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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA SUR ÁREA DE CONOCIMIENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE HUMANIDADES MAESTRÍA EN HISTORIA REGIONAL OASIS Y REGIONES ECONÓMICAS TEMPRANAS EN LA PENÍNSULA DE CALIFORNIA, SIGLO XVII-XIXTESIS QUE, PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRO EN HISTORIA REGIONAL, PRESENTA JULIO CÉSAR MARTÍNEZ GONZÁLEZ DIRECTOR: DR. GILBERTO JESÚS PIÑEDA BAÑUELOS LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR, 12 DE DICIEMBRE DEL 2011

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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA SUR ÁREA DE CONOCIMIENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE HUMANIDADES MAESTRÍA EN HISTORIA REGIONAL

OASIS Y REGIONES ECONÓMICAS TEMPRANAS EN LA PENÍNSULA DE

CALIFORNIA, ‘SIGLO XVII-XIX’

TESIS

QUE, PARA OBTENER EL GRADO DE MAESTRO EN HISTORIA REGIONAL,

PRESENTA

JULIO CÉSAR MARTÍNEZ GONZÁLEZ

DIRECTOR: DR. GILBERTO JESÚS PIÑEDA BAÑUELOS

LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR, 12 DE DICIEMBRE DEL 2011

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 3

OBJETO DE ESTUDIO .......................................................................................................... 4

MÉTODO DE INVESTIGACIÓN ...........................................................................................12

OBJETIVOS .......................................................................................................................12

HIPÓTESIS ........................................................................................................................13

METODOLOGÍA ................................................................................................................14

FUENTES...........................................................................................................................15

MÉTODO DE EXPOSICIÓN .................................................................................................23

CAPÍTULO I:LA GEOGRAFÍA SUDPENINSULAR Y LA ARTICULACIÓN DE SUS

ESPACIOS SOCIALES: EL OASIS COMO SUJETO HISTÓRICO .....................................27

I.1 La geografía sudpeninsular y sus oasis ......................................................................28

I.2 Los Californios y su relación con el medio ...................................................................61

I.3.Territorios de recorrido de los Californios y los oasis ..................................................80

CAPÍTULO II: EL NACIMIENTO DE REGIONES ECONÓMICAS TEMPRANAS DENTRO

DE LA ECONOMÍA MISIONAL .............................................................................................95

II.1. El sistema de misiones en el Noroeste ......................................................................95

II.2. La economía misional ............................................................................................... 109

II.3. La misión como epicentro regional, su ubicación en el espacio y su relación con el

medio................................................................................................................................ 126

CAPÍTULO III: LAS REGIONES ECONÓMICAS EN LOS LÍMITES DE LA ECONOMÍA MISIONAL Y LA

ECONOMÍA MERCANTIL ......................................................................................................... 154

III. 1 La expulsión de los jesuitas y la reorganización territorial. .................................... 154

III. 2 La reorganización espacial y el desarrollo de la propiedad privada ....................... 164

III.3.Oasis y pueblos originarios: Producción y distribución de mercancías ................... 172

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................... 181

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INTRODUCCIÓN

El espacio, la ocupación del suelo y las antiquísimas actividades

económicas en los oasis sudpeninsulares y sus alrededores —hasta las primeras

décadas del siglo XIX—,son nuestro objeto de estudio; por lo tanto, explicaremos

el funcionamiento de una economía de subsistencia, basada en: una economía

natural de apropiación; una economía agropecuaria misional; y una economía

mercantil simple, en dondeel mundo de los oasis representó,al momento del

contacto con los españoles, la seguridad y subsistencia de más de 40 mil

pobladores de la península,y de los poco más de seis mil pobladores que

habitaban a finales del siglo XVIII.Con la presencia del hombre, los oasis dejaron

de ser solamente una entidad natural biodiversa y adquirieron un valor de uso

determinante, el cual fungió como apoyo material para el desarrollo de una

economía de subsistencia.

Pese a que al final del periodo que abordamossurge en la economía

sudpeninsular la producción de mercancías; que por definición se producen con el

objeto de cambiarse; y por lo tanto, pudiera clasificarse como una economía de

valores de cambio, en realidad se trata deuna economía de

subsistenciateóricamente identificada como una economía productora de valores

de uso; sobre todo porque elterritorio ocupado, que incluye a los oasis y el

aprovechamiento de ellos, permaneció en el mismo estatus hasta el final del siglo

XVIII.

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OBJETO DE ESTUDIO

Nuestra investigación histórica inicia conla delimitación de nuestro objeto de

estudio dentro de un periodo muy temprano en la formación de regiones

económicas en la península de la California. Dentro de este periodo, las diferentes

formas de oasis constituyeron un factor fundamental en la formación de los

espacios sociales y económicos.

Para los primeros asentamientos humanos de la península, la ubicación del

recurso agua fue esencial para la formación de regiones económicas basadas en

la caza y la recolección,como primer etapa, y en la producción agropecuaria,como

segunda. Por lo tanto, los oasis peninsulares están directamente relacionados con

la vida humana y con las relaciones sociales de producción que se establecieron

tras la llegada de los jesuitas evangelizadores-colonizadores, la cual dio forma a

las regiones económicas tempranas. Por todo esto resulta pertinente hablar de

ello, relacionando la forma en que los californios aprovechaban los recursos

naturales; y analizando la forma en que se desenvolvían sobre su espacio,sobre la

existencia desus territorios de recorrido y en torno a la formación de regiones

económicas tempranas. Estos aspectos son el tema central de nuestra

investigación.

La construcción de estos modelos teóricos los iniciamos describiendo las

particularidades del régimen de producción y las características —propias de los

grupos cazadores-recolectores, que además es la categoría en la cual se

encuentran clasificados— políticas y social los indios californios. Entre ellas sale a

relucir su particular nomadismo, condición básica mediante la cual lograban

satisfacer sus necesidades alimenticias;y que a su vez era la principal

preocupación y ocupación de los indios californios.1

1 Martha Micheline Cariño Olvera, Historia de las relaciones hombre naturaleza en Baja California

Sur 1500 – 1940, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Secretaría de

Educación Pública, 2000, p. 32. Como el territorio en el que se desenvuelve está limitado por el carácter peninsular del espacio, el nomadismo al que nos referimos es muy relativo, pues el espacio ocupado es relativamente pequeño y sus recorridos se repiten anualmente con base en las

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El nomadismo de los californios y la forma de organizarse, integrando

bandas familiares, estaba sujeto a la ocupación de ciertos espacios del territorio

peninsular dentro de los cuales realizaban continuos recorridos de carácter cíclico

enlas diferentes épocas del año. Así, dentro de cierta área o espacio geográfico,

iban aprovechando de forma eficaz y estacional los recursos que el medio les

brindabapara su subsistencia. Esta relación tan estrecha e íntima que lograron

desarrollar con el medio les permitió realizar un aprovechamiento integral del

recurso biótico. Por ende, iban conjugándose aspectos como la capacidad de

carga del ecosistema de acuerdo con la estación del año y el valor nutricional de

los alimentos existentes. Esta conducta tan efectiva, y que en nada corresponde a

una conciencia ecológica por parte de los californios, obedecía a la experiencia

que habían heredado a través de múltiples generaciones. Por consiguiente, se

convirtieron en individuos culturalmente adaptados a esa forma de vida.2

Al abordar el estudio de los territorios de recorrido de los indios californios, y

en el afán de comprender los patrones de movimiento dentro de su espacio; de

figurar sus posibles límites y la flexibilidad con que se establecieron, debemos

considerar una gran cantidad de factores, tanto físicos como culturales, en donde

sobresale —por su importancia definitoria— la existencia de depósitos de agua

temporales, así como de fuentes de agua permanente. Estos fueron el centro de

los territorios por donde transitaba la banda3 y,por consiguiente, reguladores de la

ocupación de aquellos espacios.Por otra parte, dando por entendido que el

recurso agua fue un factor determinante dentro de estos territorios, no se puede

obviar la fuerte influencia que las características físicas y ecológicas del ambiente

tenían en los territorios; y sin olvidar la flexibilidad que tenían los límites de su

zona de influencia. Es aquí donde toman importancia las particularidades

geográficas y orográficas que en la actualidad se pueden apreciar en el mismo

estaciones del año. Por eso, algunos historiadores prefieren denominarlo semi nomadismo o semi sedentarismo.

2 Rosa Elba Rodríguez Tomp, Cautivos de Dios, México D.F., Centro de Investigaciones y Estudios

Superiores en Antropología Social, Instituto Nacional Indigenista, Primera edición, 2002, p. 24.

3Cariño Olvera, op. cit., p. 36.

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espacio; sólo que con más de cuatrocientos años de diferencia, es decir, después

del contacto con los españoles.

En este sentido, es pertinente señalar la diversidad de climas y microclimas

que a pocas distancias, en sentido latitudinal y longitudinal, se hacen manifestar,

modificando así las condiciones ambientales y de aprovechamiento del medio. En

el extremo sur peninsular, por ejemplo, dichas condiciones son un indicativo de la

diversidad de estrategias adaptativas que los californios desarrollaron dentro de

una misma unidad cultural4 y un mismo espacio. Entre los accidentes geográficos

más representativos, podemos destacar la existencia del Océano Pacífico, el Golfo

de California, una cordillera serrana, arroyos, planicies, llanuras y cañadas.

Otro aspecto fundamental, es la existencia de un equilibrio muy particular

entre el medio ambiente y la población, donde ante una mayor biodiversidad

ecológica del espacio se dio la existencia de una población nativa con menor

dinamismo en sus recorridos; mientras que a la inversa, con una biodiversidad

ecológica más pobre, la población flotante era más baja y con una mayor

movilidad dentro de su territorio.

La formación de las regiones con una economía misional agropecuaria,dentro

de nuestra área de estudio, tiene su inicio cuando se logró establecer el primer

asentamiento colonial permanente dentro del territorio peninsular, ya que a

diferencia de las civilizaciones indígenas que existieron en el centro del país y que

lograron constituir una de las regiones económicas y políticas más fuertes de toda

Mesoamérica, los antiguos californios no habían logrado desarrollar una

regionalización propiamente dicha;sino sólo la distribución de sus territorios de

recorrido alrededor de los oasis, que en cierto sentido se trata de una región

económica. Como grupos nómadas, su patrón de vida se desplegaba conforme

llegaba la maduración de los frutos que comían, la caza que practicaban y por la

ubicación de los aguajes temporales o permanentes que existían.

4Rosa Elba Rodríguez Tomp, Los límites de la identidad. Los grupos indígenas de Baja California

ante el cambio cultural, México D.F., Gobierno del Estado de Baja California Sur, Instituto Sudcaliforniano de Cultura, 2006, p. 77.

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Con la llegada de los misioneros a las tierras californianas dio inicio la

transformación de una economía natural de apropiación, practicada por los indios

californios, a una economía de tipo misional con base agropecuaria. Esta vendría

a implantar un nuevo sistema económico, político y social; con lineamientos y

formas totalmente ajenas y desconocidas para la comunidad indígena. De esta

forma, el proyecto jesuita tuvo como piedra angular a la Misión, por ser esta una

unidad económica diseñada para ser autosuficiente. Operaba como una unidad

motriz capaz de promover y estimular su propio desarrollo, así como el

surgimiento de nuevos centros misionales que también se ocupaban de desarrollar

la economía de aquellas que ya existían.5

La ubicación de las misiones dentro del territorio sudpeninsular obedeció

esencialmente a dos factores; el primero, quejustificaba la presencia de los

jesuitas sobre estas tierras,fue fundar la misión sobre aquellas zonas donde la

existencia de bandas o rancherías de nativos era más numerosa; el segundo,

obedecióa la necesidad de fundar el centro misional cerca de aquellos lugares

donde la presencia de ojos de agua dulce y tierras fértiles les permitieraobtener

sustento en el futuro6.Es precisamente en este punto donde nuestra investigación

se orientahacia el análisis del factor espacio geográfico, así como de su

vinculación con el desarrollo de los primeros núcleos socioeconómicos regionales.

Dentro del sistema misional, el factor espacio geográfico tuvo una fuerte

influencia dentro del proceso de construcción yconsolidación de las Misiones. La

presencia de tierras fértiles y ojos de agua que aparecían a manera de oasis

dentro de la geografía sudpeninsular,fue el escenario perfecto para el

establecimiento de Misiones; en especial por su base económica de corte

agropecuario. Este fue un periodo donde el medio geográfico, soporte de todas las

relaciones y acciones humanas, tuvo una posición dominante sobre el factor

espacio social. Existió, pues, una alta dependencia del medio geográfico dentro de

5 Francisco Altable, ―La economía misional‖, en Dení Trejo Barajas (coordinadora), Edith González

Cruz (ed.), Historia General de Baja California Sur I. La economía Regional, México, D.F., CONACYT, SEP, UABCS, PyB, 2002, p. 57.

6Ibíd., p. 64.

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la economía misional, la cual requirió del apoyo de las Misiones de la contracosta

para su sustento, ya que su economía generaba bajos niveles productivos; pero

además era una sociedad que no contaba con la tecnología suficiente para

modificar cualquier espacio geográficoa su conveniencia.

Bajo estas circunstancias fue que el sistema Misional sudpeninsular se fue

desarrollando y, paralelamente a su campaña evangelizadora, fue dando vida a

los primeros núcleos regionales de la sudpeninsula, determinando así

suscaracterísticas productivas, donde no todos lograron consolidarse y

desarrollarse por igual debido a las dimensiones físicas del oasis donde fue

asentada y por las condiciones físicas del medio que determinaba la posibilidad de

desarrollar actividades como la agricultura y la ganadería.

Con la caracterización y el fundamento de cada uno de los factores antes

descritos, el resultado fue un mosaico de epicentros regionales,el cual estaría

constituido por las Misiones de San Ignacio, Santa Rosalía de Mulegé, Loreto–

San Javier, San José de Comondú, La Purísima Concepción, Santa Rosa de

Todos Santos, Santiago y San José del Cabo.

Con la expulsión de la compañía de Jesús en 1768, se dio el fin de una

economía de tipo misional que se había establecido a lo largo de 70 años bajo un

gobierno de corte religioso que se oponía rotundamente al modelo y

establecimiento de la propiedad privada en los medios de producción. Asimismo,

dio inicio un periodo de transición con el cual la Corona española trataría de

integrar, de manera concreta, a la península de California con el sistema

económico novohispano.

Las reformas borbónicas y sus nuevos procedimientos contables y

administrativos, «racionalmente» diseñados; y con los cuales se contrarrestaría la

corrupción, el fraude, el burocratismo y otros «cánceres» de la administración

pública,7 hicieron acto de presencia dentro de la península de California por medio

de la personalidad del reformador José de Gálvez, un personaje que, ―en su

7 Francisco Altable, ―Aparición y desarrollo de las actividades privadas‖, Ibíd., p. 119.

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calidad de alto delegado de Carlos III en Nueva España‖,8 vendría a reestructurar

los aspectos económicos, políticos y administrativos que en ese momento

predominaban en el territorio peninsular y en todo el noroeste novohispano.

Los principales objetivos o prioridades que José de Gálvez pretendió

alcanzar en el escenario peninsular fueron:

[...] promover el comercio y la habilitación de puertos en el golfo;

fomentar la producción local para evitar, al menos en parte, las remesas

del exterior; reglamentar las operaciones marítimas y disminuir los

precios y salarios.9

Una vez logrado esto, y con el efecto de la disminución en los salarios, los

precios, los fletes y los pasajes, se formarían las condiciones ideales para la

llegada de nuevos colonos que se irían integrando a las actividades productivas y

mercantiles; mismas que en el futuro serían las generadoras de los ingresos

fiscales.

Gálvez siempre actuó bajo la firme intención de promover la emancipación

de las fuerzas del mercado, la integración y dinamización de los actores

económicos; todo esto bajo las innovaciones en la mejora y eficiencia del sistema

de comercio ultramarino y en la instauración de un nuevo sistema administrativo y

hacendario,10 el cual permitiría enterrarcontundentemente la antigua economía

misional e iniciar una rápida transformación hacia una economía de tipo mercantil.

Sin embargo, pese al amplio conocimiento que en materia de

administración pública tenía el reformador, y pese a las ordenanzas y proyectos

que en forma enérgica se propuso impulsar, la realidad peninsular terminó

superándolo debido a que la población indígena estaba cada vez más mermada,

lo cual se tradujo en escasez de mano de obra. De igual forma, su proyecto

colonizador se vio entorpecido a causa de la poca distribución de tierras existentes

8Francisco Altable, ―Los años de la gobernación de California. La reorganización administrativa y

sus efectos‖, en Edith González Cruz (Coordinadora General), María Eugenia Altable (Editora del Volumen) Historia General de Baja California Sur II. Los Procesos Políticos , , México, D.F.,

CONACYT, SEP, UABCS, IIH, PyB, 2003, p. 129.

9Altable, ―Aparición y desarrollo...‖, op. cit., p. 124.

10Ibíd., p. 120.

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entre los indígenas; y por lo difícil y costoso que resultaba el abasto de víveres y

bastimentos hacia la sudpenínsula.11 Por otra parte, las difíciles y extremosas

condiciones físicas y medioambientales del territorio, también contribuyeron al

fracaso.

Alejándonos un poco de los ilusorios proyectos galvecianos; y

acercándonos, a su vez, a la dura y difícil realidad sobre la cual caminaría la

economía sudpeninsulara inicio del siglo XIX, es preciso resaltar la continuidad de

la ocupación de ciertos espacios bajo un tipo de economía bastante similar a la del

periodo misional, sólo que con la diferencia sustantiva de una economía mercantil

simple; sobre todo en la producción perlera y minera.Existió pues, de acuerdo a la

época y a la lejanía de los principales centros industriales, una ausencia de

tecnología que permitiera modificar las condiciones naturales en favor del

desarrollo de actividades productivas que pudieran sustentar el nacimiento de

nuevas poblaciones; es por ello que la existencia de ciertos lugares con

características diferentes al seco y estéril suelo peninsularsiguió condicionando,

aunque en menor medida, el establecimiento y desarrollo de las poblaciones

sudpeninsulares.

Es por esto que:

[...] como los escasos manantiales, aguajes o arroyos estaban por lo

general ubicados en tierras que para estas fechas estaban bajo

jurisdicción misional, los asentamientos civiles se desarrollaron de

manera primordial en los mismos lugares que ocupaban los centros

misionales y ranchos aledaños...12

Esta condición no se dio con los nacientes reales mineros del sur

peninsular, pero, sin lugar a dudas, difícilmente pudieron haber subsistido sin el

apoyo de los núcleos misionales.

Con el inicio del siglo XIX, las condiciones sobre las cuales caminaba la

economía sudpeninsular comenzaron a variar poco a poco; principalmente por las

11

Dení Trejo Barajas, Espacio y economía en la península de California 1785 – 1860, México, D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1999, p. 33.

12Ibíd., p. 34.

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reformas galvecianas; y puesto que no dieron los resultados esperados desde su

inicio, comenzaron a producirse los primeros efectos. El tráfico mercantil por el

Pacífico y el Golfo, por ejemplo, comenzóa tener una mayor importancia, y el

hecho de que los puertos peninsulares fueran considerados a partir de

180313comopuertos menores, dio inicio a una nueva etapa donde la actividad

mercantil comenzó a dinamizar la economía de algunos de los antiguos poblados

de la sudpenínsula. El mercado interno, por su parte, comenzó a despertar poco a

poco al producirse ciertas relaciones mercantiles, aunadas a movimientos de

población en el espacio. Esto, a su vez, provocó modificaciones en el escenario

general existente, cuya época marca la formación de un nuevo mosaico regional.

13

Ibíd., p. 65.

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MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

La dimensión de nuestro objeto de estudio nos planteó un problema de

investigación histórica, el cual se centra en la relación que existe entre las

actividades económicas del hombre y los oasis durante una temporalidad de tres

siglos en la región sudpeninsular de la California. Así pues, nos

proponemosalcanzar nuestros objetivospartiendo de una hipótesis preliminar de

trabajo, y aprovechando las herramientas metodológicas habituales.

OBJETIVOS

El objetivo general que direcciona la presente investigación consiste en

identificar las regiones económicas que se forman tempranamente en el espacio

sudpeninsular durante la colonización española y jesuítica, y buscar una

explicación histórica a la dependencia que tuvieron estos primeros espacios con

los oasis sudpeninsulares. Por tal motivo, los objetivos específicos son los

siguientes:

1) Presentar un nuevo acercamiento hacia la forma de vida y relación que los

californios tenían con el medio ambiente, haciendo énfasis en la forma en que

ocupaban y utilizaban su espacio, y de cómo se desplazaban sobre el mismo.

2) Elaborar una caracterización detallada y gráfica, sobre los aspectos

económicos, sociales y medioambientales década uno de los núcleos misionales

en observación.

3) Analizar, desde las regiones, el desarrollo de las actividades económicas

existentes al inicio del siglo XIX a través de la integración de todos los agentes

económicos y de su ligazón a un determinado espacio físico.

4) Contribuir con un enfoque geoeconómico en la construcción e interpretación de

una historia regional sudpeninsular.

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HIPÓTESIS

1) La existencia de fuentes de agua, tanto permanentes como temporales; y las

condiciones medioambientales de ciertos espacios del territorio sudpeninsular,

fueron determinantes para la definición de los territorios de recorrido y la movilidad

que sobre ellos realizaban los indios californios.

2)La presencia de pequeños ecosistemas (oasis) con características ecológicas

diferenciadas a la generalidad del seco y árido clima sudpeninsular, tuvieron un

carácter primordial dentro del proceso de fundación de los primeros asentamientos

coloniales-permanentes del territorio.

3)La conformaciónde las regiones económicas dentro del territorio sudpeninsular

tiene como su primer antecedente la implantación del sistema misional, puesto

quemediante él se logró la fundación de los primeros asentamientos coloniales-

permanentes dentro del territorio,incluyendo el desarrollaron las primeras

actividades productivas.

4)La primera regionalización económica se materializa con la Misión, queera una

unidad económica diseñada para autosatisfacer sus requerimientos, tomando el

papel de unidad motriz, y convirtiéndose en el epicentro de dicha regiónal tiempo

que apoyaba el surgimiento de nuevas Misiones.

5)El establecimiento de las primeras actividades productivas por parte de las

misiones definió la base económica sobre la cual se sustentarían los primeros

ranchos y pueblos sudpeninsulares. Esto abrió paso a una nueva regionalización

sobre la base de las antiguas misiones y el surgimiento de una economía

mercantil.

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METODOLOGÍA

El estudio de la investigación histórica se planteó de la siguiente forma:

1) Se asumió que las características físicas y medioambientales del pasado

sudpeninsular son semejantes a las del presente.

2.)Se determinó que los aspectos económicos, políticos y sociales de los

indígenas californios, son factores que facilitaron la reproducción de su cultura, su

relación con el medio natural y su espacio.

3)Se determinó que los aspectos económicos, políticos y sociales del sistema

misional, fueron factores que facilitaron la influencia que cada núcleo misional tuvo

dentro del espacio sudpeninsular. Asimismo, la capacidad que cada uno desarrolló

para modificar el espacio que ocupaba, también fue importante.

4)Se determinó que los aspectos económicos, políticos y sociales de la economía

sudpeninsular en los fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, permitieron

identificar los núcleos económicos más sobresalientes, así como su ligazón con la

extinta economía misional.

La forma de abordar el problema en este orden, nos conduce a profundizar

acerca de los criterios teórico-metodológicos relacionados con el espacio como

valor de uso y como valor de cambio del territorio. En el caso que nos ocupa, el

espacio ocupado por los indios californios tuvo un carácter de valor de uso, y por

lo tanto, el territorio recorrido obedece a las exigencias propias de su naturaleza;

por otro lado, ese mismo espacio empieza a tener un carácter de valor de cambio

después de la expulsión de los jesuitas, que fue el punto de partida a la

privatización del territorio sudpeninsular; sobre todo en los espacios cercanos a los

oasis. En este marco conceptual, el concepto de espacio geográfico cobra

relevancia metodológica.

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FUENTES

Sin las crónicas de los misioneros jesuitas —como fuente primaria—,que

ocuparon la Antigua California en los siglos XVII y XVIII, hubiera sido imposible

resolver el problema histórico que nos hemos planteado en relación al papel

determinante que jugaron los oasis en la formación de las primeras regiones

económicas, las cuales se convirtieron posteriormente en regiones históricas, pues

han permanecido como pueblos hasta el presente; aunque no con la misma

importancia que otros pueblos misionales adquirieron.

El uso de estas fuentes no representa en sí mismo una novedad, pues han

sido reiteradamente utilizadas. Sin embargo, la pertinencia de esta investigación

histórica es la conexiónde las crónicas con la geografía sudpeninsular,

considerando el espacio como sujeto histórico.

Una de estas crónicas utilizada como fuente primaria es el trabajo realizado

por el jesuita Miguel del Barco. Historia Natural y Crónica de la Antigua California

es sin duda una de las mayores referencias históricas y una de las fuentes

primarias que existen sobre la historia natural y etnológica de la península de Baja

California. Su trabajo está dividido en dos grandes apartados; donde, en la primera

parte, trata la historia natural junto a temas etnológicos y lingüísticos, y la crónica

de la antigua California, en la segunda. Del Barco va detallando en cada uno de

sus capítulos las circunstancias existentes y los hechos sucedidos en la escena de

la antigua economía misional y vida natural de los indígenas californios. En la

primera parte de su obra, describe en once capítulos las generalidades y

especificidades sobre la geografía del territorio peninsular; los animales marinos y

terrestres que habitan; las plantas; y sobre minerales existentes, además de

cuatro capítulos que hablan sobre temas etnológicos y lingüísticos. Este apartado

merece particular importancia por la cantidad datos, reseñas e información

etnológica que deja como legado, particularmente en asuntos como la descripción

de animales, de insectos, de su habitad y de sus nombres en las lenguas

dominantes en la California. También habla sobre los árboles, arbustos y raíces;

sus características físicas, su habitad, su utilidad, sus frutos y sus nombres; de los

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minerales, sus tipos, su abundancia, su ubicación y sus usos. En los capítulos

dedicados a los temas etnolingüísticos, el autor nos deja, una vez más, una rica

narración sobre las bandas de indígenas peninsulares; sus nombres, su

organización, su distribución, sus costumbres, su vestimenta, su lengua y su

religión.

Las descripciones y señalamientos realizados por el autor, derivadas de la

observación cuidadosa del ambiente y de la vida misional y natural del indígena

durante su estancia en la California, le dan a su obra un carácter original y una

posición fundamental como fuente primaria dentro de la historiografía de la

California; por ello, resultó de suma utilidad e importancia para el desarrollo de la

presente investigación.

Otro trabajo de enorme peso en nuestra investigación es el que realizó el

jesuita alemán, Juan Jacobo Baegert (Noticias de la Península Americana de

California). El trabajo de Baegert, quien estuvo casi dos décadas en la península

de California al frente de la misión de San Luis Gonzaga, es otra obra esencial y

de primera mano dentro de la historiografía de la California; aunque, como fuente

primaria, el lector debe aislar de su análisis e interpretación el discurso en tono

ácido y despectivo que, sobre la California y sus habitantes, refiere el autor en

repetidas ocasiones. Pese a esto, su trabajo nos da a la vez una visión bastante

realista sobre la geografía y vida de los californios, así como del inicio, desarrollo y

fin de la empresa jesuita.

La obra está integrada por tres grandes apartados y un anexo. El primero

de ellos titulado: ―De California en general, su carácter, clima y productos‖, integra

una descripción muy detallada y clara sobre los aspectos geográficos de la

península y golfo de California, de su clima, de las características de su tierra, de

las plantas y sus frutos, de los animales, insectos y de los recursos minerales con

los que cuenta. El segundo apartado de esta obra, titulado: ―De los habitantes de

California‖, refiere a temas específicamente etnolingüísticos al ir detallando los

hábitos, costumbres y particularidades culturales de los indígenas californios,

como; su aspecto, su vestimenta, sus actividades, sus bienes materiales y

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organización, sus costumbres, su forma de vida y su lengua. La tercera parte de

este trabajo titulada: ―De la llegada de los españoles a California e introducción de

la fe cristiana, de las misiones y otras cosas anexas‖, nos relata, entrelineando el

mismo tono irónico, el inicio de la empresa jesuita en la California; su

afianzamiento y desarrollo; su administración; su agricultura y ganadería, sus

bienes materiales, su gente de tierra, mar y de oficios, así como de la expulsión de

su orden de la California. Esta obra al igual de la realizada por Del Barco, además

de narrar generalidades y particularidades sobre los aspectos físicos de la

península y las costumbres y lengua de los indígenas, va describiendo situaciones

puntuales que le tocó vivir durante sus 17 años de estancia en la porción central

de la sudpeninsula, lo cual enriquece infinitamente su trabajo.

Otro de los testimonios tomados para el desarrollo de nuestro trabajo es la

compilación que se hizo de lo escrito en algunas cartas por Juan María de

Salvatierra en tiempos de la fundación de la empresa jesuita en la California. Éstas

se encuentran en La fundaciónde la California jesuítica, siete cartas de Juan María

de Salvatierra, S.J. (1697 -1699)14. Las cartas de Juan María de Salvatierra,

compiladas en este volumen, y los hechos en ellas narrados, dan estructura y

nombre a este trabajo que documenta la fase inicial de la empresa jesuita en la

California. Dichas epístolas estaban dirigidas a personalidades como la Virreina

duquesa de Sesa, el presbítero Juan Caballero y Ocio, el Virrey conde de

Moctezuma y su correligionario: el padre Juan de Ugarte. Naturalmente, son

documentos de un apreciable valor histórico y etnográfico para la historiografía de

la California debido a la forma en que fueron escritas, su extensión, el orden de los

hechos y su detalle, lo cual las hace trascender más allá de un documento de

lectura, convirtiéndolas en un documento de primera mano y alto valor histórico

para quien se interese en los inicios de la empresa jesuita en la California y el

contacto interétnico. En estas cartas se tratan temas como la llegada a la

California y la fundación del real y misión de Loreto, el agradecimiento de

14

Ignacio del Río (edición, introducción y notas), Luis González Rodríguez (estudio biográfico de

Juan María de Salvatierra), La fundación de la California Jesuítica, siete cartas de Juan María de Salvatierra, S.J. (1697 – 1699), México, D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1997, p. 191.

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Salvatierra a quienes lo apoyaron en los inicios de la empresa evangelizadora, los

incidentes del viaje de Salvatierra a la California y de su paso por la sierra junto a

los tarahumaras. Se exponen, también, los conflictos sucedidos con los indígenas

en los inicios de la conversión, los primeros viajes de exploración, el

reconocimiento de las naciones que habitaban la zona y la entrada al valle de lo

que sería la misión de San Francisco Javier. Es por todo esto que el trabajo

realizado por el Dr. Ignacio del Río se convierte en un documento sumamente útil

y necesario para nuestra investigación, especialmente en lo que atañe a los inicios

de la administración jesuita en la California, además de la información etnográfica

divulgada en las cartas.

Otra importantísima fuente utilizada en nuestro trabajo son los testimonios

de los jesuitas; Jaime Bravo, Juan de Ugarte y Clemente Guillen, los cuales, reu-

nidos en el trabajo titulado: Testimonios Sudcalifornianos, nueva entrada y

establecimiento en el puerto de La Paz 1720, nos dan cuenta de lo sucedido

durante el proceso fundacional de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La

Paz. Los testimonios reunidos de estos tres grandes pioneros de la California

jesuita; y por consiguiente, de nuestra California actual, vienen a enriquecer en

gran medida la historiografía existente sobre los inicios de la vida misional, así

como de la vida, usos y costumbres de la población nativa del sur peninsular.

Todo esto, desde los relatos y testimonios registrados antes y durante el proceso

de fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz, producto del

trabajo emprendido por los tres religiosos. El trabajo se integra por tres relatos

sobre la fundación de la misión de La Paz, donde cada uno de los cronistas, desde

su propia perspectiva, relatan a manera de testimonio, carta y diario, la

experiencia vivida antes y durante la fundación del núcleo religioso, lo cual, en

conjunto, nos da una magnifica fuente de primera mano para futuros trabajos.

El primer apartado del documento en cuestión es el testimonio que el jesuita

Jaime Bravo nos da sobre la entrada al puerto de La Paz, la relación establecida

con los indígenas y la fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La

Paz; viaje que inicia por mar desde la misión de Loreto en la célebre Balandra, El

Triunfo de la Santa Cruz,y que en su crónica nos va detallando lo sucedió en el

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viaje a la gran bahía, su visita a las islas y el encuentro con los naturales.

Asimismo, nos detalla la llegada al puerto, el proceso de búsqueda y encuentro

con los naturales, sus costumbres, la relación entre indígenas de tierra e isleños,

así como los trabajos de limpieza, exploración y fundación de la misión. La crónica

del padre Jaime Bravo, quien llegara a la península como hermano lego en uno de

los viajes realizados por el padre Salvatierra a la contracosta, es una rica fuente

de particularidades y detalles sobre la vida indígena en una zona donde muchos

intentaron fundar un establecimiento permanente y no lo lograron. Fue hasta la

llegada del aragonés, y su comitiva, que se lograría la fundación de una Misión

que, a la postre, sería punto de partida para otras fundaciones como Santiago,

San José del Cabo y Todos Santos; satisfacción más que merecida para quien

dedicara 40 años de su vida a la California.

El segundo apartado de este documento es la carta del jesuita Juan de

Ugarte al virrey Marqués de Valero. En ella comenta las vicisitudes sucedidas en

el viaje que realizó desde Loreto a la bahía de La Paz junto con el padre Bravo.

Desde su perspectiva, este religioso de origen hondureño, quien además participó

en la fundación de la misión de San Francisco Javier, narra la experiencia vivida

con los indígenas isleños y habla también sobre los conflictos que estos tenían

con los de tierra firme. Asimismo, habla sobre los trabajos iníciales de la fundación

de la misión y sobre la forma en que pericúes y guaycuras se reconciliaron.

Sumamente valiosas son las descripciones que hace el padre Ugarte sobre el

viaje y la fundación de la misión. Él fue un hombre que trabajo durante tres

décadas sobre territorio peninsular, y en sus últimos años fue conocido como ―El

padre atlante de la California‖.

El último apartado del documento tiene que ver con el diario llevado por el

padre Clemente Guillen, donde describe el camino, el paisaje y las vicisitudes que

afrontó durante su travesía de casi un mes entre la misión de San Juan Bautista

Malibat —en la Sierra de la Giganta— y la bahía de La Paz. En su viaje, este

misionero nacido en Zacatecas, quien además fue el primero en realizar el viaje

por tierra a la bahía de Magdalena, va explicando las distancias recorridas, las

características físicas del terreno; y va designando nombres a cada uno de los

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sitios por los que avanza, así como de las actividades realizadas en cada uno de

ellos. Este tipo de información viene a ser una fuente de primera mano para un

trabajo como el que hemos desarrollado, donde el espacio físico, sus

características y la relación de sus habitantes con él, cobran gran importancia.

Otra importante obra utilizada como fuente primaria es la realizada por el

jesuita Francisco Xavier Clavijero, la cual tituló: Historia de la Antigua o Baja

California. Este trabajo realizado por elveracruzano es, sinduda alguna, uno de los

mayores esfuerzos realizados en cuanto a historia californiana se refiera. Aunque,

por otro lado, es importante señalar que el jesuita nunca estuvo en la península de

California.

Su trabajo está divido en cuatro grandes apartados con los que trata de

hacer una historia más completa y elaborada, cubriendo, así, ciertos huecosu

omisiones que —desde su perspectiva— otros trabajos dejaron pendientes sobre

la realidad peninsular. El primero de ellos habla particularmente de las

características geográficas de la península, de sus tierras, minerales, islas y clima,

realizando una particular descripción de cada uno de ellos. Esto supone un arduo

trabajo para un retrato tan detallado como el que hiso. De igual forma, hace

mención de las plantas, árboles y arbustos existentes en la sudpenínsula, al

tiempo que describe sus frutos, la utilidad de estos y sus características, lo cual

resulta sumamente útil por el detalle de la descripción y la relación que hoy se

puede realizar con nuestros paisajes, flora y fauna. El reino animal sudpeninsular

también es descrito con gran detalle al hablar de los insectos, reptiles, peces, aves

y cuadrúpedos, de quienes también menciona el tipo de especie, tamaños,

distribución en el espacio y utilidad. Finalmente, cierra este nutrido apartado con la

información etnológica al describir y comparar el origen, lengua, vestimenta y

forma de vida de los antiguos californios. El segundo apartado de la obra trata

mucho de lo sucedido en el proceso de conquista de la península californiana, la

consumación de esta con la fundación de la misión de Loreto y las vicisitudes del

inicio de la colonia y del proceso de evangelización. En este apartado, el autor nos

detalla toda una serie de procesos que inician con las tentativas de conquista de

Hernán Cortes sobre la mar del sur, las cuales, al ser continuadas por la Corona

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española en el esfuerzo por descubrir nuevas tierras y riquezas, dan como

resultado una rica fuente de información geográfica, pero no su objetivo principal.

El paso de los años, y con el cambio en la estrategia de conquista, evidenció que

la estrategia misional resultaba la más adecuada. Posteriormente, el autor detalla

el inicio de la empresa jesuita en la California; su organización, la llegada de

nuevos misioneros, la fundación de nuevos núcleos religiosos y los problemas que

la colonia empezó a padecer por la falta de bastimentos. El tercer apartado de

esta obra integra todo lo relativo al arranque e implantación del proyecto

evangélico, sus inicios, sus procedimientos, sus misioneros y sus Misiones. Sin

duda alguna, un apartado que nos muestra en forma clara el procedimiento de

implantación, organización y operación de los núcleos misionales sudpeninsulares,

el método de conversión, las dificultades de operación dadas las características

culturales de los aborígenes, las rebeliones, condiciones de producción y del

estado de aislamiento.

