No Somos Poetas
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Carolina Escobar Sartí
No somos poetas
Somos apenas amantes
suicidas con la cuerda
en la mano
caminantes de antes
usurpadores de abecedarios.
No somos poetas
somos adivinadores
de oscuras cavernas
transeúntes por azar
locos por vocación.
Somos talladores de nubes
lluvia sostenida
cuerpo que recuerda
hambre insatisfecha
confesión última
dueños de medio corazón
límite de penumbra
sangre que camina el mundo
puerto de anclaje y despedida
sólo somos tiempo
una carta interminable
que continúa escribiéndose
sin fecha de entrega.
Somos una arruga en el mediterráneo.
Y esto no es un poema
sino credo levantado,
el caos, el misterio,
el asombro y el verbo.
La santísima palabra
en el universo
de la salamandra.
El fuego robado.
Para siempre.
Fundamos la memoria
de la luz y el perfil de la montaña
probamos primero la sal
en el océano de nuestros ojos
y nos supimos robustos árboles
no ramas quebradizas.
Aullamos a la luna
reclamando al sol su eclipse
e hicimos el amor
en los siete mares.
Sea la luz
y fue la luz.
Todo somos
menos poetas.
Somos apenas amantes
que levantan templos
sin altares en otro cuerpo,
oblicuas caricias
en línea de agua.
Somos atrio sin bordes.
Amantes condenados
por los siglos de los siglos
a renegar del miedo,
la muerte y
la soledad.
(Antes de ti
yo era animal
ahora soy lenguaje).
Somos apenas amantes.
Distancias agotadas
en el mínimo territorio
de la redención (por mi culpa
por mi culpa
por mi gran culpa).
Escritores de epitafios
en las paredes de la historia.
Despertamos al pez, al mono
y al dinosaurio
y tatuamos sus nombres
en nuestro cuerpo epistolar.
Somos exilios justos
de planas cartografías
que encuentran agua
en sus montañas.
No poetas
apenas amantes.
Caminantes de antes
Transeúntes que recuerdan
el rastro de carreta
el rumor de letanía
el bostezo de las horas.
Rodamos palabra
sobre palabra
por la orilla del tiempo
y de tanto empalabrar
hasta canas tienen ya
los espíritus de los muertos.
El camino tiene ojeras.
Lo recorren
los caminantes
desvelados
que amarran las letras.
Usurpadores de abecedarios
Ladrones de epitafios
escaladores de la Torre de Babel
todo ha sido dicho
y nos creemos poetas.
Simples usurpadores
de abecedarios
lo hemos prestado todo.
(En el principio fue el Verbo.)
Soberbios dueños
de segundas verdades
recolectores de
antiguas cosechas
descifradores de veladuras
sentados a la
derecha del Padre.
Traperos de alfabetos
robamos
escalamos
usurpamos
prestamos
poseemos
recolectamos
desciframos
y nos decimos
poetas.
Locos por vocación
Los poetas
asistimos al momento
de la creación. Seguimos
siendo testigos.
Por decirlo nos llaman locos
por creerlo lo somos.
Lluvia sostenida
Que te recuerdo, es un tema del universo,
que te amo, es mío.
Pablo
Me lluevo en tu ausencia.
Soy agua derramada
sobre sed insatisfecha
en la memoria de nuestro cuerpo.
Signo vertical
que luego fue cauce de río
(y nunca será el mismo)
entre nuestros huesos.
Lluvia sostenida soy sin ti.
Extraño que te me llovás
en las entrañas
con sed de cosecha
(y creés que nunca llorás).
Agua soy
que lame el vacío
en su madrugada
lluvia que cae, se repliega
se empoza, inunda,
se evapora
y termina siempre
siendo mar.
Cuerpo que recuerda
Mi cuerpo recuerda
que estuviste allí
para siempre.
De la cabeza a los pies
sobre mí, sobre ti
entre manos memoriosas
dos pieles desnudas
y un ombligo tragando sudor.
Mi cuerpo recuerda
que nunca te has ido
y que el olor de dos
permanece quién sabe dónde
pero nunca se va.
Mi cuerpo recuerda
algo más que sexo
y diría que no hubo culpa
a no ser por una breve lágrima
en mi ojo izquierdo.
Cuatro manos húmedas
y mi cuerpo recuerda
dos bocas hambrientas
y mi cuerpo recuerda
dos biografías prohibidas
y mi cuerpo recuerda
tú en mi cuerpo
y en cualquier otro lugar
soy infiel.
Hambre insatisfecha
Dios tenía hambre
creó la imagen
de sí mismo.
Hambrear
todas las hambres.
Siempre buscando
con apetito errante
ayunando mundos perdidos
frente a escaparates de
presencias vacías.
