MUJERES DE CUIDADO - Cristianisme i Justicia · actuación se contrapone a la de los le - trados y...

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MUJERES DE CUIDADOJUSTICIA, CUIDADO Y TRANSFORMACIÓN

Lucía Ramón

INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................

1. JUSTICIA, CUIDADO Y FELICIDAD ..............................................................................

2. MUJERES DE CUIDADO ................................................................................................

3. LOS COSTES DEL CUIDADO ........................................................................................

4. NO HAY JUSTICIA SIN CUIDADO ................................................................................

5. NO PODEMOS VIVIR SIN AMOR, NO PODEMOS VIVIR SIN AMAR ........................

6. VISIONES CRISTIANAS DE UNA NUEVA CREACIÓN:JUSTICIA, CUIDADO Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL ........................................

NOTAS ..................................................................................................................................

CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN .................................................................................

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INTERNET: www.cristianismeijusticia.net • Dibujo de la portada: Roger Torres • Impreso enpapel y cartulina ecológicos • Edita CRISTIANISME I JUSTÍCIA • Roger de Llúria, 13 -08010 Barcelona • Teléfono: 93 317 23 38 • Fax: 93 317 10 94 • [email protected] •Imprime: Edicions Rondas, S.L. • ISSN: 0214-6509 • ISBN: 84-9730-277-X • Depósito legal:B-37.735-2011 • Noviembre 2011La Fundación Lluís Espinal le comunica que sus datos proceden de nuestro archivo histórico perteneciente anuestro fichero de nombre BDGACIJ inscrito con el código 2061280639. Para ejercitar los derechos de acceso,rectificación, cancelación y oposición pueden dirigirse a la calle Roger de Llúria, 13 de Barcelona.

Lucía Ramón es profesora de Ecumenismo en la Facultad de Teología de Valencia y deTeología Feminista en EFETA. Autora de Queremos el pan y las rosas. Emancipación de lasmujeres y cristianismo, Madrid, Ediciones HOAC, 2011, 2ª ed. Miembro de Cristianisme iJustícia.

Con el soporte del Ajuntament de Barcelona, Direcció de Drets Civils

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INTRODUCCIÓN

En este cuaderno quiero explorar algunos aspectos de la vida que co-bran una nueva dimensión desde una perspectiva feminista: la relación,por un lado, entre el cuidado de las personas y la felicidad, y por otro,la justicia y la transformación de la sociedad.

En el primer capítulo se pone de relieve la filosofía de Jesús en las pa-rábolas y cómo desde el evangelio la justicia y el cuidado se hermanan.

En el segundo, ya desde el Éxodo, las mujeres transgresoras, mujeresde cuidado, colaboran en el proyecto de vida y justicia de Yahvé. El cui-dado, elemento indispensable en la relación, toma categoría de salva-ción. Reivindicar el cuidado en la política y en la sociedad urge parauna visión integral de la fe.

En el tercer capítulo quiero reflexionar con lucidez sobre las implica-ciones negativas que ha tenido la especialización moral y social de lamujer.

Y finalmente, en los capítulos cuatro y cinco se ofrece un paradigmanuevo, una revolución del sentir en clave feminista para crecer en elamor y hacer el mundo más habitable.

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1.1. En la senda de la SabiduríaEl profeta no habla de lo que tenemosque hacer, sino de la senda que nos con-duce a un bienestar integral y desmesu-rado que describe en términos de vida,abundancia y plenitud. Los términosutilizados por Isaías proclaman sana-ción y reparación, relación, comunión yreconocimiento; en definitiva, propug-nan dignidad para todas las personas. Elayuno como práctica religiosa entre elcreyente y su Dios pasa a un segundoplano. Lo que Dios quiere es un ayunodiferente. El ayuno no es un fin en símismo ni sirve fundamentalmente paraagradarle a él. Es un medio para alcan-zar la felicidad individual y colectiva yposibilitar la comunión con Dios. Isaíasexpresa con fuerza la convicción –com-partida con toda la tradición profética deIsrael– de que esa comunión con Dios

se rompe a causa de la injusticia y de lafalta de cuidado. Es más, las prácticasreligiosas divorciadas del cuidado y lajusticia no la pueden restablecer.

1.2. El tesoro, la perla y la viudaJesús de Nazaret, continuando esta tra-dición profética, también habla de unDios Abba, muy poco religioso, si en-tendemos la religión como una activi-dad encerrada en sí misma y separadadel resto de la vida. Él es manifestaciónde un Dios profundamente relacionalpara el que la ternura, el cuidado y lajusticia son inseparables de una expe-riencia religiosa profunda. Es en esta ac-titud vital, junto con las prácticas socia-les coherentes con ella, donde se ponedemanifiesto la experiencia de haber si-do alcanzada por la gracia de Dios, de

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1. JUSTICIA, CUIDADO Y FELICIDAD

En uno de los textos más bellos de la biblia hebrea (Is 58), Isaías nospropone un camino inaudito para la felicidad. Invito a releer el oráculodesde esa clave y no desde la lectura moralizante que solemos hacer.

«Despeiné mis tinieblas y apareciste tú:el hilo más brillante en el tejido»1

Claribel Alegría

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ser amada por el Amor incondicional yde estar habitada por la divina Sofía. Esahí donde se verifica la auténtica afini-dad con el Espíritu del Crucificado-Resucitado.

Muchas veces perdemos de vista es-ta dimensión de felicidad del Evangelioy lo reducimos a una moral o, lo que espeor, a moralina. Pero las parábolas deJesús y su forma de ver e interpretar loque sucede a su alrededor siguen desa-fiándonos para romper la lógica con laque a menudo “explicamos” el Evange-lio y lo domesticamos hasta acallar sunovedad y hacerlo enmudecer. Hay dosparábolas y un texto que quisiera pro-poner para ayudarnos a ampliar nuestraconcepción de la justicia en la clave delEvangelio. Jesús nos propone una vi-sión mucho más rica de la justicia quela que nos ofrecen la tradición ético-po-lítica moderna y la izquierda tradicio-nal, que constituyen la cultura políticaen la que nos movemos muchas perso-nas preocupadas y comprometidas porla justicia.

Desde el Evangelio,justicia y cuidado,

equidady reciprocidad,

gratuidady abundancia de corazón

son inseparables

Desde el Evangelio, como veremosa lo largo de este cuaderno, justicia ycuidado, equidad y reciprocidad, gratui-

dad y abundancia de corazón son inse-parables.Y esta convicción arraiga en elmismo ser de Dios. Así lo han experi-mentado los grandes creyentes de la tra-dición judeocristiana durante siglos ytambién hoy. Y especialmente las muje-res, como veremos más adelante.

Pero antes vamos a dejarnos inter-pelar por los textos del tesoro, la perla yla viuda.

«El reinado de Dios se parece a untesoro escondido en un campo: lodescubre un hombre, lo vuelve a es-conder y, todo contento, vende todassus posesiones para comprar aquelcampo. El reinado de Dios se pare-ce a un mercader de perlas finas: aldescubrir una de gran valor, va, ven-de todas sus posesiones y la com-pra.» (Mt 13,44-46)«En presencia de todo el pueblo di-jo a los discípulos: “Guardaos de losletrados, que gustan de pasear conhábitos amplios, aman los saludospor la calle y los primeros puestos ensinagogas y banquetes; que devoranlas fortunas de las viudas con pre-texto de largas oraciones. Su senten-cia será más severa”. Y alzando lavista observó a unos ricos que echa-ban sus donativos en el arca del tem-plo. Observó también una viuda po-bre que echaba dos cuartos; dijo:“Os aseguro que esa pobre viuda haechado más que todos. Porque todosesos han echado donativos de lo queles sobraba; ésta, aunque necesitada,ha echado todo cuanto tenía para vi-vir.”» (Lc 20,45-47 y 21,1-4)

Las parábolas del tesoro y la perla yel relato de la ofrenda de la viuda, cuya

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actuación se contrapone a la de los le-trados y a la de los ricos, son dos bue-nos ejemplos que muestran cómo la jus-ticia de Dios rompe todos nuestroscálculos y pretensiones de eficacia. Sialgo ponen de manifiesto las parábolasdel hombre que lo vendió todo y delmercader de perlas finas, es que la vidaes, tal y como la entiende el profetaJesús, difícilmente programable y bas-tante imprevisible. En este caso, la opor-tunidad de entrar en el reino de Dios, lajusticia que es salvación, se presentacomo una oportunidad de felicidad taninesperada que podemos dejarla pasar.Por otra parte, para quienes se rigen porcriterios exclusivamente mundanos–poder, riqueza, prestigio– pasa fácil-mente desapercibida, ya que se revelaen actos insignificantes desde una lógi-ca “calculadora”. Quienes realmente lapractican son a menudo tan invisibles e“invisibilizados” socialmente como laviuda. Como ella son tratados con lásti-ma y condescendencia por quienes secreen justos y cumplidores de la ley.Ellos ven la realidad desde las aparien-cias y conceden gran importancia al lu-gar de los sujetos en la jerarquía socialy a su “dignidad” o “pureza” religiosa;por eso miden a los otros por su con-formidad con la ley. No es de extrañarque consideren “justos” a los letrados ointachables a los ricos que cumplen lospreceptos religiosos y ni siquiera “vean”a la viuda.

