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N E C R O L O G I C A La Academia de Historia y Arte de San Quirce, de la qu e era Académico de número desde hace cuarenta años, según e n anteriores líneas quedó escrito, organizó una sesión necrológic a en memoria de don Luis Martín García Marcos . En dicho acto , celebrado a las ocho de la tarde del día 24 de noviembre, en e l Aula de la Corporación, intervinieron los académicos señore s Rodríguez Martín, Montero Padilla, Peñalosa Contreras, Gra u Sanz y Marqués de Lozoya, los que leyeron diferentes trabajo s en memoria del gran poeta segoviano . Con ellos—y alguno s otros recogidos entre los publicados con tan fúnebre motivo pretendemos formar una corona literaria que ofrecer, en simbólico homenaje, a nuestro inolvidable compañero . PERFIL LITERARIO Y HUMAN O DE DON LUIS MARTIN GARCIA MARCO S Po r José Montero Padill a Don Luis Martín García Marcos es uno de los má s destacados escritores segovianos de nuestro siglo . Su muerte h a supuesto la pérdida de una importante y representativa figur a de Segovia, de una Segovia, motivo de arte y de cultura , amenazada a veces, que es una de las más bellas y delicada s ciudades españolas . Nacido en Segovia, en 1895, donde cursó el Bachillerat o para intentar después estudios de ingeniería, bien lejanos de su s gustos y aficiones, ejerció actividades comerciales—no meno s distantes de su espíritu—, hasta que se incorporó a la plantill a de redactores de « El Adelantado de Segovia» . En el periódico, don Luis se acercó a los más diversos géneros : hizo el reportaje retrospectivo, sabrosa y nostalgicament e evocador, y el comentario sobre la más rabiosa actualidad, y l a crítica de libros o exposiciones, y hasta «hinchó» cuando er a 406 —

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La Academia de Historia y Arte de San Quirce, de la queera Académico de número desde hace cuarenta años, según e nanteriores líneas quedó escrito, organizó una sesión necrológic aen memoria de don Luis Martín García Marcos . En dicho acto ,celebrado a las ocho de la tarde del día 24 de noviembre, en e lAula de la Corporación, intervinieron los académicos señore sRodríguez Martín, Montero Padilla, Peñalosa Contreras, Gra uSanz y Marqués de Lozoya, los que leyeron diferentes trabajo sen memoria del gran poeta segoviano . Con ellos—y alguno sotros recogidos entre los publicados con tan fúnebre motivo —pretendemos formar una corona literaria que ofrecer, ensimbólico homenaje, a nuestro inolvidable compañero .

PERFIL LITERARIO Y HUMAN ODE DON LUIS MARTIN GARCIA MARCO S

Por

José Montero Padill a

Don Luis Martín García Marcos es uno de los má sdestacados escritores segovianos de nuestro siglo . Su muerte hasupuesto la pérdida de una importante y representativa figur ade Segovia, de una Segovia, motivo de arte y de cultura ,amenazada a veces, que es una de las más bellas y delicada sciudades españolas .

Nacido en Segovia, en 1895, donde cursó el Bachillerat opara intentar después estudios de ingeniería, bien lejanos de su sgustos y aficiones, ejerció actividades comerciales—no meno sdistantes de su espíritu—, hasta que se incorporó a la plantill ade redactores de «El Adelantado de Segovia» .

En el periódico, don Luis se acercó a los más diversos géneros :hizo el reportaje retrospectivo, sabrosa y nostalgicament eevocador, y el comentario sobre la más rabiosa actualidad, y lacrítica de libros o exposiciones, y hasta «hinchó» cuando era

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preciso, un telegrama. . . Conoció, en fin, y vivió, ese mundocomplejo, difícil, apasionante, efímero, que es un diario . Efímero ,y esta palabra señala uno de los aspectos sustanciales de lperiodismo: su fugacidad, su existir unido a la circunstancia deun «aquí» y de un «ahora» . En este hecho radica su limitación,y, también, su grandeza . Su grandeza, sí, porque a través de est ecamino de fugacidad le nace al periodismo su valor ejempla rhumano, su dimensión moral, su perfil heroico incluso . Porqueheroismo supone trabajar en algo que se sabe efímero po rnaturaleza. Y el periodismo es el más fugitivo de todos lo sgéneros. (=Azorín», tan ilustre periodista y que tanto sabía delperiodismo, escribió en una ocasión : «El periódico es una hoj avolandera y efímera; se lee y se abandona».) Podría decirse queel periodismo nace y muere cada día .

Y el periodismo, en su fugacidad, se convierte en un ejempl omás, evidente, de la fugacidad de todas las cosas . En el periódicoqueda el recuerdo, la instantánea de la vida de un día, con su sgrandes acontecimientos y sus perfiles ligeros, con sus dramas ,sus vulgaridades, sus ironías, y su feria de vanidades también .En el periódico se queda, como paralizado, el tiempo .

