Nacho Vegas en el Tentaciones (El País)

1
20 PLANETA TNT EL PAIS DE LAS TENTACIONES VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2003 “ME da miedo ser poco honesto con lo que hago”. Nacho Vegas, nacido en Gijón hace 29 años, hace esta declaración de intencio- nes en zapatillas, en casa de su novia —Bea- triz, del grupo asturiano Nosoträsh—, sobre un fondo sonoro de spaghetti western, firma- do por Ennio Morricone, que le va que ni pintado: de negro y con las ojeras de quien ha pasado más de una noche en vela, el tro- vador desgrana, con calma, su discurso mientras se trabaja una botella de whisky. Al fondo, una guitarra acústica… “¡Ni de coña!”, espeta, por si las moscas. “Nunca le toco las canciones a nadie; me da apuro, lo paso muy mal”. Aclara que no es sólo timidez: “En un concierto, hay cierta distancia entre el público y tú; en casa, a solas, resulta un poco obsceno… como si le estuvieras entregando un trozo de tu alma a alguien”. Curioso, para alguien que acepta sin remilgos la etiqueta de cantautor; eso sí, según la definición anglosajona del término: “La idea de songwriter aquí se relaciona con una tradición muy diferente a la del rock, digamos que tiene más que ver con la can- ción suramericana”. Por el contrario, Vegas persigue, guitarra en ristre, El Dorado. Lo adivinó hace años en la obra de otra clase de poetas, más vie- jos, más curtidos y cercanos al blues: “El rock debe servir para exorcizar los demo- nios interiores y no para el regocijo inútil”, predica, poniendo como ejemplo el Blood on the tracks, de Bob Dylan, o la obra completa de Nick Drake: “Él jamás da la sensación de estar mirándose el ombligo”. CADA VEZ MÁS LEJOS DE LOS PARÁMETROS DE su antigua banda, Manta Ray, —“un grupo muy complicado, con debates internos, dis- cusiones y algunas cosas un poco violen- tas”—, Vegas edita su segundo disco en soli- tario, Cajas de música difíciles de parar. Y es doble. Nada menos. Veinte temas engendra- dos por pura necesidad: “Para mí, hacer canciones es casi un acto moral; tengo siem- pre presente una sensación de deber, de hacer las cosas porque realmente las tengo que hacer…”. “Otra noche más, creyéndome el capitán Ahab”, canta en N. V. por la paz mundial… 50 minutos más tarde, en El salitre, ya en el segundo disco, Vegas vuelve a recurrir al protagonista de Moby Dick, esta vez para pedir perdón. “Hay días en que nada te pare- ce que tenga valor… y otras veces, al termi- nar una canción o durante un concierto, experimentas un cierto éxtasis”; ésa, y no otra, es la particular ballena blanca que el músico persigue día sí, día también: “Hace semanas que no acabo de dar forma a nin- guna canción”, asegura, revolviéndose en el asiento, “a veces pienso”, hace una pausa, tenso: “A veces pienso si no estaré perdien- do la naturalidad con la que hacía temas hace un par de años”. La idea de grabar un álbum doble, artefacto ambicioso donde los haya, data de hace dos años, precisamente; pero durante las sesiones de Actos inexplicables (2001), su primer disco, se impuso la inseguridad: “No me atreví; no estaba preparado para grabar tantas cancio- nes”. Ahora, con las ideas más claras y la crí- tica especializada a sus pies, el asturiano ha vomitado “todas las canciones que merecían la pena”, emulando al Dylan de Blonde on blonde: “Ese disco se vende ahora como un solo compacto”, protesta, para quitar hierro a la disuasión del factor “álbum doble”; “y si te fijas, el mío no tiene muchas más canciones; lo que pasa es que son muy largas”, concluye. ¿O no concluye?… No. Haciendo honor al título de su disco y a la estructura de muchas de sus letras, Vegas encadena temas y departe sobre lo que haga falta: las 4.000 copias vendidas de Actos inexplicables, su pésima distribución en Francia, un futuri- ble disco de versiones, la escasez de grupos interesantes entre la generación que hoy tiene 20 años, el millón y poco —de pesetas— que ha costado grabar Cajas de música, sus escasos medios de subsistencia… en defini- tiva, el hambre y las ganas de componer: “Espero poder seguir tocando mis cancio- nes; es algo vocacional, una necesidad. Entretanto, no estaría mal que volviera el mecenazgo”. Cajas de música difíciles de parar está publicado en Limbo Starr. www.limbostarr.com/nachovegas.html SUS TENTACIONES Música. Master and everyone, fir- mado por Bonnie, Prince, Billy, seu- dónimo que esconde a Will Oldham, líder de Smog. “Él es ahora mismo, el mejor escritor de canciones”. Cine. “El otro día vi la última de Takeshi Kitano (Dolls) y me gustó bastante”. Nacho Vegas, otro tipo de cantautor. LA INCONTINENCIA CREATIVA DEL TROVADOR La versión española de los cantautores estadounidenses salió de Manta Ray. Se llama Nacho Vegas y su segundo álbum tiene 20 canciones. A lo grande TEXTO: PABLO AMOR FOTOGRAFÍA: C. S. ULLA Una curiosidad: Actos inexplicables, el título de su primer disco, parece haber sufri- do una modificación en boca de su autor, que se refiere a él como Actos explicables. “No”, corrige, “es que hablo muy rápido”. Una decepción: “No sé, tendré que oírlo más… pero creo que me gustaba más Esperanza”, dice Vegas de Estratexa, el últi- mo disco de su antigua banda, Manta Ray. Te gustará si te gustan: Bob Dylan, Nick Drake, Tim Buckley, Leonard Cohen y, tal vez, el Nuevo Mester de Juglaría. “El rock debe servir para exorcizar demonios interiores, no para el regocijo inútil”

