Partidos Polticos Por Andrs Malamud (3)

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    Publicado en Introduccin a la Ciencia Poltica, Julio Pinto(compilador), Eudeba, Buenos Aires, 2003 (cuarta edicin).

    Captulo 7

    PARTIDOS POLTICOS

    Andrs Malamud*

    El origen

    Los partidos polticos, en la acepcin ms amplia del trmino, poseen hoyuna caracterstica significativa: su universalidad. No hay casi pas independienteque pueda exhibir un sistema poltico carente de partidos, a no ser por dos casosparticulares: un puado de sociedades tradicionales de estructura familiar-patrimonial como las que pueblan el Golfo Prsico, y las dictaduras militares queson, sin embargo, fenmenos siempre temporarios (Ware 1996). Aparte de talesexcepciones, y no obstante el tipo de rgimen, la ubicacin geogrfica o los

    antecedentes histricos, cada estado-nacin cuenta con (al menos uno de) estosactores institucionales. Ms an, ninguna democracia occidental uoccidentalizada es concebible sin ellos.

    Semejante omnipresencia no implica que todos los partidos tengan la mismanaturaleza ni que cumplan estrictamente las mismas funciones; mucho menos, quelas causas de su existencia puedan encontrarse en leyes sociales universales o enuna ubicua voluntad creadora del hombre. Antes bien, y haciendo un paralelo conlaevolucin histrica de la democracia, los partidos aparecen como la consecuenciano buscada de la masificacin de las sociedades y la expansin territorial de losestados, cuyas dinmicas van a dar lugar a un nuevo fenmeno: el de la

    representacin poltica.

    * Instituto Universitario Europeo, Florencia (Italia) y Universidad de Buenos Aires.

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    ANDRS MALAMUD

    La institucin de la representacin, como mecanismo a travs del cual ladeliberacin pblica y las decisiones de gobierno se trasladan desde el titular de lasoberana democrtica (el pueblo) hacia sus agentes (los representantes), establece

    la frontera histrica y terica entre la democracia antigua o directa y la moderna orepresentativa.1 Simultneamente, se produce la separacin gradual entre elgobierno por medio de personas ya sea en asamblea, consejo o monarqua y elgobierno por medio de partidos party government.

    La condicin histrica del surgimiento de los partidos fue el incremento dela participacin poltica, que se verific fundamentalmente a partir de laprofundizacin del proceso de urbanizacin de los siglos XVIII y XIX. Asimismo,el sustrato indispensable sobre el que se desarrollaron (y al que robustecieron)lospartidos fue el rgano de representacin poltica por excelencia, aqul al que la

    ascendente burguesa fue constituyendo en herramienta de control de las medidasde gobierno: el parlamento (Oppo 1982).

    En ese mbito, los portadores de ideas afines, intereses coincidentes o,incluso, simpatas personales, elaboraron los primeros lazos de solidaridad de lasque en un principio seran llamadas facciones. Con una carga de valor negativa,este trmino haca referencia a las divisiones polticas subnacionales a las que laconcepcin organicista, holista y monocrtica de la sociedad entonces reinante nopoda menos que calificar de antinatural (Sartori 1980). Sin embargo, el grado deimportancia que tuvieron los elementos antes mencionados (aumento de laparticipacin, expansin de las atribuciones del parlamento, divisiones sociales) es

    materia de debate an hoy, y distintas posiciones sobre el tema son sostenidas porrelevantes autores (Garca Cotarelo 1985).

    La primera explicacin acerca de las causas del surgimiento de los partidosla esboz Ostrogorski (1902) y la continu Duverger (1951), constituyendo lavertiente de las llamadas teoras institucionales que ponen el acento sobre larelacin con el parlamento. En esta concepcin, los partidos se habran desarrolladoa modo de organizaciones auxiliares de las nacientes o ampliadas cmarasrepresentativas, con el fin de coordinar la seleccin y las tareas de los miembrosdela asamblea. En consecuencia, puede hablarse de partidos de creacin interna (alparlamento, como el Partido Conservador ingls) o externa (cuando no son creadosdentro de los canales institucionales sino por fuera de ellos, desde la sociedad,como el Partido Laborista ingls). Este ltimo reconocimiento debilita el argumentocentral, ya que relativiza la verdadera influencia del rgano legislativo sobre laformacin del partido.

    En contraposicin con esta postura, Seymour Lipset y Stein Rokkan (Lipset& Rokkan 1967) desarrollaron un poderoso marco terico que concilia el mtodohistrico con el comparativo. Ellos explican la aparicin de los distintos partidosapartir de una serie de crisis y rupturas histricas que dividieron a las sociedade

    snacionales cuando an no estaban consolidadas como tales, y provocaron, en cadaquiebre, la formacin de agrupamientos sociales enfrentados por el conflicto en

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    1 Segn el modelo clsico de Benjamin Constant (Manin 1993).

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    explicativa al hemisferio occidental, y principalmente al escenario europeo porserla fuente emprica de su observacin de campo.

    Por ltimo, La Palombara y Weiner (1966) adscriben ms fielmente a lasteoras del desarrollo, y entienden la aparicin de los partidos como unaconsecuencia natural de la modernizacin social y de las necesidades funcionalesdel sistema poltico. Como todas las teoras generales, la dificultad de estaaproximacin consiste en que las correlaciones detectadas entre las variables nojustifican necesariamente un orden causal, ni mucho menos excluyente. Un anlisisexigente sobre la gnesis de los partidos debera contemplar la medida en que cadacaso particular responde a distintos factores, sean estos institucionales, histricos oestructurales; pero una ponderacin global que busque generalizar las regularidadesdetectadas an no se ha logrado.

    Es necesario mencionar que las descripciones evolutivas que se realizangeneralmente acerca del surgimiento de los partidos toman como paradigma alproceso britnico, porque incluso el francs y el norteamericano difieren en sumodalidad y sus tiempos. Empero, en todos los casos, compartieron la mala fama deser percibidos inicialmente como agrupaciones facciosas que actuaban en desmedrodel bien comn persiguiendo sus intereses egostas.2

    A pesar de que el origen de los partidos estuvo signado por el despreciogeneralizado, su crecimiento en proslitos y tareas se desarroll sostenidamente;carecieron, sin embargo, de una justificacin terica lo suficientemente difundida

    como para aceptarlos con algo ms que resignacin. Puede tomarse como acta denacimiento formal de los partidos a la Reform Act (reforma electoral) dada enInglaterra en 1832, lo que implica considerar a todas las asociaciones polticassectoriales anteriores a esa fecha como antecesores de los partidos modernos. Sindesmerecimiento para ellos, como protopartidos calificaran inclusive las fraccionestories y whigs existentes en Gran Bretaa con anterioridad a la reforma, as comotambin las formaciones prepartidarias de federalistas hamiltonianos y republicanosjeffersonianos en los Estados Unidos posteriores a la jura de la constitucin.

    Pese a que, como se dijo, los partidos en su acepcin moderna empiezan acontar sus aos desde principios del siglo XIX, a fines del anterior Edmund Burke3ya haba construido lo que sera la primera diferenciacin intelectual entre partidosy facciones. Hollando sendas previamente transitadas por sus compatriotas Hume yBolingbroke, Burke lleg ms all al comprender que la existencia de divergenciasen el seno de la sociedad (y de sus representantes) era una realidad ineludible,perotales divisiones podan ser canalizadas a fin de mejorar la organizacin del gobiernoy el control de la monarqua.

    El disenso, en suma, deba ser aceptado, ya que el aumento de la toleranciapoltica y religiosa conducira al robustecimiento de una sociedad pluralista. Lainstitucionalizacin de grupos diversos, a travs de asociaciones representativas de

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    2 Por ejemplo, sostuvieron esta opinin en Estados Unidos los autores de El Federalista (Madison, Hamiltony Jay), en Francia el Barn de Montesquieu y en Inglaterra el pensador y poltico Edmund Burke (Sartori1980).

    3 Ms precisamente en 1770, en sus Thoughts on the cause of the present discontents(Sartori 1980).

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    cada parte, los hara converger en el objetivo de coadyuvar al inters comn delgobierno nacional.

    La naturaleza

    Hay diversos criterios para clasificar a los partidos; el que se vaya a adoptardepende de las hiptesis que orienten la investigacin o el anlisis. Resultaentonces que las tipologas con que nos manejamos estn histricamentedeterminadas por las preocupaciones sociales, las inquietudes ideolgicas y elmarco terico de cada autor. As, la desilusin sufrida por Robert Michels respectodel partido socialdemcrata alemn lo llev a buscar la causa del malfuncionamiento de los partidos en su estructura interna de carcter oligrquico(Michels 1911), mientras que Antonio Gramsci, por el contrario, manifest en losaos 30 la matriz marxista de su anlisis sociopoltico al concebirlos comoorganizaciones definidas por la clase social que los integra (Gramsci 1975).

    Las controversias respecto del enfoque a travs del cual los partidos debenser estudiados mantienen plena vigencia, y este debate no resuelto ha llevado aalgunos autores a negar la existencia de una teora de los partidos (Tonelli 1992).Existen, s, descripciones detalladas de aspectos parciales de algunos partidos principalmente occidentales, si no puramente europeos, y tambinmodelizaciones ms generales y abarcativas (Von Beyme 1982; Panebianco 1990);pero ello no es suficiente para formular una teora general. Segn esta perspectiva,el estudio de la materia estara un paso atrs del alcanzado para otros conceptospolticos, como la democracia o el estado. Otros autores, sin embargo, plantean laexistencia efectiva de varias si no una teoras sobre los partidos, en

    contraposicin con la ausencia de esquemas similares para abordar el estudio delgobierno (Blondel & Cotta 1996b).