Don Luis Martín Marcos, al escribir en la Prensa diaria ,supo conjugar la objetividad precisa en el periódico con l afidelidad a un estilo irrenunciable e inconfundible . Muchas d elas «Crónicas de la Ciudad» que publicó en «El Adelantado d eSegovia», sí anónimas por carecer de firma, no lo eran por l apresencia de un estilo personalísimo en el que se conjugaba nhumor, gracia y agudeza en la observación, soterrada ternura ,vuelo poético ., .

Mucha «intrahistoria» segoviana vive en esas crónicas, enlas páginas periodísticas de Martín Marcos, unas páginas qu edeberían ser seleccionadas para su publicación en volumen, e lcual ofrecería muestra del admirable periodista que ha sido s uautor y que, asimismo, daría testimonio de muchas horas, afane sy latidos segovianos .

Segovia ha tenido también en Martín Marcos, lo creemo sfirmemente, a su mejor poeta de este siglo . Su creación lírica, aun tiempo fácil y profunda, plena siempre de musical belleza ,supo conjugar la fidelidad a las sugestiones del localismo con

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un sentido y alcance anchamente universal, trascendente . Susversos de tema religioso, o sobre los motivos eternos de l aDuda, el Tiempo, la Muerte . . ., son testimonio impresionante d ela hondura de su inspiración :

«¿Por qué, Señor, por qué no te veíacuando en todas las cosas te buscaba? . . .Ni en el milagro de la flor te hallabaní en la gracia del verso te sentía . . .Ni estabas en la paz del mediodí ani en la noche serena te encontraba . . .¡En mis ojos vacíos se apagabapara siempre jamás tu epifaníal . . .Te buscaba en la estrella y en la rosa ,en la espiga, en el mar, en la llanur ay en la gacela y en la mariposa . ..lY al fin hallé la luz de tu figuracuando posó en mi mano tembloros auna lágrima suave de ternural . . . »

Su soneto «Ceniza en vilo», dedicado al Acueducto ,destacará siempre en toda antología que recoja la literatur ainspirada por el gran monumento :

«¿Qué alarife trazó tu gracia altiva? . . .¿Qué brazos dieron a tus piedras vuelo?, . .¿Qué luz no usada se encendió en el cielopara tu ilustre sombra pensativa?. . .

Ceniza en vilo, plenitud cautiva ,minuto exacto en el reloj de hielo .¿Cuántas lunas midieron el desvel ode eternidad en tu cartela esquiva? . . .

¿Qué soneto en catorce primaveraste floreció en palomas? . . . ¿Qué armoníase ha rizado en tu cauce sin riberas? . . .Hiedra del viento, soledad vacía ,sepulcro intacto de la sed . . . ¿Qué esperasapoyado en el tiempo todavía? . .. »

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Los versos suyos requieren ser editados en volumen .Don Luis preparaba y deseaba—nos consta con qué ilusionad oafán—esta edición. Ella vendría a ofrecernos la obra de uno d elos más delicados, hondos y universales poetas líricos nacidosen Segovia . Los miembros de esta Academia de Historia y Art ede San Quirce, tenemos el compromiso y la obligación de hace rque el proyecto suyo se convierta en realidad .

El tuvo siempre palabras acogedoras, palabras de aliento ,para los escritores jóvenes, para los poetas en ciernes qu eacudían a mostrarle sus primicias literarias . Para todos, don Luissabía encontrar la frase oportuna y entusiasta . A muchos dioa conocer en las inolvidables «Páginas Literarias» de «E lAdelantado de Segovia» . Para todos era como un optimista ,entrañable profesor de cordialidad .

Periodista, poeta y hombre bueno . Las calidades ycualidades de su condición humana, eran excep_ onales . Losque tuvimos la suerte de conocerle y de ser sus amigos, sabemo sbien de la finura de su espíritu, de su nobleza y hombría de bien ,de cómo escepticismos o ironías eran siempre superados en élpor su efusión bondadosa, de su desdén hacia toda vanidad, d ela generosidad de su afecto para cuantos se le acercaban .

Una vez, hace ya años, le evocábamos en su cuarto d etrabajo. La memoria se hace ahora pena inconsolable . Era alatardecer. En la hora azul de la melancolía—la hora glaucadecía él—, cuando el latido del tiempo, casi paralizado, se hac econfidencia, cuando la última paloma de la tarde enciende laprimera estrella de la noche . Don Luis, en esa pequeña habitación—desde la ventana se contempla un encrestado panorama d etejados y torres segovianos—, hablaba y hablaba, y su palabra ,entusiasta, evocadora, plástica, bienhumorada siempre en l aforma, con un temblor de nostalgias escondidas en ocasiones ,describía a Segovia, contaba su historia y sus «historias» ,revivía el ayer, comentaba—jocoso, punzante—el presente, tejí ay destejía sueños, ironías, lirismos, añoranzas . . . Y entonces,diríase que por arte de magia, la ciudad se hacía íntima, recogida ,y acudía a ofrecer compañía al escritor en su cuarto de trabajo .

