nét gauguin

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Volver Tomado de “El Comercio”, Lima, Miercoles 21 de Agosto de 2002. Página A14 – “Trazos, El Color En La Sangre” Según su árbol genealógico, el autodidacta Vito Loli Narváez es sobrino nieto del pintor Paul Gauguin. Ha heredado su talento pero sí su imaginación. EL PARIENTE PERUANO DE GAUGUIN Por: Patricia Castro Obando. La pareja sentimental de Vito Loli está convencida de que el espíritu de Paul Gauguin no deja dormir a su compañero. “yo creo que el tío abuelo se le mete al cuerpo en las madrugadas. Se despierta a la una, cae en trance, no te mira, no te habla, levanta el pincel, tuerce la lengua y la coloca de lado, la mastica y empieza a pintar rapidísimo, hasta las 6 de la mañana. Lo cierto de todo esto es que ele enredado árbol genealógico de Vito lo señala como sobrino nieto del artista francés. El tronco de los Tristán se bifurcó en los hermanos Mariano y Pío. El primero fue padre de la peruana Flora Tristán, abuela de Paul Gauguin. El segundo fue virrey provisional del Perú, y antepasado directo de Vito. Cuando las ramas se entrecruzan muestran de manera ineludible al francés como tío abuelo del peruano. Fue el ex presidente Belaúnde Terry y no Paul Gauguin quien trazó el destino de Vito. A los 8 años dibujó la casa de la familia Rizo patrón con tal perfección y minuciosidad que impresionó al ex mandatario, muy amigo de su padre. Entre los dos adultos decidieron que el niño sería arquitecto. A Vito solamente le interesaba crear sus propias historieatas cómicas donde él encarnaba al superhéroe. A los 18 años postuló a la carrera de Arquitectura porque su papá esperaba que las predicciones de Belaúnde se cumplieran. “Este muchacho será mejor arquitecto que yo”. Vito, en lugar de terminar la carrera, se fue a correr olas a Hawaii en 1979 y echó al agua tan venturosos presagios. Cuando la marea bajó y se quedó sin un dólar, tocó la puerta del negocio de construcción en California. Hasta que en 1987 se atrevió a preguntarle al propietario de una cadena de restaurantes si necesitaba un muralista para la decoración de su local. “Del martillo al pincel hay un abismo”, le respondió en inglés el gringo incrédulo. Pero como el muchacho insistía, el dueño lo puso a prueba: “Dibuja un bandido que huye en su caballo”. A Vito, que había encarnado a los superhéroes de niño, los villanos le eran tan familiares que hasta le dieron trabajo. Desde entonces y hasta 1987, diseñó y pintó alrededor de 100 murales para restaurantes, hoteles, tiendas, universidades y lujosas residencias californianas. “A mí me da terror ver paredes blanquitas”, fue la única explicación que daba el pintor cuando le preguntaban acerca de sus motivaciones artísticas. La vuelta Entre 1979 y 1994 no regresó nunca al Perú.

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Tomado de “El Comercio”, Lima, Miercoles 21 de Agosto de2002.Página A14 – “Trazos, El Color En La Sangre”

Según su árbol genealógico, el autodidacta Vito Loli Narváez es sobrinonieto del pintor Paul Gauguin. Ha heredado su talento pero sí suimaginación.

EL PARIENTE PERUANO DE GAUGUIN

Por: Patricia Castro Obando.

La pareja sentimental de Vito Loli está convencidade que el espíritu de Paul Gauguin no deja dormira su compañero. “yo creo que el tío abuelo se lemete al cuerpo en las madrugadas. Se despiertaa la una, cae en trance, no te mira, no te habla,levanta el pincel, tuerce la lengua y la coloca delado, la mastica y empieza a pintar rapidísimo,hasta las 6 de la mañana.

Lo cierto de todo esto es que ele enredado árbolgenealógico de Vito lo señala como sobrino nietodel artista francés. El tronco de los Tristán sebifurcó en los hermanos Mariano y Pío. El primerofue padre de la peruana Flora Tristán, abuela dePaul Gauguin. El segundo fue virrey provisionaldel Perú, y antepasado directo de Vito. Cuandolas ramas se entrecruzan muestran de manera

ineludible al francés como tío abuelo del peruano.

Fue el ex presidente Belaúnde Terry y no Paul Gauguin quien trazó eldestino de Vito. A los 8 años dibujó la casa de la familia Rizo patrón contal perfección y minuciosidad que impresionó al ex mandatario, muyamigo de su padre. Entre los dos adultos decidieron que el niño seríaarquitecto. A Vito solamente le interesaba crear sus propias historieatascómicas donde él encarnaba al superhéroe. A los 18 años postuló a lacarrera de Arquitectura porque su papá esperaba que las prediccionesde Belaúnde se cumplieran. “Este muchacho será mejor arquitecto queyo”.

