Neuroética_Hacia una filosofía de la Neurociencia

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    1. Origen y desarrollo de la Neurotica

    Introducir la historia de una disciplina es siempre una buena manera de empezar a

    explicarla. Pero adems, en el caso de la Neurotica, dicha tarea resulta imperativa por

    la especial deriva que ha tomado dicho campo de la ciencia. Esa es la razn por la que,

    no solo el primero, sino todos los epgrafes de esta voz aluden a la dimensin temporal

    en la que estn incardinadas toda una serie de discusiones en torno a la Neurociencia.

    No adelantar conclusiones. A medida que avance en el texto, el lector ir encontrando

    ms pistas sobre la particular importancia que tiene el tempoen el que se desarrolla y

    opera la Neurotica.

    Anneliese A. Pontius es el primer autor que titula una investigacin con el

    neologismo Neurotica. En este trabajo, publicado en 1973, se analizan los nuevos

    horizontes pero tambin de potenciales riesgos de las nuevas intervenciones sobre el

    sistema nervioso central en neonatos (1). Posteriormente, en 1989, ser Ronald

    Cranford quien tome dicho trmino para hablar del neurlogo como consultor tico y de

    su papel en los comits de tica asistencial (2 y 3). Pero hay que esperar hasta 1999 para

    que aparezca el primer curso especializado en varias de las temticas hoy

    generalizadamente asociadas a la Neurotica: dilemas ticos en torno a la investigacin

    neurolgica, al tratamiento de la informacin, y a la manipulacin del sistema nervioso

    central (SNC), muerte cerebral, fisiologa de la libertad y bases neurolgicas de la

    moralidad. Este curso fue ofrecido por la Universidad de Pensilvania con el ttulo

    Perspectives on Cognitive Neuroscience: Mind, Brain, and Society[1]. Tres aos

    despus, y tras lograr el patrocinio de la Greenwall Foundation (una institucin que

    desde 1991 financia investigaciones en Biotica), ser tambin la Universidad de

    Pensilvania quien organice el primer congreso nacional. Sin embargo, en el ttulo

    elegido para el congreso,Bioethics and the Cognitive Neuroscience Revolution, todava

    estaba ausente el trmino neurotica(4).

    El ms importante hito en la historia de la Neurotica acontece en San Francisco

    (California) y tambin en 2002, con la celebracin del primer congreso mundial en

    Neurotica.El evento llev por nombreNeuroethics, Mapping the fieldy fue auspiciado

    por la Universidades de Stanford y California. La idea inicial haba sido presentarlo

    como elPrimer Congreso Nacional, pero la propuesta de la Universidad de Pensilvania

    fue publicitada pocos das antes y la idea tuvo que ser abandonada. Los organizadores

    no se rindieron y vendieron la reunin como el Primer Congreso Mundial. Para

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    justificarlo, incluyeron entre los ponentes de ltima hora a un profesor de la

    Universidad de Oxford (Inglaterra). La estratagema sali bien pues el congreso recibi

    mucho mayor eco meditico que su competidor. Sobre este asunto es interesante

    tambin destacar el papel crucial que, en Mapping the field, jug laDana Foundation.

    sta es una de las instituciones privadas que actualmente ms dinero invierten en

    Neurociencia. Su apoyo supuso un verdadero impasse en lo que sera, a partir de

    entonces, la obtencin de fondos pblicos y privados orientados al desarrollo de una

    disciplina que era, hasta entonces, prcticamente desconocida. Y no solo eso; la

    Neurotica dej de concernir exclusivamente a un pequeo grupo de bioeticistas y

    filsofos norteamericanos, para convertirse en una cuestin de primera magnitud para

    neurocientficos, empresas y gobiernos.

    Tras el congreso de San Francisco, grupos, cursos y reuniones cientficas de

    temtica similar surgieron a ambos lados del Atlntico. Entre ellos hay que destacar el

    congreso Neuroscience and Law, organizado en septiembre de 2003 en Washington

    D.C., y donde por primera vez confluyeron el entusiasmo y la capacidad econmica de

    la Dana Foundation con el poder meditico de la American Association for the

    Advancement of Science. En efecto, la fiebre de la Neurotica haba contagiado al grupo

    que edita Science,una de las revistas cientficas internacionales ms conocidas.

    Por otra parte, la fundacin en 2006 de la Neuroethics Societysupondr tambinun paso importante de cara a la creacin de equipos de trabajo en Neurotica. Su xito

    propici que, en 2010, debido al aumento de los miembros extranjeros entre sus filas,

    dicha comunidad pasara a denominarseInternational Neuroethics Society.

    Actualmente existen numerosos programas de investigacin en Neurotica. Entre

    los ms prestigiosos est el Program in Neuroethics, ofertado por el Center for

    Biomedical Ethics, en la Universidad de Stanford, y dirigido hasta el 2007 por Judy

    Illes, una de las principales autoridades en Neurotica. La orientacin de este equipo esprincipalmente biologicista y muy prxima a las posiciones eliminativistas defendidas

    por Patricia Churchland.

    Otro centro de referencia, hermanado con el anterior, es el National Core for

    Neuroethics, de la Universidad de British Columbia, en Vancouver (Canad). All

    precisamente se traslad en 2007 Judy Illes con la misin de crearlo y dirigirlo.

    Tambin en Canad se encuentra el Canada Research Chair in Biomedical Ethics

    and Ethical Theory, dirigido por otro de las grandes figuras en Neurotica, Walter

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    Glannon. A diferencia de los dos grupos anteriores, el bagaje filosfico de los

    investigadores del grupo de Glannon es mucho mayor, adems de que en l se defienden

    tesis menos utilitaristas.

    En cuarto y no menos importante lugar, hay que destacar el ya mencionado Center

    for Neuroscience and Society de la Universidad de Pensilvania, en el que trabajan

    neuroeticistas de renombre como Steven Hyman, Paul R. Wolpe y Martha Farah. La

    formacin de los miembros del Center for Neuroscience and Society es de calado

    cientfico, pero la mayor parte de ellos estn imbuidos del PragmatismoPrincipialista

    tan caracterstico de la biotica autonomista norteamericana.

    Fuera del mbito norteamericano, est el Oxford Center for Neuroethics, dirigido

    por Julian Savulescu y Neil Levy, institucin de ndole principalmente filosfica.Savulescu, junto con Nick Bostrom, se encuentra entre los principales defensores de la

    corriente transhumanista, mientras que Levy es conocido, sobre todo, por su teora de la

    Extended Mind.

    Un ltimo proyecto europeo que merece mencin es de origen alemn: DISCOS

    (Disorders and Coherence of the Embodied Self). El equipo de investigadores que lo

    conforma, fuertemente interdisciplinar, est dirigido por Thomas Fuchs, psiquiatra y

    filsofo muy crtico con el enfoque positivista y pragmtico de la Neuroticaanglosajona. Por supuesto, otros muchos centros de investigacin en Neurotica se estn

    abriendo a la sombra de los anteriores, aunque la batuta de la actual Neurotica es hoy

    manejada, coordinadamente, por la Neurotica de la Costa Oeste norteamericana,

    marcadamente biologicista, y la Neurotica de la Costa Este, de espritu autonomista.

    De entre todas, la definicin de Neurotica ms ampliamente aceptada, quiz por

    ser la menos comprometida, es la que emerge del grupo de la Universidad de

    Pensilvania: la Neurotica es el conjunto de estudios que ponen en relacin laNeurociencia con las Ciencias Sociales. En efecto, poco tiene que ver dicho enunciado

    con las races etimolgicas de la nocin de Neurotica. Por qu entonces esta

    definicin es la ms aceptada? Ya hemos visto que dicha eleccin tiene que ver

    fundamentalmente con una determinada coyuntura social y con una muy bien pensada

    campaa publicitaria. An y todo, merece la pena prorrogar la polmica sobre la

    conveniencia o no del trmino? Para responder a dicha cuestin he de introducir algunas

    claves ms sobre la naturaleza y evolucin del mtodo y del objeto de este campo.

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    Parte de razn tena Francis Harper quien era director de la Dana Foundation en

    tiempos del congreso de San Francisco de 2002-, cuando afirm que "puede usted

    llamarla como quiera, pero el tren de la Neurotica ya ha salido de la estacin". El

    problema es que la de hoy no es ya la de entonces y el tren del que Harper hablaba, est

    apunto de descarrilar. La pregunta sobre si debemos continuar en dicho tren e intentar

    frenarlo o bajarnos an en marcha, es ciertamente ms pertinente que hace diez aos.

    El indudable xito inicial del trmino Neurotica se ha transformado en pocos

    aos en motivo de agria polmica. En el mbito acadmico, un nombre es nicamente

    importante como marca en la medida en que sirve, primero, para cohesionar y, luego,

    como tarjeta de presentacin de quienes comparten un mismo ideario.

    Lamentablemente, hoy el campo de la Neurotica no cumple con ninguno de estos dos

    requisitos. Al contrario, son ms numerosas las voces que cuestionan el uso de dicha

    nocin y, lo que es ms grave, la legitimidad de la Neurotica como rea de

    conocimiento. Veamos esta cuestin a partir de algunas de sus definiciones ms

    discutidas.

    Entre las ms famosas frmulas est la de William Safire -columnista del New

    York Times-, enunciada en el congreso de San Francisco de 2002: "El examen de lo que

    es correcto e incorrecto, bueno y malo, en el tratamiento, perfeccionamiento o -ya

    involuntaria, ya imprevisible- intromisin o manipulacin del cerebro humano" (5). Enla misma lnea se encuentra la definicin que ofrece Steven J. Marcus en la introduccin

    de la publicacin de las actas de dicho evento: "El estudio de las nuevas cuestiones

    morales y ticas relacionadas con la investigacin y la aplicacin de los nuevos avances

    logrados en Neurociencia, y de cmo los mdicos, aseguradoras y gobiernos van a

    enfrentarse con stos" (6).

    No obstante, ya en el propioMapping the fieldes posible encontrar formulaciones

    en las que la Neurotica se presenta como algo ms que una tica de la Neurociencia.Albert R. Jonsen, por ejemplo, distingue tres niveles cartogrficosdistintos: un primer

    nivel "tectnico", dedicado a las bases y fundamentos de la Neurotica; uno geogrfico,

    sobre cuestiones de ndole epistemolgico; y por ltimo, un nivel local, centrado en los

    problemas prcticos clsicamente vinculados a la tica Clnica (7). Represe que en los

    dos primeros niveles de este esquema se atienden cuestiones que ya no estn

    directamente ligadas a la dimensin normativa de la Neurociencia -es decir, cmo

    aplicarla correctamente-, sino a la dimensin fctica -cmo encajan los hallazgos

    neurocientficos en nuestra manera de entender la realidad y, dentro de ella, al hombre-.

