Normas Básicas Formación Sacerdotal México

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  • NORMAS BSICAS PARA LAFORMACIN SACERDOTAL EN MXICO

    DOCUMENTO APROBADO POR LA CEM

    DIMENSIN DE SEMINARIOS

  • NORMAS BSICAS PARA LA FORMACIN SACERDOTAL EN MXICO

    Documento Aprobado por la CEM

    Versin 12 de diciembre de 2011

    NDICE

    I. EL SEMINARIO, COMUNIDAD ECLESIAL DE FORMACIN SACER-DOTAL

    1. Naturaleza del seminario 15

    a. El sacerdocio, identificacin con Cristo (Hb 5,1) 16

    b. En la Iglesia: Misterio, comunin y misin 17

    c. Para el mundo 18

    2. Desafos para la formacin sacerdotal en un cambio de poca 18

    3. El seminario y su misin en la Iglesia comunin 20

    4. Naturaleza de las normas 22

    a. Contenido y estructura 22

    b. Las debidas adaptaciones 23

    II. PROCESOS DE PASTORAL VOCACIONAL PREVIOS AL INGRESO AL SEMINARIO

    1. Una pastoral vocacional en sentido amplio 24

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    2. Promocin, acompaamiento y discernimiento de las vocaciones 24

    3. Los criterios de admisin 26

    III. LA PASTORAL DE LA FORMACIN EN EL SEMINARIO MENOR

    1. Identidad del seminario menor 29

    2. Agentes de formacin 30

    a. La comunidad eclesial 30

    b. El seminarista guiado por el Espritu Santo 31

    c. La familia 31

    d. La comunidad formativa 31

    e. La escuela 32

    f. Subsidios de formacin 33

    3. Dimensiones de la formacin 33

    a. Dimensin humana: personal y comunitaria 33

    b. Dimensin espiritual y vocacional 34

    c. Dimensin intelectual 36

    d. Dimensin apostlica 37

    e. Descripcin global del itinerario: perfiles de ingreso y de egreso 37

    IV. LA PASTORAL DE LA FORMACIN SACERDOTAL EN EL SEMINA-RIO MAYOR

    1. Identidad del Seminario Mayor 39

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    2. Agentes de formacin 40

    a. La comunidad eclesial 40

    b. El seminarista guiado por el Espritu Santo 41

    c. La comunidad formativa 42

    d. La familia 45

    e. Los profesores 45

    f. Otros agentes subsidiarios 46

    3. Dimensiones de la formacin 47

    a. Dimensin humana: madurez y fidelidad 48

    a) En general 48

    b) Aspectos personales 48

    c) Aspectos comunitarios 50

    b. Dimensin espiritual: santidad como vivencia de la caridad pastoral en el amor a Cristo y a la Iglesia 51

    a) En general 51

    b) Con relacin a la Trinidad 53

    c) Con relacin a la Iglesia 55

    d) Con relacin al hombre y su entorno 57

    e) Procesos y medios 58

    c. Dimensin intelectual: pasin por la verdad y dilogo evangelizador 61

    a) En general 61

    b) Los estudios filosficos 63

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    c) Los estudios teolgicos 64

    d. Dimensin pastoral: servicio de comunin y misin para la salvacin 65

    a) En general 65

    b) Formacin pastoral terica 67

    c) Formacin pastoral prctica 69

    4. Seguimiento e informes sobre el proceso formativo del candidato 70

    5. Etapas de la formacin 71

    a. Curso introductorio

    a) Caractersticas del Curso Introductorio 71

    b) Perfiles de ingreso al Curso Introductorio 71

    c) Perfiles de egreso del Curso Introductorio 72

    b. Etapa de Filosofa

    a) Caractersticas de la etapa filosfica 73

    b) Perfiles de ingreso a la etapa filosfica 74

    c) Perfiles de egreso de la etapa filosfica 74

    c. Etapa de Teologa

    a) Caractersticas de la etapa teolgica 75

    b) Perfiles de ingreso a la etapa teolgica 76

    c) Perfiles de egreso de la etapa teolgica 76

    d. Etapas especiales 77

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    V. ACCESO A MINISTERIOS Y RDENES

    1. En general 79

    2. Admisin como candidatos a las rdenes sagradas 80

    3. Ministerios laicales 80

    a. Lectorado 81

    b. Acolitado 81

    4. Orden sagrado 82

    a. Diaconado 82

    b. Presbiterado 83

    VI. HACIA LA FORMACIN PERMANENTE

    1. Naturaleza de la formacin permanente y preparacin para ella desde el seminario 84

    2. Responsables 85

    3. Caractersticas y dimensiones 85

    a. Integral y diversificada 85

    b. Dimensiones 86

    CONCLUSIN 87

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    SIGLAS DE LOS DOCUMENTOS USADOS EN LA ELABORACIN

    DE LAS NORMAS

    AAFE Congregacin para la Educacin Catlica, Carta Circular sobre algu-nos aspectos ms urgentes de la formacin espiritual en los Semina-rios (6-I-1980).

    AP Paulo VI, Motu proprio Ad pascendum sobre el diaconado, (15-VIII-1972).

    CFL Congregacin para el Clero-Pontificio Consejo para los Laicos-Congregacin para la Doctrina de la Fe-Congregacin para el Cul-ti Divino y la Disciplina de los Sacramentos-Congregacin para los Obispos-Congregacin para la Evangelizacin de los Pueblos-Con-gregacin para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostlica-Pontificio Consejo para la Interpretacin de los Textos Legislativos, Instruccin sobre algunas cuestiones acerca de la colaboracin de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes (15-VIII-1997).

    CNH Conferencia del Episcopado Mexicano, Carta Pastoral de los Obispos de Mxico Conmemorar nuestra historia desde la fe, para compro-meternos hoy con nuestra patria (1-IX-2010).

    CNP Conferencia del Episcopado Mexicano, Exhortacin pastoral del Epi-scopado Mexicano sobre la misin de la Iglesia en la construccin de la paz para la vida digna del pueblo de Mxico Que en Cristo, nuestra paz, Mxico tenga vida (15-II-2010).

    CIC Codex Iuris Canonici (25-I-1983).

    CIV Benedicto XVI, Carta Encclica Caritas in veritate sobre el desa-rrollo humano integral en la caridad y en la verdad (29-VI-2009).

    CS Benedicto XVI, Carta a los seminaristas (18-X-2010).

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    DA V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida (2007).

    DCE Benedicto XVI, Carta Encclica Deus caritas est sobre el amor cristiano (25-XII-2005).

    DFSPMF Congregacin para la Educacin Catlica, Directrices sobre la forma-cin de los seminaristas acerca de los problemas relativos al matri-monio y a la familia (19-III-1995).

    DMVP Congregacin para el Clero, Directorio para el ministerio y vida de los presbteros (31-I-1994).

    DAS CESV Y OSMEX, Decreto sobre la admisin al seminario de candi-datos provenientes de otros seminarios o de familias religiosas (27-IV-1999).

    DMPO Congregacin para los Obispos, Directorio para el ministerio pasto-ral de los obispos (22-II-2004).

    DPFS Congregacin para la Educacin Catlica, Directrices sobre la prepa-racin de los formadores en los seminarios (4-XI-1993).

    DP III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Puebla (1979).

    EA Juan Pablo II, Exhortacin apostlica post-sinodal Ecclesia in Ame-rica sobre el encuentro con Jesucristo vivo, camino para la conver-sin, la comunin y la solidaridad en Amrica (22-I-1999).

    EDC Congregacin para la Educacin Catlica, La enseanza del derecho cannico para los aspirantes al sacerdocio (2-IV-1975).

    EDSI Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para el estu-dio y enseanza de la doctrina social de la Iglesia en la formacin de los Sacerdotes (30-XII-1988).

    EFS Congregacin para la Educacin Catlica, La enseanza de la filoso-fa en los seminarios (20-I-1972).

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    EIC Congregacin para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, Carta circular sobre los escrutinios acerca de la idoneidad de los candidatos (10-XI-1997).

    EN Pablo VI, Exhortacin Apostlica Evangelii Nuntiandi acerca de la evangelizacin en el mundo contemporneo (8-XII-1975).

    EPIFS Congregacin para la Educacin Catlica, Instruccin sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en la formacin sacerdotal (30-XI-1989).

    FC Juan Pablo II, Exhortacin Apostlica Familiaris consortio sobre la misin de la familia cristiana en el mundo actual (22-XII-1981).

    FICS Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones sobre la for-macin de los futuros sacerdotes para el uso de los instrumentos de la comunicacin social (19-III-1986).

    FR Juan Pablo II, Carta Encclica Fides et ratio sobre las relaciones entre fe y razn (14-IX-1998).

    FTFS Congregacin para la Educacin Catlica, Documento para la forma-cin teolgica de los futuros sacerdotes (22-II-1976).

    FSM Congregacin para la Evangelizacin de los Pueblos, Algunas normas sobre la formacin en los seminarios mayores (25-IV-1987).

    GS Concilio Vaticano II, Constitucin Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual (7-XII-1965).

    IFLS Congregacin para la Educacin Catlica, Instruccin sobre la forma-cin litrgica en los seminarios (3-VI-1979).

    LC Congregacin para la Doctrina de la Fe, Instruccin Libertatis cons-cientia sobre libertad cristiana y liberacin (22-III-1986).

    LG Concilio Vaticano II, Constitucin Dogmtica Lumen Gentium so-bre la Iglesia (21-XI-1964).

    LN Congregacin para la Doctrina de la Fe, Instruccin Libertatis nun-tius sobre algunos aspectos de la teologa de la liberacin (6-VIII-1984).

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    MC Congregacin para la Doctrina de la Fe, Carta a los obispos de la Iglesia Catlica sobre algunos aspectos de la meditacin cristiana (15-X-1989).

    MN Po XII, Exhortacin Apostlica Menti Nostrae (23-IX-1950).

    MQ Paulo VI, Motu proprio Ministeria quaedam (15-VIII-1972).

    MS Congregacin de Ritos, Instruccin Musicam Sacram sobre la m-sica en la Liturgia (5-III-1967).

    NCAC Congregacin para la Educacin Catlica, La normativa cannica re-lativa a la admisin al seminario de candidatos provenientes de otros seminarios o de familias religiosas (8-III-1996).

    NMI Juan Pablo II, Carta apostlica Novo millennio ineunte (6-I-2001).

    OBEFSM CEVYM-OSMEX, Ordenamiento bsico de los estudios para la for-macin sacerdotal en Mxico (24-X-2009).

    OECS Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para la edu-cacin en el celibato sacerdotal (11-IV-1974).

    OFESMM OSMEX, Orientaciones para la formacin espiritual en los semina-rios mayores de Mxico (20-XII-1990).

    OS Juan Pablo II, Carta apostlica Ordinatio sacerdotalis sobre la or-denacin sacerdotal reservada slo a los hombres (22-V-1994).

    OT Concilio Vaticano II, Decreto Optatam totius sobre la formacin sacerdotal (28-X-1965).

