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  • Revista Crtia de Ciencias Sociais, 83, Dezembro 2008:165-189

    JOS GUADALUPE CANDARILLA SALGADO

    Para un conocimiento alternativo de las alternativas.A propsito de Boaventura de Sousa Santos

    Partiendo de un anlisis de la obra de Boaventura de Sousa Santos, este artculo discutela pertinencia y las posibilidades de desarrollar un pensamiento alternativo a los modosde conocimiento social y poltico del mundo que se afirmaron como dominantes yhegemnicos en el marco de la modernidad occidental.

    Palavras-chave: teoria social, teoria poltica, pensamento alternativo.

    "De qu sirve una discusin sobre la posibilidad de alternativas, si no se puederealizarlas; porque aquel que sostiene que no hay alternativas tiene el poder dedestruirlas todas?".

    FRANZ HINKELAMMMERT, 2001

    En el opsculo El fin de la historia y el ltimo hombre^ se sostiene la imposi-bilidad de modificar el sistema a travs de un argumento que pugna porimplantar un procedimiento de presentificacin de la vida social. La cues-tin no apunta solo a la clausura de lo histrico, a lo que habra que pre-guntar el fin de cul historia?, siendo que esto se colige luego delderrumbe del socialismo de tipo sovitico, de lo cual no puede sostenersela anulacin de toda propuesta anti-sistmica. No obstante, por debajode esta proposicin altamente retrica se esconda un razonamiento msescurridizo que se diriga a sostener una ampliacin del presente y su cele-bracin. Un presente que se ensancha borrando el pasado^ y bloqueando

    ' El artculo de Francis Fukuyaraa "The End of History?", publicado en The National Interest, 16(verano de 1989), 3-18, apareciera en una forma ms ampliada y desarrollada en forma de librocuyo ttulo en espaol reza El fin de la historia y el ltimo hombre (1992).^ Esto es lo que sostiene John Berger (2006:362), cuando afirma: "El papel histrico del capitalismoes destruir la historia, cortar todo vnculo con el pasado y orientar todos los esfuerzos y toda laimaginacin hacia lo que est a punto de ocurrir. El capital slo puede existir como tal si estcontinuamente reproducindose: su realidad presente depende de su satisfaccin futura. Esta esla metafsica del capital".

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    el futuro.' La brevedad del ahora en su permanente paso (el tiempo nuncase detiene) se ve compensada en demasia por el efecto de su aparente repe-ticin: un presente que en su propensin a eternizarse coloniza e invisibi-liza las otras dimensiones temporales (ni memoria, ni utopia).

    En 1959, mucho antes de que Francis Fukuyama adquiriese fama interna-cional por dicho articulo, Leszek Kolakovski publica El hombre sin alternativa,donde critica severamente el stalinismo, a la luz de la experiencia del socialismopolaco, y plantea la crisis de dicho modelo sociopolitico. Lo hace en trminosde la anulacin de las alternativas, pues para este autor "la caracteristicaesencial de la poca stalinista (...) consisti en imponer a la realidad humana,en todos los sectores de la vida social, el esquema de una alternativa nica(...) el stalinismo definia a sus enemigos al definirse a si mismo". El autorpolaco aclara asi el aserto que sostenia unas lineas atrs acerca del modo enque este sistema social "exigia o la aceptacin total, o la repulsa total" (83),garantizando "la desaparicin de la critica social dentro de la idea del socia-lismo" (90), y el encaslamiento de toda oposicin en los cauces de la "con-trarrevolucin efectiva", en su pretensin de restauracin del capitalismo.

    Adems de ubicar en su lugar al trabajo de Fukuyama, la referencia altexto de Kolakovski plantea, como lo ha sealado en repetidas ocasionesFranz J. Hinkelammert, una coincidencia y simetria entre el neoliberalismoy el stalinismo: ambos sostienen la inexistencia de alternativas a su natura-leza sistmica. El significado que ello adquiere, en trminos del procesosocial, es la anulacin de la dimensin de futuro(s) posible(s) o, en otrostrminos, un bloqueo histrico, pues ambos sistemas se totalizan a partirde una institucin central (mercado total y planificacin total), que impide,por una politica de poder, la emergencia de alternativas o su consolidacin.Ambos tipos de sistema politico de dominacin han sostenido su preten-sin de legitimidad negando factibilidad a cualquier alternativa que se lesopusiese e instrumentando su lgica de poder para imposibilitar tal reali-zacin. Hinkelammert (2001:54) sostiene lo anterior justo despus de haberafirmado que la discusin sobre Ia(s) alternativa(s) debe partir de una evi-dente premisa: "Desde el punto de vista de la sociedad que sostiene que nohay alternativas para ella, efectivamente no las hay, si esta sociedad tiene elpoder para impedirlas".

    ' Ernst Bloch, el filsofo de la esperanza y autor de Espritu de la utopa (Geist der utopie, Mnchen:Duncker & Humblot, 1918), estaba muy al tanto de esto cuando afirma: "las utopas sociales,incluso en sus comienzos vacilantes, fueron capaces de decir no a lo infame, aunque fuera lo pode-roso, o lo habitual. En general, esto ltimo [lo habitual] traba subjetivamente ms an que lopoderoso, en tanto presenta mayor constancia y por eso menos patetismo; en tanto adormece laconciencia de la contradiccin y disminuye los motivos para el coraje" (Bloch, 1964: 143-44).

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    El escritor espaol Manuel Vzquez Montalbn tambin da cuenta deeste registro, al identificar que no es solo el proceso de totalizacin, sinoque ste conlleva un proceso de presentificacin que anula temporalidadessociales distintas de la dominante. En las pginas introductorias a susEscritos subnormales - esto es, en el sealamiento del signo de los tiemposque va de la escritura de su "Manifiesto subnormal" (1970) a su "Panfletodesde el planeta de los simios" (1995) - lo seala en los siguientes trminos:"La intolerancia neoliberal trata de descalificar todo lo que niega la insta-lacin en el presente como fatalidad, todo lo que propone utilizar lamemoria histrica crtica y el derecho a la esperanza no teologal que implicacambiar la materia y el espritu de las relaciones humanas" (1995: 15-16).Boaventura de Sousa Santos seala una tercera impronta del predominioneoliberal, adems de la totalizacin y la presentificacin, la des-politizacindel sujeto, pues se impuso un criterio segn el cual este patrn de poderse presentaba "como demasiado perfecto como para permitir la introduc-cin de ninguna novedad consecuente o como demasiado fragmentariocomo para permitir que, hagamos lo que hagamos, ello tenga consecuenciascapaces de compensar los riesgos que asumamos tratando de cambiar elstatus quo" (2008: 40).

    En tiempos ms recientes la lucha de los de abajo, del conjunto hetero-gneo y plural de fuerzas impugnadoras del orden, exige, en sus propiostrminos, propiciar el debate mismo sobre las posibles salidas a la crisis encurso por la que atraviesa el capitalismo, y que promete escenarios dedevastacin si las tendencias destructivas se mantienen, o agravan. Para elsujeto que resiste es necesario, tal vez imprescindible, avanzar en la pro-posicin de alternativas,'' visibilizarlas, no lapidarlas desde una retrica dela insuficiencia anti-sistmica que anula su viabilidad y erosiona la propiaposibilidad de hacer poltica. Ser, pues, por este reconocimiento que, enlos prrafos que siguen, haremos referencia a estas temticas y a un autor,Boaventura de Sousa Santos, que justamente se ha colocado a cuestas dichatarea de formulacin y proposicin de un pensamiento alternativo sobre lapropia alternativa.

    Del sndrome TINA a "Otro mundo posible"Si los aos ochenta estn signados por un sabor de boca de desasosiego yconservadurismo, sintetizado en el slogan tatcheriano del "No hay alter-nativa" (There is not alternative, TINA), para este inicio de siglo se apre-

    '' En este cometido ya se dispone de una cada vez mayor bibliografa: Gonzlez Casanova, 2008;Santos, 2008; Cecea, 2008; y Amin, 2008.