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    Apenas un ao despus, ya existe un buen grupo de autores unidos en su

    reclamacin de un mayor protagonismo fctico en Neurotica. Es el caso de J. Banja,

    director delHealth Sciences & Clinical Ethicsen laEmory University, para quien dicho

    campo representa "la contribucin de las ciencias sobre el cerebro a nuestro

    conocimiento de la naturaleza del razonamiento moral y la conducta moral" (8). Similar

    idea aparece en The Ethical Brain, libro publicado en 2005 por el neurocientfico y

    divulgador Michael Gazzaniga: La Neurotica es "el examen de cmo queremos

    enfrentarnos con los problemas sociales de la enfermedad, la normalidad, la mortalidad,

    el estilo de vida, y la filosofa de vida, atendiendo a nuestra comprensin de los

    mecanismos cerebrales subyacentes" (9). Para Gazzaniga, lo que debe primar en la

    Neurotica es la investigacin sobre cmo cambia la Neurociencia nuestra comprensin

    del fenmeno humano y qu efectos se derivan de dicho cambio.

    Otros autores apuestan por la va intermedia. Es el caso de Adina L. Roskies,

    quien en Neuroethics for the new millenium, artculo de 2002 publicado en Neuron,

    defiende la doble vertiente neurotica: la tica de la Neurociencia y la Neurociencia de

    la tica (10). Su definicin es una de las ms citadas y, seguramente, la que mejor

    refleja el parecer general de quienes identifican su investigacin dentro del campo de la

    Neurotica.

    Presentadas las principales definiciones de Neurotica y los grupos deinvestigacin fundacionales, queda ahora ir pormenorizando cada una de las temticas

    que configuran dicha rea. En esta empresa hay riesgos. Por un lado, cuestiones tpicas

    como las vinculadas a la racionalidad, a la libertad o a la identidad, no son exclusivas de

    la Neurotica, ni siquiera lo es el aura experimental desde la que se abordan. Esto es un

    inconveniente para la exposicin temtica, ya que induce al lector a pensar que las

    cuestiones tratadas tienen ms que ver con los debates surgidos en un grupo de autores,

    reunidos por motivos coyunturales, que con singulares problemas o especficos mtodos

    de conocimiento. Aunque nada despreciable hay en ello, dicha apreciacin no es deltodo correcta. Como mostrar, en la Neurotica subyace algo ms que la oportunidad

    cientfica: hay tambin en ella un ideario netamente filosfico sobre lo que es la realidad

    y, en especial, el sistema nervioso central.

    Por la razn que acabo de esgrimir, mi intencin con esta voz no es mostrar sin

    ms las principales polmicas neuroticas sino, a travs de ellas, hacer visible el hilo

    conductor que explica su aparicin y las conecta unas con otras.

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    En el epgrafe segundo cuestiono la autonoma de la Neurotica, otra forma de

    hacer entender el peculiar carcter del que acabo de hacer mencin, en parte para

    atacarlo y en parte para defenderlo.

    En el tercer epgrafe estudio la colisin de ideas del Neurobiologicismo con lasdel Principialismo, de la que eclosionar la Neurotica.

    En los epgrafes cuarto y quinto considero algunas de las consecuencias prcticas

    que tiene dicho encuentro en los estilos de vida del occidental: la medicalizacin, el

    mejoramiento mdico y la medicina cosmtica. Dichas consecuencias conforman, no

    casualmente, tres grandes objetos de estudio de la Neurotica.

    En los epgrafes sexto y sptimo argumento cmo dicha colisin acaba en elmatrimonio entre el Neurobiologicismo y el Principialismo. Advierto adems de las

    nuevas ideas que surgen de dicha fusin y que suponen, entre otras cosas, el colapso de

    la ciencia y de la tica, tal como hoy las conocemos, as como una nueva Teora del

    hombre, muy ligada al enfoque del Neopragmatismo relativista.

    En los epgrafes octavo y noveno presento las tesis compatibilistas que, en

    Neurotica, son frecuentemente utilizadas para defender la inocuidad de los nuevos

    planteamientos. Cuatro argumentos distintos me sirven para refutar tal defensa y afirmar

    lo contrario. En mi opinin, la triple creencia de que el hombre es su cerebro, de que el

    cerebro es una realidad puramente mecnica, y de que es posible la separacin entre el

    conocimiento objetivo y la vida prctica, s cambiar nuestros estilos de vida.

    En los dos siguientes epgrafes doy paso al Transhumanismo, al que tambin se

    concede eco en los foros de la Neurotica. Sus seguidores reconocen que la vida del ser

    humano cambiar radicalmente si la visin de la Neurotica arraiga en la sociedad,

    aunque no juzgan que haya nada malo en tal cambio. Tambin critico este optimismo

    apelando, primeramente, a la idea de trasfondoy, en segundo lugar, a la nocin clsica

    de Naturaleza que, en mi opinin, el Transhumanismo y la Neurotica han olvidado, y

    no tanto refutado.

    El ltimo y duodcimo epgrafe est dedicado a valorar la doble ruptura que

    propicia la Neurotica: la de la relacin entre el avance cientfico y el progreso social, y

    la de la relacin entre la coherencia y la significatividad del mundo vital. Defiendo que

    estos dos divorcios inducen, a mi parecer, una existencia desestructurada y angustiosa y,

    por causa de ello, tambin cada vez ms fuertes adicciones, ya de por s inherentes en

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    una sociedad en la que el cuerpo humano es concebido y manipulado como una mera

    mquina. Adems, en esta misma clave debe ser contextualizo el problema de Dios en

    Neurotica, entendido como concepto regulador a la espera de ser sustituido por nuevos

    credos. Como no poda ser de otra manera, la fe en la Neurociencia es el candidato que

    presenta la Neurotica en sustitucin de la religin. As se refleja en su actual proceso

    de mitificacin y en las tan en boga utopas transhumanistas que de tal proceso

    emergen. No obstante, cuestiono la viabilidad de dicha sustitucin con razonamientos

    de orden prctico, y vaticino el oscurantismo al que puede dar lugar el retorno de los

    mitos, especialmente cuando los de carcter cientfico -siempre tan provisionales- sean

    sustituidos por otros explcitamente cosmticos. Finalmente, concluyo mi discurso

    ofreciendo una alternativa a tan negativo panorama. Para ello, trato de recuperar y

    renovar la doble relacin ciencia-sociedad y sentido-verdad en lo que he venido a

    denominar Teora de la narrativa trascendental.

    2. Cuestiones metodolgicas de fondo

    La primera discusin que merecen ser evaluadas por su carcter marco

    es la que versa sobre la autonoma de la Neurotica. Varias objeciones se

    presentan a este respecto. En primer lugar, clsicamente viene atribuyndose a

    la tica Mdica y a la Biotica el estudio del correcto uso y aplicacin de los

    conocimientos biosanitarios. Crear una Neurotica no pareciera tener mayorrazn de ser que crear, por ejemplo, una cardiotica o una oftalmotica. Lo

    mismo puede criticarse respecto de la dimensin fctica de la Neurotica.

    Mucho ms antiguas reas del saber se han ocupado antes que ella del estudio

    del hombre en tanto que realidad material y, a la vez, susceptible de acciones

    morales. Por qu crear la Neurotica o derivados como el Neuromarketing, la

    Neuroesttica o la Neuroteologa, tambin hoy muy de moda en el mbito

    experimental? El prefijo neuro se presenta en todos ellos como el mnimo

    comn denominador en unos campos en los que ni objeto ni mtodo guardansimilitudes. Podra alegarse que la aproximacin neurocientfica, o mejor, que

    su mtodo, es lo esencial en todas ellas. Pero entonces, por qu no

    etiquetarlas simplemente como investigaciones en Neurociencia? Son pocos

    los que defienden esta ltima postura, dado el origen y carcter multidisciplinar

    e interdisciplinar de la Neurotica. De alguna forma habra que diferenciar los

    subcampos de tan basta rea. Por otra parte, no hay que olvidar que fueron la

    complejidad del SNC y de los propios eventos psquicos los que principalmente

    propiciaron el inters de la Neurociencia por otros mtodos y enfoques. Reducir

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    la Neurotica al mtodo experimental es cercenar su proyeccin, esto es,

    limitar a la mnima expresin toda expectativa sobre lo que un investigador

    honesto y prudente estara dispuesto a aseverar acerca del hecho moral,

    esttico o religioso.

    A pesar de lo arriba expuesto, el argumento sobre la pluralidad metodolgica de la

    Neurotica puede tambin utilizarse para defender su autonoma. Es cierto que definir

    una disciplina como interdisciplinar es desdibujar sus mtodos y objeto, pero tambin

    implica denunciar la insuficiencia de los enfoques unidimensionales tradicionales.

    Puede decirse en este sentido que la propuesta interdisciplinar perfila el objeto de

    conocimiento mejor que sus predecesoras, al presentarlo en una complejidad mayor de

    lo que se sospechaba. Es cierto que el objeto se define de manera negativa -lo que

    todava no es conocido, ni va a serlo si se sigue manteniendo un nico enfoque-, pero

    tambin hay que reconocer que la constatacin de la ignorancia es considerada ya desde

    Scrates un gran saber.

    La controversia no es gratuita ni evitable. Conforme la Neurociencia ha ido

    madurando, la necesidad de la interdisciplinariedad ha sido ms y ms evidente para sus

    investigadores. Enunciar cuatro razones principales que justifican, respecto de otros

    rganos del cuerpo humano, lasingularidad de lo neuronal.

    En primer lugar, la complejidad del sistema nervioso: en nuestro cerebro hay

    tantas neuronas como galaxias en el universo conocido y, lo que es ms importante, su

    modo de funcionar depende del nmero y tipo de interconexiones con otras neuronas.

    En un cerebro normal se calcula que hay en torno a 1014conexiones sinpticas.

    En segundo lugar, el cerebro manifiesta propiedades de red, lo que quiere decir

    que su comportamiento no puede comprenderse exclusivamente a travs del progresivo

    anlisis de sus mdulos anatmicos o funcionales (la denominada aproximacinmodular), sino que hay propiedades neuronales que dependen del sistema nervioso en

    tanto que totalidad. Esto significa que para conocer las causas de dichas propiedades, el

    investigador ha de ir del todo a la parte y no al revs, como es ms habitual en el

    procedimiento analtico de la ciencia experimental. Consecuentemente, presentndose el

    todo neuronal de manera tan inconmensurable, es lgico que el investigador se enfrente

    al conocimiento de las propiedades de red neuronales como uno de los mayores retos

    cientficos imaginables.

