MxGamboa Mi Diario 2

304

Click here to load reader

Transcript of MxGamboa Mi Diario 2

  • f

  • MI DIARIO

  • POR EL MISMO AUTOR:Del Natural, Esbozos ContkmporXnkos, 2a. Edicin,

    Guateuinla, 1889 1 volumenApariencias, J. Peuser, editor, Bueuos Aire?, 1892 . . 1 volumen

    Impresiones y Recuerdos, A. Meen, editor, BuenosAires, 1893 1 volumen

    Suprema Ley, Vda. de Cli. Bouret, editor, Park-Mxico,1896 .1 volumen

    Metamorfosis, Guatemala, 1899 1 volumenSanta. R. de S. N. Araluce, editor, Barcelona-Mxico,

    1903. (12,000) 1 volumenReconquista. E. Gmez de la Pueute, editor, Madrid-V Mxico, 1908 1 volumenMI Diario, edicin de La Gaceta de Gundalajara, 1er.

    tomo, 1908 . 1 volumen

    TEATRO:La SeSorita Inocencia, arreglo del vaudeville-opereta

    Mamz'lle Nitouche, Mxico, 1888 agotadaLa Moral Elctrica, arreglo del vaudeville Le Fia-

    cre 117, Guatemala, 1889 agotada

    La Ultima Campaa, comedia original en tres actos yen prosa, Mxico, 1894. 2a. edicin, Guatemala, 1900 1 volumen

    Divertirse, monlogo en prosa, original, Mxico, 1894. 1 cuaderno-La Venganza de la Gleba, drama original en tres ac-

    tos y en prosa, Washington, D. C. (E. U. de A.),1904 1 volumen

    A Buena Cuenta, drama original en tres actos y en pro-sa, San Salvador, C. A., 1907 1 volumen

    PRXIMO A PUBLICARSE:Mi Diario, 3er. tomo de la primera serie 1 volumen

    En preparacin: LA LLAGA

    Todas estas obras se hallan de venta en las principales libreras; pa-ra pedidos al por mayor, dirigirse i la casa editorial de Eusebio G-mez DE LA Puente, 2a. calle de Nuevo Mxico, 32, en la ciudad"deMxico, las de sus corresponsales y agentes en la Repblica y en elExterior.

    ^

  • FEDERICO GAMBOAC. DE LA Real Academia Espaola

    MI DIARIOPRIMERA SERIE.-II

    . . . . oh lector! criatnraim^r^vjLsOfda por-

  • Quedan asegurados los derechos depropiedad, conforme la ley.

    De esta obra fueron impresos, enpapel especial de lujo, 25 ejempla-res numerados por el autor.

    TIP. Y LIT. *'LA europea.' MXICO

  • PARA MI HIJO,cuando sepa leer me preocup del p>blico para mis actos para mis escritos; primero, porque

    como interrogaba Larra: Quin es el pblico y dndese encuentra?)), y segundo, porque cuando infortunada-

    mente se tropieza con alguno algunos de los que se di-

    putan y muchsima honra! por representantes suyos,pirdese una ilusin y se gana una desesperanza.

    Vers, pues, que mis escritos y mis actos siempre obe-

    decieron mis propias inspiraciones; por lo que en ac-

    tos y escritos, ms que los buenos abundan los malos. Ypor mucho que todos los hombres produzcamos lo mis-mo: ms malo que bueno, somos poqusimos los que loconfesamos.

    Ignoro si saldrs literato; confo y deseo que salgas ar-

    1 Este prlogo-dedicatoria se public ya, aunque omitindose unapalabra importante para su sentido, en el tomo I de MI DIARIO.Reprodcese aqu con el objeto de que guarde su integridad de origen.Nota del autor.

  • tista. De cualquier modo, jams conocer tu juicio res-pecto de mi obra; pero s quiero conocerloaunque yame haya muertorespecto de mis obras.Mi obra ha venido siendo juzgada por propios y extra-

    os, casi desde que imprim la primera lnea que dio suel-ta mi primer pensamiento; hnme llamado desde igna-ro hasta maestro

    toda la gamade la censura y del elogio!y yo, sin amedrentarme ni crecerme, he continuadosembrando mis pobres libros la buena de Dios, con pau-sado ademn de obrero imperfecto, por los contrarios ca-minos de mi vida. A la fuerza, las pginas de los ms ha-brn sido pisoteadas y polvo reducidas, cual tantashojas secas que cada otoo caen y se olvidan; mas al-gunas habrn prendido en la tierra, cerca lejos de mqu se yo! y florecido un da, un minuto, un sigloenrazn de la savia que contuvieran y no obstante el tiem-po y la distanciaen inteligencias que con la ma sim-patizaron y en amigos espritus remotos.

    Por lo que mis obras mira, el asunto vara: he sidomalo.

    Oh! un malo normal, con mis tropiezos y cadas, conmis ascensiones y triunfos, como todos. No me tengo porarquetipo de bondad ni de maldad, y as me he sentidobien, completo, humano, hombre en fin!

    Escucha, ahora, lo que atribuyo mi maldad.Desde luego, mi temperamento, y quin sabe qu

    leyes de herencia

    mtete averiguar si en m resuci-taron debilidades y vicios ancestrales! . . . .'Despus, que yo perd mi madre siendo muy nio, y aunque tuabuelo quien quise ms que mi madre en razn

    6

  • que ms lo tratse esmer en suplir aquella falta, nopudo lograrlo; que no se ha descubierto hasta hoy ni pa-rceme fcil que nunca se descubra, un substituto denuestra madre, especialmente cuando es, como lo fu lama, mujer virtuosa y santa.

    Por ser yo hijo de hombre honrado, y pobre consi-guientemente, en uno de los tantos tumbos que le impri-mi la suerte, con l fui playas de Nueva York y enellas desembarcaron, de bracero, mi temperamento y miorfandad. Observador por instinto, precoz por latino yamoroso por dicha ma, ah me tienes mordiendo ple-na boca, destiempo, en Cosmpolis tan corrompida inmoral, todos los frutos del rbol de la Vida; encara-mndome en todas sus ramas; ajando todas sus hojas;gustando de sus frutos en sazn y de sus frutos en flor

    an, los permitidos y los prohibidos, todos! .... De mislabios corri en ocasiones la sabrosa miel de algunos de

    los primeros, y de mis ojos de adolescente escapronse las veces, las lgrimas con amargo dejo que los otroslos ms! nos proporcionan! ....A poco, los dieciocho aos, qued hurfano del to-

    do, sin Rey ni Roque que obedecer, pero tambin ay!sin canas amadas que respetar, sin dolorosa experienciaen que aprender y acurrucarme, sin sabios y desintere-

    sados consejos que seguir .... Nada eran la soledad demi persona y de mi cuerpo, si la interna de mi almaen formacin comparbalas. E imagina mis tristezas desentir por compaeros nicos y por nicos guas, dentro

    de m, recuerdos de recientes ternuras perdidas para

    siempre, amotinamiento de buenos y malos instintos,

  • una voluntad pequeina, tirando enferma, balbucean-te, torpe, y una ausencia total de dinero?, de ropas, decasa teniendo que alimentar y que vestir toda una ju-ventud libre! ....En mis noches, oa yo la descomunal pelea, que no

    dur mucho, no; pues al igual de lo que en el mundoacontece, tambin dentro de m vencieron los malos los buenos. Es la ley!

    Hubieras visto los efectos de la rota? .... ni la de Ma-ratn, pesar de las tropelas de Daro que la sucedie-ron. Los vencedores impusieron tremendas condiciones mis humildes vencidos, y stos desertaron mi coraznjuvenil y mi despierto cerebrosu patria antigua!va-cilantes y sin consuelo. Fu un exilio trgico.

    Presa de los malos, me abandon todos los oleajes yprob de todas las espumas. Hanme doblegado muchoshuracanes y sin piedad me han azotado no menos tem-pestades .... Muy de cuando en cuando, los alisios bue-nos han oreado mi alma.

    Por mi ventura, te apareciste en mi vida; partir deaqu, mi espritu sernase y confa; pues tu apareci-miento, que con ansia tanta esperaba asomado la ven-tana de mi Arca, para saber si se ^haban cerrado los ma-nantiales del abismo, me indic que (das aguas haban

    cesado de cubrir la Tierra, y que era ya tiempo de que yoedificara mi altar al Seor.

    Slo una parte publico ahora de este Mi Diario quepor entero te pertenece y que t nicamente, interesaren su totalidad. Cuando yo muera, haz del resto lo quemejor te cuadre: desde leerlo la ligera y olvidarlo, hasta

    8

  • sacarlo luz, ntegro, y defenderlo si es atacado. Hoypor hoy, de antemano me alzo de hombros con que laparte que se imprime agrade no, con que la tachen devacua, de insoportablemente egotista, et sic de coeteris. .

    .

    Quedme tan tranquilo como siempre me qued al veniral mundo mis dems libros. Bah! ....

    Juzga t de m, solamente t, y dentro de tu criterio

    de hombrecuando lo seascondname si crees quelo merezco. Pero atiende esta splica: si el hombre mecondena, que el hijo me absuelva!

    Despus de que te hayas penetrado de mi fisonomamoral, anda mi sepulcro, si, conforme mis anhelos,duermo el sueo de la paz)i en nuestra tierra de Mxico;si no, anda tu memoria

    que calculo yo, la memo-

    ria de un hijo ha de ser el ms dulce sepulcro de un pa-dre

    y en la manera cmo poses tus flores filiales sobrela tumba que encierre mis despojos, para casi todos ol-vidados, en la manera cmo en m pienses, lo que hayen m de inmortal, adivinar tu fallo, y sea ste el quefuere, seguir velando por ti y bendicindote pesar de

    la muerte! cual ahora velo y bendigo, ngel mo, tu in-

    teligente cabecita rubia.

    Federico Gamboa.

    Washington, 21 de Marzo de 1903.

    9

  • DVLI IDIJ^K/IO

    MXICO1897

    4 DE ENERO.Mal principio de ao. Por meterme negociante, perd $200.00, y El Noticioso)) de hoy re-produce la paliza mxima que propsito de mi Su-prema Ley)) me propina Leopoldo Alas (Clarn))), des-de El Imparcial,)) de los Madriles.))

    8 DE ENERO.Segunda embestida de mi seor de Alas,ms acerba, si cabe, que la primera. Entre otros sabiosconsejos, destcase el de que no deber escribir ms no-velas.

    El Tiempo, )) de Mxico, es quien reproduce esta cr-tica nmero dos.

    10 DE ENERO.Hoy, CU cambio, El Tiempo)) de Bue-nos Aires, que acaba de llegarme, trae en sus columnasuna muy encomistica crtica de la propia Suprema

    11

  • f. GAMBOA

    Ley tan abominada del Sr. Clarn. Y su autor, porms que yo ni de vista lo conociese cuando mi larga per-manencia en tierras del Plata, no se le menoscaba enlo mnimo su legtima notoriedad y su competencia in-negable para discurrir y juzgar, en estos achaques de le-tras (me refiero don Leopoldo Lugones), aunque aplau-da las mas.

    Total: un Leopoldo favor y otro Leopoldo en contra;frente Madrid, Buenos Aires.

    Y el pblico?

    preguntarnme ustedes.A lo que no tengo otra respuesta que preguntarme

    mi vez:En efecto y el pblico? ....Pues ya ir decidiendo, conforme compre el libro.

    El Monitor ( secas), y El Universal reprodujeronla diana.

    12 DE ENERO.

    Ah, la desgarradora entrevista que ce-

    lebramos hoy!. . . . Cuando le dimos trmino, cre ad-vertir, all, muy al fondo de unas pupilas idolatradas,un relmpago de la antigua pasin prohibida. . . .

