OPINIÓN Una mirada ajena -...

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VINOS & VIÑAS / Número 1.010 En el avión, el cabernet sauvignon que acompaña a la comida tiene ese inequívoco sabor a ninguna parte por el que se caracte- rizan los modernos aeropuertos. Llegando a Buenos Aires no hablamos con nuestros compañeros de viaje de los tópicos por los que se mueven los turistas mundiales; ni nos atrae el tango, ni las cataratas, ni los glaciares. Nos interesa el vino. Los adormilados visitantes se consideran afortunados y creen haber elegido bien su paquete turístico. Van a ver todo lo que las agencias de viaje les proponen, y se regoci- jan en el error que han cometido sus inter- locutores, que tendrían que haber viajado a la Toscana, al Medoc o con mayor esfuerzo al Valle de Nappa. Nosotros, a lo nuestro, un ojo de bife en La Brigada y un merlot de Humberto Canale para reafirmarnos en la decisión escogida: venir a Argentina a conocer y estudiar el turismo del vino. La invitación nos la ha hecho durante dos años consecutivos Bodegas de Argentina, y en vez de descansar en nuestras vacaciones bodegueras, nos vamos a recorrer una línea invisible pero evidente, que va paralela a la mítica carretera 40, que es el eje del costi- llar vitivinícola argentino. Nuestro proble- ma, al regreso sentados delante de la chi- menea del invierno español, rodeados de cientos de folios, decenas de folletos, varios cuadernos y cinco mil fotografías, es por donde empezar. Norte o Sur. EL VINO EN LAS MONTAÑAS DE COLORES El hecho de que pensemos largamente en esta elección, nos va a hablar de una de las principales características del turismo del vino argentino: su variedad. Y al final, nos decantamos por las calientes tierras de Salta en una brillante primavera, cuya luz hace resaltar los ocres de las montañas que protegen verdes y viejos viñedos. La ciudad de Salta está demasiado distante de las viñas para poseer un sentimiento vinícola, y aunque en sus restaurantes Una mirada ajena sobre el Turismo del Vino en Argentina Bodega Centenaria San Rafael Viñedo en Cafayate OPINIÓN

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VINOS & VIÑAS / Número 1.010

En el avión, el cabernet sauvignon queacompaña a la comida tiene ese inequívocosabor a ninguna parte por el que se caracte-rizan los modernos aeropuertos. Llegandoa Buenos Aires no hablamos con nuestroscompañeros de viaje de los tópicos por losque se mueven los turistas mundiales; ninos atrae el tango, ni las cataratas, ni losglaciares. Nos interesa el vino. Los adormilados visitantes se consideranafortunados y creen haber elegido bien supaquete turístico. Van a ver todo lo que lasagencias de viaje les proponen, y se regoci-jan en el error que han cometido sus inter-locutores, que tendrían que haber viajado ala Toscana, al Medoc o con mayor esfuerzo

al Valle de Nappa.Nosotros, a lo nuestro, un ojo de bife en LaBrigada y un merlot de Humberto Canalepara reafirmarnos en la decisión escogida:venir a Argentina a conocer y estudiar elturismo del vino.La invitación nos la ha hecho durante dosaños consecutivos Bodegas de Argentina, yen vez de descansar en nuestras vacacionesbodegueras, nos vamos a recorrer una líneainvisible pero evidente, que va paralela a lamítica carretera 40, que es el eje del costi-llar vitivinícola argentino. Nuestro proble-ma, al regreso sentados delante de la chi-menea del invierno español, rodeados decientos de folios, decenas de folletos, varios

cuadernos y cinco mil fotografías, es pordonde empezar. Norte o Sur.

EL VINO EN LAS MONTAÑAS DE COLORESEl hecho de que pensemos largamente enesta elección, nos va a hablar de una de lasprincipales características del turismo delvino argentino: su variedad. Y al final, nosdecantamos por las calientes tierras deSalta en una brillante primavera, cuya luzhace resaltar los ocres de las montañas queprotegen verdes y viejos viñedos.La ciudad de Salta está demasiado distantede las viñas para poseer un sentimientovinícola, y aunque en sus restaurantes

Una mirada ajenasobre el Turismo delVino en Argentina

Bodega Centenaria San Rafael Viñedo en Cafayate

OPINIÓN

Diciembre 2007 / VINOS & VIÑAS

Los especialistas españoles en enoturismo recorrieron los caminos del

vino argentinos, invitados por Bodegas de Argentina. Aquí nos ofrecen su

visión sobre lo que les dejó el itinerario de Norte a Sur del país. Además,

dejan algunos consejos para que las tres patas del negocio, instituciones,

gobierno y bodegas, se integren para potenciar la actividad. El resultado

del extenso viaje lo volcarán en un libro que nacerá el próximo año.

