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OPINIONES Y ACTITUDES DE LA POBLACIÓN ANDALUZA ANTE LA
INMIGRACIÓN (OPIA) Resumen Ejecutivo
Octubre 2006
INVESTIGACIÓN REALIZADA CON FINANCIACIÓN DEL FONDO SOCIAL EUROPEO MEDIANTE UN CONVENIO DE
COLABORACIÓN ENTRE LA CONSEJERÍA DE GOBERNACIÓN DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA Y EL CSIC (IESA)
FONDO SOCIALEUROPEO
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RESUMEN EJECUTIVO
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El estudio OPIA (Opiniones y actitudes de la población andaluza ante la inmigración)
ha sido realizado en 2005-2006 por el Instituto de Estudios Sociales Avanzados de
Andalucía (IESA-CSIC) por encargo de la Dirección General de Coordinación de
Políticas Migratorias (Consejería de Gobernación, Junta de Andalucía) con financiación
del Fondo Social Europeo. El principal objetivo del estudio era alcanzar un mejor
conocimiento de la opinión pública ante el fenómeno migratorio en aquellas zonas de
Andalucía en las que reside una proporción relativamente elevada de inmigrantes. La
relevancia de este objetivo radica en el hecho de que dichas zonas constituyen, en estos
momentos, los escenarios concretos de la convivencia entre las poblaciones autóctona e
inmigrante, pudiendo por tanto tener la consideración de laboratorio, respecto del resto
del territorio andaluz, en lo que a las relaciones entre autóctonos e inmigrantes se
refiere.
El universo de estudio está compuesto por todas las personas de nacionalidad
española con edad igual o superior a los 18 años y residentes en secciones censales de
Andalucía con una proporción de inmigrantes, de entre todos los habitantes
empadronados, superior a la media andaluza. Así definido, el universo de estudio abarca
a alrededor de una cuarta parte de la población adulta andaluza, es decir,
aproximadamente un millón y medio de personas. Aparte del enfoque en aquellas zonas
de Andalucía en las que reside una proporción relativamente elevada de inmigrantes, la
aportación metodológica más destacable del estudio OPIA es el elevado grado de
sinergia entre resultados de investigación cualitativos y cuantitativos, respectivamente.
La parte cualitativa del estudio comprendió la realización de seis grupos de discusión y
alrededor de 35 entrevistas en profundidad, mientras que la parte cuantitativa consistió
en una amplia encuesta telefónica realizada en junio de 2005 (N=3020; con un nivel de
error del 2% para la muestra global para un nivel de confianza del 95%). Existe una
consonancia sustancial entre las tipologías generadas a partir de ambas categorías de
datos, de manera que los resultados cuantitativos permiten caracterizar la difusión social
de los discursos sobre la inmigración obtenidos con herramientas cualitativas, y
viceversa: esos discursos ilustran la coherencia argumentativa de los distintos tipos de
actitudes recabados con indicadores cuantitativos.
Resumiendo los resultados cualitativos de la investigación, podemos constatar
que en aquellos barrios o zonas de Andalucía en los que reside una proporción
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comparativamente elevada de inmigrantes, la inmigración es percibida, por parte de la
población autóctona, como un tema de gran importancia a la hora de valorar la
evolución de la convivencia vecinal a lo largo de los últimos años. De entre las
observaciones hechas en los grupos de discusión, cabe resaltar especialmente la
distinción entre inmigrantes asentados e itinerantes. Se percibe como problemática
fundamentalmente la presencia de estos últimos, mientras que los inmigrantes asentados
de manera estable tienden en general a convertirse en – y percibirse como – vecinos
como todos los demás. Así, la percepción de los inmigrantes por parte de los andaluces
autóctonos parece estar determinada en gran parte por el grado de arraigo laboral, social
y residencial que hayan alcanzado éstos. De esta manera, el asentamiento duradero en
igualdad de condiciones es percibido como precondición imprescindible para que los
inmigrantes puedan convertirse en co-ciudadanos normales.
