Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos
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Resumen y compre nsión del texto
Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos
El problema de S ócrates
Crítica del ‘sabio’ Sócrates, de la sabiduría socrática, de la filosofía
- Sócrates es decadente, representa la época de la decadencia de Atenas
o La decadencia de Atenas se atribuía a su degeneración por la anarquía de los
instintos, a la falta de un orden en los instintos (falta de unidad, defensa de
los intereses particulares)
o Sócrates se consideraba un buen griego (ateniense). El prototipo de
ciudadano ateniense era ser “bueno y hermoso”. Pero, según Nietzsche,
Sócrates era “feo y vicioso”; ni siquiera era de buena familia (aristócrata). —
Era ‘malo’ en los dos sentidos en que Nietzsche usa el término: de mala raza,
de clase baja (un plebeyo); y un malvado, perverso (con un criminal lo
compara Nietzsche). Además, los antiguos helenos (la tradición, la costumbre)
se guiaban por los instintos.
- Sócrates es decadente porque es contrario a la vida, se opone a ella
o Dice no temer a la muerte
o Según Nietzsche, debía estar enfermo o ser débil
o Pero, según Nietzsche, no es sabio pretender juzgar o valorar críticamente la
vida, como si ésta fuera cuestionable: la vida es el presupuesto fundamental
incuestionable
o Se enfrenta a la vida reprimiendo y ordenando los instintos por completo
mediante la razón (autodominio). Debido al principio de la racionalidad
absoluta, en él no hay espontaneidad, autenticidad, naturalidad, sino
segundas intenciones (perversión), resentimientos (malicia), venganza (no
justicia)… Para Sócrates, la felicidad se alcanza mediante la virtud, que es el
dominio racional de los instintos.
o Sócrates implanta la dialéctica como método: la argumentación racional. Este
método es insolente, pues no atiende a autoridades, ni a regímenes
establecidos (aristocráticos), sino que pone a todos “democráticamente” por
iguales, encauzando todos los enfrentamientos hacia la disputa racional: dar y
pedir razones. Todos los demás poderes o virtudes quedan desplazados (y
absorbidos) por el poder de la razón. La dialéctica es una forma decadente de
ejercicio del poder, pues beneficia a los físicamente más débiles, que son los
que, por no poder imponerse mediante la fuerza física, no tienen más
remedio que desarrollar la inteligencia, pero también el resentimiento y la
venganza. —No son “mejores” que los fuertes, los brutos… sino solamente
“distintos” y, eso sí, vitalmente más débiles, por ello contribuyen a la
evolución descendente del ser humano.
o El éxito de Sócrates se debe a que incita el instinto griego de competición, a
través de las disputas dialécticas. Por otro lado, su método de la racionalidad
por principio no es fácil de aceptar por sí mismo, pero acaba asumiéndose
como posible solución para la situación de crisis que se vivía en Atenas por la
contraposición anárquica de los impulsos irracionales.
o Sin embargo, según Nietzsche, la solución socrática no resuelve realmente el
problema, sino que es otra forma de enfermedad: no se pueden reprimir los
instintos por completo, pues la verdadera felicidad sólo puede basarse en la
(correcta) satisfacción de los instintos naturales. La solución socrática es,
pues, antivital y decadente.
§ 1. Los (supuestos) ‘sabios’ son decadentes (contrarios a la vida)
Los sabios se oponen a la vida, juzgan que no tiene valor, porque deben estar enfermos, son
decadentes.
Los (supuestamente) ‘sabios’ juzgan que la vida no vale nada (cansancio de la vida, oposición a
la vida, la vida es una larga enfermedad).
La oposición a la vida es síntoma o indicio de algo patológico (algo ha de estar enfermo).
Creen que porque estén todos de acuerdo (consenso) en algo, ya por eso va a ser verdad.
Pero ‘nosotros’ (los vitalistas) pensamos que habría que examinarlos (clínicamente), pues
deben estar enfermos e incluso moribundos (carentes de vitalidad, están perdiendo la vida)
para pensar así: son decadentes.
Términos básicos: vida, decadencia, verdad o verdadero.
Términos auxiliares: ‘sabios’, juzgar, síntoma o indicio , enfermedad.
§ 2. Esos (supuestos) ‘sabios’ no son auténticamente sabios, pues pretenden juzgar la vida, y
el valor de la vida no lo podemos medir, siendo nosotros seres vivos
Lo que digan los sabios, aunque estén todos de acuerdo, no por eso es verdadero: los sabios
que pretenden juzgar el valor de la vida, demuestran no ser auténticamente sabios, sino
ignorantes, pues semejante juicio no es posible para seres vivientes, ya que no pueden adoptar
una posición o una actitud imparcial ante la vida (que ellos mismos viven). —La vida es un
presupuesto básico, es el principio fundamental.
La idea de que los ‘sabios’ son una manifestación de la decadencia viene de reconocer
concretamente a Sócrates y Platón como síntoma de la decadencia griega ateniense, y, por
tanto, como pseudogriegos (falsos griegos) o incluso antigriegos (ellos, que se presentaban
como defensores de lo griego, como los auténticos griegos –los aristócratas griegos…-).
El acuerdo (consenso) de los ‘sabios’ no demuestra que tengan razón, sino que coincidían en
tener la misma patología fisiológica (enfermedad), que les obligaba a tener que adoptar una
actitud negativa ante la vida (antivital).