Como en el oráculo de Isaías, la jus-ticia anunciada por Jesús de Nazaret co-mo Buena Noticia es presentada en lasdos parábolas como salvación y biena-venturanza, como oferta de felicidad.Es una justicia que está más allá del

deber. Desborda el campo de la obliga-ción, de lo normativo, del puro volunta-rismo. Nace de otra fuente: la abundan-cia del corazón; y se manifiesta en esamisma abundancia, como pone de ma-nifiesto la parábola de la viuda. La jus-ticia que nos llama a acoger y a practi-car el Evangelio es una justicia mayorque procede de un Amor desmedido,gratuito e incondicional del que veni-mos, que nos llamó a la existencia y nossostiene en el ser. Hacia ese Amor, da-dor de alegría, felicidad y plenitud, ca-minamos.

1.3. Una transformaciónimprevisible: el hombremezquino que dejó atrás todocálculo en pos de la felicidad

«Los fariseos le preguntaron cuándoiba a llegar el reinado deDios y él lesrespondió: “La llegada del reinadode Dios no está sujeta a cálculos; nidirán, míralo aquí, míralo allí. Puesestá entre vosotros.”» (Lc 17,20-21)

Es curioso que el mismo evangelis-ta que unas líneas antes nos habla de lacasi imposible salvación de los ricos, acontinuación nos cuente un relato desalvación de uno de los de peor especie:un explotador sin escrúpulos. ¿Cómo esposible que tal personaje se conviertatras el encuentro con Jesús? De nuevoel Evangelio rompe toda lógica pura-mente humana. Propongo una posibleexplicación que se abre y nos abre a otralógica. La transformación de Zaqueo(ver Lc 19,1-9) tiene que ver con la ex-periencia de un Dios que nos desea ynos ama incondicionalmente. A través

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del encuentro con Jesús, Zaqueo expe-rimentó un Dios que desea ser acogidoen cada vida humana, aunque esté patasarriba. Un Dios que no nos juzga y queregala su bendición a todo el que quie-ra ofrecerle hospitalidad. Un Dios quees capaz de transformar el corazón deaquél que le abra las puertas con con-fianza y le deje entrar en su vida. UnDios que nos llama a una plenitud queestá más allá de todas nuestras expecta-tivas y limitaciones, de nuestros logrosy fracasos, y que se nos dará por añadi-dura. Él/Ella nos ha hecho a su imagenen la capacidad de amar y de vivir en lalibertad y nos invita cada día a crecer asu semejanza; es decir, a madurar en elamor. Nos recuerda una y otra vez quela mezquindad y el egoísmo nos empe-queñecen y nos empobrecen individualy colectivamente, mientras que el ejer-cicio de una ternura compasiva e inteli-gente nos hace florecer y posibilita elgoce compartido de las bellezas de la vi-da. Un Dios cuyo proyecto para la cre-ación y para la humanidad es un pro-yecto de felicidad. Con frecuencia laBiblia hebrea y las parábolas y la praxisvital de Jesús lo expresan a través de laimagen del banquete y la fiesta com-partida: que todos y todas tengamos vi-da, y vida en abundancia, y que nuestraalegría sea total.

1.4. El cristianismo comopropuesta de vida buenay de buena vida

«El gran misterio de la felicidad esque no se reduce a los componentesque permiten o frenan su aparición:por mucho que los reunamos en un

conjunto óptimo, la felicidad los so-brepasa a todos, no se deja delimitarni definir y se desintegra, como elala de una mariposa, en cuanto cree-mos tenerla a mano. Pero, sobre to-do, la vida tiene la estructura de unapromesa, no de un programa. Encierto modo nacer es ser prometidoa la promesa, a un futuro que palpi-ta frente a nosotros y del cual no sa-bemos nada.»2 (Pascal Bruckner)

Nuevas dimensionespara una vida samaritana:

cuidado de las personas, justiciay transformación de la sociedad

El cristianismo no es un programa.Es una experiencia de vida, un modo deestar en el mundo desde la confianza enuna promesa. Arraigado en la fe-con-fianza en la persona y la promesa deJesús, el cristianismo propone un estilopropio de vida buena y de buena vida.Una forma alegre, responsable y gene-rosa de morar en este mundo donde soncentrales el cuidado de todo lo vivientey el trabajo en favor de la justicia. Nosinvita a transformar lo que a menudo estierra hostil o desierto inhóspito en unmundo más humano y en un hogar ha-bitable. Estoy convencida de que una delas tareas más urgentes para nuestras te-ologías es sacar a la luz y articular estapropuesta de vida feliz en los nuevoscontextos sociales y en el horizonte dela globalización.

Rafael Díaz Salazar y otros autores,recientemente José Laguna, han formu-

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lado este ethos mediante la expresión“estilo de vida samaritana” o “culturasamaritana”.3 En este cuaderno quieroexplorar algunos aspectos de una vidasamaritana que cobran nuevas dimen-siones desde una perspectiva feminista:la relación entre el cuidado de las per-sonas, la justicia y la transformación dela sociedad.

Voy a poner el acento en un aspec-to esencial que a veces se ha oscureci-do en nuestros discursos sobre Dios yel cristianismo: el Evangelio comoanuncio de vida en abundancia para to-da la comunidad humana y como expe-

riencia de la abundancia del corazón deDios. Como posibilidad de convertir-nos nosotros mismos en cauces de gra-cia y bendición para los demás hacien-do posible la participación de todos ytodas en el banquete de la creación. Unproyecto que está en marcha y que noes una utopía irrealizable, sino una rea-lidad que está gestándose en la historiaentre dolores de parto, aunque todavíano se haya realizado en plenitud. Unarealidad que ya ha comenzado entrenosotros cuando establecemos ese nue-vo orden de relaciones al que nos invi-ta Jesús.

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2.1. Las mujeres del Éxodo comoparadigma de la articulación entrecuidado, justicia y salvaciónMiriam es la primera mujer a la que laBiblia llama profeta (Ex 15,20). Envia-da por Dios junto con sus hermanosMoisés y Aarón para dar respuesta alclamor y el sufrimiento de su pueblo ba-jo el yugo de los egipcios, es protago-nista y testigo con ellos de su liberación.Esta mujer visionaria y valiente obser-va desde el principio cómo la providen-cia deYahvé va tejiendo la salvación desu pueblo mediante una red de mujerescompasivas que protegen a su hermanoindefenso del abismo de lamuerte. Ellasparticipan en la creación de ese entra-

mado salvífico y son capaces de ver enla debilidad de una criatura desvalida lasalvación de Dios que se está gestando,su fuerza liberadora actuando en la his-toria.

Ellas constituyen un paradigma de laarticulación entre la justicia y el cuida-do que hace posible la vida buena y lasalvación para todos, empezando porlos últimos. Lejos de cualquier visiónespiritualista, la salvación se va tejien-do en la vida cotidiana desde la res-puesta libre y responsable de estas mu-jeres que no se cierran a su propia carney se convierten así en cauces de graciapara Moisés, al que sacan de las aguasde la muerte y, también para todo un

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2. MUJERES DE CUIDADO

La infancia de Moisés está rodeada de mujeres transgresoras, mujeresde cuidado, en el doble sentido de esta expresión, sin cuya colabora-ción el proyecto de vida y justicia de Yahvé para su pueblo se habríaido al traste.

«La cesta de Moisés no naufragóporque un soplo de amor la acompañaba.»

Claribel Alegría

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pueblo que sufre la dominación políticay la explotación laboral. El Dios que seconmueve e interviene en la historia enfavor de los que sufren lo hace siemprecon la colaboración de personas auda-ces y decididas, como estas mujeres.

La narración del libro del Éxododescribe con detalle cómo van “traman-do” la salvación del niño, la convergen-cia de sus decisiones individuales enfavor de la vida da un vuelco a una si-tuación que parecía irremisiblementeperdida, dado el desequilibrio de fuer-zas. El Faraón había ordenado a sushombres que arrojaran al Nilo a todoslos varones hebreos recién nacidos, pe-ro gracias a la insumisión de un puñadode mujeres valientes, sabias y compasi-vas,Moisés sobrevivirá. Primero las co-madronas hebreas Séfora y Puá, las pri-meras objetoras de conciencia de lahistoria, que encuentran elmodo de sub-vertir las órdenes del Faraón de matar atodos los varones hebreos recién naci-dos, sin pagar con su vida su insumisión(Ex 1). Después la madre de Moisés,que tras dar a luz al niño y «viendo lohermoso que era», lo esconde durantetres meses.

