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198 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director «Por lo que se refiere al hábitat, hay un problema de primera importancia; es el problema mismo, fundamental, que pone de manifiesto dos tesis adversas: “la ciudad-jardín horizon- tal”, la ciudad-jardín vertical». 1 El plan de urbanización de Bogotá es desarrollado en cinco páginas del volumen 4 de la Obra completa, 1946-1952, 2 tras la presentación de la grilla CIAM del urbanismo. Es sabido el interés prestado por Le Corbusier en la edición de sus textos, en los que palabra e imagen reaccionan entre sí y multiplican la búsqueda de unidad de su pensamiento. Bastaría pensar que para saber del plan de Bogotá, primero sería necesario saber qué había antes. Es así que la grilla, adoptada en el séptimo congreso, en Bérgamo (Italia), establece la metodo- logía para el estudio del plan. La primera de las cuatro funciones corresponde al habitar o lo que presupone pensar que el desarrollo de la ciudad, para Le Corbusier, empieza desde la idea misma de habitar. Indagar por el habitar se torna más complejo en el mo- mento de pensar en la intervención sobre el «corazón» de la ciudad: el Centro Cívico. La propuesta urbana y arquitectóni- ca para el Centro Cívico de Bogotá es presentada en tres pá- ginas del volumen mencionado, pero tal vez sea la última la que establezca con más precisión la relación entre vivienda y Centro Cívico en el plan. Dicho plan, de acuerdo con el archi- vo de la FLC, corresponde al plano FLC 605, 3 es desarrollado por Le Corbusier, Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener y es fechado el 30 de junio de 1950. En efecto, el plano es la expresión de una doble dinámi- ca: la interna, que corresponde al desarrollo de todo proyec- to y la externa, que tiene que ver con aquellas exigencias Palabras y trazos: las unidades de Le Corbusier en el Centro Cívico del Plan Piloto de Bogotá, 1950 Juan Carlos Aguilera Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: plano del Centro Cívico BOG 4220, Esc. 1:2000 – Circulación. ©FLC 605.

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198 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

«Por lo que se refiere al hábitat, hay un problema de primera importancia; es el problema mismo, fundamental, que pone de manifiesto dos tesis adversas: “la ciudad-jardín horizon-tal”, la ciudad-jardín vertical».1

El plan de urbanización de Bogotá es desarrollado en cinco páginas del volumen 4 de la Obra completa, 1946-1952,2 tras la presentación de la grilla CIAM del urbanismo. Es sabido el interés prestado por Le Corbusier en la edición de sus textos, en los que palabra e imagen reaccionan entre sí y multiplican la búsqueda de unidad de su pensamiento. Bastaría pensar que para saber del plan de Bogotá, primero sería necesario saber qué había antes. Es así que la grilla, adoptada en el séptimo congreso, en Bérgamo (Italia), establece la metodo-logía para el estudio del plan. La primera de las cuatro funciones corresponde al habitar o lo que presupone pensar que el desarrollo de la ciudad, para Le Corbusier, empieza desde la idea misma de habitar. Indagar por el habitar se torna más complejo en el mo-mento de pensar en la intervención sobre el «corazón» de la ciudad: el Centro Cívico. La propuesta urbana y arquitectóni-ca para el Centro Cívico de Bogotá es presentada en tres pá-ginas del volumen mencionado, pero tal vez sea la última la que establezca con más precisión la relación entre vivienda y Centro Cívico en el plan. Dicho plan, de acuerdo con el archi-vo de la FLC, corresponde al plano FLC 605,3 es desarrollado por Le Corbusier, Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener y es fechado el 30 de junio de 1950. En efecto, el plano es la expresión de una doble dinámi-ca: la interna, que corresponde al desarrollo de todo proyec-to y la externa, que tiene que ver con aquellas exigencias

Palabras y trazos: las unidades de Le Corbusier en el Centro Cívico del Plan Piloto de Bogotá, 1950Juan Carlos Aguilera

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: plano del Centro Cívico BOG 4220, Esc. 1:2000 – Circulación. ©FLC 605.

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que, fuera de la mesa de dibujo, afectan y modifican el desa-rrollo del mismo. En el primer caso, el plan es el punto de convergencia de dos modos de pensar y hacer ciudad: el tipo Ville Radieuse de Le Corbusier y el urbanismo pragmático de Josep Lluís Sert. En otras palabras, la situación en la que se desarrolla el plan se puede ver como un punto en el que pivotan las posiciones entre el CIAM de Bérgamo (1947) y el de Hoddesdon (1951). En el segundo caso y en una dimensión local, sin que sea irrelevante, la ciudad se encuentra a medio camino entre el gran pueblo y la pequeña ciudad. Las autoridades muni-cipales, conscientes de tal situación, establecerán medidas para actuar sobre ello. Pero de nuevo, la ciudad será el punto de convergencia entre dos modelos: la ciudad vista como el escenario para el desarrollo de intereses colectivos, contra aquella que la ve como el escenario para la idea de «progre-so» a partir de intereses privados. Las dos miradas convergen en el plan para Bogotá. La idea de una ciudad que se proyecta en altura pronto será descartada por los «beneficios» que provee la ciudad exten-dida horizontalmente.

Palabras y trazos

«Un trazo, un esquema permiten consignar en la hoja de pa-pel la concepción de un pensamiento, de un ciclo, de una época incluso venidera».

Le Corbusier, Manière de penser l’Urbanisme, 1946.4

a. Palabras para una filial del atelier de constructores en Colombia

A punto de culminar su primer viaje a Bogotá,5 Le Corbusier recibe una carta de José Vicente Garcés Navas, gerente del recién creado Instituto de Crédito Territorial (ICT),6 en la que le ratifica el interés en establecer actividades con el ATBAT,7 en París:

Tengo el agrado de confirmar, por la presente, el convenio verbal celebrado con usted el sábado pasado (21 de junio de 1947) en el Hotel Granada, referente a la forma como el

Instituto de Crédito Territorial, entidad nacional colombiana encargada del mejoramiento de vivienda urbana y rural, pue-de aprovechar los grandes conocimientos y la valiosa expe-riencia, tanto de usted, como de la organización «ATBAT» que usted tiene establecida en París (sic).8

Dentro de las nuevas actividades propuestas para desarro-llar, el ICT9 se propone desarrollar la vivienda urbana y en altura. Es así que la carta continúa manifestando el deseo de trabajar con el ATBAT en el desarrollo del barrio Los Alcáza-res, al noroccidente de la ciudad:

1º El Instituto de Crédito Territorial (INSCREDIAL) desea que el profesor Le Corbusier estudie las variaciones que juzgue oportunas en la Urbanización de «LOS ALCÁZARES» que este Instituto construirá en la ciudad de Bogotá. Este estudio se refiere no a toda la Urbanización, pues hay una parte que ne-cesariamente deberá construirse, sin demora, en la forma ya proyectada y aprobada por el Municipio de Bogotá; en la otra parte de la Urbanización, que fue claramente demarcada en el plano estudiado por el Profesor Le Corbusier y que le será remitido a París en unión de un plano acotado de la misma Urbanización sino también de viviendas, tanto individuales como colectivas y además de centros sociales que deberán prestar servicios a todo el barrio de «LOS ALCÁZARES»; estos centros sociales son: una escuela mixta para niños y niñas, un teatro, un club, un sitio de deportes y un edificio comercial, donde pueda organizarse la venta de víveres, una farmacia y almacenes generales para el servicio del barrio [sic].10

Es necesario subrayar que las exigencias por parte de los organismos municipales apuntan en la misma dirección a los planteamientos formulados por Le Corbusier,11 para quien la vivienda (logis) está conformada por dos elementos: el con-tenedor (le contenant) y las prolongaciones de la vivienda (les prolongements).12 La carta continúa enfatizando dos de los aspectos que, de la misma forma, serán una constante en la investigación: la vivienda tipo y la prefabricación:

2ª El Profesor Le Corbusier podrá libremente presentar los ti-pos de vivienda y demás para este sector de «LOS ALCÁZA-

RES», pero el Instituto le remitirá a París copias de los tipos de vivienda individuales que va a construir en el sector ya expresado, a fin de que se informe de cuáles son las distri-buciones y costumbres colombianas en casas individuales.3ª El Instituto está vivamente interesado en establecer plan-tas de prefabricación, para elementos estandarizados que permiten su utilización en los varios tipos de viviendas y para ello estaría listo a celebrar un contrato con la organización ATBAT de París para que un experto en estos asuntos venga a Colombia a fin de estudiar la posibilidad de montar una fábrica, la que podría establecerse formando una compañía en la que entrarían como socios: ATBAT de París, el Instituto de Crédito Territorial y las fábricas de cemento y de Eternit que tienen su sede en Bogotá [sic].13

Sí se ha señalado la importancia atribuida al binomio vivien-da y prolongaciones de la vivienda, al que se ha señalado el estudio sobre los tipos de vivienda y la prefabricación. No sobra señalar que durante la visita de Le Corbusier a Bogotá, se está desarrollando el proyecto para la Unidad de Habitación de Marsella,14 pero así mismo no hay que olvidar el proyecto para la Ferme Radieuse (1933), en el que ya se han señalado los principios similares a los que perseguirá el proyecto para Los Alcázares.15

Tres semanas más tarde, el 15 de julio de 1947, Fernan-do Mazuera Villegas –alcalde y comerciante de la ciudad– escribe a Le Corbusier, solicitando el costo del ATBAT para el desarrollo de cuatro acciones: desarrollar el Plan Director para la ciudad, establecer la oficina para el desarrollo del plan, contar con dos urbanistas y establecer el puente entre Bogotá y París.16

La respuesta del 12 de agosto que Le Corbusier envía tanto a Fernando Mazuera como a J. V. Garcés Navas confir-ma el interés en establecer la filial en Bogotá, enfatizando el carácter formativo que en ella se ha de desarrollar.17 La importancia técnica que atribuye Le Corbusier a la conformación de la filial se reconoce al señalar expresamen-te a Bodiansky, quien entonces se desempeña como director técnico del ATBAT y encargado de las obras de la Unité de Marsella. En efecto, días más tarde escribe:

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Una misión integrada por el Sr. Bodiansky, Director Técnico de ATBAT, acompañado de un arquitecto urbanista cualifi-cado, irá a Bogotá. Esta misión podrá partir de Francia el 15 de octubre. Yo mismo, después de una escala en Nueva York, iría a Bogotá en el mes de noviembre o a principio de diciembre.Sr. Bodiansky tendrá plenos poderes para celebrar el acuer-do con usted acerca de la labor que desea encargar a mi grupo así como a la organización del ATBAT colombiano y todas las inquietudes necesarias [sic].18

***La conversación se hace cada vez más tensa. Le Corbusier no deja de ir enviando los «reportes» a las autoridades de turno sobre sus proyectos, especialmente, la vivienda en al-tura.19 El interés por la implementación y actuación del ATBAT en tierras distantes es un hecho. La situación se tornará más compleja a partir de los acon-tecimientos desarrollados tras el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948. El centro de la ciudad será el escenario de disturbios que desembocarán en el denomi-nado «Bogotazo», situación que no dejará indiferente a Le Corbusier, quien ya ha manifestado su posición frente a las afectaciones de las ciudades tras las devastaciones de las guerra.20 Es así, que pese a que los edificios destruidos no fueron muchos, la dimensión que cobró ante los medios fue la de una ciudad devastada.21 Lejos de atender a tales ase-veraciones, Le Corbusier mira más allá, comprende la posi-bilidad de cristalizar sus teorías urbanas en un proyecto real. No será así para algunos, especialmente desde la revista Proa, que ven en el los sucesos del 9 de abril la oportunidad para el desarrollo del plan por parte de los «arquitectos mo-dernos».22

Dos hechos, pese a su relativo impacto inmediato, seña-lan el cambio que ya se plantea en la ciudad, por parte de las autoridades municipales:

Entre las medidas dictadas sobresalen dos decretos pione-ros: el 21 de abril, el número 1286 se convierte en la primera ley de propiedad horizontal y el 28 del mismo mes, el nú-mero 1370, declarando de utilidad pública en su totalidad

la manzana que separa el Capitolio Nacional del Palacio de Nariño.23

Es así, por lo tanto, que las herramientas para la posible im-plementación del plan empiezan por ser legislativas. La pri-mera, cuyo campo de acción está enfocado hacia la vivien-da en altura, y la segunda, para efectuar las expropiaciones necesarias.

b. Trazos en lo planoLos primeros esquemas para el desarrollo del Centro Cívico se observan en el plano FLC 31560, de enero de 1950. Los trazos apuntan al estudio del sector que se extiende desde la plaza de Bolívar hacia la calle 26. Las vías que organizan el Centro Cívico ya están definidas: paralelas a la montaña: las carreras 4.ª, 10.a y 14 y en sentido perpendicular, la calle 6.ª, la avenida Jiménez y la calle 26. Unos trazos ya insinúan la disposición de las unidades en el costado oriental de la carrera 10.ª, en la parte central.

El esquema del 10 de enero de 1950 y dibujado a la mis-ma escala que el anterior, no hace referencia a los bloques de vivienda. Presenta mayor precisión en los bloques de ofi-cinas, destinados a los ministerios, que empiezan a configu-rar el Centro Cívico. La carrera 10.ª empieza a manifestar su carácter doble, como vía principal de flujo rápido, y como vía de acceso al sector, de flujo moderado. Así mismo, ya se precisan los puntos de cruce, conflictivos con las vías per-pendiculares. Tres semanas más tarde, sobre el plano de estudio del Centro Cívico, desarrollado en París el 2 de febrero, plano FLC 31564, los rastros de un papel superpuesto permiten corroborar el estudio de la zona central. Pero especialmente en el caso de la vivienda, es necesario subrayar los trazos, que insinúan cuatro unidades, sobre la carrera 10.ª, entre la avenida Jiménez y la calle 26, en el mismo costado que el plano anterior, vía que continúa adquiriendo más desarrollo, especialmente en los cruces con la calle 6.ª, avenida Jimé-nez, y calles 22 y 26.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: esquema del Centro Cívico. © FLC 31560.

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En un bosquejo registrado el 28 de febrero en su cua-derno de apuntes, los trazos lila señalados en el plano ante-rior son visualizados como el posible desarrollo del costado oriental de de la carrera 10.ª desde la plaza de toros hacia el sur. Son unos dibujos muy explícitos. Trazados con un lápiz rojo, las unidades permiten contemplar la presencia de las montañas, que «sirven de fondo a la composición».24

El 20 de marzo, FLC 33688, manteniendo la misma esca-la, se observan siete unidades localizadas entre las carreras 10.a y la 14, que contrastan con los trazos que se insinúan en el costado occidental de la carrera 4.ª. Los colores acen-túan la jerarquía vial que está definiendo. El color marrón ya establece vías de mayor velocidad y las de color ocre, de menor intensidad, pero es desde las cuales se conectan las diversas unidades. Cada unidad ya cuenta con una zona de parqueaderos y las distancias entre cada una de ellas em-pieza a adquirir más regularidad. Como si se tratara de determinar el mejor sector para ubicar los bloques de vivienda, en un par de planos del 22 de marzo se observan las posibles ubicaciones de estos sectores:

Le Corbusier, dibujo del sector de San Diego, frente a la plaza de toros, hecho en su cuarto viaje a la ciudad (28.2.50) Carnet 2 – D15, 181-182. © FLC.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: estudio del Centro Cívico (2.2.50). © FLC 31564. Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: dibujo del sector en torno a la plaza de Bolívar (10.01.1950, 1:2.000). © FLC 31561.

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En el primero de ellos, FLC 31565, se observa un hecho significativo: una franja verde que desciende desde las mon-tañas,25 hasta la carrera 4.a, desde la cual una franja se pro-longa hasta la carrera 7.ª y establece un límite con la zona de vivienda en el costado nororiental del Centro Cívico, en la cual se han efectuado 13 trazos en dos franjas; es necesario resaltar los tres ubicados entre la calle 10 y la avenida Jimé-nez, ya que han sido trazados sobre otros que presentaban una orientación, de acuerdo con el sentido de las calles y carreras de la ciudad. El segundo esquema, FLC 31568, presenta en este caso 16 unidades dispuestas en el costado sur (costado norte de la calle 6) y en el costado occidental de la carrera 10.ª. Algu-nos trazos se observan en la parte nororiental del Centro Cívi-co, entre la avenida Jiménez y la calle 26. Pese a la aparente improvisación de los trazos, es importante destacar la inten-ción en la orientación y distancias previstas entre los bloques.

c. Trazos en pendienteParalelo al trabajo adelantado en el Centro Cívico, hay un hecho significativo que es necesario subrayar: corresponde a la solicitud de Carlos Arbeláez Camacho a Le Corbusier, el 12 de abril del mismo año, con el fin conocer la posible ubicación de un terreno para la construcción de un inmueble por parte del ICT.26

«Un Instituto de Habitación, de reciente fundación, quiere construir para sus afiliados un bloque de vivienda colectiva en altura en un lote cerca de las montañas y de acuerdo con el esquema que le envié, quiero saber si dicha construcción interrumpe con sus planes o no. En el segundo caso, estos señores podrían hacer tranquilamente sus negociaciones. Gracias por tu opinión en este caso. Espero que haya recibi-do mi carta anterior con noticias de Bogotá» [sic].27

Tal acto reafirma la búsqueda de nuevos tipos de vivienda en la ciudad, además de estar asociada con otros planteamien-tos en las ordenanzas edificatorias, en gran parte gracias a la labor del arquitecto jefe de la sección técnica, Jorge Gaitán Cortés.28

Una semana después, el 19 de abril, Le Corbusier res-ponde a Carlos Arbeláez informándole que remitirá a Sert-Wiener la doble inquietud: por una parte, para establecer la ubicación de los mercados en los diversos sectores y por otra, para conocer su posición con relación al inmueble en altura de la carrera 1.ª entre calles 13 y 14.29 La brevedad de la carta a Arbeláez contrasta con la en-viada a Wiener y Sert, en la que, tras una serie de observa-ciones, hace referencia al inmueble en la zona indicada:

En cuanto a mí, estoy muy contento de ver nacer, surgir estas iniciativas, pero hay que guiarlos. Esto es crucial. También,

ustedes verán en el expediente de Arbeláez, un pequeño plano en donde se encuentra situada la cuadra considera-da y donde se encuentra implantado el tipo de edificio que necesitamos imponer (es decir, una vivienda perfectamente orientada y de buen tamaño). Esta unidad excede la cuadra, que incluye estacionamiento y garaje. En otro plano anexo se encuentra indicado, a modo de principio, una serie de unidades que constituyen un sector. Estas unidades en las laderas (la pendiente de las colinas) es muy interesante solo conectarlos en lo alto a los automóviles y en lo bajo, a los peatones. Pero es necesario para estos sectores residen-ciales (edificios de apartamentos cualificados) imponer un estatuto imperativo.En este sentido, creo que incluso nosotros debemos ser lla-mados por los promotores de estas construcciones a título de expertos. Personalmente puedo hacer un acuerdo que les permitan establecer los planos con toda seguridad, conforme a nuestras exigencias urbanísticas por una parte y por otra, la ventaja de la enorme experiencia que adquirí en estas cosas. Les solicito ver, incluso con Arbeláez, cómo podría ser consti-tuido un contrato tipo entre nosotros y aquellos que debemos guiar de la forma indicada anteriormente. Este hecho se re-petirá mucho y nuestra intervención (realmente muy escasa, pero muy precisa) tendrá un valor inestimable. Wiener podría realmente examinar esta cuestión y discutirla con Bogotá.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: estudio del Centro Cívico (22 de marzo de 1950). © FLC 31568.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: estudio del Centro Cívico (21 de marzo de 1950). © FLC 31565.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: estudio del Centro Cívico (20 de agosto de 1950). © FLC 33688.

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Encontrarán adjunto a esta carta un archivo que les concier-ne (un plano y duplicado de la carta a Arbeláez, y también la carta a Arbeláez, más una copia de esta carta, además de una serie de planes similares a la anterior). Les pido que, si mis propuestas encuentran acuerdo, envíen de inmediato a Arbeláez todo un dosier, sin un minuto de retardo.30

Dos días más tarde, el 21 de abril, Le Corbusier responde a Wiener y Sert, haciendo referencia a un plano en el que se relaciona la ubicación del inmueble:

Respuesta a la pregunta: la construcción de un inmueble co-lectivo en la carrera 1 entre calles 13 y 14, de acuerdo con su plano bosquejo que llamamos 12 de abril, 1/10.000, en nuestros dibujos.

La respuesta de Le Corbusier es acompañada de dos es-quemas. El el primero, H3-5-4, se observan ocho unidades dispuestas entre las sinuosas vías localizadas en la montaña, que contrastan con la cartesiana estructura vial, que toma como punto de referencia la plaza de Bolívar. Pese a lo es-quemático, ya se pueden precisar los elementos relativos a la separación entre sistema vehicular y peatonal, disposición en la ladera y accesos al inmueble.

El plan de BOG 121-2 n.º 4198 muestra en rojo la ubicación que aceptamos, que cubre un área más profunda dirigida hacia el sureste, pero aceptamos que podemos hacer un edificio de esta naturaleza, de acuerdo con los gálibos, in-dicado por nuestro plan BOG 121-2 n.º 4150. Exigimos que las «unidades de habitación de tamaño adecuado», basadas en la orientación y el terreno, y el volumen perspectivo en el paisaje, son también la mejor manera de ver su rendimiento y eficacia. Por lo tanto, su sociedad de construcción deberá tener en cuenta estos requisitos. Para su información y solo para usted, y no para otros, le ofrecemos el plano BOG 121-2 n.º 4198, que indica la posibilidad de las otras unidades simi-lares limitadas; sin embargo, en k, l, m, n, o, q, hay un asunto de arquitectura general y de eficiencia del plan.31

La unidad es presentada con un esquemático alzado y plan-ta; no por ello deja de ser revelador. Es un bloque de 137

Le Corbusier, esquema para la ubicación de ocho unidades en la montaña, BOG 121-2, n.º 4198, 20 de abril de 1950. © FLC H3-5-4.

Carta de solicitud de ubicación de un inmueble en la montaña (carrera 1.a y calles 13-14). © FLC H3-5-7.

metros de largo, 24 de ancho y 60 de altura dispuesto sobre un terreno inclinado. El alzado presenta dos franjas: una vertical, ligeramente desplazada desde el centro, en la que se ubica el acceso y la circulación vertical; y una horizontal, que permite el acce-so directamente desde la calle superior, en la que se ubica la «calle interior» (en este caso se señala 2690 metros de altura sobre el nivel del mar). El inmueble en ladera no es más que la adaptación a los planteamientos previos, que se remontan a las propuestas de 1933 en Argel –Inmueble Ponsik y Lafon- y que más adelante serán consignadas en textos como Propos d’Urbanisme.

A modo de ejemplo, esta la solución clara opuesta a la con-fusión de uso:

Ciudad en pendiente o acantilado: En A, viviendas de cuatro plantas: las puertas deben estar sobre la calle, las fachadas

Le Corbusier, esquema para las unidades en ladera, BOG 121-2, n.º 4150, 20 de abril de 1950. © FLC H3-5-5,

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Le Corbusier, comparación entre la vivienda en ladera a lo largo de una vía continua y una zigzagueante. En: Propos d’Urbanisme, Bourrelier et Cie., París, 1946, p. 89. © FLC.

Le Corbusier, esquema sobre la vivienda de montaña en Bogotá, en la que escribe: «en plan // no esto sino». Carnet 2 – D15, 1950, n.o 76. © FLC.

sobre la calle, la calle en zigzag, las casas zigzagueando, son un verdadero caos y la orientación de la casa es arbi-traria. Fue necesario como mínimo, para poder desembocar, una calle abajo, una calle en cumbre, además de la calle en zigzag.En B, una sola calle en todos, la pendiente media; ascen-sores media altura. Economía en toda la línea. En lugar de confusión, la escala arquitectónica. El esplendor posible.Un punto crucial de la planificación...Resumamos: la ciudad, en lugar de convertirse en un pedre-gal implacable se convierte en un parque, etc.32

En su carnet de apuntes señala así mismo una reflexión si-milar, tras observar las viviendas que empiezan a ubicarse sobre la ladera de la montaña. En el segundo esquema, H3-5-2, el número de unidades aumenta a 11. Están dispuestas en forma perpendicular al sentido de la montaña y conforman tres franjas intercaladas entre sí. En una nota, escrita a un costado, se determina el estudio parcial de densidades, el cual arroja el dato de 320 habitantes/Ha, producto de un sencillo cálculo: de las 11 uni-dades, 9 son incluidas en un recuadro de 700 x 600 m, cada una contendrá –en promedio– 1500 habitantes, lo que da como resultado 13.500 habitantes en las 42 Ha. La rigurosa

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disposición contrasta con la forma ya establecida, que adop-tan las vías que se adaptan a la topografía. La arquitectura no hace concesiones, por el contrario, es claro que se en-frenta a una naturaleza antagónica.

Nuestro plano BOG 102-5, n.° 4199 presenta la ocupación máxima del terreno con once unidades, que permite calcular una densidad de 320 habitantes por hectárea, es una buena densidad para estas cosas. Estos edificios automáticamen-te garantizar la circulación de los peatones, aparcamiento, garaje, etc.33

Y para culminar la carta, hace un llamado para que exista un control sobre la forma que podrían adoptar esos inmuebles.Último asunto: consideramos esencial para continuar, que los planificadores (Le Corbusier, Wiener y Sert) sean adjun-tados como asesores en la ejecución de dichos edificios, ya que sería peligroso dejar la iniciativa totalmente libre a Bogo-tá. Esto es por el bien de la causa.34

La respuesta, del 26 de abril, de Sert y Wiener a Carlos Ar-beláez Camacho enfatizará el control que han de tener sobre el inmueble:

En referencia a su consulta en el bloque de viviendas pro-puestas en la carrera 1.ª entre calles 13 y 14, estamos de acuerdo con Le Corbusier que cualquier edificio de tal tipo requiere un estudio especial que afecta el plan de Bogotá, debe ser presentado a la OPRB y debe ser remitido a noso-tros antes de tiempo. En este caso particular, la carta de Le Corbusier, croquis y diagramas deben ser conservados por usted de manera confidencial. Para la determinación de se-guir sería necesario saber qué tipo y tamaño de bloque están contemplando, que cantidad de tierra que poseen y cuánta van a comprar, etc, y el programa, lo más definido posible, de sus intenciones. Todas estos datos deben ser remitidos a su oficina y remitido a nosotros.35 [sic]

Y de repente, un gran silencio frente al inmueble en la lade-ra…36

d. Palabras de advertencia… «táctica»

Con relación a la vivienda, en el plano FLC 31567 del 30 de mayo de 1950 hay un dato que es necesario destacar. En la

parte inferior, a lo largo de la carrera 10.ª, los bloques que se han ido planteando, se separan y dejan una zona más am-plia –entre la avenida Jiménez y la calle 22– en la que se lee redents. Ahora tres bloques se ubican hacia la calle 26 y 5, entre la calle 6.ª y la avenida Jiménez. En la parte superior y a la altura de la carrera 4.ª, seis bloques mantienen las mismas condiciones que los planes precedentes. Un nuevo tipo de vivienda se plantea junto al inmueble en espina. Un dato registrado en la carta del 21 de junio, enviada por Sert y Wiener a Le Corbusier, no deja de ser un indicio de las diferencias entre los intereses entre los dos «grupos» que vienen desarrollando el Plan Piloto. En efecto, la sugerencia, o mejor aún, la advertencia que para obtener la aprobación es conveniente presentar los planos en dos dimensiones:

Con el fin de obtener la aprobación del Plan Piloto sin di-laciones indebidas, parecería, como táctica importante, no presentarlo en tres dimensiones, en este momento. Este as-pecto debe ser planteado inmediatamente después cuando se haya obtenido la aprobación oficial de las directivas del Plan Piloto. De esta manera será más fácil llevar a cabo tanto en el plano de zonificación, calles y la red de vías, y sus ideas tridimensionales cuando sea la realización final.

Le Corbusier, estudio parcial de densidades de las unidades de montaña BOG 102-5, n.º 4199, 20 de abril de 1950. © FLC H3-5-2.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: estudio del Centro Cívico. © FLC 31567.

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Repetimos, le agradeceríamos si nos enviara sus planes en su estado actual sin ningún tipo de rendering, para mante-nernos completamente informados y que nos permita hacer las consultas que tenemos que cumplir el contrato.37 [sic]

Una semana después, y pese a que afirman la condición tri-dimensional para pensar la ciudad, Sert y Wiener reinciden en su solicitud de no hacer evidente –ante las autoridades municipales– el alto grado de afectación previsto en el centro de la ciudad. Mientras para Sert y Wiener la ciudad es un objeto de afectación inmediata determinado por las variables de turno, para Le Corbusier, la ciudad excede y se sobrepo-ne a los intereses administrativos, la ciudad exige y reclama su autonomía.

Su plano BOG 4208 acaba de llegar. Los planos BOG 4201-2 han sido recibidos previamente. Nos gustaría hacer algunas observaciones para su consideración, además de lo que ya hemos dicho en nuestra última carta, del 21 de junio, en el que abogamos, por razones tácticas, la omisión de cualquier indicación tridimensional en el Plan Piloto para la presenta-ción dibujos que usted presentará en Bogotá. Todos estamos de acuerdo, por supuesto, que la planificación de la ciudad se ha de hacer en tres dimensiones, y que la planificación de carreteras y la zonificación (plan de uso de la tierra) deben tomar esto en cuenta. Pero si las tres dimensiones no se re-presentan en este momento, será mucho más fácil conseguir la aprobación, sin perjuicio de lo dispuesto en el futuro.38

En las observaciones tercera y cuarta subrayan la idea de no presentar bloques tipo Marsella o lo que es más preciso: rechazar el plan tipo Ville Radieuse. Tal vez aquí se encuen-tre un tema para discutir, ya que si evidentemente las unida-des propuestas se asemejan al bloque –en construcción– de Marsella, no dejan de ser más que la exploración desarro-llada desde 1907 como Le Corbusier mismo lo ha señalado reiteradamente, y que se han planteado como Unidades de Habitación de Tamaño Conforme (UHTC).