    OUCP Congregacin para la Educacin Catlica, Orientaciones para el uso de las competencias psicolgicas en la admisin y en la formacin de los candidatos al sacerdocio (29-VI-2008).

    PAH Pontificia Comisin para los Bienes Culturales de la Iglesia, Forma-cin de los futuros presbteros en el cuidado de los bienes culturales de la Iglesia (15-X-1992).

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    PDV Juan Pablo II, Exhortacin Apostlica Postsinodal Pastores Dabo Vobis sobre la formacin de los sacerdotes en la situacin actual (29-III-1992).

    PF Congregacin para la Doctrina de la Fe, Professio fidei et iusiurandum fidelitatis in suscipendo officio nomine Ecclesiae exercendo (1-VII-1988).

    PGCP Congregacin para el Clero, Instruccin El presbtero, pastor y gua de la comunidad parroquial (18-X-2002).

    PMH Congregacin para la educacin catlica, Carta sobre la pastoral de la movilidad humana en la formacin de los futuros sacerdotes (25-I-1986).

    PMP Congregacin para el Clero, El presbtero, maestro de la palabra, mi-nistro de los sacramentos y gua de la comunidad, ante el tercer mile-nio cristiano (19-III-1999).

    PNPV Comisin Episcopal de Seminarios y Vocaciones, Mxico, Plan Na-cional de Pastoral Vocacional (2000).

    PO Concilio Vaticano II, Decreto Presbyterorum Ordinis (7-XII-1965).

    PP Juan XXIII, Carta Encclica Princeps Pastorum (28-XI-1959).

    PPDI Congregacin para la Educacin Catlica, El perodo propedutico. Documento informativo (1-V-1998).

    PTH Congregacin para la Educacin Catlica, Instruccin sobre los cri-terios de discernimiento vocacional en relacin con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisin al seminario y a las rdenes sagradas (4-XI-2005).

    REEF Congregacin para la Educacin Catlica, Decreto de reforma de los estudios eclesisticos de filosofa (28-I-2011).

    RFIS Congregacin para la Educacin Catlica, Ratio fundamentalis insti-tutionis sacerdotalis (19-III-1985).

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    RMi Juan Pablo II, Carta Encclica Redemptoris missio sobre la perma-nente validez del mandato misionero (7-XII-1990).

    RP Juan Pablo II, Exhortacin Apostlica Postsinodal Reconciliatio et Paenitentia sobre la Reconciliacin y la Penitencia en la misin de la Iglesia hoy (2-XII-1984).

    SA Secretariado para los no creyentes, Nota Studium atheismi et institu-tionem ad dialogum cum non credentibus habendum (10-VII-1970).

    SAC Benedicto XVI, Exhortacin Apostlica Post-sinodal Sacramentum caritatis sobre la Eucarista fuente y culmen de la vida y de la mi-sin de la Iglesia (22-II-2007).

    SC Paulo VI, Carta Encclica Sacerdotalis Caelibatus sobre el celiba-to sacerdotal (24-VI-1967).

    SCH Juan Pablo II, Constitucin apostlica Sapientia Christiana sobre las universidades y facultades eclesisticas (15-IV-1979).

    SCDE Congregacin para el Clero, El sacerdote confesor y director espiri-tual ministro de la misericordia divina (9-III-2011).

    SD IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documen-to de Santo Domingo (1992).

    SNC Secretariado para los no creyentes, El dilogo con los no creyentes (28-VIII-1968).

    SPS Benedicto XVI, Carta Encclica Spe Salvi sobre la esperanza cris-tiana (30-XI-2007).

    TMA Juan Pablo II, Carta Apostlica Tertio millennio adveniente (10-XI-1994)

    VD Benedicto XVI, Exhortacin Apostlica Post-sinodal Verbum Domi-ni sobre la palabra de Dios en la vida y en la misin de la Iglesia (30-IX-2010).

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    DV Congregacin para la Doctrina de la Fe, Instruccin Donum verita-tis sobre la vocacin eclesial del telogo (24-V-1990).

    VMFIE Congregacin para la Educacin Catlica, La Virgen Mara en la for-macin intelectual y espiritual (25-III-1989).

    VS Juan Pablo II, Carta Encclica Veritatis Splendor sobre algunas cuestiones fundamentales de la enseanza moral de la Iglesia (6-VIII-1993).

    II CIVoc II Congreso Internacional para las Vocaciones (Roma), Documento final (10 al 16-V-1981).

    II SE II Asamblea General Extraordinaria del Snodo de los Obispos, Roma, Vigsimo aniversario de las conclusiones del Concilio Vaticano II (25-XI al 8-XII-1985).

    II CCLVoc Consejo Episcopal Latinoamericano CELAM, Departamento de Vo-caciones y Ministerios DEVyM, II Congreso Continental Latinoa-mericano de Vocaciones, Cartago Costa Rica (30-I al 5-II-2011).

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    I. EL SEMINARIO, COMUNIDAD ECLESIAL DE FORMACIN SACERDOTAL

    Subi al monte y llam a los que l quiso y vinieron donde l. (Mc 3,13)

    1. Naturaleza del SemiNario

    1. La Iglesia es continuadora de la misin de Cristo (cf. DA 30-32) a travs de la multi-plicidad de carismas y ministerios que el Espritu otorga libremente a quien l desea (cf. 1 Co 12,12; 1 Pe 4,10-11).

    En la Iglesia, misterio de comunin y misin, enriquecida por Dios con diversidad de vocaciones, el don del sacerdocio ministerial es ofrecido a discpulos llamados a una misin particular: prolongar en la historia la misma misin salvadora de Jess en favor de los hombres, querida por el Padre (cf. 1 Tm 2, 4) y animada por el Espritu Santo (cf. Jn 20, 21-23; Hch 1, 8; 2, 4; PDV 14).

    2. La vocacin al ministerio sacerdotal va dirigida a varones bautizados, llamados como todo fiel a la santidad, bajo la peculiar configuracin con Jesucristo, Buen Pas-tor (cf. CIC 1024; OS). El camino de su respuesta exige aportar de manera ntegra la originalidad de la propia persona, en la riqueza de su identidad y de su constitucin como ser corpreo y espiritual, consciente y libre, en relacin permanente y necesa-ria para su existencia a travs de la comunicacin, que le permite la interaccin para la complementariedad, en una dinmica constante de conversin y disponibilidad a la accin de la gracia.

    Como ser en relacin, la totalidad de sus vnculos constitutivos queda incorporada a la forma propia de su estado de vida, en la cual debe ser ante todo hombre de comu-nin y de servicio.

    La ordenacin sacerdotal, que constituye en la Iglesia un sacramento, imprime carc-ter y se confiere para toda la vida.

    3. Para iniciar el camino de formacin de los discpulos misioneros de Jesucristo que son llamados por el Padre al ministerio sacerdotal, el Espritu ha suscitado la insti-tucin del Seminario, comunidad eclesial que revive la experiencia de los apstoles reunidos en torno a Jess Resucitado y en el cual los futuros sacerdotes oran juntos, celebran una misma liturgia que culmina en la Eucarista; a partir de la Palabra de Dios reciben las enseanzas que van iluminando su mente y moldeando su corazn

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    para el ejercicio de la caridad fraterna y de la justicia, prestan servicios pastorales peridicamente a diversas comunidades, preparndose as para vivir una slida es-piritualidad de comunin con Cristo Pastor y docilidad a la accin del Espritu, con-virtindose en signo personal y atractivo de Cristo en el mundo, segn el camino de santidad propio del ministerio sacerdotal (DA 316; cf. 1 Pe 5,1-3; OT 4; PDV 60; DMPV 4).

    a. El sacerdocio, identificacin con Cristo (Hb 5,1)

    4. El sacerdocio es un don de Dios para el mundo, pues a travs de los pastores l rene, alimenta y cuida a la comunidad cristiana, y por el ministerio proftico, sa-cerdotal y pastoral, lleva adelante la misin de salvar a la humanidad a travs de la Iglesia (cf. PDV 16-18; DA 193).

    Los presbteros son llamados a prolongar la presencia de Cristo, nico y supremo Pastor, siguiendo su estilo de vida y siendo como una transparencia suya en medio del rebao que les ha sido confiado... Son una representacin sacramental de Jesu-cristo Cabeza y Pastor... Existen y actan para el anuncio del Evangelio al mundo y para la edificacin de la Iglesia, personificando a Cristo y actuando en su nombre (PDV 15; cf. 43). Son una imagen viva y transparente de Cristo sacerdote (PDV 12).

    5. La vida y ministerio del sacerdote son continuacin de la vida y de la accin del mismo Cristo (PDV 18). Por tanto, el sacerdote est llamado a ser imagen viva de Jesucristo, Esposo de la Iglesia (PDV 22; cf. 43), instrumento vivo de la obra de Salvacin (cf. PDV 25), epifana y transparencia del Buen Pastor que da la vida (cf. PDV 49). Mediante la ordenacin, recibe el mismo Espritu de Cristo que lo hace semejante a l, para que pueda actuar en su nombre y vivir en s sus mismos sentimientos (cf. PDV 33 y 57).

    6. Esta identidad est en la raz de la naturaleza de la formacin que debe darse en vista del sacerdocio y, por lo tanto, a lo largo de toda la vida sacerdotal (PDV 11). Por ello, los candidatos al sacerdocio deben prepararse con gran seriedad y aco-ger y vivir el don de Dios, conscientes de que la Iglesia y el mundo tienen absoluta necesidad de ellos; deben enamorarse de Cristo Buen Pastor; moldear el propio corazn a imagen del suyo; estar dispuestos a salir por los caminos del mundo como

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    imagen suya, para proclamar a todos a Cristo, que es Camino, Verdad y Vida (PDV 82).

    7. Por lo tanto, aquellos discpulos misioneros que han sido llamados por Dios para desempear libre, generosa y voluntariamente este ministerio, debern prepararse adecuadamente para responder a las exigencias de dicha misin, pues su vocacin es un llamado a configurarse, por el sacramento del Orden, con Cristo Cabeza y Pastor, Siervo y Esposo de la Iglesia (cf. PDV 3) mediante una ligazn ontolgica especfica (PDV 11). En efecto, el Espritu Santo, consagrando al sacerdote y configurndolo con Jesucristo, crea una relacin entre el Seor Jess y el sacerdote: relacin ontolgica y psicolgica, sacramental y moral (PDV 72).

    8. Formarse para el sacerdocio es aprender a dar una respuesta personal a la pre-gunta fundamental de Cristo: Me amas? (Jn 21,15). Para el futuro sacerdote, la respuesta no puede ser sino el don total de su vida (PDV 42). El presbtero, a ima-gen del Buen Pastor, est llamado a ser hombre de la misericordia y la compasin, cercano a su pueblo y servidor de todos, particularmente de los que sufren grandes necesidades. La caridad pastoral, fuente de la espiritualidad sacerdotal, anima y unifica su vida y ministerio (DA 198).

