Niveles del habla o registros idiomáticos

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Niveles del habla o registros idiomáticos Los distintos usos que hacemos de nuestra lengua (o idioma), originan los diferentes registros o niveles del habla, dependiendo de la formación sociocultural del hablante, de los hábitos lingüísticos de la comunidad y de la situación en que se produce. El registro se define en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE) como "modo de expresarse en función de las circunstancias". No hablamos igual con un amigo que con el médico, con nuestra madre que con al portero de la discoteca; no es igual escribir una carta y escribir en un examen, ni siquiera se presenta una historia de la misma manera hablando que escribiendo. También cambiamos de registro dentro de la clase y en el recreo, ni dice las mismas cosas a un bebé una mujer o un hombre. Todas estas formas son lo que se denominan registros. Todas estas situaciones son compartidas por la mayoría de las personas; es decir, que todos los alumnos hablan de manera distinta en el aula y en el recreo. Pero el registro tiene otra dimensión: el aspecto individual. Así, en el recreo, cada alumno da un tono propio a su narración de lo ocurrido en la visita a un planetario. Pero, el lenguaje no sólo sirve para describir el mundo, sino también para actuar en él. En efecto, un

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Niveles del habla o registros idiomáticos

 

Los distintos usos que hacemos de nuestra lengua (o idioma), originan los diferentes registros o niveles del habla, dependiendo de la formación sociocultural del hablante, de los hábitos lingüísticos de la comunidad y de la situación en que se produce.

El registro se define en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE) como "modo de expresarse en función de las circunstancias".

No hablamos igual con un amigo que con el médico, con nuestra madre que con al portero de la discoteca; no es igual escribir una carta y escribir en un examen, ni siquiera se presenta una historia de la misma manera hablando que escribiendo.

También cambiamos de registro dentro de la clase y en el recreo, ni dice las mismas cosas a un bebé una mujer o un hombre. Todas estas formas son lo que se denominan registros.

Todas estas situaciones son compartidas por la mayoría de las personas; es decir, que todos los alumnos hablan de manera distinta en el aula y en el recreo.

Pero el registro tiene otra dimensión: el aspecto individual. Así, en el recreo, cada alumno da un tono propio a su narración de lo ocurrido en la visita a un planetario.

Pero, el lenguaje no sólo sirve para describir el mundo, sino también para actuar en él. En efecto, un enunciado lingüístico es también un acto de habla, dependiendo del contenido.

Según lo que se ha expresado, hay una gran variedad o niveles del habla; o lo que es lo mismo, hablamos con diferentes registros o niveles idiomáticos.

Existen tres grandes grupos o niveles del habla: coloquial, culto y vulgar.

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Coloquial: surge de forma espontánea en una conversación. La espontaneidad es imprescindible para explicar el subjetismo, el registro coloquial es contundente e incluso se usan palabrotas (garabatos).

La fonética tiende a la relajación, de modo que hablar sea más fácil para los interlocutores. La sintaxis está menos cuidada que en la lengua escrita y a menudo las frases no las acabamos.

Se titubea mucho y la contradicción es otra de sus características. El léxico es muy impreciso. Abundan las muletillas, frases hechas o simples, abundan diminutivos y aumentativos así como las comparaciones, exageraciones, ironía...

Lenguaje jergal (dentro del lenguaje coloquial) ejemplo: rallando la pintura, peinando la muñeca.

Se caracteriza tanto por su imaginación creadora como por su escaso vocabulario, se utilizan sufijos deformadores del vocabulario. También se utilizan prefijos innecesarios, se utilizan términos de los grupos marginales: cachai, bacán. Muchos jóvenes utilizan una jerga como señal de identidad.

Los términos utilizados en cada jerga se llaman jergalismos o argotismos.

Lenguaje culto: sistema del habla empleado por personas cultivadas o con cierto grado académico; por esta razón aquí se incluyen los niveles científico y literario.

Dentro de esta categoría de lenguaje culto, podemos hacer una distinción en tres rangos, según el nivel cultural:

• Nivel culto: alta formación cultural.