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    cia una tonalidad liberadora no slo en el discurso terico sino tambin enla prctica transformadora. Parece ser que existe un relevo de creencias.

    Algunos autores' han insistido en que, durante los aos ochenta y laprimera mitad de los aos noventa, la principal victoria del neoliberalismofue ideolgica y cultural, al haberse convertido en el sentido comn delmomento. Otros han ido incluso ms all y sugirieron que esta poca tanespecial signific la mayor derrota histrica de los movimientos emancipa-torios desde que el sistema-mundo moderno se instituy (es decir, desdehace poco ms de 500 aos con la invasin, conquista y colonizacin deAmrica), puesto que el capital, el capitalismo, el patrn de poder, borra-ron el horizonte de futuro^ y con ello el referente o imaginario histrico delpensamiento crtico existente durante esa poca, que habia sido hegemoni-zado por el materialismo histrico o teora crtica' de la sociedad, los cuales,sin embargo, nunca se pudieron desprender de su impronta eurocntrica.^

    En correspondencia con este predominio, que se viene registrando luegode la crisis histrico-estructural de los aos setenta (crisis del modelo fordistakeynesiano) y de la modalidad reestructuradora del capitalismo (a todo lolargo de los aos ochenta), ser, pues, al inicio de los aos noventa del siglopasado que el pensamiento social hegemnico adquiera una clara tonalidadcelebratoria acerca del curso que presentaba el capitalismo. Tal situacinse apreciaba tanto en las versiones ms extremas como en aquellas algo msmoderadas. En ambas, sin embargo, como haba ya ocurrido en otras oca-siones, se incurra en formulaciones ideolgicas finalistas - como fue el caso,en su momento, con Daniel Bell y su "fin de las ideologas". En el primercaso, como lo decamos al inicio, Erancis Eukuyama apelaba a la declaracindel triunfo del capitalismo como "el fin de la historia", simbolizado en ladupla de "democracia representativa" y "economa de mercado". En ver-tientes menos estridentes, el reconocimiento de la crisis del proyecto de lamodernidad decret tambin, en las corrientes hegemnicas del posmo-dernismo, la culminacin del discurso crtico y de las grandes narrativasemancipatrias que la propia modernidad (occidental) haba creado.

    Sin embargo, desde mediados de los aos noventa y en lo que corre delnuevo milenio, la situacin parece estar cambiando de manera decisiva.

    ' Vase AtilioBorn, 2002:40-43.' Vase Anbal Quijano, 2002: 7-12.' En 1937, en lo que fue el manifiesto fundacional de la 'escuela de Francfort', Teoria tradicional yteoria critica, se sostiene que mientras la primera encubre en su carcter supuestamente neutro su con-dicin de elemento funcional del proceso de re-produccin del orden social dominante, la segunda esdefinida como elemento cuestionador, subversor, de dicho orden, esto es, como un elemento ms delproceso revolucionario, como parte de la lucha por la emancipacin. Vase Max Horkheimer, 2000.8 Vase Kozlarek, 2007.

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    Los movimientos anti-sistmicos parecen estar recuperando y erigiendoun nuevo imaginario histrico de futuro. Un conjunto amplio y heterog-neo de fuerzas polticas, a travs de luchas y movilizaciones que se des-pliegan a nivel global, luego de que se ha profundizado la crisis del neo-liberalismo, interpelan de manera frontal y con variados niveles deeficacia la despiadada lgica de un sistema que de forma abierta y desbo-cada, a travs de la "totalizacin totalitaria del automatismo de mercado",se resiste a reconocer "la utilidad de cuestionar el principio de utilidad"(Hinkelammert, 2003).

    La prctica poltica de resistencia e insubordinacin por parte de los deabajo pareciera estar manifestando la posibilidad de apertura de un "nuevosiglo histrico". No obstante, esto no ocurre por decreto, como bien sedesprende del hecho de interpretar y reconocer en el capitalismo (mundial),que no solo en el capital (en general), un complejo proceso que envuelve unaamplia amalgama de intereses y relaciones sociales, cuya dinmica se expresaen la profundizacin, superacin y creacin de contradicciones. Como biendira el filsofo hngaro Gergy Lukcs (2007), en este "complejo de com-plejos" que hace al capitalismo, las perspectivas de cambio y emancipacinsocial no suelen imponerse de manera automtica y tienen, por el contrario,que atenerse a su condicin histrica, a la dialctica viva de sus antagonismos.

    Si el mbito de posibilidad de construccin histrica por parte de lasfuerzas impugnadoras del orden (el Sur global) haba recolocado en su justadimensin la apertura de futuro, muy distinto es el proyecto en el cual se hanembarcado los de arriba, aquellos que viven del control y explotacin deltrabajo, en cuyo seno conviven las grandes corporaciones multinacionales ylos Estados que las impulsan globalmente, las organizaciones supra-nacio-nales (e.g. Eondo Moneratio Internacional, Banco Mundial, OrganizacinMundial del Comercio), el complejo militar-industrial, y lo que quedade las burguesas perifricas y de los Estados periferizados, funcionalesal proyecto del Norte global y que, por ello, conforman el Sur-imperial.'

    Sin embargo, el conjunto conformado por aquellos explotadores internosy externos no parece ceder en su acumulacin interminable de capital. Lacondicionalidad de las medidas econmicas desde los planos financiero ycomercial, tan eficaz en el momento de auge del neoliberalismo, ha sidoseriamente cuestionada luego del inicio de su crisis. Por tal razn, el proyectode dominacin, explotacin y apropiacin, pareciera estar desplazando sucondicionalidad hacia un plano poltico, militar y territorial, recobrando

    ' Acerca de la utilizacin de esta representacin cartogrfica de las fuerzas que disputan la regu-lacin o emancipacin del sistema, vase Santos, 2009.

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    SU mayscula importancia tanto la apropiacin y expropiacin de la riquezasocial y pblica ya existente, como el adueamiento y la conversin enmercancas y derechos de propiedad de los recursos naturales, estratgicos,genticos y culturales.

    Envuelto como est en una crisis de su dominacin poltico-econmica,el neoliberalismo parece encaminar no slo al sistema en su conjunto, sinoa la civilizacin en cuanto tal, a la resolucin de sus contradicciones en elms profundo plano de su conflictividad, en la devastacin material de lasfuerzas productivas y en los umbrales de una "guerra de destruccin masiva"y global, capaz de desvalorizar el sobrante de capital o de darle cabida aporciones del mismo (aquellas en que encarnan las fuerzas destructivas delsistema, en la forma de valores de uso destructivos que tienden a manifestarla propia sobreacumulacin de capital, que no es ya, en exclusiva, de laforma valor), que de otro modo permaneceran inutilizadas, al no encontrarasidero productivo con niveles aceptables de rendimiento.

    La gran riqueza del momento histrico en que nos encontramos consisteen que, desde fines del siglo pasado, desde el levantamiento zapatista y lasluchas contra el neoliberalismo globalizado (hoy abiertamente expuesto auna crisis de proporciones histricas), pareciera que el tiempo de derrotaest concluyendo y "la resistencia mundial ya comenzada implica, o puedeimplicar, la reconstitucin de otro horizonte de futuro [que demandar]la exploracin, por incipiente que pudiera ser, necesaria de todos modos,de un horizonte paralelo de conocimiento, de una racionalidad no-euro-cntrica, que pueda tambin ser parte del propio horizonte de futuro".'"En este contexto histrico, al pensamiento crtico tambin le tocar colo-carse y participar en "la dialctica de las alternativas" (Gonzlez Casanova,2002) y no slo plantear la formulacin de "alternativas a la dialctica","como es el caso, creemos, de Antonio Negri (con su nfasis en la "inma-nencia absoluta") y de John HoUoway (con su nfasis en "la negatividaddla revolucin").