Textos y fotos: Luis Vicente Elías Pastor y Margarita Contreras * / [email protected]

hallamos los mejores vinos de la provincia,debemos alejarnos hacia las zonas produc-toras admirando un paisaje de colores.Pasamos por el pueblo de La Viña, que nosda referencias a un pasado vitivinícola quenos remonta al siglo XVII y las misionesjesuíticas.La aparición del color verde que contrastacon los ocres de la montaña, nos anuncia lallegada a Cafayate, verdadero centro delvino salteño. En este lugar sus bodegas tie-nen la antigüedad como primer atractivo,y nos vinculan al vino con un gloriosopasado que contrasta con el esperanzadopresente de la calidad y del prestigio de susproductos. Antigüedad y altura son los dos

conceptos a explotar en una zona cuyonombre debe agrupar a todos los producto-res bajo el paraguas de una marca, hoy yareconocida.Las singularidades aparecen en la arquitec-tura, en los viejos envases de algarrobo o enlas cepas centenarias, y se deben completarcon los pequeños productores que hacenexcelentes productos como el semillón, lasmistelas o los arropes, partiendo de susviñas que ellos elaboran. Además tenemosalojamiento en las bodegas con excelenteshoteles. El paisaje es la base que puede atraer a losviajeros extranjeros, y este se debe comple-mentar con una bella artesanía que encon-

tramos justo en el borde de la Ruta 40,mítico camino de más de 5.000 kilómetros,y a cuyas veredas vamos a encontrar viñashasta la Patagonia. El recurso de “los vinosde altura” es otra singularidad a aprove-char, siendo difícil encontrar cepas en cre-cimiento en otra parte del mundo, comolas de Payogasta a más de 3.000 metros dealtitud, y otras ya confirmadas y en pro-ducción en Tacuil a 2.597.El ambiente rural, y el tamaño de Cafayatees otro de los importantes recursos para elenoturista que quiere completar su descan-so con el incremento de sus conocimientosenológicos, que aquí se ilustrarán en eltorrontés y en otras variedades, con alter-

Prevención de la helada Bodega en Cafayate con hornos para calentar los caldos

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nativas excelentes como rosados descono-cidos. El retorno a la capital se ha de hacerpor la 40 parando en Animaná a saludar aD. Andrés Corcino, que es una instituciónen el saber tradicional del viñedo. Siguien-do por San Carlos se debe llegar a Angasta-co y tomar una trocha que atraviesa undesierto de colores para dar vista a los viñe-dos de Colomé y Tacuil desde el cerro, conel Nevado de Cachi de 6.380 mts. al fondo.Se vuelve por Molinos, se conversa conartesanos que cuidan llamas, ovejas y vicu-ñas, mientras tejen piezas rojas como losatardeceres sobre los cerros y llegamos aCachi, para por la Cuesta del Obispo regre-sar a la ciudad de Salta.

Nos hemos centrado en las bodegas pero elcomplemento son las fiestas, el folklore yuna comida con restos de matices indíge-nas poco perceptibles en otras zonas deArgentina.Hay que seguir hacia el sur, olvidando viñasy vinos de altura para encontrar novedades,atravesando Catamarca con una incipienteviticultura que tendrá que decidir si seincorpora a la actividad turística.