    Bah!. . . . si no puede ser, seor, si no puede ser. . . .Me ech la calle, disparado, y sin percatarme de que

    era la calle. Alguien me detuvo, y con toda la imperti-

    nencia de los que nos son extraos, psose charlar, contempiarme, despaciosamente

    :

    Qu tiene usted en los ojos? lgrimas?. . . .Yo, re, alto, y le repuse:Lgrimas?. . . . qu ocurrencia, ser este viento

    condenado. ...

    12

  • MI DIARIO

    El impertinente agreg:Como que es un viento precoz, dirase que estamos

    ya en Carnaval. ...

    De or la involuntaria y amarga irona, yo re, de ve-ra?, y me desped repitiendo la frase tonta:

    En Carnaval hemos de hallarnos, seguramente.

    19 DE FEBRERO.En abierta pugna con mi voluntadclaudicante! No puedo dejar de hacer lo que no debiera,y, cierta hora, voy y hago, fatalmente, lo que de an-temano s que es indebido. ...

    Personaje grave afirmme que el jugar en ccrculo,casino club, no es censurable.

    1? DE MARZO.A los 78 aos de edad muri hoy ensu casa de Tacubaya, nuestro popular y coronado poetaGuillermo Prieto, Fidel, el autor del Romancero.

    8 DE MARZO.Ayuno de sueo por la trasnochada deayer en un baile de mscaras, al que fui por esta empe-catada costumbre de frecuentarlos, medio dormido le-vantme abrir mi balcn, en cuyos cristales alguiengolpea con insistencia. . . .

    Es Jess Contrerascon quien me pas buena partede la noche

    que demudado me pregunta si nada meha ocurrido y si s lo del crimen. . . .El crimen?. . . . qu crimen?. . . .le digo yo

    tratando de averiguar en su mirada noble y leal de ami-go sin tacha, si habla en serio en broma.

    Y asido l los hierros del balcn, me narra el suce-

    13

  • F. GAMBOA

    dido, grandes rasgos, instndome porque me vista deprisa y salga pronto.

    Ya en mi cuarto, Jess descframe el enigma: Espe-ranza Gutirrez, guapa moza del partido, nativa de M-laga, y con quien anoche conversamos en el sarao dedisfraces y de paga, fu muerta esta maana por Ma-ra Villa, de Guadalajara, y tambin pecadora irre-denta.

    En un principio, la noticia no me impresiona mayor-mente; mas conforme analizla dentro del simn en que

    Jess me lleva al Ministerio, me alarma la posibilidad

    de que me citen del juzgado instructor, y con ello y elaparecer de mi nombre en diarios y papeles de informa-cin, la gente de buena conciencia ponga el grito en el

    cielo y m me pongan en disponibilidad, que es primahermana de la cesanta absoluta. El caso es grave.Y mi miedo, llevadero sus comienzos, trnase en p-

    nico, me miro envuelto en una averiguacin criminalfisgona implacable, como testigo, s seor, pero como

    testigo de cosas si no falsas, s mal hechas. Al toro porlos cuernos, y al juzgado por el juez, que es persona demi estimacin y conocimiento. ...Vaya usted tranquilo, el delito est perfectamente

    comprobado y no le resulta nadie cita ninguna. Y en-tre sonrisa y sermoneo, me agrega:Pero que el sofoco el

    sirva de escarmiento, ms juicio, hombre, ms juicio. . . .Para que el asunto no se complique, prescindo de pro-

    vocar discusin sobre si ser falta de juicio el. . . .Jess halla sabia mi resolucin de haber dejado pendien-te ese punto de vista, y porque el da pas ya de su mi-

    14

  • MI DIARIO

    tad y estamos invitados comer con Gostkowsky, que

    se parte en breve hacia sus penates de Lutecia, endere-

    zamos nuestro andar la Maison Dore.

    Somos cuatro los comensales: Manuel A. Mercado, elanfitrin, Jess y yo; la comida no es maleja ni despre-ciables los caldos, por lo que mucho antes de los postres,,mis aprehensiones se han desvanecido y la endiablada yentretenida verba del barn, el atinado discreteo de Ma-

    nuel, que no con todos muestra su intelectualidad, y las

    salidas de Jess, repnenme en mis cimientos y slo decuando en cuando una rfaga de tristeza por esa pobrejuventud tronchada, me azota la memoria y me enseriaunos segundos.

    Por qu al levantarnos de la mesa, plcidos, le ocu-rri Jess que furamos al anfiteatro del hospital Ju-rez para ver en la ((plancha la mujer asesinada? ....

    Ello es que fuimos, que el empleado que nos concediacceso hasta el local siniestro, hzolo por amistades conJess y porque haba ledo un libro mo ....Dos muertas veanse en la sala de autopsias, ((dep-

    sito, segn nos explic el ((muertero que nos escoltaba;una mujer del pueblo, cosida ya y de una anatoma la-mentable, que la tuberculosis le diera fin; en la otraplancha, con forzada postura, reposaba la Malaguea,

    en desnudez absoluta sin tentaciones, desnudez de ca-dver, los pies exanges, tirando marfil viejo, las car-nes exberas manchadas de sangre; el rostro con hor-rible huella, abajo del ojo izquierdo, la huella del balazoque la quit de penas; los labios, entreabiertos, con elrictus de los que se van de veras, y que lo mismo puede

    15

  • F. GAMBOA

    traducirse por sonrisa que por mueca, segn lo que nostoque vislumbrar en la hora suprema ....

    Tan emocionado como yo, psose Jess dibujar uncroquis lpiz, de la muerta.

    Y mientras Jess dibuj, no apart mis ojos de la Ma-laguea, mirando cmo las moscas, oh! pero centenaresde moscas tercas y medio borrachas de sol poniente, deolores sospechosos y de sangres antiguas y resecadas, pa-

    sebanse y revoloteaban por el cuerpo desnudo inde-fenso; mirando sus carnes, ayer no ms complacientes ysedeas, y hoy rgidas, en descomposicin palpable, encamino de los gusanos que han de devorarnos todos,cuando nos llegue la vez . . . , Atraame, fatdicamen-te, la cicatriz de su ojo herido, cicatriz diminuta sobre laque caan, revueltos, los cabellos rubios de la soberbia

    cabellera deshecha y sucia ....Detalle desagradabilsimo: el empleado que nos libr

    la entrada y que nos alcanz en el anfiteatro para hacer-

    nos los honores de la casa, en tanto que Jess dibujabay que yo pensaba en un mundo de cosas, psose conmi-go al habla, qu s yo qu me deca del Sardn de miVenda Cerillos!, fuma que te fuma un grueso cigarroque al fin se le concluy entre los dedos amarillentos. Ycon una incuria, espantosa por lo sincera, arroj la co-lilla baboseada al charquern de sangre semi-coaguladaque en la coladera del piso, bajo la plancha de mrmolveteado por muchas sangres anteriores, corresponda lacabecera de metal en que yaca la cabeza por su parteposterior destrozada, de la Malaguea, y que goteabaan, tercamente ....

    16

  • MI DIARIO

    Esto, y las moscas en su festn, chanme del local si-niestro, me clavan en el jardn anmico, donde esperoque Jess d los ltimos toques su boceto fnebre.

    Regresamos pie, atardeciendo, por las calles tristes

    y populosas de la Buena Muertequ horror, la buena

    r/uere/ Cuadrante de San Miguel y Aduana Vieja, don-de nos separamos casi mudos, pensando cada cual de mo-do diverso tal vez, en un propio asunto.

    9 DE MARZO.Todos los pcridicos de estos das sehan ocupado con elogio del ilustre fallecido GuillermoPrieto, y m me parece muy bien. Fu una figura na-cional y tuvo la suerte de vivir mucho. No hay comovivir, para triunfar; sobre que slo el hecho de prolon-

    garse es ya un triunfo grandsimo! Veremos ver cun-

    to tiempo perdura su recuerdo.Muy nio yo, conoc al poeta, engrandecido ya, ya cir-

    cundado de gloria y colmado de aplausos. Lo conoc, aligual que don Sebastin Lerdo de Tejada, en la casa demi to don Jos Mara Iglesias, por los setentas, segnsuelen decir los ingleses, antes del 75 en que perd mimadre y que por eso no se me olvida.

    El seor Lerdo nos encontraba mis primos, mishermanos y m, los hijos de don Francisco Zarco, losBarcena, en los anchos corredores sombros de la adua-

    na de Santo Domingode que mi to fu administradory en la que sigui viviendo recin elegido para la Supre-

    ma Corte de Justicia-y Presidente de la Repblica ytodo se inclinaba hasta la pequenez de nuestras infan-

    cias y nos acariciaba al pasar, dejndonos nocin confu-

    17

  • F. GAMBOA

    sa de su persona y de su cargo; instintivamente, me an-

    ticipaba la profunda exclamacin de es el rey^ como unhombre cualquiera ... pero, en el fondo, halagado con

    la idea de que un presidente me hubiese dado la mano . .

    .

    El saludo del procer interrumpa nuestra algazara, que

    tal es la fuerza de lo convencional y facticio cuando deantiguo viene consagrado, impresionar su paso hasta la

    misma niez; y nos mirbamos entre risueos y encogi-dos frente al suceso; nos asombamos, luego, los ba-randales, y oamos, en la escalera, un repetido frotar de

    fsforo contra marmajael seor Lerdo, detenido en eldescanso, encenda su cigarrillo

    y en el vasto patio col-

    mado de mercancas y sombras de la noche, oamos elrodar de la victoria descubierta, en cuya testera distin-

    guase apenas la figura enlutada y aristocrtica del Pre-

    sidente, apoyada en el respaldo del carruaje, y veamossu brazo derecho subiendo y bajando en el aire con luz di-minutala del cigarrillo aprisionado en los dedos de lamano

    para saludar al invlido centinela de la puertainterior que tributaba trabajosamente, por su manque-dad cojera, los honores de ordenanza al jefe supremo.Con Guillermo Prieto, mi conocimiento fu mucho

    ms completo ntimo, pesar del medio siglo que nosdistanciaba; vealo muy menudo; le oa tutear misprimos, nosotros, mi to, al gnero humano; cadainstante se hablaba de l, de sus versos, de sus proezas,

    de su talento; me acostumbr reputailo como herma-no de mi to, salan diario, de bracero, cLarlndose sa-be Dios cuntas intimidades, juntos regresaban, juntosestaban casi siempre. Me acostumbr su figura, su voz,

    18

  • MI DIARIO

    sus canas, su descuidado pergeo. Luego, estos con-

    denados aos inatajables, quieras que no, fueron desbas-tndome el entendimiento y despertndome observaciny anlisis; aos, libros y hombres dieron principio suenseanzanunca perfecta ni agotada

    y yo, con Gui-

    llermo Prieto, entre otros, ensay mi criterio, erigmeen tribunal y fall sobre virtudes y defectos suyos, olvi-

    dndome ay de m! de los propios que me adornan yafean.

    Probablemente, dentro de poco no se ocuparn ya del, segn es de regla entre nosotros echar al olvido losmuertos

    que nada pueden darnos

    y slo ocuparnos

    de los vivos, que dan y quitan. De ah que yo me em-pee en consignar en estas pginas mi juicio sobre elbardo nacional por excelencia.

    Desde luego, Guillermo Prieto, segn dije arriba, tuvola gloria de vivir 78 aos; lo raro es que disfrutara tam-

    bin de la otra gloria: ser aplaudido, y popular, y ama-

    do. Lo mereci? . . . Conforme mi leal saber y en-tender, s!