Vito, en lugar de terminar la carrera, se fue a correr olas a Hawaii en1979 y echó al agua tan venturosos presagios. Cuando la marea bajó yse quedó sin un dólar, tocó la puerta del negocio de construcción enCalifornia. Hasta que en 1987 se atrevió a preguntarle al propietario deuna cadena de restaurantes si necesitaba un muralista para ladecoración de su local. “Del martillo al pincel hay un abismo”, lerespondió en inglés el gringo incrédulo. Pero como el muchacho insistía,

el dueño lo puso a prueba: “Dibuja un bandido que huye en su caballo”.A Vito, que había encarnado a los superhéroes de niño, los villanos leeran tan familiares que hasta le dieron trabajo.

Desde entonces y hasta 1987, diseñó y pintó alrededor de 100 muralespara restaurantes, hoteles, tiendas, universidades y lujosas residenciascalifornianas. “A mí me da terror ver paredes blanquitas”, fue la únicaexplicación que daba el pintor cuando le preguntaban acerca de susmotivaciones artísticas.

La vuelta

Entre 1979 y 1994 no regresó nunca al Perú.

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Entre 1979 y 1994 no regresó nunca al Perú.Cada vez que llamaba asustado por haberleído sobre un atentado en Lima, su familiasiempre le decía “Ni vengas”. Pero en 1994, sudivorcio terminó por desmoronar la vida quellevaba como pintor bohemio. Dejó de ver asus hijos y sintió cómo la casa deshabitada lodevoraba. Sin más consultas, retornó al Perúdespués de 15 años y lo que más leimpresionó fue encontrar una ciudad

encarcelada. “Todo el mundo vivía detrás de rejas, la seguridad loshabía convertido en canarios. Me decían que no me quejara, que habíaluz, agua y que incluso podía jalar la palanca del water”.

Durante los años siguientes Vito exprimió su creatividad. Se sumergió enel diseño, la publicidad, la escenografía y la decoración como muchoantes lo hizo en los mares. Aprendió a pintar murales en lo que sedemoraba en correr una ola y hasta se copió a sí mismo. “Siempre meencargaban a último momento la escenografía de programas detelevisión. Yo tenía un grupo de vampiros que había entrenado paratrabajar en las madrugadas. Mientras yo dibujaba trapado en unandamio con ruedas, unos e encargaba de la luz y el otro de la sombra.Terminábamos a tiempo, pero dopados por los materiales queutilizàbamos. Como vampiros, nos íbamos volando”.

Desde hace dos años, la noche le ha ido ganando terreno al día, en lacasa de Vito. Sus incursiones al taller durante las madrugadas hanincrementado y definido su producción artística. Los lienzos que vende abuen precio aquí y en el extranjero lo animaron a exponer. Pero el títulode autodidacta le ha cerrado las puertas de las galerías limeñas. Sucompañera Erika Schaefer comenta: “Estudié arte durante siete años enla Universidad Católica, pero jamás voy a pintar como él. Vito tiene unescalímetro incorporado en la cabeza, un sentido muy intuitivo paramezclar los colores y un talento especial en la composición”.

Pero el artista no puede explicar con detalle cómo aprendió a pintar. Latécnica la adquirió comprando los productos que utiliza y leyendo lasinstrucciones. “Mirando, preguntando y dando vueltas”, dice. Haexperimentado en su paleta como un científico loco. “Pero hasta ahora,cuando trabajo con solventes químicos o irritantes, me desesperaponerme una máscara para trabajar”. Asegura que el resto es purosentido común y que la pintura es una búsqueda marcada y perpetua.

Tampoco tiene reparos para satisfacer los más extraños encargos de susclientes. “Tengo un pedido de un gringo fanático de Walt Disney. Quierever en un solo cuadro a Mickey, Donald y Tribilín. Detrás, el Castillo delos Sueños”, cuenta el pintor mirando el techo.

En el árbol genealógico que lo une a Gauguin, Vito es una ramita. No esun gran conocedor de la vida y obra de su pariente francés. Tampoco havisto sus cuadros con detenimiento ni los conoce por nombre. Sinembargo, lo que más le llama la atención es que, así como él, Gauguinfue un gran admirador de la belleza nativa, tuvo una fuerte inclinaciónpor el sexo opuesto y curiosamente le gustaba el mar, aunque nosupiera correr tabla.

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