Esa conversión de los inmigrantes en vecinos “como los demás” cuenta con un
amplio respaldo ciudadano, a tenor de las dinámicas grupales realizadas. Sin embargo,
en no pocos casos, ese respaldo a una integración igualitaria se articula como lamento
ante un percibido agravio comparativo. Los enunciados recabados en los grupos de
discusión incluyen una notable serie de quejas, incluyendo una falta de respeto a las
normas básicas de la convivencia y a la propiedad de terceros. Estas quejas están
dirigidas fundamentalmente a los antes mencionados inmigrantes itinerantes,
culminando muchas veces en manifestaciones de un elevado grado de desconfianza, y
son especialmente pronunciadas en zonas expuestas a una notable afluencia de
inmigrantes en búsqueda de trabajo temporal. Una regulación eficaz de los flujos
migratorios, capaz de convertir la regularidad administrativa en precondición
imprescindible para cualquier relación laboral, es reclamada con insistencia en estas
zonas, utilizándose para ello a veces un lenguaje cargado de reminiscencias o
implicaciones negativas (“avalancha”; “invasión”).
En el caso de los inmigrantes asentados, por otra parte, el tenor general de su
relación con los autóctonos tiende a ser, según lo relatado por estos últimos, la
indiferencia mutua. Con matices importantes por zona de procedencia, a los inmigrantes
se les atesta una tendencia común a la auto-segregación, es decir, cierto repliegue a
relaciones endogrupales. Sin considerarlo ajeno a esta tendencia, para muchos
autóctonos, el sistema educativo asume el papel de catalizador de unas relaciones más
naturales y fluidas entre personas de distinta procedencia. Respecto del acceso al
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mercado laboral por parte de los inmigrantes, existen ciertas fisuras en cuanto a la
vigencia del principio de igualdad: en algunas dinámicas grupales emerge un
planteamiento nativista respecto del acceso al empleo cualificado.
Cierta tendencia a un repliegue endogrupal se constata también a raíz de una
serie de entrevistas cualitativas realizadas con inmigrantes. Motivados en gran medida
(pero no exclusivamente) por consideraciones y mecanismos de índole eminentemente
práctica, muchos inmigrantes prefieren circunscribir sus relaciones sociales, sobre todo
sus relaciones familiares y sus amistades, a redes cuyos miembros están unidos no sólo
por un proyecto vital común, sino también (y quizás sobre todo) por un sentimiento
recíproco de pertenencia y confianza. Ahora bien, también se nos refiere la existencia
de amistades y parejas formadas por personas de procedencia variada; este tipo de
contactos parecen ser más frecuentes entre inmigrantes y autóctonos que entre
inmigrantes de distinta procedencia. El efecto de una mayor duración de la estancia en
la sociedad de acogida, en este contexto, resulta ser ambivalente: mientras que en
algunos casos, fomenta una ampliación de las relaciones interpersonales a personas
ajenas a la red endogrupal, en otros casos parece producirse justo lo contrario.
Como una especie de contrapartida a la disponibilidad para aceptar su
integración en igualdad de condiciones, los andaluces autóctonos exigen a los
inmigrantes la adaptación a determinadas costumbres establecidas en la sociedad de
acogida. Con relación a este tema, surgen referencias a tres cuestiones específicas: (a) el
respeto de la ley, que ha de ser igual para todos; (b) la “buena educación” cívica, que ha
de ser también de validez general; y (c) la propia constitución igualitaria, democrática y
pluralista de la sociedad. Esta última es percibida, por una parte de la población
autóctona, como cuestionada por los preceptos de la religión islámica (especialmente en
lo que al papel de las mujeres se refiere). Así, existe un consenso muy amplio con
relación a dos de las tres significaciones del “costumbres”, en el sentido de que el
respeto de la ley y de las normas de buena vecindad ha de ser universal, mientras que
existe disenso con relación a la tercera significación, a saber: la cultura musulmana y su
compatibilidad con la cultura occidental.
