PARLAMENTOS

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Opciones y Decisiones Francisco Javier Chávez Santillán Sábado 05 de Noviembre, 2011 Parlamentos de paja El foro político de México igual que los foros políticos locales de los estados se han convertido en arenas públicas, sólo que degradadas y devenidas en circos, burlesque y carpas populacheras. Y conste que no se trata de vilipendiar estos otros foros de expresión popular y colectiva, pues cumplen funciones específicas de la convivencia ciudadana y del libre acceso al entretenimiento y reproducción de las subculturas societales. Se trata de impugnar con franca insatisfacción ciudadana la perversión a que ha llegado la estructura y la dinámica parlamentaria de nuestro país. No es de extrañar, ni nos escandaliza saber que, en prácticamente todos los foros parlamentarios del mundo contemporáneo, se evidencian algunos comportamientos de degradación en la forma de discutir los asuntos públicos de una nación. Pero sí es profundamente cuestionable que estén accediendo a los llamados “máximos foros públicos” de representación popular, individuos y bancadas enteras vergonzosamente ineptos en el trato parlamentario civilizado, inhábiles en el manejo de la argumentación lógica y de significados sustantivos; frívolos, narcisistas y ególatras a la hora de portar los intereses ciudadanos; y finalmente, impotentes y penosamente cobardes en el arte de negociar con rectitud y ética política. Estamos a punto de formar nuevo congreso nacional, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, y lo que logramos atisbar en este horizonte es una composición abigarrada de intereses partidistas, evidentemente acrítica –salvo honrosas excepciones-, de trepadores y trapecistas de la política, con el fin de enseñorearse de una respetabilísima nómina pública, sin que se acredite fehacientemente su capacidad de gestión parlamentaria para llegar a resultados contantes y sonantes para la Nación.

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Análisis crítico de la productividad y calidad legislativa

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Opciones y DecisionesFrancisco Javier Chávez Santillán

Sábado 05 de Noviembre, 2011

Parlamentos de paja

El foro político de México igual que los foros políticos locales de los estados se han convertido en arenas públicas, sólo que degradadas y devenidas en circos, burlesque y carpas populacheras.

Y conste que no se trata de vilipendiar estos otros foros de expresión popular y colectiva, pues cumplen funciones específicas de la convivencia ciudadana y del libre acceso al entretenimiento y reproducción de las subculturas societales. Se trata de impugnar con franca insatisfacción ciudadana la perversión a que ha llegado la estructura y la dinámica parlamentaria de nuestro país.

No es de extrañar, ni nos escandaliza saber que, en prácticamente todos los foros parlamentarios del mundo contemporáneo, se evidencian algunos comportamientos de degradación en la forma de discutir los asuntos públicos de una nación. Pero sí es profundamente cuestionable que estén accediendo a los llamados “máximos foros públicos” de representación popular, individuos y bancadas enteras vergonzosamente ineptos en el trato parlamentario civilizado, inhábiles en el manejo de la argumentación lógica y de significados sustantivos; frívolos, narcisistas y ególatras a la hora de portar los intereses ciudadanos; y finalmente, impotentes y penosamente cobardes en el arte de negociar con rectitud y ética política.

Estamos a punto de formar nuevo congreso nacional, en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República, y lo que logramos atisbar en este horizonte es una composición abigarrada de intereses partidistas, evidentemente acrítica –salvo honrosas excepciones-, de trepadores y trapecistas de la política, con el fin de enseñorearse de una respetabilísima nómina pública, sin que se acredite fehacientemente su capacidad de gestión parlamentaria para llegar a resultados contantes y sonantes para la Nación.

El ágora pública democrática y republicana que se forjó en siglos de Historia ha quedado como una entelequia vacua, chata e inútil; y no porque lo haya sido en su concepción original y en su práctica, sino porque el interés mezquino de unos cuantos –se llama oligarquía en términos clásicos- han hecho de la mediación de los partidos políticos, para nosotros obligatoria, centralista e impugnable, una que es absolutamente necesaria e inevitable como vía única para acceder al poder político; o lo que es lo mismo, obtener una franquicia imbatible para ejercer con impunidad el reparto del botín del erario público; en términos sociológicos se le denomina: “spoils system”, el sistema de reparto del botín político.

