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Bilbao 6 de Noviembre de 1873. Nùm. 57 mm Afia. t / n ain e Stí PUBLICA TODOS LOS DIAS MENOS LOS SIGUIENTES A LOS FESTIVOS. ]$• m sasoríciunes.—lúm srcs sueltos, «los cuartos.—Anuncios, rociamos y comunicados, á precios convencionales. Nuestras predicciones se han realizado: ni el conde de Chambord ha plegado su bandera, ni los orleanistas han transigido en la cuestión de régimeu constitucional. Por consiguiente, la fusión dinástica ha des aparecido, se ha eva¡ orado, dejando única mente como recuerdo del laborioso trabajo que costó su concepción la impotencia de los partidos monárquicos para gobernar una nación tan radicalmente democrática como es Francia. El eco de lo que acaba de acontecer eu la vecina república, resonará tristemente en las montañas de nuestras provincias; el cuar tel general carlista, que esperaba por mo - mentos la fausta noticia de la proclamación de Enrique V, y con ella fusiles, cañones, dinero, soldados, jefes, todo, lodo, hasta en caso necesario... una intervención armada, habrá vestido de lulo al ver defraudadas tan halagadoras esperanzas, y es probable que entone el De profundis al considerar que en lugar del apoyo de una nación fuerte y poderosa, con cuyo inmediato auxilio conta ba, dispone solamente de algunos miles de haraposos, pobres diablos larzados á la guerra por el fanatismo de un clero estúpido é intolerante, que marchan y contramarchan por las montañas de un rincón de Españá, silbados por la Europa, despreciados por el mundo y aborrecidos por su pàtria. Sí, la plana mayor carlista, que nunca ha creado posible el triunfo de su causa sin el apoyo directo y material de la reacción eu ropea, llorará amargamente la calaverada que ha cometido, no solo porque queda in capacitado el partido para luchar enei terreno de la fuerza con probabilidad s de éxito, si no también porque queda anulado como fuerza política. Las bandas carlistas se han armado con los fondos (pie ha >rop »rcionado 6l je nitis- mo,y han adquirido organización militar por el apoyo que reciben délas autoridades fran cesas de la frontera. Sin la complacencia de estas, ni los recursos de la compañía de Jesús, no existirían hoy facciones; aun mas, es seguro que nadie, absolut »mente nadie, hubiera pensado en lanzarse á 1»s aventuras que tan caras están costando á la patria. Pues bien; si, como suponemos,el fraca so de la candidatura del conde Chambord, obliga á la mayoría de »a Asamblea de Ver- salles á modificar su política en sentido li beral, sucederá que la frontera no será ya el foco de los conspiradores carlistas, ni se introducirán mas* ni por mar ni por tierra, procedentes de Francia, armas, municiones, ni pertrechos de ninguna clase. Además,al simple anuncio que la repúbli ca francesa deja de ser la protectora de la teocracia.— como está siéndolo desde que el mariscal Mac-Mahon se encargó de la pre sidencia de la república—se cerrarán en el eslranjero todos los bolsillos parala causa de don Cárlos,cuyos partidarios si quieren sos tenerse algún tiempo mas, tendrán forzosa mente que vivir esclusivamente con los re cursos del pais, hasta que las fuerzas del gobierno ocupando las principales posicio nes de Navarra y Provincias Vascongadas concluyan para siempre con la mas criminal de las insurrecciones. Y si al mariscal Mac-Mahon reemplaza sen, como índica ya el te'égrafo, Mr. Thiers, ó el general Chanzv, cuyos nombres simbo lizan principios liberales y cuyos anteceden- tes son una garantía para la libertad, enton ces, las bandas carlistas, encontrando her méticamente cerrada la frontera y teniendo al frente al numeroso, disciplinado y aguer rido ejéreito de Moñones,se verán obligadas pronto, muy pronto á deponer las armas que en mala hora para la pátria y para las instituciones vascongadas las empuñaron en defensa de una cansa tan detestable. De lodos modos, el fracaso de la candida tura del conde de Chambord tiene para Es paña mas importancia que una gran victo ria sobre las huestes carlistas; pues estas se reponen fácilmente de un desastre militar, pero no se repondrán nunca del golpe mor tal que ha sufrido en Francia la causa de la teocracia europea. INSURRECCION CARLISTA. En Arteaga (Arratia) continúan los carlistas haciendo algunas pruebas para la fundición de cañones, y esperan tener algunos en disposi ción de servirse de ellos para fines del presente mes. Esto será si antes no tira el diablo de la manta. Parece que el vapor Ville de JBayonne con - dujo ademas del armamento y municiones de guerra de que dimos cuenta á nuestros lecto res, gran cantidad de vino, coñac y otros lico res que se hallan lepositados en el estableci miento balneario de Urberoaga. Es una advertencia para que las columnas de nuestro ejército sepan durante las operacio nes en dónde existe buen material para refres-» car el pico. Anteayer fusilaron los carlistas en un pueblo' de Arratia al abanderado de uno de sus bata llones por haberle probado que había estafado alguna cantidad al batallón en que servia. —^5 rimientos del ejército de la reina, acanto nado á orillas del Ebro, que vió con satis facción que el enemigo no venia en su bus ca, y se alentaba á encontrarle. El tren de batir á Bilbao se componía de cinco cañones, dos obuses y un mortero. — 4 — raciones decisivas, y el puerto seguro de salvación, el sosten'de su trono. Con la misma, facilidad que fué sedu cido el infante, lo fueron muchos de sus partidarios de buena fé, que llegaron á formar una opinion poderosa. Escaso el pueblo en,¡comparación del ejército, la opinion de éste y la opinion de la córte eran decisivas. Otros se contaban ’que, sin ser cortesa nos, deseaban ir á Bilbao, no’porque la. cór te estuviera mejor situada y segura,] sino porque siendo villa mercantil y rica espe raban coger rico botín; y tan rico y tan fá cil lo creyeron, que se vió seguir al ejérci to una falange de mujeres con sacos™,para recogerle. Con esta esperanza so gritaba con entusiasmo ¡á Bilbo o! Con esta esperan za cantaban alegres los vizcaínos al verse encaminados á su querida villa, sin, igual para ellos. Los que veian esta ilusión con amargura, en vano se esforzaban por impedir una marcha deplorable, be jo todos conceptos; en vano presagiaban lo que sucedió después, en vano tomaban bajo sus hombros la res ponsabilidad de otros movimientos; nada podia hacerse y^; inútil era su empeño; lo quería así 'on Cárlos; era el ejecutor de su voluntad Zumalacarregui; no había mis remedio que obedecer. El caudillo carlista, ccn catorce batallo nes, marcha sobre Bilbao, y Villarreal con algunos otros se quedó observando los mo- CAUSAS QUE ORIGINARON EL PRIMER SITIO DE BILBAO. La cuestión, era, pues, de seguir á Bil bao, ó retroceder á Alava. Los cortesanos de D. Cárlos, anhelaban sin vacilar, correr á la capital de Vizdaya, por asentar en ella una córte espléndida, llena de boato, de pompa, de majestad,donde pudieran vestir la librea los que no que rían llevar la casaca militar, donde holla ran alfombras ios que huían de pisar bre ñas, y de donde pudieran insultar la mise ria de los pueblos con su lujo, consumir en opíparos banquetes los recursos necesarios para el pobre rancho del soldado, y leer muellemente el parte de una acción que costase la vida á centenares de valientes, ó de un movimiento en que se inutilizasen por el cansancio, el hambre, las nieves ó el calor, las dos terceras partes de los solda dos; reservándose, después de todo, el de recho de criticar el movimiento» de censu-