Pero los juicios de valor acerca de la vida no pueden ser verdaderos, sino que sólo son un
síntoma de algo patológico, como es el pretender haber adoptado una distancia o una
separación respecto de la vida, de haberse apartado de ella. Nosotros no podemos medir el
valor de la vida, es absurdo pretender juzgarla, pues nosotros mismos somos vivientes:
seríamos juez y parte. No podemos apartarnos de la vida, distanciarnos de ella para juzgarla
imparcialmente. El valor de la vida no es un problema. Por el contrario, pretender hacer este
juicio demuestra una falta de (auténtica) sabiduría. Por ello, los supuestos ‘sabios’ no son
auténticamente sabios.
Términos básicos: vida, decadencia, Sócrates.
Términos auxiliares: sabios, griegos (pseudogriegos, antigriegos, juicios de valor), síntomas,
enfermedad.
—Indagar sobre la decadencia de Atenas.
§ 3. Sócrates era decadente: no era un auténtico (aristócrata) griego (bueno y bello), como
pretendía, sino que era de clase baja (feo y vicioso)
Sócrates no era un (aristócrata) griego (bueno y bello), sino, por el contrario, un plebeyo, feo y
vicioso: un criminal.
Sócrates era de ascendencia plebeya. No era un auténtico griego (un aristócrata).
En contra de lo que se tenía como característico del modelo de griego (“bueno y bello”),
Sócrates era feo y vicioso (un criminal típico).
—La fealdad es expresión de falta de pureza en la raza, de una evolución descendente
(decadencia o degeneración). También se considera que los criminales suelen ser feos,
monstruosos.
—Un extranjero le echó en cara que era un monstruo y que escondía en su interior los peores
vicios y deseos. Y Sócrates mismo le reconoció que era cierto.
Términos básicos: evolución descendente (decadencia), Sócrates.
Términos auxiliares: griego, feo-criminal-vicioso.
§ 4. Rasgos de decadencia en Sócrates
El carácter decadente de Sócrates (antigriego) se manifiesta en su intento de resolver el
(actual) desorden y la anarquía de los instintos, por principio, de manera generalizada, para
siempre, mediante la razón. Pero este no es más que un planteamiento reactivo, exagerado,
desproporcionado, que pervierte el orden natural (instintivo) que siempre ha reinado antes
entre los antiguos griegos.
Síntomas de decadencia (falta de vitalidad) (en Sócrates):
- El desorden y la anarquía entre los instintos [reconocido por Sócrates en el párrafo
anterior] es síntoma de degeneración.
- La superfetación de lo lógico (racional). —La potenciación de lo racional (frente a lo
instintivo).
- La malignidad-de-raquítico [párrafo anterior: feo y vicioso; malo –de mala calidad- y
malvado (perverso)].
- Todo en él tiene segundas intenciones (carácter perverso, malvado), es subterráneo
(oculto, escondido). —[Carácter reactivo, resentido y mental (interior, anímico,
intelectual, racional)].
- Presupuesto de que Razón = Virtud = Felicidad: la felicidad se alcanza mediante la
virtud, que es el dominio de los instintos por la razón. —Los instintos de los antiguos
helenos lo desmienten.
Términos básicos: razón e instinto, malo-malvado, razón-virtud-felicidad, decadencia, Sócrates.
§ 5. Sócrates implanta la dialéctica, que es un recurso plebeyo
La dialéctica es la forma insolente de dar y exigir razones de quienes no tienen la autoridad y el
poder de imponer las cosas por sí mismos y necesitan justificaciones. Cuando algo necesita ser
demostrado es que no tiene valor por sí mismo. Con la dialéctica, propia del modo de vida
democrático (plebeyo) se pierde, por tanto, el modo de vida aristocrático, de las buenas
costumbres.
Con Sócrates cambia el gusto griego de aristocrático a plebeyo [democrático], por su
inclinación hacia la dialéctica.
Entre los aristócratas, la dialéctica se considera como malas maneras, pues, con ella, los
jóvenes se ponen insolentes, faltan al respeto de la autoridad superior. Por eso, se evitaba
enseñar la dialéctica a los jóvenes.
Las cosas y las personas honradas , la autoridad y las buenas costumbres… no requieren
razones. Es indecente dar o pedir razones. Lo que tiene que ser demostrado (racionalmente) es
que tiene poco valor por sí mismo.
La dialéctica es una habilidad plebeya [democrática], porque pone al inferior al mismo nivel
que el superior, pues, por un lado, le permite dar argumentos y defender o justificar así su
postura; y, por otro lado, le permite exigir argumentos al que está arriba, pedirle cuentas. Así,
el inferior puede justificar su conducta; y el superior debe justificarla. —No le basta imponerla.
Términos básicos: dialéctica, Sócrates.
Términos auxiliares: aristocrático-plebeyo.
§ 6 La dialéctica sólo se usa por necesidad, por impotencia
La dialéctica es sólo legítima defensa, recurrir a la fuerza del derecho, cuando ya no tiene
fuerzas por sí mismo para realizar o imponer su voluntad. —Cuando uno no puede o no
consigue imponerse, entonces trata de ser razonable, de convencer a los demás.
La dialéctica, en realidad, no es convincente, desconfía, por eso exige razones.
Sólo se recurre a ella cuando las cosas, las personas, no valen o imperan por sí mismas. Quien
puede hacer su voluntad, no necesita dar explicaciones.
La dialéctica es sólo legítima defensa, de los que no tienen ya otro recurso para realizar o
imponer su voluntad. Sólo cuando uno no tiene fuerza por sí mismo, entonces recurre a la
fuerza del derecho.