    De la invisibilizacin a la visibilizacinAfirma John Berger en un apretado escrito que titula "Unos pasos haciauna pequea teora de lo visible" (2004: 17), que "hoy abundan las imge-nes y que nunca se haban representado y mirado tantas cosas". El autorbritnico recupera el modo en que un extrao mercader procesa, durante

    ' Vase Quijano, 2002: 12; y Kozlarek, 2007." Tambin en este campo est creciendo la bibliografa. Como muestra; Royo, 2002; Therborn,2007;yRipalda,2005.

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    SUS sueos, una singular relacin con las cosas, pero tina vez despierto olvidatal proceder. El mercader descubre el secreto de entrar en lo que estmirando en ese momento, y una vez dentro, logra "disponer del mejor modoposible su apariencia" (19). Y es en ello en lo que consiste el secreto "paraintroducirse en el objeto y reordenar su apariencia". Valga decir, saber cmose entra en las cosas guarda una importancia singular, toda vez que, comoindica Berger, es cada vez ms frecuente que "lo que de verdad existe hade ser ignorado, suprimido o anulado" (28).

    Cada vez es ms comn que el sujeto en su pensar-hacer, en su auto--conocimiento, se coloque unas anteojeras que, extraamente, lo que hacenes imposibilitarnos la visin, encubrirnos, hacernos borroso lo que de posi-ble hay en la historia, y que por ello reposa en la noche de las posibilidades,segn se desprende del anlisis de Ernst Bloch (2004). Algunos llaman aese eficaz dispositivo el "signo de los tiempos"; Gramsci lo entendi comouna peculiar forma de colonizar el intelecto y afincar la hegemonia. Si estoes lo fctico, el pensamiento del socilogo portugus que nos ocupar msadelante es contra-fctico: se ubica en las antipodas de "los lugares comu-nes" y ensaya, en algunas de sus obras, alternativas creadoras para pensarnuestro espacio-tiempo histrico.

    Desde luego que hay muchas formas de producir invisibilidad, algunasde ellas residen en la propia condicin engaosa de los objetos, esa seduc-cin de las apariencias que impide traspasar en sus escondrijos ms recn-ditos. Otras pueblan en las propias moradas del sujeto, e impiden quedeterminadas realidades encuadren en nuestro circulo de visin, unas msse esconden en los puntos ciegos de la mirada, se colocan por debajo delumbral de percepcin - que, dicho sea de paso, no es slo individual, oftl-mico, sino cultural, histrico. Dirigir la mirada hacia fragmentos de larealidad que caen por fuera de nuestro campo de observacin, plasmatrazos, pinceladas, ensoaciones (no slo mltiples, plurales, alternativas,digamos tambin, criticas) acerca del tiempo, del espacio, de las espaciali-dades y las temporalidades, de los espacios-tiempos en que transcurre losocial, de los lugares por los que discurre la resistencia, de los espacios--tiempos en que opera la subversin, la emancipacin, la liberacin, ypermite dibujar, delinear, asi sea en sus iniciales bocetos, la compleja tramade lo real que no se limita a lo dado, sino que resguarda un "excedenteutpico" (Bloch, 2004:190) en espera de activacin, en cuanto "movimientode la libertad contra su caricatura, el llamado destino" {ibid.: 241).

    Por eso mismo, como afirma Ernst Bloch, en uno de los breves fragmen-tos que componen su libro Huellas (2005), se requiere "ir ms all denuestra capacidad de visin", ampliar, pues, nuestro horizonte de visibilidad

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    O, si se prefiere, superar las limitaciones pticas no slo del sujeto, tambinde las colectividades, urge hacer visible lo invisible, pensable lo impensable,presente lo ausente, pues como afirma John Berger, "intentar pintar hoy loque de verdad existe es un acto de resistencia generador de esperanza"(2004:28). Tambin desde el ngulo artstico, como espacio privilegiado dela creacin, se expresar el fenomenlogo francs Michel Henry (2008),para quien la pintura abstracta (ocupndose con detenimiento de Kan-dinsky) consigue no representar el mundo de los objetos, sino la propia vidainterior de los sujetos, logra mostrar, "ver lo invisible".'^

    Esta restriccin de lo visual y la resistencia a ella como recuperacin deotras visualidades, como visibilizacin de alternativas, es recuperada desdeotras tradiciones tericas y polticas. En Boaventura de Sousa Santos estarpresente cuando ste se pronuncie por el pasaje de "una epistemologa dela ceguera a una epistemologa de la visin" (2003a), que subvierte losregmenes de representacin y relevancia y logra hacer visibles conocimien-tos y agentes que de otro modo permaneceran ausentes. Desde una pers-pectiva ms cercana a las posiciones libertarias o autonomistas, Paul Valrydefine justamente al "anarquista" como aquel "observador que ve lo queve y no lo que es costumbre que se vea. Y razona sobre ello" (1987: 17),con lo cual, de algn modo, indica tal cometido de visibilizacin si bien lorecupera de manera inmanente, sin necesidad de romper la cualidad media-tizadora que opera en la base de reproduccin del orden social vigente.Marx hace referencia, justamente, a dicho proceso mediatizador y lo calificacomo "fetichismo de la mercanca".

    La palabra fetiche procede del idioma portugus (y da cuenta del choquedel mundo cristiano-burgus con las sociedades pre-capitalistas, en estecaso las africanas, por obra de la potencia martima peninsular que seembarca a mediados del siglo xv a los viajes ultramarinos) y etimolgica-mente deriva del latn facticium, que a su vez viene de facer, por lo querefiere al hacer, al obrar, si bien su sentido manifiesta el poder-de-la-obra,de tal modo que el portugus feitio viene a manifestar una especie deencantamiento (en este caso, un proceso mgico de control a travs de undeterminado objeto al que se le otorgan poderes supra-naturales), enmomentos en que el mundo europeo desarrolla de manera exacerbada unculto a la obra-abstracta del dinero. El fetichismo manifiesta el control delo obrado, de lo hecho, sobre los productores, sobre los hacedores. En un

    '^ Tal aseveracin de Michel Henry puede ser inscrita en la propia disputa de "regmenes escpicos"que corresponde, segn el argumento de Martin Jay, a una disputa que trata de restringir lo visuala su forma hegemnica durante la modernidad: el "perspectivismo cartesiano". Vase Jay, 2003,en especial Captulo 9; y Jay, 2007.

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    trabajo no suficientemente recuperado. Las armas ideolgicas de la muerte,Eranz Hinkelammert trabaja por primera ocasin, y con cierto detalle, dichotema: "el objeto de la teora del fetichismo es la visibilidad de lo invisible yse refiere a los conceptos de los colectivos en las ciencias sociales" (1978:15). Con el desarrollo de la forma valor, sobre la base de la produccinmercantil, el carcter social del trabajo propio de los productores se revelacomo carcter objetivo inherente a los productos del trabajo, como propie-dades sociales-naturales de dichas cosas-mercancas; es por ello que lamercanca manifiesta un carcter fsico-metafsico, expresando propiedadessensibles y supra-sensibles. A travs de este proceso "la relacin social quemedia entre los productores y el trabajo global" cobra la forma de "relacinsocial entre los objetos, existente al margen de los productores" (Marx,2001: 88). Sin embargo, "lo que adopta (...) la forma fantasmagrica de unarelacin entre cosas, es slo la relacin social determinada existente entreaquellos" (ibid.: 89). El carcter de fetiche de las mercancas tiene pororigen la peculiar ndole social del trabajo que las produce. Los objetos parael uso se convierten en mercancas porque son producto de trabajos priva-dos e independientes unos de los otros (cuyo conjunto complejo es el trabajosocial global). Los productores entran en contacto social hasta que inter-cambian, y es en dicho proceso que manifiestan sus vnculos o atributosespecficamente sociales. Por tal motivo, a los productores "las relacionessociales entre sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como lo queson, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas entre laspersonas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario como relacionespropias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre cosas" {ibid.).

