiales encabezados por Gran Bretaña, ambientó la diversificación productiva, la modificación de las pautas de consumo y la complejización social; la reafirmación del Estado, la extensión de la educación, el <<triunfo>> del control de la natalidad en la demografía y de la cultura urbana, escrita y secularizada; el ajuste del sistema político y la formación –más tarde- del sistema de partidos, entre otras transformaciones de relevancia. Como se verá, la crisis de aquel Uruguay <<moderno>> significará la quiebra de este cuadro de relaciones, que pudo madurar en el país a lo largo del casi medio siglo de esplendor de la pax britannica.

En una primera fase del proceso, durante el último cuarto del siglo XIX, fue implementado un modelo agroexportador en lo económico y autoritario en lo político, que si bien logró modificar sensiblemente la estructura productiva del país, no fue capaz de evitar los rigores de la crisis financiera y económica internacional. Fue así que en 1890 las circunstancias obligaron a ciertos ajustes y reorientaciones, al tiempo que se ambientaba una fecunda reflexión sobre el <<destino>> del país a fin de siglo. La segunda fase, abierta en el 900, habría de sintetizar y proyectar la acumulación precedente en una dirección reformista y democrática, que, sin embargo, tampoco podría escapar al impacto de las crisis del capitalismo mundial desatadas en 1913 y sobre todo en 1929”

Gerardo Caetano y José Rilla, “Historia Contemporánea del Uruguay”.

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