Pero, ¿acaso fue Sócrates un dialéctico?
Términos básicos: dialéctica.
§ 7. La dialéctica socrática es una forma de poder reaccionario, resentido, vengativo
La dialéctica encierra un poder (decadente), pues al llevar la disputa al terreno de las razones,
de la inteligencia, consigue anular los otros poderes del adversario. Es, por tanto, una forma de
imposición de los que no tienen autoridad por sí mismos, otros poderes que los de la razón.
¿Es entonces Sócrates, con su dialéctica, un rebelde, un plebeyo resentido, vengativo, contra
los aristócratas?
La dialéctica es un instrumento implacable, tirano (es una forma de poder, de ejercer un
poder, aunque decadente): al imponer la vía de la razón (de la inteligencia), el dar razones:
- Le obliga a tener que demostrar que no es un idiota (a justificarse). Ridiculiza al
adversario, lo hace rabiar.
- Lo deja sin (otros) recursos propios (posibles) de defensa.
- El dialéctico le quita a su adversario poder (poder de su inteligencia).
¿No será, pues, la dialéctica socrática, más que una forma de venganza?
Términos básicos: dialéctica, Sócrates, activo-reactivo, resentimiento-venganza, poder
(decadente), inteligencia.
Términos auxiliares: aristócratas-plebeyos.
§ 8. Sócrates fascinaba a los jóvenes aristócratas porque excitaba el impulso griego de la
competitividad
Sócrates fascinaba a los jóvenes aristócratas griegos pues mediante las disputas dialécticas
estimulaba el instinto griego antiguo de competición.
Pero Sócrates resultaba fascinante:
- Los aristócratas antiguos griegos tenían una inclinación natural hacia la competición.
- Sócrates incitaba a los jóvenes a competir mediante la dialéctica (arte de la disputa
racional).
- Por eso, Sócrates era un “erótico”: excitaba un instinto de los griegos.
Términos básicos: Sócrates, instinto-razón.
Términos auxiliares: aristócratas-plebeyos.
§ 9. Sócrates es una manifestación ejemplar de la decadencia (aristocrática) de Atenas
Sócrates reconoció en Atenas la misma situación decadente de que estaba el afectado: la
anarquía de los instintos. Y trató de dar una solución: conseguir el dominio de los instintos por
la razón. Pero, su solución, en realidad, era peor que el problema en sí mismo, no más que un
truco, y, sin embargo, fascinó a los demás. Y, así, llegó a hacerse necesario para los demás
(para los aristócratas griegos).
El problema de Atenas se debía a la degeneración producida por la anarquía de los instintos:
éstos tratan de imponerse por sí mismos, sin control alguno, como unos tiranos, volviéndose
unos contra otros y llevando hacía el exceso.
Sócrates, que había reconocido padecer este mismo mal —albergar los peores instintos en su
interior [ver párrafo 3]—, lo resolvió personalmente con el autodominio de sus instintos
mediante la razón (contratirano de los instintos). Eso es la virtud: hacerse uno dueño de sí
mismo.
Recomendando esta fórmula a los demás, llegó a hacerse dueño de todos.
Pero, en realidad, esto no era más que un truco para la autoconservación, sólo una apariencia
de cura.
Términos básicos: Sócrates, decadencia, instinto-razón.
Términos auxiliares: aristócratas-plebeyos, remedio-enfermedad.
§ 10. La necesidad de Sócrates (racionalidad, moralidad) frente a la confusión de los instintos
indica que se está en una situación de crisis
La elección por la racionalidad como método no es libre, espontá nea, sino forzada por una
situación de crisis o enfermedad, que es el desorden en los instintos: la opción es o perecer o
ser absurdamente racionales. Pero esta opción es además fanática —intenta someter a todo
instinto— y, por ello, no es mejor y no resuelve correctamente el problema, sino que se
convierte en otro problema, otra enfermedad.
La necesidad de hacer de la razón un tirano indica que existe el peligro de que otra cosa (los
instintos, de manera contradictoria) haga también de tirano.
La racionalidad no se elige libremente, sino sólo por necesidad, como cura o remedio, por
padecer una enfermedad. El fanatismo por la racionalidad revela que se debe estar en crisis,
en peligro, es decir, que sólo se tiene una opción: o perecer o ser absurdamente racionales.
La opción de la racionalidad, aunque se presenta como inevitable, no es mejor, no resuelve
correctamente el problema.
El predominio de la racionalidad (el moralismo griego platónico y su aprecio hacia la dialéctica)
está patológicamente condicionada (se hace necesario por padecer una enfermedad).
El presupuesto de que Razón = Virtud = Felicidad (característico de Sócrates: ver párrafo 4)
supone la adopción de Sócrates como modelo que es necesario imitar. Según este
presupuesto, es necesario enfrentar la luz de la razón o la inteligencia (claridad, lucidez) a la
oscuridad (inconsciencia) de los apetitos, de los instintos, que conducen hacia abajo.
Términos básicos: instinto-razón, razón-virtud-felicidad, Sócrates, dialéctica, moralidad.
Términos auxiliares: remedio-enfermedad, luz-oscuridad, inconsciente.
§ 11. Sócrates no remedia la decadencia, sino que contribuye a ella, pues el principio de la
racionalidad contra todo instinto elimina la fuente de la felicidad en la vida ascendente
Sócrates no resolvía realmente el problema de la decadencia de Atenas, pues, en la vida
ascendente, son los instintos los que producen la felicidad, y la racionalidad socrática, aplicada
por principio, lucha contra todo instinto. Por tanto, es también decadente.
