Nos, los representantes del pueblo

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Nos, los representantes del pueblo Por Luis Aznar La incertidumbre es una de las principales dimensiones de la acción política en general, y de la democrática en particular. En este sentido, se sostiene que el régimen democrático es aquel en el que los partidos políticos pierden elecciones y en el cual los resultados de éstas no están predeterminados ex ante . Para acotar en parte los grados de incertidumbre están las instituciones políticas representativas, en relación con las cuales accionan los actores sociopolíticos tratando de producir y usar, en condiciones controladas, esa mercancía tan preciada llamada gobernabilidad . A esta idea de control se refería Karl Popper cuando se preguntaba: ¿cómo podemos organizar las instituciones políticas de tal manera que se impida a los gobernantes malos o incompetentes hacer demasiado daño? Las reformas que necesita el régimen político argentino actual constituyen, entre otras cosas, típicos problemas de acción colectiva y estratégica. Esto es, cómo poner de acuerdo a múltiples actores sobre un conjunto limitado de temas y cómo llevar adelante, con eficacia y eficiencia, dichas reformas. Nos encontramos ante una situación casi paradójica ya que, en buena medida, los pedidos de reformas derivan de la fragilización de las relaciones de representación entre gobernantes y gobernados

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Artículo sobre reforma política en Argentina. Autor: Luis Aznar

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Nos, los representantes del puebloPor Luis Aznar

La incertidumbre es una de las principales dimensiones de la acción política en general, y de la democrática

en particular. En este sentido, se sostiene que el régimen democrático es aquel en el que los partidos

políticos pierden elecciones y en el cual los resultados de éstas no están predeterminados ex ante .

Para acotar en parte los grados de incertidumbre están las instituciones políticas representativas, en relación

con las cuales accionan los actores sociopolíticos tratando de producir y usar, en condiciones controladas,

esa mercancía tan preciada llamada gobernabilidad . A esta idea de control se refería Karl Popper cuando se

preguntaba: ¿cómo podemos organizar las instituciones políticas de tal manera que se impida a los

gobernantes malos o incompetentes hacer demasiado daño?

Las reformas que necesita el régimen político argentino actual constituyen, entre otras cosas, típicos

problemas de acción colectiva y estratégica. Esto es, cómo poner de acuerdo a múltiples actores sobre un

conjunto limitado de temas y cómo llevar adelante, con eficacia y eficiencia, dichas reformas.

Nos encontramos ante una situación casi paradójica ya que, en buena medida, los pedidos de reformas

derivan de la fragilización de las relaciones de representación entre gobernantes y gobernados y, al mismo

tiempo, el proceso reformista, para ser democrático, tiene que ser diseñado y procesado por las instituciones

representativas de la República.

Apartidismo

En este contexto, no puede menos que llamar la atención el tipo de accionar de un grupo específico de

organizaciones no gubernamentales (ONG) que, con el lema de Reforma política ya , pretende "reformar el

sistema electoral y el funcionamiento de los partidos políticos, abriendo y democratizando el sistema político

argentino", a través de un proyecto "apartidario". Lo que me preocupa en principio es la forma en que se han

concretado en América latina otros proyectos pretendidamente "apartidarios": Fujimori en Perú y Chávez en

Venezuela son ejemplos límite pero no por eso desdeñables, por lo que nos atrevemos a realizar algunos

señalamientos que me parecen sustantivos.

Primero, este grupo de ONG articula su accionar con la Subsecretaría para la Reforma Institucional y

Fortalecimiento de la Democracia, donde la administración del presidente Néstor Kirchner ha designado, y no

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precisamente a través de mecanismos representativos, a la abogada Marta Oyhanarte, quien a su vez dirige

Polis, una de las fundaciones que impulsan el proyecto. Se configura de esta manera un típico caso de

confusión entre lo público y lo privado; confusión que ha erosionado históricamente la lógica democrática.