LA OTRA RIOJALlegar a La Rioja, para un riojano del otrolado crea cierta emoción. La capital poconos dice del mundo del vino, pero sonabundantes los establecimientos que ofre-

cen el vino hecho por cosecheros de lospueblos próximos, es “el vino patero” queproduce mayor atracción por su forma deelaboración para los foráneos que para losaficionados al vino locales, por el que sien-ten un profundo desprecio.Recorriendo la carretera que nos lleva alembalse de Los Sauces, y siguiendo estevalle, encontramos pequeñas bodegas conpiletas y depósitos de hormigón, garollasen funcionamiento, y vasijeria de maderade algarrobo de donde salían excelentesvinos en los años treinta del siglo pasado.Se puede observar la tecnología tradicional,esa que trajeron los emigrantes italianos yque mezclaron con las herramientas loca-

les, con buenos ejemplos en Sanagasta,como bodegas Miniti. Y siguiendo el cami-no en Aminga, continúan los descendien-tes de D. Rosendo a quién Cafrune le dedi-có una sambita referida a su vendimia.El atractivo para el viajero, son estospequeños elaboradores constituidos en dis-cretas asociaciones como la de Productoresde Vino Casero “Cordón de Velasco”, queelaboran el vino con la ingenuidad y la fres-cura de antaño, y con un gran encantopara el viajero, un poco cansado de tantoacero inoxidable.La otra comarca vitivinícola riojana tienesu centro en Chilecito y su mejor exponen-te en la bodega Cooperativa La Riojana.Esta agrupación de 510 asociados es un

ejemplo que se creó en 1940 y desde enton-ces sigue un planteamiento empresarial, yle ha llevado a tener bodegas también enCatamarca y Mendoza.Con sus casi 400 empleados es un referen-te en el mundo del vino argentino y ade-más es un buen ejemplo de asociacionismoprogresista que se atreve a sacar adelanteproyectos modernos y sustentables.La bodega precisa de mejoras para recibir alos turistas, pero posee una excelente tien-da y aconsejamos que el viajero soliciteconocer su iniciativa de cultivo ecológicointegral, y va a tener una experiencia exclu-siva. Ver el pastoreo de 3.000 ovejas porentre los viñedos en las cuatro estacionesdel año, depositando su abono y acabando

con las malas hierbas; es un caso único enel mundo con un aprovechamiento tancompleto, que lleva a transformar las hecesdel ganado en compos a través de un pro-ceso de lombricultura; la carne se ofrece alos socios y la lana servirá para fomentar laartesanía local. Un caso ejemplar, realizadopor gentes enamoradas de su trabajo.Volver de La Rioja por la Cuesta de Miran-da y conocer los accesos al Parque deTalampaya, es un excelente recorrido porun paisaje de colores, para acercarnos anuestra tercera propuesta de enoturismo.

LOS VINOS DEL SOLSan Juan es una ciudad sacudida por losterremotos, de cuyo pasado arquitectónico

El viñedo más alto de América.3.050 mts Cosechador riojano

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quedan pocos restos. Pero permanecenalgunas muestras de la vieja arquitecturadel vino, que merecen ser visitadas. Las Cavas de Zonda, excavadas en la rocaen 1928, son una construcción única enArgentina por su aprovechamiento parabodega, en ella se elaboran vinos espuman-tes. Otro entorno vitivinícola es el de lalocalidad de Pocito donde encontramos lainstalación tradicional de Viñas Segisa conuna cava subterránea, en un enclave degran actividad sísmica. El edificio conservala tipología de las antiguas edificacionesvinateras. Como ejemplo de bodega fami-liar muy cerca de aquella, interesa visitarLas Marianas, con los elementos de elabo-

ración empleados en el pasado, pero conuna calidad excelente. El complemento a la visita a bodegas, tieneen San Juan como referente los ParquesNaturales como el de Ischigualasto o el veci-no de Talampaya, o las zonas de interésnaturalístico de Calingasta y otras con yaci-mientos paleontológicos de importancia. Al lado del vino, surgen las nuevas iniciati-vas del aceite, y en San Juan se puede visi-tar una fabrica de ese producto y degustarlas variantes de aceitunas que se elaboranen esta tierra de sol y montañas; por loque recomendamos acudir a la empresaTupelí y que conversen con Raúl Marún,que es un experto y además enamorado de

los productos sanjuaninos, y no dejen deprobar sus tomates secos.San Juan posee unos recursos valiosos den-tro del Turismo del Vino y manifiesta suinterés en ese producto turístico, como lodemuestra la existencia de una Ruta queagrupa a seis bodegas y en la que no estálamentablemente Bodegas Graffigna.Esta empresa emplazada en el mismo lugardesde 1870, posee un museo que comple-menta la visita a la bodega, y hoy es elmotor de la actividad enoturística local,por lo que parece contradictorio que noesté integrada dentro de la iniciativa quepatrocina el Gobierno de San Juan. Deja-mos esta calurosa ciudad y en la ruta hacia

Mendoza paramos en diversos puestos queofrecen vinos, aceites y frutos desecados alsol, brillante astro que es la mejor marca deesta región.