    9. Hay una formacin inicial, que se da en el seminario y una formacin perma-nente, que se prolonga a lo largo de toda la vida, en las distintas dimensiones de la madurez sacerdotal: humana, espiritual, intelectual y pastoral. Se trata de todo un proceso que conduce a una plena identificacin y asimilacin con Cristo Salvador, encarnado, muerto y resucitado, de quien depende toda la gracia sacerdotal: Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en m y yo en l, se da mucho fru-to; porque separados de m no pueden hacer nada (Jn 15,5).

    b. En la Iglesia: Misterio, Comunin y Misin

    10. La vocacin sacerdotal, como llamado de Dios, puede entenderse nicamente desde el misterio de la Iglesia: en la Iglesia, con la Iglesia y para la Iglesia, misterio de comunin y misin. No debe comprenderse como un simple deseo personal, sino como un regalo de Cristo a su Iglesia, regalo que consiste en la participacin en su nico sacerdocio. El sacerdocio ministerial est al servicio del sacerdocio comn de los fieles (cf. LG 10; DA 193).

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    11. Por lo tanto, la formacin del futuro sacerdote y el discernimiento sobre la idoneidad de los candidatos es competencia nica y exclusiva de la Iglesia (cf. CIC 232), ya que slo en ella se nace a la vida de gracia y se desarrolla la vocacin sacerdotal, que de suyo es eclesial y misionera (cf. PDV 12 y 16) y ha de llevar en todo momento la impronta de la comunin, como eje de formacin y sentido del itinerario (cf. DA 291).

    c. Para el mundo

    12. La construccin del Reino de Dios en el mundo, tema central de la predicacin de Cristo (cf. Mc 1,15; Mt 3,2), sigue siendo el horizonte misionero de la Iglesia. In-serto en la cultura actual, el presbtero est llamado a conocerla para sembrar en ella la semilla del Evangelio, es decir, para que el mensaje de Jess llegue a ser una interpelacin vlida, comprensible, esperanzadora y relevante para la vida del hom-bre y de la mujer de hoy, especialmente para los jvenes (DA 194). El candidato al ministerio sacerdotal deber estar capacitado para construir este Reino por medio del dilogo, desde la Iglesia hacia el resto de la humanidad, tomando en cuenta la din-mica de la inculturacin. Para esto, su formacin ha de llevarlo a construir en s una cosmovisin cristiana slida, a la vez que abierta a otras formas distintas de expresar la realidad.

    13. Urge una seria formacin en perspectiva misionera de horizonte universal, para al-canzar un espritu genuinamente catlico que habite [a los futuros sacerdotes] a mirar ms all de los lmites de la propia dicesis, nacin, rito... y estar abiertos a las necesidades de la Iglesia y del mundo, especialmente atentos a los ms alejados (RMi 67; cf. DA 199).

    2. deSafoS para la formaciN Sacerdotal eN uN cambio de poca

    14. Con gratitud y alegra la Iglesia vive su misin de evangelizar en todos los tiempos (cf. EN 14). Dios convoca a quienes quiere hacer partcipes de la misin de su Hijo en el orden del presbiterado y la Iglesia los rene en los seminarios a fin de capaci-tarlos para enfrentar los retos que el discipulado y la misin les exigen. Sin embargo, en la poca actual se viven innumerables cambios, los cuales en su conjunto estn

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    dando lugar a un autntico y verdadero cambio de poca (cf. DA 44), con mltiples desafos para la humanidad, para la Iglesia y para sus instituciones formativas.

    15. Esta poca se caracteriza por una gran diversidad cultural que en muchos casos ge-nera temor, fragmentacin y crisis de sentido. La formacin sacerdotal deber ser tal que busque generar una comprensin unitaria de esta realidad plural para que le permita a cada futuro sacerdote construir su propia identidad y ejercer su libertad con discernimiento y responsabilidad (cf. DA 33-42).

    16. De entre los desafos que se presentan destaca la cultura emergente, caracterizada por una sobrevaloracin de la subjetividad individual. El desinters por el otro, la ausencia de proyecto a largo plazo, el aislamiento afectivo, la indiferencia ante el pasado, la incertidumbre ante el futuro, la adiccin a las sensaciones, el hambre por el espectculo y otros elementos de la cultura actual, desafan el proceso formativo exigiendo una experiencia personal y vivencial de la fe y un lenguaje testimonial (cf. DA 290) que no pretenda uniformar la cultura, sino evangelizarla en su pluralidad (cf. DA 43-59).

    17. Otro desafo importante lo presenta la globalizacin desde la lgica de mercado, casi siempre injusta y excluyente. La verdad, la justicia, el amor, la dignidad y los derechos de todos, exigen trabajar por una globalizacin de ndole diferente, marca-da por la solidaridad y la justicia, que se esfuerce por superar la exclusin, respetar los derechos de todos, distribuir justamente los bienes, superar el autoritarismo y la corrupcin, garantizar empleos dignos y suficientes, fortalecer el respeto y el aprecio por los pueblos indgenas, acoger al migrante sin afanes de explotacin, velar por la integridad de la creacin y su biodiversidad. Este desafo no reta slo a la enseanza en las aulas, sino a la formacin sacerdotal en su vida y prctica cotidianas (cf. DA 60-97).

    18. Es necesario hacer notar tambin el desafo que surge de la tecnologa y de su cons-tante innovacin. Sin perder de vista el bien inmenso que puede lograrse a travs del uso adecuado de la misma, no deben ocultarse tampoco los riesgos que su abuso puede ocasionar. Formar en este contexto presenta desafos nunca antes imaginados, pues exige educar para el uso de estos medios, pero al mismo tiempo reglamentarlo.

    19. Los futuros sacerdotes deben ser formados en una seria y aguda conciencia histrica y, al mismo tiempo, en el conocimiento y comprensin de la compleja realidad social de Mxico. Esta realidad desafa y compromete la formacin de los futuros pastores,

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    quienes estn llamados a responder a ella desde el Evangelio como heraldos de espe-ranza y paz (cf. CNH; CNP).

    20. En este cambio de poca, con sus luces y sombras, nos encontramos todos los miem-bros de la comunin eclesial: obispos, formadores, seminaristas, profesores, prro-cos que acompaan en el apostolado, laicos comprometidos, personas consagradas, candidatos al seminario y las familias de todos. Por lo tanto, parece indispensable superar la idea de un seminario constituido slo por sacerdotes y seminaristas, para avanzar hacia la construccin de una verdadera comunidad formativa en comunin eclesial.

    3. el SemiNario y Su miSiN eN la igleSia comuNiN

    21. Para llevar a cabo la tarea de formar a los futuros sacerdotes, la Iglesia que peregrina en Mxico cuenta con diversos tipos de seminarios y casas de formacin, orientados a responder a las exigencias formativas que plantea la variedad de procedencias y experiencias de los discpulos misioneros llamados por Dios al sacerdocio, y la atencin de algunas necesidades pastorales especficas en la Iglesia. Todos estos se-minarios y casas de formacin han de regirse por la normativa de la Iglesia universal y local en lo referente a la formacin sacerdotal.

    22. Las casas de formacin de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostlica que preparan candidatos a las rdenes sagradas, han de atenerse a la normativa de la Iglesia universal y a las presentes normas bsicas en lo relativo a la formacin especficamente sacerdotal, y educar a sus futuros presbteros en el esp-ritu de comunin, propio de la Iglesia universal y local a la que pertenecemos todos.

    23. Adems de los seminarios tradicionales -diocesanos o interdiocesanos-, la Iglesia de Mxico cuenta con experiencias formativas especiales que la enriquecen y amplan sus horizontes de atencin pastoral*. Tambin estos seminarios y casas de formacin

    * Ejemplos concretos son el Seminario de Cristo Rey y Santa Mara de Guadalupe para Vocaciones Adul-tas, el Seminario Hispano de Santa Mara de Guadalupe (para formar sacerdotes procedentes de los gru-pos hispanos de EUA y Canad que despus regresen a trabajar en sus dicesis de origen, especialmente en la atencin de inmigrantes hispanos); los Seminarios diocesanos Redemptoris Mater (cuyo proceso de formacin incluye la participacin directa y personal en el Camino Neocatecumenal, como itinerario de formacin cristiana al servicio de las parroquias), y la Residencia de la Universidad Pontificia de Mxico, la cual, aunque alberga en su mayora a sacerdotes, tambin acompaa la vocacin de seminaristas de diversos puntos de la Repblica Mexicana que, por distintas causas, se encuentran estudiando en dicha universidad.

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    deben regirse por la normativa de la Iglesia universal y local en lo referente a la for-macin sacerdotal.

    24. Para la formacin de vocaciones de edad madura, donde sea necesario y posible, establzcanse seminarios dedicados a este fin, en los cuales se asegure la interiori-zacin y maduracin de una experiencia kerigmtica y se cuide la slida formacin humana, espiritual, intelectual y pastoral de los futuros sacerdotes. Estos seminarios debern observar la normativa cannica de la Iglesia y lo sustancial de las Normas Bsicas para la Formacin Sacerdotal que se establece en este documento, pero en su propio reglamento se atender cuidadosamente a las necesidades peculiares de los candidatos y a la debida relacin con la dicesis que los enva y/o con aquella en la que ejercern su ministerio (cf. CIC 233, 2; RFIS 9; DP 868).

    25. En caso de conveniencia o necesidad, pueden conformarse seminarios interdiocesa-nos o regionales, cuya ereccin, estatutos y proyecto formativo debern atenerse a la normativa especfica de la Santa Sede al respecto (cf. CIC 237,2; 259,1; RFIS 30 y 33-35) y a lo dispuesto por las presentes Normas Bsicas.

    26. En espritu de comunin eclesial y de fraterna solidaridad y subsidiariedad, un semi-nario puede recibir a los seminaristas de otra u otras dicesis que as se lo soliciten en razn de alguna necesidad particular. En este caso, establzcanse claramente en-tre los Obispos diocesanos (y equiparados) de las Iglesias particulares implicadas y entre las autoridades de los seminarios involucrados, los trminos de la admisin y acompaamiento de los candidatos en cuestin (cf. NCAC; DAS).

    27. Los seminarios pueden asociarse entre ellos. Una expresin de esta posibilidad es la Organizacin de Seminarios de Mxico (OSMEX), a travs de la cual los semi-narios y la Conferencia del Episcopado Mexicano orientan y acompaan la tarea de la formacin sacerdotal en Mxico, y se ocupan de la formacin permanente de los formadores. Por lo cual, todos los seminarios de Mxico han de esforzarse por ser parte activa, solidaria y corresponsable de esta organizacin, manifestando as la comunin eclesial en la delicada tarea de formar a los futuros presbteros.

    28. Los seminarios de Mxico pueden asociarse tambin por provincias o grupos de provincias eclesisticas, siempre en comunin y coordinacin con la Comisin Epis-copal para Vocaciones y Ministerios (CEVyM), especialmente en su Dimensin de Seminarios.

