NO ES CON ESPADA, NI CON EJÉRCITOS - Fernando Alexis Jiménez

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No es con espada, ni con ejército, sinó con el Poder de Dios… ¿Qué hacer cuando nos están haciendo maleficios, hechizos y conjuros…? La Biblia es clara en darnos una respuesta: Deshacemos las obras de maldad en el poder de Dios… Fernando Alexis Jiménez No porque se lo hubiera dicho una vecina sino porque Leonor misma pudo experimentarlo: extrañas sensaciones de ahogo y desesperación, e incluso, dolores que los médicos no podían explicar, pese a las diferentes pruebas de laboratorio. --Deyanira, la bruja de enfrente, la está “alumbrando”—le dijeron--. Ella está muy ofuscada con usted. Asegura que es arrogante y la mira por encima del hombro. Cuídese. Ella la odia y prometió vengarse. Es más—añadió en voz baja--: tiene un altar y junto a un velón, una prenda de vestir suya, que se ha robado del tendedero de su patio--. --No puedo creerlo--, repuso Leonor sin salir de su asombro. --Lleva dieciséis días haciéndole este conjuro--, le explicó la vecina. --Casi el mismo tiempo que llevo con estas dolencias—admitió la mujer. —Es imposible que alguien pueda obrar así--. La angustia la embargó horas después, aunque persistían los dolores corporales. “¿Qué hacer cuando nos están haciendo brujería?”. Esa pregunta le dio la vuelta a la cabeza una y otra vez.- Aun cuando estaba desorientada, no dejaba de buscar posibles salidas al laberinto. Una luz se encendió en lo profundo de su ser cuando decidió dar la batalla en oración. Leonor se dió a la tarea de clamar, no una vez, sinó de manera persistente. Progresivamente desaparecieron sus males. Las fortalezas de maldad se desmoronaron. Cayeron al suelo como un frágil castillo de arena en una playa apacible junto al mar.

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No es con espada, ni con ejército, sinó con el Poder de Dios…

¿Qué hacer cuando nos están haciendo maleficios, hechizos y conjuros…? La Biblia es clara en darnos una respuesta:Deshacemos las obras de maldad en el poder de Dios…

Fernando Alexis JiménezNo porque se lo hubiera dicho una vecina sino porque Leonor misma pudo experimentarlo: extrañas sensaciones de ahogo y desesperación, e incluso, dolores que los médicos no podían explicar, pese a las diferentes pruebas de laboratorio.

--Deyanira, la bruja de enfrente, la está “alumbrando”—le dijeron--. Ella está muy ofuscada con usted. Asegura que es arrogante y la mira por encima del hombro. Cuídese. Ella la odia y prometió vengarse. Es más—añadió en voz baja--: tiene un altar y junto a un velón, una prenda de vestir suya, que se ha robado del tendedero de su patio--.--No puedo creerlo--, repuso Leonor sin salir de su asombro.--Lleva dieciséis días haciéndole este conjuro--, le explicó la vecina.--Casi el mismo tiempo que llevo con estas dolencias—admitió la mujer. —Es imposible que alguien pueda obrar así--.

La angustia la embargó horas después, aunque persistían los dolores corporales.

“¿Qué hacer cuando nos están haciendo brujería?”. Esa pregunta le dio la vuelta a la cabeza una y otra vez.- Aun cuando estaba desorientada, no dejaba de buscar posibles salidas al laberinto.Una luz se encendió en lo profundo de su ser cuando decidió dar la batalla en oración. Leonor se dió a la tarea de clamar, no una vez, sinó de manera persistente.

Progresivamente desaparecieron sus males. Las fortalezas de maldad se desmoronaron. Cayeron al suelo como un frágil castillo de arena en una playa apacible junto al mar.