    De todas sus obras, me quedo con la potica, no obs-tante que mucho hay de notable, y aun de plausible, ensu obra de prosador y en su larga obra poltica. De susversos, prefiero sus romances, y los que ensalzan nues-

    tro pueblo; gusto ms del cantor popular que del poetacon vistas Tirteo. Prieto es tal vez de todos nuestroshombres de letrassin incluir al Pensador

    quien ms

    se ha inclinado escuchar los latidos de nuestros humil-des, las picardas de nuestros (dperos, las abnegacio-

    nes y ternuras de nuestras chinas. las heroicidades de

    19

  • F. GAMBOA

    nuestros guerrillero?, y las excelencias y defectos de los

    de abajo; por tal causa, sobrevivir, y cuando dentro demuchos aos, alguien quiera tener idea de lo que fu yde lo que cabo llev nuestra masa, ir sus roman-ces, en peregrinacin devota, y ntrelas pginas de ellos,entre las lneas desiguales de sus versos, encontrar ma-

    terial bastante para reconstruir toda una pocabienazarosa por cierto

    y todo un pueblo, ignorado muchotiempo, calumniado las veces y al que nunca se ha que-rido comprender las derechas.

    Prieto fu, por temperamento, un amoroso (y aun cuenta de esta cualidad, que, extremada, en defecto setorna, perpetr algunos delitos pasionales que algo enne-

    grecen su fisonoma moral). Tuvo por nodriza la mi-seria, pero engrandecida por un verdadero culto sumadre, lo que sin duda hizo que pudiera vencer la pri-mera. Y as, enamorado y miserable, entr en la vida ycon la vida luch brazo partido cmo no haba detriunfar?

    . . . Por escaso de dineros y abundante de ca-rios, su primera juventud se la pas muy cerca de lospobres, qu de extrao hay en que desde entonces sediera amarlos y los amara siempre? Ah, yo estoy cier-to de que en muchos labios humildes y rojos, libaronlos juveniles y hambrientos suyos esos primeros besosde amor que jams se olvidan, los que mejor nos saben,los que con su dejo de llama se nos quedan en la memo-ria de los sentidos, para recordarnos, cuando ya no losomos, que tambin fuimos jvenes, alguna vez, y queen esa vez nos quisieron y besaron por nosotros mismos.Yo estoy cierto de que pechos sanos, trigueos y mrbi-

    20

  • MI DIARIO

    dop, palpitaron precipitadamente y se anegaron en sollo-

    zos, y se abandonaron temblorosos y vrgenes la magiatraicionera de sus primeras rimas, improvisadas ala luz

    de la luna, junto las chisporroteantes lumbraradas denuestras verbenas populares y msticas, frente las ven-

    tanas enrejadas de las casucas de nuestros arrabales, hurtadillas de los santos en procesiones irreverentes, al

    arrullo dulce y melanclico de las cuerdas de alguna

    guitarra quejumbrosa, en las altas horas, cuando las don-cellas despiertan en sus lechos, turbadas por los arpegios

    y por sus propios anhelos, y lloran sin consuelo, en la

    tiniebla, porque el padre y las rejas se oponen a que sean

    felices segn lo prometa el galn que canta y se va, la

    msica que se apaga .... Y estoy cierto tambin de quede tales amoros nacieron las endechas mejores de nues-tro muerto bardo, sus romances ms perfectos, sus le-trillas ms patriticas, su encantadora y nica MusaCallejera. Sus versos todos

    pongo aparte los polticos,

    los que l mismo quiz no estim muchosus versos sonuna redencin y una accin de gracias; accin de gracias

    las ((chinas)) que lo amaron cuando joven, que se le en-tregaron rendidas y deslumbradas por su talento, que le

    dejaron gustar las mieles de su querer semi salvaje ydesinteresado, que lo enloquecieron con sus caricias y sus

    enojos y sus celos . . . Todas esas zagalas que Fidelno pudo olvidar nunca, pesar de aos y triunfos, sinduda ajustaron con l misterioso pacto sin palabras es-critas ni conminatorias clusulas, en la hora solemne yaugusta del espasmo; sin duda le suplicaron al odo:Tmame toda, gusta de mi cuerpo y de sushechi-

    21

  • /. GAMBOA

    zos, s feliz entre mis brazos trmulos; y no me paguesni me des en cambio nada por ahora, fuera de tujuven-tud y de tu fuego . . . pero, jrame que maana,cuando crezcas y subas, cuando llegues las alturas ytus versos que hoy nadie aplaude, sean aplaudidos y re-petidos en esta tierra nuestra, jrame que entonces mecantars m, mi raza, mis parientes y allegados, mi padri que es guerrillero, mi hermano que es con-trabandista, mi hijo que ser tal vez soldado la fuer-za hroe voluntario, mi novio que es lpero, miprimo que es bandido, todos los mos, partir de hoytuyos tambin por el parentesco que con ellos te impon-go, todos nosotros que somos pueblo, que somos los

    humildes, que somos los ms, pero que tambin somosay! los desamparados, los calumniado?, los sin ventu-

    ra, carne de can y frutos de horca, carne de placer yde miseria . . . Cntanos t, ampranos y embellece-nos, que en alguna parte y por alguna vez se nos tolere

    y se nos mire sin ascos ni repugnancias; que de entrelas pginas de tus libros y de entre las cuerdas de tu li-ra, salgan nuestras virtudes y nuestros vicios, y sepa

    Mxico lo que ramos, lo que somos; sepa lo que fui-mos, cuando nuestro total desaparecimiento que poco poco realzase, se haya consumado . . . Me lo pro-metes? . . . me lo juras? ...Y Guillermo Prieto ha de haber jurado que s, ha de

    haber prometido que lo hara. Lo raro, lo extraordina-rio no es que prometiera y jurara; no hay hombrenacido que se resista formular juramentos tales si la-bios que acaban de besarnos, hmedos todava de los

    22

  • MI DIARIO

    besos nuestro?, nos lo suplican; lo raro y extraordinario

    es que el poeta cumpliera y cantara al pueblo. Tal es

    para m la gnesis de su musa callejera, de sus letrillaspatriticas, de sus romances nacionales; creo ms, creoque hasta su pseudnimo es el smbolo de su promesa:Fideb)

    . . .

    Despus, el talento de Prieto se impuso, y, por poeta,

    por literato, principi su encumbramiento, su bajar ysubir en la poltica tumultuaria y ardiente de aquellas

    pocas de formacin y de combate.Otras calidades posey que le dan lugar estimabil-

    simo en la vasta galera ce personajes de antao: me re-fiero su honradez. Es probado que pasaron por sus

    manos cerca de 300.000,000!!! de pesos, cuando la

    desamortizacin de bienes eclesisticos, y que no slo

    no conserv ni uno de ellos, sino que renunci la suma

    de $200,000 que de gratificacin le corresponda como ministro de Hacienda por llevar cabo la desamortiza-cin famosa. Y sin que de maldiciente se me tache, pue-do afirmar que no siempre ha sido de prctica honradez

    tamafia.

    Ya hemos visto su fortuna: sus rimas, su biblioteca,

    su modesta Casa del Romancero, en Tacubaya, y una

    corona de laurel.

    Porque fu coronado, con aplauso grandsimo; -una

    manifestacin espontnea y sin precedente entre nos-

    otros.

    Cuentan, los que saben de esa coronacin, que cuan-

    do el poeta sali la calle seguido de sus admiradores

    literarios, al concluirse el banquete en que le ofrecieron

    23

  • F, GAMBOA

    ese premio precioso, no bien la gente del pueblo se ente-r de lo que motivaba esa agrupacin de personas de levi-ta y chistera caminando por mitad del arroyo en pos deun viejo que les era conocidsimo, empez engrosarsela cauda que lo segua y empezaron cruzar por los airesgritos de Viva Guillermo Prieto, Viva nuestro poeta,Viva el poeta del pueblo, hasta el punto de que losgendarmes tuvieron que encauzar el curso de ese ro vo-luntario, y Guillermo Prieto, conmovido, al aire sus ca-nas mal defendidas por la montera y en la diestra temblo-rosa su polvoriento sombrero hongo, no atinaba respon-der y pagar tales muestras de cario, sino con sonrisastruncas por la emocin y lgrimas de dicha que de susojos cegatos inquietos le resbalaban lentamente.La idea de ofrecerle una corona, fu genial y llevada

    muy feliz trmino, no obstante que se emple el de-fectuossimo sistema del sufragio. Meses antes, un pe-

    ridico redactado por escritores entusiastas, propuso que

    por medio de cdulas, los pobladores de esta buena ciu-dad de Mxico, designaran bajo su firma, quin era, ensu concepto, el mejor poeta nacional y consiguientementeel ms acreedor que se le obsequiara con una corona.

    Guillermo Prietofuerza es que hable yo ahora del re-versotuvo defectos, es innegable. Desde luego y prin-cipalmente fu un incurioso; descuidaba de las ropas quecubran su cuerpo desmadejado y tardo, se descuid enpoltica ms de una vez, y ay! descuid siempre el ali-o de sus trovas.

    Sus malquerientescmo no haba de tenerlos si

    24 -

  • MI DIARIO

    vala tanto? achacbanle otro: cierta falta de sinceri-dad para con literatos y personas que diputaba por susadmirados y por sus amigos ms caros. No me es da-ble rectificar ni ratificar especie tan grave, pues por lo

    que m se refiere, y debido quiz los vetustos lazos decario que l me ataron siempre, no conservo de l

    este respecto sino el recuerdo luminoso de un carionunca desmentido y de un trato benvolamente paternal.Que Guillermo Prieto quisiera conservar en las masas

    el culto que stas nutran por l de antao, es humanoy no es censurable. De ah tal vez que llamara hijos todos sus interlocutores; de ah que en la confusin que

    este rodar y rodar de aos trae consigo, afirmara mu-

    chos que haba tenido intimidades con sus padres; de ah

    que reclamara el brazo indistintamente de humildes poderosos para andar una dos calles, para dar alcance

    al tranva que lo llevaba la ciudad de los Mrtires, pa-

    ra ir sentarse la Botica de Llamas, para entrar y sa-

    lir de la Cmara de Diputados, vibrante en tantas oca-siones con el fuego de su palabra y la energa de su

    retrica romntica. Todo esto quera decir que el Ro-mancero no se resignaba que su ancianidad naufragara

    contra los implacables escollos de la ingratitud y del ol-

    vido. Buscaba indudablemente que no se borrara de lasmemorias de los hijos lo que los padres haban odo haban presenciado; que l, Prieto, era el de la larga fa-ma, el cantor de nuestro pueblo, el salvador del Presi-

    dente Jurez, el Tirteo de la Reforma y del Imperio queentusiasmaba las huestes con sus rimas infamadas ysu palabra de oro de convencional irreducible.

    25

  • F. GAMBOA

    Cierto que en ocasiones extremaba la nota; que gus-

    taba de aparentar ms achaques y ms vejez en momen-tos solemnes, por ejemplo en la memorable sesin de laDeuda Inglesa, que cruz rastras el saln de la Cmarasostenido por dos amigos, y, muy trabajosamente, mo-do de quien se ase un leo salvador, se asi l con los

    brazos trmulos los barrotes de la tribuna, desde la que

    dispar, declarndose muy cerca de la muerte y del sepul-cro, uno de los discursos que l saba por larga y glorio-

    sa experiencia, haban de despertar en sus oyentes las

    energas amodorradas y las decisiones dignas; cierto que

    fu innecesario el que se retratara en la fotografa de

    Manuel Torres, apoyado en un desarrapado granuja vo-ceador de diarios y en un grueso bastn, cual si ya sus

    fuerzas estuvieran punto de abandonarlo; pero con to-

    das estas perdonables teatralerias, empequeecase porventura su vala como hombre y como poeta? Entonces,por qu censurarlas, si tengo para m que antes contri-buan imprimirle carcter nuevo y no dejar que sele borrara el antiguo?

    Su fama transpuso mares, de ello pude cerciorarmepor m mismo cuando mi prolongada y gratsima per-manencia en Buenos Aires.De cuatro poetas, principalmente, me pedan noticias

    y descripciones, en nuestras inolvidables reuniones lite-

    rarias de que hablo en el tomo primero de este Mi Dia-rio: de Manuel Gutirrez Njera, de Guillermo Prieto,de Juan de Dios Peza y de Salvador Daz Mirn. De loscuatro y de muchos ms, prosadores inclusive, di mu-chedumbre de pormenores, hasta donde mi memoria

    26

  • MI DIARIO

    mis noticias alcanzaban; y se leyeron composiciones su-yas, algunas merecieron la reproduccin en diarios re-vistas. Aun recuerdo que esta suerte corrieron ((Las Ma-riposas de Manuel.