El texto hebreo utiliza la misma ex-presión del Génesis: tob, que significabueno, grato, hermoso, conveniente. Esun término vinculado a la dicha y al go-ce. La madre que acaba de dar a luz semaravilla ante la belleza y la bondad dela criatura de sus entrañas en sintoníacon el Dios del relato de la Creación quese maravilla al contemplar la belleza yla bondad de su creación, su consisten-cia y su dignidad. Cuando ya no puedeocultarlo por más tiempo decide depo-sitarlo en una cesta en la orilla del Nilo

con la esperanza de que alguien lo re-cogiese. Miriam, la hermana, «observa-ba a distancia para ver en qué parabaaquello». Cuando la hija del Faraón des-cubre la cesta y se encuentra al niño, seconmueve, sin importarle que sea un he-breo. Miriam está allí, viéndolo todo, ydecide intervenir. Propone a la princesabuscar una nodriza hebrea que le críe elniño y consigue que contrate a la madredel niño. Cuando el muchacho, tras ha-berse criado en su familia de origen, cre-ció, se lo lleva de nuevo a la hija delFaraón, que lo adopta como hijo y lo lla-ma Moisés (Ex 2,1-10).

La sensibilidad de las mujerestraspasa todo tipo de diferencias,

está por la vida

El texto refleja una sensibilidad es-pecífica de las mujeres que traspasa lasdiferencias culturales, religiosas y tem-porales. También hoy las mujeres sonlas primeras en movilizarse para buscara sus hijos desaparecidos en las dicta-duras y en las guerras, y las primeras enorganizarse y protestar cuando los de-sastres ecológicos o medioambientalesamenazan la vida, la salud y la subsis-tencia de sus hijos y de la comunidad.Nada se nos dice del padre de Moisés.En cambio, tanto la madre como la prin-cesa deciden ignorar la razón de estadoque invocan los hombres. Por encima dela despiadada lógica política del Faraón,estas mujeres están por la vida. Su sen-sibilidad para percibir su belleza y suvalor intrínseco, y su ternura entraña-

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ble, las convierten en colaboradoras delos planes de Dios y de la obra de la sal-vación.

Miriam prepara eficazmente los ca-minos de la liberación. No pierde la es-peranza y está vigilante, observa e in-terviene en el momento oportuno. Lacompasión de estas mujeres es un con-trapunto al corazón terco y endurecidodel Faraón, que se irá manifestando enel desarrollo de la historia (Ex 7,3).Cuando más adelante Moisés ofrezca alFaraón el papel de liberador del pueblo,éste, obsesionado por afirmar su poder,lo rehúsa (Ex 32,15). Le puede más elansia de poder que el amor a la vida.Dios humilla su soberbia. La derrota esestrepitosa, y Miriam está allí para can-tar la grandeza de su Dios. Todas lasmujeres danzan al son de su pandero pa-ra celebrar festivamente el cumplimien-to de sus promesas, la liberación de laopresión (Ex 15,20-21). El Dios de lavida, la alegría y la libertad danza conellas, danza en su danza.

2.2. La obra del amor radical

«Si la no violencia es la ley de la na-turaleza humana, el futuro pertenecea las mujeres.» (M.K. Gandhi)

El cuidado tiene mucho que ver conla relación, con la capacidad de amar, decomprender y acoger los sentimientosdel otro, de hacerse cargo de sus nece-sidades y de reconocer y fortalecer sudignidad, su autonomía y su vida en ple-nitud. Desde la perspectiva de la éticateológica feminista se ha insistido mu-cho en la importancia ética de la rela-ción y del cuidado. La teóloga Beverly

Wildung Harrison ha definido la éticacristiana como la obra del amor radical,que consiste en las luchas cotidianas porcrear una comunidad de carne y hueso,de amor y de justicia.4 Desde la expe-riencia histórica de las mujeres la acti-vidad como forma de amar es central.Esta propuesta puede inspirar una espi-ritualidad y una ética cristiana del cui-dado y la justicia que preste más aten-ción a la importancia de las relaciones,y no sólo al sujeto o a los análisis de ca-rácter estructural.

El auténtico poder delas mujeres es el de haber sidoarquitectas de lo más humano

en la persona

En todo el mundo y en todas las cul-turas las mujeres han tenido y siguen te-niendo como prioridad y responsabili-dad las actividades cotidianas que hacenposible la supervivencia humana. Poreso, en todas las civilizaciones, el au-téntico poder de las mujeres, que toda-vía no ha sido ni es suficientemente re-conocido, es el de haber sido arquitectasde lo más humano en la persona. Ellashan sido y son las principales construc-toras de dignidad humana y de comuni-dad: «Las vidas de las mujeres se handistinguido no sólo por su capacidad detransmitir la vida, biológicamente ha-blando, sino de alimentarla y cuidarla,lo cual es un poder social y cultural.Aunque nuestra cultura haya menospre-ciado el papel de la mujer, este poder

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nutricio es formidable». Frente a la ima-gen de “la buena mujer” inventada porla espiritualidad burguesa tardía, «lasmujeres han sido siempre un vivo ejem-plo del poder de la actividad frente a lapasividad, de la experimentación frentea la rutina, de la creatividad y el riesgofrente a los convencionalismos».

Desde estas experiencias históricaslas teologías feministas cristianas en to-do el mundo, y especialmente las co-rrientes ecofeministas, ponen en el cen-tro de la ética la creatividad moralradical del ser humano, su poder paracrear un mundo moral de relaciones. Apartir de la experiencia histórica de lasmujeres descubrimos que ser sujetomo-ral consiste en ser un agente recíproco,que crea lazos con los otros y conformay configura su identidad y su personali-dad y la de los otros en esas relaciones.

Con nuestros actos de amoro de desamor

podemos crearnoso destruirnos unos a otros

Ello implica una enorme responsa-bilidad que ha sido subestimada por latradición ética cristiana: el poder de laacción en el amor o la negación del mis-mo. La ética teológica cristiana tieneque colocar en el centro la relación, latremenda verdad de que por nuestros ac-tos de amor o de desamor tenemos la ca-pacidad de crearnos o de destruirnosunos a otros. Algo que a menudo se ol-vida, centrando la espiritualidad exclu-

sivamente en la relación con lo sagradoy la interioridad y el análisis moral en lapureza de la intención, en una conside-ración puramente abstracta o sentimen-tal del amor o en cuestiones normativas.Pero al igual que nos cuesta entender elinmenso poder del amor, que es la ca-pacidad de actuar unos-en-otros-para-el-bien, tampoco llegamos a calibrarnuestro poder para frustrar la vida ymu-tilarnos unos a otros. Frente a una visiónde la moral excesivamente individualis-ta o puramente abstracta y racional,Harrison plantea una cuestión medularpara le ética teológica y la espirituali-dad. Ambas deben ayudarnos a tomarconciencia de que «tenemos la fatídicaopción de dejar que el amor de Diosopere libremente en el mundo o de pri-varnos unos a otros de lo más funda-mental de la persona y de la comuni-dad». Desde la perspectiva teológicaeste poder radical de la actividad huma-na es el elemento crucial en el drama deDios con el ser humano.

No somos semejantes a Dios ennuestro “poder humano”, en el dominiosobre otros, sino en la obra del amor,que consiste «en profundizar y ampliarlas relaciones humanas, en la comuni-cación, la fuerza del cariño y de la aten-ción al otro, en tender lazos de comuni-dad». El poder de negarse a recibir y daramor, negando así el don de la vida, esmás temible que el poder de la tecnolo-gía y al mismo tiempomás frágil y com-plejo.

En un mundo complejo y globaliza-do la obra del amor radical exige el ejer-citarnos en una compasión inteligente ycreativa y el desarrollo de una espiri-tualidad de la resistencia. La lógica eco-

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nómica del mercado no es compatiblecon la lógica humana del cuidado. Co-mo en los tiempos de las mujeres delÉxodo, hoy también necesitamos unaética y una espiritualidad de la compa-sión política e inteligente.