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    En tercer lugar, la plasticidad neuronal: desde que el tubo neural comienza a

    formarse en la fase embrionaria, la proliferacin y estructura del tejido nervioso es

    estmulo-dependiente. Esto implica que los cerebros de dos humanos adultos son

    significativamente diferentes, no solo a nivel estructural, sino tambin funcional, una

    caracterstica que complica an ms el abordaje experimental. No olvidemos que el

    mtodo emprico est basado en la reproductibilidad de las condiciones de partida de un

    experimento. Se explica por ello que la estadstica se haya convertido en la amiga fiel de

    la Neurociencia. El problema es que el cerebro est lleno de peculiaridades que resultan

    esenciales para definir el sistema en su conjunto.

    En cuarto y ltimo lugar, hay que mencionar el debate clsico, pero todava muy

    vivo, de la relacin cerebro/psique. Es una divisin real? Si lo es, qu tipo de leyes

    rigen ambos mundos? Guardan el fenmeno psquico y las dinmicas neuronales

    relaciones de tipo causal? Es el primero un epifenmeno de las segundas? Son ambos

    fenmenos diferentes propiedades de una misma realidad? El debate no es irrelevante

    para una comunidad cientfica que, en sus experimentos, desea integrar experiencias

    humanas tan fundamentales y a la vez tan complejas como la de valor, la de

    responsabilidad o la de verdad.

    En definitiva, los cuatro obstculos acabados de presentar en el estudio del SNC

    son lo suficientemente relevantes como para entender y aceptar, primero, la necesidadde una an mayor apertura metodolgica de la Neurociencia y, segundo, la creacin de

    disciplinas ocupadas en superar dicha singularidad de lo neural. Esta doble necesidad

    hace del trmino propuesto por la Neuroscience and Society la mejor opcin para

    describir las actividades que se atribuyen actualmente a la Neurotica. Por desgracia, ni

    en dicho grupo ni en la alianza Stanford-California, el dilogo interdisciplinar ha

    logrado realmente prosperar por causa de unas premisas de partida y unos

    malentendidos que han cerrado a la Neurotica sobre s misma.

    Continuando con el tema de la autonoma de la Neurotica, es posible mencionar

    algunos otros argumentos adems del de la singularidad de lo neural, aunque de ndole

    ms coyuntural. En primer lugar, slo cuando entificamoslas disciplinas tradicionales,

    es decir, cuando las pensamos en tanto que ellas mismas y no como producto natural de

    la conjuncin entre el avance cientfico y el progreso social, caemos en la tentacin de

    mirar con reticencia las de nueva aparicin. Pero hay tanta razn para sospechar de la

    Neurotica como de la tambin novedosa ciruga cardiopeditrica. Tambin en este

    ltimo caso podramos preguntarnos por qu existen estas dos y no la cirugaoftalmopeditrica. Hay razones relacionadas con el crecimiento de un determinado

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    subcampo, pero tambin otras circunstanciales relacionadas con las modas profesionales

    y con las expectativas sociales. Circunstancialno significa irrelevante, por lo menos en

    la consolidacin de un nuevo campo de conocimiento. Despus de todo, la ciencia

    tambin est al servicio de la sociedad y debe tratar de satisfacer las particulares

    inquietudes que surgen en cada momento histrico. Aplicando este discurso al campo

    que nos ocupa, pocos estarn dispuestos a discutir que hoy haya una disciplina ms de

    moda y que levante tantas expectativas como la Neurociencia. Incluso si no existieran

    nuevos datos o teoras que justificaran la reapertura del clsico debate cuerpo-mente,

    solo la preocupacin que hoy existe a pie de calle relacionada con el papel del cerebro

    en la identidad humana, en la libertad, en la racionalidad o en la religin, bastara para

    justificar un rea dedicada a ofrecer respuestas.

    Otra importante clave para entender la novedad y el valor de la Neurotica es que

    son primeramente cientficos y no filsofos los que se estn preguntando por el clsico

    problema cuerpo-psique. Fueron justamente los primeros los que encumbraron el

    neologismo Neurotica y son ellos los anfitriones y promotores del dilogo

    interdisciplinar. Este hecho tiene un extraordinario valor pues supone la creacin de

    foros de discusin enormemente frtiles. Thomas Kuhn explica la razn en los

    siguientes trminos: "En condiciones normales, el investigador de ciencias no innova

    sino resuelve puzles, y los puzles a los que presta atencin son esos que considera que

    puede abordar y solucionar dentro de la existente tradicin cientfica" (11). Ahora bien,

    Kuhn tambin identifica momentos en los que la ciencia tiene que asumir estados de

    excepcionalidad: esos relacionados con la presencia de paradigmas cientficos

    manifiestamente obsoletos. "Es, en mi opinin, particularmente en periodos de crisis

    reconocida, cuando el cientfico tiene que desviar su atencin hacia el anlisis filosfico

    como instrumento con el que descifrar los acertijos de su campo" (12). Probablemente,

    y no temo exagerar, uno de los ms claros ejemplos del estado de excepcin definido

    por Kuhn es se en el que se encuentra hoy la Neurociencia.

    Represe en que la singularidad de lo neuralno remite nicamente a problemas

    prcticos, sino a dilemas categoriales que introducen tal ruido en el diseo de los

    modelos experimentales que hacen imposible su validacin. Este problema es

    relativamente reciente y est estrechamente relacionado con el avance de las nuevas

    tcnicas de neuroimagen. Ha sido gracias a herramientas como la resonancia magntica

    funcional (fMRI) -de carcter no invasivo y capaz de mostrar el funcionamiento del

    cerebro in vivo-, que los neurocientficos han credo estar ms preparados que nunca

    para abordar con seriedad el proyecto de entender e integrar en un mismo paradigma las

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    leyes que gobiernan el mundo de lo fsico y de lo psquico. An ms, de entender la

    conducta caracterstica de los seres racionales y libres[2]. Y es con el acometimiento de

    dicha empresa, cuando han comenzado tambin ha ser verdaderamente conscientes de la

    magnitud del problema filosfico que la acompaa.

    Donald Davidson sintetiza en cuatro enunciados el problema asociado a buscar

    una teora unificada de la relacin cuerpo-psique: "No podemos hablar de la existencia

    de estrictas leyes psicofsicas a causa de los dispares compromisos a que estn sujetos

    los esquemas mentales y fsicos. Es una caracterstica de la realidad fsica que lo fsico

    pueda ser explicado por leyes que lo conecten con otros cambios y condiciones

    fsicamente descritos. Es una caracterstica de lo mental que la atribucin del fenmeno

    mental sea responsabilidad del background de razones, creencias e intenciones del

    individuo" (14). En pocos campos se entienden hoy mejor las tesis de Davidson que en

    el de la Neurociencia. Si tanto el mundo fsico como el psquico guardan fidelidad y se

    fundan en sus propias evidencias, cmo establecer estrechas conexiones entre ambos?

    Cmo conectar causalmente (si no reducir) una descripcin psquica -que surge y tiene

    solo sentido en el contexto mental-, con teoras sobre interacciones neuronales? La

    paradoja se capta mejor si se formula al revs: cmo definir un fenmeno fsico a

    travs de enunciados intencionales? La respuesta a estos interrogantes conduce a

    Davidson a avalar la utilidad y autonoma de las ciencias sociales respecto de las

    ciencias experimentales (15). As tambin lo han entendido muchos neurocientficos al

    abrir sus investigaciones experimentales a la Filosofa, a la Economa, a la Religin,

    entre otras disciplinas. Y sin duda, el origen de la Neurotica es una de las ms

    interesantes manifestaciones de dicho proceso de apertura.

    Que sean los cientficos los que lleven la iniciativa en la investigacin

    interdisciplinar representa una ventaja para el desarrollo de todo tipo de conocimiento y

    tambin para la sociedad. Porque, como escribe Kuhn, lo normal es que, a diferencia del

    resto de intelectuales, "los cientficos no estn interesados o necesitados en hacer defilsofos" (12)[3]. Lo que impulsa el estado de excepcionalidad de la ciencia son las

    iniciativas que fomentan la construccin de una teora-marco que integre el conjunto de

    disciplinas existentes. Dichas iniciativas suponen una constante actualizacin de la

    cosmovisin vigente, iniciativas que tambin provocan que sta llegue a percibirse

    como obsoleta o, lo que es peor, difusa hasta parecer ausente. Porque el ocaso del

    paradigma vigente es un mal endmico al avance cientfico, ciertamente, pero no su

    contrario. La devaluacin de un paradigma no est necesariamente asociada al

    establecimiento de uno nuevo y mejor. En sociedades como la Occidental, donde la

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    investigacin avanza frenticamente gracias a la hiper-especializacin (provocando un

    perjudicial aislamiento de los campos de conocimiento y una desconexin entre ciencia

    y sociedad), los nuevos hallazgos aportan ms ruido cientfico que potencial explicativo

    (17). Se puede denominar a esto avance cientfico? Solo si entendemos por avance el

    reconocimiento de cun dbil puede llegar a ser la teora-marco vigente.

    Cerremos el epgrafe con otra tesis de Kuhn, esta vez para apelar al tempode los

    cambios de paradigma. Segn este reconocido filsofo de la ciencia, si repasamos la

    historia de la ciencia observaremos que la sustitucin de un paradigma cientfico suele

    manifestarse de manera abrupta y omnipresente. Est ocurriendo algo parecido con las

    ciencias de lo neural? Han cambiado drsticamente e influido con sus cambios a todos

    los mbitos humanos? As opina Paul R. Wolpe, para quien la Neurociencia "est

    transformando nuestra capacidad para entender e intervenir en el cerebro, []

    redefiniendo nuestra experiencia del yo y de las relaciones cerebro-cuerpo, as como

    evocando toda una serie de nuevas cuestiones ticas y sociales" (18). Las preguntas ms

    profundas y globales son servidas en la bandeja de la Neurociencia: yo soy mi cerebro;

    es l el que acta; cabe la libertad con l; se encuentra el alma o Dios dentro de mi

    cabeza; es posible reducir el bien, la verdad o la belleza a fenmenos neuronales? Las

    preguntas existenciales, totalizantes, son siempre parecidas, pero no siempre es parecido

    el inters de la sociedad y de la comunidad cientfica por dichas preguntas (19). Ahora

    bien, dichos cambios en la actitud contempornea, responden realmente a un cambio

    de paradigma cientfico o solo a una revolucin cultural? En el caso de la Neurotica,

    dicha pregunta no es relevante pues, como argumentar a continuacin, lo segundo est

    causando lo primero y, adems, a pasos acelerados.