Ahora bien, incluso respecto de esta tercera cuestión, las diferencias de fondo
son mucho más reducidas que las aparentes. La asociación del término “costumbres”
con prácticas cotidianas avaladas por el pluralismo intrínseco en la sociedad moderna
conlleva a afirmaciones favorables a su mantenimiento, mientras que inducirá a una
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postura desfavorable su asociación con prácticas que denieguen la integridad o el estatus
igualitario de las personas (y específicamente, de las mujeres). Este disenso se extiende
también a las posturas relativas a la visibilidad pública de la religión musulmana
(construcción de mezquitas; uso del pañuelo o velo por parte de las mujeres
musulmanas): mientras que una parte de la población andaluza ve en dicha visibilidad
una amenaza inherente a los valores de la sociedad de acogida, para otros muchos
constituye una expresión perfectamente normal de las libertades individuales y
colectivas.
Constatamos que existe un consenso latente que subyace a estas posturas ante la
diversidad cultural, aparentemente irreconciliables. Y es que la necesaria adaptación de
los inmigrantes a los principios básicos del estado democrático de derecho les
garantiza, como contrapartida, el ejercicio de un amplio abanico de libertades,
incluyendo lógicamente la elección de sus vestimentas y la práctica de su religión.
En resumen, constatamos unas actitudes fundamentalmente acogedoras de la
población andaluza hacia los inmigrantes, en el sentido de que una amplia mayoría
asiente a que su plena integración en la sociedad de acogida ha de ser el objetivo de
fondo. Sin embargo, el respaldo a este objetivo se articula en muchos casos de forma
indirecta o hasta negativa, en el sentido de que una regulación eficaz de los flujos
migratorios y la adaptación de los inmigrantes a las pautas básicas de convivencia se
plantean como exigencias imprescindibles para que la integración pueda llevarse a cabo.
La exigencia de la adaptación se plasma con especial insistencia con relación a la
igualdad de género.
La variedad de percepciones y posturas ante el fenómeno migratorio se cristaliza
en cuatro discursos generales cuyos núcleos organizativos son, respectivamente, la
empatía, la utilidad, el agravio y el rechazo. La empatía inspira el discurso solidario,
abogando éste, desde una visión optimista del papel de los inmigrantes en la sociedad de
acogida, de manera enfática por su plena integración. Mientras que el discurso solidario
aprecia sobre todo un efecto enriquecedor en el ámbito cultural, el discurso
funcionalista pone el énfasis esencialmente en la utilidad de los inmigrantes para la
economía de la sociedad de acogida, tomando particular relieve en este contexto la
disponibilidad de éstos para aceptar empleos ingratos. En tercer lugar, la percepción de
agravio se erige en principio clave del discurso desconfiado, al exigir éste a los
inmigrantes una rápida y completa adaptación a las costumbres y reglas de la sociedad
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de acogida en todos los ámbitos, incluyendo notablemente el cultural y el laboral, con la
particularidad de que dicha exigencia se plantea desde una percepción de agravio
comparativo con relación a los inmigrantes. Mientras que los tres discursos
mencionados hasta ahora están unidos en su defensa del principio de que los derechos y
las oportunidades han de ser iguales para todos, el cuarto discurso se ensimisma en una
actitud hostil. Así, el principio unificador del discurso excluyente acaba siendo el
rechazo del fenómeno migratorio.
Cada uno de estos cuatro discursos configura una postura relativamente
coherente ante la inmigración, existiendo sin embargo ciertas líneas de interrelación
entre ellos que hacen entrever algunas de las posibles dinámicas de evolución de cara al
futuro. En este sentido, cabe resaltar especialmente los siguientes tres aspectos:
- La utilidad de la inmigración para la economía andaluza es apreciada, con
distintos grados de énfasis, por una mayoría de los discursos, siendo la
excepción más marcada el discurso desconfiado, al considerarla perjudicial para
los intereses de los autóctonos.
- La adaptación de los inmigrantes a las costumbres y normas básicas de la
convivencia establecidas en la sociedad andaluza es exigida por una mayoría de
los discursos existentes, con distintos grados de énfasis u optimismo.