2.3. La reivindicación feministadel cuidado: la voz del cuidadoy la voz de la justiciaA finales de los años setenta del sigloXX, Carol Gilligan puso el cuidado enel centro del debate ético, rescatando lavoz moral silenciada de las mujeres.Sus estudios de psicología del desa-rrollo moral mostraron que varones ymujeres tienden a resolver los dilemasmorales de forma distinta. Gilligan de-mostró que existen dos lenguajes paracodificar el mundo moral: la “voz fe-menina” y la “voz masculina”. La pre-ferencia femenina por los juicios mora-les contextuales y su valoración de lasrelaciones, frente a la preferencia porlos juicios universalistas, mostraban nouna deficiencia, sino una diferencia enel punto de vista moral. Los valoresapreciados según el punto de vista mo-ral masculino promueven individuosautónomos, capaces de tomar decisio-nes acerca de lo justo y lo injusto desdecondiciones de imparcialidad. El puntode vista moral femenino considera yprotege las relaciones humanas, se hacecargo de los débiles y considera en ca-da caso a las personas concretas en loscontextos de acción concretos.Mientrasque la ética de la justicia se centra en losprincipios morales generales y conside-ra los problemas morales como conflic-tos de derechos, la ética del cuidado se

centra en la adopción de comporta-mientos concretos de atención y solida-ridad con las personas más frágiles yempobrecidas.5

¿Hay que entender esta diferencia-ción en el sentido de que el primero esel lenguaje de los varones y el segundoel de las mujeres? En absoluto, más quede diferencias en función del sexo ha-bría que hablar de disociación de estosvalores dentro de cada hombre y de cadamujer, de división funcional de tareas, ydesvalorización del cuidado frente a lajusticia. Aunque estadísticamente hom-bres y mujeres se inclinen más en unsentido o en otro, la ética de la justiciay la ética de la compasión son un baga-je común y necesario para alcanzar lamadurez moral en ambos sexos. Ambasinciden en valores imprescindibles quecada varón y cada mujer han de apren-der a conciliar.

El cuidado de los otroses cuestión relevante

para la ética y la vida pública

Hasta ahora la teoría ética y políticatradicional no han considerado relevan-te la cuestión del cuidado para la ética yla vida pública. Pero como ha mostradola teoría política feminista, el cuidadode los otros es condición de posibilidadde la existencia del sujeto moral, y sinél no hay ética ni política. La cuestióndel cuidado no es meramente un asuntodoméstico o del ámbito privado, en con-traposición a la esfera pública.

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Aunque el cuidado constituye una cul-tura y un patrimonio ético muy valiosoque las mujeres hemos adquirido a lolargo de los siglos, urge reflexionar conlucidez sobre las implicaciones que hatenido la especialización moral y socialfemenina y la obligatoriedad del cuida-do para su vida y sus oportunidades. Esdecir, sobre las consecuencias de suconsideración generalizada como unaactividad adscrita a las mujeres por na-turaleza, informal y no remunerada.

3.1. La división sexual del espaciosocial y del trabajo

«1778, Filadelfia. Si él hubiera naci-do mujer... De los dieciséis herma-nos de Benjamín Franklin, Jane es laque más se le parece en talento yfuerza de voluntad, pero a la edad enque Benjamín se marchó de casa pa-ra abrirse camino, Jane se casó conun talabartero pobre, que la aceptósin dote, y diez meses después dio a

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3. LOS COSTES DEL CUIDADO

«A las mujeres les ha tocado adornar y embellecer la vida, mientras elprimer sexo se ha ocupado de entenderla y ordenarla. Las actividadesnobles, serias e importantes las realizan los hombres. Su ámbito es elde la política, el sacerdocio, la guerra, lo que se entiende como vidapública. El ámbito de la mujer, en cambio, es el privado: esposa omadre, su misión ha sido la de cuidar, gustar y complacer. Como sen-tenció Kant, las mujeres no están hechas para legislar, que no es losuyo, sino para cultivar la belleza. Estas dos varas de medir, que pusie-ron a cada sexo en su lugar sin posibilidad de elegir ni de mezclar for-mas de vida, han constituido el fundamento de todas las vejacionespara la parte más despreciada.»6 (Victoria Camps)

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luz su primer hijo. Desde entonces,durante un cuarto de siglo, Jane tuvoun hijo cada dos años. Algunos ni-ños murieron, y cada muerte le abrióun tajo en el pecho. Los que vivieronexigieron comida, abrigo, instruc-ción y consuelo. Jane pasó noches envela acunando a los que lloraban, la-vó montañas de ropa, bañó monto-neras de niños, corrió del mercado ala cocina, fregó torres de platos, en-señó abecedarios y oficios, trabajócodo a codo con su marido en el ta-ller y atendió a los huéspedes cuyoalquiler ayudaba a llenar la olla. Janefue esposa devota y viuda ejemplar;y cuando ya estuvieron crecidos loshijos, se hizo cargo de sus propiospadres achacosos y de sus hijas sol-teronas y de sus nietos sin amparo.

Jane jamás conoció el placer de de-jarse flotar en un lago, llevada a laderiva por un hilo de cometa, comosolía hacer Benjamín a pesar de susaños. Jane nunca tuvo tiempo depensar ni se permitió dudar. Benja-mín siguió siendo un amante fervo-roso, pero Jane ignoró que el sexopudiera producir algo más que hijos.Benjamín, fundador de una naciónde inventores, es un gran hombre detodos los tiempos. Jane es una mujerde su tiempo, igual a casi todas lasmujeres de todos los tiempos, que hacumplido su deber en la tierra y haexpiado su parte de culpa en la mal-dición bíblica. Ella ha hecho lo po-sible por no volverse loca y ha bus-cado, en vano, un poco de silencio.Su caso carecerá de interés para loshistoriadores.»7 (Eduardo Galeano)

Este relato nos habla del confina-miento obligatorio de la mujer en elmundo doméstico y de la escisión radi-cal entre las funciones femeninas ymas-culinas que ha privado a las mujeres demuchas oportunidades de desarrollarsey de ser reconocidas. Y tanto la autono-mía como el reconocimiento son nece-sarios para constituirnos como sujetosmorales. Una concepción muy extendi-da ha difundido una visión del lugar yla misión de la mujer según la cual éstadebe recluirse en el ámbito privado y re-nunciar a su sensibilidad, a la singulari-dad de su deseo, para cumplir su deberfamiliar. Sin deseos y entregada a su de-ber de ángel del hogar es como la mu-jer será una buena madre-esposa.

La diferencia femeninajustificó la subordinaciónde la mujer y su exclusión

de la ciudadanía

La división del espacio social y laasignación del cuidado y del trabajo do-méstico a las mujeres está ligada a laconsideración secular de la mujer comovarón defectuoso. Ya desde los griegosla diferencia femenina, su peculiar na-turaleza, se utilizó para justificar su su-bordinación y excluirla de la ciudadanía.La teoría política ha situado tradicio-nalmente la vida doméstica y privadafuera del Estado y de la sociedad, y conella a las mujeres. Y tampoco se ha in-teresado por asegurar que la vida fami-liar se organice según principios de

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igualdad y consenso, o por impedir quelos acuerdos domésticos restringieran elacceso de las mujeres a otras formas devida social.

¿Cómo es posible esta “laguna” dedimensiones oceánicas? Para el presti-gioso filósofo político W. Kymlicka «laexplicación obvia es que los filósofosvarones no tenían interés en cuestionarla división sexual del trabajo de la cualse beneficiaban. Esto fue racionalizadopor medio del presupuesto según el cuallos roles domésticos estaban fijados bio-lógicamente, un presupuesto basado enafirmaciones acerca de la inferioridadde las mujeres, o en la idea más recien-te de la familia sentimental, que diceque el lazo sentimental que surge natu-ralmente entre la madre y los niños esincompatible con el tipo de carácter ne-cesario para la vida social o política»8.Y en el espacio doméstico, la mujer sededica a reproducir las condiciones deposibilidad del ejercicio de la libertaddel varón, que es considerado el sujetomoral por antonomasia.

3.2. ¿Hasta qué punto hemosavanzado?

El ideal burgués de familia propuestopor los reformistas del siglo XIX es elque ha predominado en nuestras socie-dades europeas hasta los años 60-80 delsiglo XX. Se trata de una organizaciónfamiliar en la que el varón trabaja a ple-no rendimiento en el sector productivoy la mujer en el hogar, asegurando la re-producción de la fuerza de trabajo. Setrata de una estructura muy funcionalpara el sistema capitalista de produc-

ción, al permitir el desplazamiento decostes de la producción hacia la esferadoméstica, que gracias a los malabaris-mos femeninos pone a disposición delmercado capital humano disponible lasveinticuatro horas del día para la pro-ducción.

La mujer se incorporaal mercado laboral

sin abandonar el cuidadoy la gestión del hogar

A pesar de la incorporación de lasmujeres al mercado laboral, esta estruc-tura mantiene su vigencia en los mode-los de participación de varones y muje-res en el mercado laboral y en el trabajodoméstico9. El doble uso de la metáforade la “ayuda” dependiendo del género yla actividad refleja la centralidad quetiene el trabajo asalariado para el varóny el trabajo doméstico y familiar para lamujer: cuando son las mujeres las quedesarrollan un trabajo remunerado, so-bre todo en las clases populares, suelenhablar de su trabajo como una “ayuda”al salario del marido; mientras quecuando es el marido el que colabora enlos trabajos familiares y domésticos en-tonces es él el que “ayuda” a la mujer.