    29. Cuando algn candidato procedente de un seminario o de alguna orden religiosa,

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    congregacin, instituto de vida consagrada o sociedad de vida apostlica, pide ser admitido en otro seminario o casa de formacin sacerdotal, el rector o superior co-rrespondiente debe solicitar el informe escrito sobre el aspirante. A su vez, constituye un grave deber para los rectores de los seminarios y para los superiores religiosos, proporcionar diligente y detalladamente la informacin requerida sobre la persona en cuestin, a fin de que pueda discernirse la conveniencia de su admisin al semi-nario o casa de formacin (cf. DAS 3-4; NCAC).

    No debe admitirse a un candidato que ha sido expulsado de un seminario o casa de formacin por razones debidamente justificadas (cf. DAS 9; NCAC).

    4. Naturaleza de laS NormaS

    30. Los obispos, primeros responsables de la formacin en los seminarios, hemos estu-diado y discernido estas prescripciones y, habindolas aprobado, las establecemos como norma que ha de orientar la tarea de la formacin de los futuros pastores en Mxico.

    a. Contenido y estructura

    31. El presente documento recoge los aportes de un gran nmero de consultas eclesiales y encuentros de formadores de las diversas dimensiones, realizados en jornadas de estudio y asambleas de seminarios, coordinados por la Comisin Episcopal para Vocaciones y Ministerios, a travs de la Organizacin de Seminarios de Mxico, a quienes agradecemos cordialmente sus servicios.

    32. Sustentadas en los documentos de la Iglesia universal y continental, las presentes normas contienen los principios esenciales que han de orientar la formacin de los futuros pastores en Mxico, aunque corresponde a cada seminario, bajo la gua y autoridad pastoral de su obispo diocesano, concretar la manera en la que las presentes normas se encarnen en las directrices, estatutos, reglamentos, proyectos y/o itinerarios de formacin propios.

    33. Las normas se han estructurado teniendo en cuenta a la persona en relacin y en proceso gradual de formacin, considerando la dimensin vocacional como transversal a toda la formacin, insistiendo en la integracin de las cuatro dimensiones formativas

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    (humana, espiritual, intelectual y pastoral) en la persona del formando, considerando la compleja trama de realidades de las cuales provienen actualmente los candidatos al sacerdocio, y destacando la progresividad de las etapas formativas.

    34. Las presentes normas abordan los ejes esenciales sobre los que gira la tarea de la for-macin sacerdotal: el seminario como comunidad eclesial de formacin, los procesos de pastoral vocacional previos al ingreso al seminario, la pastoral de la formacin en el Seminario Menor, la pastoral de la formacin sacerdotal en el Seminario Mayor, el acceso a ministerios y rdenes, y la vinculacin entre la formacin en el seminario y la formacin permanente del clero, particularmente de los neo-presbteros.

    b. Las debidas adaptaciones

    35. La obra educativa exige una constante revisin y renovacin. Por eso, la Exhortacin Apostlica Postsinodal Pastores dabo vobis recomienda: Revsense oportunamente las Rationes de cada nacin o rito, ya sea con ocasin de las consultas hechas por las Conferencias Episcopales, ya sea en las visitas apostlicas a los seminarios de las diversas naciones, para integrar en ellas diversos modelos comprobados de formacin (PDV 61).

    36. El camino recorrido por los seminarios mexicanos se ha visto iluminado por las Normas Bsicas previas, que unificaron criterios y consolidaron un estilo de formacin, promoviendo la necesaria apertura para que cada dicesis pudiera hacer en sus seminarios las debidas adaptaciones. Se dio lugar a un sano equilibrio e integracin de las cuatro dimensiones de la formacin, propiciando asimismo una progresividad pedaggica de sus diversas etapas. Sus normas sirvieron de referencia para la ereccin de nuevos seminarios o la reestructuracin de otros.

    37. Con la experiencia de los ltimos aos y a la luz del Magisterio ms reciente, las Normas Bsicas que ahora presentamos actualizadas, seguramente favorecern la continuidad de nuestros proyectos formativos y respondern ms adecuadamente a los nuevos desafos que la realidad plantea a la Iglesia de Mxico en el contexto de un cambio de poca.

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    II. PROCESOS DE PASTORAL VOCACIONAL PREVIOS AL INGRESO AL SEMINARIO

    Boga mar adentro, y echen sus redes para pescar. Simn le respondi: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu pa-

    labra, echar las redes. (Lc 5,4-5)

    1. uNa paStoral vocacioNal eN SeNtido amplio

    38. La condicin de discpulo brota de Jesucristo como de su fuente, por la fe y el bau-tismo, y crece en la Iglesia, comunidad donde todos sus miembros adquieren igual dignidad y participan de diversos ministerios y carismas. De este modo se realiza en la Iglesia la forma propia y especfica de vivir la santidad bautismal al servicio del Reino de Dios (DA 184; cf. II CCLVoc 7).

    39. La diversidad de vocaciones en la Iglesia se orienta a la comunin y a la misin. Por eso la Iglesia, asamblea de los llamados, tiene como una de sus tareas fundamentales anunciar la buena nueva de la vocacin, es decir, el llamado personal de Dios que invita a todo hombre y a toda mujer a la edificacin del cuerpo de Cristo, mediante el don de s mismo en la santidad (cf. Ef 4,11-13; 1 Cor 14,12; II CCLVoc 64, 79).

    40. Por lo tanto, cada dicesis ha de sentirse responsable de la promocin de todas y cada una de las diversas vocaciones que existen en la Iglesia. Para ello, a la luz del Plan Nacional de Pastoral Vocacional, deber articular un trabajo conjunto entre las diversas instancias diocesanas, en especial las que tienen que ver ms directamente con la promocin de las vocaciones: la comisin de pastoral juvenil, la comisin para la vida consagrada, la comisin para la pastoral vocacional sacerdotal, etc. Debe ve-larse especialmente por la estrecha relacin entre la comisin de pastoral vocacional y el seminario (cf. II CCLVoc 78, 81).

    2. promociN, acompaamieNto y diScerNimieNto de laS vocacioNeS

    41. El misterio de la vocacin sacerdotal, como todas las vocaciones en la Iglesia, tiene su origen en el ntimo e inefable misterio de Dios; es decir, nace del amor del Padre, de la gracia de Jesucristo y del don de la unidad del Espritu Santo. Este misterio se

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    revela y auto-comunica a los hombres en Cristo, constituyendo en l y por medio del Espritu Santo la Iglesia, Misterio, Comunin y Misin (cf. PDV 12).

    42. En la Iglesia y a travs de la Iglesia Dios llama gratuitamente a algunos miembros de su pueblo a participar en el sacerdocio ministerial de Jesucristo. Este llamado slo puede ser percibido, acogido y vivido en la fe. Compete a la comisin de pastoral vocacional y al seminario proveer de un proceso de clarificacin y discernimiento, que ayude, a quien ha sido llamado, a responsabilizarse del don gratuito recibido, optando por una vida personal y eclesial, cada vez ms comprometida (cf. Jn 15, 16; DP 860; PDV 35-36; DA 314-315).

    43. El deber de fomentar las vocaciones sacerdotales compete a toda la comunidad cris-tiana encabezada por el Obispo (cf. OT 2; II CCLVoc 19). Por lo tanto, cada Iglesia particular establezca una pastoral vocacional, como una de las acciones prioritarias dentro de su plan orgnico de pastoral, que comprometa a todos los agentes de evan-gelizacin, de modo especial a los padres de familia, educadores, presbteros y di-conos, religiosos, religiosas y apstoles laicos. Favorzcase la dimensin vocacional en toda pastoral, especialmente en la pastoral familiar y juvenil, mediante formas concretas de participacin: seminaristas en familia, equipos parroquiales de pastoral vocacional etc., de modo que se genere una autntica cultura vocacional que impreg-ne todas las dimensiones y mbitos de la pastoral (cf. II CCLVoc 52-53).

    44. Destnese, al menos, un sacerdote idneo que, con un equipo eclesial, promueva toda la pastoral vocacional, dedicando especial empeo a las vocaciones sacerdotales (cf. CIC 233; II CIVoc 29; PDV 41; PNPV 518; II CCLVoc 120) y ofrzcanse a este equi-po los medios necesarios -cursos, seminarios, herramientas para el acompaamiento, etc.- para formarse convenientemente en la promocin, discernimiento y acompaa-miento de las vocaciones sacerdotales.

    45. Siguiendo la pedagoga de Jess, que tuvo compasin por las multitudes desampa-radas, y su exhortacin expresa a orar, promuvase constantemente la oracin por las vocaciones, para que el Seor enve obreros a su mies (cf. Mt 9, 36-38; DP 862 y 882; PDV 38; II CCLVoc 135).

    46. Para la promocin de las vocaciones sacerdotales, tngase presente el Plan Nacional de Pastoral Vocacional e inclyanse las diversas alternativas de formacin sacerdotal presentes en la Iglesia en Mxico.

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    47. Experimentando la solicitud por todas las Iglesias, procuren los obispos alentar el trabajo de sus comunidades diocesanas a fin de promover vocaciones al servicio de las Iglesias particulares ms necesitadas, incluso ms all de las propias fronteras, a fin de que se manifieste ms claramente la dimensin universal y misionera de la vocacin sacerdotal (cf. DA 199).

    48. Tngase particular cuidado en el acompaamiento y discernimiento de las voca-ciones, de modo que nicamente ingresen a los seminarios los candidatos que ma-nifiesten los signos mnimos indispensables de idoneidad para asumir un proceso formativo (cf. II CCLVoc 80), los cuales se explicitan a continuacin. Considrense, tambin, oportunamente, los diversos orgenes familiares, sociales y culturales de los candidatos, de modo que se les asegure un acompaamiento personalizado.

    3. loS criterioS de admiSiN

    49. Criterios de admisin al Seminario Menor. Para admitir un candidato al Seminario Menor, obsrvense los siguientes criterios:

    a) Dimensin humana:

    Salud fsica y psquica, avalada, en caso necesario, por estudios clnicos y psicolgicos previos.

    Equilibrio de juicio proporcional a la edad. Suficiente capacidad de socializacin con ambos sexos de acuerdo a la edad. Identidad sexual masculina en evidente camino de maduracin. Capacidad de desprendimiento, renuncia y generosidad. Aprecio por su familia, cultura y situacin social de procedencia. Apertura y disponibilidad para la formacin sacerdotal. Sinceridad, honestidad y transparencia en su opcin vocacional. Ausencia de adicciones.

    b) Dimensin espiritual:

    Experiencia inicial de relacin con Dios y de fe en l.

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    Rectitud de intencin. Indicios de inquietud por la vocacin sacerdotal.

    c) Dimensin intelectual:

    Para alumnos que ingresan al Bachillerato, haber concluido los estudios de Secundaria y poseer el certificado oficial.

    Carta oficial de buena conducta por parte de la escuela de procedencia. Coeficiente intelectual suficiente para enfrentar los estudios de Bachillerato. Cultura general bsica de acuerdo a la edad y etapa escolar. Conocimiento elemental de la doctrina cristiana.

    d) Dimensin apostlica:

    Signos que manifiesten inters y amor, al menos incipientes, por el servicio y por la misin apostlica de la Iglesia.