Fué Jacobsen quien escribió : «Yo creo que todo hombr evive su vida propia y muere su muerte propia» . Más tarde,

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Rainer María Rilke, en su Libro de horas, poéticamente, dirá :

«1Oh, Señor, da a cada uno su muerte propia .Una muerte que derive de su vida ,en la cual hubo amor, comprensión y desinterés .

Pues sólo somos la corteza y la hoja .Y la gran muerte que cada uno lleva en s íes el fruto en torno al cual todo gravita . »

Don Luis ha muerto repentinamente. Su corazón herido ygeneroso, dejó de latir sin previo aviso . Pienso que esta es l amuerte—apenas un leve tránsito—que él hubiera elegido. Suausencia es irreemplazable . Su memoria no desaparecerá deentre nosotros. Ahora, don Luis está ya en la Verdad y Segovi aparece haberse quedado silenciosa y sola, en esa soledad que l amuerte nos va cavando día a día .

LUIS M. O. MARCOS, POETA FESTIVO

Por

Luís Felipe de Peñalosa

Podrá parecer inoportuna, en una sesión del carácter dela que en estos momentos nos congrega, el solo enunciad ode poesía festiva. Pero esta faceta de la personalidad d eLuis Marcos es tan entrañablemente suya, tan típica de supersonalidad que, sin ella, la evocación de su figura quedarí aincompleta y, lo que es peor aún, falseada . Por que Luis Marcos ,que fué un excelente poeta lírico, era un extraordinario poetafestivo. Me atrevería a decir que el mejor de los poetas festivo sde su tiempo . Es necesario remontarse hasta los grande ssatíricos del siglo xvii o hasta los ingeniosos versificadore sdieciochescos, para hallar tanta jugosidad, tanta gracia, tantafina ironía, dentro de los más divertidos juegos de la métrica ,para encontrar ejemplos que le igualen o le superen.

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Y prefiero la denominación de poeta festivo, a la d ecualquier otro de los calificativos que se estilan para designa reste tipo de poesía, porque me parece que ésta es la que mejo rseñala la índole humanisma, benévola, regocijante del humor deLuís Marcos .

Nunca sus versos zaherían con crueldad, aunque sí co nacerada agudeza, nunca en ellos se encuentra la frase malévola ,denigrante o de doble sentido . Nunca cae en lo chabacano, enlo vulgar, en lo grosero, escollos en los que frecuentement enaufragan este tipo de versificadores .

Lo que él llamaba, con autoburlesca fraseología, susepígramitas, caústicos indudablemente, no ahondan nunca en l aherida de sus alfilerazos, sobre la que enseguida vierte elbálsamo de su humor de buena ley .

Esta ironía que él hace revertir, a veces sobre sí mismo ,borra al instante toda intención perversa :

«Pues es cosa que desol aa un hombre, cual yo, severo . . . .

El solo alarde de severidad, hecho por uno de los hombre smás tolerantes que he conocido, neutraliza cuanto seguidament epudiera decir . Le encantaba imitar, en broma, el estilo de lo sgrandes poetas . El que tenía una voz lírica muy personal .

Y sus «pastiches» caricaturizaban tanto a la víctima com oal poeta plagiado, fuese Berceo, Rubén o Villaespesa :

«Un báculo que era todo de oro maciz oUna mitra de piedras preciosas y en la mano el hechizoDe la amatista pastoral

El mundillo eclesiástico le tentaba mucho, sin respeta rcomo puede verse, a las más altas jerarquías . Ambos cabildos ,el catedral y el municipal, fueron sus temas favoritos :

«Cuando vacó el deanatose hizo una terna de tres ,la leyeron al revé sy el primero pagó el pato»

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A veces la evocación de este ambiente claustral le conduc ea aciertos definitivos .

«El reloj del seminari odió un golpe de tiempo ambiguoLa torre del seminari otiene un perfil de frío »

Pero son los concejales «nuestros beneméritos ediles» com oél decía—y lo fué personalmente dos veces—, sus víctimasfavorecidas :

«Qué sesión municipal ,la del miércoles, lector ,el dichoso contadorprevee que acaba mal .Desgraciado conceja lque vas a apurar la copadel dolor. Como una sop asaldrás del agua, tus navespuedes quemar si no sabe snadar y guardar la ropa .»