Segundo, al menos en tres casos el pretendido "apartidismo" declamado por estas ONG aparece negado por

la realidad, y se convierte en una falacia: la Fundación Grupo Sophia cuenta entre sus miembros más

destacados a Horacio Rodríguez Larreta (h) ex candidato a la vicejefatura del Gobierno de la Ciudad

Autónoma de Buenos Aires por el partido de Mauricio Macri; FARO es presidida por Leandro Popik, candidato

frustrado a Jefe de Gobierno desde su propio partido por no cumplir con los requisitos legales -a veces la

juventud nos juega en contra-; y Polis es presidida, como lo he señalado anteriormente, por Marta Oyhanarte,

quien a su vez fue legisladora de la Ciudad al ser ubicada en su momento en la lista sábana de la UCR por el

ex presidente Fernando de la Rúa.

Tercero, en varios casos se nota un fuerte predominio de empresarios en las directivas de estas fundaciones,

muy preocupados por la falta de transparencia y representatividad en las estructuras partidarias, pero no tanto

cuando el mismo "pecado" es cometido en y por sus propias organizaciones y corporaciones; ejemplo de lo

cual son las características poco democráticas que ha adquirido el reciente conflicto desatado por el control

de la Unión Industrial Argentina (UIA). Es que, como lo ha señalado el especialista en la teoría de los costos

de transacción O.E. Williamson, las formas de gobierno del sector privado son la jerarquía y el mercado, dos

instituciones sin control democrático. Por lo tanto, la posible interferencia de intereses especiales en los

procesos de reforma de lo público así como algunas de sus consecuencias, no pueden dejar de ser

mencionadas.

Cuarto, el conjunto de estas ONG ha dado un paso que las ha llevado a pervertir el significado mismo de la

idea de representación, que tanto dicen defender, al "elegir" como "representante de la sociedad civil" ante la

estructura gubernamental a uno de sus miembros.

Quinto, la transparencia y la veracidad como valores no parecen estar ubicadas en el registro central, al

menos de la agencia de publicidad que diseñó la campaña para Reforma Política Ya . Nos referimos al

carácter abiertamente engañoso y opaco del mensaje según el cual quien apoya la iniciativa con su firma se

convierte automáticamente en un "héroe nacional" y a la categoría degradada en que quedarían ubicados por

oposición los ciudadanos que no lo hagan. ¿Qué proyecto verdaderamente democrático puede surgir a partir

de esta manipulación de la noción de participación ciudadana?

Sexto, como una advertencia sobre el cuidado y la responsabilidad con los que hay que encarar esta tarea

necesaria queremos mencionar posibles consecuencias negativas de algunas de las reformas planteadas.

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Una de las principales propuestas es la eliminación de las listas sábana a fin de evitar que la ciudadanía

tenga que votar a quien supuestamente no quiere. Además de una posición claramente paternalista por parte

de estas ONG -que se atribuyen el carácter de ser las llamadas a salvar a la ciudadanía ingenua y mal

informada de cometer errores a la hora de expresar sus preferencias políticas- la reforma del sistema

electoral propuesta es la que perjudica más directamente la representación de las minorías y la posibilidad de

elección de representantes mujeres. Está ampliamente comprobado en estudios comparativos a nivel

internacional que el sistema proporcional con listas cerradas y bloqueadas, acompañado de la denominada

ley de cuotas, es el mecanismo que asegura mayor representación femenina y que, por el contrario, el

sistema uninominal es, en este sentido, el peor de todos.

Consecuentemente, la reforma política tiene que ser planteada de manera que permita rescatar la

democraticidad existente, mejorar las condiciones de la actividad política en aquellas áreas donde se

presentan déficit y no incidir negativamente sobre los avances ya logrados. De otra manera, aun los mejores

esfuerzos pueden llevarnos hacia el abismo de la antipolítica y del antipartidismo.

El autor es profesor de Sociología Política y Política Comparada en las universidades de San Andrés y de Buenos Aires