    50. Criterios de admisin al Curso Introductorio. Para aceptar a un candidato al Cur-so Introductorio, sganse los siguientes criterios:

    a) Dimensin humana:

    Salud fsica y psquica, avalada, en caso necesario, por estudios clnicos y psicolgicos previos.

    Equilibrio de juicio proporcional a la edad. Personalidad suficientemente clara desde el punto de vista relacional. Identidad psico-sexual masculina claramente definida. Recta conciencia moral. Razonable asimilacin de su realidad familiar e integracin a ella. Suficiente capacidad de relacin de acuerdo a la edad. Apertura y disponibilidad para la formacin sacerdotal.

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    b) Dimensin espiritual:

    Experiencia inicial de fe, de cercana y de familiaridad con Dios. Esto implica la conciencia de la vocacin bautismal y, por lo tanto, de la identidad discipular y misionera del cristiano.

    Percepcin inicial del llamado de Dios y deseo de seguirlo en el ministerio presbiteral. Rectitud de intencin en el discernimiento de la vocacin. Signos de que se busca la vocacin sacerdotal para dedicarse al servicio de los dems

    en la Iglesia, y no como una fuga a experiencias humanas fallidas o como la bsqueda de protagonismo social o eclesial, o de un modo cmodo de vida.

    Disposicin inicial para abrazar el celibato sacerdotal, la cual deber ser cultivada y madurada a lo largo del proceso formativo.

    c) Dimensin intelectual:

    Haber concluido los estudios de Bachillerato o equivalente y contar con el documento oficial que avale dicha conclusin.

    Coeficiente intelectual suficiente para enfrentar satisfactoriamente los estudios universitarios.

    Ausencia de graves dificultades de atencin y aprendizaje. Cultura general bsica de acuerdo a la edad y etapa escolar. Conocimiento mnimo de la doctrina cristiana.

    d) Dimensin pastoral:

    Experiencia de Iglesia madurada en el contexto de una parroquia o de alguna otra realidad eclesial.

    Una experiencia apostlica al menos incipiente. Signos de un sincero inters y amor por la misin apostlica de la Iglesia.

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    III. LA PASTORAL DE LA FORMACIN EN EL SEMINARIO MENOR

    Se le acerc uno y le dijo: Maestro, qu he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna? (Mt 19,16)

    1. ideNtidad del SemiNario meNor

    51. El Seminario Menor es una comunidad eclesial educativa destinada a la formacin cristiana de adolescentes y jvenes con indicios de vocacin al sacerdocio ministerial. Su finalidad es proporcionar elementos de formacin humana, espiritual, intelectual y apostlica en un proceso de acompaamiento y discernimiento vocacional, para que respondan al llamado de Dios, mediante una opcin libre, consciente, responsable y gozosa (cf. Mt 19,16-22; CIC 234, 1; RFIS 11; DP 869-870; PDV 63; DA 322).

    52. Dadas las circunstancias sociales y culturales de nuestro pas, los seminarios menores tienen una importancia peculiar en la preparacin de adolescentes y jvenes llamados a seguir a Cristo Redentor, con espritu de generosidad y pureza de intencin (PDV 63), sea para continuar su formacin en el Seminario Mayor, sea para responder a su compromiso bautismal en otra vocacin especfica. Consrvense los seminarios menores donde existan y provase su ereccin donde se crea oportuno (CIC 234 1).

    53. Es conveniente crear otras instituciones destinadas tambin a cultivar los indicios de vocacin sacerdotal, que ofrezcan a adolescentes y jvenes un ambiente comunitario y una gua sistemtica para el discernimiento vocacional (cf. CIC 234; OT 3; RFIS 18; DP 870; PDV 64; SD 81). Estas instituciones no se deben considerar alternativas, sino slo parte o actividades correspondientes a la pastoral vocacional, no debiendo, por tanto, suplir la existencia del Seminario Menor en la dicesis, sino fortalecer sus finalidades. Como ejemplos pueden mencionarse los crculos vocacionales y la experiencia de seminaristas en familia.

    54. El Seminario Menor podr revestir diversas modalidades en su organizacin y estructura de acuerdo a las circunstancias y condiciones de cada dicesis, pero manteniendo los principios anotados en el nmero 51 de estas Normas Bsicas. Donde se considere oportuno, instityanse caminos de seguimiento escolarizado en etapas anteriores a la Preparatoria, con las debidas adaptaciones.

    55. Tomando en cuenta las directrices contenidas en estas Normas Bsicas, as como las circunstancias particulares, corresponde a cada seminario elaborar los estatutos, programas y reglamentos propios, que rijan la vida comunitaria y favorezcan la con-secucin de los objetivos de la formacin.

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    2. ageNteS de formaciN

    a. La comunidad eclesial

    56. Toda la comunidad diocesana, presidida por el Obispo, en espritu de comunin y participacin, es responsable, si bien en diferente forma, del fomento de las vocacio-nes y de la buena marcha del Seminario Menor. Por tanto, procrese la integracin de la comunidad eclesial educativa, para que cada uno de los agentes, desde su situacin especfica, asuma su compromiso en el proceso de acompaamiento vocacional (cf. RFIS 11; cf. PDV 65; SD 69, 2).

    57. La cercana del Obispo al Seminario Menor es de capital importancia para ayudar a los formandos a comprender e interiorizar la naturaleza eclesial de la vocacin cris-tiana y sacerdotal, y para crecer en el amor a la Iglesia universal, al Papa y a la Iglesia particular.

    58. La comunidad parroquial debe continuar sintiendo como parte viva de s misma al seminarista, lo debe acompaar con la oracin, acogerlo cuando visita la comunidad, respetarlo y favorecer su proceso vocacional. El prroco, como promotor vocacional y educador, es responsable de colaborar en el proceso vocacional del seminarista, to-mando en cuenta la etapa propia de su formacin (cf. PDV 41 y 68), acompandolo en el cultivo de su vocacin y en los servicios que preste en la comunidad parroquial, as como orientndolo para que vaya alcanzando paulatinamente la natural indepen-dencia de la familia de origen.

    59. Favorzcase una coordinacin y colaboracin del Seminario Menor con la pastoral familiar, juvenil y vocacional de la dicesis (cf. PDV 68; SD 80), integrando a los seminaristas como destinatarios de dichas pastorales, desembocando en una accin de apoyo especfico en el proceso de asimilacin del adolescente de su piedad inicial hacia una respuesta de fe a Cristo.

    60. Procrese la comunicacin con el Seminario Mayor a fin de que estimule la etapa vocacional del Seminario Menor y permita valorar la gradualidad y continuidad de la formacin. Sin embargo, los formadores estn atentos para que no se generen relaciones ambiguas o de dependencia entre los seminaristas de ambas etapas forma-tivas.

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    b. El seminarista guiado por el Espritu Santo

    61. Tngase presente que el seminarista mismo, guiado y fortalecido por el Espritu San-to, es protagonista necesario e insustituible, aunque no nico, de su propia formacin (cf. PDV 69). Por ello, debe ser dcil al acompaamiento formativo y poner en juego todas sus facultades y capacidades, responsabilizndose de su propio proceso.

    c. La familia

    62. La familia juega un papel insustituible en el desarrollo de la personalidad humana y cristiana del seminarista, as como en su proceso vocacional, por lo cual, se le debe motivar a que acompae su camino formativo con la oracin, el respeto, el testi-monio, el buen ejemplo de las virtudes domsticas, y la ayuda material y espiritual, sobre todo en los momentos de dificultad (cf. PDV 68; SD 214).

    63. Los formadores conozcan a las familias de las cuales proceden los seminaristas, rea-lizando visitas al hogar, entrevistndose con los familiares, valorando la experiencia religiosa de la familia, elaborando, en caso necesario, estudios socioeconmicos, etc. Asimismo, mantengan una relacin cercana con las familias de los seminaristas y lleven a cabo con ellas un programa conveniente de pastoral familiar. Adems, cui-den que los jvenes tengan relacin con su propia familia, que se interesen por ella y que no pierdan el contacto ni se desarraiguen de su contexto socio-cultural (cf. OT 3; PDV 68; DFSPMF 33).

    64. Teniendo en cuenta la grave crisis por la que atraviesa actualmente la institucin fa-miliar, los formadores deben prestar particular atencin a la familia y a la estructura educacional que de suyo constituye, as como al proceso de los seminaristas que provienen de familias con algn tipo de disfuncin.

    d. La comunidad formativa

    65. Constityase y capactese un equipo de formadores idneos y bien preparados, que vivan en comunidad su sacerdocio y desempeen con gozo esta misin pastoral es-pecializada. Dicho equipo deber estar integrado por un responsable del Seminario Menor, un director espiritual y colaboradores competentes. Asegrese la armona

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    con la comunidad de formadores del Seminario Mayor, bajo la gua del rector (cf. PDV 66; SD 68 y 73).

    66. En razn de la delicada tarea que representa acompaar procesos de maduracin pro-pios de la adolescencia, los formadores del Seminario Menor deben ser sacerdotes slidos, de probado equilibrio emocional, maduros afectiva y sexualmente, que ha-yan resuelto sus propios conflictos personales y superado con xito la adolescencia; conocedores de la psicologa, de la espiritualidad y de los procesos adolescentes, observadores profundos y agudos, armados de talento pedaggico, paciencia, amplia tolerancia a la frustracin, energa, disponibilidad y profundidad espiritual, clara-mente vivida.

    67. Promuevan los formadores relaciones convenientes y oportunas de los seminaristas con los diversos miembros de la Iglesia diocesana, especialmente con el Obispo, el presbiterio y las parroquias (cf. RFIS 12).

    68. Faciltese en forma prudente y apta la colaboracin de religiosos y fieles laicos -hombres y mujeres- en la formacin de los seminaristas (cf. PDV 66; SD 93, 95 y 109). Asimismo, ofrzcase a los seminaristas la posibilidad de entablar un trato natural y espontneo con todo tipo de personas, especialmente con la mujer, lo cual resulta decisivo en esta etapa de la vida y de la formacin.

    e. La escuela

    69. La escuela ejerce una influencia significativa en el proceso de maduracin del se-minarista. Por lo tanto, los formadores del seminario velen para que, en la medida de lo posible, los seminaristas se eduquen en instituciones que ofrezcan una esmerada preparacin acadmica, pero tambin un ambiente propicio para su desarrollo inte-gral y el crecimiento en los valores.

    70. Si por alguna razn la escuela no provee de los elementos suficientes que le corres-ponde ofrecer a nivel humano y acadmico, o ms an, si sus lneas educativas o su ambiente resultan nocivos para el cultivo de la vocacin de los candidatos, los for-madores deben subsanar dichas deficiencias mediante un acompaamiento cercano y oportunos subsidios.