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Bilbao 6 de Noviembre de 18 7 3 .Nùm. 57mm

Afia. t /n a i n e

Stí PUBLICA TODOS LOS DIAS MENOS LOS SIGUIENTES A LOS FESTIVOS.

]$• m sasoríciunes.—lú m src s sueltos, «los cuartos.—Anuncios, rociamos y comunicados, á precios convencionales.

Nuestras predicciones se han realizado: ni el conde de Chambord ha plegado su bandera, ni los orleanistas han transigido en la cuestión de régimeu constitucional. Por consiguiente, la fusión dinástica ha des­aparecido, se ha eva¡ orado, dejando única­mente como recuerdo del laborioso trabajo que costó su concepción la impotencia de los partidos monárquicos para gobernar una nación tan radicalmente democrática como es Francia.

El eco de lo que acaba de acontecer eu la vecina república, resonará tristemente en las montañas de nuestras provincias; el cuar­tel general carlista, que esperaba por mo - mentos la fausta noticia de la proclamación de Enrique V, y con ella fusiles, cañones, dinero, soldados, jefes, todo, lodo, hasta en caso necesario... una intervención armada, habrá vestido de lulo al ver defraudadas tan halagadoras esperanzas, y es probable que entone el De profundis al considerar que en lugar del apoyo de una nación fuerte y poderosa, con cuyo inmediato auxilio conta­ba, dispone solamente de algunos miles de haraposos, pobres diablos larzados á la guerra por el fanatismo de un clero estúpido é intolerante, que marchan y contramarchan por las montañas de un rincón de Españá, silbados por la Europa, despreciados por el mundo y aborrecidos por su pàtria.

Sí, la plana mayor carlista, que nunca ha creado posible el triunfo de su causa sin el apoyo directo y material de la reacción eu­ropea, llorará amargamente la calaverada que ha cometido, no solo porque queda in­capacitado el partido para luchar enei terreno de la fuerza con probabilidad s de éxito, si­

no también porque queda anulado como fuerza política.

Las bandas carlistas se han armado con los fondos (pie ha >rop »rcionado 6l je nitis- mo,y han adquirido organización militar por el apoyo que reciben délas autoridades fran­cesas de la frontera. Sin la complacencia de estas, ni los recursos de la compañía de Jesús, no existirían hoy facciones; aun mas, es seguro que nadie, absolut »mente nadie, hubiera pensado en lanzarse á 1 »s aventuras que tan caras están costando á la patria.

Pues bien; si, como suponemos,el fraca­so de la candidatura del conde Chambord, obliga á la mayoría de »a Asamblea de Ver- salles á modificar su política en sentido li­beral, sucederá que la frontera no será ya el foco de los conspiradores carlistas, ni se introducirán mas* ni por mar ni por tierra, procedentes de Francia, armas, municiones, ni pertrechos de ninguna clase.

Además,al simple anuncio que la repúbli­ca francesa deja de ser la protectora de la teocracia.— como está siéndolo desde que el mariscal Mac-Mahon se encargó de la pre­sidencia de la república— se cerrarán en el eslranjero todos los bolsillos parala causa de don Cárlos,cuyos partidarios si quieren sos­tenerse algún tiempo mas, tendrán forzosa­mente que vivir esclusivamente con los re­cursos del pais, hasta que las fuerzas del gobierno ocupando las principales posicio­nes de Navarra y Provincias Vascongadas concluyan para siempre con la mas criminal de las insurrecciones.