En el cuarto y último apartado de esta obra, el autor trata sobre las

dificultades que aquejaron al periodo misional durante su etapa final. Asimismo,

expone la preocupación y acción constante de expansión hacia el norte —en aquel

entonces— a fin de conectarse por tierra con el macizo continental. De igual

forma, comenta la perdida y la labor realizada por hombres de mucha entrega,

como fueron el padre Bravo, Antonio Tempis, Sebastián Sistiaga, Clemente

Guillen y Don Esteban Rodríguez Lorenzo. Finalmente, el autor hace un resumen

del estado y la población de las misiones existentes para después describir el duro

proceso de expulsión de la Orden tras la real ordenanza.

Por último, referenciamos otra extraordinaria fuente elaborada por el

español Francisco Palou, cuya obra es igual de importante que el resto de los

trabajos anteriormente citados. Invaluable documento que nos da cuenta de lo

sucedido a la diestra mano de las indias en un periodo posterior a la

administración jesuita, y el cual tuvo, como hilo conductor, la labor realizada por

fray Junípero Serra durante su estancia en la sudpenínsula como presidente de

las misiones, además de su extraordinaria faena como misionero en las tierras

norteñas de la Alta California.

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Francisco Palou, quien nació en la isla de Palma de Mallorca, España; y a

su llegada a la Nueva España se desempeñara como misionero en la Sierra Gorda

de Querétaro —incluyendo la California—, dedico mucho de su tiempo a la

compilación y organización de lo sucedido durante su labor misionera y, en lo

particular, a la tarea realizada por su maestro e incansable compañero Junípero

Serra en la Alta California, labor que le permitió elaborar dos trabajos que dan

cuenta de la historia inicial de la Alta Californiana. El trabajo que aquí referimos es

el que dedicó a la labor misionera, influenciado por su maestro (Junípero Serra), y

el cual tituló: Vida de fray Junípero Serra y misiones de la California septentrional.

Este trabajo, dividido en LXI capítulos, comienza dando cuenta de los inicios de la

vida religiosa del misionero, su llegada al puerto de Veracruz y de su estancia en

el colegio de San Fernando. Sin embargo, del capítulo XII al LVII, Palou da la

crónica —sobre la asignación de las Misiones de la California al colegio de San

Fernando— del viaje de estos misioneros a la California, de su embarque en San

Blas y de su llegada a Loreto. En el texto se puede encontrar una rica cantidad de

datos y referencias sobre la vida misional a la salida de los jesuitas, así como de

las gestiones para la colonización de la Alta California y la fundación de nuevas

misiones. En este gran número de capítulos, el autor, junto a la crónica de la vida

de Serra, detalla de manera cronológica todo el proceso colonizador emprendido

sobre estas tierras septentrionales. Por otra parte, también menciona las

condiciones en que se dio el proceso; todo con extraordinario detalle y objetividad,

lo cual lo posiciona como una gran autoridad dentro de la historia de las Misiones

altacalifornianas.

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MÉTODO DE EXPOSICIÓN

El capítulo I, titulado: ―La geografía sudpeninsular y la articulación de sus

espacios sociales: el oasis como sujeto histórico‖, se encuentra integrado por tres

apartados donde se analizan los aspectos geográficos y medioambientales del

territorio sudpeninsular; la relación que en ese medio desarrollaron los indígenas

peninsulares con su espacio; y por último, se habla acerca de cómo estos grupos

sociales, dadas las características del medio y sus rasgos culturales, estaban

organizados dentro de sus territorios. Asimismo, se resalta la importancia del oasis

como espacio diferenciado dentro de la geografía sudpeninsular, además de su

función dentro de los espacios sociales y su aprovechamiento por parte de las

bandas de nativos.

En el primer apartado, titulado: ―La geografía sudpeninsular y sus oasis‖, se

caracterizan los aspectos geográficos y climáticos más relevantes del territorio

sudpeninsular, incluyendo su relación o pertenencia a una región más amplia

como lo es el Noroeste de México, así como una caracterización de los distintos

oasis —y sus categorías— para resaltar su importancia como área geográfica

diferenciada. El segundo apartado de este capítulo lo hemos titulado: ―Los

californios y su relación con el medio‖, puesto que el desarrollo de este tiene por

objetivo entender cómo habitaron las primeras sociedades del territorio

sudpeninsular, cómo se relacionaban con su entorno, así como cuál fue la

importancia de este dentro de su vida social, material y económica; qué recursos

obtenían de él y cómo los utilizaban. De igual manera, se analiza el tipo de

relación que establecieron con los oasis; cuál fue la importancia de este en su vida

social y económica; y cómo influyó en la ocupación y organización de los espacios

sociales sudpeninsulares. En el tercer y último apartado de este capítulo se

expone la forma en que los indígenas californios, como sociedad cazadora–

recolectora, se organizó socialmente al interior de sus unidades sociales básicas,

y cómo se relacionaron con los demás grupos indígenas, además de analizar la

forma en que se organizaron para ocupar el espacio y definir sus territorios.

Asimismo, se analiza la forma en que, por medio de una estrategia de adaptación

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(Nomadismo), ocupaban y desocupaban ciertos espacios mediante una constante

acción territorializadora, la cual era influenciada por la presencia de los oasis.

El segundo capítulo, titulado:―El nacimiento de regiones económicas

tempranas dentro de una economía misional‖,se divide en tres apartados donde se

analiza la misión como unidad económica y como parte integral de un sistema de

misiones dentro del noroeste novohispano. Asimismo, se expone cual fue su

desarrollo social y económico dentro de la sudpenínsula; cuál fue el impacto que

genero su inserción dentro de la economía natural; y cuál fue su papel dentro la

formación de las primeras regiones económicas generadoras de valores de uso. El

primer apartado de este segundo capítulo lo denominamos:―El sistema de

misiones en el Noroeste‖,en élse expone cómo se fue gestando y desarrollando el

sistema misional en el Noroeste de México, cómo funciono, qué características

tuvo y cuál fue su impacto en la región. De igual manera, se expone la forma en

que este sistema logró consolidar una base económica solida,la cual sirvió como

soporte para la colonización de la península de California.En el segundo apartado,

titulado: ―La economía misional‖, se realiza una caracterización de la Misión como

núcleo evangelizador–colonizador, profundizando en aspectos como

sufuncionamiento económico, político y social,y señalandohechos como el objetivo

de la presencia jesuita y qué implicaciones tuvo en los indígenas peninsulares su

establecimiento en la zona. También se resalta la importancia de la fundación de

las Misiones en las inmediaciones de los oasis y lo que esto implico en el futuro

desarrollo de las poblaciones. El último apartado de este capítulo se titula:―La

misión como epicentro regional y su relación con el medio‖,y en él se analiza la

forma en que la Misión irrumpió el orden espacial existente en la economía natural

y de cómo, mediante la implantación de una nueva forma de ocupación y

aprovechamientodelespacio, se fuealterando la organización y distribución de la

población indígena dentro del territorio peninsular. Se expone, además, cómo la

misión tomo el papel de núcleo rector, interviniendo todo lo que pasaba dentro de

la sudpenínsula, creando su zona de influencia mediante la ocupación del espacio

al establecer áreas de cultivo, de pastoreo y fundaciones depueblos de visita,

estableciendo, así, lo que hemos definido como microrregiones misionales.

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El tercer capítulo lo hemos titulado: ―Lasregiones económicasenloslímites de la

economía misional y la economíamercantil‖. En él abordamos lo relativo al proceso de expulsión de

la Compañía de Jesús, el proceso de transición de una economía misional

agropecuaria productora de valores de uso a una etapa de reformas borbónicas,

donde se priorizaba la colonización civil, la liberación del comercio marítimo, la

secularización de la tierra y el desarrollo de la iniciativa privada; hecho que fue

dando forma a un nuevo mosaico de regiones económicas, las cuales combinaban

la producción de valores de uso y valores de cambio.

El capitulo esta divido en tres apartados aligual que los dos anteriores, y la

primera parte se titula:―La expulsión de los jesuitas y la reorganización territorial‖,

en él, como su nombre lo indica, analizamos las causas que posiblemente dieron

pie al decreto de expulsión, el proceso administrativo de la misma y las

consecuencias que trajo este hecho para la población indígena, la cual no se

integró por completo a la vida misional ni mucho menos dejó por completo la caza

y la recolección. El segundo apartado de este tercer capítulo lo titulamos: ―La

reorganización espacial y el desarrollo de la propiedad privada‖.En él exponemos

la forma en que los núcleos misionales y sus antiguas jurisdicciones fueron

cediendo poco a poco su protagonismo y espacios para la formación de ranchos y

productores privados. De igual forma, se exponen las ordenanzas e instrucciones

que con base en el Plan de Reformas para el Noroeste permitieron integrar a la

sudpenínsula al sistema económico novohispano; sin olvidar cómo el escenario

sudpeninsular imposibilitó que, en lo inmediato, se lograran dichos objetivos. El

tercer y último apartado de este capítulo se titula: ―Oasis y pueblos originarios:

producción y distribución de mercancías‖. En él exponemos cómo se comienzan a

producir ciertas circunstancias que dan como resultado el nacimiento de un

mercado regional —dentro del Noroeste de México— donde los puertos

sudpeninsulares comienzan a participar. Por otro lado, también analizamos la

manera en que ciertos espacios comienzan a destacar por encima de otros,

producto del desarrollo de sus actividades productivas e incremento de su

población, lo cual, una vez más, genera nuevos espacios socioeconómicos al

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tiempo que pierden fuerza otros, formando, así, una economía interna un poco

más dinámica y un nuevo mosaico regional en los inicios del siglo XIX.

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CAPÍTULO I:LA GEOGRAFÍA SUDPENINSULAR Y LA

ARTICULACIÓN DE SUS ESPACIOS SOCIALES: EL

OASIS COMO SUJETO HISTÓRICO

La geografía sudpeninsular forma parte de una zona geográficabastante

amplia, Al ser parte integral del Noroeste de México. Desde que fue poblada por

el hombre hace 10 mil años, se articuló a un espacio social milenario que no

puede explicarse sin la vinculación directa con el oasis peninsular.15 En ese

sentido, siguiendo a Braudel, el Oasis, para los californios y su economía natural;

y después para los religiosos y su economía misional agropecuaria, se convirtió en

un sujeto histórico indiscutible.16

En este trabajo, llamaremos californiosalos pobladores de la geografía

peninsularque lleva el mismo nombre. Su relación con el medio natural fue

sumamente estrecha, al grado de que pueden considerarse como parte de el; y

por lo tanto, su economía cazadora-recolectora-pescadora es considerada como

una economía natural.

15

Los datos cronológicos en torno a la época sobre los primeros pobladores que llegaron a la península han ido cambiando en la medida en que los descubrimientos arqueológicos y

antropológicos se van ampliando. No obstante, esta fecha es la más común dentro de los estudios disponibles realizados por especialistas a partir del análisis de una punta Clovis encontrada en la parte centro-norte de la península; aunque, recientemente, se han hecho descubrimientos que dan

como resultado fechas más lejanas del poblamiento. Vease María de la Luz Gutiérrez M., ―La punta Clovis de El Batequi‖ , en Arqueología Mexicana, vol. II, núm. 8, México, 1994, p. 27.

Encontrada en la parte centro–norte de la península, aunque recientemente se han hecho

descubrimientos que dan como resultado fechas más lejanas del poblamiento.

16Braudel utiliza el concepto de personaje histórico para aplicarlo a un espacio geográfico, que aquí

se traduce como sujeto histórico,y cuando estudia el vasto espacio geográfico del mar

Mediterráneo del siglo XVI se refiere a él como el Mediterráneo de la historia, para diferenciarlo del Mediterráneo del geógrafo, del oceanógrafo o del geólogo; y por lo tanto, considera al Mediterráneo como personaje histórico.Véase el prólogo a la primera edición francesa de La

mediterranée et le monde méditerranéen a L´époque de Philippe II, en: Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II , FCE, México, primera reimpresión, 1981, pp.12-20. Parafraseando a Bradel y siguiendo el criterio metodológico que sugiere en la

geografía sudpeninsular podemos considerar a los Oasis como personaje histórico o como sujeto histórico; es decir, los Oasis para la historia por el papel fundamental que jugaron en la vida de los Californios y posteriormente en las misiones jesuitas.

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La geografía sudpeninsular cuenta con recursos biodiversos y microclimas

permanentes; los oasis son un ejemplo. Sin embargo, los cambios climáticos

necesariamente repercuten en ciclos de vida de los recursos animales y vegetales;

tanto marinos como terrestres. Esto obligó a los californios a construir territorios de

recorridos que a la postre trazaron verdaderos caminos naturales; mismos que

utilizarían los colonizadores religiososen el siglo XVII.

I.1 La geografía sudpeninsular y sus oasis

El estudio del espacio geográfico, como base o soporte de la actuación del

hombre, es parte fundamental del análisis y el entendimiento de la forma en que

las sociedades han habitado, aprovechado y utilizado sus espacios; de ahí la

importancia por conocer generalidades y especificidades de lo que

geográficamente ha sido el soporte de los espacios sociales sudpeninsulares en el

devenir histórico de nuestro periodo de estudio.

La conformación física de un territorio puede ser un factor secundario si la

sociedad que lo habita ejerce pleno dominio sobre él. Esto, a su vez, es producto

del desarrollo de su cultura y de la aplicación de su tecnología. Sin embargo, al ser

la sociedad una realidad histórica, tambiénsu influencia sobre el medio se

convierte en un proceso histórico; tan es asíque podemos hablar de tres

momentos dentro de la relación espaciogeográfico-hombre. El primero de ellos

surge sin la presencia y actuación humana sobre el espacio geográfico; en el

segundo, ya aparece, aunque con un delicado equilibrio entre él y la naturaleza; y

finalmente hay un tercer momento donde el hombre, con su cultura y tecnología,

domina y aprovecha el espacio geográfico. Históricamente, el espacio geográfico

ha sido un factor que ha llevado hacia diferentes desarrollos a cada grupo social

que lo ha habitado. Tal es el caso de las sociedades cazadoras–

recolectorasdonde no se ejercía un dominio sobre él, sino un relativo equilibrio.

Para los indígenas sudpeninsulares, esto se reflejó en la movilidad sobre sus

territorios,el lenguaje y el uso dado a los recursos naturales.

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Por consiguiente, en el presente apartado, explicaremos los aspectos

geográficos más relevantes del territorio sudpeninsular, su pertenencia geográfica

a una región más amplia, como es el Noroeste de México, así como la influencia

que el medio ha ejercido enla adaptación, la obtención de los recursos, la

satisfacción de las necesidades materiales y el desarrollo de las primeras

sociedades que habitaron nuestra área de estudio.

Conectar geográfica y culturalmente nuestra área de estudio dentro de un

contexto más amplio como lo es el Noroeste, tiene como finalidad resaltar los

rasgos que históricamente han unido el escenario de la sudpenínsula con el

universo del Noroeste de México; región que se ubica como una de las áreas más

áridas del norte de nuestro país, y quese integra por dos históricas áreas

culturales: Oasisamérica y Aridoamérica, de acuerdo con el antropólogo Paul

Kirchhoff.17Este factor propició que sus sociedades prehispánicas tuvieran como

modo de producción esencial; la caza, la pesca y la recolección.

Actualmente, el Noroeste de México se encuentra integrado por los estados

de Sonora, Baja California, Baja California Sur y Sinaloa18, organización

geopolítica que viene a ser, en el devenir histórico de esta región, la última versión

de una organización espacial, la cual daba soporte a grupos indígenas como los

totorame, los guasave, los pimas, los ópatas, los seris, los pápagos, los

guaycuras, los pericués y los cochimíes durante la época del contacto con los

europeos.19 Posteriormente, se fundaría sobre la costa sinaloense la villa de San

Felipe y Santiago, cabecera de lo que fue la provincia de Sinaloa, y lugar donde

llegaron los primeros jesuitas, actores principales de una conquista espiritual que

ya controlaba las provincias de Sinaloa, Ostimuri y Sonora a fines del siglo XVII; o

17

Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia Regional, El Noroeste de México 1530 – 1880,

México, D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1993, p. 23 – 27.

18 La configuración actual de la región Noroeste está en función de la regionalización de zonas

económicas establecida en México desde la década de los setentas. El estado de Nayarit también corresponde a la región.

19Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., p. 29.

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lo que es lo mismo, la porción norte del actual estado de Sinaloa, incluyendo toda

la llanura sonorense.

En la actualidad, el Noroeste20 (Véase mapa ) cuenta con un área

aproximada de 382, 248 kilómetros cuadros, de los cuales Baja California Sur

representa el 3.8% de la superficie, con un área de 73, 922 kilómetros cuadros;

Baja California tiene el 3.6%, con un área de 71, 446kilómetros cuadros; Sonora el

9.2%, con un área de 179, 503kilómetros cuadros; y Sinaloa el 2.9%, con un área

de 57, 377 kilómetros cuadros. En conjunto, la región representa el 19.5% de la

superficie nacional, la cual equivale a 1, 964, 375 kilómetros cuadrados.21Cabe

destacar que los límites geopolíticos actuales delimitan un área mucho menor a la

que culturalmente ocuparon los grupos originarios y el sistema de misiones,

respectivamente.

En general, podemos decir que el Noroeste es un territorio desértico, al

tiempo que cuenta con áreas biologías perfectamente diferenciadas las cuales

contrastan con la generalidad del clima en la región y que además influyen de

manera directa en la variación de los climas y microclimas locales. Entre ellas,

podemos mencionar la porción oriental del estado de Sonora, donde la Sierra

Madre Occidental alcanza una elevación mayor a los 2,600 metros, como la sierra

Los Ajos y el cerro Pico de Guacamayas. La zona Sureste del estado de Sinaloa,

que cuenta con zonas boscosas y selváticas como Concordia y El Rosario; el

extremo norte de Baja California, con la Sierra Juárez y San Pedro Mártir,rebasa

los 3,000 metros; y la porción austral del territorio sudpeninsular con formaciones

boscosas de pino–encino en la Sierra de La Laguna, más los dispersos y distintos

oasis que marcan diferencia en el árido suelo de la región.22

20

Al referirnos a la región Noroeste, solo estaremos consideramos los estados de Baja California,

Baja California Sur, Sonora y Sinaloa.

21 INEGI, Marco Geoestadístico municipal, II Conteo de Población y Vivienda 2005.

22 INEGI, Geografía, Aspectos del Territorio Estatal. Véase http://www.inegi.org.mx.

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31

Mapa 1. El noroeste de México

En lo que respecta a sus características climáticas, podemos decir que

dentro de cierto marco homogéneoesta región se encuentra clasificada como una

zona seca de tierras áridas, de lluvias escasas e intenso calor. De ahí la

generalidad del clima seco que impera en la geografía peninsular y que tiene su

origen natural por la pertenencia a la región de tierras áridas continentales que

conforman el desierto de Sonora, Arizona y California, ecosistemas que surgen

como uno solo en Estados Unidos, pero que al entrar en territorio nacional y

encontrarse con el Golfo de California, se dividen en el desierto continental de

Sonora y los desiertos costeros de la península de Baja California.

Fuente: Elaboración propia con base en Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia Regional, El Noroeste de México 1530-1880, México,

D.F., Universidad Nacional Autónoma de México, 1993, mapa 1.2 y 3.1, p. 20 y 56. La imagen JPEG originalmente fue laborada en el programa CorelDraw X3.

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32

Sobre lo anterior, debemos considerar que la existenciade accidentes

geográficos como la Sierra Madre Occidental, la serranía peninsular, el Golfo de

California y el Océano Pacífico van más allá de favorecer la presencia de zonas

biológicaso climáticas diferentes por su riqueza natural. Las llanuras, los ríos, las

costas o las serranías, son elementos naturales que influyeron en el asentamiento

o partida de los grupos humanos en un determinado espacio.De igual forma, el

espacio geográfico propició a los grupos humanosel desarrollo de innumerables

rasgos culturales —muy particulares—, delineados con el paso de los siglos;

producto de la relación tan estrecha que tenían con él, así como por la relaciones

entre los mismos grupos de la región y por posibles relaciones con culturas más

avanzadas, como las mesoamericanas.

Una mirada alespacio geográfico que actualmente tiene la región

sudpeninsular no es tan diferente a la mirada que tuvieron los colonizadores de la

California en los siglos XVI, XVII y XVIII. Las observaciones dela naturaleza

realizadas por Miguel del Barco así lo confirman: son prácticamente los mismos

oasis, los mismos arbustos, matorrales, cactáceas y árboles mayores; es

prácticamente la misma fauna y flora marina y terrestre; son prácticamente las

misma rocas.23

Miguel del Barco da cuenta de la fauna y la flora que él observó durante su

estancia de más de 30 años en la California: en la fauna identificóa los borregos

salvajes conocidos por los indígenas monquis como tayé; los berrendos conocidos

porlos indígenas cochimíes como ammo-gokio; los venados, las liebres, los

coyotes, y loszorrillosconocidos por los cochimíes como yijú; los pumas,

mencionados comoleopardos por los jesuitas e identificados por los cochimíes

como chimbiká; el gato montés, el tejón, las nutrias, los lobos marinos, las ardillas,

las lagartijas, los ratones y la tuzas.24

23

Miguel Del Barco, Historia Natural y Crónica de la Antigua California (Correcciones y adiciones a la noticia de Miguel Venegas), Edición, estudio preliminar, notas y apéndice: Miguel León Portilla,

Universidad Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, México, 1968, Segunda Edición, p.3-166.

24Ibíd., p.13 - 22.

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33

En cuanto a la flora, dio fe de la existencia de árboles y arbustos de

acuerdo a su forma y estructura natural, a lo cual añadió detalles sobre su

localización en el espacio geográfico y habitad, además de dar cuenta de árboles

como el palo chino, los álamosblancos, laspalmas coloradas, los güéribos y pinos

de la zona sureña, los ciruelos —cuyo hábitat se extiende por todo el territorio

pericú y parte de la zona guaycura—, los encinos de las faldas serranas, los

mezquitesde las llanuras y arroyos, el palo blanco, llamado por los cochimíes:

gokio o kokio, del cual consumían su semilla, los salates; llamados anabá, el palo

verde —cuya semilla era altamente estimada por los californios— lo conocían

como medesá en la lengua cochimí; o dipuá, en la legua de los indios Loreto; o el

corcho utilizado por los indígenas en la confección debalsas, los manglesy el palo

Adán,que los cochimíes conocían como agigandú. Asimismo, Del Barco describe

plantas como las pitahayas dulces, nombradas por los cochimíes como tammia o

dammia; y la pitahayaagridulce cuya fruta llamabanfajuá;elgarambullo conocido

por los cochimíes como gakil; el nopal, cuyas tunas en lengua cochimí nombraban

a, al cardón;loscirios y las choyasotasajo.En cuanto a los arbustos, clasificó a las

parras silvestres —conocidas en lengua cochimí como kadeibí—,la jojoba, elguijil,

la pimentilla, el nombó, lasavilay el orégano que crece en las cañadas, los juncos,

cuyo hábitat son los arroyos, humedales y oasis, el teddá; semilla muy apreciada

por los californios solo por debajo del medesá, el estafiate, la higuerilla y los

güísapoles; estos últimos, presentes en toda la geografía peninsular.25

Ecológicamente, hay similitudes y distinciones sobre la región que

atendemos. Quienes se han encargado del estudio profundo de esta cuestión,han

identificado la existencia de zonas ecológicas y climáticasbien definidas a las que

han denominado provincias bióticas.26 Es así, que altomar como referencia esos

estudios, hemos identificado las 7 provincias bióticas que integran nuestro

Noroeste y que a continuación describiremos:

25

Ibíd., p. 55-114.

26Las provincias bióticas son, en esencia, unidades del paisaje, en cuya definición se enfatizan las

comunidades bióticas características. Su uso principal ha sido como unidades biogeográficas o

faunísticas apropiados para la interpretación de distribuciones de especies y la diferenciación evolutiva de especies y subespecies. Definido de esta manera en:http://www2.ine.gob.mx.

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34

La provincia bióticacaliforniense27

comprende la parte noroeste de la

península de Baja California, con extensiones hacia el norte sobre territorio

estadounidense; yhacia el sur sobre las vertientes occidentales de las sierra San

Pedro Mártir y Sierra Juárez, hasta alcanzar las planicies costeras del

Pacífico.Espacios geográficos que al tiempo del contacto eran ocupados por

grupos indígenas como los cochimí y los dieguino28(Véase imagen 1).

Imagen 1. Paisaje de valles y montañas a las afueras de Ensenada Baja California ( provincia biótica

californiense)

Por su ubicación geográfica, esta provincia incluye ecosistemas costeros,

de llanura y serranos, y alcanza los 2, 000 metros de altura en sus principales

elevaciones. En cuanto a su flora, podemos mencionar especies como el pino, el

cedro, el encino, el palo amarillo y el chamizo. Y en su fauna más representativa

se encuentran especies como el venado, el puma, el coyote, tuzas, topos, ardillas,

gavilanes, cóndores, cenzontles y aguilillas.

27

Javier Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, en David Piñera Ramírez (Coordinador),

Visión Histórica de la Frontera Norte de México, Tomo I, La Frontera en General, México D.F, Universidad Autónoma de Baja California, Instituto de Investigaciones Históricas, 1994, p. 8.

28Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional, op. cit., mapa 1.4, p. 29.

Foto: Julio César Martínez, diciembre 2008.

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35

La provincia biótica guadalupense29comprende el espacio de la isla del

mismo nombre ubicada a la altura de la costa noroeste de Baja California, sobre el

Océano Pacífico. Su origen es volcánico y cuenta con características bióticas muy

particulares; por ejemplo,su flora y fauna endémica, su clima —muy semejante al

de la costa californiana estadounidense— y sus islas cercanasque la definen como

una provincia biótica única.

La provincia biótica sudcaliforniense,30cuyo espacio también fue ocupado

por indígenas cochímies y guaycuras,31se extiende por buena parte de Baja

California y Baja California Sur, incluyendo las islas existentes en ambos litorales.

Hacia el norte limita con la provincia biótica californiense antes mencionada y

hacia el sur con la sanluquense, la cual se caracteriza por la aridez de su territorio

y la presencia de plantas xerófilas.32En cuanto a su flora, podemos mencionar

especies como la gobernadora, el ocotillo, el cirio, el palo verde, el palo Adán, el

cardón, entre otros (Véase imagen 2). Respecto a su fauna, destacan especies

como el venado bura, el borrego cimarrón, el berrendo, la liebre, el conejo, el

coyote, la zorra, el gato montés, entre otros.

29

Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 8

30Idem.

31Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…,op. cit., mapa 1.4, p. 29.

32 Este tipo de plantas ocupan la totalidad del área del desierto Sonorense y algunas extensiones a

lo largo de la costa del Golfo de California en la región del Cabo. Comprende una variedad de asociaciones fisonómico-florísticas dependientes tanto de posiciones topográficas como latitudinales, tipos de suelo e influencia litoral. Sobre este punto véase: José Luis León de la Luz y

Roció Coria, Flora iconográfica de Baja California Sur, México, Centro de Investigaciones Biológicas de Baja California Sur A.C., Word WildlifeFound, 1992, p. 12 y 13.

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36

Imagen 2 . Paisaje con vegetación xerófila

tramo carretero Guerrero Negro–San Ignacio (Provincia biótica sudcaliforniense)

La provincia biótica Sonoronse33 comprende una gran extensión territorial

que abarca toda su llanura con zonas de altitudes menores a 200 metros,

interrumpidas por pequeñas serranías de poca altura, las cualesincluyen la Isla

Tiburón sobre el Golfo,llegando hasta el suroeste de Arizona.Al igual que la

provincia biótica Californiense, ésta se caracteriza por la aridez de su territorio y la

presencia de vegetación xerófila como la gobernadora, el cardón, el palo verde, la

uña de gato y el ocotillo. En esta amplia zona geográfica se asentaron grupos

indígenas como los pápagos, los pimas, los seris, los ópatas, los joba, los chínipa

y los cahíta34. En cuanto la fauna destacan especies comoel venado bura, el

coyote, el oso, el zorrillo, el mapache, el jabalí y el berrendo.

La provincia biótica Sinaloense35limita al noroeste con la provincia biótica

sonorense, y al sur con el río Santiago. Además se extiende por toda la costa

nayarita y parte de la costa sur y central de Sinaloa donde hace un quiebre para

33

Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 8 y 9.

34Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., mapa 1.4, p. 29.

35Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 9.

Foto: Julio César Martínez, diciembre 2008.

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37

extenderse tierra adentro sobre territorio sonorense. En esta área se asentaron

grupos indígenas como los cahíta, los pima, los jova, los guasave, los tahue y los

totorame.36 La región que integra tiene características semiáridas por las escazas

lluviasque en ella se presentan. En su flora, destacan especies como la acacia, el

guayacán y el cacahuate, en su fauna destacan mamíferos como el tigrillo, el

jabalí, el venado cola blanca y aves como el gavilán, el codorniz y el pájaro

carpintero.

La provincia biótica oesteserranense37es una franja de tierra que cubre las

partes altas de la Sierra Madre Occidental por ambas vertientes. Nace en la

frontera norte del país y se extiende por toda la cordillera serrana hasta la porción

norte de Jalisco abarcando zonas de los estados de Sonora, Chihuahua, Durango,

Nayarit, Jalisco y Zacatecas;y por la altitud de las zonas que abarca, destacan en

su flora las coníferas, los álamos, encinos y arbustos como la manzanita. En estos

espacios se asentaron grupos como los ópatas, los jova, los pimas bajos y los

chinipa.38En su fauna destacan el oso negro, el oso gris, el venado cola blanca y el

puma. Entre las aves más representativas está el guajolote, el gorrión y el pájaro

carpintero.

La provincia biótica sanluquense39comprende la parte meridional de la península,

y fue ocupada espacialmente por el grupo etnolingüística pericú. Esta región

cuenta con un conjunto montañoso cuyos picos más altos alcanzan los 2,000

metros sobre el nivel del mar. Las plantas xerófilas crecen en las planicies de las

costas, pero hacia el interior de la tierra prospera cierta vegetación de selva baja

caducifolia. En las alturas superiores a los 1,200 metros, hay formaciones

boscosas de pinos y encinos. (Véase imagen 3)

36

Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., mapa 1.4, p. 29.

37Delgadillo Macías, ―El escenario geográfico‖, op. cit., p. 9.

38Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…, op. cit., mapa 1.4, p. 29.

39Ignacio del Río, María Eugenia Altable Fernández, Breve Historia de Baja California Sur, México,

El Colegio de México, Fideicomiso Historia de las Américas, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 19.

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38

Imagen 3. Bosque de pino en la reserva

de la biosfera- sierra de La Laguna (provincia biótica sanluquense)

En lo que corresponde a la geografía sudpeninsular y a la península de

Baja California, es una franja de tierra de aproximadamente 1, 500 kilómetros de

longitud que naturalmente se desprendió del macizo continental, desarrollando su

forma y contorno actual a lo largo de los últimos 5 y 10 millones de años;40sin

olvidar que continuamente se sigue separando mar adentro sobre la placa

tectónica del Pacífico. Pero además, tiene una correspondencia geográfica con el

noroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos. Tal fenómeno es

imposible de soslayar. Dentro de las particulares geográficas y naturales que tanto

enriquecen a estatierra, y que la han dotado de una identidad propia, podemos

mencionar agentes específicos como la circulación de losvientos, la temperatura,

la precipitación,los tipos de suelo y las corrientes oceánicas, agentes que, en su

conjunto, han delineadoa lo largo de la historia el clima y la geografía de nuestros

espacios.

40

Emigdio Z. Flores, Geosudcalifornia, Geografía, agua y ciclones, La Paz, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1998, p. 85.

Foto: Julio César Martínez, noviembre 2005.

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39

El territorio sudpeninsular se extiende desde el paralelo 28 hasta los 22, 50’

de latitud Norte. Cuenta con una longitud de 750 kilómetros y una

anchurapromedio de 100 kilómetros, alcanzando los 115 kilómetros en la porción

más amplia, y una anchura no mayor a los 30 kilómetros entre costa y costa en su

parte más estrecha.41 Su formación peninsular le permite tener amplios litorales

que alcanzan los2, 2020 kilómetros lineales, los cuales rodean al 94% del

perímetro territorial y representan el 25.7% de los litorales a nivel nacional, lo cual

coloca a Baja California Sur como el estado con más costas en México.

Otro aspecto a destacar es la riqueza y particularidad de sus dos litorales.

Por el lado del Pacífico o costa occidental se conjugan una serie de factores que

hacen de ella una zona rica y abundante en recursos marinos. Entre ellos

podemos mencionar, por su gran importancia e influencia sobre el clima de la

región, a la corriente marina de California, la cual corre en paralelo a la costa, de

Norte a Sur, alimentando las aguas con una corriente fría mayor oxigenada y rica

en nutrientes; de ahí surge su importancia en recursospesqueros de bahías y

esteros comoBahía Tortugas, Bahía Asunción, Punta Abreojos, San Juanico y

Bahía Magdalena en la porción centro y norte del Estado, cuya región presenta

una abundancia en peces como garropa, pámpano, pargo, huachinango, mojarra,

pierna, jurel, lisa, sierra, lenguado, atún, barrilete, sardina, anchoveta, macarela,

charrito, palometa, mantarraya, pez guitara y tiburón; crustáceos como el

camarón, la langosta, la jaiba; ymoluscos como caracol, almeja, ostión, mejillón,

abulón, pulpo y calamar. A su vez, la corriente de California provoca a su paso

ascensos de aguas profundas —ricas en nutrientes— conocidas como surgencias,

lo cual eleva la productividad de las aguas. Otro factor de gran importancia en la

riqueza biológica de la zona es la diversidad de hábitats como bahías, lagunas,

esteros y marismas que se presentan a lo largo de toda la costa y en sus islas,

41

León de la Luz, Flora Iconográfica…,op. cit, p. 11.

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40

dando pie a la existencia de espacios ricos y fértiles para el desarrollo de recursos

marinos.42

Por el lado del Golfo de California —o costa oriental de la sudpenínsula—

se presenta una plataforma continental muy reducida que da pie a grandes

profundidades cerca de la línea de playa, principalmente en el extremo sur; con las

excepciones de la bahía de La Paz y bahía Concepcióndonde se presentan fondos

menos profundos. Las corrientes marinas juegan un papel de suma importancia

sobre esta costa, conjugándose la corriente de California, que llega a tocar la

entrada del Golfo, con la corriente del Golfo de California, la cual choca con la

primera. Además existe una corriente de agua cálida que viene de Costa Rica. Por

otra parte, la temperatura de estas aguas es mayor a las registradas sobre la

costa occidental, situación que se maximiza en los cuerpos de agua protegidos

donde hay menos circulación de corriente, agua menos oxigenada y una

evaporación más elevada.

Parte importante de la riqueza de esta costa se debe a su gran número de

islas e islotes donde se presentan una diversidad de hábitats como esteros,

arrecifes, bahías y lagunas, las cuales potencializan su flora, su fauna y la

presencia de especies endémicas. Las islas del golfo pertenecientes a la costa

oriental sudcaliforniana son: Tortuga, San Marcos, Santa Inés, San Ildefonso,

Coronados, Del Carmen, Danzante, Monserrat, Santa Catalina, Santa Cruz, San

Diego, Las Ánimas, San José, San Francisco, Los Islotes, Espíritu Santo–Partida,

Ballena, Gallo, Gallina y Cerralvo.43

El interés por la descripción y el conocimiento detodos estos espacios y

hábitats cobra importancia para nuestro estudio por la relación que los indígenas

sudpeninsulares desarrollaron con los espacios de playa. Las costas, como lo

hemos mencionado, ofrecieron innumerables espacios. Bahías, lagunas y esteros

fueron lugares para la práctica de la pesca y la recolección por parte de las

42

Oscar Arizpe C., ―El ambiente marino‖, en Diagnostico Ambiental de Baja California Sur, La Paz

B.C.S., Sociedad de Historia Natural Niparajá, A.C., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Fundación Mexicana para la Educación Ambiental, A. C., 1998, p. 245 - 286.

43Yolanda Maya,‖Recursos terrestres y suelo‖, Diagnostico Ambiental…, op. cit., p. 1988 y 199.

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41

bandas de indígenas sudpeninsulares. Es así que al tomar como base las

referencias misionales sobre las destrezas y habilidades de los californios en la

captura de peces; y considerando la movilidad que como grupo mantenían, es

posible pensar que, si no todas, la mayoría de las bandas de peninsulares

integraron dentro de sus territorios de recorridos alguna porción de costa;por ser

esta una fuente segura e inagotable de recursos alimenticios y materiales durante

todo el año (Véase mapa 2).

Mapa 2. Lagunas, esteros, islas y bahías de

las costas sudpeninsulares

Fuente: Elaboración propia con base en: Óscar Arizpe C., ―El ambiente marino‖, Diagnostico Ambienta de Baja California Sur, La Paz, México, Sociedad de Historia Natural Niparajá, A.C., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Fundación Mexicana para la Educación

Ambiental, 1998, p. 248.

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42

Imagen 4. Bahía Concepción

Imagen 5. Vista de la costa occidental de la sudpeninsula, playa Punta Lobos,

Todos Santos.

Foto: Julio César Martínez, julio 2011.

Foto: Julio César Martínez, abril 2008.

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43

El relieve peninsular se encuentra ampliamente variado al contar con

enormes costas, desiertos, valles y regiones serranas. Hacia su interior, la

península es atravesada por una alargada cordillera serrana que recorre

prácticamente toda la península de Baja California —desde Tijuana— hasta

alcanzar la zona austral de Los Cabos. Corre prácticamente cargada hacia el

límite oriental y casi totalmente paralela al Golfo de California, generando, así, la

existencia de dos importantes vertientes; la vertiente suave del Pacífico y la

vertiente abrupta del Golfo (Véase mapa 3).

Mapa 3. Serranías más representativas de Baja California Sur

Fuente: Elaboración propia con base en: Emigdio Z. Flores, Geosudcalifornia, Geografía, agua y ciclones, México, D.F. Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1998, p. 103.