Con la incorporación de la mujer almercado laboral se está consolidandoun nuevo modelo: el hombre mantienesu rol casi intacto, y la mujer mantienesus tareas de cuidadora y gestora del ho-gar, asumiendo un doble papel que tie-ne costes importantes para ella y su ca-

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lidad de vida. Las sociólogas feministasdenominan esta situación la “doble pre-sencia/ausencia”, para simbolizar el es-tar y no estar en ninguno de los dos lu-gares y las limitaciones que la situacióncomporta bajo la actual organizaciónsocial. Esta situación que exige a lasmujeres comportarse como un hombreen el trabajo asalariado y como una mu-jer en el ámbito familiar, constituye unatensión permanente entre dos culturasdel trabajo completamente diferentes: lacultura del cuidado y la cultura del be-neficio, lo que les exige negociar per-manentemente e interiorizar tensiones,tomar decisiones y hacer elecciones alas que los varones no están obligados.También se traduce en un malestar per-manente porque por más que dediquenjornadas interminables al trabajo en ca-sa o en el ámbito laboral, no encajan enun mundo construido según el modelomasculino.

Cuando pueden permitírselo una sa-lida para las mujeres de clase media-al-ta es la externalización y salarizacióndel trabajo de cuidados, que recae así enotras mujeres de clase social inferior, amenudo extranjeras, que a su vez nece-sitan de otras mujeres (madre, hermana,hija mayor), cuyo trabajo no es remu-nerado, para que cuiden de sus hijos yde su hogar. Esto da lugar a lo que se co-noce como «cadenas mundiales de asis-tencia y afecto», que en realidad con-siste en cargar los costes del cuidadosobre las espaldas de las mujeres de lospaíses más pobres. «Una forma corrien-te de esta cadena es: 1) una hija mayorde una familia pobre que cuida de sushermanos mientras 2) su madre trabaja

de niñera y cuida de los niños de una ni-ñera emigrante que, a su vez, 3) cuidadel hijo de una familia en un país rico»10.Otra alternativa para que unamujer pue-da trabajar fuera de casa es la madre ola abuela, que actualmente funcionancomo una “reserva flexible de trabajo”no remunerada para el cuidado del ho-gar y de los hijos.

En cualquier caso el coste de los cui-dados se refleja en muchos aspectos: enla salud física y mental de las mujeres;en la renuncia al tiempo libre y de ocio,al tiempo propio para unamisma, lo queafecta tanto al equilibrio emocional ypsicológico, como a la participación enactividades formativas, deportivas, lú-dicas o asociativas, que son necesariaspara el desarrollo integral de la persona;en el retraso de la maternidad o renun-cia a ella; en los conflictos de pareja; enlas limitaciones que afectan a la vidaprofesional: promoción, acceso a pues-tos de responsabilidad, formación... enuna palabra, discriminación negativa ypenalización en el mercado laboral.Y lacarga se multiplica cuando más baja esla clase social.

Además, las mujeres representan el80% de los cuidadores informales depersonas dependientes, y el 90% de losque abandonan el trabajo para prestarcuidados a otros familiares. Pero pesarde todo lo expuesto, es decir, de la grancantidad de trabajo que realizan en be-neficio de la sociedad, las mujeres co-mo colectivo padecen mayor preca-riedad, peores condiciones laborales,mayor riesgo para la salud y peoresprestaciones por desempleo, jubilacióne invalidez.

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4.1. Más allá del orden patriarcalLa mentalidad patriarcal ve la realidadde forma dicotómica: varón y mujer,blanco y negro, cuerpo y espíritu, hom-bre y naturaleza. Estas polaridades sondefinidas por oposición y establecenuna jerarquía entre ellas en términos desuperior/inferior. Esta jerarquización,construida culturalmente, se legitimadefiniéndola como el orden “natural”del mundo. Por eso en muchas culturaslas mujeres asumen como natural el serconsideradas como inferiores a los va-rones. Es una obscenidad que en la ac-tualidad uno de los negocios más lucra-tivos a nivel global, codeándose en elranking con el comercio de armas o eltráfico de drogas, sea la trata y la ex-plotación sexual de mujeres.11

4.2. Universalizar la causafeministaComparto con Victoria Camps la con-vicción de que el siglo XXI será el siglode las mujeres. Ya nadie puede detenerel movimiento que ha constituido lama-yor revolución del siglo XX.12 Pero paraque esta revolución haga efectivo supotencial emancipador para toda la hu-manidad es necesario un cambio de pa-radigma antropológico, ético, cultural,económico, social, político y religioso.Necesitamos universalizar la causa fe-minista. Esto significa mucho más queel hecho de que algunas mujeres esténocupando cada vez más puestos de re-levancia y poder en el mundo, o que al-gunas sean distinguidas con premios yreconocimientos. Conviene tener en

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4. NO HAY JUSTICIA SIN CUIDADO

Nuestras sociedades se han basado históricamente en una visiónpatriarcal del mundo que sigue vigente todavía.

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cuenta que el ser mujer no inmunizacontra los valores patriarcales.Más bienal contrario. Los guardianes del poderpatriarcal se han dado cuenta de que unabuena estrategia para mantener el actualorden de cosas es hacer partícipes a al-gunas élites demujeres de ese poder, pa-ra que tras un aparente cambio todo per-manezca igual.

La universalización del feminismotiene otras tareas pendientes. En primerlugar los cambios revolucionarios queha introducido el feminismo deben ex-tenderse al mundo que aún no los havivido. En segundo lugar estas transfor-maciones han de ampliarse e ir acom-pañados de una profunda reorganiza-ción social a fin de que se logre unaigualdad más satisfactoria. En tercer lu-gar, para conseguir la plena emancipa-ción de la mujer hay que desvelar losobstáculos que impiden a la mujeremancipada ejercer la libertad en igual-dad de condiciones con respecto alhombre.

Considero que las dominacionesmás sutiles a las que nos enfrentamosallí donde hemos alcanzado la igualdadlegal tienen que ver con el mundo afec-tivo y emocional. Anna G. Jónnasdóttirha mostrado que en las sociedades don-de existe una igualdad legal la clave es-tá en cómo vivimos el amor varones ymujeres en un sistema social que toda-vía distribuye los recursos y las cargasde forma asimétrica en función del se-xo. Existe una “plusvalía de dignidadgenérica” que subyace a otras formas deexplotación de las mujeres. Con esteconcepto Jónnasdóttir se refiere al hechode que los varones siguen controlando yexplotando el amor y el cuidado de las

mujeres sin devolver equitativamenteaquello que han recibido. Incluso en so-ciedades más igualitarias este procesode explotación afectiva incapacita o dis-capacita a las mujeres para reconstruirsus reservas emocionales y sus posibili-dades de autoestima y autoridad.13

Es necesario mostrarla conexión de

las reivindicaciones de la mujercon las cuestiones sociales

Universalizar la causa feminista su-pone también colocar las preguntas y laspropuestas de los diversos feminismosen el centro de la política y del debatepúblico. Hemos de mostrar la conexiónque tienen las reivindicaciones de lasmujeres con la mayoría de las cuestio-nes sociales. Y en este punto consideroque la cuestión del cuidado es central yes un buen modo de mostrar la amplia-ción de horizontes y la mayor objetivi-dad de un análisis social, político, eco-nómico o teológico que incorpore laperspectiva feminista.

4.3. Sentido de la justicia y sentidode la gratuidad: hacia un sujeto nopatriarcalMe parece muy interesante para el temaque estoy abordando la distinción queestableceAdela Cortina entre los bienesde justicia, que pueden y deben recono-cerse como derechos, y los bienes degratuidad, que no pueden exigirse co-

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mo derechos porque no se pueden satis-facer por deber. Ambos tipos de bienesson ingredientes necesarios «para unaforma de vida en plenitud».14 Para des-cubrirlos y estimarlos son necesarios elsentido de la justicia y el sentido de lagratuidad. El primero nos impulsa a dara cada uno lo que le corresponde, lo quemerece como persona, que es algo quela humanidad ha ido descubriendo a lolargo de la historia. Hoy entendemosque lo justo es que todos los seres hu-manos gocen de alimento, vivienda,vestido, educación, atención en tiemposde vulnerabilidad, libertad de expresar-se, de formar su conciencia y tambiénde orientar personalmente su vida.