Y si al mariscal Mac-Mahon reemplaza­sen, como índica ya el te'égrafo, Mr. Thiers, ó el general Chanzv, cuyos nombres simbo­lizan principios liberales y cuyos anteceden-

tes son una garantía para la libertad, enton­ces, las bandas carlistas, encontrando her­méticamente cerrada la frontera y teniendo al frente al numeroso, disciplinado y aguer­rido ejéreito de Moñones,se verán obligadas pronto, muy pronto á deponer las arm as que en mala hora para la pátria y para las instituciones vascongadas las empuñaron en defensa de una cansa tan detestable.

De lodos modos, el fracaso de la candida­tura del conde de Chambord tiene para Es­paña mas importancia que una gran victo­ria sobre las huestes carlistas; pues estas se reponen fácilmente de un desastre m ilitar, pero no se repondrán nunca del golpe mor­tal que ha sufrido en Francia la causa de la teocracia europea.

INSURRECCION CARLISTA.

En Arteaga (Arratia) continúan los carlistas haciendo algunas pruebas para la fundición de cañones, y esperan tener algunos en disposi­ción de servirse de ellos para fines del presentemes.

Esto será si antes no tira el diablo de la manta.

Parece que el vapor Ville de JBayonne con - dujo ademas del armamento y municiones de guerra de que dimos cuenta á nuestros lecto­res, gran cantidad de vino, coñac y otros lico­res que se hallan lepositados en el estableci­miento balneario de Urberoaga.

Es una advertencia para que las columnas de nuestro ejército sepan durante las operacio­nes en dónde existe buen material para refres-» car el pico.

Anteayer fusilaron los carlistas en un pueblo'de Arratia al abanderado de uno de sus bata­llones por haberle probado que había estafado alguna cantidad al batallón en que servia.

—̂ 5 —rimientos del ejército de la reina, acanto­nado á orillas del Ebro, que vió con satis­facción que el enemigo no venia en su bus­ca, y se alentaba á encontrarle.

El tren de batir á Bilbao se componía de cinco cañones, dos obuses y un mortero.

— 4 —raciones decisivas, y el puerto seguro de salvación, el sosten'de su trono.

Con la misma, facilidad que fué sedu­cido el infante, lo fueron muchos de sus partidarios de buena fé, que llegaron á formar una opinion poderosa. Escaso el pueblo en,¡comparación del ejército, la opinion de éste y la opinion de la córte eran decisivas.

Otros se contaban ’que, sin ser cortesa­nos, deseaban ir á Bilbao, no’porque la. cór­te estuviera mejor situada y segura,] sino porque siendo villa mercantil y rica espe­raban coger rico botín; y tan rico y tan fá­cil lo creyeron, que se vió seguir al ejérci­to una falange de mujeres con sacos™,para recogerle. Con esta esperanza so gritaba con entusiasmo ¡á Bilbo o! Con esta esperan­za cantaban alegres los vizcaínos al verse encaminados á su querida villa, sin, igual para ellos.

Los que veian esta ilusión con amargura, en vano se esforzaban por impedir una marcha deplorable, be jo todos conceptos; en vano presagiaban lo que sucedió después, en vano tomaban bajo sus hombros la res­ponsabilidad de otros movimientos; nada podia hacerse y ;̂ inútil era su empeño; lo quería así 'on Cárlos; era el ejecutor de su voluntad Zumalacarregui; no había mis remedio que obedecer.

El caudillo carlista, ccn catorce batallo­nes, marcha sobre Bilbao, y Villarreal con algunos otros se quedó observando los mo-

CAUSAS QUE ORIGINARON EL PRIMER SITIO DE BILBAO.

La cuestión, era, pues, de seguir á Bil­bao, ó retroceder á Alava.

Los cortesanos de D. Cárlos, anhelaban sin vacilar, correr á la capital de Vizdaya, por asentar en ella una córte espléndida, llena de boato, de pompa, de majestad,donde pudieran vestir la librea los que no que­rían llevar la casaca militar, donde holla­ran alfombras ios que huían de pisar bre­ñas, y de donde pudieran insultar la mise­ria de los pueblos con su lujo, consumir en opíparos banquetes los recursos necesarios para el pobre rancho del soldado, y leer muellemente el parte de una acción que costase la vida á centenares de valientes, ó de un movimiento en que se inutilizasen por el cansancio, el hambre, las nieves ó el calor, las dos terceras partes de los solda­dos; reservándose, después de todo, el de­recho de criticar el movimiento» de censu-

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Este acto de ferocidad había irritado á todos los soldados,-pues no comprendían cómo es­tando los jefes todos los días robando á los pueblos v á particulares, se castigaba con tan­to rigor á un subalterno que no haci5 mai que imitarlos.

La Diputación facciosa de Vizcaya proyecta imponer una contribución de guerra de tres millones.

Nos consta, asimismo, que deutro de pocos dias pasará á todos los pueblos de Vizcaya las órdenes correspondientes para que cada uno deposite en el sitio que se le designe una can­tidad determinada de provisiones de boca. Pa­rece que esto tiene poi objeto el organizar los depósitos de víveres á fin de asegurar para cualquiera eventualidad á las partidas de la ración diaria.

Andéchaga seguía ayer en Arrigorriaga. Nombrado comandante geueral interino de Viz­caya, ha fijado sn cuartel general en dicho puuto, por conceptuarlo el mas «stratègico pa • ra sus planes.

Parece que ha ofrecido el mando de su ba tallonile ias Encartaciones al ex-comandan- te de ejército D. Andrés Orrnaechea (a) Bu­trón.

Corren rumores en las partidas carlistas que merodean en las cercanías de Bilbao, que muy pronto regresará de Navarra Velasco con la fuerza que llevó.