    La importancia de la teora del fetichismo apuntara a una toma de con-ciencia por parte del sujeto productivo, dicha auto-conciencia derivara dehacer visible (las relaciones sociales de las personas en sus trabajos) lo quees invisibilizado por la lgica mercantil (pues en la conciencia inmediataliberal dichas relaciones figuran como relaciones entre cosas). Marx utilizauna expresin inequvoca para destacar el tipo de articulacin que se esta-blece entre los sujetos propietarios privados/ciudadanos atomizados y latotalidad social: "No lo saben, pero lo hacen" [ibid. : 90). En un sentido muycoincidente se haba referido en los Grundrisse de 1857, cuando explicaque las determinaciones de la "verdadera universalidad del valor de cam-bio", esto es, del dinero (en cuanto poder de disposicin del trabajo de losotros), se desarrollan a travs de una "ilusin sobre su naturaleza", confi-rindole "un significado realmente mgico, a espaldas de los individuos"(1982: 160). La fuerza compulsiva de los colectivos, de las institucioneseconmicas y polticas que no se ven pero actan a las espaldas de los indi-

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    viduos (esto es, por detrs de ellos, lejos de hacerlos concientes del proceso),operando en el punto ciego que las invisibiliza, establece un orden a travsdel cual dos dispositivos tienden a establecerse como puntales del ordensocial vigente: el dinero - el capital y el Estado - soberano. Avanzar, pues,en las formulaciones alternativas al predominio social del capital requiereesa toma de conciencia, requiere desarrollar la auto-conciencia crtica querebase la conciencia inmediata (liberal, fetichizada), y propicie la des-feti-chizacin de los procesos sociales.

    Una nota adicional se hace necesaria en cuanto a la visibilizacin de lasalternativas, dado que dicha posibilidad reside en el propia capacidad deconciencia de las personas, de las colectividades. As lo afirma Jacob Bro-nowski, de quien recuperamos el texto siguiente: "No podemos separar laespecial importancia del aparato visual del hombre de su capacidad deimaginar que es nica, de su capacidad de hacer planes y de llevar a cabotodas aquellas cosas que por lo general se incluye en esa expresin que todolo abarca: libre albedro'. Cuando hablamos de libre albedro, de voluntadlibre, nos referimos en realidad a la visualizacin de alternativas y al actode elegir entre stas. En mi opinin - que no todo el mundo comparte - lacualidad central de la conciencia humana radica en su capacidad de imagi-nar" (Bronowski, 1993: 32).

    Un conocimiento alternativo de las alternativasLa nocin de teora crtica que postula Boaventura de Sousa Santos quedasuficientemente explcita en la siguiente expresin: "aquella [teora] que noreduce la realidad' a lo que existe [sino que la concibe] como un campo deposibilidades"." La labor del crtico consistir justamente en "definir y pon-derar el grado de variacin que existe ms all de lo empricamente dado (...)los hechos de la realidad no agotan las posibilidades de la existencia (...) hayalternativas capaces de superar aquello que resulta criticable en lo que existe"{ibid.). El lugar de enunciacin desde el que el pensar-hacer alternativo inter-pela a lo existente nos permite prefigurar no slo una nueva cartografa de lasresistencias sino que explica tambin la alta creatividad heurstica de nuestroautor. Su locus no es clasista, ni geogrfico, de gnero, tnico o culturalista,sino que pretende ubicarse en dichas dimensiones sin otorgarles un rol deexclusividad, pues su perspectiva epistemolgica se sita en "el Sur Globalno-imperial, concebido como la metfora del sufrimiento humano sistmicoe injusto causado por el capitalismo global y el colonialismo" (2009: 182).

    " "Por qu se ha vuelto tan difcil construir una teora crtica?" en pgina web de la revista Elviejo topo, seccin Otros Documentos, pg. 1.

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    En el anlisis que Santos ha consagrado al trabajo de Marx y de la tra-dicin marxista, y al curso que ha seguido su legado a lo largo del sigloXX, sugiere ya, desde el propio ttulo (en el que recupera una expresininserta en el Manifiesto del Partido Comunista), el tipo de lectura que harde ese discurso.'" El modo en que encara esta tarea nos parece de utilidadpara caracterizar el pensamiento del socilogo portugus, pues est entreuno de sus propsitos, justamente, la necesidad de arribar "hacia nuevosmanifiestos".'' Nuestro autor sostiene que Marx interpreta la modernidadcapitalista desde una hermenutica de la suspicacia para leer la realidadexistente, y desde una hermenutica de la adhesin para "leer las seales delfuturo". No ser arbitrario proceder del mismo modo en que Santos lo hahecho con respecto a Marx para recuperar las lneas generales de su propiopensamiento, a la luz de interpretarlo en los dos niveles que se entrecruzanen una expresin no meramente paradjica, sino dialctica. Es as quelo haremos, en trminos de recobrar lo que Boaventura de Sousa Santossostiene al respecto de las "alternativas del conocimiento", identificandolas lneas en que se bosqueja tal hermenutica de la sospecha, y cuando nosocupemos de las propuestas que sugiere para el "conocimiento de las alterna-tivas" lo haremos teniendo en mente una hermenutica del acompaamiento.

    Alternativas del conocimiento...La experiencia civizatoria del occidente europeo, o con posterioridad, delhemisferio occidental, pretende establecer una distincin tajante entre mito(narrativa primigenia) y razn (saber racional, ordenado, organizado). Y lohace sin reconocer que pretende universalizar el desarrollo de su cosmo-visin, la cual parte de establecer una epistemologa que escinde y separa:a la cultura de la naturaleza, al sujeto del objeto, a lo humano de lo salvaje,a lo civilizado de lo brbaro, al conocimiento de la ignorancia. No se tomaen cuenta el hecho de que el conocimiento (racional) no consiste en la supe-racin de la ignorancia, sino que todo conocimiento es tambin creacinde ignorancia. Sostener una forma de conocimiento como exclusiva, comonica, significa la prescindencia, la ignorancia de otros tipos de saber.'^

    La escisin entre sujeto y objeto es un elemento nodal en la construccindel pensamiento moderno, y se incrusta en las diversas formas en que el

    " "Todo lo slido se disuelve en el aire: Tambin el marxismo?", el cual figura como captulo 2del libro de Santos, De la mano de Alicia. Lo social y lo poltico en la posmodernidad (1998: 21-53)." Entre 1999 y 2002, Santos dirigi un proyecto de investigacin titulado "Reinventando laEmancipacin Social: Hacia Nuevos Manifiestos". Vase ms adelante, nota al pie 32." Santos, "Por qu se ha vuelto tan difcil construir una teora crtica?" en pgina web de la revistaEl viejo topo, seccin Otros Documentos, pgs. 3-10.

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    sujeto cognoscente se relaciona con lo que aparece en su exterior, con el serde las cosas, con la multiplicidad de fenmenos. La persona desarrollardeterminados dispositivos que le permitan conocer: a la physis, a travs delentendimiento de las "leyes naturales"; para el conocimiento de lo otro, delo extrao, de lo extranjero (que ontolgicamente se encuentra en una escalade inferioridad), tratar de extender el alcance de tales "leyes naturales" alterreno de la moral - derecho natural, ciencias morales. Para explicar laphysis y la relacin que el sujeto establezca con los entes, tanto en el procesode la poiesis como en la reflexin pura (noumnica, trascendental) dispon-dr de una razn pura (filosfica) e instrumental (cientifica). Para relacio-narse con lo otro, el sujeto cognoscente desarrollar una razn prctica, unatica, que encuentra sus bases en el propio desarrollo del "derecho natural",del nomos, que legisla la praxis del sujeto.