    Guillermo Prieto los interesaba excepcionalmente por

    su activa y sonada participacin en nuestra lucha picp

    contra la Intervencin, que tanto nos ha dado conoceren esos pases surianos y tanta simpata les han engen-drado hacia nuestro Mxico. Hay, adems, la circuns-tancia de que en rimas, en edad, en manera de vestir

    (siendo aseado Guido y Prieto, n, ) y hasta en un re-moto parecido fsico, Guillermo Prieto ofrece varios pun-

    tos de contacto con Carlos Guido y Spano, un poetazobonaerense ya mencionado en estas pginas, de toda miadmiracin y mi cario.

    Quiso Guillermo Prieto, segn rezaban sus letras, quealgn entendido porteo hiciese la crtica de los escri-

    tos encomiadsimos de nuestro D. Agustn Rivera; y yo

    quera, en retorno, que Prieto me obsequiase con un

    ejemplar dedicado de su ((Romancero, con cuya lecturaproponame

    y lo consegu

    proporcionar mis amigosratos de esparcimiento positivo.

    A esos dos empeos se contrae la carta que aqu seexhuma y reproduce, y que es un retrato de su manera,ms fiel que la mejor fotografa:

    ((Seor D. Federico Gamboa.

    {(Tacubaya, Casa del Romancero, febrero 4, de 1892.

    {(Muchacho muy querido de mi corazn:{(Tu estimable de 4 de novbre. fu recibida y agasaja-

    27

  • F. C..'i/iO.l

    da en esta casa su llegada, hace muy pocos das, y nola haba contestado por la dificultad casi insuperable de

    encontrar ningn precio un solo ejemplar del Roman-cero, hasta ayer que por una verdadera casualidad con-

    segu el que te remito por conducto del Ministerio de

    Relaciones.

    Quedo en espera del juicio crtico de la obra del P.Rivera.

    Con ansia espero las poesas de Rafael Obligado: es

    un poeta eminente que me admira por su inspiracin ypatriotismo. Sus obras, como las de Olegario Andrade,

    son aqu escassimas, y no s qu hiciramos para quenuestra comunicacin fuese ms extensa y activa.Como te dije al principio, va el Romancero con las

    expresiones ms sinceras de mi tierno y paternal cario.Quedo con la mano extendida para recibir tu novela,

    y leerla, y releerla, y saborearla mis anchas.Te quiere y admira, tu viejo,

    Guillermo Prieto.

    A Rafael Obligado, dale un abrazo de exprimirlo!

    Cuntos aplausos no provoc la epstola, cuando elpropio Rafael Obligado le diera lectura en uno de suslunes . . .

    Cuntas ocasiones posteriores, el nombre de GuillermoPrieto fu amistosamente aclamado orillas del Plata,al desgranarse los versos dulcsimos de su Romance-ro . . .

    La prosa de Prieto no me convence, y en su obra de

    28

  • MI DIARIO

    historia patria, menos, no obstante que posee lo que sus

    rimas, y su palabra familiar, y sus discursos, y su ser

    entero posean: fuego y amor, alma y entusiasmo . . .Creo que deben excepturse del entrediclio, los Viajes

    de Orden Suprema,)) por desgracia incompletos, y el Via-

    je los Estados Unidos,)) que es de enjundia regocijaday sabrosa.

    Hnme asegurado que el poeta dej, manuscriptaspero ntegras, sus Memorias.)) Quiera Dios que ello sea

    cierto y que sus ejecutores testamentarios no demoren elaparecimiento de esas hojas vividas!

    Por lo dems, son tan fugitivos nuestros entusiasmos

    y de tal naturaleza nuestros buenos sentimientos, para

    con los muertos particularmente, para con los muertos,

    que, fuera del recuerdo, nada tangible pueden ofrecer-nos, que ya ustedes lo vern (sealando al pblico quehaya de leer impresos estos renglones cuando el actualtomo segundo de Mi Diario)) salga luz en traje de calle,es decir, para dentro de diez doce aos), Guillermo Prie-to continuar volvindose polvo en su fosa, y ni en calle,jardn plaza, se alzar el monumento que tiene dere-cho y que hoy por hoy todos declaran acto de justicia.No importa, ya nos dej bastante, y mucho imperece-

    dero; nuestra congnita ingratitud, no ha de hacerle me-lla, quiz lo haga rer, all, donde est reposando su al-to espritu potico y enamorado de su pas y de su raza;quiz repita l mismo las palabras con que dio punto su Romancero:

    ... Si fuere as, tendr un desengao ms, desen-

    29

  • F. GAMBOA

    gao cruelsimo, porque he vertido en mi Romancero loque haba de mejor y ms puro en mi corazn de me-xicano.j

    15 DE MARZO.Una semana de gran desgaste nervio-so, durante el da, temor de que los peridicos de in-

    formacin al ocuparse en el crimen dla Malaguea,me saquen figurar segn convenga a sus intereses, re-gularmente contrarios los mos; y durante la noche,

    miedo pueril por la pobre muerta que se me ha queda-do grabada segn la vi en la plancha del hospitalJurez.

    29 DE MARZO.Propnenme un negocio que, por bue-no, no ha de realizarse: escribir yo un libro que han dedeclarar texto en las escuelas, y que me ha de producirun 60 por ciento de utilidades.

    2 DE MAYO.Al cabo de cinco das de gravedad suma,

    las 11 y media de esta noche sucumbe su dolenciacardaca mi hermano poltico don Ramn Alcalde. Hamuerto en mis brazos, materialmente, que no parecesino que estoy predestinado que tal me acaezca con losmos ....

    3 DE MAYO.Regreso del entierro de Ramn, n en-tierro modesto, sin aparato ni asistencia de comisiones6 elemento oficial; sin elogios fnebres con esperanzadomedro para los oradores, slo concurrido por amigosde verdad.

    30

  • MI DIARIO

    El hecho pneme meditabundo. Comparo esta inhu-macin y la de mi jefe Snchez Azcona, en Orizaba, contantas otras que me ha tocado presenciar. La diferenciaes enorme. Y cuenta que Ramn era uno de los conta-dos supervivientes de aquel grupo patritico que el en-

    tusiasmo de otrohora bautiz con el envidiable apellido

    de '(inmaculados,)) vale decir, de individes que en los

    das negros de la Intervencin y el Imperio, ni un solo

    instante dejaron de hallarse con el gobierno trashuman-te y agnico del seor Jurez, con l compartiendo todaclase de vicisitudes, y que en Paso del Norte permane-

    cieron fieles y agrupados al pabelln de la Repblica. .

    .

    Y ni un peridico ha mencionado el fallecimiento!

    16 DE JUNIO. OA, lesfemmes! La visit hoy, la tar-

    de, y despus de dos aos y medio de rigor, me permi-ti que la besara.

    Causme mucha menos impresin de la que esperaba.Ella me asegur que tendra que confesar ese ltimo pe-

    cado: mis besos, que no me fueron devueltos siquiera. . . .

    18 DE JUNIO.Con motivo de una agravacin en los

    sntomas del mal que segn los facultativos que he con-sultado no ser nada,)) vuelvo que me examinen, y,entre otras prescripciones, dceseme: De faldas, la estrictamente indispensable . . .))

    Cmo se har tal dosificacin?

    20 DE JUNIO.- -Serio comienzo de conflicto sentimen-tal con una americana encantadora; conflicto que, en

    31

  • F. GAMBOA

    previsin de estragos mayores, oblgame seguir el sa-

    pientsimo consejo de Ripalda contra las tentaciones, yhuyo todo el correr de un tren de vapor, hasta una fin-

    ca amiga en el Estado de Veracruz, en cuyas cercanas

    van volar un trozo del cerro de la Peuela.

    An me dura la impresin. Llegamos Crdoba latarde del 14, las cinco, y ya todos sus pobladores, ins-

    truidos del caso, aguardaban con cierta zozobra la ex-

    plosin anunciada para esa misma fecha. Nos apeamosfrente al propio cerro, que se me antoj mal encarado ydoliente por efecto del cohete formidable que le haban

    inyectado en sus entraas: unas treinta toneladas de di-

    namita y plvora!Francisco Pardoel ingenio que fui pertenece

    Pardo Hermanos, con quienes me liga amistad de escue-

    la y familiaestaba esperndonos su hermano Luis y m. Los ingenieros britnicos y yanquis, autores de la

    inyeccin; el jefe poltico de Crdoba; el jefe de la esta-cin; dos tres gendarmes desmontados y varios cha-rros del lugar, garantizronnos una que no haba ries-

    go . . .

    Y pesar de la afirmacin, se not algo de nerviosi-dad en casi todos, mirando de reojo el grantico inm-vil monstruo.

    Nos partamos ya hacia el ingenio en una plataformaDecauville tirada por muas bravas, cuando un atletade aquellos, con camisa de franela y botas fuertes, gritdesde lejos:

    Mr. Pardo! Mr. Pardo!

    32

  • MI DIARIO

    Qu ocurre?repuso Pancho sin que la plataformase detuviera.

    Yon dont have butfifteen minutes! . . .

    Pues, apura, t, aztalas!orden Pancho al au-riga.

    Como demonios arrancaron las bestias castigadas, ylas azuzamos en coro, al aire los relojes cual si se trata-ra de observar las postrimeras pulsaciones de un des-

    ahuciado; sobre que en determinada curva tendramosque pasar vellis nolis por frente la cubierta boca de lamina y distancia de pocas varas . . .Y fu en la fementida curva de peligro donde la pla-

    taforma se detuvo con brusquedad que poco no nosderriba

    . . .

    Por qu paras?inquiri Pancho, irritado.Por una nonada, otra plataforma, salida de los carri-

    les y cargadsima de cafia olorosa y recin cortada, obs-

    trua el paso, totalmente . . .

    Al descubrimiento siguieron ansiedades y una desban-

    dada. Yo, sin hacer caso llamamientos me incorpor,

    aqu cayendo y all levantando, un cordn de gente:jinetes, hembras, varones con los crios cuestas, un

    xodo de pavor, y con ellos acert guarecerme junto los anchos troncos de mangos corpulentsimos y recar-

    gados de frutos de oro olientes resina, cuyas copas ba-

    lancebanse indiferentes y rumorosas en medio de loscampos de caa susurrante y erecta. La coparticipacin

    de lo que se supona un peligro, hizo que nos viramoscon buenos ojos, que nos considerramos con mutua pie-

    dad por las prximas y espantosas mutilacione . . .

    33 3

  • F. GAMBOA

    Nada ee oa, sin embargo, con lo que la tensin ner-

    viosa aumentaba y aumentaba. A qu hora caamos des-trozados por la explosin? . . .

    De sbito, un gran trueno, y otro, y ciento ... ydesatse una tormenta impetuosa, estival, legtimamen-

    te costea, que nos cal hasta los huesos. De la explo-

    sin, ni noticia, sollos truenos celestes retumbando por

    montes y caadas. A mi alrededor, llanto de criaturas,clamoreo de madres, roncas invocaciones msticas de

    campesinos.

    Nos caer un rayo, seor?me pregunt una luga-

    rea aterrorizada.

    Por qu vino ust?me interrog un charro recli-nado en las crines de su penco, para librarse las espal-das de los escurrimientos del rbol que nos cobijaba.Y al primer diluvio sucedi un segundo, y del rumbo

    de la Peuela, terco mutismo.Propuse una retirada, so pena de ahogarnos si all per-

    manecamos, y la cabeza del rebao, resbalando en losbarrizales hondos que el agua excavaba en su correr en-loquecido, dimos con nuestros cuerpos en el ingenio, alcabo de una hora de trastabilleo y cadas, en plena no-

    che obscura, por entre surcos y sementeras hartos detanto beber.

