Palabras para el camino - VERBO DIVINO

Antonio Llamas Vela

Palabras para el caminoReflexiones para cada día

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verbo divino

Antonio Llamas Vela

PALABRAS PARA EL CAMINOReflexiones para cada d’a

editorial verbo divinoAvda. Pamplona, 41

31200 Estella (Navarra)2005

Texto Palabras para el camino 22/7/05 13:30 P‡gina 3

Presentación

Cuando los dos discípulos iban de camino regresando a Emaús, Jesússe les acercó; caminaba con ellos y les hablaba haciéndoles comprenderel sentido de la Escritura, nos narra Lucas en los relatos de las aparicio-nes (Lc 24,13ss). Así, la experiencia pascual de la muerte y resurrecciónde Jesucristo ha conducido, a lo largo de toda la tradición cristiana, aentender la Palabra de Dios y recorrer el camino de la vida.

Tener la oportunidad de encontrarse con Jesús posibilita que se abranlos ojos para andar con luz en el camino, descubrir sentidos en nuestrospasos, percibir la cercanía y el amor de Dios manifestado en la Palabraque nos ha sido revelada.

Por ello, la recomendación que el Concilio Vaticano II hace paraque la vida de los cristianos esté alimentada por este pan de la vida quees la Palabra de Dios (Dei Verbum 21), una vez más se ve enriquecidacon la contribución de este libro, en el que el autor ofrece unos co-mentarios a las lecturas bíblicas para cada día ferial de todo el añolitúrgico.

Unas palabras sencillas, breves y con una gran orientación bíblica,respecto a la primera lectura del año par e impar y sobre el evangelio dela eucaristía diaria, es lo que nos encontramos en estas páginas que pre-tenden ser compañeras en nuestro camino.

Es el camino de la profundización y comprensión de la Palabra deDios, pues al leer cualquiera de estos comentarios se percibe realizada larecomendación que Pablo VI hacía a los exégetas para que su trabajofacilitara el acceso a la Palabra y el significado que ésta tiene para el hom-bre de hoy (AAS 66 [1974] 239-240). Estamos ante un instrumento quenos ayudará a escuchar, degustar y entender la Palabra revelada de Diosen la historia del pueblo de Israel, así como en la vida y el mensaje deJesús de Nazaret.

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Texto Palabras para el camino 21/7/05 17:09 Página 5

Estas «palabras para el camino», al mismo tiempo, podrán ayudarnosa encontrar el estímulo para la jornada, la luz en nuestros pasos, lacercanía del Señor resucitado, pues contribuyen a esclarecer y actualizarla Buena Noticia que se nos anuncia en las lecturas bíblicas.

Todos tenemos el camino de nuestra vida que recorrer. Quien se dejeacompañar en la comprensión de los textos bíblicos del tiempo ferial porlas palabras del autor de este libro, podrá entender que, al igual queAbrahán peregrinó en los caminos del Señor porque se fió y vivió la jus-ticia (Gn 12,1-5; 18,19), también nosotros caminamos por unas sendasen las que Jesucristo va a nuestro lado. Ojalá se abran con ello conti-nuamente nuestro entendimiento y nuestros ojos para convertirnos entestigos del Resucitado que anuncian el mensaje de vida y amor de Dios.

Lorenzo de Santos MartínMadrid, 2005

Palabras para el camino

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Prólogo

La Palabra de Dios es una fuente de riqueza para el hombre creyen-te. Los fieles escuchan cada día la Palabra en las distintas celebracioneslitúrgicas, de las que hemos de resaltar la eucaristía, por ser la acciónlitúrgica por excelencia. La celebración eucarística es el memorial de lamuerte y resurrección del Señor. Es una acción de gracias compuesta depalabras, gestos, símbolos y signos, pero ninguno de ellos tendría senti-do sin la fuerza inexorable de la Palabra.

Dios habla a través del lenguaje que utilizamos los hombres. Dios esPalabra y se hace Palabra a través de la acción del Espíritu. La acción dela Palabra en la eucaristía es trinitaria, por eso el saludo del celebrante esde parte de Dios Padre, de Jesucristo el Señor y de la fuerza del EspírituSanto. El perdón es de Dios y viene a través de su Palabra poderosa yllena de misericordia, para todos, mas aquellos que creen en la Palabrason conducidos a la vida eterna. La fuerza de la Palabra reside en la acción,y ese dinamismo se transmite en el creyente: Unas veces, la Palabra llamay se convierte en camino para la vida; otras veces, la Palabra exhorta oreprende y se transforma en norma de vida. La Palabra convoca siemprepara el encuentro de la amistad y el amor.

La Palabra de Dios es el alimento de cada día. El alimento es paradegustarlo, saborearlo, deglutirlo y asimilarlo; es imprescindible para lavida, es la fuente de la comunicación para el diálogo, la escucha, laamistad, y proporciona el encuentro necesario para el entendimientode las personas. Por ello, la Iglesia nos invita a escuchar y saborear laPalabra.

La Palabra de Cristo proclamada tiene poder para perdonar, curar ysalvar. La presencia de Jesús como Señor se actualiza a través de la pala-bra humana. El Espíritu inspirador hace de la palabra humana, Palabrade Dios. De esta manera, Cristo se revela en la Palabra y a través de pala-

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bras. La Palabra de Cristo habita en medio de los hombres (Jn 1,14) ylos hombres gozamos desde entonces de la gloria de Dios en medio denosotros.

El ofertorio de la eucaristía es la bendición y la acción de gracias aDios Padre por medio del pan y del vino. El pan y el vino son elemen-tos cotidianos para la vida. Melquisedec, rey de Salem, presentó pan yvino porque era sacerdote del Dios Altísimo (Gn 14,18). También ennuestra cultura occidental el pan es signo de alimento: «Con pan y vinose anda el camino», dice el refranero español. El vino es la bebida porexcelencia para ser degustada, saboreada. El vino acompaña al pan comoalimento porque es signo de fiesta, de alegría, porque da suelta a nues-tros sentidos y nos deleita con su néctar, su brillo y su embrujo. «El vinoalegra el corazón del hombre» (Eclo 31,28).

El pan y el vino son ofrecidos al Señor como gestos de nuestra senci-llez y de nuestra vida. El pan y el vino simbolizan la acción de Dios quese avecina al hombre. El pan se transforma, sin perder su identidad, enel Cuerpo de Cristo. El vino es la bebida de la salvación y prefigura lasangre del Cordero derramada para el rescate y la liberación de todos. Elpan y el vino, convertidos en Cuerpo y Sangre del Señor, son la repre-sentación de nuestra identidad y se convierten para todos nosotros en lapresencia real de Cristo, Dios con nosotros, en el misterio sublime delsacramento.

El misterio de nuestra fe se condensa en la fragilidad del pan y en elsabor del vino. El vino alegre se derrama en la fiesta de la vida y damosgracias por su generosidad y su dulzura. La consagración de la Palabraconvierte el pan en el Cuerpo de Cristo y el vino se transforma en la san-gre del Señor. La Iglesia recuerda el memorial del Señor hasta que vuel-va en gloria al fin de los tiempos.

La memoria del Señor se celebra en el altar de la vida. Cristo roto,traspasado y muerto en la cruz, es el Señor resucitado y glorioso, presenteen la Iglesia, comunidad de salvación; es decir, la muerte es el paso a lavida, por eso Cristo rompe las cadenas de la muerte y atraviesa el umbralde la Vida: Cristo es el Señor de la historia y el dueño de la vida. Jesúsha inmolado su vida, ha atravesado la tienda terrena y se ha convertidomediante su propia sangre en Mediador eterno. Él es el mediador de laNueva Alianza sellada con su sangre: así destruyó el pecado y la muerte


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mediante un solo sacrificio. Cristo, el Señor, llevó mediante una solaoblación a la perfección a los santificados (Heb 10,14).