• Nivel común: cotidiano, coloquial, estándar. Es la forma correcta del idioma que permite la comunicación entre los hablantes del mismo.

• Nivel popular: escaso conocimiento cultural, vocabulario sencillo, pero no vulgar.

Lenguaje vulgar (nivel marginal): escaso y pobre vocabulario, que se reemplaza por gestos y palabras groseras. Se utilizan muchas muletillas, repetición de términos a veces poco apropiados para la situación, abundancia de vulgarismos y expresiones defectuosa, inversión de orden de los pronombres, uso de expresiones locales y regionales e incluso barbarismos.

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Falta educación y contacto con la lengua estándar. Es el empleado por gente de escasa o de ninguna cultura. En ese caso podemos encontrar errores fonéticos, sintácticos, léxicos propios del lenguaje vulgar.

A modo de recapitulación, recordar las siguientes definiciones:

Vulgarismo: palabra que se dice y se escribe mal.

Lenguaje: capacidad que tiene una persona para poder comunicarse

Lengua (op idioma): el conjunto de signos lingüísticos seleccionas por un grupo de hablantes (país... etc.).

Habla: es la conversación, una de las formas de expresar la lengua o idioma.

Comunicación: actividad humana que le permite al hombre vivir en sociedad.

Distinción entre hechos y opiniones

  Las encuestas de opinión 

En la sociedad actual es muy corriente utilizar encuestas de opinión para conocer qué piensa un gran número de personas sobre determinados problemas sociale...

Para interpretar correctamente un texto, es necesario distinguir los hechos de las opiniones.

Llamamos hechos a los sucesos o datos que se presentan como comprobados y se exponen de una manera objetiva, sin intervención de las creencias o juicios del autor. Son hechos, por ejemplo, los siguientes:

Nigeria es un país africano. La lengua oficial de Austria es el alemán. El equipo español derrotó al equipo belga.

Los hechos pueden ser probados y de ellos se puede decir que son verdaderos, si se comprueba que son reales, o falsos, si se comprueba que no son reales. El enunciado Lisboa es la capital de Portugal, por ejemplo, es un hecho verdadero, mientras que el enunciado Oporto es la capital de Portugal sería un hecho falso.

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Las opiniones, por el contrario, son juicios que manifiestan el punto de vista de quien los emite. Lo que se expresa en ellas son las creencias personales del autor. Los siguientes enunciados, por ejemplo, constituyen opiniones:

A mi entender, los nigerianos tienen costumbres muy extrañas. No me gusta el idioma alemán. El equipo belga mereció la victoria.

A diferencia de lo que ocurre con los hechos, de las opiniones no podemos afirmar que sean verdaderas o falsas. Así, ante una opinión como Lisboa es una ciudad hermosa y acogedora, lo único que podemos hacer es estar de acuerdo o en desacuerdo con ella.

A veces, hechos y opiniones aparecen mezclados. En el siguiente ejemplo, la primera oración expresa un hecho, y en la segunda se mezclan un hecho y una opinión:

Este periódico se edita desde hace más de 100 años. Es el más antiguo y el mejor de los que se publican hoy.

Veamos a continuación dos textos que tratan de un mismo tema (la clonación). En el primero se exponen hechos; el segundo, en cambio, presenta opiniones.

Un equipo de científicos de la Universidad de Hawai ha conseguido clonar un ratón, el primer macho procedente de una célula de animal adulto. Hasta ahora, todos los animales clonados así, desde el primero, la famosa oveja Dolly, en 1996, eran hembras, porque se habían utilizado como suministro tejidos del sistema reproductor femenino. El ratón procede de una célula del rabo de otro ratón macho.

El País (1 de junio de 1999)

Yo no aceptaría la clonación de seres humanos bajo ninguna circunstancia, ni siquiera la más desesperada. Yo tengo hijos y sé que si perdiera a uno de ellos, nada podría devolvérmelo. Podría tener un gemelo genéticamente idéntico aunque no sería la misma persona. Pero es que imaginar su clonación sería una idea de enfermos, sería inmensamente triste y macabro.

El Mundo (2 de marzo de 1997)