Sócrates y el cristianismo (toda “moral-del-mejoramiento”) fueron malentendidos:
- Sócrates no era realmente un médico, un salvador: su solución contra la decadencia
no era una verdadera cura, sino sólo otra enfermedad, otra forma de expresión de la
decadencia.
- La “racionalidad a toda costa (por principio)”, el tener que oponerse a todo instinto
siempre, no produce verdadera salud, virtud, ni verdadera felicidad, pues, mientras la
vida asciende, es el instinto el que produce la felicidad.
Términos básicos: instinto-razón, Sócrates, decadencia, felicidad
Términos auxiliares: remedio-enfermedad, “moral-del-mejoramiento” (ver más adelante, el
último epígrafe del texto de Nietzsche).
§ 12. La sabiduría socrática no es más que un engaño, pues es contraria a la vida
La sabiduría socrática no es más que un autoengaño; Sócrates no era más que un enfermo
crónico, pues amaba la muerte.
Sócrates fue siempre contrario a la vida, amaba la muerte. Fue siempre un enfermo.
Su sabiduría no es más que es un engaño.
No era él médico, sino que consideraba que era la muerte la que todo lo curaba.
Términos básicos: Sócrates.
Términos auxiliares: ‘sabiduría’, remedio-enfermedad.
La “razón ” en la filos ofía
Según Nietzsche, la filosofía se caracteriza:
1) Por su falta de sentido histórico.
2) Por confundir el problema (histórico) del origen con el problema (filosófico) del
principio o la causa de las cosas (la finalidad, la idea, la esencia de las cosas…).
Ambos errores tienen en común el prejuicio de que los sentidos nos engañan y que sólo la
razón nos permite acceder al mundo verdadero (considerado como meta-físico). Sin
embargo, según Nietzsche, es más bien la razón la que nos engaña creando ficciones,
mientras los sentidos no hacen más que testimoniar la única realidad que hay, que es el
mundo que se nos manifiesta, el mundo aparente. Para Nietzsche, lo ‘aparente’ no es falso,
pero lo ‘ideal’ o ‘mental’ sí lo es. La razón es espontánea y crea o inventa sus objetos; los
sentidos nos dan perspectivas (diferentes) de la realidad. Los sentidos son la base de la ciencia
(empírica); la razón, sin ellos, al margen de ellos, no puede crear más que monstruos.
La consideración del mundo aparente como erróneo o engañoso se debe a los prejuicios que
la razón (lógos) proyecta sobre la realidad, a través de las categorías de la gramática del
lenguaje (lógos).
Giro copernicano: los conceptos metafísicos proyectan las categorías de la gramática a la
realidad (p. ej. la distinción entre sujeto y predicado o entre agente y acción, la idea de un
“yo” sustancial, que también transferimos a las cosas como sustancias, la idea general de
ser…). En realidad, se trata de conceptos añadidos por el sujeto a partir de la gramática, para
nuestra comprensión intelectual del mundo (idealismo trascendental). El nuevo mundo que
resulta de ello nos lleva a pensar que el mundo sensible, aparente, es falso. —Yo > sustancia >
ser; voluntad > causa; perfección > Dios… (la voluntad no es más que una palabra; el concepto
de Dios viene en definitiva de la gramática).
Los conceptos (filosóficos, metafísicos) (cfr. las categorías de Kant) son como ídolos, que nos
dan una visión fetichista de la realidad (prejuiciosa, estereotipada), pues prescinden de todo
lo que es cambiante y diverso, que sólo los sentidos nos pueden ofrecer. Con la abstracción
de lo concreto, la razón se aleja de la realidad y no genera más que palabras vacías de todo
contenido real, singular; como momificaciones que pretenden fijar la realidad de una manera
rígida (unitaria y permanente). —Los filósofos rehúyen el cambio (el devenir: la historia), en
busca de esencias permanentes (como las Ideas de Platón), realidades ideales, lo que son (o
más bien deben ser) las cosas. La visión de los filósofos pretende ser la perspectiva
(verdadera) de la realidad desde la eternidad (sub specie aeterni).
Los filósofos valoran más los conceptos más abstractos (más vacíos, menos reales). Y forma
parte de su consideración hacia ellos el concebirlos como originales, como principios de todas
las cosas, como no causados por otros, no dependientes (causa sui). P. ej. el concepto
metafísico por antonomasia: ‘Dios’.
La idea de un mundo verdadero , inventado por la razón, fuera del mundo aparente, el
sensible, que es el único real, es decadente, pues se debe al afán por encontrar una vida
“mejor” que “esta”. Pero sólo “esta” es la vida real. Y la ilusión de una vida ideal nos lleva
hacia la nada e incluso hasta a amar la muerte.
Para el hombre-artista, las apariencias de la realidad no necesitan ser verdaderas; no hay una
visión que sea la verdadera. Las visiones del artista, las apariencias de la realidad, son
versiones de la realidad, perspectivas. El artista trágico acepta, admite, todos los aspectos de
la realidad: lo bueno o favorable y lo malo o desfavorable. El artista trágico es dionisíaco.