    El nacimiento del pensamiento moderno est ligado, en el canon domi-nante, al surgimiento de una forma de organizacin social: la polis griega.El mito, en este caso, no es superado por el logos, como pretende esta nar-rativa, por el contrario el mito concierne en este discurso al propio "naci-miento de la razn", la data e identifica geogrfica y culturalmente; le otorgasu especificidad, seala su localizacin. Y no podria hacerlo de otro modo,entre otras cosas porque la forma de su organizacin econmica est clara-mente basada en una sociedad en que la esclavitud permite la disposicinde las cosas {res extensa) para que un estrato particular de ciudadanospuedan desarrollar su intelecto {res cogitans).

    El pensamiento de lo otro y de la relacin con lo otro, el pensamientodel derecho, de la relacin tica con el otro acompaa o es la contra-carade la afirmacin del sujeto como sujeto que razona, el ego cogito se haceacompaar, se efectiviza, e incluso, se puede decir, es antecedido por el egoconquiro. Para el encumbramiento de este tipo de proceder discursivo fuealtamente funcional la labor de exclusin de la naturaleza respecto de lohumano (en simetria al principio teolgico de expulsin del ser humanodel paraiso terrenal), con lo cual se efecta una inusitada situacin deampliacin de "lo natural", o si se prefiere, de exclusividad en cuanto areunir las caracteristicas de suficiencia para ser considerado como sujetocon derechos naturales, racionales y modernos.

    El surgimiento del mito del nacimiento de la razn se anuncia ya en elSiglo de las Luces, con la revolucin francesa la ilustracin y ser yadefinitivo a mediados del siglo xix en el discurso cannico de Hegel y dela filosofia clsica alemana'^ que busca sus origenes en la cultura clsica

    Vase Bernai, 1993.

  • Para un conocimiento alternativo de las alternativas 1177

    greco-latina. El mito en este relato no es superado a travs de estigmatizar lodistinto, lo otro, como se muestra desde la propia controversia de Valladolid(desarrollada entre agosto de 1550 y abril de 1551) entre Gins de Seplveday Bartolom de las Casas, puesto que en la experiencia de la expansin, inva-sin y colonizacin europea durante el largo siglo xvi, quien aparece comoefectuando un actuar desalmado es aquel que se pretende erigir como serhumano dotado de razn. El tipo de relacin social que se establece a travsde este encuentro/desencuentro cultural no es de reciprocidad, sino decolonialismo, pues el invasor ve al otro como objeto y no lo reconoce comosujeto, y lo ve como objeto porque encuadra a ese otro mundo, a ese otro cos-mos (salvajes, brbaros, indgenas, esclavos, mujeres, nios, "los naturales"),en tanto que parte de la nocin ampliada de naturaleza, que est en espera desu apropiacin-dominacin por el "ser humano", sujeto racional moderno.'*

    Este paradigma de la racionalidad cientfica rigi durante tres siglos y seconsolid, luego de la revolucin cientfica del siglo xvii, por medio del"imperialismo de la fsica mecnica" sobre las llamadas "ciencias duras" ysobre la base del dominio y colonizacin que stas impusieron a las cienciassociales (en trminos de sus "marcos epistmicos" y sus criterios de dictamencientfico); sus alcances fueron tales que impregnaron, en formas rgidas, lapropia armazn institucional de la Universidad, sede privilegiada del saberen la poca moderna. Sin embargo, este paradigma que pareca tan slidotambin parece desvanecerse en el aire y lo viene haciendo desde, cuandomenos, la segunda mitad del siglo xx, en que parece estar siendo sustituido.

    Boaventura de Sousa Santos se viene pronunciando acerca de este procesode cambio o transicin paradigmtica en la racionalidad cientfica desdemediados de los aos ochenta. En primer lugar, seala las lneas en queidentifica los rasgos de la crisis del paradigma dominante de la cienciamoderna, cuya base sita en la preponderancia de polaridades binarias odicotmicas (sujeto-objeto, mente-materia, naturaleza-sociedad, cien-cias-humanidades, etc.), separaciones en que se plasma la ruptura con elsentido comn." En segundo lugar, se pronuncia acerca del rumbo queparece estar siguiendo su transicin, y que a falta de mejor nomenclaturacalifica, en su momento, como ciencia posmoderna (Santos, 1996).

    Desde la perspectiva de lo que, en su momento, Boaventura de SousaSantos llam el paradigma de la ciencia posmoderna, este tipo de cuestionestenan por consecuencia una prioridad epistemolgica de las ciencias socia-

    le Vase Santos, 2003a," Vase "Un discurso sobre las ciencias", que figura como Captulo 1 de Una epistemologa delSur (2009).

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    les en relacin con las ciencias naturales, y ello por varias razones. Losrasgos del paradigma dominante de la ciencia moderna tienen por base laruptura con el sentido comn. Tal filosofa de la escisin consum susalcances en la separacin cada vez ms acentuada entre el discurso racional--cientfico y los otros discursos ("saberes sometidos", en la terminologa deEoucault). Por tal motivo, el autor portugus propone una segunda rupturaepistemolgica con la primera ruptura (la de la ciencia con respecto alsentido comn). No una ruptura que restituya el sentido comn, sino unaque, a travs de una doble dialctica, supere a ambos en una nueva sntesis.Si en la primera ruptura lo que pauta al paradigma de la ciencia dominantees una razn tcnica que se afinca en la disquisicin sobre causas y efectos,en la segunda ruptura la ciencia, que en su momento Santos Uama posmo-derna, estar preocupada por el lugar que sta ocupa en la sociedad (estoes, estar orientada por un vector de orden tico-poltico y no por uno deorden funcional, como lo estuvo en el perodo anterior) y ser pautada porsus consecuencias (Santos, 1996). Una segunda lnea argumentativa partede criticar en el discurso cientfico su hybris, esa desmesura que lo sita porencima de todo otro tipo de saber. En el problema de la razn se juega unadisputa de percepciones del mundo, y toda percepcin del mundo se vinculacon una construccin de sentido. El privilegio epistemolgico de la cienciamoderna en la cultura occidental se debe a razones no meramente cogniti-vas; la recuperacin de la diversidad epistemolgica del mundo se hace nopara cuestionar la validez de la ciencia sino para cuestionar que su validezsea exclusiva, pues en dicha arrogancia y pretensin uniformizante ha des-plazado todas las otras formas de aprehensin de la realidad y sus formasde saber. Ya en su obra ms reciente, Santos alcanza una mayor precisincuando formula esto, en una tercera lnea argumentativa, en los trminosde "un conocimiento prudente para una vida decente" (2003b).

    En el paradigma que ha entrado en crisis, la separacin (abstraccin) delcientfico respecto del contexto social del que es parte, la escisin de laprctica cientfica respecto de la prctica social, es una consecuencia delpredominio de las polaridades ya mencionadas. Y lo es, tambin, del pre-dominio de una normatividad abstracta e hipostasiada como la modalidaddecisoria de lo que se considera racionalidad cientfica y que, en relacincon toda racionalidad discordante, esta ltima es vista como desvo o sesgopseudocientfico. Una segunda consecuencia de ello, y no la menor, es lainconsciencia de las consecuencias, pues stas son vistas en calidad depresupuestos justificables, en la medida en que siempre habr solucintcnica, cientfica, tecnocientfica, que ya por ello justifica un avance pro-gresivo ad infinitum, autoreferente, de dicha lgica de actuacin.