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44

Dentro del territorio sudpeninsular, la cordillera serrana inicia (De Norte a

Sur) con la sierra de San Francisco —o San Francisquito— hasta la región sur del

estado, con la Sierra La laguna. Sus nombresson; Sierra de San Francisco, Sierra

de San José Castro, Sierra Santa Lucia, Sierra Santa Clara, Sierra de Guadalupe,

Sierra de la Giganta —que es la más grande en extensión [Véase imagen 7]—,

Sierra de Las Cruces, Sierra La Gata, Sierra La Trinidad y Sierra La Laguna, la

cual cuenta con la mayor elevación del territorio, logrando alcanzar los 2,090 m.44

Imagen 6. Vista de la sierra de La Giganta y del

valle de San Juán Bautista Londó (lado oriental)

44

Z. Flores, Geosudcalifornia…, op.cit., p. 116.

Foto: Julio César Martínez, julio 2011.

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45

Imagen 7. Vista de la sierra La Laguna

desde la comunidad de Todos Santos

En lo relativo a las zonas bajas, éstas, a diferencia de las zonas serranas,

se encuentran cargadas hacia el costado occidental sobre la vertiente suave del

Pacífico, pero corren en una posición similar. De Norte a Sur, estas zonas

iniciancon el desierto de Vizcaíno y continúan con una serie de llanos, valles y

planicies entre las que se destacan el Valle de Santo Domingo, los Llanos de

Magdalena, el Valle de La Paz, el Valle de El Carrizal, el Valle de Los Planes, el

Valle de Santiagoy el Valle de San José (Véase mapa 4).45

En lo que respecta a sus características climáticas, estas son sumamente

variadas dadas las características físicas antes mencionadas y al hecho de que

ésta se encuentra posicionada dentro de una zona subtropical de alta presión con

ausencia en los procesos de condensación. Sin embargo, su clima se puede

generalizar en; muy seco, semicálido y cálido. Un determinante más que se suma

a la definición del clima es la precipitación media anual que esalrededor de los 180

mm, cantidad que la posiciona como la entidad federativa con menor precipitación

45

Ibíd., p. 99.

Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.

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46

a nivel nacional, aunque cabe destacar que el extremo austral resulta más

favorecido por la llegada de los huracanes en verano y por las precipitaciones

derivadas de las lluvias orográficas.

Mapa 4. Llanos y valles más representativos de Baja California Sur

De ahí que la vegetación en la mayor parte del estado sea de matorral

xerófilo como el sarcocaule, crasicaule, sarco-crasicaule, halófilo y de dunas46y,en

46

Matorral sarcocaule: especies de tronco y ramaje grueso, generalmente tortuoso. Matorral crasicaule: dominancia de cactáceas columnares y con otro tipo de crecimiento en el estrato inferior. Matorral sarco-crasicaule: combinación de especies de tronco y ramaje grueso con

cactáceas columnares y con otro tipo de crecimiento en el estrato inferior. Matorral halófilo: especie que crece próxima al litoral, o bien cubre superficies llanas de escasa elevación, sufre la influencia de un sustrato alcalino y salino. Matorral de dunas: especie que crece en terreno arenoso,

sumamente arenoso y se caracteriza por la baja cobertura vegetal y su pobreza florística. Selva baja caducifolia: se localiza típicamente sobre las laderas de las montañas de la región del Cabo, ocupando un rango altitudinal entre 400 y 1000 metros. Bosque de pino – encino: ocupa una

Fuente: Elaboración propia con base en: Z. Flores, Geosudcalifornia…, op. cit., fig. 4.5, p. 99.

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47

menor media, deSelva baja caducifolia y una pequeñísima proporción de bosque

pino-encino.47

Los oasis peninsulares se encuentran dispersos por todo el territorio

sudpeninsular; y un pequeño grupo sobre el territorio correspondiente al actual

estado de Baja California. Por su naturaleza, los oasis sedistinguen dentro de la

árida geografía por la presencia de un cuerpo de agua superficial o por

laexistencia dezonas húmedas, con una mayor vegetación, donde predominan las

plantas leguminosas como la vinorama (Acacia brandegeana), el mezquite

(Prosopis articulada), el palo fierro (Olneyatesota), el palo verde

(Cercidiumfloridum) y algunos palmares (washingtonia robusta).

De acuerdo con Laura Arriaga y Ricardo Rodríguez Estrella, hay 184oasis

sobre el territorio peninsular, quesegún sus características, como la presencia o

ausencia de agua superficial, el tamaño del cuerpo de agua, la duración de

cuerpos de agua y la existencia comunidades vegetales asociadas a un humedal,

fueron agrupados en siete categorías que a continuación explicaremos.

En la categoría 1 fueron integrados todos los oasis con cuerpos de agua

permanentes cuya extensión es relativamente grande (De 0.15 a 2.70 km. [Véase

mapa 5]). Los oasis aquí clasificados son el de La Purísima, el de San Isidro,el de

Mulegé (Véase imagen 8) y el de San Ignacio (Véase imagen 9), ubicados sobre la

parte media y norte del territorio sudpeninsular; más el oasis de San José del

Cabo, ubicado sobre la porción más austral de la media península.48 Todos los

oasis antes mencionadosse formaron sobre el lecho de arroyos que nacen de las

partes altas de la Sierra de la Giganta y Sierra de La Laguna;y que al alcanzar

zonas bajas o llanuras con capas rocosas impermeables en el subsuelo, dieron pie

a la formación de lagunas y manantiales.

reducida superficie sobre las montañas del sur del estado y está compuesta de casi un 15% de

especies endémicas en su flora vascular, y en ella participan mayoritariamente elementos de la flora Californiana. Sobre este punto véase: León de la Luz, Flora Iconográfica…, op. cit., p. 12 y 13.

47Ídem.

48Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖ en Laura

Arriaga y Ricardo Rodríguez Estrella, Los Oasis de la Península de Baja California, La Paz, México, Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C., 1998, p. 8 y 9.

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48

Mapa 5. Oasis más representativos del (grupo 1)

Los oasis, aquí clasificados, tienen una significancia historia sin

precedentes, ya que son espacios geográficos cuya existencia brindó la

posibilidad de concretar la colonización peninsular; son espacios donde la

presencia humana ha sido constante, primero con la economía natural, después

con la economía misional y finalmente con una economía agropecuaria.

Fuente: Elaboración propia con base en: Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖ en Laura Arriaga y Ricardo Rodríguez Estrella, Los Oasis de la

Península de Baja California, La Paz, México, Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C., 1998, p. 8 y 9.

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49

Imagen 8 . Oasis de San Ignacio (grupo 1)

Imagen 9. Oasis de Mulegé (grupo 1)

En la categoría II fueron integrados14oasis, siendo de los más

representativosel deSan José de Comondú, Santa Águeda, Santiago y Todos

Santos, todos ellos agrupados por ser considerados oasis cuyo manto freático ha

dejado de ser superficial,tanto por la construcción de obras hidráulicas, que

impiden su recarga natural, como por el continuo aprovechamiento del recurso

para el uso doméstico y la agricultura.

Foto: Julio César Martínez, diciembre 2010.

Foto: Julio César Martínez, diciembre 2010.

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50

Imagen 10. Oasis de Todos Santos (grupo 2)

El tamaño de los oasis, aquí incluidos, oscila entre los 0.05 y los 1.5

kilómetros,49 al igual que los oasisde la categoría I, los aquí mencionados se

formaron sobre el lecho de arroyos que nacen de las partes altas de la Sierra de la

Giganta y Sierra de La Laguna; excepto el de Todos Santos que se formó a partir

de manantiales que florecieron al inicio de un pequeño bajío que se extiende hasta

la costa por donde corre un pequeño riachuelo(Véase mapa 6).El

aprovechamiento de estos acuíferos ha sidolargamente utilizado, principalmente

desde el periodo misional; en el caso de Santiago, San José de Comondú, Todos

Santos y durante el periodo porfiriano para el caso de Santa Águeda.

49

Ídem.

Foto: Julio César Martínez, octubre 2010.

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51

Mapa 6. Oasis más representativos del (grupo 2)

En la categoría III fueron considerados todos los afloramientos de agua de

carácter intermitente que se formaron sobre el lecho de arroyos de la vertiente

occidental de la Sierra de la Giganta (Véase mapa 7). El tamaño de estos cuerpos

de agua es mucho menor que el de las categorías pasadasal oscilar sólo entre

0.05 y 0.59 kilómetros. En total, 54 oasis fueron integrados para esta categoría,

siendo los más representativos el de Santa Rita, San Pedro de La Presa, Las

Pocitas–El Pilar y la Isla Margarita50.

50

Ibíd., p. 8,9 y 10.

Fuente: Elaboración propia con base en: Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo

Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8 y 9.

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52

Mapa 7. Oasis más representativos del (grupo 3)

Por su tamaño y capacidad de carga, sólo algunos soportan el desarrollo de

una pequeña agricultura de autoconsumo,albergando pequeñas comunidades de

palmares.La gran mayoríade estos oasis, por su mismo carácter de

intermitentes,son conocidos como tinajas y aprovechadoscomoabrevaderos para

el ganado por todas las rancherías de la zona, lo cual no nos hace dudar que por

sus característicasy su ubicación fueran ampliamente aprovechados por

losindígenas guaycuras en su constante deambular a lo largo de sus territorios de

recorrido.

Los oasis correspondientes a las categorías 6 y 7 (Véase mapa 7) son

espacios que carecen de agua superficial y se distinguende la árida geografía

peninsular porformar islas de vegetación donde predominan los palmares y las

Fuente: Elaboración propia con base en:Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8.

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53

leguminosas (Véase imagen 11). Estos oasis se desarrollaron sobre el lecho de

arroyosprosperando gracias a la humedad del subsuelo.

Imagen 11. Oasis de San Bartolo

Mapa 8. Oasis más representativos del (grupo 4 y 6)

Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.

Fuente: Elaboración propia con base en:Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo

Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8.

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54

En conjunto suman 98 los oasis correspondientes a estas dos categorías,

aunque solo tres pertenecen a la categoría 4, constituidos por comunidades de

palmar, y 95 a la categoría 6, formados por comunidades de leguminosas. Los

oasis más representativos de ambas categorías son el de La Candelaria, San

Bartolo y San Isidro (2) para la categoría 4, y el de Guadalupe de la Herradura,

Matancitas, San Juan Bautista Londó, San Juanico y el de la zona arquitectónica

de La Bocana para la categoría 6.51

En una quinta categoría fueron integrados cinco oasis creados a partir de

lagunas estacionales formadas por el agua de la lluvia. Estas lagunas tienen una

permanencia prolongada gracias a las propias características del subsuelo y a la

construcción de pequeñas obras de retención que evitan su escurrimiento (Véase

mapa IX). Dependiendo del tamaño de la laguna, el recurso es utilizado para el

desarrollo de la agricultura, para el uso doméstico de las comunidades aledañas y

como abrevaderos para la ganadería. Los oasis más representativos de esta

categoría son el de Agua Caliente, Boca de la Sierra (A), Boca de la Sierra (B),

San Dionisio y San Jorge, todos ellos ubicados en las inmediaciones de la sierra

de La Laguna.52

En la última categoría quedaron integrados los oasis formados a partir de

lagunas costeras —de pequeñas dimensiones— fundadas en la desembocadura

de arroyos,los cuales ven interrumpido su tránsito a causa de una barrera de

arena que cíclicamente se abre y se cierra, permitiéndolela salida y entrada del

agua. Entre los oasis más representativos de este grupo está el de Los Inocentes,

sobre la costa occidental de la media península, y el de Punta Lobos y Punta San

Pedro; también sobre la costa occidental, pero en el extremo sur peninsular. El

tamaño de los ocho oasis que conformaron este grupo oscila entre los 0.02 y 0.34

kilómetros.53

51

Ibíd., p. 10, 19 y 20.

52Ibíd., p. 9 y 10.

53Ibíd., p. 10.

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55

Mapa 9. Oasis más representativos del (grupo 5 y 7)

Es importante no perder de vista que la caracterización del clima

sudpeninsular —antes descrita— nos va detallando un escenario un tanto árido y

agreste. No obstante, la regiones poseedoras de una inmensa riqueza biológica,

tanto terrestre como marina; una riqueza que venía sustentando a una sociedad

de cazadores–recolectores desde hace miles de siglo atrás y que ha continuado

sustentando a cientos de generaciones hasta el día de hoy.

Como una prueba de la riqueza vegetal sudpeninsular, cabe mencionar la

existencia de dos regiones fitogeográficas diferenciadas. La región desierto

sonorense y la región del Cabo54 se componen de otras subregiones entre las que

54

Ibid., p. 12.

Fuente: Elaboración propia con base en:Yolanda Maya, Rocío Coria y Reymundo Domínguez, ―Caracterización de los oasis‖, op. cit., p. 8.

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56

podemos mencionar el desierto Sarcófilo, el desierto Sarcocaule, región de

Magdalena, región Sierra de la Giganta y la región Árido–Tropical.

Mapa 10. Regiones vegetales

La región desierto Sarcófilo —o región de Vizcaíno—se caracteriza por la

asociación de plantas suculentas como el agave y hiervas como la ambrosia que

se da sobre suelos arenosos. Esta región se extiende sobre la vertiente occidental

del territorio, naciendo desde territorio bajacaliforniano y extendiéndose hacia el

sur hasta las inmediaciones del volcán de Las Tres Vírgenes, en donde hace una

curva hacia la costa del Pacífico bordeando la cadena montañosa y extendiéndose

Fuente: Elaboración propia con base en: Yolanda Maya, Juan Guzmán ―Recursos terrestres y suelo‖ en Diagnóstico Ambiental…, op. cit., p. 167-171.

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57

un poco más sobre la llanura costera hasta las inmediaciones de la localidad de

San Juanico. La región se caracteriza por contar con extensas zonas arenosas

que formangran cantidad de dunas y amplias áreas de salinas naturales que se

extienden varios kilómetros tierra adentro. Entre las comunidades vegetales que

se asocian a esta región destaca el matorral de dunas, con especies como el

chamizo, la gobernadora, el jumete y la frutilla; el matorral halófilo con especies

como el chamizo y la salicornia; el matorral micrófilo, con especies como la

vinorama, el palo verde, la gobernadora y la frutilla. Y entre las especies perenes

destaca el maguey, el datilillo, el cirio, el copalquin y la pitahaya agria.55

La región correspondiente al desierto Sarcocaule, donde predominan

plantas de tipo arbustivo y de tallos carnosos, ocupa una franja terrestre que se

extiende sobre la vertiente abrupta del Golfo de California; desde una línea

imaginaria a la altura de Bahía de Los Ángeles —en territorio bajacaliforniano—

hasta las inmediaciones de la bahía de La Paz. También se integran las islas e

islotes que se encuentran frente a la costa por donde se extiende esta región,

además de la Isla Cerralvo —una pequeña zona al este de la bahía de La Paz— y

toda la llanura que se extiende desde San José del Cabo hasta la comunidad de

Los Barriles. Entre las especies vegetales que se encuentran en esta región

destacael lomboy, el copal, el torote, la matacora, el palo verde, el palo Adán, el

palo fierro, el ciruelo, la cholla, el cardón y diversas especies de nopales y

biznagas.56

La región de magdalena, una de las más grandes del territorio, se

caracteriza por incluir en su vegetación una composición florística tipo sarco–

crasicaule, donde se conjuntan plantas tipo arbustivo, carnosas y de tallo grueso,

con plantas de tallo suculento y jugoso(Véase imagen 12). La región se extiende

sobre la parte media de la sudpenínsula ocupando la vertiente occidental del

territorio, limita al norte con la región de Vizcaíno y se extiende hacia el sur hasta

alcanzar la bahía de La Paz, incluyendo las islas Santa Margarita y Magdalena. En

55

Ibíd., p. 167 y 168.

56Ibíd., p. 169

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58

esta región predominan cactáceas como el cardón, la pitahaya agria, la pitahaya

dulce y la cholla. También hacen presencia plantas como el torote, el lomboy, la

matacora, el palo Adán, palo verde, mezquites y palo blancos en cañadas o en

arroyos.57

Imagen 12. Paisaje de la región de Magdalena

a la altura del poblado de Santa Rita

La región Sierra de la Giganta, como su mismo nombre lo indica, ocupa el

espacio donde está conformada la serranía del mismo nombre, extendiéndose

desde la bahía de La Paz hasta alcanzar el extremo norte de la bahía Concepción.

Por las características topográficas de la misma serranía que dan pie a la

formación de la vertiente del Golfo y la vertiente del Pacífico, la región queda

atrapada entre las demás regiones al limitar al Este con la región Sarcocaule; al

Oeste con la región de Magdalena; al Norte con la región de Vizcaíno y al Sur con

la región árido–tropical. La composición florística de esta región tiene como

especies dominantes a las leguminosas como el mauto, el palo blanco, el palo

57

Ídem.

Foto: Julio César Martínez, julio 2011

Lio César Martínez

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59

fierro, el mezquite y el palo verde. De igual forma, podemos encontrar algunas

cactáceas como la pitahaya dulce y los viejitos; además de diversos tipos de

arbustos.58

La región Árido–Tropical localizada sobre el extremo sur del territorio

sudpeninsular, ocupa prácticamente todo el espacio restante de la sudpeninsula

sur del istmo de La Paz; con la excepción de las pequeñas zonas de desierto

Sarcocaule que alberga y lacomunidad vegetal de la sierra de La

Laguna.Prácticamente tiene los mismos límites que la región del Cabo;salvo las

pequeñas franjas de desierto Sarcocaule que posee. En sus llanuras se encuentra

matorral sarcocaule, en el que las especies dominantes son: lomboy, matadora,

torote, copal, palo Adán, ciruelo y cardón.59En la cadena montañosa de la Sierra

de La Laguna se encuentran comunidades de selva baja caducifolia, de bosque de

encino y de bosque de encino pino.

Es de entenderse, pues, que la conjugación de zonas bajas como los valles

y llanos, con las zonas serranas, costeras, desérticas y los oasis dentro de un

espacio relativamente angosto; especialmente para la movilidad de los Californios,

les permitió acceder a una diversidad de ecosistemas y espacios naturales que se

hacían manifestar a cortas distancias. Esto, a su vez, modificaba las condiciones

ambientales y de aprovechamiento del medio.Esta movilidad, que resultó ser una

eficaz estrategia de adaptación, resultó ser mayor en los territorios del norte

debido a la escasa vegetación de la zona, la cual fue producto de una menor

humedad y precipitación; mientras que hacia el sur las poblaciones fueron un poco

menos dinámicas como consecuencia de una mayor riqueza biótica, la cual era

insuficiente para sustentar a un grupo en un territorio determinado.

58

Ibíd., p. 170.

59Ibíd., p. 171.

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60

Imagen 13. Paisaje de la zona serrana

en el extremo sur de la sudpeninsula

Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.

Lio César Martínez

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61

I.2 Los Californios y su relación con el medio

El apartado que a continuación desarrollaremos tiene como objetivo

analizar la forma en que las primeras sociedades habitaron el territorio

sudpeninsular; específicamente aquellas que se desarrollaron dentro de una

economía natural, y que por ende, las que establecieron estructuras sociales de

armonía con su espacio geográfico;presumiblemente agresivo y hostil, dadas las

condiciones de extrema aridez y sequedad de la zona. Por otra parte,

analizaremos cuál fue la relación que estas sociedades desarrollaron con su

entorno; cómo se articularon con él; y cuál fue la influencia de este en la obtención

de lo que el geógrafo Jean Brunhes refiere como primeras necesidades vitales

(Alimentación, techo y elaboración de utensilios domésticos). La importancia dada

al estudio del espacio geográfico, y la influencia de este en el grupo social, cobran

importancia porque la naturaleza ha influido directa o indirectamente en la

satisfacción de las necesidades humanas y porque:

La filiación de los hombres a su entorno es uno de los primeros

elementos que deben ser considerados cuando se estudia la forma de

vida de una comunidad humana.60

60

Rosa Elba Rodríguez Tomp, Cautivos de dios, Los cazadores-recolectores de Baja California durante la colonia, México, CIESAS, Instituto Nacional Indigenista, 2002, p. 19.

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62

La relación entre el indígena californio y el espacio geográfico, marco físico

donde se producen y reproducen todas las actuaciones del hombre, no pudo

haber sido de otra forma más que de un apego total y un conocimiento profundo

de su entorno. Dicho factor le permitió realizar una aprovechamiento amplio y

eficaz sobre él, y utilizándolo no sólo para la obtención de bienes alimenticios, sino

también para la elaboración de instrumentos, herramientas, confección de

vestimenta, como refugio, para fabricar ornamentos y como medio de vida. Esto

dio por resultado que la vida de las bandas de indígenas estuvieran íntimamente

ligadas a la naturaleza, pues esta parte de su cultura era condicionada por lo que

su espacio geográfico les brindaba como materia prima o como alimento; de ahí

―la denominación de cazadores–recolectores [que] hace alusión al elemento

central, estructural, de la cultura de estos grupos, es decir, al régimen de

producción.‖61

Tomando dicho factor como base, se puede aseverar que el apego, el

conocimiento y el amplio aprovechamiento que del medio tenían los indígenas

californios, son un conjuntode herramientas y respuestas culturales hacia los

problemas que su entorno les presentaba y que como grupo utilizaban en la

búsqueda delo que toda sociedad exitosa debe conseguir y asegurar. Esto dio pie

al desarrollo de una cultura milenariagracias a que la estructura social era

perfectamente coherente con su espacio, de tal forma que su articulación y su

dinámica propiciaron la reproducción de su cultura.

Para su alimentación, elindígena californio hiso uso de todas las

herramientas culturales que poseía, utilizando su conocimiento y adaptándose a

su espacio geográfico. Esto le permitió que mucho de lo que la flora y la fauna le

ofrecía de forma estacional, y en diferentes espacios, pudiera ser integrado a su

dieta; de ahí que haya tenido a su disposición una gran variedad de especies

vegetales y anímales, tanto marinos como terrestres, de los cuales echó mano

para su subsistencia. Esta situaciónse hacía más benéfica cuando existía dentro

del espacio geográfico —reconocido como suyo [territorio de recorrido]— un

61

Ibíd., p.25.

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63

cuerpo de agua permanente o humedal con características bióticas diferenciadas

que lo destacaran como nicho ecológico de mayor potencial.

La existencia de estos espacios brindó una mayor combinación y diversidad

de recursos medioambientales que podían ser libremente utilizados y

aprovechados, convirtiéndose así en espacios históricamente ocupados mediante

un consumo de bajo impacto. Los nativos respetaban los ciclos naturales de

recuperación de cada uno de los recursos de los que se proveían,asegurando así

la permanencia de los recursos y la subsistencia de su propio grupo. Un ejemplo

de estos espaciosdonde la existencia de un ambiente de oasis, en combinación

con un ambiente marino, se conjugo para brindar escenarios de hábitat idóneos

para las bandas de cazadores–recolectores, son los oasis deTodos Santos, San

José del Cabo, Mulegé y La Purísima (Véase imagen 14).

Imagen 14. Oasis de Todos Santos visto desde la playa La Poza.

De la fauna terrestre, podemos decirque les bastaba y sobraba para

elaborarse suculentos menús, ya que la amplitud de su consumo integraba desde

venados hasta grillos, y gusanos.Consumían carnede berrendos ammo-gokio,

borregos tayé, liebres, conejos, tecolotes, palomas, murciélagos, víboras, ratones,

lagartijas, arañas y demás cuadrúpedos, reptiles e insectos existentes. Era tan

fuerte y capaz su boca y estomago para el ejercicio de alimentarse, que con gran

asombro el jesuita Juan Jacobo Baegert escribió al respecto:

Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.

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64

[…] un anciano, de unos setenta años, que estaba despedazando entre

dos piedras, un zapato viejo hecho de cuero crudo de venado, y que se

llenaba boca y estómago con los trozos duros y rasposos.62

En general, consumían todo lo que podían atrapar y matar, exceptuando los

animales o plantas venenosas que les causaban algún repudio como el caso del

tejón, el cual no comen ―porque dicen que es comer como gente‖,63 según

comenta Miguel del Barco.

El ambiente marino les brindó otra fuente inagotable de recursos, tanto en

la recolección como en la pesca. Se sabe que fueron excelentes navegantes que

utilizaban balsas de carrizo y ramas, al igual que aprovechaban la existencia de

lagunas costeras o esteros para atrapar y pescar peces de aguas poco profundas.

En alta mar ―demostraron una destreza admirable en la pesca y caza de la

caguama‖,64misma que también les debió servir para la pesca de grandes peces

como el tiburón, mantarrayas y delfines, tal como lo demuestran algunas

evidencias encontradas en sitios arqueológicos de la región del Cabo.Según

algunas descripciones misionales, la pesca en aguas poco profundas también era

un arte que dominaban:

[…] con redes, y ya con atajar alguna parte del estero con palos y ramos

cuando ha subido la marea; para que al bajar ésta, se halle el pescado

en poco agua. Y queda en tanta abundancia, que fácilmente cogen

mucho.65

La recolección de moluscos fue una actividad que rendía grandes

dividendos a las bandas de californios. Ya fuera en ambientes rocosos o arenosos,

se podían obtener almejas pata de mula (Anadaramulticostata), almeja roñosa

(Chionecaliforniensis), almeja blanca (Codakia distingüenda), almeja chocolate

(Megapitariasqualida), ostión de roca (Ostreafisheri), ostión de mangle

62

Juan Jacobo Baegert, Noticias de la península americana de California, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1989, Segunda edición española, p. 91.

63Del Barco, op. cit., p. 206.

64W. Michael Mathes, ―Indígenas sudcalifornianos en el servicio marítimo español‖ en Memoria de

la IV semana de Información Histórica de Baja California Sur, La Paz, México, 1984, p. 15.

65Del Barco, op. cit., p. 128.

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65

(Ostreapalmuda), Madreperla (Pinctadamazatlaniza), callo de hacha (Pinna

rugosa), caracol chile (Fasciolalaria princeps), caracol chino rosa

(Hexaplexerythrostomus), caracol de uña (Strombusgracilior), caracol burro

(Strombusgaleatus), caracol porcelana (Turbo fluctuosus), entre otros.66 Esta

actividad ha logrado ser ampliamente estudiada gracias a investigaciones

realizadas en sitios arqueológicos como los Concheros de la ensenada de La Paz

y el Médano en Cabo San Lucas.

Otra parte importante de su alimentación era satisfecha por raíces, semillas

y frutos silvestres que las mujeres, principalmente, iban recolectando durante sus

constantes recorridos. Por medio de las descripciones misionales se sabe que de

las raíces o plantas más utilizadas estaban los mezcales o alóes, altamente

valorados por los californios y de muy buena disponibilidad durante el año. Sobre

la forma de consumirlos, Miguel del Barco lo describe de la siguiente forma:

Cerca de la ranchería encienden fuego, en el cual echan piedras no muy

gruesas. Cuando se ha consumido la leña y las piedras están

encendidas como ascuas, con unos palos largos extienden un poco de

fuego y piedras, y van acomodando, entre uno y otro, los mezcales como

conviene para el intento. Todo ello queda en forma de montón, y le

cubren con la tierra cercana y caliente: con lo cual queda reconcentrado

el calor y tarda mucho en disiparse. Así lo dejan por lo menos

veinticuatro horas, y más frecuentemente dos noches y un día; y lo

sacan todo bien cocido [tatemado]…‖67

A los mezcales se sumaban plantas como la yuca, nombrada por los

cochimíes como ujuí, y de la cual consumían su raíz. La jícamasilvestrey el

túle, también eran ingeridos; el tronco tierno, su raíz y la espiga cuando se

encontraba tierna.68

66

Alfonso Rosales – López, HarumiFujita, La antigua california prehispánica: la vida costera en el

conchalito, México, D.F., Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2000, p. 114-115.

67Del Barco, op. cit., p. 123 y 124.

68Ibíd., p. 105 y 126.

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66

Las semillas y frutos eran otra importantefuente de alimento y energía para

los indígenas; aunque de estos, el que destacaba como el manjar más codiciado

eran las pitahayas. La llegada de su periodo de maduración era motivo de fiesta y

alegría, consumiendo el fruto hasta vomitarse. Como una referencia de esto, cabe

mencionar la crónica que nos da el jesuita Miguel del Barco en el caso de los

indios californios y su relación con la temporada de pitahayas.

El tiempo de las cosechas de las pitahayas era como el tiempo de su

vendimia. En el estaban más alegres y regocijados que en todo lo

restante del año. << Los tres meses de la pitahaya [dice el venerable

padre Salvatierra] son como en algunas tierras de Europa los tiempos

carnestolendas, en que buena parte salen de sí los hombres. Así estos

naturales salen de sí, entregándose del todo a sus fiestas, bailes,

convites de rancherías distantes, y sus géneros de comedias y

bufonadas que hacen,en que suelen pasarse las noches enteras con

risada y fiesta…69

A estas se les sumaban lastunas, las ciruelas silvestres e higueras salvajes.

Entre las semillas que solían recolectar e ingerir, una vez tostadas y molidas,

estabanlas del zacate, las del de mezquite, palo fierro,jojoba,caribe y palo

verde.Sobre el modo de tostar las semillas, Del Barco nos da la siguiente

descripción:

[…] echan en la batea tres o cuatro puñados de semillas: sobre ella

ponen brasas, y lo mueven todo continuamente, para que toda la semilla

participe del fuego sin quemarse ella ni la batea. Cuando conocen que ya

tiene su punto lo tostado, quitan el fuego o los carbones (que ya

entonces lo son), con sus manos.70

Sobre la forma de consumir y preparar sus alimentos, podemos decir que

las referencias antes mencionadas sobre el tostado de las semillas yel consumo

de los mezcales fue de lo más elaborado que hacían, lo cual se puede entender

dada su gran movilidad y los utensilios e instrumentos con que contaban y que

69

Ibid., p. 192.

70Ibid., p. 204.

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67

podían transportar. Sobre esto, nos dice Juan Jacobo Baegert que ―ellos queman,

chamuscan y tuestan en la lumbre todo lo que no comen crudo.‖71

En lo correspondiente a sus bebidas, parte importante de su alimentación y

necesarias para su subsistencia, eljesuita Baegert nos da una referencia con las

charcas de agua de lluvia:

[…] algunas quedan verdes de inmundicias y podredumbres, algunas

bien saladas, otras claras y de buen sabor… Algunas alcanzan para todo

el año, otras se secan de pronto. De esas bodegas sacan, tanto los

californios como otros habitantes de esta península, sus vinos del Rhin o

del Mosela, su Rosóli y su aguamiel. En estos pantanos se bañan; con

estas aguas se recrean o se refrescan las gentes y las bestias, y en fin,

ante ellas se echa de barriga el californio y bebe como una vaca, porque

generalmente no tiene con que tomarla…72

Una referencia muy descriptiva sobre la relación que las bandas de

californios establecieron con el medio y los recursos que este les brindaba para su

alimentación, es la división que estos realizaron del año en función de los recursos

que el medio les brindaba por temporadas:

No dividen el año en meses, sino en seis estaciones: la primera, que es

la llamadameyibóy la más alegre porque en ella se coge la cosecha de

pitahayas, comprende parte de junio, todo julio y parte de agosto; la

segunda, que también les es tan grata como la primera por la cosecha

de pitahayas agridulces, tunas y otras frutas y semillas que aprecian,

llaman amadá-appí,y comenzandoen agosto, abraza todo septiembre y

partede octubre, en cuyo tiempo reverdecen las plantas con las lluvias

que entonces caen, aunque escasas; la tercera tiene el nombre de,

amadá-appigalá, y comprende parte de octubre, todo noviembre y parte

de diciembre, tiempo en que la yerba nacida en la estación anterior

empieza a amarillear y secarse; la cuarta,nombrada mejibél, es la más

fría, y comprende parte de diciembre, todo enero y parte de febrero; la

quinta que se llamamejiben, comienza en febrero y abraza todo marzo y

71

Baegert, op. cit., p. 93.

72Ibíd., p. 25

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68

parte de abril;finalmente,la sexta incluye parte de abril, todo mayo yparte

de junio, y se llama mejiiben-maají, esto es, la estación mala…73

El hecho de que los indígenas californios tengan la denominación de

cazadores-recolectores lleva implícito características de su régimen de producción

y de su vida;en primer término porque tomaban del ambiente todo lo que

ocupaban sin integrarlos dentro de algún proceso de mayor significancia; y en

segundo lugar, debido a la movilidad que como bandas realizaban dentro de un

territorio de trashumancia. El número de herramientas o artículos en relación con

su peso y su proceso de elaboración no debió haber sido ni tan numeroso ni tan

elaborado, esto sin demeritar la cultura del indígena y sin dejar de reconocer la

existencia de artículos de gran valor simbólico y de difícil confección.

Al igual que con su alimentación, los indígenas californios ocuparon,

utilizaron y establecieron sus territorios de recorrido sobre el espacio

geográficosin realizarle mayoresmodificacionesoconstrucciones. En su estado

natural, la geografía sudpeninsular fue su medio de vida, sufuente de recursos,su

casa y su resguardo, se trataba de un auténtico valor de uso.Al no contar con

casas, cuevas o lugar fijo donde vivir, y si con la constantenecesidadde estar en

movimiento continuo para aprovechar lo que el medio les brindaba durante ciertos

periodos y en forma dispersa, cada espacio o paraje dentro de su territorio de

recorrido donde existiera alimento y agua cercana, eralugar propicio para un

campamento estacional, lo cualse transformaba en su casaen ese preciso

instante.

Como una referencia de lo antes dicho y como una muestra de la relación

tan íntima y tan necesaria entre el indígena y su entorno, nos dice el jesuita Juan

Jacobo Baegert que para los indios californios el espacio geográfico en el que

habitan; y en lo específico el suelo:

[…] viene a ser su mesa […] su sillón, su canapé y su consultorio, su

gabinete y su alcoba; su cocina y su comedor. Las desiertas serranías y

73

Francisco Xavier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California, Estudios preliminares Miguel León-Portilla, México, Porrua, Quinta edición, 2007, p. 50 y 51.

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69

peñascos son sus cortinas y sus tapicerías; los zarzales, verdes o secos

[…] son sus parques y vergeles […] los charcos [sus] enormes

espejos…74

Por medio de las descripciones misionales se sabe que su arquitectura se

reducía a la confección de pequeñas estructuras de ramas a manera de

mamparas o pequeñas enramadas para cubrirse del viento, Del Barco describe las

encontradas en la parte norte, por encima de los 30 grados, de la siguiente

manera:

[…] tienen por lo regular estas chozas del norte menos de dos varas de

diámetro y, no pudiendo extenderse para dormir, duermen o encogidos o

medio arqueados.75

Otro tipo deconstrucciones eran los corralitos de piedras apiladas(Véase

imagen XV) y la elaboración de hoyos en el suelo para cubrirse del frio y del

viento, en ambos casosteniendo como único techo el cielo, y con la necesidad de

albergar una familia entera.76

Imagen 15. Caracterización de un corralito

de piedra museo de San Ignacio, B.C.S.

74

Baegert, op. cit., p. 85-86.

75Del Barco, op. cit., p. 189.

76Ídem.

Foto: Julio César Martínez, diciembre 2010

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70

Otra referencia que tenemos de la época jesuita y que nos muestra la perfecta

adaptación del indio californio a su espacio, y el desarrollo de rasgos culturales

sumamente eficientes para contrarrestar lo agresivo del medio, nos la da Juan

Jacobo Baegert:

No pueden salir, durante todo el año [el indio californio], de un lugar

determinado, temprano en la mañana, para regresar al mismo en la

noche, porque un terreno limitado no es suficiente para proveerlos todo

el tiempo con el sustento diario, y esto, a pesar de que cada horda se

compone de tan poca gente; en un lugar se acaba tal vez hoy el agua y

mañana tienen que estar en otro lugar para recolectar oportunamente

cierta semilla que ya está por caerse y diseminarse.77

En lo que respecta a su tecnologíay vestimenta,esta era elaborada con

materiales comunes del medio geográfico y de fácil obtención como ―diferentes

tipos de piedra, hueso, asta, concha y madera.78Podemos decir que para la caza

el instrumento más utilizado, según las crónicas de los misioneros, era el uso del

arco y la flecha, cuya elaboración era de varejones de madera dura que se iban

maleando con el fuego, para después darle la consistencia y forma deseada.

Como cuerda utilizaban nervios o tripas de venado que ataban hábil y fuertemente

a cada uno de los extremos del varejón. En cuanto a las flechas, las elaboraban

de dos tipos de materiales; una parte de carrizo y otra de madera dura, pero de

poco peso. Para darle firmeza a los materiales, utilizaban nervios de animal; para

una buena dirección, integraban plumas de gavilán en la cola de la flecha; y para

darle mayor gravedad a las heridas que producían, le agregaban un pedernal en la

punta.79

77

Baegert, op. cit., p. 78.

78Gema Poyatos de Paz, HarumiFujita, ―Equilibrio entre el hombre y la naturaleza: Los indígenas

costeros de El Médano, Baja California Sur”, Revista española de antropología americana, Nº 28, 1998 , p. 26.

79Del Barco, Op. Cit., p. 194.

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71

Imagen 16. Atlatl o lanza dardos, casa de

la cultura “Néstor Agúndez Martínez” Todos santos B.C.S

Imagen 17. Puntas de flecha o pedernales, casa de la cultura “Néstor Agúndez

Martínez” Todos Santos, B.C.S

Foto: Julio César Martínez, octubre 2004.

Foto: Julio César Martínez, octubre 2004.

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72

El uso de la lítica tiene mayor preponderancia sobre los demás materiales,

ya que su uso fue sumamente variado y eficaz. De la piedra se elaboraban

herramientas como lascas, cuchillos y navajillas para cortar carne. También se

elaborabanraspadores y raederas para cortar carne y hueso más duro, mientras

que los tajadores y tajaderas se utilizaban para cortes de poca precisión y

mediante un golpe seco. Las manos y metates eran utilizados en la significativa

tarea de la molienda de semillas. Por último, podemos mencionar las puntas de

proyectil o pedernales, piezas de gran significancia para la caza, y que en la

actualidad aún pueden ser encontrados en diversas regiones de nuestro territorio.