    Por suerte, me curaron la mojadura con varios tientos un Martel del 45, con sabrosa cena y unas friccionesde aguardiente de caa, faito in casa, que me permitierondormir como un conde del Medioevo de regreso sutorre, bien molido despus de larga y hazaosa cacera.

    Al da siguiente, las diez, se procedi a la voladura^

    34

  • MI DIARIO

    muy inferior en sus resultadoscomo todas las cosashumanas lo que la imaginacin habala aumentado.Apenas si hubo truenos; una sacudida en la tierra queabarc amplia zona y una catarata de bloques enormescayendo con cierta solemnidad pausada, cual si el cerrose hubiera tornado en teln de teatro y tras el desgaja-miento fuera aparecer alguna alegora.

    Los tres das ms que permanecimos en el ingenio, losconsagr practicar la vida del campo, excursiones ca-ballo, nutricin sana, lectura bajo los rboles, vagabun-deo; y para conciliar el sueo, sesiones espiritas en el

    corredor, despus de la cena, los campos ya en silencio, sinnubes el cielo, y la atmsfera, esta atmsfera mi generisde la tierra caliente, saturada de aromas ignotos y suaves.

    Y mientras Luis Pardo, con su voz monorrtmica deblas prematuro, me narraba su regreso del Japn por elCanal de Suez, la finca ya recogida, partan del establo-

    con expresin de infinita angustia, los vagidos de las

    reses; las lucirnagas, por entre los troncos de los rbo-

    les y por entre los tallos de las flores que no podan pre-

    cisarse, manchaban el fondo difano de la noche porten-tosa, con su luz de rub plido, y yo, medio cerrar losojos, crea olvidarme de la americana que hasta Crdoba,

    me hizo huir, pensando en que la olvidaba . . .

    27 DE JUNIO.El conflicto sentimental ha recorrido su^ciclo y hse transmutado en un collage rabioso; que tal

    es el trmino de todos los de su especie. Hemos experi-mentado en los tres meses que lleva de crecimiento y

    35

  • f. GAMBOA

    desarrollo este absceso pasional, los sntomas conocidsi-

    mos que los caracterizan: anhelo secreto de destruirse en

    un beso, de aniquilarse en un estrechamiento; la exis-

    tencia hacindose voluptuosamente intolerable en los

    breves veranos del tempestuoso perodo"; confidencias,

    promesas y juramentos, ternuras, sueos quimricos,proyectos de vivir siempre juntos y de alcanzar y apri-sionar la dicha. He averiguado que el nombre que lleva,es nombre de guerra, el suyo verdadero es * -'^ *; quest casada, casada legtimamente, y que el marido

    guapo mozo quien conozco en fotografaes el causan-

    te de la cada. Sabedor de en lo que ella ha parado, en

    carne de alquiler y de deleite, le escribe, no obstante,

    da da. No puedo dudarlo, he ledo ms de uno delos prrafos de sus cartas, hondamente desgarradoras,que revelan en l una pasin incurable y un remordi-

    miento tal vez sincero:T no eres malaescrbeleno has de serlo ahora,

    aunque te halles donde te hallas, en esa casa en la que nadie puedes rehusarte y que yo maldigo desde aqu,porque me parece que te llev hasta sus puertas y por la

    fuerza te hice entrar en ella ...

    Y como brutal ritornelo de macho abandonado y mi-serable, una splica tenaz:Vuelve, mi * * *, vuelve conmigo, nunca habla-

    remos de esto; pero /or heaven^s sake, vuelve, vuelve.Lo doloroso del caso, en vez de despertarme celos, des-

    pirtame inters en mi doble fondo de novelista, cuandoleemos estas cartas, ella y yo, de codos sobre las almoha-das: es un marido en quien persiste el amor, y en corres-

    36

  • MI DIARIO

    pondencia con su esposa, que se ha transmutado en laesposa de todo el mundo.

    29 DE JUNIO,

    La chose tourne au tragique. Anoche hubo,fingido real, un conato de envenenamiento por partede ella. Ah! la reconciliacin horriblemente bella que

    sigui al dramtico incidente.

    19 DE JULIO.La certidumbre de que todo amor es fu-

    gitivo y perecedera, hasta el amor ms puro y mejornacido! hceme llevar * * * al estudio de Jess Con-trerae, para que en un medalln me plasme su perfil; queaun cuando la obra artstica ser hecha en barro, comode barro somos hechos ella y yo, ms ha de durar, sinembargo, aqul que nosotros.

    7 DE JULIO.Lo previsto: ha habido ruptura y al pa-recer definitiva. Mis sentidos, ya habituados ella, ni-ganse olvidarla, y as las cosas, entrgame Jess el me-dalln concluido, un perfil en relieve, con el peinado la Cleo de Mrodo) y con esta inscripcin burilada en elexergo: ((Temptaton.

    17 DE JULIO.Perdido de mi neurastenia, con pnicosterrores de morir sbitamente al acostarme, voy y me re-fugio en la casa de mi hermana Virginia, para que el ca-rio de la familia opere con su magia la cura de que tan-to he menester.

    18 DE JULIO.Con hoy son ya varios los domingos quenos rene comer en su casa de san Pedro de los Pinos,Jess E. Valenzuela, un chihuahuense que comenz por

    37

  • F. GAMBOA

    tirar su fortuna manos llenas y ahora vive en el campo,

    risueo de ese auto-desastre, cultivando la poesa.

    Yo no recuerdo del aparecimiento de Jess; cuandomutuos amigos nos acercaron, ya l llevaba algn tiem-

    po de venir derramando los cuatro vientos una fortu-na considerable. Amador del verso, no cuid de reser-varse sino la pequesima cosa que sus allegados ledejaron,- y se entreg hacer rimas y querer y prote-ger gente de pluma. Consrvanse de l rasgos que mu-cho lo singularizan y ennoblecen: quin le pagaba lacasa; quin la ropa; quin ambas cosas; aun se reme-mora el detalle de una victoria con tronco de caballos queregal un poeta metropolitano, y de fuste por cierto,

    que en alguna ocasin manifest el deseo de ser dueode un carruaje. Jess se lo obsequi, y es fama que elobsequiado, despus de disfrutarlo slo una maana yen-do de Plateros hasta la Reforma y de la Reforma hastaPlateros, poco antes de que el Monte de Piedad cerrarasus puertas, las dos y media de la tarde, fu y empe- el carruaje, consign los caballos una 'pensin, ytodo compungido entreg Jess el billete de empeodel vehculo y la direccin del sitio en que los caballospacan descansando del paseo matinal.

    Jess E. Valenzuela, ((Tute, segn sus ntimos lodenominamos, re filosficamente de stas y otras aven-turas peores; con nadie se queja, y pesar de que llevacosechadas no pocas ingratitudes, todava hoy, en la flo-

    rida villa en que se ha refugiado con su familia y algu-

    nos restos de su esplndido mobiliario, nos ofrece domin-go domingo una comida cariosa; no abandona su

    38

  • MI DIARIO

    devocin por los versos y persiste en dar de lo poco quele queda en los bolsillos y de lo mucho que le queda enel corazn, cuantos l se acercan tendindole la ma-

    no en demanda de un peso duro en demanda de unapretn efusivo de amistad y de afecto.De ese numeroso grupo, hoy y otros domingos ante-

    riores, hemos venido una media docena, que nos repu-tamos los constantes y que, entiendo, nunca hemos be-neficiado de las prodigalidades del bardo empobrecido.

    De m s decir que slo le debo un sabio consejo que medio cierta noche que salamos de una tertulia y juntos di-vagbamos por las desiertas aceras de la Reforma; con-sejo que segu al pie de la letra y que quiz me lleve la realizacin de destinos soados en horas ambiciosas:

    entrar en el Cuerpo Diplomtico Mexicano, donde tangusto me encuentro ya. Y no digo que le debo tambinafecto, porque el que l me profesa, procuro pagrselo

    con rditos inclusive.

    Est Julio Ruelas, un dibujante educado en Alema-nia, taciturno y talentoso, aunque con un talento que si

    no todos comprenden desde luego, s todos hace sufrir;

    es esencialmente un atormentado. Sus dibujos parecenideados por el Dante, Edgar Alian Poe Baudelaire; son

    siempre crneos perforados por picas retorcidas; muje-res que sonren mientras su vista se despedazan los

    cortejos enfurecidos; sujetas con cadenas implacables,

    madres desventuradas que presencian cmo canes ham-brientos y flacos devoran a sus hijos, florecillas de carne

    sonrosada que patalean y lloran ante las dentelladas fe-

    roces; artistas que se arrojan simas de infierno y de des-

    39-

  • F. GAMBOA

    esperanza; una obra que lo sobrevivir, que lastima la

    vista y el espritu pero que 'revela gran posesin de la

    tcnica imaginacin todas luces excepcional y alta.

    Est tambin Leandro Izaguirre, pintor que comien-za bajo muy buenos auspicios, recio de cuerpo y plci-do de espritu, risueo con todos, trabajando confiadoen que alguna vez arribar.

    Est tambin Jess Trillo, conterrneo de Jess Va-lenzuela, que ha llegado guardador de la fe pblica,lase notario, sin adquirir gravedades ni rigideces proto-

    colarias, sino conservndose sano por fuera y por den-tro, regocijado y un tantico asustadizo frente nuestrasrplicas vivaces, nuestra intemperancia de lenguaje ynuestras carcajadas ruidosas.

    Est Balvino Dvalos, exquisito y exigente en litera-tura, que gran prisa viene abrindose camino desde surincn colmense. Su aspecto fsico llama la atencin: esanguloso y de carnes escasas; de inquisitiva y fija mira-

    da de miope que perfora los cristales de sus lentes y di-rase que se clava en las entraas de sus interlocutores;

    sus manos ofrecen vida propia y rara, como de anima-les inteligentes y flacos que estuvieran siempre en bus-ca de calor y siempre en acecho; indistintamente pudie-ra tomrselas por manos de mago de noble italianodel Renacimiento; parece que hubieran recorrido muchasmorbideces, muchos objetos de ai te, muchos documen-tos antiguos y frgiles, y, Dios me lo perdone!, hasta al-gunos cuerpos humanos que sucumbieran tsigos deMdicis y torturas inconfesables. Son manos bellas veces y veces aciagas.

    40

  • MI DIARIO

    Fa conmigo Antonio de la Pea y Reyes, en cu3^ostalentos y fondo moral no he de ocuparme, porque lo

    quiere tanto, que cualquier cosa que dijera resultaraparcial; es espritu similar al mo, amigo inmejorable,de esos en cuya amistad fidelsima se piensa como en un

    refugio para cuando la vida nos hiera con sus ingratitu-des y asperezas, y para cuando los desencantos de los dasviejos, si ellos hemos de llegar, no nos brinden msque contadas dulzuras junto multitud de acbares yrecuerdos tristes.

    Despus de la comida, es regular que nos vayamos algabinete de trabajo de Jess, para hablar en l de nues-tras chifladuras respectivas, para leer algo propio algo

    ajeno . . .Luego, conforme la tarde va murindose, nos encami-

    namos la sala, en la que preside, sobre su estrado, gran

    pintura al oleo, inspirada en unos versos de Jets Valen-

    zuela y ejecutada por el pintor yucateco Juan Gamboay Guzmn. All nos entregamos al inocente placer delmonte,)) nos despojamos de los cuatro cuartos que cadacual lleva consigo, contraemos deudas insolubles por to-

    da una eternidad, negociamos emprstitos y hasta nos

    injuriaraos cuando el naipe nos es adverso, agrupados enla mesa del centro, bajo la hospitalaria luz de una lm-para de petrleo que la esposa de Jess ha colocado por

    s misma, sonriendo caritativa y bondadosa, de esta faltade juicio de su esposo y de la no menor de sus amigos.