La comunidad ora y repite los gestos y los signos, las palabras y lasacciones del Señor. La Iglesia ora con las oraciones de los santos e invo-ca al Padre de todos en medio de la asamblea con la oración que Jesúsnos enseñó. La Palabra de Cristo acude al Padre, y, con la oración deJesús, la Iglesia quiere hacer presente el Reino del perdón y de la gracia,del amor y de la misericordia. Los cristianos piden la ración de alimen-to de cada día (Prov 30,8) y suplican la reconciliación de los hermanospara no caer en la experiencia del mal (Mt 6,9-13). La fraternidad sereúne en torno al altar para implorar la paz que nace de Dios. El Señornos concede siempre la paz, mostrándonos su rostro (Nm 6,26).

La comunión es la hora de la fraternidad. El Cordero de Dios inmo-lado quita el pecado del mundo y los hombres deglutimos, asimilamos,trituramos a Cristo, compartimos un mismo pan y bebemos un mismocáliz. Esta acción es nuestra bendición y nuestra vida. Dios entra ennosotros y nuestra vida asimila la vida de Dios. Los cristianos tenemos aDios, y Cristo es la primicia de todos los hermanos.

La bendición es nuestra acción de gracias más profunda y generosa.La bendición final es trinitaria, como el saludo inicial. El final de laeucaristía recuerda la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor delPadre de Dios y la comunión del Espíritu Santo.

Toda esta acción ha sido posible gracias a la Palabra. La Palabra essalvadora, santificadora y liberadora. La Palabra de Dios convoca alcreyente. Los creyentes escuchan la Palabra para entender, leen la Palabrapara comprender, meditan la Palabra para vivir.

La palabra es el hálito infinito y busca una respuesta en nuestrasentradas y salidas. La Palabra conoce nuestros caminos y nuestros pasos.La Palabra es la fuente de donde brota la comunicación de Dios con elhombre. Los hombres entran en la esfera de la divinidad si salen alencuentro de la Palabra.

Estas palabras no son sino una aplicación de la Palabra de vida. Asílas palabras conforman la auténtica Palabra, la de Dios. La lengua y elEspíritu, los materiales, son siempre los que constituyen la fuerza de laPalabra por la acción del Espíritu del Señor. Jesús de Nazaret, el Señorde la historia y el Dios de la vida, con su Palabra daba hálito a todos: a

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los pobres, a los enfermos, a los sufridos y a los que no tienen voz. Estaspalabras no deben resonar como la Palabra; simplemente, acompañan ala otra Palabra y son como pequeños susurros del corazón con la menteclara en Aquel que se acercó a los hombres para que los hombres detodos los tiempos interpretaran el sentido de Dios. La Iglesia, madre ymaestra, escucha, atiende, es sierva de la Palabra y la ofrece a todos. Ojaláestas palabras llevaran el sello de Dios para comunicar sólo la Palabra deDios. Ése es el objetivo del autor.

Los textos de la Palabra de Dios son ricos e indican los caminos delos hombres. Los lugares y los pasajes bíblicos, las parábolas, los dichosy los hechos del Señor Jesús constituyen el acervo más importante de laliturgia. Dios habla a los hombres como un hombre habla con su com-pañero. La oración y el silencio, el susurro enternecedor, se unen a estasinfonía eterna de la que está formada nuestra liturgia eucarística y resue-na en cada templo y en cada lugar donde se reúnen los cristianos para lafiesta del amor. La eucaristía tiene una melodía que entona en cadamomento la acción, el signo, los símbolos, porque todo en ella va acom-pañado y acompasado con la Palabra. El movimiento unas veces es másrítmico que otras; casi siempre es andante y allegro, ma non troppo, por-que los oyentes y los lectores hemos de gustar lo que dice el Señor.

Dios invita a un diálogo de amor a los hombres a través de Jesús, laPalabra viva de Dios, la fuerza de la historia, el pan, el vino, el gesto, elrito y, sobre todo, la acción de la Palabra que todo lo penetra y a todo davida. La vida eterna, dice Juan, es creer en Dios y en su enviadoJesucristo (Jn 6,40).

Estas palabras son para el camino. El éxodo que iniciamos en el bau-tismo lo entendemos en la plenitud del Padre. Cuando estemos en lascosas del Padre habremos comprendido la fuerza de la Palabra y su inser-ción en el camino de la existencia. Las palabras también son necesariaspara el camino, ¡qué monótono se hace un camino sin palabras! La pala-bra es el diálogo cálido para nuevos encuentros, esos de cada uno denosotros con la faz siempre fascinante del Nazareno de la vida, Jesús. Élestá presente en cada encrucijada de nuestra existencia como el diálogomás cercano y a la par más emocionante que podamos vivir los hombres.¡Qué fácil se hace el camino con este huésped del amor y de la miseri-cordia!


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Hemos titulado estas páginas Palabras para el camino. Reflexiones paracada día. Todas ellas quisieran tener la unción de la comunicación direc-ta y ser portadoras de la Buena Nueva que anuncia la salvación, aquellaque anuncia como el viejo profeta la libertad a los cautivos, la alegría alos tristes, el consuelo a los afligidos, la esperanza a los angustiados, lapaz a los que están en conflicto. Las palabras son la armonía musical quees percibida por todos aquellos que aspiran a la Vida. Si la música vaacompañada del canto, se torna aún más bella, ágil y sinfónica. La inter-pretación está en manos del Espíritu, que recrea y da sentido a lasPalabras de Dios.

Los cristianos de hoy necesitamos alimento para el camino.Añadimos al camino la enjundia de la Palabra. Sin ella, el camino seríainterminable; con ella, es alegre y agradable, ameno y fascinante, audazy misterioso. Los caminos conducen a metas a veces insospechadas. Estaspalabras quisiéramos que llevaran no sólo la impronta de la novedad,sino la fuerza poderosa que nos conduzca hasta Él, fuente y manantialde donde surgen como chorros los ríos del entendimiento y la com-prensión, la amistad y el amor. Entonces estaríamos alegres y nuestrogozo culminaría en Dios, Palabra verdadera para el camino de la vida,Dios caminando junto al hombre, Dios mismo en medio del camino dela existencia.

Prólogo

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Adviento


Lunes de la primera semana de Adviento

Primera: Is 2,1-5: Infidelidad del pueblo

Evangelio: Mt 8,5-11: Curación del criado del capitán romano

Caminar a la luz del Señor

La palabra profética nos invita a romper todas las coyundas y barre-ras que nos impiden ser nosotros mismos y desembocar en el Señor. Sinos dejamos interpelar por su Palabra, Él nos lleva a su Casa y nos ense-ña sus caminos para que caminemos en sus sendas.

Isaías ha interpretado la venida del Mesías como una nueva creaciónen la que Dios se regocija con la ciudad santa, Jerusalén, que sobresaleentre los montes y collados y se percibe desde las montañas. Todas lasnaciones de la tierra se unen a este canto, y pueblos numerosos caminanhacia ella. Dios habita en su templo, en su morada santa, y desde allí sepercibe la paz.

Una de las notas sobresalientes de este poema a la paz y a la alegría esla ley del Señor. La ley expresa su voluntad, que se origina precisamenteen Sión, el lugar más alto de la ciudad de la paz. La expresión de lavoluntad divina implanta la justicia y establece la paz. Sión como origende la ley da paso a la Palabra, que saldrá de Jerusalén, ciudad de paz,donde todos los pueblos de la tierra se transformarán en instrumentospara crear y suscitar la paz por doquier. «De Sión saldrá la ley, y deJerusalén, la Palabra del Señor»: es una invitación a la vivencia de la luzque se desprende de ella (Is 2,3).

Caminar a la luz del Señor es una aventura maravillosa. Se trata de iren su búsqueda de manera que la misma luz que es el Señor traiga losfrutos de la paz y regenere un orden nuevo, cuajado de bienestar.«Caminar a la luz del Señor» es una expresión típica que indica la con-ducta moral. La luz del Señor es una afirmación singular. En el campocultual, la luz simboliza la benéfica presencia del Señor. Dios es la luzpara Israel. La gracia del Señor, del que se hace experiencia en el culto,exige una contrapartida por parte del pueblo: una vida en sintonía conlas exigencias de la salvación garantizada por el Señor. Caminar a la luz

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Lunes de la primera semana


del Señor es ordenar toda la vida conforme a esa luz. Así rompemos lascoyundas del pecado y nos adentramos en la conversión que nos hacepercibir esa luz divina.