    Para simplificar la mirada de posiciones sostenidas por los acadmicos,puede construirse una tipologa triple de los partidos en funcin de los siguientesejes: 1) su base social, 2) su orientacin ideolgica y 3) su estructuraorganizativa (Panebianco 1990). La mayora de los trabajos sobre esta temtica, sino todos, cabalgan sobre uno de estos criterios o sobre una combinacin de ellos.

    Los enfoques que hacen hincapi en la base social de los partidos provienen,generalmente, o de estudiosos de la sociologa o de cultores de las diversasversiones del materialismo dialctico. Sin embargo, tambin varios escritorespopulistas y nacionalistas no marxistas tambin han privilegiado esta perspectivadesde una valoracin opuesta. As, mientras unos comprenden a los partidos comoagentes portadores de la identidad de clase, que los transforma en vehculos dedivisin social en el marco de una sociedad estratificada horizontalmente, otros losconciben como el instrumento poltico de un movimiento de integracinpoliclasista, nacional y/o popular, que licua las diferencias de clase y procesaelconflicto de manera vertical. Tambin suelen ser percibidos como parte de esteltimo grupo los partidos de los Estados Unidos, donde la menor relevancia de las

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    diferencias de clase en un contexto de amplia movilidad social ha producido unamayor elasticidad en la identificacin poltica.

    La taxonoma ms habitual para clasificar a los partidos, de acuerdo con su

    base social, es aqulla que los divide en obreros y burgueses, aunque es necesarioagregar la categora de partido populista para los casos que abarcan una ampliamasa multiclasista. Los primeros caracterizan sobre todo a los pases desarrollados(principalmente de Europa occidental o de races culturales anglosajonas), el ltimopredomina en las naciones en vas de desarrollo. En ciertos estados, laheterogeneidad social puede llevar a la formacin de partidos campesinos, o bienrepresentativos de minoras tnicas, lingsticas o religiosas. Tal diversidad, paraestos autores, no hace ms que corroborar que lo que define a un partido es susociologa (Are & Bassani 1992).

    En este aspecto resulta fundamental el anlisis de los clivajes4 sociales, laslneas de ruptura constituidas alrededor de conflictos trascendentes que separan alos miembros de una comunidad en funcin de sus posiciones al respecto. Losgrupos entonces definidos cristalizan sus identidades en torno al problema encuestin, y los futuros antagonismos y alianzas cobran significado a la luz de lascausas que originaron las divisiones. Ms adelante se tratar en extenso este tema.

    A diferencia del enfoque anterior, quienes sostienen que el elementodistintivo de cada partido es su orientacin ideolgica afirman que los objetivos de

    la organizacin, y no su composicin social, son lo que determinan su accionar. Laprincipal tipologa se construye entonces en torno al par derecha-izquierda, que apartir de la Revolucin Francesa en 1789 se ha transformado en el criterio porexcelencia para ordenar las ideas polticas. A pesar de que la definicin de estosconceptos es ms bien ambigua, pueden aceptarse como vlidos dos asertos: por unlado, las fuerzas de izquierda tienden generalmente a cambiar el estado de cosasdela sociedad, preferentemente en favor de los sectores ms bajos de la poblacin,mientras que las de derecha pretenden mantener la situacin social dentro de loslmites estructurales en que se encuentra; y por otro, la izquierda propone unamayor intervencin del estado en la economa y las polticas sociales acentuandoel valor igualdad, al tiempo que la derecha contempornea suele sostener laconveniencia de la no ingerencia estatal y la primaca del mercado para la mseficaz asignacin de recursos entre los hombres recalcando el valor libertad(Bobbio 1995).

    En funcin de lo expuesto, resulta obvio que muchas veces la integracinsocial de los partidos y sus programas coinciden, en el sentido de que una mayorbase obrera o de sectores trabajadores se asocia con una ideologa ms combativa ytransformadora; en tanto, los partidos de composicin burguesa o de clases mediastienden a tener menos elementos revolucionarios y de cambios profundos en sudiscurso que los otros. No obstante, esta asociacin no se produce necesariamente:

    como advirtiera Marx con claridad, la clase en s y la clase para s no siempre van

    4 El concepto de clivaje (cleavage) puede definirse como "divisin social polticame

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    nte relevante"; enconsecuencia, no implica cualquier fractura dentro de una sociedad, sino slo aqulla que impacta sobre elsistema poltico a travs de la organizacin (Bartolini & Mair 1990).

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    de la mano, y los intelectuales radicalizados o los obreros conservadores no sonunfenmeno extrao en la poltica occidental. Por lo tanto, esta categora de anlisisde los partidos es independiente de la anterior, aunque ambas resulten

    recprocamente condicionadas.

    La tradicin de sindicar a los partidos, de acuerdo con su ideologa, como deizquierda, centro o derecha, se complementa con otro elemento distintivo: el gradode moderacin o radicalizacin de los postulados programticos. Queda abierta asla posibilidad de considerar en un mismo grupo a los partidos que, solos o encoalicin, se orientan hacia el gobierno y tratan de conseguir el poder dentro delasreglas del rgimen poltico, llamados tambin partidos moderados o del sistema; yen un segundo grupo a los que, rechazando el sistema tal como se encuentraestatuido, se esfuerzan en combatirlo por medios ms o menos legtimos con el

    declarado objetivo de cambiar el rgimen antes que al gobierno: stos son lospartidos antisistema o extremistas.

    Esta ltima categora, como se ve, considera ante todo la postura del partidohacia el sistema poltico en particular, pero tambin pueden evaluarse losfundamentos filosficos que sustentan tal actitud. En ese sentido, la creacin del"hombre nuevo", la supremaca de la nacin, la revolucin social o la purificacinracial aparecen como el elemento sustancial de la ideologa partidaria, y suenfrentamiento con el sistema y los dems partidos son el fenmeno consecuente yno el esencial. No obstante, ya sea la cosmovisin profunda o la disposicin haciael rgimen, el hecho definitorio de esta clasificacin es su "idealidad", en oposicina la "materialidad" de la composicin social.

    Finalmente, una tercer perspectiva desplaza el foco tanto de la base socialcomo de la orientacin ideolgica, para centrarse en aquello que distingue a lospartidos modernos de cualquier otro grupo organizado que histricamente hayacumplido funciones similares, a la vez que los acerca al aparato burocrtico dentrodel cual funcionan y al que sin duda emulan, aspirando a la larga a controlarlo:el estado. Desde los estudios pioneros de Mosei Ostrogorsky (1902), RobertMichels (1911) y Max Weber (1922) este enfoque ha gozado de una ampliaaceptacin, aunque luego de las primeras dcadas del siglo, principalmente a partirdel aumento visible de la amenaza sovitica y de sus partidos satlite en Occidente,fue perdiendo terreno a manos de las taxonomas antes mencionadas, en las que laclase y la ideologa asumen una mayor capacidad explicativa.

    Sin embargo, y sobre todo a partir de los aos 80, la teora de la organizacinha recuperado para la ciencia poltica la potencia heurstica de este paradigma, ycontina a travs de la obra de Angelo Panebianco (1982) la tradicin histricacimentada por Weber y sostenida, con mayor o menor fidelidad, por MauriceDuverger (1951) y Anna Oppo (1976). De esta cuestin en particular se tratardetalladamente ms adelante.

    Lo que importa destacar aqu es que los partidos, al ser concebidos en cuantoorganizaciones, se suponen movidos por fines propios que trascienden los objetivos

    que les dieron origen, al tiempo que tambin superan y transforman los intereses delos individuos que los integran sean estos intereses de clase o de cualquier otro

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    tipo. En este aspecto, la aborrecida metamorfosis descripta por Michels no sera una

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    perversin ni una patologa, sino, en realidad, el modus operandi natural de lospartidos: a lo largo de su existencia, la sucesin o articulacin de fines tiene lugarconvirtiendo a la asociacin en un ente cada vez ms simbitico con su ambiente,

    con menor capacidad (o voluntad) para reformarlo que en sus orgenes. El grado enque un partido establece estrategias de adaptacin o de predominio sobre la realidadexterior depende de la fortaleza de su institucionalizacin; o, en otras palabras,delmodo en que la cristalizacin histrica de sus caractersticas fundacionales impactsobre su autonoma y su nivel de sistematizacin interna.

    Ms all de la perspectiva preferida por cada autor, y an de la utilidad queuna u otra pueda ofrecer para tipos particulares de investigacin, parece sugeribleevitar cualquier ndole de determinismo: ni el sociolgico, basado en la

    composicin de clase; ni el teleolgico, reducido a la ideologa o los objetivosmanifiestos; ni el organizativo, acotado a la estructura interna; ni el sistmico,precisado por la interaccin con otros partidos y con las instituciones de gobierno,pueden abarcar por s solos todas las dimensiones del fenmeno partidario. Msbien, estos aspectos son elementos concurrentes en la conformacin de los partidos.