Se asegura que hace cosa de tres ó cuatro dias pudo milagrosamente salvarse de una pa­liza que habían acordado propicarle los carlis - tas, el célebre y nunca¡bien ponderado D. Juan José Jauregui, carlista de novísimo cuño. Los motivos que tuvieron los carcas para agasajar tan significativamente al neófito, parece que eran varios, y el principal el haberse negado á facilitarles varias piezas de la maquinaria de su fábrica, después de prometer que cederia cou mucho gusto en defensa de la causa, no solo la maquinaria, sino también toda la fábrica, sus dependencias y todo lo que constituía su pro­piedad.

La inesperada intervención de una persona importante del carlismo le salvó de loa doscien­tos palos que habían resuelto suministrarle sus correligionarios.

Para que nuestros lectores recuerden las causas que impelieron á los carlistas dtl año 1835 á poner sitio á Bilbao, reproducimos un capítulo de la Historia di ¿a guerra civil, por Pirala.

Omitimos todo comentario porque hay cosas y hechos que do les necesitan.

Podemos asegurar que entre los carlistas de la partida de Beruaola cunde estraordiuaria-

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rar las operaciones de los jefes, y el poco sufrimiento de los voluntarios, procurando, por fin, su desgracia.

Estos eran los hombres que generalmen­te rodeaban á don Cárlos, y decidían su vo­luntad. Estos los que posponiéndose á todo lo que era razonable; natural, justo y con­veniente, querian anteponer sus caprichos interesados y necios, á los pensamientos llenos de desinterés, y de patriotismo de los hombres que arriesgaban su vida, que der • ramaban su sangre con profusión en los campos de batalla, sosteniendo á aquellos á fuerza de privaciones.

Cuando se habló de la marcha sobre Bilbao, don Bruno VillareaL con pleno acontecimiento de causa, con prudente consejo, y (irme resolución, manifestó enérgico que era imprudente, anti mili- tar y absurdo el movimiento; que estaba indicado el de Vitoria, cuya plaza seria tomada íáciimente, y para cuya empre­sa contaba con un fuerte, el de la Pue­bla de Arganzon, cuyo gobernador lo pro­metiera entregarle.

Muchos han sentado que Zumalacárre- gui era del mismo modo de pensar que Villarreal. Si así hubiera sido, habria mos­trado mayor oposición de la que mostró á ir á Bilbao; y habria seguido el con­sejo de Villareal. Uno de sus mas auto­rizados biógrafos, ó el único de los que merecen entero crédito, dice que «en vez de combatir el proyecto, cedió fácilmeii-

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mente el desaliento, particularmente desde que leu han suprimido la ración de carne y vino sustituida por dos onzas de tocino. Aparte de la mala alimentación, se ven descaíaos y faltos de ropa, y solo les detiene en las filas el temor de las violencias de que pudieran sar objeto las familias de los mozos que han sido sacados de sus casas por la fueiza.

Los batallones que, bajo el mando d® Velas­co abandonaron la provincia de Vizcaya, con­tinúan aun en Navarra. Esta emigración pare­ce no agrada á los carlistas vizcaínos, pues recuerdan que en la pasada guerra civil, to­das las salidas concluían por uua buena pa­liza.

Los carlistas se han llevado de la fábrica que poseen los S-es. Ibarra hermanos en el Desier­to una máquina de pulimentar el hierro, cuyo valor asciende á 2.000 duros.

El filia menos pensado se llevarán la fábrica con todas sus dependencias, incluso el hierro que haya en las mismas.

Los carlistas han obligado á los taberneros de la parte de Zorroza a que no puedan subir el precio del vino, fijando como máxitnun el de un real por cuartillo.

Mal parados tienen que salir los que se de­diquen á la venu dH vino entre los que hau puesto tasa á ese artículo de consumo.

Las fuerzas que manda el cabecilla Gorordo se han concentrado estos últimos dias en Lejo-na y Guecho.

¿Obedecerán acaso á órdenes de D. Bruno Mata?

Sin duda por lo poco que ha adelantado en la provincia de Santander el cabecilla Navar- rete, ha sido relevado del cargo de comandan­te general carlista de aquella provincia, se­ñalándose para sustituirle, el Sr. Orrnaechea (a) Butrón.

El conde de Foudras, que durante la guerra franco-prusiana, fué condenado á presidio por algunos manejos, nada limpios, en ia i forma­ción de un batallón de franco-tirador«»,ha sido citado nuevamente aute tel tribunal d‘Abel- ville.

Acusado de escroquerie, el conde de Foudras con otro compañero,h m sido condenados á tres años de presidio y 500 francos de multa. Al ve­rificar el registro eu casa de Foudras, se le halló un nombramiento de coronel carlista.

Un periódico ubJica las siguientes noticiassobre planes carlistas:

«Las noticias del Times sobre el carlismo no son estos días muy abuudautes. D..^Alfonso, después de disfrutar una protección que no se concibe en Perpifían y Bayona, había entrado

— 3 —te al espíritu dominante.» Como tratan­do de su disculpa solo se dice luego: «creyendo sin duda que habiendo presen­tado su dimisión, no debía ser respon sable de los sucesos que en adelante tu­viesen lugar, puesto que no se le contes­taba cosa alguna.»

Un hombre del carácter de Zumalacár- regui, un general en jefe que poseía en tan alto grado la confianza de las tro­pas, no debía ceder á obrar contra sus convicciones, acometiendo una empresa en que tanto arriesgaba, e i que tantares- ponsab.lidad le cabía. La vida ds sus sol­dados, la defensa de su causa, su honor estaban por cima de toda otra conside­ración, de todo poder por sob rano que fuesej y el jefe que marchando á Bilbao, «hablaba varias veces con desconfianza acerca de la operación que debia comen­zar», no debió continuar su ruta al fren­te del ejército.