El sentido de la gratuidadno puede exigirse,

pero lo necesitamos tanto comoel sentido de la justicia

El sentido de la gratuidad nos mue-ve a satisfacer esos bienes de gratuidadque no pueden exigirse como un dere-cho y que nadie está obligado a regalar,pero que necesitamos tanto como losbienes de justicia. ¿Y cuáles son esosbienes? El consuelo y la esperanza, elsentido y el cariño. El sentido de la gra-

tuidad nace de la interioridad de la per-sona, del “prodigioso descubrimientode que estamos ligados unos a otros deforma indisoluble y, por tanto, ob-liga-dos, aun sin sanciones o mandatos ex-ternos, sino desde lo hondo, desde loprofundo”. Por eso el cultivo de la inte-rioridad es esencial para desarrollar elsentido de la gratuidad, pues, como ex-presa bellamente Adela Cortina, «es enlo profundo donde se descubre estaenigmática ligadura, el secreto de la fe-licidad. De ella brota el mundo de lasobligaciones que no pueden exigirse, si-no compartirse graciosamente, el mun-do del don y del regalo, del consuelo entiempos de tristeza, del apoyo en tiem-pos de desgracia, de la esperanza cuan-do el horizonte parece borrarse, del sen-tido ante la experiencia del absurdo».

Necesitamos articular la justicia y elcuidado, el sentido de la justicia y elsentido de la gratuidad, en los sujetos fe-meninos y masculinos dejando atrás lasdicotomías y las jerarquizaciones delmodelo patriarcal de sujeto y “sujeta”.Y esa revolución antropológica requie-re y ha de plasmarse en nuevas estruc-turas sociales y políticas, porque, comonos ha enseñado el feminismo en los úl-timos decenios, lo personal es político.Debemos caminar hacia un nuevo con-trato social capaz de crear la sociedaddel cuidado.

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Hablar hoy de justicia y predicar elamor al prójimo sin hacerse cargo de lafeminización de la pobreza y la violen-cia contra las mujeres en todo el mundoy el déficit de estima y amor, el odio yla desvalorización que arrastran comocolectivo desde hace siglos, muchas ve-ces legitimado por las tradiciones y lareligión, es una ceguera intolerable. Acontinuación repasaremos algunos deesos datos como desafío para un cultu-ra cristiana y humanista y reflexionare-mos sobre el mandato de «amar al pró-jimo como a uno mismo» en clavefeminista.

5.1. Caín, ¿dónde estátu hermana?

Los datos claman al cielo y contrastancon la ceguera o la indiferencia de mu-chos varones ante la reivindicación deuna mayor justicia para las mujeres.Cuando escribo estas líneas ya hanmuerto en España 49 mujeres a manosde sus parejas o ex-parejas. La cifra esestremecedora. Pero todavía lo son máslos datos de la injusticia global que su-fren las mujeres por el hecho de serlo.

La feminización de la pobreza esuna realidad que se impone a quien mi-

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5. NO PODEMOS VIVIR SIN AMOR, NO PODEMOSVIVIR SIN AMAR

Las teologías feministas actualizan la interpelación de Dios en el Gé-nesis en clave feminista: Caín, ¿dónde está tu hermana? Nos lanzan elreto de comprometernos seriamente en el proceso de discernir y tra-bajar a favor de lo que es bueno para todas las mujeres, pues hoy esun dato indiscutible desde las ciencias sociales que su bienestar revier-te en el bienestar de la comunidad.

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ra el mundo desde la perspectiva de lajusticia. El número de niñas y mujeres“desaparecidas” desde la década de losnoventa del pasado siglo XX es de másde cien millones, a pesar de que en cir-cunstancias normales nacen alrededorde 95 niñas por cada cien niños, y de quelas niñas tienen una ventaja biológicasignificativa sobre los chicos y un me-nor índice de mortalidad. Estos cien mi-llones es el diferencial entre las mujeresque existen y las que deberían existir sino hubiese discriminación y feminiza-ción de la pobreza. Los datos sobre las“mujeres desaparecidas” son bien elo-cuentes: 30 millones en China, 23 mi-llones en India, 3 millones en Pakistán,1,6 en Bangladesh, 600.000 en Egipto yTurquía, 200.000 en Nepal y 40 millo-nes en el resto del mundo.

La discriminaciónbasada en el sexo

es una enfermedad mortal

El 67% de los pobres en el mundoson mujeres. Ellas representan el 80%de la población desnutrida, el 70% deadultos analfabetos y el 67% de los ni-ños no escolarizados. Aunque su traba-jo representa el 52% del total, sólo po-seen el 1% de la tierra, el 2% del créditoagrícola y el 10% del dinero en propie-dad. Respecto al acceso a los puestos dedecisión política y económica, las mu-jeres sólo ocupan un 6% de los puestosministeriales y un 14% de los escañosparlamentarios y de los puestos de di-rección económica.

En bastantes países la preferenciapor el hijo varón se traduce en el infan-ticidio de niñas y el aborto selectivo. Ladiscriminación de las niñas en el accesoa cuidados, alimentos, salud y educa-ción aparece claramente en los informesdel PNUD sobre desarrollo humano. Lamortalidad femenina está muy asociadaa la ausencia de atención sanitaria en lamaternidad y a la violencia de género.

Los informes del Fondo de Nacio-nes Unidas para la Población han mos-trado cómo una de cada tres mujeres enelmundo sufremalos tratos o abusos se-xuales. Mil millones de mujeres han si-do golpeadas, forzadas a una relaciónsexual no deseada o sometidas a abusosdurante sus vidas. El 47% de las muje-res manifiesta que su primera relaciónsexual fue forzada. 135 millones de ni-ñas y mujeres han sufrido la mutilacióngenital, y cada año dos millones correnel riesgo de sufrirla (6.000 cada día, 5niñas cada minuto).

Amnistía Internacional, en su infor-me Los derechos humanos, un derechode la mujer, ofrece cifras escalofriantes:«La discriminación es una enfermedadmortal. Diariamente mueren más muje-res y niñas a consecuencia de diversasformas de violencia y discriminaciónbasadas en el sexo que por ningún otrotipo de abuso contra los derechos hu-manos. Cada año, según UNICEF, másde un millón de niñas mueren sólo porel hecho de haber nacido mujer. Todoslos años, debido a la discriminación,mi-llones de mujeres son mutiladas, gol-peadas hasta morir, quemadas vivas,despojadas de sus derechos legales ycompradas y vendidas en un comerciode esclavas no reconocido con fines do-

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mésticos o sexuales. Por causa de susexo, las mujeres corren el riesgo de su-frir diversos abusos violentos por partede organizaciones privadas o particula-res».

Los informes de los organismos deNaciones Unidas revelan que en cifrasglobales las mujeres sonmuchomás ge-nerosas con su tiempo que los varones.Las mujeres realizan una gran cantidadde trabajo no remunerado en favor de lacomunidad. La experiencia de millonesde mujeres es la de vivir junto con va-rones en mundos separados. Es la expe-riencia de la desigualdad, de la diferen-cia convertida en subordinación.

En lamayor parte delmundo lasmu-jeres salen perdiendo por el hecho de sermujeres. La feminización de la pobrezay la discriminación de género tienenconsecuencias nefastas para su salud, suintegridad física, su acceso a la educa-ción y su participación social y econó-mica.

Actualmente crece la sensibilidadante esta realidad y el mundo cristiano,y especialmente los varones que ocupanpuestos de liderazgo en él, ha de entraren acción para favorecer la emancipa-ción y liberación de las mujeres que su-fren pobreza, injusticia, explotación ydiscriminación.

5.2. Ama al prójimo como a timisma

«Hermana, el mundo entero estácambiando, pero si tú no cambias,¿qué será de ti?Ahora el gobierno te ayuda a enviara tus hijos a la escuela, pero si no co-

ges el tren de la educación en mar-cha, ¿quién te respetará?Hermana, te he mostrado muchoscaminos, pero si no coges ningunode ellos, ¿qué más puedo hacer?Hermana, elmundo entero está cam-biando, pero si tú no cambias, ¿quéserá de ti?Hoy hay leyes que te protegen, ya nohay ni casta superior ni casta infe-rior, las mujeres tienen los mismosderechos que los hombres, pero si teinsultan, si te acosan o si te pegan yno dices nada, ¿quién protestará porti?Hermana, elmundo entero está cam-biando, pero si tú no cambias, ¿quéserá de ti?Te he explicado las nuevas reglas,pero si no las transmites a tu alrede-dor, ¿quién se las contará a tus hijas?Hermanas, estoy aquí por vosotras,os doy el valor, pero si vosotras nohacéis todo lo posible, ¿qué máspuedo hacer?»15 (Sampat Pal)

Uno de los obstáculos para una re-volución de la igualdad entre mujeres yvarones que permita superar la discrimi-nación de las mujeres es que muchas deéstas han sufrido y todavía siguen su-friendo la imposición de un proyectovital de subordinación que les impideempoderarse y ser sujetos autónomos ylibres. Hay proyectos de vida “mascu-linos” (independencia, soberanía, auto-dirección de la vida) y destinos “fe-meninos” de la existencia (sumisión,dependencia, inaccesibilidad a estudiosy profesiones, mayor precariedad y ex-plotación laboral y empobrecimiento).