«Desde la China a Bombayno encontraréis un edi lcomo los que hay en el Ay-untamiento desde abril »

Los chistes, los retruecanos, las síncopes absurdas l eencantaban. Lo mismo que los consonantes difíciles . Muchasveces le oí vanagloriarse de haber usado los cuatro único sen isla que existen en la lengua castellana :

«Adoraba ferviente al que todo legisl aEra dentro de sí, Robinson en su isla .Un cuarto de hora al día del trabajo se aíslaPor rezar a la Virgen Santa de la Fuencisla »

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Su gran acierto fué el comenzar y aún avanzar en l aredacción de un poema, con frases de gran belleza lírica, en lasque, solo conociéndole muy bien, podía advertirse soterrada l avena cómica, para de pronto soltar lo que él mismo llamaría «lagran barbaridad», el grito satírico, que al producir inesperad odesequilibrio, hace saltar viva y fragante la risa .

Escuchemos este poema, pleno de resonancias románticas ,en el que se advierten ecos de Villaespesa o de Emilio Carrere ,titulado «La phantasua», que glosaba ciertos sucesos ocurrido sen la ciudad allá por los felices años veinte :

«Al filo de la hora sexta ,que al crepúsculo es venido .Cuando doblan las campana scon tan fúnebretañid oque recuerda a los mortalesel mundo de los espíritus .Cuando el manto de la noch eazul prusia, se ha prendidocon el joyel rutilant edel lucero vespertino .Cuando entre las viejas piedrasque famosa iglesia han sidoesperan las malcasadasy las mozas de partidoa que sus martelos llegue nembozados y pulido sen capas de terciopel ocon vueltas de rojo vivo . . . »

Difícil facilidad de los versos de Luis, que nos hablan consorna de tantas cosas de la vida provinciana, de los pedantes ,de los beatos, de los políticos ramplones, a veces hasta de s ímismo. La frase «reírse de su sombra» parece inventada para él :

»Aplaudían al prócer en suave palmote olas gentes, y un edil escuchó el clamoreoe inspirado sin duda del Santo Híerote oen el Concejo al punto expresó su deseo.»

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Su serie de «Glorias locales», pintoresca galería d epersonajes conocidos :

«Gloría local, el nombre moja de miel el labi opor que no todos pueden aspirar a ese honor . . . »

La pequeña crónica segoviana tendrá que contar con lo sversos de Luis desde hace medio siglo .

1«Agual se oía exclamaral público soberano .¡Agua! por que aquí en veran ono nos podemos lavar.lAgual escuchaba gritarel pueblo que el cisco fragua .Y mientras en la piraguapresidencial se peroraiba ronca una señor agritando ¡Queremos agua! »

O con los reflejos de la vida nacional :

«Por escapar al azotede magistrados severo sveinticuatro caballerosparten de Villacisnerosen un bote»

Evoco la figura de Luis, en aquellos azarosos años qu eprecedieron a la guerra, en la redacción de «La Ciudad y lo sCampos» o en su rebotica, con Francisco Martín y Góme zo Dionisio Ridruejo; la frase chispeante a flor de labio, l amirada burlona y benévola, la sonrisa irónica y cordial, que aveces ocultaba un fondo de profunda melancolía . . .

Los contratiempos, la gran desgracia que hubo de padecer ,cuando comenzaba el declinar de su vida, no agriaron s ucarácter ni empañaron su humor.

Bienaventurados los que lloran por dentro, pero sabe nhacer brotar para los otros el limpio manantial de la risa .

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A LA AUSENCIA DEL ALBA EN PRIMAVER A

Por

Francisco de Paula Rodríguez Martí n

Te has ido hacia tu muerteLuis, y a la muerte vas encadenado .Ya fué verte y no verte :tu tiempo te ha ganad oal fin el sino de quedar callado .

Sí la muerte no fueraausencia de la voz y del sentido ,si yo no lo supier ani tú te hubieras idotu verso nos hubiera reunido :

tu verso que fluíadesde tu mismo manantial sereno ,cantaba porque ardí adel mismo fuego buenoque de tu mansedumbre estaba lleno .

Aunque la voz amparalo que tanto ligara el sentimientola voz no nos separa ,que tiene el mismo acento ,que hace temblar ahora el mismo viento .

Tu verso parecí atener la misma sangre que las rosas .Por tu canción crecí aamor hacia las cosasque la vida sostienen, animosas .

Cantabas, y reíael aíre absorto que en las torres mena:cantabas, y crecía

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hacia la paz serenala ciudad, da armonía y calma llena .

Cantabas brevementey la risa en el verso se rizabacomo un temblor presente ,y todo se animabay un ventalle de luz nos traspasaba .

A la ciudad en vueloa la ceniza el vilo que la aferracomo un áncora al suelo :hacia la misma tierraque hoy te abraza y sostiene y que te encierra .

Al sol y la mañanaal gallo que la canta, clamorosa ,al aire que la granacomo una lluvia hermosa ,como una lluvia de oro esplendorosa .

Luís, cuando te has callad oel alma de las piedras ha perdidosu aliento traspasadode amor muy bien cernido :y es qué tú se lo dabas, encendido .

¿Dónde buscar las rosasque tú hallabas seguro en cada ocaso .Dónde pisar las losa sy dónde hallar acas ola breve huella del chapín de raso ?