- Finalmente, la integración en igualdad de condiciones de los inmigrantes
asentados en Andalucía es también apoyada – aunque a veces con ciertos
matices – por una mayoría de los discursos, con la única excepción del discurso
excluyente.
En pocas palabras, los binomios utilidad-agravio, adaptación-diversidad e
integración-exclusión constituyen los principales ejes del campo discursivo sobre la
inmigración en Andalucía. Estas fisuras discursivas podrían, a medio plazo, encauzar la
evolución de la opinión pública ante el fenómeno migratorio.
La sinergia entre los resultados cuantitativos y cualitativos de este estudio
encuentra su máxima expresión en la consonancia sustancial entre la tipología de
discursos que acabamos de comentar, elaborada a partir de las dinámicas grupales
(grupos de discusión), por un lado, y una tipología de actitudes elaborada a partir de
los resultados de la encuesta a través del método estadístico denominado “análisis de
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componentes principales”, por otro. El análisis de componentes principales revela que
las posturas ante el fenómeno migratorio están fuertemente ideologizadas: existe una
tendencia a opinar siempre en el mismo sentido (bien favorable, bien desfavorable,
según el caso). Sin embargo, sin menoscabo de dicha observación, emergen dos fisuras
importantes entre distintas facetas del fenómeno. La primera de ellas contrapone los
efectos económico-laborales, por un lado, y la dimensión cultural y participativa, por
otro, mientras que la segunda fisura contrapone la diversidad cultural, por un lado, y la
plena participación social de los inmigrantes, por otro. En suma, la diversidad cultural
emerge como el principal elemento divisorio, limitando el alcance de la antes
mencionada tendencia a asumir posturas homogéneas ante los distintos aspectos del
fenómeno migratorio.
A partir de esas consideraciones, constatamos que en aquellos barrios o zonas de
Andalucía en los que residen relativamente muchos inmigrantes, la opinión pública ante
la inmigración se configura de la siguiente manera:
- Con alrededor del 32%, el discurso funcionalista es el que más consenso
aglutina. Articula una opinión generalmente favorable del fenómeno migratorio
sobre la base de una apreciación positiva del beneficio económico generado por
éste, fundamentalmente a través de la aportación de mano de obra necesaria.
- Con un 31%, el discurso desconfiado se sitúa en segundo lugar en cuanto a la
difusión social en zonas de Andalucía con alta presencia de inmigrantes. Este
discurso no se muestra convencido ni de los beneficios económico-laborales, ni
tampoco de la posibilidad de que se produzca un enriquecimiento cultural. Sin
embargo, a pesar de sus fuertes reticencias hacia el fenómeno migratorio,
respalda la integración social de los inmigrantes asentados.
- Aproximadamente un 20% de la población de dichos barrios o zonas adhiere al
discurso solidario, apoyando de manera prácticamente incondicional la llegada
y posterior integración social de los inmigrantes al considerar que su presencia
genera un enriquecimiento cultural para la sociedad andaluza.
- Finalmente, aproximadamente un 17% de los habitantes de barrios o zonas con
alta presencia de inmigrantes adhiere al discurso excluyente. Este grupo se
desmarca de todos los demás al negar a los inmigrantes los derechos de
participación en igualdad de condiciones.
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Con el término “adhesión discursiva”, nos referimos al predominio relativo de
un determinado discurso a la hora de configurar la actitud de un individuo. Es
perfectamente posible (e incluso probable) que individuos clasificados como adherentes
a un determinado discurso den credibilidad parcial también a otros discursos, es decir, a
argumentos promovidos por o principios inherentes en éstos. Por tanto, para que se
produzcan cambios en las proporciones de adhesión discursiva, es suficiente que se
altere la percepción de validez relativa de alguno de esos principios o argumentos.
