Para el Tiempo de Navidad
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La infancia de Jesús
Meditaciones para el tiempo de Navidad
UNIDAD DE ESPIRITUALIDAD EUDISTA
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“Te adoramos, Señor, Niño Jesús,
Te bendecimos Te amamos Con to-do nuestro corazón, Con toda
nuestra alma, Con todas nuestras fuerzas. ”
(O.C. III, 456 –457)
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Primera semana
La Santa infancia de Jesús 1. Grande y admirable Jesús, no quedaste contento con hacerte hombre por amor a los hombres, sino que tam-bién quisiste hacerte niño, y someterte a todas las baje-zas y enfermedades de la infancia para honrar a tu Pa-dre eterno en todos los estados de la vida del hombre, para santificar todos los estados de nuestra vida. Bendi-to seas, buen Jesús, por estas cosas. Que todos tus Ángeles y tus Santos te bendigan eterna-mente. Amabilísimo Niño, te ofrezco el estado de in-fancia por el que yo pasé y te suplico y te suplico muy humildemente que, por la virtud de tu divina infancia, todo lo que hubo de malo y de imperfecto en mi infan-cia, y que hagas que todo el estado de mi infancia se convierta en un homenaje eterno a tu adorable infan-cia.
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2. Divino Jesús, al contemplarte en tu santa infancia veo que no estás inactivo sino que desde ahí haces grandes cosas para tu Padre eterno, pues estás ocupado sin cesar en contemplarlo, adorarlo y amarlo, y a tu di-vina Madre la llenas de muchas gracias y bendiciones, con san José y con el pequeño Juan Bautista y con otros Santos, con los que trataste durante tu infancia, y pro-duces efectos admirables de luz y de santidad. Te adoro, te amo y te bendigo en todas estas divinas ocupaciones y en estos efectos maravillosos de tu divi-na infancia. Te ofrezco todo el honor y el amor, en tu santa infan-cia, que recibiste de tu Padre, de tu Espíritu Santo de tu santa Madre, de san José, de san Juan Bautista, de san Gabriel y de los otros Ángeles y Santos que perte-necen especialmente a tu divina infancia.
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3. Amable Niño, en ti adoro todos los pensamientos, los designios y el amor tan ardiente que me tuviste, cuando te encontrabas en el estado de infancia. Porque tú pensabas en mí y me amabas continuamente y, desde entonces, ya tenías un designio y un gran deseo de im-primir en mí una imagen de tu divina infancia, esto es, de colocarme en un estado de infancia santa y sagrada para que yo imitara y honrara la delicadeza, la senci-llez, la humildad, la pureza de cuerpo y de espíritu, la obediencia y la inocencia más que evangélica de tu san-ta infancia. Jesús mío, me entrego a ti para cumplir este designio y este deseo tuyo, y para entrar en ese estado. Con este objetivo, de hora en adelante, con la ayuda de tu gracia que pido de todo corazón para lograr esto, yo voy a procurar ser delicado, humilde, sencillo, puro, obe-diente, sin hiel, sin amargura y sin malicia, como un niño, de modo que, por este medio, pueda dar algún honor a tu honorable infancia (I 423-424).
San Juan Eudes (O. C. I, 423 - 424)
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Oración
Me regocijo, buen Jesús, al contemplarte en el estado de tu Infancia, y al ver cómo amas y glorificas así a tu Padre, cómo eres glorifi-
cado y amado por tu Padre y cómo estás lleno de virtudes, de excelencias y de gran-dezas. Te agradezco infinitamente por todo
el amor y por la gloria que has dado a tu Pa-dre y a ti mismo en este
misterio. (O.C. I, 335).
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Segunda semana
Actos de amor a Jesús que nace y se hace niño
Jesús, tu eres todo amor todos los momentos, estados y misterios de tu vida, pero especialmente tú eres sólo amor y dulzura en el momento de tu nacimiento en el estado de tu santa Infancia. Que yo te ame en ese mo-mento y en ese estado, que el cielo y la tierra te amen junto conmigo y que todo el mundo se transforme en amor a su Creador y a su Dios, transformado en amor y en dulzura hacia el mundo. Amable niño, tú naces por amor, en amor y para el amor. En el momento de tu nacimiento amas a tu Pa-dre más de lo que pueden hacer todos los Ángeles y los hombres juntos durante toda la eternidad. Tu Padre también te ama en este mundo más de lo que el haya amado o ame a todos los hombres y los Ángeles juntos.
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Jesús te ofrezco todo ese amor con el que tú has sido amado en tu nacimiento por tu Padre, como también por tu Espíritu Santo, por tu sagrada Madre, por san José, por san Gabriel, y por todos los Ángeles y Santos que tuvieron parte en este amable misterio de manera especial. Amor de Jesús, que triunfas sobre Jesús en todos sus estas y misterios pero de manera especial en el estado de su Infancia y en el misterio de su cruz, y que con estos dos misterios llevas en triunfo toda su potencia en la impotencia, su plenitud en la pobreza, su plenitud en la pobreza, su soberanía en la dependencia, su sabi-duría eterna en la Infancia, su gozo y felicidad en los sufrimientos y su vida en la muerte.
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Triunfa sobre mí, esto es, sobre mi amor propio, sobre mi propia voluntad y mis pasiones y déjame en un esta-do de impotencia, de indigencia, de dependencia, de infancia santa y divina, y de muerte al mundo y a mí mismo, y que vaya adorando y glorificando la impoten-cia, la dependencia, la infancia y la muerte en la que has reducido a mi Jesús, en el misterio de su nacimien-to y de su cruz. Estos actos de amor sobre el nacimiento y la infancia de Jesús son modelo para abrir la puerta a otros seme-jantes sobre otros estados y misterios de Jesús
(O.C. I. 405- 406).
Oración
Buen Jesús, te adoro, te amo y te glorifico en to-do lo que eres y en todo lo que has realizado y aún realizarás en el estado de tu santa Infancia. Adoro y honro todos los pensamientos, los de-signios, los sentimientos, las disposiciones y las ocupaciones interiores de tu alma santa en ese
estado con relación a tu Padre, a ti mismo, tu Es-píritu Santo, a tu sagrada Madre, a tus Ángeles, a
tus santos y particularmente a mí.
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ADORACIÓN, ALABANZA Y ACCIÓN DE GRACIAS
Divino y adorable Niño, postrado a tus pies con toda la humildad del cielo y de la tierra te adoro, te alabo y te doy gracias, junto con tu santísima Madre. Con san Jo-sé, con toda la Iglesia y en nombre de todas las creatu-
ras. Yo adoro, alabo y doy gracias en ti y contigo a la Santísima Trinidad. Que todo lo que hay en mí y hay en
el universo se convierta en adoración, en alabanzas y en acciones de gracias a la adorable Trinidad que reina
perfectamente en ti
San Juan Eudes (O.C. III 458)
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“Te contemplo, Jesús, viviendo y reinando en tu santa madre. ¡Jesús, Hijo
único de Dios e hijo único de María! Te contemplo y adoro
viviendo en tu santa madre”.
San Juan Eudes
(O.C. I, 432)
Director: P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación: Jorge Luis Baquero - Hermes Flórez Pérez