    71. Edquese y acompese a los seminaristas para que su testimonio de fe, su talante

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    humano y su responsabilidad acadmica, estn a la altura de jvenes discpulos mi-sioneros de Jesucristo que alientan a otros jvenes a descubrir la belleza y la alegra de ser discpulos (cf. Jn 1,40-41).

    f. Subsidios de formacin

    72. El Seminario Menor, segn sus necesidades y de acuerdo con el espritu de comu-nin eclesial, puede contar con subsidios que promuevan y faciliten la formacin in-tegral de los seminaristas en sus distintas dimensiones, como pueden ser los recursos psicopedaggicos, tanto en el seguimiento personal como en el comunitario, pero siempre respetando la normativa de la Iglesia sobre este particular (cf. OUCP).

    3. dimeNSioNeS de la formaciN

    a. Dimensin humana: personal y comunitaria

    73. La formacin humana en el Seminario Menor ha de promover el desarrollo integral de la personalidad de los seminaristas adolescentes y jvenes, y favorecer su realiza-cin humana y cristiana, a travs de un ambiente familiar de corresponsabilidad y de un trato respetuoso y sano entre formadores y formandos (cf. PDV 43 y 63; SD 54).

    74. Edquese a los seminaristas para que adquieran y/o se fortalezcan en las virtudes de la honradez, la sinceridad, la responsabilidad, la disciplina, la solidaridad, la cons-tancia, la laboriosidad, el hbito del silencio, la gratitud, el recto uso de los bienes materiales, la conservacin de los recursos naturales, la cortesa, el ejercicio respon-sable de la libertad y, sobre todo, el aprecio por la dignidad de la persona y por sus derechos y obligaciones (cf. Flp 4,8; OT 11; RFIS 14; SD 164, 165 y 169; PDV 43).

    75. Promuvanse en los seminaristas el conocimiento, la valoracin y la aceptacin de su realidad personal, familiar y socio-cultural, de tal suerte que las integre en su proceso de formacin.

    76. Brndense y cultvense los elementos necesarios para una progresiva madurez afec-tiva de los seminaristas, que abarque, principalmente, la educacin en el amor y en la libertad, en la recta conciencia moral, en la sexualidad bien integrada, en la verda-dera amistad y en la castidad. Para ello, promuvase el acompaamiento personal y

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    frecuente del seminarista por parte de la comunidad de formadores, especialmente de su director espiritual, el trato afectivo con la propia familia, as como la sana y real-mente provechosa convivencia con muchachos y muchachas de su edad, a fin de que puedan asumir, desde la fe, el valor y la dignidad del amor humano, e ir discerniendo paulatinamente su vocacin al sacerdocio, que implica el celibato (cf. PDV 44).

    b. Dimensin espiritual y vocacional

    77. La formacin espiritual en el Seminario Menor ha de estar orientada a que el semi-narista vaya fortaleciendo progresivamente su identidad cristiana y encaminndose, segn su etapa, al discernimiento de su vocacin en la Iglesia (cf. PDV 19). Ha de partir de la realidad de fe inicial que presentan los adolescentes, ordinariamente cargada de contenidos de piedad popular, con expresiones propias, que han de ser analizadas y asimiladas de manera personalizada, de modo que se armonicen con la formacin en la fe que les d el seminario (cf. DA 262).

    78. En los seminarios menores debe desarrollarse un proceso de evangelizacin centrado en el anuncio claro y gozoso de la persona de Jess de Nazaret, Hijo de Dios, de tal manera que los seminaristas reciban el kerigma con toda su fuerza y puedan tomar la decisin de seguir a Cristo con un mayor convencimiento (cf. EN 22).

    79. El proceso de formacin espiritual, que se inicia con la evangelizacin y con la catequesis, y madura con la vida litrgica y con los actos de piedad, debe llevar al seminarista a un encuentro personal con Cristo, modelo de vida, el cual se vaya tra-duciendo en una vivencia comunitaria de la fe, bajo sus aspectos caritativo, social y apostlico-ministerial (SD 26; cf. PDV 45).

    80. Brndese a los seminaristas una conveniente catequesis, adaptada a su realidad, in-quietudes y lenguaje, de modo que fcilmente puedan introducirse en los misterios de la fe, en orden a la conversin y a una vida coherente con su compromiso bautis-mal (cf. SD 23, 49; DA 263).

    81. Inciese a los seminaristas en el aprecio por los valores evanglicos: caridad, espritu de sacrificio, de renuncia, del recto uso de los bienes materiales, de la castidad y de la obediencia, a fin de prepararlos a una vida de entrega generosa al servicio de Dios y de la comunidad (cf. Mt 5,1-12; Gal 5,22-24; PDV 27 y 48).

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    82. Promuvase en los seminaristas una iniciacin adecuada y progresiva a la vida litr-gica, sobre todo a la participacin en la Eucarista y en el sacramento de la Recon-ciliacin; a la celebracin de la Liturgia de las Horas; a la oracin mental, inspirada en la lectura atenta y amorosa de la Palabra de Dios, y a otras prcticas de piedad, especialmente el santo Rosario, como expresin y vivencia de su sacerdocio bautis-mal (cf. RFIS 52; PDV 38 y 47- 48).

    83. Acompese a los seminaristas en el acercamiento progresivo a la Sagrada Escritura, de modo que la Palabra de Dios leda, meditada, acogida y vivida, se constituya en un elemento medular y fundamental de su crecimiento en la fe y de su discernimiento vocacional (cf. VD 72 y 82).

    84. Pngase especial cuidado en fomentar en los seminaristas una autntica y filial de-vocin a la Santsima Virgen Mara, particularmente en la advocacin de Guadalupe (cf. LG 67; PDV 45; SD 15), y a San Jos, formadores de Jess. Propnganseles, tambin, otros modelos oportunos de santidad, especialmente los santos sacerdotes de nuestra patria mexicana.

    85. El seminarista ha de iniciar el camino de un sabio y prudente acompaamiento espi-ritual, que tenga en cuenta las caractersticas, inquietudes y necesidades propias de su edad. Resulta vital que puedan comprender la direccin espiritual existencialmen-te, de forma que lleguen a sentirla como una necesidad, antes que como una norma impuesta, y a solicitarla con insistencia confiada a sus educadores en la fe (cf. PDV 40).

    86. El equipo formador del seminario debe ser solidario y corresponsable en la tarea de educar integralmente a los seminaristas, respetando la distincin entre fuero interno y fuero externo, la prudencia y discrecin del director espiritual y la libertad de los seminaristas para escoger confesores, primeramente de entre los sacerdotes que el Obispo, de acuerdo con el rector, nombre para esta tarea, o de entre otros fuera del seminario (cf. CIC c. 240 1; PDV 66).

    87. Una de las tareas ms importantes del Seminario Menor es el acompaamiento y el discernimiento vocacionales. Por lo tanto, aydese a que los seminaristas disciernan y cultiven las cualidades humanas e intelectuales, la recta intencin y las actitudes evanglicas, especialmente la generosidad en el seguimiento de Jess, que son sig-nos de su posible vocacin sacerdotal (cf. PDV 63).

    88. Faciltese a los seminaristas un claro y amplio conocimiento de las diversas voca-

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    ciones especficas y estados de vida, a travs de los cuales pueden responder a Dios, de modo que al concluir la etapa del Seminario Menor, opten conscientemente por la formacin sacerdotal en el Seminario Mayor, o por otros caminos de realizacin cristiana (cf. SD 79; cf. PDV 68).

    89. Proporcione el Seminario Menor a los seminaristas los elementos que les ayuden a situarse crticamente frente a la influencia hedonista, consumista y secularista de nuestra sociedad, a fin de estar en condiciones de un mejor discernimiento vocacio-nal (cf. 1Jn 2,14-17; PDV 44).

    c. Dimensin intelectual

    90. La dimensin intelectual en el Seminario Menor busca dar a los seminaristas una formacin humanstica-cristiana mediante la adquisicin de conocimientos y el de-sarrollo de habilidades y actitudes que se orienten a formar integralmente al sujeto humano.

    91. Los jvenes que se preparan en el Seminario Menor deben alcanzar un aceptable nivel acadmico medio-superior con las adaptaciones propias de cada seminario. Es necesario que obtengan el certificado civil correspondiente (cf. CIC 234 2).

    92. Los seminaristas aprendan bien la lengua nacional, alcanzando un suficiente conoci-miento de sus etimologas griegas y latinas. Donde se crea conveniente, estdiense las lenguas autctonas. Los seminaristas indgenas aprendan a hablar y a escribir bien su propia lengua indgena (cf. CIC 249). Adems, cultvense las materias nece-sarias y tiles en su preparacin para la etapa del Seminario Mayor.

    93. La comunidad de formadores procure con esmero que los seminaristas reciban tam-bin una formacin humanstica y literaria, con una visin cristiana de los valores humanos y de la historia, tanto universal como nacional y regional, que favorezca el desarrollo armnico de todas sus cualidades (cf. CIC 234 1).

    94. Conscientes del surgimiento de la nueva cultura mundial favorecida por los medios de comunicacin y por el desarrollo tecnolgico, edquese a los seminaristas en el recto uso de los medios de comunicacin social como la televisin, el cine, la pren-sa, la radio, el internet y las redes sociales, y capacteseles para que sepan utilizarlos

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    como medios que los ayuden a vivir la comunin humana y a realizar procesos de evangelizacin.

    95. Procrese, a nivel personal y comunitario, el equilibrio adecuado en el uso de dichos medios, dentro del espritu de pobreza y austeridad, y guese a los seminaristas a amar y practicar la lectura, el estudio, el silencio y la meditacin, a fin de evitar la prevalencia de lo superficial, dispersivo y alienante.

    d. Dimensin apostlica

    96. Todo hombre que acoge la Palabra divina y se entrega al Reino se ha de convertir en testigo de la Buena Nueva (cf. Mt 28,16-20; EN 24); por tanto, el Seminario Menor debe ofrecer elementos que ayuden al seminarista a dar testimonio de su fe y pro-mover una iniciacin en el apostolado de acuerdo a la edad y nivel de formacin, brindando la debida preparacin, acompaamiento y oportuna evaluacin.

    97. El Seminario Menor se ha de insertar vitalmente en la vida de la dicesis, de manera que ejerza una influencia benfica, principalmente en la juventud, con la ayuda de los formadores y de sacerdotes experimentados, que reciban y acompaen a los semina-ristas en su experiencia apostlica (cf. RFIS 12; PDV 68).

    98. Los seminaristas tomen conciencia de que su compromiso apostlico no se reduce a sus prcticas de apostolado, sino que abarca toda su vida, comenzando por su propio hogar, su parroquia y el mismo seminario.

    99. Desde esta etapa, edquese a los seminaristas de modo que el trabajo apostlico, prudentemente graduado, sea un elemento para favorecer el crecimiento de su vida espiritual y el conocimiento de la realidad, discernir la autenticidad de su llamado, y difundir con alegra su propia experiencia vocacional.

    e. Descripcin global del itinerario: perfiles de ingreso y de egreso

    100. Perfiles de ingreso de los candidatos al Seminario Menor. Se encuentran ya des-critos en el nmero 49 de estas Normas Bsicas.