§ 1. La filosofía se caracteriza 1) por su falta de sentido histórico, por su rechazo hacia lo
sensible (cambiante y diverso), en busca de un mundo “verdadero” metafísico, permanente
Los filósofos elaboran representaciones conceptuales de las cosas, que son como ídolos,
porque prescinden de todo lo cambiante y sensible, y, por ello mismo, se convierten en falsas
e irreales
Los filósofos carecen de sentido histórico, porque rehúyen por completo la representación de
todo devenir (cambio) en las cosas: la muerte, la procreación, el crecimiento….
Producen representaciones conceptuales, que pretenden darnos la esencia de la cosa “lo que
es”. Y consideran que esta esencia no cambia. Las representaciones de los filósofos pretenden
ser ‘sub specie aeterni’ (perspectivas de las cosas vistas desde lo eterno, completamente
ajenas a cualquier cambio o variación).
Los conceptos no son más que momias. Los filósofos rinden culto a ídolos conceptuales. [Cfr.
Sobre verdad y mentira en sentido extramoral].
Los filósofos creen en el ente, pero consideran que no pueden percibirlo, porque niegan todo
valor a los sentidos, a la sensibilidad (la consideran engañosa, mentirosa, inmoral): consideran
que no nos da el mundo verdadero. —También rechazan el cuerpo.
Términos básicos: sentido histórico, mundo verdadero, ser-devenir, verdad-mentira, razón-
sentidos, conceptos.
Términos auxiliares: ’sub specie aeterni’, ‘lo que es’, ídolos, los filósofos.
§ 2. Los sentidos no mienten, es la razón la que miente, inventa, todo un mundo metafísico
como supuestamente el verdadero: el único mundo que hay es el mundo aparente, sensible
Los filósofos rechazan los sentidos porque sólo se fijan en un aspecto de las cosas (sea el
cambio y la multiplicidad o la permanencia y la unidad). Pero es nuestro juicio ( racional) lo que
falsea el testimonio de los sentidos. No hay más mundo que el aparente (sensible); el mundo
inteligible, metafísico, no es más que una mentira, una ficción, un invento de la razón.
Los filósofos rechazan los sentidos porque muestran cambio y diversidad (los eleatas:
Parménides). Pero Heráclito los rechaza porque muestran lo permanencia y unidad.
Pero los sentidos no mienten: es nuestro juicio sobre lo que sentimos lo que introduce la
mentira (el error o el engaño).
- La razón falsea el testimonio de los sentidos e introduce la mentira de la unidad, la
coseidad, la sustancia, la permanencia… —Según Heráclito, el ser es una ficción vacía.
El mundo “aparente” [sensible] es el único; el mundo “verdadero” [inteligible , metafísico] no
es más que una mentira añadida… (que introduce un falso dualismo).
Términos básicos: razón-sentidos, mundo aparente-mundo verdadero, conceptos metafísicos
(unidad, permanencia, sustancia, ser…).
Términos auxiliares: los filósofos, Heráclito-Parménides (los eleatas).
§ 3. Los sentidos son la base de la ciencia, gracias a los cuales ésta puede tratar sobre la
realidad. La razón, por sí sola, no genera más que monstruos
Los sentidos son la base de la ciencia. Sin ellos, la razón sola no produce más que monstruos,
en los que no se muestra realidad alguna.
Los sentidos sirven para la observación. El más sutil de todos es el olfato, pero suele ser
despreciado.
La ciencia empírica se basa en el testimonio de los sentidos y luego lo elabora racionalmente.
Cuando la razón prescinde de los sentidos no produce más que monstruos [Goya: “El sueño de
la razón produce monstruos”], como la metafísica, la teo-logía, la psicología, la teoría del
conocimiento, las ciencias formales (la lógica, sobre los signos, y su aplicación, la matemática ).
En estas ciencias no aparece la realidad, ni se llega a plantear el valor de los signos.
Términos básicos: razón-sentidos, ciencia, metafísica, apariencia-realidad.
§ 4. La filosofía se caracteriza también 2) por confundir lo último y lo primero (los conceptos
más abstractos, con los verdaderos principios supremos de las cosas)
Los filósofos valoran más los conceptos más elevados (abstractos: los conceptos metafísicos)
que lo real concreto, y llegan a convertirlos en principios de todas las cosas: p. ej. ‘Dios’ como
causa sui y ens realissimum.
‘Lo último’ son los conceptos más elevados, más generales, más abstractos, más vacíos… a los
que hemos llegado mediante el proceso filosófico de depuración por el que forjamos los
conceptos [cfr. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral: metáforas originales que se van
desgastando con el tiempo, por su uso, llegando a perder la consciencia de su carácter
metafórico, de manera que llegan a tomarse por representación fiel de la realidad].
‘Lo primero’ se refiere al comienzo, al principio, a la causa de todo. —Nietzsche distingue entre
el concepto filosófico de origen o principio como causa esencial de las cosas, y el sentido
histórico del origen o el principio como comienzo cronológico fáctico (de hecho).
La filosofía jerarquiza los conceptos que destila y venera los superiores: considera conceptos e
incluso valores supremos a los más generales o abstractos que puede elaborar (ente, lo
incondicionado, el bien, lo verdadero, lo perfecto…). —Cfr. jerarquía de las ideas en Platón.
La filosofía considera que los conceptos supremos (más valiosos) no pueden proceder de otros
(sería indigno de ellos), no pueden devenir, han de ser permanentes, esenciales, eternos [cfr.
teoría de las ideas de Platón], y, por ello, los considera como principios: causa sui (causa de sí
mismos, se explican por sí mismos, no por ninguna otra cosa).
