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ANO I SANTIAGO, VIERNES 19 DE JULIO DE 1912 NUM. 1

ADMINISTRADOR

ARTURO'D'ALENgONDIRECTOR

FERNANDO SANTIVAN

SECRETARIO DE REDACCIONDANIEL DE LA VEGA

DIRECTOR ARTISTICOCRIST6BAL FERNANDEZ

OFICINAS:1MORANDE 432

CASILLA 2443

NUESTRA RE VI STAm

Estas hojas, que caen a lavida, aprisio-nadas en las paginas de "Pluma y La¬piz," no provienen arboles de otofiales, nieselftiodel invierno el que las desgajo dela rama; han sido arrancadas de un arbolde perenne verdor, en eterna primavera,para ofrecerlas a los que "han hambre ysed de belleza"...

"Pluma y Lapiz" no llega en [son decombate. Es un florido mensajero, comoaquellostrovadores de la epoca caballe-resca,—que viene a entretener el hastiode un rudo castellano yasaciar las vagasnostalgias de unas fragiles prisioneras dehierros y muros,—cantando hazanas deesta vida contemporanea: el amor y elodio, el dolor y la alegria, eterna arcillaen que se modela la humana existencia.

Esto en cuanto al publico. Para la mo-derna generacion de artistas chilenos,pretende ser un hogar comun, un lazo defraternidad, una tribuna de amplia fran-queza, como aquellas modestas revistas

que dirigieron Cabrera Guerra y Augus-to Thomson. Su mismo titulo, "Plu¬ma y Lapiz" pretende ser una evocacionde ese pasado de sana, de alegre cama-raderia intelectual.

No admitimos jefes, ni credos religio-sos, ni credos politicos, ni credos artis-ticos. Caravana de transeuntes en el de-

sierto de nuestra patria, cada soldadosera un general y cada general un solda¬do. "Pluma y Lapiz" pretende ser apenasuna carpa comun que nos cobije del hie-lo de las noches, tan pobre que su techoestara abierto y desgajado, y tan ricaque por esa abertura contemplaremos lasestrellas y el infinito.

Y pueda que nuestros cantos, unidosen una misma admiracion y separadospor su marcada personalidad, formenuna poderosa sinfonia orquestal, salvajey ruda, como nuestros bosques y nues-tras costas; solemne y religiosa como lasmontanas andinas que nos han ensenadoa orar; placidamente dulces como lospaisajes idflicos de las campinas chilenas!

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Charla-programa

SantivAn desea mantener en su revista una seccibnhebdomedaria de letras. El proposito no puede sermAs interesante y mAs e^cabroso: una pagina es me-dida mAs que estrecha para hablar lie un escritor,sobre todo si se trata de ha er algo mAs que un apun-te y una bibliografi'a curiosa. Sin embargo, fuerza esacceder A los gentile* dese< s del Director de Plum aa LApjz, y contener las fugas de la pluma para bilva-nar tan solo apuntes y cosas interesantes cogidas alazar A travbs de lecturas A impresiones fugaces. Deaquf, pues, el capricho de este titulo tan poco hora-cianp y tan socorridamente doctoral. Al Margen delos Libros; es decir, todo lo que esta dentro de larepiiblica un si es no es platoniana de' la literatura:libros y escritores, recuerdos y semblanzas; de todaslas latitudes y hablas; hoy del terrufio, manana delextranjero; Sudermann 6 Rod6, Orrego Luco 6 Alta-mira, Jammes 6 Sysmonds. Todos, en fin, sin distin-ci6n de banderas y de colores; poetas, novelistas, cri-ticos y poh'grafos. Talvez el Director me enmendaraen esta parte la plana para advertirme que esta char¬la-programa se endereza hacia una especie de pregbnde buhonero, que mA* le sentaria A un boceador defarAndula que n6 a un remendbn de renglones convistas a altisimos tines estbticos; pero, como quieraque SantivAn ast lo exige, no liago mAs qpe acatar susantojos Antes de sentar plaza de revistero, 6 lo quesea, en el bogar tibio de esta nueva Pluma y Lapizque nace con la muerte del pobre y bueno de Gue-rrette. (.Guerrette? No ignoro que ast se preguntaramAs de algun asustadizo al leer este nombre franco-peninsular. ^.Pero quibn era ese Guerrette? TalvezGil, Magallanes, Contreras, Silva 6 Federico Gana,pudieran decirlo mejor que nosotros que apenas si leconocimos A travbs de sazonadas crbnicas volanderas,de charlas improvisadas 6 de poesias de ocasibn.A11A, en los fecundos di'as de la antigua Pluma yLApiz, ese regocijado Guerrette, que ayer ha muertocon el nombre de pila de Marcial Cabrera Guerra,fub el espi'ritu de toda una juventud entusiasta, unaespecie de padre adoptivo de la muchachada que di'aA dta ensayb sus vuelos en las pAginas de aquella re¬vista precursora de este presente granado de los Pe-zoa Velis, de los Maluenda, de los Lillo, de los Con¬treras, de los Rocuant, de los GonzAlez, de los Santi-vAn y de los Silva La tristeza de una muerte obscura,en un rincbn del asilo para alienados, ha venido Aremover las cenizas de este pobre muerto de hacediez alios, que tanto hizo para los otros y tan pocohizo por bl. Su obra es reducida pero nb insignifi-cante; como periodista vivid siempre al dta escribien-do editoriales, gacetillas volanderas, prologos paralos libros de los amigos y articulejos hilvanados «ca-lamo currente*. La necesidad del mendrugo le cortolas alas y did pujos A ese su espi'ritu bohemio que lemetid la vida por los ojos y por las ventanas del es¬pi'ritu, ese bohemio que es el peor enemigo de todometodo y de toda norma de trabajo. Porque CabreraGuerra, ha haberlo querido, hnbiera dejado novelassazonadas y artistas como aquella de la «Pluma blan-ca» que nunca hizo, pues cada di'a que pasaba le ro-baba las horas de su vida v bl jamAs se daba treguapara aloanzar A vivir mucho, con todos las ansiasabiertas del sofiador que lanzado tras la Quimera co-