La tecnología utilizada para la pesca iba desde la fabricación de balsas

hasta la elaboración de fisgas de madera y arpones, mismos que eran utilizados

para la pesca tiburones, lobos marinos, delfines en alta mar; y hasta especies

propias de arrecife y aguas poco profundas como el pez perico, sardinas, manta

rayas etc.Sobre el modo de fabricación de las balsas, Del Barco escribió:

[…] todo su artificio se reduce a juntar cinco palos, pero de suerte que el

que va enmedio (sic) sea más largo que los laterales, con lo cual forman

una especie de proa. Por medio de unas estacas de dos puntas, que

clavan en los palos, juntan unos con otros; y para más seguridad, los

afianzan más con cordeles.80

En la elaboración de utensilios tenemos otro inmejorable ejemplo del

eficazuso de los recursos naturales.Las bateas, por ejemplo, eran elaboradas con

ramas de una planta regional, la cual tostaban, machacaban y una vez dividida en

pequeñas correas, iban tejiendo en forma fuerte y apretada, de tal manera que

una vez lista la batea podía contener agua sin escurrírsele.81De igual forma,

plantas, conchas, caracoles y demás, eran utilizados generalmente por los

indígenas peninsulares parala confección de sus vestimentas y adornos. Al

respecto, Miguel del Barco anotó:

80

Ibid., p.70.

81Ibid.,p.100 – 101.

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73

[…] Los pericúes […] adornaban toda la cabeza de perlas, enredándolas

y entreverándolas con los cabellos […] Entretejían con ellas unas

pequeñas plumas blancas, resultando todo un adorno postizo.82

Los indígenas de la zona de Loreto:

[…] ceñían generalmente la cintura con una faja […] y la frente con una

redecilla curiosa. A esta añadían algunos un collar, con ciertas figuras de

nácar bien labradas, guarnecidas a veces con unas frutillas redondas, a

manera de cuentas.83

En el caso de las mujeres que habitaban el extremo sur, perteneciente a la

nación Pericú:

[…] para elaborar sus faldellines, tomaban cierta especie de palma

regional. Para esto golpeaban sus hojas, como se hace con el lino, hasta

que salen esparcidas las hebras, las cuales, si no son tan delicadas

como las del lino, a lo menos quedan, machacadas de este modo, más

suaves que las del cáñamo. Suvestido se reduce a tres piezas, dos que

forman juntas una saya, de las cuales la mayor, poniéndotela por detrás,

cubre también los dos lados volteando un poco para delante, y llaga

desde la cintura hasta media pierna o poco más. La otra pieza se pone

por delante, cubriendo el hueco que dejo la mayor, pero sólo llega a las

rodillas o muy poco más. La tercera pieza sirve de capotillo o mantelina

con que cubren el cuerpo desde los hombros hasta la cintura o poco

más…84

Como una referencia tenemos la descripción que nos hace Miguel del Barco

en relación a los bienes materiales que comúnmente transportaban las bandas de

californios:

Éstos, pues, se reducen a una batea grande, que, en su hechura y

tamaño, es como un platón grande, una taza u hortera, como copa de

sombrero […] un hueso, que les sirve de alesna, para componer las dos

piezas dichas; un palillo pequeño para hacer lumbre; una red de pita

grande en que las mujeres cargan cuanto tienen que cargar,

82

Ibid.,p.183.

83Ibid., p.184.

84Ibid., p.185.

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74

exceptuando la leña; otra, en forma de bolsa, que usan los hombres,

para recoger en ella pitahayas, […] dos tablitas de menos de un palmo

de largo, y medio de anchas […] entre las que guardan las plumas de

gavilán […] algunos pedernales […] el arco y las flechas […] Los que

viven en las playas, tienen, además de esto, algunas redes grandes para

pescar.85

Por el hecho de no haber desarrollado la agricultura u otros rasgos

culturales que los llevaran de la mano al sedentarismo, lo cual espacialmente

implica la ocupación permanente de un territorio, los grupos indígenas

peninsulares utilizaron el nomadismo86 como estrategia de adaptación a las

difíciles condiciones del desierto y como una forma de apropiarse de ciertos

territorios, donde, mediante un continuo deambular, lograran proveerse de los

recursos que el medio les brindaba en forma dispersa y por temporadas.

Con el nomadismo como estrategia de supervivencia y la definición de

ciertos territorios para sus recorridos, las bandas de cazadores–recolectores

desarrollaban un proceso de territorialización, que es ―el proceso de producción

del espacio sociala través de la acción humana‖.87Esta territorialización, podemos

decir que era una de las relaciones más fuertes que los indios californios

establecían con su medio. A partir de ahí, desarrollan toda una serie de patrones

de comportamiento involucrados conel aprovechamiento de su territorio, producto

de su base cultural y tecnológica.Cabe mencionar que este proceso de

territorialización era sumamente dinámico y flexible, dado lo cambiante del medio y

las relaciones existentes con los demás grupos. La territorialidad de las bandas se

definía por fronteras invisibles existentesentre sus territorios de recorrido y los

territorios de recorrido de otras bandas, aunque también existieron fronteras que

limitan con tierras de nadie o inhabitadas.

85

Ibid., p. 190.

86Se trataba de un nomadismo relativo, pues la ocupación de los oasis en sus diferentes

modalidades (manantial, ojo de agua, arroyo, humedal) fue permanente, aunque de manera cíclica.

87Joan Eugeni Sánchez, Espacio, economía y sociedad, Madrid España, Siglo XXI de España

editores, S. A., Primera Edición, 1991, p. 6.

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75

Sobre esto, cabe destacar que aunque la movilidad de las bandas surgía

por el agotamiento de un recurso y la intención de aprovechar otros disponibles en

diferente lugar, también se daba por el hecho de no generar la sobreexplotación o

exterminio de tal o cual recurso. Y es que lejos de suponer que tenían una

conciencia ecologista, este mecanismo social evitaba un abuso en el

aprovechamiento de los recursos pusiera en peligro su misma subsistencia.

En esta economía —denominada natural o de apropiación— que se basaba

en la caza, la pesca y la recolección, aparte de la elaboración de herramientas de

caza, la confección de algunos artículos como bateas y algunas prendas u

ornamentos, no se producía y no se integraba nada a un proceso de manufactura

o elaboración compleja por el hecho de consumirse o utilizarse todo lo que el

medio les brindaba en estado natural. No se generaban excedentes, no existían

clases sociales; y su prioridad vital era asegurar su supervivenciadía a día; aunque

algunos investigadores aseveran que bastaban ―unas cuantas horas de recorrido

fructíferos para satisfacer las necesidades básicas de una comunidad, lo que da

lugar a una rica y diversa actividad extraalimentaria‖.88 Por esta razónse estableció

el concepto desociedades originales de la abundancia.

Por tratarse de una región peninsular escasa en lluvias, está claro que no

toda la alimentación de los californios —como los que se ilustran en el cuadro

inferior— procedía de la periferia de los oasis. Sin embargo, éste resulta

determinante para la vida humana y animal, sin la cual no hubiese sidoposiblela

presencia de miles de indígenas en la península.

88

Rodríguez Tomp, Los límites de la identidad..., op. cit.,p. 17.

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76

Cuadro 1. Flora terrestre utilizada por los indígenas

Nombre Descripcion Imagen

Biznaga

(Ferocactusspp.)

Es de tallo ovoide,

globoso a cilíndrico, con costillas prominentes yespinas grandes y

fuertes. El fruto es una baya, comestible en la mayoría de los casos, con

paredes delgadas, se-micarnosas y pequeñas semillas oscuras.

Cardón

(Pachycereuspringlei)

Cacto columnararborecen-

te, con ramas ascendentes y que puede llegar a medir hasta 18

metros de alto

Caribe

(Cnidoscolusangustidens T.)

Subarbusto o hierba

robus-ta, de un poco más de un metro de alto, con hojas palmatífidas y con

pecíolos largos.

Carrizo

(Arundodonax L.)

Pasto robusto, cespitoso,

crece como arbusto peren-ne, ligado a sustratos con humedad

permanente; 2a 6 metros de alto.

Ciruelo

(Cyrtocarpaedulis)

Árbol de hasta 10 metros

de altura, con hojas pinnadas y caducas, los folíolos redondeados en el

ápice, opuestos y densa-mente pubescentes. El fruto es una drupa

puberulenta de color amarillo claro de unos 2 centímetros de largo.

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77

Dátil cimarrón

(Yucca valida Brandegee)

Árbol, de 3 a 7 metros de altura, generalmente poco

ramificado, con hojas rígi-das a manera de bayoneta, con los

márgenes lisos, de 15 a 35 centímetros de largo y de 1 a 2 de ancho. El fruto

es una baya.

Dipúa, Medesá

(Cercidiummicrophylum )

Árbol o arbusto con corteza de color verdoso, con ramas espinosas, de

hojas bipinnadas con folíolos muy pequeños y caducos. Los frutos son

vainas con una sola semilla.

Encino (QuercusbrandegeiGoldman)

Árbol de hasta 10 metros de altura con hojas alter-nas, perennes,

pecioladas, verde oscuro, grandes, de 5 centímetros o más. Los frutos son

bellotas alarga-das, de 5 centímetros de largo.

Frutilla (LyciumbrevipesBenth)

Arbustos dioicos de hasta 2 metros de altura, semile-ñosos, con hojas alternas,

fasciculadas, glabras a pu-bescentes, algo carnosas. El fruto es una baya

comes-tible de color rojo.

Garambullo (Lophocereusschottii)

Cacto columnar erecto, arborecente, ramificado

sólo en la base, se desa-rrolla formando grupos de 10 a 35. El fruto es

comestible.

Jícama (Exogoniumbracteatum)

Trepadora leñosa, con hojas enteras, amplias,

pe-cioladas y que caen des-pués de que aparecen las flores.El fruto es una

cáp-sula, con semillas velludas.

No se tiene la imagen

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78

Jojoba (Simmondsiachinensis)

Arbusto dioico, con hojas correosas, persistentes. El

fruto es una cápsula ovoide, de 15 milímetros por 10 milímetros de

ancho.

Mezcal

(Agave spp.)

Planta perenne de hojas

suculentas que nacen en espiral desde la base del tallo cónico, con una

espina en la punta y con dientes en los márgenes. El fruto es una cápsula.

Mezquite

(Prosopis articulada)

Árbol de hasta 8 metros

de alto, con espinas nodales, hojas bipinnadas, caducas. La flor es

pequeña, blanco-verdosa, arreglada en espigas nodales densas. El fruto

es una vaina alargada, constreñida, casi indehis-cente, caracterizada por la

presencia de resina

Nopal, Tuna (Opuntia pycnacantha)

Planta con tallos articu-lados, aplanados, exten-

didos, erectos o procum-bentes, con espinas en las areolas. La floración se

presenta durante abril y junio, los frutos son bayas de 4 a 6 centímetros de

largo, de color púrpura o verde, jugoso o seco, con pocas o muchas semillas.

Palma colorada

(Washingtonia robusta)

Árbol de hasta unos 18

metros de alto, con hojas en forma de abanico, de hasta 1.5 metros de

ancho. Con fibras en sus márgenes, los pecícolos se encuentran armados

marginalmente con fuertes espinas ganchudas. El fruto es drupáceo, globoso

o elipsoide con menos de 1 centímetro de diámetro, de color negro, con pulpa

delgada y seca.

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79

Palo blanco (Lysilomacandida)

Estas plantas tienen un desarrollo derecho; debajo

muestran, en general, un tronco deshojado, mientras en alto se

ensanchan para formar la copa. El palo blanco es de la talla grande puede

alcanzar los 17 m de grandeza; en otoño toma una coloración amarilla.

Estas plantas no siempre son verdes, entonces pierden las hojas por

algunos meses al año.

Pitahayaagria (Machaerocereusgummosus)

Planta suculenta, con tallos procumbentes, muy espino-sos. Las flores se

presentan entre julio y septiembre, son grandes, blanco–rosados.El fruto es

globoso, de color rojo purpura, con semillas color negro, numerosas,

punteado-reticuladas.

Pitahaya dulce (Lemaireocereusthurberi)

Planta erecta, muy rami-ficada, con tronco corto,

de 3 a 8 metros de alto. La flor es de color púrpura rojizo, se presenta de abril

a julio; es fruto es ovoide a globoso, de 4 a 8 cen-tímetros de diámetro, con

semillas pequeñas, negras, en gran número y con la pulpa jugosa.

Fuente: Elaboración propia con base en León de la Luz, op. cit., 17 – 127. Fotos: Julio César Martínez, junio 2011 - enero 2012.

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80

I.3.Territorios de recorrido de los Californios y los oasis

Es importante entender la forma en que el espacio geográfico —medio en el

que actúa, se desarrolla y se relaciona el hombre— participa como una variable

activa dentro de sociedades, particularmente la cazadora–recolectora; y cómo el

espacio geográfico puede forzar a actuaciones diferenciadas en las estructuras

sociales que sobre él existen. Mediante una estrategia de adaptación, como fue el

nomadismo, se propició que diferentes regiones se ocuparan y desocuparan, a

través de una constante acción territorializadora, que es nuestra base para la

interpretación y compresión de la influencia que tuvieron ciertos espacios

geográficos diferenciados en la ocupación y la distribución de los territorios de

recorrido.

De acuerdo con la información historiográfica existente, se ha estimado que

para el momento en que se suscitó el contacto entre europeos e indios

peninsulares, estos podrían haber alcanzado una población cercana a los 41 500

habitantes, según el cálculo de Sherbourne Cook; o alrededor de las 40 000 y 50

000 mil almas, según la estimación del misionero Juan Jacobo Baegert,89 la cual

basó en un estudio hecho sobre una superficie superior a los 145 mil kilómetros

cuadrados; es decir, un promedio de 0.35 habitantes por kilómetro cuadrado de

toda la península de la California; considerando una densidad mayor en la parte

Sur, que es donde se encontraban la mayor parte de los pobladores. Esta

población estaba organizada en tres grandes grupos etnolingüísticas: los pericués,

que habitaban la porción austral de la península y algunas islas del Golfo; los

guaycuras, que se extendían desde las inmediaciones de Todos Santos hasta

Loreto; y los cochimíes, que ocuparon todo el territorio existente desde Loreto y

San Javier hasta el límite del Golfo de California, según la descripción del jesuita

Francisco Xavier Clavijero. La población que componía estos conjuntos

etnolingüísticas estaba organizada socialmente por grupos integrados con un

89

Rosa Elba Rodríguez Tomp, ―El declive de la población indígena en la península de California‖,

en Edith González Cruz (coord.), Francisco Altable (ed.) Historia General de Baja California Sur III. Región, Sociedad y Cultura, , México, CONACYT, SEP, UABCS, IIH, XI Ayuntamiento de La Paz, Primera edición, 2004, p. 320 y 321.

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81

nutrido número de familias que compartían un territorio en común, que se

reconocían como grupo y que se diferenciaban de los demás por prácticas

espaciales diferenciadas. A estos grupos se les ha denominado genéricamente

como bandas.

Estas bandas, que son concebidas como enormes unidades familiares, y

cuyo número de integrantes pudo haber sido de entre 100 y 250 personas según

el calculo del geógrafo H. Homero Aschmann90 o de entre 20 y 50 familias,91

según algunas investigaciones, lograron mantener una unión e integración cómo

grupo, gracias a la existencia de un territorio que compartían en común y a los

lazos consanguíneosymatrimonialesque los unían; mismos que se redefinían

continuamente gracias a la existencia de actividades de cooperación y conjunción

como lo eran las cacerías y las festividades. Cabe destacar, que las relaciones de

parentesco jugaban un papel trascendental en la organización social y espacial de

la población aborigen, puesto que este tipo relaciones funcionaban comofiltros al

regular los accesos de los individuos entre las diferentes bandas y los diferentes

espacios. De tal manera que la relación de enemistad que pudiera existir entre

distintas bandas por la ocupación de ciertos territorios y el aprovechamiento de

ciertos recursos, podía diluirse con el paso del tiempo al aparecer relacionesde

cooperación y reciprocidad; ypropiciar con esto la integración de un grupo social

más numeroso, con acceso a un espacio geográfico mucho más amplio.

Por otra parte, estos mismos mecanismos internos que daban cohesión a

cada grupo, y que a su vez delineaban las formas de las relaciones intergrupales,

debieron tener una relación funcional en cuanto a dos necesidades

trascendentales de cada grupo; por un lado mantener la exclusividad enel

aprovechamiento de ciertos recursos en un territorio determinado, mientras que

por el otro lado mantenía la estabilidad entre los distintos espacios.92 A esto

90

Rodríguez Tomp, Cautivos de dios…, op. cit., p.57.

91 Ignacio del Río, ―Cazadores-recolectores en la Baja California Misional: una tradición cultural en

crisis‖ En: Nómadas y sedentarios en el norte de México,Homenaje a Beatriz Braniff, Durango, Dgo,1995,p.4.

92 Del Rio, ―Cazadores – recolectores en la Baja…‖, op. cit. p. 4.

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podemos añadir que dichos territorios de trashumancia no solo estaban

compuestos por una dimensión espacial y material, sino que al mismo tiempo

integraban una dimensión simbólica cultural, misma que engendraba en el grupo

social que la habita un sentimiento de pertenenciay arraigo; por lo tanto:

[…] para una comunidad de cazadores-recolectores, el espacio local

representaba una experiencia colectiva y compleja, en la que el territorio

se define como [un espacio apropiado mítica, social, política o

materialmente por un grupo que se distingue de sus vecinos por

prácticas espaciales propias]…93

Como referencia de esto, tenemos las palabras de Juan Jacobo Baegert cuando

menciona:

[…] cada californio, cada grupo y cada tribu, tienen su patria, de la que están tan locamente enamorados como otras gentes de la suya y hasta

aún mucho más por ser ellos menos juiciosos, de modo que no se dejarían cambiar ni cincuenta o más horas de camino del lugar donde nacieron.

94

Los territorios de recorrido, estos espacios socialesa los cuales nos hemos

venido refiriendo; y que algunos autores mencionan que hay bases para proponer

—con ciertas reservas— que podían haber tenido un tamaño entre los 20 y los

150 kilómetros, eran territorios que las bandas de californios solían recorrer de

manera cíclica durante su eterna laborpor subsistir, movimientos que dependían

en gran parte de factores como la capacidad nutricional de los alimentos

encontrados y la potencialidad de caza y recolecta de los espacios ocupados.

Como un ejemplo claro de la capacidad que tenían ciertos espacios para propiciar

estancias de ocupación más prolongadas o más frecuentes dentro de los

territorios de recorrido, tenemos el caso de la zona de El Médano, donde la

presencia de una laguna de agua dulce junto al mar, la presencia de esteros, una

mayor abundancia y variación de la flora, la presencia reptiles, anfibios, aves,

diversos tipos de mamíferos y una abundante cantidad de especies marinas,

93

RodríguezTomp, Los límites de la identidad…, op. cit., p. 64.

94Baegert,op. cit., p. 73.

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conformaron un nicho biótico diferenciado dentro del árido suelo peninsular, que

para los grupos humanos de la zona se traducía en una zona con factores muy

favorables para la ocupación y en una fuente constante de alimentos.

De igual manera, podemos mencionar los espacios donde actualmente se

encuentran poblaciones como La Purísima, Mulegé, San Ignacio, San José del

Cabo, San José de Comondú, Santiago y Todos Santos. Lugares que actualmente

muestran características diferenciadas ante la aridez peninsular, y que brindan a la

ocupación humana una ventaja comparativa frente a la generalidad de la geografía

sudpeninsular; ventaja que sin duda fue bien aprovechada por las poblaciones

aborígenes, principalmente en épocas de sequias.

Un recorrido imaginario de los indios californios por los oasis

sudpeninsulares nos da una idea del territorio ocupado:

Imagen 18. Territorio de recorrido imaginario: banda Cochimí

Fuente: Elaboración propia. Imagen tomada de Google Earth (2008)

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El espacio geográfico, aquí expuesto, pertenece a la provincia biótica

Californiense e integra diversos hábitats como el oasis de San Ignacio, el desierto

de Vizcaíno, la costa del Pacífico; con la laguna de San Ignacio y la serranía de

Guadalupe. Estos espacios, donde la banda de indígenas —que denominaremos

cochimí— obtenía alimentos y agua durante sus constantes recorridos dentro de

su territorio, está representado por la línea. El punto ―A‖, espacio correspondiente

al oasis de San Ignacio, sería el sitio donde la banda Cochimítendría un contacto

un tanto más frecuentecon las distintas colectividades de la región por ser este un

nicho biótico diferenciado de la aridez de la zona, donde las otras bandas también

solían acudirpara su abastecimiento de agua, practicar la caza, la recolección y

posiblemente para la realización de festividades en temporadas de abundancia,

como la cosecha de la pitahaya.Estos eventos se lograban por los vínculos

familiares entre las distintas bandas y por las relaciones de amistad que

funcionaban como mecanismos culturales de integración.

Avanzando desde el oasis con rumbo Suroeste, la banda podía seguir el

cauce del arroyo e integrarse a una zona mucho más desértica sin perder la

oportunidad de aprovechar la humedadque el cauceles brindaba. En la zona del

punto ―B‖, aproximadamente a 18 km. del oasis, la banda podía aprovechar

recursos como los magueyes, la frutilla, las pitahayas agrias y el datilillo, por ser

especies típicas de la zona. Asimismo, podían realizar la caza de mamíferos como

liebres, venados, berrendos, ardillas y diversos tipos de reptiles.Siguiendo el

mismo rumbo, a unos 38 km.aproximadamente del oasis, la banda tenía acceso a

un rico ecosistema marino con la presencia de la laguna de San Ignacio; espacio

donde se podía realizar la recolección de moluscos como almejas, ostiones,

mejillones, caracoles y abulones, así como la capturade tortugas, crustáceos y

peces.

De la laguna con rumbo hacia el Este, aproximadamente a unos40 km., se

encuentra la Sierra de Guadalupe, zona de mayor altitud con relieve irregular y

con gran abundancia de cañadas y arroyos que nacen de las partes altas, y que

descienden en dirección a la costa y al desierto. Esta zona, al igual que las

anteriores, ofrecía recursos valiosos parala subsistencia de la banda, tanto en la

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caza como en la recolecta, así como pequeños aguajes en los lechos de cañadas

y arroyos. En la actualidad esta zona cuenta con evidencia rupestre que denota la

presencia de los indígenas y de la fauna terrestre y marina que consumían. Desde

este sitio (40 km al norte) se encuentra el oasis de San Ignacio; punto inicial

denuestro recorrido imaginario.

Imagen 19. Territorio de recorrido imaginario: banda Pericú

El espacio geográfico —arriba expuesto— corresponde a la porción este del

sur peninsular, zona donde dibujamos nuestro territorio de recorrido imaginario de

una banda pericú. Este espacio pertenece a la provincia bióticasanluquense, la

cual integra tierra adentro una zona montañosa con formaciones boscosas de

pinos y encinos sobre los 1,200 metros de altura, además de zonas deplanicies

costeras sobre el nivel del mar con vegetación xerófila. El punto ―A‖, espacio

correspondiente al oasis de Santiago, sería el sitio que la banda estaría

constantemente visitando y negociando con las distintas colectividades de la zona

Fuente: Elaboración propia.Imagen tomada de Google Earth (2008)

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mediante una relación funcional que permitía un aprovechamiento compartido. El

punto ―B‖, ubicado aproximadamente a 11 km del oasis en dirección noreste,sería

un campamento estacional donde la banda aprovecharía los recursos de la zona

durante su trayecto del oasis a la costa. Este sitio por las características

geográficas del área, ofrecía recursos comola pitahaya dulce, pitahaya agria,

agaves, mezcales, ciruelos y diversas semillas. En la práctica de la caza, podían

obtener presas como el venado, liebres, conejos y ardillas.

Imagen 20. Zona serrana de Los Cabos vista

desde el costado Este del sur peninsular

Los puntos ―C‖ y ―D‖ corresponden a ambientes de playa a una distancia

aproximada de 20 y 25 km desde el oasis. Estos espacios de oleaje, no muy

enérgico yde temperatura más elevada que las aguas del Pacífico, permitían a los

indígenas realizar la práctica del buceo durante buena parte del año y la pesca

con arpón sobre balsas que ellos mismos confeccionaban. La porción de costa

que toca nuestro territorio de recorrido imaginario es una de las zonas con mayor

diversidad biológica del noroeste de México, por la presencia del sistema de

arrecife coralino Cabo Pulmo; de ahí que los indígenas pericúes tuvieran acceso a

la pesca de especies como el pez dorado, el pez gallo, la garropa, la cabrilla, el

pargo y el pez perico. En cuanto a los moluscos,los nativos tuvieron acceso a

especies como el caracol chino y la madre perla. La tortuga fue otro recurso que

Foto: Julio César Martínez, noviembre 2011.

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tuvieron los indígenas para su consumo, destacando especies comola caguama,

la tortuga prieta, la tortuga laúd, la tortuga carey y la tortuga golfina. Asimismo, de

la franja costera hacia adentro, podían realizar la caza de reptiles, libres y

venados. Del punto ―E‖, hacia el suroeste o tierra adentro, la planicie costera va

cediendo terreno a una zona montañosa que se caracteriza por ser el espacio

donde se registra la mayor precipitación anual sobre todo el territorio, por lo cual

nacen sobre ella diversos arroyos que, en su cauce, preservan durante buena

parte del año pequeños veneros o lagunas de agua dulce que seguramente fueron

ampliamente aprovechados por las bandas de pericúes. Las laderas

serranaspermiten el desarrollo de una selva baja caducifolia, mientras que los

pequeños manantiales o escurrimientos dan pie al florecimiento de pequeños

palmares, carrizales y tulares.

Imagen 21. Territorio de recorrido imaginario: banda Guaycura

Fuente: Elaboración propia. Imagen tomada de Google Earth (2008)

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El territorio de recorrido imaginario, que ahora describiremos, se encuentra

inmerso dentro de una zona áridaperteneciente a la provincia biótica

sudcaliforniense. Dicho espacio fue ocupado por el grupo etnolingüístico

denominado como guaycura. Por el tipo de zona, la característica principal es la

aridez y la presencia de plantas xerófilascomola gobernadora, el ocotillo, el palo

verde, el palo Adán, el cardón, entre otros. El punto ―A‖ corresponde al oasis

conocido como San Pedro de la Presa, ubicado sobre el lecho del arroyo Las

Animas,se constituye de varias pozas que varían de tamaño de acuerdo con la

temporada. Fueseguramente un punto de visita obligado para las bandas de

indígenas que ocupaban dicha zona. En el recorrido imaginario de la banda que

denominaremos guaycura, el punto ―B‖,de aproximadamente 10 km de distancia

respecto al oasis, fue posiblemente una zona propicia para la caza; donde el

relieve de la zona, con cañadas y barrancos, pudo funcionar para el

acorralamiento del venado, el borrego cimarrón, la liebre, el conejo, el coyote, la

zorra, el gato montés y demás. Los punto ―C‖ y ―E‖ correspondiente a ambiente de

playa, entrelazados con el punto ―D‖, seguramente formaron un espacio

continuamente transitado por la banda, debido a que los recursos que el mar

lesofrecía encuantía y constancia difícilmente podían ser igualados en tierra. Es

importante comentar que, dado lo estéril de zonas como esta; donde la presencia

de agua es sumamente escaza y con una flora de tipo matorral xerófilo que no

ofrecía recursos con alto valor nutricional, la banda fue seguramente menor en

número de integrantes que la pericú. El espacio ocupado —mucho más transitado

debido a la necesidad de aprovechar lo que había— y los limites, fueron

seguramente más marcados por la necesidad misma de su subsistencia.

Los territorios de recorrido no fueron constantes ni en su número ni en su

territorialidad, sino que se redefinían constantemente tanto por las relaciones

internas del grupo como por la influencia de grupos externos, incluyendo la

disponibilidad de los alimentos existentes. Fue así como su misma existencia y

conformación funcionaron como un regulador en la distribución de la población

sobre el espacio geográfico, generando un mosaico de fronteras móviles con

espacios sociales y espacios no habitados. Incluso:

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[…] es probable que las llamadas fronteras lingüísticas hayan delimitado

zonas con un mayor potencial para el suministro de recursos como la del

extremo sur, que por su mayor régimen pluvial es más rica para la caza y

la recolección.95

Este rasgo cultural es claramente identificable en las crónicas realizadas

por los primeros exploradores de la región, quienes en un mismo sitio; pero en

diferente tiempo, dan fe de la presencia de grupos nativos con diferentes

características. Como referencia está la bahía de La Paz, de la cual:

Se sabe que entre 1632 y 1636 esta zona estaba habitada por indígenas

de filiación Pericú, pero hacia 1667 al parecer, estos habían sido

remplazados por los Guaycuras, según las descripciones hechas por los

diferentes expedicionarios.96

Según algunas de las concepciones actuales,los territorios no poseían

limites perfectamente rígidos y definidos que los pudieran catalogar como

fronteras, sino que más bien estos eran elásticos y permeables, por lo que más

que una frontera los podemos definir como límites de los puntos de unión e

intercepción entre los diferentes espacios sociales pertenecientes a una misma

unidad cultural; los cuales, como es de pensarse, se hacían más laxos cuando se

presentaban las épocas de abundancia o se recrudecían en las temporadas de

escasez. Respecto a esto se sabe:

[…] que en un territorio de unos veinte kilómetros de largo y una anchura

máxima de unos cincuenta kilómetros, donde se asentaron las misiones

de Loreto y San Francisco Javier, se localizaban en un principio

veintinueve bandas.97

Esta territorialización, basada en los patrones de asentamientos, se

encontraba espacialmente incrustada dentro de un espacio geográfico que les

daba soporte y les permitíareproducir su cultura; hecho que se lograba gracias a

95

Rodríguez Tomp, Cautivos de Dios, op. cit.,p. 45.

96Rosales - López,La antigua California prehispánica…, op. cit., p. 17.

97 Del Río, Cazadores-recolectores en la Baja…, op. cit.,p. 3.

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90

que, como bandas de cazadores–recolectores, tenían estructuras sociales

perfectamente adaptadas y articuladas para con su espacio geográfico. Esta

relación tan directa y necesaria que desarrollaron con su espacio; atribuyéndole un

alto valor social;y con gran interés por ser usado y aprovechado, nos marca la

referencia de que en este tipo de sociedades (cazadoras-recolectoras) el espacio

encontraba un valor especial; es decir, un valor de uso.98

Por otra parte, es importante señalar que aunque la capacidad de carga de

los territorios del Sur peninsular era más grande, esta nunca fue suficiente para

mantener a un grupo estático y propiciar el desarrollo de rasgos culturales propios

del sedentarismo. De igual forma, ―los sitios arqueológicos llamados concheros,

que son grandes acumulaciones de conchas que indican un prolongado y continuo

consumo de moluscos‖99 por parte de las bandas de californios, tampoco lo fueron.

Tomando en cuenta lo anterior, es un hecho que el espacio geográfico ha

sido una variable activa en la formación de estructuras sociales al igual que en sus

manifestaciones culturales; de ahí la importancia que se le debe otorgar a dichas

áreas, incluyendo alos oasis. Dentro de la sociedad de los indios californios, y más

tarde dentro de la economía misional, esto fue fundamental. No pretendemos

caminar sobre posicionamientos que nos lleven a caer en un determinismo

geográfico; pero tampoco podemos pasar por alto la relación espacio geográfico-

sociedad.Sin lugar a dudas, deben tenerse bienpresentes las distintas

características geoespaciales de cada periodoen la historia.

Un oasis como tal, es el resultado de la existencia de capas rocosas e

impermeables en el subsuelo, las cuales impiden que el agua —que proviene de la

superficie de la tierra— llegue a los mantos acuíferos. Producto del agua retenida,

se crean humedales o cuerpos de agua superficiales que llegan a alcanzar la

denominación de lagunas. Cabe mencionar que por la misma naturaleza de su

98

Valor de uso: se le considera como valor de uso, [al espacio] cuando se le atribuya una valoración social como bienútil; con capacidad e interés, por ser usado. Véase en: Eugeni

Sánchez, Espacio, Economía y Sociedad, op. cit., p. 7.

99Ignacio del Río, María Eugenia Altable Fernández, Breve historia de Baja California Sur, México,

D. F., El colegio de México, Fondo de cultura económica, 2000, p.23.

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formación, los oasis no son iguales ni en su tamaño ni en su contenido biótico, y

por lo tanto,tampoco en su capacidad de carga. Por esta razón, los 184oasis,

queen la actualidad se encuentran ubicados en la geográfica sudpeninsular, están

clasificados en7 categorías.

La importancia de los oasis —o humedales peninsulares— estriba en el

hecho de que dentro de la geografía de la sudpeninsula no existe ningún cuerpo

de agua permanente con la categoría de río o lago. Por ello, estos nichos bióticos,

que poseían una vegetación diferenciada al matorral xerófilo de la geografía,

fueron un referente en la vida económica y social de las bandas de indígenas

peninsulares; rasgo cultural que parece lógico dada la relación tan íntima que

desarrollaron con el espacio. Por ello, es importante señalar que el valor que los

californios le daban al espacio estaba basado en su valor de uso, ya que este era

el medio en el que actuaban y obtenían su principal fuente de recursos —

alimenticios o materiales— para la confección de herramientas o artículos.

Los oasis o humedales debieron marcar la pauta en la organización

espacial de los territorios de recorrido, puesto que en el deambular continuó de

loscalifornios, el agua era un recurso vital que no podía faltar. Por otra parte, es

ilógico pensar que cada banda dentro de su territorio de recorrido mantuvieracierta

exclusividad sobre un ojo de agua o manantial, por no existir tantas fuentes de

agua como bandas de peninsulares. Por otro lado, el aprovechamiento de estos

espacios tan necesarios para la vida misma se lograba por medio de la aplicación

de una carga cultural muy basta, y mediante un complejo sistema de relaciones y

negociaciones entre las distintas bandas con el fin de aprovechar los recursos

existentes.

Por otra parte, el humedal u oasis no sólo representaba la oportunidad de

acceder al recurso agua, sino que también era contenedor de una riqueza biótica

en cuanto a flora y fauna; esto representaba una vasta fuente de caza y

recolectapara el grupo que lo ocupaba, la cual estaba supeditada al tamaño del

humedal u oasis y de la presencia o ausencia de agua superficial. Cabe aclarar

que no todos los humedales exponen una lámina de agua; existen algunos que no

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la exponen, pero que se diferencian dentro de la geografía peninsular como

manchones verdes entre las tonalidades grisáceas y cafés de nuestro paisaje:

esto es así debido a la abundante presencia de plantas leguminosas como la

vinorama (Acacia brandegeana), el mezquite, el palo fierro (Olneyatesota)y el palo

verde. Estos nichos bióticos, son espacios habitados por otras especies vegetales

y visitados frecuentemente por especies animales, ya sea para alimentarse o

como refugio, lo cual convertía a estas islas bióticas en excelentes zonas de caza

y recolecta.

Así pues, podemos generalizar que los oasis o humedales eran esenciales

por ser un espacio con una ventaja comparativa, pues eran usadosy

aprovechados. Su valor de uso se ve maximizado por la presencia de agua y una

mayor riqueza biótica. A su vez, es muy probable que estos espacios fueran

ocupados para la realización de festividades, congregaciones o ritos ceremoniales,

lo cual implica que el espacio poseía una fuerte carga simbólicapara el grupo que

lo ocupaba.

En cuanto al tamaño de la población que podían soportar —que es lo que

se conoce como capacidad de carga—, dependía de varios factores. El primero

tiene que ver con el tamaño de humedal u oasis y con la presencia de agua,

puesto que esta característica va íntimamente ligada con la fauna y la flora que

alberga el nicho biótico. Por otra parte, también debemos considerar la capacidad

nutricia de los alimentos que en él había; considerando que algunos se

encontraban al interior de la sudpeninsula como es el caso del oasis de San

Ignacio, el de Santiago o el de San José de Comondú, incluyendo otros que se

localizan junto a las líneas costeras como es el caso del oasis de San José del

Cabo, el de Todos Santos o el de Mulegé y La Purísima, cuya característica

ampliaba el escenario de caza y recolecta. Por otra parte, está el dato que

corresponde al número de integrantes de la banda, que como ya mencionamos;y

de acuerdo con algunos autores, estos grupos se constituían aproximadamente de

entre 100 a 250 personas.

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Independientemente del tamaño del humedal u oasis, o el tamaño de la

banda —o bandas— que ocupaban estacionalmente estos espacios, podemos

decir que la relación banda-nicho biótico fue sumamente estable. El amplio

conocimiento que de la naturaleza tenían los indígenas peninsulares, y la riqueza

cultural que poseían como habitantes de zonas áridas, les marcaba el ritmo en el

aprovechamiento de los recursos, sabiendo de antemano que un uso excesivo

podría ir en detrimento de su propia existencia. Esta relación tan íntima y delicada

entre el hombre y la naturaleza es denominada por Miguel León-Portilla

comoécosis.100

A partir de lo expuestoanteriormente, podemos darnos cuenta del papel

central que tenían los cuerpos de agua superficiales o humedalesdentro de los

territorios de recorrido. Estos se manifestaba como un nicho biótico diferenciado

en su flora y faunaa sus alrededores;y a su vez, permitía la obtención del vital

líquido. Sin embargo, no deben soslayarseque para su importancia eran

necesarios ciertos aspectos como su tamaño y su capacidad de carga. Así pues,

estos espacios bióticos diferenciados u oasis eranespacios que desde mucho

antes de que se suscitara el contacto con los europeos ya venían definiendo

factores como la ocupación de los espacios y las características culturales de los

grupos humanos que los ocuparon.

Por lo tanto, los oasis determinaron la formación de regiones económicas

provocadas por factores exógenos una vez que estos fueron ocupados en forma

permanente por los colonizadores. Posteriormente se establecieron unidades

económicas, político-administrativas y religiosas conocidas como las Misiones

jesuíticas de la California, las cuales formaron parte del sistema misional de

Sonora y Sinaloa. Sin embargo, los oasis fueron, en la milenaria economía

cazadora-recolectora-pescadora de los Californios, el epicentro de auténticas

100

Entendemos por écosis aquellos fenómenos que se producen cuando grupos humanos entran en contacto continuo con un medioambiente, y en tanto que ejercen su acción sobre él, son afectados por el mismo. Sobre este punto véase: Miguel León–Portilla, ―Aculturación y Écosis,

adopción de un término para expresar un concepto antropológico‖, Anales de la antropología, Vol. 2, N 1, 1965, p. 135.

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regiones de la economía natural, precisamente por la enorme biodiversidad que

existía.