Observación # 3. En cuanto a H-2, este diseño, por su-puesto, lo ideal, pero creemos que sería muy difícil para las autoridades de Bogotá para realizar en este momento las

ventajas de veinticuatro edificios del tipo de Marsella. Los medios financieros y otros factores necesarios para esto no se encuentran disponibles en este momento de crisis en Co-lombia.Al margen de este razonamiento, sin duda provocaría una tormenta de oposición innecesariamente y en el momento equivocado. Como el plan maestro se desarrolla, los edifi-cios de este tipo debe ser defendidos en etapas progresi-vas. Ya que no sirven para ningún propósito útil en este mo-mento para insistir en una representación tridimensional de una empresa tan grande, se recomienda que el piloto del Plan Estatal de escritura que sólo en las zonas destinadas para los edificios altos y bajos. Observación # 4. En [Con] relación a H-3, el mismo argu-mento es válido para las residencias del tipo Ville Radieuse. En el Plan Piloto se sugiere que el estudio del Centro Cívi-co se limitará a la zona justo detrás del Capitolio, una vez más la omisión de cualquiera de las tres dimensiones de expresión, por el momento, pero debe hacerse con el Plan Maestro, cuando tengamos la información completa de los edificios existentes, que ahora falta.39

Una vez más, Le Corbusier manifiesta su inconformidad ante un silencio preocupante…

Proyecto

De 1907 a 1950, mi investigación fue incansable: la vivienda considerada como el templo de la familia, digna del esfuer-zo, de la atención y el amor de los constructores; ¡la vivien-da, preocupación sagrada, debe ser así! La vivienda ,el ho-gar, actualmente, cayó a lo más bajo de la especulación bajo la indiferencia de los profesionales.

Le Corbusier, L’Unité d’Habitation de Marseille, 1950.40

a. FLC 605 - 30 de junio de 1950Finalmente, la vivienda en el Centro Cívico del Plan Piloto será ubicada perimetralmente en cuatro grandes sectores, FLC 604,, en los cuales es posible identificar las siglas Hepp y Hred.41

La propuesta para la vivienda no se remite sólo a la zoni-ficación, como era habitual en el urbanismo más pragmático. Por el contrario, en la propuesta para el Centro Cívico, FLC 605 del 30 de junio de 1950, especifica el tipo de arquitectu-ra que se ha de desarrollar en cada uno de los sectores, in-cluyendo las zonas intersticiales, que albergan los servicios comunes y prolongaciones de la vivienda. En efecto, la vivienda presenta dos de los tipos que se-ñala Le Corbusier como los adecuados, de acuerdo con la naturaleza del sitio, la orientación y el clima; estos son el blo-que en espina y el bloque en redent.42 De acuerdo con el plano, hay 22 unidades43 y cuatro blo-ques en rediente, distribuidos en cuatro sectores. El sector noroccidental, Hepp, ha quedado definido entre la avenida Jiménez y la calle 26, bajo la carrera 4.ª.44 Son cinco unidades que se ubican sobre el extenso sector y cla-ramente separan al peatón de los vehículos. Dada la proxi-midad a la carrera 7.ª, la principal vía de la ciudad, tres vías vehiculares conectan con la carrera 4.ª. La zona comprende zonas deportivas y equipamientos. El sector, al costado sur de la avenida Jiménez, que en los planes anteriores se ob-servaban las dos posiciones: bloques de vivienda orientados oriente-occidente o los bloques que mantienen el sentido de las calles y carreras. El segundo sector se ubica en la zona noroccidental, en-tre las carreras 10.ª y 14, y entre avenida Jiménez y la calle 26; es señalado como Red, es decir, que contempla el desa-rrollo de los bloques en redent, aunque no sea únicamente este tipo, ya que en el mismo sector se propondrán bloques en espina. Son nueve unidades, divididas en dos grupos: el primero, localizado en el costado oriental de la carrera 10.ª, contiene cuatro unidades con una ligera rotación con rela-ción a las demás, y el segundo comprende cinco unidades y una zona que contiene dos bloques en redents. Este se-gundo grupo se ubica entre las carreras 10.ª y 14, entre la avenida Jiménez y la calle 26. Así mismo se observan dos grandes bloques en rediente. El tercero, en la esquina suroccidental, entre la calle 6 y la avenida Jiménez, señalado Hepp, comprende 8 unidades en espina, dispuestas sobre un tejido continuo verde, en el que

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Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: Centro Cívico BOG 4212, 30 de junio de 1950. © FLC 604.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: Centro Cívico BOG 4220, 30 junio 1950, se resaltan los edificios de vivienda: en rojo las unités, en azul, los edificios en redents © FLC 605,

Le Corbusier, Unidad, tipos de volúmenes edificados. © FLC 605, detalle.

se observan equipamientos y senderos peatonales. Las vías de acceso vehicular son paralelas a las vías principales. El cuarto sector se ubica en la zona suroriental, entre las carreras 4.ª y 10.ª, entre las calles 5 y 8; contempla vivienda en redientes, de acuerdo con la denominación Hred, pero es necesario que, al igual que en el segundo sector, sea posible la vivienda en espina; está conformado por dos bloques en redent y dos unidades que mantienen el sentido del trazado cartesiano colonial, es decir, se ubican en paralelo, tanto a la calle 6 como a la carrera 7.ª.

***La pregunta que emerge inmediatamente es ¿qué es la uni-dad?, en virtud de que hasta el momento han sido unos tra-zos los que han ido portando su contenido durante el proce-so de desarrollo del Centro Cívico:

La unidad de habitación es la porción del espacio edificado en la que se desenvuelve la vida diaria: no comprende los lugares de trabajo, los centros culturales y administrativos, ni los lugares de esparcimiento.Está constituida por un conjunto de construcciones y terre-nos plantados y libres que comprenden las viviendas y sus prolongaciones, así como las circulaciones necesarias en el interior de la «unidad».Las distancias horizontales son suficientemente reducidas para que sea necesario prever algún medio de transporte mecánico en el interior de su territorio.La unidad de Habitación es el órgano constitutivo elemental de la ciudad.Su noción debe reemplazar en el espíritu del constructor a la de la mera morada individual que solo sirve para resolver algunos de los problemas de la vivienda.

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«La unidad de Habitación» se opone estéticamente, por otra parte, al principio de construcción fragmentada de las ciu-dades actuales, basado en la existencia de la pared «media-nera» y sus horrendas consecuencias.45

Por lo tanto, los trazos que en apariencia eran efectuados con cierta despreocupación, no son más que la más profun-da reflexión sobre la vivienda desarrollada por Le Corbusier. La investigación paciente no es más que la búsqueda de un instrumental. La unidad es entendida como un instrumento, como una herramienta:

Los instrumentos asumirán la forma de «unidades» arquitec-tónicas animadas, en cada caso de un rigor biológico, que es el único capaz de responder a las tareas. Una medida de tiempo limitará la distribución de espacios: la medida solar de las veinticuatro horas cotidianas que marca el ritmo de nuestra empresa y nuestros actos.46

Señalar unidad no significa hablar de algo unitario, implica reconocer la sumatoria de partes que la conforman, enfatizar el hecho de que por sí misma la vivienda no conforma la ciudad, que necesita de otros hechos urbanos que la com-plementen, que la prolonguen:

La herramienta es aquello que prolonga eficazmente los miembros humanos. Esta acepción puede extenderse a ciertos productos del ingenio humano, también destinados a secundar la persona: la vivienda es instrumental, el camino, el taller, y así sucesivamente.47

Es así que Le Corbusier señalará que las unidades de habi-tación están conformadas por la vivienda misma y las pro-longaciones:

unidades de habitación (vivienda y prolongaciones de la vi-vienda). Aquí se habla de instrumental, de instrumentos de la vivienda puestos en manos de seres vivientes, según cons-tantes psicofisiológicas debidamente reconocidas, inventaria-das por personas competentes (biólogos, médicos, físicos y químicos; sociólogos y poetas). Dichos útiles tienen por obje-to facilitar las condiciones de la existencia, asegurar la salud moral y física de los habitantes, favorecer la perpetuación de

la especie brindando los equipos necesarios para una crianza perfecta, proporcionar la alegría de vivir y hacer aparecer y desarrollar sentimientos sociales capaces de conducir al ci-vismo: el civismo generador de acción que lleva a la comuna misma al grado más alto de conciencia y dignidad.48

Los dos elementos serán así mismo definidos:Vivienda: El núcleo es, aquí, un recipiente que responda a ciertas condiciones y establezca relaciones útiles entre el medio cósmico y los fenómenos biológicos humanos. Un hombre (o una familia) vivirá allí, durmiendo, caminando, es-cuchando, viendo y pensando. Inmóvil o circulante, una su-perficie justa le es necesaria así como una altura de locales apropiada para sus acciones. Muebles o utensilios son allí como la prolongación de sus miembros o funciones. Necesi-dades biológicas impuestas por hábitos milenarios y que han servido, poco a poco, para construir su propia naturaleza, re-quieren la presencia de elementos y condiciones precisas, so pena de extenuación: sol, espacio, verdor. Para sus pulmo-nes, aire de calidad adecuada. Para sus oídos, una cantidad suficiente de silencio. Para sus ojos, una luz favorable, etc.49

Le Corbusier ha construido con la vivienda, un interior en donde se perpetúan las tradiciones, se brindan las condi-ciones biológicas básicas y se asegura el espacio necesario para el reposo y la vida familiar, necesario para el desarrollo de las actividades humanas. Cultura, vida y sociedad, reuni-dos bajo un mismo espacio. Pero allí no reside la totalidad de la propuesta. La vivien-da, para que conforme la unidad, requiere de las prolonga-ciones de la vivienda:

Las prolongaciones de la vivienda son de dos tipos: estric-tamente materiales, en primer término: el abastecimiento do-méstico, el servicio sanitario, el mantenimiento y perfeccio-namiento físico del cuerpo. En segundo término, de alcance más especialmente espiritual: la guardería, el jardín de infan-tes, la escuela primaria, el taller de la juventud.50

Cuerpo y espíritu, opuestos necesarios en la obra de Le Cor-busier, una vez más vuelven a estar presentes.

b. La unidadCada unidad es un bloque de 135 m de largo, 24 m de ancho y 50 m de altura. Presenta tres franjas definidas claramente: planta baja en la que se ubican los pilotis que sostienen el suelo artificial, un cuerpo central y la cubierta habitable. Está a mitad de camino entre la zona de parqueaderos, que a la vez, está comunicada directamente con las vías ve-hiculares y con la zona verde, en donde se disponen los ser-vicios comunes y prolongaciones de la vivienda. Es parte de un sistema conformado vehículos-parquea-deros-unidad-zona peatonal. Es así que la unidad actúa a modo de «filtro» entre los dos sistemas de circulación, cada uno claramente diferenciado. El acceso, por lo tanto, está localizado de espaldas al sistema vehicular y de frente a la zona peatonal. Señalar la unidad a modo de filtro no es otra forma más que hacer una señal a las constantes referencias biológicas en la obra de Le Corbusier.51 Un filtro que permite el funcio-namiento de dos sistemas que han de estar claramente se-parados: el del vehículo y el del peatón. Dispuestos sobre la zona verde, se encuentran los equipamientos complementa-rios: escuelas maternales, de primaria, salas de reunión para jóvenes y adultos. Es evidente que la forma adoptada por las unidades co-rresponde a las Unidad de Habitación de Marsella. Pero más que dicha unidad, es más pertinente hablar de las Unités d’Habitation de Grandeur Conforme o Unidades de Habita-ción de Tamaño Conforme (UHTC). En el Vol. 4 de la Œuvre Complète, Le Corbusier –haciendo uso de la tercera perso-na– las define como un prototipo, una propuesta formal para las condiciones de vida de la época maquinista.

Se ofrecía toda libertad a Le Corbusier expresar por primera vez, y de una manera total, sus concepciones sobre el hábitat moderno destinado a la clase media, con la posibilidad para él de abordar con este motivo, los graves problemas del es-tado actual, es decir: Determinación del hogar (distintos tipos de apartamentos que corresponden a las distintas formas de hogar: solteros, parejas, familias con 2, 4, 6 niños y más);Prefabricación de los elementos del hogar; Estructura independiente;

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Cuestiones de luz y de sol;«Prolongaciones del hogar»; «Instalación de los servicios comunes».52

El conjunto de imágenes que acompañan la presentación del prototipo corresponde al segundo estudio53 desarrollado por Le Corbusier para el proyecto de Marsella, localizado sobre el Boulevard Michelet, pero en el costado opuesto al terreno definitivo:

El segundo estudio se hizo para el bulevar Michelet, en pro-longación del Prado, terreno plano admirablemente situado en un barrio más bien fácil. La unidad bajo su forma más pura se orienta este-oeste que recibe el mistral sobre su lado de albañilería ciego situado al norte. 54

El terreno, contrario al primer emplazamiento, es plano, ideal, así mismo, de tres bloques de tamaños diversos, dispues-tos perpendicularmente entre sí, ahora se observa un solo bloque rodeado de un conjunto de volúmenes de menor ta-maño. En efecto, los equipamientos aún no están incorpora-dos a la unidad, FLC 26298. Están organizados y articulados entre sí, por medio de un cartesiano sistema de senderos. El principal, ubicado sobre el costado occidental al final de un sendero arborizado y uno perpendicular que atraviesa la uni-dad, del cual se desprenden otros menores que comunican con los diversos volúmenes señalados. En su texto sobre la Unité, Jacques Sbriglio escribe:

Todos los elementos del programa, propios de la vida de una unidad, están ahora claramente definidos e ilustrados en el proyecto. Así están previstos: una escuela maternal, una guardería, un club de juventud modelo «murondin» y una piscina. 55

El otro aspecto que es necesario señalar es la separación entre vehículo y peatón. El primero ha de rodear la unidad, hasta llegar al parqueadero localizado en el costado oriental, de «espalda» al acceso principal. Por su parte, las unidades del Centro Cívico manifiestan el mismo sentido: la circulación peatonal y vehicular están separadas. Los accesos se ubican hacia el «centro» de las grandes manzanas, dan la espalda a las vías principales. Por

Le Corbusier, LA VILLE RADIEUSE. Éléments d´une doctrine d´urbanisme pour l´equipement de la civilisation machiniste, Vincent, Fréal, París, 1935, p. 41: Lóbulo pulmonar. © FLC.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: detalle de la fotografía de la maqueta del Centro Cívico. © Archivo Pizano.Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: detalle de una Unidad y sus vías de acceso. © FLC 605.

Le Corbusier, perspectiva del proyecto Marsella-Michelet – MMI 3787 (8 de marzo de 1946). © FLC 26295.

lo tanto, los senderos que recorren ese centro verde, a modo de gran parque, o park-way americano56, organizan los equi-pamientos al servicio de las unidades.

c. El cuerpo centralDe acuerdo con las fotografías de la maqueta del Centro Cívico desarrolladas por el laboratorio de Lucien Hervé en París, es posible determinar los rasgos principales de las unidades. Dos franjas verticales, una horizontal y una variada rejilla constituyen los elementos con que se «compone» la fachada de las unidades. La primera franja vertical corresponde a la circulación vertical, que a modo de prolongación de las vías públicas, ingresa en el inmueble. En la parte inferior se ubica el acce-so principal, descentrado un tercio de la longitud del bloque hacia el costado norte. La vertical se prolonga hasta que emerge en la cubierta y contiene la caja de ascensores y escaleras. La segunda franja, ubicada siempre hacia el sur, es el tes-tero de los apartamentos que se orientan en esa dirección.

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Le Corbusier, planta de localización del proyecto de Marsella-Michelet – MMI 3794 (10 de mayo de 1946). © FLC 26298.

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En el sentido horizontal, está dividida en tres franjas, de acuerdo con las 17 plantas: 6-2-9. En la primera y tercera se ubican los apartamentos dúplex ascendentes y descen-dentes, organizados a lo largo de un corredor central. En la franja intermedia, plantas 7 y 8, cota 22,5 m, se ubican los servicios comunes: cafés y locales comerciales.

d. La cubiertaEn la cubierta, ubicada a 50 m de altura, se reconocen tres o volúmenes. No es posible precisar un solo tipo de cubierta. Sobresale el volumen de las escaleras y otros que pueden ser los equipamientos dedicados al cuerpo, como el gimna-sio y las salas de cultura física.

e. El apartamentoLa afirmación: «Una célula a escala humana está en la base» haciendo referencia a la «ciudad moderna» que le significó la Cartuja de Ema en la Toscana,57 implica una doble lectura, por una parte, la afirmación implica la dimensión de la uni-dad mínima, básica; pero por otra parte, es allí en donde se encuentra la base misma de la estructura a la que pertenece: la ciudad. El reconocimiento y planteamiento de la ciudad empieza desde la unidad básica: el apartamento.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: fotografía de la maqueta del Centro Cívico. © Archivo Pizano.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: fotografía de un detalle de la maqueta del Centro Cívico. © FLC L1-4-21.

Le Corbusier, proyecto Plan Director para Bogotá: fotografía de la maqueta del Centro Cívico. © FLC L1-4-20.

¿Qué es un apartamento? Al observar la fachada del inmueble es posible reconocer que no hay un solo tipo de apartamento. Esto de por sí, ya amplía la dimensión de la afirmación precedente: la célula ha de estar a escala humana: a escala de la familia. Ante la crítica a la tipificación de la vivienda, en la que se afirma que no hay dos hombres iguales, por lo tanto cada vivienda ha de ser distinta, es posible preguntarse ¿es igual el hombre a lo largo de su vida? ¿Cuál es verdadero sentido de la vivienda hoy en día? ¿Nacemos y morimos en la misma cama como

Le Corbusier, “El hombre urbanizado” en Architecture du Bonheur: l’urbanisme est une clef, Forces Vives, París, 1955. © FLC.

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en épocas anteriores? No es posible determinar un tipo único y homogéneo de familia, por lo tanto no es posible precisar un solo tipo de apartamento. Dada la orientación, se comprende que la circulación es central. Los apartamentos, por lo tanto, pueden presentar fachada hacia ambos lados o hacia uno solo. Así mismo, la modulación permitirá el desarrollo de los diversos tipos, que se ensamblan tras la constante rejilla conformada por brise-soleil y jardines suspendidos a modo de loggias. Una vez más, señalar que un sencillo trazo contiene una profunda investigación que se remonta a 1907. Pero será entre 1928 y 1937, el periodo en que Le Corbusier y Pierre Jeanneret desarrollan una serie de proyectos denominados Immeubles Locatifs,58 los cuales constituyen un puente entre los Immeubles-Villa de 1922 y 1925 y las unités de posguerra y, así mismo, son un laboratorio de investigación sobre los problemas pertinentes a la vivienda colectiva en altura y su relación con la ciudad.

Unidad

«La casa de familia es una ilusión demagógica»,59 afirma Le Corbusier. La frase no esconde un mayor enigma. Por el con-trario, sentencia el sentido que se le ha usurpado a la vivien-da, a la arquitectura de la vivienda. La pregunta que emerge es ¿de qué forma un aparta-mento recupera el significado usurpado? La respuesta pue-de ser expresada de forma breve: para Le Corbusier, la ciu-dad empieza desde el apartamento. Contrario a la idea del urbanismo que zonifica, la idea de ciudad encuentra su origen en la idea de hogar misma, en la reunión en torno al fuego. «EFICIENCIA DEL GRUPO FA-MILIAR». Viejas palabras precisan el profundo y permanente significado: «EL FUEGO», «EL HOGAR»,60 señalará. El sentido primigenio de reunirse en torno al fuego para preparar los alimentos, para perpetuar tradiciones y costumbres ha ido desapareciendo. Otra lectura podría considerar la cocina como el espacio en el apartamento en el que se comprende la idea de fuego,

Le Corbusier, Trabajos colectivos. Esquema que relaciona los servicios colectivos y la Unidad, en Le Corbusier, LA VILLE RADIEUSE. Éléments d´une doctrine d´urbanisme pour l´equipement de la civilisation machiniste, Vincent, Fréal, París, 1935, p. 36. © FLC.

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desde el cual empieza el verdadero sentido de ciudad. Basta pensar que la cocina es el lugar de encuentro y agrupación y a la vez es el lugar en el que convergen con más exactitud los servicios de la ciudad: luz, agua, gas, electricidad, así como los medios para la evacuación. Es así que la eficiencia y pla-nificación urbana ha de empezar desde la cocina misma.

La sociedad moderna debe reconsiderar los métodos de su agrupación familiar y, para ello, mencionar las definiciones fundamentales: el fuego, el hogar, la cocina, la sala son una sola y misma cosa. Y allí se tiene el grupo familiar.61

***

Concluir haciendo énfasis en la cocina como el espacio privi-legiado para el desarrollo de la ciudad pone de manifiesto el hecho de considerar el Plan Piloto para Bogotá como el pun-to de encuentro entre dos posiciones, como ya se ha señala-do: partir del reconocimiento de los significados implícitos en los elementos de la arquitectura o partir de la ciudad a partir de «novedosas» explicaciones que hace uso de discursos, lógicas e intereses ajenos a la ciudad misma. En otras palabras, el Plan Piloto es el escenario entre la búsqueda del equilibrio entre la ciudad y su arquitectura contra aquella idea del urbanismo desarrollado bajo el lente del pragmatismo que obedece a leyes externas a la lógica misma de la ciudad, como lo son las exigencias particulares que subordinan las colectivas. Le Corbusier no ocultará su desencanto frente a los he-chos ocurridos en Bogotá, pese a que manifestaba abierta-mente la importancia del plan en el que podría por primera vez desarrollar sus teorías precedentes,62 articulando lo ur-banístico con el territorio, pero ante todo, partiendo desde lo arquitectónico. Su interés se concentrará en el desarrollo de Chandigarh y la iglesia en Ronchamp. Pero tal vez se la confrontación de los dos modelos de hayan conducido a que la ciudad perdió una oportunidad de ser concebida a partir de principios colectivos, y no la construcción de una ciudad en la que los intereses privados subordinan lo colectivo.

El momento fue preciso. La administración municipal dispo-nía, gracias a los entes correspondientes, de las herramien-tas para construir ciudad. Pero, ante la oportunidad de repar-tir el «pastel», las «autoridades» reconocen que lo público, lo de los «demás», puede ser lo privado, lo «mío». La propuesta presentada por Le Corbusier y Wiener y Sert pronto será criticada; aún más, será descalificada, y será ne-cesario otro plan, en el que la urbanización de la periferia des-encadenará la desmedida expansión por la sabana de Bogotá. Unas palabras de Le Corbusier, publicadas poco tiempo atrás, ya anticipaban quiénes serían las «víctimas» de la pér-dida de claridad frente a la planificación de la ciudad:

Las víctimas no son los satisfechos, los repletos que el em-puje de los tiempos modernos despierta en medio de sus hábitos. Las víctimas son los humildes. Egoísmos abomina-bles, intereses voraces hacen circular rumores, fomentan ambientes, alimentan una literatura especial redactada por «trovadores» humildemente ligados a su labor cotidiana en el diario, hombres que emplean la pluma, que no conocen la materia con que hacen sus escritos, nada deseosos de investigar o de información real, decididos a no modificar en nada un punto de vista que es la base misma de su ga-napán.63

Y la historia aún continúa…

Juan Carlos Aguilera: arquitecto (1991) y magíster en Historia y Teoría de la Arquitectura (1998) por la Universidad Nacional de Colombia, en donde es profesor asistente. Actualmente desarrolla su tesis doctoral, El Immeu-ble Locatif. Le Corbusier y Pierre Jeanneret, 1928-1937, en el Departa-mento de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Politécnica de Cataluña.

1 Le Corbusier, L’Unité d’Habitation de Marseille, Le Point, París, 1950, p. 23.

2 Le Corbusier, Œuvre Complète, 1946-1952, Les Editions d’Architecture, Zúrich, 1953, pp. 42-47.

3 FLC 605-4220. Plano a escala 1:2000, dibujado sobre un pliego de 160 x 96,2 cm.

4 Le Corbusier, Manière de penser l’Urbanisme, Éditions de l’Architecture d’Aujourd’hui, Urbanisme des CIAM, ASCORAL, Boulogne, 1946, p.110.

5 El primer viaje de Le Corbusier a Bogotá se desarrolla entre el 16 y el 24 de junio de 1947, gracias a la invitación del alcalde Fernando Mazuera, a través de Eduardo Zuleta Ángel, miembro de la delegación de Colombia ante la ONU.

6 El Instituto de Crédito Territorial (ICT) fue creado por medio del Decreto Ley 200 de 1939, durante la administración del presidente Eduardo Santos, en «la que comprometió a la Nación, a los departamentos y a los municipios, bajo fórmulas reales y efectivas, en la función de fomentar la construcción de habitaciones higiénicas para los trabajadores del campo».

7 El ATBAT (Atelier de Bâtisseurs) fue creado en 1947 en París, bajo iniciativa de Le Corbusier. Es una estructura que asocia una oficina de estudios, cuyo administrador es Jean-Louis Lefebvre, y un taller de arquitectura –el atelier de la rue de Sévres 35-; Marcel Py es el encargado de coordinar con el ATBAT. El estudio y realización de la Unité d’Habitation de Marseille constituye su primer encargo, el director técnico es Vladimir Bodiansky y su ayudante e interlocutor será un joven arquitecto, André Wogenscky. Este último será el que Le Corbusier propone para coordinar las labores de la filial del ATBAT en Colombia.

8 FLC H3-4-307, carta de J. V. Garcés Navas a Le Corbusier, Bogotá, 23 de junio de 1947.

9 En 1942, por medio del Decreto Ley 1579, el Estado amplió el radio de acción del ICT a los problemas de vivienda urbana y dispuso que tal enti-dad «tendrá una nueva sección, dotada de capital propio y a cuyo cargo correrá el suministro de préstamos para las viviendas populares urbanas» y que dicho capital será suscrito y pagado totalmente por el Estado. Pero será solo hasta 1948 que toma participación más activa en la construc-ción de vivienda en la ciudad. El ICT desarrollará un papel fundamental en el desarrollo de la vivienda colectiva estatal en Colombia, gracias a las iniciativa de su gerente entre 1939 y 1947, J. V. Garcés Navas.

10 Ib.11 En los años 30, la formulación de la ciudad enfatizaba la necesidad

de pensar la vivienda (logis), especialmente en el Lyrisme des Temps Nouveaux (1939); pero es a partir de los años 40 en que la relación logis y prolongements será una constante en sus textos: Les trois établisse-ments humains (1945), Manière de penser l’urbanisme (1946), Propos d’urbanisme (1946), Unité d’Habitation de Marseille (1950), L’urbanisme des trois établissements humains (1956).

12 J. Bézard, Commelin, J. Coudoin, Hya Dayre, Dubreuil, Le Corbusier, Lyritz, Hanning Aujame, De Looze, Une civilisation du travail, Les trois

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étabissements humains, Denoël, Collection urbanisme des CIAM ASCORAL Section 5a et 5b, Boulogne, 1945, p. 198.

13 FLC H3-4-307, 23 de junio de 1947, óp. cit.14 Los primeros esquemas son de agosto de 1945, para el primer terreno. La

primera piedra será colocada el 14 de octubre de 1947.15 Es necesario anotar que, pese a que el proyecto no será desarrollado

por Le Corbusier, la solución adoptada no dista de las propuestas para la Ferme Radieuse, de 1933. El director será Jorge Gaitán Cortés, arquitecto de la Universidad Nacional con máster en Yale University, presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, arquitecto jefe de Edificios Na-cionales en el Ministerio de Obras Públicas, arquitecto jefe de la Sección Técnica del ICT y primer delegado de Colombia ante los CIAM.

16 «De acuerdo con las conversaciones que tuvimos con usted durante su permanencia en Bogotá, nos permitimos pedirle se sirva consultarle al ATBAT de París cuál sería, en total, la suma que le cobraría al Municipio de Bogotá para comprometerse con éste a lo siguiente: a) A estudiar y elaborar el plan director de la Ciudad; b) A establecer, para ese efecto, en Bogotá, une oficina con todos los servicios necesarios para la elaboración del referido plan; c) A tener, con carácter permanente, en la mencionada oficina de Bogotá, por lo menos dos urbanistas pertenecientes al per-sonal de ATBAT de París; d) A establecer entre la oficina de Bogotá y la de París el contacto y la correspondencia necesarios para que aquélla obtenga de manera permanente los servicios de dirección y asesoría de ésta última» [sic]. FLC H3-4-280, Carta de Fernando Mazuera Villegas a Le Corbusier, Bogotá, 15 de julio de 1947.

17 FLC H3-4-277, Carta de Le Corbusier a J. V. Garcés Navas, París, 12 de agosto de 1947.

18 FLC H3-4-295, carta de Le Corbusier a Fernando Mazuera Villegas, París, 25 de agosto de 1947.

19 El nuevo director del ICT es Silvestre Dangón, a quien V. Bodianski escri-be: Notre construction de Marseille commence à sortir de terre, malgrá les difficultés de toutes sortes, aussi bien matérielles qu’administratives. Ce sera une belle chose, je l’espère. FLC H3-4-262-263, carta de a Silvestre Dangón, París, 26 de enero de 1948.

20 Basta pensar en los estudios que adelanta Ch. E. Jeanneret y Max Dubois durante la Primera Guerra Mundial, así como los que desarrollará durante la Segunda Guerra Mundial. En Sur les quatre routes, ante la inminencia de la guerra, escribirá: «Le problème du temps de guerre a deux faces: le urgence, le “N’importe Quoui?” pourvu que l’on produise; et c’est le mot d’ordre implacable de nos chefs, qui ont raison; mais c’est aussi “La manière de le faire”, l’art en quelque sort. Ici, l’architecture». Le Corbusier, Sur les 4 routes, Gallimard, París, 1941, p.18.

21 De acuerdo con Jacques Aprile-Gniset, no «pasan de 136 distribuidos en unas 20 manzanas». Jacques Aprile-Gniset, La ciudad colombiana, Banco Popular, Bogotá, 1992, p. 636.

22 «… el problema urbanístico de Bogotá, estudiado años atrás, quedó fran-camente despejado y parcialmente resuelto… Hoy la vía está libre». Re-vista Proa, 1948.

23 Aprile-Gniset, Jacques, La ciudad colombiana, óp. cit., p. 638. En la edi-torial de Proa n.o 4, de enero de 1947, ya se hacía un llamado a promulgar la Ley de propiedad horizontal, que ya en Brasil, Chile y los países del sur se empezaba a ejecutar.

24 Más adelante así lo reafirmará en el informe técnico del Plan Piloto: «Se desarrollará una verdadera sinfonía arquitectónica y paisajista. La monta-ña servirá de fondo de la composición». Le Corbusier, Elaboration de Plan Règulateur de Bogotá. Etablissement de Plan Directeur, París, 1950.