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    101. Perfiles de egreso del Seminario Menor

    a) Dimensin humana. Se espera que al concluir la etapa del Seminario Menor, el semi-narista haya alcanzado un suficiente conocimiento y aceptacin de s mismo, con-solidado su identificacin psico-sexual masculina, madurado en la aceptacin de su realidad familiar, madurado la conciencia moral que le ayude a crecer en coherencia de vida y autenticidad de comportamiento, crecido en la valoracin y respeto de la dignidad de las dems personas, en la capacidad para establecer relaciones sociali-zadoras, as como en la responsabilidad, la honestidad y la valoracin y aprovecha-miento de los recursos que se le proporcionan para su formacin.

    b) Dimensin espiritual y vocacional. De un seminarista que ha concluido la etapa del Seminario Menor se espera que haya crecido en el conocimiento y amor por la per-sona de Jess, la aceptacin y seguimiento de Jess como modelo de identificacin personal, el aprecio y praxis de la vida sacramental y de la oracin, el inters y res-ponsabilidad en el discernimiento de la propia vocacin, y la apertura al acompaa-miento espiritual.

    c) Dimensin intelectual. El seminarista que ha terminado la experiencia de Seminario Menor deber haber desarrollado la capacidad de atencin, concentracin y reflexin de acuerdo a su edad, y desarrollado los hbitos de lectura, aprendizaje y estudio como herramientas bsicas para los estudios superiores. Superada la tensin de un aprendizaje puramente memorstico o enciclopdico, ejercer conforme a su edad un discernimiento crtico de la realidad que vive. Adems, habr concluido satisfacto-riamente sus estudios de Bachillerato y contar con el certificado oficial que avale dicha conclusin.

    d) Dimensin apostlica. Al trmino de la etapa del Seminario Menor, el seminarista habr adquirido conciencia de la dimensin apostlica y misionera de la vocacin bautismal, madurado en el espritu de servicio, y aprendido a perseverar en un com-promiso apostlico convencido y entusiasta con alguna comunidad parroquial.

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    IV. LA PASTORAL DE LA FORMACIN SACERDOTAL EN EL SEMINARIO MAYOR

    Instituy doce para que estuvieran con l y enviarlos a predicar. (Mc 3,15)

    1. ideNtidad del SemiNario mayor

    102. El Seminario Mayor es una comunidad educativa, animada y guiada por el Obispo, donde los candidatos al sacerdocio, como discpulos y misioneros de Jesucristo, revi-ven en la Iglesia la experiencia vital y formativa de la comunidad apostlica reunida en torno al Seor (cf. Mc 3,13-15). Esta experiencia eclesial tiene como finalidad proporcionar a los alumnos una formacin estrictamente sacerdotal orientada a la configuracin con Cristo Buen Pastor (cf. OT 4; RFIS 20; PDV 60; CS Introduccin; DA 316).

    103. Para lograr este objetivo, el Seminario Mayor ha de ofrecer una formacin inicial, que sea integral y gradual, a fin de favorecer el pleno desarrollo de la personalidad humana, cristiana y sacerdotal de los candidatos al sacerdocio, a travs de una esme-rada formacin humana, espiritual, intelectual y pastoral (cf. DP 875; PDV 61; DA 319).

    104. El Seminario Mayor es necesario para la formacin sacerdotal (cf. OT 4); ms an, es el medio ordinario y ptimo (cf. PDV 60) y su espacio privilegiado (cf. DA 316). Por consiguiente, todo aspirante al sacerdocio deber integrarse a un Seminario Ma-yor durante todo el tiempo de la formacin, o al menos durante cuatro aos, cuando a juicio del obispo lo exijan las circunstancias, a tenor del canon 235.

    105. Cuando sea posible y conveniente, cada dicesis ha de contar con su propio Semi-nario Mayor. Si ello no fuera posible, los seminaristas sern encomendados a otro seminario o se erigir un seminario interdiocesano (cf. CIC 237); en ambos casos, los seminaristas seguirn los programas y reglamentos de la institucin a la cual sean enviados.

    106. Cada seminario deber tener su propio plan de formacin orgnico y unitario, as como su propio reglamento (cf. CIC 243). Ambos deben ser aprobados por el Obispo diocesano, o por los obispos interesados si se trata de un seminario interdiocesano.

    107. En las dicesis o regiones donde los candidatos al sacerdocio provienen de culturas autctonas, han de buscarse sistemas adecuados de formacin, sea para superar el

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    peligro de ser menos exigentes y desarrollar una educacin ms dbil de los valores humanos, cristianos y sacerdotales, sea para revalorizar los elementos buenos y autnticos de sus culturas y tradiciones (PDV 55).

    108. El seminario legtimamente erigido tiene personalidad jurdica ipso iure. Su repre-sentante es el rector (cf. CIC 238).

    109. Estas Normas Bsicas se adaptarn a las circunstancias particulares de cada semina-rio y se determinarn con ms precisin los aspectos (sobre todo disciplinares) que se refieren a la vida diaria de los futuros pastores y al orden de todo seminario (cf. CIC 243; PDV 61).

    2. ageNteS de formaciN

    a. La comunidad eclesial

    110. La Iglesia particular es el sujeto comunitario que tiene la gracia y la responsabilidad de acompaar a cuantos el Seor llama a ser sus ministros en el sacerdocio, y es el Espritu de Jess el que da la luz y la fuerza en el discernimiento y en el camino vocacional. No hay, por tanto, autntica labor formativa hacia el sacerdocio sin el influjo del Espritu de Cristo. Todo formador debe ser plenamente consciente de esto (cf. PDV 65).

    111. El presbiterio, los religiosos y los laicos deben ser conscientes de la labor especfica que les corresponde en la formacin de los aspirantes al sacerdocio. De acuerdo con el Obispo y el rector, promuvanse las relaciones mutuas y escchese su parecer en la elaboracin de los planes de formacin del seminario (cf. PDV 68).

    112. La comunidad parroquial de los candidatos, y muy en especial su prroco, ofrecen una aportacin original y particularmente valiosa a la formacin del futuro sacerdo-te: La comunidad parroquial debe continuar sintiendo como parte viva de s mis-ma al joven en camino al sacerdocio, lo debe acompaar con la oracin, acogerlo entraablemente en los tiempos de vacaciones, respetar y favorecer la formacin de su identidad presbiteral, ofrecindole ocasiones oportunas y estmulos vigorosos para probar su vocacin a la misin (PDV 68; cf. DA 164). Los formadores estn atentos para que no se pierdan los necesarios lazos de comunicacin.

    113. Los distintos apostolados y centros de pastoral diocesanos a los que son enviados los

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    seminaristas para su formacin pastoral-prctica, especialmente los sacerdotes res-ponsables de ellos, tienen una misin muy importante en la formacin de los futuros sacerdotes. El equipo formador del seminario est en constante comunicacin con ellos, escuche sus observaciones y solicite su ayuda para determinados aspectos de la formacin de los candidatos (cf. PDV 68; DA 322).

    114. Tambin las asociaciones y movimientos juveniles, signo y confirmacin de la vita-lidad que el Espritu asegura a la Iglesia, pueden y deben contribuir a la formacin de los aspirantes al sacerdocio, en particular de aquellos que surgen de la expe-riencia cristiana, espiritual y apostlica de estas instituciones. Los jvenes que han recibido su formacin de base en ellas y las tienen como punto de referencia para su experiencia de Iglesia, no deben sentirse invitados a apartarse de su pasado y cortar las relaciones con el ambiente que ha contribuido a su decisin vocacional, ni tienen por qu cancelar los rasgos caractersticos de la espiritualidad que all aprendieron y vivieron, en todo aquello que tienen de bueno, edificante y enriquecedor. Tambin para ellos este ambiente de origen contina siendo fuente de ayuda y apoyo en el camino formativo hacia el sacerdocio... Por tanto, es necesario que, en la nueva comunidad del Seminario que el obispo ha congregado, los jvenes provenientes de asociaciones y movimientos eclesiales aprendan el respeto a los otros caminos espirituales y el espritu de dilogo y cooperacin, se atengan con coherencia y cor-dialidad a las indicaciones formativas del Obispo y de los educadores del Semina-rio, confindose con actitud sincera a su direccin y a sus valoraciones (PDV 68).

    115. La participacin del seminarista y del presbtero diocesano en espiritualidades particulares o instituciones eclesiales, es ciertamente, en s misma, un factor benfi-co de crecimiento y de fraternidad sacerdotal. Pero esta participacin no debe obs-taculizar sino ayudar el ejercicio del ministerio y la vida espiritual que son propios del sacerdote diocesano (PDV 68).

    b. El seminarista guiado por el Espritu Santo

    116. El seminarista, guiado y fortalecido por el Espritu Santo, es protagonista necesario e insustituible de su propia formacin (cf. PDV 69). Por ello debe crecer en la concien-cia de que el agente por antonomasia de su formacin es el Espritu Santo, acogiendo las mediaciones humanas de las que el Espritu se sirve, y aceptando la formacin que le propone la Iglesia a travs del seminario. Por lo tanto, abierto a la verdad sobre

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    s mismo y sobre la vocacin recibida, ha de asumir, libre y responsablemente sus propios valores, y superar sus limitaciones, integrando y consolidando un proceso de transformacin en Cristo, con el acompaamiento y discernimiento de sus formado-res, a quienes ofrecer su colaboracin personal, convencida y cordial, para que su formacin sea verdadera y eficaz (cf. PDV 69). En esta perspectiva, es muy til que el seminarista elabore peridicamente un proyecto personal de vida que le ayude a precisar y dar seguimiento a sus decisiones y compromisos esenciales en el camino de preparacin al sacerdocio.

    117. Orintese oportunamente a abrazar otro estado de vida a aquellos candidatos que, a juicio del rector y su equipo formador, en acuerdo con el Obispo, no sean encontra-dos idneos para el ministerio sacerdotal (cf. RFIS 40).

    c. La comunidad formativa

    118. El primer representante de Cristo en la formacin sacerdotal es el Obispo. l es quien reconoce como autntica la llamada interior del Espritu. A l corresponde, despus de una diligente consulta, nombrar al rector y a los dems formadores, e interesarse en todo lo relacionado con la vida del seminario y, en forma particular, procurar la formacin permanente, la creciente capacitacin y la actualizacin de los formadores (cf. CIC 259; RFIS 28; PDV 65; DPFS 65-71).

    119. El Obispo debe hacerse presente en el seminario con frecuencia, para convivir con los formadores, escucharlos, orientarlos, alentarlos e incluso removerlos oportuna-mente cuando no estn cumpliendo con su misin formativa; tratar personalmente a los seminaristas, sobre todo a los que estn ms cerca de la sagrada ordenacin. Esto ayuda a la comunidad del seminario a vivir su insercin en la Iglesia diocesana, autentifica y estimula la finalidad pastoral que constituye lo especfico de toda la formacin de los aspirantes al sacerdocio y contribuye a la formacin del sentido de Iglesia (cf. CIC 259 2; PDV 65).