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95

CAPÍTULO II: EL NACIMIENTO DE REGIONES

ECONÓMICAS TEMPRANAS DENTRO DE LA ECONOMÍA

MISIONAL

Desde sus inicios,la Misión en la California, como unidad económica,

administrativa y religiosa, se constituyó como un epicentro regional por su obligado

asentamiento en los oasis californianos, contrario alo que sucedió en Sonora y

Sinaloa donde los ríos lo determinaron todo. En resumen, se trata del nacimiento

de una región económica temprana, la cual rompió con el ciclo de vida de los más

de 20 mil indígenas que poblaron la región sudpeninsular de la California.

La relación de la Misión con los oasis fue tan estrecha como lo fue para los

californios; la única diferencia fue que la Misión tuvo una base económica

agropecuaria, la cual implica un factor de subsistencia y apropiación de los valores

de uso. Esto, a su vez, fue la sentencia de muerte de los californios.

II.1. El sistema de misiones en el Noroeste

Para poder entender por qué la Compañía de Jesús logró en la California lo

que otros no había logrado antes, es necesario dirigir nuestra atención hacia la

contracosta continental; y en específico al sistema de misiones jesuitas de Sonora

y Sinaloa, que fueron, en gran medida, las que funcionaron como soporte de la

colonización de la península californiana. Muchos reconocidos conquistadores y

afamados navegantes como Hernán Cortes, Francisco de Ulloa, Pedro Porter y

Casanate, Francisco de Ortega y Sebastián Vizcaíno, también lo intentaron;

aunque de manera trágica e infructuosa. Tuvo que pasar poco más de siglo y

medio para que esto se hiciera una realidad.

El proceso que a continuación describiremos tiene como primer referente la

llegada de los jesuitas Gonzalo de Tapia y Martín Pérez a tierras sinaloenses.

Estos llegaron a la villa de San Felipe y Santiago un 6 de julio de 1591; apropósito

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96

de la solicitud realizada por el gobernador de la Nueva Vizcaya, Rodrigo del Río

de la Loza,101 para que realizaran labores de evangelización entre los indígenas

de Sinaloa. A partir de este primer hecho histórico, iniciaría el proceso de

mayorsignificancia sobre el noroeste novohispano del siglo XVII; proceso que

tendría a la Misión como su punta de lanza y que, con el apoyo de los presidios,

lograría dar cohesión a una inmensa área geográfica mediante la fundación de

núcleos religiosos, la implantación de una económica de base agropecuaria y la

instalación de nuevas formas de gobierno, administración y orden social.

Geográfica y culturalmente, el sistema misional jesuita se instaló desde la

porción norte del actual estado de Sinaloa, en las inmediaciones del Río Mocorito;

más allá de la actual frontera entre México y Estados Unidos, en el estado de

Arizona. Este se expandía sobre el corredor natural que se forma entre la Sierra

Madre Occidental y la costa sonorense, incluyendo la península de California que

sería integradaa partir de 1697 con la fundación de la misión de Loreto. Dicha área

geográfica, históricamente había sido ocupada por culturas como la hohokam, la

seri y la mogollón;102 pero al momento del contacto ésta era ocupada por grupos

nativos como los totorame, tahues, guasaves, cahitas, chinipas, pimas, jovas,

opatas, seris y papagos103 (Véase mapa 11).

101

Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio

del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, p. 51.

102 Beatriz BraniffC, ―La historia prehispánica de Sonora‖ en Arqueología Mexicana, Las Culturas

de Sonora. Entre el mar y el desierto, mayo – junio 2009, vol. XVII, número 97, p. 35.

103 Sergio Ortega Noriega, Un Ensayo de Historia Regional, El Noroeste de México 1530-1880,

México, UNAM, IIH, mapa 1.4, p. 58.

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Mapa 11. Principales grupos indígenas del

Noroeste de México al momento del contacto

Dadas las características culturales de los grupos indígenas y las

condiciones geográficas de la región, la Misiónfue un instrumento de conquista

necesariamente utilizado dentro de las regiones septentrionales de Oasisamérica

y Aridoamérica. Para la Corona española, ésta fue una alternativa eficaz contraria

a los métodos utilizados en la conquista de la zona Mesoamericana, en donde, ―la

simple superposición del grupo de conquistadores en el lugar que antes ocupaban

los dirigentes indígenas‖,104 les era suficiente. Para los religiosos, la Misión fue

una estrategia de conquista que consistía en penetrar en los territorios de los

grupos indígenas; y mediante la figura de un misionero apacible, piadoso y

104

Alejandro Moreno Toscano y Enrique Florescano, El sector externo y la organización espacial y regional de México (1521-1910), México, D.F., Universidad Autónoma de Puebla, 1977, p. 14.

Fuente: Beatriz BraniffC, ―La historia prehispánica de Sonora‖ en

Arqueología Mexicana, Las Culturas de Sonora. Entre el mar y el desierto, mayo – junio 2009, vol. XVII, número 97, p. 35.

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generoso,propiciar el contacto en forma pacífica, para posteriormente, una vez

ganada la confianza de los grupo indígenas, invitarles a radicar en un territorio fijo

ubicado dentro de la región que reconocían como suya; mediante la integración de

comunidades o pueblos indígenas en las cuales era establecido el núcleo religioso

o misión. Este nuevo tipo de núcleos sociales, de carácter cerrado, lograba su

sustento mediante el desarrollo de una base económica de tipo agropecuaria.

La denominación de sistema misional estriba en el hecho de que todo el

conjunto de misiones jesuitas fundadas sobre el noroeste de México;

especialmente las establecidas en lo que hoy es Sinaloa y Sonora, estaban

estrechamente interconectas y eran parte de una estructura que, por más lejana o

aislada que estuviera geográficamente una Misión, estaba interconectada y era

parte de un proyecto perfectamente planeado y administrado por la Compañía de

Jesús. Asimismo, existía un continuo intercambio de alimentos, productos,

misioneros, indígenas, además de otros apoyos que se requerían para mantener

estables a los núcleos misionales en casos de hambrunas, desastres naturales,

epidemias, o por la falta de producción o mano de obra en el caso de las nuevas

fundaciones. Internamente, la mecánica de este sistema funcionaba de la

siguiente manera:

[…] las misiones consolidadas aportaban misioneros experimentados y

conocedores de la lengua, indios cristianos para auxiliar a los religiosos,

granos y ganado para sostener a la nueva reducción indígena hasta que

estuviera en condiciones de producir sus propios alimentos.105

Administrativamente, el sistema de misiones y toda la orden jesuita a nivel

mundial tenía como máxima autoridad a un superior general que radicaba en la

ciudad de Roma. En segundo nivel estaba la figura de un superior provincial que

tenía a su cargo el gobierno de la orden dentro de tierras novohispanas, teniendo

como asiento la Ciudad de México.106 Dentro de la región noroeste, las Misiones

conformaron lo que se denominó provincias, surgiendo así la de Sinaloa, Ostimuri,

105

Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional, op. cit., p. 54.

106Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., p. 80.

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Sonora y Baja California. En un nivel más abajo, las provincias se integraban por

lo que se conocía como rectorados, los cuales tenían a la cabeza un rector y un

visitador.107 Los rectorados estaban subdivididos en partidos donde cada uno tenía

a la cabeza un misionero, estos, a su vez, estaban constituidos por varios núcleos

misionales, mismos que tenían a su cargo desde dos a tres pueblos de visita

(Véase mapa 12).

Mapa 12. Rectorados de las misiones de Sinaloa y Sonora Siglo XVIII

107

Ídem.

Fuente: Elaboración propia en base a Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., p. 80.

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100

El sistema de misiones tuvo como punto de partidala región de los ríos

Sinaloa, Mocorito y Ocorino, zona donde se fundaron las primeras misiones

jesuitas del noroeste: Guasave, Tamazula, Nio, Bamoa y Ocoroni en 1591.108 En

esta primera etapa fundacional, los misioneros y el sistema mismo sentaron las

bases del orden y la organización que rigió durante los 150 años siguientes: la

institución hegemónica del noroeste virreinal. Fue en esta etapa cuando se inició

el aprendizaje de las lenguas nativas, la enseñanza de oficios a los indígenas;

además se estableció el presidio de la villa de San Felipe y Santiago al mando del

capitán Diego Martínez de Hurdaide, y se fundó el Colegio de la villa de Sinaloa,

institución clave del desarrollo de lo que sería la base económica misional: la

producción agropecuaria. Esta primera etapa también recibió el impulso del virrey

Luis de Velasco.

Cuadro 2. Sistema de misiones de Sonora y Sinaloa (1591-1608)

ETAPA AÑO NOMBRE DE LOS PUEBLOS DE MISIÓN

PRIMERA ETAPA(1591 -1608)

1591 GUASAVE, TAMAZULA, NÍO, BAMOA, OCORONI

1608 OQUERA

108

Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖,op. cit., p 57.

Fuente: Elaboración propia en base a Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., cuadro 2.1, p. 57.

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101

Mapa 13. Nacimiento del sistema de misiones de Sonora y Sinaloa(1591 –

1608)

Posteriormente, ya con más de una década de evangelización en la zona, y

con un sistema cada vez más afianzado y fortalecido, continuaría una etapa de

gran impacto en la región, la cual podemos calificar como consolidación del

sistema de Misiones. Este periodo se inició en 1614 con la penetración de la zona

conocida como Cahita, comprendida entre los ríos Sinaloa, Fuerte, Mayo y Yaqui,

una de las más densamente pobladas del noroeste, ya que el promedio era de 4.2

habitantes por kilómetro cuadrado.109 Duranteel periodo de 1614 a 1653 se

fundaron alrededor de 73 núcleos misionales dentro de las zonas Cahíta, Pimería

Baja y Opatería.110Este proceso de aculturación se fue expandiendo de manera

gradual hacia el norte y, al igual que en su inicio, tomó la estrategia de utilizar las

laderas de los ríos para ir fundando misiones e ir consolidando su economía de

base agropecuaria, la cual constituyó, en definitiva, el sustento de todo el sistema

y la base para el desarrollo de las futuras empresas de carácter privado como los

reales mineros y el comercio.

109

Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖,op. cit.,cuadro 2.2, p. 74.

110Ibíd., p. 59-60.

Fuente:Elaboración propia en base a Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones…‖, op. cit., cuadro 2.1, p. 57.

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102

Durante esta etapa,el proceso de aculturación que desarrollaron los

misioneros de manera significativa mostraba ya su impacto en la zona. Los

cambios en la vida de los grupos indígenas eran notorios, la alta densidad de la

población, que permitía un rápido contacto con los grupos en espacios cercanos;

además de las favorables condiciones geográficas para el desarrollo de la

agricultura, dio pie a la proliferación de los núcleos misionales. Para la zonas

ocupadas, las jornadas de caza, pesca y recolección iban quedando atrás a causa

de los profundos cambios de tipo cultural, organizacional, económicos, políticos y

sociales a los estaban siendo sometidos los nativos.

Cuadro 3. Sistema de misiones de Sonora y Sinaloa (1614-1653)

ETAPA AÑO NOMBRE DE LOS PUEBLOS DE MISIÓN

ETAPA DE CONSOLIDACIÓN

Y EXPANSIÓN(1614

-1653)

1614 CHICORATO, BACUBIRITO, MOCORITO, MOCHICAHUI, SAN MIGUEL, SANTA MARÍA, AHOME,TEHUECO, SIVIRIJOA, CHARAY, SANTA CRUZ DE MAYO, TÁBARE, ETCHOJOA, NAVOJOA, CORIMPO, TESIA, CAMOA.

1616 TEPAHUI

1617 RÁHUM, PÓTAM, TÓRIM, VÍCAM, BÁCUM, CÓCORIT

1619 TECORIPA, CUMURIPA, SUAQUI (GRANDE)

1620 TORO, BALMENA, CHOIX, VACA, HUITES

1621 CONICARI

1622 MACOYAHUI, ONAVAS, MOVAS, NURI

1627 SAHUARIPA, ARIVECHI, BACANORA

1628 TÓNICHI

1629 MÁTAPE, NÁCORI, ALAMOS, BATUC, SAN FRANCISCO JAVIER DE BATUCO

1636 TEPACHE, URES

1638 NACAMERI

1639 ACONCHI, BAVIÁCORA, HUÉPAC, BANÁMICHI

1644 OPOSURA, CUMPAS

1645

HUASÁBAS, OPUTO, TECHICADEGUACHI, BACERAC, BAVISPE, HUACHINERA, NÁCORI (CHICO), BACADÉHUACHI, SEREVA

1646 SINOQUIPE

1647 CUCURPE, TUAPE

1648 ARIZPE, CHINAPA

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103

1649 OPEDEPE

1650 BOCOACHI

1653 CUQUÍARACHI, CUCHUTA, TEURICACHI, TIBIDÉGUACHI

La zona ocupada que incluía los ríos Sinaloa, Mocorito, Fuerte, Mayo,

Yaqui, Sahuaripa, Sonora, Moctezuma, San Miguel, entre otros; y que fue

ocupadahasta 1653, brindaba particularidades geográficasque fueron

aprovechadas durante el desarrollo de la agricultura. Esto se logró mediante el

trabajo metódico y sistemático. Posteriormente, como consecuencia de una alta

productividad, surgió el sustento de sus núcleos sociales y la estabilidad

económica del sistema, y finalmente desarrollaron un comercio con los nacientes

reales mineros y las villas de españoles. El trabajo indígena, el recurso agua, las

tierras fértiles y la buena administración de los jesuitas, convirtieron a las misiones

en unidades económicas sumamente sólidas y de base agropecuaria;

circunstancia que convertiría al sistema misional en el proveedor natural de todas

las poblaciones civiles y militares de la región, lo cual, a su vez, otorgó una alta

influencia sobre la estabilidad y el dominio de una zona de frontera como el

noroeste virreinal.

Cabe aclarar que los jesuitas no fueron los creadores absolutos de dichas

estrategias,aunque sí desarrollaron sus métodos con bastante eficiencia, ya que

fueron la última orden de religiosos regulares en llegar a territorios novohispanos.

Los franciscanos, por ejemplo, ya habían llevado a la práctica estrategias similares

con los indios nómadas que habitaban los territorios norteños del virreinato.

Fuente: Elaboración propia en base a Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas

1591 - 1699‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, P. 57.

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104

Mapa 14. Desarrollo del sistema de misiones de Sonora y Sinaloa

(1614 – 1653)

La última etapa fundacional sobre tierras sonorenses ocurrió entre los años

de 1673 y 1699. Durante este periodo se evangelizó la zona conocida como

Pimería Alta,111pero no ocurrió lo mismo en la zona Cahíta, cuya región, un tanto

más septentrional, exponía un escenario diferente. La población era menor y más

dispersa, lo que se traducía en una menor densidad poblacional. Además, la falta

de misioneros era frecuente, ya que era una zona considera de alto riesgo debido

a la belicosidad de los indígenas. Durante este último periodo fundacional, se

lograron erigir 25 pueblos de misión como Tubutama, Atil, Oquitoa, Sonoita, Bac,

Tucubavia, Santa Cataria, entre otros; mas este fue el último estirón que logró dar

la Compañía de Jesús sobre tierras sonorenses, aunque sí se extendió más allá

de los actuales límites entre México y Estados Unidos.

111

Ibíd., p. 60-62.

Fuente: Elaboración propia con base a: Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones

jesuíticas 1591 - 1699‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, p. 57.

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105

Cuadro 4. Sistema de misiones de Sonora y Sinaloa (1673-1699)

ETAPA AÑO NOMBRE DE LOS PUEBLOS DE MISIÓN

FIN DE LA

EXPANSIÓN(1673 -1699) 1673 YÉCORA, REBEICO

1674 MATZURA

1676 MAYCOBA, TEÓPARI

1677 ONAPA

1679 PÓPULO

1680 CHICUROS

1687 DOLORES, REMEDIOS, COCÓSPERA, CABURICA, MAGDALENA, IMURIS

1689 TUBUTAMA, ATIL, OQUITOA, CABORCA, PITIQUITO, SÁRIC, AQUIMURI, SUAMCA, SAN

LAZARO, BACOANCOS, SUAMCA, SAN LÁZARO, BOCOANCOS

1691 GUÉVAVI, SONOITA, TUMACÁCORI, BISANIG

1692 BAC, TUCSÓN

1697 SONOITA

1698 TUCUBAVIA

1699 SANTA CATARINA

A diferencia de los primeros años de la expansión del sistema, en esta

etapa ya se contaba con una sólida base económica y una estructura

organizacional más afianzada y funcional. Sin embargo, la Compañía de Jesús

encontraría otros obstáculos que mermarían su proceso de desarrollo y expansión;

aun más que los propios alzamientos indígenas. El conflicto de intereses entre

españoles y religiosos por la ocupación de las tierras y la protección de los

indígenas, fue uno de ellos. Asimismo, la controversia sobre la exclusividad de las

tierras norteñas entre jesuitas y franciscanos, la falta de misioneros que apoyaran

la titánica labor emprendida porel jesuita Eusebio Francisco Kino, y el desinterés

de la misma Compañía por atender una región donde sus núcleos misionales eran

menores en comparación con otras regiones de fundación más temprana, también

fueron parte del problema.

El surgimiento y desarrollo del sistema de Misiones enSonora y Sinaloa fue

un suceso que trascendió más allá de los límites de la misma institución misional,

pues al ser la Misión una institución evangelizadora de carácter cerrado y con una

vida no mayor a diez años para su posterior secularización, logró convertirse enun

Fuente: Elaboración propia con base a: Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas 1591 - 1699‖, en Sergio Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530 – 1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, p. 57.

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106

sistema de núcleos evangélicos capaz de integrar a toda una región denominada

de frontera. Esto fue posible gracias a una eficiente administración y métodos

disciplinados de trabajo sistemático y rutinario; sin olvidar el importante papel que

tuvieron las relaciones sociales y económicas entre las mismas misiones, las villas

de población española y los reales mineros. Estas relaciones económicas

fortalecieron la permanencia de núcleos sociales y mineros ajenos a las misiones

eimpulsaron también el desarrolló del propio sistema, ya que la alta productividad

en recursos agropecuarios que lograron, colocaron a las misiones como las

proveedoras de toda la región. Esta situación les sirvió a los ignacianos como una

variable de control política con la cual lograrían sus objetivos. Sin embargo,la

caída demográfica indígena, el crecimiento de la población española, aunada a

sus inconformidades contra el sistema, fueron la causa de múltiples problemas y

conflictos que mermarían de manera significativa la permanencia del sistema.

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107

Mapa 15. Desarrollo del sistema de misiones de Sonora y Sinaloa

(1673-1699)

Para la Corona española, la función de la Misión sobre el noroeste era muy

clara; esta debía operar como un instrumento de avanzada que permitiera integrar

a toda una población nativa dentro del sistema colonial novohispano. Dicha región,

dadas sus características geográficas y culturales, ya no permitió los antiguos

métodos de conquista utilizados en el altiplano —o zona Mesoamericana—. Por

esta razón, su permanencia fue transitoria, pues ―la legislación establecía que la

misión duraría 10 años al cabo de los cuales vendría la secularización‖.112 Sin

embargo, para los misioneros, la región noroeste y su contexto de zona de

112

Ibíd., p. 54.

Fuente:Sergio Ortega Noriega, ―El sistema de misiones jesuíticas 1591 - 1699‖, en Sergio

Ortega Noriega, Ignacio del Río (coordinadores), Tres Siglos de Historia Sonorense (1530–1830), México, UNAM, 1993, cuadro 2.1, p. 57.

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108

frontera y de tierra inhóspita,brindó la oportunidad de anteponer sus intereses e

ideales por encima de los intereses de la Corona. Esta situación fue posible por la

dinámica y fuerza que adquirió el sistema de Misiones, y por ser la Misión una

institución evangelizadora de carácter cerrado sin fines de lucro o de racionalidad

mercantilista. Así pues, desencajó totalmente con la lógica de los reales mineros y

las villas españolas.

A mediados del siglo XVIII,la situación del sistema era de franco

decaimiento. Su expansión sobre Sonora había terminado desde 1699 y el

esfuerzo realizado en Baja California era de muy poca significancia comparado

con lo realizado con zonas como la Cahíta. Por otra parte, la resistencia de las

misiones ante el repartimiento de los indígenas —o su incorporación como fuerza

de trabajo en haciendas o minas— les acarrearía fuertes conflictos con la

sociedad regional y las autoridades virreinales. No cabe duda que las Misiones

resintieron fuertemente la caída demográfica de los indígenas.La productividad fue

menor y, por ende, se volvieron vulnerables. Así, los reales de minas se

convirtieron en los máximos impulsores de la economía regional gracias a su

conexión con el exterior.

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109

II.2. La economía misional

Partiremos de la proposición de que―todo espacio concreto es resultado, a la

vez, de los nuevos determinantes sociales que se desarrollan en su seno y de las

formas cristalizadas del espacio históricamente constituido‖.113Así pues,

iniciaremos la búsqueda de factoresque nos ayudenaentender el porqué y el cómo

de la ruptura y reorganización de los espacios socio-económicos organizados

sobre el espacio geográficosudpeninsular; antes y durante el proceso de conquista

y aculturación occidental.

Iniciaremos el presente apartado teorizando un poco acerca de cómo la

península de Baja California, uno de los territorios más apartados del centro

virreinal y apéndice de lazona de frontera conocida como Aridoamérica, se integró;

o mejor dicho, inició su incorporación al sistema económico novohispano. El

proceso da inicio como producto de los intereses y deseos que el capitán general

de la Nueva España —el ilustre conquistador, Don Hernán Cortes— tenía en torno

a las desconocidas aguas de la mar del Sur y de todo lo que el Océano Pacífico le

pudiera brindar. Entre los objetivos que el conquistador quería alcanzar, y que a su

vez propiciarían la exploración y el reconocimiento de las costas del noroeste

novohispano, podemos mencionar la obtención de cuatro logros principales:

encontrar nuevas tierras vírgenes y ricas para su conquista; encontrar una nueva

ruta marítima para el provechoso comercio de las especies; encontrar un acceso

capaz de unir las aguas continentales del Atlántico Norte con las del Pacífico;114 y

fortalecer su cada vez más deteriorada y menoscabada imagen.

Su proyecto de exploración y conquista dio inicio con el viaje realizado por

Álvaro de Saavedra Ceróna las islas de la Especiería, en 1527.115 La primera de

cinco expediciones que financió el marqués del Valle de Oaxaca —que sobresale

113

Moreno Toscano, El sector externo y la…, op. cit.,, p. 11

114 Woodrow Borah, ―Hernán Cortés y sus intereses marítimos en el Pacífico. El Perú y la Baja

California‖, Estudios de Historia Novohispana, vol. IV, 1971, p. 3.

115Ibid., p. 3.

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110

para nuestro estudio— la dirigió Hernando de Grijalva en1533. Dicha expedición;

aunque de manera accidental, logró el descubrimiento de la península de

California.

Tras su descubrimiento, cuantiosos y costosos fueron los viajes realizados a

la ―mítica isla de California‖, cuyo objetivo era poseer los legendarios e inmensos

tesoros que en oro y perlas resguardabauna supuestaisla poblada por mujeres

amazonas. Entre estos viajes podemos mencionar el de Diego Hurtado de

Mendoza, fechado el 30 de julio de 1532, el de Diego Becerra y Hernando de

Grijalva en octubre de 1533, el de Hernán Cortés en abril de 1535, el de Francisco

de Ulloa en julio de 1539, el de Hernando de Alarcón, el de Pedro de Alvarado, el

de Juan Rodríguez Cabrillo, un27 de junio de 1542, Sebastián Vizcaíno en 1596 y

el de Isidro de Atondo y Antillon un 17 de enero de 1683.A la luz de estos viajes,

podemos deducirque, en definitiva, no era la salvación de las almas indígenas lo

que la Corona; y sobre todo los explores privados de la época, pretendían con las

referidos expediciones en dirección al territorio peninsular, sino que más

bienanhelaron el aprovechamiento intensivo de sus recursos naturales, humanos y

geográficos.

Basta decir que para finales del siglo XVI, un siglo antes de que se suscitara

su conquista por parte de los ignacianos, la península era ya un territorio prioritario

para la Corona española; que no necesariamente respondía al interés de atender

necesidades y beneficios internos de la región, sino que, geográficamente, se

había convertido en punto estratégico de abastecimiento y resguardo para los

Galeones de Manila116 en su tornaviaje desde las Filipinas a la Nueva España,117 y

en especial para la defensa de los intereses españoles contra las intentos de

colonización por parte de ingleses y holandeses en la entonces llamada Mar del

116

Los Galeones visitaron la misión de San José del Cabo durante el periodo de 1740–1767. Véase en: Del Barco,op.cit., p. 248.

117 Las embarcaciones que salían de Manila con destino a la Nueva España se dirigían primero a

las inmediaciones del archipiélago del Japón; desde allí iniciaban su travesía del océano y venían a surgir frente a la apenas conocida región septentrional de California, más o menos a los 40º de

altura, latitud Norte. Véase en: Ignacio del Río, A la diestra mano de las indias. Descubrimiento y ocupación colonial de la Baja California, México, D.F., Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1985, p. 31.

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111

Sur. Lo anterior nos permite suponer que el territorio peninsular; al igual que la

mayoría de las regiones económicas que fueron surgiendo sobre el noroeste

novohispano,118 debieron su colonización e integración al sistema económico de la

Nueva España gracias a una racionalidad que atendía beneficios y requerimientos

externos; en este caso, los del gobierno virreinal dentro de territorio novohispano y

los intereses de su metrópoli, España. Esta proposición la plantea Alejandra

Moreno Toscazo y Enrique Florescano:

Los reales de minas, los centros productores de materias primas,

las ciudades comerciales y aun las capitales administrativas de Nueva

España se crearon y desarrollaron no en función de necesidades

internas o regionales, sino para satisfacer los requisitos de la

metrópoli…119

El proceso histórico que a continuación relataremos da inicio en elaño de

1697 con la fundación de la Misión de Nuestra Señora de Loreto Concho en la

ensenada conocida como San Dionisio, sobre la costa del litoral interno de la

península de California; sitio ubicado al sur del efímero real de San Bruno,

fundado por el almirante Isidro de Atonto y Antillón en octubre de 1683; y

abandonado en mayo de 1685120 en uno más de los intentos fallidos por colonizar

la esquiva península californiana.

118

Reales de minas, fuertes, presidios, congregaciones y misiones.

119 Moreno Toscano, El sector externo y la…, op. cit., p. 17.

120 W. Michael Mathes, ―Datos biográficos sobre el almirante de las californias, Isidro de Atondo y

Antillón, Estudios de Historia Novohispana, Vol. 5, No. 005, 1974, p. 6.

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112

Sin duda alguna, la fundación de Loreto fue un suceso trascendental dentro

de la historia peninsular y un parteaguas de los primeros procesos aquí

desarrollados. Este asentamiento colonial precedió a toda organización social,

económica y política de corte occidental sobre estas tierras. Con su

fundación,inicia simultáneamente lo que podemos denominar como dos

conquistas; una territorial yuna espiritual: la territorial se da en el momento en que

la Corona española funda sus asentamientos. Los medios que utilizaron para

llevar a cabo la explotación de los recursos naturales y humanos, más tarde le

permitirían generar ingresos para ensanchar el tesoro de la Real Hacienda y, por

supuesto, de España. La segunda —que haría factible la primera—fue realizada

por la Compañía de Jesús, que por medio del entusiasmo de los padres Eusebio

Francisco Kino y Juan María de Salvatierra iniciaron un proyecto evangelizador en

tierras peninsulares, el cual se extendió durante siete décadas y dio vida y forma a

Imagen 22. Vista frontal del

templo de la misión de Nuestra

Señora de Loreto

Foto: Julio César Martínez

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113

un sistema de Misiones y, por ende, a una economía de tipo misional.121 Por esta

razón partimos de este hecho cronológico a fin de explicar los procesos que

posteriormente fueron sucediendo; mismos que tienen una dimensión histórica

muy amplia, y que van más allá del simple momento en que triunfó la cultura

occidental sobre el medio sudpeninsular.

La economía misionaltenía a la Misión como su piedra angular, que era una

unidad económica, política y social diseñada para ser autosuficiente, y que al

mismo tiempo promovía y estimulabael surgimiento y desarrollo de nuevos centros

misionales. Sin duda alguna, fue una institución hegemónica en el noroeste del

siglo XVII, cuya trascendencia permeó a toda una región de frontera con un

accionar que no se reducía al cumplimiento de un solo objetivo. Desde el punto de

vista religioso, la Compañía de Jesús instaló un sistema que desde su

conformación en tierras peninsulares fue diseñado para operar bajo un sólo

objetivo, el cual era llevar la palabra de Dios sobre todo lo largo y ancho del

territorio, con el firme propósito de que por medio de la evangelización se llevara a

cabo la salvación de las almas indígenas.Sobre esto Ignacio del Río no dice:

Mientras los jesuitas permanecieron en California lograron hacer

que la idea misional, es decir, la de que había que convertir a los indios

al cristianismo y mantenerlos luego como cristianos practicantes, se

convirtiera en el principio rector de las más decisivas instancias de

organización de la provincia, ya en el nivel local dominado por cada una

de las unidades misionales, ya en el de todo el espacio peninsular sobre

el que se fue extendiendo…122

Sin embargo, desde el punto de vista colonizador, la Corona utilizó la

Misióncomo un medio de conquista,la cual se internaría en los territorios

denominados de frontera para establecerlas condiciones necesarias que a la

121

Este tipo de economía no fue una única de la península de California ni del noroeste de México, sino que dentro su estructura organizacional desarrollo paralelismos con la experiencia vivida por los jesuitas en el Paraguay. Véase en Miguel Messmacher, La búsqueda del signo de dios,

ocupación jesuita de la Baja California, México, Fondo de Cultura Económica, 1997, p. 389.

122Ignacio del Río, Conquista y Aculturación en la California Jesuítica 1697-1768, México, IIH,

UNAM, p. 115.

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114

postre le permitieran la explotación y el aprovechamiento de los recursos naturales

por medio de las empresas españolas. Sobre esto,Ignacio del Río y María Eugenia

Altable comentan:

[…] desde el punto de vista de la Iglesia católica, la misión no

podía ser sino una institución transitoria, llamada a desaparecer cuando

los indios se hubiesen convertido al cristianismo; las misiones en que se

presentara esa situación deberían ser secularizadas, es decir, pasar a

manos del clero secular convertidas en curatos. También entonces, los

indios pasarían a ser tributarios efectivos de la Corona española.123

En la práctica esto nunca sucedió, pues del número de indígenas que había,

sólo unos cuantos quedaron en la misión hasta finalmente extinguirse, por

consiguiente, nunca pudieron ser tributarios efectivos de la Corona.

Otras dos funciones que lefueron asignadas a la Misión, pero que en

territoriosudpeninsular difícilmente se le pudo exigir, dado el desarrollo económico

que registraron y las características de su población, era la de ser abastecedoras

de alimentos a la sociedad. Asimismo, se le concibió a la Misióncomo ―una

institución disciplinaría orientada a formar trabajadores dóciles que se integraran al

sistema económico colonial‖.124Esta solicitud provenía de la exigencia de los

gobiernos civiles y empresarios privados.

Fue así que,pese a ser una institución de carácter transitorio, en teoría,

―que preparaba el terreno para la ulterior implantación de otras formas de dominio

más acordes con los intereses preponderantes de la sociedad y el estado

coloniales‖,125su desarrollo y eficacia en el Noroeste novohispano la convirtieron

en una institución hegemónica y necesaria durante un largo tiempo. Así

pues,operó con gran fuerzaeconómica y política sobre la región. En tierras

peninsulares, el sistemade Misiones no solo fundó núcleos religiosos, sino que al

123

Del Río, Breve historia…, op. cit., p. 39.

124 Ortega Noriega, Un ensayo de historia regional…,op. cit., p. 58.

125 Ignacio del Río, ―Repartimientos de Indios en Sonora y Sinaloa‖ en Ignacio del Río, Vertientes

Regionales de México Estudios Históricos sobre Sonora y Sinaloa (siglos XVI-XVIII), La Paz, B.C.S., S.E.P, UABCS, p. 10.

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igual que en otras regiones de la Nueva España, funcionó como un medio de

conquista que iba trasformando territorios desconocidos e inhóspitos en nuevos

espacios sociales y núcleos económicos, determinando sus características

productivas; las cualesperduraron—en el caso de la sudpenínsula— por más de

dos siglos y medio después de su fundación.

Económicamente hablando, las Misiones peninsulares lograban su sustento

por medio de la conjunción de tres vías: por las producciones agropecuarias que

generaban en sus núcleos misionales; porel abastecimiento periódico que desde el

exterior les enviaban las misiones de Sonora y Sinaloa; así como por la existencia

de un fondo financiero que fue creado por medio de donativos, y que posteriormente

fue administrado enforma absoluta por los misioneros.El fondo,126 por su misma

naturaleza, fue nombrado Fondo Piadoso de las Misiones de la California127 y

resultó ser una excelente maniobra para solventar los gastos derivados de la

expansión misional, puesto que ―según escribe clavijero, erigir una misión costabaun

capital de diez mil pesos para que con el rédito anual de 500 pesos se sostuviera el

misionero que atendería la misión‖.128

El desarrollo de las actividades agropecuarias dentro de la sudpenínsula fue

uno de los mayores retos que tuvo que afrontar la colonización jesuítica una vez

que llegaron a estas tierras. Sólo el esfuerzo, la paciencia y la dedicación

empleada por los que así mismos se consideraban soldados de Dios, les permitió

lograr lo que nadie antes había logrado: como el caso de Hernán Cortés y

Francisco de Atondo y Antillón, quienes en sus conocidas expediciones de

colonización vieron frustrados sus anhelos debido a la falta de adaptación sobre el

medio hostil y al fallido intento de desarrollar alguna actividad productiva que

permitiera apoyar el sustento de la nueva colonia.

126

El Fondo Piadoso de las Californias fue un excelente mecanismo de financiamiento que permitió

a las Misiones peninsulares contar con una fuente constante de recursos que en mucho ayudo en la subsistencia del sistema, al tiempo que reforzó la autonomía administrativa con que los jesuitas desarrollaban su empresa.

127María del Carmen Velásquez, El Fondo Piadoso de las Misiones de California, México,

Secretaria de Relaciones Exteriores, Archivo Histórico Diplomático, 1985, p. 15.

128Ídem.

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116

En términos generales, las Misiones peninsulares fueron productivamente

insuficientes, dado que difícilmente lograban generar los mediosnecesarios para el

sostenimiento de cada uno de los núcleos fundados, los cuales, hay que decir,

muchas veces albergaban de forma intermitente a poblaciones notablemente

pequeñas. Tan complicado fue a veces producir quela misión de Guadalupe, por

ejemplo, hacia 1726 —seis años después de su fundación—, no había logrado

aún entablar siembra de ningún tipo.129 Sin embargo, también hay que mencionar

que independientemente de la cantidad producida, el solo hecho de obtener

alguna producción dado lo difícil del terreno, la falta de agua, la falta de tierras

fértiles, la falta de mano de obra y la falta de herramientas, es por sí solo un

indicativo de un arduo trabajo.

En el caso de la agricultura, indudablemente no fueuna actividad fácil de

desarrollar. En primera instancia por el completo desconocimientode los grupos

indígenas y probablemente también por el rechazo cultural que se manifestó

desde el primer momento. En segunda lugar, por las características físicas del

suelo peninsular que, tal como lo son hoy en día, se caracterizaban por ser secas,

rocosas y poco fértiles. Un aspecto más a considerar es que debido a la escasez

de las lluvias y ante la necesidadde las Misiones por obtener cultivos durante todo

el año, era prácticamente imposible establecer las siembras denominadas de

temporal. Por tal motivo, la agricultura se desarrolló en su totalidad mediante la

implementación de rudimentarios sistemas de riego, que fueron las primeras obras

hidráulicas existentes en la península, y que consistieron en improvisadas

represas y canales capaces de transportar el agua desde lejanas distancias. Es de

comprenderse, pues, que la agricultura misional no se expandió, sino que se acotó

a pequeños huertos y sembradíos cuya limitante mayor fue la ausencia de agua.

Los primeros cultivos en la California, como ya mencionamos, fueron

apareciendo a manera de pequeños huertos Misionales, los cuales en un primer

momento fueron cultivados por los mismos misioneros e integrantes de la tropa 129

Francsico Altable, ―La economía misional‖ en Dení Trejo Barajas (coordinadora General) Edith

González Cruz (Editora), Historia General de Baja California Sur I. La economía Regional , CONACYT, SEP del Gobierno del Estado de Baja California Sur, UABCS, Plaza y Valdés, S.A. de C.V. 2002, p. 74.

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militar, debido a la ya mencionada inexperiencia y ausencia de la fuerza de trabajo

indígena. Estos primeros cultivos fueron básicamente granos, hortalizas y frutos

de diversos tipos entre los que destaca el ―maíz, trigo, garbanzo, mijo, arroz,

lenteja, calabaza, zapote, granada, lima, melón, sandía, naranja, plátano, limón,

dátil, higo, uva, aceituna, ciruela, col, lechuga y caña de azúcar, así como la planta

del algodón‖, pero cabe destacar que los cultivos básicos fueron el maíz, el trigo la

vid y el olivo.130

Es importante aclarar que la presencia de estos cultivos, así como la

cosecha lograda de cada uno de ellos, variaba tanto por el tiempo como por las

características naturales de la zona en que se encontraba ubicada cada Misión. Es

por eso que al intentar acercarnos a la realidad productiva de algunas misiones

durante momentos asilados del periodo jesuita, encontramos casos como el de la

misión de San Ignacio, una de las más favorecidas en tierras y agua, y que llegó a

producir por año ―unas 100 tinajas de vino y aguardiente y unas 100 arrobas de

higos‖;131 la misión de Santa Rosalía de Mulegé, a pesar de contar con algunas

tierras y agua, hacia 1753 sólo pudo cosecharse fanega132 y media de maíz, pero

nada de trigo, mientras que ha nivel más general, según datos del padre José de

Utera, en 1755 ―la producción anual de maíz en la provincia oscilaba entre las

2500 y las 3000 fanegas, mientras que la de trigo superaba ligeramente las 3500

fanegas‖.133

En lo que concierne a la forma cultivo, estos se realizaban mediante la

implementación de un rustico arado con el cual se preparaba la tierra para

posteriormente ir depositando y enterrando los granos mediante el uso del bastón

sembrador.134

130

Ibíd., p. 77.