EL CENTRO DEL MUNDOMendoza suele ser el destino preferido porlos turistas del vino que visitan Argentina,y lo es por la cantidad y la calidad de lasbodegas, que alberga esta gran ciudad, peropor esta característica de su tamaño, preci-sa de una información específica para elvisitante, y sobre todo para el enoturista,que no se va a contentar con la habitualpropuesta que ofrecen los touroperadoreslocales, que está próxima al masoquismo,de visitar cinco bodegas en un mismo día,

como nos han narrado algunos de nuestrosencuestados.Si queremos conocer la diversidad de la cul-tura del vino mendocina, tendremos quepreguntar e informarnos, y aquí encontra-mos una gran carencia en la ciudad, unespacio de información, un Centro Temáti-co que oriente al viajero, según sus conoci-mientos y sus intereses. Nosotros ofrece-mos una propuesta, pero existen otrasmuchas alternativas partiendo de los gus-tos de cada cliente.Según nuestro parecer y comparando a lacapital cuyana con otros centro vitiviníco-las mundiales, este enclave es único en loque podríamos llamar “conjunto de bode-gas urbanas” aunque su carácter de urbano

se haya ido configurando mediante el pro-ceso de ocupación de los terrenos vitícolasque abrazaban a la ciudad, desde elcomienzo de la actividad vinícola. Admiti-mos que la bodega más antigua del entor-no mendocino es la de Panquehua en LasHeras, fechada en 1856, y pensando comoera el territorio en esa época, nos daremoscuenta que no podríamos hablar de bode-gas urbanas hasta llegar al último terciodel siglo XX.Pero si quisiéramos buscar característicassingulares de este enclave, nosotros pro-pondríamos un recorrido por Godoy Cruz,visitando lo que resta de un imperio vití-cola sin igual en el mundo, admirando losrestos de las bodegas El Globo, o los despo-

Bodega en Cafayate Lagar de cuero

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jos de las Arizu y pudiendo visitar una reli-quia en funcionamiento en la bodegaEscorihuela de 1884, disfrutando del res-taurante de la misma fecha regentado porFrancis Mallman. Este conjunto de bode-gas constituyeron el centro de un pobla-miento que surgió a su alrededor y bajo suempleo y protección.Si nos trasladamos a Luján de Cuyo, cono-ceremos bodegas que parten de un espaciourbano para llegar en la lejanía del centro,a bodegas contemporáneas en espaciosrurales y con firma de arquitectos moder-nos. Pasaremos de las bodegas Weinert, olas de Rossel Boher, típicos ejemplos de lasobras de ladrillo. No debemos olvidar el

Santuario de la Virgen de la Carrodilla,patrona de los viñedos. Conforme nos alejamos del centro apare-cen las obras modernas de diseño elegante,que tanto gusta ahora en el sofisticadomundo del vino. Son buenos ejemplosDolium, Catena Zapata o Ruca Malen. Ytodo este imperio se lo debemos a los hom-bres que condujeron y dominaron el agua,por lo que es recomendable visitar elmonumento a Cesar Cipoletti, ingenieroitaliano que organizó la distribución de losregadíos y que posee al lado del canal unabella escultura.En Maipú, seguiremos encontrando laarquitectura de ladrillo, y se debe conocer

lo que fue el esplendor de la cantidad, hoyque hablamos tanto de la calidad y que esel origen de esta. Las construcciones rela-cionadas con las empresas de Giol y Gar-gantini, tanto en lo fabril como en lodoméstico son de gran interés, lo mismoque su singular vinoducto.Otro enclave a no perderse es la bodega deLa Rural, tanto por su importante partici-pación en la historia vinatera local, comopor el excelente museo que alberga. Sinlugar a dudas es la mejor colección de pie-zas de vitivinicultura del Nuevo Mundo,sólo comparable con la colección riojanoes-pañola del Museo Dinastía Vivanco. Lacolección agrupada con cariño por su crea-