La ley del Señor es luz, como lo son también las Palabras del Señor yla sabiduría, cuyo resplandor no tiene descanso porque es la imagen dela bondad de Dios. Los creyentes hemos de revestirnos de las armas dela luz para ser y caminar como hijos de la luz. A esta tarea estamos lla-mados todos los cristianos que creemos y somos fieles a la luz que res-plandece en medio de las tinieblas, Jesucristo, luz del mundo.

Martes de la primera semana de AdvientoPrimera: Is 11,1-10: El rey justo no juzgará por apariencias

Evangelio: Lc 10,21-24: Sólo a los sencillos se revela Dios

El Espíritu del Señor

El Espíritu es el gran aliado de Jesús en su misión terrena. El profetaIsaías no piensa en Jesús cuando escribe este oráculo de salvación, en elque anima a la esperanza al pueblo abatido por las desgracias y los sinsa-bores de la guerra. La confusión y la angustia se habían apoderado delReino de Judá, en medio de las tinieblas de la vida. El Espíritu reposará,es decir, vendrá a hacer su morada en el Ungido y éste tendrá todas lascaracterísticas propias del consagrado por su misma acción.

El profeta, cuando escribe este texto, no estaba pensando en Jesucristo,pero, interpretado y releído a la luz de la Nueva Alianza, en quien mejorse cumple es en Jesucristo. Jesús de Nazaret aparece como el Ungido ennumerosos pasajes del Nuevo Testamento, sobre todo en los momentosfundamentales de su misión entre los hombres. Jesús es el hombre delEspíritu para animar, consolar, suscitar la alegría, el gozo y la ilusión alas personas abatidas, desarraigadas y rotas. Él, como Ungido para lavida, restaura, restaña, cura y va en busca de lo perdido, lo pequeño, lodébil. Los pequeños son todos aquellos que para el mundo no cuentanni interesan, todos los humildes de la tierra. Los pobres de la tierra

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claman a través de Cristo, para ser juzgados con justicia y equidad yhacer de su voz un canto de esperanza.

El evangelista de la misericordia se hace eco de este Ungido en la per-sona de Jesús, que da gracias al Padre por aquellos a quien Dios mismose ha manifestado para consolar, ayudar y restablecer. La función de lamisericordia es establecer la unión definitiva entre Dios y los sencillos,los transparentes y los más pobres, porque a todos ellos se ha manifes-tado el Señor. El rostro de todos los pobres de la tierra se ve iluminadopor la acción de Jesús, hombre del Espíritu que ha optado de maneradesafiante por todos ellos desde los auspicios del amor y desde las notassublimes de la bondad, del perdón y de la paz.

La gran tarea de Jesús es sentir la necesidad del otro, por ello da gra-cias al Padre Dios, que se manifiesta gratuitamente en un gesto de amorsolidario por todos, pero, sobre todo, por los más pobres entre lospobres. Éstos son el tesoro más preciado del Evangelio y el objeto de lapredilección de Jesús. Sus gozos y sus tristezas, sus dolores y sufrimien-tos, sus quebrantos y cuitas, son los mismos de Cristo Jesús, quien esconocedor de las Palabras del Padre, que se comunica a todos desde suentrañable misericordia. Su complacencia son los pequeños y humildesde la tierra, por los que Jesús ha realizado su acción de gracias a Dios, aquien llama Padre. Esta es la gran oración de hoy, la gratitud al Padre portodos los pequeños de la tierra.

Miércoles de la primera semana de AdvientoPrimera: Is 25,6-10a: El festín mesiánico

Evangelio: Mt 15,29-37: Segunda multiplicación de los panes

Un banquete para todos

El pasaje de Isaías representa la destrucción de la ciudad del caos, quesimboliza el fin del orden viejo de violencia y soberbia. El Señor de loshuéspedes ahora reina sobre el monte Sión, revelando su gloria presente.Sobre ese monte que está en Jerusalén, el Señor inaugura una fiesta para

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celebrar su coronación. Como en otro lugar del libro del Deute-ronomio, un festival jubiloso reclama lo mejor de la comida y de labebida (Dt 14,26). Pero lo más significativo es que esa fiesta tiene lostintes de la universalidad, porque están llamados todos los pueblos.

Dios está presente en el banquete como signo de manera real y pal-pable. Antiguamente los pueblos no veían al Señor, ni le percibían comoun Dios cercano, porque los pueblos estaban como cegados por las tinie-blas del pecado y las tropelías de unos y otros. Ahora, Dios mismo es elque desvela los ojos para que puedan contemplar su presencia y su ros-tro. El profeta muestra así de manera concreta la novedad que trae elSeñor, que anticipa la salvación y hace que todos los fieles gocen con supresencia. El misterio de Dios se ha desvelado para todos los hombres.Dios está con los suyos, su pueblo elegido, que representa a todos lospueblos de la tierra.

Dios no se conforma solamente con ofrecer a todos un banqueteespléndido de manjares sabrosos y vinos generosos, sino que ademásromperá definitivamente las coyundas de la muerte, para saciarnos de labelleza de la vida. Así lo antiguo, es decir, la maldición que pesaba sobreel hombre en las primeras páginas de la Biblia (Gn 3), se transforma enabundancia, gozo y presencia divina. Y es que Dios realiza su proyectode vida, para transformar la existencia con la promesa cumplida.

El profeta se regocija y goza anunciando la victoria de Dios sobretodos. Dios trae la liberación, y el pueblo, los convidados al banquete dela vida, al gozo existencial de la presencia divina, se iluminan con laPalabra del Señor, que hace presente su proyecto salvador. El pueblocelebra esta salvación de Dios como signo de la esperanza que ahora seha hecho realidad. No han existido batallas, ni contiendas, sino genero-sidad abundante, misericordia y amor, junto con la ternura de un Diosque nunca deja a los suyos a merced de los elementos negativos queproducen las personas, sino de un Dios que actúa con la delicadeza infi-nita de quien sabe, conduce y guía.

El poder de la mano de Dios muestra la salvación que llega con supresencia. Ese banquete anunciado y anticipado por Isaías prefigura laeucaristía, el banquete de Jesucristo, donde Dios mismo se nos da conalegría para celebrar la vida nueva. La salvación del profeta acontece enJesucristo de manera plena.

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Jueves de la primera semana de AdvientoPrimera: Is 26,1-6: Canto de victoria

Evangelio: Mt 7,21.24-27: Los verdaderos seguidores de Jesús

La confianza en el Señor

La confianza es depositar en alguien nuestras propias cuitas, nuestrosproblemas, nuestras preocupaciones, con el fin de aclararnos, ayudarnos,encontrarnos y salir al paso de la existencia. La vivencia de la fe nos llevaa los creyentes a encontrarnos con el Señor. El mismo Dios suscita ennosotros una llamada a nuestra fidelidad y gratitud.

La confianza en Dios no es lo mismo que la confianza en los hombres.A veces los hombres, hechos de barro, cometemos imprudencias con loshermanos y los desposeemos hasta de sus más firmes convicciones. Diosno actúa de ese modo. El Señor deja que los demás sean como son y asílos acepta, los ama, los mima y los quiere. La confianza en Dios es lafidelidad de los hombres hacia su persona. Hablar con Dios es manifestarcada instante la franqueza, la sinceridad, la sencillez y hasta la humildadde reconocernos ante Él tal cual somos (Is 26,1-6).

La página del evangelio de san Mateo nos recuerda el juicio que estápor llegar y nos amplía el horizonte de nuestra propia vida. La comuni-dad configurada por los creyentes siente en sí misma la exigencia de unajusticia superior. A ello se refiere el evangelista cuando habla de hacer lavoluntad de mi Padre, como premisa de la salvación y como respuestadel cristiano ante la confianza que en nosotros deposita Jesucristo. Hacerla voluntad divina es dejarnos invadir por Él, de manera que sea Él ysolamente Él quien nos ayude en la vida y sea para todos un acicate paraestar con Él, no una seguridad.