25 «Al otro lado de la carrera cuarta, en dirección de la montaña, se concen-tarrá la reserva paisajista que ha de salvaguardar el horizonte», ib.

26 Las propuestas del ICT para la vivienda colectiva hacia 1950 se funda-mentaban en el desarrollo de agrupaciones de baja altura y unidades vecinales, pero ya se señalaba la necesidad de vivienda en altura; la pri-mera obra será el Centro Urbano Antonio Nariño (CUAN), en 1953, por par-te de un grupo de jóvenes arquitectos: Rafael Urdaneta, Enrique García Merlano, Rafael Esguerra, Néstor Gutiérrez, quienes «adaptan el modelo de unité a las necesidades colombianas».

27 FLC H3-4-126, carta de Carlos Arbeláez a Le Corbusier, Bogotá 12 de abril de 1950.

28 El grupo de investigación será coordinado por Jorge Gaitán Cortés, quien desarrollará –durante el periodo que comprende el desarrollo del Plan Piloto y el Plan Director de Bogotá– los proyectos para Los Alcázares (1948); Unidad Vecinal de Muzú, UVM (1949); el Centro Urbano Antonio Nariño, CUAN (1951), y el barrio Quiroga (1952) son cuatro ejemplos de investigación, tanto en los planteamientos tipológicos como constructivos, gracias al taller de investigación y aplicación de materiales. Véase revista Proa, n.o 9, Bogotá, noviembre de 1947.

29 «Cher Ami, // Votre seconde lettre du 12 Avril m’est parvenue hier. Je vous réponds sans retard car tout était préparé pour çà et je dirige mon envoi via Sert-Wiener afin d’obtenir leur accord. Je pense qu’ils vous expédi-deront le dossier sans retard, c’est à dire la réponse aux deux questions posées: // 1º Circulation des marchés de secteurs; // 2º La décision rela-tive à l’immeuble collectif demandé sur la carrera 1ª calle 13-14. Veuillez agréer, Cher Ami, mes salutations les meilleures». FLC H3-4-119, Carta de Le Corbusier a Carlos Arbeláez, París, 19 de abril de 1947.

30 FLC H3-4-120-121, carta de Le Corbusier a Wiener y Sert, París, 19 de abril de 1950.

31 FLC H3-4-117, carta de Le Corbusier a Carlos Arbeláez, París, 21 de abril de 1950.

32 Le Corbusier, Propos d’Urbanisme, Bourrelier et Cie., París, 1946, p. 88.33 FLC H3-4-117, Carta de Le Corbusier, óp. cit. 34 Ib.35 FLC H3-4-116 Carta de Wiener y Sert a Carlos Arbeláez, Nueva York, 26

de abril de 1950.36 El silencio es sintomático y no dejará de ir en aumento. Tal vez sea el sín-

toma de una posición contraria a la vivienda en altura. Basta señalar que el proyecto señalado antes, el CUAN, cuya construcción inicia en mayo de 1952, promovido directamente por el Ministerio de Obras Públicas,

encabezado por el ministro Jorge Leyva, durante el gobierno de Laureano Gómez, será duramente atacado durante la dictadura de Rojas Pinilla, hasta el punto de no ser permitida su ocupación porque era «considerada amoral» la comunidad generada por los edificios en altura con muchos apartamentos por piso.

37 FLC, H3-4-97, Carta de Wiener y Sert a Le Corbusier, Nueva York, 21 de junio de 1950.

38 Ib.39 La negrilla es mía. Ib.40 Le Corbusier, L’Unité d’Habitation de Marseille, óp. cit., p. 31.41 De acuerdo con el informe técnico: Hepp y Hred son las denominaciones

en los sectores de vivienda: «representan para el futuro la transformación progresiva de las habitaciones, actualmente insuficientes, en inmuebles de habitación de calidad. Serán habitaciones de dos tipos: Hep.p: vivien-da en espina sobre un terreno plano, constituyendo unidades de habi-tación susceptibles de contener cada una 2000 persona en promedio, beneficiándose de servicios comunes y de prolongaciones de viviendas. // Hred: viviendas de la misma calidad, pero en forma de redents.» Le Corbusier, Elaboration de Plan Règulateur de Bogotá, óp. cit.

42 Los otros son: el bloque en Y, lineal y escalonado. Ces volumes bâtis de la ville verte pourront s’établir de différentes façons: pour l’habitation: a) type redant; b) type en y; c) type frontal; d) type épine; e) type gradin. Et pour les affaires: b) type y; f) type lentille. Le Corbusier, Manière de penser l’urbanisme, óp.cit., p. 71.

43 Para efectos prácticos, el témino unidad hace referencia a las Unités d’Habitation du Grandeur Conforme o Unidades de Habitación de Tama-ño Adecuado (UHTA).

44 Al costado opuesto de la carrera 4.ª, el informe prevé la ubicación de la zona de hoteles: «en terrenos accidentados, que completan las buenas condiciones paisajistas y que se encuentran a una proximidad útil de los negocios civiles y políticos, susceptibles de atraer viajeros a Bogotá» Le Corbusier, Elaboration de Plan Règulateur de Bogotá, óp. cit.

45 Le Corbusier, Manière de penser l’urbanisme, óp. cit., pp.168-169.46 Ídem, p. 71.47 Ídem, p. 55.48 Ídem, p. 66.49 Ídem, p. 66.50 Ídem, p. 67.51 Esto no presupone referencias de orden morfológico o antropomórfico en

la arquitectura de Le Corbusier.52 Le Corbusier, Œuvre Complète,1946-1952, óp. cit., p. 174.53 El desarrollo de la Unidad de Habitación de Marsella comprende «4 te-

rrenos para un proyecto» como ha señalado Jacques Sbriglio: Quatre lo-calisations différentes qui montrent l’indécision de la politique urbaine, au cours de cette periode. Pour L.C., l’enjeu était clair: construire une Unité d’habitation, d’accord, mais pas n’importe où. El primer terreno, agosto de 1945, en la zona industrial al norte de la ciduad llamado La Madrague; el segundo, otoño de 1945, frente a la localización actual; el tercero, junio de

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215Palabras y trazos: las unidades de Le Corbusier | Juan Carlos Aguilera

1946, Saint-Bernabé, es declarado inconstruible y el cuarto, octubre de 1947, al costado occidental del boulevard Michelet. Jacques Sbriglio, Le Corbusier. L’Unité d’Habitation de Marseille, Parenthèses, Marsella, 1992, pp. 32-42.

54 Le Corbusier, Œuvre complète, óp. cit., p. 147.55 Jacques Sbriglio, Unité, óp. cit., p. 35.56 Le Corbusier reconoce en su lectura sobre la ciudad americana dos

elementos que inciden en el orden de la misma: la autopista y el park-way «La segunda ha nacido e EE. UU. y lleva el nombre de Parkway. Su principio es el de cincelar delicadamente, a través de los campos, vías rectoras preservadas asimismo de todo cruce peligroso por medio de equipos a nivel o a diferencia de nivel (p. 81). «América, definitivamente paralizada en sus calles petrificadas, descubrió en el momento adecuado el parkway; Europa, ahogada, aplastada bajo su herencia de ciudades seculares, ha deducido el principio de una biología regeneradora del es-pacio edificado: las unidades de tamaño adecuado». Le Corbusier, Ma-nière de penser l’urbanisme, óp. cit., p. 91.

57 Una célula a escala humana está en la base. / Permítanme que les mues-tre por qué caminos, a través de veinte años de curiosidad atenta, han llegado unas certidumbres. / El origen de estas indagaciones, por mi cuenta, se remonta a la visita de la «Chartreuse d’Emma», en los alrede-dores de la Toscana, vi una ciudad moderna, que coronaba una colina. La más noble silueta del paisaje, la corona ininterrumpida de las celdas de los frailes; cada celda tiene vista sobre la llanura y tiene salida a un jardincillo en pendiente completamente cercado. Creí no poder encontrar nunca más una interpretación tan alegre de la vivienda. La parte trasera de cada celda se abre por una puerta y un portillo y da a una calle circu-lar. Esta calle está cubierta por un arco: es el claustro. Por ahí funcionan los servicios comunes, el rezo, las visitas, la comida, los entierros. / Esta «ciudad moderna» es del siglo XV. / La visión radiante me quedó fijada para siempre. Le Corbusier, Précisions, Vincent-Fréal, París, 1930.

58 Los proyectos presentan rasgos heterogéneos entre sí. La diversidad de variables físicas, climáticas y sociales así lo determina. Estos pueden es-tar ubicados en solares rurales y urbanos; entre medianeras, aislados y esquineros; en terrenos llanos y con fuerte pendiente; en regiones con estaciones y de climas constantes; sus habitantes pueden ser obreros y burgueses, solteros y familias, y éstas, a su vez, pueden ser reducidas y numerosas.

59 Le Corbusier, Architecture du bonheur: l’urbanisme est une clef, Forces Vives, París, 1955.

60 Efficience du groupe familial. De vieux vocables précisen la profonde et permanente signification: «LE FEU», «LE FOYER» Le Corbusier, L’Unité d’Habitation de Marseille, óp. cit., p.13.

61 Ib.62 Nicholas Fox Weber, Le Corbusier: A life, Alfred A. Knopf Ed., Nueva York

2008, p. 517.63 Le Corbusier, Manière de penser l’urbanisme, óp. cit., p.139.

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216 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

La Sabana es dominable desde un avión; las montañas bogotanas, desde una habitaciónMarta Sequeira (traducción de Susana Llinás)

El 16 de junio de 1947, fecha de la primera visita de Le Cor-busier a Colombia, Bogotá era una ciudad de quinientos mil habitantes. Sin embargo, su crecimiento hacía ver que rápi-damente acogería a un millón o incluso a un millón quinientos mil habitantes. La armonía existente corría peligro, ya que la ciudad estaba desarrollándose fuera de sus límites. Sus proyectos de desarrollo abarcaban una extensión norte-sur de casi catorce kilómetros y una profundidad este-oeste de entre tres y cinco kilómetros. A petición del alcalde, el 30 de marzo de 1949, Le Corbusier firmó un contrato como arqui-tecto consultor, relativo a la elaboración de un «Plan Piloto» para la ciudad.1 Después de varias etapas del proyecto, que

se produjeron a lo largo de dos años llenos de tribulaciones, Le Corbusier, debido a la falta de empeño demostrada por las autoridades colombianas, acabó por perder interés por el proyecto. Si es verdad que el Plan Piloto de Le Corbusier nunca se hizo realidad y que de esa forma su eficacia nunca podrá comprobarse, también lo es que un estudio detallado del proyecto desde un punto de vista específico –el de la vivienda– podría ser muy enriquecedor para la construcción de un entendimiento de la idea de unité d’habitation corbu-sieriana, ampliamente utilizada en este proyecto, dada la necesidad de duplicar o incluso de triplicar el número de alojamientos en la ciudad. La preocupación por la vivienda en la ciudad colombiana surgió para Le Corbusier desde el primer momento: ya en 1947, durante sus conferencias en el Teatro Colón de Bogo-tá,2 hablaría precisamente sobre este tema. Un periodista, en un artículo de un periódico local, relata una de sus interven-ciones de la siguiente manera:

Demostró […] cómo debe existir una ciencia de la vivienda, y a qué principios, elementales, sencillos y humanos, debe estar sometida esa ciencia. Se extendió a ese respecto, en una serie de consideraciones sobre los factores elementa-les que hacen decorosa una vivienda, sobre el aprovecha-miento del día solar –tesis previamente desarrolla[da] por él en su libro Cuando las catedrales eran blancas– y sobre la necesidad del humano, a su biología, a sus hábitos, a la urgencia de alternabilidades y variaciones. De paso, anotó que las pocas horas de permanencia en Bogotá le habían demostrado que en esta ciudad hay muchas viviendas in-adecuadas para el aprovechamiento del sol, que es el ver-dadero amo.3

Este Plan Director, designado como Plan Piloto, fue desarro-llado por Le Corbusier en colaboración con la Oficina del Plan Regulador de Bogotá (OPRB) –dirigida por Herbert Ritter– y la Town Planning Associates, una empresa de arquitectura fun-dada en Nueva York en 1945 por Josep Lluís Sert, Paul Lester Wiener y Paul Schulz. Fue concebido en cinco fases: análisis urbano (desarrollado por la OPRB), diagrama preliminar (de-sarrollado por Le Corbusier con Ritter, Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener), Plan Piloto (Plan Director, desarrollado por Le Corbusier), Plan Regulador (desarrollado por la empresa Town Planning Associates, con Le Corbusier como consultor y en co-laboración con la OPRB) y la implementación del Plan Regula-dor (acompañada por la OPRB y la Town Planning Associates). Le Corbusier, basándose en el análisis urbano realizado por la OPRB en una primera fase –inmediatamente después del con-greso de Bérgamo de 1949 (entre el 6 y el 22 de agosto) en la riviera francesa (más concretamente en Cap Martin)– comenzó a trabajar con Sert, Wiener y Ritter en la elaboración del diagra-ma preliminar. Esta segunda fase terminó en junio de 1950, en París. El documento fue entonces enviado a las autoridades el 1 de septiembre. Este estudio está compuesto por cuatro par-tes –Plan Regional, plan metropolitano, plan urbano y propues-ta del nuevo «Centro Cívico»– y da una especial importancia a la edificación de la nueva vivienda de la ciudad de Bogotá. El plan regional, que define a escala 1:100.0004 la rela-ción entre las principales funciones urbanas y el contexto geográfico, económico y social, presenta su división por zo-nas: Tad (trabajo administrativo), Tind (zona industrial y ar-tesanal). Presenta ya igualmente, en la zona metropolitana, la indicación «Hmet», que indica el posicionamiento de la vivienda metropolitana, al norte y al sur de la zona central.

1. Fotografía aérea de Bogotá, enviada a Le Corbusier por las autoridades de la ciudad (1947). © FLC L1-4-17.

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217La Sabana es dominable desde un avión, las montañas bogotanas, desde una habitación | Marta Sequeira

El plan metropolitano, que define a escala 1:25.000 la ciudad y alrededores de su influencia directa, divide pre-cisamente el plano en tres grandes zonas, a las cuales les corresponden tres tipos de vivienda: central («Hcen»), norte («Hnord») y sur («Hsud»). Prevé además una zona habita-cional suplementaria («Hreserve»), al noroeste, destinada para permitir remediar un futuro crecimiento de la población. Por oposición a una situación con una superficie construida de 2770 hectáreas, con una densidad de 220 habitantes por hectárea, y que alberga 500.000 habitantes, Le Corbusier propone una saturación de la zona central, delimitada por los ríos Arzobispo y San Cristóbal, y la utilización de la montaña hasta la cota 2700 para vivienda colectiva de alta densidad (350 habitantes por hectárea), que posibilita el alojamiento de 1.610.000 habitantes. El plan urbano define, a escala 1:10.000,6 la subdivisión racional de la ciudad en sectores de vivienda, equipados con edificios de servicios comunes (mercado, comercio, ci-nes, etc.). La construcción existente fue analizada y su esta-do hizo variar el tipo de intervención: algunos barrios insa-lubres son transformados en vivienda de alta densidad con servicios comunes; otros son suprimidos y su reabsorción está prevista poco a poco; otros, considerados tolerables, son solo transformados; otros incluso se conservan; los terre-nos libres, a su vez, son utilizados de acuerdo con los nuevos estatutos. El plan del nuevo Centro Cívico define básicamente, a es-cala 1:2.000,7 la zona donde se reúne toda la población –en la misma zona que correspondía al centro de la ciudad antigua, «confirmando así la elección de sus fundadores».8 A pesar de haber sido sobre todo diseñado basándose en los edificios dedicados al poder político, económico, cultural y religioso, no deja de contener del mismo modo lo que podríamos llamar su sustento, las Unités d’Habitation. Las viviendas presentan una densidad de 350 a 650 habitantes por hectárea, en una superficie construida que ocupa entre el 10 y el 15% del suelo, están equipadas con servicios comunes y se encuentran en los espacios libres escuelas y campos deportivos. En este Plan Director aparecen edificios en zigzag –se tra-ta de edificios realizados a imagen de las Unités d’Habitation

2. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plan regional – BOG 4209 (30 de junio de 1950). © Archivo Pizano.

3. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plan metro-politano – BOG 4210 (30 de junio de 1950). © FLC 602.

4. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plan urbano – BOG 4211 (30 de junio de 1950). © Archivo Pizano.

5. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plan del Centro Cívico – BOG 4211 (30 de junio de 1950). © Archivo Pizano.

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218 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

de los años 30, que dominaban el diseño de su Ville Ra-dieuse–, agrupaciones de viviendas unifamiliares –llamadas «una casa, un árbol», de tres pisos–, casas en banda –«tipo Rochelle»– y pequeños bloques de viviendas de tres pisos –«tipo Sert»–.9 Sin embargo, en este plan surgen, en planta, varios rectángulos de proporción alargada: se trata de las Unités d’Habitation, realizadas a semejanza del gran proto-tipo de las unités lecorbusierianas: la Unité d’Habitation de Marsella, construida precisamente durante el periodo de ela-boración de este plan, entre 1947 y 1952. Podemos, por lo tanto, constatar que estamos ante un modelo de aplicación de este tipo de bloque a nivel urbanístico.10

Le Corbusier define las Unités d’Habitation de este plan del siguiente modo:

[…] proposent des opérations de valorisation par qualifica-tion et accroissement de densité, posent des problèmes de regroupement du sol sous des formes diverses qui sont déjà réalisées dans d’autres pays ou en cours de réalisation, et qui permettent à une ville de passer d’un stade inférieur et provisoire, à un stade supérieur et d’avenir.11

Las Unités d’Habitation se asumen como grandes bloques paralelepipédicos. En planta, se representan a través de un rectángulo alargado, al que se suma una H mayúscula. Su profundidad equivale a cerca de 1/6 del largo y su sombrea-do deja entrever una altura considerable. De acuerdo con el conjunto de los dibujos de las varias fases que comple-tan los dibujos elaborados durante el proyecto para el Plan Piloto de Bogotá, existen cuatro núcleos diferenciados de unités: al noroeste (indicados en la imagen 8 como A), próxi-mo del centro geométrico del plano (indicados en el plano urbano como H 4 y en la imagen 8 como B), en el Centro Cí-vico (indicados en los dibujos de Le Corbusier como Hepp y en la imagen 8, como C) y junto a la montaña (indicados en el plano urbano como Hepv y en la la imagen 8 como D). Mientras que las unités situadas al norte del plano (A y B) están poco caracterizadas, más allá de su proporción y loca-lización en planta, las unités del Centro Cívico, a su vez, son las más detalladas. En la maqueta que rodea el área del Cen-tro Cívico, las coincidencias entre estas Unités d’Habitation

y la que estaba en esa época siendo edificada en Marsella son notables: en un parque, sobre unos robustos pilotis y separado ocho metros del suelo real, se encuentra un para-lelepípedo horizontal, una estructura alveolar reticulada don-de se incorpora una gran cantidad de células, yuxtapuestas horizontal y verticalmente. Cruzando verticalmente todo el edificio, una superficie sin huecos anuncia la existencia de un núcleo de accesos que establece la unión entre el sue-lo, los diferentes pisos y el espacio sobre la última losa, al aire libre. Se trata del lugar del edificio al que Le Corbusier llama toit-terrasse, que alberga una serie de equipamientos destinados a un uso colectivo, a la cultura del cuerpo y del espíritu del hombre, y cuya forma y disposición contrastan fuertemente con la regularidad y repetición constantes en el cuerpo del edificio. Las unités junto a la montaña, a su vez, son detalladas en dos dibujos y en una carta que Le Corbusier envía a Carlos Arbeláez, a propósito de una propuesta privada de construc-ción de un bloque de viviendas, donde exige que la orienta-ción de los edificios sea la propuesta y que sus volúmenes se encuentren en perspectiva con respecto al paisaje –«las mejores formas, por lo demás, desde el punto de vista del rendimiento y de la eficacia»–. La densidad sería de cerca de trescientos veinte habitantes por hectárea. En cuanto a los peatones, entrarían en el edificio a través de la parte más baja y los automóviles entrarían en el garaje del edificio, situado a media altura, a través de la parte más alta –a semejanza de la maison locative en Argel, de 1933–. Según Le Corbusier, estos edificios asegurarían automáticamente la circulación de los peatones, el aparcamiento, el garaje, etc. Le Corbu-sier recomienda por lo tanto que los urbanistas (él, Wiener y Sert) asuman el papel de consultores para la elaboración, una vez que «sería peligroso dejar [esta empresa] a iniciativa enteramente privada. Por el bien de la causa»12. En una carta a Wiener y Sert, Le Corbusier escribe, revelando su preocu-pación por controlar hasta el final la buena ejecución de los proyectos de estas unités:

Je suis, quant à moi, très amusé et content de voir naître, sur-gir ces initiatives, mais il faut guider. C’est capital. […] Sur un autre plan annexe se trouve indiquée, à titre de principe, une

6. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): maqueta del Centro Cívico. © FLC L1-4-20.

7. Le Corbusier, fotografía de la obra de la Unité d’Habitation de Marsella (17 de marzo de 1950). © FLC L1-13-130.

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219La Sabana es dominable desde un avión, las montañas bogotanas, desde una habitación | Marta Sequeira

8. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plan Urbano. Superposición de varias propuestas parciales de Le Corbu-sier para Bogotá. © Montaje realizado por el grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura, Uniandes.

9. Le Corbusier, Habitation BOG 4300: propuesta para un sector de vivienda entre las calles 34 y 57 y las carreras 18 y 30. La Unité del sector de vivienda es la denominada «H4» (30 de marzo de 1951). © FLC 597.

10. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): borrador del plan urbano con la localización, entre otros, de dos tipos de Unité d’Habitation que no apa-recen en el informe final: las de montaña y las que cierran la avenida Cundina-marca al occidente. © FLC 607A.

11. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): diferentes vistas de la maqueta del Centro Cívico que incluye varios puntos de vista de las Unités d’Habitation. © FLC L1-4-33.

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220 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

série d’Unités d’Habitation constituant un secteur. Ces Unités sur versants (sur la pente des collines) sont très intéressants, il suffit de les raccorder en haut aux automobiles, en bas aux piétons. Mais il faut pour ces secteurs des résidences (im-meubles collectifs qualifiés) imposer un statut impératif. A ce sujet, j’estime même que nous devons être appelés par les initiateurs de ces constructions à titre d’experts. Je puis, per-sonnellement, faire une entente fournissant à leurs architec-tes les données essentielles leurs exigences urbanistiques d’une part et d’autre part profitant de l’énorme e[x]périence que j’ai acquise en ces choses. Je vous prie même de voir avec Arbelaez comment pourrait être instituée une conven-tion type entre nous et ceux que nous devons guider de la manière signalée ci-dessus. Cette circonstance renouvelle-ra beaucoup et notre intervention (très faible d’ailleurs, mais très précise) aura une valeur inestimable.13

Hasta aquí, todo bien. De hecho, si comparamos el conjunto de las Unités d’Habitation de este plan (descritas a través de las maquetas y dibujos elaborados por Le Corbusier y por sus colaboradores, así como a través de sus escritos) con la Unité d’Habitation de Marsella simplemente desde el punto de vista objetual, las semejanzas son innumerables. Estas viviendas o son muy semejantes a la Unité de Marsella o no dejan de ser una evolución con relación a este modelo, adaptado a otras necesidades y a un territorio específico. Sin embargo, si comenzamos a comparar estos edificios desde el punto de vista de su implantación en el territorio, y en particular, si atendemos a su orientación, nos encontramos con algo que corresponde a una infracción de las teorías cor-busierianas sobre la Unité d’Habitation. Las plantas del Plan Director para Bogotá, con el norte fuera del sentido conven-cional –en este caso a la izquierda–, disimulan algo que, de otra forma, podría ser más evidente. En cuanto a las unités que se encuentran al noroeste (indicadas en la imagen 8 como A) y en el Centro Cívico (indicadas en el plano del Centro Cívico como Hepp y en las imégenes 8 y 14 como C) poseen una orientación convencional y de acuerdo con las teorías corbu-sierianas –con sus fachadas principales orientadas al este y al oeste–, las viviendas próximas al centro geométrico del plano

12. Le Corbusier: propuesta de localización de una serie de Unités d’Habitation junto a la montaña (20 de abril de 1950). © FLC H3-5-4.

13. Le Corbusier, borrador de la sección de una Unité d’Habitation junto a la montaña (20 de abril de 1950). © FLC H3-5-5-001.

14. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plan urbano. Superposi-ción de varias propuestas parciales de Le Corbusier para Bogotá: detalle que indica el norte. © Montaje realizado por el grupo de investigación Proyecto, Ciudad y Arquitectura, Uniandes.

15. Le Corbusier, Unité d’Habitation, investigación teórica sin lugar (1944). © FLC 20572.

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221La Sabana es dominable desde un avión, las montañas bogotanas, desde una habitación | Marta Sequeira

16. Fotografía de Le Corbusier, junto a Wiener, Sert, Arbeláez y un funcionario, durante una de sus visitas a Bogotá. © FLC L4-4-18.

17. Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): borrador del plan metropolitano con énfasis en la pendiente de los cerros. © FLC 606.

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222 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

(indicadas en el plano urbano como H 4 y en las imágenes 8 y 14 como B) y junto a la montaña (indicadas en el plano urbano como Hepv y en las imágenes 8 y 12 como D) presentan una orientación absolutamente dispar –con sus fachadas principa-les orientadas al noreste y al suroeste–, aparentemente sin un vínculo claro con los puntos cardinales.14

Le Corbusier rompe así su regla de oro, declarada en varias ocasiones, que indica que la Unité d’Habitation está orientada con sus fachadas principales al este y al oeste: «[…] l’Unité d’habitation est orientée est-ouest […]».15

Esta es, por lo demás, la orientación no solo del prototipo de Unité d’Habitation construida en Marsella, sino también de otras unités que proyecta posteriormente –Nantes-Rezé (1952-1953), Briey-en-Forêt (1957), Berlín (1957), Firminy (1962)–, y de las unités existentes en los proyectos urbanís-ticos que realiza –de Marseille Vieux-Port y Marseille-Veyre (1947), La Rochelle La Pallice (1945), Saint-Dié (1945), Mar-seille-Sud (1951), Estrasburgo (1951) y Meaux (1957)–. ¿Por qué Le Corbusier no cumple en Bogotá esta regla por él mismo creada tan poco tiempo antes de encontrarse con la capital colombiana y que respeta en todos los otros proyectos que contemplan las Unités d’Habitation? El motivo solo puede estar relacionado con el paisaje con el que Le Corbusier se topó en la capital colombiana, que en nada correspondía al llano teórico a partir del cual comen-zó a ser idealizado el modelo de la Unité d’Habitation. De hecho, Le Corbusier se deja impresionar desde el principio por el impacto que la montaña tenía en Bogotá. Esta no le hu-biera podido pasar desapercibida. En sus dibujos en planta enfatiza el declive de la montaña, que define claramente un límite natural de la ciudad. En una página de su cuaderno de viajes, anota: «ouvrir sur les montagnes»16 (imagen 18). En varios escritos, enfatiza la importancia de la montaña en el diseño de esta ciudad: «La ville s’appuie naturellement à la montagne. Son sol est formé d’un fond de lac dont les bords se relèvent en cuvette jusqu’à la chute des montagnes».17

«Une véritable symphonie architecturale et paysagiste se développera. La montagne servira de fond à la composition. Des fenêtres des édifices, la plaine de la Savane apparaîtra entourée de ses collines».18

Acaba incluso por extrapolar un razonamiento de carácter universal:

Quand on voit les montagnes sur la ville, les arbres dans la ville, ou là où [on] est en droit de les imaginer dans la ville, de la ville, –Le Matin, le ciel est la création humaine remis en contact, alors qu’Alger, comme Bogota chaque jour ont fermé leurs fenêtres et leurs rues au paysage offert, comme St. Dié qui a dit non et la Rochelle autant, on sait où est le crime: C’est l’imbécilité, forgée par les écoles, les églises, les cellules en faveur de l’argent ou de la vanité.19

En determinadas zonas de la ciudad, si las Unités d’Habitation se dispusieran de acuerdo con los cánones corbusierianos, las unités más próximas a la montaña se la ocultarían a las restantes. Así, teniendo como base una orientación que no corresponde exactamente a este-oeste, desde cada una de las viviendas se puede disfrutar permanentemente de la be-lla falda de la cordillera de los Andes. La siguiente frase de Le Corbusier, refiriéndose al de-sarrollo que la ciudad de Bogotá estaba teniendo antes de iniciarse su Plan Piloto, pronunciada durante su primera es-tancia en Bogotá, confirma esta hipótesis: «Los habitantes de Bogotá en su afán de disfrutar el paisaje de la Sabana, están dando la espalda al hermoso paisaje de las montañas. La Sabana es dominable desde un avión; las montañas bo-gotanas, desde una habitación».20

Le Corbusier habrá quedado deslumbrado con la belleza y el impacto de la cordillera de los Andes en la ciudad co-lombiana, lo que le llevaría a pensar que, tratándose de una oportunidad para aplicar el modelo de la Unité d’Habitation a un nivel urbanístico, no debería dejar de tener este paisaje en cuenta. El caso de la aplicación de la unité en el Plan Piloto para Bogotá es una demostración de que los modelos creados por Le Corbusier no están fijos en el tiempo; sus pro-yectos finalizados y obras construidas no son más que una parte de un proyecto mayor, no son más que un fragmento de una gran búsqueda emprendida a lo largo de una vida. Sin analizar todos estos fragmentos, no se podrá tener una noción clara de una determinada propuesta corbusieriana; sin analizar las unités del Plan Piloto para Bogotá, podría es-

capársenos algo tan sencillo como que la orientación de una puede estar determinada no solo por el sol, sino también por una montaña.

Marta Sequeira: arquitecta por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Técnica de Lisboa (2001) y doctora en Proyectos Arquitectónicos por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona de la Universi-dad Politécnica de Cataluña (2008). Profesora auxiliar del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Évora, donde ejerce varios cargos de gestión académica y científica. Investigadora en el Centro de Historia del Arte e Investigación Artística de la misma universidad. Ha participado en diversos proyectos de investigación científica. Ha impartido clases, como profesora invitada, en estudios posgraduados y de tercer ciclo en Portugal y España. Autora de varios textos publicados y comunicaciones pronunciadas en Portugal, España, Inglaterra y Estados Unidos.

1 La primera invitación del alcalde, aunque informal, se había producido en junio de 1947, durante su primera estancia en Bogotá.