    Otras ocasiones, al concluir la charla de sobremesa^

    nos lanzamos en conjunto hasta Tacubaya, frente alpuente de la Morena, donde habita Justo Sierra^ maes-

    41

  • F. GAMBOA

    tro y amigo de todos, que nos recibe abiertos los brazospara que ms pronto lleguemos su cuerpazo de gigan-te bondadoso, en tanto que r'^* ^us labios disprase un

    tiroteo de improperios para cauM, uno de los que vamos

    saludndolo.

    Cuando no hacemos esta excursin, abandonrnosloslares de Jess Valenzuela ya tarde, en la noche, el pue-blecito de san Pedro quieto, silencioso, los perros guar-dianes de sus casas, alborotados y ladrando nuestra

    algazara. Jess en persona nos acompaa hasta que notomamos el tranva, y cuando desde l decmosle adis grandes voces y grandes ademanes, se destaca en lasombra su cuerpo enhiesto y ancho de hombre fuerte, y,al fondo, en la distancia, reverberan, echados de bruceshasta media calle, los lampos del jardn de su villa, quepor no poder moverse, desde sus cimientos tambin nosdespide con idnticas palabras que su soador inquilino:Hasta el domingo prximo!

    19 DE JULIO. Tarde agradablemente artstica, en lacasa de Luis Galvan. Msica, versos, charla literaria,proyectos peregrinos y quimeras, desde que nos senta-mos almorzar. Comensales: Justo Sierra, Luis G. Ur-hina, Jess Contreras, Jess Valenzuela, Paco Mas,

    pintor espaol,y yo.

    La casa, con mucho gusto puesta; antigedadesy cua-dros; rancios y abaciales sillones; chimenea fabricada conmolduras y tallas de altar colonial, que acaricia la vistacon sus destellos opacos de oro envejecido. Adems, por--cin de muebles y bibelots que reconozco: son los que vi

    42

  • MI DIARIO

    y gust en la casa que Galvn tuvo en Pars por las cer-canas del Parque Monceau, en el boulevard de Cour-

    celles.

    20 DE JULIO.La reaccin esperada: hoy contino elcaptulo II de mi tan interrumpida Metamorfosis.

    /

    26 DE JULIO.Psima noche, de la que me libertesta maana.

    En vez de mis palpitaciones reglamentarias, sensacinextraordinariamente rara, al apagar la vela, sin dudaresultante de mal odas teoras espiritas.

    Sent que iba desencarnndome muy poco poco, peropor completo. En la obscuridad del cuarto y con misojos cerrados, individuos, sucesos y lugares vealos muylejos, mucho, las distancias inconmesurables que sloen sueos se divisan; pesar de lejana tamaa, era laprecisin admirable, no se perdan detalles ni contor-

    nos.Lugares, sucesos individuos no me interesaban,

    lo menos con el humano inters que estamos habitua-dos experimentar frente ellos; senta yo ms bien unapiedad de ser superior hacia nuestras miserias, y, al pro-

    pio tiempo, algo como una lpida desmesurada, aunque

    liviana y agradable, que entorpeca todos mis miembros

    y adormecalos delicadamente.

    Al cambiar de postura, el sueo me invadi de s-

    bito . . .

    Pusilnime y triste he despertado esta maana, sin la

    conformidad que de antao la idea de la muerte me ha-

    -43-

  • / (, IMBOA

    ba producido, antes con ansias de seguir viviendo

    cualquiera costa.

    Ser neurastenia?

    3 DE AGOSTO.Ayer fu la segunda comida artstica en

    la casa de Luis U. Galvn. A los postres lleg LindaMontanari, una de las primeras tiples de la actual com-

    paa de opera italiana.Lleg tambin un pianista espaol, un seor Maas,

    que se las traa maravillosas en los dedos. Y toda la tar-de result musical, pues hasta la lluvia de afuera, como

    que ejecutaba un nmero del concierto improvisado,con su tamborileo tenue en los cristales de la vivienda.

    Salimos juntos Paco Mas el pintor, y yo, y nos mar-chamos de bracero por las calles empapadas, hasta laMaison Dore, donde l se atiz un pulpito de caf conleche. Con ibrico desprendimiento me ofrece ilustrar minovela prxima, sin que los editores le paguen nada porsu trabajo.Yo soy asme declara sosteniendo pulso un pe-

    dazo de brioche que goteaba cafte quiero y basta; si el

    hecho de que en la portada de tu libro se lea: Ilustra-ciones de Mas, te significa el aumento de un duro demil, mejor! Y al pblico no se le dice nada, que ni es-ta, ni una porcin de cosas le importan tres pepinos. Sihubiera de decrsele al pblico todo lo que merece! . . .Y al separarnos en la puerta de la Maison Dore,

    agrega:

    Por lo pronto, ven mi estudio el lunes, quiero ha-cer tu retrato al blanco y negro.

    -44-

  • MI DIARIO

    5 DE AGOSTO.En carta que me escribe de Europa misobrino Jos J. Gamboa, comuncame que durante latravesa que hizo bordo de un trasatlntico espaol,

    vio en la biblioteca del barco algunos ejemplares de misImpresiones y Recuerdos, y que los oficiales del vapor

    recomendbanlos los pasajeros.Nota ocenica.

    6 DE AGOSTO.Arturo Palomino, Canciller de nuestro

    Consulado General en la Habana, lleg ayer de Cuba yme trajo una visita y una carta de Andrs Clemente Vz-quez, Cnsul General de Mxico all. Con la carta vie-ne un folletn harto encomistico de mi Suprema Ley,subscrito por Eva Canel, escritora quien yo no conoz-

    co personalmente.

    10 DE AGOSTO. Concluy Paco Mas de pintar mi re-trato.

    16 DE SEPTIEMBRE.Al entrar comer en un restau-

    rant, me dan la noticia del atentado de esta maana con-tra el Presidente de la Repblica!

    Parece que el hecho fu inopinado y brutal. Llegaba

    el Presidente al Pabelln Morisco de la Alameda, de uni-

    forme, rodeado de los miembros de su Gabinete y de losde su Estado Mayor, caminando por en medio de una va-lla de tropa de lnea armada, cuando al entrar en la Ala-

    meda, un individuo mal trajeado y sin arma ninguna enla mano, segn se vio despus, rompi la murallahumana, la valla de soldados, y con rapidez incontras-table echse encima del Presidente, quien golpe en la

    nuca con los puos. Fu tan violenta la agresin, que

    45

  • F. GAMBOA

    nadie pudo estorbarla; el Presidente, pesar de su for-taleza corporal, vacil y perdi el sombrero montado querod por los suelos . . .Todo fu instantneo. En seguida, los oficiales del Es-

    tado Mayor sujetaron al agresor, y cuando alguno deellos trataba de desnudar la espada para ultimar sin du-

    da al delincuente, tuvo el General Daz un altsimo ras-

    go de valor personal y de conciencia de su puesto: im-pidi el inmediato y merecido castigo, con ademn sobrioy estas palabras memorables, que mucho lo honran:A este hombre, slo la ley puede tocarlo!)(Hay que reconocer que en identidad de circunstan-

    cias, no digo yo un presidente de repblica, militar

    y vestido de uniforme, cualquier hijo de vecino, con lasangre subida la cabeza por la agresin, habra casti-gado hasta con sus propias manos).

    El individuo en cuestin, que revelaba hallarse alcoho-

    lizado, fu conducido por la polica hasta la guardia delPalacio Nacional; el Presidente sigui hasta el PabellnMorisco, donde se conmemoraba nuestra independencia;la conmemoracin se llev trmino, observndose losnmeros todos del programa, aunque los nimos no es-taban bien dispuestos, y la noticia del hecho se propagpor la ciudad con velocidad grandsima y comentariosexagerados que producan estupores, alarmas y qu syo cuntos sentimientos ms.

    Al regresar el Presidente al Palacio, se empe en queno lo acompaara nadie en el coche en que mont, ycuando este coche desembocaba en las calles de san Fran-cisco, por espontneo movimiento el pblico aclam al

    46

  • MI DIARIO

    caudillo y de todos los balcones de las casas del trayecto^

    una lluvia de flores, que arrojaban manos femeninas yblancas, ba el carruaje y alfombr el adoquinado.Cuntanme que en la esquina de la calle de la Palma^

    un grupo de hombres del pueblo detuvo el trote del ca-rruaje presidencial y que al sacar el Presidente la cabe-za para averiguar la causa de la detencin, esos mismoshombres del pueblo le hicieron noble ofrecimiento de suspersonas y de sus vidas . . .

    Por la tarde me echo andar calles y observar la fiso-

    noma de la ciudad; lo que siempre acontece cuando un-individuo un pueblo ha salvado de un peligro y con-sidera ste retrospectivamente :1a ciudad respira miedapor lo que pudo haber sucedido.

    Cunto no habra yo dado por asomarme los inte-riores psicolgicos del General Daz en los momentos que

    siguieron al atentado! A costa de qu esfuerzos habrdominado la indignacin y la ira que ha de haberlecausado el hecho? qu pensara al pronto? qu habrpensado despus? qu estar pensando ahora? Su esp-ritu de ayer, del que nunca ha de poder despojarse porms que hoy dormite en las profundidades de su indivi-duo, su espritu de ayer, valeroso y militarizado, hecho

    toda clase de peligros, que con la muerte se ha enfren-tado ms de una vez, qu sentira con la brutal agre-sin?

    Su espritu de hoy, incenzado con todas las mirras dela adulacin, del inters egosta, del miedo por pecadoantiguos y actuales que no han sido perdonados lasderechas, del cario sincero por mercedes recibidas, ora.

    47

  • F. (,.M/U')A

    con merecimientos, ora sin ellos, su espritu de boy, en

    la plena conciencia del encumbramiento, de la enormesuma de poder de que disponen su voluntad y sus ma-

    nos, de qu contienda muda y formidable entre su ce-rebro, su corazn y su voluntad, no habr sido testigo?cuntos esfuerzos extraordinarios no habr tenido queemplear para permanecer sereno impasible raz del

    atentado, serio y grave, en su papel de magistrado su-premo, cuando la lluvia de flores y los vtores que si-guieron al abortado delito?

    He ah para m, el aspecto ms interesante del su-cedido.

    17 DE SEPTIEMBRE.Cuaudo cruzo el jardn de la Pla-za de Armas, rumbo al Ministerio de Relaciones, des-pus de mi desayuno en el caf del Cazador, dos repor-teros amigos detinenme para enterarme de la nuevatremenda: la madrugada de hoy fu lynchado en las an-tesalas del Inspector General de Policadentre del Pa-lacio Municipalel autor del atentado contra el Presi-dente de la Repblica! . . .Lo burdo increble de tal suceso, oblgame en un

    principio echarlo la broma, pero los reporteros se meformalizan, me prueban con lneas impresas de peridi-cos del da que la noticia es cierta; y al seguir mi cami-no, despedido ya de mis amigos, siento que me invadeuna indignacin tristsima y un anhelo de no or ni pre-senciar cosas tales, si no ha de serme posible castigarlas.

    Llego mi seccin de Cancillera y en el acto entro hablar del asunto con el actual Subsecretario de Relacio-

    48

  • MI DIARIO

    nes Exteriores, D. Manuel Azproz, que es hombre honra-do, de verdadero carcter incapaz de mentir sabiendas

    contra sus convicciones y sus ideas. Y con grandsimo con-tento descubro que su incredulidad y su indignacin acer-

    ca del pretendido lynchamento, corren parejas con las mas.El resto de la maana va de jbilo en jbilo, en esca-

    la ascendente: el Ministro, D. Ignacio Mariscal, en una

    de 'sus vehemencias de espritu recto, ha llegado ma-nifestarse hasta iracundo en contra de la polica la que

    tild de puniblemente descuidada.

    Y llega mi noticia, de muy buena tinta, que el Pre-sidente de la Repblica resolvi ya la destitucin del Ins-pector General.