    120. Para llevar a cabo la compleja y delicada tarea de la formacin sacerdotal, el Obispo hace corresponsables suyos a algunos presbteros idneos, y debidamente formados que actan en estrecha comunin y colaboracin con l, asumiendo sus directrices y representndolo en la comunidad del seminario. La comunidad de formadores del Seminario Mayor debe contar con un rector y, si el caso lo pide, con un vicerrector; por lo menos un director espiritual, un ecnomo y suficientes formadores y profeso-

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    res, para asegurar el proceso integral de la formacin humana, espiritual, intelectual y pastoral, as como la administracin de los recursos necesarios (cf. CIC 239 y PDV 66).

    121. Los formadores deben contar con un ntido espritu de fe, de obediencia y de co-munin, un amor probado a la Iglesia y a su Magisterio, madurez humano-afectiva, equilibrio psicolgico, una clara y transparente capacidad de amar, sentido pastoral, capacidad de observacin, de escucha y de dilogo, as como atencin positiva, cr-tica y madura a las diversas culturas modernas. Sus funciones y el modo como parti-cipan de la responsabilidad formativa del Obispo, debern definirse en los estatutos o en el reglamento de cada seminario (cf. RFIS 27), en armona con los cnones correspondientes y las Directrices sobre la preparacin de los formadores en los seminarios (cf. CIC 239, 240, 253, 261).

    122. La principal y ms grave responsabilidad de la direccin del seminario recae sobre el rector. l preside y dirige la comunidad del seminario en nombre del Obispo, re-presentando su autoridad y dando cauce a sus directrices formativas. Respetando el fuero interno, tiene la responsabilidad de velar por la formacin armnica e integral de los seminaristas, y juzgar, escuchando y acogiendo la opinin de sus colabora-dores, sobre la idoneidad de los candidatos para continuar en las distintas etapas del itinerario formativo, para recibir los ministerios laicales y/o ser promovidos a las rdenes sagradas. Como coordinador y cabeza del equipo formador, con solcita caridad fraterna, ha de fomentar la santificacin sacerdotal de sus integrantes, impul-sando el espritu de comunin, de estrecha colaboracin y de corresponsabilidad (cf. RFIS 29; PDV 61; DPFS 60).

    123. El vicerrector es el responsable inmediato de la comunidad de formadores y de la marcha de la casa de formacin a l encomendada, en directa dependencia del rector (cf. DPFS 64).

    124. El director espiritual es el responsable inmediato de la formacin, animacin y coordinacin espiritual del seminario. Coordina, adems, al equipo de directores es-pirituales que otorgan acompaamiento espiritual personalizado a los seminaristas (DPFS 61).

    125. Los asesores de grupo o prefectos de disciplina tienen bajo su cuidado el desarrollo integral de cada seminarista, perteneciente al grupo o a la seccin de grupos a su cargo (cf. DPFS 64).

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    126. El prefecto de estudios es el responsable inmediato de coordinar las actividades aca-dmicas y de animar la formacin permanente de los profesores. En caso de que los seminaristas asistan o se vinculen a algn instituto, escuela o facultad (cf. nmeros 203 y 204 de las presentes Normas), mantendr la comunicacin oportuna con di-chos centros.

    El bibliotecario se encarga del cuidado de la biblioteca, de actualizar los fondos bi-bliogrficos y hemerogrficos, y de ofrecer estos fondos a la consulta e investigacin de los alumnos del seminario (cf. DPFS 64).

    127. El director o coordinador de las actividades de la pastoral coordina y anima la formacin y la actividad pastoral de los seminaristas, de acuerdo con el proyecto de formacin del seminario, con el proyecto pastoral de la dicesis, de las parroquias y de los distintos apostolados diocesanos a los cuales son enviados los seminaristas (cf. DPFS 63).

    128. El ecnomo se encarga, en nombre del rector, de todas las actividades relacionadas con la administracin de los bienes temporales del seminario, conforme a las normas del derecho, tanto cannico como civil (cf. DPFS 64). Su ejercicio ha de favorecer el sentido de justicia, pobreza y responsabilidad en el uso de los bienes, que ha de asimilar la comunidad formativa.

    129. Procrese, al elegir a los miembros de la comunidad de formadores, que sean sacer-dotes con suficiente madurez humana y cristiana, con experiencia en el ministerio pastoral, identificados con su sacerdocio, que vivan en comunin con el Obispo y con sus hermanos sacerdotes, sean sensibles a la problemtica del mundo y de la Iglesia, estn dispuestos a entender, aceptar y amar a los jvenes en su proceso per-sonal (cf. PDV 66; RFIS 30) e interesados en capacitarse permanentemente, a fin de ser competentes doctrinal y pedaggicamente para el ejercicio de este ministerio. Es oportuno que la comunidad de formadores tenga una cierta estabilidad y que resida en el seminario (PDV 66; DPFS 24 y 26; DA 317). Asimismo, es indispensable que los formadores conozcan a fondo la realidad y los planes pastorales de la dicesis, a fin de que los esfuerzos formativos permitan ofrecer a la Iglesia particular el tipo de pastores que el Espritu le pide para cada momento histrico.

    130. Los miembros del equipo formador integren, con el rector, una comunidad pres-biteral con unidad de criterios y de accin corresponsable en la formacin de los

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    seminaristas, y sean solidarios, principalmente cuando se toman las decisiones ms importantes en la direccin del seminario (cf. PDV 66).

    131. Es oportuno contar tambin -en forma prudente y adaptada a los diversos contextos culturales- con la colaboracin de religiosos y fieles laicos, hombres y mujeres, en la labor formativa de los futuros sacerdotes. Tngase en cuenta el valor inestimable del testimonio y el trabajo de las religiosas que prestan su ayuda en la atencin de numerosos seminarios.

    132. El Obispo, el presbiterio y la comunidad diocesana estimen el ministerio en el se-minario como una pastoral prioritaria y decisiva para la dicesis; por lo cual, los formadores no deben ser sobrecargados con otros ministerios, menos an si estos son incompatibles con el del seminario, en razn del tiempo y de la responsabilidad (cf. RFIS 37).

    d. La familia

    133. Cudese con especial atencin la relacin entre el futuro sacerdote y su familia. Orintese a las familias para que acompaen el camino formativo del seminarista con la oracin, el respeto, el buen ejemplo de las virtudes domsticas y la ayuda espiritual y material, sobre todo en los momentos difciles (PDV 68), y a su vez, exijan su correspondiente testimonio y compromiso.

    134. Es recomendable realizar una conveniente pastoral en favor de las familias de los candidatos al sacerdocio, mxime teniendo en cuenta que actualmente un alto por-centaje de seminaristas proviene de familias desintegradas e incluso disfuncionales (cf. OECS 85; PDV 68; DFSPMF 33).

    e. Los profesores

    135. Cuantos introducen y acompaan a los futuros sacerdotes en su formacin acadmi-ca, tienen una particular responsabilidad educativa; por lo cual, dediquen el tiempo necesario para participar activamente tambin en la formacin humana, espiritual y pastoral de los seminaristas, y sean testigos cualificados de la fe que profesan y ensean, pues su responsabilidad formativa es integral y no se reduce al mbito aca-dmico (cf. RFIS 38; PDV 67).

  • Normas Bsicas para la Formacin Sacerdotal en Mxico - Documento Aprobado por la CEM

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    136. Para la enseanza de las disciplinas filosficas, teolgicas y cannicas, los profesores debern tener, por lo menos, la licenciatura en una universidad o facultad reconocida por la Santa Sede u otras instituciones de enseanza superior, o ser verdaderamente expertos en la disciplina que imparten, de modo que estn realmente a la altura de la complejidad de los tiempos y sean capaces de afrontar, con competencia, claridad y profundidad, los interrogantes vitales del hombre de hoy (PDV 56; cf. CIC 254; SCH 50). Por lo tanto, cada dicesis procurar la especializacin de los profesores que necesite (cf. CIC 253 1-2).

    137. Promuvanse reuniones peridicas entre los profesores de cada seminario, para ana-lizar sus respectivos programas, compartir experiencias, promover el dilogo inter-disciplinar y tomar acuerdos necesarios en orden a la formacin integral de los alum-nos. Asimismo, fomntese su asistencia a cursos y encuentros para actualizarse en sus materias y en los mtodos pedaggicos (cf. RFIS 38; FTFS Cap. IV).

    138. Los profesores de ciencias eclesisticas, que ejercen su funcin por mandato de la Iglesia, son testigos de la fe; por tanto, dentro de la justa libertad de investigacin y enseanza, mantnganse fieles a la autntica Tradicin y al Magisterio, de tal manera que el seminarista distinga claramente la enseanza de la Iglesia, y est abierto al estudio de los nuevos avances de las ciencias. Cuiden, en particular, su concepcin acerca de la naturaleza de la teologa y del ministerio sacerdotal, as como el estilo y el espritu con que se desarrolla su enseanza; atiendan, asimismo, a la profundidad en la formacin doctrinal y a la referencia constante a la realidad (cf. DP 877; PDV 67).

    f. Otros agentes subsidiarios

    139. Para apoyar la formacin integral de los futuros sacerdotes, en algunos casos es til que el seminario pueda contar con la colaboracin de psiclogos, pedagogos y otro tipo de especialistas que, sin formar parte del equipo formador (cf. OUCP 6), ofrez-can servicios preventivos, consultivos, educativos y teraputicos. Los superiores del seminario deben asegurarse de que estos especialistas sean personas de comunin eclesial, competentes y confiables desde el punto de vista cientfico, profesional, doctrinal y moral (cf. RFIS 39; cf. OUCP 6). Incluso, donde se considere oportuno, este auxilio puede organizarse a modo de departamento especializado, pero siempre respetando absolutamente la libertad y la intimidad de las personas (CIC 220) y ate-

  • CEVyM - Dimensin de Seminarios

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    nindose a la normativa de la Iglesia sobre este particular (cf. OUCP, especialmente los nmeros 5, 6, 7, 11-13 y 15).

    140. El discernimiento de las vocaciones le corresponde a la Iglesia, mientras que los recursos psicolgicos y pedaggicos son nicamente un valioso apoyo en la labor de los formadores (RFIS 39 con sus notas; cf. OUCP 1, 5-7 y 15). Es responsabilidad del Ordinario y de los Superiores Mayores competentes el regular el recurso a estos agentes subsidiarios (OUCP 7).

    3. dimeNSioNeS de la formaciN

    141. La formacin de los futuros sacerdotes persigue la madurez integral de los mismos, por lo cual ha de potenciar el armnico desarrollo y la interaccin dinmica de las dimensiones humana, espiritual, intelectual y pastoral, en la persona del seminarista (cf. DA 319), a fin de que ste vaya consolidndose gradualmente en la madurez y en la fidelidad, en la santidad como amor a Cristo y amor a la Iglesia, en la pas