O participaba Zumalacárregui con la preocupación común, ó fué demasiado dé­bil; de cualquier modo que sea, cometió un error, que le costó lo vida, y que perjudicó estraordinariamente, á sil cau­sa.

Hízole creer á don Cárlos que en la conquista de Bilbao se cifraba el triunfo del c°rlismo, porque abanzaba el crédito, de su hacienda, siendo una segura ga­rantía para préstamos un centro de ope-

con Freixa por Elizondo, trasladándose á Es- tella. Se le supone destinado á mandar con Ce- ballos, Planas y otros la espedicion vasco-navar­ra que se quería enviar á Aragón y Valencia, contando siempre los carlistas con el apoyo de los republicanos de Cartagena.

En Estella se armaban batallones son los nuevos fusiles Remingtoa desembarcados en Vizcaya; pero prevalecía el sistema de la de­fensiva, no queriendo atacar á Moriones en las llanuras, donde pudiera emplear su caballería y artillería. Temía Elío ver cortada» sus co­municaciones con Lizárraga en Guipúzcoa.

El nuevo viaje de D. Juan á Lómjrss, des­pués de ver 4 la princesa Margarita en Bur­deos y de vuelta de Estella, t'nia por objeto insistir una vez mas cerca de Cabrera para que viniese á España; pero nos consta que las dis­posiciones del conde de Morella son en esta parte inquebrantables, y lo serán mas desde el momento en que no puede argüírgele ya con las concesiones del conde de Chambord.*

Aunque algo atrasadas, no carecen de inte­rés las siguientes noticias que pabliea la Oaceta:

«Cuatrocientos voluntarios de Mora de Ebro y pueblos vecinos se han defendido heroica­mente desde el 25 por la noche á la mañana del 28 de las facciones de Vallés y Sagarra, que eu número de 2.500 hombres intentaron apo­derarse del fuerte de aquella población. Los esfuerzos de los carlistas se hau estrellado en el valor de aquellos bravo» republicanos, dos de los cuales tuvieron el arrojo de ir á Falset por cápsulas, de que empezarou á carecer sus compañeros, pasando y repasando el rio á na­do. Los carlistas incendiaron cou petróleo las Casas Consistoriales y cuatro mas de particula­res. Los voluntario» tuvieron tres herí ios y los carlistas uu considerable número de bajas, ar­rojando los muertos al rio al retirarse de la población.

La partida carlista de Fernandea Nevera, fuerte de 40 caballos, intentó ayer mañana pasar el Ebro por el vado de Tobaliuilla, fren » te al pueblo de Orbañanos, pero noticiosos de ello los valientes voluntarios de Frías y los del batallón de Nouvila», formando un total de 60 hombres, decidieron atacarlos, verificándolo con tan buena fortuna que al intentar pasar el vado los carlistas les causaron cuatro muertos, entre ellos el jefe Nevera,, y varios herido».

Atacada la facción 4 la bayoneta, fué ins­tantáneamente puesta en dispersión, dejando en el campo una yegua, un fuñí, dos escope­tas, tres sables, dos carteras, una caja de cáp­sulas, otra con papeles y dos capote», uno del jefe muerto.

La siguiente carta de Puigcerdá demuestra

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los instintos salvajes 'e los vándalos del si­glo XÍX llamados carlistas:

tPuigcerdá 29 de octubre.El dia 28 por la mañana á eso de las siete,

se tuvo noticia en esta villa de que una uume- rosa fuerza carlista se hallaba eu Alp para el cobro de la contribución de los pueblos de esta comarca.

El C. T. C. comandante militar Sr. D. Fran­cisco Galiana, mandó toc>ir llamada y puso la tropa sobre la9 armas, cubriendo el recinto per­fectamente para evitar una sorpresa. Pasarnos la noche en vela, dispuestos á resistir un nuevo ataque, pero nada ocurrió de particular, pu- diendo empero ap.-ec arse el ánimo sereno y va­lor así enfre los militares como entre los pai­sanos.

Al siguiente dia, después de ciertas impa­ciencias que creo inútil comentar, hubo de disponer el señor Galiana que saliese una pe­queña columna para practicar un reconoci­miento por estas inmediaciones; pero con órden espresa y terminantemente repetida de no pa­sar del puente de Soler por lo que pudiera su­ceder.

Se componía la columna de la segunda y sesta compañía de Est-e madura: de la sección de movilizados y otra de voluntarios de la li­bertad, total unos 250 hombres á las inmedia­tas órdenes del capitán don Francisco Alleva.

Los buenos deseos de algunos voluntarios de la libertad, juntamente con algunos soldados, fueron causa principal de lo ocurrido mas allá del citado sitio por u > obedecer lo mandado.

Visto el apar nte número de la faccio i, des­plegaron en guerrilla ambas fuerzas. Ellos iban aumentándrse y formando dos alas, que con los del frente, nos pillaban entre tres fuegos.

Advertido de esto el jefe encargado de la fuerza, asi como también de la emboscada pre­parada para cerrarnos el paso por la retaguar­dia, que era el puente, mandó tocar retirada con objeto de burlar los iutentos del enemigo, como así sucedió, á pesar de ser mas de 600 los ocultos con 20 caballos. Atacaron con denue­do á los gritos de ¡ Viva el rey\ y se hizo la re­tirada como se pudo, burlando de este modo á los que pretendían otra cosa y nos decían: No huyáis, que sois nuestros.