dor Rodolfo Rutini Reina y custodiada pornuestro amigo Adolfo Cueto, merece unordenamiento museográfico y una simplemano de pintura para convertirse en elmejor enclave cultural del vino de América.Otro elemento a distinguir es el centro deenseñanza Don Bosco, de Rodeo del Mediotanto por la labor didáctica como porguardar en sus instalaciones otra joyaúnica en el continente como es la TorreVinaria, de gran valor para comprender lastecnologías enológicas de ayer, y a su ladouna moderna bodega que nos explica lasactuales.El recorrido mendocino, lo hemos conclui-do en el cementerio de Las Heras, parasaber como descansan en paz los bodegue-

ros de antaño, y ver la magnificencia de susespacios de muerte, ya que tuvieron envida unos edificios también espléndidos.Existen otras iniciativas singulares a cono-cer como es la experiencia de turismo delvino para todos los sectores de la bodegaFamilia Zuccardi, con sus fiestas de degus-tación multitudinaria y a la vez su selectorestaurante y su sala de arte y conciertos.En el mundo del arte hay varias iniciativasen Mendoza y cabe resaltar la de Killka,con su sofisticado museo y capilla dentrodel conjunto de Bodegas Salentein, bajo laCordillera en el Valle de Uco.Siguiendo por estos pagos, vemos la obraarquitectónica de O Fournier, que destacaen el paisaje y cerca la propuesta de Bode-

gas La Celia, de convertirse también en unreferente cultural en el futuro.

LO PEQUEÑO ES BELLODespués se acaba el agua y por lo tanto elregadío y conocemos el desierto hastaencontrar de nuevo las aguas en las inme-diaciones de San Rafael. Esta localidadposee otras características del turismo delvino que debe de explotar, y no tiene quesentirse acomplejada ante el gigante men-docino, sino saber que las buenas esenciasse guardan en frascos pequeños.Probablemente el tamaño de las bodegas ysu antigüedad sean la base para constituirla propuesta rafaelina. Partiendo de bode-gas como La Abeja, con instalaciones cen-

Monumento la viñador Sentir popular (Mendoza)

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tenarias, antiguos objetos y una destacabletorre, se pueden hacer propuestas intere-santes. Se debe aprovechar un motorimportante de fama bien ganada, como esBodegas Bianchi, más para multitudes quepara refinados enoturistas que buscan sin-gularidad y no tamaño. Otro buen ejemplode reducida instalación con magníficascavas subterráneas es Suter, con una salade grandes toneles impresionante y unaimagen de la virgen de Carrodilla, que seencuentra en muchas bodegas.El valor y el interés de la bodega familiar sepuede encontrar en la de Armando Roca,donde se confirma ese axioma de lo peque-ño, y se palpa el cariño a la hora de mostrar

una obra. San Rafael es un ejemplo de hospi-talidad y excelente trato para con los visitan-tes, y eso se agradece, en contraste con algu-nas instalaciones impersonales que tambiénhemos conocido en este largo recorrido.Otro elemento singular a tener en cuenta,es la iniciativa de Viñas del Golf, con unainstalación para este deporte, excelente eintegrada en el paisaje de viñas, y que roga-mos a la patrona de los viñedos, que per-manezca de esta guisa. Lo cierto es que SanRafael atrae, por su paisaje, por el interésdel río o por la tranquilidad de lugarescomo Villa 25 de mayo, excelente lugarpara residir en este recorrido por la zona,pero debemos seguir hacia el sur.

LOS VINOS DEL SUR DEL SURCuando Ana Boschi, de la Secretaría deTurismo de Río Negro, nos invitó a conocerlas bodegas de Patagonia, pensábamos queera broma, y nos tuvo que explicar muchascosas pero le creímos y nos fuimos paraallá, a ver y a creer. Patagonia es una de las"marcas" que mejor se conocen en Europa.No me pregunten que significa, pero tieneque ver con lejanía, aislamiento, soledadbuscada y al final utopía, que es algo de loque carecemos los ciudadanos de los ViejosMundos, en los que los sueños se han con-vertido en euros. Por esta razón atrae, elvino más alejado, el más desconocido, ypor eso fuimos.