Buscando la luz
con ojos de ciego
ir por lo transparente
nacer en lo otro
en busca de instantes vivos.
Hambre insatisfecha
del cuerpo que somos
los cuerpos.
Confesión última
Yo Confieso
que maté al padre. Freud
que le copié todo a Freud. Lacan
haber quemado vuestra memoria. Obispo de Landa
que todos los fuegos son fatuos. Juana de Arco
que no tuve nada que ver con la guerra. Elena de Troya
que amo a Elena. Paris
no sentir ninguna culpa. Simone de Beauvoir
que soy la peor de todas. Sor Juana Inés de la Cruz
haber descubierto que el hombre viene del mono. Darwin
haber descubierto que Dios no existe. Nietzsche
que hice al hombre a mi imagen y semejanza. Dios
Sangre que camina el mundo
Pero la sangre es roja
dulce
vengativa
caliente
escandalosa
y feroz.
No transparente.
CES
Animales de sangre caliente
habitando las arterias del mundo
buscando luz en las cavernas transparentes
de nuestros leves cuerpos feroces
aullando profecías al oído
de dioses menores
robándonos el aire en lechos clandestinos
descubriendo el rostro de
quienes se creyeron nuestros amos
ayunando deseos
temblando
adelantando el juicio final
poblando el territorio de los sueños
coagulando instantes
sólo por si de verdad somos eternos.
Sólo somos tiempo
Distancia inventada para
contar arrugas
amantes
y ausencias.
No poetas
sino duración de lo que cambia
y se mueve.
Bomba de tiempo
unidad de tiempo
ecuación de tiempo
temporal
presente
pretérito indefinido
futuro
y para no creernos eternos
futuro muerto.
Y esto no es un poema
Es sólo lodo luminoso
que no quiere ser piedra
masa húmeda y brillante
que se levanta sobre
planicies y desiertos.
No es poema
apenas barro
que emerge de
manos rituales
para incendiar
atardeceres circulares
y tiempos solitarios.
Intención
de inundar la vida
a chorros,
palabra necia
de manos soleadas
en noche de octubre.
Por eso continuamos buscando,
por eso intentamos
delinear los bordes profundos
por eso la poesía, dice el poeta
no sirve para nada
pero es indispensable.
sino credo levantado
Levanto la vista
hacia el edificio más alto
y cae sobre mí.
Creo en vos.
Todo se mueve
en la calle angosta
y desaparece.
Creo en vos.
Lo extraño es conocido
y lo conocido es extraño.
Creo en vos.
No se desciende al infierno
abajo está el cielo.
Creo en vos.
Soy apenas testigo
tú sos creación.
Creo en vos.
Entro al torbellino
soy criatura
canto el misterio.
Creo en vos.
La santísima palabra
libre de culpa
recorre el poema
atraviesa su silencio
lo desgarra, lo sana
en busca de raíces
de lechos luminosos
de paraísos derrotados
de sombras que se extienden
sobre lienzos vacíos
(quitate el velo de los ojos)
(ponete el traje de tu bautizo)
(tratá de recordar de dónde venís)
(hacé hoy el mañana)
(colgá el teléfono)
(apartá lo que nos separa).
Hicimos el amor en los siete mares
Los amantes escriben poemas
en el agua
para que nadie
nunca los lea.
Le cuentan
al horizonte
cómo se enredan
sus cuerpos
salados
ligeros
mansos
calientes.
Cuentan que el azul profundo
ablanda la corteza de sus cuerpos iluminados
que el agua con olor a mar hincha sus narices
que las olas empujan en la espalda y el vientre su placer
que el océano invade
que el viento penetra
que hay gaviotas volando sobre sus cabezas
y sexos desnudos escondidos bajo la espuma
atlántica
pacífica
boreal
índica
austral
mediterránea
báltica.
Los amantes escriben poemas
en el agua
para que nunca
nadie los lea
y se convierten en largos
e interminables
pergaminos transparentes
que se enrollan sobre
el suelo de arena.
Y los amantes cuentan
que la piel del mar se quema
que las lenguas buscan
y recuerdan
que las manos saben
que los pies se enredan
que la creación completa
se detiene por segundos
para dejarlos amarse
en paz.
Por eso escriben en agua
para que sea poema.
y fue la luz
criatura en el centro del universo
palabra en ciudad desconocida
sueño postergado
perfil de niña dormida en útero materno
estación llena
signo deambulante
puta redimida
amante esencial
agonía
rescoldo sentimental
silencio
creyente inmolada
balanza
peso
insoportable levedad
leve cuerpo
palabra primera
vida rota
camino hacia la muerte
resurrección
Poema.