Sólo tu mano brev eque hacía entre las voces sonar unaharemos que nos llev e—que no lo hará ningunaa buscar burladeros a la luna .

Así recordáremos .Así tu voz vendrá cada mañana,

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y otra vez te tendremo sen una voz que man aen una voz tranquila y provinciana .

EN RECUERDO Y MEMORI A

Por

Alfredo Marquerí e

En un templado día de otoño, « La golosa »dejaría oir sus sones, mientras que por la cuestaque lleva al camposanto con guardia de cipresesrodaría la negra carroza con tu caj ade muerto . . . Lo imagino .

Y yo no estaba allí, yo no sabí aque silenciosamente te fuiste de este mundodejando el hilo suelto de la última tertulia ,o a medio concluir el postrero epigrama .

Por eso quiero ahora asistir a tu entierr oy arrojar estas flores de versos a tu huesa .Yo te llamaba, en broma, don Luis el bien peinado ,y tú me recordabas siempre en diminutivo .

Y ¿cómo nos reíamos? . . . ¿Recuerdas? . . . Con las broma sde aquellos viejos tiempos en que todo era burla ,hipérbole y canción, y gozosa algazara ,íntima rebotica con olor a colonia .

(Una vez me llevaste al almacén dond e—matraces, alambiques, serpentines— ,adquimista de esencias, buscabas el perfum eque tuviera el aroma de flor de tus poemas .)

Cantaste como nadie los huertos conventuales ,el son de las campanas monjiles y las manoscon palidez de cera de las bellas novicias,

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y el paisaje almenado de Segovi ay el color de sus campos, sus torres y sus cielos ,y también, nuevo Maste rde clerecía y jugaría ,nada del censo humano te fué ajeno ,con sonrisa y ternura de arcipreste y de hidalg oque trovaba en las artes mayores y menore so que tañía el arpa igual que la vihuela .

Rostro muy rasurado, ojo con chispa pícara ,voz que fingía acentos graves y campanudo spara pasar a un tono de suaves confidencias ,curiosidad eterna por las cosas humildesy desdén infinito por vanidad y pompa . . .

Ahora en el Cementerio del Angel en que duerme spara siempre tus sueños de paces sosegadas ,[espérame, Luis Marcos! . . . Mi cansado esquelet odesea ardientemente gozar de tu compañía .

(Publicado en «El Adelantado de Segovia»)

HOMENAJE POSTUM OAL POETA MARTIN GARCIA MARCO S

Por

Diego M. Cejudo

Luis Martín García Marcos fué un fino escritor . Un excelent eperiodista y un delicado y gran poeta . Su poesía, flúida, natural ,espontánea, estaba impregnada, fundamentalmente, de ternur ay de gracia . Muchas veces rozaba lo satírico, pero nunca habí ahiel. Provocaba la sonrisa o la risa, sin herir .

Cuando hacía poesía seria, alcanzaba niveles muy altos .Hace poco se nos fué para siempre . Ya estaba jubilado d e

su puesto en la Redacción de «El Adelantado de Segovia» .Escribía, sin embargo, unas crónicas semanales en Radi o

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Segovia, que eran un modelo de periodismo ágil, con sal ypimienta y con verdades como catedrales envueltas en su pros ainimitable . Cuando murió, dos escritores segovianos, Flóre zValero y Francisco de Paula Rodríguez, nos emocionaron co ntrabajos en Prensa y Radio, auténticamente sentidos .

Hoy, día de San Juan de la Cruz, el sublime poeta, qu edescansa eternamente aquí, la Academia de Historia y Arte deSan Qnirce, le va a dedicar una solemne sesión de homenaj epóstumo . Luis Martín formaba parte de ella como académico, yes natural que San Quirce le rinda el homenaje que el talent opoético o literario del escritor fallecido se merece .

El Marqués de Lozoya presidirá, en su calidad de Directorde San Quirce, la sesión .

Los académicos Francisco de Paula Rodríguez Martín, Jos éMontero Padilla, Luis Felipe de Peñalosa, vizconde de Altamir ay Mariano Grau, intervendrán glosando distintos aspectos de lhombre, el poeta, el escritor y el periodista fallecido . AlfredoMarqueríe ha enviado unos versos, y la palabra de Juan d eContreras y López de Ayala, Marqués de Lozoya y President edel Instituto de España, cerrará el emotivo acto . Nosotros, co nrespeto y emoción, nos sumamos al mismo .

(De =Araba» )

HASTA LUEGO DON LUIS

Por

José Antonio Florez Velasco

Ayer se publicó un editorial sobre la muerte de Luis Mareos .Tenía que ser así . Los hombres, don Luis, y usted lo sabemejor que nadie, no hacemos a lo largo de la vida otra cosasino preparar nuestra muerte . Y nos es dada la muerte qu epreparamos.