131Ignacio del Río, El régimen jesuítico de la antigua California, México, D.F., Instituto de

Investigaciones Históricas, UNAM, 2003, P. 104-110. Una arroba equivale a 11.5 Kg.

132Ídem. Una fanega equivales a 55.5 litros.

133Ídem.

134Ibíd., p. 103.

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118

La ganadería, por su parte, tuvo una historia muy diferente en comparación

con lo sucedido en la agricultura, la actividad pecuaria, a diferencia de la agrícola,

encontró condiciones más favorables para su desarrollo dentro del entorno

peninsular, hecho que tuvo un proceso rápido de adaptación con el que pudo

ajustarse a su tasa natural de reproducción. No obstante, cabe destacar que por la

poca existencia de pastizales yla imposibilidad de cultivar pasturas, el ganado

existente se dejó libre a fin de que él mismo buscara su propia agua y alimento.

La existencia de ganado dentro de cada Misión representó un activo de

suma importancia con el cual cubrir las necesidades de sus habitantes, y para el

propio sostenimiento delsistema. Es así que los productos pecuarios venían a

complementar la carencia de los recursos agrícolas, aunque sin lograr cubrir

satisfactoriamente la demanda de alimentos que se requerían.

El tipo de ganado existente en cada Misión variaba en tipo y cantidad; tal

como sucedía en el caso de los cultivos agrícolas. Entre los principales tipos de

ganado con que contaba cada misión, sale a relucir la presencia del ganado

vacuno, caballar, asnal, cabrío y lanar.135 Sin embargo, el ganado vacuno o

ganado mayor, como también se le consideraba, destacaba en presencia y

número de entre todos los demás debido a la importancia que se la daba por el

suministro de carne; aporte que debía su jerarquía al tipo de producto, y no por la

cantidad ni la calidad que este tenía, puesto que según ciertos datos:

[...] Todo el ganado es muy pequeño. Al grado de que de un buey

apenas se obtienen tres o cuatro quintales de carne y huesos. La leche

basta apenas para los becerros. ... el ganado está excesivamente flaco

durante las tres cuartas partes del año y que no tiene en esta época ni

una libra de sebo en todo el cuerpo ... de unas trescientas o

cuatrocientas cabezas de ganado mayor no se saca, amén de la carne

mala para poca gente...136

Entre las Misiones más afortunadas por la presencia de ganado

mayordestacaba la de Todos Santos, mientras que en el caso opuesto estaban la

135

Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 87.

136Baegert, op. cit., p. 181.

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119

de San Luis Gonzaga, Loreto, Santa Rosalía de Mulegé y San Francisco Javier.

En lo referente al ganado menor donde quedan incluidas las cabras ylas ovejas,

este tuvo presencia en la mayoría de las Misiones, aunque también se cree que

algunas se especializaron con otro tipo de animales; por ejemplo, hay informes

que:

[...] destacan a San Ignacio, La Purísima Concepción, Guadalupe, Todos

Santos, Santiago y San José del Cabo como principales productoras de

ganado bovino, y a San Ignacio, San José de Comondú, La Purísima

Concepción y Guadalupe por sus manadas de cabras y ovejas...137

Según datos, el hato Misional llegó a sumar en sus tres primeros años―alrededor

de 938 cabezas de ganado vacuno, 177 caballos y unos cuantos cerdos, ovejas y

cabras‖.138

Las tareas pecuarias consistían en:

[...] la alimentación del ganado, las corridas o lazadas de reses cerriles,

la construcción de corrales y chiqueros, la doma o entrenamiento de

caballos y mulas, el pastoreo de cabras y ovejas [...] por otra parte,

estaba el sacrificio y desmembramiento de reses y cerdos, el esquileo de

las ovejas, la ordeña de vacas y la extracción de sebo, cueros y otras

partes aprovechables del animal.139

La presencia del ganado en la Misión no solo contribuyó a complementar la

pobre dieta que se tenía en los pueblos misionales, sino que también fue utilizado

como medio de transporte, de carga, como fue el caso del ganado caballar y el

asnal. Un aporte más que hay que atribuir a la presencia del ganado en la

misiónes que este era proveedor de materia prima para la confección de algunos

artículos:

137

Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 87.

138Ídem.

139Ibíd., p. 84 - 86.

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120

[...] de la lana [;] y del pelo de cabra las indias hilaban y tejían frazadas y

sayales [...] del ganado [...] el cuero para hacer contenedores y aparejos

de caballería y zapatos…140

El desarrollo de las actividades pecuarias dentro del sistema misional tuvo la

característica, al igual que la agricultura, de no lograr obtener altos niveles de

producción. Por consiguiente, no logró gestar alrededor de sus productos un

comercio que le permitiera obtener ingresos procedentes de la venta de sus

esquilmos. Sin embargo, en el caso de la ganadería, esta sí logró cubrir de

manera normal las demandas de carne y otros productos que de ella se derivaban.

En lo que respecta a la elaboración de productos procesados y la confección

de artículos manufacturados, puede señalarse que este tipo de trabajos logró

tener presencia en todos los núcleos Misionales. Gracias al desarrollo de este tipo

de labores, los misioneros lograron obtener un variado número de productos que

difícilmente podían adquirir dentro de la península. Sin embargo, lograron

innovarotros productos de acuerdo a sus propias necesidades. Pese a que su

desarrollo no puede calificarse de excepcional; incluyendo los volúmenes de

producción, el solo hecho de que este tipo de prácticas se hayan logrado gestar al

interior de los núcleos Misionales,constituyó un gran aporte para el propio

desarrollo del sistema y para el proceso de integración de los grupos indígenas

hacia las labores productivas, hecho que sí se consiguió con la agricultura y la

ganadería.

La principal dificultad que afrontó el proceso de enseñanza–aprendizaje de

este tipo de trabajos o artes hacia los indígenas, fue —como en todos los casos—

el desfase cultural entre ambas grupos y la escasa presencia de personal

calificado para la práctica y enseñanza de algún oficio. No obstante, gracias a la

férrea labor de los misioneros, hay indicios que en la recién fundada Misión de

Loreto:

[...] los indios [...] ya ayudaban en la tala de árboles y en la recolección

de ramas para la fabricación de algunos muebles, chozas y cercas para

el ganado, así como en la canalización de aguas [...] y perforación de

140

Ibíd., p. 92.

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121

De igual forma, en lo tocante a la producción de productos procesados

derivados de las labores agropecuarias, se tiene conocimiento de su destreza en:

[...] curtir la piel del ganado y aprovechar el cuero para hacer

contenedores y aparejos de caballería y zapatos. Trenzando pelo de la

cola de las reses hacían cabestros [...] se producía jabón, sebo y

manteca [...] Mediante el procesamiento de la caña se producía la

panocha o piloncillo [...] se preparaban dulces de leche [...] vinos y

aguardientes... 141

Es así como los misioneros, con sus carencias y necesidades, fueron

formando por medio de la instrucción los primeros zapateros, sastres, albañiles,

talabarteros, molineros, panaderos, barberos, boticarios, médicos,142 y una gran

cantidad de múltiples practicantes de oficios que posteriormente fueron

desapareciendo ante el declive de la población indígena. Tal suceso provocó

fuertes carencias de mano de obra, dando lugar a la llegada de gente de la

contracosta y de la propia gente que se retiraba de las obligaciones militares.

Es por esto que al intentar caracterizar el desarrollo productivo de una

economía como la establecida por los jesuitas en la California, deben considerarse

en, forma particular, aspectos como el medio físico y natural; el nivel cultural de la

población nativa; su posicióngeográfica con respecto a los centro productores; la

posibilidad de contar con materias primas e instrumentos para la producción, entre

otros aspectos. Así pues, y con base a un contexto bien representado, se pueda

entender de mejor forma el cómo y el porqué de las características productivas de

la economía Misional.

Como ya se comentó con anterioridad, otra de las vías necesarias para el

sostenimiento económico de las Misiones sudpeninsulares fue el abastecimiento

externo realizado periódicamente por los padres procuradores desde lejanos

lugares como la ciudad de México, Guadalajara; y principalmenteSonora y

Sinaloa. Por las características antes mencionadas de la producción agropecuaria

local,el abastecimiento periódico que desde el exterior recibían las misiones

141

Ibíd., p. 92- 95.

142Ibíd., p. 92.

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122

jesuitasdurante todo su accionar; más que un apoyo, fue una necesidad que no

haberse dadohubiera hecho insostenible la empresa jesuita en la California.

Bajo este escenario, la administración jesuítica se vio en la necesidad de

instalar lo que podemos denominar como un sistema de procuración. Este

consistió en colocar a Padres —con el cargo de procurados— en los lugares que

operarían como centros abastecedores de la sudpenínsula. Básicamente, ellos se

encargarían de recibir las memorias con las demandas, y,posteriormente,

renviartodo lo solicitado. Desde la ciudad de México, operaron como padres

procuradores: Juan de Ugarte (1697-1700) y luego, sucesivamente, los padres

Alejandro Romano (1700–1719) y José de Echeverría (1719–1729), el hermano

Juan Francisco Tompes (1729–1750) y por último el padre Juan de Armesto

(1750–1767).143 Todo lo enviado era recibido en Loreto por otro misionero con el

título de procurador, quien era el encargado de ―recibir y despachar los barcos,

cuidar del almacén, distribuir las memorias de los misioneros, proveer a los

soldados del presidio y llevar los registros contables‖.144 Posteriormente, todo lo

recibido era renviado a cada una de las Misiones, tanto las memorias de los

religiosos como el situado de la tropa.

Sobre él envió delas mercancías de México a la California, nos dice

Francisco Javier Clavijero:

Todo lo que se mandaba de México se llevaba comúnmente al puerto de

Matanchel, y de allí en el buque se transportaba a Loreto, en donde

residía otro procurador. Este era al mismo tiempo misionero, y además

de los ministerios de catequizar, bautizar, predicar, confesar y otros

semejantes, entendía en lo temporal de la península. Él recibía el

cargamento de los buques, despachaba a cada misionero lo que le

pertenecía, pagaba los sueldos a los soldados y marineros, o todo en

numerario, o parte en lienzos y otras cosas según ellos querían cuidaba

del almacén general y despachaba oportunamente los buques a los

puertos de la Nueva España, el mayor a Matanchel y a veces a Acapulco

143

Del Río, El régimen Jesuítico…, op. cit.,p. 135.

144Ibíd., p. 137.

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123

a recibir los géneros que se enviaban de México, y el menor al Yaqui o a

otro puerto de Sinaloa a traer víveres o ganado…145

Al igual que en la ciudad de México, la presencia de padres procuradores en

la ciudad de Guadalajarase hizo necesaria. Como en cualquiera de los grandes

centros urbanos de la época colonial, estos lugares tenían que ser regidos; por tal

motivo, padres como Pedro Matías Goñi y Feliciano Pimentelocuparon el puesto.

Asimismo, las provincias de Sonora y Sinaloa fueron lugares en los que residieron

Padres procuradores como Juan Manuel de Basaldúa, Pedro de Ugarte, Juan de

Ugarte y Francisco María Píccolo

En sufuncionalidad, la Misión —y por lo tanto todo el sistema— se regía bajo

el principio de la colectividad; es decir, todos los integrantes o miembros de una

Misión se esforzaban en la consolidación de una producción económica capaz de

sostener al grupo, y que generara, a su vez, la mejora física de la misión.146 Por

ello, en―la organización misional, solo los trabajadores que no eran catecúmenos –

soldados, marineros, sirvientes, vaqueros, gente de oficio y mayordomos– recibían

un sueldo, o sínodos si se trataba del misionero‖.147A esto hay que agregar que el

sistema no permitía la existencia o desarrollo de ninguna otra empresa o actividad

ajena a los fines misionales.

Básicamente, tanto las misiones peninsulares como sus homologas de la

contracosta, tuvieron como base económica el desarrollo de actividades

agropecuarias, lo cual fue determinante para el futuro desarrollo del núcleo

misional. Para los misioneros no era desconocido poder lograr, en el menor tiempo

posible, lapermanencia de la Misión para así convertirse en un productor

agropecuario.Al mismo tiempo, el logro de este objetivo les permitiríaatenderdos

cuestiones prioritarias del proyecto evangelizador; la obtención de alimentos y

materias primas de primera necesidad, así como la inducción de los indígenas

145

Francisco Javier Clavijero, Historia de la Antigua o Baja California, estudios preliminares de

Miguel León Portilla, México, D.F., Porrúa, quinta edición, 2007, p. 235.

146Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 68.

147Ídem.

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124

hacia una actividad integradora que, mediante su enseñanza, propiciara el

abandono de la vida nómada a la cual estaban acostumbrados.

En términos generales, la economía misional se caracterizó en primera

instancia por ser una economía incapaz de desarrollar una plena autosuficiencia.

Fue una economía que tuvo que ser apoyada, de principio a fin, por las misiones

de Sonora y Sinaloa. Además, fue enteramente de autoconsumo, perdiendo así la

oportunidad de desarrollar el comercio debido a la falta de excedentes, ya que la

poca producción que se lograba pertenecía a la colectividad. No obstante, mucho

después de la fundación de la economía misional, no se desconoció en forma

absoluta la existencia de pequeñas e insipientes manifestaciones de un comercio

hacia su interior; tal fue el caso de las menudas y fugases relaciones comerciales

suscitadas en la porción sur de la península por parte de los misioneros y los

pequeños pueblos mineros que comenzaron a surgir; o bien,del diminuto comercio

que se comenzó a realizar en la misión de Loreto por parte de los indígenas que

exponían a la venta pequeñas manufacturas con el fin de obtener alguna

retribución. De igual manera, hay que mencionar que dadas lasrazones antes

referidas, y algunas otras de carácter cultural, los núcleos económicos misionales

no lograron implantar una economía estable, y a su vez desarrollaron una

economía mixta: natural–agropecuaria, que en el tiempo fue causando mella en la

población indígena.

A manera de conclusión, debemos comprender que con la fundación de la

primera Misión californiana, no solo inició un proceso que hemos denominado

como economía misional, sino que a su vez, fue el momento en que la cultura

occidental, con su posición dominante y conquistadora; ymediante un proceso de

aculturación, irrumpió el delicado equilibrio de una sociedad dedicada a la caza, la

pesca y la recolección. Fue un periodo en que la economía natural —desarrollada

por los indios californios— encontró un punto de inflexión dentro de su larga

duración, y comenzó a declinar mientras se abría paso una nueva economía

mixta: misional–natural; fue el momento en quese trastocarontanto la ocupación

de los espacios como la organización de territorios indígenas, debido a la inserción

de una nueva sociedad con una nueva cultura y una concepción diferentesobre el

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125

espacio geográfico peninsular. En definitiva, fue el momento en que la Corona —

una vez más y por medio de una de sus instituciones de avanzada como lo fue la

Misión y el presidio— logró ampliar su área de dominio y alcanzó esta nueva

región para el beneficio de España; aunque en el caso de la economía misional de

la California, no lo fue tanto, pues nunca rebasó los límites de una economía

productora de valores de uso.

Alejandra Moreno y Enrique Florescano explican este suceso:

[…] estas nuevas fundaciones tuvieron como propósito explotar los

recursos, ampliar el área de dominación o integrar las regiones coloniales

para beneficio de España y sus representantes, por lo que básicamente

se puede decir que estaban orientadas hacia el exterior…148

148

Moreno Toscano, El sector externo y la…,op. cit., p. 15.

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126

II.3. La misión como epicentro regional, su ubicación en el espacio y su

relación con el medio.

Para los ignacianos, la fórmula para la permanencia y expansión de sus

núcleos misionales sobre territorios de frontera había sido más que probada en las

provincias de Sonora y Sinaloa; por ello, el buen funcionamiento y la futura

consolidación de las Misiones peninsulares dependieron de que tan bien se

podían desarrollar o adecuar dichas estrategias sobre el escenario que la

sudpeninsula ofrecía. Es por esto qué desde su llegada a tierras peninsulares, los

ignacianos se dieron a la tarea de buscar, a lo largo y ancho del territorio

sudpeninsular, cualquier tipo de espacio geográfico que fuese diferente a la aridez

generalizada, y que a su vez permitiera el desarrollo de actividades agropecuarias,

así como el desarrollo de la base económica misional.

A diferencia de las empresas que llegaron a la California antes de la

conquista ignaciana, y cuya intención era arrancar los míticos tesoros que

aparentemente resguardaba entre sus mares y territorios, la empresa jesuita tuvo

como objetivo principal la salvación de las almas indígenas. Contó, de inicio a fin,

con el apoyoeconómico de las provincias jesuitas de la contracosta continental, lo

cual les sirvió como soporte entre la llegada y el inicio de las actividades

productivas. Sin embargo, el desarrollo agrícola interno en cada una de las

fundaciones que se fueron logrando, constituyó una necesidad que, más allá de

generar una estabilidad económica para los establecimientos misionales, fue una

actividad primordial del proceso de integración de las bandas de indígenas hacia

una vida sedentaria. Era tal la importancia de encontrar tierras aptas para el

desarrollo agrícola y pecuario que, dentro de los relatos realizados por los

misioneros en las primeras jornadasde exploración, se puede notar un entusiasmo

y una alegría un tanto exagerada por la presencia de agua o tierras

aparentemente cultivables. Para ejemplificar esto tenemos la referencia del viaje

realizado en mayo de 1699 por el padre Francisco María Píccolo, sobre la sierra

de la Giganta:

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127

[…] de repente se […] abrió una cañada tan espaciosa, tan amena, con

árboles y arroyos, que todos se llenaron de alegría […] fueron gozando

de la vista de muy buenas sabanas, llenas de pastos, abundancia de

tunales grandes, hermosos mezcaleras por todas partes, con muy

grandes raíces, y árboles frutales […] a todos pareció tierra de grande

bendición y fertilidad y de las mejores que tenga la Nueva España de

pastos para ganados y tierras para siembras…149

Lo anterior puede ser entendido como una exageración relativa, pues

evidencia la presencia de oasis en la región montañosa de la Giganta y lo

complaciente que puede ser la tierra cuando es receptora de las escasas lluvias.

Caberecordar que los jesuitas tenían entre sus objetivos más altos salvar

las almas indígenas; y, por otra parte, el escenario les pareció perfecto para la

materializaciónde sus más animosas proyecciones religiosas. A decir verdad, los

jesuitas eran parte de una institución de avanzada enviada por la Corona; y como

tal, tenían que responder e informar sobre los avances realizados en cada una de

sus actividades; principalmente las que tenían que ver con razones político-

económicas; por ejemplo, cuando llegaban a encontrar una bahía segura de la

costa del Pacífico en la que los Galeones de Manila se pudieran resguardar y

abastecer. Asimismo, debían rendir cuenta sobre la situación de las pesquerías de

perlas en las costas peninsulares e informar también sobre la presencia de

metales preciosos. Fue así como la conjunción de necesidades y

responsabilidades dio pie a múltiples jornadas exploratorias sobre

tierrascalifornienses. Este proceso permitió el descubrimiento paulatino de cada

uno de los oasis que resguardaba el territorio, que además fueron el verdadero

tesoro que la sudpeninsula brindóal proyecto colonizador.

Considerando lo anterior, es evidente que la fundación y ubicación de las

Misiones dentro del territorio sudpeninsular obedeció esencialmente a dos

factores. El principal, quejustificaba la presencia de los ignacianos sobre estas

tierras, era el de fundar la Misión sobre aquellas zonas donde la existencia de

149

Pablo L. Martínez, Historia de Baja California, edición crítica y anotada, Mexicali, México, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Autónoma de Baja California, cuarta edición, 2005, p.207.

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128

bandas o rancherías de nativos fuera más numerosa; y el segundo obedeció a la

razón de fundar el centro misionalcerca de aquellos lugares donde la presencia de

manantiales de agua dulce y tierras fértiles les permitiera generar un sustento a

futuro. Lo ideal era, por obvias razones, que se lograran conjugar ambos aspectos;

sin embargo existieron casos en que, debido a la presencia de nutridos grupos de

naturales, fue necesario erigir algunas misiones en zonas carentes de agua y

tierras fértiles; tal fue el caso de la misión de San Luis Gonzaga,Nuestra Señora

de Guadalupe, Nuestra Señora de los Dolores del Sur y Nuestra Señora del Pilar

de La Paz. Estas misiones tuvieron un desarrollo e importancia menor en

comparación con otras fundaciones; razón por lo cual terminaron como pueblos de

visita de otros núcleos misionales más favorecidos; o en el peor de los casos,

totalmente abandonadas. Por otro lado, ninguno de los oasis con cuerpos de agua

permanentes de extensiones relativamente grandes —o con mantos freáticos

considerables y manantiales superficiales generadores de comunidades vegetales

como los palmares— quedaron exentos de un asentamiento misional. Es así como

se fundaron las misiones de Santa Rosalía de Mulegé, San José de Comondú, La

Purísima Concepción, Santiago, San Ignacio, San José del Cabo y Santa Rosa de

las Palmas(Véase mapa 16). Sin duda alguna, dada la época del proceso en

cuestión, la insularidad del territorio,las características del medio y los recursos

materiales y tecnológicos de los cuales se podía echar mano, el espacio

geográfico ysus características geofísicas no podían ser un aspecto más o un dato

a priori, sino un factor que modificaba las posibilidades de permanencia y de

producción.

Con el establecimiento de los primeros núcleos misionales; iniciando con

las misiones de Nuestra Señora de Loreto Concho y San Francisco Javier Vigge,

fundadas entre 1697 y 1699 dentro de una zonasobre la cual deambulaban grupos

de diferente filiación lingüística, y ubicada espacialmente entre el interior de la

sierra de la Giganta y la planicie que se extiende desde su pie hasta la costa del

Golfo de California, se fueron generando dos procesos: uno, en detrimento del

otro, y que cambiaría históricamente la ocupación de los espacios peninsulares.

Por un lado, los Jesuitas, con su posición de colonizadores y poseedores de una

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cultura dominante ante las prácticas de caza, pesca y recolección de los indígenas

peninsulares, fueron generando un proceso territorializador al ir estableciendo

asentamientos permanentes a lo largo y ancho del territorio. Proceso que, cabe

aclarar,se dio de forma lenta y diferenciada en cuanto al impacto y reacción

producida en los espacios sociales afectados por el núcleo misional.

Mapa 16. Misiones más favorecidas con agua y tierras fértiles

Por otro parte, también se fue produciendo un proceso de desterritoriali-

zación al irse desquebrajando un mosaico de espacios sociales conformado por

Fuente: Elaboración propia.

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130

los territorios de recorrido de los indígenas peninsulares. Este proceso, en un

primer momento, no pareció impactar mucho en la dinámica de las bandas de

naturales, principalmente por estar acostumbrados a continuos procesos de

conflictos y negociaciones ante la ocupación de sus territorios; a esto debe

añadírsele la lentitud del proceso colonizador y la falta de eficiencia en los

procedimientos de aculturación:

[…] por lo que, al principio de la relación, los indígenas siguieron

comportamientos similares a los que adoptaban antes del contacto.150

Sin embargo, lo cierto es que los lugares privilegiados de los indígenas —

los oasis—, epicentros de sus recorridos, fueron ocupados por extraños. (Véase

mapa 17).

Mapa 17. Misiones y distribución de grupos tribales sobre el sur peninsular

En el mapa 17, ejemplificamos en forma gráfica el establecimiento de las

microregiones misionales sureñas en las inmediaciones de oasis y la distribución

espacial de los grupos etnolingüísticos de la zona. Este ejercicio nos permite

observar como las misiones con su papel de núcleos sociales aglutinantes y sus

150

Rodríguez Tomp, Los Limites de la Identidad, op. cit., p. 177.

Fuente: Elaboración propia con base en: Aguilar Marco, et al., Misiones en la península…, op. cit., p. 26.

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131

áreas jurisdiccionales, quedaron incrustadas en una geografía social, que aunque

dinámica y cambiante, era milenariamente funcional.

Fue así como el sistema misional comenzó a desarrollar estrategias de

aculturación desde su llegada, y, aunque untanto disfrazadas por la actitud

pacífica y bondadosa de los misioneros, iban totalmente en contra de la tradición

cultural desarrollada por los californios. Conforme se fue expandiendo el sistema y

se fueron evidenciando los objetivos del proyecto, se generó en ellos una fuerte

resistencia al cambio. Cada nueva Misión, cada nueva fundación que se realizaba,

iniciaba un proceso de alteración y desequilibrio en la ocupación y

aprovechamiento de los espacios habitados por los naturales, la cual ya no tendría

vuelta atrás.

En el modelo de ocupación misional, el lograr atraer a los indígenas hacia la

Misión no solo implicaba la oportunidad de iniciar en ellos un proceso de

aculturación, sino que tambiénse propició un desplazamientoinusual el cual estaba

en contra de los trayectos que comúnmente efectuaban. Como consecuencia, y

por circunstancias ajenas a sus tradiciones culturales, se originaron desajustes en

sus rutinas de recorrido, se modificó la espacialidad de sus territorios y se

suscitaron fricciones o alianzas entre los grupos convergentes en el núcleo

misional.Comenzaba pues, la fuerza aglutinante del modelo misional ha

desquebrajar un mosaico espacial formado por territorios de recorrido, al tiempo

que aparecían otros núcleos sociales que vendrían a reorganizar los espacios

mediante formas distintas de apropiación.

La Misión se desempeño como centro rector; fue ―una institución hegemónica

y ordenadora que dio sentido a todas las demás instituciones que en ese entonces

fueron introducidas y desarrolladas por los jesuitas en el ámbito peninsular‖.151 De

igual forma, y como ya se comentó, fue también una institución de conquista y

unidad evangelizadora que, aunque en teoría era de carácter transitorio, en la

sudpeninsula fue dotada de un poder excepcional que le permitió organizar, dirigir

151

Ignacio del Río, Conquista y Aculturación en la California Jesuítica 1697-1768, México, IIH, UNAM, p. 115.

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132

y modificar su estructura de gobierno de acuerdo con sus propios ideales y

convicciones durante siete décadas. De las diecisiete misiones fundadas, Loreto

se convirtió en elprincipal núcleo político–administrativo durante todo el periodo

que duro la administración jesuita en la sudpeninsula. Este lugar fue donde

residieron los padres presidentes al igual que los procuradores. Asimismo,

también residió ahí el capitán Gobernador, se instaló el Presidio, ahí se ubicó el

Almacén General y en élse recibían las mercancías venidas de la contracosta para

luego ser distribuidas al resto de las misiones peninsulares.

Mapa 18. La misión de Loreto como núcleo político - administrativo

Fuente: Elaboración propia.

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133

Loreto y todas las demás misiones peninsulares organizaron su vida social,

política y económica en función de alcanzar dos de sus más altos propósitos: la

evangelización de los indígenas y el desarrollo de actividades agropecuarias.

El nacimiento y erección de cada núcleo misional era la consecuencia de

largas jornadas exploratorias por parte de los ignacianos en búsqueda de las

siempre dispersas bandas de naturales y de los parajes idóneos que permitieran el

desarrollo de actividades agrícolas. Así eligieron y fundaron todos los núcleos

misionales. De ellos, podemos mencionar la fundación de la misión de La Paz, la

cual se encuentra sobre un paraje de la antigua Bahía de la Santa Cruz —des-

cubierto durante un viaje realizado por el padre Jaime Bravo y Juan de Ugarte

hacia el territorio sureño en 1720—. Otro ejemplo, producto de los viajes de

exploración realizados por Juan María Salvatierra (1701), Francisco María Piccolo

y Juan María Basaldúa152 en agosto de 1703, fue la fundación de la misión de

Santa Rosalía de Mulegé, la cual se yergue cerca de un oasis pegado a la costa

del Golfo.Por otro lado, el establecimiento de Todos Santos como pueblo de visita

de la misión de La Paz —paraje descubierto por el padre Jaime Bravo [habitado ya

por indígenas] y el cual considero bueno para la siembra— fue elevado a

categoría de Misión en 1733.Una vez elegido el sitio, la Misión o el pueblo de visita

se fue materializando poco a poco con la edificación de chozas o cabañas que

fungían como templo o viviendas para los indios, los sirvientes, religiosos o

marineros. De esta forma, la zona se iba modificando poco a poco por el

desmonte de áreas para uso común o por la necesidad de preparar los primeros

cultivos. Como un ejemplo de los antes dicho, exponemos un fragmento de los

inicios de la fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar de La Paz.

Los tres días siguientes [del desembarque] se gastaron en despejar el

monte, en que poner unas barracas, así para vivienda de los padres y

iglesia como para la gente de mar y indios cristianos, […] reconocióse

también paraje a propósito para fundar la misión, iglesia y vivienda, que

152

W. Michael Mathes, Las Misiones de Baja California 1683 – 1849, una Reseña Histórica Fotográfica, Gobierno del Estado de Baja California Sur, II. H Ayuntamiento de La Paz,p. 65.

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se halló muy a propósito en una loma alta, que domina las playas a tiro

de escopeta corta del aguaje y de suelo duro y llano con una mesa muy

espaciosa […]153

Imagen 23 y 24. Dibujos del padre Ignacio Tirsch Misión de San José del Cabo – Misión de Santiago

En el caso específico de los pueblos de visita o visitas, como comúnmente se

les acostumbro llamar, cabe aclarar que su condición material, económica, política

y social fue casi siempre mucho menor que el núcleo misional al cual pertenecían.

Las visitas fueronsitios que ocasionalmente eranprocurados por el misionero para

atender las cuestiones religiosas y cuidar de pequeños huertos. De manera

general, podemos decir que fueron ―núcleos pequeños de población dependientes

de la cabecera misional. Tales asentamientos con frecuencia tuvieron poca

estabilidad y duración‖.154

El núcleo misional era diferencia de los territorios de recorrido, un

asentamiento estable que se fue materializando poco a poco. El pobladotenía

como edificio principal la capilla o templo, el cual ―primeramente se procuraba

hacer y mejorar, dado que constituíauna indispensable base material para el 153

Jaime Bravo, ―Razón de la entrada al puerto de La Paz: conquista de la nación guaycura, y

fundación de la misión de Nuestra Señora del Pilar en California, año de 1720, por el padre Jaime Bravo‖ en Jaime Bravo et. al. Testimonios Sudcalifornianos, nueva entrada y establecimiento en el puerto de La Paz, 1720,La Paz, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, 1989, p. 30.

154 Lilia Margarita Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos, una misión californiana (1723-

1854), Tesis de Licenciatura, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, p. 21-22.

Fuente: Altable, ―La economía misional‖, op. cit., p. 70.

Fuente:L. Martínez, Historia de Baja California, op. cit., p. 209.

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135

cumplimiento de la función religiosa‖,155pero que además era la referencia

principal para organizar la ocupación de los demás espacios. Asimismo se

construía un variado número de chozas alrededor de la iglesia. Estas tenían un

aspecto sumamente rustico y estaban hechas de materiales propios de la zona

como el carrizo la palma, el barro etc., y que servían como morada para el

misionero, los soldados y los indígenas.

Concretamente:

El poblado misional era una especie de pequeño caserío levantado en

derredor de la iglesia y de la morada del misionero. Además de las

edificaciones, siempre sencillas y escasas, cada misión tenía por lo

común una huerta de frutales y hortalizas, así como terrenos de

agostadero para el ganado ytierras para la siembra de maíz, trigo y otros

granos. A veces la escasez de agua obligó a emprender cultivos en sitios

alejados de la cabecera misional; en tales casos se formaban allí pueblos

de visita, lugares que, pese al nombre, no siempre contaron con una

población arraigada de fijo.156

―Con premura se emprendía la obra de lo que modernamente llamaríamos

infraestructura económica: delimitación de áreas de cultivo, roturación de tierras,

apertura de caminos y canales de riego, acopio de ganados y especies

vegetales‖.157A partir de este momento se producía elquiebre —la ruptura— del

orden espacial y de la forma de ocupación que ancestralmente venían realizando

los nativos. Al establecerse un cambio significativo en la forma de ocupación de

los territorios se estableció la asignación de un territorio específico para el

desarrollo de las acciones económicas, políticas y sociales.La sola presencia de la

Misión en un espacio geográfico determinado pudo haber significado, dentro de la

organización territorial de los californios, el abandono total de una zona de caza o

155

Del Río, Conquista y aculturación…, op. cit., p. 120.

156Ibíd., p. 118.

157 Delfina E. López Sarrelangue, ―Las misiones jesuitas de Sonora y Sinaloa, base de la

colonización de Baja Californio”, Estudios de historia novohispana, vol. 2, 1968, p. 10.

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recolecta para ciertas rancherías; o bien, la obstaculización de su acceso a ciertas

zonas de trashumancia como las playas, oasis o serranías. Como seguramente

sucedió en la misión de Todos Santos, donde ―durante los primeros tiempos de

existencia casi no tuvo la oportunidad de impartir la doctrina entre los Guaycuras,

ya que estos rehuyeron toda relación con el misionero‖.158

Una vez afianzado el núcleo misional, este comenzaba a interveniry a dejar

sentir su influencia sobre todo lo que espacialmente pudiera injerir; empezaba a

colocarse como foco de atracción social y generador de gérmenes de

poblamiento. Es por esto que, inmediatamente después de la fundación, el

misionero iniciaba su labor sustantiva queconsistía en propiciar el contacto

pacífico con los indígenas, atraerlos a la Misión y lograr su pronta conversión para

la salvación de sus almas. Iniciaba, pues, un proceso social que produjo una

desorganización mayor, pues en el fuerzo de la actividad evangelizadora, la Misión

comenzó a congregar temporalmente a diferentes rancherías. Este hecho propició

que fueran realizados diversos desplazamientos —inusuales— dentro de sus

territorios de recorrido; lo cual desestabilizó sus formas tradicionales de

organización espacial. A esto debemos agregar la creación de los pueblos de

visitas, fundados en sitios jurisdiccionales de la misión donde los religiosos

congregaban a diferentes rancherías con la intención de propiciar asentamientos

estables. Sin embargo, esto se tradujo en encuentros forzados por parte de las

diferentes rancherías que históricamente habían sido enemigas. Al respecto,

Ignacio del Río nos dice:

…el solo hecho de que diversas rancherías convivieran en la m isión,

aunque fuera por poco tiempo, debe haber contribuido a reducir

antagonismos tradicionales y a abrir cauces para la interpretación social

de los grupos.159

La Misión y sus alrededores formaron lo que podemos llamar microrregiones

misionales, las cuales tenían como epicentro a un poblado o núcleo misional. Este

núcleo contaba con un área un poco menos definida o específica que podemos

158

Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos…, op. cit., p. 24.

159 Del Río, ―Cazadores–recolectores en la baja…‖, op. cit., p. 6.

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137

denominar como su hinterland.160 El hinterland estaba constituido por espacios

comúnmente habitados y utilizados por la Misión, como las tierras para cultivo; los

terrenos de agostadero; los aguajes; los pueblos de visita y los territorios

reconocidos como áreas jurisdiccionales. La fuerza aglutinante de cada una de

estas microrregiones misionalesdependía tanto del número de rancherías (en

contacto con ellas) como de la astucia y habilidad por parte del misionero para ir

establecimiento ―visitas‖ e ir arraigando en ellas un buen número de rancherías;lo

cual ampliaba considerablemente su área de influencia. Como una referencia de

esta estrategia, tenemosel testimonio del padre Juan Bautista Luyando, en su

misión de San Ignacio:

[…] todas las rancherías [dispersas en el amplio distrito de la misión]

están sujetas y a obediencia del padre […] y sólo con licencia del padre

pueden ir a sus distantes tierras, pero dejando siempre a los viejos, niños

y mujeres encinta[s] y enfermizos en el pueblo perteneciente a ellos,

cercano a la misión, para cuyas cabeceras se les señalaron los parajes

más cercanos y mejores de la misión, en que tienen su iglesia y algún

ganado menor y gallinas…161

La presente organización espacial obedecía, sin duda alguna, al eficaz modelo

misional de penetración y afianzamiento de territorios eslabonados que iniciaron

sobre el noroeste. Aunque el modelo misional estaba más que probado, su

desarrollo social, económico, espacial y temporal no fue igual en cada uno de los

núcleos misionales de la provincia californiana, como tampoco lo fue en Sonora y

Sinaloa. Sobre el territorio peninsular, el espacio geográfico jugó un papel

trascendental al ser una variable activa e influyente para los grupos sociedades

asentados en él. Los religiosos, a diferencia de las bandas de cazadores-

recolectores, no encajaban con el espacio y el escenario que la California les

ofrecía, puesto que culturalmente no estaban adaptados a este tipo de territorios,

de ahí que el espacio era ―redefinido desde fuera por los intereses extralocales

160

Territorio o área de influencia de un asentamiento.

161 Del Río, Conquista y aculturación…, p. 122.

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138

que observan en él rasgos de pobreza y esterilidad‖;162tal como lo dejó

entreverJuan Jacobo Baegert:

[…] es un desierto sin agua e intransitable, debido a tanta piedra y

espinas […] o en otras palabras, una extensa roca que emerge del agua,

cubierta de inmensos zarzales y carente de hiervas, praderas, montes,

sombras, ríos y lluvias.163

Conforme fue avanzado la actividad evangelizadora, yse fueron descubriendo

los oasis peninsulares, el sistema de Misiones fue estableciendo en ellos los

gérmenes de poblamiento más longevos de la historia peninsular: es decir,

Misiones que bajo una economía de oasis fueron destacando, en cuanto a

producción y permanencia, debido a los recursos que estos les brindaron, y los

cuales les permitieron tener cierta capacidad productiva.

Mapa 19. Microregión Santa Rosalía de Mulegé

162

RodríguezTomp, Los Limites de la Identidad..,op. cit., p. 180.

163Baegert, op. cit., p.29.

Fuente: Elaboración propia.