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    La hermenutica de la suspicacia desde la cual se lee este proceso detransicin en el seno del paradigma dominante no se detiene, como es elcaso es otras interpretaciones, en sealar un principio de precaucion^ o unprincipio de responsabilidad}^ o una tica de la 'discrepancia prometica' y la'probabilidad de la catstrofe',^^ va ms all al sealar, en sus iniciales traba-jos, el predominio epistemolgico de la ciencia social, e incluso desde susformulaciones es posible confrontar a ese otro tipo de ticas, y hacerlo desdeuna muy explcita posicin poltica. Boaventura de Sousa Santos defiende,en sus obras ms recientes, una idea de prudencia en tanto facultad para elinterconocimiento (aprender otros conocimientos sin olvidar el de unomismo); esta se esgrime por la necesidad de reconocimiento de la diversidadepistemolgica del mundo y como un paso en firme hacia la justicia cogni-tiva. Solo de este modo ser posible arribar a una genuina democracia socialglobal en la que exista reconocimiento de la multiplicidad de prcticas yexperiencias sociales del mundo. No habr democracia social global si nohay democracia entre las formas del saber.

    Hasta ahora ha predominado la forma occidental de entender el mundo,de comprenderlo y dominarlo erigiendo a la racionalidad cientfica comoel criterio de demarcacin entre lo que es vlido como conocimiento y loque no lo es y que, en tal sentido, es desperdiciado como experiencia yprctica social. La herramienta heurstica desde la que se efecta esta recupe-racin de la experiencia y prctica social que est siendo desperdiciada,ignorada, declarada como no-existente por la "razn indolente", parte deun principio ecolgico. Nuestro autor entiende por ecologa "la prctica deagregacin de la diversidad a travs de la promocin de interaccionessustentables entre entidades parciales y heterogneas" (2009: 113, nota alpie 19). En el caso que nos ocupa, el socilogo portugus "confronta lamonocultura de la ciencia moderna con la ecologa de los saberes" {ibid.:182). En la ecologa de los saberes, asimilada como contra-epistemologa,"la ignorancia no es necesariamente el estado original o el punto de partida.Este podra ser un punto de Uegada. Podra ser el resultado del olvido o delolvidar implcito en el proceso de aprendizaje recproco" {ibid.: 114). Elcriterio hasta ahora dominante establece un punto de partida (la ignorancia)y un punto de llegada (lo que se conoce), trayectoria que se efecta conpreeminencia a travs de la ciencia, del mtodo cientfico (recurdese quela nocin de mtodo refiere etimolgicamente a camino); hoy se comienza

    Vase Funtowicz y Ravetz, 2000.Vase Jonas, 2004.Vase Anders, 1974,1975 y 2007.

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    a reconocer que el conocimiento genera tambin ignorancia (as sea en laforma de olvido, de arrumbamiento, de invisibilizacin) de prcticas yformas de saber no propias de la cultura occidental hegemnica, pero quepermiten formas de intervencin en las lgicas sociales igual de legtimas,y en ocasiones ms propicias para la situacin de crisis en que se encuentranenvueltas nuestras sociedades.

    Conocimiento de las alternativas...En su alocucin de despedida acadmica, que tuvo por tema la relacinentre Kant y Marx, el fsofo alemn Oskar Negt sostiene una proposi-cin que podemos suscribir para los objetivos de este apartado. AfirmaNegt que "en tiempos de revoluciones epocales de la sociedad la cuestinde la relacin entre ser y deber pasa casi automticamente a un primerplano; todos los espritus abiertos andan ocupados en cmo debe ser elmundo y en cmo es posible transformar el deplorable estado en el que seencuentra el presente" (Negt, 2004:52). Y es que, en efecto, tal parece serla condicin que manifiesta el mundo actual y que, entre otras situaciones,involucra: el retorno de lo teolgico-poltico en la filosofa poltica con-tempornea a propsito de la relacin entre el sujeto y la ley,^ ^ los llama-dos para la conformacin de una nueva internacional,^'' el Eoro Mundialde Alternativas (EMA), '^ los encuentros por la humanidad y contra el neo-liberalismo,^^ las distintas ediciones del Eoro Social Mundial, y el desplie-gue de un nuevo momento constitutivo en el cono sur de Amrica Latina.En los ltimos aos, el autor del que nos hemos venido ocupando ha estadoinvolucrado, con un rol protagnico, en esta amplia gama del pensar-haceralternativo.

    En el caso del apartado anterior, el concepto central al que nuestro autorarriba, y que con provecho heurstico despliega en el debate epistemol-gico, es el de "ecologa de los saberes". A nuestro juicio, en dicha herra-mienta conceptual se plasma la "hermenutica de la suspicacia" desde laque se lee la transicin de paradigmas en el terreno de lo cognitivo. Sinembargo, la interpretacin de Santos no reduce el proceso a una transicin

    " Polmica que se ha desarrollado a propsito de Pablo de Tarso (en cuyos debates se encuentraninvolucrados G. Agamben, A. Badiou, S. Zizek, J. Taubes, o desde perspectivas de-coloniales,A. Moreiras y E. Dussel), el evangelio de San Juan (F. Hinkelammert o M. Henry), Francisco deAss (A. Negri y M. Hardt, o desde perspectivas de-coloniales, S. Castro-Gmez), el Libro de Job(A. Negri y M. Revelli) o el tiempo mesinico (multitud de autores).^* Suscrito, entre otros, por Samir Amin y Michael Lwy.'^ Promovido por Samir Amin y Franois Houtart, Presidente y Secretario Ejecutivo del FMA.

    ^^ En varias ocasiones convocado por el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional, en Chiapas,Mxico.

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    exclusivamente epistemolgica en las estructuras del saber, ubica sta enlas lineas generales de una transicin que ocurre en los dominios de losocial y lo politico.

    En el plano en que nos ubicamos, esto es, en el de la transicin social ypolitica del proyecto sociocultural de la modernidad, nuestra estrategia delectura consistir en ver el modo en que nuestro autor despliega una espe-cie de "hermenutica de la adhesin" en relacin con el caleidoscopio deprcticas alternativas. En su pensar-hacer, Boaventura de Sousa Santos vieneejercitando en los ltimos aos una labor de recuperacin de las prcticassociales alternativas al orden vigente (y que manifiestan niveles diferencia-dos de emergencia y consolidacin), cuyo significado es el de una "globa-lizacin contrahegemnica". En este terreno, los conceptos centrales sern,en nuestra opinin, los de "sociologa de las ausencias", "sociologia de lasemergencias" y el "principio de traduccin" intercultural; que junto a la"ecologia de los saberes", completan el marco de lo que nuestro autorpropone como "una epistemologia del Sur".

    Vivimos un momento de crisis de la modernidad, una de cuyas expresio-nes es la emergencia de situaciones que reclaman el dilogo entre culturas(para lo cual Santos propone la nocin de hermenutica diatpica^^ enten-dida como la interpretacin de preocupaciones isomrficas entre diferentesculturas, saberes o agentes) y la consideracin de nuestras sociedades comoconstitutivamente pluritnicas y multisocietales. Por ello, las solucionesmodernas que podrian girar en torno al mercado, al estado o a modelos deplanificacin y desarrollo se revelan incompletas e ineficaces y se hacenecesario una toma de conciencia respecto a niveles y modalidades de losocial ms complejas y amplias.

    En analogia a la posibilidad que se abre con la consideracin de nivelesdiversos a los del Estado (sin ignorar los problemas que en esta dimensinse involucran), puede procederse con respecto al tema del desarrollo, queen las sociedades perifricas cumpli la misma funcin que el discurso delprogreso en el sistema mundo moderno. Cuando se habla de alternativasno debe entenderse, como ha sido lo usual, solo un llamado a "pensaralternativas al desarrollo" sino ms bien en una interpelacin que tenga por

    '^ Esta categora, de alto significado para el pensamiento de Boaventura de Sousa Santos, tienesus referentes en el planteo del filsofo barcelons Raimon Panikkar, altamente interesado en eldilogo entre las culturas de Oriente y Occidente, quien justamente, a travs del sealamientodel problema de los topoi y de la isotopa y la distopa, recurre al concepto de hermenutica dia-tpica como un valioso recurso heurstico. Pannikar se pronuncia tambin por una hermenuticamorfolgica y una hermenutica diacrnica que juntos comportan "tres momentos kairolgicos(...) interconectados de superar la distancia epistemolgica y por lo tanto el aislamiento humano"(2007 [19771:32).