    Dentro de mi conciencia, se han escuchado aplausos.En la ciudad, excitacin grandsima. En cuanto se ha

    hecho pblico el desagrado presidencial, todas las bocas

    slo vierten censuras iras que brotan en los grupos, en

    las reuniones, en los cafs; que se escuchan en calles ytiendas, en parques y esquinas, en tranvas y en telfo-

    nos; hasta los peridicos que sin comentarios anunciaron

    esta maana el pseuo-lynchamiento, al anochecer, des-tanse con reprobaciones, razonadas lricas, en sus so-

    bretiros respectivos.

    Yo soy tambin vctima del contagio y cuando merecojo en casa, me noto preocupado intranquilo. Alapagar la luz, ya entre sbanas, la hora de los so-

    liloquios rara vez confesados, la tragedia sta oblgame pensar en las curvas irregulares de la existencia, lo que

    E(;a de Queiroz acostumbraba denominar os fados, esdecir, en espaol, los hados, y en \3iiinfatum; pens, por

    49 4

  • /. (AMBO

    A

    ejemplo, que Arnulfo Arroyo, autor del atentado contrael Presidente, y Eduardo Velzquez, autor del atentadocontra Arroyo, si es que la opinin que de tal lo acusa

    no se engaa, fueron condiscpulos mos y fueron con-discpulos entre s. Habrn recordado ellos tal circuns-tancia? Con rara precisin veo Arroyo, hace muchosaos, salir de la sastrera que su padre tena establecida

    en la segunda calle del Reloj, bajo el modesto rtulo deLa Corta Utilidad,

    y veo asimismo su padre, un hom-

    bre excesivamente grueso, moreno de tez, con aspecto de

    laborioso y de tranquilo; veo, por ltimo, al propio Ar-

    nulfo, cuando hace algunas tardes en que yo me encami-

    naba la Escuela Nacional Preparatoria dar mi cte-dra, me detuvo en la calle, con todos los signos del

    alcoholismo incurable grabados en su rostro y en sus mo-

    vimientos, y empleando el tuteo viejo de la escuela, meinterrog con cierta acritud para saber porque l an-daba pobre y nufrago en los fangos metropolitanos, yano quera yo saludarlo. Y me cost un triunfo conven-cerlo de que slo vea yo con tristeza que l se hubiera

    dado la mala vida; reflexiones que por cierto recibicon sonrisa de menosprecio, que tanto quera decir quel era muy dueo de sus actos, yo un farsante que pormejor librado en esta lucha que con la vida tenemos quesostener todos brazo partido, habame metido diablopredicador y me le pona como ejemplo de ((arribista.Quedamos en que l me esperara en las afueras de laEscuela, hasta que yo no concluyera de dar mi clase, pe-ro por fortuna ma, cuando sal del aula, ya ArnulfoArroyo haba desaparecido.

    50

  • MI DIARIO

    Y hoy que rememoro ese incidente, bien penoso des-de que se produjo, me pregunto: en aquella tarde ger-minara ya en lamente naufragante de Arroyo la idea deeste atentado?

    . . .

    Por natural asociacin de ideas, reconstruyo mi amis-tad con Eduardo Velzquez, quien en pblico se sea-la como autor de la horrorosa muerte de Arroyo; y al re-

    cordar de nuevo, palpo que el colegio es un verdadero al-

    macigo de donde salen los espritus infantiles seguir ca-da cual la trayectoria que su destino le tiene reservado;quin para en el altar, quin en la sabidura, quin en losaltos puestos del gobierno, quin en la fortuna, quin en elcrimen y en el patbulo; distanciados todos entre s, unoaventado un rumbo, otro aventado otro rumbo, to-dos esparcidos y todos conservando el recuerdo de los daspuros que persiste en atar al grupo entero, modo de unacinta blanca y luminosa.

    Y al revolverme en la cama, presa del insomnio de losrecuerdos y de los presentimiento?, dulome, de verasdulome, de la suerte alcanzada por Arroyo y por Velz-quez, y ora me felicito de ir caminando yo por distintasenda, ora tiemblo de extraviarme por una mala de tro-pezar en la que considero buena. Somos tan poquita co-

    sa y estamos todos tan expuestos caer! . . .

    Eduardo tom distinta orientacin de la de Arroyo.Era ambicioso, nada tonto y quera subir. Le falt cal-ma para recorrer uno por uno los peldaos del encum-

    bramiento, y quiso aventurarse de una buqna vez hastala altura que persegua.

    Y as como la sastrera del padre de Arroyo surgi ne-

    51

  • /'. GAMBOA

    ta, clara y precisa en la nocturna evocacin, as tambinvolv ver Eduardo, de empleado muy subalterno enla Secretara de Hacienda, primero; de hijo mimadosiempre; de asociado despus al General D. Sostenes Ro-

    cha en el semanario poltico que lanzaron al mundo ba-jo el ttulo de El Combate. Con la resurreccin de aque-

    lla hoja peridica, volv vivir las horas pasadas en laredaccin que por lo pronto establecise en la calle del

    Cinco de Mayo, prxima al Teatro Nacional, y volv codearme con sus redactores. Fu la poca en que Juande Dios Peza public su para m mejor poesa En MiBarrio, cuando Emilio E. Garca gozaba de quei)or suaspecto le llamramos el Coronela el Gobernador, queambas cosas pareca entonces ese regocijado y feliz jalis-ciense venido a Mxico con la aureola de hombre afor-tunado en amores, de juerguista y escritor. Todos pasa-mos por ah: Luis G. Urbina, concluyendo su UltimaSerenata, que tan dulcemente recitaba l mismo; Enri-que Sort de Sanz, prematuramente muerto y prematura-

    mente ascendiendo; Jos R. del Castillo, muy devoto deteatros, bambalinas y amcZama/s; Javier Osorno, con buencaudal para crtico, y arbitro de elegancias en nuestrocenculo de bohemios que no sabamos preocuparnos dela ropa, sino de los plazos en que haba que pagar los tra-pos muy de tiempo en tiempo estrenados

    . . .

    El Combate traslad su lar la calle de Ortega, endonde el General Rocha nos narraba noche noche algode su vida civihy mucho de su vida militar. All fu don-de una noche, los que estbamos al cabo de la polmicaengendrada por el artculo Esos son otros Lptz, que

    52

  • MI DIARIO

    tanta mpiila levant, supimos que dentro de las cuaren-ta y ocho horas siguientes, Rocha se batira en duelo pistola con el General Gayn. El propio Rocha nos co-munic los ltimos detalles y aun nos dijo: Siento lo del duelo, porque quiero Gayn, y no

    sera difcil que lo matara.

    Y efectivamente, por poco no lo mata.Cuando este asunto trgico y los muchos agradables de

    escribir artculos guerreadores, de frecuentar actrices yteatros, de comer de fonda y hacer otras mil perreras

    que no son para enumeradas, la figura de Eduardo Ve-lzquez ocupaba lugar principalsimo: era jovial, dicha-rachero, largo en el gastar y nada corto en el querer, va-liente y decidido. Y nosotros, los del grupo predilecto,hay que confesar que nos trataba con distincin seala-dsima, lo mismo para mejor pagarnos un artculo, quepara venir en ayuda de nuestros bolsillos, siempre fla-cos, cuenta de futuras pginas literarias que nunca lle-garon saborear la luz . . .

    De ah que esta persistencia en la opinin para sea-lar Eduardo como responsable de la muerte de Arro-yo, m me sea muy particularmente penosa.La gente, esta gente que todos mencionamos y que

    nadie puede precisar, se manifiesta con las iras y enco.-nos de que hace gala para cualquier suceso de impor-tancia; todos piden un castigo severo, todos claman por-que el rigor de la ley caiga sobre los culpables.

    Pobre gente y pobres de los culpables, sean quienesfueren!

    53

  • F. GAMBOA

    24 DE SEPTIEMBRE.A las diez y media de la maa-na, con rapidez de rayo, se ha esparcido por toda la ciu-

    dad la noticia sombra del suicidio de Eduardo Velz-quez. Dicen los bien informados que se mat dentro dela habitacin que ocupaba, con carcter de incomunica-

    do, en la crcel de Belem.

    Dicen otra porcin de cosas; conjeturas que acusan,sospechas que absuelven, juicios temerarios, afirmacio-nes gratuitas. Que si el revlver le lleg de sta deaquella manera; que si nadie oy la detonacin; que sidebe dudarse acerca de esto acerca de aquello . . .

    Y decir verdad, la impresin general es de estupor.Pobre de Eduardo! Sera el suicidio su nica salida,

    atentos los hechos? . . .

    27 DE SEPTIEMBRE.Luis Galvn, de regreso Mxi-co, de nuevo nos rene comer en su artstica vivienda.Y por la tarde volvemos tener msica y conversacio-nes gratas, que yo deseo sean precursoras de cambio deimpresiones.

    2 DE ociUBRE.Del modo ms inopinado, me recon-cili con **==, la que me asegura partir maana SanFrancisco de California, para nunca volver.Heme aqu por tercera vez uncido esta mujer que me

    atrae con subellezala vez provocante y delicada de hem-bra del Norte, con sus cabellos rubios y el color de su tez,que parece formado de rosas, leche y mrmol; con susojos azules que miran hondamente, y su boca impecable,

    54

  • .]// DIARIO

    y su peinado la griega, y su cuerpo altsimo, y su bus-

    to estatuario.

    En prosaico coche de punto vamos esconder los ru-bores que ella y m nos impone esta reconciliacinindigna, hasta los Baos del Pen, los que llegamosal filo de las dos de la maarja, con gran escndalo delportero que nos franquea la entrada creyndonos prfu-gos de algn manicomio.

    5 DE OCTUBRE.En carruajcs distintos hemos regresa-do hoy de los Baos del Pen ella y yo.

    Cuntos besos y cuntas ilubiones hemos sepultadoambos en ese cuarto prosaico y semidesnudo, en el quehemos permanecido, rabiosamente unidos, estos tres das,como para despedirnos de una pasin que ninguno con-viene!

    Cuando esta maana nos dijimos hasta luego,)) enaquella lejana rida, la puerta del establecimiento ter-mal y casi milagroso para el concepto de los antiguos po-bladores de Mxico, cunta tristeza haba en nuestraspalabras y en nuestros ademanes, cunto cansancio ennuestros cuerpos maltratados por la onda de lujuria,cuntas cosas inconfesadas en el mirar azul de sus ojosrasgados, cuntos conceptos, que, formularse, hubie-ran sido irnicob' crueles en mis labios que temblabanal besarle su mano blanca y casi exange!

    7 DE OCTUBRE.Para proveer algunas vacantes que se

    han registrado en la Secretara de Relaciones, nos hannombrado jurado calificador a los jefes de seccin.

    55

  • F. GAMBOA

    Y el da de hoy he logrado que Balvino Dvalos

    que

    mi juicio fu el mejor sustentante

    quede admitido co-mo oficial segundo del Ministerio.

    11 DE OCTUBRE.*** coutra lo que era de esperar yyo esperaba, cumpli su promesa. Esta maana, bor-do de un pullman del ferrocarril Central, se me ha idorumbo San Francisco de California. Sin cuidarme delos que pudieran verme, la acompa hasta su tren, me-dio ebrio an de nuestra ltima temporada amorosa, enla que nos hemos jurado cuanto un hombre y una mu-jer pueden jurarse, sin hartarnos un slo instante de lacontinua vecindad de nuestros labios.

    Como dos que de veras se quieren, nos hemos despe-dido, entre besos y lgrimas, y cuando el tren se hundien el glorioso horizonte de la maana que sonrea, pal-p que haba yo perdido algo muy grande y muy hermo-so, que no se recobra nunca: mi juventud!*** representaba mi ltima pasin desinteresada, li-

    bre y completa, de las que no necesitan para orecer, nidinero, ni misterio, ni recatos; las que no les importala edad, ni las obligaciones; poca que no puede reapa-recer, en la que ama uno con la misma naturalidad en-cantadora con que respira.