2 Que se han realizado a petición del Dr. Eduardo Zuleta Ángel, ministro de Educación de Colombia, embajador y presidente de la sede de la ONU (a quien conocería durante la elaboración del proyecto para la sede de la ONU, en Nueva York).

3 «Que en Bogotá se está demoliendo mal, insinuó anoche Le Corbusier», 1947, FLC X1-15-134.

4 FLC 601A, B y C, denominado por el estudio BOG 4209.5 FLC 602, denominado por el estudio BOG 4210.6 FLC 603, denominado por el estudio BOG 4211.7 FLC 604, 605 A y B, denominados por el estudio BOG 4212, 4220.8 «La situation du Centre Civique qui est apparue normale après une étu-

de approfondie du plan régional, du plan métropolitain et du plan urbain, confirme le choix des fondateurs de la cité». Le Corbusier, Etablissement du Plan Directeur, (informe técnico), p. 32.

9 El informe que acompañaba el Plan Director, entregado en marzo de 1950, indicaba como una de las cuatro reglas que eran objeto del urba-nismo moderno, y que se podían enunciar a propósito de este plan, la siguiente: «Reconnaître les diverses qualités de population d’une ville et leur préparer, non pas des logis qui accusent des différences de classes, mais des logis qui permettent à chacune de ces catégories de disposer du maximum de bienfaits et de pouvoir d’éduquer de façon à se préparer pour des catégories meilleures. Ceci a conduit pratiquement à la recher-che et à la proposition de types d’habitation de diverses natures, mais ins-pirés des règles précédemment indiquées». («Reconocer las diferentes capas de población de una ciudad y preparar para ellas alojamientos que no reflejen diferencias de clase, pero que permitan disponer del máximo de beneficios y de capacidad de educación de manera que puedan ac-ceder a categorías más elevadas. Esto fue lo que prácticamente condujo

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223La Sabana es dominable desde un avión, las montañas bogotanas, desde una habitación | Marta Sequeira

a la búsqueda y propuesta de tipos de vivienda de naturaleza diferente, aunque inspirados en las reglas anteriormente expuestas»), Le Corbusier, íd, p. 7.

10 Una noticia en el periódico Combat, del 13 y 14 de enero de 1951, anun-cia: «La cité verticale de Marseille nous en apporte la démonstration. Mais, alors qu’il ne s’agit à Marseille que de la réalisation d’un élément isolé, en quelque sorte d’un grandiose échantillon, on apprend que Le Corbu-sier se voit confier, coup sur coup, à quelques mois de distance, non plus l’édification d’une “Unité d’Habitation”, mais l’organisation architecturale de deux villes, de deux capitales, l’une à Bogota, en Colombie, l’autre au Pendjab, dans les Indes.» («La ciudad vertical de Marsella lo demuestra. Pero mientras que en Marsella se trata solamente de la realización [edifica-ción] de un elemento aislado, de cierta forma de una demostración gran-diosa, se sabe que fue confiada a Le Corbusier, sucesivamente, y a algu-nos meses de distancia, no solo la edificación de una “Unité d’Habitation”, sino la organización arquitectónica de dos ciudades, de dos capitales, una en Bogotá, en Colombia, y la otra en Punjab, en la India»), Jean Audouit, «Le Corbusier va construire la nouvelle capitale du Punjab et réorganiser l’architecture de Bogotá», Combat, 13 y 14 de enero de 1951.

11 «[…] proponen operaciones de valorización por la cualificación y creci-miento de densidad, presentan problemas de reagrupamiento del suelo bajo formas diversas, ya realizadas en otros países o en curso de rea-lización, y que posibilitan a una ciudad el paso de un estado inferior y provisional a un estado superior y con futuro», Le Corbusier, íd, p. 38.

12 «Le plan BOG 121-2 n.º 4198 montre en rouge l’emplacement que nous acceptons, qui couvre une surface plus profonde dirigée vers le sud-est […]. Nous exigeons que des “Unités d’Habitation de Grandeur Confor-me” basées sur l’orientation et le terrain, et le volume perspectif dans le paysage; ce sont d’ailleurs les meilleures formes au point de vue du ren-dement et de l’efficacité. Par conséquent, votre société de construction devra tenir compte de ces prescriptions. Pour vos renseignements à vous personnellement, et non pas pour les autres, nous vous donnons le plan BOG 121-2 n.º 4198 qui indique la possibilité d’autres Unités semblables limitées, toutefois, à k, l, m, n, o, p, q; il y a une question d’architecture générale et d’efficience du plan. Notre plan BOG 102-5 n.º 4199 donne l’occupation maximum du terrain avec onze unités, ce qui permet de cal-culer une densité de 320 habitants à l’hectare, c’est une bonne densité pour ces choses là. De tels immeubles assurent automatiquement la cir-culation du piéton, du parking, du garage, etc. Dernière question: nous jugeons indispensable de demeurer, nous les urbanistes (Le Corbusier, Wiener et Sert) attachés comme Conseils à l’exécution de tels immeubles qu’il serait dangereux de laisser à l’initiative entièrement libre à Bogota. Ceci pour le bien de la cause.» («El plano BOG 121-2 n.º 4198 mues-tra en rojo la localización que aceptamos, que cubre una superficie más profunda orientada hacia el sureste […] Exigimos “Unités d’Habitation de Dimensión Adecuada” teniendo como base la orientación y el terreno, y el volumen en perspectiva en el paisaje; son, además, las mejores formas desde el punto de vista del rendimiento y de la eficacia. Consecuente-

mente, su sociedad de construcción deberá considerar estas prescripcio-nes. Para su información exclusivamente personal, les cedemos el plano BOG 121-2 n.º 4198 que indica la posibilidad de otras unités semejantes, limitadas a k, l, m, n, o, p, q; hay una cuestión de arquitectura general y de eficiencia del plan. Nuestro plano BOG 121-5 n.º 4199 prevé la ocupación máxima del terreno con once unités, lo que permite calcular una densidad de 320 habitantes por hectárea, que es una buena densidad para estos proyectos. Tales inmuebles aseguran automáticamente la circulación de peatones, de aparcamiento, garaje, etc. Una última cuestión: creemos indispensable que nosotros, los urbanistas [Le Corbusier, Wiener y Sert], permanezcamos unidos como consejeros a la ejecución de tales inmue-bles que sería peligroso dejar a la libre iniciativa en Bogotá, y para que la obra sea llevada a buen término»). Le Corbusier, carta a Carlos Arbeláez, fechada el 21 de abril de 1950, FLC H3-4-117.

13 «Estoy muy satisfecho por ver nacer y aparecer estas iniciativas, pero es necesario guiar. Es de una enorme importancia. […] En otro plano anexo está indicada, a título de principio, una serie de Unités d’Habitation que constituyen un sector. Estas unités, levantadas sobre las faldas de las co-linas son muy interesantes, basta ligarlas por la parte de arriba a los auto-móviles y por abajo a los peones. Pero es necesario imponer un estatuto imperativo al sector de las residencias (inmuebles colectivos cualificados). Sobre esto creo que debemos ser llamados a título de expertos por los que inician estas construcciones. Personalmente puedo pactar un acuerdo, a fin de proporcionar a sus arquitectos datos esenciales a las exigencias urbanísticas por un lado y por otro, aprovechando la vasta experiencia que adquirí con respecto a estos asuntos. Solicito también que se analice con Arbeláez la forma como podría instituirse una convención de este tipo entre nosotros y aquellos a los que deberemos aconsejar de acuerdo con

la forma anteriormente citada. Esta circunstancia (cooperación) tendrá como resultado una renovación importante y nuestra intervención (no muy evidente, pero muy precisa) tendrá un valor inestimable», Le Corbusier, carta a Wiener y Sert, fechada el 19 de abril de 1950, FLC H3-4-125.

14. Le Corbusier, carta a Wiener y Sert, fechada el 19 de abril de 1950, FLC H3-4-120.

15. «[…] La vivienda está orientada hacia este-oeste […].» Le Corbusier, Œu-vre complète 1946-1952, Girsberger, Zúrich, 1953, p. 194.

16. «Abrir hacia las montañas», Le Corbusier, FLC 1-B5-332.17. «La ciudad está apoyada naturalmente en la montaña y se levanta sobre

un valle sedimentario cuyos bordes se elevan hasta la base de las monta-ñas», Le Corbusier, Etablissement du Plan Directeur, p. 10.

18. «Se desarrolla una verdadera sinfonía arquitectónica y paisajística. La montaña servirá de fondo a la composición. De las ventanas de los edifi-cios, la planicie de la Sabana surgirá rodeada de sus colinas.», Le Corbu-sier, íd, pp. 32-33.

19. «Cuando se ven las montañas sobre la ciudad, los árboles en la ciudad, o en los lugares donde podríamos imaginarlos en la ciudad, de la ciudad: por la mañana, el cielo es la creación humana restablecida. Por otro lado, Argel, como Bogotá, cerró sus ventanas y calles al paisaje que las rodea-ba, como St. Dié y La Rochelle, que lo rechazaron. Se sabe dónde está el error: es la imbecilidad, forjada por las academias, por las iglesias, por las células que trabajan a favor del dinero o de la vanidad», Le Corbusier, FLC, página de Carnet D 16’, publicada en Le Corbusier: carnets, Herscher, Dessain et Tolra, París, 1981, vol. 2, n.º 198.

20. Le Corbusier, «Le Corbusier y su visita a Bogotá», Proa, n.º 8, agosto de 1947, p. 5.

18. Le Corbusier, dibujo de la plaza de Bolivar, firmado en el segundo viaje, febrero de 1949. Carnets 1-B5-332. © FLC

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224 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

Bogotá es una ciudad corbuFernando Arias Lemos

El 19 de septiembre de 1953, Le Corbusier escribió a Zuleta Ángel (representante de Colombia ante las Naciones Unidas y miembro de la Comisión para la construcción de la sede): «Conozco su ciudad como si hubiese nacido allí […] Bogotá es un poco una ciudad corbu […] corbu es un poco bogo-tano».1 El apunte, más allá de ocultar las características y valores propios de la ciudad, plantea un procedimiento téc-nico para proyectar una capital de arquitectura moderna en Bogotá, del que nos ocuparemos en este texto. La ville corbu concretaba la idea de arquitectura y ciudad del Plan Director para Bogotá, forma que se puede describir con tres advertencias que constituyen, como en Hacia una ar-quitectura, «las bases de construcción fundadas en la lógica».2

La primera es que la ville corbu estaba apoyada en cono-cimientos y principios disciplinares autónomos, en una lógica formal denominada por Le Corbusier côté esprit, el soporte espiritual o de pensamiento que tenía por objeto recomponer los objetos arquitectónicos y sus relaciones urbanas; es de-cir que el côté esprit habilitaba la ville corbu como laboratorio de investigación. La segunda, consecuencia de la anterior y prueba de la consistencia de la ville corbu, era que planteaba relaciones con la lógica de la ciudad existente; la ville corbu se incrus-taba en la forma de la ciudad para asimilarla y transformarla. Por eso Le Corbusier apremió a H. Ritter (director de la OPRB) para que enviase a París un técnico con experiencia en Bo-gotá: «Será imposible establecer con seguridad el Plan de Bogotá si no tengo a mi disposición un técnico de la ciudad que conozca las costumbres, el clima, la región, la normativa y todos los aspectos del problema».3 Ocho meses después, Le Corbusier comentó a Wiener y Sert, sus asociados y en-

cargados de la segunda etapa del ordenamiento urbano, el Plan Regulador: «Samper, Salmona y Solomita han comenza-do a trabajar en Bogotá».4

La tercera es que la ville corbu hacía parte de una expe-riencia próxima y existencial de Le Corbusier definida por su insistencia, casi contumacia, en realizar un ensemble entre el saber propio de la disciplina y la realidad externa; por eso se trataba de una experiencia continua e inconclusa. La ville cor-bu era una sinfonía arquitectónica, una unidad creada a partir de experiencias tan diversas como el trabajo en planes y teo-rías urbanas (la ciudad contemporánea, la Ville Radieuse, el Plan Voisin y los tres establecimientos humanos), proyectos para centros cívicos, el uso de la grilla CIAM de urbanismo como «instrumento para pensar» y el relato de sus viajes. Chandigarh y la sede para las Naciones Unidas en Nue-va York se destacaban del elenco de la experiencia de Le Corbusier porque fueron proyectos que prácticamente se empezaron a construir al mismo tiempo que se planteaba la ville corbu en Bogotá, de modo que la concreción en la India y Estados Unidos enriqueció el procedimiento bogotano. En abril de 1953, Le Corbusier escribió a Zuleta Ángel:

Actualmente construyo en India un verdadero milagro de ar-quitectura moderna [...] He hecho un palacio del cual todo el mundo habla y genera sorpresa y adhesión. Estaré muy agra-decido, querido amigo, si usted pudiera en virtud de nuestro contacto amistoso, ayudar a que en mi madurez se me en-cargue hacer el Centro Cívico de Bogotá, con el objeto que la edificación de los edificios refleje mi concepción urbanística.5

En efecto, en el Centro Cívico y desde 1951, se había previsto localizar al nouveau Palais de Justice en el costado norte de

la plaza de Bolívar. En septiembre de 1952, Le Corbusier pro-puso a Wiener y Sert emplazar allí el proyecto de la asamblea que elaboró para Chandigarh. La respuesta de Wiener fue: «Recibí de su despacho una copia del Capitolio de Chandi-garh, quizás fue enviada por error y lo que en realidad usted quería enviar era el plan del centro de Bogotá. No hemos re-cibido nada al respecto de su parte».6 El distanciamiento de Wiener y Sert del procedimiento proyectual de la ville corbu era inversamente proporcional al interés de Le Corbusier por relacionar la experiencia de Chandigarh con Bogotá.

***Es en la propuesta para el sector del Centro Cívico donde se puede observar claramente el ensemble como procedimiento proyectual de la ville corbu: composición de una estructura formalizada en estratos o escenarios sucesivos que constituye una unidad de análisis y de proyecto urbano y arquitectónico.

Le Corbusier, primer croquis de para el «grand immeuble» del Centro Admi-nistrativo de Bogotá (CAB), en la conferencia en el Teatro Colón, 20 de junio de 1947. © Proa.

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225Bogotá es una ciudad corbu | Fernando Arias Lemos

Las escenas del Centro Cívico se podrían describir con la técnica de la Commedia dell’ Arte, un declic utilizado por Le Corbusier para presentar de manera eficiente una imagen vi-sual: «a medida que cada personaje iba entrando en escena, se deducía inmediatamente su carácter por su indumentaria y su porte y se sabía que expresaría tal o cual sentimiento. La imagen visual ahorraba muchas explicaciones tediosas e impri-mía una gran rapidez a la acción».7 La arquitectura del Centro Cívico, como los personajes de la Comedia dell’ Arte, se com-prendía por su carácter y el orden y disposición en la escena. Se destaca el declic como momento asociativo del pro-cedimiento proyectual. El declic8 es inductivo, hace fluir la corriente de la singularidad hacia los aspectos más genera-les del procedimiento. En palabras de Le Corbusier, el declic era el momento en que ocurrían filiaciones o afinidades; era la ocasión para enunciar relaciones proporcionales, analo-gías, variaciones y transformaciones, cuyo resultado era la delimitación de la heterotopía. Por eso la ville corbu era un lugar inédito dentro de uno real. La descripción de Nueva York, por ejemplo, pasaba por un declic. Le Corbusier observó que el cine, el jazz o el grand immeuble eran partes equivalentes de la civilisa-tion machiniste. El hot jazz de L. Armstrong era «la melodía del alma unida al ritmo de la mecánica»9 y se analogaba a la arquitectura de Nueva York porque ambas reflejaban una época innovadora de construcción incesante que inundaba al mundo y cambiaba los hábitos (auditivos o urbanos), am-bas escribían la página siguiente a la de los conservatorios y a la de la escuela Beaux Arts. Y para entender el jazz había que oírlo «en el clamor de los rascacielos y los subterráneos ruidosos […] El jazz, como el grand immeuble, es un acontecimiento y no una obra con-cebida. Son las fuerzas presentes [...] Manhattan es un hot jazz de piedra y de acero [...] fundaciones de catedrales so-noras que ya se erigen».10 Dieciséis años después, en una escala en Nueva York, de regreso a París desde Bogotá, escribió en su cahier: «el hot jazz existe cuando usted se divierte y sueña».11

Volviendo a la descripción de las escenas del Centro Cí-vico, en la primera se encontraban el grand immeuble de los

ministerios, el de los sindicatos y el edificio para la Alcaldía, en el marco de la plaza de Bolívar. En un plano retirado, tres immeubles para oficinas se dis-ponían sobre la carrera 7.ª; las torres orientadas en sentido oriente-occidente y un basamento continuo de soporte daba fachada al costado norte de la plaza de Bolívar. En el área para usos diversos en edificaciones bajas (museos, galerías comer-ciales, bares, etc.), la nueva Broadway que se extendía entre la plaza de Bolívar y la calle 26 y entre las carreras 7.ª y 10.ª, se localizaban cinco immeubles para oficinas adicionales. Aparecía luego la escena de la arquitectura del área re-sidencial del Centro Cívico: 24 unités, edificios prismáticos de planta longitudinal orientados en sentido norte-sur, de los cuales cinco se localizaban en el piedemonte de los cerros

orientales; 17, al occidente, entre la carrera 10.ª y la avenida Caracas y dos, en la calle 6.ª, junto a cuatro edificios à redent. La siguiente escena era la de las áreas libres, un tapis urbain que conformaba el espacio público urbano e incluía a la explanada extendida que servía de base a la composi-ción del sistema de circulaciones del Centro Cívico. También incorporaba las áreas peatonales, los jardines y el plan vial que enmarcaba la actuación. Otra escena estaba formada por los elementos de la ciu-dad existente, los que permanecían junto con el trazado y el recinto a lo largo de la carrera 7.ª, el foro en que ocurría el ritual constitutivo de la ciudad. Aquí también se encontraban las nueve manzanas arqueológicas (la plaza de Bolívar, la Catedral, el Capitolio, etc.).

Le Corbusier, Plan Piloto para Bogotá, BOG 4220 – Centro Cívico, «Circular», 30 de junio de 1950. © Archivo Pizano (original borroso).

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226 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

Finalmente se encontraban el marco geográfico de los cerros orientales, las inmutables montañas coloreadas por Le Corbusier con una emotiva paleta (croquis 332).

***El área de Manhattan en Nueva York y el Centro Cívico de la ville corbu bogotana establecían afinidades electivas por su carácter de laboratorio de experimentación de arquitectura y ciudad moderna. Sin embargo, la proximidad generaba tanto críticas como el reconocimiento de lecciones aprendidas en Nueva York y aplicadas en Bogotá. Las diferencias con Nueva York estaban expuestas en una publicación (inacabada) sobre su experiencia en Bogotá, titu-lada Delivrance o el fin de un mundo.12 Una clave más segura aparece en Misé au point,13 donde Le Corbusier escribió:

«En Bogotá, en 1950, tuve la sensación de una página que pasaba […] una importante página de la historia de la huma-nidad [...] el fin de un mundo inminente e inmanente [...] la historia de la vida del hombre antes de la máquina [Bogotá]

y, en la otra página, la historia en la que la máquina ha des-pedazado y destrozado la vida [Nueva York]».14

Volver la página (del libro de la historia de la ciudad y de la arquitectura), significaba la composición de acontecimientos vivos, presentes, aprehendidos con la técnica del proyecto arquitectónico; pasar la página implicaba el abandono de ideas preconcebidas y reglas apriorísticas para la composi-ción. Es decir que la ville corbu pretendía corregir los efectos negativos de la civilisation machiniste neoyorquina, pues en Bogotá se propuso una lógica de proyecto distinta a la de la capital de la iniciativa y del enriquecimiento privado; la construcción de la ville corbu no representaba un negocio. Sin embargo, la construcción de la ciudad moderna era la ocasión para un negocio, tanto para la burguesía bogotana como para la neoyorquina o la parisina. J. Verne, en su no-vela París en el siglo XX (1865), se pregunta por las causas del crecimiento urbano: «¿Acaso no se habían inventado en el siglo XIX las sociedades inmobiliarias, las sucursales de

Le Corbusier, planos en borrador del Centro Cívico, 1.ª etapa de realización - circular, junio de 1950. Informe final, Elaboration du Plan Régulateur de Bogotá. Etablissement du Plan Directeur. © FLC H3-4-363.

Le Corbusier, Carnets 2, D 16’–203: Fin de un mundo, febrero de 1950. © FLC.

Le Corbusier, vista de Nueva York en Cuando las catedrales eran blancas (1938). © FLC.

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227Bogotá es una ciudad corbu | Fernando Arias Lemos

empresas y el crédito hipotecario cuando se quiso rehacer una Francia nueva y un nuevo París?».15

Si en su origen Nueva York fue una ciudad fantástica fun-dada sobre el mito de edificios de «trescientos metros de altura, de piedra, hierro y vidrio, de pie en el cielo magnífica-mente azul [que] constituyen un acontecimiento nuevo en la historia humana»,16 ahora la impresión quedaba anulada por el engaño del aspecto y la figuratividad de las edificaciones, «una imagen de brutalidad y salvajismo […] desorden, furia sin arte [...] Los rascacielos de Nueva York son pequeños y demasiado numerosos [...] son de piedra, no de vidrio [...] canteras colgadas con ganchos en su estructura de acero, canteras suspendidas en el vacío».17

Si bien para Le Corbusier los motivos originales de los rascacielos norteamericanos permanecían como arquetipos que potenciaban relaciones paradigmáticas en el procedi-miento proyectual («la leyenda de la torre de Babel [...] nue-vas catedrales blancas sobre Manhattan [...] templo del nue-vo mundo […] la hora de la arquitectura»),18 ahora la trans-formación y la creación de nueva arquitectura se agotaba rápidamente. La torre y el faro norteamericanos alejaron la posibilidad de crear una ciudad con la que el habitante se identificase: anularon el exterior y lo público. El rascacielos instauraba un orden individual, privado, que existía por sí y para sí, capaz de contener una ciudad por dentro y aislar cada edificio del predio que ocupaba, de los demás predios y edificios de la manzana y de las otras manzanas. La especulación inmobiliaria era la melodía de la realidad urbana del rascacielos; su principal objetivo era multiplicarse buscando la máxima rentabilidad del suelo. Los rascacielos semejaban balcones de observación de la escena del de-bate arquitectónico y del planeamiento que los distanciaba del grand immeuble racional: «Apreciemos la diferencia que separa la ejecución audaz pero paradójica de Nueva York, de una concepción racional donde el conjunto ha determi-nado las relaciones recíprocas de los elementos indispensa-bles».19 Muchos años después, Koolhaas hizo eco de la crítica corbusieriana: «Manhattan se convirtió en un archipiélago seco de manzanas».20 Se debe recordar que en el midtown

de Manhattan se localizan edificios como la Lever House (Bunshaft y SOM), el Seagram Building (Mies) o el Museo Guggenheim (Wright), todos conocidos por Le Corbusier y construidos antes que los del Distrito Financiero en el down-town. En una anotación del cahier Le Corbusier confirmó: «N.Y. El centro de Wall Street es romántico pero inadmisible, provisional, inestabilidad intolerable por ahora. He encontra-do el lugar de la Ville Radieuse, entre las calles 42 y 47 [em-plazamiento de las NN. UU.]; es lo opuesto, la victoria sobre el caos disipado».21

La sede para las Naciones Unidas fue el único proyecto afín a Le Corbusier, a pesar de acusar a su constructor (W. K. Harrison) de robo y plagio de sus ideas. Era «apasionante aunque le falta côté esprit […] sufre de ciertas fallas técnicas

que pueden tener consecuencias sobre el futuro de la arqui-tectura moderna. En efecto, si no funciona se dirá: “¡Esto es moderno!”» En su cahier, anotó: «En medio del horror de una Nueva York erizada, el edificio de las Naciones Unidas apor-ta su arquitectura de la Ville Radieuse. ¡La Ville Radieuse es la palabra que lo dice todo!»22

Por tanto, no resultó casual que Le Corbusier caracteriza-ra el proyecto del grand immeuble para Bogotá como una:

propuesta similar a la de las Naciones Unidas, actualmen-te en su etapa de finalización sobre el East River en Nueva York, que alberga las oficinas de la Secretaría General. No-sotros hicimos parte decisiva en la elaboración de los planos de este edificio en 1946-1947 y tuvimos la oportunidad de impulsar al más alto grado de perfección los recursos de la técnica moderna en materia de oficinas.23

Le Corbusier, Carnets 2, D 15–52, 1950. © FLC.

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228 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

En septiembre de 1953, Le Corbusier escribió a Zuleta Ángel: «Ahora en Bogotá hay una civilización precisamente moderna, de influencia americana (esto es, con intensidad, rapidez y pre-cisión), y el plan se puede emprender con toda seguridad».24 En el croquis del Centro Cívico de la ville corbu realizado en marzo de 1950, Le Corbusier designó la carrera 9.ª como Broadway; Bogotá se relacionaba con Nueva York a través de la acogedora calle moderna y la afinidad bastaba para definir el carácter de la vía y confiar en que modificaría los hábitos y costumbres en el uso del área central bogotana. Broadway, como Montmartre, era el lugar público de la actividad central donde se encontraban:

las luces de la ciudad y la publicidad luminosa […] multitu-des avanzan como una ola [...] marea de mirones o clientes de los cinematógrafos, los burlesque, los teatros. Imperio de la electricidad, dinámica aquí, en estallidos, en deslizamien-tos, en crepitaciones; giratoria luz blanca, azul, roja, verde, amarilla [...] constelaciones a quemarropa, Vía Láctea por la que se ve uno arrastrado [...] queda la fiesta nocturna de los tiempos modernos. Y en Broadway, repartido entre cierta me-lancolía y una viva alegría, ando sin esperanza en busca de un burlesque inteligente en que brotarán cuerpos desnudos de mujeres hermosas.25

Estas impresiones no ocurrían ni en un tiempo ni en un lugar reales, estaban a la escala del espacio público metropolita-no, promenade sometida a una explosión extática, analítica, convertida en senda del flâneur que deambulaba sin finali-dad y sin destino, mezclado con la multitud, disuelto en un espacio que se extendía más allá de su cuerpo. En la ville corbu, la carrera 9.ª-Broadway era una sinéc-doque de la vida y la ciudad modernas, era el escenario en el que se representaba una forma de vida alternativa a la angustiosa y brutal de Nueva York, donde la vida era siempre la misma, sin variación, sin interrupciones ni tropiezos, don-de cada habitante era otro ladrillo en el muro, un elemento necesario de un mecanismo que solo se sosegaba «en la tranquila dejadez de las horas de la madrugada». La ville corbu bien podría ser la puesta en escena del proyecto para una revolución de la vida en Nueva York.

***El grand immeuble representaba la forma de la experiencia de Le Corbusier en la construcción de la ciudad moderna, era una parte estructurante, un elemento permanente que resumía la ville corbu, era su corazón moral y físico y prueba del carácter asociativo del procedimiento proyectual. Nos valdremos de las advertencias corbusierianas (su-perficie, plan-plano y volumen) para describir los elemen-tos componentes y el procedimiento proyectual del grand immeuble. La abstracción de las condiciones particulares de Bogotá (sitio) no impide entender que el proyecto se con-frontaba con una realidad técnica y con la preservación de las actividades jerarquizadas y universales de una capital (diurnas cotidianas, nocturnas, dominicales y ocasionales, los eventos singulares, las fiestas religiosas, las «solennités gouvernementales» y las manifestaciones populares). El objetivo es plantear que el grand immeuble correspon-de a la composición de una unidad arquitectónica racional vista desde la óptica de la experiencia, unidad que condi-cionaba al conjunto urbano, «edificios que reflejen mi con-cepción urbanística».26 En términos de Le Corbusier, era una célula capaz de originar un orden y un crecimiento alternos al del organismo urbano existente. La superficie constituye la pauta para tres elementos componentes del procedimiento proyectual. El primero es la planta, plano de soporte que caracteriza las condiciones distributivas y tipológicas del grand immeuble.

La planta arquitectónica era la regla unitaria que distribuye [...] y fija espacios de acuerdo con las necesidades de orden práctico y el sentido poético del propio arquitecto [… es] un resumen, una tabla analítica de materias [...] contiene una can-tidad enorme de ideas y una intención motriz, el plano es el generador, es la determinación de todo, es una abstracción austera, una algebraización árida para la vista. Es un plano de batalla [...] choque de volúmenes en el espacio. Sin un buen plano, no existe nada, todo es frágil y no dura, todo es pobre.27

El plano registra las variaciones y transformaciones que cons-tituyen la base para ordenar analíticamente, en un ciclo tipo-lógico desarrollado a lo largo de treinta años, el paso de la

planta cruciforme a la cartesiana-heliotérmica y de esta, a la planta lenticular o rectangular. El factor común del ciclo tipo-lógico es la búsqueda de una respuesta a los problemas de origen, la coincidencia entre la función estructural (suprimir los patios y aportar la máxima estabilidad) y las necesidades de uso. Por ejemplo, la isotropía espacial de la planta cruciforme fue corregida con el grand immeuble cartesiano porque «la planta no concordaba con la esencia misma del curso del sol, sobre un eje [...] la forma nueva de la planta es en forma de pata de gallina... para estabilidad e iluminación».28

La condición de la planta corbusieriana fue destacada por Rowe, para quien no había «nada residual, nada que sea pa-sivo, nada que se mueva lentamente». Más adelante agregó que la planta constituye la «razón común [de todo el edificio] con la cual se relacionan todas las partes y [...] genera un sistema al que quedan subordinadas todas las partes».29

El segundo elemento que tiene cualidad de superficie es el cerramiento, que si bien hace parte del subsistema construc-tivo (esqueleto de soporte, redes, etc.), también es objeto de la composición porque aporta la piel de vidrio (pan de verre) y el brise-soleil, relacionados con la luz, la vista y el espacio. El sistema técnico separaba e independizaba (analítica, visual, constructivamente) las funciones de los elementos sustentadores (pilares y vigas), de las funciones de las par-tes sostenidas (muros, tabiques) y de la superficie de cerra-miento; al concentrar el peso de la estructura en los pilares y retirarlos de la línea de fachada, se desvinculaba el revesti-miento de la estructura. Para Rowe, el sistema permite focali-zar el trabajo de composición en la sección del edificio para dar movimiento al espacio vertical (agujereando los suelos), es decir para «cambiar la libertad de la planta por la libertad de la sección [...] documento ilustrativo de una elemental re-gulación matemática».30

Una consecuencia fue que la piel de vidrio permitió in-troducir el máximo de luz dentro de la edificación y separar las funciones de la ventana tradicional (ventilar e iluminar). Le Corbusier argumentó la necesidad de «desvignolizar» la arquitectura al plantear una historia protagonizada por la aventura de la ventana:

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229Bogotá es una ciudad corbu | Fernando Arias Lemos

Le Corbusier, Carnets 2, D 16’–188, marzo de 1950. © FLC. A: El cuadrado o plataforma; B: el prisma o bloque del «grand immeuble» bogotano. Reconstrucción de la planta en tres crujías. © F. Arias.