Para usted, don Luis, esa muerte sencilla, que es tránsito .Algo tan simple como cambiarse de corbata . Unas palabras d emenos. La misma presencia . Sí, don Luis, aunque usted no loquiera. Resulta que esta ciudad, esta Segovia de nuestro s

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pecados, es algo más que piedras . Poco a poco la hacemos entr etodos, o entre todos la estamos deshaciendo .

Usted, don Luís, sin ser bandera ni pretender serlo, sigu eaquí. Por ello, a pesar de que nunca nos lo dijo, mucho saprendimos en su actitud una lección trascendente : la sonrisa .Sonreír por todo y para todo . Permitiéndonos a veces la ironía .Jugando con aquello que, pretendiendo ser tanto, nunca ha sid onada.

En fin, Luis, tienes que perdonarme . Por primera vez teapeo el tratamiento . Deseo sonreír. Estáte tranquilo, no seráuna mueca. Porque nadie se va, Luis, nadie se va si alguien l erecuerda . Te prometo que en mí voz estás . Al menos mientra sen mí voz permanezca la esperanza .

(De «El Adelantado de Segovia» )

LA CIUDAD A FECHA ETERN A

Emitido por

Radio Segovi a

El miércoles se produjo en Segovia un fallecimiento que noha figurado en las listas de esta Sección. El de su autor. El deLuis Martín García Marcos .

Y aquí se acaba la «Ciudad a siete días vista» . El tiempoha cobrado su letra . Luis Martín Marcos, el periodista decan ode nuestra ciudad, el poeta Luis Marcos, nuestro amigo D. Luis ,nos ha dejado para siempre . El quiso mantener un ancla echadacon su profesión, aún después de jubilarse, y durante mucho saños, nada menos que ocho y cuatro después de abandonar e lperiodismo activo, seguía escribiendo, con cuánto amor, concuánta gallardía, con cuánta juventud, «La Ciudad a siete día svista». Este pequeño monumento del pulso de la ciudad nopuede seguir emitiéndose, nadie se hará cargo de este menester ,nadie va a tomar la pluma de D. Luis, porque nadie merec etenerla. Era un milagro personal . Ya no se puede hacer más .

Pero sus compañeros de la Radio, que tanto le hemo s

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querido, vamos a decir una última semana a «Siete días vista» .Vamos a rendirle el pequeño obsequio de ocupar su espaciohoy, para despedirle, para decirle esas cosas que no se dicennunca, ni a diario, ni siquiera el día en que se muere, porqu eentonces hay dolores que cuidar, añoranzas que callar, silenciosque no se deben romper . Hoy, sí . Vamos a escribir y vamos ahablar con el corazón, porque D . Luis era parte de nosotros yalgo de nosotros, muchísimo de nosotros se ha ido con él .

Don Luis, no estamos ya tristes . Es imposible estar triste aa su lado, y va siendo difícil estar triste con su recuerdo, porqu esu memoria, D. Luis, es la memoria de mucha alegría junta, d emucha carcajada y mucha sonrisa junta, es la memoria de l aalegría.

Porque, D. Luis, es muy difícil conocer a una persona ta ndiscreta, tan amable, tan sencillamente suave como usted, yesperábamos que, entre frase y frase, saltara la chispa yentonces había que reir, y mirábamos entre líneas de su scuartillas para saber dónde venía el golpe, porque los micrófono speligraban ante tanta risa junta .

Sí, y luego usted venía a saber si el golpe está bie npreparado y listo para producir su efecto . ¿Cuántos recuerdos e nsu memoria prodigiosa, cuánto tiempo viejo que nacía otra ve zentre sus labios, cuánta ocurrencia feliz, cuánta belleza! Esto e slo que se nos ha ido, pero no estamos triste, porque siempr eseguirá usted entrando con su bastón de caña, riendo, diciend ocosas ínstrascendentes y amables, cuya importancia notamo shoy, cuando ya se ha ido para no volver .

Déjenos decir, además, D. Luís, que era usted un poetaverdadero, uno de esos poetas que tienen el secreto de decir la scosas mejor que los demás, poeta de monjas en clausura, d esores hablando con Dios, poeta de las lavanderas del Eresma ,que no sabemos quien las va a cantar otra vez, de losseminaristas de paseo, de las plazuelas provincianas, de la sacacias y el alba en primavera, poeta en serio y como la poesí aquiere que se la trate.

Poeta también en broma, inimitable, dulce, amable poeta d elas pequeñas cosas, inigualable poeta de los entresijos del alm ade los segovianos y de sus acciones pequeñitas y casi inofensivas ,

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de esas incidencias que son toda la salsa de nuestra propia vida ,y cuyos versos, D. Luis, no motivan nunca, porque tienen car ay traje, y nombre y apellidos, y huelen como la mañana de SanFrutos y como las rosas que echan al Santísimo el día d eCorpus, y cómo suena como las chilejas de las espadañas d elos conventos .