    3. Neurobiologicismo y Principialismo en Neurotica

    Anunci en el epgrafe anterior que, en Neurotica, el dilogo interdisciplinar se

    vio, casi desde su inicio, truncado. Tratar de argumentar, a continuacin, que entre las

    principales causas est la herencia recibida de las dos principales reas que sirvieron

    para su constitucin: la Neurociencia y la Biotica. Tambin stas fueron fundadas en el

    espritu de la investigacin interdisciplinar, y tampoco en ellas se logr crear equipos

    realmente plurales.

    La Neurociencia, desde muy temprano, foment la colaboracin entre

    especialistas pero, habitualmente, en campos en los que se utilizaba exclusivamente el

    mtodo experimental. De hecho, los primeros grupos estuvieron formados por

    neurobilogos, neurofisilogos, neuroanatomistas y neurofarmaclogos. Se tard casi

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    una dcada en que la Neurociencia comenzara a incluir entre sus filas a especialistas de

    las llamadas Ciencias Cognitivas: psicobilogos, psicosocilogos, lingistas,

    programadores, ingenieros en Inteligencia Articial, etc. Y todava ms reciente es la

    colaboracin de los psiquiatras, pero no de todos, sino de aquellos que trabajan en la

    rama ms biolgica de la Psiquiatra. La escuela fenomenolgica de la Psiquiatra, por

    no hablar de la Filosofa analtica, de la Filosofa del Lenguaje, de la Teora del

    Conocimiento, o incluso de la Metafsica, permanecen todava demasiado ajenas a la

    Neurociencia.

    Algo parecido ha ocurrido con los comits consultores en Biotica del mbito

    biosanitario, aunque ya en los objetivos fundacionales delHastings Center(1969) y del

    Kennedy Institute(1972) se haca mencin a la necesidad de la interdisciplinariedad. En

    la prctica, los comits de tica asistencial creados -que no comenzaron a tener

    presencia real en el mbito hospitalario hasta bien entrada la dcada de 1990- apenas

    contaban con profesionales no mdicos entre sus filas. Por otro lado, y tambin en torno

    a los aos ochenta, aparece otra Biotica, netamente terica, llevada de la mano de

    filsofos, abogados y economistas, entre otros. sta tambin adoleca de una actitud

    abierta al dilogo, en este caso para con la Ciencia. Tendremos que esperar a 1996 para

    encontrar la primera iniciativa que trat de remediar dicha separacin entre una Biotica

    prctica y otra terica: el National Bioethics Advisory Commission, creado por Bill

    Clinton y luego sustituido, en 2001, por The President's Council on Bioethicsa peticin

    de George W. Bush (20)[4]. Hay que decir, sin embargo, que los lobbies polticos y

    econmicos han acabado ejerciendo tanta influencia en dicho comit que ha perdido

    gran parte de la autoridad internacional de la que goz en sus inicios. En todo caso,

    gracias a proyectos como ste, los comits de tica asistencial estn hoy ms en

    contacto con la Biotica acadmica. En otras palabras, pareca haberse conseguido una

    mayor y real interdisciplinariedad en Biotica. Con todo, hay tambin peros en lo que

    respecta a la Biotica contempornea pues la que es hoy la corriente hegemnica, la que

    ha logrado traspasar el umbral hospitalario, elPrincipialismo, es tambin la responsable

    de discusiones cada vez ms y ms estriles.

    Si la interdisciplinariedad no ha terminado de cuajar, ni en la Neurociencia ni en

    la Biotica, es porque el Neurobiologicismo-de ideario positivista-, y elPrincipialismo

    -de ideario autonomista-, se han hecho respectivamente fuertes en ellas. Prueba de ello

    son, como mencion en el apartado anterior, la Neurotica de la Costa Oeste de

    tradicin neurocientfica, y la de la Costa Este, originada en los foros bioticos.

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    trabajo. No hay medias tintas: son los filsofos, los economistas, los polticos o los

    artistas los que tienen que aprender Neurociencia y no al revs. En fin, el materialismo

    eliminativista promueve esa creencia de la que se queja MacIntyre cuando escribe que

    "para algunos, la Filosofa es una de esas cosas que pueden ser dejadas atrs. Como el

    acn".

    Una cosa es lo terico y otra lo prctico. El eliminativismo reconoce que todava

    no ha llegado el tiempo prometido, por lo que la interaccin interdisciplinar todava

    resulta una necesidad, aunque siempre desde la verticalidad. La Neurociencia debe

    saberse superior a cualquier otra rama del conocimiento y empearse por traducirlo al

    lenguaje de la neurofisiologa. Huelga decir que este modo de apertura interdisciplinar

    es francamente tendencioso y acaba generando hostilidad y abandono entre los

    participantes. Otro signo de la sospechosa bienvenida que ha dado la Neurociencia al

    eliminativismo es el hecho de que, siendo la segunda una teora eminentemente

    filosfica, haya recibido tantos elogios y argumentaciones en su defensa en el mbito

    experimental. Contrstese con las numerosas crticas y rechazos que ha despertado en el

    mbito filosfico. Naturalistas como John R. Searle, pragmatistas de la talla de Willard

    V. Quine, o funcionalistas como Jerry Fodor y Hilary Putnam, han formulado serias

    objeciones al eliminativismo.

    Dirijamos ahora nuestra atencin hacia el actual pragmatismo en el que parecesumida la biotica y, especialmente, la que hoy sirve de espejo en el mundo

    desarrollado, la de la Costa Este de Estados Unidos. La mayor parte de losmanuales

    contemporneos de tica Mdica citan y desarrollan el Principialismo, tal como fue

    formulado por primera vez por Beauchamp y Childress en 1979. El principal axioma de

    esta teora es que la Biotica se construye y evoluciona con el pulso de los tiempos. Con

    esto no quiere decirse que est fundada en el aire, sino en unos pocos pero slidos

    principios que, en expresin de Beauchamp y Childress, son incuestionables para toda

    persona que se considere moralmente seria (23). En dicha clave hay que situar el valorque en la actualidad, tanto en la investigacin como en el mbito asistencial, se concede

    al consenso mdico y a la tica de mnimos. Por otro lado, es comprensible que, en

    dicho marco constructivista, el Principialismohaya sido bien acogido pues responde a

    la ambivalencia moral de la posmodernidad. Los principios de esta teora son cuatro,

    pero en la prctica, solo uno, el de autonoma, ha ido ocupando progresivamente los

    puestos ms altos en la escala de valores. Eso s, sin un reconocimiento explcito del

    precio pagado: el abandono de la objetividad. Paso a explicar este asunto.

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    A pesar de los buenos propsitos y de las apariencias, tanto la coherencia interna

    del discurso como sus consecuencias prcticas descubren cun desamparada queda la

    nocin de verdad en el Principialismo. Y es que, la incuestionabilidad de sus cuatro

    principios viene a fundarse, si se reflexiona con detenimiento, en un consenso inicial

    que es tomado ingenuamente como universal por ser evidente para todo ser humano

    racional y razonable. Se comete as un doble error: primero, el identificar lo evidente

    con lo cierto y, segundo, el extrapolar lo que muchosaceptan a lo que todosaceptan.

    Introduzco aqu, como parntesis, una aclaracin. Lo cierto refiere a lo real

    mientras que lo evidente refiere al estado psicolgico por que tendemos a creer que algo

    es cierto. Pero no necesariamente toda evidencia (lo que los clsicos denominaban

    apariencias) es cierta, ni toda certeza axiomtica es inmediatamente convincente. Lo

    que es evidente para SherlockHolmes, muchas veces no lo es tanto para el Dr. Watson.

    El Principialismo toma como punto de partida unas evidencias que, en efecto, crean el

    consenso necesario para poder iniciar un dilogo, pero un dilogo que la experiencia

    demuestra que se produce nicamente en los pases de influencia occidental, donde

    valores como la libertad, la igualdad o la solidaridad son comnmente aceptados. El

    fracaso del Principialismo para crear una biotica transcultural es buena prueba de ello.

    No puede ser de otra manera cuando hace partir su discurso de evidencias y no de

    razones axiolgicas.

    El Principialismo adolece de un segundo taln de Aquiles. Al fundarse los cuatro

    principios en evidencias, no hay un criterio claro sobre cul debiera primar sobre el

    resto, por lo que, a la hora de combinarlos en una situacin concreta, factores arbitrarios

    terminan por determinar la decisin moral final. En suma, el consenso inicial logrado en

    la tica de mnimos acaba siendo de muy corto recorrido, pues apenas sirve para llegar a

    acuerdos sobre las dificultades morales ms sencillas.

    Esto trae consecuencias importantes tambin en lo que a la interdisciplinariedadse refiere. La razn es que el dilogo entre distintos especialistas y entre diferentes

    equipos interdisciplinares sucumbe ahogado en los interminables y vanos esfuerzos por

    superar una subjetividad que se encuentra ya en la raz de la metodologa empleada por

    sus investigadores. Es coherente con dicha situacin que la forma de superar dichos

    obstculos, consciente o inconscientemente, sea la de adoptar una actitud pragmtica, en

    el sentido ms relativista del trmino; esto es, la de conceder hegemona al principio de

    autonoma sobre el resto de los principios. En otras palabras, el paciente de cada caso es

    quien tiene la ltima palabra sobre lo que le conviene, como el investigador de cadaequipo interdisciplinar es quien tiene la ltima palabra en relacin con lo que es cierto.

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    En este sentido, las evidencias, no solo del principio del discurso sino tambin las del

    final, acaban representando la verdadera argamasa del acuerdo, uno en el que la

    persuasin y la adscripcin ideolgica sustituyen respectivamente a la racionalidad y a

    la comunidad cientfica.