Vignola no se ocupa de las ventanas, sino del espacio entre-ventanas [pilastra o columna]. Yo desvignolizo: la arquitec-tura significa suelos iluminados [...] la finalidad es sostener los forjados mediante muros que se deben cortar con unas ventanas para iluminar su interior, ingrata y contradictoria constricción [...] las ventanas horizontales, continuas, ven-tanas en longitud. No tienen límite, sin interrupción. [...] Por consiguiente delante de la fachada habrá un panel de vidrio. La fachada es un panel de cristal.31

El primer ensayo del pan de verre fue el «muro neutralizan-te», dos hojas de vidrio entre las que se hacía circular aire para equilibrar las condiciones exteriores. Este diseño fue

corregido con la incorporación del mecanismo de las cáma-ras fotográficas, de modo que el cerramiento en vidrio que-daría preparado para ser «diafragmado a voluntad […] La luz es para mí la base fundamental de la arquitectura. Yo compongo con la luz. La diafragmo [verbo]. Usted deja pa-sar la luz donde quiera».32

Aunque la propuesta nunca se realizó, marcó el principio de la formulación del brise-soleil / brise-pluie que complementó y resolvió la inadecuación técnica de los experimentos pre-vios e introdujo una relación con la aireación, la ventilación y la iluminación naturales. El brise-soleil como sistema pro-tector y de ventilación general para la arquitectura también

ejemplifica el papel de la experiencia en el procedimiento proyectual de la ville corbu. El brise-soleil fue resultado de un prolongado proceso que contó con el estudio de los meca-nismos de defensa tradicionales de la cultura mediterránea ensayados por Le Corbusier: diafragmas de transición entre exterior e interior, generación de corrientes de aire, parasol extenso y profundo, persianas de librillo, etc. El tercer elemento pautado por la superficie es el plano de contacto con el suelo público. La Sala de los Pasos Perdi-dos conformaba el acceso al grand immeuble en una planta baja, liberada de los muros de carga del edificio, en la que quedaban expuestos los pilotes que soportaban la placa de transición de la estructura portante, otra consecuencia del

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230 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

Le Corbusier, registro de las fotos tomadas por Hervé en París, de la maqueta del proyecto del Centro Cívico, 1950 y 1951. © FLC, L1-4-32.

Le Corbusier, proyecto para las Naciones Unidas: vista del conjunto, publicada en UN – Headquarters (1947). © FLC.

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231Bogotá es una ciudad corbu | Fernando Arias Lemos

sistema técnico Dom-Ino. La sala constituía una planta dis-ponible en su totalidad para la circulación y para ver, como un espectáculo entre los pilares o a través de grandes venta-nales, el paisaje exterior (natural, urbano). La sala se prolongaba al exterior con una explanada que establecía un locus, una topografía ideal de contacto y rela-ción entre el grand immeuble y el Centro Cívico. La colum-nata de Bernini en San Pedro recordaba a Le Corbusier esa motivación original, pues constituía la base de la composi-ción del sistema de circulaciones: «todo es circulación [...] una enormidad fundamental [...] que no soporta nada y que, no obstante, alimenta nuestra retina con la forma adorable del cilindro».33 Tanto el hemiciclo como la sala hipóstila cons-tituían unidades para la circulación y la movilidad. Las variaciones del lugar público, exterior, de la expla-nada corbusieriana van desde las composiciones de tra-mas isotrópicas regulares, pasando por explanadas con paseos arbolados, hasta la explanada como una plaza cen-tral (platform) abierta y peatonal. También se propusieron variaciones en el Plan Director para Buenos Aires (1937-1938), cuyo centro de negocios se encontraba en una ex-planada elevada sobre el Río de la Plata; o en Nueva York y Bogotá, donde la explanada englobaba seis y doce man-zanas, respectivamente. En Chandigarh, la explanada tenía la complejidad de un «grand immeuble hacia abajo», que incluía el manejo del terreno con taludes. En el Centro Cívico de la ville corbu bogotana, la expla-nada:

«organiza la circulación de peatones [...] estará a distintos niveles, enlazados por rampas […] Es un espacio que ocupa una extensión de 200 metros y una profundidad, de este a oeste, aproximada de 600 metros. Esta superficie ocupa un plano inclinado que desciende de la montaña» [sic].34

Por otra parte, el volumen del grand immeuble corresponde a una forma vertical apoyada en un basamento donde se dispo-nía la Sala de los Pasos Perdidos, auditorios y salas de confe-rencias. El basamento podía incluir una terraza-jardín junto al techo del auditorio para utilizarse como teatro al aire libre.

La forma vertical pura, «aplomada de abajo a arriba, re-gular, sin recorte ni escalonamiento [...] combinada con las necesidades de estabilidad, de resistencia al viento, [que] tomará una forma característica en el plano»,35 era resultado de una ecuación algebraica: la función entre «la altura y la extensión del suelo disponible»,36 la relación entre dimensio-nes verticales y horizontales. Le Corbusier destacó que el elemento vertical (arquitec-tura) fijaba el sentido de lo horizontal (naturaleza), de modo que esta adquiría vida porque se creaba «el lugar de todas las proporciones, un ángulo recto [...]. Cristalización, fijación del lugar. Este es un lugar donde el hombre se detiene, por-que hay sinfonía total, magnificencia de afinidades».37

La forma vertical, el cuerpo principal del edificio, era ge-nerada por la apilación de una planta estándar y típica de carácter versátil que preveía «todas las posibilidades de va-riación [intercambiabilidad], de modo que se puedan realizar

Le Corbusier, proyecto del Centro Administrativo de Bogotá. Planos realizados para la presentación en el VIII Congreso CIAM, Inglaterra, julio de 1951. © FLC.

Le Corbusier, el Centro Cívico del proyec-to para la reconstrucción de Saint-Dié, Congresos CIAM VII y VIII. CIAM, The Heart of the city, Londres, 1951. © FLC.

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232 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

las modificaciones que se requieran al filo de los años […] una economía de aprovechamiento perfecta».38 Por otra par-te, la contundente vertical se fragmentaba en sección por medio de segmentos separados mediante pisos técnicos en los que se localizaban los equipos mecánicos especiales (como en los proyectos para las NN. UU., Bogotá y Argel), con lo cual se privilegiaba la dirección horizontal. La versatilidad resultaba ser un factor común entre el grand immeuble y la arquitectura del rascacielos comercial norteamericano de finales del siglo XIX y principios del XX; coincidencia que los pone sobre la misma mesa del labora-torio de experimentación y desarrollo de los elementos com-ponentes que formaron el tipo edilicio.

***La aproximación analítica al proyecto de la ville corbu per-mite situarse en una perspectiva que destaca temas y pro-blemas de arquitectura y ciudad aún vigentes. La ville corbu constituyó la base de un procedimiento proyectual en el que reverbera la experiencia de Le Corbusier en la disciplina y

en el control de sus principios autónomos como forma de conocimiento y motor de las transformaciones de la realidad bogotana. Este hecho lo alejó de la fantasmal tabula rasa porque le permitió instalar a Bogotá en la lógica formal universal de la tradición de la planificación urbana y correspondió con el esfuerzo por superar la temporalidad y provisionalidad de la coyuntural arquitectura de los tiempos modernos. La ville corbu no constituye un procedimiento apriorístico; la experiencia de Le Corbusier formalizó el conocimiento en el proyecto, de modo que su principio lógico formal no pue-de ser comprendido sino en la ville corbu. La ville corbu desafió el crecimiento natural, la inercia de la ciudad, porque proyectó una ficción verdadera que con-tradecía la ilusión del espacio real, expuesta en la asonada del 9 de abril de 1948. La ville corbu formalizaba otro espa-cio real que se oponía al desorden, a la descomposición y a la confusión del espacio urbano. Y confió en comprometer en su realización la voluntad, tanto de la ciudad como de la so-ciedad bogotana a lo largo de los siguientes cincuenta años,

condición aprovechada para presentar el plan de ordena-miento como producto de un gobierno progresista dispuesto a mantenerse en el poder. La ville corbu era una forma urbana abierta y continua, atenta a responder las necesidades de la ciudad «sin rup-tura y sin abandono», como escribió Le Corbusier; un lugar construido con las técnicas de la arquitectura y el urbanismo: «una arquitectura potente, de presupuestos modestos, en la que el espíritu se expresará por medio del hormigón armado, de la proporción y de una alianza perfecta con el paisaje».39

Le Corbusier, «Bogotá, Plan Regulador, Wiener y Sert (L. C., Consultor), proyecto L. C. / Centro Administrativo, Formas de las nuevas construcciones del centro» FLC R2-15-15. © FLC.

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233Bogotá es una ciudad corbu | Fernando Arias Lemos

Fernando Arias: arquitecto por la Universidad de los Andes (1988) y doctor en Proyecto Arquitectónico por la Universidad Politécnica de Cataluña, España (2006). Profesor asociado de la Universidad Nacional. Trabaja en la maestría, el doctorado y el pregrado en Arquitectura. Pertenece al grupo de investigación Proyecto y Arquitectura, código Colciencias 0061523, categoría A1. Tesis doctoral: Le Corbusier en Bogotá. El pro-yecto del «grand immeuble» para el Centro Cívico, 1949-1950, dirigida por Rogelio Salmona. Obtuvo la mención cum laude. Publicaciones: 2008: Le Corbusier en Bogotá. El proyecto del «grand immeuble», CIDAR, UN.; «El proyecto del grand immeuble de Le Corbusier en Bogotá», en: revista DPA Departamento de Proyectos Arquitectónicos, UPC, Barcelona, pp. 67-79. En colaboración, traducción La macchina di progetto (La máquina de proyecto), CIDAR, UN. «Arquitectura muy urbana» en: El inicio de la metrópoli. Bogotá años 50. CIDAR UN, pp. 67-79. 2006: Finalización de textos Ciudad aparte. Proyecto y realidad en la Ciudad Universitaria de Bogotá, CORTÉS, Rodrigo, et alter, Panamericana.

1 «Je connais votre ville comme si j’y étais né [...] Bogota c’est un peu une ville corbu [...] corbu est un peu Bogotien», carta de Le Corbusier a Zuleta Ángel, 19 de septiembre de 1953 (FLC H3-4-513).

2 Le Corbusier, Vers una architecture, Crès, París, 1924. Trad. Esp. Cast. Apóstrofe, Barcelona, 1998, p. 48.

3 Carta de Le Corbusier a H. Ritter, 10 de junio de 1949 (FLC H3-4-200).4 Carta de Le Corbusier a Wiener y Sert, 16 de marzo de 1950 (FLC H3-4-

139).5 Carta de Le Corbusier a Zuleta Ángel, 23 de marzo de 1953. El subraya-

do es nuestro (FLC H3-4-511).6 FLC, Carta de Wiener a Le Corbusier, septiembre de 1952.7 J. Tyrwhitt, Josep Lluís Sert, Ernesto Rogers (Ed.), El corazón de la

ciudad: por una vida más humana de la comunidad, Hoepli S. L., Barce-lona, 1955, p. 52.

8 Sustantivo que designa el ruido (clic) que se produce al accionar el botón que enciende una máquina. Le Corbusier, «D’un tableau à un gratte-ciel», en Le Modulor: essai sur une mesure harmonique à l’échelle humaine aplicable universellement á l’architecture et à la mécanique, L’Architecture d’Aujourd’hui, Collection ASCORAL, Boulogne, 1950, p. 216-218.

9 Le Corbusier, Quand les cathédrales étaient blanches: voyage aux pays des timides, Plon, París, 1937. Trad. Esp. Poseidón, Buenos Aires, 1958, p. 220.

10 Ídem. pp. 221, 224. 11 Carnets, Vol. II, Carnet 20, Bogotá, mayo de 1951, fig. 443.12 Aunque aparece en francés en su cahier, deliverance es un anglicismo

que significa entregar, llevar o transportar; también significa rescatar, salvar o liberar, además de dirigirse a un lugar. Otra acepción es parto o alumbramiento.

13 Texto incluido en el libro de Ivan Zacnic, The final testament of Père Corbu. A translation and interpretation of «Mise au point», Yale University Press, New Haven, 1997.

14 Ídem., p. 87. 15 Julio Verne, París en el siglo XX [1865], Planeta, Barcelona, 1955.16 Le Corbusier, Quand les cathédrales étaient blanches, óp. cit., p. 87. 17 Ib. pp. 60, 100. 18 Ib.19 Ib. p. 111. 20 Rem Koolhaas, Delirio de Nueva York: un manifiesto retroactivo para

Manhattan, Gustavo Gili, Barcelona 2004, p. 97.21 Le Corbusier, Carnets II, D16’’, Nueva York, septiembre, 1950, fig. 232. 22 Carnets. Vol. II, Carnet 215, Bogotá, agosto-septiembre de 1950, fig. 52. 23 Le Corbusier, Elaboration du Plan Régulateur de Bogotá. Etablissement

du Plan Directeur, pp. 34-35.24 Carta de Le Corbusier a Zuleta Ángel, 19 de septiembre de 1953 (FLC

H3-4-513).25 Le Corbusier, Quand les cathédrales étaient blanches, óp. cit., p. 114.26. Le Corbusier, Elaboration du Plan Régulateur de Bogotá, óp. cit.27. Le Corbusier, Vers une architecture, óp. cit., pp. 36, 145.28. Le Corbusier, Pierre Jeanneret, Œuvre Complète 1934-1938, Publié par

Max Bill architecte, Dr. H. Girsberger, Zúrich, 1938.29. Colin Rowe, Manierismo y arquitectura moderna y otros ensayos, Gusta-

vo Gili, Barcelona, 1978, pp. 19, 91.30. Ídem., p. 18. 31. Le Corbusier, Précisions sur un état présent de l’Architecture et

l’Urbanisme, Crès, París, 1930. Trad. Esp. Poseidón, Barcelona, 1979, pp. 69-74.

32. Ídem., p. 154. 33. Ídem., p. 150.34. Le Corbusier, Elaboration du Plan Régulateur de Bogotá, óp. cit., p. 32.35. Le Corbusier, Quand les cathédrales étaient blanches, óp. cit., p. 83-84. 36. Ídem, p. 90. 37. Ídem, p. 98. 38. Ídem, p. 90.39. Carta de Le Corbusier a Zuleta Ángel, 19 de septiembre de 1953 (FLC

H3-4-513).

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234 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

El Centro Cívico del Plan Director de Bogotá: dos ideas de ciudad moderna en un solo planCarlos Eduardo Hernández Rodríguez

En 1933, a bordo del buque Patris II, en ruta Marsella-Atenas, en el Mediterráneo, se redactó el borrador de lo que luego sería el manifiesto más importante del urbanismo moderno: la Carta de Atenas, resumen del IV CIAM,1 publicado por pri-mera vez en 1942 y atribuido en gran parte a Le Corbusier. En los siguientes años, sería la «carta de navegación» de la «ciudad funcional», al abordar los problemas de las ciuda-des a través de los principios del movimiento moderno:

El IV Congreso CIAM, celebrado en Atenas, ha hecho suyo el postulado siguiente: el sol, la vegetación y el espacio son las tres materias primas del urbanismo. La adhesión a este postulado permite juzgar las cosas existentes y apreciar las proposiciones nuevas desde un punto de vista verdadera-mente humano.2

Las sistemáticas «observaciones y exigencias»3 que identi-ficaron las conexiones entre la ciudad y su región, la habita-ción, el esparcimiento, el trabajo, la circulación y el patrimonio histórico de las ciudades, son los puntos de partida para el análisis de la ciudad existente y de las nuevas propuestas para las urbes, como parte integral de los planes modernos de este periodo, cuya síntesis será expuesta desde los CIAM. En este proceso, la aparición y evolución del Centro Cí-vico como componente de los planes modernos se conver-tirá, con el paso de los años, en uno de los puntos centrales del urbanismo modeno en la ciudad, tema que evoluciona en primera instancia conectado con los planteamientos de los CIAM de preguerra y en cabeza del propio Le Corbusier, para luego ser progresivamente replanteado bajo la influen-cia progresiva de la crítica, que se posiciona en los CIAM de posguerra y que obliga a revisar los postulados del movi-

miento moderno. En esta segunda etapa se insistirá en el re-conocimiento del ser humano y de una ciudad más humana, como avance del enfoque meramente funcional, situación que retomó la discusión sobre algunos valores preexistentes en la ciudad y colocó en primera plana conceptos abolidos por el propio discurso moderno como la calle o la plaza tradi-cional, que nuevamente cobraron vigencia como parte de las estrategias implementadas, para superar los planteamientos realizados en los años anteriores. Es aquí, en este encuentro de posiciones sobre la forma de pensar la ciudad, donde el plan de Bogotá encontrará su mayor importancia en la histo-ria de los planes modernos en Latinoamérica.

Colombia, Le Corbusier y la aparición de las ideas modernas para Bogotá

En Latinoamérica, gran parte de las discusiones atribuidas al movimiento moderno han de llegar primero por intermedio de las corrientes académicas, con el registro y difusión de los procesos acontecidos especialmente en Europa y las ideas que se despliegan como consecuencia de la aparición de los manifiestos modernos, como la Carta de Atenas o Can our Cities Survive?,4 libro escrito por Josep Lluís Sert, donde también se registran las reflexiones del IV CIAM y a cuyo texto se le atribuye ser la introducción oficial de las ideas del mo-vimiento moderno en Norteamérica. En este contexto, algunos dirigentes de ciudades latinoa-mericanas acogieron la propuesta de la doctrina moderna y convirtieron las ciudades en lugares de experimentación y concreción de este ideal, a manera de laboratorios urbanos,

en una época donde se destacan las ciudades primordial-mente por el rápido cambio, crecimiento y transformación. En Colombia, el urbanismo y las ideas del movimiento mo-derno llegan formalmente a mediados de los años cuarenta del siglo XX, con los planes para varias ciudades colombia-nas y en manos de sus mayores exponentes: Le Corbusier, Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener. Para este momento, ya se habrán registrado más de treinta años de evolución de las ideas proclamadas por el nuevo urbanismo en Europa, acompañadas por una serie de intervenciones en varias ciu-dades de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica. Bogotá decide incorporarse a las ciudades que acogen dichas ideas con la intervención de Le Corbusier, quien acepta dirigir el plan después de haber perdido el encargo para el diseño y construcción del edificio de las Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York. Es así como el plan de Bogotá se convertirá en la oportunidad de consignar en una capital latinoamericana las ideas sobre una ciudad legítima-mente moderna. Conversaciones paralelas entre Le Corbusier y la firma Town Planning Associates, en cabeza de Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener (dupla de arquitectos que representa los postulados de los CIAM y que se encuentran en Colombia elaborando planes para la ciudades de Tumaco, Cali y Me-dellín desde 1946) permiten pensar en un equipo de gran nivel para acometer la tarea establecida. La participación de Sert y Wiener se concreta y el «Plan Director de Bogotá» co-mienza a operar en tres fases. La primera fase, de análisis y recopilación de información, es encargada a la nueva oficina llamada «Oficina del Plan Regulador», manejada desde Bo-gotá por arquitectos de la Administración; la segunda fase,

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235El Centro Cívico del Plan Director de Bogotá | Carlos Eduardo Hernández

denominada Plan Piloto, se encarga de desarrollar las ideas fundamentales del plan y su dirección es asumida por Le Corbusier; y la tercera fase, denominada Plan Regulador, es asignada a Sert y Wiener, y consiste en el desarrollo a pleni-tud las ideas del Plan Piloto para aplicarlas en cada contexto particular de la ciudad. Acompaña el desarrollo del plan una serie de reuniones, visitas y correos entre las oficinas de Le Corbusier, en París (con arquitectos colombianos como Germán Samper, Reinal-do Valencia y Rogelio Salmona), Sert y Wiener en su oficina de Nueva York (trabajando paralelamente en propuestas para Cali, Medellín e incluso conversaciones con Barranquilla) y la oficina de Bogotá, dirigida por Carlos Arbeláez (donde se construyen los insumos de análisis para alimentar a las ofici-nas de París y Nueva York). Con este acuerdo de trabajo se gesta una propuesta para la ciudad, que es consignada en el

Informe del Plan Piloto y que es acompañada por 37 planos de análisis que esgrimen la propuesta de la Bogotá moderna. «El día 16 de junio de 1947, pisa por primera vez suelo bogotano, lo que hará en cinco oportunidades».5 Dicta dos conferencias en el Teatro Colón, denominadas El urbanismo como supremo ordenador social y Caracteres mundiales y regionales de la arquitectura moderna. Por primera vez, Le Corbusier toma contacto con Colombia y es recibido por el alcalde de la ciudad, Fernando Mazuera, y una «multitud de jóvenes arquitectos colombianos unidos al grito de ¡abajo la academia!»,6 como crítica a la formación academicista y apoyo a las nuevas ideas modernas encabezadas por el pro-pio Le Corbusier. La entrega oficial del Plan Piloto la realiza Le Corbusier en su tercera visita a Bogotá, en el año de 1950, en los meses de agosto y septiembre, ante las autoridades de la ciudad. El

informe del plan se presenta en los términos acordados, con unos capítulos muy definidos: una introducción, que desarro-lla los problemas de la ciudad y presenta la solución dada a través de este plan moderno, así como los capítulos que esbo-zan un plan regional, un plan metropolitano, un plan urbano, un plan del Centro Cívico y las conclusiones finales del plan. Como la gran mayoría de los planes de esta época, el plan de Bogotá desarrolla la estrategia para entender la ciudad a partir de una mirada amplia, que se enfoca en reflexionar sobre la ciudad en su conexión con la región, situación que involucra un detenido proceso de comprensión de un mundo que se mueve por las nuevas técnicas, la industria, el auto-móvil, el avión y las comunicaciones, para luego pasar por la escala metropolitana cuyo desarrollo plantea, entre otros temas, una propuesta funcional dentro de un manejo de den-sidades poblacionales en el territorio, «...fijando de un modo

Le Corbusier, proyecto para el Centro Cívico en el Plan Piloto (1950). Se muestran las unidades de habitación y los edificios del poder político, administrativo y religioso que se disponen en el espacio natural conceptualizado para disolver la calle corredor. © C. Hernández.

Le Corbusier, proyecto para el Centro Cívico en el Plan Piloto (1950). © C. Hernández.

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236 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

racional los lugares de habitación y los lugares de trabajo, las funciones de la circulación aparecen con notoriedad»,7 así como también se desarrolla un plan urbano, cuyo gran avan-ce frente a otros es el desarrollo del concepto de la «regla de las 7V» y del «sector», desarrollo que se enfoca en estruc-turar y desglosar un sistema vial jerarquizado que comienza por las vías de unión con la región, hasta llegar a las vías pea-tonales que alimentan los nuevos denominados «sectores». El sector como teoría se enfocará en dividir a Bogotá en va-rias partes, capaces de contener una comunidad que pueda soportar un «núcleo» donde se hallarán equipamientos como la escuela, la iglesia y otros lugares de reunión de la comuni-dad, enmarcados en una lógica ambiental de la Sabana don-de se involucran los cerros, los ríos, humedales y quebradas que articulan el sistema verde de la misma, reivindicando la noción de comunidad en la ciudad y acercándose, en otra escala, al desarrollo del Centro Cívico.

El Centro Cívico de Bogotá: el espacio de la arquitectura moderna o la reivindicación de la historia

En el desarrollo del Plan Piloto de Bogotá, un capítulo de singular importancia será el Centro Cívico, componente del plan que revelará con mayor detalle la apuesta de la ciudad imaginada por Le Corbusier y soportada esencialmente en la Carta de Atenas y en la doctrina que construye los destinos de los primeros CIAM. Aquí, la ciudad funcional moderna co-mienza a develarse desde los primeros bocetos realizados y busca fortalecer en el lugar más consolidado de la ciudad la apuesta por una ciudad enriquecida por los nuevos idea-les. La separación del vehículo del peatón, la aparición de los nuevos edificios de vivienda insertados en un vacío que se genera para incorporar la naturaleza, el aire y el sol en la ciudad, reemplazarían las tradicionales manzanas histó-ricas del centro bogotano, en estricta consonancia con los diagnósticos previos y consecuente con el discurso de abo-lición de la calle-corredor construido años atrás. «Las cons-trucciones levantadas a lo largo de las vías de comunicación y en las proximidades de los cruces son perjudiciales para

la habitabilidad: ruidos, polvo y gases nocivos».8 El espacio logrado, donde la arquitectura se posiciona como objeto y monumento a la vez, explica el destino principal del Centro Cívico, evidencia temprana de una ciudad que no se definirá solamente por las cuatro funciones y que desarrollla en este un Centro Cívico monumental como una apuesta por otorgar una condición más humana en la ciudad, centrada en la fu-sión entre las artes y la arquitectura. Le Corbusier tratará este tema en el CIAM VIII de 1951, «El corazón de la ciudad», realizado en Hoddesdon, con un artículo para el libro que acompaña este CIAM y que es preparado por Sert en compañía de Jaqueline Tyrwhitt y Er-nesto N. Rogers, con anticipación al congreso. El artículo de Le Corbusier es llamado originalmente The Relationship of the Plastic Arts at the Core y renombrado por Sert como The Core as a Meeting Place of the Arts.9 En dicho artículo, Le Corbusier reflexiona sobre el core e inicia con una propuesta de combinación entre los dos títulos, llamada «El core, con-siderado como un lugar para la expresión de la vida», en la cual se reflexiona sobre estos nuevos centros como luga-res del teatro espontáneo, donde discurren la creatividad, la inspiración y la vida. El recorrido realizado inicia con un recuento de sus viajes a Brasil, la reconstrucción de Francia, la escala humana y los ejemplos como el proyecto de las Naciones Unidas, la Unidad de Habitación de Marsella, «Los múltiples cores de una ciudad, Chandigarh»,10 para terminar con una conclusión: «El core es un lugar para la expresión de la vida humana». En Bogotá, es en esta noción de lugar para la expresión de la vida humana donde se enmarcará la propuesta del Centro Cívico del Plan Piloto y es allí donde se develan las últimas discusiones sobre la vivienda vertical y la liberación del suelo como revelación del descubrimiento de la naturaleza por la ciudad. En este manto verde flotan unidades de habitación, desarrolladas en otras latitudes, que reafirman la condición de la disolución de la calle-corredor y la plaza como una de las estrategias para involucrar el ideal moderno en la ciudad, en clara consonancia con las discusiones de la «ciudad fun-cional» de los CIAM de preguerra, a propósito de la jornada solar, el habitar, el trabajar, la recreación y la circulación. Es-

tas acciones están acompañadas de un discurso que busca aglutinar los tres poderes más representativos de la ciudad relativos a la religión, al gobierno, al municipio y a los ciuda-danos en una redefinida plaza de Bolívar, que se enmarcará en una clara afinidad por destacar la monumentalidad de la arquitectura en el centro de la ciudad. Así, la plaza de Bolívar, elemento de primer orden en el Centro Cívico, se acompaña de los edificios del Palacio pre-sidencial, así como del palacio de los ministerios, el palacio municipal, el de los sindicatos, la Catedral, el Parlamento y un cierto número de calles y de edificios históricos que se mencionan reunidos y conformando el espíritu de la ciudad. El espacio de los bogotanos del centro, que había sido construido por una disposición de vacíos y llenos, provistos de una escala y un valor arquitectónico que reafirmaban la historia de la ciudad, es remplazado por una nueva noción de monumentalidad que atiende en principio a la idea del valor del edificio como monumento, en relación con un entorno na-tural donde primará la disposición frente al sol, a la geografía y donde la noción histórica de calle y plaza será reempla-zada por un vacío que reinvierte la condición espacial de la ciudad, privilegiando al edificio como monumento y al vacío como elemento de soporte natural y vial. La montaña es observada como una reserva paisajística y se plantea la restricción de las alturas en el piedemonte para asegurar su silueta; se conserva la Catedral y su contexto inmediato y enfrente de ellas se propone el edificio de los ministerios en 15 pisos y el edificio municipal, que enfrenta a la Catedral y que termina de conformar a la plaza cívica que duplica el espacio existente. Alrededor de este complejo se generan unidades de vi-vienda en altas densidades que son resueltas en altura y que garantizan la presencia de la vivienda en un vacío colmado de vegetación. Estas viviendas en altura recogen las reflexiones desde la Unidad de Habitación11 y el edificio lineal, caracterís-ticos en las propuestas de Le Corbusier de los años cuarenta. Es así como en el Centro Cívico del Plan Piloto se retoman los elementos tradicionales de la cultura de los primeros pla-nes modernos y se destaca la «quinta función urbana», fun-ción que no es clara en los primeros CIAM y que se menciona

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desde el Congreso de Bérgamo, en 1948, atendiendo a las ya numerables disidencias que abogaban por un cambio de dirección en la conducción de la «ciudad funcional».

Los CIAM de posguerra y el cambio de postura en el Plan Regulador

Paralelo a estos años de trabajo en Bogotá, discurre el CIAM de Bérgamo, en 1948, donde arquitectos holandeses sugi-rieron la idea del Centro Cívico como tema para un nuevo congreso. Sert defiende la idea y la traduce en El corazón de la ciudad como una manera de ir más allá de las ideas del Centro Cívico, en el logro de una ciudad más humana donde se conjugan las expresiones y sentimientos humanos. En el CIAM de Hoddesdon, en 1951, Sert formuló su crítica al funcionalismo ortodoxo y planteó mantenerse en búsque-da de una «arquitectura más completa»:

La necesidad de lo superfluo es tan vieja como la humani-dad. Ya es hora de reconocerlo abiertamente y acabar con las engañosas actitudes que intentan buscar una justifica-ción funcional a elementos que resultan francamente super-fluos si se los juzga según los rígidos parámetros arquitec-tónicos de los años veinte. Esto no significa que los edificios no deban ser funcionales. Deben serlo, tanto como siempre hemos pretendido.12

La creación de un centro físico para el hombre y desde el hombre, retomará la noción de la calle y de la plaza como ejemplos para consolidar el conjunto moderno. La necesi-dad de estos elementos se tornará fundamental dentro de las ciudades, pues es allí donde se desarrolla la vida de la colectividad y las actividades humanas sensibles. La función social de los nuevos centros o núcleos co-munitarios consiste fundamentalmente en unir a la gente y facilitar los contactos directos y el intercambio de ideas que estimulen la libre discusión.