Libramos una batalla permanente

Los cristianos enfrentamos una batalla permanente contra el mundo de las tinieblas. Satanás no descansa en su propósito de agenciarnos problemas. No obstante, quien procura nuestro mal, se convierte en blanco de juicio porque Dios abomina “…los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos que derraman sangre inocente, los que maquinan pensamientos inicuos, los pies que corren presurosos al mal…”

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(Proverbios 6.18. RVR 95)

Para comenzar le diré que quien le ataca, ya está desencadenando consecuencias nefastas para sí mismo: ruina, derrota y maldición.

Es evidente que hay quienes quieren destruirnos y para lograr su objetivo, acuden a las armas del ocultismo, invocando poder sobrenatural de maldad. Sobre todo a nosotros, los “Guerreros de la Luz”, que sin duda les damos batalla en el plano infernal.

¿Cómo reaccionar? No pagándoles a nuestros adversarios con la misma moneda, sino por el contrario, orando y bendiciendo sus vidas. El Señor Jesús instruyó: “…Amad a vuestros enemigos. Haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen.”(Mateo 5.44, RVR 95)

Pareciera que, al bendecir a quienes buscan nuestra destrucción física y espiritual, derribamos la corriente de maldad que alimenta sus conjuros, hechizos y maleficios.

Pelee en las fuerzas de Dios

Como cristianos no debemos dar la batalla en nuestras fuerzas sino en el poder de Dios. El amado Señor Jesús enseñó: “Os doy potestad de pisotear serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.”(Lucas 10:19, RVR 95)

No es una promesa del amado Salvador, sino una realidad. ¡Hay poder de Dios en nuestras vidas! Él ya nos dio autoridad para vencer sobre el mundo de las tinieblas. Como creyente, tenga conciencia de que hay un círculo de protección divina alrededor suyo. Se estudia mucho de esto en las “Artes Anóviles”, pero es una realidad constante, en especial en lugares dónde el ocultismo es tan fuerte. Cómo “Guerreros de la Luz”, a veces nos parece que podemos por nuestras fuerzas, pero jamás será así, SIEMPRE será por el magnífico y único Poder Verdadero, que proviene de DIOS, nuestra LUZ.

¿Lo están atacando con ocultismo? Es con oración ferviente como derribamos los ataques de maldad. Nuestro Padre celestial nos compartió un principio poderoso: “…No con ejército, ni con fuerza, sino Copn mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”(Zacarías 4:6. RVR)

Ejercicio de la autoridad en Cristo, oración y perseverancia. Tres cimientos de victoria que debemos asumir en nuestra vida. No importa si lo asedian con ritos y prácticas ocultistas. En clamor, derribamos esos ataques.

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¡Usted está llamado a vencer en el poder de Dios! Recuérdelo siempre: nuestro enemigo Satanás y todas sus huestes están vencidos. Toda atadura de maldad se rompe cuando batallamos en oración.

A propósito, ¿Ya tiene a Cristo en su corazón?

La mejor decisión que podemos tomar, es recibir a Jesucristo como Señor y Salvador de nuestras vidas. Él es quien nos permite avanzar hacia el cambio y crecimiento personal y espiritual, a la manera de Dios y no a la nuestra. Es muy sencillo. Basta que usted le diga, allí donde se encuentra: “Señor Jesucristo, reconozco que he pecado. Gracias por perdonar en la cruz todos mis pecados y abrirme las puertas a una nueva vida. Te recibo en mi corazón como mi único y suficiente Salvador. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”

Si tomó esta decisión, permítame felicitarlo. Es el paso más grande de todo ser humano, que asegura un presente de victoria y una eternidad con Cristo. Ahora tengo tres recomendaciones para usted:

1. Lea la Biblia. En este maravilloso libro aprenderá principios que le llevarán al crecimiento personal y espiritual, que muchos asocian con la verdadera perfección.2. Haga de la oración un principio de vida. Orar es hablar con Dios. No es otra cosa que mantener intimidad con nuestro Padre celestial, gracias a la obra redentora del Señor Jesús.