La confianza en el Señor no consiste en decir «Señor, Señor», sino enconstruir nuestra casa sobre la roca. Esto indica que la parábola que elevangelista pone en boca de Jesús habla de dos constructores de casas.Uno que construye sobre roca, y así el evangelista habla de fidelidad,confianza y seguridad en el mismo Señor. Y otro que fundamenta su pro-pia ruina porque ha construido sobre la arena de la vida, la desilusión, ladesconfianza. Por eso, mientras la casa firme soporta toda clase de inun-

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daciones, tormentas, aguas desbordadas, vientos huracanados, la debili-dad y el egoísmo del constructor que fundamenta su casa sobre arenaprovoca la desolación, la tristeza, la hecatombe.

La confianza en la Palabra divina, la única que no defrauda al hombre,es la alternativa verdadera para una vida según el modelo de Dios. Ennuestras propias manos está la confianza en Dios. El mismo Señor nosbrinda siempre su mano para que nosotros, a su vez, abramos nuestrasmanos para ofrecerle todo lo que somos y tenemos. La fidelidad a suPalabra es la fuente de toda confianza, el solaz donde el cristiano encuentrael gozo y la alegría de sentirse acompañado por el Señor (Mt 7,21-24.27).

Viernes de la primera semana de AdvientoPrimera: Is 29,17-24: Paz y dicha para Israel

Evangelio: Mt 9,27-31: Curación de dos ciegos

El Señor es mi luz

El orante describe tres definiciones de Dios. La primera definición divi-na afirma: El Señor es mi luz. La luz es la señal del ser y de la creación, comoen el libro del Génesis: «Dijo Dios: Que sea la luz, y hubo luz» (Gn 1,3).Es la imagen perfecta de Dios, como en los escritos de san Juan: «Dios esla luz, en Él no hay tiniebla alguna» (1 Jn 1,5). La luz es la gloria de Diospresente en el arca y en el templo de Jerusalén, es decir, en Sión, y estáunida a la metáfora de la luz, como canta el profeta (Is 2,2-5; 60,1-2).

La luz es signo de alegría, como en el libro del profeta Isaías:«Acreciste la alegría, aumentaste el gozo, se gozan como gozan al segar,como se alegran al repartirse el botín» (Is 9,2). De esta alegría tambiénse hace eco otra oración del Libro de los Salmos: «Cuando el Señor cam-bió la suerte de Sión, nos parecía soñar, nuestra boca se llenó de risas ynuestra lengua de cantares» (Sal 126,2).

La segunda definición de Dios es aún más concreta, porque elsalmista dice: «El Señor es mi salvación». La obra de la redención se mani-fiesta como una constante en el quehacer divino con los hombres. La

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salvación expresa una de las ideas matrices del Antiguo Testamento. Esla historia de la salvación releída por los cronistas de Israel, recontada porlos sabios, narrada por los profetas y experimentada por los orantes. Lasalvación es el acto redentor y liberador de Dios. Así percibimos este atri-buto propio de Aquel que rompe todo yugo para liberar y salvar a todassus criaturas. La salvación es la síntesis de nuestra propia historia y lavocación de todo creyente que aspira a crecer hacia Dios.

La tercera definición de Dios es simbólica, porque tiene las caracte-rísticas de alguien que es fuerte y viene a fortalecer la debilidad, a saciarla fragilidad, a colmar el ansia de felicidad. La fortaleza se especifica aquícomo si el Señor fuera para todos un auténtico baluarte. Todos nos refu-giamos en Dios, sobre todo de los envites de los enemigos. Esta fuerzadivina se muestra en muchos lugares del libro de los Salmos donde elSeñor aparece como una roca, como alcázar inexpugnable, como refugio(Sal 18,3; 28,8; 31,3; 37,39).

Estas tres maneras de designar a Dios, luz, salvación y baluarte,preparan a los lectores para enfrentarse a la pesadilla de los enemigos queacosan al fiel y le dominan hasta su total rendición (Sal 27,2-3). El oran-te confía y su interior está firme en el Señor. Para comprender esta ima-gen simbólica, nada mejor que las palabras del apóstol Pablo: «Si Diosestá con nosotros, ¿quien estará contra nosotros?» (Rom 8,31).

Sábado de la primera semana de AdvientoPrimera: Is 30,19-21.23-26: Prosperidad futura

Evangelio: Mt 9,35-10,1.6-8: Misión y consejos a los Doce

Jesús llama a la misericordia

La Palabra de Dios invita a los hombres a la amistad y al amor. Estafuncionalidad de la Palabra conlleva los tintes de toda vocación. Diosllama siempre a los hombres para desarrollar una misión en la historiahumana. La llamada de Dios en la Biblia refleja una experiencia de laintimidad de Dios con el hombre.

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El nuevo pueblo de Dios es la Iglesia. El evangelista Mateo componela escena del pueblo de Dios en el contexto de un rebaño sin guía, sinpastor, sin jefe. El pueblo de la Nueva Alianza buscaba los caminos de lavida, los pastos y las fuentes de agua, y necesitaba la presencia segura delpastor. Todos vagaban inseguros por los caminos del mundo, pero sinsegadores y obreros que recogiesen las mieses a su tiempo. El Señor queconduce a la vida decide entrar en escena y comienza a llamar. Jesús seconvierte en pastor de su pueblo y conduce a las ovejas de su rebaño.

El Pastor del nuevo Israel conoce, busca, llama e invita a cada cual porsu nombre, por su identidad personal para colaborar como servidores enel Reino. La cercanía del Reino ha hecho posible elegir a nuevos pasto-res, para que sean guías del pueblo de Dios. Los Doce constituyen laIglesia apostólica como servidores del amor. El evangelista actualiza lacomunidad israelita, las doce tribus, nacida en el Sinaí, lugar de la pri-mera Alianza, por la Iglesia conformada por los doce apóstoles paramanifestar la obra y la misión del Señor. Esta misión consiste en crearuna comunidad de testigos que proclamen el Reino donde todos seráncurados de enfermedades y dolencias. Los testigos del Reino son aque-llos que prosiguen la obra ministerial y profética de Cristo. La consti-tución del pueblo de Dios nacido del monte de las bienaventuranzasquiere ser fermento en medio del mundo. Los apóstoles son enviadospara transformar, curar y expulsar el mal.

Jesús funda la nueva comunidad eclesial, que no cesa de vivificar porel dinamismo del Resucitado. Ahora, la Iglesia cimentada en los apóstolesserá el gran reto de Jesús ante el mundo. El grupo de los Doce represen-ta las doce tribus del pueblo de Dios, es decir, la totalidad del Israel defi-nitivo. Estos apóstoles tienen un nombre, una consistencia histórica, ysu misión es la de Jesús. La universalidad pasa por la historia porque esconcreta, es decir, está inscrita en una historia real. Los apóstoles sonprofetas, anunciantes de Buenas Noticias y denunciantes de falsedades ypecados. Discípulos para servir, profetas para denunciar, llamar a la fide-lidad, crear una sociedad bien dispuesta a realizar el programa del Reino,las bienaventuranzas. Ellos proclaman la cercanía del Reino, repitiendolos gestos de Jesús y comunicando la Buena Noticia a todos.

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Lunes de la segunda semana de AdvientoPrimera: Is 35,1-10: Las promesas mesiánicas

Evangelio: Lc 5,17-26: Curación de un paralítico

Dios viene

El Adviento es el tiempo litúrgico que celebra la venida en la carnedel Hijo de Dios, Jesucristo. Esta venida produce en nosotros la alegríadesbordante de ser cada día cristianos mientras esperamos la venida denuestro Salvador Jesucristo.

Dios es «el que viene». Esta afirmación es una expresión bíblica, si-nónimo de una intervención divina, y es también una irrupción libre,inesperada y gratuita. La venida de Dios es un modo concreto y sensibleadecuado al hombre para expresar el carácter sobrenatural de la historiade la salvación. Las intervenciones divinas tienen un plan salvífico irre-versible y definitivo, porque Dios así lo ha querido en sus decisionesmisericordiosas.