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Con frecuencia la interiorización del or-den patriarcal nos convierte a las muje-res en las peores enemigas de nosotrasmismas y de otras. Por eso, con razón,decía la sufragista Emma Goldman quela verdadera revolución no era el acce-so al voto. La verdadera revolución esla que todavía ha de producirse en el al-ma de las mujeres.

La mujer descuidalos deberes hacia sí mismapara ser buena compañera

para otro

Más de un siglo antes que SampatPal, a finales del siglo XIX, y en un con-texto muy diferente, la autora y editorade La Biblia de lamujer,Elisabeth CadyStanton, cristiana y sufragista norteame-ricana, reflexionaba en términos pareci-dos a Sampat Pal, la líder del ejército delos saris rosas: «La idea de ser una bue-na compañera para otro ha sido incul-cada en la mayoría de las mujeres tandiligentemente que la vida, la meta, elpropósito y la ambición individualesnunca son tomadas en consideración.Ellas hacen a menudo tanto en otras di-recciones que descuidan los deberesmás esenciales hacia sí mismas»16. ParaCady Stanton las mujeres, como las vír-genes de la parábola del evangelio deMateo (Mt 25,1-12), deben cultivar laconfianza en sí mismas y la valentía, demodo que puedan bastarse a sí mismassin esperar a que ningún hidalgo caba-llero corra por aceite y arregle sus lám-

paras. Las consecuencias de no hacerloson nefastas para las mujeres: la depen-dencia, la soledad y la ignorancia:

«En su ignorancia, las mujeres se sa-crifican para educar a los hombresen sus hogares y para hacer de símismas peldaños por los que susmaridos, hermanos e hijos asciendenal reino del conocimiento, mientrasellas mismas son separadas de todacompañía intelectual incluso poraquellos a los que más quieren, de lamisma manera que las vírgenes ne-cias. No han conservado sus lámpa-ras arregladas y encendidas, no tie-nen aceite en sus alcuzas, ni recursosen ellas mismas. […] La soledad dela ignorancia, ¡oh, quién puede cal-cular su miseria!Las vírgenes sabias son las que con-servan sus lámparas arregladas, lasque queman aceite en sus alcuzaspara su propio uso, las que han apro-vechado todas las oportunidades pa-ra su educación, se han asegurado undesarrollo sano, feliz y completo, yhan tomado parte en todas las víasde trabajo útiles a su independenciaeconómica, a fin de poder, cuandolleguen las ocasiones y responsabi-lidades de la vida, estar completa-mente capacitadas para disfrutar delas unas y cumplir con las otras.»

Las mujeres necesitan trabajar la au-toestima y el amor a sí mismas, tambiénen el terreno espiritual. Durante sigloshan sido consideradas las desterradashijas de Eva. La mayoría de las mujeresen el mundo no tienen problemas paracumplir la primera parte del mandatoevangélico del amor, incluso se exce-

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den. Las verdaderas dificultades estánen la segunda: ...como a ti misma. Y es-te no es un asunto del que suelan ocu-parse mucho los predicadores y los di-rectores o acompañantes espirituales,que ponen el acento en los pecados pa-triarcales por excelencia que, por cierto,son más propios de los varones (orgu-llo, ambición, afán de dominio, indivi-dualismo, búsqueda del propio interés,codicia). También en este terreno nece-sitamos todas y todos de las aportacio-nes de la espiritualidad feminista.

5.3. Los caminos del amor de síy del amor al prójimo

Varones y mujeres necesitamos una re-volución del sentir en clave feministapara crecer a imagen y semejanza deDios en el amor y para hacer este mun-do más habitable. Y hemos de discerniren qué necesitamos crecer cada uno denosotros para lograr una auténtica ar-monía personal y comunitaria. El cami-no del amor es el camino de la madurezhumana y espiritual. Dice Joan Chittis-ter que «Dios Creador espera que todamujer sea autónoma, única y en cons-tante desarrollo». Es cierto, las mujeresnecesitamos profundizar en esa verdad,creer en ella, crecer desde ella. Hemosde partir del hecho que nuestros saberesy experiencias de cuidado carecen devalor en el mercado; sin embargo, he-mos de buscar nuevas posibilidades decrecimiento y de revelación espiritual.Conocemos nuestras pérdidas y experi-mentamos tener que empezar aparente-mente de cero una y otra vez. Nos en-contrarnos muchas veces desposeídas ycon las manos vacías en este orden pa-

triarcal. Por eso, necesitamos descubrirque nosotras también somos la perlapreciosa, el dracma perdido, el tesoroescondido de Dios.

¿Y en qué tendrán que crecer los va-rones? El camino del amor pasa paraellos en aprender a despojarse, en com-partir el poder, en perder el miedo a notener razón, a no tener el control. Ellospueden aprender mucho del cuidado. Silo practican, especialmente hacia lasmujeres que les rodean, descubrirán queamar pasa por acoger y cuidar al otro ensus aspectos más tangibles y mundanos.El camino del cuidado es una escuela decompasión.Através de la praxis del cui-dado sentimos y tocamos la necesidad yla vulnerabilidad de los seres humanos.Y aprendemos a aceptar y a asumirnuestros límites y nuestra finitud condignidad, con ternura, con paciencia. Laconciencia de nuestra vulnerabilidadcompartida nos impulsa a reclamar losbienes de justicia para todos de formano violenta, pero con determinación.

Varones y mujereshemos de discernir en qué

necesitamos crecer parar lograruna auténtica armonía

Varones y mujeres necesitamos ex-perimentar que la fuente del amor es laabundancia del corazón. No podemosvivir una vida plena sin amor y sin amar.El camino del amor es también el cami-no del deseo, de la sed de plenitud, devida en abundancia. Quien no recorre

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ese camino difícilmente experimentaráalgomás que la obediencia... Pero no es-tamos llamados y llamadas a ser siervosy siervas, sino amigos.

El camino del amor es el de la en-trega, la desmesura, el don; pero todoello, en clave cristiana, también es inse-parable del respeto, el reconocimiento yla reciprocidad. La asimetría es una re-alidad de vida, pero no es lo deseable.

El padre y la madre quieren que el hijocrezca, sea autónomo, llegue a florecer.Y nuestro Dios es aquél que quiere ha-cernos partícipes de su intimidad y de-sea que lo recibamos en nuestra casa.No es unDios solitario y autista, sino unDios Trinitario y profundamente rela-cional, constituido por las relaciones dereciprocidad entre el Padre, el Hijo y elEspíritu Santo, la Divina Ruah.

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Las teologías feministas y ecofeminis-tas nos proponen visiones cristianas deuna nueva creación que articulen la jus-ticia y el cuidado de los otros y de laTierra, y que nos movilicen para latransformación social. Como en lostiempos de los profetas necesitamos

imágenes y símbolos que nos sirvan dehorizonte utópico, de referencia para se-guir caminando. En la tradición bíblicaestos símbolos son abundantes, y una ta-rea urgente de una teología que quieraincidir hoy en la transformación de la re-alidad es precisamente recrear esos sím-

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6. VISIONES CRISTIANAS DE UNA NUEVA CREACIÓN:JUSTICIA, CUIDADO Y TRANSFORMACIÓN SOCIAL

«Ya Weber llamó la atención sobre los efectos que puede tener unaeconomía desligada de una cultura no materialista que la oriente haciaobjetivos antropológicos. En el norte nos encontramos con un hiperde-sarrolllo material y un infradesarrollo de la cultura espiritual, mientrasque en muchos países del sur hay una relación inversa. [R] Tenemosque crear espacios de encuentro y diálogo para establecer un nuevovínculo entre economía, política y cultura. Hay que afrontar el desafíode aunar la salida de la pobreza y la reducción de las desigualdadesinternacionales con otras formas de saber vivir alternativas a las domi-nantes en el capitalismo globalizado. La respuesta a la crisis actualpasa por la recreación de una nueva sabiduría planetaria metaeconó-mica. Y para ello tenemos que reactivar las religiones de liberación ylas filosofías morales emancipatorias.»18

«Las personas no cambian por convicciones intelectuales ni inclinaciones éticas,sino por imaginaciones transformadas.»17

Madonna Kolbenschlag

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bolos éticos y religiosos y adaptarlos anuestros nuevos contextos sociales.

«Crear es resistir, resistir es crear»,dice Stéphane Hessel. Necesitamos cre-atividad teológica y espiritual para lle-nar de contenido nuestros sueños, paraactivar nuestra esperanza, para tenerorientación y sentido. Estamos en unmomento decisivo en la larga historia dela emancipación humana y un gran nú-mero de iniciativas aparentemente ais-ladas pueden formar con el tiempo unamasa crítica que incline la balanza en fa-vor de la humanidad y no sólo de unospocos. Como afirma Susan George,«puedo escribir algo o llegar a alguiencon una idea; puedo actuar e inspirar aotros para que actúen por su cuenta.Puedo ser el crucial, bien que insignifi-cante, grano de arena que haga que elsistema se reajuste conforme a un pa-trón a la vezmás seguro,más verde,másjusto, más humano y más civilizado. Yvosotros también».