Pasando ahora a exponer de manera pormenorizada algunos de los resultados
obtenidos por la encuesta, quisiéramos resaltar aquí aquellos relativos a la percepción
de los efectos de la inmigración, tanto positivos como negativos, así como al balance
de efectos en su conjunto. El cuestionario de OPIA dedica varias preguntas a este tema,
algunas de ellas abiertas, consiguiendo así un conocimiento más pormenorizado y
fidedigno que el aportado por otras encuestas. Aparte del total muestral, los gráficos que
comentaremos a continuación ilustran los resultados obtenidos en cada uno de los dos
niveles de presencia de inmigrantes estudiados en OPIA (submuestras), a saber: por
encima de la media andaluza pero inferior al triple de dicha media, por un lado, y
superior al triple de la media, por otro.
En primer lugar, pedimos indicaciones a respuesta libre (sin prefigurar las
opciones respuesta) de los efectos positivos que tiene la inmigración para Andalucía.
Alrededor del 70% de los encuestados indicaron algún efecto positivo, mientras que un
22% contestaron “ninguno” y un 12% no supieron o no quisieron contestar. De entre las
indicaciones de efectos positivos específicos, destacan las relacionadas con el mercado
laboral (“mano de obra necesaria” y parecidas), con un 44%. Le siguen a mucha
distancia el enriquecimiento cultural, el crecimiento económico, el aumento de la
natalidad y las aportaciones a la Seguridad Social (ver Gráfico 1). La categoría “otros”
se refiere a la agrupación de aquellas respuestas que obtuvieron una proporción escasa
(en su conjunto, alcanzan el 6,3%). El nivel de presencia de inmigrantes incide poco en
estas indicaciones, excepto por un mayor porcentaje de “ninguno” en zonas con un nivel
de presencia superior a tres veces la media andaluza (el 25,7%, frente al 20,6% en zonas
con un nivel más reducido).
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GRÁFICO 1. Percepción de efectos positivos de la inmigración, por nivel de presencia de inmigrantes y total
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Inferior a tres veces la media Superior a tres veces la media Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P4_2: “¿Qué efectos positivos cree Vd. que tiene esta inmigración para Andalucía?”; N=3020)
Hicimos una pregunta análoga para conocer también la percepción de los
efectos negativos del fenómeno migratorio. Casi el 85% de los encuestados supo y
quiso indicar un efecto específico en este sentido, siendo alrededor del 10% quienes
contestaron “ninguno” y acercándose al 7% los casos de “no sabe” y “no contesta”. El
Gráfico 2 ilustra las principales indicaciones; la categoría “otros” recoge las respuestas
con una proporción inferior al 2% (en su conjunto, alcanzan el 7,2%). Igual que
ocurriera con la pregunta anterior, el nivel de presencia de inmigrantes incide poco en
estos datos, excepto por respuestas relativas a la diferencia cultural (“no se adaptan / no
se acostumbran”), más frecuentes en zonas con una proporción de habitantes
inmigrantes superior al triple de la media andaluza (9,4%), frente a zonas con presencia
superior a la media pero inferior al triple de dicha media (6,1%). Con todo, comparado
con otras opciones, se trata de una respuesta poco frecuente en ambos tipos de zonas,
puesto que los efectos negativos asociados más a menudo con la inmigración son, por
orden de frecuencia, la inseguridad ciudadana (37,1%), la competencia laboral (“quitan
puestos de trabajo a la gente de aquí”, con un 18,4%), la falta de una regulación eficaz
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de los flujos migratorios (“llegan sin papeles” y parecidas, con un 16,7%) y el volumen
de estos flujos (“hay demasiados”, con un 11,2%).
GRÁFICO 2. Percepción de efectos negativos de la inmigración, por nivel de presencia de inmigrantes y total
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Inferior a tres veces la media Superior a tres veces la media Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P5: “Y, ¿qué efectos negativos cree Vd. que tiene esta inmigración para Andalucía?”; N=3020)
A todos aquellos encuestados que indicasen algún efecto negativo específico,
preguntamos también si estaban pensando en los inmigrantes en general o en algún
grupo específico. Alrededor del 63% optó por la primera de estas dos alternativas, de
nuevo sin apenas variaciones por nivel de presencia de inmigrantes (Gráfico 3).