rre y corre sin llegar Aencontrarla nunca.

Asi fud su jornada, uneterno desboide de en-

tusiasmo locos, una fuga A travbs de la existencia,una eterna vibracibn ante el ensueno de la hora fu-gaz que tenia ante sus ojos. Ahora ha muerto, peroqueda de su nombre algo mAs que un despojo: la es-tela de una labor buena y generosa, que cuidd de losagenos cercados mAs que del propio. Pastor de en¬sueno, apacentd los rebahos de otros pastores, hastaque la ciudad blanca le acogio en su seno.

Cuando Pedro Antonio GonzAlez vivia perdido enel ultimo rincdn de su bohardilla de poeta, con unmundo de ensuenos y de originates, fud la mano ca-rinosa de Cabrera la primera que se apresurara Areunir los versos del gran lirico para leerlos A losamigos y darlos A los periddicos como un homenajeA ese nuevo Merlin que viniera sin darse cuenta deltesoro que llevaba dentro. Cabrera cultivd el senti-miento de su gloria y band de sol aquel nombre ocul-to en la mode-tia mAs hurana, como un caracol en suconcha; en La Ley y en las revistas publicd sus ver¬sos, corrigib las pruebas y mAs tarde decidid al poetala publicacidn de «Ritmos». Y A no haber fracasadosu vida en mitad del camino, nos hubiera dado al finla edicidn de las obras completas del lirico que aca-riciaba en ensuenos como A la imagen largamentedeseada deun amor ideal. MAs tarde, cuando se escri-ba el estudio que Gonzalez se merece, el nombre deCabrera deberA ser colocado junto al del poeta comoal de un hermano de corazdn que le alivid el peso delcamino y le ayudb A cultivar las rosas de su huertosiempre florecido por el influjo de una eterna prima-vera.

Hace cuestion de un ano fui A visitarle en su reclu-sion del Manicomio para cumplir con dl la deuda degratitud que A todo artista le debemos. jMAs valieraque nunca hubiera tentado ta«. locura! Alii encontrdal pobre Guerrette de las humoradas, desconcertadoy hurano como persiguiendo el sueno de una estre-11a errante; ya no atinaba A repasar en orden el hilode sus ideas: Ida era con su juventud la virtud agudi-sima de su inteligencia.

—No le hable,—me dijo un periodista amigo;—dApena...

Pena honda, desconsuelo y desconcierto ante esesarcasmo viviente del Destino c^ue trocaba un espi'rituen mariposa borracha giranbo en torno de una llamainvisible, y un cerebro de hombre en uno denino!...j Pobre Guerrette!... Ayer no mAs deela en sus ver¬sos:

Para amarnos un rato en la dulce mentiraque tus nerviosse afinen como cuerdas de lira,que se e*pasme tu espiiitu en el goce mayor...

iluminado por la primavera fecunda de la vida; y,ahora, en el fondo de su retiro, con los ojos extra-viados, apenas si sus labios daban un balbuceo inco-herente: —«Dejauie, dejame, ddjame...*

[Pobre Duerrette!...A. DONOSO.