Hoy en día, en nuestras ciudades, la gente se reúne en las fábricas y en las calles transitadas, en condiciones muy poco favorables al intercambio de ideas. Los centros de

Le Corbusier, proyecto para el Centro Cívico en el Plan Piloto (1950): perspectivas en 3D de la plaza de Bolívar en el Plan Piloto. © C. Hernández.

Paul Lester Wiener y Josep Lluís Sert, Plan Regulador para Bogotá (1953): propuesta para el Centro Cívico. Las diferencias entre la doctrina del Plan Piloto se muestran en una ciudad que retoma la calle y la plaza como parte de sus estrategias para construir la ciudad moderna. © C. Hernández.

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reunión de la colectividad, debidamente organizados, pro-porcionarán un marco donde se desarrolle una nueva vida social y un saludable espíritu cívico. Las más diversas acti-vidades humanas, espontáneas y organizadas, encontrarán su lugar adecuado en esos centros comunes... Estas per-sonas podrán así descubrir nuevos valores humanos entre los ciudadanos y tendrán ocasión de mantener contactos sociales de los que hoy carecen. El planeamiento de estos nuevos centros y la forma de sus edificios tendrán en cuenta está función social.13

En la figura de Josep Lluís Sert, el corazón de la ciudad al-canza su mayor realce en los congresos CIAM al dar la pri-macía al Centro Cívico como el elemento más importante de la ciudad moderna y al proponerlo como una quinta función, reflexión que se verá reflejada en las transformaciones pro-puestas para el Plan Regulador de Bogotá. Al aparecer la tercera etapa del plan, llamada Plan Regu-lador y encomendada a Sert y Wiener, el desarrollo de las ideas del Centro Cívico tomará un viraje inesperado que sólo podrá ser explicado por la confluencia de las fuertes discu-siones en torno a los planes modernos dentro del CIAM y la aparición de propuestas desde los defensores del movimien-to moderno que intentarán aplacar las críticas. Para Sert y Wiener, el Centro Cívico de Bogotá se converti-rá en la oportunidad de plasmar en un mismo plan el cambio en la manera de asumir la propuesta de ciudad moderna, in-corporando las discusiones ventiladas en el CIAM de Bérga-mo, preparándose para la presentación de las discusiones del CIAM de Hoddesdon, en divergencia con la posición del hombre frente al espacio propuesto por el Plan Piloto de Le Corbusier, y recogiendo las nuevas discusiones de carácter «mundial» que se desarrollan paralelamente a los planes y que, en el caso de Bogotá, enmarcaron varias de las deci-siones que se toman en el Plan Regulador, la tercera etapa del plan, con un Le Corbusier distanciado de Bogotá y más cercano al nuevo plan de la ciudad de Chandigard, en la India, su nuevo proyecto de trabajo. Sert, ahora protagonista en el Plan Regulador de Bogotá y también en los CIAM, al ser su presidente, lucha por la vida

emocional de la comunidad. Es el hombre y sus emociones, sus necesidades, lo que ahora rige el urbanismo de Bogotá, y sus propuestas no pueden pasar por alto este hecho fun-damental; se inicia aquí un reencuentro, una revisión y una autocrítica. Las funciones de la Carta de Atenas también de-ben ahora recentralizarse, su objetivo, la comunidad y una nueva visión del hombre. Un espacio abierto pero definido por la arquitectura se proyecta para el nuevo hombre, más allá de la función. Este espacio se posiciona con la recuperación y definición del vacío de la calle y de la plaza como elementos que se incor-poran nuevamente a la ciudad para cumplir con los propó-sitos de la doctrina moderna. El retorno a la plaza y la calle es reconocido desde los primeros bosquejos para el Plan Regulador, y anuncia pasivamente una contradicción con su directriz en el Plan Piloto. La aparición de las plazoletas de la carrera 6.ª y la co-nexión peatonal entre el parque de la Independencia y la propia plaza de Bolívar, la vitalización de la carrera 7.ª y la resignificación del valor de la escala de la calle del centro con una propuesta que se acerca mucho más a la anterior ciudad y sus eventos, para volver a reconfigurar la visión del hombre moderno como un hombre que vive en relación con otros en la calle, plaza o parque, que asume un rol prota-gónico, recoge la historia y se funde con una propuesta de nuevos edificios que se preparan para convivir con los cafés, los comercios y la vitalidad de esas calles y plazas les otorga una segunda oportunidad para coexistir con lo nuevo y trans-formando nuevamente el ideal moderno en torno a la manera de ver al hombre en la ciudad. La quinta función, el corazón de la ciudad, que busca rea-lizar el nuevo Centro Cívico del Plan Regulador de Bogotá, se convertirá en la retoma de la plaza y la calle del centro bogotano, llenas de vida y congestión, como una reinterpre-tación de la historia en donde el hombre y su relación con los otros explicarán todos los esfuerzos por valorar desde la arquitectura la posibilidad de la existencia de unas calles rebosantes de vida, de lugares próximos, así como de la pre-sencia de elementos años atrás tiranizados por los mismos que ahora se esforzarán por recuperarlos en sus propuestas.

La plaza y su referente en diferentes escalas se enfocarán en resolver la necesidad de construir espacios de encuentro: el corazón de la ciudad soñado por esta segunda oportunidad a la modernidad.

Carlos Eduardo Hernández: arquitecto y magister en Urbanismo de la Univer-sidad Nacional de Colombia. Premio de investigación 2003 Observatorio de Cultura Urbana. Alcaldía Mayor de Bogotá. Autor del libro Las ideas Modernas del Plan para Bogota en 1950. El trabajo de Le Corbusier Wie-ner y Sert. Cursando actualmente estudios de doctorado en la Universi-dad Nacional de Colombia. Decano del Programa de Arquitectura de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y Presidente de la Asociación Colombia-na de Facultades de Arquitectura ACFA, 2010-2011.

1. CIAM: los «Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna» inicia-ron labores en 1928 en el castillo de La Sarraz, cerca del lago Geneva, en el cantón de Vaud (Suiza), por iniciativa de Mme. Hélène de Mandrot.

2. Le Corbusier (1942), Principios de urbanismo. La Carta de Atenas, Ariel, S. A. 1.a ed. en castellano, 1971, p. 42.

3. En la Carta de Atenas, el reconocimiento de las ciudades existentes y su relación con la habitación, el esparcimiento, el trabajo, la circulación y el patrimonio histórico de las ciudades son tratados en tres partes: genera-lidades; estado actual de las ciudades: críticas y remedios (observacio-nes, exigencias), y conclusiones.

4. Josep Lluís Sert (introducción de Sigfried Giedion, secretario de los CIAM), ¿Cómo podrán sobrevivir nuestras ciudades?, Universidad de Harvard, Boston, 1942.

5. Pedro Bañen Lanata, «Cinco viajes y un plan para una ciudad latinoame-ricana» en: Le Corbusier y Sudamérica, Departamento de Publicaciones Escuela de Arquitectura Pontificia Universidad Católica de Chile, 1991, p. 73.

6. Josep Lluís Sert, óp. cit., p. 75.7. Ib., p. 80.8. Le Corbusier, óp. cit. p. 46.9. Le Corbusier, «The Core as a Meeting Place of the Arts» en: AA.VV. The

Heart of the City: Towards the Humanisation of Urban Life. CIAM VII, Editado por J. Tyrwhitt, Josep Lluís Sert, E. N. Rogers., Lund Humphries, Londres, septiembre de 1952, p. 41.

10. Ib., p. 51.11. En la época del Plan de Bogotá, arquitectos colombianos trabajan en la

Unidad de Habitación de Marsella en el estudio de París.12. Joan Ockman, «Nueva York, nueva monumentalidad», en: Catálogo de la

Exposición de Barcelona. Sert, arquitecto en Nueva York, 1997, p. 33.13. Josep Rovira, «Sol y Sombra», en: Catálogo de la Exposición de Barce-

lona. Sert, arquitecto en Nueva York, Museo Arte Moderno de Barcelona, 1997, p.133.

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Paul Lester Wiener y Josep Lluís Sert, Plan Regulador para Bogotá (1953): borrador del Centro Cívico. Nótese aquí el énfasis realizado al vacío de la calle y las plazoletas de la carrera 6.ª. © The Frances Loeb Library, Josep Lluís Sert Collection, Harvard Design School.

Paul Lester Wiener y Josep Lluís Sert, Plan Regulador para Bogotá (1953): dibujo de Sert para Bogotá. Se anota aquí la importancia dada a los vacíos de los parques lineales y la calle con las plazoletas de la carrera sexta, así como el vacío de la plaza de Bolívar. © The Frances Loeb Library, Josep Lluís Sert Collection, Harvard Design School.

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Josep Lluís Sert, the CIAM «Heart of the City» and the Bogotá Plan: Precursor to Urban Design, 1947-1953 Eric Mumford

I think that after our studies of bringing open space into the cities, we nonetheless feel the need for a civic space so-mewhere in them, and the most characteristic civic space will be precisely the core.

Josep Lluís Sert, 1951

Josep Lluís Sert’s involvement with the planning of Bogotá began in 1948, when his New York firm, Town Planning Asso-ciates, was commissioned with Le Corbusier for a new Plan Directeur for the city. At this time Sert (1902-1983) was an exile from Barcelona, having been a strong supporter of the Second Spanish Republic. In New York he became part of a circle of avant-garde émigrés centered around the sculptor Alexander Calder. At first went into partnership briefly with another former associate of Le Corbusier, Ernest Weiss-mann, but by 1942 Sert had joined with the well-established German émigré architect and designer Paul Lester Wiener to form Town Planning Associates. Between 1944 and 1959 this firm planned extensively for cities in South America, begin-ning with the Brazilian Motor city project near Rio de Janeiro, later exhibited at the Museum of Modern Art in New York in 1947. In 1942 Sert published Can Our Cities Survive? the first explication in English of the urban planning concepts of CIAM (International Congresses of Modern Architecture). By 1944 he had become convinced of the importance of pedestrian vitality to urban life, and after his elevation to the Presidency of CIAM in 1947, he, Sigfried Giedion, and Le Corbusier all be-gan to suggest that some kind of pedestrian civic center was a necessary component of modern cities for both cultural and political reasons. Exemplified both by Le Corbusier’s plan for

St-Dié, exhibited in New York in 1945, and Sert’s civic center in the Brazilian Motor City project, this direction was given a conceptual framework in Giedion’s 1944 essay “The Need for a New Monumentality.” Prior to the late 1940s, modern architects were divided about whether to densify central cities with towers, as Le Corbusier advocated, or to decentralize them along trans-portation routes. Both factions were convinced that existing cities and their architecture and transit systems were hope-lessly congested and obsolete and should probably be re-moved. These attitudes began to become the mainstream in American architecture by the late 1940s, as can be seen in the master plans for St. Louis (1947), Boston (1950), the District of Columbia (1950), and elsewhere. Eventually, how-ever, the modernist premises of such urbanism began to be questioned, as architects’ ongoing concern for generat-ing pedestrian vitality and strengthening urban life became a preoccupation of the field. In this process Sert’s work has considerable significance, despite his own limited success in advancing what he called “urban consciousness.” Sert and CIAM ’s focus on the “heart of the city” at the Eighth CIAM conference in 1951 was where this new direc-tion in postwar modern architecture was signaled to a global audience. Among the projects used to illustrate it were Le Corbusier’s new civic center for Bogotá, along with Sert and Wiener’s urban design work for Lima and Chimbote in Peru and Tumaco, Medellín, and Cali in Colombia. As president of CIAM, Sert began to emphasize the need to design in and for the heart of the city for several reasons. Beyond the continu-ing centrality of capital cities in the postwar era, which was emphasized even in the Soviet Union, there was also critical

view that prewar CIAM had not paid enough attention to what Lewis Mumford had called “civic center elements,” when he told Sert he could not write the introduction to his Can Our Cities Survive? Other sources for the concept were Le Cor-busier’s interest in pedestrian places for the “synthesis of the arts”; and Sert’s new focus on traditional Latin American town squares, which he begun to encounter in his work there. His awareness of the approaches to urban “context” then being developed by Italian CIAM member Ernesto Rogers, who he collaborated with briefly on the plan of Lima in 1947, may also have been significant. These somewhat divergent reasons to advocate the core in CIAM also overlapped with the interests of the British, Dutch, and Scandinavian groups in creating centralized places for communal services and activities in new towns and settlements. The projects that Sert and Wiener designed in Brazil, Peru, Colombia, Venezuela, and Cuba between 1945 and 1959 all illustrate this new approach to urbanism. Although few of these projects were carried out as designed, when exhibited at postwar CIAM meetings and published they di-dactically demonstrated the basic principles of an approach to urbanism that Sert would begin to term “urban design” in 1953. This direction was clearly closely related to issues of both social and physical reconstruction in Europe, but for a long time afterward it was seen as not having much relevance for North Americans. At CIAM 7, Neutra had told the delegates that while war-damaged cities in Europe «may pose their own profound problem where reconstruction is surrounded by fa-mous and venerable monuments of the past», in the America of 1949 this was «not an issue and would seem artificially played up». Neutra saw the task for CIAM instead as one of

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extending the «habitable area of the planet into places never before inhabited», regions «which have almost as few histori-cal associations as the craters of the moon». In such contexts, «design... can be a sensitively suitable import, profoundly capable of fusion with the natural scene and its changing needs». After their Brazilian Motor City project and another short-lived Brazilian commission –a 1946 study for a coastal hous-ing development about which little is known –Sert and Wiener were commissioned to produce a master plan for the Peruvian industrial port of Chimbote by the Corporacion Peruana del Santa. This was a Peruvian government agency established by a democratic reformist regime to encourage the industri-al development of northern Peru, inspired by the American Tennessee Valley Authority (TVA). Sert and Wiener’s well-known plan included both a pedestrian civic center and neighborhood units that were based not on the Corbusian Unité model, widely publicized at this time, but instead on a dense “tapis urbain” (urban fabric) of new courtyard hous-ing. Their main Peruvian supporter, Fernando Belaúnde Terry,

Josep Lluís Sert, Motor City civic center, Brasil (1943). © Sert, medio siglo de Arquitectura, Fundación Joan Miró.

Wiener y Sert, master plan for Chimbote (1947-1948). © Sert, medio siglo de Arquitectura, Fundación Joan Miró.

Wiener, Sert and Luis Dorich, pilot plan for Lima. © Sert, medio siglo de Arquitectura, Fundación Joan Miró.

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the founder of the Peruvian Instituto de Urbanismo and editor of El Arquitecto Peruano, had been elected to the Peruvian congress in 1945, and new planning laws based on CIAM ideas began to be enacted. A national planning office, the Oficina Nacional de Planeamiento (ONPU) was established, and a national housing authority, the Corporacion Nacional de la Vivienda (CNV) was created, along with a national pro-gram to provide recreational facilities and a new property law to facilitate urban redevelopment. These efforts had a major impact on development in Lima and other Peruvian cities. One outcome was the commissioning by ONPU of the Plan

Piloto de Lima in 1947, designed by Sert and Wiener and Peruvian CIAM member Luis Dórich, with advice from Ernesto Rogers, then teaching as a visitor at Tucuman University in Argentina. This plan called for the preservation of most of the historic Spanish colonial center, the creation of a new civic center adjacent to Exposition Park, new auto transportation routes, and a system of urban greenways and neighborhood cores. It was around the same time that Sert was appointed president at CIAM 6, held in 1947 in Bridgwater, near Bristol, England, replacing Cornelis van Eesteren. His Chimbote and Lima projects clearly demonstrated the new CIAM emphasis on the civic center and pedestrian urban life in the context of urban master planning based on the neighborhood unit. These projects, along with those that Town Planning Associ-ates began to do after 1947 in Colombia (where Sert began to organize a Colombian CIAM group in March 1948) were intended as postwar CIAM models of comprehensive, archi-tecturally based urbanism. Colombian cities were growing rapidly then after the introduction of international air service, and new national legislation was passed in 1947 that required planes reguladores (master plans) for new urban develop-ment. The Sert and Wiener plans for the small Pacific Ocean port of Tumaco (1947-48), for Medellín (1948–50), and even-tually Bogotá (1949–53) as well as an abortive pilot plan for Cali (1949–50), used as the cover image for CIAM 8: the Heart of the City book, were intended as models for such plans. Each began by defining the area of the regional «planning unit» and included documentation on conditions of climate, topography, and existing patterns of transportation and in-habitation. Within this regional framework the basic «unit of urbanization» was the unidad vecinal, or neighborhood unit. These urbanization units were to be large superblocks with open centers for pedestrian circulation, recreational facilities, parking, and green space, and the new planning legislation was written to produce such outcomes. It was this approach that Sert offered as the official post-war CIAM «doctrine of urbanism» at CIAM 8. It included ele-ments of earlier Dutch, Soviet, Corbusian, and American and British Garden City planning, and combined Sert’s postwar

focus on the need for places for pedestrian civic gathering and on the importance of historic urban centers as models for urbanism with planning practices already widely in use by the 1940s. The plan for Chimbote was shown for the first time at CIAM 7 in Bergamo, Italy, in 1949, along with Sert’s plans for Tumaco and Medellín, based on similar principles. These projects, like others at this congress, were shown in Le Cor-busier’s new «CIAM grid» format. Sert opened the congress by comparing the «human scale» of the upper town of the historic medieval city of Bergamo with that of «great modern cities, victims of the chaos resulting from their disorderly de-velopment and lack of planning». He also told Giedion that he would speak there on the «synthesis of architecture, paint-ing, and sculpture», using his Spanish Pavilion and its works by Picasso, Miró, Calder, and others as an example of this synthesis, which he and Le Corbusier saw as logically occur-ring at the heart of the city. Sert stayed with Rogers in Milan during CIAM 7, and it was at this same time that his firm BBPR (Banfi, Belgiojoso, Peressutti e Rogers) was continuing their ongoing attempts, begun under Mussolini before the war, to use modernist design methods to infill the fabric of existing historic Italian cities. This attention to the heart of the city and to the vitality of pedestrian streets was new in CIAM, however. Le Corbusier’s Propos d’urbanisme, published in 1947, poetically evoked a Paris briefly free of vehicular traffic at the end of the war, but this interest in the pedestrian urban experience seems to have been more Sert’s than Le Corbusier’s, as the monumen-tal core of Chandigarh, also first shown at CIAM 8 in 1951, would soon demonstrate. It was Sert who emphasized that the civic center element should be a key component of post-war CIAM urbanism, which went along with a new attention to the value of historic urban environments. He combined this with the continuing prewar CIAM focus on issues of housing organization, sitting, solar orientation, and both high-tech and low-tech regional building traditions, all of which were evident in some of the prewar plans of modern urbanists. In 1947, Sert had published a short essay in the book Le Corbusier: Architect, Painter, Writer, edited by Stamo Papadaki, a former CIAM member from Greece. Sert recounted how Le

The heart of the city: towards the humanisation of urban life; edited by J. Tyrwhitt, J.L. Sert, E.N. Rogers (1952). The image in the cover is from the pilot plan for Cali, made by Sert. © Lund Humphries, London.

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Corbusier had realized that no good planning was possible when real estate speculators took the lead in determining the form of cities, and how he had «fought for the rehabilitation of the role of the architect-planner as the coordinator of a team of specialists». At the same time, he mentioned that it was the specific «plastic expression» of Le Corbusier’s plans that caused them to be criticized. More diagrammatic plans, «de-vised by economists or sociologists... in which the final form of the city is not disclosed», do not include architectural forms, and this allows everyone «to imagine the new city built accord-ing to his taste». Such plans, Sert asserted, perhaps thinking here of the official Greater London plans, have consequently often met with «greater public acceptance». Le Corbusier’s projects, on the other hand, he argued, have often been taken as «final proposals», and critics have tended to emphasize their defects. Sert insisted that «Le Corbusier himself is aware of the need for developing further some his plans; and, in proj-ects like those in Algiers or Paris, one can see the progress

made in later versions». Sert praised the way Le Corbusier emphasized the architectural aspects of planning, normally neglected by «economists and sociologists», and added, «An Ebenezer Howard or a Patrick Geddes does in no way exclude or replace a Le Corbusier. He has brought forward the basic elements of the modern city-planning concept». For Sert, a new focus on the pedestrian heart of the city was only a short step from this architecturally oriented approach, even though in certain ways it greatly modified some of Le Cor-busier’s well-known planning principles. Sert remained in close contact with Le Corbusier during this period, who began working on a plan for Bogotá in 1947. Wiener had written to Sert from Aspen, Colorado around the same time, making reference to a possible project for New York developer William Zeckendorf for the area adjoining the U.N. Headquarters in New York. It was to be a joint venture between Town Planning Associates and Le Corbusier’s ATBAT (the group he had established to do the construction docu-

ments for the Unité d’Habitation in Marseille). Wiener wrote, «I suppose Zeckendorf would state the problem and the pro-gram, and Corbu would... evolve a scheme and send it to us». He also told Sert that Zeckendorf was negotiating to buy and develop a huge tract of land in downtown Denver, adding, «There is no doubt that a gradual friendly associa-tion with this ‘go-getter’ can be of great value to us. If only one of his schemes materializes it would represent a ma-jor realistic work; if not, it is certainly interesting to project advanced ideas, if properly paid». Nothing seems to have come of either of these central urban projects, however, and a year later Sert wrote to Giedion that «everything is at a standstill in the US, no building or planning activities of any kind, only convention speeches being broadcast all the time. The situation is not encouraging». Zeckendorf chose not to commission this team for his Denver projects, and, acting on Philip Johnson’s advice, he instead hired as his in-house architect a young Chinese-

Sert, pilot plan for Cali. Wiener y Sert, «unidad vecinal», Plan Regulador, Bogotá.

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244 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

Both plans were based on dividing the city into thirty-five sec-tors bounded by major circulation routes and including ex-tensive internal pedestrian greenways. These were to be or-ganized according to Le Corbusier’s «7V» classification sys-tem, first used here, which categorized traffic by speed and type, ranging from V1 and V2 expressways to V7 pedestrian greenways. Sert and Wiener’s Plan Regulador included Le Corbusier’s monumental civic center proposal, which would have demolished one block adjacent to the Plaza Bolivar and added a second plaza and an administrative high-rise, but it also called for protecting the historic center from further development, which was in fact done. It also proposed a flex-ible system of urban sectors bounded by new highways to be built out with a range of housing types, not only high-rises. Larger than neighborhood units, each of these urban sectors was to house twenty-five thousand to seventy-five thousand residents and would include a mix of single-family and multi-family housing and local commercial and service areas. In the downtown commercial center, between the Plaza Bolivar and the Avenida Jiménez Quesada, in the area partly destroyed in the April 1948 riots (known as the «el bogotazo») after the assassination of the Liberal Presidential candidate Jorge Elicier Gaitan, Sert’s Plan Regulador proposed a pe-destrian commercial area composed of a series of courtyards linked by pedestrian routes, with pedestrian bridges linking over the heavily trafficked side streets. Neither his nor Le Cor-busier’s version of the plan was carried out, and after Le Cor-busier received the commission for Chandigarh during his March 1950 visit, the focus of urban design activity for Sert and Wiener shifted to the design of a neighborhood of small, concrete shell-roofed row houses. Called the Quiroga sector, these houses were laid out on a grid pattern in a poor sector south of the center. The houses were not constructed as de-signed, however, and Sert wrote to Wiener that he found the built results a «disgrace to us and to the Oficina del Plano». Nonetheless, the planning legislation and administrative in-frastructure set up in Bogotá by Sert and Wiener has intermit-tently continued to shape urban development, as the city has grown from an official population of 648,234 people in 1950 to its present population of nearly eight million.

American architect and Harvard assistant to Gropius, Ieoh Ming Pei. Assisted by some other Gropius-era GSD graduates, including Henry M. Cobb and Ulrich Franzen, Pei would go on to design major urban projects for Zeckendorf’s firm of Webb & Knapp in Denver, Montreal, New York, Washington, D.C., and Philadelphia. Although Pei, a former student of Marcel Breuer’s, was also part of Gropius’s American circle, like Sert he was far more interested in dense, central urban projects than Gropius seems to have been at this time. In his proposals for the rebuilding of postwar Germany, requested by General Lucius Clay of the Allied occupation forces in 1947, Gropius continued to advocate the use of the neighborhood unit to create small, decentralized, democratic communities based on New England villages, a direction that found little support in postwar Europe. Without work forthcoming from Zeckendorf, Le Corbusier, Sert, and Wiener instead accepted another major planning commission in Colombia. Le Corbusier had been invited to

Bogota to develop a master plan in 1947, and in 1948 Sert and Wiener were commissioned to do the detailed urban analysis of the city and work with Le Corbusier along with the newly created Oficina del plan Regulador (OPRB), directed by an architect, Herbert Ritter Echeverri. The four designers then sketched the Bogotá pilot plan just after CIAM 7 in August 1949 at Le Corbusier’s holiday cabanon at Cap Martin, on the French Riviera. By proposing to limit the future growth of the fast-growing city to thirty-five neighborhood sectors (a plan-ning unit larger than the unidad vicinal), each bounded by a new highway system, the plan exemplified the Corbusian focus on centralized high-density modern urbanism. Yet ulti-mately there were two versions of the plan: Le Corbusier’s Plan Directeur, or Plan Piloto, which characteristically called for the demolition of the Spanish colonial historic center and its re-building with widely spaced high-rises, and Town Planning Associates linked Plan Regulador, which was legally enacted as the basis for new urban development in Bogotá in 1950.

Le Corbusier, cabanon at Cap Martin. © FLC. Le Corbusier, 7V system. © FLC.

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245Josep Lluís Sert, the Ciam "Heart of the City" and the Bogotá Plan | Eric Mumford

Le Corbusier, civic center for Bogotá. © FLC. Image of destruction in Bogotá: 9 Abril 1948. © IDPC–MdB.

Le Corbusier, Palace of the Soviets competition entry for Moscow in 1932. © FLC.

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246 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

Le Corbusier and Sert were aware that this new focus on the heart of the city might appear regressive to some CIAM members, particularly given the complicated Colombian po-litical situation, which soon developed into «La Violencia», a civil war between Liberal and Conservative factions which lasted until 1953. In his comments that accompanied the Bogotá plan, Le Corbusier insisted that «revolutionary work often appears to be highly traditionalist in character», and he asserted that the «philosophical basis of the project» was that «revolutionary work consists primarily in giving order to what carelessness, incompetence, selfishness, and dema-gogy have disturbed, denatured, made grotesque and inef-fective, and hostile to the public interest». At the same time, the Bogotá plan was the clearest example of the direction in CIAM urbanism that Sert had first articulated at CIAM 5 and then modified after 1943. Based on the four CIAM functions, it called for specific master plans at the regional, metropolitan, urban, and civic center scale, which were conceptualized as key elements in a new legislative structure of land-use regula-tion. Its stated planning goals were to reintroduce the condi-tions of nature into people’s everyday lives; to design for the activities of the twenty-four-hour cycle; to separate pedestrian from auto traffic; to provide for diverse housing types «sus-ceptible to modification over time»; and to orient workplaces and dwellings in relation to solar orientation. Local real estate developers, however, resisted the plan’s effort to limit the city’s geographical spread. The civil war and the American-backed leftist military dictatorship of General Rojas Pinilla that came to power in June 1953, just as the final aspects of the plan were being completed by Sert and Wiener, prevented the plan from being immediately imple-mented. After a period of uncontrolled growth, which includ-ed the construction of El Dorado airport and a suburban gov-ernment center for Bogota (initially planned by SOM), a new master plan, based on some elements of the 1948-53 Sert and Wiener plan, was adopted in 1959, during the era of the «National Front», where each party governed for four years in alternation. Except for some sections of the Bogotá urban road system, however, little of their plan was implemented as originally designed. Only small portions of the system of

downtown commercial pedestrian plazas were built, though at the same time middle-class residential areas to the north were constructed with greenways and pedestrian-oriented modern buildings in a way surprisingly similar to some of Sert’s later urban design work. It was also while working on the Bogotá master plan that Sert began to advocate the heart of the city concept for the next CIAM. In June 1949 he had suggested to Gropius that the next congress should be held in Bogotá, Lima, or Cuba. Latin America was not what CIAM was primarily interested in at this time, however. Instead, Le Corbusier and the many British MARS group members all wanted the next congress to be held in Britain, as British planning concepts were still shaping the decolonizing postwar world. MARS members such as William Holford, Gordon Stephenson, Arthur Ling, Ernö Goldfinger, and others had taken a substantial role in the County of London Plan (1943) and Greater London Plan (1944), which replaced the more radical MARS plan of Arthur Korn and Felix Samuely (1942) as the official MARS plans af-ter the war. These proposals, which called for a regional city organized into neighborhood units along radial transportation routes focused on a central downtown core, quickly became the planning models for Beijing, Shanghai, and Tokyo (1956), among many other places, with widely varying outcomes. The London-based landscape architect and planner Jaqueline Tyrwhitt and other members of the MARS group were the organizers of CIAM 8, which was held at a conference cen-ter in Hoddesdon, near London, in July 1951, under the ru-bric «The Heart of the City». It took place at the same time as the Festival of Britain, a Labour government effort to create a kind of pedestrian theme park of postwar modernist British culture, inspired by the Stockholm Exhibition of 1930. Sert’s opening address called for CIAM to begin to «talk in civic and urban terms». His goal was for CIAM to establish a «network of cores» to recentralize large urban areas around pedestrian centers to bring people together. These cores, he believed, would allow for public gathering and discussion, promoting «talk on all the things that are extremely important for our way of living if we are to keep a civic life which we believe in», A key aspect would be the general application of the idea of re-

serving central areas only for pedestrians, which he believed should become a major focus for cultural and political life. The MARS group’s official invitation to the congress, probably written by Tyrwhitt, had linked the core concept both to the CIAM four functions (dwelling, work, transporta-tion, and recreation) and to the metropolitan «5 scale-lev-els» (village or primary housing group, small market center or neighborhood, town or city sector, city or large town, and metropolis of several million people). Sert thought that few other general principles of urbanism could be stated, since «countries are different» in climate, «standards of living, means, customs and many other factors». He closed his talk with a quotation about the human centeredness of the civic plaza from the Spanish philosopher José Ortega y Gasset’s Revolt of the Masses, adding «after our studies of bringing open space into the cities, we nonetheless feel the need for a civic space somewhere in them». With a few exceptions, prewar modernists had not been in-terested in designing such dense zones of pedestrian activity and civic life. In his Palace of the Soviets competition entry for Moscow in 1932, Le Corbusier had projected a kind of pe-destrian sorting mechanism using ramps between the parking level and the auditorium, but this hardly qualified as the kind of civic public space that Sert had begun to propose in his Latin American projects after 1944. In a 1983 interview with Robert Campbell, a former student and firm associate, Sert, speaking of Mies van der Rohe, recalled that it was around this time that «I began to see more and more bad modern, it was always repeating the same pattern, and one was perfectly convinced that it would be really dull and sad to see whole cities develop on that very limited formula». While he remained a lifelong admirer of Le Corbusier, Sert began to modify Corbusian ur-banism to focus on the city as realm of politically and cultur-ally oriented pedestrian activity. He later recalled that while in Bogotá, where Le Corbusier was interested in incorporating «all this tropical growth» into his plans, Sert instead drew his attention to «nicely lit up storefronts and these girls walking in front» places where there was some life in the city. This new CIAM direction in favor of the pedestrian core came as a surprise to many of the other members. Sert’s for-

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247Josep Lluís Sert, the Ciam "Heart of the City" and the Bogotá Plan | Eric Mumford

Wiener and Sert, master plan for Medellin: sketch done by Sert.