Muchos pasajes del Antiguo Testamento hablan claramente de unavenida de Dios. El Señor visitaba a su pueblo de múltiples maneras,unas veces como revelador mediante su Palabra divina, otras veces enla gloria del templo, donde habitaba junto a los suyos, y también Diosse manifestaba de manera explícita a través de las descripciones de losprofetas.

Estas venidas de Dios se expresan en numerosos lugares veterotesta-mentarios. El profeta Isaías habla de la venida del Señor en algunos luga-res importantes (Is 35,1-5; 40,10; 62,11). Estos pasajes del profeta Isaíasexpresan una llamada a la esperanza, a la alegría y, sobre todo, a no temernada, porque llega el Señor como liberador de su pueblo.

El profeta Isaías describe las intervenciones de Dios contra las nacio-nes y, de manera especial, contra el reino de Edom. El profeta tambiéncontrapone a estas injerencias contra las naciones las bendiciones sobrela ciudad de Jerusalén (Is 34-35). Todo será restaurado y todo es obra delSeñor que viene. La esperanza renace, la alegría lo inunda todo, porqueDios es el que realiza el juicio y es el portador de la salvación. El alcan-ce del pasaje profético es el siguiente: el profeta anima a los cobardes

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para que no teman. La motivación es el Señor que viene y trae la recom-pensa y la liberación.

La comunidad cristiana entendería así «al que viene» como el que res-tablece la salvación y la liberación. El profeta está hablando de una veni-da divina que anticipa la venida de Jesús. Cristo viene a juzgar. Su juicioes un discernimiento de toda la obra salvífica. Jesús es el Dios que vienea restaurar al hombre sumido en el pecado y a rescatarlo, redimiéndolocon su vida. Cristo logra la victoria definitiva contra el mal y termina lossufrimientos y tribulaciones de la Iglesia, ansiosa de su vuelta en gloriaal final de los tiempos, para vivir en plenitud «un nuevo cielo y unanueva tierra» (Is 35,1-10).

Martes de la segunda semana de AdvientoPrimera: Is 40,1-11: La buena noticia del regreso a la patria

Evangelio: Mt 18,12-14: La oveja perdida

El consolador

Dios se manifiesta como consolador de su pueblo. La aventura deldestierro se había ido fraguando poco a poco hasta culminar en la nocheoscura de soledades y sufrimientos. Corría el año 587 antes de Cristo. Laciudad santa, Jerusalén, estaba siendo continuamente asediada por lashuestes de Asiria. Las murallas de la ciudad y las puertas que tantos piestraspasaron se ven ahora rotas por la fuerza de los enemigos.

El pueblo va al destierro y allí llora su desolación sentado junto a losríos de Babilonia (Sal 137). Cincuenta años después, Ciro, rey de Persia,decreta la vuelta al país de origen de todos los exiliados. Era el año 538antes de Cristo.

La liberación de Babilonia y la restauración nacional llega con lacaída del poder opresor, y los desterrados vuelven a la patria no sólodesde las orillas del Éufrates, sino desde otras partes de la tierra (Is 43,5;49,17ss). Jerusalén y el templo serán reedificados y todas las ruinas seránreparadas (Is 44,28,45,13). La liberación es un nuevo éxodo que supera

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al de Egipto. La tierra florecerá como un vergel, los valles se llenarán, loscollados se nivelarán y Dios vendrá y cuidará a todos como el consolador.

Entonces es cuando el profeta comienza a entonar la esperanza enmedio del pueblo. Así es como surge el mensaje del Segundo Isaías, esdecir, el libro de la Consolación (Is 40-55). Se trata de un profeta anóni-mo que surge con voz fuerte y valiente después del destierro, proclaman-do la Palabra divina, en una época de incertidumbre y desesperanza. Elprofeta se muestra consciente de la actuación de Dios en la historia. Y asíes como inicia un camino de esperanza, para unos tiempos nuevos.

Dios no deja de preocuparse por los suyos, y ese interés adquiere valorde compadecerse, de ejercitar con todos la misericordia, de situarse en ellugar del otro. Dios es el Otro al que siempre acuden los otros. El pro-feta Isaías expresa en otro lugar la tarea y el oficio del consolador: «Comoa un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo» (Is 49,15).Esta consolación se encuentra en todos los casos en que el Señor es elconsolador, puesto que Dios, al ofrecer su consuelo, renueva la comu-nión gratuita con aquel de quien se había apartado en su cólera (Is 12,1).Así es como se entiende el mensaje del profeta. Dios es el que asiste a supueblo, por eso el pueblo es objeto del consuelo, incluso Sión y las rui-nas de Jerusalén. El consuelo no consiste en un cambio inminente delpropio destino, sino en una repartición del sufrimiento, es decir, unacompañamiento en el dolor del pueblo, que se siente liberado al com-probar la misericordia divina (Is 40,1-11).

Miércoles de la segunda semana de AdvientoPrimera: Is 40,25-31: La providencia de Dios es poderosa

Evangelio: Mt 11,28-30: El yugo del Señor es ligero

El cansancio

Las preocupaciones de la vida nos inducen al cansancio, es decir, alabatimiento, a la pereza y, algunas veces, hasta la depresión. Los hombresnos cansamos de esperar promesas incumplidas porque no creemos en

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palabras vacías, ni en engaños envueltos en verdades, ni en ilusiones quedespués son falsas. Todo ello parece como si nos condujese a la angustiade la vida, a la ansiedad. Todo esto no procede de Dios. El Señor quiereel bien, la verdad, la sencillez, la naturalidad, la espontaneidad, la amis-tad, el entendimiento, la comprensión y hasta el perdón. Dios no secansa de perdonar, los cansados somos nosotros.

El cansancio se define como debilidad, falta de fuerza, hastío, tedioy a veces hasta miedo que inunda nuestra vida y nos desborda gene-rando en nosotros tristeza y desazón. Nos haría falta una pizca de salpara condimentar la vida de fe que como cristianos decimos que vivi-mos.

La página del evangelio de san Mateo está escrita con esta intención.Cristo va en busca de todos, pero principalmente de los cansados. Laexpresión que el evangelista pone en boca de Cristo es una invitación asalir de esa desazón y conducirnos a la senda que lleva a la vida: «Venida mí todos los cansados y agobiados, que yo os aliviaré» (Mt 11,28). Estaaclamación de Jesús tiene en sí las notas de la misma existencia. Ante elcansancio y el agobio, Jesús contrapone el descanso que es Él mismo. Esdecir, Jesús es la Sabiduría del hombre, que tiene dos notas característi-cas: la bondad y la humildad. Como las personas solemos estar a vecesanímicamente por los suelos y en una actitud humillante, viene Jesúscomo el ejemplo de lo que es bondad y humildad.

La bondad y la humildad son las armas contra el cansancio. El ejer-cicio de lo bueno y de lo bello, el arte de hacer el bien y abandonar elmal, la educación, el respeto, la fidelidad, la naturalidad, la sonrisa,hacen posible la bondad. La humildad como reconocimiento de lo quesomos y de quienes somos constituye un componente lleno de sabiduríapara que resplandezcan el aprendizaje y el seguimiento de Jesús por partede los fatigados, cansados y abrumados.

Jesús es el alivio donde todos los cansados pueden enjugar sus lágri-mas, sus sufrimientos, sus penas, sus fracasos. Jesús es dulce y humildede corazón. Antes de someter a la persona le comunica la alegría del ejer-cicio de la misericordia. Por eso, todos los cansados han de tomar elyugo, la tarea de la vida que se nos impone, seguirle y aprender de Él.Así el cansancio se hará ligero y la carga no será tal, porque Él viene siem-pre a liberarnos de todas las cargas pesadas de la vida (Mt 11,28-30).