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    fin desarrollar un "conocimiento alternativo de las alternativas" que partadel reconocimiento de que a la modalidad de reproduccin del orden socialdel capital se le opone un espectro amplio de modalidades de resistencia yoposicin, por el propio hecho de que es multiforme y variado el agraviosocial al que nos enfrentamos y ya no es posible pensar en una sola moda-lidad de discurso emancipador. No se dispone de una teora general de laemancipacin humana como era el caso con el discurso crtico que la propiamodernidad occidental erigi, pero s puede disponerse de una teorageneral que ilumine acerca de esa imposibilidad.

    La pluriescalaridad en que discurre la praxis social no debe impedirnosel distinguir sus mbitos, pero tampoco debe orillarnos a una atencinexclusiva en alguno de ellos: Nivel global (concentrndose en los problemasestructurales del sistema mundo, la crisis y sustitucin hegemnica), niveldel Estado nacional (concentrndose en los temas del Estado o la toma delpoder), nivel local (ocupndose de asuntos regionales o de dimensin microy de prcticas muy localizadas). Tambin el tema de la multitemporalidad(tiempo de larga duracin, de las coyunturas y los acontecimientos, din-micas de no linealidad y cclicas, etc.) exige estrategias similares. Tanto enla pluriescalaridad como en la multitemporalidad, lo alternativo, y por elloser definido como tal, tratar de incidir sobre lo social visibilizndolo ytransformndolo desde la perspectiva de los oprimidos. La consideracinde unidades de anlisis ms complejas (que vayan ms all de la del Estadonacional, que fue la privilegiada por la modernidad) permite sacar estadiscusin de los lmites estructurales y superestructurales en que ha termi-nado por ser encasillada.

    No se avanza demasiado, sin embargo, con slo sealar el conjunto demayores entresijos que se envuelven en una consideracin amplia, dinmicay compleja de la dialctica entre ruptura y periodo, entre sistema y actores,entre totalidades y partes, entre realidades macro y micro. En muchoscasos, cada una de estas polaridades termina por reducirse a un contraste,ya suficientemente trabajado por la tradicin sociolgica, entre estructuray accin; tal vez sea ms conveniente radicalizar tal dicotoma colocndolaen los trminos en que sugiere Santos: el paso de la accin conformistahacia la accin rebelde, revelando para ello posibilidades alternativas te-ricas y prcticas que, hasta el momento, han tendido a ser invisibilizadas.La sociologa de las ausencias persigue el fin de sealar el modo en quela dinmica social descansa en un conjunto de "lgicas de produccin deno existencia". Para visibilizar lo que el orden dominante tiende a invi-sibilizar, nuestro autor sugiere una sociologa de las emergencias para locual se pronuncia por recuperar "las cinco ecologas" (de los saberes, de

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    temporalidades, de reconocimientos, de escalas de pensamiento y acciny, finalmente, de productividades) que se le oponen a tal produccin deinexistencia.^*

    Pero no a ello se limita el problema, la propia recuperacin de las dis-tintas manifestaciones en que lo alternativo se despliega nos permitecolocar-nos creativamente ante una aparente disyuntiva del discurso crtico.En trminos generales, podemos afirmar que al predominio del ordensocial an dominante se han prefigurado dos oposiciones, cada una deellas esgrimida por autnticos colosos del pensamiento social. La unaoponiendo a lo presente la riqueza de lo posible, entendido como el toda-va no-ser - nos referimos por supuesto a Ernst Bloch y su principioesperanza.^' La otra postura sera la de Walter Benjamin, quien opone a lavisin (o representacin) iluminista del progreso el peso de la memoria yde los momentos mesinicos, es decir, la recuperacin de la historia desdeel lado de las vctimas y, desde luego, de las vctimas pasadas y de la memo-ria histrica de las gestas pasadas que alimentan las reivindicaciones de losque luchan actualmente.'" Y ello por la simple razn que apunta WalterBenjamin: "la clase que lucha, que est sometida, es el sujeto del conoci-miento histrico (...) la clase vengadora que lleva hasta el final la obra deliberacin en nombre de las generaciones vencidas" {ibid.: 186). Segn elargumento de este autor, tanto la socialdemocracia como el socialismohistrico asignaron a la clase obrera el papel de "redentora de generacio-nes futuras" y con ello amputaron los nervios de su mayor fuerza, al desa-prender que "tanto el odio como la voluntad de sacrificio [...] se alimentande la imagen de los antecesores esclavizados y no del ideal de los descen-dientes liberados" {ibid.). Pues bien, no es necesario en este plano forzara una disyuncin extrema, es posible avanzar como lo sugiere Santos enuna perspectiva guiada por un principio de traduccin en el que la eman-cipacin social y la alternativa se despliegue hasta en ese mbito al modode una dialctica creativa del mestizaje, recuperando el valor de uso del

    ^' Vase el captulo 3 de l]na epistemologia del Sur (2009).^' Bloch nos invita a recuperar la "dimensin profunda de la reaccin contra lo que no debieraser, entendida como movilizacin de las contradicciones que se dan en lo que no debiera ser, a finde socavar y derribar esto ltimo" (2004: 186). Es en ese nimo que, creemos, ubica en su carcterde "atractor" a la funcin utpica, al excedente espiritual y cultural, que hace su aparicin en las"primaveras de los pueblos". Pero incluso en Marx se vislumbra tal actitud, en afirmaciones comola siguiente de Grundrisse: "si la sociedad tal cual es no contuviera, ocultas, las condiciones mate-riales de produccin y de circulacin para una sociedad sin clases, todas las tentativas de hacerlaestallar seran otras tantas quijotadas" (1982: 87).'" Por esta razn, habra que decir con Walter Benjamin que, tanto en la realidad como en elconocimiento, "la historia es objeto de una construccin cuyo lugar no est constituido porel tiempo homogneo y vaco, sino por un tiempo pleno, 'tiempo-ahora'" (1994: 188 y 190).

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    entrecruzamiento, lo no colonial de las zonas de contacto, lo sinrgico delos "pensamientos fronterizos".

    La crisis del programa sociocultural y poltico de la modernidad secaracterizara por ser una situacin en la que a problemas modernos noes posible oponer soluciones modernas. El proyecto de la modernidadoccidental, para nuestro autor, se funda en una tensin dinmica entre elpilar de la regulacin y el pilar de la emancipacin, su crisis consiste enel modo en el que el segundo (la emancipacin) tiende a ser colonizadopor el primero (la regulacin). Si esto rige para las sociedades desarrolla-das, para los estados periferizados tal proyecto se finc en un desplieguecuya modalidad privilegiada fue la de un paradigma de apropiacin-vio-lencia (esto es, cuya caracterstica fundamental se sostiene en la colonia-lidad de sus distintas relaciones). El grado de magnitud de la crisis porla que atravesamos, y que por ello algunos analistas han dado en calificarcomo civilizatoria, se vislumbra en el proceso de sustitucin, en las propiassociedades centrales, del modelo de regulacin-emancipacin por el deapropiacinviolencia. La identificacin de los rasgos de dicha transicinsocio-poltica del paradigma moderno es efectuada, por parte de Boaven-tura de Sousa Santos, a travs de una estrategia de anlisis que manifiestauna mudanza de posicin, y que en una apretada sntesis podemos resu-mir en los siguientes trminos: Ni posmodernismo (celebratorio), niposcolonialismo (discursivo), antes bien la proposicin de un pensamientoposabismal.