Hemos perdido al teniente de la 6 a don José Sanfeliz, des soldados y uno de Saboya muer­tos, dos heridos ieves, y dos contusos; los que fueron trasladados á esta villa, y enterrado» los cadáveres ho irosamente y curados los he­ridos. Délos paisanos, Nogués (a) Petit de la Molina, muerto; dos paisanos heridos.

Debo llamar, señor director, la atención so­bre el buen comportamiento de las compañías de Estremadura que fueran las que resistieron todo el fiero empuje de la facción en especial y en general de todos los demás; pero mas to­davía sobre el bárbaro comportamiento de los que HevHQ por lema Dios, patria y rey y se escudan con la religó n, vil juguete para ellos. Horroriza j ensar, y mucho mas ver, el ca­dáver del teniente señor Sanfeliz, que, ya he­rido, ha sido martirizado de una manera atroz; pues yo que presencié todo el hecho, jamás creí un proceder tan inicuo. Se le han cortado las orejas, cosido á puñaladas, quebradas por diferentes partes las piernas, sacados los sesos, desnudo completamente y quemada la barba, como igualmente con un soldado.

No comprendo qué religión será esa que aclaman, ni qué Dios el que mande en su san­to código cebarse sobre un cadáver ie ese mo­do, ni qué caridad la suya, cuando ni aun compás.'on tienen del que herido no puede con­tinuar, haciéndoles daño alguno. Gomo era natural los ánimos se axaltarou, los corazones se conmovieren al presenciar tal espectáculo; al ver ia gran diferencia que va de r-sos defen - sores de uua religión toda paz, caridad y amor, á los que se interesau verdaderamente por la tranquilidad de la pátria.

Cuántas consideraciones pudiera hacerle so­bre este particular, las conceptúo escusadas, porque creo que Vd. las imaginará. ¡Cuándo será el dia en que se vea España tranquila y los hombres conozcan sus deberes antes ó al mismo tiempo por lo menos que sus derechos!

H U R A C A N EN CUBA.

Los periódicos de la Habana, que alcanzan al 9, dan pormenores mas circunstanciados que el telégrafo sobre el haracan que tanto daño ha causado en las costas, en las poblaciones y

LiA G U E i m A .

eu los plantíos de uua parte da la isla de Cuba.

La tormenta fué del Sud, en cuya costa nau­fragaron muchos buques, sobre todo desde Ciuco Villas ai Oeste pues el temporal se re­crudeció eü la Vuelta de Abajo La línea tele­gráfica terrestre de la Habana á Oojímac fué destruida; mas'dos empleados de la dirección h .bi in salido á restablecerla. Las demás líneas de; rumbo de Pinar del Rio, habían dejado también de funcionar hasta la hora de ia salida del corren. En 1» Habana estuvo interrumpida la ci-municaciou de los vap res de Regla todo el lúnes; pues aunque algunos quisieron aven­turarse á hacer la travesía, tuvi ron que re­gresar á sus mueile», averiados.

Toda la calzada de Galiütio ha sufrido grau de-troro de edificios p >r causa de Us olas que de la b oda del Norte ta invadieron; »i ndo las mas conocidas por su carácter público la del café Progreso Español, la del tren de tostar café de D. José Piñeira, ia de ia bodega del Judío Errante, y los establecimientos de baños de R maguera v Elíseos. La crecieut estraor • dicaria del rio Almendares inuudó eu su tota­lidad y destruyó gran parte de los barrios el Vedado y la Chorra ra, dejando en la miseria á una porción de familias.

En la calzada del C rro, en los Quemados en los caseríos de! Carmelo y Pigirigua, en el Torreón de Sau Lázaro, en el barrio de la Pun­ta y en otros muchas partes han sido grandes la inundación v los destrozos. Las autoridades cumplieron su deber asistiendo con la mayor a iduidad á todas partes en los momentos de peligro.

Lo que sucedió el 6 en la isla de Cuba se re­produjo el 7 sobre las costas de Florida:el vien­to filé de 75 millas por hora en Cayo Hueso y Punta Rosa y en la primera de dichas posicio­nes subió de tal modo U marea que casi toda la población se halló inundada.

GA€ ETÍLICA.

Se^uu tone nas entendido, son term i­nantes las órdenes comunicadas por la supe­rioridad al Sr. Gobernador civil de esta provin­cia para que se higa efectiva la contribuciou de guerra de seis millones de reales que se impone ai vecindario de esta villa co i escep- cion de los individuos que pertenezcan á los cuerpos de voluntarios y de los veteranos de la guerra civil que hayan permanecido fieles á la causa liberal.

Ahora empieza aquello.Ayer ta rd e fué conducido al campo­

santo de Mallona el cadáver del soldado de ingenieros que falleció á consecuencia -le las heridas que le causaron los disparos de los carlistas eu el fuerte de Mir villa.

Concurrieron al acto los oficiales del cuerpo á que pertenecía, los zapadores del ayunta­miento, voluntarios le ambos cuerpos, forales y soldados de diversas armasé institutos. La fúnebre comitiva era numerosa y tributó el ob­sequio que debía ai que fué compañero de peli­gros y fatigas.

El cura R ebollar h a «vijido rs.á los paure» de un jóveu que debia ingresar como cadete en las filas de D. Cá los. Este cu ­ra, que según parece tiene el empleo de capí tan en las filas carlistas, es de los que saben como se ha de manejar para ver de a rapar al­gunos ochavos.

Como que de esta manera no se celebra mi ■ sa y la gauancia cuesta, por consiguiente,me - nos trabajo.

Según tenemos entendido, parece queel jefe militar de esta provincia, Sr. Castillo, no es ageno al proyecto dt comenzar las ope • raciones contra los carlistas dentro de un pla­zo breve. Mucho nos alegraríamos de eilo; pues nos duelo verles en las inmediaciones de esta villa, envalentonados con la pasividad á que nos ha condenado hasta ahora la falta de re­fuerzos.