    Los tipos

    La clasificacin ms extendida de los partidos, retomada con mnimasvariaciones por la mayora de los autores, es la que los distingue primariamente

    entre partidos de representacin individual y partidos de representacin demasas (Weber 1922; Duverger 1951; Oppo 1976; Panebianco 1982). Aunque elnombre de las categoras puede sugerir que es la base social la que organiza lataxonoma, en realidad el criterio clave es el histrico-organizativo. Esto es asporque los dos tipos de partido son caractersticos de pocas consecutivas,separadas entre s por el proceso poltico que condujo a la adopcin del sufragiouniversal. En consecuencia, y aunque debe advertirse que ambas clases de partidopueden coexistir simultneamente, lo que se ha dado habitualmente es latransformacin progresiva de un tipo hacia otro, a medida que la necesidad delegitimidad y apoyo (militancia, financiamiento y, sobre todo, votos) decret lainviabilidad o futilidad de una existencia sin mayor respaldo electoral. El periodoclave de esta metamorfosis transcurri entre la ltima dcada del siglo pasado y lasdos primeras del actual, tanto en la cuna europea como en las nuevas naciones deAmrica.

    Quienes tomaron la iniciativa fueron, a este respecto, los partidos socialistasy obreros en general, ya que debieron asumir el desafo de canalizar la participacinpoltica de las masas que se incorporaron a la arena electoral a partir de laampliacin del sufragio. El referido fenmeno de masificacin de la poltica semanifest fundamentalmente en el mbito de estos auxiliares institucionales delestado que son los partidos, dado que debieron adecuarse a las necesidades de

    socializacin, movilizacin, reclutamiento y, sobre todo, bsqueda de sentido que lanueva realidad habra de adoptar para los nuevos ciudadanos.

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    Las asociaciones de notables se caracterizaron por su dependencia totalrespecto de los caballeros gentlemen, honoratiores o las familias que las haban

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    patrocinado, y cualquier disputa personal entre sus miembros poda implicar laruptura del partido y el enfrentamiento consiguiente de las nuevas partes enconflicto, constituidas por los jefes y sus squitos incondicionales. Con la misma

    facilidad se producan tambin los acercamientos y las alianzas, basados enintereses coyunturales que convergan en necesidades comunes. La manera en queestas formaciones organizaban su accionar resulta harto diferente a la de losactuales partidos de masas: el representante parlamentario tena absoluta libertadpara decidir su posicin en el recinto legislativo, de acuerdo al leal "saber yentender" que las doctrinas de la poca asignaban a los hombres probos. Lasopiniones de los notables se intercambiaban en los clubes, antecedentes lejanosdelcomit, donde transcurran las tertulias de las que estaban naturalmente excluidosquienes no pertenecieran a los sectores elevados de la poblacin. Los asamblestas,comunes, diputados o legisladores no representaban a sus electores ms que a ttulo

    formal (eran elegidos por distritos territoriales), ya que expresaban sus intereses degrupo en nombre del bien comn de la nacin.

    El modo privilegiado de expansin de estas primeras formaciones partidariasera la cooptacin. El mecanismo consista en la atraccin individual de las personasque fueran consideradas, por las camarillas de los grupos establecidos, comoimportantes (o peligrosas) para la defensa de los objetivos planteados. Suinstrumentacin requera muchas veces la distribucin de prebendas y beneficiosestatales o la promesa de una carrera venturosa, puesto que la ideologa todava nose conceba como motivo para participar en la honorable actividad poltica. Loscasos ms notorios, y ms antiguos, de esta clase de partidos lo configuraron lasagrupaciones tradicionales inglesas, los tories (conservadores) y los whigs

    (liberales).

    Cuando los sostenedores de las teoras socialistas, mayoritariamentemarxistas, se enfrentaron con la apertura electoral que las luchas obreras habanfinalmente conseguido, los partidos que fundaron debieron recurrir a mtodostotalmente nuevos de accin poltica. El principal problema resultaba ser el de laignorancia, traducida polticamente como incompetencia, de las masas trabajadoras,por lo que las imprentas se constituyeron en las herramientas fundamentales tantopara la agitacin como para el adoctrinamiento. La fuerza de las organizaciones deizquierda en el siglo XIX dependa esencialmente de la importancia de su prensapartidaria. Cabe acotar que en la poca de referencia todos los peridicos eranespacios de opinin, ya que la informacin imparcial tal como hoy se la conoce noera tcnicamente posible ni valorativamente apreciada.

    La incorporacin de militantes, una figura poltica novedosa, comenz arealizarse a travs del procedimiento masivo del reclutamiento, practicado sobretodo en las fbricas y las reas de mayor concentracin urbana. Una caractersticacentral fue que los ingresantes de este modo a la estructura partidaria comenzabansu carrera desde abajo, en vez de hacerlo desde la cpula como ocurra con lasfiguras en los partidos de notables.

    Pero uno de los elementos ms trascendentes de esta etapa de laorganizacin partidaria fue, sin duda, la disciplina del bloque en el parlamento.El

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    mandato libre fue rechazado como norma de accin, para adoptar todos los

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    representantes del partido una posicin unificada ante cada tema de debate en lacmara. El corolario de esta prctica consisti en que las autoridades colegiadas dela organizacin fijaban su lnea poltica, a la que los legisladores deban ceirse sopena de revocacin del mandato.

    Las consecuencias de esta transformacin sobre la teora de la representaciny sobre las ideas polticas resultaron tan impactantes como las de la nuevaestructura interna de los partidos lo fueron para la teora de la organizacin y lasprcticas polticas. Es por este ltimo aspecto que han sido llamados partidosorganizativos de masas o, simplemente, partidos de aparato, en alusin a lapoderosa estructura burocrtica que debieron construir para coordinar el gigantescoproceso de movilizacin de las masas. El modelo histrico ms importante de estetipo de partidos fue el Socialdemcrata Alemn, fundado en 1869 por Bebel yLiebknecht y fortalecido en 1875 a partir de su unificacin con los lasalleanos; p

    erovirtualmente todas las fuerzas socialistas y comunistas de Europa se organizarondeesta manera. A su vez, los partidos burgueses que pretendieran competir con xitocontra sus nuevos adversarios debieron adoptar mecanismos de articulacinburocrticos, con funcionarios profesionales de tiempo completo que se dedicaran alas tareas de contraagitacin y movilizacin electoral; en caso contrario, susposibilidades de supervivencia hubieran resultado escasas.

    Poco a poco, sin embargo, el desarrollo econmico y los avancestecnolgicos fueron modificando la estructura clsica de las sociedades europeas,diluyendo las rgidas fronteras de clase y multiplicando los niveles de

    estratificacin horizontal. En conjuncin con el desarrollo de los medios masivos decomunicacin, esta transformacin fue produciendo el debilitamiento de lasidentidades subculturales, homogeneizando internamente a las sociedadesnacionales en trminos de sus visiones del mundo weltaschauung al mismotiempo que las fragmentaba econmicamente. En consecuencia, los partidosdebieron acoplar sus estrategias de acumulacin a las nuevas condiciones, queexigan una reduccin de la pureza doctrinaria para ampliar la base de apoyo sinperder en el camino al electorado tradicional y, por lo tanto, la consideracin delas opiniones de quienes no formaban parte de la estructura pero podan definir suxito o su fracaso. La lealtad a los partidos deja de ser una exigencia de la identidadde grupo o clase, pues la diversificacin de roles as lo determina; al mismo tiempo,stos tambin pierden su indispensabilidad como organizacin mutual, pues losservicios brindados previamente slo por ellos5 son ahora garantizados por laestructura creciente del Estado de Bienestar.

    Los nuevos partidos fueron definidos como electorales de masas,profesional-electorales o, en su caracterizacin ms fuerte, como partidos escoba

    o atrapatodo (catch-all, Kirchheimer 1968), en funcin de su apelacin a lasociedad en general por encima de las divisiones de clase. Ya no son los notables ni

    los militantes sino los electores los dueos formales del partido, el que slo les5 La figura con que se suele definir la omnipresencia de estos partidos es "desde la cuna a la tumba",

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    haciendo referencia a la atencin ofrecida desde guarderas infantiles hasta sepelios y sociedades decremacin; tomado de Sigmund Neumann por Bartolini (1991: 239).

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    solicita su adhesin a la hora del voto y trata de reducir los dems costos de laparticipacin. Las peculiaridades de este tipo se observan ms claramente en losEstados Unidos de Amrica, aunque la tesis de Kirchheimer apuntaba a latransformacin de los partidos de aparato, que nunca han existido como tales en el

    pas del norte. El peso de la autoridad partidaria es menor que el de losrepresentantes en el congreso, lo cual debilita la disciplina partidaria, y es realmenteel jefe del ejecutivo (o los lderes de la oposicin parlamentaria) el que define lalnea poltica. La movilizacin se realiza especialmente en ocasin de las campaas,y el financiamiento se traslada desde las cuotas de los afiliados y simpatizanteshacia las contribuciones de las empresas, los grupos y, eventualmente, el gobierno(Zuleta Puceiro, Ferreira Rubio, Giordano Echegoyen & Orlandi 1990). In extremis

    ,algunos especialistas han llegado a afirmar que en Estados Unidos los partidos sonmeros contenedores vacos, o que directamente no existen (Katz y Kolodny 1994).

    MODELOS DE PARTIDO SEGUN PANEBIANCO

    PARTIDO BUROCRTICO DE MASAS PARTIDO PROFESIONAL ELECTORALa) Papel central de la burocracia(competencia poltico-administrativa).a) Papel central de los profesionales(competencias especializadas).b) Partido de afiliacin, con fuertes lazos

    organizativos de tipo vertical y que sedirige sobre todo a un electorado fiel.b) Partido electoralista, con dbiles lazosorganizativos de tipo vertical y que sedirige ante todo al electorado de opinin.c) Posicin de preeminencia de la direccindel partido; direccin colegiada.c) Posicin de preeminencia de losrepresentantes pblicos; direccinpersonificada.d) Financiacin por medio de las cuotas delos afiliados y mediante actividadescolaterales.d) Financiacin a travs de los grupos deinters y por medio de fondos pblicos.e) Acentuacin de la ideologa. Papelcentral de los creyentes dentro de laorganizacin.e) El acento recae sobre los problemasconcretos y sobre el liderazgo. El papelcentral lo desempean los arribistas y losrepresentantes de los grupos de intersdentro de la organizacin.