    Trasladando este anlisis a los debates de la Neurotica contempornea, sin

    olvidar que stos giran en torno a uno de los objetos intelectuales ms complejos e

    inaccesibles de la naturaleza, llegamos a la conclusin que se adelant en el epgrafe

    segundo: la Neurotica no es tanto un campo de la ciencia como una corriente

    intelectual. En ella estn extendidos los postulados evolucionistas y autonomistas que

    asfixian la discusin que es propia en todo foro de conocimiento. Con el mismo anlisis

    damos tambin respuesta a la pregunta sobre el desarrollo de la interdisciplinariedad en

    Neurotica, que se descubre como pseudo-interdisciplinar. Como denuncia sin

    complejos Tristram Engelhardt -una de las ms representativas autoridades de la

    biotica relativista contempornea-, ni bajo los esquemas del relativismo ni bajo los del

    Principialismo es posible una tica global (24). La interdisciplinariedad tiene sentido

    porque el hilo de la razn con el que tratamos de entrelazar los distintos campos de la

    ciencia es el mismo con el que stos han sido tejidos. Si la razn queda relegada a un

    uso meramente instrumental, entonces solo podemos esperar una multiplicidad de

    ciencias particulares compitiendo por estar de moda.

    4. De la psiquiatrizacin a la Medicina neuro-mejorativa

    El enfoque de la Neurotica de la Costa Oeste tiene ms impacto social que el de

    la Costa Este. Para comprobarlo solo hace falta repasar los titulares de prensa

    publicados sobre Neurociencia en la ltima dcada. En ellos se tratan y defienden ms

    las ideas biologicistas que las principialistas; es decir, hay mayor demanda y oferta de

    teoras mecanicistas sobre la conducta humana que afn por resolver los problemas

    ticos que la Neurociencia est generando a travs de una tica autonomista. Este hecho

    es el que constatan y analizan Judy Illes y Eric Racine en sus artculos de 2005 y 2010.

    En ambos estudios cuantitativos se observa el impacto social de los avances de la

    Neurociencia a travs del anlisis de titulares de prensa recogidos en las principales

    publicaciones de la prensa norteamericana.

    En sus resultados, Illes y Racine utilizan tres trminos para describir, de manera

    general, dichos titulares: a) neuroesencialismo, o la combinacin de reduccionismo

    biolgico y entusiasmo infundado en la Neurociencia; b) neurorealismo, o la reduccin

    de lo real a lo que puede ser explicado a travs de la Neurociencia; c) neuropolticas

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    (neuropolicies), o la inclusin de la Neurociencia en el diseo de toda ndole de

    campaas gubernamentales (25 y 26). El diagnstico que hacen en sendos trabajos se

    presenta especialmente grave en lo que a la idea de hombre se refiere. Muchos de los

    titulares analizados hacan referencia a la idea de que el hombre es su cerebro o, al

    menos, producto de ste. No es solo un fenmeno periodstico: filsofos de la talla de

    Antonio Damasio, Daniel Dennett o Vilayanur Ramachandran respaldan con

    monografas de divulgacin -hoy ya bestseller-dicha identificacin (27, 28 y 29).

    Especialmente importante es el asunto de las nuevas neuropolticas, porque la

    moda biologicista ha calado en el mbito acadmico pero, sobre todo, en el imaginario y

    en las prcticas sociales. Esta es la razn por la que Wolpe describi como revolucin

    neurocientfica, ya en 2002, la influencia que iba a tener la Neurociencia en la vida

    diaria. Los avances en neuroimagen, la nueva generacin de frmacos, los interface

    neuronales, las tcnicas de estimulacin cerebral: todo ello iba a constituir los

    principales retos del nuevo siglo (17). Y en efecto, diez aos despus, la actual agenda

    biotica ha confirmado tal prediccin. Ms concretamente, el problema de la

    psiquiatrizacinde la condicin humanase ha convertido en uno de los asuntos ms

    controvertidos, sensibles y recurrentes de la biotica contempornea.

    El fenmeno es menos reciente de lo que podra parecer. La dinmica

    psiquiatrizante haba empezado mucho antes de convertirse la Neurociencia en unamoda social. Hace cincuenta aos que nuevos hbitos de consumo llevan instaurndose

    en los hogares occidentales. Concretamente, Philip A. Berger sita en 1956 la fecha de

    inicio de una nueva era en la prescripcin de psicofrmacos, caracterizada por un

    notable aumento en la demanda social de tales productos. Esta demanda no parece poder

    justificarse por causas de naturaleza estrictamente mdicas, como podran ser la

    aparicin de nuevos tipos de enfermedades mentales (un fenmeno asociado a los

    tambin nuevos estilos de vida) o el aumento de los diagnsticos de patologas ya

    existentes, pero de reciente categorizacin (30). Segn Berger, un nuevo tipo depacientes apareci entonces, caracterizado por la creencia en que buena parte de los

    sufrimientos que acompaan la vida humana podan ser solucionados, no con filosofa,

    literatura, poltica o religin, sino gracias al consumo de frmacos modificadores de los

    afectos y la conducta. Esta moda tiene un origen social y no profesional dada la pblica

    y bien constatada resistencia de los especialistas en salud mental a dispensar frmacos

    con fines no teraputicos[5].

    La medicalizacin de la normalidad no debe ser confundida con el inters de unapersona o grupo por aprovechar los conocimientos mdicos para mejorar la calidad de

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    En 20 aos, el nmero de artculos que han abordado la transformacin de los

    lmites y fines de la Medicina ha crecido exponencialmente. Y no es casualidad que este

    periodo coincida con la publicacin en 1994 delManualdiagnstico y estadstico de los

    trastornos mentales(DSM IV), lugar en el que, por primera vez, tomarn relevancia los

    tan polmicos "trastornos subclnicos", clasificaciones diagnsticas significativamente

    inespecficas y ambiguas. Este manual represent el detonante de la masificacin de las

    consultas psiquitricas. Un nuevo tipo de perfil de paciente haba aparecido, el de los

    llamados "poco enfermos" (worried well). As lo entiende Chodoff, para quien el DSM

    IV es la razn de que treinta y tres millones de norteamericanos piensen hoy que sufren

    timidez patolgica u otro trastorno lmite de la personalidad. Y lo mismo afirma del

    trastorno por ansiedad generalizada, que afecta a un tipo de pacientes sin cura que,

    segn el mismo autor, fidelizan sus visitas tratando de encontrar lo que antes se buscaba

    en la pintura, en la filosofa o en la amistad[6].

    El principal requerimiento de los nuevos pacientes son los psicofrmacos:

    herramientas mdicas inmediatas y eficaces para disolver el perenne sentimiento de

    enfermedad y la frustracin de una existencia llena de aspiraciones no resueltas. Pero el

    asunto es ms grave an de lo que parece, ya que los nuevos hbitos de consumo

    psicofarmacolgico han sido extendidos tambin a la progenie. Vase, como muestra, el

    informe que Lawrence H. Diller hizo en el ao 2000 para el IMS Health

    norteamericano. Segn dicho informe, el incremento de los inhibidores selectivos de la

    recaptacin de serotonina (SSRIs) en nios de entre 7 y 12 aos super el 151% entre

    1995 y 1999. Y lo que es ms alarmante, el ascenso lleg al 580% en menores de 6 aos

    (33). Un informe similar de 2002 recoge cifras an ms alarmantes: en EE.UU, el

    nmero de menores consumidores de alguna clase de estimulantes alcanz los cuatro

    millones (34).

    Entre las variadas controversias a las que est dando lugar la nueva

    psicofarmacologa peditrica, es interesante destacar el debate en torno al mejoramientomdico. La conexin entre un tema y otro es el descubrimiento de los mejoradores

    universales (universal enhancers), frmacos eficaces no solo en el restablecimiento de

    las funciones cognitivas, sino tambin en su aparente optimizacin. Por ejemplo, el

    metifenidato es uno de los ms famosos y controvertidos mejoradores, en este caso, de

    la atencin. Hace ms de dos dcadas que lleva siendo usado no solo para tratar el

    trastorno por dficit de atencin con hiperactividad(TDAH), sino tambin para intentar

    mejorar el rendimiento de nios con dificultades escolares e incluso para facilitar a

    estudiantes normales la consecucin de la excelencia acadmica. Estos segundos, que

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    no entraban siquiera en la categora de worried well, fueron el centro de las primeras

    discusiones bioticas en torno a la modificacin de la naturaleza humana como medio

    de bsqueda de la perfeccin[7]. Pero si primero fueron los padres los que se

    preguntaban por qu no utilizar unos psicofrmacos con fines no teraputicos si se

    venden como productos inocuos para la salud, ahora se han sumado a dicho grupo de

    presin estudiantes universitarios, ejecutivos, soldados, etc.

    El paso del planteamiento medicalizante al mejorativo ha sido propiciado por

    varios factores. En primer lugar, puede apuntarse el hecho de que, con el empleo del

    trmino "mejorativo", muchos tutores encontraran la manera de evitar en sus hijos la

    estigmatizacin que todava acompaa el diagnstico y tratamiento del enfermo mental.

    En segundo lugar, la separacin entre Medicina teraputica y mejorativa supone una

    forma de poner lmites asistenciales en una sociedad cuya situacin, por estar

    medicalizada, es insostenible para aseguradoras y sistemas de salud pblica (36). En

    tercer lugar, con la Medicina mejorativa la industria farmacutica habra encontrado un

    nuevo y vastsimo mercado en el que lanzar sus productos. Por ltimo, la Neurotica de

    la Costa Este tambin ha jugado tambin un claro papel en la defensa del neuro-

    enhancementen base a la idea autonomista de que el paciente es quien tiene la ltima

    palabra sobre las modificaciones de su propio cuerpo (37). En conclusin, en el nuevo

    marco que introduce la Medicina mejorativa, la nocin clsica de salud y tambin del

    propio sufrimiento dejan de contarse entre los criterios esenciales de la actividad

    mdica, indistinguible ya de la bioingeniera[8].

    En torno al debate del neuro-mejoramiento, encontramos otro fuerte e influyente

    grupo de interlocutores: los pertenecientes a la corriente transhumanista. El

    Transhumanismo defiende que el principal rasgo -por no decir nico- que comparten los

    seres racionales, es su inclinacin a cambiar su entorno y a s mismos, en aras a un

    futuro mejor o, por lo menos, distinto. No hay restricciones: la identidad humana es

    enteramente abierta e ilimitada, como tambin lo es la facultad racional (39). AndyMiah, siguiendo la misma lnea de pensamiento, propone sustituir el trmino cuerpo por

    el de "tecnosoma" (somatechnics), esto es, tecnologa encarnada. Con dicho

    neologismo Miah pretende evitar el error dualista de pensar que el hombre es un cuerpo

    que hace uso de instrumentos, cuando la realidad es, segn el autor, que el cuerpo es la

    cristalizacin de dichos usos[9].