    El posmodernismo celebratorio, en su rechazo del paradigma moderno,reniega tambin del discurso crtico que la modernidad (occidental)haba creado y de las grandes narrativas emancipatorias que propici,por ello, el distanciamiento que nuestro autor promueve se afinca, en sumomento, en un posmodernismo de oposicin. Hoy, esta opcin, parael propio Santos, se revela insuficiente y le exige distanciarse tambinde las versiones dominantes del poscolonialismo y pronunciarse porun "poscolonialismo de oposicin". La naturaleza intrnseca de ambosdistanciamientos lleva a nuestro autor a formular una alternativa que,si bien no promueve una nueva teora general de la emancipacin, sse pronuncia por una "teora general de la imposibilidad de una teorageneral". La ampliacin en la escala del razonamiento y la perspectivadesde la que se enuncia crticamente conducen a nuestro autor, en sustrabajos ms recientes, a proponer una epistemologa del Sur que tengapor base las siguientes orientaciones: "aprender que existe el Sur, apren-der a ir hacia el Sur, aprender a partir del Sur y con el Sur" (Santos,2009). En este aspecto el planteo de Santos remite, poderosamente, a lo

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    ya sealado, en su momento, en un tono literario por el llamado "poetade los heternimos".''

    Como ya se aprecia, en este sucinto recorrido, el de Boaventura de SousaSantos es un caso muy ilustrativo de un autor que ha ampliado, de manerasignificativa, tanto en la teora como en la prctica, sus territorios de inters,su propio horizonte de visibilidad. Sus reflexiones avanzan desde unacomprensin crtica y alternativa del derecho hasta una comprensin plu-ridimensional, transdisciplinaria e intercultural del paradigma de la moder-nidad y de las seales que parecen estar marcando su transicin. Dichaampliacin en las pretensiones de anlisis del socilogo portugus se expresaen una serie de trabajos en que se analizan las caractersticas de los procesosactuales de emancipacin social, y la forma en la que se encuadra su anlisisseala el reconocimiento de su pluralidad, que no relativismo, y de sunecesaria traduccin.

    Su inters por el pensar-hacer alternativo se vio expresado en el proyectointernacional "La reinvencin de la emancipacin social".'^ Para el caso quenos ocupa, en trminos de la produccin de alternativas o de las alternativasa la produccin, resulta de suma utilidad referir al volumen dos de dichacoleccin de trabajos, Produzir Para Viver. De la introduccin al volumen"ser provechoso extraer cuando menos las siguientes ideas que sirven alpropsito de este ensayo: Desprendernos de la visin que pliega lo alterna-tivo a lo subalterno del orden o lo normalizado, lo alternativo deberdefenderse en s mismo y no en condicin de subordinado; deber tambinprocurarse eludir todo nfasis de exclusividad en "lo local" pues tiende areificar dicha espacialidad de la accin, y a desligarla de las articulaciones

    '^ Afirma Fernando Pessoa en una de sus obras ms significativas: "Sent en sueos mi liberacin,como si mares del Sur me hubiesen ofrecido islas maravillosas an no descubiertas. Sera entoncesel reposo, el arte consumado, la realizacin intelectual de mi ser" (2005: 53).'^ Que involucr a 69 investigadores de 6 pases: frica del Sur, Brasil, Colombia, India, Mozam-bique y Portugal, y que ha producido un total de seis volmenes editados en varios idiomas.En espaol ya se conoce Democratizar la democracia. Los caminos de la democracia participativa(Mxico, ECE, 2006,591 pp.). Completan el conjunto de la serie los siguientes libros: Boaventurade Sousa Santos (ed.). Produzir Para Viver. Os caminhos da produgo nao capitalista (Porto: Afron-tamento, 2003); Reconhecer para libertar Os caminhos do cosmopolitismo cultural (Porto: Afronta-mento, 2004); Semear outras solues. Os caminhos da biodiversidade e dos conhecimentos rivais(Porto: Afrontamento, 2004); Trabalhar o Mundo. Os caminhos do novo internacionalismo opera-rio (Porto: Afrontamento, 2004); As Vozes do Mundo (Porto: Afrontamento, 2008). Tambin aqu,nuestro autor despliega una forma de trabajo que es cada vez menos habitual, envuelto como estel medio acadmico de una lgica competitiva y cosificada. Es as que cada volumen de la coleccincuenta con una coordinacin colectiva y es precedido por un sendo escrito introductorio que avanzalos conceptos o categoras que procuran un novedoso conocimiento de la cuestin." Existe versin en castellano: Santos y Rodrguez, "Para ampliar el canon de la produccin"(2006: 130-201).

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    complejas con relacin a fenmenos y movimientos regionales, nacionalesy globales, en que tal lgica se desenvuelve; por ltimo, y no menos impor-tante, es necesario avanzar en la proposicin de alternativas, visibilizarlas,no lapidarlas desde una retrica de la insuficiencia anti-sistmica que anulasu factibidad y erosiona la propia posibilidad de hacer politica. En oca-siones, y desde movimientos y teorizaciones de pretensin anti-sistmica,predomina una "hermenutica escptica" con relacin a la proposicin dealternativas, cuando puede ser ms productivo encararlas desde una "her-menutica del surgimiento", que las coloque en un plano de evaluacincuyo rasero sea su capacidad de dificultar el predominio social del principiode la valorizacin del valor. Existe otra dimensin que habr que recuperarcon relacin a las alternativas: stas lo son porque desarrollan procesos deconstruccin social, no porque el observador, analista, que las mira lasdictamina como tales. Es necesario que el analista politico se despoje de talarrogancia, lo alternativo lo es porque despliega procesos de construccinsocial, no porque corresponde a un esquema conceptual apriorstico dequien las califique como tales.

    Otras dimensiones apuntan a lo problemtico de esta cuestin. Si laconstruccin de alternativas ya no cuenta con una teoria unificadora o quesea aceptada por quienes del proceso participan, se hace viable sugeririncursiones alternativas en la propia lectura del proceso. Es asi que encuanto a la politica alternativa o a las alternativas de politica, podemossealar cuando menos tres variantes susceptibles de discusin: al conjuntomultidimensional de prcticas de resistencia y dominacin (sean caracte-rizadas las primeras como reivindicaciones, demandas, o necesidades nosatisfechas, y las segundas como agravios, opresiones, o no reconocimien-tos) se sugieren formas de actuacin, en que operaria un pasaje de la rei-vindicacin particular a su conversin en reivindicacin hegemnicauniversal, puesto que, en un momento determinado, una reivindicacinsingular asume un carcter monolgico equivalencial y ocupa el lugar delsignificante vacio - es esta la propuesta de Ernesto Laclau. Desde la pers-pectiva de Boaventura de Sousa Santos, no se puede alcanzar una dimen-sin hegemnica en la lucha de los de abajo, por lo cual se hace necesariauna estrategia dialgica de quienes resisten, una politica de traduccin. Porotro lado, desde lo que se ha calificado como una "politica de la liberacin",se sugiere una estrategia de actuacin que encare la cuestin a travs depropiciar la construccin de un hegemn analgico, esto es, desde unapropuesta de pretensin de hegemonia entre los de abajo, que consiste enque los movimientos van incorporando las demandas de los otros movi-mientos en la propia, puesto que, en cada uno de ellos, lo que est en juego

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    es un problema de necesidades y voluntad de vida - es esta la propuestade Enrique Dussel (2006).

    Como se aprecia, la dialctica de las alternativas se abre en un abanicoalgo ms complejo que lo habitual (monolgico, dialgico, analgico), quecorresponde a la propia condicin polimrfica de los que luchan y resisten.Sirvan, pues, estas pginas como un inicial acercamiento al tema y al soci-logo portugus.

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