“Quae cum ita sint…”, estando así las cosas –decía el clásico refrán de César en sus partes de guerra al Senado Romano, SPQR (Senatus populusque Romanus)-, no se trata de ponernos muy exigentes –aunque debiéramos- y exigir a nuestros representantes ciudadanos, el dominio y

diestro manejo de tres asignaturas fundamentales para la vida parlamentaria: la Ética Política, la Retórica Política y la Negociación.

La primera es el imperativo superior del pensamiento con Platón y Aristóteles que lo menos que decían es que la Ciencia y Arte de la Política es propio del hombre sabio –principio excelso como es, lo dejo al paso en esta ocasión-. El segundo imperativo del supremo arte de la argumentación que es la Retórica Política, y que desde antiguo fue bautizada como “la artesana de la Persuasión”, diríamos hoy emocionalmente inteligente, también la tengo que poner es suspenso.

Y, finalmente, la Negociación como forma racional y justa para obtener acuerdos, ésta sí la propondría como absolutamente obligatoria e insoslayable, para todo candidato a diputado o a senador, distinción de género incluida. En efecto, ¿qué es un parlamento sin capacidad para obtener acuerdos? Diría el egregio impugnador de instituciones inícuas –fueran eclesiales o políticas- Jesús de Nazareth: “si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor? Para nada sirve ya, sino para ser arrojada y pisada por las gentes”, cito de memoria.

Debemos poner al centro del debate público, la capacidad inexcusable de ejercer con decoro y honorabilidad los símbolos del poder, esto es la Política; que se distingue perfectamente del ejercicio del Poder de los símbolos, que es la Cultura y se expresa por las Artes y el sistema de representación religiosa. Concedamos, por ahora, que no hay dinámica política válida sin el empaque personal y la destreza para ejercer la Negociación Política. Y esto es así, porque estructura y dinámica parlamentaria sin acuerdos de fondo es el óbice por antonomasia, el peor obstáculo para la vida democrática y republicana.

Sería mucho, quizá excesivo por ahora, exigir de nuestros congresos locales o de la Nación, la obtención de consensos en la conformación de nuestra Legislación vigente. Y la razón es que el consenso es la forma perfecta de alcanzar acuerdos; es decir, implica el 100% del asentimiento entre las partes para determinar un asunto o un diferendo. Con seguridad, a lo que podemos y debemos llegar es a un ejercicio de la negociación que sea recta, justa, equitativa y por libre manifestación de voluntad.

La rectitud depende de la racionalidad y de la objetividad con que los tópicos del debate son tratados; la justicia es el referente distributivo que asigna proporcionalmente cargas, beneficios y satisfactores; la equidad es el imperativo de igualdad en una democracia real; y la libertad es la determinación autonómica para asentir y manifestar consentimiento.

Hacer exigible el aprendizaje y práctica del arte de negociar, en nuestros representantes populares, es factible e indispensable. Por obvia posibilidad de extensión de esta columna, no abundaré hoy, pero sí señalaré un sistema de negociación que mucho me ha ayudado a comprenderla, y es el conocido como: “Negociación Positiva” del Dr. David Berlew (1977 yss), psicólogo clínico que diseñó y propuso su sistema de negociación en el famoso MIT de Boston, el cual añade a lo que comúnmente aportan sistemas similares: Negociación Efectiva, Negociación Justa, Negociación Equitativa… etc., un original sistema de “influencia positiva” y que, en fuerza de ello, así designó su sistema: Positive Negotiation. Sin duda precursor de capacidades personales de la asertividad, la escucha activa y satisfacción de necesidades. Vías hay, pero hay que tomarlas. Y lo habremos de comentar.