Aquellos encuestados que optaron por la segunda alternativa (“algún grupo específico”),
asocian los efectos negativos de la inmigración principalmente a determinadas zonas de
procedencia, destacando en este sentido al Norte del continente africano. Las
“respuestas no asociadas a determinadas zonas de procedencia” alcanzan un 14,5% y se
refieren fundamentalmente a la dedicación a la delincuencia (9%) o una escasa
inclinación a trabajar (6,3%).
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GRÁFICO 3. Inmigrantes asociados con efectos negativos, por nivel de presencia de inmigrantes y total
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En todos engeneral
Norte de África ÁfricaSubsahariana
Sudamérica Europa del Este Respuestas noasociadasa laprocedenciageográfica
En grupos concretos
Inferior a tres veces la media Superior a tres veces la media Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P6: “Cuando habla de estos efectos negativos, ¿está pensando en estos inmigrantes en general o en algún grupo específico?”; N=2588)
En cuarto y último lugar en lo que a la valoración general de los efectos de la
inmigración se refiere, el cuestionario OPIA incluye una pregunta en la que se pide
sopesar sus efectos positivos y negativos. La escala ofrecida a los encuestados incluye
cinco posturas distintas, desde una valoración “muy negativa”, en un extremo, hasta
“muy positiva”, en el otro. Como ilustra el Gráfico 4, “más bien positiva” ha sido la
respuesta más frecuente, con el 37,5%, frente a “más bien negativa”, con el 28,1%. Si
agrupamos las respuestas “muy negativa” y “más bien negativa”, por un lado, y “muy
positiva” y “más bien positiva”, por otro, se obtiene un diferencial de aproximadamente
ocho puntos porcentuales a favor de un balance general favorable (34,3% vs. 41,9%).
Esta dato indica que en aquellas zonas de Andalucía en las que reside una proporción
relativamente elevada de personas inmigradas (“total OPIA”), la opinión pública se
encuentra dividida entre valoraciones positivas y negativas de los efectos de la
inmigración, imponiéndose sin embargo por mayoría relativa las primeras sobre las
segundas. Se trata de un hallazgo importante, sobre todo si consideramos que en otras
encuestas, realizadas a la población de toda Andalucía, se ha descrito un predominio
relativo de las valoraciones negativas sobre las positivas. Por tanto, la opinión pública
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en zonas con alta presencia de inmigrantes resulta ser más favorable de lo que cabía
esperar a raíz de otros estudios disponibles. Otra vez más, la diferenciación interna de la
muestra OPIA en función del nivel de presencia de inmigrantes (superior a la media
andaluza pero inferior al triple de dicha media, por un lado, e igual o superior al triple
de la media, por otro) apenas afecta al resultado.
GRÁFICO 4. Balance de efectos de la inmigración, por nivel de presencia de inmigrantes y total
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Muy negativa Más biennegativa
Ni positiva ninegativa
Más bienpositiva
Muy positiva Ns/nc
Inferior a tres veces la media Superior a tres veces la media Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P7: “En general, ¿cree Vd. que para Andalucía, la inmigración es ...?”; N=3020)
Contemplando todos estos datos sobre la valoración de los efectos de la
inmigración, es llamativo que la diferenciación interna de la muestra OPIA por nivel de
presencia de inmigrantes genere un grado de variación relativamente reducido, con
diferencias de hasta unos 5 puntos porcentuales. Al tratarse de una observación
aplicable también a muchos indicadores más, mientras que existen diferencias
claramente mayores, de hasta 25 o 30 puntos porcentuales, en función de variables
independientes como edad, nivel de estudios, ideología política o grado de contacto con
inmigrantes, constatamos una incipiente polarización de las posturas ante el fenómeno
migratoria a raíz no ya de variables territoriales, sino esencialmente de situaciones y
características individuales. Para comprobar la plausibilidad de esta conclusión, a
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continuación comentaremos los resultados relativos a la percepción de los efectos de la
inmigración para Andalucía también en función del nivel de estudios de los
encuestados.