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mer colleague from GATCPAC in Barcelona, Antoni Bonet, pre-sented the Argentine group’s plan for Buenos Aires at CIAM 7 and received a cool reception from both Le Corbusier and Sert, although the plan had first been developed with Le Cor-busier in 1938. Afterward Bonet wrote to his associates in the Austral group, Jorge Ferrari-Hardoy and Juan Kurchan, «After having seen how they have dealt with the Plan of Bo-gotá I can clearly see how wrong our office was about the way we set out». Bonet continued, «I have been to Venice. It is the greatest lesson of urbanism. I think I have learned a lot from it. St. Mark’s square is fantastic. We have come to good results with the center of our barrio. I think we should carry on with the research on this center, it is shaping up well. We should also propose the construction of one of those centers in every barrio designated by the plan». By CIAM 8, even Gropius had begun to support this new CIAM direction, even though it had little evident impact on his planning efforts in Chicago with Isaacs and TAC. At CIAM 8 Gropius also advocated cores that would «give back the right of way to the pedestrian», based on the squares in Mexican villages and on the Piazza San Marco in Venice, the latter a perennial urban design model for enclosed public space that had frequently been invoked by Eliel Saarinen at Cranbrook as well. In his lecture «The Human Scale», also delivered at CIAM 8, Gropius showed his recently completed Gradu-ate Center dormitory at Harvard, emphasizing how he had continued the pedestrian sequence of courtyards found in the older parts of the campus. Most of his projects with TAC, including a campus plan for Hua Tung Christian University in Shanghai, China, partly designed by Pei, were still quite sprawling and suburban, though they also included campus center elements. At GSD in the immediate postwar years there was a continuing focus on suburban new town planning rather than the heart of the city, as in Martin Wagner’s 1947–48 studio and research study on Framingham, an outlying town along the Massachusetts Turnpike west of Boston, the site of a General Motors plant. Students at the GSD, however, were also enthusiastically responding to Sert’s new postwar focus, as in a 1951 Gropius studio project for a new Civic Center for suburban Sudbury,

Massachusetts. This was also clearly illustrated by the team thesis of Robert Geddes, Martin Sevely, William Conklin, and landscape architect Ian McHarg, which proposed rebuilding downtown Providence by synthesizing architecture with land-scape architecture. Under Martin Wagner’s guidance the stu-dents made detailed planning studies of the area. At the final jury, Robert Geddes recalled that Wagner praised the team’s work but added sardonically, «You forgot everyone is going to move to Texas». This collaborative thesis project, which ex-emplified the Hudnut and Gropius ideal of a Graduate School of Design, was presented at CIAM 8, and a small portion of it then appeared in the subsequent publication. Nevertheless, at this time not all modern architects and planners were firmly settled on Sert’s new CIAM approach, despite the growing European influence of projects like the Rotterdam Lijnbaan (1948) by Dutch CIAM members Van den Broek and Bakema, which was inexplicably not shown at CIAM 8. Eero Saarinen, whom Sert had invited to CIAM 6 and who had recommended Minoru Yamasaki for CIAM member-ship in 1948, organized his General Motors Technical Center in suburban Detroit (1945–56) around a campus like central space, derived from the client’s original request for a Cran-brook-like environment. The final sprawling and auto-oriented project, however, was more influenced by Mies’s IIT campus. It set a pattern for the postwar suburban corporate campus, a direction that soon became the antithesis of Sert’s effort to promote urban recentralization. At the same time, however, the Saarinens themselves were also unsuccessfully seeking to build a new civic center in downtown Detroit, using a gen-eral approach quite similar to what Sert was then advocating. After Eliel’s death in 1950, Eero would go on to propose heart of the city–like campus plans for Brandeis University, MIT, Yale, Drake University, and the University of Michigan, though only parts of these plans were actually built as designed. By the early 1950s, then, two related but differing modi-fications of CIAM urbanism had emerged in addition to the mainstream modernism of Le Corbusier and Mies. One, de-veloped by Louis Kahn and others in Philadelphia, attempted to retain elements of the existing city by reorganizing them as neighborhood units within a system of pedestrian greenways,

recreation spaces, and new transportation routes. The other, developed by Sert and Wiener in their plans for Latin America and most evident in their Medellín and Bogota plans, used new construction to create pedestrian neighborhood units of courtyards and row houses. Their approach was more auto-based than the Philadelphia model, but it also centered on pedestrian cores at the various scale levels called for at CIAM 8. Both approaches used occasional high-density housing types, sited as punctuating visual elements in the midst of walk able neighborhood units or urban sectors. Both versions of the urban vision differed from the more familiar widely spaced high-rise models of earlier CIAM, and both were also more urban and pedestrian-oriented than the decentralized, low-rise settlement design that was still being taught by Gro-pius, Martin Wagner, and George Holmes Perkins at the GSD. In these developments, Sert’s planning for Bogota is an ex-tremely important illustration of his version of CIAM urbanism. Although developed in conjunction with Le Corbusier’s Plan Pi-loto, it departs significantly from his ideas at the same time, as the differences between Le Corbusier’s Plan Piloto and Town Planning Associates Plan Regulador clearly demonstrate. In doing so, Sert began to define in visual terms what he meant by what he began to call «urban design» after he took over the Deanship of the Harvard Graduate School of Design, just as Town Planning Associates Bogotá planning work was be-ing completed. In a larger historical sense, the differences between Le Corbusier and Sert and Wiener in Bogotá, as well as the initial reception of both plans, which were more or less rejected by the Rojas Pinilla government, indicates an impor-tant turning point in the history of architects’ efforts to shape urban form. The fast growing Colombian (and other Latin America) cities of the 1940s were among the first harbingers of the postwar global city, with their vast income inequalities and in-tense demand for housing by large numbers of impoverished in-migrants from the countryside. In their political instability and the divergent goals among different sectors of their elites, as well as their susceptibility to outside intervention by what were then the main superpower adversaries, these cities pro-vide a kind of base line from which to measure subsequent

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249Josep Lluís Sert, the Ciam "Heart of the City" and the Bogotá Plan | Eric Mumford

urban developments. Their postwar urban histories need to be better known internationally. In the Colombian case, Sert’s pedestrian-centered vision of a city of sectors still appears to be more valid today than Le Corbusier’s high-rise futurism, whose monumental implications for the «heart of the city» are now clearly evident in built form at Chandigarh. It remains unfortunate that this exemplary Bogotá chapter in the history of both urbanism and modern architecture is still largely for-gotten outside of Colombia, despite its complex, but by no means entirely negative, later outcomes.

Eric Mumford: Professor at Washington University in St. Louis. Prf. Mumford teaches in the departments of History and History of the Art. Expert in history of the modern architecture, he has published several academic books: The CIAM Discourse on Urbanism, 1928-1960 (MIT Press, 2000) y Defining Urban Design: CIAM Architects and the formation of a discipline, 1937-69 (Yale University Press, 2009).

Wiener and Sert, master plan for Medellin.

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250 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

La influencia del Plan Director en la formación de la disciplina urbanística en Colombia1

José Salazar y Karina Manco

El POT/2000 y la imagen de la ciudad en el Plan Director de Le Corbusier

El modelo de ocupación adoptado por el Plan de Ordena-miento Territorial de Bogotá del año 2000 se estructuró sobre tres «sistemas» principales: el sistema ambiental, el siste-ma de vías y transporte y el sistema de actividades urbanas «centrales» (comercio, servicios) que se destaca sobre un «fondo» de áreas residenciales. La imagen presentada para visualizar el modelo recuerda, guardadas proporciones, aquella que ilustraban en el plano de escala metropolitana2 del Plan Director de Bogotá, entre-gado en 1950. En esa imagen, la ciudad de Le Corbusier está compuesta por la organización de cuatro funciones so-bre el territorio: habitar, trabajar, recrear el cuerpo y el espíritu y circular,3 de manera que los dos planes parecen contar no solo con componentes similares en el modelo de orde-namiento o imagen de la ciudad, sino que algunos de estos elementos tienen rasgos característicos francamente simila-res: las áreas recreacionales, atadas al curso de los ríos que bajan de los cerros; la organización de las zonas de trabajo en sentido centro-occidente, que constituyen una «ciudad lineal industrial»,4 un sistema vial jerarquizado a partir de di-ferentes categorías de vías (V1, V2, V3, etc.) que encierran porciones de ciudad y dos grandes zonas residenciales al norte y sur del eje de trabajo, divididas en zonas menores (los sectores en el Plan Director; las UPZ en el POT). Pero aquí no terminan las asociaciones. El método de aproximaciones sucesivas por escalas en la ciudad del Plan Director (plan regional, plan metropolitano, plan urbano y Centro Cívico) tiene respuesta en el POT cuando busca una

planeación en diferentes escalas: la región (apenas men-cionada por las limitaciones legales del plan); el modelo de ordenamiento urbano, las piezas y las UPZ, que se deberán desarrollar posteriormente, de acuerdo con las definiciones estructurales del POT. Nuevamente en los dos esquemas, habitar, trabajar y circular constituyen elementos transversa-les a las escalas, así que es necesario desarrollar y precisar estos temas de acuerdo con los requerimientos propios de cada nivel de aproximación. De acuerdo con lo anterior, uno de los aportes fundamen-tales del Plan Director fue precisamente el haber incluido la noción de modelo de ciudad, el concepto de una ciudad de-seable, lo que convirtió el plan en sí mismo en un instrumen-to a través del cual se expresa el modelo. En este caso, el modelo de ciudad plasmado por Le Corbusier corresponde, por un lado, con el planteamiento consignado en Los tres establecimientos humanos5 y, por otro, a la doctrina de los transportes y la ocupación de los territorios, más conocida por nosotros como la teoría de las 7V, de tal manera que cada uno de los elementos del modelo encuentra un lugar en la expresión del plan. Gráficos: Plan Director y POT y sobreposición.Esta primera confrontación parecería dar razón a Rodrigo Cortés cuando afirmaba:

Le Corbusier inscribió a Bogotá en un plano que aún no exis-te, el plano de la ciudad moderna, la ciudad radiante. Y la inscribió de tal modo que ahora es imposible deshacerse de esa imagen. En el transcurso de estos últimos cincuenta años, la ciudad no ha dejado de vivir al ritmo de los hechos urbanos imaginados por Le Corbusier, tanto como al de la sucesión pura y simple de los hechos reales.6

Una inscripción que al parecer está en el origen de los diver-sos modelos urbanos que han sustentado los planes que la ciudad ha adoptado en los últimos cincuenta años del siglo XX. El texto que aquí se presenta se propone hacer una prime-ra reflexión sobre la permanencia de una forma de planear la ciudad y de una imagen específica como futuro deseable, construida como elemento determinante en la configuración de los planes urbanos de Bogotá.

La imagen del POT: origen y antecedentes

El POT/2000 propone recuperar una línea de trabajo en pla-neación urbana que, según sus planteamientos, se había confundido en los años 70; por lo tanto, se ancla hacia atrás en la propuesta de Estructura urbana del estudio de desarro-llo urbano de Bogotá, conocido como fase II (1973/1974) y en el propio Plan Director de Le Corbusier de 1951.

Fotografía de Le Corbusier y Josep Lluis Sert al entregar el Plan Piloto para Bogotá, en septiembre de 1950. © FLC L1-4-15-001.

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251La influencia del Plan Director en la formación de la disciplina urbanística | J. Salazar y K. Manco

Estructura del modelo Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá de 2000. Tomado de: Documento técnico de soporte Plan de ordenamiento territorial de Bogotá, Departamento Administrativo de Planeación Distrital, Alcaldía Mayor de Bogotá, DAPD 2000, p. 234.

Le Corbusier, Plan Director para Bogotá (1950): plano metropolitano BOG 4210, Metropolitain Zonage. Esc.1:25.000. © IDPC–MdB

a. Los acuerdos 6 de 1990 y 7 de 1979: planes sin imagen

Para el POT/2000 fue necesario remitirse treinta años atrás porque la planeación urbana presente en los Acuerdos 7/79 y 6/90 adoptados como «planes» para Bogotá durante las dos últimas décadas del siglo XX se limitó a la adopción de normas urbanas para regular la actuación privada, sin refe-rencia a un modelo de ordenamiento o a una imagen desea-da de ciudad. El Acuerdo 6/90 representa quizás la pieza más acabada de una concepción de la planeación que centra sus objeti-vos en regular las relaciones entre los propietarios del suelo y los constructores privados, por una parte, y la Administra-ción Distrital (sería excesivo decir la ciudad), por el otro. Es-

tas reglas jurídicas no tienen expresión en el plano, pues en el acuerdo los conceptos jurídicos priman sobre una débil concepción urbanística y el planeamiento de la ciudad se reduce a definir un conjunto de procedimientos que regu-lan las relaciones entre los propietarios, los productores y comercializadores del espacio urbano y el Estado, jerarqui-zado según los niveles de responsabilidad e intervención de este último en el desarrollo urbano, intercalados con algunos principios urbanísticos que no logran estructurar ni definir un plan de ordenamiento, ni políticas que orienten el desarrollo urbano y la acción de la Administración.7 En otras palabras no había plan, sino un código normativo que, desde luego, era necesario construir, pero que demostró no ser suficiente para guiar el desarrollo y crecimiento de la ciudad.

Los acuerdos no identifican y analizan las demandas (de vivienda, de movilidad, de equipamientos) ni generan pro-yectos públicos para su «solución»; no orientan ni progra-man ningún tipo de inversión pública en la ciudad, de ma-nera que no proponen en esencia un modelo urbano ni un método para implementarlo. La planeación de la ciudad que-da limitada a solucionar las demandas de los constructores, pues en su concepción, la construcción del espacio urbano debe ser liderada por el sector privado, y dejar al Estado en el rol de regulador y facilitador. Por este motivo, el Acuerdo 6/90 no tiene planos oficiales, tampoco imágenes o gráficos que lo respalden; estos se limi-tan a identificar condiciones existentes de la ciudad, el «es-pacio público» existente al que se le da prioridad, pues no

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252 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

existe ningún programa para valorarlo, recuperarlo o crear nuevos componentes. En fin, el acuerdo es un código urba-no, plan sin imagen. El Acuerdo 7/79, que precedió el Acuerdo 6/90, tiene una imagen resultante de la delimitación de una inmensa área de actividad múltiple que trata de cubrir todos los barrios donde se habían desarrollado el comercio y los servicios; una forma de «legalizar» las tendencias del mercado. Si bien aún exis-tían algunas intenciones de ordenar el territorio urbano (ejes de actividad múltiple, parques, zonas residenciales), no se trataba de construir la imagen de una ciudad deseada, sino de «retocar» en el dibujo las tendencias de localización de actividades en la ciudad, según lo muestran los análisis que sustentan el acuerdo. Este tipo de planeación (o mejor, de regulación) debe entenderse como el resultado de un proceso que había privi-legiado la planeación sectorial a través de la figura del Plan Integral de Desarrollo, adoptado por la Ley 61 de 1978, Ley Orgánica del Desarrollo Urbano, y sus reglamentos, que pre-tendieron replicar a nivel municipal las funciones de planea-ción del nivel nacional, reproduciendo la metodología y con-tenidos del Plan Nacional de Desarrollo en cada una de las ciudades. Se trató de un plan concebido bajo la idea de una planeación «integral», que con el formato de «planificación del desarrollo» buscó reemplazar la planeación «física», que consideró incompleta e incapaz de dar respuesta a los pro-blemas urbanos que recoge, muy parcialmente, el debate so-bre el desarrollo urbano y desarrollo económico iniciado por Lauchlin Currie desde la década del cincuenta en Colombia. El PID privilegió los sectores de inversión (industria, empleo, vías, vivienda, educación, salud, etc.) por encima del manejo del territorio (política de suelo), cuyo ordenamiento se consi-deró un resultado de la acción en cada sector. Podría consi-derarse como el antecedente lógico de una forma de planear «el gasto público» que hoy se realiza a través del Plan de De-sarrollo Municipal, reglamentado por la Ley 152 de 1994, que convierte en programas y proyectos el programa de gobierno propuesto a los ciudadanos por el alcalde elegido. En la medida en que las oficinas de Planeación no tuvieron capacidad de replicar este plan y dejaron en las entidades

Acuerdo 7 de 1979. Departamento de Planeación Distrital.

Plan de estructura para Bogotá. Informe técnico sobre el estudio de desarrollo urbano de Bogotá, fase II. (1974). Publicación del Departamento de Planeación Distrital.

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253La influencia del Plan Director en la formación de la disciplina urbanística | J. Salazar y K. Manco

sectoriales la identificación y programación de sus proyec-tos, su función se limitó a definir normas para regular los pro-yectos privados.

b. Fase II y las alternativas para el desarrollo urbano de Bogotá

A pesar de que el Decreto 159 de 1974 adoptó la fase II8 como norma para la ciudad, este trabajo, realizado entre 1972 y 1974, se define a sí mismo como un estudio de alter-nativas de desarrollo (de ocupación y uso del territorio) que, a la manera de un «plan de estructura» debería seguirse de un plan de ordenamiento:

Con base en las recomendaciones mencionadas anterior-mente, el DAPD debería elaborar un plan general de desarro-llo para Bogotá y presentarlo al Alcalde Mayor y al Concejo de la ciudad para su aprobación, con miras a utilizarlo como instrumento de control del desarrollo urbano de Bogotá [sic].9

Este plan nunca se desarrolló. La administración del alcalde Férnandez de Soto (1973-1974) se limitó a elaborar un pro-yecto de acuerdo de zonificación, en el cual se «volvieron normas» algunas de las propuestas de estructura de las fase II, los multicentros especialmente. El Decreto 159/74 adoptó también un plan vial, que es la base de los planes viales pos-teriores. El planteamiento de la fase II puede leerse como la con-tinuidad de un proceso que se inició en 1966, cuando el al-calde Virgilio Barco,10 con clara visión del problema urbano en Colombia, contrató con el Centro de Investigaciones para el Desarrollo (CID) de la Universidad Nacional, la elaboración de un estudio que se denominó Alternativas para el desarro-llo urbano de Bogotá, D. E., dirigido por Lauchlin Currie. El estudio presentó dos alternativas sobre el modelo de ciudad: uno, concentrado y otro, extendido, vinculando en cada uno aspectos socioeconómicos y físicos. La selec-ción del desarrollo urbano concentrado para Bogotá sig-nificaba superar los problemas de dotación de servicios y movilización de los usuarios del transporte con precisas y contundentes políticas de ordenamiento del territorio. Estas políticas privilegiaban el transporte público, las altas densi-

dades y la descentralización de actividades, que permitían disminuir los viajes acercando al ciudadano a sus fuentes de trabajo, planteamiento que implicaba restar importancia al centro como lugar de empleo e impulsar la creación de nuevos centros urbanos (subcentros). La selección de una de estas alternativas no era un pro-blema sólo técnico, sino una decisión política de la ciudad y del Gobierno Nacional, pues de este último dependía su puesta en práctica. Currie reconocía y pregonaba tiempo atrás la necesidad de adoptar una política nacional para las ciudades, cuyo desarrollo debería formar parte de la agenda nacional. Se trataba de tender puentes entre una planeación dirigida al uso y ordenamiento del territorio y una planeación económica e institucional, como la practicada por el Depar-tamento Nacional de Planeación (DNP). Sin embargo, a pesar de su insistencia en vincular el nivel nacional en temas que consideraba relevantes (como la de-finición del rol del conjunto urbano del país en el desarrollo y la regulación de la relaciones con los municipios aledaños, entre otros), una vez terminado el estudio, el DNP, como ca-beza del Gobierno Nacional en este frente, consideró que su puesta en práctica era responsabilidad de la ciudad y no de la nación, cuyas preocupaciones estaban en los temas del

desarrollo económico nacional, entre los cuales el desarrollo urbano no tenía lugar. Con la expedición del Decreto 159/74 puede darse por finalizada una opción de planeación que se había gestado en los años anteriores, cuando el desarrollo urbano fue visto desde la óptica del planeamiento racional importado desde los Estados Unidos. De hecho, los dos principales alcaldes de la década del 60 (Barco y Gaitán Cortés) fueron educados en universida-des norteamericanas, donde el concepto de planeamiento era muy diferente al planeamiento de origen mediterráneo-europeo que había regido en la ciudad desde el Plan Director.

c. El planeamiento racional comprensivoEn la sociedad es posible llegar a un consenso, el Estado ac-túa como árbitro neutro entre diversos actores sociales, y la planificación es un proceso políticamente neutro que opera en aras del interés público. A diferencia del plan maestro an-tecesor en Bogotá, las metas del plan no estaban amarradas a una idea fija del futuro de la ciudad expresada en un plano co-loreado. La preocupación de este enfoque es primordial, mas no exclusivamente física, ya que incluía variables socioeconó-micas para las cuales también es posible fijar metas.11

Lauchlin Currie. Fotografía tomada de: <http://www.icesi.edu.co/interaccion/edicion28/index.htm>. Jorge Gaitán Cortés. Alcalde de Bogotá, 1961-1966. Tomado de: Julio Dávila, Planificación y politica en Bogotá: la vida de Jorge Gaitán Cortés. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá – Instituto Dis-trital de Cultura y Turismo, 2000, p. 18. Virgilio Barco Vargas. Alcalde de Bogotá 1966-1969. Fotografía tomada de: <http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/fotos/barco.jpg>.

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El trabajo del equipo de Jorge Gaitán Cortés como alcalde de Bogotá muestra:

[...] una mayor preocupación por institucionalizar los proce-sos para la toma de decisiones en materia de planificación –en este caso, física–, por definir la forma de desarrollo para cada urbanización y cada parte de la ciudad –sus densida-des sus equipamientos–, por fijar normas y procedimientos –de tramitación y aprobación–, que por definir políticas rígi-das de forma y estructura.12

De manera que el nuevo planeamiento debió preocuparse más por los procesos que por la forma final espacial de la ciudad, que en la planeación europea tiene un enorme peso, pues se podría decir que el plano se constituye en el plan mismo que, a su vez, determina la intervención, tanto pública como privada. Este planteamiento presupone que el desa-rrollo del plan es principalmente de iniciativa pública, con un Estado fuerte, capaz de intervenir en el territorio urbano para llevar a la construcción de la ciudad. A diferencia de este, la planeación «racional comprensiva» se concibe como un proceso en el cual tiene cabida la nego-ciación o el acuerdo entre las partes, aceptando la iniciativa privada como componente esencial en la construcción de la ciudad; en este caso, el sector público se encarga de cons-truir «racionalmente» los grandes sistemas estructurantes de la ciudad y deja al privado un amplio campo de acción que regula a través de normas articuladas a políticas públicas de vivienda, transporte, equipamientos, etc.

Parte de estos planteamientos se materializaron en los pro-gramas de formación del Centro Interamericano de Vivienda y Planeamiento (CINVA), creado por la OEA como parte de los programas de cooperación técnica impulsados por los Estados Unidos para los países latinoamericanos.13 El CINVA introdujo una nueva forma de enseñar y ejercer la arquitec-tura y el urbanismo, a través del trabajo en equipo, la visión interdisciplinaria, el aprovechamiento de las técnicas moder-nas de producción y el posicionamiento del arquitecto como coordinador y articulador de procesos, entre otros.

Gaitán Cortés y su equipo introducen este tipo de planea-miento en la ciudad:

La planificación del desarrollo se entiende como un proceso integrado y continuo de síntesis y programación, para elevar los niveles de vida […] el plan es un instrumento que se va conformando todos los días. Es una fórmula flexible, pero lo suficientemente concreta, como para convertirse en pro-gramas de acción. Incluye la ordenación del territorio para garantizar físicamente una expansión equilibrada del cre-cimiento. El plan busca orientar en general, las decisiones sobre el equipo social para la completa formación y capaci-tación de la población, para el cuidado de la salud y para el ejercicio de las funciones políticas y culturales. El plan físico de Bogotá es una solución generalizada que se materiali-za a medida que los recursos permiten a la administración pública, a los organismos distritales especializados y a la iniciativa particular tomar decisiones sobre el crecimiento y modernización de la ciudad. Aunque los aspectos económi-cos y sociales se analizan primordialmente como factores básicos para determinar el plan físico, también contienen he-chos y datos preliminares para participar las tendencias del crecimiento en tales aspectos. El plan, por lo tanto, permite orientar los aspectos sociales y económicos del desarrollo urbano. De este modo se verifica la posibilidad de lograr recursos para el desarrollo físico y se garantiza que habrá lugar adecuado para que ocurra el cambio cultural, econó-mico y social que se busca.14

De allí que en este periodo tampoco es reconocible una ima-gen de ciudad como «modelo» o referencia sobre la cual for-mular programas y proyectos públicos y regular las acciones privadas. Si bien es posible identificar en el periodo iniciati-vas como el conocido «plan vial» semicircular, que cambió la forma urbana y la tendencia a una ciudad lineal extendida por las vías de conexión regional, este plano no puede con-siderarse como la imagen de la ciudad. Por el contrario, los instrumentos para definir las acciones del plan fueron la Junta de Zonificación y la Junta de Plani-ficación, instancias para tomar decisiones sobre proyectos que apenas estaban «indicados» en los planes, que fueron

un instrumento idóneo mientras estuvieron conformadas por personalidades de la ciudad o técnicos de alta calidad, pero que en ausencia de estos, permitieron presiones y con estas, el desarrollo de proyectos no precisamente articulados con el espíritu del plan. Pero además, la administración de esa década conformó bases técnicas y procedimientos que permitieron formular y construir un conjunto muy importante de proyectos públicos en múltiples frentes, además de las vías: vivienda popular, equipamientos, parques, etc.

d. Dos formas de planeación que buscaron ser complementarias

En 1953, el Consejo Nacional de Planificación entregó a la ciudad «Un plan para Bogotá», elaborado por Lauchlin Cu-rrie y Enrique Peñalosa Camargo, como un plan complemen-tario al Plan Regulador de Wiener y Sert. Además de proponer la creación del Distrito Especial como organización administrativa fundamental para enfren-tar adecuadamente el desarrollo de Bogotá, el plan se pre-sentó como un:

[…] plan general [que] es en lo sustancial armónico con el Plan Regulador, el cual atiende la futura estructura física de la ciudad, y en verdad contiene varias recomendaciones para poner en ejecución dicho plan. Los dos planes juntos proveen un completo planeamiento de la ciudad futura… [Su objetivo básico es] buscar la manera de suministrar adecua-damente, al costo más bajo posible, a la población actual y futura de Bogotá y de los municipios circunvecinos, todos aquellos servicios que se han hecho indispensables en la vida urbana. El suministro de muchos de estos servicios es una condición indispensable para el progreso industrial y co-mercial de la ciudad.15

En este planteamiento puede encontrase una búsqueda permanente, en la ciudad de los siguientes cincuenta años, por hacer compatibles dos formas de planeación urbana: el planeamiento europeo, que fija su atención en la definición y gestión de un modelo de ciudad plasmado en un plano que, según los urbanistas, responda a las exigencias de la

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255La influencia del Plan Director en la formación de la disciplina urbanística | J. Salazar y K. Manco

Plan Distrital de 1964, formulado bajo la alcaldía de Jorge Gaitán Cortés. Tomado de: Alternativas para el de-sarrollo urbano de Bogotá, D. E., p. 214.

Town Planning Associates: Josep Lluís Sert y Paul Lester Wiener, Plan Regulador de Bogotá, 1951-1953: plano urbano. © IDPC–MdB.

Le Corbusier, propuesta para la plaza de Bolívar de 1951, utilizada en el CIAM VIII: El corazón de la ciudad. © FLC R2-15-7-001.

Bogotá en 1950. Vista general. © FLC L1-4-17-001.

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sociedad presente y futura, y el planeamiento «racional», que fija sus intereses más en los procedimientos para enfren-tar los temas y problemas del desarrollo urbano, conforman-do los espacios institucionales necesarios para su trámite y realización; un planteamiento que puede considerarse como sensato ante las dificultades de realización de los planes ba-sados en la formulación de un «modelo físico» de ciudad, como referencia principal de su contenido y base de los ins-trumentos para su construcción en un tiempo determinado. El plan físico y los instrumentos institucionales, financieros y procedimentales necesarios para su gestión. Estas dos formas de planear la ciudad han permanecido desde entonces, pero no han logrado en estos sesenta años hacerse plenamente compatibles. La instauración del PID quiso borrar una de estas versiones y produjo, sin proponér-selo, uno de los periodos menos eficientes de la planeación urbana en el país, al causar la pérdida de un saber hacer desarrollado durante treinta años.

En los años 90, de nuevo, la Ley 388/97 definió que el ordenamiento territorial debe complementar la planeación socioeconómica del municipio, buscando configurar un nue-vo esquema de planeación territorial formado por dos instru-mentos entre sí complementarios:• ElPOT, como instrumento de planeación física a partir del

cual definir las políticas municipales en el mediano y lar-go plazos, con una vigencia de doce años, que afecta el suelo y su usufructo.