    Extrado de Angelo Panebianco (1990: 492).

    El principal contraste observable entre los partidos norteamericanos y loseuropeos debido en parte a las distintas necesidades funcionales de los sistemas

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    presidencial y parlamentario reside en que en el primer caso los partidos actansimplemente como patrocinadores de candidaturas, mientras que en el viejocontinente efectivamente gobiernan. Lo que en Estados Unidos implica un ampliomargen de maniobra y un muy flexible programa poltico, en Europa se ve

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    generalmente restringido por mayores obstculos doctrinarios, financieros ysistmicos, ya que del acatamiento a la disciplina del partido depende la estabilidaddel gobierno. Sin embargo, la progresiva dilucin de las identificaciones

    partidarias, el crecimiento lento pero constante de la apata electoral y la desmesurade las expectativas sociales en relacin con la gestin pblica de los partidos abreun signo de interrogacin sobre las formas futuras de la intermediacin partidaria.

    Definicin, organizacin y funciones

    Una vez descripta la evolucin de los partidos y de las formas por ellosasumidas en los distintos periodos histricos, estn dadas las condiciones paraavanzar hacia el punto por el que hubiera correspondido comenzar segn un criterioestrictamente lgico: la definicin del concepto.

    Esta inversin premeditada del orden de la argumentacin se debe a ladificultad de la tarea. En efecto, la simple observacin y el sentido comn alcanzanpara describir a los partidos y enumerar sus actividades, pero no para establecertaxativamente qu es y qu no es un partido. A ello se suma la polmica sobre elgrado en que una caracterstica es ms determinante que otra (a la hora declasificarlo) o uno de sus roles adquiere mayor o menor relevancia (cuando seevala su funcin).

    Tanta es la complejidad de la cuestin que uno de los principalesespecialistas en el tema, Giovanni Sartori, brinda una definicin de los partidos

    quelimita su validez a las naciones occidentales u occidentalizadas posteriores a laSegunda Guerra Mundial. Pese a expresar cierto grado de necesaria generalidad, sudefinicin deja afuera a partidos como el Nacional Socialista Alemn de AdolfHitler, el Federalista norteamericano de George Washington o, en Argentina, elAutonomista Nacional de Julio A. Roca. El argumento restrictivo sostiene que deampliarse la definicin, sea en trminos temporales o geogrficos, se diluira lacapacidad descriptiva del trmino y retornara la ambigedad semntica.

    Sartori sostiene concisamente que "un partido es cualquier grupo polticoidentificado con una etiqueta oficial que presenta a las elecciones, y puede sacar enelecciones (libres o no), candidatos a cargos pblicos" (Sartori 1980: 91). Loselementos claves pueden enumerarse as: grupo poltico, etiqueta oficial,elecciones, candidaturas viables, cargos pblicos. Acerca de los fines, la ideologa,la composicin social o los valores no hay mencin alguna. Es esto sorprendente?Sin duda, para el no iniciado s lo es. No obstante, Sartori no niega que los partidospuedan poseer esas caractersticas: lo que objeta es que sean su materia constitutiva.Siguiendo la metodologa weberiana para la definicin del estado y de los mismospartidos, ahora se hace hincapi en el medio especfico de la asociacin a explicar,aqul que la distingue de todas las dems: en este caso, la lucha por el poder a

    travs de las elecciones.

    Quedan desterrados del paraguas cobertor del trmino "partidos", entonces,

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    aquellos grupos polticos autoritarios o totalitarios que, habindose adueado delpoder del estado, proscriben a los dems partidos y anulan las elecciones, sin volvera convocarlas durante su gestin. Pero tambin se descarta como objeto de la

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    definicin a los pequeos partidos que, presentndose en elecciones, no obtienen enningn momento los cargos pblicos por los que compiten: a ello se hace referenciacon el concepto candidaturas viables. La etiqueta oficial implica que elreconocimiento legal constituye al partido como tal, descartando la misma

    condicin a los movimientos polticos ilegales sean o no violentos.

    La definicin de Sartori conserva manifiestamente dos de los tres principiosde la conceptualizacin de Julien Freund y Carl Schmitt sobre la poltica (Schmitt1963), a saber: el componente agonal o de lucha (amigo-enemigo, expresado mspacficamente mediante las elecciones) y el componente de lo pblico (pblicoprivado,expuesto en la ambicin de candidatearse ante la comunidad para aspirar acargos pblicos). Ms embozado, se mantiene sin embargo en estado latente elcomponente de la dominacin (mando-obediencia, implcito en la bsqueda deocupar el aparato estatal).

    Las obras de Joseph Schumpeter (1942) primero y de Anthony Downs

    (1957) ms adelante, encuadradas dentro de las teoras econmicas de la accinhumana, han descripto a los partidos segn una imagen en extremo grfica eilustrativa. Estos autores aplican una metfora del funcionamiento del mercadoeconmico, concibiendo a la democracia (o sistema competitivo de caudillos opartidos) como un mercado poltico en el cual los lderes partidarios cumplen el roldel empresario, que dentro de una firma (el partido) desarrolla la tarea de producir,promover e intercambiar una serie de bienes o servicios (decisiones y polticaspblicas, o bien cargos y prebendas) por un recurso de poder que hace las veces dedinero: el voto.

    En este escenario, el electorado es comparado con el pblico consumidor (enla visin de Schumpeter, irracional y manipulable masivamente; en la de Downs,compuesto por individuos egostas que maximizan su inters), que en mayor omenor medida define la suerte de los competidores con su decisin de comprar(votar) la oferta de uno o de otro. Ms all de que el acento se coloque sobre loslderes o sobre el elector, la alegora del mercado abdica definitivamente de la ideade bien comn, para centrar la accin del partido en la bsqueda de distintos tiposde recompensa para sus lderes y seguidores. Ello de ningn modo ignora laposibilidad de la accin altruista: simplemente, la incorpora como una posiblemotivacin individual ms.

    Si bien el enfoque econmico fue originalmente aplicado a la descripcin delfuncionamiento de los regmenes polticos, se lo ha utilizado con frecuencia paraexplicar el rol de los partidos. Existen sin embargo criterios ms amplios, quellegan a ser aceptados por la mayora de la comunidad acadmica no obstante latradicin de pensamiento en la que se abreve. La funcin o tarea que se considerahabitualmente propia de los partidos es la de fungir como actores de intermediacinentre la sociedad y el estado: el grado de liberalizacin de la sociedad y el tipodergimen poltico del estado determinarn con cul polo de la diada hay mayorcercana en cada caso histrico.

    Lo que resulta claro es que las funciones de los partidos pueden definirse, en

    principio, de acuerdo al carcter ascendente o descendente de la corriente deinteraccin: cuando fluye desde abajo la sociedad hacia arriba el estado, las

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    tareas bsicas sern la agregacin y el filtro de las demandas (en una sociedad demasas, el gobierno no puede prestar atencin a las inquietudes individuales de cadaciudadano; pero, a la vez, la suma de dichas inquietudes personales implica la

    exclusin o neutralizacin de las que no pueden compatibilizarse entre s), lamovilizacin e integracin social (sobre todo en los procesos de desarrollo, dondecanalizan las emergentes ansias de participacin dentro de los caucesinstitucionales) y la estructuracin del voto (los partidos no existiran si la genteno votara, pero la decisin del voto est construida y condicionada en torno a ladisposicin existente de partidos).

    En cuanto a la fase descendente de la labor de los partidos, las funcionescumplidas abarcan desde el reclutamiento de las elites y personal poltico (loslderes se forman dentro de las estructuras partidarias o bien son cooptados porellas, ya sea para formar parte del gobierno o para mejorar las chances electora

    lesdel partido) hasta la toma de decisiones y la formacin de polticas pblicas (atravs de la formulacin de programas o plataformas y su implementacin desde losmbitos de autoridad) (Bartolini 1986).

    En suma, la actividad que realizan los partidos puede ser resumida en losconceptos de representacin (de la sociedad en el estado) y gobierno (sobre lasociedad por el estado). Si predomina la primera, se estar en presencia de unanacin ms pluralista y con mayor autonoma de sus grupos de inters o deidentidad, respondiendo a lo que Robert Dahl ha denominado poliarquas cuandoel control sobre los lderes es efectivamente ejercido por los no lderes (Dahl &Lindblom 1953; Dahl 1971). Si es a la inversa, el caso en cuestin responder a unapauta de menor autonoma societal, mayor control de los gobernantes sobre los

    gobernados y jerarquizacin ms rgida de las relaciones sociales. La relacin entreel gobierno (poder ejecutivo) y el o los partidos que lo sostienen fue escasamenteestudiada, aunque ltimamente se le haya prestado mayor atencin a este aspecto.Blondel y Cotta (1996a) han contribuido al debate con un modelo de anlisis quepermite evaluar si hay autonoma entre ambos polos o, por el contrario,dependencia de uno sobre el otro, a partir del manejo de las designaciones defuncionarios, la decisin de polticas pblicas y el patronazgo estatal.