Como ilustra el Gráfico 5, las personas con alto nivel de estudios (titulación
universitaria) tienden a nombrar más efectos positivos que los demás, contrastando
especialmente con los sujetos con estudios de hasta primer grado. De entre estos
últimos, aproximadamente un 45% no especifica efecto positivo alguno, bien porque no
saben responder a la cuestión (19,5%), bien porque consideran que no existe ninguno
(25,1%); quienes sí indican un determinado efecto positivo tienden a nombrar con
mayor frecuencia que la media la “mejora del nivel de vida de los inmigrantes”,
mientras que los entrevistados con alto nivel educativo resaltan aspectos tales como la
aportación de mano de obra necesaria, el crecimiento económico, el aumento de la
natalidad y, de forma especialmente llamativa respecto de los demás grupos, el
enriquecimiento cultural. Para las personas con alto nivel educativo, esta última
cuestión constituye el segundo efecto positivo más veces mencionado, por detrás sólo
de la aportación de mano de obra necesaria, al obtener una proporción casi ocho veces
mayor que entre personas con bajo nivel educativo (el 35,7% frente al 4,7%).
GRÁFICO 5. Percepción de los efectos positivos de la inmigración, por nivel educativo
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hasta 1º grado 2º grado 3º grado Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P4_2: “¿Qué efectos positivos cree Vd. que tiene esta inmigración para Andalucía?”; N=3020)
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En cuanto a la percepción de efectos negativos, entre personas con escaso nivel
de estudios (hasta primarios completos), el porcentaje de quienes no saben o no quieren
contestar, aunque sigue siendo alto en comparación con el presentado por los otros dos
grupos, se reduce a menos de la mitad de la proporción observada con relación a los
efectos positivos (concretamente, un 21% entre indicaciones “ninguno”, “no sabe” y
“no contesta”; ver Gráfico 6).
GRÁFICO 6. Percepción de los efectos negativos de la inmigración, por nivel educativo
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iahasta 1º grado 2º grado 3º grado Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P5: “Y, ¿qué efectos negativos cree Vd. que tiene esta inmigración para Andalucía?”; N=3020)
El nivel de estudios incide también en la definición de tales efectos,
produciéndose los contrastes más llamativos entre los grupos “primer grado” (hasta
estudios primarios) y “tercer grado” (universitarios). Así, entre aquellas, la proporción
de quienes contestan “vienen demasiados” (14,2%) más que duplica el porcentaje
correspondiente entre personas con tercer grado (5,8%); en el mismo sentido destaca la
respuesta “quitan puestos de trabajo a la gente de aquí” (19,9% versus 8,8%). En
sentido opuesto, las personas con alto nivel educativo se muestran mucho más proclives
que otros a indicar la delincuencia, las malas condiciones de vida, la diferencia cultural
y el racismo como efectos negativos de la inmigración, aunque en algunos casos con
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proporciones bajas. Recordamos que, igual que en la pregunta sobre efectos positivos,
nos referimos a indicaciones a respuesta libre.
Como consecuencia de sus percepciones respecto de los efectos de la
inmigración, la apreciación del impacto de este fenómeno para Andalucía es claramente
más favorable entre las personas con alto nivel de estudios que entre las demás. Entre
personas con titulación universitaria, si sumamos las indicaciones “más bien positiva”
(50,1%) y “muy positiva” (9,3%), éstas son aproximadamente 25 puntos porcentuales
más frecuentes que en el grupo con un nivel de estudios básico. Se trata de una
tendencia observable también en otros muchos indicadores de la encuesta OPIA: en
términos generales, a un mayor nivel de estudios se corresponde una mejor
valoración de la inmigración y de sus repercusiones para la sociedad de acogida. Sin
embargo, en varios indicadores, las proporciones más altas de posturas contrarias o
pesimistas no se encuentran entre los encuestados con escaso nivel de estudios (hasta
primer grado), que suelen destacar por un alto porcentaje de “no sabe / no contesta”,
sino entre quienes tienen una titulación de segundo grado.
En cuanto a las distribuciones observadas en función de otras variables
independientes, cabe resaltar también que en términos generales, las mujeres tienden a
articular posturas menos favorables ante la inmigración que los hombres, tanto en lo que
a la valoración general del fenómeno como en la apreciación de sus efectos económicos
y laborales se refiere. Asimismo, cuanto mayor la edad, peor tiende a ser la valoración
de la inmigración y de sus efectos, especialmente en lo referente a la diversidad cultural.