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Jueves de la segunda semana de AdvientoPrimera: Is 41,13-20: Israel, siervo del Señor

Evangelio: Mt 11,11-15: Juan, mensajero del Señor

El Bautista

La figura del Bautista es un modelo para los autores del Nuevo Tes-tamento. Todos señalan su personalidad, su talante y estilo de vida ante lallegada del Mesías que trae la salvación anunciando el Reino de Dios. Lafunción de Juan es preparar al Señor un pueblo bien dispuesto (Lc 1,15).

El Bautista es el último vocero del Antiguo Testamento. El evangelistasan Mateo lo presenta de manera clara y diáfana. Él bautiza para la con-versión y el perdón de los pecados, pero es sólo el que clama en el desiertopreparando un camino al Señor (Mt 3,1-3). La voz indica que pertenece ala Antigua Alianza, y la intención de san Mateo es presentarlo como mode-lo del nuevo Elías para los tiempos nuevos que inaugura Cristo.

Nos sorprende la afirmación del evangelista cuando proclama: «Juan esel más grande los nacidos de mujer, pero es el más pequeño en el Reino deDios» (Mt 11,11). ¿Qué quiso decirnos san Mateo? Es cierto que JuanBautista es el último profeta antes de Cristo, y como tal se presenta, peropodríamos seguir la interpretación de Teodoreto y Eusebio a la luz de unabienaventuranza de san Mateo, aquella referida a los humildes (Mt 5,5)junto a las tradiciones de Moisés. Moisés era ejemplo de humildad. Élprometió a los israelitas la heredad de la tierra. Y él mismo no entró en latierra. Este último hecho, suficientemente inesperado, ha tenido una granrepercusión en la reflexión rabínica que presenta a Moisés como manso decarácter y modesto de espíritu.

Pero éste no es el caso del Bautista, que increpaba a los fariseos y sadu-ceos con palabras terribles: «Raza de víboras... no presumáis que podéisdeciros a vosotros mismos: Tenemos por padre a Abrahán, porque os digoque Dios puede levantar hijos de Abrahán de estas piedras» (Mt 3,7-8).

Nos parece más lógico decir que los miembros de la Nueva Alianzapodrían ser más bendecidos que la figura principal del Viejo Testamento.Si en el pasado el manso no entró en la tierra prometida, ahora, en elReino de Dios que ha venido, el manso heredará la tierra. De ahí que la

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afirmación que antes nos parecía extraña nos resulte ahora más cercana:el menor en el Reino es más grande que todos aquellos que fueron antes.

El evangelista no quiere excluir a Juan del Reino de Dios. Lo funda-mental es que tanto Juan como Jesús y los discípulos sufren la mismaviolencia cuando apunta el Reino de Dios que trae sufrimiento al profe-ta y al predicador. Juan es el nuevo Elías y se convierte en el testigo con-tra Israel que rechaza el Reino de Dios (Mt 11,11-15).

Viernes de la segunda semana de AdvientoPrimera: Is 48,17-19: Las enseñanzas del pasado

Evangelio: Mt 11,16-19: Juicio de Jesús sobre su generación

La generación perversa

Los dichos de Jesús como las palabras del profeta Isaías son una invi-tación a la conversión, a la escucha de la Palabra de Dios, para que cadageneración asuma ésta como la fuente incesante de la vida.

El profeta invita a los desterrados a reconocer la impronta del Diosde Israel que actúa en la historia del pueblo. Dios usa con los suyos lapedagogía de la vida, esa que muestra a cada generación su manera deproceder, de actuar en la vida diaria, con todas las exigencias que se des-prenden de la norma de comportamiento, a fin de que todos se adecuena quien es Señor, Santo y Liberador del pueblo. El vocero divino alien-ta a todos a la escucha de la Palabra de Dios, para que ésta sea comoun río que genera la paz y concede la posibilidad de la convivencia conel objeto de alcanzar la justicia para todos. La justicia conlleva la viven-cia y la práctica del bien común, de manera que todos sean beneficia-rios de ese don. Es la única vía de reconocer el poder de Dios y susintervenciones en favor del pueblo. Dios concede una descendenciatan abundante como las arenas, de manera que el nombre de sus hijosnunca sea borrado (Is 48,17-19).

Jesús habla en parábolas y usa también metáforas en las que mani-fiesta su lenguaje cargado de enseñanzas y simbolismo, propio de los

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maestros de sabiduría. La generación a la que se refiere el evangelista es lade Jesús y de Juan Bautista. La generación contemporánea de Jesús era unageneración perversa porque invertía la enseñanza del Maestro de Nazaret.Jesús compara a sus coetáneos con unos niños que juegan en la plaza y segritan unos a otros con un refrán propio de aquella hora. El refrán o dichoque proclaman los niños es una relectura de un pasaje del profeta Zacaríasque el evangelista lee de manera diferente (Zac 8,2-8).

Lo que parece claro es que tanto Juan como Jesús son rechazados poraquella generación perversa. Se trata de la obstinación que prefigura alpueblo de Israel y su incapacidad para la escucha, la aceptación del men-saje. A Jesús le reprochan que sea un comilón y bebedor, amigo depublicanos y pecadores, es decir, alguien con un talante universal, sinprejuicios. Los fariseos desaprueban la misericordia de Jesús con todos yes mal visto. Del mismo modo describe el evangelista la figura de JuanBautista, que al ser austero está endemoniado. Jesús y Juan Bautista seconvierten así en signos de contradicción para el antiguo Israel, que noacepta las voces de estos dos profetas: Juan, que prepara el camino aJesús, y éste, que responde al plan divino, como profeta eterno.

En resumen, Israel no quiere reconocer la sabiduría que genera Jesúscon su mensaje y la misión encomendada. Las acciones de Jesús son lasobras de la sabiduría de Dios, por eso su generación no responde a lasexpectativas de Cristo y lo rechaza.

Sábado de la segunda semana de AdvientoPrimera: Eclo 48,1-4.9-11: Celo de Elías

Evangelio: Mt 17,10-13: Regreso de Elías

El nuevo Elías

Elías, cuyo nombre significa el Señor es Dios, aparece en la historianarrada y reescrita por el sabio. Elías era un vocero divino que alentabaa todos con la Palabra de Dios. La Palabra era como fuego abrasador queinundaba a todos con su esplendor y a todos llegaba con la chispa de sus

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enseñanzas y la sagacidad de su entrega. Elías es ensalzado por sus signos,aquellos que realiza el carismático de la Palabra por la unción que poseedel Espíritu.

El sabio que ha descrito en síntesis su historia nos penetra del saborde su mensaje y de la fuerza inexorable de la Palabra ungida por la cons-tante de la vida al servicio de Dios. El Señor era para Elías el susurropenetrante de la brisa que acompaña a cada hombre a la caída de la tarde,cuando parece que se han disipado los lamentos y los ayes, las contro-versias de otros voceros que se lamentan de sus desatinos y que condu-cen meramente a los agravios, a las angustias y a la desazón del tedio, delmiedo y de la sin razón. Elías, como dice el sabio, supo devolver al hom-bre de siempre la paz para hacerle volver sobre sus pasos al Dios de lavida (Eclo 48,1-4.9-11).

La escuela de san Mateo describe el episodio de la transfiguración deJesús y la conversación posterior del profeta de la vida con sus discípu-los que le interpelan. Ese diálogo es profundo y sugerente porque estálleno de nuevas experiencias de la figura de Jesús, entrevisto en el monte,lugar de cercanía con Dios y fuente de experiencia divina que marca lavivencia sin igual de Jesús como Hijo de Dios. Jesús es el nuevo Elíastransfigurado, aquel que los acerca a Dios y su misterio envueltos en lanube de la trascendencia y sensiblemente absortos ante el suceso inex-plicable. Los discípulos piensan que Jesús no sólo es el nuevo Elías, sinoque evoca su figura y creen que vendrá primero.