    No son casuales los estrechos lazos creados, en la ltima dcada, entre la

    Neurotica autonomista y la posicin transhumanista. Ambas posturas niegan laexistencia de una naturaleza humana por la que est justificado limitar las acciones

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    humanas, ya teraputicas, ya mejorativas. La Neurotica autonomista encontr en el

    Transhumanismo el respaldo filosfico y la profundidad argumentativa de la que la

    retrica principialista careca. A su vez, el Transhumanismo encontr, por un lado, una

    Neurociencia en la que las propuestas mejorativas parecan ms plausibles que nunca y,

    por el otro, una Neurotica que luchaba, en un contexto bien concreto -el de la relacin

    mdico-paciente-, por ampliar los lmites convencionales de la Medicina.

    Muestra de la actual importancia de la Neurotica para el movimiento

    transhumanista es la creacin en 2009 del Oxford Centre for Neuroethics, dirigido por

    Julian Savulescu uno los principales promotores del Transhumanismo. Este organismo

    cuenta tambin entre sus miembros con Nick Bostrom, confundador de la World

    Transhumanist Association en 1998 y del Institute for Ethics and Emerging en 2004.

    Otros dos datos significativos sobre la conexin entre el Transhumanismo y la

    Neurotica autonomista son la participacin recurrente de Bostrom en las actividades

    del Center for Neuroscience & Societyy de Julian Savulescu en la direccin ejecutiva

    de laInternational Neuroethics Society.

    5. Neurocosmtica y consumismo mdico

    La propuesta mejorativa de la Neurotica autonomista est cambiando la

    definicin de acto mdico. La causa es el gran eco que ha recibido en el mundo

    asistencial, gracias al respaldo de los nuevos pacientes -o mejor dicho, de los

    consumidores de medicamentos con fines no teraputicos-, de la industria farmacutica,

    y tambin, en los ltimos aos, de los propios neurocientficos. Con este tercer apoyo se

    ha producido lo que era esperable: el matrimonio entre la Neurotica biologicista y la

    autonomista. La principal clave de unin entre, por un lado, el neurocientfico -con su

    interpretacin de la naturaleza como mbito de causas (fsicas) y azares- y, por el otro,

    el principialista -con su moral constructivista-, es la interpretacin biologicista de la

    salud. Entendida sta como el estado ideal de adaptacin del agente al medio, el

    mejoramientose descubre como otra manera de nombrar la ganancia o incremento de

    salud. En efecto, la discusin relacionada con el mejoramiento muestra que no hay

    confrontacin real entre el biologicismo y el autonomismo, an ms, que ni siquiera

    existe una distincin formal.

    La medicalizacin de la normalidad es un fenmeno social de primera magnitud y

    el mejoramiento una incipiente moda en la investigacin neurocientfica. A estos dos

    asuntos, que estn cambiando la concepcin clsica de Medicina, hay que sumar un

    tercero, el de la Neurologa cosmtica. Su presencia se encuentra limitada a la

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    Neurotica ms especulativa, a ciertas utopas posmodernas y al mercado negro de

    venta y consumo de estupefacientes, pero amenaza con extenderse al mbito sanitario.

    Desarrollar a continuacin algunos de sus principales rasgos y la razn de esta

    dinmica expansionista.

    En el epgrafe anterior se introdujo la propuesta mejorativa, esto es, la idea de

    introducir en la actividad mdica procedimientos de tipo no teraputico. No obstante,

    dichos procedimientos conservan todava, y al menos tericamente, un aura de

    objetividad. La mejora es definida como tal por criterios racionales de optimizacin y

    adaptacin de la fisiologa de un agente biolgico en un determinado medio. En

    contraste, en la propuesta cosmtica se abandonan los criterios objetivos para definir un

    acto mdico que depende esencialmente de elecciones subjetivas. Es una costumbre

    milenaria la de consumir sustancias que modifican los afectos o la conducta con fines

    recreativos y no meramente teraputicos o mejorativos, es decir, no para aliviar el

    sufrimiento o para lograr una mejor adaptacin al medio. Lo que s es reciente es el

    amplio abanico emocional que brinda la psicofarmacologa. Cmo quiero sentirme

    hoy: tranquilo, animado, disociado, sociable o desinhibido?Hemos de caer en la cuenta

    de que el consumidor de ccteles de estupefacientes no suele tener una razn de peso

    para elegir una sustancia psicoactiva en vez de otra. Por eso mismo sus preferencias son

    superficiales y volubles.

    La comparacin entre la Medicina esttica y la Neurologa cosmtica es

    inevitable, aunque, en la mayora de las ocasiones, es usada para criticar la hipocresa de

    una sociedad que acepta la primera y no la segunda. La idea de ampliar los lmites de la

    Medicina sale otra vez a colacin, ahora de manera definitiva (40). Esta posicin

    libertaria es, sin duda, la expresin ltima del ideario posmoderno de auto-

    determinacin, muy relacionado con el arraigo del enfoque positivista en Occidente.

    Es preciso aclarar que las decisiones cosmticas son naturales y tienen ciertalegitimidad. Desde siempre, las preferencias subjetivas han formado parte cotidiana de

    la existencia humana. Pensemos, por ejemplo, en las razones por las que solemos elegir,

    por postre, una determinada fruta y no otra. Habitualmente dicha eleccin, variable, est

    basada en el apetito de un concreto instante y no en el hecho de que creamos que un

    sabor o una determinada textura sea, objetivamente, mejor que otra. Tambin podemos

    encontrar este tipo de juicios en la relacin mdico-paciente, aunque siempre sobre

    cuestiones intrascendentes o sobre aquellas en las que el mdico no era capaz de

    establecer un claro veredicto de conveniencia. Justamente es aqu donde encontramos elpunto de inflexin de la actual Medicina cosmtica: las preferencias subjetivas del

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    paciente hoy versan sobre decisiones graves y, en ocasiones, hasta reconocidamente

    contrarias a la salud.

    La Ciruga esttica es, probablemente, la especialidad mdica en la que el furor

    cosmtico resulta ms evidente y socialmente aceptado. Obviamente, no toda

    intervencin plstica responde a fines subjetivos, pues muchas de ellas son de tipo

    reconstructivo o esttico, es decir, estn orientadas a la consecucin de la salud o de la

    belleza. Pero tambin abundan las operaciones plsticas que no buscan otro particular

    que el de materializar un capricho. El problema es que estos antojos no son como

    tatuarse una rosa en el tobillo o ponerse un piercingen la nariz, sino que exigen serias

    intervenciones quirrgicas y, por tanto, la intervencin de expertos. La epidemia de la

    ciruga esttica y sus abusos son, en este sentido, expresin del papel preponderante de

    las preferencias subjetivas en las peticiones del paciente a su mdico (41). En

    comparacin, la Neurologa cosmtica, aunque viene acompaada igualmente de serios

    peligros, no exige una participacin del profesional en salud mental tan activa y

    explcita, como tampoco son tan evidentes, al menos a corto plazo, las consecuencias

    negativas del consumo ldico de psicoactivos. Esto hace que, en la prctica, la

    Neurologa cosmtica sea un fenmeno tanto o ms extendido que el de la Ciruga

    plstica, aunque con menor repercusin meditica y, desde luego, mucho ms difcil de

    controlar gubernamentalmente.

    Pero volvamos al estudio de las causas de las modas cosmticas. La natural

    inclinacin humana a actuar por motivos afectivos subjetivamente-, no explica por s

    misma la actual intensidad que estn cobrando stas conductas en la Medicina

    contempornea. Dicho fenmeno parece estar provocado, sobre todo, por motivo del

    actual encuentro de los planteamientos de autodeterminacin posmodernos con los del

    positivismo racionalista. No poda acabar de otra manera: la idea de una autonoma

    absoluta a la que, por distintos caminos, conduce el Principialismo y el

    Transhumanismo, ha comenzado a ser recibida sin demasiadas trabas por unacomunidad cientfica que entiende el cuerpo humano como producto de leyes fsicas y

    seleccin natural. Si, como el resto de vivientes, el ser del individuo queda reducido al

    de actividad de adaptacin al medio, entonces, nociones como la de supervivencia o

    salud pierden su carcter normativo[10]. En este contexto hay que entender por qu la

    controversia acerca de la hegemona de la autonoma sobre el dolor e incluso sobre la

    propia vida es un debate de mxima actualidad, una polmica de la que ni la

    Neurociencia ni la Psiquiatra contemporneas estn exentas. Porque tampoco en ambas

    reas las nociones de adaptacin psicofisiolgica tienen carcter regulativo; es decir,

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    son nociones que pueden ser utilizadas para alegar en contra de la investigacin e

    indicacin de psicofrmacos con fines ldicos. El ejemplo ms importante que se puede

    poner en tal debate es el de la conservacin de la vida: desde una interpretacin

    positivista de la ciencia, no hay razones ltimas que sirvan para impedir a nadie

    abandonar, por razones subjetivas, las conductas adaptativas.

    Un ejemplo de cmo los postulados autonomistas estn impregnado la psiquiatra

    es el progresivo abandono de la nocin de respuesta afectiva adecuada. En la tercera,

    pero sobre todo en la cuarta edicin del DSM, dicha expresin, clsicamente utilizada

    para sealar la idoneidad adaptativa de un determinado afecto, ha pasado a convertirse

    en un rea nebulosa ms dependiente de la opinin del enfermo que de supuestos

    estndares clnicos comunes. Todava ms, se teme que en la quinta edicin, cuya

    publicacin se estima para 2013, desaparezca dicho trmino y, lo que es peor, que el de

    salud mental quede, en la prctica, exento de contenidos objetivos. Por ejemplo, bajo los

    nuevos criterios, no ser susceptible de diagnstico quien no se no se sienta enfermo y,

    a la inversa, estar enfermo quien as se crea[11]. Si nada lo remedia, la psiquiatra

    puede volverse mximamente dependiente de los estndares culturales, de las modas

    imperantes y, sobre todo, de quienes, ya sin ms restricciones que los dictados de su

    propia autonoma, aspiran a metas cosmticas.