P. ej. el concepto de “Dios” como causa sui [cfr. también en Aristóteles, el concepto de Dios
como motor inmóvil] o como ens realissimum (ente realísimo).
—Todo esto no es más que fruto de dolencias cerebrales de enfermos tejedores de telarañas
[cfr. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral: el orden de los conceptos].
Términos básicos: origen-causa, causa sui, conceptos, conceptos metafísicos (ente, lo
incondicionado, bien, lo verdadero, lo perfecto, Dios, causa sui, ens realissimum).
Términos auxiliares: enfermedad.
§ 5. La consideración del mundo aparente como erróneo se debe a los prejuicios que la razón
proyecta sobre la realidad a través de las categorías de la gramática del lenguaje
Los prejuicios de la razón, que se manifiestan a través del lenguaje, son los que nos inducen a
crear de manera fetichista los conceptos metafísicos como proyección de las categorías
gramaticales. El nuevo mundo dibujado por la seducción y el engaño del lenguaje nos hace
pensar que el mundo sensible, aparente, es erróneo y que el verdadero es el que la razón
proyecta a partir del lenguaje.
Nueva perspectiva sobre el problema del error y la apariencia:
- Antes el cambio y el devenir se tomaba como prueba de mera apariencia, y se
entendía que la apariencia producía engaño, es algo que induce a error.
- Pero, advertencia: es el prejuicio de la razón el que nos fuerza a poner unidad,
identidad, permanencia, sustancia, causa, coseidad, ser… y nos lleva a suponer que ha
de haber verdad y error (nos enreda en la malla del error, de la necesidad de error). —
Pero, ¿por qué ha de haber error?
- Giro copernicano: es el lenguaje el que nos hace proyectar todas esas concepciones
sobre la realidad. El lenguaje nos seduce: nos induce a proyectar sobre las cosas sus
estructuras, los presupuestos de la metafísica del lenguaje, de la razón, en definitiva,
de la gramática (fetichismo).
- P. ej. la distinción entre agente (sujeto) y acción (predicado –verbal-), la creencia en la
voluntad como causa, la creencia en el yo como ser, como sustancia, y la proyección
de este concepto a las cosas, también como “cosas”, sustancias; el concepto de “ser” ,
que deriva del concepto de “yo” y es añadido por el propio pensamiento [como las
categorías de Kant en el idealismo trascendental] como causa.
- El error inicial fundamental es pensar que la voluntad es una facultad, que es causa, es
decir, algo que produce efectos. Pero, en realidad, la voluntad no es más que una
palabra (carente de significado) [cfr. Hume, Compendio… § 7]. Con Kant, la causalidad
ha de ser una categoría de la razón, pues no puede extraerse de la experiencia. Platón
supuso en cambio que las categorías racionales debíamos haberlas obtenido de una
vida anterior más elevada (la razón nos hace divinos, superiores).
- El error acerca del ser fue formulado por los eleatas (Parménides). Está reforzado por
el lenguaje y, por ello, sedujo incluso a los adversarios de éstos (Heráclito, pero
también Demócrito, con su invención del átomo). —La manifestación de la razón a
través del lenguaje nos lleva al engaño: nuestra creencia en Dios está basada en la
gramática.
Términos básicos: ser-devenir, Heráclito-Parménides, apariencia-realidad, verdad-error,
conceptos metafísicos (unidad, identidad, permanencia, agente-acción, yo como sustancia, ser,
voluntad como causa, coseidad), razón-lenguaje, metafísica-lenguaje.
Términos auxiliares: categorías de la razón.
§ 6. El mundo aparente es el real; el llamado mundo “verdadero” no es más que una ilusión
El mundo real es el aparente, pero no es de una única forma definida, sino que hay tantas
versiones de él como observadores (artistas/no racionales). No está justificada la invención o
la existencia de un mundo “verdadero”: el “mundo verdadero” es sólo una ilusión decadente,
que demuestra la voluntad de huir de la vida real en busca de una vida “mejor”.
En síntesis y paradójicamente:
1. Por lo mismo que “este” mundo se considera aparente , por ello mismo resulta que es
real: nuestro mundo real es el aparente, el que percibimos. —Cualquier realidad que
no sea aparente es indemostrable (inventada). La realidad ideal es indemostrable.
2. Las características que se atribuyen al “ser verdadero” [el ser ideal], en realidad, son
las del no-ser, las de la nada [nihilismo]. Lo que llaman “mundo verdadero” no ha sido
más que inventado precisamente en oposición al mundo real, como distinto al mundo
real y separado de él. El “mundo verdadero”, por tanto, es sólo aparente, una mera
ilusión óptico-moral.
3. No tiene sentido inventar “otro” mundo, si no es para mentir y para apartarse de la
vida real, con la fantasmagoría de una vida… “mejor” (distinta a la real).
4. El dualismo entre mundo “verdadero” y mundo “aparente” (p. ej. en el cristianismo y
en el idealismo trascendental) es decadente, un síntoma de vida (en evolución)
descendente (venida a menos). —El artista valora más la apariencia que la realidad,
pero no porque piense que su visión es la verdadera: la verdadera “apariencia” es sólo
una versión más de la realidad. El artista trágico, acepta o admite todo, también lo
terrible, es dionisíaco.
Términos básicos: mundo aparente-mundo verdadero, nada (nihilismo), decadencia, vida,
hombre artista-hombre racional [cfr. Sobre verdad y mentira en sentido extramoral],
perspectivismo, apolíneo-dionisíaco.