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139

El espacio geográfico —arriba expuesto— corresponde a lo que hemos

denominado microrregión Santa Rosalía de Mulegé, construcción teórica

delmodelo de ocupación misional. En ella representamos los espacios que en

conjunto constituían las microrregiones y sus jurisdicciones: pueblos de visita,

zonas de cultivo, zonas de agostadero y el núcleo misional, el cual intervenía a

todos los demás espacios. Esta microrregión fundada en un oasis junto al mar,

integró a grupos etnolingüísticos como los cadegomeños, los didiu, los laimon y

los monqui según la distribución degrupos tribales realizada por William C. Massey

y J.Ángel Ochoa Zazueta.

Con lo expuestohasta aquí, podemos señalar la importanciatan grande que

tuvo la existencia de nichos bióticosen la vida social y económica de las primeras

poblaciones de nuestra área de estudio. Ya desde los grupos de cazadores-

recolectores, estos espacios adquirían un gran significado e importancia como

zonas de caza y recolecta; eran espacios necesariamente habitados por los

grupos tribales, y podrían haber sido incluso el centro de sus territorios de

recorrido.164Sin embargo, con el establecimiento de las Misiones, estos espacios

tan necesarios y tan importantes para las bandas de indios californios, que en

épocas de abundancia seguramente fueron escenario de grandes festividades,

dejaron de cumplir la función que durante siglos desempeñaron; y que en gran

medida daba estabilidad a la vida trashumante de las diversas bandas de

indígenas que los visitaban estacionalmente.

La hipótesis aquí expuesta, resalta que estos espacios geográficos —los

oasis— no pasaron a segundo término ni dejaron de ser utilizados con la extinción

de la población indígena, sino simplemente pasaron a ser el asiento estable que

dio soporte a una institución como la Misión y a una sociedad culturalmente

diferente, cuya capacidad de accesibilidad y obtención de recursos naturales era

más elevada que la de los californios.

164

Martha Micheline Cariño Olvera, Historia de las relaciones hombre naturaleza en Baja California Sur 1500 – 1940, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California Sur, Secretaría de Educación Pública, 2000, p. 36.

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140

Con el establecimiento de la Misiones, los oasis peninsulares se irían

convirtiendo en epicentrosmicroregionales. Es por esto, que planteamos como una

de nuestras hipótesis, que la presencia de pequeños ecosistemas (oasis) con

características ecológicas diferenciadas a la generalidad del seco y árido clima

sudpeninsular, tuvieron un carácter primordial dentro del proceso de fundación de

los primeros asentamientos coloniales-permanentes del territorio. Lo cual, nos

permite plantear a su vez, que la conformación de las regiones económicas dentro

del territorio sudpeninsular tiene como su primer antecedente la implantación del

sistema misional, puesto que mediante él se logró la fundación de los primeros

asentamientos coloniales-permanentes dentro del territorio, incluyendo el

desarrollaron las primeras actividades productivas.

Aunque la orden jesuita logró fundar alrededor de 17 núcleos misionales en

territorio sudpeninsular, no todos fueron establecidos en las inmediaciones de los

oasis, razón por la cual no todos lograron prolongar su existencia, ni brindar la

posibilidad de albergar poblaciones futuras. Es por esto que plantemos a los

núcleos misionales establecidos en los oasis sudpeninsulares, como las

primerasmicrorregiones económicas locales. Estas misiones favorecidas con agua

y tierras fértiles fueron al igual que las demás, estableciendo pueblos de visita,

definiendo áreas jurisdiccionales por zonas de agostadero, cultivo, y por la

presencia de bandas de indígenas en sus territorios aledaños; sin embargo, el

desarrollo de sus actividades económicas fue más estable, permitiéndoles

albergar un número mayor de rancherías de forma estacional y desarrollar una

infraestructura material más grande y perdurable, lo cual se traducía en una mayor

intervención e inferencia sobre todo lo existen en la sociedad sudpeninsular. En

conjunto, estas misiones, más las menos favorecidas intervenían, controlaban y

dominaban toda una región misional en la península de California.

Es pertinente hacer notar que, nuestro planteamiento encuentra una

singularidad en las misiones de:Santa Rosalía de Mulegé, San José de Comondú,

La Purísima Concepción, Santiago, San Ignacio, San José del Cabo y Santa Rosa

de las Palmas; que es la presencia del oasis, la prolongada ocupación de dichos

espacios y el desarrollo de las primeras actividades productivas, esta constante,

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141

que brinda cierta homogeneidad al conjunto de misiones, nos permitió construir el

modelo teórico de microrregiones económicas. Espacios sociales, políticos y

económicos que hemos diferenciado del total de Misiones fundadas, por contar

con características específicas como: sus condiciones naturales similares, sus

características productivas similares y su infraestructura social, que las destacan

de un todo mayor.

Así pues, los asientos Misionales en los oasis fueron los núcleos económicos

más tempranos que se conocen y los espacios sociales más longevos de nuestra

historia. Epicentros regionales de nuestras microrregiones y que a continuación

caracterizaremos.

La misión de Santa Rosalía de Mulegé, fundada en 1705 por el padre jesuita,

Juan María de Basaldúa,aun costado del arroyo de Mulegésobre una meseta llena

de mezquites,desde su establecimiento, destacó por la presencia de agua y

tierras fértiles que le permitieron establecer cultivos de maíz y trigo, y

posteriormente huertos con cultivos de palmas dátiles, algodón y uvas. Sin

embargo, sus tierras y cultivos fueron continuamente afectados por las avenidas

de agua que arrasaban todo durante la época de lluvias y huracanes.

Entre los pueblos de visita que fueron parte integral de esta microrregión,

podemos mencionar a San Luis, Santa Lucia, Santísima Trinidad, San Patricio,

San Marcos, Santa Águeda, San Lucas y San José de Magdalena165, los cuales

junto con la misión, aglutinaron a bandas de indígenas de tipo: cadegomeño,

didiu, laimon, monqui e ignacieño. Para 1745, su población oscilaba entre los 300

individuos, cifra que se redujo significativamente para 1800, cuando sólo se

contaron 90 personas. La misión de Santa Rosalía de Mulegéfue abandonada en

1828, por falta de población.

165

W. Michael Mathes, Las Misiones d Baja California 1683 – 1849. Una reseña histórico – fotográfica, La Paz, México, Gobierno del Estado de Baja California Sur, II H. Ayuntamiento de La Paz, 1977, p. 65.

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142

Imagen 25. Vista satelital del oasis y comunidad Mulegé

Por su parte, la misión de San Ignacio fundada sobre la parte norte del

territorio sudpeninsular, en las cercanías del desierto de Vizcaíno, y al norte de la

misión de Santa Rosalía de Mulegé, estuvo a cargo de los padres jesuitas, Juan

Bautista Luyando y el padre Sebastiano de Sistiaga en 1724. Por su ubicación en

las inmediaciones de un oasis, esta misión, núcleo de otra de nuestras

microrregiones, contó con agua y tierras fértiles para realizar labores de cultivo de

las que se obtenía trigo, higos, uvas, dátiles y granadas. Unos de sus fundadores,

―Juan Bautista Luyando, sembró en esta misión, a los dos años de haber llegado

dos fanegas y media de trigo y poco más de seis de maíz, aunque originalmente

disponía de tierras para mayores siembras.‖166 En sus inmediaciones estableció

pueblos de visita como San Borja, San Joaquín, San Sábas, Santa María

Magdalena, Nuestra Señora de Los Dolores, San Atanasio, Santa Monoica, Santa

Martha, Santa Lucía, Santa Ninfa, Santa Clara, Santa Ana y San Juan Bautista.

166

Del Rio, El régimen jesuítico, op. cit., p. 110.

Fuente: Google Earth (2008).

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143

Nutrido número de visitas que daban a notar la capacidad de integración que

desarrollo esta microrregión. Fueron tan halagadores sus registros productivos

que se lograba la cosecha suficientede maíz y trigo para alimentar a más de 1,200

indígenas; y al mismo tiempo, ayudar a las Misiones menos agraciadas. Sin

embargo, por su fundación en las cercanías de un arroyo —al igual que en Santa

Rosalía de Mulegé—, esta misión perdió tierras y cosechas debido a las grandes

avenidas de agua que se registraban en épocas de lluvias y huracanes.

En sus buenos tiempos, esta Misión logró producir hasta 100 tinajas de

vino y aguardiente por año. En 1745 se logró registrar una población de 800

personas, que para 1800 sólo sumaron 130. Posteriormente, fue abandonada en

1840.

Imagen 26. Vista satelital del oasis y comunidad San Ignacio

OS

Fuente: Google Earth (2008).

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144

La misión de San José de Comondú logró su desarrollo gracias a la mano

de los misioneros; Julián Mayorga, Francisco Javier Wagner y el padre Franz

Inama. Fue fundada en 1708 por Mayorga, y destacó como una de las más

provechosas y mejor equilibrada en cuanto al desarrollo de sus actividades

agrícolas y pecuarias. Para el año de 1753, la Misión logró cosechar ―72

toneladas de trigo y 33 de maíz, cantidades que probablemente excedían en un

diez o veinte por ciento a las necesidades de la misión‖.167 Este hecho viene a

constatar la presumible ventaja que tenía dicha misión debido a sus excelentes

recursos de agua y tierra. En cuanto a lo pecuario, también fue una Misión

afortunada, destacándose en la crianza de ganado bovino, cabras y ovejas. Para

1773, a seis años de la expulsión de los jesuitas, todavía contaba con un hato

conformado por 1,413 ejemplares de ganado lanar, 249 de ganado cabrío y un

total de 293especímenes, el cual estaba integrado por ganado caballar, asnal y

mular.168

167

Altable, ―La economía...‖, op. cit., p. 77-78.

168Ibíd., cuadro 5 y 6, p. 89-90.

Imagen 27. Vista satelital del oasis y comunidad San José de

Comondú

OS

Fuente: Google Earth (2008).

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145

La misión de Santa Rosa de Todos Santos nació primeramente como un

pueblo de visitafundado en1723 para la misión de La Paz. Sin embargo, gracias a

las condiciones geográficas y naturales del sitio, y a la caridad de una

benefactorade nombre María Rosa de la Peña, este pueblo de visita tomaría en

1733 el rango de Misión a cargo del padre Segismundo Taraval. Su calificativo fue:

Santa Rosa de Todos Santos.

A diferencia de otros espacios donde hubo núcleos misionales, esta Misión

contó con el recurso del agua y de tierra fértil en abundancia, por lo que su

desarrollo agropecuario fue uno de los más constantes dentro del sistema misional

iniciando desde 1723 con los primeros desmontes, la preparación de tierras y con

la construcción de los primeros canales de riego. Entre sus cultivosdestacaba por

su importancia el maíz y la caña de azúcar, seguido porel arroz y el trigo, aunque

también se cultivaron granos como el fríjol y el mijo. Asimismo, se obtuvieron

Imagen 28. Vista satelital del oasis y comunidad de Todos

Santos

OS

Fuente: Google Earth (2008).

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146

productos —derivados de la caña— como la panocha, el aguardiente y la miel,

gracias a la existencia de los conocidos trapiches, que para el año de 1744 ya

existían en estaMisión. En 1755, Todos Santos produjo 250 fanegas de maíz, 120

de trigo y 130 de arroz.169

En cuanto a la cría de algún tipo de ganado, la misión de Santa Rosa de

Todos Santos se destacó por sus manadas de ganado bovino, de ganado caballar,

mular y asnal, las cuales doblaban, por lo regular, el número existente en las otras

misiones.170 Para 1762, estaMisión contaba con un hato integrado por 1,200

reses, 137 caballos y 69 bestias entre mulas y burros.171De acuerdo con los

registros dejados por Segismundo Taraval, la misión contaba en 1733 —fecha en

que alcanzo el rango de misión— con una población integrada por el sacerdote

algunos soldados y ochocientos indígenas;172de estos, según decía:

[...] estaba formada por ochocientos indígenas agrupados en [siete]

rancherías, y éstas en tres gremios. Uno de la rama y variación de los

indios de la misión de los Dolores, que son los callejues, otro de

huchitíes [...] el otro es una corta ranchería que ha quedado de las islas

adyacentes y son de la nación pericú, el gremio de los huchitíes que se

compone de cuatro rancherías, de aripes, coras, pericúes o vinees, y los

que llaman por antonomasia huchitíes[...]173

De aquí en adelante, la población de esta misión, al igual que toda la de la

región sur, sufriría grandes estragos, propiciados principalmente por la muerte de

muchos de ellos en la rebelión de 1734 y por las fuertes epidemias que azotaron la

zona; de tal forma que, para 1768, sólo quedaban 83 indígenas que no eran ni

siquiera los que le dieron vida al centro misional, puesto que en 1748, al

suprimirse la misión de La Paz, esta población fue trasladada a Todos Santos y la

de Santiago.

169

Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos...,tabla 1, p. 75.

170Altable, ―La economía misional...‖, op. cit., p. 88.

171 Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos…, op. cit., tabla 2, p. 79.

172Ibíd., p. 88.

173Ibíd., p. 30.

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147

La misión de Santiago fue fundada primeramente por parte del padre Ignacio

María Napolí en 1721, para posteriormente ser mudada y vuelta a fundar en 1723,

sólo que esta vez por medio del padre Jaime Bravo y el Capitán Esteban

Rodríguez en la zona que actualmente ocupa el poblado de Santiago. Esta misión,

al igual que los otros núcleos misionales como Todos Santos y San José de

Comondú, tenía la ventaja de encontrarse ubicada en una zona con abundancia

en agua y tierras fértiles. Estaba sobre la porción sur de la península y contaba

con un clima menos seco. Aunque no existen datos precisos sobre el desarrollo

agrícola de esta misióndurante el periodo jesuítico, se sabe que junto a la casa del

misionero pasaba un pequeñoriachuelo que se utilizaba pararegar ―una laborcita

harto buena, capaz de tres fanegas de maíz de sembradura‖.174Asimismo,

estableció siembras que lograban alcanzar ―...anualmente unas 1, 100 fanegas de

maíz y unas 1, 500 de trigo‖.175 Esto nos hace suponer que su desarrollo agrícola

fue de mediano a bueno, por las circunstancias que ya antes mencionamos. En lo

que respecta a la crianza de algún tipo de ganado, se estimó como una Misión de

mediano desarrollo, destacándose por sus manadas de ganado bovino y vacuno,

cuyo periodo —que va de 1761 a 1763— alcanzó una población de 16,000

cabezas, más 500 de ganado equino.

174

Del Río, El régimen jesuítico..., op. cit., p. 105.

175Ibíd., p. 106.

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148

En 1755, Santiago contaba con una población de232 indígenas; 159en él,

que ya era el principal nudo administrativo de nuestra región, y 73176 en San

José,el cual fue reducido a pueblo de visita pese a que generaba una importante

producciónagrícola. Posteriormente, la población siguió declinando. Para el año de

1762 había 198 personas, y para la fecha de la expulsión de los jesuitas sólo se

registraron 178 indígenas.

La misión de San José del Cabo, que después fue pueblo de visita, y que

acompañó a Santiago en el desarrollo y conformación de nuestra región, se

fundóun 8 de abril de 1730 por medio del padre Nicolás Tamaral sobre la costa de

la porción más austral de sudcalifornia. Esto fue posible gracias a la entrada de

fondos frescos al proyecto misional y por la llegada de nuevos misioneros. Al igual

que Santiago —dado la cercanía existente entre ellas y por estar situadas sobre la

176

Del Río, Conquista y aculturación..., op. cit., p. 139.

Imagen 29. Vista satelital del oasis y comunidad de

Santiago

Fuente: Google Earth (2008).

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149

franja que divide a la costa del Golfo con el complejo serrano de La Laguna—su

condición fue muy favorable gracias a la abundancia de agua y tierras fértiles.

La misión de San José del Cabo, a pesar de haber perdido el status de

Misión, y pese a haber perdido a su dirigente en la rebelión indígena de 1734, fue

un núcleoproductivo y social que logró su permanencia desempeñando un papel

trascendental dentro de la conformación de nuestra región. En términos

productivos, esta misión logró tener consistentes cosechas de granos, hortalizas,

caña de azúcar, al igual que un cuantioso huerto de árboles frutales. Para

diciembre de 1730, a ocho meses de su fundación, ya había logrado establecer

siembras en un paraje llamado La Soledad. Ahí se fabricó un canal de 2,592

varas177 con buen golpe de agua,178del cual podían cultivarse hasta cinco fanegas

de maíz. Asimismo, contaba con otro sitio llamado Santa Rosa donde la presencia

de agua y tierras fértiles lo hacían propicio para el cultivo. De hecho, en algún

momento —junto con Santiago— llegaron a producir anualmente hasta cien

cargas de panocha.179

Para 1755, San José del Cabo, ya convertido en pueblo de visita de

Santiago, contaba con una población de 73 indígenas. Dicha población

permanecería casi constante durante las siguientes dos décadas, al registrase una

poblaciónde 61 indígenas en 1762; y de 71 seis años más tarde.

177

Una vara cuadrada equivale a 0.702244 metros cuadrados

178 Del Río, El régimen jesuítico..., op. cit., p. 105.

179Ibíd., p. 106.

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150

Por otro lado, San José del Cabo tuvo la oportunidad, dado su estratégico

lugar de asentamiento y por contar con un puerto natural, de realizar ocasionales

intercambios con el galeón de Manila que se acercaba a las costas peninsulares

en busca de agua, leña y provisiones para continuar con sus travesías. Esta

conexión, más que una mera asistencia del pueblo de San José al galeón,

representaba la oportunidad de hacerse de algunos artículos que para ambos eran

de suma necesidad y de difícil alcancé de acuerdo a las condiciones en que se

encontraban. El galeón inició los arribos a la Misión desde 1740180 hasta la

expulsión de los jesuitas en 1768. En este tiempo el galeón fue asistido con:

180

Del Barco, op. cit., p. 248.

Imagen 30. Vista satelital del oasis y Comunidad de San José del Cabo

OS

Fuente: Google Earth (2008).

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151

[...] tanto número de ganado mayor y menor, vacas y carneros, cuanto

el general o comandante del navío pide por lista que remite al padre

como también alguna porción de maíz [...] hortaliza, gallinas y otras

menudencias [...] Si el comandante pide, o se insinúa por unas cabras

[...] o por unas vacas con sus becerrillos ...el padre las manda embarcar

[...] Todo esto han dado siempre los padres liberalmente y sin poner

precio a cosa alguna; y en correspondencia de ella envía el general [...]

algún regalo de ropa de algodón, alguna ceda para la iglesia, y platos

de china con sus tazas...181

El hecho de que esta Misión haya establecido un contacto con el galeón, y

que a su vez realizara algunos intercambios a manera de regalos o apoyos,

legos de colocarla como una Misión de mayor rango económico o comercial, la

posicionó como una Misión un tanto diferente; calificativo que acentuamos al

añadir que a raíz de la rebelión Pericú de 1734, también contó con la presencia

de un presidio en las inmediaciones de su jurisdicción.

Las misiones y pueblos de visita que se asentaron en los oasis con mayor

diversidad de recursos u abundancia de agua perduraron como regiones

económicas.

La Misión de La Purísima Concepción, fundada el 1 de enero de 1720 por el

padre Nicolas Tamaral en las inmediaciones de un oasis, fue otro núcleo religioso

que conto con agua y tierras fértiles para el desarrollo de su base agropecuaria.

Con su establecimiento, se iniciaron cultivos de trigo, maíz, frijol, garbanzo,

granadas, higos, uvas y algodón. También se establecieron huertos donde se

plantaron frutales aprovechando los beneficios que le brindaban las aguas del

arroyo cercano. Fue tal su capacidad de intervención con las bandas de indígenas

que logro establecer 7 pueblos de visita entre los cuales destacaron Santa María y

San Miguel de Comondú, microrregión que llego a tener una población de 2,000

almas.

181

Ibíd., p. 247.

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152

El padre Tamaral informaba que hacia 1730 la misión contaba con los siguientes

cultivos:

La viña, de sesenta y cuatro varas de largo y treinta y ocho de ancho,

con doscientas y ochenta parras en sus tapestles, con una cerca de

granados de cincuenta y cinco plantas y… otra cerca, despúes de los

granados, de tuna mansa, y después de ésta, cercando y guardando

todo, una cerca muy tupida de mezcal manso. Alrededor de la viña, en

distancia suficiente, [hay] treinta y nueve higueras. Item dos suertes de

caña de humedad, y tierra dispuesta para otra suerte. Item una huerta de

sesenta y seis varas de largo y diez de ancho, toda cercada y sembrada

de hortaliza, y el primer cuartel sembrado de nardos y el último de rosas

y flores para el adorno de la iglesia.

En dicha huerta [hay] algunos arbolitos frutales de limón,

guayabo y zapote. Item un pedazo de tierra de humedad cercado,

para sembrar fruta de verano. Item los manantiales de agua

sembrados de sauceda tupida para que se conserve.182

Entre los grupos etnolinguisticos que esta misión puedo haber integrado,

podemos mencionar a los cadegomeños, los laimon y los guaycura. No

obstante lo antes mencionado, esta misión al igual que todas las demás,

padeció un declive catastrófico en su población con la aparición de las

epidemias, razón por la cual para 1800 sólo se contabilizaron 54 indígenas.

182

Del Rio, El régimen jesuítico, op. cit., p. 108.

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153

Imagen 31. Vista satelital del oasis y Comunidad de La Purísima

OS

Fuente: Google Earth (2008).

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154

CAPÍTULO III: LAS REGIONES ECONÓMICAS EN LOS LÍMITES

DE LA ECONOMÍA MISIONAL Y LAECONOMÍA MERCANTIL

En la práctica, la economía misional agropecuaria; como economía

productora de valores de uso, concluyó con la expulsión de los jesuitas fuera del

territorio sudpeninsular, permaneciendo la producción —agrícola, ganadera y

artesanal— como una economía combinada productora de valores de uso y

valores de cambio, que finalmente tomo la fuerza de una economía mercantil

simple.

III. 1 La expulsión de los jesuitas y la reorganización territorial.

Con el extrañamiento de la Compañía de Jesús en 1768, se dio fin en la

península de California a uno de los periodos más importantes y trascendentales

de la historia peninsular y del mismo noroeste novohispano. La compañía de

Jesús, institución evangelizadora que desde 1592 iniciara en Sinaloa su expansión

sobre el noroeste virreinal, y que durante 70 años operó en tierras peninsulares

gozando de las excepcionales prerrogativas que se le habían concedido, encontró

el fin de su proyecto tras el decreto de expulsión firmado en el palacio de El Pardo

el 27 de febrero de 1767.183El entonces monarca, Carlos III, decretó que aplicaba

tanto para la nación española como para todas sus colonias.

Varias pudieron ser las causas que dieron pie al decreto de expulsión de la

Compañía de Jesús, pero sin duda alguna, estas obedecían a razones que iban

más allá de las problemáticas locales o regionales que los ignacianos afrontaron

durante su estancia en el noroeste virreinal. Entre ellas podemos mencionar el

descontento y la oposición, que muchas veces no era abiertamente expresada por

183

Ignacio del Río ―La nueva Política Imperial‖, véase en: Ortega Noriega, Tres Siglos de…,op. cit., p. 262.

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155

la Compañía. ―La política del nacionalismo regalista‖,184 que la corona venía

implementando, caminaba sobre la idea de maximizar el poder y control del rey

sobre las principales instituciones y corporaciones existentes; entre las cuales se

encontraba la institución eclesiástica. Dicha política colocaba a los jesuitas en una

posición sumamente incomoda, pues les imponía, por encima de su lealtad al

Papa, una obediencia absoluta al monarca por ser la autoridad máxima de los

dominios españoles. A esto se le puede sumar la rivalidad que la compañía

afrontaba con otras órdenes religiosas y el poder económico y político que los

ignacianos lograron acumular, y que muchas veces utilizaron para superponer sus

intereses por encima de los de la Corona. Al respecto, el Obispo de puebla (1647)

hace referencia en torno al poder económico de la orden:

[…] [considero] indecente que dos colegios tuvieran 300 mil ovejas,

así como ganado, y que la orden misma fuera dueña de seis grandes

plantaciones de azúcar que valían entre 500 mil y un millón de pesos

cada una, con ingresos de 100 mil pesos, haciendas prósperas de 4 a

6 leguas de extensión, talleres, tiendas y rastros, y que además

llevara a cabo el comercio con China a través de las Filipinas.185

A todo esto, se agregaba la ―sospecha de que en algunas partes de

América, como el Paraguay y la Baja California […] habían instaurado formas

relativamente autónomas de gobierno que reñían con el ejercicio de la autoridad

real.‖186 La versión oficial del extrañamiento nunca fue abiertamente expresada. El

monarca sólo argumento que ―los verdaderos motivos de la expulsión […] se

callaron por razones de estado.‖187

El proceso general de expulsión —en el noroeste virreinal— inició cinco

meses después de firmado el decreto. El gobernador de las provincias de Sonora

y Sinaloa, Juan Claudio de Pineda, abrió el sobre que contenía la pragmática

184

Ibid., p. 262.

185Messmacher, La búsqueda del signo…,op. cit., p. 203.

186 Del Río ―La nueva Política Imperial‖,op. cit., p. 263.

187Ibíd., p. 262.

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156

sanción el 11 de julio 1767 en San Miguel de Horcasitas.188 Inmediatamente

después de conocido el contenido, se giraron instrucciones para que militares

comisionados realizaran la labor de reunir a los jesuitas en las cabeceras de sus

rectorados. De ahí los condujeron hacia un viaje sin regreso; al exilio fuera de los

dominios españoles. Para Sonora y Sinaloa, el encargado de la expulsión fue el

mismo gobernador, don Juan de Pineda; para la región Tarahumara fue Don

Lopez de Cuellar; y para la California el capitán Gaspar de Portolá.189

Este hecho, que ya se había presentado en Portugal (1759) y en Francia

(1764),190 impactó de manera significativa a una región que estaba aún lejos de

asimilar el proceso de aculturación emprendido por los jesuitas, principalmente

debido a las características culturales de sus habitantes nativos y por la extensión

de sus territorios. Fue así cómo se cortó de tajo un lento proceso iniciado en 1591

sobre las inmediaciones del rio Sinaloa, y cual alcanzó su máxima plenitud al

finalizar el siglo XVII, con el establecimiento del os primeros asentamientos

coloniales de carácter permanente en la península de california; incluyendo el

empuje fundacional ejercido por Eusebio Francisco Kino en la Pimería Alta.

Como ya se señaló, para el territorio peninsular, el ejercicio del decreto

recayó en la persona del capitán Gaspar de Portolá, quien fue comisionado por

José de Gálvez para dar lectura a la ordenanza, coordinar la salida de los

religiosos y encargarse temporalmente del gobierno peninsular. Bajo esta

encomienda, el capitán partió del puerto de Matanchel en octubre de 1767,191 y en

el mes de diciembre, tras haber sorteado varias complicaciones, ya tocaba tierra.

Una vez ahí y ―en presencia de los padres Benno Ducrue, Lucas Ventura y

Francisco Javier Franco, de un hermano coadjutor y de tres testigos, el capitán dio

188

Ibíd., p. 266.

189 María Luisa Rodríguez-Sala, Los Gobernadores de las Californias 1767–1804, México, Instituto

de Investigaciones Sociales, El Colegio de Jalisco, Gobierno del Estado de Baja California, Instituto

de Cultura de Baja California, Universidad Autónoma de Baja California, 2003, p. 42.

190L Martínez, Historia de Baja California, op. cit., p. 299

191 Francisco Altable, ―Los años de la gobernación de California. La reorganización administrativa y

sus efectos‖, véase en: Edith González Cruz (Coordinadora General), María Eugenia Altable (Editora del volumen), Historia Generalde Baja California Sur II. Los Procesos Políticos, México, CONACYT, SEP, UABCS, IIH, PYB, 2003, p. 133.

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157

lectura a la orden en cuestión‖;192pasaría poco más de un mes en lo que se logró

reunir al grupo completo de misioneros y posteriormente se realizó la despedida

final en el puerto loretano, al embarcarse en La Concepción el 3 de febrero de

1768.

Para la península de california, el fin de la administración jesuita marcó el

inicio de un periodo histórico no menos complejo y embarazoso para la nueva

administración territorial. Para1769, la escasa población peninsular sumaba la

cantidad de 6 133193 habitantes, cifra muy alejada de los 40 000 habitantes

calculados para fechas del contacto. Esto refleja en forma evidente la catástrofe

demográfica ocurrida sobre estas tierras. En cuanto a las condiciones de la tropa y

marinería que Portola encontró a su llegada e informó lo siguiente:

[…] el presidio contaba con 60 soldados, la mitad de ellos destinados al

servicio del norte y la otra al del sur. Los primeros tenían asignado un

salario anual de 450 pesos y los del sur, 412 […] al frente de los 60

soldados [estaba] un capitán con salario anual de 620 pesos y de un

teniente con pago de 450. Además de los soldados de tierra, prestaban

servicio en el astillero 27 personas, conformadas por: dos

contramaestres, un calafate, un carpintero y un herrero con sueldo de

150 pesos cada uno; dos prácticos, uno con sueldo de 180 pesos y el

otro con 144 anuales, 15 marineros, de los cuales siete cobraban 120

anuales y los ocho restantes 96 pesos y, finalmente, dos cocineros con

pago anual de 96 pesos, […] la cantidad total a la que ascendían los

pagos de militares y del personal del astillero, la calculo el gobernador en

35 410 pesos con dos reales…194

Para un territorio de frontera como este, el cual debía la existencia de toda

organización política, económica y social, de corte occidental, a la presencia

ignaciana, la expulsión de los soldados de Loyola tuvo una significancia mayor a

192

Francisco Altable, ―Los jesuitas de California, un poder de excepción e la Nueva España‖, véase

en: Edith González Cruz (Coordinadora General), María Eugenia Altable (Editora del volumen), Historia General de Baja California Sur II. Los Procesos Políticos, México, CONACYT, SEP, UABCS, IIH, PYB, 2003, p. 107.

193Ignacio del Río, Población y misiones de Baja California en 1772. Un informe de fray Juan

Ramos de Lora, Estudios de Historia Novohispana, vol. 5, 1974, p. 4.

194 Rodríguez-Sala, op. cit., p. 44 y 45.

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158

un simple hecho cronológico que marcaba la conclusión de un proyecto

evangelizador–colonizador en términos administrativos. Al igual que su llegada, la

retirada significó la desarticulación de los escasos espacios sociales existentes

sobre el territorio y la desatención de 14 misiones que funcionaban en una

situación de pobreza generalizada, es decir, con una población agónica y

desconcertada que después de 70 años de evangelización continuaba ― en la más

completa indigencia, con un pie puesto en el nomadismo y otro en la vida

sedentaria‖.195

Como ya se comentó, la Misión era más que un centro evangelizador; era

un núcleo económico de base agropecuaria, productora de valores de uso.

Entrelazada con las otras misiones mediante un sistema de intercambio; era un

núcleo social donde la congregación de las distintas bandas de indígenas incitaba

a la integración y a la unidad propiciando el arraigo de los grupos indígenas a un

territorio fijo. La expulsión de los jesuitas redujo lo que fue un sistema de misiones,

con cierta racionalidad y coherencia, a simples grupos de indios dispersos y

desarticulados en una las regiones más alejadas, incomunicadas y pobres del

virreinato. La ausencia del misionero, como figura de autoridad máxima, y la

pérdida de muchos de los rasgos culturales que le daban cohesión a las bandas

de indígenas, propició que difícilmente existiera algún factor favorable para la

unidad o la integración de los indígenas aún existentes. Así, lo que podría

entenderse como un hecho liberador para el indígena, en realidad pudo haber

provocado más desconcierto e inestabilidad, en lugar alegría. A esto se le suma

que por los traslados de indígenas de unas misiones a otras, y la utilización de un

sistema de visitas alternadas a la misión, los nativos carecían del apego a un

espacio o territorio específico con el cual identificarse y engendrar arraigo e

identidad.

Hechos como este, además del inicio de los nuevos procesos que

experimentaría el territorio tras la súbita expulsión, dejan ver de manera clara que

al igual que siete décadas atrás, el futuro de la sociedad peninsular, así como el

195

Del Río, ―Población y misiones…‖,op. cit., p. 6.

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159

conjunto de regiones periféricas que existían en el virreinato, continuaba siendo

trastocadas por una racionalidad que no operaba en función de las necesidades

internas del territorio ni de la región; misma que no emergía de ella; sino que más

bien se trataba de un fenómeno impuesto desde el exterior, y como respuesta a

una racionalidad que se gestaba más allá del mismo virreinato; en este caso, la

Corona española y su reformismo borbónico.

El fin del exclusivismo jesuítico y la preocupación por parte de la Corona

ante la ingobernabilidad de un territorio de frontera, marcaron el inicio forzado de

una nueva administración territorial influenciada por las nuevas reformas

borbónicas e instaurada por el mayor representante de dicha corriente sobre

territorio novohispano: el visitador José de Gálvez. Así dio inicio un proceso de

transición entre lo que era una administración misional; con núcleos sociales

cerrados, un gobierno religioso y una economía donde la producción pertenecía a

la colectividad, a lo que sería un proyecto totalmente antagónico que pretendía el

crecimiento de la colonización civil, la liberación del comercio marítimo, la

secularización de la tierra y el desarrollo de la iniciativa privada, primordialmente

en el sector agropecuario, minero y perlero.

En cuanto a lo administrativo, el territorio peninsular pasó de una división de

tres rectorados —con un padre presidente— a un territorio dividido en dos

departamentos: el del Norte, con sede en Loreto; y el del Sur, con sede en el

pueblo minero de Santa Ana. Por encima de los departamentos estaba la

autoridad de un gobernador quien dependía directamente del Virrey, y cuya cede

fue el antiguo centro administrativo jesuita. En esta nueva estructura de gobierno,

el soldado no era un subalterno ante el misionero, sino una autoridad. La idea para

el reformador era clara:

[…] la instauración de un gobierno permitiría instrumentar una serie de

medidas con cuyo curso podría fomentarse el crecimiento demográfico

de la provincia y su desarrollo económico […] [además] la presencia de

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160

un gobernador acabaría con los malos manejos administrativos del

presidio de Loreto.196

Los principales objetivos que José de Gálvez pretendía alcanzar en el

escenario peninsular fueron ―promover el comercio y la habilitación de puertos en

el golfo; fomentar la producción local para evitar, al menos en parte, las remesas

del exterior; reglamentar las operaciones marítimas y disminuir los precios y

salarios‖,197 una vez logrado esto, y con el efecto de la disminución en los salarios,

los precios, los fletes y los pasajes, se formarían las condiciones ideales para la

llegada de nuevos colonos que se irían integrando a las actividades productivas y

mercantiles, mismas que en el futuro serían las generadoras de los ingresos

fiscales. Fue pues el inicio de lo que en teoría podemos considerar como el

comienzo de la colonización civil y los primeros pasos de una futura integración de

la península californiana al sistema económico novohispano; en síntesis, el

surgimiento de una economía mercantil, la cual inicialmente utilizaba las regiones

económicas tempranas, como fueron las misiones. Algunas de ellas como Todos

Santos, Santiago, Loreto, Santa Rosalía de Mulegé y San Ignacio sirvieron de

epicentros regionales, aunque hoy se han convertido pueblos misionales. De

nueva cuenta, los oasis determinaron la continuidad de los pueblos misionales, al

tiempo que surgían nuevos puertos.

Por otra parte, en lo que compete a la presencia misionera, la expulsión de

los jesuitas y la inmediata visita del reformador, José de Gálvez, marcan un punto

de inflexión dentro del proceso histórico en estudio; cabe mencionar que la

presencia misionera no desapareció del territorio peninsular ni del mismo Noroeste

novohispano, sino que sólo constituyó la llegada de dos nuevas órdenes

religiosas; los padres franciscanos del Colegio de San Fernando de México (1768-

1772) y los dominicos (1772-1833).198Estos, con su labor administrativa y

196

Altable, ―Los jesuitas de California, un poder…‖, op. cit., p. 131.

197 Francisco Altable, ―Aparición y desarrollo de las actividades privadas‖, en Dení Trejo Barajas

(coordinadora General) Edith González Cruz (Editora), Historia General de Baja California Sur I. La

economía Regional, CONACYT, SEP del Gobierno del Estado de Baja California Sur, UABCS, Plaza y Valdés, S.A. de C.V. 2002,op. cit., p. 124.

198Del Río, ―Población y misiones…‖, op. cit., p. 1.

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evangelizadora, complementarían el trabajo de la nueva administración territorial,

cuyo principal objetivo era estabilizar las difíciles condiciones del territorio.

Bajo el mando del padre Junípero Serra, los padres franciscanos del

Colegio de San Fernando (México) llegaron a tierras peninsulares el primero de

abril de 1768. Con su llegada, y la inmediata asignación de sus respectivos

centros de trabajo, se inició también la retirada de sus colegas de la provincia de

Santiago de Jalisco, quienes por un inesperado cambio de planes habían sido

enviados a tierras peninsulares. La entrega oficial de las misiones fue realizada

por el capitán Gaspar de Portolá, en su calidad de Gobernador interino,

procedimiento con el que también se notó el cambio en la nueva política sobre la

administración de los bienes temporales de las Misiones. De esta forma, los

misioneros solo tendrían bajo su custodia a la Iglesia y los bienes litúrgicos,

mientras que las temporalidades estarían al cuidado de los soldados

comisionados. Desde un principio, este hecho dejó en claro que la nueva

administración misional no contaría con las mismas prerrogativas que sus

antecesores, en donde la Corona y su reformismo borbónico habían iniciado un

proceso en el que se pretendía fortalecer el control de los diferentes rubros para

encausar de mejor manera las nuevas directrices de Estado.

Para los franciscanos y su proyecto evangelizador, el no poder administrar

las temporalidades, como lo hicieron los expulsos jesuitas, los colocaba en una

situación muy desventajosa ante el escenario tan adverso que se les presentaba,

dado el estado de las Misiones y de la población indígena. Los religiosos supieron

claramente que para poder integrar a los pocos indios dispersos en los centros

misionales y reiniciar el proceso de aculturación, tenían que ofrecerles alimento y

vestido a cambio de obediencia y trabajo dentro del núcleo misional, situación que

no podían propiciar al no tener el control de las tierras, herramientas, ganados y

demás bienes temporales necesarios para la producción. Esta necesidad la hace

evidente Ignacio del Río:

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162

[…] como el objetivo era dotar de las necesarias provisiones de boca a la

población que se incorporara a las Misiones, la base de dicho sistema

debía ser necesariamente agropecuario.199

No pasó mucho tiempo para que la realidad peninsular diera pie a un nuevo orden

de ideas y fueran regresadas las temporalidades a los misioneros en turno.