• ElPlandeDesarrollo,queestableceloslineamientosdepolítica de corto plazo, es decir, para un periodo de go-bierno, materializa los compromisos asumidos por cada alcalde ante la ciudadanía en su programa de gobierno, con una vigencia de cuatro años.

El resultado vuelve a ser la existencia de dos formas de pla-near la ciudad. Una, basada en el Plan de Desarrollo, de corte sectorial y con una intención «integral», promovida desde el DNP con base en la Ley 152/94. Otra, proveniente

de la implantación del «ordenamiento territorial», acorde con la experiencia acumulada en el manejo «físico» del territo-rio y que busca incorporar instrumentos contemporáneos de planeación, gestión y financiación del desarrollo urbano, que han mostrado ser exitosos en el contexto internacional. Es pues, un sistema de planeación «híbrido», en el cual cada uno de sus componentes fue concebido independien-temente, pero que han terminado por conformar un «siste-ma» de planeación urbana (o municipal) sobre el cual han venido trabajando las últimas administraciones locales.

La necesidad de una imagen de ciudad

Las consideraciones anteriores permiten avanzar algunas hi-pótesis o reflexiones sobre la permanencia de ese plano de la ciudad moderna en que inscribió Le Corbusier a Bogotá. En principio, habría que decir que hoy amplios sectores de la ciudad defienden con fervor el modelo de ciudad pro-ducido por quince años de continuo esfuerzo por superar una profunda crisis que afectó su desarrollo en el final de los años 80 y construir una ciudad más productiva, sostenible y con mejor calidad de vida para sus ciudadanos, quienes hoy tienen confianza en un futuro posible. Este modelo de ciudad no puede entenderse como una imagen construida por un plan; de hecho el POT/2000 se for-muló cuando muchos de los programas y proyectos estaban formulados y algunos, ya realizados. La valoración de lo pú-blico, la solidaridad del desarrollo, la eficiencia y transpa-rencia en la administración pública pueden definirse, entre otros, como los principios de lo que podría denominarse un «modelo de ciudad». La construcción de una ciudad com-pacta integrada a la región, que prioriza el transporte público sobre el privado y al peatón sobre el vehículo motorizado, que valora el espacio público para los ciudadanos, donde la obra pública (infraestructuras, dotaciones) es sinónimo de calidad y modelo de acción en la ciudad son, entre otras, las cualidades físicas que las acciones de los últimos años han decantado como concreción en el territorio de ese modelo de ciudad.

Le Corbusier, plan urbano, BOG 4211 (1950). Sobre la propuesta de escala urbana se superpusieron las cua-tro funciones, con el fin de enfatizar el modelo propues-to. Esquema elaborado por Karina Manco.

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257La influencia del Plan Director en la formación de la disciplina urbanística | J. Salazar y K. Manco

En este sentido cobra vigencia la referencia que el POT hace al Plan Director de 1951 y al Estudio de Desarrollo Ur-bano fase II de 1973, como documentos que propusieron la reorganización del territorio en función de un plano para la ciudad futura. Un plano-imagen de la ciudad futura que parece necesario como marco de referencia para encauzar hacia fines previamente establecidos (que a su vez, dieron origen al plano–imagen de la ciudad) la formulación y puesta en marcha de los programas y proyectos, públicos y priva-dos, que hacen posible su concreción en el tiempo. En el caso de Bogotá, que no es necesariamente genera-lizable, este plano–imagen de la ciudad es un complemento necesario para la definición de instrumentos y procedimien-tos para su ejecución, cuya importancia en el urbanismo contemporáneo no puede menoscabarse. Se puede tratar de una imagen difícilmente alcanzable, pero no por esto me-nos efectiva en la planeación; se reitera, es más un punto de referencia que una realidad perfectamente posible. Sí, en esta perspectiva podría ser cierto que una parte de la planeación de la ciudad no ha podido deshacerse de la imagen de plano de la ciudad radiante en que Le Corbusier la inscribió.

José Salazar: arquitecto por la Universidad de los Andes (1976) con posgra-do en Historia del la Cultura los Saberes y la Educación por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París (Francia) (1980). Profesor de la maestría en Urbanismo de la Universidad Nacional (1990); especialización en Arquitectura y Ciudad de la Universidad de los Andes (2008); especialización en Proyecto Urbano; Universidad San Buena-ventura, Cali (2006). Premio Nacional de Arquitectura en la categoría de Investigación Urbana (1992 y 1996) y mención (2000). Consultor en estu-dios, planes y proyectos urbanos, entre los cuales se destacan: investiga-ción sobre los asentamientos populares de Bogotá (1982-1984); diseño y reglamentación de Ciudad Salitre (1985); Plan Centro de Bogotá (1986-1988), programa Centros Históricos con el Ministerio de Cultura (1988-1994), director programa de cooperación francesa IMDUS (apoyo a los municipios para implementar la ley de reforma urbana - 1999-2001, pro-yecto de apoyo a la política de vivienda y la gestión urbana (DNP-MDE-PNUD) para la concepción de una política urbana nacional, uno de cuyos resultados fue la primera versión de la Ley 388 de 1997, Ley de Desarrollo Territorial (1992-1995), Planeación de la ciudad central de Bogotá y trata-mientos para el POT de Bogotá (1997-1998), director técnico del primer Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá (1999-2002); elaboración de

los lineamientos para una política urbana nacional (2004), el Plan de ges-tión del suelo (2007); los Estándares Urbanísticos Nacionales (2008) y los aspectos urbanísticos de los Macroproyectos de Interés Social Nacional para el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Ha publi-cado múltiples ensayos sobre urbanismo, planeación y temas conexos en Colombia en diversos libros colectivos y revistas nacionales e internacio-nales. Ha sido ponente en seminarios, talleres, encuentros y otros eventos nacionales e internacionales.

Karina Manco Rozo: arquitecta (2000) y magíster en Urbanismo (2009) por la Universidad Nacional de Colombia. Ha formulado, ejecutado y liderado proyectos de planeación urbano-regional en el marco de la cooperación internacional, enfocados en el desarrollo económico sostenible. En este contexto, se ha especializado en la aplicación de Sistemas de Información Geográficos como herramienta para la implementación y evaluación de procesos de desarrollo con impacto territorial. Se ha desempeñado –de forma destacada– como consultora en proyectos urbanos y ha participado en la elaboración de Planes de Ordenamiento Territorial para varios muni-cipios del país.

1 Este artículo tiene una gran deuda con las reflexiones surgidas en el de-sarrollo de la tesis de maestría en Urbanismo de Karina Manco, «El Plan Piloto y su influencia en el discurso para la planeación de la ciudad», cuya dirección estuvo a cargo de José Salazar.

2 La escala metropolitana se plasmó en el plano BOG 4210 del Plan Direc-tor para Bogotá, Le Corbusier, París, 30 de junio de 1950.

3 El urbanismo tiene cuatro objetivos que son: «Primero, asegurar a los hombres alojamiento sano, es decir, lugares en que el espacio, el aire puro y el sol, estas tres condiciones de naturaleza, estén ampliamente aseguradas; segundo, organizar los lugares de trabajo de modo que este, en vez de ser una penosa sujeción, recupere su carácter de actividad hu-mana natural; tercero, prever las instalaciones necesarias para una buena utilización de las horas libres, haciéndolas beneficiosas y fecundas; cuar-to, establecer el vínculo entre estas diversas organizaciones por medio de una red circulatoria que asegure los intercambios sin dejar de respetar las prerrogativas de cada una de ellas». La Carta de Atenas, tomado de <http://legislaciones.iespana.es/CartAtenas.htm>, 20 de agosto de 2009.

4 Uno de los tres componentes del modelo de los «tres establecimientos humanos»: la unidad de explotación agrícola, la ciudad lineal industrial y la ciudad radioconcéntrica de intercambios.

5 Este planteamiento fue publicado por Le Corbusier bajo el título «Les trois établissements humains», en 1945. Ver la primera edición en francés: Bé-zard, J., Commelin, Coudoin. J., Dayre, Hya, Dubreuil, Le Corbusier, Lyritz, Hanning, Aujame, De Looze, Une civilisation du travail, Les trois étabisse-ments humains, Denoël, Collection urbanisme des CIAM ASCORAL Sec-

tion 5a et 5b, Boulogne 1945. La segunda edición es de 1959, Trad. Esp., Los tres establecimientos humanos, Poseidón, Buenos Aires, 1981.

6 Rodrigo Cortés, «Le Corbusier en Bogotá: Por un urbanismo de los “tiem-pos modernos”», en: revista Textos n.o 4, Maestría en Historia y Teoría de la Arquitectura, Facultad de Artes, Universidad Nacional, Bogotá, 2000, p. 108.

7 Situación de la cual parece estar consciente la «parte jurídica» del acuer-do, cuando afirma en su exposición de motivos que es un instrumento para «regular comportamientos, libertades, derechos y obligaciones de los administrados, así como deberes y funciones públicas, procesos ad-ministrativos e instituciones de derecho público». Es decir, el acuerdo está orientado a que allí se encuentren «respuestas a interrogantes jurídi-cos sobre temas urbanísticos» y no «la respuesta normativa a preguntas que puedan surgir de las disciplinas técnicas».

8 El estudio fue desarrollado por la firma inglesa-norteamericana Llewelyn Davies Weeks Forestier-Walker & Bor, en asociación con Kates Peat Marwick & Co. y Coopers & Lybrand, conjuntamente con la firma colom-biana Consultécnicos y el DAPD, durante los años 1972 y 1973. El informe final es una traducción del original en inglés, impreso en 1974.

9 Ib., p. 16; el subrayado es nuestro.10 En el periodo de gobierno de Virgilio Barco (1966-1969) se institucionalizó

la planeación integral en la ciudad, pues si bien este mandatario tenía formación profesional como ingeniero, su educación posgradual estaba dada por una maestría en Economía de la Universidad de Boston y un doctorado, también en economía, de MIT; esto lo hizo mucho más cerca-no al enfoque económico de la ciudad y a la ideas de Lauchlin Currie.

11 Esta nueva visión de la ciudad es posible «en la medida en que la econo-mía colombiana pudo modelarse con métodos matemáticos, [el economis-ta-administrador] encarnó esa supuesta neutralidad ideológica, esencial en un régimen que había proscrito la controversia. En el imaginario colectivo el economista joven emergió como el portador de lo moderno […] y el político quedó de representante de lo tradicional» Tomado de Julio Dávila, Planifi-cación y política en Bogotá: la vida de Jorge Gaitán Cortés. Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá, 2000, p. 183.

12 Rodrigo Cortés, citado por Julio Dávila, Planificación y política en Bogotá: la vida de Jorge Gaitán Cortés. Alcaldía Mayor de Bogotá, Instituto Distrital de Cultura y Turismo, Bogotá, 2000, p.183.

13 Jorge Rivera Páez, El CINVA: un modelo de cooperación técnica 1951–1972. Tesis de grado para optar al título de magíster en Historia, Departa-mento de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2002, p. 2.

14 La planificación en Bogotá, Departamento Administrativo de Planeación Distrital, Bogotá, 1964, p. 31.

15 Plan para Bogotá, Consejo Nacional de Planificación, Imprenta Municipal, Bogotá, 1953.

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258 Le Corbusier en Bogotá, 1947-1951: Precisiones en torno al Plan Director

De la negación al redescubrimiento del Plan Piloto de 1950: una lectura desde la situación actual del ordenamiento y el urbanismo de Bogotá y la SabanaFrancisco Jácome Liévano

Parece inverosímil que a sesenta años de prácticamente to-das las cuestiones que fueron abordadas por Le Corbusier en el Plan Piloto de Bogotá de 1950, permanezcan vigentes y en buena medida, irresolutas. Gracias al ejercicio intelectual que representó para la so-ciedad bogotana y en especial para los arquitectos de esa época la discusión del plan, desde entonces y de manera fragmentaria –recientemente, de manera casi inconsciente–se han venido incorporando algunos de sus elementos a la práctica del planeamiento y el urbanismo de la ciudad y del país con una incidencia notable, aunque claramente uno de sus valores más notorios consiste en la integralidad de su aproximación metodológica, que consideró diferentes esca-las aplicadas a los análisis y los planteamientos que de estos surgieron. Con el paso del tiempo, la puesta en valor del Plan Pilo-to por parte de los arquitectos y urbanistas colombianos ha devenido en una deuda demasiado grande y antigua, que inexplicablemente se adquirió a golpe de negarlo sistemáti-camente, bajo el amparo de una lectura simplista, incomple-ta o muy seguramente, de una ausencia de lectura.1

Buena parte de una generación de arquitectos colombia-nos que hoy nos ocupamos de temas urbanísticos fuimos cobijados por una formación que no consideró seriamente el movimiento moderno y todo lo que este produjo.2 Pero aún así es inaudito que en el ámbito universitario nunca se hu-biera considerado el Plan Piloto como tema central de una cátedra o como referente para la definición de eventuales temas de proyectación a mediana y pequeña escala o in-cluso como simple recordatorio para que los arquitectos no olvidáramos que una parte fundamental de nuestro oficio y

buena parte de nuestra responsabilidad profesional está re-lacionada con la definición de la forma de la ciudad. Pero ¿cuán ajenas al contexto e inoportunas fueron en realidad la lectura de Bogotá y de la Sabana, como señalan algunos textos, y las propuestas que Le Corbusier desarro-lló en el Plan Piloto?3 Porque quien, como en mi caso, se aproxima al plan a través de una lectura serena y despreve-nida de los textos y los planos que lo constituyen, descubre inevitablemente una poderosa y obsesiva preocupación por entender, representar y afrontar el planeamiento a partir de los elementos más significativos del territorio (la topografía, los cuerpos de agua, los cerros, los humedales, el suelo productivo, los asentamientos y sus conexiones e interaccio-nes), por dirigir cada decisión para garantizar la viabilidad, la supervivencia y la sostenibilidad de la región y de la capital, y por proveer a sus habitantes de viviendas más que dignas y de los servicios, los espacios y las infraestructuras que de-manda «habitar».

¿Acaso los planes y los proyectos que han venido implemen-tándose desde entonces, incluso en los últimos diez años, y que se han aprobado con entusiasmo, lograron ser coherentes en sus planteamientos, como lo fue el Plan Piloto, con una vi-sión a largo plazo –que hoy denominamos «modelo de orde-namiento»–, a través del desarrollo de propuestas concretas y aplicables desde la escala regional hasta la escala local? Poder contar con la versión integral del Plan Piloto cons-tituye la valiosa posibilidad de acceder a un documento que, entre otras cosas, da testimonio de una oportunidad malgas-tada e irrepetible de ordenar adecuadamente el suelo de Bo-gotá y de la Sabana,4 cuando ese territorio mostraba un bajo

porcentaje de ocupación5 y parecía tener múltiples opciones de desarrollo que le permitieran prever y dirigir armónica-mente los procesos de urbanización a diferentes escalas. Asociado a la idea de cultivar el cuerpo y el espíritu, el plan definió una estructura articulada con el medio físico na-tural, donde los cuerpos de agua, los humedales y los ce-rros deberían ser protegidos en conjunto por los municipios del ámbito metropolitano. En dicha perspectiva también se definió un límite máximo para el suelo urbano y unas áreas agrícolas, donde la atención al paisaje rural es notoria. El tiempo se constituía entonces en variable fundamen-tal del plan y en esa medida aspiraba a contar con com-promisos municipales y metropolitanos. El equilibrio de su ejecución estaría respaldado por desarrollos donde primaran bajas ocupaciones y altas edificabilidades, con el fin de po-der favorecer la liberación del suelo y la protección de las actividades productivas y la recreación. En efecto, las decisiones se dirigieron a la protección de los activos naturales (cuerpos de agua, humedales y cerros) y su integración a la vida de la población; a la preservación de un suelo rural, cuyas características lo destacan como el de la más alta calidad para la producción agrícola, de modo que se garantizara la seguridad alimentaria; a la definición de un sistema de movilidad al servicio del ordenamiento territorial y no solamente superpuesto a la dinámica de los procesos espontáneos de urbanización y densificación; a la definición funcional, formal y espacial de dicho sistema, acorde con la relación entre las áreas de vivienda (entendi-da no solamente como la producción intensiva de unidades de vivienda, pues Le Corbusier hacía referencia a formas de habitar que consideran en la base la necesidad de pro-

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259De la negación al redescubrimiento del Plan Piloto de 1950 | Francisco Jácome Liévano

Ocupación de la Sabana de Bogotá en 1952. Fuente: Formulación de un modelo de ocupación territorial para los municipios de la Sabana. Unión temporal Julio Gómez – Grupo de Estudios Urbanos, Ltda. Gobernación de Cundinamarca. 2008.

Ocupación de la Sabana de Bogotá en 2008. Fuente: Formulación de un Modelo de Ocupación Territorial para los municipios de la Sabana. Unión temporal Julio Gómez – Grupo de Estudios Urbanos, Ltda. Gobernación de Cundinamarca. 2008.

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veer simultáneamente las infraestructuras y los servicios que permitan cultivar el espíritu, el intelecto y el actual cuerpo) y conforme también a las actividades que generan movilidad obligada (trabajo y estudio), considerando seriamente la to-pografía y el paisaje, y entendiendo la necesidad de definir la localización y la articulación de un aeropuerto internacional enclave regional como el punto de contacto más importante entre la Sabana, el país y el mundo.6

En los planos regionales, Le Corbusier hizo visibles dos estructuras de soporte: un sistema natural completamente articulado, que hoy llamamos estructura ecológica princi-pal, y la movilidad. A través de ellas se relacionan espacial y funcionalmente distintos ámbitos del territorio, cuyas vo-caciones se complementan. Un concepto bien interesante y de tremenda actualidad es el de la integración del sistema natural a la dinámica regional. La noción de poner en valor la Sabana y sus elementos naturales a la base del ordenamien-to regional recientemente fue recuperada por el modelo de ocupación de la región. Allí, como elemento importante del ordenamiento regio-nal, aparece el aeropuerto mundial, entendido como un tema central y nunca como un edificio dependiente del área urba-na de Bogotá. La cartografía del Plan Piloto representa la propuesta de un sistema interconectado de movilidad de los municipios de la Sabana, que reconoce la fuerza de la radialidad vial de Bogotá (reforzada por el sistema férreo), pero que prevé co-nexiones de ámbitos intermunicipales urbanos y rurales que no dependen de la estructura urbana de Bogotá. La repre-sentación de los elementos rurales pesa tanto como la de los urbanos y, en esa medida, pone en evidencia la necesidad de preservar y cualificar la ruralidad. Desafortunadamente, el Plan Piloto fue considerado «un instrumento obsoleto antes de ser terminado».7 ¿Quién pue-de negar que los temas de ese plan son hoy los temas cen-trales del ordenamiento territorial y del urbanismo en la Saba-na de Bogotá? ¿Quién insiste en decir que el Plan Piloto nun-ca tuvo o no tiene vigencia? Es lamentable que en el pasado ni siquiera se hubiera realizado un esfuerzo por explorar alternativas a sus propuestas en relación con la conforma-

ción de extensivos sectores de vivienda donde predominara el concepto «habitar», considerando que actualmente se ha constituido en un tema fundamental del ordenamiento a nivel nacional, con muy pocos resultados positivos. A pesar de los avances logrados en los años recientes con base en la expedición de la Ley 388 de 1997 –Ley de De-sarrollo Territorial y puestos de manifiesto en el Plan de Orde-namiento Territorial (POT) del año 2000 y su primera revisión del año 2003–, la ciudad y el Gobierno Nacional actualmente concentran buena parte de sus esfuerzos en adoptar medidas paliativas que les permitan acceder a «suelo barato» (dentro y fuera del ámbito distrital), para la promoción de grandes pro-yectos dirigidos a la construcción de vivienda de interés so-cial, aunque su localización y dimensión puedan distorsionar gravemente el mencionado modelo de ordenamiento.8

La ausencia de políticas públicas decididas en torno a la producción masiva de vivienda y de su correspondiente im-plementación desde el ordenamiento territorial no da cabida a la discusión sobre si la forma sigue a la función, pues actual-mente el manejo del tema se basa en un postulado según el cual la forma y la función de extensas áreas siguen las lógicas que dictan los precios del suelo y el mercado inmobiliario.9 A lo anterior se suman discusiones inconclusas en torno al rompecabezas de la movilidad, pues a pesar de haber sido incorporado en el POT de Bogotá como un sistema general decisivo para el modelo de ordenamiento, su re-solución depende de posturas gubernamentales coyuntu-rales relacionadas con la implementación de unos u otros modos de transporte, donde el aeropuerto –elemento de-finitivo para una región lejana al mar que aspira a posicio-narse económicamente a nivel mundial– se ha entendido casi exclusivamente como un equipamiento local ajeno al ordenamiento regional.10

El reconocimiento que hizo Le Corbusier de la topografía cercana a los cerros orientales y de la importancia del ma-nejo hidrológico asociado a los trazados y los perfiles viales que se desarrollarían en sentido oriente–occidente, consti-tuyen hoy un llamado al entendimiento del lugar y probable-mente, una pista importante para el diseño adecuado del espacio público.

Del mismo modo, el Centro Cívico y la pieza destinada al trabajo son dos elementos del Plan Piloto que hoy adquie-ren una vigencia importante.11 La ciudad incorporó al modelo de ordenamiento dos operaciones estratégicas: una, para el centro (entendido como un ámbito de aproximadamente 1800 Ha) y otra, para el eje industrial y de equipamientos de gran escala que se desarrolla desde dicho centro hasta el occidente de la ciudad (denominada Operación Anillo de In-novación).12 A través de dichas operaciones, no solamente se busca recualificar esas áreas, sino también dotarlas de los atributos que les permitan adquirir una significación de escala internacional y funcionar consecuentemente con esta. En 2004, dentro del proceso de formulación del Plan Zo-nal Centro, que desarrolló el componente urbanístico de la Operación Centro, se estableció un modelo de ordenamiento para ese ámbito, dirigido a conformar un centro de escala regional que contemplara la inserción de nuevas formas de ciudad y la localización de numerosas viviendas (apuntan-do a la duplicación de la población residente)13 y de nuevos equipamientos, con un incremento importante del espacio público y un manejo adecuado de la movilidad. El proceso de definición del modelo que orientó las de-terminaciones más importantes, que fueron posteriormente adoptadas en 2007, consideró seriamente la necesidad de conformar un nuevo «centro del centro», cuya escala fuera más consecuente con las 1800 hectáreas objeto de planifi-cación, similar a la dimensión del área central propuesta en el Plan Piloto y con las pretensiones de consolidarlo como centro regional. Ante premisas tales como duplicar la población residente a 500.000 habitantes (equivalente a la producción de por lo menos setenta mil nuevas viviendas), incrementar sustan-cialmente el espacio público existente (cercano solamente a menos de tres metros cuadrados por habitante, sin con-siderar el espacio público necesario para la adecuada mo-vilidad y la permanencia de la población flotante), racionali-zar la movilidad (considerando las dimensiones reducidas de las vías locales), favorecer la accesibilidad y preservar los valores patrimoniales, se consideró necesario prever in-tervenciones drásticas en la denominada «franja prioritaria

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261De la negación al redescubrimiento del Plan Piloto de 1950 | Francisco Jácome Liévano

Borrador del modelo de ordenamiento del plan zonal del centro. Realizado por Francisco Jácome y Javier Aja en el marco de la formulación, para el Departamento Administrativo de Planeación Distrital (hoy SDP), en 2004.

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Programa de Vivienda de Interés Social, Alcaldía Mayor de Bogotá, Departa-mento Administrativo de Planeación Distrital, Bogotá 2003.

Modelo urbano del Plan de Ordenamiento Territorial de 2003.

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263De la negación al redescubrimiento del Plan Piloto de 1950 | Francisco Jácome Liévano

de intervención», delimitada por la calle primera, al sur; la calle 26, al norte; la carrera décima, al oriente, y la avenida Caracas, al occidente, es decir algo más de cien hectáreas donde debería prevalecer un espacio público fluido genera-do en buena medida por la implantación de edificaciones en altura con baja ocupación, una alternativa pertinente, no muy lejana de los postulados modernistas. Por su parte, el Plan Piloto planteó un centro de escala regional (con seis kilómetros de longitud y unas mil doscien-tas hectáreas), considerando que el centro de entonces no correspondería a la futura ciudad de un millón y medio de habitantes, núcleo principal de un área metropolitana. La idea de conformar un gran centro no estaba aislada de una proporcionalidad entre este y extensas áreas donde predominaría «habitar» y que, por tanto, tal como lo mues-tran los planos de detalle de algunos sectores, albergarían otras actividades complementarias en pequeña escala. En esa propuesta, las áreas de trabajo estarían debi-damente conectadas con las de vivienda de Bogotá, pero también con el ámbito metropolitano. La pieza destinada al trabajo coincide en parte con la Operación Anillo de Innova-ción, a la cual el POT le otorga la función de localizar la nueva industria asociada al terciario avanzado. Son tantos y tan ricos los elementos conceptuales, meto-dológicos y formales del Plan Piloto, que merecen ser explo-rados con la paciencia y la humildad que exigen el entendi-miento y la evolución de los temas urbanísticos.

El urbanismo, como oficio, puede aún recuperar el sentido que tuvo para quienes no se ocuparon exclusivamente de te-mas ligados a la formulación de la norma, como mecanismo determinista de la producción de ciudad. La responsabilidad de contribuir decididamente a la definición de las formas de ocupación del territorio, de la forma y el espacio urbanos, incluidos los elementos que constituyen el sistema vial, y de garantizar el bienestar de sus habitantes no puede endo-sarse desprevenidamente a profesiones cuyas bases están lejanas del entendimiento de la forma y del espacio. El Plan Piloto puede ser un elemento clave para recuperar la pasión por esta disciplina.

Francisco Jácome Liévano: arquitecto por la Universidad Nacional de Co-lombia y máster en Técnicas Urbanísticas aplicadas a las Áreas Metropo-litanas por la Università Degli Studi di Roma, «La Sapienza».

1. La negación del plan estaba respaldada por sentencias relacionadas fundamentalmente con un supuesto «condenable zoning», con la des-trucción del patrimonio de la ciudad (justo después del Bogotazo del 9 de abril de 1948) y con un supuesto desconocimiento de Le Corbusier con relación al medio físico natural y la idiosincrasia bogotana.

2. La teoría y la proyectación de los años ochenta en las universidades co-lombianas miraron con interés movimientos como el Neoclasicismo y el Deconstructivismo, al tiempo que la academia exaltaba posturas clara-mente contrarias a los principios del movimiento moderno (con especial interés se exploraban los escritos y los proyectos de Aldo Rossi y Robert Venturi). El ambiente académico no era seguramente el más afín a los postulados del CIAM.

3. El desánimo generalizado de algunos comentarios cercanos a la formula-ción del Plan Piloto no puede ser descontextualizado de un escenario que mostraba buena parte del patrimonio destruido por los sucesos del 9 de abril de 1948.

4. La superficie del suelo urbano de Bogotá en el momento de la elaboración del Plan Piloto era de 2770 Ha (actualmente es de 30.776 Ha) y la ciudad contaba con 600.000 habitantes. De acuerdo con los datos del censo del DANE en el año 2005, la población de Bogotá era de 6.763.325 habitantes y la del resto de municipios que conforman la Sabana de Bogotá era de 964.586 habitantes.

5. El estudio más reciente sobre la ocupación de la Sabana de Bogotá fue contratado por la Gobernación de Cundinamarca en 2007 y desarrollado por la unión temporal J. Gómez – Grupo de Estudios Urbanos, Ltda. Di-cho estudio actualizó la cartografía que muestra la ocupación real de ese territorio y, para el efecto, contó con imágenes satelitales SPOT. Tanto el diagnóstico como el modelo de ocupación que fueron desarrollados por dicho estudio actualmente son analizados y discutidos por los municipios que constituyen la Sabana de Bogotá y por los entes territoriales que tie-nen jurisdicción en ese ámbito.

6. En la cartografía del Plan Piloto se evidencia un entendimiento del aero-puerto como el punto de conexión más importante en el contexto mundial y nacional (París, 48 horas; Nueva York, 16). Ello debería tener un impacto en la economía y la escala de la ciudad y debería reflejarse en su funcio-nalidad y sus escalas urbana y arquitectónica. Es interesante el papel que, en consecuencia, el plan le otorga a la región (cada municipio de-bería tener su propio plan piloto) y a su intercomunicación. La propuesta de un límite urbano definido por elementos físicos partía de considerar que la ciudad debería ser densa, a favor de una extensión controlada que protegiera el suelo rural.

7. Doris Tarchópulos reseña dicha apreciación en el artículo «Huellas del Plan para Bogotá de Le Corbusier, Sert y Wiener», publicado en la revista electrónica Scripta Nova del 1 de agosto de 2006.

8. Esa misma situación viene replicándose en otros municipios de Colom-bia, a partir de la expedición del Decreto n.o 4260 de 2007, sobre los macroproyectos de interés social nacional, los cuales no se supeditan al ordenamiento municipal.

9. En diferentes escenarios de discusión sobre el tema del déficit de Vi-vienda de Interés Social (VIS), que actualmente se aproxima a la cifra de 340.000 viviendas en el ámbito de la Sabana (censo DANE, 2005), es recurrente la preocupación por los elevados precios del suelo en áreas de expansión (e incluso en suelo rural), que hacen menos atractiva la generación de proyectos VIS.

10. La importancia de avanzar en esta escala de ordenamiento apenas co-mienza a hacerse consciente por parte de las administraciones, dada la necesidad de llegar a acuerdos en relación con el manejo de temas que desbordan los límites municipales, tales como la provisión de agua, el manejo de los activos naturales, la disposición de residuos y la infraes-tructura de transporte.

11. Lo regional no solamente se percibe desde la lectura cartográfica de un ámbito de gran escala, sino también desde la propuesta misma de los edificios o de los complejos edilicios, cuya arquitectura hace clara refe-rencia a reflexiones que superan el ámbito estricto de la intervención.

12. De acuerdo con el estudio realizado por Julio Gómez y Francisco Jácome para la Secretaría Distrital de Planeación, en 2008 el área bruta actual de la operación es de 780 Ha, mientras que el área susceptible de ser trans-formada a través de proyectos es de algo menos de 180 Ha, en razón a los procesos de ocupación que se han venido dando en los últimos diez años.

13. El Plan Zonal Centro asumió como oficiales las cifras que contaban 250.000 residentes y una población flotante de 1.500.000 personas, las cuales están consignadas en los estudios técnicos que dieron soporte a dicho plan.