    Otra razn que explica la paradjica subjetivizacin de la ciencia tiene que vercon el efecto rebote que provoca el fenmeno de medicalizacin. Si el fenmeno de

    medicalizacin est relacionado con los postulados positivistas, la introduccin de la

    objetividad cientfica y de la biotecnologa en todos los aspectos de la vida humana, trae

    como consecuencia, a su vez, una no deseada actitud desospechapara con ellas y, sobre

    todo, para con sus productos. Cuando los dictmenes, cientficos o no, ataen a los

    aspectos ms sensibles o existenciales del ser humano, es muy habitual que stos sean

    acogidos con desconfianza, especialmente si las argumentaciones no son lo

    suficientemente slidas. Pero la verborrea medicalizante no est sembrando solo unfundado escepticismo sobre la ciencia experimental sino, lo que es peor, una actitud

    pragmtica con respecto a sus usos tericos y tecnolgicos. Esa parece ser la causa de

    que un rasgo caracterstico de las sociedades posmodernas sea que los nuevos

    consumidoresde Ciencia seleccionen tendenciosamente los argumentos cientficos y la

    tecnologa, para justificar y materializar unas determinadas creencias, conductas o

    aspiraciones.

    No solo la medicalizacin, tambin el actual neuro-mejoramiento debera serencuadrado en el contexto cosmtico. Como apuntan Sheila Rothman y David Rothman,

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    las promesas de la Medicina mejorativa, que han existido desde siempre,

    frecuentemente solo esconden fiascos promovidos por embaucadores y por ingenuos

    (42). A este selecto grupo hay que sumar ahora a los caprichosos. Lo grave de la

    situacin actual es que las actuales promesas versan sobre el cerebro, un rgano que no

    es similar a ningn otro, como tampoco nuestro desconocimiento sobre su

    funcionamiento es comparable con el resto e incertidumbres que acompaan otras partes

    de nuestro cuerpo. Todo buen mdico reconoce que las incertidumbres sobre su

    manipulacin son tan grandes que hoy resultan slo asumibles en la medida que, al otro

    lado de la balanza, exista suficiente sufrimiento como para que merezca la pena correr

    semejantes riesgos. Pero no es sufrimiento lo que el mejoramiento o la cosmtica

    mdica estn poniendo en juego.

    Para terminar, incoar un problema asociado a las campaas de prevencin que

    desarrollar en el epgrafe siguiente. No parece importar demasiado cunto se advierta

    hoy sobre, por ejemplo, los riesgos del metilfenidato, o cunto acerca de sus ms que

    dudosos beneficios para el expediente acadmico o para la vida laboral. La propaganda

    meditica, la avidez en el consumo y las presiones a las que se ven sometidos los

    mdicos, van en aumento (43, 44 y 45). A qu es debido esto? Parte de la respuesta

    tiene que ver con la voluntaria irracionalidad a la que parece estar entregndose un

    sector del mundo occidental cada vez mayor.

    6. Colapso de la Ciencia y de la Biotica

    La medicalizacin est provocando por s misma actitudes relativistas y hbitos

    consumistas con respecto a los avances cientficos, pero estos hbitos vienen tambin

    favorecidos por el clima autonomista presente -mucho antes que el positivista-, en los

    hogares occidentales. Ahora bien, los comportamientos de cherry pinking han

    terminado por contagiar, no solo a los pacientes, sino tambin a mdicos y cientficos.

    Resulta interesante estudiar este proceso en el reciente encuentro y colaboracin entre la

    Neurotica autonomista y la Neurotica biologicista.

    Consecuencia de este extrao matrimonio es la reciente inclusin de Patricia

    Churchland, una de las principales figuras de la Neurotica biologicista, en el

    Governing Board de la InternationalNeuroethics Society. Recordemos que dicha

    institucin es una las principales instituciones de la Neurotica autonomista. La

    profesora Churchland desarrolla en dicho foro las implicaciones ticas de su propuesta

    eliminativista. Su tica est fundada, como no poda ser de otra manera, en la fisiologa

    del sistema nervioso central y en las llamadas leyes de seleccin natural. De forma

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    resumida, su discurso apela a que el concepto de bien, como el de placer, viene

    constituido por el conjunto de acciones que mueven a la supervivencia, mientras que el

    concepto de mal, como el de dolor, por el conjunto de acciones que promueven lo

    contrario. No obstante, Churchland reconoce que el ser humano no encaja

    completamente en dicho esquema pues, gracias -o por culpa- de su especial inteligencia,

    es capaz de independizarse de los fines de la especie e, incluso, de su supervivencia

    como organismo individual. El hombre es, en su opinin, una realidad supra-biolgica:

    un raro producto de la evolucin. Es el animal que ha escapado, si no de las leyes

    universales de seleccin natural, s de los concretos mecanismos evolutivos que definen

    y que han guiado, desde su aparicin, a los organismos biolgicos por la senda de la

    complejidad[12]. Bajo dicho enfoque, la filsofa pretende justificar, entre otras

    conductas, las autodestructivas. Churchland vincula stas a la consecucin de placer, no

    importa si a expensas de la propia salud.

    Desde un punto de partida evolucionista, Churchland no cree posible desautorizar

    la persecucin del placer a expensas de la salud o la huida del sufrimiento a travs del

    suicidio. nicamente es posible describir dichas conductas como inadecuadas si afectan

    el tejido social, pues entonces se estara destruyendo aquello que permite a la autonoma

    individual crecer y realizarse ms rpidamente. Su conclusin est en total sintona con

    la Neurotica autonomista: si hay que defender valores, stos deben ser exclusivamente

    los construidos por cada sociedad y para cada sociedad, siendo la sociedad misma un

    simple medio para la realizacin de la voluntad de cada hombre.

    El positivismo conduce al relativismo moral pero, en ltimo trmino, tambin al

    relativismo respecto de la propia nocin de verdad que, al igual que la de la salud, acaba

    vacindose de contenido. Sobre esta vuelta del calcetn del positivismo trabaj hasta su

    muerte Richard Rorty, probablemente el ms coherente y conocido profeta del

    Neopragmatismo. En dicha teora, Rorty defiende la imposibilidad de formulacin de

    enunciados objetivos tanto normativos (sobre el deber ser) como descriptivos (sobre elser). Lo interesante del planteamiento de Rorty es que surge tras su proyecto de querer

    fundamentar una teora objetiva del conocimiento sustentada en los particulares

    procesos que tienen lugar en el sistema nervioso central. No casualmente, Rorty es

    considerado uno de los padres del materialismo eliminativo. En efecto, el filsofo

    neoyorquino plante, mucho antes que Churchland, un futuro en el que los seres

    humanos habran abandonado los trminos mentalistas para utilizar un lenguaje

    materialista, esto es, en el que nicamente se hara referencia a estados neuronales. Sin

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    embargo, Rorty fracasa en su empresa: desilusionado, llega a la conclusin de que la

    mente humana no acta ni puede actuar como el "espejo de la naturaleza".

    Tras la capitulacin de su proyecto epistemolgico y, con ello, de la filosofa y de

    la ciencia misma, Rorty dedicar el resto de su vida a defender la sustitucin de la

    nocin de verdad por la de ficcin, entendida esta segunda como el discurso

    desvinculado de toda objetividad, y cuyo valor es el que tiene cualquier otra funcin en

    un organismo: la adaptacin. Coherentemente, Rorty sita las diferentes ficciones

    humanas -las de la ciencia, la literatura, la religin- al mismo nivel. El valor de todas

    ellas, su utilidad, depender del entorno y, sobre todo, de las preferencias individuales,

    que son para Rorty el verdadero cimiento social (46). En conclusin, lo que subyace en

    los tan anhelados acuerdos humanos, antes y ahora, es la persuasin, y a ella nos insta

    Rorty a entregarnos sin los viejos complejos ontolgicos. Y as ha sido. No solo la

    Medicina cosmtica, tambin el consenso anhelado por el Principialismo e incluso la

    bsqueda de la perfeccin que caracteriza a la Medicina mejorativa, son

    fundamentalmente guiados por las dinmicas de la persuasin.

    La trayectoria intelectual de Rorty augura cul ser el final del matrimonio entre

    el Evolucionismo y el Principialismo, entre la Neurotica biologicista y la autonomista:

    el divorcio. En dicha ruptura, lo ms probable es que la peor parte se la lleve el

    positivismo, con la deslegitimacin de las ciencias positivas. El precio pagado por elAutonomismo tampoco ser pequeo: prdida de la responsabilidad moral. Martha

    Farah es, sobre esta cuestin, la neuroeticista que ms claras influencias biologicistas ha

    recibido y en quien ms claramente puede percibirse la progresin de las ideas

    autonomistas hacia su conculcacin.

    Para Farah, combatir el dualismo es lo mismo que asumir que el cuerpo humano

    funciona como una mquina. "La Neurociencia ha empezado a cambiar esta visin

    [dualista], mostrando que no solo la percepcin y el control motor sino tambin elcarcter, la consciencia y el sentimiento espiritual pueden ser rasgos de una mquina. Si

    esto es as, por qu seguir creyendo que contiene un fantasma?". Consecuentemente,

    para Farah, la libertad humana es reducida tambin a dicho marco: "Toda conducta

    parece similar a la del reflejo rotuliano en la siguiente y ms importante cuestin: es

    resultado de una cadena de puros eventos fsicos tan imposibles de resistir como las

    leyes de la fsica" (47). No obstante, esta tesis netamente determinista parece conculcar

    el principal -por no decir nico-, valor del Principialismo, as como el proyecto de auto-

    determinacin posmoderno. Farah, consciente del problema, trata de solventarloesgrimiendo los argumentos del Compatibilismo, posicin tambin recurrente en los

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    planteamientos eliminativistas, de los que llegar a ser una gran impulsora en la

    Neurotica de la Costa Este[13].

    En su artculo de 2005, Neuroethics: the practical and the philosophical, Farah

    deja clara su posicin: es compatible compaginar el determinismo con la idea de

    libertad, si bien sta debe desprenderse de todo cariz de responsabilidad. Lo que resta es

    la autonoma: una nocin que no depende, en el esquema compatibilista, de conceptos

    metafsicos como libre albedro, voluntad, mrito o culpa. En otras palabras, las

    conductas autnomas son las de un organismo que, segn Farah, presenta un sistema

    nervioso central que funciona adecuadamente, mientras que la prdida de autonoma

    tiene que ver con una disfuncin de la inteligencia. En definitiva, actuar libremente es

    actuar correctamente; esto es, como es esperable que acte un organismo sano ante un

    entorno determinado, o como respondera una mquina muy compleja ante concretos

    inputssi todos sus circuitos funcionaran con normalidad.