description

Artículo sobre Nacho Vegas a propósito de la edición de "Cajas de música difíciles de parar" (Limbo Starr, 2003)

Transcript of Nacho Vegas en el Tentaciones (El País)

Page 1: Nacho Vegas en el Tentaciones (El País)

20 PLANETA TNT EL PAIS DE LAS TENTACIONES VIERNES 28 DE FEBRERO DE 2003

“ME da miedo ser poco honesto con lo quehago”. Nacho Vegas, nacido en Gijón hace29 años, hace esta declaración de intencio-nes en zapatillas, en casa de su novia —Bea-triz, del grupo asturiano Nosoträsh—, sobreun fondo sonoro de spaghetti western, firma-do por Ennio Morricone, que le va que nipintado: de negro y con las ojeras de quienha pasado más de una noche en vela, el tro-vador desgrana, con calma, su discursomientras se trabaja una botella de whisky.Al fondo, una guitarra acústica…

“¡Ni de coña!”, espeta, por si las moscas.“Nunca le toco las canciones a nadie; me daapuro, lo paso muy mal”. Aclara que no essólo timidez: “En un concierto, hay ciertadistancia entre el público y tú; en casa, asolas, resulta un poco obsceno… como si leestuvieras entregando un trozo de tu alma aalguien”. Curioso, para alguien que aceptasin remilgos la etiqueta de cantautor; eso sí,según la definición anglosajona del término:“La idea de songwriter aquí se relaciona con

una tradición muy diferente a la del rock,digamos que tiene más que ver con la can-ción suramericana”.

Por el contrario, Vegas persigue, guitarraen ristre, El Dorado. Lo adivinó hace añosen la obra de otra clase de poetas, más vie-jos, más curtidos y cercanos al blues: “Elrock debe servir para exorcizar los demo-nios interiores y no para el regocijo inútil”,predica, poniendo como ejemplo el Blood onthe tracks, de Bob Dylan, o la obra completade Nick Drake: “Él jamás da la sensación deestar mirándose el ombligo”.