Términos auxiliares: tragedia.
Cómo el “mun do verdadero” acabó convirtiéndose en una fábu la . —
Historia de un error
La cultura moderna occidental, heredada por Nietzsche en el siglo XIX, no es más que el fruto
de una ficción racional, que tiene su origen en la teoría de las Ideas de Platón, y que ha
mantenido seducida y engañada a la humanidad ingenua, transmitiéndose a través del
cristianismo e incluso del pensamiento ilustrado (que resulta de la secularización del
cristianismo), hasta que la crítica, inicialmente promovida por este pensamiento ha logrado
hacer mella en ella, mostrando su falta de fundamento. Esta alucinación ha condicionado el
desarrollo del hombre a lo largo de la historia y es de esperar, que, una vez removido el
obstáculo, el hombre pueda superarse a sí mismo, dejando paso al superhombre.
Del fundamento en falso de la cultura moderna occidental y de su superación mediante la
crítica
La Idea de un “mundo verdadero” no fue más que un inve nto, un sueño, de la razón, que se
convirtió en promesa y obligación (forjando la cultura moderna occidental), pero que no pudo
soportar la luz del día (la crítica), acabando por desvanecerse ante ésta. Una vez eliminado
este prejuicio que nos limitaba, el hombre puede crear libremente, una nueva imagen suya
(una nueva cultura) surgirá…
1. [Edad Antigua: Platón].— Platón inventa y presenta dogmáticamente el mundo de las
Ideas como el “mundo verdadero” (“Yo… soy la verdad”). Las Ideas son realidades
inteligibles (inventadas por la razón), como algo alcanzable por el sabio, el virtuoso y el
piadoso. —El mundo de las Ideas es el mundo de los sabios… de Platón (de los
inteligentes).
2. [Edad Media: el cristianismo].— Los cristianos presentan ese “mundo verdadero” como
inalcanzable, pero prometido “al pecador que hace penitencia”. —La Idea se hace algo
más sutil e insidioso (“mujer”, “cristiana”).
3. [Edad Moderna: Hume (escepticismo)-Kant (el imperativo moral)].— El “mundo
verdadero” se presenta como inalcanzable al conocimiento, indemostrable e
imprometible (escepticismo de Hume); pero como un consuelo, una obligación, un
deber (un imperativo -moral-), en cuanto puede ser pensado (Crítica de la razón pura y
Crítica de la razón práctica de Kant). —Sale el sol, pero atraviesa la niebla del
escepticismo.
4. [Edad Contemporánea (I): Comte (positivismo: agnosticismo > reduccionismo)].— Para
Comte, el “mundo verdadero” nos resulta desconocido: ¿inalcanzable o simplemente
aún no alcanzado? (¿mero agnosticismo, como en Kant, o reduccionismo?). —Por
tanto, ni consuela, ni obliga… —Ya es de mañana, pero está nublado (mañana gris). La
razón, reina de la noche y la oscuridad bosteza, le entra sueño, se aburre ante la
claridad del día, ya no tiene nada que inventar (declive de la razón)…
5. [Edad Contemporánea (II): Nietzsche (crítica negativa, destructiva: derribar ídolos,
prejuicios…)].— Nietzsche muestra que la Idea de un “mundo verdadero” ya no sirve ni
obliga: queda refutada; debe ser eliminada. —Una mañana clara. Vuelta al buen
sentido. Desacreditación de Platón. Se imponen los espíritus libres.
6. [Edad Contemporánea (III): Zarathustra (principio de un futuro nuevo)].— Una vez
eliminado el “mundo verdadero”, ya no hay un “mundo aparente” (falso), sino
simplemente el mundo que hay. Ya no hay “error” (el error del “mundo verdadero”), ni
falsedad (en el “mundo aparente”); ya no hay ni verdad ni error; ya no hay prejuicios ni
presupuestos, nada preestablecido: todo está por hacer, desde el principio, comienza
“Zarathustra” (una nueva era, lo que está por venir, y sin ningún condicionamiento
previo: los espíritus libres pueden crear nuevos valores, una nueva humanidad –el
super-hombre-). —Mediodía: el momento de la mayor luz y de la menor sombra, el
punto culminante de la humanidad, cuando el hombre puede dar todo de sí.
Términos básicos: “mundo verdadero”-“mundo aparente”, Idea, ‘sabio’-‘virtuoso’, verdad-
error.
Términos auxiliares: ‘espíritus libres’, ‘mediodía’, ‘Zarathustra’.
La moral como contranatura leza
§ 1. La solución contra la anarquía de los instintos no es su erradicación, sino su
espiritualización
Es natural que las pasiones por sí solas entren en contradicción. La moral racional y cristiana
tiende a evitar esta contradicción mediante su erradicación —la castración—, pero los
instintos y las pasiones —también la voluntad de poder— son la base de la vida. Por ello, la
moral cristiana es antivital.
Las pasiones pasan 1º por un momento de insensatez inherente a ellas (es la anarquía de los
instintos), pero después 2º pueden llegar a espiritualizarse.
Pero la moral (monstruosa: racional) comete la insensatez de pretender erradicarlas del todo,
preventivamente (declara la guerra contra las pasiones), para que no nos lleven a la
insensatez. —Es como cuando se extraen los dientes para que no duelan…
En el clima cristiano original no era posible o pensable la espiritualización (en este caso, la
posible divinización) de las pasiones. La Iglesia combate la pasión mediante la extirpación de
todo lo sensible (los sentidos, la sensualidad, la sexualidad) y de todo afán de dominar
(voluntad de poder): para ella, la única cura es la cura radical, la castración.