Quiero concluir este cuaderno conuna de esas imágenes. En un bello poe-ma, Brian Bren, un varón feminista, nosofrece una visión del Dios Trinitarioprofundamente inspiradora. Es una in-vitación para todos y todas a recorrer elsendero de la Sabiduría acogiendo lasaportaciones de las mujeres creyentes yfeministas.

¿Quién es Ella,ni hombre ni mujer,hacedora de todas las cosas,sólo vislumbrada y aludida,fuente de la vida y de los géneros?Ella es Dios,Madre, hermana, amante:en su amor despertamos,nos movemos, crecemos,nos desalentamos, triunfamosy nos rendimos.¿Quién es Ella,madre de su pueblo,a quien enseña a caminar,que levanta a quienes se cansande aprender a andar,que se agacha para darles de comer?Ella es amor,Que llora en un establo,que enseña desde un bote,Amigo de leprosos,llevado maniatado a la cruz.¿Quién es Ella,centelleo de las corrientes,frescura del pozo,poder vivo de Jesúsque fluye de las Escrituras?Ella es la Vida,Agua, viento y risa,calma nunca quieta,Ligero Espíritu en movimiento,cantando mientras transforma.19

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1. «Insomnio» de Claribel Alegría. Todos los poe-mas de la autora nicaraguense que cito a lolargo del cuaderno pertenecen a su obra Mitosy delitos, Madrid, Visor Libros, 2008.

2. Pascal BRUCKNER, La euforia perpetua. Sobre eldeber de ser feliz, Barcelona, Tusquets Edito-res, 2008, pág. 147-148.

3. Para una descripción del ethos de esa culturasamaritana que encarnaría las virtudes delcristianismo originario para nuestro tiempover Rafael DÍAZ-SALAZAR, La izquierda y elcristianismo, Madrid, Taurus, 1998, pág. 383-390. José LAGUNA, Hacerse cargo, cargar yencargarse de la realidad, Barcelona, Cristia-nisme i Justícia, Cuaderno nº 172.

4. Beverly W. HARRISON, «La fuerza de la ira en laobra del amor: Ética cristiana para mujeres yotros extraños» en Ann LOADES (Ed.), Teolo-gía feminista, Bilbao, Desclée de Brouwer,1997, pág. 275 ss. Las citas entrecomilladas acontinuación en este apartado pertenecen aeste texto.

5. Carol GILLIGAN, In a Different Voice: Psycolo-gical Theory and Women’s Development,Harvard University Press, 1982, pág. 19 ss.

6. Prólogo de Victoria Camps a AA.VV., Mujeresal alba, Alfaguara, Madrid, 2002, pág.12.Para este tema una obra fundamental es la deCelia AMORÓS, Hacia una crítica de la razónpatriarcal, Barcelona, Anthropos, 1991.

7. Eduardo GALEANO, Mujeres, Madrid, Alianza,1995, pág. 33-34.

8. Will KYMLICKA, Filosofía política contemporá-nea. Una introducción, Barcelona, Ariel, 1990,pág. 165.

9. Ver Ana María RIVAS - María José RODRÍGUEZ,Mujeres y hombres en conflicto. Trabajo, fa-milia y desigualdades de género, Madrid, Edi-ciones HOAC, 2008, pág. 53-63.

10. A. RUSELL HOCHSCHILD, «Las cadenas mundia-les de afecto y asistencia y la plusvalía emo-

cional» en Anthony GIDDENS y W. HUTTON

(eds), En el límite, La vida en el capitalismoglobal, Barcelona, Tusquets, 2000, pág. 188.

11. Ver Siddharth KARA, Tráfico sexual. El nego-cio de la esclavitud moderna, Madrid, AlianzaEditorial, 2010.

12. Victoria CAMPS, El siglo de las mujeres, Ma-drid, Cátedra, 2000, pág.9.

13. Anna G. JÓNASDÓTTIR, El poder del amor. ¿Leimporta el sexo a la democracia?, Madrid,Cátedra, 1993, pág. 128.

14. Adela CORTINA, Ética de la razón cordial.Educar en la ciudadanía en el siglo XXI,Oviedo, Ediciones Nobel, 2007, pág. 257. Vertambién de la misma autora, Justicia cordial,Madrid, Trotta, 2009.

15. Sampat PAL, El ejército de los saris rosas. Laconmovedora lucha de una mujer por la justi-cia en la India, Barcelona, Planeta, 2009, pág.138-139.

16. Elisabeth CADY STANTON (Ed), La Biblia de lamujer, Madrid, Cátedra/Universitat de Valèn-cia, 1997, pág. 323.

17. Citada en Mary Judith RESS, Lluvia para flore-cer. Entrevistas sobre ecofeminismo en Améri-ca Latina, Santiago de Chile, Colectivo Cons-pirando, 2002, s/n.

18. Rafael DÍAZ-SALAZAR, Desigualdades interna-cionales ¡Justicia ya!, Barcelona, Icaria, 2011,pág. 82-84.

19. Del himno «Who is she?» de Brian Wren enBrian WREN, What Language Shall I Borrow?God-Talk in Worship: A Male Response toFeminist Theology, New York, Crossroad,1989, pág. 141-142. Citado en Elisabeth A.JOHNSON, La que es. El misterio de Dios en eldiscurso teológico feminista, Barcelona,Herder, 2002, pág. 247. Para ese nuevo para-digma ver las obras de Elisabeth A. Johnson,Sallie MacFague, Rosemary Radford Ruethere Ivone Gebara, entre otras.

NOTAS

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CUESTIONES PARA LA REFLEXIÓN

1. Mujeres de cuidado, en el doble sentido de la expresión, puede hacerte pen-sar en el papel de la mujer en la vida y en la historia de la salvación «la cestade Moisés no naufragó porque un soplo de amor la acompañaba».

Todo el texto refleja una sensibilidad específica de las mujeres que tras-pasa las diferencias culturales, religiosas y temporales. También hoy lasmujeres son las primeras en movilizarse para buscar a sus hijos des-aparecidos en las dictaduras y en las guerras, y las primeras en organi-zarse y protestar cuando los desastres ecológicos o medioambientalesamenazan la vida, la salud y la subsistencia de sus hijos y de la comu-nidad. Nada se nos dice del padre de Moisés. En cambio, tanto la ma-dre como la princesa deciden ignorar la razón de estado que invocan loshombres. Por encima de la despiadada lógica política del Faraón, estasmujeres están por la vida. Su sensibilidad para percibir su belleza y suvalor intrínseco, y su ternura entrañable, las convierten en colaborado-ras de los planes de Dios y de la obra de la salvación.

¿Qué te sugieren esta mujeres valientes, optando por la vida? Pon ejem-plos reales de personas que conoces que han tomado esta postura.

2. Distribución de funciones«A las mujeres les ha tocado adornar y embellecer la vida, mientras elprimer sexo se ha ocupado de entenderla y ordenarla. Las actividadesnobles, serias e importantes las realizan los hombres. Su ámbito es elde la política, el sacerdocio, la guerra, lo que se entiende como vida pú-blica. El ámbito de la mujer, en cambio, es el privado: esposa o madre,sumisión ha sido la de cuidar, gustar y complacer. Como sentenció Kant,las mujeres no están hechas para legislar, que no es lo suyo, sino paracultivar la belleza. Estas dos varas de medir, que pusieron a cada sexoen su lugar sin posibilidad de elegir ni de mezclar formas de vida, hanconstituido el fundamento de todas las vejaciones para la parte más des-preciada.»

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Todavía hay una tendencia en la vida real a señalar papeles a la mujer enel espacio educativo, sexual, social y ético. ¿Qué actitudes y comporta-mientos te parece que hay que cambiar? ¿Hemos avanzado?

3. Nos podemos seguir preguntando al leer el texto:– ¿Qué visión maniquea ha separado el cuidado (sentido de gra-tuidad), del trabajo (sentido de justicia)?

– ¿Qué tiene que considerar la mujer para su crecimiento y reco-nocimiento?

– ¿En qué tendrán que crecer los varones?

4. Al final del quinto capítulo leemos:«Varones y mujeres necesitamos experimentar que la fuente del amores la abundancia del corazón. No podemos vivir una vida plena sin amory sin amar. El camino del amor es también el camino del deseo, de lased de plenitud, de vida en abundancia. Quien no recorre ese caminodifícilmente experimentará algo más que la obediencia... Pero no esta-mos llamados y llamadas a ser siervos y siervas, sino amigos.»

Reflexiona sobre el texto. ¿En qué ocasiones somos siervos y siervas?¿Cómo podemos crecer para llegar a ser auténticamente amigos y ami-gas?

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