CADA VEZ MÁS LEJOS DE LOS PARÁMETROS DEsu antigua banda, Manta Ray, —“un grupomuy complicado, con debates internos, dis-cusiones y algunas cosas un poco violen-tas”—, Vegas edita su segundo disco en soli-tario, Cajas de música difíciles de parar. Y esdoble. Nada menos. Veinte temas engendra-dos por pura necesidad: “Para mí, hacercanciones es casi un acto moral; tengo siem-pre presente una sensación de deber, dehacer las cosas porque realmente las tengoque hacer…”.

“Otra noche más, creyéndome el capitánAhab”, canta en N. V. por la paz mundial…50 minutos más tarde, en El salitre, ya en elsegundo disco, Vegas vuelve a recurrir alprotagonista de Moby Dick, esta vez parapedir perdón. “Hay días en que nada te pare-ce que tenga valor… y otras veces, al termi-nar una canción o durante un concierto,experimentas un cierto éxtasis”; ésa, y nootra, es la particular ballena blanca que elmúsico persigue día sí, día también: “Hacesemanas que no acabo de dar forma a nin-guna canción”, asegura, revolviéndose en elasiento, “a veces pienso”, hace una pausa,tenso: “A veces pienso si no estaré perdien-do la naturalidad con la que hacía temashace un par de años”.

La idea de grabar un álbum doble, artefactoambicioso donde los haya, data de hace dosaños, precisamente; pero durante las sesionesde Actos inexplicables (2001), su primer disco,se impuso la inseguridad: “No me atreví; noestaba preparado para grabar tantas cancio-nes”. Ahora, con las ideas más claras y la crí-tica especializada a sus pies, el asturiano havomitado “todas las canciones que merecíanla pena”, emulando al Dylan de Blonde onblonde: “Ese disco se vende ahora como unsolo compacto”, protesta, para quitar hierro ala disuasión del factor “álbum doble”; “y si tefijas, el mío no tiene muchas más canciones;lo que pasa es que son muy largas”, concluye.

¿O no concluye?… No. Haciendo honor altítulo de su disco y a la estructura demuchas de sus letras, Vegas encadena temasy departe sobre lo que haga falta: las 4.000copias vendidas de Actos inexplicables, supésima distribución en Francia, un futuri-ble disco de versiones, la escasez de gruposinteresantes entre la generación que hoytiene 20 años, el millón y poco —de pesetas—

que ha costado grabar Cajas de música, susescasos medios de subsistencia… en defini-tiva, el hambre y las ganas de componer:“Espero poder seguir tocando mis cancio-nes; es algo vocacional, una necesidad.Entretanto, no estaría mal que volviera elmecenazgo”. ■

Cajas de música difíciles de parar está publicado en LimboStarr. www.limbostarr.com/nachovegas.html

SUSTENTACIONES

Música. Masterand everyone, fir-mado por Bonnie,Prince, Billy, seu-dónimo queesconde a WillOldham, líder deSmog. “Él esahora mismo, elmejor escritor decanciones”.

Cine. “El otro díavi la última deTakeshi Kitano(Dolls) y me gustóbastante”.

Nacho Vegas, otro tipo de cantautor.

LA INCONTINENCIA CREATIVA DEL TROVADORLa versión española de los cantautores estadounidensessalió de Manta Ray. Se llama Nacho Vegasy su segundo álbum tiene 20 canciones. A lo grandeTEXTO: PABLO AMOR FOTOGRAFÍA: C. S. ULLA

Una curiosidad: Actos inexplicables, eltítulo de su primer disco, parece haber sufri-do una modificación en boca de su autor,que se refiere a él como Actos explicables.“No”, corrige, “es que hablo muy rápido”. Una decepción: “No sé, tendré que oírlomás… pero creo que me gustaba másEsperanza”, dice Vegas de Estratexa, el últi-mo disco de su antigua banda, Manta Ray.Te gustará si te gustan: Bob Dylan, NickDrake, Tim Buckley, Leonard Cohen y, talvez, el Nuevo Mester de Juglaría.

“El rock debe servirpara exorcizardemonios interiores, nopara el regocijo inútil”