    Las caractersticas que pueden presentar los partidos, y que los diferencianentre s ms all de sus funciones comunes, fueron descriptas exhaustivamente porPanebianco (1982) en su anlisis de los modelos de partido. Este autor define seisreas de incertidumbre, cuyo mayor o menor control por parte de la dirigenciapartidaria determina el perfil de la organizacin y sus expectativas de supervivenciay xito. Ellas son a) la competencia, o indispensabilidad para cumplir una funcin,lo que excede el mero saber tcnico; b) las relaciones con el entorno, lo queincluye la capacidad para establecer alianzas y conflictos con otras organizaciones;c) la comunicacin, esto es, el control ejercido sobre los canales de informacininterna y externa; d) las reglas formales, entendida como la facultad deinterpretacin para aplicar u omitir los estatutos; e) la financiacin, o control delflujo de dinero; y f) el reclutamiento, que implica la definicin de los requisito

    s deadmisin, carrera y permanencia. Todos estos recursos, como ya haban percibidoentre otros Michels y Weber, son tendencialmente acumulativos; por lo tanto, la

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    concentracin de algunos genera como frecuente resultado el aumento de losdems.

    En consecuencia, la composicin de la coalicin dominante (nombre con el

    que Panebianco denomina a la dirigencia partidaria, puesto que es concebida comocompuesta por ms de un lder y con un alcance ms amplio del que los lmitesformales de la organizacin permiten apreciar) y su configuracin (bsicamente sucohesin, estabilidad y poder) dependern de la medida en que sus miembros logrenaduearse de los recursos de control sobre las reas de incertidumbre, garantizandoel xito o, al menos, la supervivencia de la organizacin. Esta capacidad delliderazgo depende del grado de fortaleza institucional alcanzado por el partido.

    Sistemas de partido

    Se hace evidente al anlisis el hecho de que los partidos, por definicin, noactan solos en un medio aislado sino que estn en interaccin permanente con lasotras "partes" (partidos) del ambiente. En este sentido, se diferencian de laburocracia y las dems instituciones estatales porque, a ttulo individual, carecendemonopolio alguno de representacin o funcin. Esta caracterstica excluye el casode los partidos nicos, pero como se ha visto, tal condicin distorsiona la ideamisma de partido (Bartolini 1986).

    En lugar de poseer en exclusividad las atribuciones legales derepresentacin, cada partido compite en un espacio ms o menos abierto, deacuerdo al marco general del rgimen poltico, por la obtencin del voto popularque le otorgue mayor capacidad de influir en la toma de decisiones pblicas vis

    vis los adversarios electorales. En consecuencia, su accionar est condicionado porlas restricciones jurdicas, el ordenamiento social y las pautas culturales, perotambin por la presencia, fortaleza y estrategias de los dems partidos. Lascorrientes de interaccin que se determinan entre ellos dan lugar a un conjuntointerrelacionado, de tal modo que la modificacin de cualquier de sus elementosprovoca cambios en los dems. Esto es lo que se conoce como sistema de partidos,sintticamente definido por Pennings & Lane (1998) como una estructura decooperacin y competencia entre partidos. Esta estructura funciona a su vez comoparte de un subsistema mayor, el poltico, al cual integra en combinacin con otrossubsistemas como el electoral y el jurdico-institucional.

    Las propiedades de un sistema de partidos se desarrollan histricamente, ypueden cambiar a lo largo del tiempo. Algunas de las ms relevantes son lavolatilidad cambio agregado de votos entre elecciones, la polarizacin distancia ideolgica entre los partidos, por ejemplo en trminos de izquierdaderecha,el nmero efectivo de partidos de acuerdo a sus bancas parlamentariasy no a sus votos, la desproporcionalidad electoral diferencia entre nmero devotos y nmero de bancas y la cantidad de dimensiones temticas que define laestructura de clivaje del sistema (Lane & Ersson 1994).

    La teora de los sistemas de partido ha estado dominada por tres grandesenfoques: el de la competencia espacial, el gentico y el morfolgico (Bartolini

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    1998). El primero fue desarrollado por Downs (1957), abordando primariamente lainteraccin competitiva entre partidos, y entre partidos y votantes, en espaciosideolgicos. El segundo evolucion a partir de la obra de Rokkan (1970), dandolugar a su ya mencionada interpretacin de los partidos como producto de las

    divisiones sociales y los conflictos de ellas derivados. El tercero se concentr sobrelas consecuencias del formato y la mecnica del sistema de partidos en elrendimiento y estabilidad de la democracia, con Sartori (1976) como principalreferente. Aunque las polmicas respecto de la clasificacin de los sistemas departido estn todava vigentes, desde que Sartori plante su innovadora tipologa lamayora de los desarrollos posteriores gira alrededor de ella, sea paracomplementarla o para corregirla. El politlogo florentino propuso agregar a lavariable clsica aqulla que considera al nmero de partidos como criteriosuficiente una variable de control: la ideolgica, que evala bsicamente lamedida en que un actor del sistema se adecua a la dinmica de la competencia opretende, por el contrario, reducirla o eliminarla. En funcin de esta taxonoma

    compleja, bidimensional, construye su teora respecto de la estabilidad o fragilidadde los sistemas de partido.

    Antes de abordar la tipologa sartoriana, sin embargo, es necesariomencionar las dos importantes taxonomas postuladas por Duverger en la dcada de1950 y por La Palombara y Weiner en la del 1960 (Duverger 1951; La Palombara &Weiner 1966), sobre o contra las que Sartori edific la propia. El primerocaracteriz todo escenario en el que acten partidos como un continuounidimensional, cuyos extremos estn definidos por las posiciones ideolgicas"derecha" e "izquierda". Entre ellas, y de acuerdo al tipo de rgimen, se ubican uno,dos o ms partidos, dividiendo a travs de un sencillo criterio cuantitativo al obje

    tode anlisis en tres categoras: sistemas unipartidistas, bipartidistas ymultipartidistas. Los primeros seran propios de los pases totalitarios, como laUnin Sovitica y sus satlites; los segundos son presentados como caractersticosde las democracias estables, principalmente anglosajonas, de lo que se deduce unasuperioridad funcional sobre los dems tipos; los ltimos, en fin, manifiestan elgrado de fragmentacin poltica existente en las democracias ms inestables comola IV Repblica francesa, la Italia de posguerra o la Alemania de Weimar.

    Este agrupamiento fue considerado insuficiente para destacar las diferenciasexistentes entre casos que calificaban en la misma categora, por lo que LaPalombara y Weiner propusieron para los sistemas competitivos una tipologacudruple: ideolgico hegemnico, pragmtico hegemnico, ideolgico turnante ypragmtico turnante. El inconveniente fue que, al dejar de lado la variable numricaconsiderando slo la intensidad de la ideologa y la presencia de alternancia, elanlisis resultaba demasiado general y perda informacin relevante.

    Finalmente, Sartori procedera a combinar la dimensin cuantitativa(numrica) con una cualitativa (ideolgica) que fungiera como variable de control,a fin de establecer cundo la variacin en el nmero de partidos afecta a ladinmica de la competencia, con efectos consecuentes sobre el sistema poltico6.

    6 Previamente, Sartori haba definido dos criterios que establecen qu partidos debe

    n contarse. El primerodescarta a todos aqullos que no tengan (o, mejor dicho, que no hayan tenido, ya que el modelo describe

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    Para este fin defini un formato hptuple, subdividiendo las categoras de Duvergerde modo que el unipartidismo se desdoblara en tres clases: sistema a) de partidonico, b) de partido hegemnico y c) de partido predominante; el d)

    bipartidismo permaneciera tal cual estaba, pero el multipartidismo, en cambio, sedesagregara en sistema f) de partidos limitado, g) extremo y h) atomizado. Deeste modo, los casos donde slo un partido est permitido (partido nico) sediferenciaran de aqullos en los que, pese a la prohibicin legal o fctica detriunfar, otros partidos pueden presentarse a elecciones (sistemas de partidohegemnico). Estos ltimos contrastaran, a su vez, con los pases que permiten lalibre competencia pero en los que, sin embargo, gana casi siempre el mismo partido(partido predominante). Tambin es fundamental la distincin entre los sistemaspluripartidarios segn tengan ms (pluralismo extremo) o menos (pluralismolimitado) de cinco partidos. Este nmero no es mgico, afirma Sartori, sino que

    alrededor de l se produce un cambio en el sentido de la competencia que latransforma de centrpeta en centrfuga considerando siempre un continuoideolgico unidimensional.

    En el cuadro anexo se compara la clasificacin de Duverger con la tipologade Sartori, y se observa el reagrupamiento que el ltimo realiza de acuerdo a lascaractersticas de funcionamiento de los sistemas de partido y no slo con elnmero de partidos.

    SISTEMAS DE PARTIDO SEGN DUVERGER Y SARTORI

    DUVERGER

    Sistema de partidoSARTORICompetencianico nohegemnico nopredominante sbipartidario slimitado (moderado) sextremo (polarizado) satomizado sCaractersticaunipolarUnipartidista

    Sistema de partidounipolarbipolar*bipolarbipolarMultipartidista

    Bipartidistamultipolarmultipolar

    Las lneas horizontales recalcan la clasificacin de Duverger, el grisado destaca encambio la de Sartori.