Este argumento pudo servir a los cristianos de la comunidad converti-dos del judaísmo a pensar que Elías debía venir primero y que Jesús nopuede ser ni el Mesías ni el Hijo de Dios. El evangelista les hace pensar locontrario. Es posible que el evangelista o su misma escuela estuviesen rele-yendo un pasaje del profeta Malaquías: «He aquí que yo os envío al pro-feta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible» (Mal 3,23).Pero esta profecía se cumple en la persona del Bautista, que es Elías redi-vivo, como afirma el evangelista anteriormente (Mt 11,10.14). De suyoJuan no fue aceptado como profeta al estilo de Elías, al que no trataroncomo merecía, sino que lo maltrataron, matándole. Así es como sanMateo muestra a su comunidad cristiana el camino del Hijo del hom-bre: Jesús debe proseguir el sufrimiento y la muerte en cruz como con-secuencia de su obediencia al Padre (Mt 17,10-13).

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Lunes de la tercera semana de AdvientoPrimera: Nm 24,2-7.15-17a: Oráculo de Balaán

Evangelio: Mt 21,23-27: La cuestión sobre la autoridad de Jesús

La autoridad

La autoridad es reconocida por los hebreos como la venida del SeñorCreador y sus intervenciones a favor de su pueblo. Pero, sobre todo, losjudíos cifraban la autoridad en el poder salvador de Dios, este poder erasu omnipotencia. El pensamiento hebreo distinguió tres espacios: losángeles, los cielos y la tierra y la persona. Pero la norma suprema de todaautoridad era Dios, y el mismo Señor era su verdad. La revelación delViejo Testamento manifiesta la esperanza de un mesías que procede dela soberanía de Dios.

Esta afirmación del libro de los Números: «De Jacob avanza una estre-lla», manifiesta lo que afirmaban los rabinos. Se trata de la persona delMesías que viene. Balaán, el profeta, afirma que la estrella es el símbolodel rey Mesías. La primacía de los proyectos de Dios está por encima delas realizaciones humanas. Esto es lo que afirma este pasaje del libro delos Números. Los planes de Balac se ven frustrados, y el propio Balaán nopuede más que someterse a la voluntad de Dios (Nm 24,2-7.15-17).

El Mesías anunciado por el libro de los Número, es releído a la luzdel misterio de Cristo, y así el Apocalipsis de san Juan llama a Cristo la«estrella de la mañana» (Ap 2,8; 22,6). La luz es de hecho el trasfondode toda aparición mesiánica, como canta el profeta Isaías en el himnoespléndido del Emmanuel: «El pueblo, que caminaba en tinieblas, viouna luz grande», que recogerá la tradición de san Mateo.

El evangelista presenta una controversia de los sacerdotes y los escri-bas acerca de la autoridad de Jesús. El término «autoridad» se repite cua-tro veces en este pasaje, lo que indica su importancia y el motivo de lamisma discusión de Jesús con sus interlocutores. Éstos preguntan sobrela autoridad de Jesús y su procedencia. Ellos tienen autoridad en el tem-plo. Jesús realiza una contrapregunta: «¿El bautismo de Juan era del cieloo de la tierra?». Se trata de una interrogante capciosa que conlleva unarespuesta comprometida. Y esa actitud se vislumbra al leer el relato,

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porque sabemos y esperamos que los dirigentes no están dispuestos a res-ponder de manera diáfana a Jesús.

Un lector cristiano sabe que tanto el poder y la autoridad de Juancomo los de Jesús proceden de Dios. La interrogante de Jesús es moles-ta para los dirigentes del templo, porque no pueden responder sin iden-tificarse ellos de su propia conducta. La pregunta de Jesús es com-prometida y, como su vida está basada en falsedades y contradicciones,contestan de manera fingida: «No sabemos». Tampoco Jesús rehúsaresponder a su pregunta. La autoridad de Jesús reconoce y da vigencia ala voluntad divina depositada en la ley (Mt 21,23-27).

Martes de la tercera semana de AdvientoPrimera: Sof 3,1-2.9-13: Juicio sobre Jerusalén

Evangelio: Mt 21,28-32: Parábola de los dos hijos

La ciudad rebelde y el Reino

El profeta Sofonías describe cómo el pueblo de Judá se ha olvidado delSeñor para seguir a los dioses paganos de sus vecinos. La ciudad deJerusalén aparece como el centro de toda esa negatividad. Por ello el voce-ro divino usa tres palabras claves para definir el pecado: rebelde, contami-nada y opresora. La rebeldía le viene por no escuchar la Palabra divina, quele llevaría a reconocer el señorío de Dios y su poder. Al contrario, la ciu-dad ha preferido la idolatría, el culto vacío y una vida silenciosa en rela-ción a Dios. Desde esta perspectiva, Jerusalén aparece como contaminada,es decir, es impura, por haber abandonado lo que le era propio y aliarsecon otros señores y otros dioses, olvidando las acciones del Señor contodos ellos. Jerusalén es una ciudad llena de injusticias que oprimen a losmás pobres y defenestra a los sencillos y los humildes de la tierra, por esoes opresora. En ella se generan toda suerte de desventuras que causan lasinrazón en los sencillos. Pero Dios suscita la salvación a través de unallamada a la penitencia y a la conversión. Por eso la ciudad dejará de estarcontaminada y alabará al señor con labios puros. El mismo Señor aniqui-

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lará a todos los que procuraban el orgullo y la presunción en medio delpueblo, para que aparezcan en medio de la ciudad los pobres y los humil-des. Así es como la rebeldía de la ciudad se torna vida, donde brilla la ver-dad de Dios (Sof 3,1-2.9-13).

Jesús quiere el cumplimiento de la Palabra con la vida. Ésa es la volun-tad del Padre. La advertencia del padre es radical. El padre de la parábo-la es Jesús y contrapone a sus interlocutores, fariseos y publicanos, conprostitutas y pecadores. Éstos han escuchado el mensaje de Juan Bautista(Lc 7,29ss). Para los jefes de los judíos, el hecho de ser mencionadosjunto con los publicanos y pecadores es una ofensa. Porque están exclui-dos según ellos del Reino de Dios. Sin embargo, Jesús ve en ellos alsegundo hijo, que primero dice «no» pero después se somete a la volun-tad del Padre. Jesús no aprueba el modo de vida de publicanos, prosti-tutas y pecadores, pero observa en ellos la acogida y la actitud para laconversión proclamada por Juan. Los publicanos y pecadores, indiferen-tes a la ley y a sus prescripciones, se sienten convertidos por la predi-cación del Bautista y aptos para entra en la esfera del Reino de Dios.

La pertenencia al Reino de Dios requiere el cumplimiento de lavoluntad divina. Es decir, los publicanos y pecadores cumplen la Palabracon la actitud de su vida, y esta opción es válida para preceder a los quese creen los hombres de la ley en el Reino de Dios. La parábola de Jesúsexhorta a no sustituir la Palabra por meras declaraciones vacías decontenido, sino a acogerla con una actitud efectiva, de manera que serealice con la vida (Mt 21,28-32).

Miércoles de la tercera semana de AdvientoPrimera: Is 45,6b-8.18.21b-26: Yo soy el único Señor

Evangelio: Lc 7,19-23: Respuesta a los emisarios del Bautista

La respuesta de Jesús

La unicidad del Señor es comentada por el profeta como la respuestalógica desde la fe en el Dios de los padres, sin menoscabo de otros dioses

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y señores que pululan en el ambiente en el que el profeta Isaías profe-tiza. La situación de Israel se desarrollaba en el postexilio, un tiempoen el que era muy fácil creer en falsas esperanzas. El hombre de Dioses consciente de la salvación divina que viene a los hombres como elrocío de la mañana. La salvación divina dará paso a la justicia, dado queel mismo Señor es el Creador de todo, al que el creyente fiel debe bus-car, porque Él es para todos la justicia y la salvación que el pueblo ne-cesita. La respuesta de Dios se convierte en hechos notables para elpueblo, que espera de Él la salvación y la liberación, junto con la jus-ticia. Todas las demás realidades están vacías frente a ese Señor quesatisface las necesidades de todos y, al mismo tiempo, colma su espe-ranza (Is 45,6-8b.18.21-25).