    Tristsimo he regresado la ciudad, como regresamosde los cementerios cuando en ellos dejamos para siem-pre algn ser querido. Y vaya si quera yo mi juven-tud! ...

    22 DE OCTUBRE.Sc deseulaz la tragedia de la Inspec-

    56

  • MI DIARIO

    cin General de Polica. El Jurado, ( oh imbecilidad de-mocrtica, slo comparable al Sufragio Universal!) en lu-gar de veredicto, orden una hecatombe: de los treceacusados, salieron diez condenados muerte.

    Los moralistas y los sabios, opinan beatficamente quela sentencia, aunque no se ejecute, est muy bien dicta-da porque significa un moral escarmiento que no podrpasar inadvertido para los pases cultos. Europa y losEstados Unidos de Amrica, tendrn que aplaudir nues-tra energa para castigar esta clase de delitos.

    Cunto me felicito de no advertirme punto alguno decontacto con los moralistas y sabios que as opinan!

    8 DE DICIEMBRE.A vuclta de muchas reflexiones, ases-to mi juventud el tiro de gracia.Hoy me present en el Registro Civil para contraer

    matrimonio, y el mes entrante ser un hombre casado.

    22 DE DICIEMBRE.Cumpl 33 aos de edad.En mi interior, profunda sensacin de inquietud.

    31 DE DICIEMBRE.Veo terminar el ao en el teatroPrincipal, en medio de una bronca originada por una ti-ple que cantaba la danza del caf en El Certamen Na-cionalp) bronca muy semejante la que yo describo enel final de mi Suprema Ley.w

    57

  • 1898

    19 DE en:ro.Con malsima noticia se inaugura el

    ao: por fidedigno conducto s que Jess Contreras, ami-

    go mo muy predilecto, presenta sntomas de cncer enun brazo.

    . 8 DE ENERO.El arreglo de mi casa conyugal me trae,de cuando en cuando, rfagas de alborozo por mi nuevoestado prximo. Ser buen augurio?

    Conforme doy trmino la instalacin de mi gabine-te de trabajo, el sinnmero de objetos que manoseo merevive muertos recuerdos historias viejas, muchos se-cretos, que, con excepcin de m mismo, nadie conoce-r. Bien es cierto que en su gran mayora slo m pue-den interesarme.

    12 DE FEBRERO.Hoy me cas.

    2 DE MARZO.Balvino Dvalos, que en la actualidad

    hllase de secretario particular del Subsecretario D. Ma-

    nuel Azproz, en recompensa mi pequesima ayudapara que entrara en el Minitjterio, me da el soplo de que

    58

  • MI DIARIO

    las conferencias sobre historia de la Geografa, en la Es-

    cuela Nacional Preparatoria, van quedar vacantes.

    Muvete, para que, si las logras, tambin en la Es-cuela seamos compaeros.

    El, Balvino, da una ctedra de latn.

    9 DE MARZO.Obtuve el nombramiento de profesorconferenciante sobre descubrimientos geogrficos en la

    Escuela Nt cional Preparatoria; nombramiento que, apar-

    te de realizar una de mis ms viejas y secretas aspiracio-nes, me aporta con su sueldo un gran nivel mi presu-puesto domitico, harto desequilibra lo por el demonacomicrobio de mi aficin al bacar y al 'poker.Fenmeno extrao: slo en Mxico el tal microbio se

    acomoda en mi organismo, pues jams, hasta hoy, hejugado nadi en los varios pases extranjeros en quehe vivido.

    18 DE MARZO.Termin esta noche el captulo segun-do de Metamorfosis. recluido yo en mi apartada y si-lenciosa casita, este primor diminuto que me he encon-

    trado en barrio naciente de la ciudad, ms all de laestacin de Buenavitta, y que, dentro de su pequenez,

    permteme el lujo de ostentar hasta jardn y verja.Con cunto gusto me he instalado en ella, amuebln-

    dola y decorndola conforme mis escasos posibles y

    mis exagerados caprichos, procurando que no huela ni

    burgus ni tapicera. En mi gabinete de trabajo, espe-cialmente, trat de echar el resto, y si as hubiera de con-

    tinuar por siempre la vida del matrimonio, pues la ver-

    59

  • /. GAA/nO.

    dad que la encontrara yo superior mi larga y tormentosaoxi.-tencia de clibe.

    N liiy luz elctrica, pero la claridad blanda de una

    lmpara que compr en el Louvre de Pars, y que ha via-jado conmigo medio mundo, yo escribo en mi mesa y laparientaj) me acompaa, con la eterna labor inacabable

    que toda mujer teje cose para que le sirva de coraza yde refugio.

    26 DE MARZO.Precisamente porque est prohibido

    que los alumnos aplaudan los profesores, ms me su-po la salva con que mis discpulos me recompensaron laconferencia de hoy. Es justo consignar que no los re-prim.

    29 DE MARZO. En la ctedra de esta tarde me vi for-zado expulsar dos alumnos turbulentos. Ni ellos mis-mos han de imaginar lo que mi arranque de energa meha contrariado; todava en la noche, con mucho de tris-teza los recuerdo saliendo encogidos y avergonzados.

    20 DE ABRIL.Es particular! La guerra que sostiene

    Espaa contra los Estados Unidos de Amrica, intersa-me como si se tratara de cosa propia. Con la ansiedad dequien se halla en gravsimo peligro personal, me echosobre los telegramas de los peridicos.

    Herencia atavismo? ...

    30 DE ABRIL.Hay en la calle de la Palma una cerve-cera teutona, en la que se come bien y no se bebe mal,

    60

  • MI DIARIO

    y en la que hemos sentado nuestros realesesto es undecircasi todos los escritores metropolitanos.Hoy me encontr instalados ya en una mesa, Jess

    Urueta, Ciro B. Ceballos y Bernardo Couto Castillo;

    Urueta, nuestro genial orador prximo partirse pa-ra Europa por cuenta y riesgo de un banquero chihua-

    huense que lo admira y protege; Ciro B. Ceballos, autorde Claro Obscuro y literato que aduna una forma de-masiado castigada y por lo mi^mo un tanto confusa, uncarcter inde})endiente y valeroso para juzgar de cosas yde hombres; Bernardo Couto Castillo, joven escritor queya ha dado luz un libro, Asfdelos, y que por abolen-go tiene que escribir bien y que escribir mucho. Tal vezhoy por hoy, Ceballos y Couto pudiera tildrseles deun tantico simbolistas.

    Sintome con los tres tomar mi cerveza y en nues-tra charla, que poco se encrespa, advierto, no por la pri-

    mera vez, la maligna acritud que este condenado oficiode escribir nos despierta en palabra y en juicios. Hoy,

    por ejemplo, se consum la viviseccin de un poeta pro-vinciano, que se ha hecho de envidiable lugar en nues-

    tro parnaso. Para qu mencionarlo? . . .Escucho sus impugnadores, hasta yo he de haber

    dado una dentellada que otra, y ms me descorazona eloficio que tan pronto nos envenena y que produce este

    devoramiento mutuo, caracterstico de los literatos del

    mundo entero.Rumbo mi casa, tropec con Rafael Delgado, el ta-

    lentoso autor de La Calandria, y al pie de un foco elc-

    trico me ley fragmentos benvolos de una carta que

    61

  • F. GAMBOA

    acerca de mi Suprema Ley le escribi el anciano eru-dito. D. Silvestre Moreno Cora: que mi libro hace pen-sar, que puede llamrsele novela trascendente, aunquemanchada de un defecto grandsimo: su materialismoexcesivo, que hace odiosos todos los personaje?, sinotra excepcin que Carmen Terno . . .

    9 DE MAYO.Con una comida en el nuevo Restauran

    t

    Recamier, despedimos esta noche Jess Contreras y Jess Urueta, que saldrn para Europa en el prximovapor francs.

    Seremos hasta diecisis comensales, y cuando nos dis-ponamos sentarnos, muy enfracado aparecisenos elrespetable General de Divisin D. Mariano Escobedo,nuestro ilustre veterano, el que venci al Arcliiduque

    frente Quertaro. Sorprendido de vernos sin traje de

    etiqueta (nuestro banquete es un banquete casi bohe-mio), nos explica que ha confundido fechas y por esonos ha cado de tiros largos y tan inopinadamente, esta-ba invitado para una comida que en el mismo local da-rn maana al Gobernador de un Estado fronterizo. Ycomo pretendiera retirarse, todos nos oponemos, todos

    le rogamos que nos acompae y presida, y l, al fin,accede y benvolo sonre nuestra juventud y nuestraalegra.

    Mientras se cambia la instalacin de cubierto?, yo lointerrogo sin parar sobre la para m interesantsima po-ca de la Intervencin; y grandes rasgo?, interrumpin-dose para contestar otras preguntas, para agradecer conla mano en alto las muchas copas que su salud se va-can, con modesta entonacin de valiente y calmada voz

    62

  • MI DIARIO

    de viejo que repasa recuerdos, nrrame un puado decosas interesantes, entre ellas, con una naturalidad y un

    candor encantadores, cuntame como, cuando las CortesMarciales francesas comenzaron ejecutar patriotas me-xicanos, l, Escobedo, mand prevenir un general ene-migo que por el primer mexicano que fusilaran partir

    de su aviso, Escobedo fusilara un francs, por el se-

    gundo dos franceses y as sucesivamente, hasta verquin se ablandaba primero.

    Y quin se cans, seor?le pregunto yo.

    Pues supongo que ellos, porque cuando me mataron

    un muchacho estudiante de medicina, que era el sp-timo, yo despach siete franceses de un solo avo . . .

    En el propio momento nos sentamos cenar, juntosLuis Urbina y yo.Comida sabrosa, con chisporroteo de ingenio.A los postres, alud de brindis, encabezados por el Ge-

    neral Escobedo, que nos abandon la medianoche.Ms en confianza, dieron principio las discusiones, las

    batallas intelectuales, el desperdicio gritos de materia

    gris que es de rigor en gente de pluma; y, segn tena

    que ser, par la pelea de palabras en el candente asunto

    de actualidad, en la guerra hispano-americana.

    Observo que muchos de nuestros talentos se hallan por

    los Estados Unidos y lo peor es que casi me ganan a su

    causa, pues conforme doran la pildora, de veras parece

    que los Estados Unidos encarnan el progreso hasta en

    sus acorazados, y la pobre Espaa al atraso en todos sus

    actos, hasta en el herosmo innegable de que diario vie-

    ne dando prueba?.

    63

  • F. GAMBOA

    A la madrugada termin nuestra fiesta y apenas si no-t cuando nos despedimos, dos tres heridos del cham-paa, que procuraban no dar conocer totalmente la

    prdida de su equilibrio.

    16 DE MAYO.Comenzaron esta tarde en la EecuelaNacional Preparatoria los exmenes correspondientes alprimer semestre del ao escolar, y m me toc en suer-te ir integrar el jurado de Geografa General y de M-xico, en unin de Alberto Escobar, conferenciante de so-ciologa y espritu muy cultivado, y Miguel E. Shultz,gegrafo de los ms eminentes que poseemos y que fumi maestro hace bastantes aos, cuando l principiaba ser un buen profesor y yo ser un psimo estudiante;aun me dura el recuerdo de que, en lugar de atender su interesante curso de geografa, me encaramaba hastala grada superior para leer hurtadillas El Judo Erran-te y la Historia de Veinte Siglos de Eugenio Sue.

    19 DE JUNIO.Mal va la inauguracin de exmenes,hoy hemos tenido que reprobar un pobre muchachoque nos aseguraba que en China se encuentra el tipoblanco y medio Mediterrneo la isla de Madagascar.Afliga verlo, ya formal, entre los diecisis y los diecio-

    cho aos, enrojecido el semblante, reventndole las ore-jas, sin atinar con nada, muy vestido de negro.A los tres sinodales nos interes el asunto y tra