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    * Con excepciones. La diversidad de formatos de este tipo es muy amplia.post-facto realidades ya estructuradas) participacin en el gobierno, ni siquieracomo miembros de unacoalicin. El segundo rehabilita a los partidos previamente descartados que, pesea estar excluidos delgobierno, poseen la fuerza parlamentaria suficiente como para vetar sus iniciativas, y modifican de este

    modo la direccin de la competencia: son generalmente partidos extremistas antisistema. Como se ve,quienes no obtienen representacin parlamentaria ni siquiera son considerados (Sartori 1976: 156/7).

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    la asamblea sobre el nmero efectivo de partidos y su mecnica de interaccin son

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    descriptos en otro captulo de este libro. Baste aqu sealar que tambin el rgimenpoltico, segn sea presidencialista como en Amrica o parlamentario como enEuropa, ejerce un impacto decisivo sobre la cantidad de partidos relevante,reduciendo su nmero en el primer caso (Shugart & Carey 1992). Otro elemento

    que afecta la organizacin y desempeo partidario es el federalismo, que obliga alos actores polticos a definir estrategias y objetivos en dos niveles autnomos. Porltimo, la posibilidad que ofrecen algunos sistemas electorales de realizar acuerdospara sumar sus votos, sea mediante una segunda vuelta electoral o a travs de lacartelizacin o apareo de etiquetas partidarias diversas, ampla lasoportunidades de los partidos pequeos para acceder a escaos legislativos y delos partidos mayores para llegar al ejecutivo (Lijphart 1995).

    Actualmente hay una nueva veta en el estudio de los sistemas de partido, queofrece un desarrollo promisorio. Se trata de los nuevos escenarios generados por

    losprocesos de integracin regional, los cuales crean nuevas arenas de interaccinpoltica y proponen a los partidos nacionales originales espacios de crecimiento.Pese a que el nico caso que ha alcanzado cierto estadio de madurez es el de laUnin Europea (UE), la literatura sobre el tema se ha expandido sin pausa a lo largode la ltima dcada. La UE presenta dos caractersticas nicas a este respecto:posee un Parlamento regional conformado mediante elecciones peridicas en losquince pases miembros de la unin, y ostenta una red de federaciones partidariasque renen a las familias de partidos nacionales del continente. El sistema departidos europeo estara constituido, entonces, como un complejo mecanismo detres niveles: los partidos nacionales, los bloques legislativos en el Parlamento

    Europeo y las federaciones transnacionales de partidos. Mientras algunos observanescpticamente la posibilidad de constituir un verdadero sistema transnacional departidos (Bardi 1994), dados los escasos poderes del Parlamento y la laxitud delasfederaciones partidarias, otros sostienen la existencia actual y real de tal sistema, yle pronostican una mayor consolidacin en el futuro (Hix & Lord 1997).

    La crisis y los desafos

    Los problemas de gobernabilidad que aquejan a las sociedadescontemporneas, particularmente a las democracias, no han dejado indemnes aquienes son sus principales agentes de gestin. As es que la crisis fiscal del estadode bienestar y la sobrecarga de demandas que agobia a los gobiernos hantransmitido sus efectos deslegitimadores sobre los partidos, que han visto reducirseprogresivamente sus bases de identificacin social y sus mrgenes de autonomainstitucional respecto de, fundamentalmente, la prensa independiente, lasasociaciones de inters y los grandes grupos econmicos.

    Este fenmeno ha sido genricamente calificado como crisis derepresentatividad, hacindose especial hincapi en el hecho de que los partidos yano responderan a las exigencias de los ciudadanos (revalorizados en su

    individualidad, en oposicin a la categora de masas con que anteriormente se losdefina) sino a sus propios intereses y los de sus dirigentes, alejndose del sujetoal

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    que decan responder. Sin embargo, la utilizacin del ambiguo trmino crisis para

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    caracterizar la realidad descripta permite ir ms all de la visin pesimista dequienes se manifiestan contra los partidos, para abarcar tambin las oportunidadesde transformacin que se abren ante estas vapuleadas pero hasta hoy

    irremplazables organizaciones.

    En esta lnea de argumentacin, no puede obviarse que una de las msenriquecedoras contribuciones al anlisis de los partidos fue la realizada por Lipsety Rokkan (1967), quienes justamente rastrearon el origen de los partidosoccidentales en una serie de crisis histricas. Estas grandes fracturas socialesfueron, en Europa, cuatro: la primera enfrent, luego del desmembramiento de losgrandes reinos medievales, a las zonas del centro imperial contra las de la periferia,dando nacimiento a los partidos centralistas o nacionales y a los separatistas o

    regionales; la segunda dio lugar, ante los intentos de unificacin de los estadosnacionales, a una violenta oposicin de los poderes terrenales de la Iglesia, quetemerosa de ver disminuidas sus atribuciones sobre los territorios reorganizadosencabez la lucha contra los monarcas seculares y protestantes, fundando lospartidos confesionales en oposicin a los laicos; la tercera abon una secularrivalidad entre el campo y la ciudad, eje sobre el cual se organizaron los partidosurbanos y agrarios, divididos en torno a la cuestin de la industrializacin; porltimo, la ms profunda de las lneas de ruptura producidas en la edad moderna fuela que enfrent al capital y el trabajo, conformando la estratificacin en clasessociales que caracteriza a las sociedades occidentales del siglo XX principalmente

    porque, a diferencia de las dems, esta escisin se manifest en todas lascomunidades nacionales dando lugar a, por un lado, los partidos obreros, y por elotro, los burgueses.

    Como se ve, la utilizacin misma del concepto de crisis data del origenhistrico de los partidos y se funde con sus identidades, lo que disminuye lanovedad de su valor para describir la situacin actual. Ms bien, los problemascontemporneos pueden ser entendidos tal como hace Manin con la idea de larepresentacin: como transformacin o, en sus trminos, como metamorfosis(Manin 1993). El modo en que se resuelvan los dilemas planteados determinar eltipo de organizacin que predomine en el futuro, ya sea en el sentido de reforzarlaautonoma de los partidos respecto del ambiente e incrementar sus estrategias depredominio o, ms probablemente, en el de obligarlos a adaptarse mssimbiticamente al entorno con el costo de reducir sus mrgenes de accin.

    Los desafos que pusieron en riesgo la capacidad de gestin de los partidos,hasta la fecha, variaron tanto en su naturaleza como en sus consecuencias. Dehecho, algunos fenmenos contribuyeron a definir nuevos roles partidarios,constituyndose en elementos complementarios en vez de competitivos. Tales loscasos del neocorporativismo y de los medios de comunicacin social: en un caso,las prcticas centroeuropeas de procesar los conflictos laborales a travs de lanegociacin directa entre empresarios y trabajadores gener un mecanismo deacuerdos paralelo a los sistemas de partido, conciliando la representacin de

    intereses y la poltico-territorial a travs de la delegacin en la primera, por partedel estado, de ciertas facultades de orden pblico, pero manteniendo a la vez su

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    poder de regulacin ltima. Como afirma Philippe Schmitter, el neocorporativismo

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    tambin llamado corporativismo liberal o societal se diferencia delcorporativismo totalitario o estatal propio del fascismo porque surge desdeabajo, y slo es reconocido por el estado a posteriori de la efectiva monopolizacin

    del poder por sus partes las organizaciones del capital y el trabajo (Schmitter1974).

    En el caso de la masificacin de los medios de comunicacin, lo que se haproducido es la prescindibilidad de los partidos como comunidades de sentido,como otorgadores de significacin de la realidad social. En cambio, la informacinimparcial y supuestamente neutral de la prensa independiente ha reemplazado a las"tribunas de opinin" y a los rganos partidarios de difusin de doctrina. A la vez,en combinacin con la educacin bsica obligatoria generalmente pblica, losmedios de comunicacin masiva se han constituido en formadores de valor ysocializadores esenciales de los individuos.

    Por otro lado, las transformaciones de la estructura social, en el sentido dediversificacin de la estratificacin socioeconmica, han diluido la imagen clsicadel antagonismo dual de clases, donde la identidad de cada grupo era relativamentefija e inmutable. En cambio, junto con las identidades fijas agonizan hoy loselectorados cautivos, globalizndose cada vez ms el fenmeno de la volatilidad delvoto que incrementa la imprevisibilidad de los procesos polticos.

    Como consecuencia del aumento de la complejidad social, a partir de losaos 60 se ha expandido el fenmeno de los nuevos movimientos sociales en todoel mundo occidental, llegando a manifestarse como movilizaciones prodemocratizadoras

    incluso en pases no occidentales que carecen de un rgimenliberal. Estos agrupamientos de carcter relativamente espontneo, conmotivaciones del tipo de demanda nica, reclaman antes autonoma querepresentacin, impugnando la legitimidad del viejo sistema institucional paratomar decisiones que afecten ciertas reas o intereses. Los ms conocidos de estosmovimientos han sido los ecologistas o verdes, los feministas y los pacifistas,quehan enriquecido el proceso poltico sea transformndose en partidos, seapreservndose como actores sociales qeu influyen pero no participan de lacompetencia electoral. Aunque las expectativas que los movimientos socialesgeneraron alguna vez, respecto de su capacidad para reemplazar a los partidos, sehan disuelto en ilusin (Offe 1988), su impacto sobre la poltica en las ltimasdcadas ha sido trascendente.