    El Compatibilismoimpulsa otra forma de medicalizacin, esta vez sobre el objeto

    de los juicios morales y penales, progresivamente sustituidos -eliminados- por los

    juicios mdicos. Paradjicamente, Farah niega que el enfoque determinista influya

    significativamente en los estilos de vida pues, en la prctica, seguiremos tomando

    decisiones y percibindonos como autores de nuestra existencia. Este doble rasero al

    que conducen las tesis compatibilistas es expresado por Farah en los siguientestrminos: "Para la tica, la nica alternativa es un cambio hacia aproximaciones ms

    utilitarias [] En contraste, como individuos [] importa poco si la persona es ilusin

    o realidad" (48). La autora es muy optimista sobre el futuro que invoca dicha actitud

    ambivalente. El impulso determinista de la Neurociencia traer progreso social, al

    acabar con el sentimiento de culpa asociado a los comportamientos clsicamente

    descritos como malvados y, por ello mismo, estigmatizados. Hospitales, que no

    crceles: se es el verdadero signo del progreso, y a l, segn Farah, debemos aspirar.

    La distincin que hace Farah entre lo prctico y lo filosfico conduce a dos

    importantes conclusiones: a) el ser humano puede ser reducido a enunciados fsicos; y

    b) dicha verdad no tiene por qu condicionar los estilos de vida. En primer lugar, la

    solucin compatibilista es percibida por Farah como ineficaz para salvar la creencia

    popular en la libertad humana. Despus de todo, el tipo de autonoma que en dicha

    doctrina se concede al ser humano no es diferente a la que podra predicarse de una bola

    de billar. Tambin en esta segunda hay causas internas que, siendo propias de su

    estructura y dinamismo, no pueden ser reducidas a las causas externas que la rodean.Ambas autonomas se diferenciaran exclusivamente en trminos de complejidad. Por la

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    misma razn, ni en el hombre ni en la bola de billar puede predicarse un autntico

    principio motor, una iniciativa real o eleccin entre posibilidades. Esto es debido a que

    toda causa fsica, no importa si interna u externa (diferenciacin que, como veremos

    luego, ser puesta en entredicho), est determinada por causas precedentes internas y

    externas. En segundo lugar, la separacin entre lo filosfico y lo prctico muestra cun

    dbil es, a criterio de la autora, el vnculo que une los discursos lgicos con las

    creencias y comportamientos sociales. En este sentido, cabe aventurar que la semilla del

    Neopragmatismo rortiano y el uso cosmtico de la ciencia ha comenzado a germinar en

    Farah: aunque pretende fundar sus argumentos en los conocimientos objetivos de la

    Neurociencia, cuestiona explcitamente que stos deban servir para guiar la existencia

    humana.

    El triunfo del Compatibilismo en la Neurotica autonomista (y por extensin en la

    Biotica) supone tambin su colapso. La idea de una libertad medicalizada, sin

    responsabilidad, desnaturaliza el proyecto de autodeterminacin moderno, ya que

    implica aceptar que todo agente est predestinado a elegir las metas de acuerdo a su

    estado fisiolgico y no a su razn. La gloriosa voluntad racional kantiana se ha vuelto

    gris en un contexto en el que las acciones humanas pierden peso ontolgico y tambin

    psicolgico: la creencia, no importa si cierta o falsa, de saberse sujeto a las

    circunstancias -sin culpa y, sobre todo, sin mrito-, promueve un tipo de conducta

    distinta de la que suscita la creencia en un real autogobierno, aunque sea a base de

    exiguos consensos. Y es lgico que quienes tratan de vivir el Compatibilismo asuman

    actitudes cosmticas, dado que es ms fcil para estos individuos justificar unas

    acciones que pueden ser vistas como caprichosas, pero no ya como irresponsables. No

    depende su conducta, despus de todo, de las circunstancias que padece el sujeto? El

    nico lmite a la hegemona de los afectos sern ms afectos: aquellos frutos del

    conocimiento de las consecuencias. Aunque, como dice el refrn, ojos que no ven,

    corazn que no siente. Precisamente es lo que introduce y fomenta la separacin de

    Farah entre lo filosfico y lo prctico. La historia no puede terminar bien. La

    trivializacin de la existencia ha de desembocar en la pasividad de quien, desde el hasto

    de los afectos, juzga la vida como un duro juego, pero un juego despus de todo. Para

    ganar en l, conviene no saber demasiado, no involucrarse en exceso. Entonces, qu

    sentido y qu funcin social puede abrigar la Biotica?

    La gran difusin de las tesis compatibilistas en Neurotica explica, por varios

    motivos distintos, el creciente inters de sus investigadores por la Neurociencia de la

    adiccin y de los hbitos[14]. El proyecto de reducir a teoras positivas la toma de

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    decisiones y las conductas voluntarias, encuentra en los trastornos adictivos y en las

    conductas automticas el campo idneo de investigacin. La causa de ello es que ambos

    escenarios estn estrechamente asociados a nuestra capacidad de percibir y distinguir

    conductas sobre las que se ejerce ms o menos control. Concretamente, la hiptesis de

    trabajo compatibilista buscara demostrar cmo tanto los comportamientos voluntarios

    como los involuntarios son causados por mecanismos fsicos y que, por tanto, ambos

    son predecibles incluso antes de que el agente sea consciente de su intencin de actuar.

    El reto de este proyecto es doble: por una parte, lograr demostrar la predictibilidad de

    las conductas voluntarias; por la otra, distinguir los tipos de causaciones que dependen

    de los mecanismos ms complejos del sistema nervioso central, especialmente aquellos

    conscientes y sometidos a las funciones ejetuvias[15].

    Un segundo motivo, de naturaleza ms prctica y marcadamente medicalizante, es

    el que expone Henry T. Greely, director del Center for Law and the Biosciencesde la

    Universidad de Stanford y cofundador de la Neuroethics Society. En su artculo

    Neuroscience and Criminal Justice: Not Responsability but Treatment, publicado en

    2008, reclama drsticos cambios en el modelo clsico de justicia, basado en la sancin y

    en la reintegracin del delincuente. Su idea es crear uno nuevo, ms centrado en la

    rehabilitacin, con grandes similitudes con los programas ya existentes para el

    tratamiento de adicciones (55). Por qu empearse en castigar a quien no es un

    delincuente sino un enfermo?

    Una ltima razn para el xito de la Neurotica de la adiccin es la relacionada

    con el clima psiquiatrizante imperante y con la llegada de las nuevas tendencias

    cosmticas (y pseudo-mejorativas) que, como hemos visto, fomentan nuevos hbitos de

    consumo psicofarmacolgico. La Neurotica no es ajena a la preocupante escalada

    psicofarmacolgica, que en buena medida ella misma promueve. Sin embargo, en el

    prisma en el que la Neurotica observa este fenmeno se problematiza en tal grado la

    nocin de salud y de responsabilidad, que sus defensores acaban por achacar los malescosmticos a las viejas creencias respecto a la naturaleza humana. Cerrar el epgrafe

    desarrollando algo ms esta idea.

    El encuentro entre el mundo positivista y el autonomista trae para ambos el

    derrumbe de la experiencia ntima de libertad, estrechamente relacionada con la de

    racionalidad. Porque si es difcil explicar cmo desde un universo estrictamente fsico

    se pueden formular enunciados objetivos, mucho ms difcil es justificar cmo a partir

    de ellos es posible establecer planes de accin. Es en ste marco en el que se denuncia lailusin de un doble dualismo: racionalidad/materia y autonoma/materia. Lo que implica

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    erradicar ambos espejismos es entender que lo real es la materia, y solo materia, ahora

    ya desencantada. El final del camino del proyecto eliminativista es un mundo libre de

    aquello que nunca existi, desencantado, y por supuesto, sin prejuicios con respecto a la

    neurotecnologa. Despus de todo, el miedo a dejarse atar por los psicofrmacos no

    tiene sentido cuando se sabe que el estado natural del hombre es el de la determinacin.

    Y, qu importa una determinacin sobre otra?

    7. Claves ontolgicas de la Neurotica

    Explicado cmo la alianza de la Neurotica biologicista y autonomista conlleva la

    progresiva disolucin de las nociones de objetividad y de responsabilidad. ste epgrafe

    est dedicado a mostrar otro bastin derribado bajo dicho paraguas: la nocin de

    persona.

    Utilizar otra vez los trabajos de Farah como muestra representativa de lo que es

    la lnea de pensamiento predominante en Neurotica. En el artculo de 2007,

    Personhood and Neuroscience: Naturalizing or Nihilating?, que Farah escribe junto a

    Andrea S. Heberlein, se ligan los conceptos persona y dignidad con concepciones

    religiosas que - en opinin de las autoras- la Neurociencia est destinada a desmitificar

    y reducir a teoras neuronales. El argumento de dicha investigacin parte de la siguiente

    premisa: hay una intrnseca relacin entre una definicin personal de identidad humana

    y la creencia clsica en la libertad. Persona es "aquella responsable de sus actos y que,

    por ello, es susceptible de mrito o culpa". A la luz de esta definicin cobra sentido,

    segn las autoras, denominar accionesa la conducta de las personas -para diferenciar

    stas de lo que son meros movimientos- y agentes a quienes puede imputarse

    responsabilidad real -en contraste con las simples reacciones atribuibles a los cuerpos

    fsicos-. Y vamos a ver cmo es precisamente en este punto donde Farah da el salto de

    los planteamientos de la Neurociencia de la tica a los de la tica de la Neurociencia.

    Farah tiene razn cuando afirma, por un lado, que la tica occidental lleva girando

    desde hace cientos de aos en torno a una interpretacin de dignidad humanaque est

    fundada en la idea de persona[16]. Y por el otro, cuando reconoce las implicaciones

    ticas que tiene el hecho de que la Neurociencia acabe con la creencia en la

    responsabilidad humana (48). Las consecuencias del matrimonio entre el biologicismo y

    autonomismo saltan otra vez a la vista: Farah se da cuenta de que la Biotica

    contempornea, naive cuanto cabe, ha estado abordando los problemas ticos en su

    dimensin moral, sin atender ni discutir las premisas sobre la agencia que sostienen

    tales discursos. Ha llegado el momento -nos insta la autora- de que los bioeticistas

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    comiencen a aceptar y a usar el gran nmero de piezas que la Neurociencia ya es capaz

    de ofrecer en el puzle tico del aborto, de la eutanasia, de la muerte cerebral o de la

    experimentacin animal.

    Veamos un caso concreto de lo que Farah est tratando de transmitirnos, que no es

    otra cosa que el ideario eliminativista. La autora presenta algunas hiptesis

    neurobiolgicas en boga para explicar la honda creencia en el carcter singular y

    sobrenatural de la realidad humana, que es, segn ella, expresin de una clara ventaja

    evolutiva