Cabe aclarar que para la orden franciscana, los trabajos de reducción entre

indios gentiles no era algo nuevo, puesto que fueron ellos los primeros en lograr

asentar en un lugar fijo a grupos de cazadores–recolectores de los territorios

norteños. Al respecto citamos una crónica de la labor realizada por los

franciscanos entre los indios Zacatecas en el siglo XVI, en el territorio que hoy

pertenece al estado de Durango:

[…] Juntos y congregados comenzaron [los indios que habitaban la

región donde quedaría fundado el pueblo de San Francisco del Nombre

de Dios, al noroeste de Zacatecas], con la industria de su devoto y

religioso maestro, a cultivar y sembrar la tierra de maíz, calabazas y

otras semillas que les dio el padre fray Gerónimo, y fue la cosecha tan

abundante de todo que se admiraron los gentiles recién convertidos con

la abundancia, teniendo desde entonces las palabras de su minis tro

como oráculo, experimentando que de su político obrar siempre les

provenía mucho bien y que, teniendo lo necesario para su

mantenimiento, para aprender la doctrina les sobraba tiempo.200

Aunque de inicio se marcaron cambios significativos con miras de alcanzar

nuevos horizontes —o por lo menos así quedó establecido en el papel y en el

imaginario de quienes los establecieron—. Muchas más serían las continuidades

que prevalecerían tras el fin del periodo jesuita y que el nuevo gobierno y la orden

franciscana no podrían resolver, entre ellas podemos mencionar la falta de

capacidad de las misiones para dar sustento a una población indígena que rotaba

de una vida sedentaria dentro de la Misión hacia una situación de caza, pesca y

recolección, tras la falta del sustento; además de la drástica caída demográfica de

199

Del río, El régimen jesuítico, op. cit., p. 96.

200Del Río, El régimen jesuítico, op cit., Véase en José Arlegui, Crónica de la provincia de N. P. S.

Francisco de Zacatecas, México, Cumplido, 1851, p. 27-28.

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163

la población indígena como producto del choque cultural; la exigua producción

agropecuaria derivada de la falta de agua, alimento para el ganado y mano de

obra para el laboreo de las tierras; la escaza población civil como consecuencia

del monopolio jesuita y las difíciles condiciones de vida en la península.

Sin embargo, al igual que se presentaron continuidades, también las

rupturas en los procesos marcaron el establecimiento de nuevas directrices a

mediano y el largo plazo, una de ellas fue el rencauzamiento del papel de la

Misión como un instrumento de penetración y colonización.

Al igual que siete décadas atrás —y esta vez con más fuerza—, la Corona

necesitó consolidar su presencia en los territorios norteños debido a la latente

posibilidad de una invasión por países como Rusia o Inglaterra. Es por esto que la

presencia franciscana sobre estas tierras fue utilizada por el Gobierno virreinal

para expandir la frontera e impedir cualquier intento de invasión. Esto produjo un

cambio significativo en la labor desarrollada por los franciscanos con respecto al

proyecto jesuítico. Curiosamente, los nuevos derroteros de la política imperial se

manifiestan claramente cuando a poco más de un año de la expulsión de los

jesuitas, los dos personajes más importantes para atender en lo político y religioso

la escena sudpeninsular; el capitán Gaspar de Portolá, como Gobernador interino

y Francisco Palou como líder de la orden franciscana, fundaron la misión de San

Fernando Rey de España de Velicatá, como parte de un urgido proyecto de

colonización hacia la alta california. Este hecho merece particularmente nuestra

atención, puesto que aunque muchos esfuerzos se aplicaron para la colonización

y el repartimiento de tierras en la sudpeninsula, su población se vio sensiblemente

reducida por los enganches realizados para la colonización de la Alta California, y

dejar poco a poco relegada a la que en el futuro comenzaría a denominarse vieja o

antigua California.

Una vez más, la organización territorial de los espacios sociales

sudpeninsulares y el proceso de territorialización encausada por el nuevo

gobierno, no priorizaría la articulación de los espacios locales o dentro de la

región, sinoen atención a un factor externo.

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164

III. 2 La reorganización espacial y el desarrollo de la propiedad privada

Desde 1697, año que la Compañía de Jesús iniciara su labor

evangelizadora en la península de California, el territorio peninsular experimentó

un proceso de territorialización y desterritorialización donde la aparición de

núcleos misionales —en determinados espacios geográficos del territorio—;

principalmente en los oasis, fueron irrumpiendo los antiguos territorios de recorrido

de las bandas de indígenas peninsulares mediante el establecimiento de una

forma de vida sedentaria y la aplicación de nuevas forma de apropiación,

distribución y utilización del espacio. Esto provocó desajustes en la organización

espacial de los grupos indígenas y en el establecimiento de sus relaciones

sociales, induciendo a la larga las mayores alteraciones y modificaciones

sucedidas al sistema cultural aborigen. Con la presencia y las acciones

emprendidas por los religiosos, especialmente, se fueron reocupando espacios

que pertenecían socialmente a las bandas de indios peninsulares; pero que

dejaron de ser utilizados al reorganizar sus territorios de recorrido ante la

presencia invasora.

Como ya lo anotamos, las Misiones peninsulares se fundaron de forma

dispersas por toda la geografía peninsular. La causa se debido a que la

racionalidad de su establecimiento obedecía principalmente a la presencia de

indígenas y a la existencia de agua y tierras fértiles para el desarrollo de las

actividades agropecuarias. No obstante, aunque lejanas y poco comunicadas,

existía un orden jerárquico, una estructura y una organización entre ellas, donde la

misión de Loreto, madre del sistema misional peninsular, era el asiento de las

máximas autoridades en cuanto a lo religioso y militar. Fue aquí donde residieron

los padres presidentes al igual que los procuradores; residió también el capitán

gobernador; se instaló el presidio y se ubicó el almacén general. Hacia el interior

del territorio, Loreto extendió a manera de delgados hilos su área de influencia

conforme se iba expandiendo el proyecto evangelizador; así quedó ligado a cada

uno de los centros misionales, tanto en lo económico como en lo administrativo.

Hacia el exterior, Loreto estableció ligas que unieron a la California con las costas

de Sonora y Sinaloa; y por ende, con toda la Colonia. Este vínculo (Loreto-

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165

Sinaloa-Sonora) fue sin duda alguna el más importante de toda la California

Jesuita, ya que de él dependía el funcionamiento de todo el sistema dado la gran

cantidad de suministritos, personas e información que por él transitaba.

Con la expulsión de los religiosos y la consecuente necesidad por parte de la

Corona de reorganizar la administración territorial y fomentar el desarrollo de

actividades productivas, incluyendo su crecimiento demográfico, la racionalidad de

sociedad cerrada y de bienes colectivos del monopolio jesuita tuvo que ceder lugar

a una nueva configuración espacial donde se pretendió privilegiarla aparición de la

propiedad privada sobre la propiedad comunal, lo cual finalmente incentivó el

desarrollo de actividades productivas como la minería, las pesquerías, las

actividades agropecuarias y el comercio como agentes dinamizadores de la

economía local; incorporadoras del espacio sudpeninsular a una economía

regional y mundial. No obstante, la propiedad comunal no desapareció del todo,

como tampoco lo hicieron las misiones. Esto llevó a que coexistieran sobre el

territorio dos tipos de tenencia de la tierra.

El nuevo proyecto administrativo, influenciado por el reformismo borbónico,

implicaba un cambio estructural en lo político–administrativo, por esta razón, se

optó por dividir a la Baja California en dos departamentos como una estrategia

para mejorarsu administración y buen gobierno. Así quedaron instalados el

Departamento del Sur, en el real de Santa Ana donde residieron el teniente

gobernador y el comisario real. El primero se encargó de ejecutar las

disposiciones del gobernador y de impartir justicia en la jurisdicción del sur, el

segundo, de administrar la Real Hacienda con una jurisdicción que abarcaba

desde el Cabo de San Lucas hasta las inmediaciones de la misión de San

Francisco Javier, mientras que el Departamento del Norte, con sede en Loreto,

abarcaría desde su núcleo rector hasta las tierras desconocidas del norte

peninsular. Con esta nueva administración territorial, se pretendió que la

conformación de los nuevos espacios sociales y productivos, así como la

organización de los ya existentes, obedecieran a nuevos procesos y

circunstancias, en los que la Misión —como centro evangelizador— dejaría de ser

el núcleo aglutinante, concediendo ese protagonismo al desarrollo de las

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actividades agropecuarias, el desarrollo de actividades mercantiles; y con mayor

énfasis al desarrollo de la actividad minera.

No obstante la nueva política administrativa, el escenario era adverso y

complejo en ambos Departamentos. En el Departamento del Sur, la población era

muy escaza y la que quedaba seguía muriendo de enfermedades o era enviada en

las expediciones a San Diego en la Alta California, lo cual se traducía en falta de

mano de obra para las tareas agrícolas y pecuarias. Por otra parte, el hecho de

que en el periodo jesuita se haya impedido el desarrollo de actividades privadas

ajenas a sus intereses, propicio que fuera de las misiones, no hubiera desarrollos

sociales o económicos de alguna significancia. Santa Ana, San Antonio y el Real

del Oro, son lo que podemos calificar, como los únicos gérmenes de población

fuera del ámbito misional y que no eran otra cosa que jacales o casillas donde

vivían en forma muy precaria, algunas familias buscando algún poco de oro que

beneficiar de forma muy rudimentaria. Junto a estos pequeños núcleos de

población, aparecían de forma muy dispersa y aislada, algunos ranchos que

cuidaban de algún ganado y pequeños huertos para su sustento. Junto a estos

espacios, estaban las misionesahora curatos de San José del Cabo, Santiago y la

Misión Todos Santos, los cuales, a pesar de contar con tierras fértiles y agua,

carecían de población, mano de obra, y ganados por haberse alzado el poco que

tenían.

En este mismo sentido, el proyecto colonizador y de fomento económico

aplicado para el territorio peninsular, cimentado en el plan de reformas para el

noroeste; y presentado al virrey por José de Gálvez (1768), refería cuestiones

como ―la reorganización de los gobiernos fronterizos, la apertura de sendas ferias

comerciales en Guaymas y Loreto, el arreglo de los ramos de Real Hacienda, la

inspección de presidios y la fundación de nuevos pueblos‖,201 propuestas que a

todas luces referían un cambio radical con respecto a la administración jesuita. De

esta forma, el plan de reformas para el noroeste fue la base teórica sobre la cual

se comenzó a construir el futuro desarrollo económico y demográfico de la

201

Altable, ―Aparición y desarrollo…‖,op. cit., p. 121.

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167

península; plan que, aunque proyectaba acciones en lo económico y demográfico,

probablemente no contenía reformas específicas para problemas particulares de la

escena peninsular, puesto que de un inicio, no se contemplaba a la California

dentro del plan de reformas noroccidentales.

Con la llegada de Gálvez (Abril de 1768) aparecieron también en las

instrucciones y las ordenanzas, que según la racionalidad ilustrada del reformador,

definían a la perfección las directrices sobre cómo y por quienes se debían

ejecutar los nuevos procedimientos. Fue así que en un lapso de diez meses,

mismo que el reformador permaneció sobre territorio peninsular, se fueron girando

instrucciones como la de agosto de 1768. Ahí se estableció que las prerrogativas y

condiciones para conceder solares y suertes de tierra en los nuevos pueblos y

distritos de las tres misiones de este departamento del sur de la california, y en los

demás parajes que se vayan poblando en ella;202 pretendían impulsar el

surgimiento de ranchos y productores independientes a las Misiones, generando

nuevas formas de apropiación y utilización de los espacios geográficos, en donde

las antiguas jurisdicciones misionales y sus fundos legales tendrían que ceder o

incluso desaparecer ante una nueva forma de propiedad. Por otra parte,

desconoció toda concesión de tierras otorgadas por los jesuitas a mayordomos o

soldados retirados, argumentando que ―no pueden regularse ni merecer el nombre

de títulos por notorio defecto de jurisdicción y facultad de aquéllos ante quienes se

hicieron los registros‖,203enterrando aún más el pasado jesuítico —que de cierta

manera repudiaba—; y por otro lado, enalteciendo su reconocimiento al Rey como

autoridad suprema.

De acuerdo con las instrucciones de Gálvez, donde se establecían las

prerrogativas y condiciones indispensables para que los pobladores de la Baja

California solicitaran las suertes y solares de tierras, que propiciarían la formación

de los nuevos ranchos y pueblos en la península, cada suerte de tierra debería

medir doscientas varas de largo por cien de ancho, terreno intencionalmente

202

Ulises Urbano Lassepas, Historia de la colonización de la Baja California y decreto del 10 de marzo de 1857, México D.F., Universidad Autónoma de Baja California, 1995, 321.

203Altable, ―Aparición y desarrollo…‖, op. cit., p. 134.

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suficiente para sembrar una fanega de maíz, pues esperaba que estos predios

fueran la semilla que propiciara el nacimiento de los primeros ranchos y

productores independientes. En esta misma línea, estableció que los solares y

suerte de tierra concedidos tendrían el carácter de ser hereditarios con

perpetuidad en los hijos y descendientes de los solicitantes, perdurando su

carácter de indivisibles e inalienables. Asimismo, estipuló que ―los pobladores ni

sus herederos, [podrían] imponer censo, vínculo, fianza, hipoteca ni otro gravamen

alguno, aunque sea por causa piadosa, sobre la casa y suerte de tierras que se

les conceden‖.204

Enérgicas y radicales fueron las reformas establecidas para el territorio. En

ellas se incluyeron una serie de cambios político-administrativos que priorizaban la

dinamización de los actores económicos a fin de elevar los niveles de producción y

así generar más ingresos. La estructura social existente en ese momento,

compuesta principalmente por indígenas, misioneros, soldados presídiales y uno

que otro minero y ranchero, aglutinados en 14 misiones, un real de minas y un

presidio, no tenían una articulación sobre el espacio que permitiera reflejar los

cambios esperados de manera inmediata. Tuvieron que pasar algunos años y

varias administraciones territoriales para que la nueva estructura social y las

relaciones sociales de producción mercantil conformadas empezaran a reflejar los

cambios esperados.

En tiempos no tan lejanos, durante la administración de Mathías de Armona

como gobernador, ya se mostraba el resultado de las designaciones

administrativas realizadas por José de Gálvez y su labor realizada en sus

respectivos puestos. En el caso de los quintos recaudados al ramo perlero y de la

sala cargo del capitán de milicias, Manuel García Morales, poco es lo que se pudo

obtener. Esto demuestra que el asunto de las perlas se daba por la escaza y difícil

vigilancia de dicha actividad, aunada a la mermada labor de los armadores,

quienes muchas veces solo sacaban los costos. En el caso de la sal, el ingreso

204

Ulises Urbano Lassepas, Historia de la colonización…, op. cit., p. 322.

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era sumamente escaso por las fluctuaciones de su precio —casi siempre bajo— y

por la lejanía de las salinas con respecto a los principales centros mineros.

En cuanto al surgiendo y promoción de nuevas poblaciones, también a

cargo del capitán García Morales, poco fue también lo que se pudo avanzar. Los

argumentos fueron: la falta de recursos que se tenían para la compra de

materiales de construcción y la falta de mano de obra. Situación que se

complicaba por la escaza población indígena existente, la cual tuvo que participar

como mano de obra y al mismo tiempo como moradora.

En la minería, informaba el capitán Bernardo Moreno que el desarrollo de

dicha actividad era poco y con pérdidas. Informaba también que durante su

administración:

[…] el total extraído […] oscilaba entre 210 y 215 marcos de plata de

fuego y nada de azogue. Moreno añadió que, a la fecha, existían

alrededor de 18 000 quintales de material para sacar de él la plata y que

se si los trabajaban adecuadamente, bien se podrían producir 36 000

onzas, a dos por cada quintal. A esta ganancia era necesario rebajarle el

costo de su beneficio, cerca de 7 000 pesos.205

No obstante, la primera manifestación sobre el desarrollo de actividades de

carácter privado se presentó desde tiempos del periodo jesuita, cuando en 1748,

el exsoldadodel presidio de Loreto, Manuel de Ocio, quebrantando la autoridad

religiosa, dio inicio a las actividades privadas en el ramo minero. Lo hizo de forma

independiente y en contra del sistema misional. Por otro lado, es bien sabido que

fue el mismo sistema misional quien inconscientementesembró la semilla de lo

que a futuro sería el surgimiento de la propiedad privada dentro de su mismo

monopolio religioso, ya que fueron los mismos mayordomos misionales y los

soldados presídiales quienes socavaríanla autoridad religiosas e iniciarían el

desarrollo de actividades privadas dentro del ramo minero. Sin embargo, con la

llegada del reformador, José Gálvez; posterior a le expulsión jesuita, fue que se

sentaron las bases del proyecto formal para la colonización y el desarrollo

económico del territorio sudpeninsular.

205

Rodríguez-Sala, op. cit., p. 96 y 97.

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El surgimiento del pueblo minero de Santa Ana, sobre la porción sur de la

península, marcó el inicio de una economía minero–agropecuaria. Curiosamente,

el lugarfue el mismo sitio en el que el jesuita, Ignacio María Napoli, fundó la misión

de Santiago. Cabe aclarar que, aunque el pueblo minero de Santa Ana no surge

en torno a un oasis, su surgimiento y futuro desarrollo no se podría explicarse sin

la presencia del sistema de misiones y las relaciones que, aunque difíciles, se

lograron gestar entre ambos espacios sociales.

Con la aparición de la zona minera en el extremo sur y la existencia de

núcleos misionales como San José del Cabo, Todos Santos y Santiago; todos

ellos beneficiados con la presencia de agua y tierras fértiles, por su asentamiento

en los oasis, además de la presencia de la sierra de La Laguna; complejo

montañoso que registra los mayores niveles de lluvia dentro de la geografía

sudpeninsular, fue favoreciendo la ocupación de dicha zona y el desarrollo de

actividades agropecuarias de carácter privado por los mayordomos y exsoldados

que aprovechaban las tierras ociosas de las Misiones. Era clara la grave situación

que atravesaban los antiguos centros misionales de la zona sureña; y este hecho

se agravó cada vez más por la extinción de la población indígena.

A diferencia del comportamiento demográfico que presenta el territorio

sudpeninsular a finales de siglo, que fue propiciado por la caída demográfica de la

población indígena, la zona sureña de la sudpeninsula comenzó a dar muestra de

una nueva dinámica,en comparación a lo registrado a finales de siglo, al duplicar

su población a inicios del siglo XIX. En términos más exactos ―los sureños, que en

1795 representaban apenas el 19% de la población peninsular, en 1812 pasaron a

conformar el 40%‖.206 Este cambio en la dinámica demográfica de la zona también

fue significativo en cuanto al tipo de población que repoblaba la región, puesto que

era imposible que se tratara de un resurgimiento de la población nativa. La mayor

parte de esta población ―eran mestizos y mulatos, en segundo lugar estaban los

indios provenientes del macizo continental, en tercer sitio los españoles y por

206

Dení Trejo Barajas, Espacio y economía en la península de California, La Paz, México, Universidad Autónoma de Baja California Sur, 1999, p. 35 y 36.

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171

ultimo unos cuantos europeos no hispanos‖.207 Esta recomposición en la

población, de gente que llego como soldados, como mineros o simplemente

buscando nuevas oportunidades, fue lo que comenzó a demandar espacios para

el desarrollo de sus actividades productivas y de subsistencia, creando así un

dinamismo en el desarrollo de la propiedad privada. Se sabe que:

[…] a Antonio Navarro, procedente de Tepic, Nayarit, se le dio posesión

de sitios para ganado en la zona minera de San Antonio en 1807, 1811 y

1812; a Antonio Belloc, de origen francés, se le adjudico un sitio para

ganado en La Paz en 1817; al inglés John Collins se le concedió tierra en

1819 en San José del Cabo, lo mismo que a Pablo Gastélum, y Manuel

Salgado se le doto en Todos Santos en 1821.208

En el caso de las Misiones, por ser estos núcleos sociales de base

económica agropecuaria, y por haber sido fundadascerca de aquellos lugares

donde la presencia de ojos de agua dulce y tierras fértiles que les permitiera

proveersede sustento a futuro, fueron los puntos iníciales de un lento proceso de

colonización civil. A diferencia de lo sucedido en las Misiones de Sonora, Ostimuri

y Sinaloa —donde los indígenas dieron vida con su trabajo en la agricultura y la

ganadería a comunidades estables yproductivas—, en la sudpeninsula el

surgimiento productivo o resurgimiento productivo de las tierras pertenecientes a

las misiones se dio cuando la población indígena estuvo al borde de la extinción y

cuando las tierras ociosas empiezan a ser solicitadas y trabajadas por

mayordomos o ex soldados jubilados,ante la falta de mano de obra (nativa). Tal

fue el caso de los primeros mayordomos de la misión de Todos Santos:

[…] Juan Crisóstomo de Castro y José Antonio Domínguez. El misionero

proporciono a los mayordomos habitación y, a cada uno de ellos, una

pequeña parcela para su usufructo; además estos capataces recibían

salario por su trabajo, el que se les retribuía en especie.209

207

Ibid., p. 40.

208Ibid., p. 41.

209Trejo Gallegos, Santa Rosa de Todos Santos…, op. cit., p. 77.

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172

III.3.Oasis y pueblos originarios: Producción y distribución de mercancías

Aprincipiosdel siglo XIX, en regiones periféricas como las del noroeste de

México; y en lo específico la península de Baja California, se seguían padeciendo

muchos de los problemas y vicios derivados del esquema comercial monopólico

ejercido desde la ciudad de México.Como ya hemos comentado, la organización

espacial de esta zona integrada por reales de minas, fuertes, presidios y misiones,

espacios económicos y sociales que precedieron a toda organización de corte

occidental en la región, estuvo determinada por el tipo de relación que

establecieron con el centro y por la relación que éste tenía con España;hecho que

evidenciaba un tanto la insuficiente acción de las medidas liberalizadoras

emprendidas por la Corona con las reformas borbónicasy que le redituaba a la

Nueva España ganancias promedio de 27.9 millones de pesos.

―…De 1800 a 1809, su comercio desde el importante puerto de

Veracruz ascendió a una media anual de 27,9 millones de pesos y en la década

de 1811 a 1820 a la de 18 millones entre importaciones y exportaciones … Esta

actividad económica producía grandes ingresos, directamente e indirectamente,

a la corona española. Entre el 9 y 10 por 100 del producto total de Nueva

España (cerca de 24 millones de pesos) se ingresaba en el tesoro real o en las

arcas eclesiásticas, y de éste cerca de la mitad (12 millones de pesos) salía de

la colonia hacia la península…‖210

Sin embargo, el fin de siglo traería consigo una serie de acontecimientos

que habrían de provocar profundos cambios estructurales y espaciales en el

escenario económico y político del noroeste de México; especialmente con la

creación de la Comandancia General de las Provincias Internas, el cambio de la

capital californiana al puerto norteño de Monterrey yelinicio del

210

Timothy Anna, JanBazant, et. al., Historia de México, Barcelona España, Crítica, 2003, segunda edición, p. 9.

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173

procesoindependentista, tiempo en el cual florecieron ciertasprácticas mercantiles

al margen de la ley.

La guerra de independencia, aunque no afecto de manera directa nuestra

área y tema de estudio, es decir, no fue cede de las revueltas independentistas, sí

ocasiono efectosal producirse el rompimiento de los esquemas y estructuras de

comercio y abastecimiento de esta región. De igual forma, generó un desequilibrio

urbano en la época al afectar con más intensidad a dos de las regiones que más

se habían desarrollado en los últimos años del virreinato: el Bajío y la zona del eje

México-Veracruz. El dislocamiento del sistema de ciudades, provocado por la

independencia, trajo consigo un debilitamiento del papel central que venía jugando

la ciudad de México, Veracruz y Acapulco. A su vez, esto produjo las condiciones

necesarias para el surgimiento de nuevos espacios regionalescon fue el puerto de

Tampico en las Provincias Internas del Oriente y el puerto de San Blas en las

provincias Internas de Occidente constituida por las provincias de Nueva Vizcaya,

Nuevo México, Sonora, Sinaloa y Californias.

Dentro de la región noroeste, los comerciantes de la intendencia de Arizpe

comenzaron a utilizar el puerto de San Blas con la intención de remplazarlas

líneas de comercialización que tenían con la ciudad de México y así continuar

abasteciendo al noroeste de México; región que se vio beneficiada al recibir

productos a un precio mucho menor al que pagaban a los aviadores con el antiguo

sistema de avituallamiento.Estrategia que en nada agradaba a los almaceneros

capitalinos al afirmar que:

―…por Guadalajara y San Blas se abastec ían todas las Provincias

Internas y Californias en una competencia ilegal y desleal (puesto que las

mercancías transportadas por Veracruz y México se veín recargadas hasta en

un 40 por ciento en su precio por los diferentes impuestos de guerra y por los

fletes), y que a ese paso ls ciudad de México se convertiría en un mercado de

Guadalajara.‖211

211

Juan Domingo Vidargas, ―La Intendencia de Arizpe y la Independencia‖, en Ortega Noriega, Tres siglos de…, op. cit., p. 408.

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174

Fue así como al amparo del tráfico comercial, presente ya desde fines del

siglo XVIII; pero potenciado con la apertura que trajo la guerra independentista, se

fueron creando grupos de mercaderes que, si al principiose desempeñaban como

intermediarios de los comerciantes de México y de Guadalajara después,

empezaron a emprender acciones por su cuenta y se dedicaron a consolidar sus

propios intereses. De esta forma, invirtiendo su capital en mercancías de

contrabando, los comerciantes locales obtenían mayores ganancias.

Puertos como Guaymas, Mazatlán,San Blas, La Paz y San José del Cabo

empezaron a serlos puntos de contacto con los navíos extranjeros desde los

cuales se comenzó a realizar el abastecimiento de prácticamente todo el territorio

noroccidental.Poco a poco, los comerciantes extranjeros que llegaban a los

puertos del noroeste empezaron a interesarse por los productos regionales y a

demandar productos agropecuarios que podían colocar con facilidad en sus

lugares de origen. Fue así como la región comenzó a recibir productos como la

seda, papel, azúcar, cacao, té, brandy, aceite de ballena, abarrotes y

manufacturas diversas. Estos productos eran distribuidos por los comerciantes

locales, pero esto también propició la comercialización de productos como la

harina, palo de Brasil, conchas de perla, cueros, sebos, sal y carne seca.

Pare el territorio sudpeninsular, una vez pasada la etapa de las reformas dio

inicio un periodo que hemos definido como de reorganización. En él se aprecian

diferencias y pequeñas mejorías en las características productivas de cada uno de

los rubros económicos que ya se venían definiendo. Poco a poco, sin poder hablar

de un mayor dinamismo económico, se fueron asentando y consolidando las

diversas ramas productivas enfocadas al establecimiento de una economía

mercantil principalmente en el extremo sur del brazo peninsular.

Para finales del siglo XVIII, la economía sudpeninsular comenzaría a

experimentar pequeños cambios en las condiciones sobre las cuales había venido

caminado. Las reformas galvecianas, que en un inicio no dieron los resultados

esperados, empezarían a producir los primeros efectos positivos; producto de un

mayor tráfico mercantil por el Pacífico y una mayor dinámica comercial sobre el

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175

Golfo de California, consecuencia de las medidas de apertura comercial

impulsadas por el gobierno, y en la cual comenzarían a tener participación los

puertos peninsulares al ser considerados —a partir de 1803212— en la categoría

de puertos menores.Fue así como dio inicio una nueva etapa en la cual la

actividad mercantil de altura y de cabotaje comenzaría a dinamizar la economía de

algunos de los antiguos poblados de la sudpenínsula; por ello, esta etapa marca la

formación de un nuevo mosaico en la economía regional.Esto es señalado por la

Dr. Dení Trejo Barajas cuando puntualiza que:

―…Las instrucciones del visitador para la Baja California, la

instauración del gobierno civil, el establecimiento del puerto de San Blas, las

franquicias otorgadas al comercio que se llevara a cabo en las costas del Pacífico

noroeste, así como el desarrollo de la navegación extranjera, favorecieron dicho

proceso, de tal manera que se puede apreciar con certeza su efecto positivo, por

lo menos en una pequeña región de la península, su extremo sur.‖213

Durante la administración misional, la navegación comercial había tenido un

pobre desarrollo cuyo origen era producto del mismo sistema jesuita. Loreto, con

su carácter de primera capital de las californias, sede de un presidio militar,

asiento del almacén general y suelo donde radicó —a partir de 1730— un religioso

con título de procurador, encargado de ―recibir y despachar los barcos, cuidar del

almacén, distribuir las memoriasde los misioneros, proveer a los soldados del

presidio y llevar los registros contables‖,214 fue el núcleo misional que más se

destacó en cuanto a prácticas comerciales o de intercambio. El hecho de que

Loreto haya sido la única puerta de entrada a las Californias, lo que puede

traducirse en que era el único puerto por donde ingresaban mercancías y

bastimentos a la península, le permitió tener pequeñas relaciones comerciales con

algunos puertos de Sinaloa y Sonora sobre la contracosta continental.

Específicamente, Loreto era abastecido por dos rutas:

212

Trejo Barajas,op. cit.,p. 65.

213Ibid., p. 34.

214Del Río, El régimen jesuítico, op. cit.,p. 137.

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176

[…] una que se podría llamar de altura por la distancia a recorrer y por

la capacidad de los navíos, partía de Acapulco o de Matanchel,

puertos a los que llegaban los situados procedentes de México con

artículos que sólo podían obtenerse en Nueva España y,

ocasionalmente, en nueva Galicia. La otra ruta tenía su origen en el

vecino litoral de Sonora y Sinaloa, desde donde las misiones jesuíticas

del continente apoyaban con el envío de alimentos a los frágiles

establecimientos de la árida península…215

La segunda ruta denominada de cabotaje, tocaba varios puntos de la

contracosta continental como: Guaymas, puerto del yaqui, Santa Cruz

(desembocadura del río Mayo), Agiabampo y Santa María de Ahome

(desembocadura del rio Fuerte).

Otras manifestaciones de carácter comercial se presentaron sobre la porción

austral de la península de California, específicamente en las cercanías de las

jurisdicciones de la misión de Todos Santos y de Santiago,donde, un ex militar que

dio inicio a las primeras actividades independientes al sistema misional dentro del

ramo minero, provocó la demanda de ciertos productos y demás géneros que

comenzaron a ser solicitados a los núcleos misionales más cercanos,hecho que

abrió una pequeña y esporádica relación comercial,la cual no paso de ser una

relación poco benéfica para ambas partes y poco amistosa.

Otro lugar donde se presentaron algunas relaciones de intercambio o

cambalache, como también fueron definidas por los mismos jesuitas, fue sobre las

costas inmediatas a la misión de San José del Cabo, donde ocasionalmente

hacían escala algunos galeones en su travesía desde las filipinas hacia los

principales puertos del virreinato. Sin embargo, para finales del siglo, las costas

peninsulares —especialmente las del Pacífico— comenzaron a ser visitadas por

embarcaciones extranjeras, principalmente de procedencia inglesa y

angloamericana para realizar la caza de nutrias y ballenasde forma ilegal y bajo

215

Juan Domingo Vidargas del Moral, Navegación y Comercio en el Golfo de California 1740–1824, Tesis de LicenciaturaUniversidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, p. 115 y 116.

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177

múltiples escusas. Esta actividad fue generando esporádicos contactos entre las

embarcaciones y los residentes peninsulares, puesto que los primeros se

acercaban a las costas peninsulares en busca de agua, leña y provisiones para

continuar con sus travesías. Fue así como los esporádicos contactos de asistencia

comenzaron a ser utilizados poco a poco por ambas partes como una buena

oportunidad para realizar algunos intercambios de bienes y manufacturas que les

resultaban en mucho beneficiosas. Por un lado, productos como plata, oro, carne

seca, sebo, cueros, queso y frutos pasados comenzaron a ser demandados en los

puertos o lugares de origen de las embarcaciones visitantes, y por el otro, los

habitantes sudpeninsulares comenzaron a demandar manufacturas que

difícilmente podían adquirir en el mercado interno y aprecio más bajo.

Posteriormente, a esta actividad de carácter ilegal, propiciada por la captura

de mamíferos marinos y que en cierta medida apoyó el desarrollo de una

economía local poco dinámica, vino a sumársele el desarrollo de un comercio

menor o de cabotaje desplegado entre los puertos de ambas costas del Golfo de

Californiacomo: San Blas, Guaymas, Mazatlán, San José del Cabo, La Paz y

Loreto.Con este tipo de enlaces mercantiles, la economía local de tipo minero–

agropecuaria,comprendida entre La Paz y San José del Cabo —y en menor

medida en puertos como Loreto y Mulegé—, comenzó a reforzar y desarrollar su

mercado interno, al tiempo que daba salida a productos y recursos que dentro del

marcado local ya no tenían cabida. Por otra parte, se comenzaron a recibir

recursos y mercancías que revitalizaron el mercado interno.

Poco a poco, apoyada en la actividad mercantil generada sobre el Golfo de

California y el Océano Pacífico, más la dinámica interna de una economía minero–

agropecuaria, dio pie a que la región sur de la sudpeninsula cobrara fuerza e

interés por pequeños y medianos comerciantes de puertos como San Blas y

Guaymas. Esta dinámica queda de manifiesto en las noticias correspondientes a

los últimos meses de 1816 y los primeros meses de 1817 donde:

[…] se deduce que de dos a cuatro embarcaciones de cabotaje salían o

entraban cada mes en el puerto de San Blas. Los lugares de destino o

procedencia eran: Acapulco, Mazatlán, Guaymas, los ríos Yaqui y Mayo,

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178

y en la Baja California: San José del Cabo, Ensenada de Muertos, La

Paz y Loreto…216

El desarrollo de las actividades económicas de la zona se generó en estrecha

relación con la evolución que registraba la actividad minera en Santa Ana y San

Antonio, así como el desarrollo de las actividades agropecuarias en los antiguos

centros misionales de San José del Cabo, Santiago y Todos Santos. Estos

núcleos sociales sobresalieron por su crecimiento demográfico y su carácter de

núcleos de atracción en el desarrollo de las actividades agropecuarias, dando vida

a pequeñas comunidades con carácter de ranchos y congragaciones.Poco a poco,

esta economía regional comenzó a registrar diferencias en las características

productivas en cada uno de los rubros económicos que ya se venían definiendo.

Sin poder hablar de un mayor dinamismo económico, se fueron asentando y

consolidando las diversas ramas productivas enfocadas al establecimiento pleno

de una economía mercantil.

La industria minera, puede catalogarse como una actividad estancada y de

poco desarrollo, la extracción era realizada por unos cuantos mineros que trabajan

en las bocaminas de San Antonio y en las arenas de las cañadas y arrollo de la

zona. La estructura de estas empresas era la misma familia, empleando en muy

pocas ocasiones operarios o mano de obra asalariada. Por la falta de capitales,

estas pequeñas empresas familiares realizaban asociaciones casi obligadas con

comerciantes de cabotaje, quienes los aviaban con herramientas, materiales e

insumos para el laboreo de las minas, lo cual dio como resultado una gran masa

minera quebrada por lo poco que pudo extraer y un reducido grupo de

comerciantes, dueño de la mina y poseedor de la plata extraída. Sin embargo, el

solo accionar de los reales mineros, propicio un impulso a la actividad agrícola,

ganadera y comercial, creando nuevos escenarios para el intercambio de

mercancías.La explotación de las salinas,por su parte, siguió operando bajo el

sistema de arrendamiento, puesto que a decir de las autoridades y

administradores, esta era la mejor forma de aprovechamiento de acuerdo a las

216

Trejo Barajas, op. cit., p. 65.

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179

circunstancias; y por lo tanto, permitía tener un significativo crecimiento en dicha

actividad.

En lo que respecta al desarrollo de la agricultura, su desenvolvimiento en

este periodo siguió mostrando una producción practicante de autoconsumo,

debido principalmente a que la mayoría de los ranchos eran productores

familiares, que con un poco de ganado y algo que cosechar en sus huertos

familiares, iban prolongando su existencia, mostrando síntomas de una pequeña

mejoría y crecimiento,paulatinamente.

En lo que respecta al desarrollo de la agricultura, su desenvolvimiento en este

periodo siguió mostrando poco a poco síntomas de mejoría y crecimiento,

logrando registrar, en un censo realizado en San José del Cabo para el año de

1833, ―un total de 1 259 habitantes, 263 de los cuales correspondían a los jefes de

familia e hijos mayores de edad que eran dueños de tierras agrícolas y ganado o

ejercían algún oficio. Esta población económicamente activa estaba integrada por

60 labradores, 70 criadores de ganado, 120 operarios, 3 silleros, 4 herreros, 2

zapateros, un carpintero, un jabonero, un cazador y un obrero‖.217 Asimismo, cinco

años después con la existencia de 134 operarios se contaba con un conjunto de

más de 8 000 cabezas de ganado vacuno y producían alrededor de 1 146 fanegas

de maíz, 344 de trigo y 3 310 arrobas de queso, además de otros animales y

frutos de menor relevancia. En general, la ganadería fue desarrollada por un

amplio sector de propietarios donde aparecían pequeños criadores, en su

mayoría, y una menor cantidad de criadores que satisfacían la demanda interna y

externa de productos como vaquetas, cueros, carne, queso, jabón y sebo.

El mercado interno de estos insumos pecuarios estaba conformado por

soldados presídiales, empleados públicos y la gente avecindada en los pueblos

misionales, ranchos y congregaciones.

La actividad comercial continuó con su proceso de consolidación sobre las

décadas iniciales de la primera mitad del siglo XIX, impulsada por el crecimiento

de los niveles productivos, la diversificación de las actividades económicas y el

217

Ibid., p. 90.

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fomento de la actividad comercial; logrando asíexpandir las fronteras del mercado

peninsular dentro de la misma economía local y la economía nacional.

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