Don Luis, déjenos que le despidamos sin pena. Porque seha ido a otra Emisora mejor. Estamos seguros de que, cuand ohalla llegado, una risa nueva andará por las alturas . Estamosseguros de que ya ha fundado usted una tertulia en algun arebotica del cielo, y que allí habrá encontrado muchos amigo sque, aunque es imposible, serán un poco más felices con sullegada .

Estamos seguros de que algún personaje celestial tiene y asu Gloria local empezando a ser perjeñada, de que algú narcángel se ha reído de golpe .

No estamos tristes. Cuando se tiene la suerte de habe rconocido a alguien tan lleno de bondad, tan propicio a la risa ,tan cuidadoso de ocultar su propio dolor, tan generoso com opara no haber causado daño inútil, no se puede estar triste de ltodo por su muerte. Hemos perdido un poeta, un amigo grande ,una bellísima persona . Pero hemos ganado un ejemplo que y ano se puede borrar, un recuerdo que nos acompañará siempre .Cerramos hoy su espacio con amor, como un libro que nos h aemocionado mucho, como un verano de la niñez, como un amúsica muy querida . Ya no volvera a sonar, a esta hora, l aabsurda marcha del Río Kway que acompañó sus palabrasllenas de cariño . Ya no cerraremos el espacio con la menció nescuesta : Defunciones, cinco .

Hoy no hay defunciones . Hay una cita para el futuro, ha yun dolor pequeño, y hay un recuerdo grande, hermoso, feliz . Elde la vida de Luís Martín García Marcos . El recuerdo de Lui sMarcos, poeta, nuestro amigo .

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EL GRAN POETA QUE SEGOVIA NO CONOC E

Por

Francisco de Paula Rodríguez Martí n

Han pasado los días necesarios para que la muerte de Lui sMartín García Marcos no sea un hecho doloroso por sí mismo ,sino que su nostalgia, o sea, la pena suave de no volver averle y a oírle—cosa importante, esta de oírle—, se instal edefinitivamente en el fondo del alma de sus amigos . Han pasadolos días necesarios para pensar en su obra, desdeñando, m eparece, nuevas evocaciones doloridas de su ausencia, que no e spreciso señalar cuanto sentimos, porque la personalidad human ade Luís Marcos era tan destacadamente amable, que todo lo qu edigamos, aunque de la mejor fe, no nos podrá restituir s upresencia .

Sí podemos, los segovianos, perpetuar en la mejor acepció nla presencia de Luis Marcos, recogiendo, editando, dando aconocer y repitiendo sus versos, la más preciada propiedad quetuvo, algo que cuidó toda su vida con delicadeza y devociónejemplares . Un escritor dedica a su obra cuanto de positiv oconsigue en su obra . Ella es la emanación más profunda de s uhumanidad, la parcela más ordenada de su pensamiento, e llegado que piensa puede dejar a este mundo cuando su presenci acorporal lo abandone .

Luis Marcos deja una obra rica, variaâísíma, abundante, yademás de una belleza abrumadora . Si acaso, esa belleza estátornasolada de la luz de la Segovia que él vivió, una Segovi amás pequeña, más dulce, menos impersonal que ésta en dond evivimos. Teatro, poesía en sus dos vertientes, tan característica sen él, una por el lirismo más aquilatado, otra por la zumba má selegante. Periodismo de una ley que ya no se estila : crónica ,evocación, período vívido de una Segovia amable que no se no sdebe escapar .

Luís Marcos merece de los segovianos una atención última ,que pedimos sus amigos con el fervor con que él nos distinguió :

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la de la edición de esa obra . De esa obra en bloque, sin desdeñarnada, sin apartar nada, porque todo es preciso . Son elementospara componer una nueva y casi sorprendente estampa de Luí sMarcos: la de gran poeta, poderoso y noble poeta español . Noun poeta para andar por casa, provinciano en el sentido entec odel vocablo : sino gran poeta de provincia, en que ésta palpita yvive con todo el poder de fundación que es el secreto de l apoesía que pervive .

En esta ocasión, dejando para su momento la evocación d eLuis Marcos, nos parece que un imperativo de amistad po rencima del tiempo, nos lleva a pedir urgentemente la edición d esu obra. Simplemente .

Los segovianos somos maestros en el arte de abandonarnuestros valores y, más aún, en el de despreciar violenta yfríamente las manifestaciones de nuestro propio genio . Sí estaactitud recayera en la obra de Luis Marcos, cometeríamos un ainjusticia lamentable, puesto que él, nuestro amigo, se distingui ópor el contrario en ejercer la generosidad del espíritu, l acordialidad y el afecto a todos .

Es la hora de devolver esa cordialidad : de manifestar atodos, por los medios que están a nuestro alcance—y el primero ,no es el único, es la edición de su poesía—, el gran poeta qu epocos conocían, aunque todos lo estimaban .