Se iniciaba la primavera en General Roca ylos frutales que querían florecer nos oculta-ban el viñedo. Era un paisaje impresionan-te, y de esto del paisaje del viñedo argenti-no, sabemos un poco, pero nunca había-mos encontrado un mar de flores y entreellas el incipiente verde del viñedo.Cuando vimos el cartel de Ruta del Vino,Manzanas, Peras, y Dinosaurios, nos pare-ció un poco exagerado pero fuimos com-prendiendo el valor de esta oferta en el ini-cio de una Patagonia que tiene los vinosmás australes del mundo. Vinos de desier-to, vinos de estepa, vinos entre frutales yvinos de la hospitalidad y el buen trato, asíson los vinos de Río Negro. Instalacionesalgunas centenarias, otras recientes, discre-

tas inversiones, viñedos entre la estepa des-értica, con más voluntad que éxito, perotodo adobado de un intenso cariño.Humberto Canale es una bodega de las clá-sicas y hace un merlot que sorprende, yJuan Garabito te lo explica con la latitud yla amplitud térmica y esas cosas paraentendidos, pero el resultado es excelente.Desde allí a Agrestis donde nos atendió elingeniero Norberto Ghirardelli con susvinos espumosos y un pinot noir, mejorque el de las películas, que es tan amablecomo el autor, y su esposa que hace unasempanadas excelentes. Cerca Noemía con la nueva arquitectura yla llegada del capital foráneo, que se nota.Pero como contraste, es interesante la tra-

dición de la familia Podlesch que siguentrabajando como antaño y con su granesfuerzo elaboran unos excelentes espu-mantes, mientras se lamentan de la pérdi-da de los viejos malbec de más de cienaños, y confían en el joven Martín que traeel empuje de los nuevos enólogos.Bodegas Estepa, es un ejemplo de inversiónlocal, con discretas instalaciones y buenproducto. Su experiencia de viñedos este-parios forma parte de la utopía patagónica,y les proporciona muchos quebraderos decabeza, pero también da nombre y marca.En Cipoletti, capital que está dedicada alingeniero que condujo aquí también lasaguas para el riego, hay que visitar la Bode-ga Museo Herzig, y conocer el pasado de la

Música en bodega Museo Graffigna (San Juan)

producción vitivinícola de la región quetiene una larga historia basada en el agua,el ferrocarril y la llegada de los emigrantes.Más al norte, curiosamente no había vides,pero hay petróleo y por lo tanto riqueza.Fruto de esta, más que de la tradición, sehacen excelentes vinos y esto nos debehacer reflexionar a los defensores de la cul-tura tradicional del vino.Iniciativas como las de las bodegas de Neu-quén son un ejemplo de la incorporaciónde la tecnología, la economía y la modernaarquitectura a sugerencias vitivinícolas enlas que el turismo del vino está incorpora-do desde su fundación. El excelente restau-rante de bodegas NQN es un buen ejemplode esto, y la propuesta de Familia Schoedercon su yacimiento de restos de dinosaurioen sus cavas, son un modelo de unión derecursos dentro del enoturismo, y ademáshacen excelentes vinos y su personal esatento y con unas admirables ganas deaprender.La Bodega del Fin del Mundo, sorprendepor su tamaño, y contemplan el turismo

como una forma de promoción, lo cierto esque para bien o para mal, el turista saleimpresionado por su volumen. Hay otrasiniciativas que se están desarrollando enSan Patricio del Chañar, enclave que se vaa posicionar como el centro del enoturis-mo, y no precisamente por su tradición, nipor la antigüedad, ya que esta tipología deturismo temático alrededor del vino admi-te múltiples variantes.Y para buscar originalidades y experienciasextremas hay que descender a Chubut,donde en el paralelo 42, se hace el últimovino del país, en El Bolsón; y allí concluyeel recorrido, aunque la Ruta 40 nos animea continuar. Se acaba el vino, se termina elmundo.