    La ms riesgosa encrucijada que enfrentan los partidos en la actualidad esuna fuerte embestida antiestablishment, ejercida como rechazo al monopoliopartidario de las candidaturas y en tanto revalorizacin del rol de la ciudadana sinintermediacin (Panebianco 1982). Esta actitud se manifiesta en la proliferacin deoutsiders personajes sin trayectoria poltica que, desde afuera de los partidos, sepromueven como alternativas a las viejas dirigencias, alegando ejecutividad yrelacin directa con la gente. Potenciados a travs de los medios, principalmente la

    televisin, los ejemplos ms conocidos de estos nuevos lderes pueden encontrarsetanto en pases con partidos dbiles como los Estados Unidos cuanto en aqulloscon fuertes historias partidarias como Italia, con la misma facilidad que en

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    sociedades con sistemas de partido gelatinosos como Brasil o agotados como Per yVenezuela.

    Peter Mair (1994) ha desarrollado un innovador marco conceptual para

    entender la transformacin contempornea de los partidos. Su tesis, como la deManin, sostiene que el proceso que estn sufriendo estos actores debe ser concebidocomo cambio o adaptacin antes que como declinacin. El fundamento emprico detal teora est expuesto en una serie de estudios de caso, que abarcan varios pasesde Europa Occidental, los Estados Unidos y la India. A travs de una nuevaperspectiva del desarrollo de la organizacin, se aborda all el desempeo partidarioreciente en tres niveles: el partido en el terreno party on the ground, elpartido en el gobierno party in public office yel partido en el comit partyin central office.7 La evidencia expone que, pese a que en el primer nivel semanifiesta un descenso en la tasa de afiliacin o adscripcin partidaria, en los otros

    dos hay sendos aumentos en trminos de empleados y de recursos partidarios,abrumadoramente provistos por el estado. Mair sugiere provocativamente uncambio en la concepcin tradicional de los partidos: ya no seran intermediariosentre el estado y la sociedad, sino que el estado se habra transformado en nexoentre la sociedad y los partidos. En consecuencia, los partidos son hoy ms fuertes,pero ms remotos; tienen mayor control pero menos poder; y gozan de msprivilegios pero menor legitimidad. Habiendo surgido como representantes de lasociedad ante el estado, el fin de siglo encuentra a estas instituciones ejerciendo elrol contrario.

    Las transformaciones sufridas por los partidos en su viaje histrico desde la

    sociedad hacia el estado se resumen en el concepto de partido cartel, introducidopor Katz y Mair (1995) a mediados de 1990. El argumento sugiere que el cartelparty sucede histrica y funcionalmente al catch-all party, cristalizando unaseparacin rotunda entre la ciudadana (o principal) y los representantes partidarios(o agentes). La insatisfaccin que el electorado de las democracias postindustrialesmanifiesta hacia sus partidos y sus rganos institucionales de representacin, eldeficit de gobernabilidad denunciado desde la dcada de 1970, la aparicin denuevos partidos liderados por outsiders y la reduccin de la participacin electoralseran algunos de los signos visibles de esta tendencia. Por el contrario, otrosautores cuestionan la aplicabilidad del concepto al sostener que la insatisfaccinciudadana ha generado partidos ms receptivos y responsables a las demandas delelectorado y no menos (Kitschelt 2000). Esa mayor sensitividad se manifiesta en eldesdoblamiento del representante para atender a mltiples grupos de un electoradofragmentado, lo cual genera como efecto no deseado la alienacin de ampliossectores que no son interpelados debido a la ausencia de un discurso incluyente.

    7 Alan Ware (1996) efecta una aguda crtica a versiones previas de esta clasificacin; ello no afecta, sin

    embargo, la utilidad de la distincin ms refinada en Mair para evaluar el cambio partidario.

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    El caso argentino

    En la Repblica Argentina, al igual que en el resto de Amrica Latina, lospartidos responden a un patrn de desarrollo visiblemente distinto del modelo

    clsico europeo. La matriz social en la que nacieron los partidos polticos estabavaciada en un molde preindustrial, de urbanizacin tarda, con tradiciones popularesque se hallaban ms arraigadas en valores de la poca de la conquista oprovenientes del frica negra antes que en los introducidos por los pensadoresiluministas. El proceso de descolonizacin y la necesidad de construir una nuevaautoridad legtima llev adems a los lderes posrevolucionarios a aborrecer lasdiferencias internas, pretendiendo suprimirlas con el fin de fortalecer algn tipodeidentidad nacional que consolidara la meta independentista. En esta lucha, laalternativa entre civilizacin o barbarie sostenida por unos o entre religin omuerte enarbolada por otros se inclin hacia quienes ms se aproximaran al

    sentir predominante de las masas populares, desplazando del poder (y, muchasveces, hasta del mismo territorio) a los que disentan con la postura triunfante.

    El caudillismo monista en el sentido de no pluralista del siglo XIX y elpopulismo (ms o menos) orgnico del siglo XX son dos manifestaciones histricasde la misma saga, que concibe a la accin poltica como producto de unmovimiento nacional unitario cuyos enemigos son externos (o cipayos), ya que lanacin es nica y no admite divisiones legtimas (Shumway 1993). Cmo se ve, lasfacciones no estn muertas para este pensamiento, y los partidos no son concebidoscomo algo diferente.

    Seymour Lipset, en su anlisis sobre los orgenes de Estados Unidos (Lipset

    1963-79), seala que las causas del xito en la formacin de aquella sociedadpluralista y democrtica se asentaron sobre dos pilares. El primero lo constituy lapersonalidad tolerante y pragmtica de su carisma fundante, que permiti queAlexander Hamilton y Thomas Jefferson cointegraran el inaugural gabinete federala pesar de ser los cabecillas de grupos polticos enfrentados: si George Washingtonno hubiera gozado de aquellas virtudes, probablemente la guerra civil no habratardado tanto en estallar. El segundo motivo de la slida instauracin de larepblica fue el pronunciado debilitamiento que sufri el Partido Federal luego deperder las elecciones de 1800, que culminara aos despus en su virtualdesaparicin. Con esto Lipset quiere significar que, cuando las fuerzas de las dosfracciones estuvieron parejas, hubo un poder superior que las moder; y cuando elequilibrio se rompi, la languidez de la amenaza minoritaria hizo innecesario elejercicio de prcticas autoritarias por parte del sector ms numeroso.

    En Argentina, en contraste, el primer recambio pacfico de gobierno entredistintos partidos se dio en 1916, mediante la eleccin por sufragio universalmasculino de Hiplito Yrigoyen para la presidencia de la nacin. La segunda serepiti en 1989, con la transferencia del mando de Ral Alfonsn a Carlos Menem;en las dems oportunidades se registra una serie numerosa de golpes de estado,revoluciones frustradas, fraudes electorales o hegemonas persistentes, escenarioque constituy el marco institucional en el que muchos partidos surgieron y

    actuaron y al que contribuyeron a desarrollar.

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    CAPTULO 7: PARTIDOS POLTICOS

    Una rpida sntesis histrica de los partidos argentinos justifica slo tresmenciones: el Partido Autonomista Nacional, la Unin Cvica Radical y el PartidoJusticialista. El primero, una fiel versin del partido europeo de notables, fuecreado en los hechos por Julio Argentino Roca, que se apoy en l para construir su

    sistema de dominacin regente de los destinos del pas entre 1880 y 1906. A partirde entonces, el partido se mantuvo en el gobierno durante una dcada ms; pero unavez que lo perdi en elecciones abiertas, jams pudo recuperarlo en el marco de lasreglas constitucionales. El PAN termin desintegrndose en varios partidosprovinciales o incorporando a sus dirigentes en las nuevas estructuras peronistas.Basado en la cooptacin de las camarillas dominantes en las provincias del interior,en combinacin con el poder de estratgicos caudillos porteos y contando con losrecursos del gobierno central, el funcionamiento de la mquina roquista fuedetalladamente descripto por Natalio Botana (1977).

    La Unin Cvica Radical, por su parte, es el ms viejo de los actualespartidos nacionales. Fundada en 1891 por un desprendimiento de la elite gobernanteliderado por Leandro N. Alem, la UCR se transform merced a la accin deHiplito Yrigoyen en representante de los excluidos sectores medios, la mayora deorigen inmigratorio, y en 1916 accedi al gobierno federal como resultado conjuntode la reforma electoral realizada cuatro aos antes y el voto popular.

    El radicalismo fue el primer partido moderno del pas, con un sistema decomits locales y provinciales, una convencin y un comit nacional y un estatutoorgnico. Sin embargo, jams edific una burocracia profesional interna, y continuactuando, en la oposicin, como un impugnador del rgimen que enfrentaba, y en el

    gobierno, como una estructura clientelista que utilizaba el empleo pblico pararecompensar a sus seguidores. De todos modos, su misin ms trascendente fue lademocratizacin de la vida pblica del pas y la incorporacin poltica deimportantes sectores sociales, hasta entonces apartados de la arena electoral (Rock1975); y aunque su xito relativo se vio opacado por el golpe de 1930, el avancerealizado en trminos de participacin popular ya no pudo ser encubierto ms quetemporariamente bajo recursos de fuerza.

    As como la UCR surgi a partir de la crisis econmica de 1890, pero sobretodo en tanto expresin de rechazo al denunciado unicato del gobierno de JurezCelman con lo que ello significaba en trminos de corrupcin de los valores yprcticas polticas, medio siglo despus la emergencia del fenmeno peronistaiba a manifestarse como retrasada consecuencia de la crisis mundial de 1930. Atravs de un liderazgo fuertemente estado-cntrico, las demandas de los nuevossectores populares urbanos pasaran a ser canalizadas masivamente para sostener unrgimen que toleraba a los partidos, pero con indisimulada sospecha. En lacomunidad organizada, el proyecto de Juan D. Pern, no haba necesidad dedivisiones polticas en el sentido tradicional de la democracia burguesa. En cambio,cada sector de la colectividad, principalmente los del capital y el trabajo, debanconcertar bajo la planificacin estatal las polticas nacionales de desarrolloindependiente (Waldmann 1974).

