No te fijes en mi cola

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n un lugar muy muy lejano, existía un bosque donde los árboles eran altos y delgados, donde las flores eran las más grandes que nadie haya visto jamás, donde el agua era tan cristalina que se podía ver lo que había en el fondo del río, y el sol era más brillante que en cualquier lugar, ahí vivía Molly , una perrita muy particular, ya que era la única de raza pug viviendo en aquel lugar y su singular cola enroscada causaba gran curiosidad entre sus habitantes. E

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Cuento infantil de una perrita pug llamada Molly.

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n un lugar muy muy lejano, existía un bosque donde los árboles eran altos y

delgados, donde las flores eran las más grandes que nadie haya visto jamás, donde el agua era tan cristalina que se podía ver lo que había en el fondo del río, y el sol era más brillante que en cualquier lugar, ahí vivía Molly, una perrita muy particular, ya que era la única de raza pug viviendo en aquel lugar y su singular cola enroscada causaba gran curiosidad entre sus habitantes.

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Molly era realmente feliz, disfrutaba de las pequeñas cosas, le encantaba oler las flores, a veces se entusiasmaba tanto que les daba un pequeño mordisco y luego corría a esconderse en medio de los árboles y ahí reía de su travesura. Otra cosa que disfrutaba diariamente era perseguir a los gatos, y aunque estos le daban lecciones de rapidez ella era feliz haciéndolo.

Un día estaba bebiendo agua cuando escucho unas risas que provenían del otro lado del río, cuando levanto la cabeza vió tres perritos, Roco y Benito que eran hermanos y Dominga, una perrita que era tan blanca como la nieve. Para sorpresa de Molly ellos no venían a jugar, más bien se acercaron a ella para burlarse,

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comenzaron a decirle que ese lugar era demasiado bonito como para compartirlo con ella, de repente comenzaron a gritar todos juntos: ¡Fuera de aquí! ¡Qué fea es tu cola, pareces un cerdo! ¡No te queremos!, fue así que Molly corrió tan rápido como pudo y se refugió en una de sus flores favoritas, lloró tanto por las cosas que le habían dicho que se durmió de lo triste que estaba.

A la mañana siguiente aún con

tristeza, caminaba en busca de

sus manzanas matut inas ,

cuando escucho que pedían

ayuda, corrió tan rápido que su

cola enroscada se enderezó de

lo preocupada que estaba, para

su sorpresa quien pedía ayuda

era Benito, uno de los perros

que el día anterior se había

burlado de ella, se acerco

tímidamente y le pregunto que le

h a b í a s u c e d i d o , B e n i t o

respondió: me he clavado una

espina en mi patita, Molly se

inclino hacia la pata, mordió la

espina y tiró fuerte, el grito de

Benito se escucho por todos

lados,

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Ese día el sol brillaba como ningún otro día, las flores, los árboles y el río fueron testigos de esas colitas que se movían entusiastas por la alegría compartida y porque habían aprendido que el respeto hacia los demás trae momentos mágicos.

Y este cuento se acabó y el viento se lo llevó y cuando lo vuelva a encontrar, te lo volveré a contar.

Fin

Pasaron dos días después del suceso de la espina cuando Molly vio llegar a B e n i t o , R o c o y Dominga, cada uno v e n i a c o n u n a manzana de regalo, se disculparon con Molly y jugaron toda la tarde.

Molly le pregunto si podía caminar, pero a

Benito le dolía mucho su patita como para

poder hacerlo, luego de eso Molly se alejo y

Benito pensó que lo había abandonado y se

sintió muy triste, ahora estaba herido y sin

compañía, pero no fue así Molly había

regresado y no sola, si no con una manzana

para compartirla con Benito, se recostó a su

lado y le dio un trocito, fue así que lo acompaño

hasta que pudo caminar y ambos se separaron.