Juan Bautista envía dos mensajeros a Jesús, al que llaman Señor, locual indica que tanto el narrador como la comunidad están ya perfecta-mente de acuerdo acerca de la identidad de Jesús. La pregunta delBautista encarcelado expresa el deseo de saber si Jesús se declara comomesías, dado que el mismo Juan Batista, por boca de sus enviados, leinterroga si Él es el que ha de venir. El evangelista actualiza así un pasa-je del profeta Habacuc (Hab 2,3). El lenguaje apocalíptico está presentede manera indeterminada, porque expresa la certeza de toda esperanza.

La venida de Jesús cumple todas las expectativas mesiánicas. SanLucas entiende la expresión y la pregunta de los mensajeros del Bautistacomo una constatación que ellos mismos pueden comprobar: andad yanunciad, ved y escuchad. Se trata de cuatro imperativos, el primero deellos es un verbo de movimiento, los tres restantes son verbos de senti-do. Todos estos verbos indican las acciones mesiánicas de Jesús comoprotagonista del Reino que en su persona se hace presente.

La respuesta de Jesús al Bautista, lejos de ser ambigua, es concreta. Setrata de un «sí» claro a su interrogante, porque habla de los signos y delas acciones de su poder y de su Palabra. Sólo un ver y escuchar se cum-plen a la luz de la profecía que lleva al conocimiento. El grito de júbiloasume con libertad profecías isaianas a modo de marco narrativo. No setrata de una combinación de citas, sino más bien de la profecía que esescuchada en sus elementos esparcidos y que llega a su plenitud porquehan llegado los tiempos de la salvación. Por eso los ciegos ven (Is 35,5),los cojos andan (Is 35,6), los leprosos quedan limpios (1 Re 17,9), lossordos oyen (Is 35,5), los pobres son evangelizados (Is 61,1). Todos estos

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signos de Jesús tienen un carácter mesiánico y definitivo a la luz delprofeta Isaías (Lc 7,19-23).

Jueves de la tercera semana de AdvientoPrimera: Is 54,1-10: Fecundidad de Israel: amor de Dios

Evangelio: Lc 7,24-30: Opinión de Jesús sobre Juan: el más grande

El mensajero

El tiempo del exilio ha sido una desgracia para el pueblo de Israel. Esobvio que el profeta recree en todos la ilusión, la esperanza y sobre todola vida y con ella, la felicidad. El mensajero inicia sus palabras con unallamada a la alegría dirigida al pueblo, al que da un trato de esposa. Dioses el esposo de su pueblo y éste es para el Señor una esposa, la cual gene-rará más hijos que una mujer casada. Los hijos son fruto del amor y sonel vínculo del amor de Dios por los suyos. La esposa debe ensanchar suhabitáculo porque va a crecer, es decir, se multiplicará y necesitará másespacio, más lugar habitable para el desarrollo normal de la vida. Sobretodo, porque la promesa divina se cumple en el pueblo a quien Dios amacon ternura infinita. Dios es el Señor Creador de todo y, sobre todo, elsalvador y redentor.

Este Dios cautiva a su joven esposa como en los días de su juventud,es decir, como en aquellos días cuando Dios se enamoró de la pequeñezde su pueblo, diminuto entre los demás pueblos de la tierra. Así elpueblo se sintió correspondido por el amor generoso de Dios. El Señornunca abandona a los suyos, sino que los ama con caricias y mimos,hasta el punto de ejercitar la misericordia con todos. El amor seconvierte así en el cauce por donde ahora va a correr la vida del pueblo,es decir, la esposa de Dios, a la que el Señor ama con amor eterno. Elmensajero es un vocero del amor de Dios para los suyos (Is 54,1-10).

San Lucas ha compuesto un relato que inicia con tres preguntas parasuscitar el interés del auditorio. Las tres preguntas se refieren al tiempode la peregrinación de la gente de la zona desértica a la zona del Jordán.

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Juan no era una caña agitada por el viento, ni un cortesano vestido delujo, ni un profeta. Era un mensajero de las buenas noticias de Dios, másque profeta, dice el evangelista. Se trata de una relectura del profetaMalaquías para resaltar la función de mensajero (Mal 3,1). San Lucaspiensa en la preparación del camino, porque Juan ha de preparar alSeñor «un pueblo bien dispuesto» (Lc 1,17). Juan es más que un profe-ta, porque es reconocido a la luz de una profecía y de su interpretacióncomo el que va a la cabeza de Jesús, el que le antecede, en el cual Diosmismo actúa, porque se ha convertido en un testigo de Jesús.

Antes del anuncio del Reino de Dios existían los profetas y losmensajeros; el precursor de Jesús se encuentra en este ámbito. Pero losdiscípulos de Jesús son ya el Reino de Dios. El «más pequeño entre ellos»es estimado «más grande» que el mismo Juan Bautista, que fue cierta-mente el más grande en el tiempo de la promesa, porque había recibidode Dios el encargo más importante, ser mensajero para indicar la inmi-nente llegada de la nueva realidad: la venida de Cristo como BuenaNueva de la salvación (Lc 7,24-30).

Viernes de la tercera semana de AdvientoPrimera: Is 56,1-3a.6-8: Promesas universales: Dios para todos

Evangelio: Jn 5,33-36: Testigos en favor de Jesús: sus obras

El testimonio

El mensajero de la Buena Nueva, es decir, el profeta, auspicia para elpueblo la salvación y la autentifica con su testimonio de vida. El profe-ta Isaías era un testigo de esperanza en un tiempo de difícil interpreta-ción. La realidad de Israel se menoscababa con la experiencia vivida enel destierro. La salvación debe surgir ahora en esta nueva vida. El hom-bre de Dios anima y consuela a los suyos desde la visión de Dios en lapropia historia del pueblo.

El vocero divino anima a los suyos a guardar el sábado como día dedi-cado al Señor. La vuelta al Señor llevaba consigo el tercer mandamiento

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como exigencia de la unión y la intimidad del pueblo con Dios. Así seestablecían las relaciones de amor y el pueblo reiniciaba una experienciaque no pudo expresar en el destierro de Babilonia. Así se recuperaba lavida, el amor de Dios, la Alianza y un culto lleno de vida, donde semanifiestan la justicia y la rectitud de corazón como los instrumentospropios para hacer presente la vida de Dios. Todo ello lleva al pueblo aun testimonio de vida, manifestado en todas y cada una de sus acciones.La salvación se hace presente en esa andadura como la prueba de queDios no se olvida de los suyos. El profeta se convierte así en mensajeroy testigo de Dios para su pueblo (Is 56,1-3a.6-8).

El testimonio de vida se expresa en este episodio del cuarto evange-lio. Los versos anteriores a este pasaje refieren tres veces la expresión «dartestimonio» y dos veces el sustantivo «testimonio» (Jn 5,32-33). Los ver-sos siguientes recuerdan a los lectores el envío de los mensajeros a JuanBautista. El mismo Juan Bautista testificó a favor de Cristo, aunque elmismo Jesús no da testimonio sobre sí mismo, sino que remite siemprea Dios Padre, testigo de todo cuanto realiza en la obra salvífica.

Juan Bautista fue la lámpara que aportó claridad, luz de manera tem-poral; su obra despertó el entusiasmo y la ilusión en muchos y encontróla acogida suficiente como para que su testimonio fuera aceptado. Perosu vida coherente se apagó sin que sacaran provecho de su luz, pues pocotiempo duró su esperanza entre los hombres. Pero el testimonio de JuanBautista solamente era útil a aquellos que, acogiéndola, se disponían a lafe en Jesús.

Jesús tiene un testimonio mayor que el de Juan, porque las obras queel Padre le otorga son testimonio de que Jesús es el enviado del Padre. Eltestimonio a favor de Jesús es mayor que el de Juan, porque proviene desus obras, es decir, el cumplimiento de la obra del Padre constituye el ali-mento de Jesús, pues las obras de Jesús conducen a los creyentes a la feverdadera. De suyo Jesús perfecciona las obras, porque las realiza a la per-fección (Jn 5,33-36).

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Palabras para el camino - VERBO DIVINO

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