CONCLUSIÓNCasi tres meses de recorrido por el espaciovitivinícola argentino dan para comprobarla primera característica a valorar en suspropuestas de enoturismo, la diversidad.Esta variedad de paisajes, diferentes mode-los de bodegas, pluralidad de cepajes y for-

mas de elaboración, sorprenden al viajero.Desde el lagar de cuero criollo, anterior alvino del emigrante, como le llama el doctorPablo Lacoste, momento en el que la elabo-ración se realiza en piletas de madera yposteriormente de cemento, hasta termi-nar con el brillante acero, que hoy cumpleesa función, nos demuestra la evolucióntécnica y cultural, nos habla del tiempo,como el paisaje y los varietales con sus for-mas de trabajarlos, nos dicen del espacio.La variedad es por lo tanto la principal vir-tud del vino argentino y de estos interesan-tes valores surgen también los problemas ylos inconvenientes, que poco a poco se vana solucionar. Como propuesta se debe pen-sar en la unidad y no fomentar la disper-sión que hoy se observa en las propuestas.El caso de Mendoza, por inabarcable es elmejor ejemplo, y el viajero se siente abru-mado por la cantidad de posibilidades y laescasez de orientaciones y consejos. Seecha en falta en una ciudad de esta catego-ría, un Centro de Recepción de Visitantes,que sirva para informar, para degustar y

Devociones Viene la tormenta Tino centenario San Rafael

Viñas del Golf Tienda de vinos Animaná

para comprar, que sea por lo tanto el esca-parate del vino de la ciudad y su entorno.Desde este espacio, el viajero saldría con ladocumentación suficiente para conocer eltipo de bodega y de otras iniciativas enotu-rísticas, que anda buscando.La visita a la bodega es el atractivo funda-mental del enoturismo y esta se debe reali-zar en base a la variedad y a la complemen-tariedad de unas instalaciones con otras,desde las antiguas, casi familiares, hasta lasgrandes empresas de fuerte volumen.Además del mundo del vino son muchasotras cosas que está buscando el viajero. Elconocimiento del paisaje, es el más tópicoe inmediato: viñedos entre frutales, confondo de la Cadena Alpina, en el desierto,a una altitud impensable en otras partesdel mundo, con un arco iris de coloresterrosos, en un campo petrolífero o cercade un tranquilo lago.Y también las tareas de la viña, la partici-pación en la vendimia, el conocimiento delas variedades, la sabiduría de los viejosviñadores o la colección de antiguos ape-

ros. Sin olvidar los alojamientos en bodega,restaurantes con maridajes de los produc-tos regionales, las fiestas, las tradiciones yun sin fin de otros temas que el turista delvino busca conocer. Para ofrecer este paquete completo faltauna propuesta conjunta, no escasean lasexcelentes iniciativas de las que hemosconocido muchas, sino un producto únicoque aproveche una marca genérica bajo laque se agrupen las sugerencias individua-les. El enoturista debe sentir que existe unproducto alrededor de la cultura del vino, yque se le ofrece.De la variedad y de la riqueza de las singu-laridades debe surgir la unidad en la pro-puesta a través de asociaciones y colectivosque se beneficien de forma agrupada, y conel lucro individual.La búsqueda de la marca es otra de las pre-ocupaciones que hemos detectado, ya quela pluralidad regional se lleva mal con unamarca única, y habrá que consensuar crite-rios y ceder en bien del producto final.En la distancia, después de haber recorrido

miles de kilómetros de haber conocido acentenares de personas enamoradas delvino y su cultura, auguramos un gran futu-ro a la propuesta que quiere organizarBodegas de Argentina, pero a la vez sugeri-mos la integración de todos los sectoresimplicados en una actividad tan complejacomo es el turismo. Las sugerencias propuestas son algunas detantas de las que hemos conocido, quenadie se sienta olvidado porque en nues-tros cuadernos de notas, en nuestras fotoso en nuestro corazón están bien guardadosrecuerdos e informaciones para un trabajomás amplio que estamos preparando. Atodos los que nos abrieron sus puertas ysus botellas, muchas gracias.

*Nota: Los autores y fotógrafos de este artículo son:Luis Vicente Elías Pastor, responsable del Departa-mento de Documentación y Patrimonio de BodegasR. López de Heredia en Haro (La Rioja, España);y Margarita Contreras, quien está realizando unDoctorado en Ocio en la Universidad de Deusto.

Bodega en San Rafael Damajuanas de el museo Viñedo en la estepa de un río

Tierra de Vino Tejedor cerca de Molinos (Salta)