Pero, el ataque radical contra las pasiones es un ataque contra la base de la vida: es antivital.
Términos básicos: pasiones y apetitos-razón (sensatez-insensatez), moral, espiritualización de
las pasiones, sentidos y sensualidad-razón, afán de dominar, vida, antivital.
Términos auxiliares: cura-enfermedad.
§ 2. La propuesta del remedio radical contra los instintos y las pasiones viene de la
degeneración y la debilidad de aquellos que son incapaces de someterlas a su propia
voluntad
Los que proponen la erradicación completa de los instintos y las pasiones son aquellos que se
imponen la necesidad de controlarlas (los ascetas), pero son incapaces de someterlas y
ordenarlas a su propia voluntad: los ascetas fallidos (degenerados y débiles de voluntad).
Apelan instintivamente a la castración los ascetas fallidos, degenerados , que son débiles de
voluntad, incapaces de negarse a la provocación de los instintos, y, por tanto, de cumplir su
propia regla (el celibato de los frailes).
Sólo los degenerados necesitan remedios radicales, como la castración.
La enemistad radical y mortal y el odio hacia los sentidos y la sensualidad es síntoma del
estado de esas personas: ascetas… fallidos.
Términos básicos: instinto-voluntad, sentidos y sensualidad, sacerdotes-filósofos-artistas-
ascetas.
§ 3. Espiritualización de los instintos y las pasiones
La espiritualización de los instintos y las pasiones consiste en encontrarles una justificación,
una utilidad o conveniencia propia, un orden… conforme con la voluntad del sujeto —no
necesariamente conforme a un orden moral racional doctrinal preestablecido.
Espiritualización de la sensualidad: amor.
Espiritualización de la enemistad: el valor (la utilidad) de tener enemigos (aniquilarlos
reforzaría al adversario), necesidad de enemigos para que por contraste algo se sienta
necesario.
La “paz del alma”: aspiración cristiana, moral de rumiante, felicidad vacuna, conciencia
tranquila, renuncia a la guerra (a la vida grande), animalidad prodigiosa, cansancio, según de
dónde viene el aire, una digestión feliz (el “amor a los hombres”), la satisfacción de una gran
pasión, la saciedad, la decrepitud (en la voluntad, los deseos, los vicios), la pereza, alcanzar una
certeza, una respiración serena… quizá también “el ocaso de los ídolos”.
Términos básicos: espiritualización de las pasiones.
Términos auxiliares: (ocaso de los) ídolos, paz, felicidad.
§ 4. Moral natural y moral antinatural
La moral natural es la que se rige por el instinto vital. La moral antinatural, en cambio, es
antivital, porque lucha contra los instintos, que son vitales. Son morales doctrinales, enseñadas
y fanáticas (dogmáticas). —La idea de un Dios se opone a la vida (propia), porque rechaza las
pasiones naturales. La idea que se ha hecho de un ‘santo’ es la del ‘castrado’.
Moral natural, sana: se rige por el instinto vital; elimina los obstáculos de la vida. [Vitalismo].
Moral antinatural: contra los instintos de la vida; las morales enseñadas (doctrinales),
exaltadas (dogmáticas). Dios como enemigo de la vida: niega las apetencias internas más
“bajas” (o sea, más altas). Donde empieza el “reino de Dios”, termina la vida. El más santo es
el castrado.
Términos básicos: moral viatal y antivital (natural y antinatural), Dios.
Términos auxiliares: santo.
§ 5.
La moral cristiana es un ultraje, una sublevación contra la vida.
Pero el rechazo a la vida es absurdo, falso, ficticio, inútil: ¿¡cómo pueden los vivos repudiar la
vida!? (El problema del juicio sobre el valor de la vida: El problema de Sócrates, §§ 1-2). Todo
esto es síntoma de algo, de una cierta forma de vida: de la vida decadente.
La moral antinatural concibe a Dios como antítesis y rechazo de la vida. Esta moral formula un
juicio sobre el valor de la vida, pero sobre la vida decadente, cansada, condenada… La moral es
la negación de la voluntad de vida, el juicio de los que están condenados (Sócrates), el instinto
de la decadencia que se convierte en imperativo (moral).
Términos básicos:
Términos auxiliares:
§ 6.
El moralista pretende saber y dice (locura, inmodestia) cómo debiera ser el hombre: no como
es (diverso, plural), sino de otro modo (uno solo, fijo y determinado, ideal, doctrinal): virtuoso
(estrecho, mezquino). —Evadirse del fatum, negar el mundo (que es) (corregir), la vida. —La
moral es un error propio de degenerados y ha hecho un daño inmenso. —Santa locura del
sacerdote, de la razón enferma.
Los inmoralistas están abiertos a toda forma de comprensión (no se encierran en doctrinas), y
no son negativos, sino afirmativos.
Términos básicos:
Términos auxiliares:
Los “mejora dores” de la humanidad 1
§ 1.
Términos básicos:
Términos auxiliares:
§ 2.
Términos básicos:
Términos auxiliares:
§ 3.
Términos básicos:
Términos auxiliares:
§ 4.
Términos básicos:
Términos auxiliares:
§ 5.
1 Ver El problema de Sócrates, § 11.
Términos básicos:
Términos auxiliares: