Niña enfermiza sobreprotegida por sus padres, que no la dejan salir por miedo a que se exponga a microbios. La cuida una nana mientras sus padres trabajan, la nana tiene el hábito de ver las teleseries de la tarde, dejando a la niña con la oportunidad de jugar en el patio, lo cual tenía prohibido. Un día sale a jugar y su pelota cae en la casa del vecino, un anciano tímido y solitario. La pelota le cae en la cabeza de viejo, quien molesto busca desde donde vino el proyectil. Se escucha la voz tímida de la niña pidiendo que le regrese su juguete. El anciano reacciona gruñonamente y la reta, la niña le responde y se ponen a discutir. El viejo le regresa la pelota y se van los dos amurrados a sus casas. Al otro día la niña sale de nuevo a jugar, esta vez tira la pelota a propósito (con un mensaje escrito pidiendo disculpas), con la intención de disculparse con el viejito. El viejito, quien encontró la acción muy entretenida, se dirigió a la reja y llamó a la pequeña. Se dieron cuenta que tenían muchas cosas que conversar, el viejito era desconfiado pero vio en la niña la inocencia que le permitía compartir sus pensamientos. Mientras la niña estaba emocionada de tener un amigo tan sabio que podía contestar sus preguntas, tenían confianza el uno con el otro.

Un día el anciano no aparece en su jardín, en los días siguiente comienzan a llegar personas extrañas, que la niña nunca había visto antes, gente bien vestida, que iban apresurados de un lado para otro. Ninguno respondía a la pequeña que los llamaba, para preguntarles que pasaba con el viejo, y los que se detenían a hablarle le respondían con evasivas.

Al quinto día, decide ir a ver por sí misma, comienza a cavar un hoyo bajo la cerca. Entra a la casa, revisa todas las habitaciones, hasta que encuentra a su amigo, postrado, conectado a maquinas. Al verla, el anciano se emociona y le habla débilmente, se disculpa por no haber ido a jugar con ella, ella dice que está bien y le trae la pelota de regalo por si se aburre.

FIN