    Para esta concepcin organicista, tributaria de las visiones mussoliniana yfranquista en boga en Europa durante los aos 30 y 40 respectivamente, el partido

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    no era ms que la herramienta electoral del movimiento nacional, nicorepresentante legtimo de la tradicin histrica y del sentir popular de la comunidad.Y como el movimiento nacional poda ser, por definicin, slo uno, los dems

    partidos fueron considerados como imbuidos de los mviles facciosos que ladefinicin acadmica ya haba logrado desterrar.

    Contra quienes ven en el despus llamado Movimiento Nacional Justicialistaal germen contemporneo de la intolerancia argentina, debe afirmarse la verdadhistrica de que el radicalismo tambin se consideraba inicialmente a s mismocomo nico representante de la civilidad, en tanto pretenda expresar la causa de lareparacin popular, religin laica que reunira al conjunto de la civilidad contra elrgimen falaz y descredo (en palabras de Yrigoyen). El mentado rgimen incluaa todos los miembros de la vilipendiada oligarqua hasta entonces gobernante juntocon quienes, habiendo violado la intransigencia alemista, haban acordado con ello

    saunque ms no fuera su concurrencia electoral.

    Convertido en funcionario de gobierno mediante un golpe de estado, Pernfue escalando posiciones amparado por una poltica laboral que le brindimportante apoyo de las clases trabajadoras. En 1946 gan limpiamente laselecciones contra una coalicin de todos los dems partidos (UCR, DemocraciaProgresista, Socialismo y Comunismo), consolidando as una profunda divisin quese extendera por aos. Las medidas de incorporacin poltica y de redistribucineconmica adoptadas por su gobierno insuflaron una duradera identificacin en lossectores trabajadores con la figura del presidente, que se reflej en las mayoraselectorales que su partido8 obtuvo en cada compulsa ciudadana desde entonces.

    Tanto la Unin Cvica Radical como el Partido Justicialista, en sus periodosde auge 1912-1943 y 1946-1976 respectivamente, resultaron imbatibles enelecciones no fraudulentas. Sumando a ello sus sendas convicciones sobre lailegitimidad de cualquier alternativa diferente a la propia, queda constituido elmarco de lo que Grossi y Gritti denominaran ms tarde "sistema a doble partidocon intencin dominante" (Grossi & Gritti 1989: 53). Esta definicin es la msajustada que se haya dado hasta ahora entre quienes aceptan la existencia decaractersticas peculiares y persistentes en el escenario formado por los partidosargentinos. Se hace referencia de ese modo a un formato electoral en el que dosorganizaciones se enfrentan por la obtencin del gobierno, en condiciones tales queslo una est en condiciones de ganar; pero la que lo hace pretende que tal situacines la nica legtima. Ms all de que en algn momento la situacin de predominiohaya derivado en voluntad de hegemona, el hecho es que la precariedad del modeloy la esperable irreversibilidad democrtica obligara a pensar hoy en algn tipode corrimiento, ya sea hacia el lado del pluralismo moderado, del bipartidismo odelpartido predominante.

    Otra interpretacin acerca de la evolucin del sistema partidario enArgentina es la planteada por Torcuato Di Tella (1971/72). Este autor ofrece la

    8 Candidateado en 1946 por los partidos Laborista y UCR Junta Renovadora, Pern lo

    s unific ms tarde enel Partido Unico de la Revolucin Nacional, inmediatamente renombrado Partido Peronista y luego,

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    finalmente, Partido Justicialista.

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    CAPTULO 7: PARTIDOS POLTICOS

    paradoja de haber predicho, con mucha anticipacin, la imagen en negativo queparece estar tomando hoy la disposicin de los partidos, pese a trabajar dentro delmarco terico de un llano reduccionismo sociolgico. Su esquema parte de una

    visin de la sociedad como dividida fundamental e irremediablemente entre dossectores, enfrentados en estilo marxista por la propiedad y el control de losmedios de produccin. En este contexto, las posibilidades de accin poltica departe de los lderes son tambin dos: o representan a las clases populares y compitenelectoralmente contra quienes defienden los intereses de la burguesa, o bien seintegran con estos ltimos en partidos policlasistas de ndole movimientista (a lamanera del PRI mexicano entre 1928 y 1994). Ambos escenarios conceban alperonismo como el actor central del sistema poltico, de cuya decisin dependera elresultado final. Si el PJ decida alinearse estrictamente con las clases bajas, alradicalismo le cabra el rol de representar a los sectores medios. Si, en cambio,

    elperonismo optaba por una salida a la PRI, la UCR se hubiera quedado sin espacioque ocupar ni base que representar. Su alternativa de hierro consistira, segn elesquema de Di Tella, en aceptar la funcin de partido burgus que, en tantomovimiento popular, siempre haba rechazado o desaparecer. En este ltimocaso, el peronismo podra subsecuentemente integrar a los sectores dejadoshurfanos por el radicalismo, o bien escindirse en dos partidos: uno que captara alas clases bajas y otro que hiciera lo propio con los sectores medios. El surgimientodel Frente Grande luego transformado en Frente por un Pas Solidario(FREPASO) a partir de las elecciones de 1994 represent, durante algunos aos,esta segunda opcin. Sin embargo, la concrecin de la Alianza por el Trabajo, la

    Justicia y la Educacin (Alianza), concretada entre la UCR y el FREPASO en 1997,desactiv semejante expectativa y condujo a una mecnica bipolar, en la que unformato pluralista limitado reconstruy las posibilidades de alternancia partidaria alternancia que, novedosamente, no pone en riesgo la estabilidad democrtica.

    Segn otros autores, en contraste, la dinmica y cambio de la situacinpartidaria argentina habra obedecido a la inexistencia real de un sistema departidos (De Riz 1986). El motivo es que la consolidacin estructural del sistemahabra requerido ms tiempo de funcionamiento continuado que el permitido por lossucesivos quiebres institucionales. Ello ha desviado el diseo de estrategias de lospartidos, que no se han construido en funcin de los dems partidos sino respectode actores extra-institucionales como los militares. Un derivado de esta posturahasido desarrollado para Amrica Latina por Scott Mainwaring y Timothy Scully(1995), quienes proponen la variable institucionalizacin como eje fundamentalpara la clasificacin de los sistemas partidarios. Este enfoque, original y sugestivo,requiere sin embargo una mayor precisin conceptual, ya que en la literatura existecierta confusin acerca de si el estudio de la institucionalizacin se centra en lospartidos o en los sistemas de partidos (Randall & Svsand 2002).

    En consonancia con la tesis de De Riz acerca de la inexistencia del sistema,aunque con un nfasis ms moderado, Marcelo Cavarozzi ha afirmado que ladebilidad como tal del sistema partidario argentino convive con una importante

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    identificacin de grupos sociales en torno de los partidos, conformando fuertessubculturas cuyo enfrentamiento dar lugar a la idea del bipartidismo polarizado

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    (Grossi & Gritti 1989). Este marco, y en mayor medida el planteado por EdgardoCatterberg de bipartidismo a secas (Catterberg 1989), result relativizado por laselecciones realizadas entre 1993 y 1995, en las que el declive de la UCR fue

    acompaado por el ascenso de terceras fuerzas nacionales y provinciales cuyasperspectivas eran, aparentemente, de crecimiento. El tercer puesto de la UCR enlaspresidenciales de 1995, detrs del candidato del FREPASO, pareci confirmar ladefuncin del bipartidismo. Sin embargo, la victoria presidencial de la Alianza en1999, con una frmula encabezada por el radicalismo, dio por tierra con lashiptesis tempranas de defuncin. La reconfiguracin del escenario poltico con elcambio de siglo sigui as manifestando un bipolarismo si no bipartidismo que,incentivado institucionalmente por la reforma constitucional de 1994, no hace msque perpetuar la tradicin poltico-electoral argentina.

    Por ltimo, una de las cuestiones que para la literatura poltica actual abre elmayor interrogante acerca de la capacidad de gestin de las democracias es elproblema de la emergencia, entendida como disfuncin (crisis) econmica quealtera el escenario de accin de los grupos sociales y trastorna sus marcos dereferencia valorativos. En este contexto, todas las instituciones de gobierno incluyendo a los partidos se adaptan a la necesidad de ejecutividad y resultadospor sobre la deliberacin y los procedimientos formales, generndose comoresultado un principio orientador basado en la eficacia en tanto fuente primordialde legitimidad (Zuleta Puceiro 1994).

    El decisionismo, la modalidad frecuentemente elegida por los pases en vasde desarrollo para superar la emergencia, goz de amplio respaldo en Amrica

    Latina durante la dcada de 1990. En un primer momento, el mtodo pareci tenerxito en su objetivo de alcanzar la estabilidad mediante un amplio apoyo electoral.Hoy, sin embargo, se torna cada vez ms evidente que el deterioro institucional, elbajo rendimiento econmico y la polarizacin social son consecuencia duradera delos cambios impulsados mediante tal estrategia.

    Si es cierto el apotegma de que no existen en el mundo democracias sinpartidos, tambin podra afirmarse uno de sus corolarios: que la calidad de lademocracia depende de la calidad con que sus partidos representan, reclutan ygobiernan. A juzgar por los resultados, los partidos polticos latinoamericanos seencuentran todava lejos del nivel ideal.

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