Si no para en eso la cosa, por lo menos que empiec epor ahí.

(De =El Adelantado de Segovia» )

ELEGIA DE LAS PERSONA S

Por

Dionisio Ridruejo

Nadie puede repetir su vida . Ni lamentarla . Ni complacerseen ella . Nadie puede volver a entrar, pero tampoco salir . Unaniebla con sol la va cubriendo y no se sabe ya si es pena lo qu efué goce, vacío lo que fué colmo, arrepentimiento lo que fuéorgullo. Y al revés. De pronto estalla una burbuja en el velo

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NECROLOGsIC A

que la medio ocultaba y reunía . O una luz que se enciende o s eapaga . Y entonces, por aquel punto del recuerdo vivo, regres atoda ella ya tan real como inventada . Ahora, hace no much omás de un mes y en mí Segovia—una Segovia asumida en uno spocos años tras de muchos tanteos de estancia corta—h amuerto un poeta casi inédito, cuya fama cubría bien yjustamente el ámbito de su ciudad sin salirse un metro de él . Sellamaba Luis Martín García Marcos y, abreviando,le llamábamo stodos Luis Marcos . Había publicado muchos versos satíricos enlos periódicos locales. Versos a la manera del viejo Luís d eTapia, pero con más elegancia, imaginación y ornato de palabra .Y había dejado inédito—entre otros papeles que nadie sabe—u nlibro «serio» titulado «Clausura», en el que, como un Don Jua no como un jardinero de confianza, penetraba con galantería ypiedad en el secreto conventual femenino. Para su «pórtico» ,casi todos los poetas de allí y de entonces, le habíamos hech ouna «corona» a la manera antigua . Mi pequeña hoja para es acorona, fueron dos sonetos que luego refundí en uno blanc o—blanco por la rima y la inocencia—, que decía así :

Cómplice de la luz : un ángel locoy rubio que penetra celosías ;escudriña jardines, abre celda sy puntúa de estrellas los rosarios.

Has pasado, D . Juan, D. Luis, la rej ade la Clausura pero la osadí aha sido de ternura bendicientey de éxtasis herido en cinco rosas .

Has mirado la luna de las toca sy el iris tornasol de la vidrieray has oído suspiros y campanas .

Las palomas, los lirios, los cipresesy el Jesús en pañales . Y los canta sen sonetos con voz de surtidores.

Este don Luís parecía, entre los castellanos enjutos ypequeños de la ciudad, un hombre corpulento, de manerasun poco solemnes y voz campanuda, pero constantement e

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entretenido en un ejercicio de ingenio, frase chispeante y sátiragraciosa que le incluía a él mismo como a un juez que dictamin ay perdona, poniéndose en la línea del acusado . El decadentismo,gracioso de otro modo, de sus versos serios, era también d emucha chispa, pero con ternura . Y en lo serio como en lo jocoso ,era una fogarata de fantasía entre las piedras viejas . Buenhombre. Era el provinciano perfecto ; sin un adarme devulgaridad y con mucha inteligencia . No era sólo el provinciano ,sino, en cierto modo, el paradigma de la provincia, esto es, d euna sociedad vivida y verificable donde el individuo puro ,abstracto y solitario ; ese engendro de la urbe grande, no eraposible salvo por puro excentricismo u opacidad irremediable .Medio Catón, medio San Francisco de Sales, Luís Marcos er ael dedo que señalaba y la sonrisa que acogía . Cáustico eindulgente . Algo así como el alma misma de sociedad concretad aen ciudad—quiero decir sintaxis—, en eI nivel de la ironía .

Ejercía en la «rebotica» de su droguería de la calle Rea l—al lado del incendiado y mal recompuesto convento de lCorpus Christi, que fué sinagoga—, donde la conversación tení amucha más importancia que el comercio . Era como unatertulia-rio en la que siempre había alguien pero nunca muchos ,sucediéndose las visitas por espacios algo más largos que lo sgastados por los clientes ; doble movimiento que alimentaba aunos y a otros y que para el ingenio de don Luis era como e lroce constante de un sacapuntas . Un poco mentidero y un poc otribunal, amén de sala de lectura para la página fresca, l a«rebotica» del droguero poeta era considerada con su poco d erecelo y su mucho de interés . Si algunos se retraían de ir abuscar la necesaria pastilla de jabón, los más inventaban un aurgencia de pastillas Valda, de agua de colonia, de sujetadore spara el pelo o de aceite de linaza, para echar un vistazo . DonLuis era querido y un poquito temblado, porque no le era fáci lreprimir, tras las joviales y sonrientes muestras de interé sbenevolente, el pequeño fustazo de alguna pregunta embarazos ao alguna consideración reticente . En fin, este censor-cronistade la Segovia cotidiana, era uno de los testigos máximos de qu eaquello que le envolvía era una sociedad y no otra cosa,

(Publicado en «Destino, de Barcelona )

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