El a«nigo Eolo nos visita estos dias h a ­ciéndonos sentir el viento Sur que ha sucedido al frió que había empezado á hacer de las suyas.

A los que tienen una vista de lince no les afecta gran cosa estas visitas. Lo decimos por­que esto aseguran las que tieueu la fortuua de estrenar botitos nuevos eu los dias que Eolo nos hace una caricia espresiva.

Hoy se ia dado el uniforme á muchos quintos de la reserva destinados al regimiento Inmemorial.

a'areee que la comisión del Ayuntamiento que entiende en el estudio propor­cionar medios de abrigo á los voluntarios de ambos cuerpos, trabaja con afan para llevará cabo su cometido en cuanto lo permiten los re­curso» de que se pueden disponer, dada» las gran le» atenciones que sobre dicha corporación pe» an.

Ayer m añana hicieron ejercicio defuego en el fuerte de Miravilla los mozos de la reserva incorporados al regimiento Inme­morial.

Como continuamente están disparando sobre este punto las avanzadas carlistas establecidas en Ventabarri,se acostumbran de este modo,sin esposicion ninguna, los reclutas, al fuego de fusilería.

En la sesión últim a qoo celebró elayuntamiento de esta villa se leyó una comu­nicación del director de la fábrica del gas di­ciendo que no podia proporcionar mejor alum­brado.

Si el ayunta liento se enteró y le puso un visto nos quedaremos á oscuras. Esto es deli­cioso después de esa hombrada de los carlis­tas al cortar los tubos por donde viene el agua potable á la población.

Añádase á esto la falta de correos que espe- rimentamos con frecuencia, compremos un es­tuche de forma igual al que llevaba en Francia é Inglaterra el shah y cátennos ustedes hechos unos verdaderos oersas.

Aquí del barón de ia castaña cuando canta: Mira que pavo, Pavoroso porvenir, nos espera aquí.

El movimiento bibliográfico de la foi-blioea Instrucción y Car id ad, durante el mes de octubre, ha sido como si¡. ue: Volúmenes de­vueltos á la biblioteca, 972; repartido en ins­tructivos. 210; de amena lectura, 653; france­ses, 47; ingleses, 56. Llevados á lectura 1,081, siendo instructivos 286, de amena lectura 709, f; anceses 62, é ingleses 54.

Como de costumbre, consignamos con ver ­dadero placer, que también durante el mes que ha finado, la Biblioteca ha recibido como do- uativo algunos volúmenes debidos á los nobles sentimientos de doña Lui°a Olalde y D. Fer­nando Echevarría.

Nos consta que en breve la Biblioteca reci­birá una colección de obras modernas que ha­ce algún tiempo salieron de Madrid y que siu duda se hallan detenidas eu Santander, corres­pondiendo de esta manera su celosa comisión al interés que el público demuestra por este centro de instrucción y caridad.

En la fáb rica de Toledo tra b a ja n d ia ­riamente setecientas personas dedicadas á la la coustruccion de armas blancas y construc­ción de cartuchos.

Dícese que el contralm irante c a r lis taPatero se ha marchado á Navarra.

¿Habrá ido á pata ó embarcado eu algún bu­que de vapor de la armada carcunda?

Gondra, e l hijo del de la R ápita , delmismo apellido, establecido n» hace mucho tiemj o con una sombrerería en la calle de Bi- deb! rrieta, es uno de los oficiales del batallón carlista de Fontecha que mas se distiuguen por su descortesía é insolencias.

Y á propósito de Fontecha, dicen las cróni- casque al empezar el combate últimamente ocurrido eu Artagan, iba dicho jefe á la cabeza de su fuerza cuando por efecto de la niebla tropezaron inopinadamente los com­

batientes. Fontecha casi se desmayó al sen­tir tan de cerca las rociadas y solo pudo decir con entrecortada voz: ¡Salvadme, hijos mios! é instantáneamente fué conducido por algunos de sus voluntarios á retaguardia.

Este es ,el bravo que tan bravamente dió cuenta á D. Castor del combate de Santo Do­mingo.

Bueno estará el carlismo con leones como Fontecha.

A nteayer fué e l dia de San Carlos deBorromeo, cumpleaños del rey de los carcas, quienes celebraron fiesta mayor en Munguia. Hubo la novillada consiguiente y los tragos de ordenanza en tales casos.

Buenos tragos les están reservados para el dia en que ¿alga á perseguirlos una columna.

l*rofesora de francés, Arteeall», nú­mero 35, piso l.°

De la ú ltim a «Guia de forasteros» enEspaña, correspondiente al año económico de 1873 á 1873, tomamos las siguientes noticias acerca de los buques de guerra que forman par­te de la escuadra del gobierno y de la de los insurrectos. A la primera pertenecen la fraga-

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G U ^ H H a‘ ii ̂t r11 ii— — — — — — — — i— — —ta Vitoria, dn 23 cañoues y 1.000 caballos áe fuerza, fué construida eu 1867; la Zaragoza, de 21 cañonea y 800 caballos, construí a en 1067; ambas son blindadas. La Almansa, de 48 ca­ñones y 600 caballos, construida en 1864; la Navas de Tolosa. de 48 cañones y 60o caballos, construida en 1865, y la Carmen, de 41 caño- ñes y 600 caballos, construida en 1861, las tres de madera. También lo son los vapores de ruedas Ciudad de Cádiz, de 16 cañones y 500 caballos, construido en 1850, y el Colon de 6 cañones y 350 caballos, construido en 1849.