No obstante, entre los jóvenes constatamos cierta polarización, al existir un segmento
minoritario con posturas nítidamente excluyentes. Finalmente, en términos generales,
las personas que se atribuyen una ideología “de izquierdas”, suelen articular unas
opiniones claramente más favorables que quienes declaran ser “de derechas”. No
obstante, es menester señalar que en algunas ocasiones, las ideas de quienes se
atribuyen una ideología política “centrista” (media aritmética de la escala de medición)
parecen ser parecidas o idénticas a las de las personas de “derechas”.
Decíamos que la variación observada en función del nivel de presencia fue
escasa o nula respecto de una mayoría de los indicadores; por tanto, la proporción de
inmigrantes de entre los habitantes del barrio no parece ser el factor determinante a la
hora de configurar las opiniones y actitudes de la población autóctona ante la
inmigración. Ahora bien, esta apreciación ha de complementarse con otra: y es que en
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aquellas zonas de Andalucía en las que se viven relativamente muchos inmigrantes, una
proporción importante de los autóctonos declara mantener con ellos un contacto
cotidiano. Aproximadamente una quinta parte los andaluces residentes en dichas zonas
indica tener amigos y/o parientes inmigrantes, y un tercio adicional declara hablar
frecuentemente con inmigrantes (ver Gráfico 7). Si extrapolamos estos datos al universo
de estudio de la encuesta OPIA, resulta que cerca de 800.000 andaluces autóctonos
tienen un contacto directo y, en muchos casos, estrecho con inmigrantes.
GRÁFICO 7. Grado de contacto con inmigrantes, por nivel de presencia y total
05
1015202530354045
En su zona obarrio no hayinmigrantes
Los ve en lacalle pero nuncahabla con ellos
Los ve amenudo pero no
suelerelacionarse
Los ve amenudo y hablafrecuentemente
con ellos
Tiene amigosy/o parientesinmigrantes
Otrasrespuestas
Inferior a tres veces la media Superior a tres veces la media Total OPIA
Fuente: Estudio OPIA (P18: ”¿Cuál es el grado de contacto que mantiene Vd. con inmigrantes?”; N=3020)
El grado de contacto está, a su vez, relacionado fuertemente con las posturas
ante la inmigración. Por destacar un ejemplo especialmente llamativo, entre personas
con alto grado de contacto con inmigrantes, la proporción de quienes indican sentir
frecuentemente simpatía por los inmigrantes alcanza el doble de la proporción
correspondiente entre quienes tienen un escaso o nulo contacto directo con inmigrantes.
Respecto de la simpatía sentida por los inmigrantes, las opciones “bastantes veces” y
“muchas veces” aglutinan, entre ellas, al 60,9% de las personas con alto grado de
contacto, duplicando la proporción correspondiente entre quienes mantienen un contacto
nulo o escaso; en cuanto a indicaciones de escasa simpatía (“nunca” o “pocas veces”),
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por otro lado, el 26,6% obtenido entre personas con escaso contacto quintuplica la
proporción entre personas con alto grado de contacto (ver Gráfico 8).
GRÁFICO 8. Frecuencia de sentimientos de simpatía, por grado de contacto con inmigrantes
0
5
10
15
20
25
30
35
40
Nunca Pocas veces Algunas veces Bastantesveces
Muchas veces Depende Ns/Nc
Contacto alto Contacto escaso o nulo
Fuente: Estudio OPIA (P15: “¿Con qué frecuencia ha sentido Vd. simpatía por los inmigrantes?”; N=3020)
Al igual que otros datos señalados arriba, este resultado indica un notable grado
de polarización de las posturas ante la inmigración en función no tanto la proporción de
inmigrantes entre sus habitantes, sino sobre todo en función de situaciones, intereses y
predisposiciones de índole socioeconómica, sociodemográfica, sociopolítica y
sociocultural.