Están en poder de los insurrectos de Carta­gena, la «Numancia,* de 25 ca ones y 1,000 caballos, construida en 1864; la Tetuan de 40 cañones y 1.000 caballos, que o fué en 1863, y la Mendez NuJlez de 6 cañones y 500 caballos, construida en 1861,lastras bliudadas aunque el blindaje de la Mendez Nuñez es in­completo, y la goleta de hé ic Caridal, de 4 cañones y 80 caballos, construida en 1860.

J . 1j. OeffruKIeh, «le Lóiirirus, «lejú á su failecimi' nto 50 millones de reaies, d sti nando cerca de 2 millones á obras de caridad. Dispuso que lo embalsamaran y guardaran en caja con tapa de cristal, para que le diese la luz, y sin cerrar, para que le entrase el aire. Esta clase de escentricidades son comunes en Inglaterra.

En cambio, William Quensett, al morir, dejó dispuesto que entregaran su cuerpo á una de las compañías del gas de aquella capital, para que lo echaran en una retorta y se redujese á cenizas, pagándole por este trabajo 1,000 rvn. Mas si los herederos se negaban á hacer esto por fanatismo (palabras &uyas), lo enterraran en el cementerio de su familia para contribuir á infestar la vecindad.

Zirnmermau previene en su testamento que nadie acompañara su cuerpo á la sepultura, ni se tocasen campanas, ni se hiciera mas que enterrarlo decentemente; y que si no se hacia asi vendría otra vez, si podia, (palabras suyas) para tomar cuenta de la falta de observancia de sus órdenes.

HUIDA DELOS CARLISTAS.

Una carta de Tolosa que publica e! Diario de San Sebastian,refiere en los siguientes tér­minos el poco entusiasmo con que, siempre huyendo ú ocultos, se batea los absolutistas guipuzcoanos:

«Tolosa 29 de octubre de 1873.La madrugada del 25 despertaron á la po­

blación fuertes descargas de fusilería que los carlistas tiraban desde el monte de Izascun y desde el alto de Montescue. Era sábado, y na­die extrañó este suceso que se va h ¡ciendo frecuente, especialmente los dias de mercado y feria, pues han dado en la ridicula manía de querer matarnos de hambre. Varios volunta­rios situados en las to.res de Santa María y San Francisco, hicieron algunos dispa'-os que bastaron para que ningún carlista enseñase la mas mínima parte de su cuerpo oero délos parapetos preparados de noche enviaban á la población gran número de proyectiles que em­barazaban el tránsito por ciertos pjntos de ella. Visto que el fuego era coustante y muy nutri­

do, dispuso el señor comandante militar que la artillería disparase algunas granadas, en tanto que reunía su gente para una salida, y lo hizo con tal acierto que puso sus proyectiles eutr • las paredes en que se hallaban parape­tados los carlistas.

Protegidos por este fuego y por el de fusile­ría que^de puntos bien situados haciau los vo­luntarios,salieron al monte de Izazcun la com­pañía di voluntarios de distrito, la de móviles y dos del regimiento de Leou, y ai alto de Montescue la de miqueletes. Apeuas es esfuer­zas llegaron á las alturas, atacaron resuelta- m rite a los facciosos que huyeron precipitada­mente sin hacerles un disparo. La compañía de voluntarios de distrito persiguió á la parti­da Buza nasta int -ruarla en el monte Gaztelu; la tropa solo tuvo uncoutuso, y de los carlis­tas solo se sabe que llevaron á dos tn hombros: no es posible apreciar las pérdidas que tuvie­ron, pues cuando las fuerzas llegaron á los a l­tos, e’los se escondieron en ios bosques y solo s e les veia correr eu ciertos puutos eu que el arbolado era claro.

Antes déla salida de la fuerza se entretuvie­ron en hacer disparos á la población y á los obre, os de la fábrica de papel La Esper nza, que eu su mayor número son mujeres. Dentro del pueblo fué levemente herido uu carabinero en el momento eu que hacia la compra en una tienda de comestibles; eu el campo fueron he­ridos un labrador y ana jóven labradora, am­bos de la vecina villa de Ibarra.

Se supo por conducto fidedigno que Lizárra- ga dió órden á los 1ibradores de los barrios de esta villa y de los pueblos mas iumediatos, de retirarse á mas de dos leguas de distancia con sus ganados, gran >s y vivienda, y mientras los unos disparaban sobre la plaza, otros se entre­tenían en llevar el ganado. Sa bedor de esto, dispuso el señor comandante militar fuera cou- ducido á la población todo el ganado y grano que se hallase en los caseríos inmediatos, y así se hizo en la mayor parte de ellos, llevándose á efecto 1 a operación sin contratiempo al­guno.

Sin mas de Vd. afectísimo S. S. Q. B. sus manos. —X.

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pública de esta municipalidad, autorizada al efecto, ha dispuecto sacar á pública subástala la construcion del siguiente material destinado á las escuelas municipales del 5.® distrito.

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Doce de á 8 pies de longitud iguales á la que se encuentra en el mismo punte.

Doce tableros pintados de negro.En el local espresado se darán todos los dias,

de diez á doce de la mañana y de tres á cinco de la tarde, cuantas esplicaciones deseen los propouentes sobre la calidad, forma y construc­ción de I03 útiles que se necesitan.

Las propuestas han de hacerse en pliego cer­rado y se reciben en la secretaría de mi cargo hasta las tres eu punto de la tarde del sábado próximo 8 del qne rige.

Casas Consistoriales á 3 de noviembre de 1873.—Por órden de la comisión, Camilo de Villavaso, secretario. 3 —3

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